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CATEDRÁTICO:
PBRO. ALEXANDER RIVERA
ESTUDIANTE:
CASTRO VIGIL, CARLOS ERNESTO
ASIGNATURA:
PNEUMATOLOGÍA
INTRODUCCIÓN..................................................................................................................3
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.......................................................................................4
EN EL NUEVO TESTAMENTO...........................................................................................9
CONCLUSIÓN.....................................................................................................................12
BIBLIOGRAFÍA..................................................................................................................13
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INTRODUCCIÓN
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EVOLUCIÓN BIBLICA DEL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo está presente en la Sagrada Escritura desde el principio (Gn 1, 2) hasta
el final (Ap 22, 17), pero nunca se nos ha dirigido con el pronombre personal «Yo».
Permanece en el anonimato. Desde nuestra experiencia, sabemos lo que es un padre y
podemos hacernos una idea de la primera persona de la Santísima Trinidad (aunque
imperfecta). También tenemos experiencia de lo que significa ser hijo y, mirando a Jesús,
podemos comprender algo sobre la segunda persona de la Santísima Trinidad (aunque
siempre nos quede lo más y mejor por descubrir). Pero no tenemos puntos de referencia
para hablar del Espíritu Santo. Él no tiene forma ni figura, ni encontramos analogías para
explicar su misterio.
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
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alma de todo ser viviente y el soplo de toda carne de hombre» (Jb 12, 10); «vuelva el polvo
a la tierra, a lo que era, y el Espíritu vuelva a Dios, que es quien lo dio» (Qo 12, 7).
3- La fuerza de vida de Dios, por la que él obra y hace obrar: «Si retiras tu Espíritu,
expiran y vuelven al polvo; si envías tu Espíritu son creados y renuevas la faz de la tierra»
(Sal 104, 29-30). Es el principio por el que Dios crea y entra en relación con sus criaturas y
con el hombre, la energía con la que Dios actúa en las personas y en la historia para realizar
su proyecto de salvación.
El paso de usar la palabra «ruah» para designar el aire, el aliento, a designar también el
alma, la vida, es natural. La respiración distingue a un hombre vivo de un cadáver. Si hay
aliento, hay vida. Lo original en el A. T. es la insistencia en que el «soplo», el «espíritu»
del hombre y el «Soplo», el «Espíritu» de Dios no son dos realidades distintas, sino un
único elemento vivificador que Dios concede al hombre. Sin el Espíritu, los seres son sólo
carne, impotencia, con el Espíritu se nos da la posibilidad de vivir la misma vida de Dios,
de actuar como él: «infundiré mi Espíritu en vosotros para que os conduzcáis según mis
preceptos y observéis mis normas» (Ez 36, 27. Ver también Ez 11, 19; Sal 51, 12; Is 32, 15;
Zac 12, 10; etc.).
Para los griegos, «espíritu» se opone a «materia», a «cuerpo» (espíritu se identifica con
«fantasma», con la existencia inmaterial en el mundo de las ideas). En la Biblia no es así; la
ruah es la fuerza, el principio de acción. No se opone a «cuerpo», sino a «carne», a la
realidad terrestre del hombre, caracterizada por la debilidad y por su carácter perecedero:
«El egipcio es un hombre y no un Dios y sus caballos son carne y no espíritu» (Is 31, 3). La
sanción del diluvio está preparada por la constatación de que los hombres quieren vivir sólo
de su propio principio terrestre: «No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre,
puesto que él es pura carne» (Gn 6, 3).
Se habla del Espíritu que invade (Nm 24, 2), llena (Dt 34, 9), se apodera de (Jc 6, 34),
empuja (Jc 13, 25), irrumpe sobre (Jc 14, 6. 19), se aparta de y se adueña de (1 Sam 16,
14ss), lleva lejos (1 Re 18, 12), arroja (2 Re 2, 16), se derrama desde arriba (Is 32, 15),
entra en (Ez 2, 2), levanta y arrebata (Ez 3, 14), conduce (Ez 8, 3), cae sobre (Ez 11, 5)...
Verbos que no hacen referencia a algo, sino a Alguien que actúa, que no está a control de
los hombres, que toma la iniciativa. El estudio del origen de la palabra «ruah» y de su uso
es importante, pero no nos basta para comprender su significado, de qué o de quién
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hablamos al nombrar este «soplo» divino. Veamos la historia de su manifestación y los
efectos de su obrar.
-El Espíritu de Dios es uno en sustancia y múltiple en los medios para alcanzar sus
fines.
Pues hay en la sabiduría un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil,
perspicaz, inmaculado, claro, impasible, amante del bien, agudo, incoercible, bienhechor,
amigo del hombre, firme, seguro, sereno, que todo lo puede, todo lo observa, penetra todos
los espíritus, los inteligentes, los puros, los más sutiles (Sab. 7, 22).
-El Espíritu Santo fue enviado ya a los hombres en el Antiguo Testamento.
Bajó Yahvéh en la nube y le habló (a Moisés). Luego tomó el espíritu que había en él y
se lo dio a los setenta ancianos. En cuanto reposó sobre ellos el espíritu, se pusieron a
profetizar, pero ya no volvieron a hacerlo más (Núm. 11, 25).
Reciben el don profético sólo temporalmente.
...venía frente a Saúl un grupo de profetas; le invadió el espíritu de Dios y se puso en
trance en medio de ellos. Los que le conocían de toda la vida le vieron profetizando con los
profetas,... (1 Sam. 10, 10-11).
Vino sobre los emisarios de Saúl el espíritu de Dios y también ellos se pusieron en
trance (1 Sam. 19, 20).
-El Espíritu de Yahvéh actúa a través de toda la historia bíblica.
a) -Sobre los elementos.
...el Espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas (Gén. 1, 2).
b) -Sobre la vida.
Entonces Yahvéh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices
aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente (Gén. 2, 7).
Por la palabra de Yahvéh fueron hechos los cielos, por el soplo de su boca toda su
mesnada (Sal. 33, 6).
Escondes tu rostro y se anonadan, les retiras su soplo, y expiran y a su polvo retornan.
Envías tu soplo y son creados, y renuevas la faz de la tierra (Sal. 104, 29-30).
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Así dice el Señor Yahvéh a estos huesos: He aquí que yo voy a hacer entrar el espíritu en
vosotros y viviréis. Os cubriré de nervios, haré crecer sobre vosotros la carne, os cubriré de
piel, os daré un espíritu u viviréis;... (Ez. 37, 5-6).
Él me dijo: «Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Dirás al Espíritu: Así dice el
Señor Yahvéh: Ven espíritu, de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que
vivan.» Yo profeticé como ellos me lo habían ordenado, y el espíritu entró en ellos;
revivieron y se incorporaron sobre sus pies: era un enorme, inmenso ejército (Ez. 37, 9-10).
c) -Suscita a los jueces.
El espíritu de Yahvéh sobre él, que fué juez en Israel... (Juec. 3, 10).
El espíritu de Yahvéh revistió a Gedeón (Juec. 6, 34).
El espíritu de Yahvéh vino sobre Jefté,... (Juec. 11, 29).
d) -Suscita a Saúl.
...le invadió el espíritu de Dios y se puso en trance en medio de ellos (1 Sam. 10, 10).
Invadió a Saúl el espíritu de Dios en oyendo estas palabras, y se irritó sobremanera (1
Sam. 11, 6).
e) -Da habilidad a los artesanos.
Habló Yahvéh a Moisés diciendo: Mira que he designado a Besalel...y le he llenado del
espíritu de Dios concediéndole habilidad, pericia y experiencia en toda clase de trabajos
(Ex. 31, 3).
...Yahvéh ha designado a Besabel...y le ha llenado del espíritu de Dios, confiriéndole
habilidad pericia y experiencia en toda clase de trabajos,... (Ex. 35, 31).
f) -Da discernimiento a los jueces.
Yahvéh respondió a Moisés: «Reúneme setenta ancianos de Israel...llévalos a la Tienda
de Reunión y que estén allí contigo. Yo bajaré a hablar contigo; tomaré parte del espíritu
que hay en ti y lo pondré en ellos, para que lleven contigo la carga del pueblo y no la tengas
que llevar tú sólo (Núm. 11, 16-17).
g) -Concede sabiduría a José.
...y dijo Faraón a sus servidores: «¿Acaso se encontrará otro como éste que tenga el
espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: «Después de haberte dado a conocer Dios todo esto,
no hay entendido ni sabio como tú (Gén. 41, 38-39).
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h) -Inspira a los profetas.
-a Moisés.
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Entonces el espíritu de Dios revistió a Zacarías...que...les dijo: «Así dice Dios: ¿Por qué
traspasáis los mandamientos de Yahvéh?...» (2 Cro. 24, 20).
-a Azarías.
Vino entonces el espíritu de Dios sobre Azarías,... y le dijo: «¡Oídme vosotros, Asá y
todo Judá y Benjamín!... (2 Cro. 15, 1).
-a Yajaziel.
Vino el espíritu de Yahvéh sobre Yahaziel, hijo de Zacarías,...y dijo: «¡Atended
vosotros, Judá entero y habitantes de Jerusalén, y tú, oh rey Josafat!» (2 Cro. 20, 14).
EN EL NUEVO TESTAMENTO
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Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará
todo y os recordará todo lo que yo he dicho (Jn. 14, 26).
Cuando venga el Paráclito, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, y que yo os
enviaré de junto al Padre, él dará testimonio de mí (Jn. 15, 26).
-Jesucristo promete a los Apóstoles que el Padre les enviará el Espíritu Santo.
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Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba del cielo como una
paloma y se quedaba sobre él (Jn. 1, 32).
Aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque le da el Espíritu sin
medida (Jn. 3, 34).
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CONCLUSIÓN
La pneumatología neotestamentaria, como también la cristología, no se ha de considerar
un bloque homogéneo, sino realidad una y múltiple, en la cual se verifica un
cierto desarrollo. Así como en la comprensión de la identidad de Cristo y del significado
salvífico de su obra, la comunidad primitiva ha cumplido un camino, sobre la base de la
resurrección, igualmente en la toma de conciencia de la identidad y de la misión del
Espíritu, la Iglesia primitiva ha visto en la Pascua el evento que proyecta luz nueva sobre la
realidad del pneuma.
El Espíritu de Dios y de Cristo ha sido percibido sobre todo como elemento decisivo del
proceso de inteligencia del misterio de Jesús (Jn 14, 26). Además, ha sido considerado
como algo o alguien que tiene un nexo imprescindible con Jesús mismo; esta conexión
Jesús-Espíritu funda la unidad originaria de la pneumatología del NT, en cuanto viene
acogida y expresada por los diversos autores en modo distinto y distintamente madurada.
En este sentido, el Espíritu Santo realiza una obra especial en este mundo y dentro del
pueblo de Dios. Es la presencia del Dios todopoderoso en medio nuestro. Él obra de
diferentes formas ayudándonos a sentir al Señor y a andar siempre de acuerdo con su
voluntad.
Por tanto, la doctrina del Espíritu Santo es una de las realidades más hermosas y
conmovedoras de las que nos hablan las Escrituras. Activo de manera menos manifiesta en
el Antiguo Testamento, es a partir de pentecostés cuando irrumpe con toda su grandeza y
poder en la historia de la humanidad.
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BIBLIOGRAFÍA
ASSURMENDI J., El Espíritu Santo en la Biblia, Edit. VERBO DIVINO, Estella, Navarra,
1985, <https://www.mercaba.org/ORARHOY/FOLLETOS
%20EVD/052_el_espiritu_santo_en_la_biblia_-_varios_autores.pdf> (Recuperado
25/04/2020)
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