• El celibato es la condición de quienes no han contraído matrimonio, pero piensan en contraerlo y ponen los medios para lograrlo mediante el trato con personas del otro sexo, etc. los primeros solían ser designados como ascetas o Los textos neotestamentarios en continentes; las segundas como los que se habla del celibato, y en vírgenes. con la aparición y los que aparece recomendado, difusión del monaquismo a son fundamentalmente dos. principios del siglo IV, ascetas y vírgenes. Salvo casos excepcionales, sólo hubo en la Iglesia, durante bastantes siglos, dos figuras de celibato: el celibato sacerdotal y el celibato monástico o, en términos más genéricos, religioso o consagrado. que la situación cambia en la primera mitad del siglo XX, cuando se produce un movimiento general de vuelta a las fuentes y por tanto a la condición de los primeros cristianos. también por lo que se refiere a un celibato asumido por quienes mantenían su vocación laical y, por tanto, en medio del mundo y en orden a la santificación del mundo. En realidad, el celibato sacerdotal es un don precioso de Cristo a su Iglesia, un don que es necesario meditar y fortalecer constantemente, de modo La virginidad o celibato por el Reino especial en el mundo moderno profundamente secularizado. de los Cielos, es importante para una completa teología del cuerpo. La razón de este paterno consejo, de san Juan Pablo II a los obispos, es debido a la El equilibrio humano es también fruto, necesidad que los sacerdotes requieren, de de la integración ordenada en la la ayuda fraterna, de la cercanía, del ejemplo estructura de las relaciones sociales personal, del cariño de sus obispos El sacerdocio requiere una peculiar Integridad de vida y de servicio, y precisamente esta integridad conviene profundamente a nuestra identidad sacerdotal.
Por eso San Juan Pablo II, exhortaba los presbíteros a cultivar la amistad sacerdotal.
El celibato permite una cierta apertura del corazón, permite ensanchar
el corazón y así facilita la capacidad de un hombre de vivir su sacerdocio y darse a sí mismo a los demás. El sacerdote mártir es aquel que ha tenido El martirio como una vida en el mundo, palabra de amor la enfrenta de una manera perfecta, hacia Dios. cumpliendo la voluntad de Dios. todo el resto de la vida del sacerdote adquiere mayor plenitud de significado y de eficacia santificadora • Su especial empeño en la propia santificación encuentra efectivamente nuevos incentivos en el ministerio de la gracia y en el ministerio de la eucaristía, en la que se encierra todo el bien de la Iglesia actuando en persona de Cristo, el sacerdote se une más íntimamente a la ofrenda, poniendo sobre el altar su vida entera, que lleva las señales del sacrificio. El celibato sacerdotal, es un don del Espíritu que, la Iglesia la custodia y permanece fiel con la ayuda de Cristo. Esto lo cumplirá, también para obedecer a la ley de la Iglesia, pero sobre todo por un sentido de responsabilidad, que debe acompañar cada decisión importante de una persona libre. Hay, que cumplir con la palabra dada.
El sacerdote no es el único que debe enfrentar dificultades y pruebas
para ser fiel a sus obligaciones. Celibato y matrimonio, son dos realidades que significan de manera distintas, el misterio de amor que Dios en Cristo por medio del Espíritu Santo, que se dona a los hombres.
En el matrimonio, el misterio del amor divino es vivido por dos
personas, que se entregan el uno al otro; mientras que, en el celibato, es vivido por un elegido, que busca entregar su vida a Dios y los hombres. Es un deber de los sacerdotes, recalca San Juan Pablo II, distinguirse en la fidelidad de la propia vocación, dado el carácter indeleble que el sacramento del Orden imprime en sus almas.