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¿Celebrando la Ley?

Repensar la ética del Antiguo Testamento


© de esta edición: 2019, FELiRe
Fundación Editorial de Literatura Reformada
Stichting Uitgave Reformatorische Boeken
Apartado 1053
280 CB Rijswijk
Países Bajos

Título original: Celebrating The Law?

© del texto: Hetty Lalleman


© de la edición en inglés: 2016, Authentic Publishers

Traducción: Anna C. de Kraker

Diseño y maquetación: Santiago Cerni Estrada

ISBN: 978-90-6311-179-3
Depósito legal: B-8854-2019
Impreso en Romanyà valls, S.A.
Verdaguer, 1
08786 Capellades (Barcelona)
Printed in Spain

Con la ayuda y colaboración


de DADEO S.L.
¿Celebrando
LA LEY?
REPENSAR LA ÉTICA DEL
ANTIGUO TESTAMENTO

Hetty Lalleman
Contenido

Prefacio 9
Introducción 11

1. Cómo entender el Antiguo Testamento 19


Tres maneras 19
El dispensacionalismo 21
El método histórico – crítico 22
Planteamientos alternativos 24
El enfoque canónico – teológico 26
Preguntas para reflexionar 27

2. En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento 29


La Creación 30
Cristo 31
El reinado de Dios 31
La imagen del Rey 34
La responsabilidad en las relaciones 36
La Creación y la historia 37
Una nación como ejemplo 40
El reinado de Dios en el Nuevo Testamento 42
El pacto 42
El pacto en el Antiguo Oriente Próximo y en la Biblia 43
Diferencias 46
El pacto de gracia 47
Las leyes en el Antiguo Oriente Próximo y en la Biblia 48
La santidad 51
La crítica profética 53
Resumen y conclusiones 55
Preguntas para reflexionar 57
3. Propuestas para un marco teórico 59
¿Forman los Diez Mandamientos el núcleo? 59
Una división triple 61
En busca de un marco teórico 62
Ordenanzas y relatos como paradigmas 63
Relatos 64
Paradigma 65
Revelación y paradigma 71
El diseño de Wright para una ética del Antiguo Testamento 73
Claves fundamentales para una ética del Antiguo Testamento 74
Preguntas para reflexionar 80

4. Las leyes alimentarias: aplicar el marco teórico 81


Totalidad 92
Levítico 19 94
Conclusiones 96
Preguntas para reflexionar 97

5. La cancelación de deudas: aplicar el marco teórico 99


Dios – la tierra – el pueblo 101
Conclusiones 106
Preguntas para reflexionar 107

6. La guerra: aplicar el marco teórico 109


Israel en su contexto 112
La guerra en Israel 113
Los cananeos 115
Aspectos humanitarios 119
La realidad 120
El rey 122
Conclusiones 124
Preguntas para reflexionar 126
7. El Antiguo y el Nuevo Testamento – La Iglesia 127
La relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento 127
El Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento 129
Las leyes alimentarias 129
Perfecto 131
El triángulo de Wright 133
La cancelación de deudas 134
Las leyes sobre la guerra 137
Quitar de en medio 138
Hacia una ética del Antiguo y Nuevo Testamento 141
Preguntas para reflexionar 148

Bibliografía 149
Notas finales 159
Prefacio

E l Antiguo Testamento no es un libro sencillo. En los más de trein-


ta años que llevo enseñándolo, me han planteado muchas veces las mis-
mas preguntas: ¿Por qué hay tantas guerras en el Antiguo Testamento?;
¿Cuál es la actualidad de todas esas leyes para los cristianos hoy?
Vi estas preguntas como un reto para profundizar más en estos
campos. En 1999 publiqué un libro en holandés (mi lengua mater-
na) sobre la actualidad del Antiguo Testamento para el día de hoy.1
Desde el año 2000 llevo viviendo en Inglaterra, y mis estudiantes del
Spurgeon’s College en Londres me hacen las mismas preguntas. Por eso
traduje el libro al inglés y se publicó en 2004. El presente volumen es
una versión actualizada de aquel libro.
Echando la vista atrás sobre la última década, me llama la aten-
ción hasta qué punto las preguntas antes mencionadas siguen man-
teniendo su pertinencia. De hecho, parece más urgente que nunca
que estudiemos el Antiguo Testamento y que nos preguntemos si de
veras es un ‘libro de violencia’, como muchos piensan hoy día. ¿Es
verdad que la religión suele desencadenar violencia? Después del 11S
(en 2001), la pregunta es más apremiante que nunca.

Prefacio | 9
En este libro he intentado presentar un marco para una ética del
Antiguo Testamento, el cual espero que sea de ayuda para que el lec-
tor pueda entender más de ‘todas esas leyes’ en el Antiguo Testamen-
to. A continuación, este marco es puesto a prueba en las áreas de las
leyes alimentarias, la guerra y la cancelación de deudas. Comparada
con la primera edición en inglés de 2004, en esta he integrado lite-
ratura reciente y he hecho algunos pequeños cambios. Las mayores
diferencias están en el capítulo sobre las leyes alimentarias (incluye
descubrimientos recientes en cuanto a la conexión entre Levítico 11
y Génesis 1 – 3) y en el capítulo sobre la guerra, donde he añadido
una sección sobre la orden de matar a los cananeos. La versión de la
Biblia usada es la RV1960, a menos que se indique otra versión.
Escribí este libro como cristiana. Muchos cristianos luchan con
el Antiguo Testamento y es mi oración que, en alguna medida, esta
edición sea de ayuda en el estudio de esta parte fascinante de la Biblia.

Hetty Lalleman
Londres, 2016

10 | Prefacio
Introducción

« L a ley del Señor es perfecta, reanima el alma» (Salmo 19:7).


Esto es lo que nos dice el autor del Salmo 19, y continúa empleando
varias palabras más para ‘la ley’, como ‘estatutos’, ‘preceptos’, ‘manda-
mientos’ y ‘ordenanzas’. Cada una de estas palabras describe el con-
junto de prescripciones que Dios dio a su pueblo elegido, Israel. Estos
estatutos son una fuente de gran alegría para el autor del salmo. «Ale-
gran el corazón» (v. 8), son «más preciosos que el oro» y «más dulces
que la miel» (v. 10). Los mandamientos de Dios muestran al salmista
la senda correcta a seguir y evitan que se pierda. El Salmo 119, el salmo
más largo de la Biblia, se expresa de manera igualmente positiva sobre
las reglas de Dios para la vida, –su ley–.
La gente hoy en día no se siente cómoda usando un lenguaje tan
positivo al hablar de leyes. En general, ‘autoridad’ tiene connotacio-
nes negativas, al igual que la palabra ‘ley’. ¿Son los preceptos y manda-
mientos del Antiguo Testamento verdaderamente una fuente de gozo
y entusiasmo?
Incluso los cristianos evangélicos, que confiesan que la Biblia es
la Palabra con autoridad de Dios, tienen dificultad, muchas veces,

Introducción | 11
para entender el entusiasmo que muestran los creyentes del Antiguo
Testamento por la ley. En teoría, estos cristianos no quieren ignorar
nada de lo que está en la Biblia, pero en la práctica lo hacen a me-
nudo. Grandes partes del Antiguo Testamento no se leen o, en el
mejor de los casos, se malinterpretan. La mayoría de los creyentes,
sencillamente, no lee las leyes ni los estatutos de los primeros cinco
libros de la Biblia, dejándolos de lado como irrelevantes para la vida
cotidiana.
Pero, al mismo tiempo, en la sociedad moderna hay un gran in-
terés en cuestiones éticas, tanto dentro como fuera del ámbito de la
iglesia. Preguntas sobre normas y valores son sumamente importan-
tes, dados los cambios radicales que se producen en la sociedad. Uno
puede preguntarse si es legítimo hacer un uso indiscriminado de las
técnicas e instrumentos desarrollados por la humanidad. ¿Acaso todo
lo que es posible, también es éticamente justificable?
¿De qué trata la ética? No voy a dar una definición filosófica,
porque esa no es mi especialidad. Dicho de manera sencilla, la éti-
ca es una reflexión sobre la conducta y los actos humanos desde la
perspectiva del bien y del mal. En el estudio de la ética hacemos pre-
guntas como estas: ¿Qué es lo que podemos hacer, y qué no? ¿Qué
deberíamos hacer en ciertas situaciones, y qué no deberíamos ha-
cer? ¿Cuál es la manera correcta de actuar? Estas cuestiones no son
solamente pertinentes para los expertos académicos, sino también
para la gente ‘laica’, ya que todos los días tenemos que resolver estos
dilemas.
Dios llama a la comunidad cristiana a pensar sobre todas las deci-
siones desde una perspectiva bíblica. Hay profesionales cristianos que
están haciendo un buen trabajo en este campo, como el Instituto de
Londres para el Cristianismo Contemporáneo (www.licc.org.uk), el
Centro Jubileo en Cambridge (www.jubilee–centre.org), el Instituto
Kirby Laing para la Ética Cristiana (www.klice.co.uk), y el Centro para
la Ética Cristiana Aplicada de Wheaton College (www.wheaton.edu/
CACE). Hay un grupo de expertos cristianos que se ocupan del área
de religión, política y sociedad (www.theosthinktank.co.uk). Tam-

12 | Introducción
bién hay organizaciones especializadas como la Asociación Médica
Cristiana (www.cmf.org.uk) y el Centro para la Bioética y la Dignidad
Humana (www.cbhd.org) que tratan, entre otras cosas, las decisio-
nes éticas en el campo de la Medicina. Pero los creyentes ‘corrientes’
también necesitan un marco de referencia para una ética cristiana.
El gran público acepta muchas actividades que en el pasado no eran
aceptables. ¿Cómo debe actuar el cristiano en un mundo que cada vez
más ignora, o incluso rechaza, los valores bíblicos? Este libro procura
explicar cómo los cristianos pueden usar el Antiguo Testamento para
desentrañar las cuestiones éticas. Intentaremos escuchar con aten-
ción a lo que dice la Biblia. Mi método no consistirá en tratar textos
bíblicos sueltos que hablan de temas específicos o asuntos candentes.
Más bien, quiero esforzarme por proporcionar algunos principios ge-
nerales. Las sociedades en las que el pueblo de Dios en el Antiguo y
el Nuevo Testamento vivía eran muy similares al mundo en que la
iglesia cristiana ha vivido desde la Segunda Guerra Mundial. El pue-
blo de Dios vive en un mundo que se ha separado de Dios. El pueblo
de Israel formaba una minoría en el mundo del Antiguo Testamento,
como la iglesia del Nuevo Testamento lo era en su día. Igual que no-
sotros, vivían en lo que actualmente se llama una sociedad «multirre-
ligiosa» y ‘multicultural’. Dios dio a su pueblo sus ‘normas’ para vivir,
sus ‘señalizadores’, en un mundo como este. Este libro examina esos
‘señalizadores’ en el contexto de nuestro mundo actual.

LOS DIEZ MANDAMIENTOS


Cuando la gente consulta la Biblia acerca de temas de ética, a menudo
va directamente a los Diez Mandamientos. Muchos cristianos consi-
deran que el Decálogo es una excepción a la complicada cuestión de
cuáles estatutos debemos obedecer y de cuáles podemos hacer caso
omiso, porque casi todo el mundo lo ve como relevante para todos
los tiempos. Su influencia y pertinencia va más allá de la Iglesia, ya
que muchos sistemas legales occidentales están basados en las reglas
sociales de los Diez Mandamientos. Todos están de acuerdo en que

Introducción | 13
«No matarás» continúa siendo una norma fundamental para la so-
ciedad, aun cuando unos y otros interpretan la norma de diferentes
maneras. Pero, aparte de los Diez Mandamientos, la mayoría de los
estatutos del Antiguo Testamento no se leen ni se entienden. En este
libro quiero centrarme en algunos de aquellos pasajes que son menos
obvios.
Las ordenanzas en el Antiguo Testamento se encuentran sobre
todo en los primeros cinco libros de la Biblia, que juntos se llaman
Torá en hebreo y Pentateuco en griego. Sin embargo, estos libros con-
tienen también muchas historias. La mayor parte de la gente tiene un
gran aprecio por estas historias –las leen, las escuchan, o incluso ven
versiones modernas de las historias en televisión o en DVD–. Pero, a
las mismas personas que leen por ejemplo las historias de Abraham
y de Moisés en Génesis y en Éxodo, las ‘leyes’ en esos mismos libros
les incomodan, en cierta medida. He conocido a mucha gente que me
ha dicho que ve la Torá como una especie de ‘libro de leyes’ del que
gran parte no necesitan leer. Una nota sobre la palabra ‘Torá’ podría
ser útil. Esta palabra se traduce muy a menudo como ‘ley’. El Antiguo
Testamento se dividía pues en la Ley, los libros históricos, los profe-
tas y los libros poéticos (o, siguiendo la división judía, en la Ley, los
profetas y los escritos). Sin embargo, ‘ley’ no es la mejor traducción
de ‘Torá’. En primer lugar, los primeros cinco libros de la Biblia no
contienen solo leyes, sino también gran cantidad de material narrati-
vo. En segundo lugar, la palabra ‘ley’ se asocia demasiado con agentes
de policía y juzgados. Una traducción más adecuada es ‘enseñanza’ o
‘instrucciones para la vida’. Esto es lo que el autor judío Martín Buber
intentó enfatizar al inventar una palabra en alemán, Weisung, para
describir su significado: la Torá señala hacia una cierta dirección,
mostrando y explicándonos cómo los creyentes pueden vivir su vida
de la manera en que Dios quiere que lo hagan. En hebreo, los Diez
Mandamientos (en griego, el Decálogo) se llaman las Diez Palabras
–que suena menos didáctico que nuestros ‘mandamientos’–. Los se-
res humanos aborrecemos instintivamente la idea de una autoridad
superior, y de estatutos revelados.

14 | Introducción
CRISTO
Puede que los cristianos tengan otra razón para no tomarse en serio
las leyes del Antiguo Testamento, y esta barrera es teológica: ¿acaso
no ha sido abolida la ley por lo que Cristo hizo en la cruz? El cristiano
ha sido traído a una relación viva con Dios por gracia, y no por obras
de la ley (véase Romanos 3:21 –24; Efesios 2:8 –9). Por gracia somos
declarados ‘justos’. No hay ‘buenas obras’ que puedan añadir nunca
nada sustancial a ese hecho. ¿Y no es exactamente eso de lo que tratan
las leyes del Antiguo Testamento: hacer ‘buenas obras’? Si eso verda-
deramente es el caso, entonces las leyes pertenecen al pasado desde
que Jesús vino a la tierra y nos salvó por medio de la gracia.
El problema está claro. Para entender más de la alegría de la ley
acerca de la cual el israelita canta, como vemos en los salmos 19 y 119,
necesitamos dejar de lado nuestras presuposiciones acerca del Anti-
guo Testamento. Necesitamos descubrir el valor de las leyes en la épo-
ca veterotestamentaria y cómo el hombre moderno pueda aprender
de ellas. Esto es un gran desafío. Estas leyes antiguas, ¿cómo pueden
ser de actualidad, y no digamos ser aplicadas en el día de hoy?
Me ocuparé aquí en primer lugar de la iglesia cristiana. Hasta qué
punto las leyes bíblicas son de actualidad para el mundo fuera de la
iglesia es cuestión de debate y depende del punto de vista de cada uno
sobre la relación entre la iglesia y el estado. Los cristianos discrepan
mucho en sus opiniones sobre este tema, pero mi principal interés en
este libro es estimular la reflexión acerca de la actualidad de la ética
del Antiguo Testamento para los propios cristianos.
Yo soy cristiana, y escribo desde una perspectiva cristiana. Qui-
siera que los cristianos evangélicos dejaran de considerar el Antiguo
Testamento, y particularmente las partes legales de la Torá, como algo
obsoleto, ‘pasado de fecha’. Para repensar nuestra postura aquí, nece-
sitamos entender estos pasajes en su contexto. Esto significa que los
lectores deben hacer un esfuerzo por olvidarse de sus presuposiciones
y abrirse a escuchar la palabra en el mundo del Antiguo Testamento.
Este libro no contiene ‘la ética del Antiguo Testamento’. Sería im-
posible intentar ofrecerles una ética semejante, porque la Biblia no es

Introducción | 15
un ‘manual de la ética’ sistemático. Puesto que la ética tiene que ver
con la dinámica de la vida humana en este mundo, es importante para
los cristianos estudiar y reflexionar sobre lo que el Antiguo Testamen-
to nos cuenta acerca del tipo de actitudes y comportamiento que Dios
espera de su pueblo.
La literatura alemana y holandesa no solía prestar mucha aten-
ción a la actualidad ética del Antiguo Testamento, a menudo centrán-
dose solamente en problemas exegéticos en partes de la Torá. En el
mundo angloparlante se han publicado más estudios sobre temas éti-
cos, reflejando una mayor conciencia de las implicaciones políticas y
prácticas de la fe. En lo que sigue trataremos y evaluaremos algo de
esta literatura. El propósito de este presente libro es proporcionar un
marco más general para reflexionar sobre la ética, en lugar de enfocar
temas específicos.

ACERCA DE ESTE LIBRO


El primer capítulo presenta un breve estudio y análisis de la manera
en que la Iglesia y algunos de sus teólogos se han esforzado por en-
cajar la ética del Antiguo Testamento en su pensamiento. Este ma-
terial aporta una base para continuar la exploración en los capítulos
siguientes.
El segundo capítulo investiga las características históricas y teo-
lógicas del Antiguo Testamento. Como veremos, la Creación y el Pac-
to son dos temas muy importantes, ya que contribuyen a una mayor
comprensión de las leyes y ordenanzas veterotestamentarias.
En el capítulo 3, un estudio del trabajo de algunos especialistas
que han escrito sobre el tema nos proporciona una base para cons-
truir un marco de algunas características fundamentales de la ética
en el Antiguo Testamento.
Luego, desde el capítulo 4 al 6, ponemos este marco a prueba,
seleccionando algunos ejemplos concretos de leyes veterotestamen-
tarias y estudiándolos con ayuda de este ‘modelo’. Es muy importante
hacer aquí una exégesis rigurosa.

16 | Introducción
El capítulo 7, finalmente, establece conexiones entre los pasajes
estudiados y Jesucristo y la iglesia neotestamentaria. Cada capítulo
concluye con algunas preguntas para reflexionar o tratar en debate.

Introducción | 17
1.
Cómo entender el Antiguo Testamento

TRES MANERAS
En la introducción hemos visto que la función de las leyes en el An-
tiguo Testamento, con excepción de los Diez Mandamientos, sigue
siendo un tanto misteriosa para los cristianos.
A lo largo de los siglos, la Iglesia se ha esforzado por encontrar
maneras de usar las ordenanzas y leyes del Antiguo Testamento. Los
líderes de la Iglesia, muchas veces, han dividido el material según
las áreas a las que las leyes afectan. En la época de la Reforma, por
ejemplo, los reformadores distinguieron las siguientes tres maneras
de usar la Torá:

1. usus politicus o usus civilis: se supone que la ley restringe el pecado


y promueve la justicia. Sin negar otros usos, la ley está hecha para
jugar un papel clave en la vida pública y la política.

2. usus elenchticus o usus pedagogicus: la ley está ahí para que los hom-
bres se den cuenta de sus pecados, a fin de llevarlos a Cristo para
ser salvos.

Cómo entender el Antiguo Testamento | 19


3. usus didacticus o usus normativus, también llamado tertius usus legis
(el tercer uso de la ley): la ley es dada para proporcionar a los creyen-
tes una norma para sus vidas, como una «lámpara en su camino».1

Martín Lutero y sus seguidores enfatizaron el segundo uso de la ley.


Según ellos, las leyes del Antiguo Testamento tenían como propósito
el convencer a los hombres de su culpa ante Dios. Así, la ley había pre-
parado el camino para la venida de Cristo. No prestaban demasiada
atención al tercer uso de la ley, porque ponían el énfasis en el hecho
de que el cristiano ya no está ‘bajo la ley’. En sus catecismos, sin em-
bargo, Lutero se basaba en los Diez Mandamientos.2 Los seguidores
de Lutero parecen ser más coherentes que Lutero probablemente pre-
tendía, al contrastar el Antiguo y el Nuevo Testamento. El contraste
de Lutero entre ‘ley’ y ‘promesa’ o ‘gracia’ (Antiguo Testamento frente
al Nuevo Testamento) aún tiene mucha influencia hoy en día.
Juan Calvino eligió otro enfoque, al defender el primer y el tercer
uso de la ley. Declaró como válidos para la iglesia muchos más ele-
mentos de las secciones legales del Antiguo Testamento, aparte de
los Diez Mandamientos. Las reglas de Dios dan también indicaciones
para la vida terrenal en el mundo presente, argumentó Calvino. Su
visión de la ley era mucho más positiva que la de Lutero. Él suavizó el
contraste que hacía Lutero entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y
razonó que el pacto con Abraham se prolonga hasta el período neotes-
tamentario y la iglesia cristiana.
Un grupo de calvinistas bastante radicales abogan por lo que se
llama el ‘teonomismo’. Apelando a Calvino, declaran que la ley vetero-
testamentaria no solo se aplica a los cristianos, sino a la sociedad en
su conjunto. Este grupo se autodenomina también «cristianos recons-
truccionistas», porque quieren reestructurar la sociedad, convirtién-
dola en una teocracia según las leyes en el Antiguo Testamento. Su
movimiento tiene mayor fuerza en los Estados Unidos, donde quieren
instaurar la pena de muerte como ley en todo el país. El fundador de
este movimiento fue Rousas Rushdoony, que murió en 2001. Otros
nombres destacados son Greg Bahnseny y Gary North, el yerno de

20 | Cómo entender el Antiguo Testamento


Rushdoony. Con toda razón podríamos preguntar si esta posición mo-
derna refleja realmente la idea de Calvino.3

EL DISPENSACIONALISMO
Un contraste radical con las ideas calvinistas de una aplicación am-
plia de la ley veterotestamentaria lo encontramos en J. N. Darby y en
muchos dispensacionalistas después de él. Ellos piensan que Israel y
la Iglesia representan dos ‘dispensaciones’ completamente separadas,
que tienen muy poco en común. Según esta visión, la legislación del
Antiguo Testamento no tiene ninguna relevancia para los cristianos
en cuanto a asuntos prácticos. Los dispensacionalistas estrictos ven la
actualidad del Antiguo Testamento para la iglesia cristiana solo en su
uso tipológico o alegórico.
Darby tenía convicciones fuertes acerca del contraste entre el An-
tiguo y el Nuevo Testamento, lo cual vemos claramente en la siguien-
te afirmación:

El Padre se revela ante nuestras almas por medio del evangelio, por
el Espíritu de adopción; pero Jehová se presenta por medio de sus
juicios, por medio del ejercicio de su poder en la tierra... Los judíos,
entonces, son el pueblo por, y en, el que Dios sustenta el nombre de Je-
hová, y su carácter de juicio y justicia. La Iglesia es el pueblo en el que,
como en su familia, el Padre revela su carácter de bondad y amor.4

Darby contrasta el carácter del Dios del Antiguo Testamento con el


del Dios del Nuevo Testamento. Lo hace empleando nombres distin-
tos (‘Jehová’ frente a ‘Padre’) y contrastando atributos como ‘juicio’ y
‘amor’.5 Sin embargo, una distinción semejante entre el Antiguo y el
Nuevo Testamento es insostenible a la luz de una lectura más detenida
de ambos testamentos. ¿Acaso no es Oseas 11 un gran ejemplo del amor
de Dios por Israel? Y, por otro lado, ¿no habla Jesús con frecuencia de
juicio? ¿Y qué hay de las siguientes palabras de la carta a los Hebreos:
«porque nuestro Dios es fuego consumidor» (12:29)? El autor de He-

Cómo entender el Antiguo Testamento | 21


breos cita aquí deliberadamente del Antiguo Testamento (Deuterono-
mio 4:24). Además, Jesús enseñó a sus propios discípulos, que todavía
no podían ser considerados ‘cristianos’, a llamar a Dios su ‘Padre’.
No es el propósito de este libro tratar en detalle la posición tan ex-
trema de Darby y el dispensacionalismo. No obstante, es importante
ser consciente de las inconsistencias que hay en la conclusión lógica
de su posición, porque muchos cristianos hoy día piensan y hablan
con ese mismo contraste en mente –pero muchas veces sin advertir-
lo–. Erróneamente, asumen que el Antiguo Testamento trata de ‘la
ley’, mientras que el Nuevo Testamento trata de ‘la gracia’.

EL MÉTODO HISTÓRICO – CRÍTICO


Todas las opiniones sobre el uso de la Torá mencionadas anteriormente
son resultado de ciertos enfoques doctrinales. El estudio moderno de
la Biblia trata el Antiguo Testamento de manera diferente. En la inves-
tigación histórico –crítica que se ha ido desarrollando desde la Ilustra-
ción, los estudiosos han intentado descubrir los orígenes y la historia
de la tradición de la Torá. Los eruditos han estudiado y analizado los
mandamientos y leyes, y han aportado muchas hipótesis acerca de su
origen, desarrollo y aplicación –casi todas niegan la autoría mosaica de
las leyes, algo que el propio Antiguo Testamento afirma–. Generalmen-
te, el método histórico –crítico distingue varios estratos en los textos
tal como los tenemos actualmente, y los especialistas identifican es-
tos estratos como proviniendo de diferentes épocas y circunstancias.
Gerhard von Rad desarrolló la idea de distintas tradiciones dentro del
Hexateuco (Génesis – Josué) e identificó relatos que se iban formando
alrededor de temas como por ejemplo el Éxodo. El núcleo de las dife-
rentes tradiciones es el ‘breve credo histórico’ que encontró en Deu-
teronomio 26: «un arameo a punto de perecer fue mi padre»... que
resume las fases más importantes de la historia de Israel. El consenso
histórico –crítico es que las distintas tradiciones fueron conectadas en
una fase más tardía y que de este modo el Antiguo Testamento se formó
a lo largo de muchos siglos.6

22 | Cómo entender el Antiguo Testamento


Ese tipo de análisis resultaba con frecuencia en el atribuir a algu-
nos estratos más actualidad teológica que a otros. La presuposición
tácita es, muchas veces, que, cuanto más antiguo el texto, más rele-
vante es para la iglesia de hoy. Un claro ejemplo de este enfoque es
Claus Westermann, que hace distinción entre ‘mandamientos’ y ‘le-
yes’. ‘Mandamientos’ tienen la forma de «No harás» (piense en los
Diez Mandamientos), mientras que ‘leyes’ son regulaciones más ex-
tensas acerca de cuestiones como la esclavitud. Westermann saca una
conclusión muy amplia de esta distinción formal:

En el relato del Sinaí, solo el Decálogo en Éxodo 20 es la Palabra


de Dios que viene a Israel desde el monte divino. El código del
Pacto, que se originó por separado después de adquirir la tierra
(Ex. 21 – 23), se añadió después... Los mandamientos son pala-
bras directas e inmediatas de Dios, como un discurso, y tienen su
lugar en el culto. La ley está ligada a las instituciones humanas...7

Vemos que, según este concepto, los mandamientos y las leyes tienen
un peso teológico distinto. Como dice Westermann: «Ha sido solo pos-
teriormente, en una fase más tardía, que se explicaron las leyes como
Palabra de Dios».8 Por eso, Westermann cree que es perfectamente legí-
timo que la iglesia mantenga los Diez Mandamientos pero considere las
demás reglas como mucho menos relevantes –si es que tienen alguna ac-
tualidad. De esta manera saca conclusiones de lo que es, después de todo,
una mezcla de investigación histórica y sus propias presuposiciones.
Según Theodoor Vriezen, el hecho de que el canon del Antiguo
Testamento fuera aceptado por los judíos tal como es ahora, no de-
bería obligar a la Iglesia a guardar todo su contenido. Él expresa las
dificultades que tiene para aceptar como la revelación de Dios.

... ciertas partes de la ley (las partes rituales) y de los libros históricos
(ciertas partes de las historias de Jacob y de Sansón)... Aquí y allá se
podrían encontrar otras partes en las que el cristiano solo a duras
penas (o en absoluto) puede descubrir la revelación del Espíritu de

Cómo entender el Antiguo Testamento | 23


Dios, aunque antes más bien sean la revelación del espíritu de la épo-
ca (Eclesiastés) o del espíritu del pueblo judío (Salmo 137, Ester).9

Vriezen continúa afirmando que puede que muchas partes del An-
tiguo Testamento sean literatura hermosa, como Eclesiastés, «pero
uno no puede considerarlas un mensaje o una revelación de Dios, o
encontrar en ellas un rastro de aquella actividad del Espíritu Santo
que se reveló en Jesucristo.»10

PLANTEAMIENTOS ALTERNATIVOS
En la investigación bíblica actual, las antiguas hipótesis del método
histórico –crítico, que distinguía fuentes literarias detrás del Pentateu-
co, ya no encuentran un apoyo tan amplio. Las opiniones varían ahora
mucho en cuanto a los orígenes, el contenido y las fechas de cualquier
fuente. En particular, hay una gran variedad de opiniones en círculos
académicos con respecto a las fuentes J y E.11 Hace unos cuarenta años,
los estudiosos databan J en el siglo x a. C., pero, desde entonces, algu-
nos la datarían en el período exílico (o incluso post –exílico). Muchos
dudan que E realmente fuera una fuente evidente de Génesis.
Con tantas opiniones diferentes sobre los orígenes del Pentateu-
co, no parece muy sensato valorar las leyes en base a cómo o cuándo
se originaron.
Hay otros dos métodos académicos para tratar el Antiguo Testa-
mento que parecen ser más provechosos.
Algunos han defendido las ventajas de estudiar el Antiguo (y el
Nuevo) Testamento en su forma actual, es decir, como (partes de)
el canon de la iglesia cristiana. Las cuestiones y problemas históri-
cos no deberían impedir que apreciemos la Biblia como el libro que
fue aceptado por la Iglesia como una unidad; por lo tanto, el libro en
su forma presente es teológicamente relevante. Es imposible que su
valor teológico dependiese de teorías e hipótesis actuales sobre el ori-
gen del texto, como si estos determinasen su significado. Estudiosos
representantes de este enfoque ‘canónico’12 se centran en la manera

24 | Cómo entender el Antiguo Testamento


en que cada pasaje ha sido interpretado en las tradiciones de la sina-
goga y de la Iglesia cristiana. También examinan cómo cada pasaje se
relaciona con la Escritura en su totalidad.
Otros estudiosos abordan el texto veterotestamentario desde una
perspectiva más literaria, tratando cada pasaje como una unidad en su
forma actual sin intentar determinar sus raíces históricas. Procuran
descubrir la estructura de un texto o de un libro entero de la Biblia, y
buscan unidades más pequeñas dentro de ello. Al hacerlo así, prestan
atención a palabras que se repiten e intentan establecer la función de
tales repeticiones. No consideran que las repeticiones sean superfluas
o una prueba de la implicación de diferentes autores, como harían los
del método histórico –crítico, sino más bien como recursos intencio-
nados para ayudar al lector. En este enfoque literario, las estructuras
concéntricas también son importantes.13
Los dos enfoques mencionados aquí no son mutuamente exclu-
yentes. Hay unos cuantos estudiosos que combinan la atención al tex-
to en su forma canónica final con el análisis de su estructura narrati-
va. También están aquellos a los que el trasfondo histórico del texto
realmente importa, pero que en su exégesis de un pasaje prestan toda
su atención a la estructura narrativa.14 Un intento temprano de cen-
trarse en la forma literaria del texto y sacar el tema teológico único
del Pentateuco encontramos en The theme of the Pentateuch (1978), de
David Clines. En la segunda edición (1997), Clines incluyó un capítu-
lo extra en el que reflexiona sobre la primera edición. Las tendencias
de la investigación del Antiguo Testamento se evidencian en sus si-
guientes comentarios:

Sin embargo, el libro en su conjunto fue claramente un ejemplo


temprano del estudio literario de la Biblia. Puesto que había pocos
antecedentes, inevitablemente se inclinaba más hacia la defensa...
del proyecto al que se dedicaba. Hoy en día ya no es necesario
justificar la lectura de la forma final del texto... Hoy en día hay
muchos estudios literarios que no piden disculpas por lo que están
haciendo, sino que simplemente lo hacen.15

Cómo entender el Antiguo Testamento | 25


***
Aunque la cuestión de cómo se originó un texto pueda interesar a al-
gunos, tener que ocuparse de semejantes asuntos histórico – críticos
podría ser un estorbo para el estudio detallado de los textos tal como
son en el contexto en que los tenemos. Ese contexto es muy importan-
te: no se nos han dado unas fuentes separadas, E o J, que podríamos
reconstruir. Lo que tenemos es el texto canónico del Antiguo Testa-
mento tal como fue aceptado por la Iglesia cristiana.

EL ENFOQUE CANÓNICO – TEOLÓGICO


La tendencia de leer los textos bíblicos en su forma final, tal como los
tenemos delante de nosotros, significa que no damos más o menos
valor a los textos solamente en base a su origen o evolución histórico.
Propongo una lectura ‘canónico –teológica’ de la Biblia. Esto quie-
re decir que, contrario a Westermann, no se distinga teológicamente
entre las diversas ordenanzas. Mejor dicho, las ‘reglas’ en el Antiguo
Testamento son todas parte de una sola Torá.
El Nuevo Testamento deja claro que «la ley y los profetas» eran la
Biblia de Jesús, la Palabra conforme a la cual vivía. El Antiguo Testamen-
to juega un papel muy importante en la historia de la tentación de Jesús
por el diablo en Mateo 4: Jesús cita de Deuteronomio. En otros momen-
tos de su vida, e incluso en la cruz, vemos cómo este libro –el Antiguo
Testamento, propiamente dicho– era sumamente importante para él.
En las páginas siguientes intentaremos esbozar un marco teo-
lógico para una ética del Antiguo Testamento. Esto no significa que
comenzamos con los problemas actuales, buscando respuestas en la
Biblia. En vez de eso, estudiaremos algunos temas clave en el Antiguo
Testamento y formularemos algunas pautas generales que cada lector
puede aplicar a las diferentes situaciones. Este libro se escribió desde
el punto de vista del Antiguo Testamento y no de la ética moderna.
Que el lector no espere encontrar listas de ‘lo que sí está permitido
y lo que no’. La ética del Antiguo Testamento es muchísimo más que
una mera colección de reglas.

26 | Cómo entender el Antiguo Testamento


La pregunta principal, por lo tanto, es esta: ¿Cómo podemos en-
contrar una especie de ‘sistema’ para enfrentarnos a la gran variedad
de ordenanzas que hay en el Antiguo Testamento? ¿Podríamos in-
troducirlas en una estructura teológica que lo abarca todo? Para ser
capaces de contestar a esta pregunta, tenemos que descubrir lo que
estas leyes nos dicen acerca de la relación entre Dios y el mundo en
general. ¿Qué función cumplían los mandamientos y prescripciones
en el Antiguo Testamento y en la historia de Israel? Como veremos,
hay efectivamente elementos teológicos que pueden ayudarnos a en-
tender el Antiguo Testamento y aplicarlo a nuestras vidas.
Nos centraremos en aquellas partes del Antiguo Testamento que
sobre todo contienen leyes –la Torá–. Eso no quiere decir, sin embar-
go, que la ética en el Antiguo Testamento solamente se pueda hallar
en leyes y regulaciones.16

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

1. ¿Qué papel desempeña el Antiguo Testamento en tu vida


(si es que lo hace)?

2. Hemos considerado tres opiniones tradicionales sobre


el uso y la función de las leyes. ¿Cuáles son algunos de
los puntos fuertes y débiles de cada una?

3. ¿Crees que un cristiano podría prescindir del Antiguo


Testamento? ¿Por qué sí, o por qué no?

Cómo entender el Antiguo Testamento | 27


2.
En busca del propósito de Dios
en el Antiguo Testamento

A ntes de reflexionar más detalladamente sobre la cantidad de


mandamientos en la Torá, es importante tener una idea general de qué
trata el Antiguo Testamento en su conjunto. Los eruditos de la Biblia
han buscado un núcleo teológico en el Antiguo Testamento, intentando
ver si las historias, las leyes, el material profético y los textos poéticos
pudieran agruparse bajo un denominador común. ¿Acaso se encuentra
el corazón del Antiguo Testamento en el pacto?1 ¿O en el plan de Dios2,
u otro tema importante?
El estudioso alemán von Rad, declaró que no hay punto central,
ni núcleo, en el Antiguo Testamento. Simplemente hay diferentes
complejos narrativos –por ejemplo, aquel sobre el Éxodo– que juntos
componen el Antiguo Testamento.3 Según von Rad, la ‘teología del
Antiguo Testamento’, la disciplina que estudia los grandes temas en
el Antiguo Testamento, no debería centrarse en un único punto con el
que se relacionan otros temas, sino que tendría que centrarse en cada
uno de los diversos complejos narrativos.
No es fácil encontrar el núcleo del Antiguo Testamento. Puede
que el único centro aceptable sea Dios, porque él está ahí a lo largo de

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 29


la Historia. Sin embargo, esta identificación de un núcleo no nos hace
progresar demasiado, ya que como mínimo debemos considerar los
diferentes actos de Dios además de la revelación de su ser. El Antiguo
Testamento no nos proporciona una teoría abstracta de Dios.

LA CREACIÓN
Durante mucho tiempo, el método histórico –crítico identificaba el
Éxodo como el núcleo de la historia del Antiguo Testamento, y por
eso consideraban que estaba en el corazón de la teología veterotesta-
mentaria. Los estudiosos histórico –críticos veían el Éxodo como el
comienzo de la historia de Israel y decían que en aquella ocasión la
fe en un solo Dios se manifestó por primera vez de manera explícita.
En ese momento, Israel se convirtió en el pueblo de Dios. Los relatos
de la liberación de Egipto y del pacto en el Sinaí se consideraban más
importantes para la fe de Israel que el relato de la Creación. Aquellos
eruditos sostenían no fue hasta el exilio babilónico, y a partir de ahí,
que Israel comenzase a confesar su fe en Dios como Creador, cuando
fueron confrontados con los textos religiosos y los dioses de Babilonia.
Westermann, que era alumno de von Rad, prestaba más atención
a la Creación de lo que era usual en su tiempo.4 No obstante, el tema
crucial de la Creación requiere más atención en una teología que la
que incluso él concedía. En teologías veterotestamentarias recientes,
como la de John Goldingay5, la Creación recibe atención plena, y con
razón. Cuando estudiamos los libros que ahora constituyen el canon
de la Biblia, se hace evidente que la creación del mundo no solamen-
te es importante por el orden cronológico en que suceden las cosas.
La Creación tiene también una gran importancia teológica como el
fundamento y el punto de partida esencial de toda la Biblia, que co-
mienza con la Creación y termina con la re –creación. La Historia de
la humanidad, de Israel y de la Iglesia está incrustada en una estruc-
tura universal. Los planes de Dios alcanzan la totalidad del cielo y la
tierra. Dios se centra solo y únicamente en Israel durante un período
determinado y con un propósito específico. El eje de la historia del

30 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


mundo es el reinado de Dios: él gobierna sobre todo lo que ha creado.
Su soberanía es esencial a lo largo de tanto el Antiguo como el Nuevo
Testamento. Por lo tanto, necesitamos investigar y entender la cues-
tión del reinado de Dios.

CRISTO
Antes de abordar el tema del reinado de Dios, volvemos brevemente a
la pregunta por el núcleo del Antiguo Testamento. ¿Es la Creación el
núcleo? No podría estar de acuerdo con esa posición tampoco. De he-
cho, toda teología veterotestamentaria que se centre en un solo tema
es deficiente de por sí. No podemos enfatizar un tema en particular
y decir que los demás son irrelevantes. Encontrar un equilibrio entre
los diferentes elementos del Antiguo Testamento, sin llamar ninguno
‘el’ núcleo, muestra una mayor fidelidad a la Escritura en su conjunto.
De hecho, ¿es la búsqueda de un núcleo en el Antiguo Testamento
un asunto realmente útil para los cristianos? H. J. Hermisson recal-
ca el hecho de que cuando los cristianos hablan del ‘Antiguo Testa-
mento’ ya indican que lo contemplan desde una perspectiva cristiana.
Argumenta que los cristianos pueden admitir sin reservas que para
ellos Cristo es el centro ‘externo’ del Antiguo Testamento. Externo,
porque no se le menciona de manera explícita en el Antiguo Testa-
mento. Aún así, los cristianos leen toda la Biblia con Cristo en mente.
Según Hermisson, Dios e Israel forman el núcleo interno del Antiguo
Testamento.6 Esta declaración merece nuestra consideración, aunque
deberíamos tener cuidado de atribuir con demasiada rapidez todo lo
que leemos en el Antiguo Testamento a Cristo.

EL REINADO DE DIOS
En el primer capítulo de Génesis leemos cómo Dios obra por medio
de su palabra poderosa, por la que crea el mundo. La manera en que
Génesis 1 describe cómo Dios pronuncia sus palabras tiene una con-
notación real: estas palabras suenan como decretos reales. Cosas que

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 31


quizás nos asombren cada día en la tierra se originan porque Dios
habla, sin que use ningún poder físico. «Sea la luz; y fue la luz.»
La parte de Génesis que trata de la Creación es breve, solo ocupa
dos capítulos. Los capítulos que abren Génesis no explican con de-
talle las implicaciones del hecho de que Dios es el Creador. La idea
del reinado de Dios tampoco se elabora en Génesis como sí se hace
en otras partes del Antiguo Testamento, como los Salmos y los libros
proféticos.
En los Salmos, el ‘himnario’ de Israel, leemos con frecuencia so-
bre Dios como el Creador. Este tema está relacionado al del reinado
de Dios. Por ejemplo, el Salmo 24:1 y 2 dice:

De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan.


Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos.

En el mismo Salmo, versículos 7 y 8, se da la bienvenida a Dios como


el Rey:

Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas


eternas, y entrará el Rey de gloria.
¿Quién es el Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el
poderoso en batalla.

Otro ejemplo es el Salmo 95:3 –5:

Porque Jehová es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses
Porque en su mano están las profundidades de la tierra,
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo también el mar, pues él lo hizo;
y sus manos formaron la tierra seca.

En la obra creativa de Dios vemos la revelación de su gloria, como


leemos en el Salmo 19:1: «Los cielos cuentan la gloria de Dios...» La
palabra ‘majestad’ es muy apropiado aquí, porque nos muestra la be-

32 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


lleza y el carácter real de la creación. En el mismo sentido leemos en
el Salmo 96:5, 6 y 10:

... Pero Jehová hizo los cielos,


alabanza y magnificencia delante de él;
poder y gloria en su santuario...
Decid entre las naciones: Jehová reina.
También afirmó el mundo, no será conmovido;
juzgará a los pueblos en justicia.

Encontramos también confesiones de Dios como el Creador y Rey en


los libros proféticos. Por ejemplo, Jeremías 10 declara:

Mas Jehová es el Dios verdadero;


él es Dios vivo y Rey eterno...
El que hizo la tierra con su poder,
el que puso en orden el mundo con su saber,
y extendió los cielos con su sabiduría...
porque él es el Hacedor de todo. (vv. 10, 12, 16)

En Isaías 43:15 leemos: «Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel,


vuestro Rey.» El contexto de este versículo nos recuerda la santidad
de Dios, su obra creativa y redentora, y su reinado: una teología com-
pleta en unas pocas y breves líneas.
Dios el Creador y Rey también juzgará a las naciones, porque él es
Señor sobre todas ellas. Para su pueblo Israel, esta confesión significa
que Dios es más grande que todos los dioses y señores de las naciones
que hay a su alrededor. Por lo tanto, su pueblo puede ser salvado del
poder de los enemigos que no tienen ninguna relación con Dios.
Vemos que el tema del reinado de Dios continúa desde el comien-
zo de la Biblia hasta el último libro. Los cánticos en el libro de Apoca-
lipsis alaban el reinado de Dios, cuando finalmente triunfa sobre los
enemigos de los hijos de Dios. En Apocalipsis 14:7, por ejemplo, un
ángel exclama: «Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 33


juicio ha llegado, y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar
y las fuentes de las aguas.» 7 Este versículo alaba a Dios tanto por ser
un Juez justo como por ser el Creador.

LA IMAGEN DEL REY


El Salmo 8 es un cántico sobre la creación, que conecta el reinado de
Dios con el ser humano. Son «coronados de gloria y de honra» (v. 5),
creados para «señorear sobre las obras de tus manos; todo pusiste de-
bajo de sus pies» (v. 6). Estas palabras son ‘reales’, proviniendo de un
lenguaje que normalmente se usa con respecto a reyes. Hay también
imágenes de Egipto de los faraones sentados en el trono con los pies
sobre un taburete debajo del que están postrados sus enemigos. En la
Biblia, sin embargo, el ser humano no consigue el reinado por medio
de la batalla. Más bien, Dios se lo otorga. Tampoco consiste el señorío
humano en gobernar sobre otras personas con fuerza y poder. Dios
nos da la responsabilidad de cuidar y proteger la tierra y el mundo ani-
mal. El estatus real del ser humano no es un derecho que merecemos.
Se nos es dado. Además, es un reinado subordinado: el hombre es «un
poco menor que los ángeles» – no es divino (Salmo 8:5). El único e
incomparable Rey es Dios, y el reinado que tiene cada persona provie-
ne, según el Salmo 8, del reinado de Dios. Ni siquiera un rey terrenal
no es nunca un ‘dios en la tierra’ o divino. Los reyes terrenales deben
hacer justicia en la tierra de la manera que Dios quiere que hagan.
El papel del ser humano como está descrito en el Salmo 8 difie-
re mucho del papel que los babilonios le atribuían. Según el Enûma
Elish, el mito babilónico de la Creación, la tierra y los seres humanos
fueron creados del caos. Necesitaban ser protegidos del caos de ma-
nera continua a lo largo de los siglos. Una sociedad bien estructurada,
particularmente por medio de la construcción y fortificación de la
ciudad de Babilonia, ofrecía esta protección. El rey era el ‘dios –rey’,
el virrey del dios. El Salmo 8, por el contrario, ve a cada ser humano
como un ‘virrey de Dios’, que puede señorear sobre la creación de
Dios según sus decretos.8

34 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


El Salmo 24 conecta del mismo modo la ética y la Creación.
Entre los versículos sobre el reinado de Dios y los que tratan de su
obra creativa citados anteriormente, leemos acerca de la conducta
ética:

¿Quién subirá al monte de Jehová?


¿Y quién estará en su lugar santo?
El limpio de manos y puro de corazón;
el que no ha elevado su alma a cosas vanas,
ni jurado con engaño.
Él recibirá bendición de Jehová,
y justicia del Dios de salvación. (vv. 3–5)9

Como los representantes del Rey en la tierra, los seres humanos pue-
den gobernar sobre su creación. Este salmo nos recuerda las palabras
de Génesis 1, (véase los vv. 1 y 2, citados antes). Es por medio de la pa-
labra de Dios que las cosas son creadas. En Génesis 1:26 y ss. leemos
acerca de la creación del hombre y la mujer, de los que se dice que
fueron creados «a la imagen de Dios».
Hay mucha diferencia de opiniones en cuanto al significado de
«imagen».10 Uno de los significados posibles es que el ser humano
representa a Dios en la tierra. En el antiguo Oriente Próximo, como
vimos con Babilonia, los reyes eran considerados como representan-
tes de sus dioses en la tierra. En ciertos lugares, un dios podía ser
representado por su imagen. De la misma manera, los reyes podían
ser representados por sus imágenes en regiones donde ellos mismos
estaban ausentes.
En la Biblia, cada ser humano está destinado a representar a Dios
en la tierra. Hombres y mujeres son «coronados de gloria y de hon-
ra», como leemos en el Salmo 8. Dios dio al hombre y a la mujer un
mandato cuando los creó: «... llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread
en los peces del mar, en las aves de los cielos y en todas las bestias que
se mueven sobre la tierra» (Gn. 1:28). Gordon Wenham comenta, con
respecto a la función de ser creado a la imagen de Dios:

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 35


... autoriza a la humanidad a gobernar sobre la tierra y los demás
criaturas. En mito oriental antiguo, los reyes fueron hechos a la ima-
gen del dios, pero Génesis democratiza la idea; cada ser humano es
un rey y responsable de regentar el mundo en nombre de Dios.11

Los seres humanos están destinados a ser los virreyes de Dios en la tie-
rra – representantes visibles del Dios invisible. Por lo tanto, la Biblia
comienza con una alta valoración de la humanidad cuando formula
una declaración de cometido para los seres humanos.
Como quiera que definamos la «imagen de Dios», hay una rela-
ción entre la imagen y la tarea del género humano en la tierra. Cada
ser humano posee ‘algo’ que lo conecta con Dios. Llevamos el ‘sello’ de
Dios y podemos negar o afirmar esto en nuestras vidas. En el Antiguo
Testamento, el hecho de que todos los seres humanos son creados a la
imagen de Dios es un fundamento clave de la ética. Dios creó a todos.
Sobre esta base, Génesis 9:6 puede declarar que cada vez que alguien
mate a otro, mata a la imagen de Dios. Por eso, el asesinato se castiga
tan duramente. Proverbios 14:31 dice: «El que oprime al pobre afrenta
a su Hacedor...» El hecho de que cada ser humano es creado a la ima-
gen de Dios es la base de los derechos humanos.

LA RESPONSABILIDAD EN LAS RELACIONES


Como ‘representantes’ de Dios, los seres humanos tienen una gran
responsabilidad. El propósito y el significado de la vida no es ‘hacer
nada’ o tener una especie de vacaciones eternas. Así era el ideal de los
griegos. Pero, desde el principio mismo, incluso antes de que Adán y
Eva hubieran pecado, se les encargaron algunas tareas determinadas:
gobernar sobre los animales (Gn. 1:26; 2:19), tener hijos y criarlos
(1:28), dominar la tierra (1:28) y trabajarla (2:5, 15). Las responsabili-
dades por hijos y trabajo no comenzaron con la maldición después de
la Caída en Génesis 3:16 –19. La maldición simplemente tuvo como
resultado que estas tareas fueran mucho más pesadas de lo que origi-
nalmente se pretendió.

36 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


Es importante destacar que, también después de la Caída, el ser
humano aún recibe su valor del hecho de ser creado a la imagen de
Dios – Dios como Rey de todo el Universo no ha sido destronado tam-
poco. La vida humana encuentra un propósito y un significado en que
somos representantes de Dios en la tierra.
Los primeros capítulos de Génesis dejan claro que los seres huma-
nos viven en varias relaciones: están relacionados con Dios, entre ellos
y con la tierra (las tierras, el suelo). La influencia del pecado se puede
ver en cada una de estas relaciones: con Dios (Gn. 3), con otras per-
sonas (‘mi hermano y mi hermana’, Gn. 4), y con la tierra y el resto de
la creación. Esta interconexión se hace evidente cuando Adán y Eva
pecan: su relación con Dios resulta dañada, su hijo mata a su hermano,
cultivar la tierra se convierte en algo pesado y frustrante (Gn. 3:17 –19).
La tierra ocupa un papel significativo en la historia de Israel: como
consecuencia del pecado, los israelitas tenían que esperar a poseer la
tierra y vagaron cuarenta años más por el desierto. Más tarde incluso
perdieron su tierra temporalmente, cuando fueron llevados al exilio
a causa de sus pecados. Más adelante veremos que los mandamientos
del Antiguo Testamento se reflejan en estas tres áreas clave: nuestra
relación con Dios, con otras personas y con el mundo (la tierra, el
mundo animal e incluso los árboles).

LA CREACIÓN Y LA HISTORIA
En los primeros capítulos de Génesis vemos que la confesión de Dios
como el Creador sienta las bases para lo que sigue en el resto de la
Biblia. A su posición como Creador está estrechamente vinculado el
reinado de Dios, y el reinado del hombre derivado de ello. Por eso es
importante no comenzar un debate de la ética del Antiguo Testamento
a partir de Moisés o incluso de Abraham, sino a partir de Génesis 1:1.
Génesis 1 –11 pone el fundamento sobre el que el relato bíblico se des-
pliega y se desarrolla. Estos primeros once capítulos tratan de la crea-
ción en su totalidad, el origen de todas las naciones. Ellos preparan la
escena para la historia de Dios con la humanidad.12

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 37


La Biblia empieza con la Creación y termina con la re –creación
del cielo y de la tierra. El Antiguo Testamento no trata solo de Is-
rael – Dios tiene planes para la creación entera, como veremos con
más detalle a continuación. La fe cristiana, igualmente, no implica
solamente ‘Dios y mi alma’ o el pequeño grupo de seguidores de Jesu-
cristo, sino también el reino de Dios y sus propósitos para el mundo
entero y la totalidad de la creación.
Otro aspecto importante de la narración de la Creación es que
muestra que, desde el principio, Dios quería tener una relación con el
ser humano. Cuando la relación se distorsionó por el pecado, él quería
restaurarla. La actividad redentora de Dios no se inicia con el Éxodo,
como se ha pensado a menudo, sino mucho antes. Inmediatamente
después de la Caída, Dios anunció su plan de salvación para el mun-
do.13 Dios protege a Adán y Eva de los problemas que habrían tenido
si –después de comer del fruto del árbol de la vida– hubieran perma-
necido para siempre en el estado de pecado.
Incluso en la historia de Noé hay un elemento de gracia y reden-
ción en el rescate de un remanente del diluvio. En Génesis 6:6, 7 hay
una clara referencia a la historia de la Creación en Génesis 1: «Y se
arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra». A pesar de
este hecho, hay redención: Noé «halló gracia ante los ojos de Jeho-
vá» (v. 8; la misma expresión se usa más tarde para Moisés en Éxodo
33:17). De Noé se dice que es «justo» y «perfecto» (Gn. 6:9). En gene-
ral, la Biblia emplea tales palabras para describir a israelitas que viven
de acuerdo a los mandamientos de Dios. Por ejemplo, Lucas 1:6 des-
cribe a Zacarías y Elisabet de la siguiente forma: «Ambos eran justos
delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos
y ordenanzas del Señor.»
Después de que Dios rescató a Noé y su familia, Dios les dio un
nuevo comienzo, que nos recuerda otra vez el relato de la Creación.
Dios le dijo a Noé: «Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra»
(Gn. 9:1). Sin embargo, el mismo capítulo muestra que Noé cae en la
trampa del pecado tal como hizo Adán (Gn. 9:18 –23). El resultado,
de nuevo, es una maldición (vv. 25 –27).

38 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


En los siguientes capítulos de Génesis se nos narra cómo se desa-
rrollaron las naciones y cómo quisieron construir una torre para ex-
presar su unidad y poder, que encontraron en sí mismos y no en Dios.
Eran egocéntricos, que es la esencia del pecado. Querían hacerse «un
nombre» (Gn. 11:4). Sin embargo, Dios arruinó sus planes y los espar-
ció sobre toda la tierra (Gn. 11:8). La consecuencia de su pecado, por
tanto, fue justo lo opuesto de lo que habían deseado. Estaban ansiosos
por construir una sociedad sin el Dios de los cielos y la tierra, bajo el
control absoluto de la humanidad. La respuesta de Dios fue esparcir-
los y de esa manera poner fin a su egoísmo y arrogancia.14
El siguiente capítulo (Gn. 12) cuenta cómo Dios elige a un
hombre, Abraham, y hace un nuevo comienzo con él. «Engrandece-
ré tu nombre», le dice Dios (Gn. 12:2), lo cual contrasta marcada y
conscientemente con el esfuerzo de los hombres por hacer grande su
propio nombre, en el capítulo anterior. Mientras que las naciones son
esparcidas en Génesis 11, las naciones serán reunidas alrededor de
Abraham – no por su propia iniciativa, sino por la de Dios. De nuevo,
la fuerza que hace avanzar el relato es la iniciativa de Dios, su gobier-
no, y su señorío. Por medio de Abraham, Dios mostrará qué significa
que él es el Creador y el Rey sobre toda la tierra. Solo cuando reco-
nozcan a Dios por quién es, los seres humanos alcanzarán el propósito
que Dios dispuso para ellos.
El llamado de Abraham tiene claramente un objetivo universal:
todas las naciones participarán de su bendición. Dios ha elegido crear
un lugar específico en la tierra donde su gobierno ideal será visible, y
en el Antiguo Testamento ese lugar es la Tierra de Israel. Pero Dios le
prometió a Abraham desde el principio que toda la tierra sería bendita
en el pueblo de Israel, «...y serán benditas en ti todas las familias de
la tierra» (Gn. 12:3).
Es evidente, a lo largo de Génesis, que Dios quiere rescatar a
hombres y mujeres y tener una relación con ellos. Él confirma este
objetivo al establecer una alianza con Abraham. En varias ocasiones
difíciles asegura a los patriarcas Isaac y Jacob de su presencia salvífica.
La historia de José en particular demuestra cómo garantiza el futuro

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 39


del pueblo de Dios. La redención comienza mucho antes de los acon-
tecimientos del Éxodo.15

UNA NACIÓN COMO EJEMPLO


A primera vista parece que, a partir del capítulo 12, Génesis se centra
en solo una nación –los descendientes de Abraham– pero este no es el
caso. Aunque Abraham es la figura central en los planes de Dios, está
claro que Dios no excluye a otras naciones. Todas las naciones de la
tierra serán benditas en Abraham y la nación formada por sus descen-
dientes. Al final de Génesis, las promesas hechas a Abraham han sido
cumplidas solo en parte: hay muchos descendientes y, efectivamente,
hay bendición a través de las vidas de los patriarcas. Pero el pueblo de
Dios no vive en la Tierra Prometida. Y queda la pregunta: ¿quiénes
son exactamente ‘pueblo de Dios’?
Los libros siguientes del Antiguo Testamento desarrollan estos te-
mas. Dios rescata a su pueblo de la esclavitud y entra en una relación
con ellos por medio de Moisés –una relación que se desarrolla a lo
largo de los demás libros del Pentateuco. Vemos cómo Dios quiere
usar a su pueblo Israel, los descendientes de Abraham, como una es-
pecie de ‘modelo’ para el resto del mundo. En los mandamientos y
leyes de la Torá descubrimos qué tipo de vida Dios quiere que viva la
gente. Tanto en sus relatos como en sus leyes, la Torá muestra cómo
Dios quiere relacionarse con la gente, además de mostrar cómo Dios
quiere que las personas se relacionen con él y unas con otras. Las leyes
y estatutos nos enseñan cómo es la vida con Dios como Rey. En seme-
jante vida, y en un país donde la gente vive conforme a la voluntad de
Dios, habrá justicia y misericordia; la presencia de Dios llenará todo.
Las otras naciones deberían ver esta diferencia y ser atraídas hacia
el único Dios y Creador. El ejemplo de Israel debería incitar a otros a
seguir también a Dios y sus reglas. Moisés expresa la naturaleza única
de Israel y de sus estatutos, y el efecto que puedan tener en las otras
naciones:
***

40 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


Guardadlos, pues (los decretos y leyes enseñados por Moisés), y
ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra in-
teligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos
estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación
grande es esta. Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y
juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de
vosotros? (Deuteronomio 4:6, 8)

Israel es un pars pro toto, una parte que representa la totalidad: en este
país y entre este pueblo, el reinado de Dios, que es un señorío sobre
toda la tierra, debe hacerse visible y efectivo. Este objetivo se des-
prende claramente de las palabras que se le manda a Moisés a decir al
pueblo de Israel cuando Dios hace un tratado con ellos:

Ahora, pues, si diereis oído a mi (Dios) voz, y guardareis mi pacto,


vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque
mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes,
y gente santa. (Éxodo 19:5, 6)

Israel es diferente y debería dedicarse solamente a Dios, el Rey de los


cielos y la tierra. El propósito de esta posición única es completamen-
te positivo. Israel tiene que representar a Dios ante todos en la tierra;
el pueblo tiene que ser una luz para el mundo.
El Antiguo Testamento está lleno de historias que ilustran los fracasos
de hombres que intentan vivir conforme a las normas de Dios. También
contiene muchas historias sobre reinos que intentaron debilitar el reino
de Dios. Gobernantes individuales a menudo reaccionaron en contra de
Dios, tanto en medio de Israel como fuera de él. Todo tipo de idolatría,
que negaba la naturaleza única del Dios de Israel, amenazaba continua-
mente el reconocimiento del reinado de Dios en Israel. Pero, a pesar de
todo esto, el ideal de la ética veterotestamentaria está claro y el ‘mundo
ideal de Dios’ se revela en los mandamientos que él ha dado. Su pueblo
estaba destinado a vivir ese ideal y así ser un ‘modelo’, un ‘ejemplo’ para
otras naciones. Volveremos a este concepto en los capítulos siguientes.

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 41


EL REINADO DE DIOS EN EL NUEVO TESTAMENTO
El reinado de Dios es también en el Nuevo Testamento un tema cen-
tral. Los evangelios hablan muchas veces acerca de la venida del reino
de Dios. Jesús enseña a sus discípulos a orar diciendo «que venga tu
reino...» Jesús es el representante perfecto e ideal de Dios en la tie-
rra, incomparablemente mejor que cualquier otro. No es ‘casi divino’
como los seres humanos (Salmo 8), sino que es verdaderamente el
‘Hijo de Dios’. Tiene poder sobre la creación; calma la tormenta por-
que los vientos le obedecen.
Vemos en la vida de Jesús un recrudecimiento de la batalla entre el
reino de Dios y el del enemigo, el adversario de Dios y sus colaborado-
res. Es la misma batalla que encontramos con frecuencia en el Antiguo
Testamento y que a menudo molesta a los lectores de la Biblia.16 Esta
batalla es visible en el relato del niño con un espíritu maligno que es
sanado, en Lucas 9:37 –45. El espíritu maligno hace mucho daño al mu-
chacho y causa alboroto.17 Jesús sana al niño, y todos los que presencian
el milagro quedan admirados de la grandeza de Dios (Lucas 9:43). La
obra de Jesucristo proclama la grandeza de Dios y su majestad.
Un día, todos reconocerán el reinado de Jesús sobre la tierra, se-
gún Filipenses 2:9–11. Efesios 6 y el libro de Apocalipsis tratan sobre
la batalla entre Dios y sus adversarios. Es en Apocalipsis donde en-
contramos a menudo un lenguaje ‘universal’ como «de todo linaje y
lengua y pueblo y nación” (Ap. 5:9), en el contexto de palabras que
alaban el reinado de Dios. Apocalipsis usa con frecuentemente len-
guaje y vocabulario del Antiguo Testamento.
Al final de la Biblia, Dios crea un cielo nuevo y una tierra nueva,
uniendo el principio en Génesis 1 y 2 con el cumplimiento. Entonces, el
reinado de Dios será visible en todas partes y durará para siempre. El tro-
no de Dios y del Cordero está en el corazón del nuevo reino (Ap. 22:1–3).

EL PACTO
En adición a la Creación y el reinado de Dios, hay además otro tema
teológico que es central en el Antiguo Testamento, y que nos ayuda

42 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


a pensar sobre un marco teórico para los estatutos y leyes éticas –a
saber, el concepto del pacto–. Dios consolida su relación con Israel
al entrar en un pacto con ellos. Dios hizo también pactos con Noé
(Gn. 6:18; 9:9–17) y con Abram (Abraham) y sus descendientes (Gn.
15 y 17). Pero cuando nos ocupamos de las leyes y los estatutos en el
Antiguo Testamento, es el pacto con el pueblo de Israel en el monte
Sinaí en particular lo que es esencial. Encontramos los detalles de
este pacto en Éxodo 19 – 24.

EL PACTO EN EL ANTIGUO ORIENTE PRÓXIMO Y EN LA BIBLIA


Ha habido mucha discusión entre los estudiosos sobre el carácter y
contenido del concepto bíblico del pacto. Los eruditos han estudiado
también los orígenes del pacto. Tratar este debate extensivamente va
más allá del alcance de este libro; mencionaremos solo algunos pun-
tos importantes. En general:

• El concepto del pacto es muy antiguo y era bien conocido en el mun-


do del que Israel formaba parte. Se han encontrado pactos hechos
hace miles de años en Oriente Medio.

• Un pacto inicia, consolida, establece o renueva una relación entre


socios. Los pactos podían tratar de todo tipo de relaciones, no sola-
mente de carácter político.18 Relaciones, lealtad y fidelidad son con-
ceptos clave en cualquier pacto.

Un pacto conecta dos socios, que en la mayoría de los casos no están


en posición de igualdad.

George Mendenhall fue el primero en señalar algunas de las intere-


santes similitudes entre el pacto en el Sinaí y los tratados de vasallaje
hititas.19 Los hititas vivieron en Asia Menor (la Turquía actual), y sus
tratados de vasallaje datan del segundo milenio a.C. Mendenhall es-
tudió tratados de los siglos xv hasta xii a.C. Los tratados son acuerdos

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 43


entre un señor y su vasallo – entre un rey poderoso y un gobernante
de un estado menor que era su subordinado. Mendenhall descubrió
que estos pactos se formulaban según un patrón fijo. El señor, que ini-
cia el pacto, primero se introduce en el ‘preámbulo’. Luego recuerda
al vasallo lo que ha hecho para él en el pasado. A continuación vienen
las estipulaciones, que son los términos que el vasallo tiene que obe-
decer, seguidos por las instrucciones de escribirlo todo y preservar el
documento. Se menciona a testigos, y finalmente se formulan bendi-
ciones y maldiciones – cuyas consecuencias dependen de si el vasallo
guarda las estipulaciones del pacto o no.
Hay varias similitudes obvias entre estos tratados y partes del An-
tiguo Testamento.
En los Diez Mandamientos en Éxodo 20 reconocemos los siguien-
tes elementos:

• «Yo soy Jehová tu Dios» – introducción del orador


• «que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre» – prólo-
go histórico, que menciona lo que ha hecho el Señor por su pueblo (el
‘señor’ por su ‘vasallo’)
• Solo después de estos elementos se encuentran los mandamientos,
los ‘estipulaciones’ que el ‘vasallo’, Israel, debería guardar
• El pueblo mismo es testigo (v.18)
• Todo el pacto fue puesto por escrito, pero eso solo se menciona en
el capítulo 24

Así, reconocemos unos cuantos elementos de los tratados de vasallaje


hititas, aunque no aparezcan en un orden estricto.
La estructura del libro de Deuteronomio tiene aún más elementos
en común con los tratados de vasallaje hititas:

• Introducción del orador (y los oyentes) (1:1–5)


• Prólogo histórico (1:6 – 4:49)
• Estipulaciones detalladas (12 – 26)
• Bendiciones y maldiciones (27 – 28)

44 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


• Testigos (30:19; 31:19; 32)
• Instrucciones acerca del depósito y la lectura pública del documento
(31:9–13, 24–26)20

Una similitud importante entre los textos extra –bíblicas y la Torá es


la manera en que ambos introducen al orador, el que inicia el pacto.
Los documentos comienzan enumerando detalladamente lo que el
orador ha hecho ya por el vasallo. Los Diez Mandamientos empiezan
recordándonos la relación especial que Dios tiene con su pueblo. Dios
les salvó de la terrible esclavitud en Egipto. Los leyes y mandamien-
tos que siguen –‘reglas para la vida’ o normas de cómo vivir como
pueblo del pacto– están basados en esta relación segura de confianza
que Dios ha establecido con ellos. Dios no sometió a su pueblo por la
fuerza; no establece un pacto basado en su victoria sobre ellos, como
es el caso en los tratados de vasallaje. Más bien es por su amor y gra-
cia, y porque cumple sus promesas a los patriarcas, que Dios entra en
esta relación específica con Israel y la consolida en el pacto en Sinaí.
Tampoco es que Dios espere de Israel un pago a cambio. Los manda-
mientos y leyes tratan de vivir como un pueblo que ya ha sido salvado
de la esclavitud en Egipto. Como dice Wenham:

Se ordena a Israel a amar al Señor de todo su corazón, de toda su


alma y con todas sus fuerzas. A seguirle, aferrarse a él, y amarle.
Aunque se ha señalado con razón que estas son las acciones exigi-
das de leales socios del tratado, y que el amor y temor de Dios se
expresa sobre todo por medio de guardar sus mandamientos, no
es correcto reducir el amor a obediencia. Es obediencia, pero más
que obediencia... El propósito ético –religioso... implicaba tanto la
fidelidad a Dios como el gozarse de su presencia.21

Moshe Weinfeld distingue dos tipos de contratos antiguos, y esta dis-


tinción es también esclarecedora para el concepto bíblico del pacto:
hay ‘pactos de concesión’ y ‘tratados’.22 En los ‘pactos de concesión’ es
el soberano mismo que se hace responsable de las obligaciones con

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 45


respecto a su vasallo, en vez de al contrario. Un rey poderoso haría
un tratado con un rey de menor categoría como muestra de gratitud,
con el fin de recompensar al reyezuelo por su lealtad hacia él. Este
es el tipo de pacto que hace Dios con Abraham y David – consolidar
relaciones existentes en pactos que contienen las promesas de Dios a
ellos (véase Génesis 15 y 2 Samuel 7).
Mendenhall los da el nombre de ‘acta constitutiva divina’ e inclu-
ye el pacto con Noé: «En cada una de estas tres tradiciones bíblicas
–en fuerte contraste con el pacto sinaítico– es Dios, y no los seres
humanos, que está obligado por juramento. En cada uno de los tres,
se dan ciertas promesas...» 23
Por otro lado, el pacto con Israel es del tipo ‘tratado’, porque con-
tiene estipulaciones que el pueblo debería guardar. Como hemos visto,
los tratados de vasallaje hititas contenían estipulaciones importantes
que el socio del pacto tenía que cumplir. Las estipulaciones forman el
núcleo de estos tratados y es la responsabilidad del gobernante subor-
dinado de guardar estos ‘mandamientos’. Podemos comparar las leyes
y los estatutos en Éxodo y Deuteronomio con esas estipulaciones.
En el antiguo Oriente Próximo, un componente esencial de los
tratados y pactos era la lealtad hacia el socio más fuerte, el iniciador
del contrato. La lealtad es también el tema de los tres primeros man-
damientos del Decálogo (= los Diez Mandamientos).

DIFERENCIAS
Está claro que hay notables similitudes entre los tratados de vasallaje
hititas y Deuteronomio. Sin embargo, el segundo es un tipo de docu-
mento distinto a un tratado de vasallaje político. Deuteronomio es
un texto teológico – un texto que quiere hacer explícito la relación
entre Dios y su pueblo Israel. Esta relación es diferente a la que hay
entre un señor y su vasallo subordinado. Deuteronomio 7:7 y 8 afirma
claramente que Dios escogió al pueblo de Israel por amor, en su mi-
sericordia y gracia. Estos versículos dan continuación también a los
temas y la acción de Génesis y Éxodo: en su pacto con Israel, Dios está

46 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


reafirmando las promesas que hizo a los patriarcas,24 así como hizo
cuando llamó a Moisés (véase Éx. 3:6, 15, 16).
Otra diferencia entre los pactos seculares y el pacto entre Dios e
Israel (o David o Abraham) se hace evidente cuando estudiamos otros
tratados del antiguo Oriente Próximo. En 1985, Mendenhall publicó
los resultados de su investigación del texto de un pacto encontrado en
Biblos (en el actual Líbano). Este texto trata principalmente de leal-
tad hacia el soberano y prohíbe cualquier forma de deslealtad posible,
sea en palabra, pensamiento o actos.25 El texto bíblico también exige
a Israel que se muestre leal a Dios («No tendrás dioses ajenos delan-
te de mí»), pero Dios no establece esta condición porque estuviera
preocupado, como si tuviera miedo de que su reino llegase a su fin a
causa de una rebelión. E incluso cuando el pueblo de Dios quebranta
el pacto –como leemos por ejemplo en Jeremías 11– Dios, en su gran
misericordia, promete hacer un nuevo pacto (Jer. 31:31 –34).
También es llamativo el comentario de Mendenhall sobre las ‘esti-
pulaciones’ en los tratados del antiguo Oriente Próximo. Dice:

El control imperial sobre los vasallos no suponía ningún interés en


los asuntos internos del estado vasallo aparte de aquel que era ob-
vio: suprimir o controlar actividades y elementos subversivos que
podían alterar la relación armoniosa entre el vasallo y su señor.26

El Dios de Israel, sin embargo, está íntimamente vinculado a su pue-


blo, a aquellos que en su gracia ha escogido para ser suyos.

EL PACTO DE GRACIA
De Deuteronomio 7:7, 8 queda claro que el amor es la base de la elec-
ción de Israel. Es por la gracia de Dios que él ha escogido a Israel.
Los primeros capítulos de Deuteronomio recuerdan al pueblo todas
las cosas maravillosas que Dios ha hecho para ellos. Como vimos, las
estipulaciones y regulaciones específicas que siguen en los capítulos
12 – 26 parten de esta relación. El pueblo de Dios tiene que compor-

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 47


tarse de una manera ‘divina’ como una respuesta apropiada a los actos
de salvación de Dios. Por lo tanto, está claro que Israel no se ‘convierte’
en el pueblo de Dios al guardar sus mandamientos. Ya son el pueblo de
Dios – y por eso se espera de ellos que vivan de acuerdo a ello. No han
sido salvados por las ‘obras’, sino por ‘gracia’.

LAS LEYES EN EL ANTIGUO ORIENTE


PRÓXIMO Y EN LA BIBLIA
Además de estudiar las formas de pactos y tratados en el antiguo
Oriente Próximo, también merece la pena examinar antiguos códigos
de leyes de los tiempos del Antiguo Testamento. Semejante compara-
ción es útil, porque nos facilita ver cómo la ley bíblica es única pero
también parecida a las leyes de los contemporáneos de Israel – por
ejemplo, en el lenguaje empleado.
Las leyes, en general, no tratan de dos partes que están en una
relación de pacto, sino más bien de establecer reglas dentro de un país
en particular. Muchas veces era el rey el que unilateralmente decre-
taba leyes para su pueblo. Como observa Shalom Paul, sin embargo,
en Israel las leyes eran una parte integral del pacto, esenciales para su
existencia como el pueblo del pacto:

Tratados y conjuntos de leyes eran comunes en todo el antiguo


Oriente Próximo, pero es solo en Israel que un conjunto de leyes
representa la base para un acuerdo de pacto entre una deidad y
sus escogidos. Solamente en Israel hay una relación inextricable
entre el pacto y la ley. El futuro de esta nación depende entonces
por completo de la observancia de la ley del pacto.27

Descubrimientos en el antiguo Oriente Próximo han revelado que exis-


tían códigos legales desde hace mucho tiempo en el mundo del antiguo
Israel. Uno de los ejemplos más conocidos es el código del rey babilo-
nio Hammurabi, que se puede datar probablemente alrededor del 1750
a.C.28 El rey Hammurabi hizo sus propias leyes y quería mostrar que

48 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


era un rey justo y bueno.29 Los dioses le dieron, supuestamente, la sabi-
duría y el conocimiento para hacer leyes, y las presentó ante los dioses
con la esperanza de recibir su aprobación. Así, el autor del código de
Hammurabi fue el mismo rey, aunque él atribuye las leyes a la direc-
ción de los dioses. En otros países, como Asiria, el rey era también el le-
gislador. Sin embargo, el Antiguo Testamento enfatiza el hecho de que
Dios mismo es el autor de las leyes, y no Moisés o algún rey terrenal.
Moisés simplemente las recibió; él no es una figura real, sino pro-
fética. En palabras de Gordon McConville:

Si el gobierno de los dioses en Asiria era expresado a través de un rey


que dominaba cada ámbito de la vida de la nación, Yahvé, por el con-
trario, era el que daba tierras, defendía la justicia y hacía las guerras.30

En Mesopotamia, la región de donde venía Hammurabi, cada nuevo


rey solía hacer sus propias leyes.31 Podía apoyarse en leyes anteriores,
pero no había una ley normativa vinculante para todos los tiempos.
Por el contrario, las leyes de Moisés – o mejor dicho, las leyes que
Moisés recibió – estaban destinadas a ser las únicas normas vinculan-
tes para Israel, entonces y en el futuro. Ze’ev Falk observa:
El derecho de legislar no se mencionaba entre los privilegios rea-
les; al contrario, el rey debía «guardar
todas las palabras de esta ley y estos estatutos» (Deuteronomio
17:19...). La ley no era una creación de la
monarquía, sino su base y prerrequisito.32
El hecho de que monarquía y legislación no estaban conectadas en
el Antiguo Testamento, significó también que el rey tenía que some-
terse a las leyes que Dios había dado. Sus actos se valoraban a la luz de
ellas y podían evaluarse críticamente. Como comenta Léon Epsztein:

...en Israel, el rey no es dios, como es el Faraón, ni tampoco su


vicario, como es el príncipe babilonio. El sometimiento del rey a la
voluntad de Yahvé se exigía continuamente; como instrumento y
siervo de Dios tenía que actuar de acuerdo con la voluntad divina.33

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 49


***
En Mesopotamia, el gobierno y el rey tenían que mantener el orden
en el cosmos y en la sociedad. El orden era esencial en la vida del in-
dividuo y contrastaba con el caos del que había nacido. Sin embargo,
en Israel, cada individuo era personalmente responsable en cuanto a
guardar la ley y los estatutos. Mantener el orden por medio de guardar
la ley no era solamente tarea del rey o el gobierno. El pueblo de Israel
mismo estaba sujeto a la ley de Dios y, en caso de desobediencia, los
profetas le exigían dar cuenta de ello.
Puesto que las leyes de la Torá no tenían vigencia solamente para
la época de Moisés, el Antiguo Testamento hace referencia a ellas con
frecuencia –por ejemplo, en Oseas 4:2 y Jeremías 7:9, que claramente
hacen eco de los Diez Mandamientos.
Las leyes de Hammurabi son seculares y no religiosas. Son leyes
sobre la vida cotidiana, pero no sobre la observancia religiosa. En
el Antiguo Testamento, sin embargo, no hay solo multitud de leyes
acerca el culto a Dios, sino que toda la legislación está conectada a
la relación de Israel con Dios –incluso aquella que trata de asuntos
aparentemente mundanos. La razón es que para el pueblo de Dios no
existía una separación entre áreas de la vida ‘secular’ y ‘religiosa’. Ana-
lizaremos este concepto a continuación con más detalle. Cada pecado
en Israel es un pecado contra Dios.
El conocimiento y el cumplimiento de las leyes en el Antiguo Tes-
tamento no es solamente algo que concierne al Rey, sino a toda la
nación. Incluso a los niños se les enseñaba a obedecerlas. Las leyes en
el Antiguo Testamento son pertinentes para cada individuo y para el
pueblo en su conjunto. Citando otra vez a Epsztein:

La segunda persona singular que emplea Yahvé para dirigirse a


los fieles en los códigos del Pentateuco indica que se dirige a todo
el pueblo, a todos. Por la voluntad de Dios, toda la sociedad se
convierte en depositaria de la ley y es responsable ante ella y de su
aplicación. Cada individuo que forma parte de la comunidad está
involucrado. Las leyes formuladas por Dios no se comunican solo

50 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


de manera vertical (de Dios a los creyentes) sino que también se
propagan horizontalmente, de manera democrática, de persona a
persona.34

LA SANTIDAD
Las leyes veterotestamentarias son más que meras reglas estrictas,
más que simples ‘haz esto y no hagas lo otro. La Torá es un estilo de
vida para el pueblo de Dios, que debe ser un modelo, un paradigma
para el mundo. Y, ¿cómo es ese modelo?
En Israel, Dios creó un lugar especial en la tierra donde las nor-
mas de la vida serían visibles – las cuales, como vimos anteriormente
al tratar la Creación, estaban dirigidas al mundo entero. Son las nor-
mas del reino de Dios. Israel debía guardar estas reglas cuando vivía
como el pueblo de Dios. Al estudiar las leyes de la Torá, podemos ver
cómo es la sociedad ideal de Dios. La totalidad de la vida tiene como
propósito una celebración de la gloria de Dios y debería estar dedica-
do completamente a él. En cada aspecto de la vida, la gente podía ver
que Israel era el pueblo de Dios: en su comida, su ropa, su ritmo de
trabajo y descanso, su forma de tratar a los animales.
Un versículo central aquí encontramos en Levítico 19:2: «Santos
seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.» La santidad no es
solamente perfección, o no tener pecado, como Dios. También sig-
nifica «ser separado». Cuando en la Biblia se llame ‘santa’ a gente,
eso significa que han sido puestos aparte para Dios y dedicados en
exclusivo a él. En concreto, esto era el caso de los sacerdotes en Israel,
como dice Éxodo 29:1: «Esto es lo que harás para consagrarlos, para
que sean mis sacerdotes...» Aunque los sacerdotes tienen una posi-
ción aparte en Israel, los israelitas normales también son llamados a
ser santos en todo lo que hacen. Una idea relacionada a la santidad es
la de la integridad, que quiere decir que el pueblo de Dios, salvado de
Egipto, debería vivir una vida íntegra como un sacrificio a Dios. Como
nación ha sido separada y elegida para servirle con una dedicación
completa.35 De eso es de lo que tratan todas estas disposiciones en la

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 51


Torá, que a veces nos parecen tan meticulosas: Israel era diferente y
debería vivir de una manera diferente a las naciones de su entorno,
porque Dios es diferente. Él es el Santo. El pueblo de Israel tenía que
dedicarse a servir exclusivamente a Dios, excluyendo a otros dioses
que jugaban un papel tan importante en la vida de otras naciones. En
la práctica, el peligro no era que Israel se olvidara por completo de
Dios, sino que pensara que podría combinar la adoración a él con lo
que la religión cananea podría ofrecerle. El primer mandamiento, «no
tendrás dioses ajenos», continuó siendo muy actual.
Aún así, el rey Jeroboam puso dos becerros de oro en sendos san-
tuarios, pensando que sería algo aceptable para los israelitas: «He
aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de
Egipto» (2 Reyes 12:28). Jeroboam argumentó que los israelitas po-
drían pretender que los becerros fueran solamente ‘símbolos inocen-
tes’ de Dios, pero la Torá deja muy claro que esto era una combinación
imposible. Los toros eran también importantes en la religión cana-
nea, como parte de su culto de fertilidad. Imágenes de Dios estaban
terminantemente prohibidas: el Dios viviente es único e invisible,
incomparable a nada que es visible o hecho por manos de hombre.
El pueblo no debía de ninguna manera identificar o compararle con
ningún objeto visible.
La historia del becerro de oro en Éxodo 32 surge del mismo pro-
blema: el pueblo quería una representación visible para poder ver a
su Dios. Pero el becerro era una representación pobre del Dios que les
sacó de Egipto.
El requisito de una dedicación total a Dios solamente, así como
Dios es Uno y un Dios de integridad, encuentra su expresión elocuen-
te también en el último libro de la Torá:

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová
tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas. (Deuteronomio 6:4, 5)

***

52 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


Cuando seguimos leyendo en Deuteronomio 6 se hace evidente que
estas palabras tendrían que influir en cada miembro del pueblo de
Dios, cada día, en todo lo que hagamos y digamos:

Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y


las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa,
y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y
las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales
entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus
puertas. (Dt. 6:6 –9)

Hasta el día de hoy, judíos piadosos repiten estas palabras cada día.
Tanto la obediencia como la desobediencia no dejaban de tener
consecuencias, como se ve claramente en Deuteronomio 27 y 28. Es-
tos capítulos contienen unas maldiciones y bendiciones parecidas a
las que encontramos en muchos tratados de vasallaje de otras nacio-
nes.36 Tanto las maldiciones como las bendiciones se hicieron reali-
dad a lo largo de la historia de Israel. Son el hilo conductor a través del
Antiguo Testamento. Los profetas en particular basaron su mensaje
en el pacto y el hecho de que Israel muchas veces estuvo en peligro
de traer las maldiciones sobre sí mismo a causa de su desobediencia.

LA CRÍTICA PROFÉTICA
Los profetas del Antiguo Testamento recordaban al pueblo continua-
mente su responsabilidad de cumplir los requisitos del pacto en el
que sus antepasados habían entrado. Continuamente recordaban al
pueblo de Israel, y particularmente a los líderes responsables (como
los reyes y sacerdotes), que habían sido elegidos por Dios para vivir de
acuerdo a su llamado.
En el orden judío del conjunto de libros que los cristianos llaman
el Antiguo Testamento, los libros de Samuel y Reyes pertenecen a los
libros ‘proféticos’, y no a los libros históricos. Estos libros son realmen-
te descripciones proféticas de la historia, ya que evalúan a los reyes

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 53


de Israel y Judá desde la perspectiva de lo que hicieron con la ley de
Dios. A lo largo de la historia de Israel, había profetas que advertían
a los reyes y al pueblo cada vez que corrían peligro de ignorar la Torá.
El profeta Natán amonestó al rey David después de que cometiera
adulterio con Betsabé e hiciera asesinar a su marido para ocultar su
pecado (2 S. 11, 12). El profeta Elías reprendió al rey Acab después de
que se hubiera apropiado de la viña de Nabot –que ya de por sí iba
en contra de las regulaciones en la Torá– y además asesinado a este
hombre (1 R. 21). Nabot conocía la ley: la tierra se tenía que quedar
en manos de la familia. Esa era una de las reglas principales en la
Torá; cada israelita tenía derecho a un pedazo de tierra.37 Un rey en
Israel nunca estaba por encima de la ley –tenía que obedecerla, igual
que todos los demás–. No obstante, la mujer de Acab, Jezabel, venía
de la región extranjera de Tiro y Sidón, donde un rey podía hacer lo
que quisiera. Ella no podía imaginarse que su marido Acab no pudiera
conseguir cualquier cosa que deseara.
En la misma línea, los así llamados profetas escritores recordaban
el pueblo una y otra vez las leyes y estatutos de Dios. A veces citan
leyes casi palabra por palabra, y pasajes así nos dan una mayor com-
prensión de la esencia de la ética de Israel. Jeremías, por ejemplo,
predicó al pueblo a la puerta del templo:

Pero si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras


obras; si con verdad hiciereis justicia entre el hombre y su próji-
mo, y no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en
este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de
dioses ajenos para mal vuestro; os haré morar en este lugar, en la
tierra que di a vuestros padres para siempre... Hurtando, matando,
adulterando, jurando en falso, e incensando a Baal, y andando tras
dioses extraños que no conocisteis... (Jer. 7:5 –7, 9)

Este pasaje contiene estatutos específicos acerca del cuidado de los


débiles en la sociedad –el extranjero, el huérfano y la viuda–, aquellos
que carecen de la seguridad social normal. Estas palabras contienen

54 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


también una especie de resumen de los Diez Mandamientos: no se
debería robar, matar, adulterar, jurar en falso o adorar a otros dioses.
Jeremías vincula la cuestión de si al pueblo se le permitirá quedarse
en la Tierra Prometida o no, con cómo guardan los mandamientos, de
la misma manera que Deuteronomio relaciona estas cosas en 28:64
–68. El destierro era una de las sanciones en el tratado de pacto que
Dios hizo con su pueblo.
A partir de cierto momento en la historia de Israel, los profetas no
podían hacer otra cosa que pronunciar juicios sobre los pecados del
pueblo, porque este llevaba mucho tiempo rehusando arrepentirse.
Los profetas tenían que anunciarles que Dios iba a poner fin (tem-
poralmente) a su permanencia en la Tierra Prometida, puesto que el
pueblo de Dios no había guardado las estipulaciones del pacto, los
mandamientos de Dios. Jeremías dice:

¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto,


hasta no haber quien pase? Dijo Jehová: Porque dejaron mi ley, la
cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz, ni caminaron
conforme a ella; antes se fueron tras la imaginación de su corazón,
y en pos de los baales, según les enseñaron sus padres. Por tanto
[como consecuencia]... los esparciré entre naciones que ni ellos ni
sus padres conocieron... (Jer. 9:12b –15a, 16).

RESUMEN Y CONCLUSIONES
El establecimiento del pacto entre Dios e Israel es un momento cru-
cial en el Antiguo Testamento, pero la historia de Dios con la huma-
nidad comenzó mucho antes de los acontecimientos en Sinaí. Como
el Creador del cielo y de la tierra, Dios quiere ser reconocido como el
único Rey entre todas las naciones. Sin embargo, eligió una nación y
estableció una relación especial con ese pueblo para que ellos fueran
un ‘modelo’ para las otras naciones en un mundo contaminado por el
pecado. Dios estableció aquella relación con este pueblo por medio de
un acuerdo llamado pacto.

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 55


Las gentes del Antiguo Oriente Próximo estaban muy habituadas
a los conceptos de pactos y códigos de leyes. El pacto entre Dios e
Israel, no obstante, tiene sus propias y únicas características. Las dife-
rencias provienen principalmente del hecho de que el pacto sinaítico
no es un acuerdo entre seres humanos, sino entre Dios, el Creador y
Salvador de su pueblo, e Israel. El pacto y los estatutos que lo acom-
pañan son teocéntricos: Dios es el punto de partida y el punto de
referencia para Israel y sus leyes.
El pacto entre Dios e Israel está basado sobre todo en lo que Dios
ha hecho por su pueblo: salvarles de sus enemigos en Egipto. Este acto
de salvación, sin embargo, está profundamente arraigado en la histo-
ria – en las promesas que Dios había hecho antes a Abraham, Isaac
y Jacob. Es solamente por gracia que Israel existe como el pueblo de
Dios. Dios escogió a Abraham, a Isaac y a Jacob, y a sus descendientes,
Israel, porque en su gracia quiso hacerlo así.
El pacto incluye estipulaciones que los Israelitas deben guardar
a fin de vivir como el pueblo de Dios. Las bendiciones o maldiciones
serán resultado de su obediencia o desobediencia – siendo la más vi-
sible de esas bendiciones su posesión de la Tierra Prometida. Israel
no se convierte en el pueblo de Dios gracias a que guardan sus man-
damientos, pero harán visible que son su pueblo al guardar sus man-
damientos.
Por un lado, el pacto con Israel es exclusivo: Dios ha separado a su
pueblo de las demás naciones. Por otro lado, no es exclusivo, ya que
Dios no se olvidará de las demás naciones. Dios tenía como propósi-
to que la bendición de Israel se extendiera hacia otros pueblos. Las
bendiciones, igual que las leyes que Dios dio a Israel, tenían que dar
a conocer a otras naciones la sabiduría del Dios de Israel. Como dijo
Moisés:

Guardadlos [los decretos y estatutos del v. 5], pues, y ponedlos


por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia
ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos,
y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es

56 | En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento


esta. Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cer-
canos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le
pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios
justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?
(Dt. 4:6 –8)

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

1. ¿Qué es lo que consideras como el núcleo del Antiguo


Testamento, y por qué?

2. ¿Cuáles son algunas de las implicaciones de la creencia de


que los seres humanos son hechos a la imagen de Dios?

3. En base a nuestra exploración del origen y el propósito


de la Ley, ¿por qué crees que los judíos celebran la Ley
(en una fiesta anual llamada Simchat Torah, que significa:
¿la alegría de la Torá)?

4. ¿Qué diferencia produce en tu vida el hecho de que Dios


es el Rey de la tierra?

En busca del propósito de Dios en el Antiguo Testamento | 57


3.
Propuestas para un marco teórico

E n el capítulo 2 consideramos el Antiguo Testamento en su con-


junto desde el punto de vista de la primera parte, la Torá. Para adqui-
rir una comprensión mayor de su esencia y significado, ¿sería posible
de colocar las leyes y decretos veterotestamentarios en un marco teo-
lógico? Los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, en particu-
lar, contienen tal cantidad de reglas, decretos y leyes, que semejante
marco sería extremadamente útil. Todas aquellas ordenanzas acerca
de la esclavitud, los animales, la tierra, los sacrificios, la brujería, el
comportamiento sexual, la lepra, etcétera, confunden mucho.
No somos los primeros en intentar esto, y en este capítulo adopta-
remos ideas valiosas de otros cuando estudiamos algunos de los mar-
cos que han sido propuestos.

¿FORMAN LOS DIEZ MANDAMIENTOS EL NÚCLEO?


Los mandamientos que Dios dio a Israel desempeñan un papel
crucial en el contexto del pacto entre Dios e Israel. Son una parte
esencial de ello, como vimos en el capítulo 2. Estas leyes no son las

Propuestas para un marco teórico | 59


condiciones para ser el pueblo de Dios. Dios ha escogido a su pueblo
solo por su gracia y elección. No obstante, los mandamientos son las
normas para vivir como el pueblo de Dios, y obedecerlos es una con-
dición para poder recibir las bendiciones reservadas para el pueblo
de Dios en la Tierra Prometida.
Muchos teólogos apenas saben qué hacer con las numerosas y tan
diversas leyes que hay en el Antiguo Testamento. A menudo tratan el
Decálogo con cierto detenimiento e ignoran prácticamente todos los
demás mandatos. Algunos consideran que el Decálogo, un texto breve
que se encuentra en Éxodo 20 y Deuteronomio 5, es el núcleo de la
ética veterotestamentaria. A veces esto parece ser la forma más con-
veniente de tratar el problema. No es de extrañar que la iglesia haya
adoptado, y continúe adoptando, la misma postura.
Desde luego, la conveniencia no es el motivo detrás del trabajo
que ha hecho Walter Kaiser sobre la ética del Antiguo Testamento,
pero él es uno de aquellos que ven los Diez Mandamientos como el
núcleo.1 Kaiser trata también los principales conjuntos de leyes y de-
cretos de la misma manera en que los estudiosos del Antiguo Testa-
mento suelen diferenciarlos: el libro del pacto (Éxodo 20:22 – 23:33),
leyes de santidad (Levítico 18 – 20) y Deuteronomio. Kaiser ve, ade-
más, la santidad como un tema dominante en las leyes del Antiguo
Testamento –que Dios quiere que Israel refleje su santidad en todos
los aspectos de la vida–.2
Es obvio que Kaiser está convencido de la autoridad de la Biblia.
Al mismo tiempo, sin embargo, sostiene que hay diferentes grados de
autoridad de las diversas leyes y decretos:

Terminamos enfatizando la perfección orgánica y veracidad de


Dios en todos y cada uno de los acontecimientos en que se revela y
en la revelación de su Palabra; pero también queremos enfatizar
el hecho de que fue de forma continuada y verdadera en el contex-
to de la Historia, con toda la humanidad, el primitivismo, el error
y la irregularidad de crecimiento que ese hecho implica. Solo si
consideramos cuidadosamente ambas verdades seremos capaces

60 | Propuestas para un marco teórico


de valorar el elemento de revelación progresiva en la moral del
Antiguo Testamento.3

Kaiser concluye que las así llamadas leyes ceremoniales ya no son


esenciales para los cristianos. Por otro lado, la ley ‘moral’, en concreto
los Diez Mandamientos, sigue siendo válida. Kaiser hace referencia
a las palabras de Jesús en Mateo 23:23 para indicar que Jesús mismo
distingue entre leyes relevantes y menos relevantes:

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la


menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley:
la justicia, la misericordia y la fe.4

UNA DIVISIÓN TRIPLE


Los teólogos a menudo distinguen entre diferentes tipos de leyes de la
misma manera en que lo hace Kaiser. Tradicionalmente, estos teólo-
gos ven una división triple que consiste en:

• las leyes morales, como los Diez Mandamientos


• las leyes civiles, que abordaban asuntos de la sociedad israelita
• las leyes ceremoniales, que establecían reglas para el culto y otros
rituales como los sacrificios

Generalmente, los que dividen el Antiguo Testamento de este modo,


afirman que las leyes morales siguen teniendo validez para la iglesia
cristiana, pero los dos otros tipos no.
A primera vista, la distinción parece ser esclarecedora cuando
consideramos la pertinencia de las leyes del Antiguo Testamento para
el día de hoy. Pero, examinándola con más atención, empezamos a
ver que es menos útil de lo que parece al principio. Una objeción im-
portante a esta división es que ni el Antiguo, ni el Nuevo Testamento
mencionan explícitamente estas diferentes categorías de leyes. De he-
cho, parece que no hay tal distinción en el Antiguo Testamento.

Propuestas para un marco teórico | 61


Además, semejantes divisiones artificiales no resultan ser tan
claras como parecen al principio. Por ejemplo, el mandamiento de
guardar el sábado, que es uno de los Diez Mandamientos, ¿es una
ley moral? El mismo Antiguo Testamento ofrece varios motivos para
guardar el sábado. En primer lugar, Dios descansó en el séptimo día y
lo bendijo (Éx. 20:11). Por lo tanto, podríamos ver este mandamiento
como una ley ‘moral’. Al mismo tiempo es también una ley social, dada
para garantizar un descanso para todo el mundo, tanto seres humanos
como animales. La explicación de guardar el sábado en Deuteronomio
5:15 se refiere claramente a los tiempos difíciles que soportaron los
israelitas en Egipto, y al Éxodo. El sábado se puede entender también
como una ley ‘civil’, ya que de cierto modo su práctica ayuda a ordenar
la sociedad. Levítico 23:3 menciona el sábado en el contexto de las
fiestas, y por eso puede ser incluido igualmente en la categoría de la
ley ‘ceremonial’.5
Concluimos que, aunque la división entre leyes morales, civiles y
ceremoniales pueda echar luz sobre ciertos pasajes, no puede servir
como principio hermenéutico para la interpretación de la Torá en su
conjunto.

EN BUSCA DE UN MARCO TEÓRICO


Diversos teólogos han intentado clasificar las leyes del Antiguo Tes-
tamento de otras maneras con el fin de evaluar su importancia para
la iglesia de hoy. Pero nadie ha encontrado una división que se acepte
universalmente y que resuelva satisfactoriamente todos los problemas
complicados unidos a ello. Como hemos visto, el Antiguo Testamento
mismo no crea tampoco semejante sistema. No hay ningún sistema
que nos ayude a distinguir entre lo que aún sigue vigente y lo que ya
no sigue vigente. De hecho, toda la Torá afirma su validez para Israel
en su totalidad, en todo momento. En tanto que el ser humano ha
intentado construir un sistema así, siempre existe el peligro de omitir
elementos esenciales e interpretar el Antiguo Testamento de un modo
demasiado estrecho.

62 | Propuestas para un marco teórico


En Toward Old Testament Ethics (Hacia una ética del Antiguo Tes-
tamento), Kaiser intenta abordar casi todo lo que el Antiguo Testa-
mento dice en relación con la ética. Él trata gran cantidad de reglas
y aporta abundantes ilustraciones bíblicas, convirtiendo así su libro
en una especie de ‘manual’ de la ética del Antiguo Testamento. Y sin
embargo, como hemos visto, su marco general es insuficiente para
ocuparse de todas las reglas que hay en el Antiguo Testamento.
Así que continuaremos nuestra búsqueda de un marco teológico
que nos ayuda a entender el material sobre ética en el Antiguo Testa-
mento en su totalidad. ¿Qué dicen las leyes sobre Dios y el ser huma-
no? ¿Qué nos enseñan sobre problemas contemporáneos? Semejante
marco general podría evitar que usemos el Antiguo Testamento mera-
mente como un ‘libro de reglas’ que usamos para encontrar ‘textos de
prueba’ para problemas éticos, tanto antiguos como modernos. Con
un marco así, veremos que incluso si el Antiguo Testamento no men-
ciona cierta cuestión, eso no significa que no tenga nada que decir so-
bre ella. Además, podríamos descubrir que, conociendo su lugar en el
contexto del Antiguo Testamento, incluso cuestiones que eran típicas
de tiempos pasados todavía son pertinentes para nosotros.

ORDENANZAS Y RELATOS COMO PARADIGMAS


En Old Testament Ethics: A Paradigmatic Approach (Ética del Antiguo
Testamento: un acercamiento paradigmático), Waldemar Janzen re-
acciona ante el hecho de que muchas veces se considere a los Diez
Mandamientos como la cúspide de la ética veterotestamentaria. Él
interactúa con diversos autores, como Kaiser, que intentan definir
toda la ética veterotestamentaria desde el Decálogo.6 Janzen está de
acuerdo en que los Diez Mandamientos son esenciales en el Antiguo
Testamento, ya que Dios los da en el contexto del pacto en Sinaí. En
su opinión, sin embargo, esto no significa que el Decálogo trate todas
las cuestiones éticas. Él menciona otros pasajes relevantes, como Le-
vítico 19:1–18 y Deuteronomio 27:15–26, que contienen mucho del
mismo material que el Decálogo, pero que también tratan otras or-

Propuestas para un marco teórico | 63


denanzas que no carecen de pertinencia para nosotros hoy día.7 La
conclusión de Janzen es que el Decálogo da ejemplos de una conducta
ética, sin tratar cada aspecto de la vida. Los dos primeros mandamien-
tos son una excepción a ello.8
Según Janzen, las partes narrativas del Antiguo Testamento son
por lo menos tan importantes como las leyes y los decretos. Esta idea
es un elemento valioso en su obra. A Janzen le preocupa que se vea la
ética como un sistema de principios abstractos e intemporales, separa-
dos de las historias en el Antiguo Testamento. Él cree que, demasiadas
veces, se reduce la ética del Antiguo Testamento a un conjunto fijo de
normas que hay que considerar válidas para todos los tiempos y todas
las naciones. Esto es –dice– lo que pasa a menudo con los Diez Man-
damientos. Por lo tanto, Janzen se distancia claramente del método de
Kaiser de sistematizar las leyes y ordenanzas en referencia al Decálo-
go.9 Cada vez que se reduzca la ética veterotestamentaria a una lista
normas –comenta Janzen–, la única pregunta que los cristianos deben
plantearse es si cierta norma sigue siendo válida para ellos, o no. Dejan
de examinar los pasajes en su contexto.10 No pocos autores reducen la
ética veterotestmentaria a una investigación de las leyes en el Penta-
teuco, sin considerar las partes posteriores del Antiguo Testamento.11

RELATOS
Según Janzen, no solamente los pasajes del Antiguo Testamento que
contienen leyes y decretos tienen una función paradigmática, sino
también el material narrativo. Los relatos nos proporcionan ejemplos
o análisis de casos, tanto positivos como negativos. Leer o escuchar las
historias moldea el entendimiento moral del lector u oyente. Janzen dis-
tingue entre varias funciones paradigmáticas en las leyes y los relatos:
paradigmas familiares, sacerdotales, sapienciales, reales y proféticos. El
paradigma familiar es el más básico, del que los demás se han derivado.12
El paradigma familiar está central en los Diez Mandamientos: la
segunda persona singular apela al padre como cabeza del clan. Al di-
rigirse a él, Dios se dirige a toda la familia. Al padre se le pide que

64 | Propuestas para un marco teórico


guarde los mandamientos, junto con el resto de la familia. La presupo-
sición es que él es capaz de influenciar sus vidas de manera decisiva.
El mandamiento sobre el sábado resume los diferentes elementos que
componen todo el grupo familiar (Éxodo 20:10).13
Relatos como aquella sobre Abram y Lot en Génesis 13, la historia
de Rut y la triste historia de Jueces 19, todas ilustran el paradigma
familiar. En estas tres historias descubrimos la importancia de las
relaciones familiares en sentido estrecho (Abram y Lot), en sentido
más amplio (la familia de Elimelec en Rut) y en un sentido aún más
amplio (Israel al completo hace frente a lo que ha hecho la tribu de
Benjamín en Jueces 19). Según Janzen, estos relatos tratan tres temas
importantes del paradigma familiar: la vida, la tierra y la hospitalidad.
Este último tema se pone claramente de relieve en el libro de Rut, y
en Jueces 19:23, 24 en la persona del anciano, que sacrifica a su propia
hija para proteger a su huésped.14

PARADIGMA
Este planteamiento paradigmático parece ofrecernos una buena pers-
pectiva desde la que podemos ver el Antiguo Testamento en su totali-
dad para descubrir su relevancia ética. Respecto a esto, es una mejor
opción que la sistematización detallada de Kaiser. Como dice John
Barton:
La Torá es un sistema según el cual vivir la vida en la presencia de
Dios, más que un conjunto de reglas
detalladas para cubrir cualquier situación particular para la que
podría hacer falta una directiva moral.15
El concepto de paradigma parece ser muy importante al tratar la
ética veterotestamentaria. La definición de Christopher Wright, no
obstante, tiene ciertas ventajas sobre la de Janzen. Wright expone esta
definición en Viviendo como pueblo de Dios:

Un paradigma es algo que se usa como modelo o ejemplo para


otros casos, donde el principio básico no cambia, aunque varíen

Propuestas para un marco teórico | 65


los detalles... Un paradigma no se imita tanto como que se aplica.
Se da por sentado que los casos difieren, pero, después de haber
hecho las modificaciones necesarias, se ajustarán al patrón visible
del paradigma.16

Encontramos un ejemplo de este tipo de paradigma, como dice Wright,


al aprender la gramática de un idioma extranjero. Para aprender los
verbos regulares (o irregulares), los estudiantes tienen que aprender
un ejemplo de cada uno de estos con todas sus conjugaciones. Luego se
pueden aplicar los ejemplos a todos los verbos regulares (o irregulares)
del mismo tipo.
Aplicar las leyes del Antiguo Testamento por medio de una lectura
paradigmática significa que nos fijamos en los principios básicos e in-
tentamos adaptarlos a nuestros tiempos modernos. Por ejemplo, en Le-
vítico 19:9 leemos la ordenanza: «Cuando siegues la mies de tu tierra,
no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada.»
En nuestro mundo de Occidente, la mayoría de la gente no posee tie-
rras, y muy pocos segarían la cosecha del campo de un agricultor. Sin
embargo, el principio detrás de esta ordenanza es el de compartir con el
pobre y cuidar de él –y eso es tan relevante hoy como lo era siempre–.
Volvemos a la definición del paradigma de Wright. En su libro
Walking in the Ways of the Lord (Andar en los caminos del Señor), ela-
bora el concepto de paradigma dando dos definiciones usadas por el
científico y filósofo Thomas Kuhn.17 Por un lado, describe paradigma
como el conjunto de convicciones, valores y técnicas que comparte
un grupo en particular. Por otro lado, usa la palabra ‘paradigma’ para
indicar una solución concreta de un problema, que funciona como un
ejemplo para resolver otros problemas del mismo tipo.
Wright aplica las dos definiciones a Israel en el Antiguo Testa-
mento. El pueblo de Israel comparte muchas convicciones y valores
que son esenciales para ellos, como el monoteísmo y la fe en Dios
como el Creador. Además, Israel mismo es un paradigma, «un mo-
delo concreto, un ejemplo práctico, culturalmente específico, y expe-
rimental, de las creencias y valores que representa.18 Podemos sacar

66 | Propuestas para un marco teórico


unos principios básicos de la manera en que ellos tratan ciertas cues-
tiones. Podríamos preguntar, por ejemplo: ¿Cómo estaba organizado
el sistema penal en el Antiguo Testamento, y qué podemos aprender
de ello? ¿Hay en el Antiguo Testamento normas para tratar con otras
culturas? Al responder a esta última pregunta, vemos que hay tres po-
sibilidades: Israel tenía que rechazar algunas cosas completamente;
algunas cosas toleraban pero criticaban; y algunas cosas aceptaban.
Nuestra tarea entonces se vuelve una de escudriñar estas tres posi-
bilidades dentro de nuestro marco para determinar cómo tratamos
cuestiones contemporáneas equivalentes.
Wright enfatiza que, al emplear el concepto de paradigma, no es-
tamos dando por sentado que la comprensión humana y su desarro-
llo dieron forma a las reglas y ordenanzas de Israel. Dios mismo los
reveló, y por tanto tienen autoridad. En el contexto de la cultura del
antiguo Oriente Próximo, Dios formó un pueblo para sí mismo y creó
una comunidad a la que reveló un nuevo paradigma para entenderle a
él, al mundo y a la humanidad. Dios les dio leyes para mostrar que lo
que él les reveló era verdad. En las propias palabras de Wright:

...dentro de los parámetros de la macro –cultura del antiguo


Oriente Próximo, Dios creó una sociedad por medio de la cual
reveló un nuevo paradigma para entender a Dios, el mundo y la
humanidad, y también modeló un marco de leyes, instituciones,
tradiciones y costumbres, que mostraban a través de la experien-
cia la verdad de aquella revelación.19

Wright emplea aquí las dos definiciones de Kuhn.


Janzen aprecia el estudio de Wright, pero elige una definición
de paradigma distinta a la ilustración gramatical que usó Wright en
Viviendo como pueblo de Dios.20 Teniendo en cuenta la definición de
Wright, Janzen escribe:

Para nuestros fines, sin embargo, entenderemos el paradigma


como una imagen de un modelo concebida personal y holística-

Propuestas para un marco teórico | 67


mente (p. ej. una persona sabia, un buen rey), que se graba de
manera inmediata y no teórica en el carácter y las acciones
de aquellos que lo sostienen.21

Según el planteamiento de Janzen, un paradigma es el tipo de impre-


sión que le da a un lector cuando lee las historias del Antiguo Tes-
tamento. Esta impresión, más o menos conscientemente, influye el
concepto que tiene el lector de lo que es ‘sabio’, ‘bueno’, etcétera. Jan-
zen utiliza el concepto de paradigma en el contexto de las historias.
Tiene dudas en cuanto a abstraer principios generales del material
bíblico – especialmente de las historias.22 Actúa con una prudencia
apropiada al tener cuidado de no leer las historias solamente para de-
rivar principios o normas de ellas. Y además, los versículos sueltos
solamente se pueden entender al considerarlos en el contexto más
amplio.
Sin embargo, Janzen parece tener más objeciones respecto a orde-
nanzas y principios que Kaiser y Wright. Los dos últimos reconocen
las ordenanzas del Antiguo Testamento como ordenanzas y principios
de Dios. Janzen, por otro lado, argumenta que el texto del Antiguo
Testamento ha sido compuesto por los seres humanos a lo largo de
un periodo extenso, durante el cual desarrollaron sus propios pensa-
mientos. El texto se convirtió solo de manera gradual en el canon de
los judíos y los cristianos. La opinión de Janzen se hace evidente en lo
que escribe sobre los Diez Mandamientos:

Surge una forma muy diferente de entender aquellas leyes cuando


uno las ve, a la luz de nuestras consideraciones anteriores, como
fórmulas taquigráficas de valores e imperativos éticos que emer-
gen de una historia en particular –la historia de Israel– y que
continúan estando definidas por aquella historia. Entonces, ya no
pueden ser consideradas como máximas universales, ni tampoco
se las puede separar de la historia en la que están integradas...
Cualquier autoridad que ostenten sobre nosotros está basada en
nuestra aceptación de la historia que las define.23

68 | Propuestas para un marco teórico


***
Janzen simpatiza con Bruce Birch, que también escribe sobre la fun-
ción paradigmática de las historias en el Antiguo Testamento. Birch
sostiene que la ética fue determinada por los siglos.24 Su enfoque que-
da claro en el estudio que escribió junto con Larry Rasmussen. Ellos
enfatizan que no debemos ver la Biblia como la única autoridad para
una conducta moral, ya que esta última también es determinada por
la comunidad de la iglesia, cuando lee y habla de los textos bíblicos
y los interpreta con autoridad propia. Según Birch y Rasmussen, no
debemos intentar sacar principios normativos de la Biblia.25
En su libro Glimpses of a Strange Land (Destellos de una tierra ex-
traña), Cyril Rodd afirma que es imposible encontrar una ‘idea funda-
mental’ de ética veterotestamentaria: hay demasiadas incoherencias
en el Antiguo Testamento.26 Lo único que podemos hacer es intentar
encontrar ‘destellos’ de una ‘tierra’ –todo un mundo de pensar y ac-
tuar que no es nuestro–. Es un mundo ‘extraño’. Los esfuerzos por
encontrar un tema unificador son inútiles. Rodd se opone a una lectu-
ra canónica o sincrónica27 del Antiguo Testamento, que según él hay
que estudiar de modo histórico –crítico para hacer justicia a la varie-
dad de contextos históricos y teológicos de sus diferentes partes. En
opinión de Rodd, uno no llega a una conclusión ética mirando a «lo
que dice la Biblia», porque todos estamos influenciados por nuestra
propia cultura y presuposiciones. No hay objetividad en la búsqueda
de una ética del Antiguo Testamento.28 Además, nuestros problemas
no son los problemas del Antiguo Testamento. Incluso con respecto
a cuestiones de las que quisiéramos sacar conclusiones, el Antiguo
Testamento en realidad quiere decir algo completamente distinto.
Por ejemplo, cuando da instrucciones acerca de cuidar de los pobres,
Rodd mantiene que se trata aquí más de una caridad individual que
de una «sociedad justa».29
Desde luego, Rodd tiene toda la razón al afirmar que todos es-
tamos influenciados por nuestro propio mundo y cultura. Detrás de
su razonamiento, sin embargo, está la idea de que la Biblia no puede
decirnos qué hacer. En opinión de Rodd, las Escrituras no tienen la

Propuestas para un marco teórico | 69


autoridad que los cristianos evangélicos atribuyen a ellas. Como dice
él: «... el primer requisito es abandonar el concepto proposicional de
la revelación, y con ello la creencia en la Biblia como una autoridad
externa».30
Rodd deja al lector con muy poca información sobre cómo se po-
dría haber desarrollado el pensamiento ético en tiempos del Antiguo
Testamento. Aparte de sus advertencias de que no leamos en el tex-
to más allá de lo que dice exactamente, su presuposición principal
viene a ser un abandono del concepto de la autoridad de la Biblia
– lo cual nos deja sin fundamento alguno para nuestro pensamiento
y nuestra fe.
Nuestro punto de vista sobre las Escrituras influye en gran mane-
ra nuestro pensamiento acerca de la ética del Antiguo Testamento. La
alta consideración que tiene Wright de la autoridad de la Biblia se ve
claramente en el hecho de que se esfuerce por encontrar el sentido
de cada parte y pasaje del Antiguo Testamento. Aunque Eryl Davies
en The Immoral Bible: Approaches to Biblical Ethics (La Biblia inmoral:
enfoques a la ética bíblica) valora la exégesis cuidadosa de Wright,
una de sus objeciones es precisamente esta: que los que respetan el
enfoque paradigmático (Davies menciona el trabajo de Wright y
el mío, entre otros):

parecen estar confundidos por la creencia errónea de que todo el


material bíblico de algún modo debe ser pertinente, y si no lo es de
manera obvia y directa, entonces, por medio de algún truco exe-
gético, hay que convertirlo en pertinente y aplicable a los asuntos
actuales... Si algunas leyes y estatutos tienen solamente un sig-
nificado limitado (o absolutamente ningún significado) para la
sociedad actual, entonces, que así sea...31

Lo que Davies llama una «creencia errónea», es lo que comparten


los evangélicos: efectivamente leemos la Biblia como un libro que se
dirige a nosotros en nuestra situación y el exégeta se esfuerza por en-
tender y explicar el texto con el mayor cuidado posible (¡esperemos

70 | Propuestas para un marco teórico


que sin recurrir a trucos!) para proporcionar las herramientas con
las que el cristiano contemporáneo (o la iglesia actual) pueda aplicar
los principios a su propia situación. No creo que Wright aplique su
enfoque paradigmático imponiendo algo extraño al texto. Al tratar
Davies el enfoque paradigmático, se muestra claramente desconfia-
do acerca del aporte personal del intérprete al texto. Puedo ver el
peligro (¿y acaso no tendrían que tener cuidado de ello todos los in-
térpretes?), sin embargo, creo que la interpretación que hace Wright
de los textos se aproxima mucho al tipo de sociedad que era Israel y a
cómo las leyes probablemente funcionaban en ese entorno.32
Varios estudiosos han criticado el concepto de Wright, entre ellos
Eckart Otto, que argumenta que Wright presta insuficiente atención
a la distancia histórica entre la Biblia y los tiempos modernos. Según
Otto, hay una gran brecha entre la Biblia y el día de hoy; por lo tanto,
la ética veterotestamentaria solo puede ser descriptiva, y no prescrip-
tiva. Otto sostiene que Wright parece ignorar tanto el carácter com-
plejo de las leyes del Antiguo Testamento en su desarrollo histórico
como el carácter complejo de los tiempos modernos.33
La crítica de Otto, sin embargo, está basada en una manera total-
mente diferente de leer la Biblia. Wright no niega la complejidad de
los pasajes bíblicos, como queda claro también en sus otros libros,
pero en principio afirma la autoridad y la relevancia de la Biblia para
el día de hoy. Como hemos visto, no es fácil sacar principios para los
tiempos modernos, pero Wright hace un buen trabajo al adaptar
los datos importantes de la ética del Antiguo Testamento a la econo-
mía y la política modernas de una manera que al menos vale la pena
considerar.34

REVELACIÓN Y PARADIGMA
En cualquier acercamiento a la ética veterotestamentaria es impor-
tante mantener la autoridad de la Biblia como un principio funda-
mental, esencial para entenderla. En la Torá, al pueblo de Israel se le
recuerda una y otra vez guardar las leyes y ordenanzas porque Dios se

Propuestas para un marco teórico | 71


las ha dado. No son el invento de un rey, ni siquiera de Moisés como
profeta. Estas leyes y ordenanzas afirman tener autoridad, y no pode-
mos ignorar simplemente esa afirmación. Los Diez Mandamientos,
por ejemplo, han sido dados al pueblo en el contexto de gran reve-
rencia, en el que Dios se revela primero a Moisés. Así que el cristiano
evangélico comparte la fe del pueblo de Dios que recibió estas leyes
primero.
Una vez aceptada esta autoridad, necesitamos entender lo que las
diferentes leyes significaban en su contexto original. ¿Cuál es el prin-
cipio detrás de las leyes veterotestamentarias que tratan de la tierra?
¿Cómo aplicamos aquel principio en un mundo donde la mayoría de
la gente no posee tierras para generar sus ingresos, como es el caso en
las ciudades? De este modo, las leyes se pueden usar como ‘paradig-
mas’, como ‘modelos’ o ‘ejemplos’. Al mismo tiempo, como hemos vis-
to, Israel mismo estaba destinado a ser un paradigma en su existencia
y su historia. En el capítulo final veremos que los ideales para Israel
pueden ser también ideales para la Iglesia.
En Israel vemos cómo las leyes y normas de Dios tienen que ver
con la vida en su totalidad. Israel tiene que mostrar los ideales de Dios
para la humanidad y el mundo a través de su manera de ser, vivir y
actuar. Incluso cuando Israel no lo hace, los profetas le enseñan lo que
debería ser y hacer. Le hacen volver a su ideal, eso es, al ideal de Dios.
El concepto de paradigma parece merecer un estudio más deteni-
do. El paradigma, que no solo se nos muestra en las ordenanzas y le-
yes, sino también en las historias bíblicas y en la propia existencia de
Israel, es el de una vida vivida como Dios quiere que vivamos. Eso es
más que simplemente «no robar, no matar, no mentir». Como expre-
sa Wenham: «... la ética es mucho más que guardar la ley».35 El Anti-
guo Testamento no es solo un manual lleno de reglas. Más bien, Dios
nos enseña los principios que son importantes para él por medio de
las ordenanzas que ha dado. Es cuando entendemos estos principios
y obedecemos estos mandatos, que vivimos nuestras vidas conforme
al propósito de Dios.
***

72 | Propuestas para un marco teórico


EL DISEÑO DE WRIGHT PARA UNA ÉTICA
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Examinemos con más atención el concepto de paradigma de Wright
y el modo en que propone un marco teórico para la ética veterotesta-
mentaria. En sus libros Living as the People of God, Walking in the Ways
of the Lord y Old Testament Ethics for the People of God, Wright utiliza
tres temas mayores, visualizados en forma de triángulo, como una cla-
ve para entender la ética veterotestamentaria.36
‘Dios’ es el primer vértice del triángulo. Él toma la iniciativa, lla-
mando a Israel a ser su pueblo. Es por medio de su gracia que son re-
dimidos. Su respuesta de gratitud es obedecer sus mandamientos. La
salvación precede a los mandamientos: «Yo soy Jehová tu Dios, que te
saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre» (Éxodo 20:2). La
ética veterotestamentaria es también ‘teocéntrico’ en su contenido y
su motivación. Wright dice: «La experiencia personal de Dios se con-
vierte en la motivación para un comportamiento ético coherente.»
37
Por lo que Dios ha hecho por ellos, Israel debería hacer lo mismo
por otros, como en el caso de dar a los esclavos un trato humano. La
ética trata sobre reflejar el carácter santo de Dios: «Santos seréis, por-
que santo soy yo Jehová vuestro Dios» (Levítico 19:2). Además –dice
Wright–, el hecho de que Dios liberó su pueblo de la esclavitud es
un incentivo para tratar a los esclavos y otras personas débiles en la
sociedad de manera humana (Éxodo 23:9).
‘El pueblo’ forma el segundo vértice del triángulo. Ellos han de
ser el ‘paradigma’ de Dios en el mundo. Son el ‘modelo’ de cómo Dios
quería que el ser humano se comportase y viviese con él y el uno con
el otro. Son un ‘prototipo’ del ideal de Dios y muestran un ‘patrón’ de
cómo Dios quería que fuera el mundo. Los sacerdotes en Israel eran
un modelo para el pueblo, pero Israel mismo también es ‘sacerdotal’:
«...porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sa-
cerdotes, y gente santa» (Éxodo 19:5, 6). Los cristianos pueden apren-
der del Antiguo Testamento cuáles son los principios de Dios al fijarse
en la manera en que trata con su pueblo. El concepto de ‘paradigma’
no significa que los cristianos simplemente deben ‘copiar’ las leyes de

Propuestas para un marco teórico | 73


Israel, sino más bien que aprendan de estas leyes lo que Dios quería
decir por medio de ellas.
‘La tierra’ es el tercer vértice en el triángulo de Wright. La pro-
mesa de la tierra y su cumplimiento desempeña un papel muy im-
portante en el Pentateuco. La tierra es el regalo de Dios a su pueblo,
su herencia. Sin embargo, a este regalo le acompañan responsabi-
lidades. Cada familia del pueblo escogido de Dios tiene derecho a
poseer una parte de la Tierra prometida. Esto significa que los ricos
no pueden usar su poder para reclamar la tierra de otras personas,
como la historia de Nabot y el rey Acab nos ilustra con elocuencia
(1 Reyes 21).
Wright expande este triángulo básico al colocarlo en el contexto
más amplio del mundo completo y su futuro. Israel tiene una función
paradigmática en un mundo caído, y la forma en que viven en la Tie-
rra prometida es paradigmática en una creación caída.38 Además, hay
un elemento escatológico, porque la manera en que Israel vive en la
Tierra prometida anuncia cómo Dios salvará un día a la humanidad
y será su Dios, y también cómo la tierra será una nueva creación.39
Estudiaremos el lugar que ocupa la Iglesia cristiana en este triángulo
en el último capítulo de este libro.
Cada marco teórico tiene sus inconvenientes. Los marcos teóricos
siempre son una simplificación de una realidad más compleja. Aun
así, Wright ha hecho una contribución valiosa a una comprensión de
la ética veterotestamentaria sin perder de vista el contexto del canon
completo de la Iglesia cristiana.

CLAVES FUNDAMENTALES PARA UNA ÉTICA


DEL ANTIGUO TESTAMENTO
En base a todo lo que hemos considerado hasta ahora, podemos defi-
nir algunos principios básicos de una ética veterotestamentaria:

1. Desde el comienzo, desde el momento de la Creación, la ética for-


ma parte de la Historia de la humanidad (véase cap. 2). Desde el

74 | Propuestas para un marco teórico


comienzo, Dios ha dado directrices para vivir en su presencia. Dios
ha creado a cada persona, y los seres humanos son los representan-
tes reales de Dios. La ética veterotestamentaria no empieza con los
Diez Mandamientos.

2. La ética veterotestamentaria está basada en la gracia de Dios. Dios


salvó a Israel de Egipto y lo eligió para ser su pueblo. Al vivir con-
forme al propósito de Dios, Israel responde a la gracia de Dios con
gratitud. Israel no se convierte en el pueblo de Dios al obedecer
sus mandamientos, pero, al hacerlo, muestra la realidad de lo que
significa ser el pueblo de Dios.

3. En el pacto en Sinaí, Dios establece una relación especial con Israel


con el propósito de extender, al final, esta relación para incluir al
mundo entero. Dios incorpora sus planes y propósitos perfectos a
las leyes y ordenanzas de Israel. Israel tiene que presentar un mo-
delo, un paradigma para el mundo entero, para que otras naciones
lleguen a conocer y servir al Dios de Israel.

4. La ética veterotestamentaria es ‘teocrática’ o, más bien, ‘teocéntri-


ca’. Dios da las leyes y por lo tanto son buenas. Son fuente de vida,
porque Dios es el Dador de la vida.

5. Además, no hay una clara separación entre una vida ‘espiritual’ y


una vida ‘física’, entre ‘horizontalismo’ y ‘verticalismo’. Hemos de
vivir nuestra vida a la luz de la presencia de Dios. La ética vetero-
testamentaria, por tanto, es una manera de vivir.

A esta lista podemos añadir algunos importantes temas más, que aún
no hemos tratado en detalle.

6. La tierra juega un papel importante en la historia de Israel. La pose-


sión de la Tierra prometida es, por decirlo así, el ‘termómetro’ de la
fe de Israel. Si el pueblo vive conforme a los mandamientos de Dios,

Propuestas para un marco teórico | 75


la tierra será buena y bendecida. Si no lo hacen, la tierra sufre y pue-
de que la pierdan, aunque fuese temporalmente (Deuteronomio 27,
28). Esto es el caso no solo en el Pentateuco, sino en todo el Antiguo
Testamento. Los profetas tratan este asunto bastante extensamente.
Un buen ejemplo es Oseas 4:1–3:

Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende


con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni mise-
ricordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, mentir,
matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio
se suceden. Por lo cual se enlutará la tierra, y se extenuará todo
morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo; y
aun los peces del mar morirán.

Hay una causa en contra del pueblo de Israel por su falta de fide-
lidad, amor y reconocimiento de Dios, elementos esenciales de la
relación de pacto con Dios y entre ellos. La gente no está viviendo
con Dios de una manera que sea visible en su vida diaria. El versí-
culo 2 refiere a los Diez Mandamientos: «Perjurar, mentir, matar,
hurtar y adulterar». Las relaciones se han visto obstruidas, tanto
horizontal como verticalmente. El versículo 3 menciona las conse-
cuencias de pecar contra Dios y contra los hermanos, miembros del
pueblo del pacto. La tierra y los animales están de luto y muriéndo-
se, la tierra y toda la creación está sufriendo a causa de los pecados
contra Dios y otros.
La ruina y la muerte descritas en el versículo 3 contrastan con el
relato de la Creación en Génesis 1. El pecado produce muerte y rein-
troduce el caos inicial que existía antes de que Dios formara los cielos
y la tierra.
Jeremías refiere a la creación de la misma manera:

Miré a la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y a los cie-


los, y no había en ellos luz. Miré a los montes, y he aquí que tem-
blaban, y todos los collados fueron destruidos. Miré, y no había

76 | Propuestas para un marco teórico


hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. Miré, y he aquí
el campo fértil era un desierto, y todas sus ciudades eran asoladas
delante de Jehová, delante del ardor de su ira. (4:23 –26)40

El pecado contamina la tierra: «Y os introduje en tierra de abundan-


cia, para que comieseis su fruto y su bien; pero entrasteis y contami-
nasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad» (Jer. 2:7).

7. La ética en el Antiguo Testamento no trata (solamente) de indivi-


duos, sino también de la comunidad. En el mundo occidental nos
hemos vuelto cada vez más individualistas, de modo que la ética se
ha convertido a menudo en una cuestión de ‘lo que me gusta hacer
o no me gusta hacer’. Se trata de decisiones individuales que –se
afirma– solo nos conciernen a nosotros mismos. En cambio, en el
Antiguo Testamento, la ética está basada en la comunidad y afecta
a la totalidad de la sociedad. Mis acciones y elecciones personales
tienen consecuencias para todo el pueblo de Dios del que formo
parte.41 Naturalmente, esto no quiere decir que el Antiguo Testa-
mento no esté interesado en los individuos como tal. De Dios se
dice que se preocupa por individuos como Abraham, Isaac y Jacob,
y el poeta del Salmo 23 puede escribir: «Jehová es mi pastor...»
Hay un equilibrio entre lo individual y lo corporativo. Muchos de
los salmos parecen haber tenido también una función en la vida
comunitaria de Israel. De la misma manera, Dios hizo promesas
a Abraham personalmente, pero también las extendió a todas las
naciones de la tierra, como vimos anteriormente.

Los individuos y la comunidad están interrelacionados. Esta conexión


se hace visible de manera particular en la persona del rey. Un buen rey
es una bendición para la tierra (Salmo 72:12–17), pero un rey impío es
destructivo para la tierra y el pueblo, como ilustran los libros de Reyes
y Crónicas.
Los israelitas individuales se veían a sí mismos como parte de la
historia de su pueblo, como podemos ver en Deuteronomio 26:1–11.

Propuestas para un marco teórico | 77


Este pasaje da instrucciones acerca de la ofrenda de las primicias en la
Tierra prometida. Cada israelita se presenta individualmente al sacer-
dote y sus palabras expresan su identificación personal con la historia
de Israel. Usa palabras como ‘mi’ y ‘nosotros’, como si hubiera estado
allí mismo, en persona, en el éxodo de Egipto: «Un arameo a punto de
perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto... Y los egipcios nos
maltrataron...» Los judíos siguen celebrando el Éxodo hasta el día de
hoy, diciendo que fuimos esclavos en Egipto.
H. Wheeler Robinson introdujo el término «personalidad corpo-
rativa» para esta forma de hablar. «Solidaridad corporativa» parece
una expresión más adecuada para lo que él quería decir, ya que la
personalidad individual seguía manteniendo su valor en Israel. La re-
lación entre el individuo y la comunidad en Israel la determinaba la
solidaridad sobre la base del pacto.42
A todo esto se añade que varias palabras hebreas, que son relevan-
tes en la ética veterotestamentaria, tienen un significado que sobre-
pasa lo individual. Palabras importantes como jésed (lealtad, amor,
fidelidad) y tsedacá (justicia), deberían entenderse en el contexto del
pacto. Como argumenta Vriezen:

Los hombres están íntimamente unidos... igual que Dios vive en


una relación de pacto con el hombre, así el hombre está unido
a su prójimo por jésed (la fidelidad). Los hombres unidos por
Yahvé son hermanos, Israel es una comunidad de hermanos... El
contexto de las palabras ‘fidelidad’, ‘rectitud’ y ‘justicia’, sin las
que la comunidad israelita no puede existir, es el de la idea del
pacto.43

Por tanto, el concepto veterotestamentario de comunidad no atañe


solo a la familia, a gente relacionada entre sí por pertenecer a ciertas
tribus, sino que está basado en la religión y arraigado en el pacto. El
Antiguo Testamento no trata solamente de ‘Dios y mi alma’ (tampoco
el Nuevo), sino de vivir como parte de la familia de Dios en el contex-
to de la relación de pacto.

78 | Propuestas para un marco teórico


En el Antiguo Testamento no se da una ética individualista. Eso
no quiere decir, sin embargo, que al individuo no se le tenga por res-
ponsable de sus propios actos. Daos cuenta, por ejemplo, del hecho
de que los Diez Mandamientos emplean el singular, a pesar de que
el contexto es el pacto con el pueblo en su totalidad. Merece la pena
citar con cierto detalle las palabras de Walther Zimmerli:

El debate constante sobre si el Decálogo se dirige al individuo o al


pueblo en su conjunto, solo puede dejar claro que evidentemente
el llamamiento al individuo se inserta aquí en el llamamiento
a la totalidad de Israel. La observación análoga se puede hacer
en la discusión sobre el ‘yo’ de los Salmos, donde resulta funda-
mentalmente imposible mantener la distinción entre el ‘yo’ in-
dividual y la comunidad del pueblo de Dios. De manera similar,
no hay una moralidad individual que se pueda distinguir de una
responsabilidad de y para la comunidad.44

En Ezequiel 18, el profeta explica que la gente no había sido lleva-


do al exilio por lo que habían hecho mal las generaciones anteriores,
sino por sus propios actos. Tampoco pueden esconderse detrás de los
buenos hechos de sus padres (vv. 10–13). Ezequiel 18 nos da también
una mejor comprensión de lo que se veía como lo ideal y lo justo. Las
cuestiones que se mencionan nos recuerdan los Diez Mandamientos:
no adorar a ídolos, cuidar a los oprimidos y los pobres, honestidad en
el manejo del dinero, etcétera. En el pasado, los estudiosos creían que
este capítulo muestra que se había producido un cambio en Israel de
un pensamiento comunal a un pensamiento más individual, pero es
evidente que la comunidad y el individuo nunca pueden ser opuestos
en ningún lugar del Antiguo Testamento. Como dice Elmer Martens:
«Los individuos son importantes, pero individualismo no».45
En el capítulo final volveremos a la cuestión del Nuevo Testamen-
to y el individuo en el contexto de la ética.

***

Propuestas para un marco teórico | 79


PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

1. ¿Qué papel desempeñan los Diez Mandamientos en


tu vida? ¿Y en tu iglesia, en el caso de que formas
parte de una?

2. ¿Crees que deberíamos adoptar los Diez Mandamientos


como reglas generales en la sociedad o la política?

3. ¿Cómo tomas decisiones éticas, normalmente?


¿Te influyen la iglesia, tu familia, tus amigos, la Biblia?
¿Hasta qué punto son importantes los demás a la hora
de tomar decisiones?

4. ¿En qué sentido es la vida de Jesús un paradigma?

80 | Propuestas para un marco teórico


4.
Las leyes alimentarias:
aplicar el marco teórico

H emos explorado algunos principios básicos en el Antiguo Tes-


tamento que se pueden usar para construir un marco teórico para la
ética veterotestamentaria. Este capítulo, junto con los dos capítulos
siguientes, presenta tres ejemplos de leyes veterotestamentarios a las
que aplicaremos el marco teórico que consiste en la idea de paradig-
ma y los siete principios básicos mencionados en el capítulo 3. Estos
tres casos servirán para ilustrar las observaciones que hemos hecho
hasta aquí. Estudiaremos en este capítulo las leyes acerca de alimen-
tos limpios e inmundos de Levítico 11. En el capítulo 5 examinaremos
las leyes de Deuteronomio 15 acerca de la cancelación de deudas en
el año de remisión. Luego, en el capítulo 6, aplicaremos este marco
teórico a la ley sobre la guerra en Deuteronomio 20. Para la gente hoy,
en particular, las leyes sobre los alimentos y la guerra son difíciles
de entender –y no digamos aplicar–. Puede que estas leyes incluso
corroboren la idea de que el Antiguo Testamento es muy diferente al
Nuevo Testamento –y quizás hasta obsoleto–. Sin embargo, vale la
pena estudiar cuidadosamente estos textos, para descubrir de qué tra-
tan realmente y ver si podemos aprender de ellos. Aunque es difícil no

Las leyes alimentarias | 81


leerlos con prejuicio, el esfuerzo bien merece la pena. En el capítulo
final, aplicaremos todos estos principios a la iglesia hoy.
El libro de Levítico contiene todo tipo de regulaciones y leyes.
Hay regulaciones acerca de diferentes sacrificios (caps. 1–7), ins-
trucciones acerca del sacerdocio (caps. 8–10), regulaciones acerca
de lo limpio y lo inmundo (caps. 11–15), leyes relativas a ciertos días
y fiestas (caps. 16 y 23) y sobre los años especiales (cap. 25). Levíti-
co 19 es el corazón del libro. Este capítulo, al que volveremos más
adelante, presenta algunas leyes muy importantes en el marco de la
‘santidad’.
Levítico 11 presenta leyes acerca de los animales limpios e inmun-
dos. Los siguientes versículos (vv. 1–12 y 44–47) nos dan una idea de
sobre qué trata el capítulo.

Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciéndoles: Hablad a los hijos


de Israel y decidles: Estos son los animales que comeréis de entre
todos los animales que hay sobre la tierra. De entre los animales,
todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis.

Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos: el


camello, porque rumia pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis
por inmundo. También el conejo, porque rumia, pero no tiene pe-
zuña, lo tendréis por inmundo. Asimismo la liebre, porque rumia,
pero no tiene pezuña, la tendréis por inmunda. También el cerdo,
porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo
tendréis por inmundo. De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis
su cuerpo muerto; los tendréis por inmundos.

Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas: todos
los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos,
estos comeréis. Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en
el mar y en los ríos, así de todo lo que se mueve como de toda cosa
viviente que está en las aguas, los tendréis en abominación. Os
serán, pues, abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis

82 | Las leyes alimentarias


sus cuerpos muertos. Todo lo que no tuviere aletas y escamas en
las aguas, lo tendréis en abominación...

Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santifica-


réis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis
vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra.

Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para


ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo. Esta es la
ley acerca de las bestias, y las aves, y todo ser viviente que se mueve
en las aguas, y todo animal que se arrastra sobre la tierra, para
hacer diferencia entre lo inmundo y lo limpio, y entre los animales
que se pueden comer y los animales que no se pueden comer.

La distinción entre animales limpios e inmundos significa básicamen-


te que se podían comer los animales limpios, pero los inmundos eran
un alimento prohibido para los israelitas. Una de las primeras pre-
guntas que se nos ocurren es: pero, ¿por qué son algunos de los ani-
males inmundos mientras que otros son limpios? Diversas personas
han contestado esta pregunta de muchas maneras distintas a lo largo
de los años.

1. Una respuesta es que Dios declaró a algunos animales inmundos


por motivos higiénicos o médicos. Animales que son inmundos son
perjudiciales para la salud de la gente. El médico judío Maimóni-
des, que vivió en la Edad Media, da esta razón:

Sostengo que los alimentos prohibidos por la Ley son nada salu-
dables. No hay ni uno entre los tipos de alimentos prohibidos cuya
naturaleza dañina se ponga en duda, salvo la carne de cerdo y la
grasa; pero en estos casos la duda no es justificada.1

Algunos comentaristas bíblicos contemporáneos explotan este argu-


mento al máximo.2 Ellos razonan, por ejemplo, que las investigacio-

Las leyes alimentarias | 83


nes modernas muestran que los cerdos están llenos de bacterias. Esta
explicación apela, por eso, a gente moderna. Suena como un argu-
mento muy racional, y mucha gente hoy en día está interesada en
comida sana y una vida sana. ¿Quiere decir esto que el argumento
en sí es correcto?
Las razones médicas no habrán sido claras en absoluto para los is-
raelitas. Nosotros sabemos muchísimo más sobre enfermedades cau-
sadas por comer carne que ellos. Además, la lista de animales inmun-
dos incluye a muchos animales diferentes – y mientras los israelitas
pueden haber sabido que los cerdos no eran animales muy higiénicos,
¿qué hay del camello, el calamón y la cigüeña?
Otro argumento crucial en contra de esta explicación es que sería
muy difícil de explicar por qué, si estos animales son peligrosos para
nuestra salud, Jesús declaró todos los alimentos «limpios» (Marcos
7:19 y Mateo 15:17–20). Esta explicación, por tanto, no nos proporcio-
na la clave para entender las leyes alimentarias.

2. La segunda explicación que se ha ofrecido es casi la contraria de la


primera. Sostiene que no hay absolutamente ningún motivo racio-
nal. La lista de los animales inmundos y limpios es completamente
arbitraria y su único fin era poner a prueba la obediencia del pueblo
–como pensaban algunos de los rabinos.

Algunos estudiosos más antiguos dicen que Levítico 11 – 15 es una


de las partes más difíciles del Antiguo Testamento. Opinan que estos
capítulos solo muestran que los sacerdotes que las escribieron eran
de una mente muy rígida para inventarse semejantes regulaciones.
Ellos consideran que estos capítulos son el equivalente a la ense-
ñanza de los grandes profetas, que enfatizan lo interno en vez de lo
externo. Todas estas explicaciones son bastante negativas, así que
buscaremos otras.

3. Las regulaciones, ¿tienen que ver con costumbres religiosas? ¿Son


una reacción frente a otras naciones que utilizan a algunos de los

84 | Las leyes alimentarias


animales inmundos en su culto a los ídolos?3 Este argumento no
puede ser correcto por la sencilla razón de que el toro es el animal
de culto más importante en la religión cananea y, sin embargo, se-
gún Levítico 11 no es inmundo.

4. Una explicación muy antigua es que las regulaciones tienen un sig-


nificado simbólico: la inmundicia es una metáfora para referirse al
pecado. Animales que rumian son limpios (Lv. 11:3–7, 26), lo cual
quiere decir que los seres humanos deberían ‘rumiar’, o meditar,
en la ley.

Esta explicación se halla primero en la Carta de Aristeas, un judío


helenizado que probablemente escribió la carta en el segundo siglo
después de Cristo desde Alejandría. El autor explica que las cria-
turas aladas permitidas para el consumo se alimentan con ‘trigo y
leguminosas’, mientras que las que se prohíben son ‘salvajes y car-
nívoras’:

Por medio de estas criaturas, que llamó inmundos, el legislador


dio una señal de que aquellos para los que las leyes fueron decre-
tadas deben practicar la justicia en sus corazones y no oprimir a
nadie, confiar en su propia fuerza, no robarle nada a nadie, sino
dirigir su vida por motivos justos... Entonces, él ha establecido es-
tas reglas en cuanto a lo que nos es permitido en el caso de estas y
otras criaturas por medio de alegorías. Ya que la hendidura de la
pezuña y la separación de las garras simbolizan la discriminación
en todas y cada una de nuestras acciones a la luz de lo que es
correcto.4

El autor de la Carta de Bernabé5, que pertenece a los así llamados


padres apostólicos, piensa igualmente que los animales no eran para
nada animales literales. Las reglas sobre la comida tratan solamente
de cosas espirituales. Los ‘animales’ son gente con la que los fieles no
deberían relacionarse:

Las leyes alimentarias | 85


Ahora bien, el cerdo lo dijo por lo siguiente: «No te juntarás
–dice– con hombres tales que son semejantes a los cerdos; es decir,
que cuando lo pasan prósperamente, se olvidan del Señor, y cuando se
ven necesitados, reconocen al Señor...»
La carta ofrece una explicación similar para cada animal. La ex-
presión ‘todo el que rumia’ se equipara a ‘los que temen al Señor’. Uno
debería buscar su compañía, porque ellos son los que meditan en su
corazón el precepto de la palabra que recibieron... que saben que la
meditación es obra de alegría y rumian la palabra del Señor.6
En el siglo diecinueve, este tipo de interpretación ‘alegorizante’
se da, por ejemplo, en el libro Notes on the Book of Leviticus (Estudios
sobre el libro de Levítico) de la mano del dispensacionalista C. H. M.
(Charles Mackintosh), que escribe:

La acción de rumiar expresa el acto de «digerir interiormente»


lo que se come; mientras que la pezuña hendida representa el ca-
rácter de la marcha exterior. Hay, como sabemos, íntima relación
entre estas dos cosas en la vida del cristiano... Es de temer que
muchos de los que leen la Biblia no digieran la palabra. Hay una
inmensa diferencia entre estas dos cosas.7

La pregunta que sigue sin respuesta es: ¿qué significó la ley para los
israelitas en su época?

5. Otro punto de vista es el de Jacob Milgrom. Él argumenta que la


lista en Levítico 11 restringe el número de animales que se pueden
comer y por eso restringe la caza, que era un deporte popular entre
las naciones alrededor de Israel.8 Tanto la prohibición de consu-
mir sangre como las reglas acerca de animales limpios e inmundos
resultan en una restricción a la caza y matanza de las criaturas de
Dios. El principio de la reverencia por la vida es central. Aquellos
animales que se pueden comer son herbívoros. No está bien comer
animales que son predadores y carnívoros, pero no hay restriccio-
nes al consumo de fruta y vegetales. Los animales para el consumo

86 | Las leyes alimentarias


se mataban normalmente cerca del santuario de una manera rápida
e indolora. Deuteronomio 12:20–27 regula realmente la caza de
animales y el consumo de su carne en casa.

Efectivamente, la explicación de Milgrom echa algo de luz sobre la


interpretación de Levítico 11. Sin embargo, puede que tengamos que
profundizar más. Milgrom mismo lo reconoce al colocar todo el sis-
tema de leyes alimentarias en el contexto más amplio de la santidad
(estar separados como el pueblo de Dios; volveremos más adelante a
ello).9

6. En su comentario de Levítico, Wenham se basa en la obra de Mary


Douglas, que llevó a cabo numerosas investigaciones socio –antro-
pológicas.10 Las cuestiones principales en Levítico 11 tratan sobre la
totalidad, la santidad y la integridad. El pasaje menciona tres cate-
gorías de animales: los que andan sobre la tierra (vv. 1–8), los que
nadan en el agua (vv. 9–12) y los que vuelan en el aire (vv. 13–23;
véase Génesis 1:20–30 para las mismas categorías). Según Wen-
ham, que sigue a Douglas, estas categorías están todas basadas en
una ‘norma’ para la locomoción característica de cada una de las
categorías. Lo que es ‘normal’ pertenece a la esencia del animal y
muestra su integridad. Por consiguiente, es ‘normal’ que los anima-
les terrestres tengan pezuñas para correr, que los peces tengan ale-
tas y escamas para nadar y que los pájaros tengan dos alas para volar
y dos patas para caminar. Puesto que esos animales son como deben
ser, representan la idea de ‘totalidad’ e ‘integridad’.

7. Después de la primera edición de este libro (2004), se han pro-


ducido varios avances en el estudio de Levítico 11. La opinión de
Douglas ha sido criticada por otros y modificada por ella misma,
basándose principalmente en la idea de ‘movimiento’.

Ella desarrolló su propio pensamiento y en (2004), sostiene que las


leyes alimenticias en Levítico 11 tienen «la función de desarrollar la

Las leyes alimentarias | 87


analogía entre el altar y el cuerpo».11 Esencial a esta idea es que ella
fecha el origen de Levítico en el exilio, cuando faltaba el templo y el
cuerpo se consideraba como un microcosmos del templo. El principio
es que los animales limpios son aquellos que el fuego del altar con-
sume por completo. Solo se permitía comer a los animales que for-
maban parte del pacto.12 En una publicación anterior, Douglas había
comentado que matar estaba restringido (como decía Milgrom), pero
también que los animales inmundos representaban a la gente débil,
coja y desfigurada de la sociedad. «Depredación es malo, comer es una
forma de depredación y los pobres no han de ser una presa.» 13 Los pe-
ces sin escamas y aletas son los jóvenes y habría que respetarlos y por
lo tanto no comerlos.14 Así que los animales inmundos representan
a los vulnerables en la sociedad y por eso no son apropiados para co-
mer. Sin embargo, esta identificación es dudosa, como expone Leigh
Trevaskis en Holiness, Ethics and Ritual in Leviticus (2011):15 ¿Cómo es
posible que a los vulnerables en la sociedad se los debe proteger y, al
mismo tiempo, estas categorías inmundas son llamadas una ‘abomi-
nación’? La palabra ‘abominación’ se utiliza en Levítico 11 a partir del
versículo 10.16
Efectivamente, esta sugerencia posterior de Douglas no es muy
satisfactoria. Wenham pasa de adoptar la idea anterior de Douglas de
los diferentes tipos de locomoción a una terminología más general
mencionada en su trabajo anterior, como la santidad y la integridad.
En Story as Torah, los conceptos de totalidad, integridad, santidad y
vida son primordiales. En el conjunto de las leyes, la vida, que perte-
nece a Dios, es el asunto central.17

8. En trabajos más recientes, se han destacado las conexiones entre


Levítico 11 y Génesis 1 – 3.

Nobuyoshi Kiuchi, en su comentario de Levítico del año 2007,18 se-


ñala el hecho de que no solo hay una conexión entre Levítico 11 y
Génesis 1, los tres diferentes tipos de animales (en la tierra, en el
aire y en el mar), sino también con Génesis 3, la historia de la Caída.

88 | Las leyes alimentarias


Kiuchi define Génesis 3:14 en particular como la clave para entender
Levítico 11. Allí se maldice a la serpiente y el resultado es que andará
sobre su pecho y comerá polvo.19 Esto muestra una estrecha cone-
xión entre el suelo y la serpiente. En los versículos 17 y 18, la tierra se
maldice a causa del pecado de Adán y Eva y, argumenta Kiuchi, «no
es de extrañar que la tierra en Levítico 11 simbolice el mundo de la
muerte».20 Ambos pasajes, Génesis 3 y Levítico 11 tratan sobre cosas
que «se comen y no se comen» (véase Gn. 2:16, 17, un mandato que
es transgredido en el capítulo 3). Este tema se desarrolla en Levítico
11 con una gama más amplia de cosas que «no se deben comer». Así,
«puede ser que el obedecer las reglas en Levítico 11 tiene la función de
recordarles a los israelitas la Caída.21 Kiuchi dice también que hay dos
cosas que no se mencionan en Levítico 11 pero que deberían incluirse
en su explicación: la serpiente y la muerte humana. Pero a causa de
las comparaciones con Génesis 3, hay, según Kiuchi:

Una insinuación sutil de que los seres humanos son el objeto prin-
cipal de la preocupación del legislador. Lo que es más, por medio
de estas omisiones, el legislador traslada de manera tácita el men-
saje de que todas las bestias y criaturas inmundas enumeradas
son víctimas de la ofensa y la desobediencia de la serpiente y el
ser humano.22

Las características de la serpiente, como culebrear, arrastrarse por el


suelo y carecer de patas, son visibles en los animales inmundos.23 Sin
embargo, puesto que los animales no pecaron (a excepción de la ser-
piente), en realidad hay que pensar en diferentes tipos de personas. Los
que cayeron viven cerca del suelo y son inmundos. Los que son más
santos son ‘limpios’. «Los que culebrean señalan los aspectos espiri-
tuales de aquellas personas que son los más inmundos: aman el suelo
y el polvo; eso es, cosas que pertenecen a la muerte.» 24 Los animales
rumiantes que son limpios representan la «capacidad de distinguir
la palabra de Dios de lo que no lo es. Así que este rasgo simboliza a
aquellas personas que concienzudamente digieren palabras, divinas y

Las leyes alimentarias | 89


humanas; a saber, las escuchan, las entienden y las ponen a prueba en
su experiencia.» 25
El estudio de Kiuchi de las similitudes entre Génesis 3 y Levítico
11 es valioso y va al grano, especialmente en relación a la serpiente,
el suelo y la muerte. No obstante, llegar a partir de esta conexión a la
conclusión de que en Levítico 11 se hable básicamente de seres huma-
nos, raya la especulación. En sus descripciones de diferentes formas
de comportamiento humano, parece que hemos vuelto a las opinio-
nes de los autores mencionados anteriormente bajo el número 4.
Un libro reciente sobre el tema es el de Trevaski, Holiness, Ethics
and Ritual in Leviticus (2011), que mencionamos antes. Trata de ma-
nera extensa tanto las ideas de Milgrom (véase el número 5, arriba)
sobre los animales limpios e inmundos en Levítico 11, como las de
Douglas.26 En cuanto al argumento de Milgrom de que Levítico 11
intenta prevenir la matanza y promover la vida, Trevaski razona que
las reglas en Levítico 11 no restringen el número de animales que se
puede matar:

¿No sería de esperar que si a los israelitas les guste la carne, muy
pronto criarán suficientes animales domésticos y limpios para sa-
tisfacer su apetito?... Además, Levítico 11 no prohíbe matar a los
animales inmundos, y sería lógico pensar que una familia quisiera
exterminar a animales que de otra manera pueden convertir co-
mida y utensilios de cocina limpios en inmundos (Lv. 11:29–38).27

Su crítica principal de tanto Milgrom como Douglas es que necesi-


tan conceptos de otros capítulos (y en el caso de Douglas también
de investigaciones socio –históricas) para explicar Levítico 11. Trevas-
ki prefiere un estudio concienzudo del propio texto como literatura.
Examina la posibilidad de que el capítulo aluda al relato de Génesis
1 – 3, y llega a una conclusión afirmativa, igual que Kiuchi. Los ani-
males en Levítico 11 están agrupados en las mismas categorías que
encontramos en Génesis 1, como otros ya habían observado. Además,
en los animales mencionados en Levítico 11:29 y 30, y también en los

90 | Las leyes alimentarias


vv. 41 y 42, hay rasgos propios de una serpiente, que parecen ser una
alusión a la serpiente en Génesis 3. El uso de la palabra ‘muerte’ en
los vv. 31, 32 y 39 recuerda la amenaza de muerte en Génesis 3, una
muerte que Trevaski interpreta como una «vida vivida en exclusión
de la presencia inmediata de Dios, un tipo de muerte viviente...» 28
Eso es lo que les pasa a las personas que son ‘inmundas’ en Levítico
11:31: son excluidas del santuario hasta la noche. Esta exclusión de la
presencia inmediata de Dios es el significado simbólico de la palabra
‘inmundo’. Para evitar la expulsión, «uno es animado a guardar los
mandamientos relacionados tanto con el culto como con la ética».29
El punto álgido del capítulo lo forman los vv. 43–45.30 Las regulacio-
nes anteriores a estos versículos son indicaciones simbólicas de lo
que trata el capítulo: de evitar que los israelitas sean expulsados de
la presencia de Dios, que resultaría en el exilio (Lv. 26). Deberían ser
‘santos’ y permanecer en la presencia de Dios por medio de una inte-
gridad moral y de culto.

Las regulaciones alimentarias disuadían a los israelitas de rebe-


larse contra Yahvé. Además, parece que fomentaban la obediencia
a los mandamientos para el culto y la ética, para que pudieran
permanecer en su presencia.31

¿Podremos sacar alguna conclusión, después de haber considerado


tal variedad de opiniones sobre el tema? Algunas cosas parecen estar
claros. Efectivamente, podemos decir que hay similitudes y conexio-
nes en Génesis 1 – 3 y Levítico 11. En cuanto a Génesis 1, esto se ha
argumentado desde hace algún tiempo; y en cuanto a Génesis 2:3 es
más reciente que autores como Kiuchi y Trevaski han destacado en
particular el énfasis en la muerte en conexión con ‘inmundo’ y las
similitudes entre la serpiente en Génesis 3 y los rasgos propios de una
serpiente que hay en los animales inmundos (véase Lv. 11:29–31, 41,
42).32 Estas son observaciones muy valiosas.
Además, la vida pertenece a Dios y animales que viven de la muer-
te de otros, como aves de presa, son inmundos. Incluso el cadáver de

Las leyes alimentarias | 91


un animal limpio convierte a cualquiera que lo toque en inmundo (v.
39). Así que la muerte hace todo inmundo y es opuesta a la vida, que
pertenece a Dios.
También hay un claro énfasis en la santidad y una vida santa en
temas de áreas relacionadas al culto y la ética (véase Lv. 11:44, 45).
Estas dos áreas van unidas.
Hay otro elemento más que no hemos tratado todavía: las reglas
sobre la comida caracterizan a Israel como el pueblo de Dios, y lo
distingue de otras naciones. Wenham y John Hartley (entre otros) ex-
pusieron esta idea en sus respectivos comentarios de Levítico.33 Wen-
ham explica la distinción en Levítico 11 entre animales limpios que
Dios permitió a los israelitas que comiesen y otros que no solamente
eran limpios pero que se podían usar también para los sacrificios. Así
que, en realidad, había tres categorías de animales: los inmundos, los
limpios (solo para comer), y los limpios aptos para comer y ser sa-
crificados. Wenham explica esta distinción como simbólica para una
división de la humanidad en tres categorías: los no israelitas eran ‘in-
mundos’, los israelitas eran ‘limpios’, y los sacerdotes estaban dedica-
dos especialmente al servicio de Dios. Wenham concluye que cada
comida recuerda a los israelitas su posición especial como miembros
del pueblo elegido de Dios y su responsabilidad de servirle con todo
su corazón.34

TOTALIDAD
El contexto más amplio de Levítico 11 nos enseña algo más acerca
de la idea de ser ‘santo’, que se enfatiza en Levítico 11:44 y 45, donde
leemos:
Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santifica-
réis, y seréis santos, porque yo soy santo... Porque yo soy Jehová, que
os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios; seréis, pues,
santos, porque yo soy santo.
Hemos mencionado la cuestión de ‘totalidad’ en Levítico 11, que
también es un tema importante en otras partes de Levítico. Cosas

92 | Las leyes alimentarias


que no eran ‘un todo’, en el sentido de que no eran ‘integrales’ (o de
un solo tipo, o sin defecto o enfermedad), estaban prohibidas. Por
lo tanto, leemos en Levítico 19:19: «No harás ayuntar tu ganado con
animales de otra especie; tu campo no sembrarás con mezcla de se-
millas, y no te pondrás vestidos con mezcla de hilos.»
Totalidad e integridad son asuntos muy importantes. Si la piel de
alguien estaba infectada a causa de una enfermedad, esa persona no
era ‘entera’ y se la consideraba ‘inmunda’ (Lv. 13). La vestimenta y las
casas también podían volverse ‘inmundas’ al contaminarse con moho
(Lv. 13:47–59; 14:33–57). Las regulaciones en Levítico 15 sobre el de-
rrame de semen y sobre la menstruación tienen que ver también con
la ‘totalidad’: derramar semen o sangre simboliza perder ‘vida’, que es
lo contrario de la ‘vida entera’ que pertenece a Dios y su reino. Todas
estas regulaciones sirven como un recordatorio diario de la santidad
de Dios, de la totalidad, integridad y de la calidad de una vida ‘plena’
que pertenece a Dios y a su pueblo: «... seréis santos, porque yo soy
santo». (Lv. 11:44) 35
En su vida diaria y en sus sacrificios, en su comportamiento moral
y en su culto, el pueblo de Dios debería reflejar su santidad. Como
argumenta Wenham, «Dios es la fuente de vida y así la santidad iguala
prácticamente al poder vivificador de Dios».36 «Pero la santidad divi-
na no exige solamente un total compromiso religioso y moral, es que
significa vida. Dios mismo es plena y perfecta vida, así que la muerte
es la mismísima antítesis de la santidad.» 37
Está claro que tenemos que considerar el contexto del libro com-
pleto de Levítico para poder entender mejor las leyes alimentarias en
Levítico 11. Las regulaciones específicas sobre animales limpios e in-
mundos reflejan los principios que están detrás de todas las regulacio-
nes acerca de lo limpio y lo inmundo.
Concluimos que las leyes alimentarias ilustraban y les hacía darse
cuenta a los israelitas de que eran ‘diferentes’. Eran un pueblo sepa-
rado por el Santo, para servirle con su vida entera. Tenían que refle-
jar ese hecho de separación en cada aspecto de su vida diaria: en su
comida y vestimenta y en su comportamiento. Tenían que reflejar la

Las leyes alimentarias | 93


totalidad, la completitud, la integridad, la santidad y la vida de Dios,
porque Dios les llamó para ser como Él. Dios es la fuente de vida, que
es lo contrario de la muerte. ‘Totalidad’ es lo contrario de ‘estar mez-
clado’ en el compromiso a Él; completitud e integridad son lo contra-
rio de caos y desintegración. Dios es el Dios viviente; Él es el Dios de
la vida. Milgrom examina la palabra ‘santidad’ y enfatiza el aspecto
de ‘ser separado de’ con un objetivo concreto. Se suponía que Israel
tenía que ser una ‘imagen’ de Dios en su manera de vivir –incluso por
la comida que comían o no comían–. «Santidad significa imitatio Dei,
una vida de devoción.» 38

LEVÍTICO 19
Como acabamos de decir, Dios es vida, y el reino de la vida, el vivir, el
orden, la totalidad y la integridad le pertenecen. Lo opuesto de la vida
es la muerte, y todo lo que tenía que ver con la muerte era inmundo
para los israelitas. Así que cualquiera que había tocado un cadáver
era inmundo. Consultar a los muertos, una práctica muy conocida
en aquel tiempo, también estaba prohibida (Deuteronomio 18:9–13).
Todo el terreno de prácticas prohibidas como adivinación, hechicería
y espiritismo aclaran el contraste entre Israel y otras naciones:

Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas


cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas nacio-
nes de delante de ti. Perfecto serás delante de Jehová tu Dios. (Dt.
18:12, 13)

Como hemos visto, muchas de las reglas y regulaciones en la Torá


tenían el propósito de distinguir a Israel como el pueblo de Dios. Dios
les prohibió, por tanto, participar en cosas que jugaban un papel im-
portante en la adoración a otros dioses.
También Levítico 19 explica en detalle esta idea de ser diferente.
Las siguientes palabras funcionan aquí como un estribillo: «Yo Jehová
(vuestro Dios)» (vv. 3, 4, 10, 12, 14, 16, 18, 25, 30, 31, 32, 34, 37); en

94 | Las leyes alimentarias


este capítulo, las leyes y regulaciones están relacionadas con el Legis-
lador, el Dios santo de Israel. Las palabras «vuestro Dios» reafirman
la relación.
El capítulo comienza con exponer una especie de programa para
la vida de Israel: «Santo seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro
Dios» (v. 1).
Como hemos demostrado, la santidad de Dios y el reflejo de aque-
lla santidad por su pueblo son esenciales para entender las leyes en
Levítico. Levítico 19 subraya que el llamado de Israel abarca cada as-
pecto de la vida: la relación con los padres, guardar el día de reposo,
ofrecer los sacrificios de la manera correcta, la justicia, honestidad,
evitar cualquier cosa que pueda hacer daño a otra persona. El capítulo
hasta incluye la ordenanza de «amar a tu prójimo como a ti mismo»
(v. 18; véase también el Nuevo Testamento).
A estos mandamientos les siguen algunas regulaciones sobre la in-
tegridad y totalidad, como son no hacer ayuntar animales de especies
diferentes (véase más arriba). Otras advierten contra las prácticas de
otras naciones, como la adivinación, y hacer incisiones en el cuerpo
como un ritual de duelo (vv. 26b–28). Dios recuerda al pueblo de sus
obras de salvación al final de este capítulo. Este recordatorio tiene el
propósito de aumentar su motivación para cuidar de los ‘extranjeros’,
eso es, esos no-israelitas que vivían permanentemente en el país pero
que no poseían tierras. Estos extranjeros dependían por lo tanto de la
bondad de los israelitas, igual que la viuda y el huérfano, a los que se
menciona a menudo juntos como los grupos más vulnerables. Dios
recuerda a los israelitas por qué deberían cuidar de esta gente en Deu-
teronomio 24:22: «Y acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto;
por tanto, yo te mando que hagas esto» (véase también vv. 14, 17, 20 y
21 en el mismo capítulo).
Las ordenanzas en Levítico 19 abarcan todas las áreas de la vida – no
hay una separación entre lo ‘religioso’ y lo ‘secular’. Tampoco podemos
agrupar las leyes según divisiones ‘morales’ o ‘relacionadas al culto’, u
otras categorías.
***

Las leyes alimentarias | 95


CONCLUSIONES
Cuando ponemos el marco teórico de la ética veterotestamentaria tal
como lo descubrimos en los capítulos anteriores al lado de lo que he-
mos analizado en Levítico, identificamos varios temas importantes:

• Del triángulo de Wright queda claro que la ética veterotestamenta-


ria es ‘teocéntrica’. Las reglas acerca de la comida limpia e inmunda
fueron dadas por Dios y no tienen por qué ser comprendidas del
todo por el hombre. Lo importante era que los israelitas respondie-
sen a ellas con obediencia.

• Básicamente, las leyes tienen una función paradigmática, ya que,


al guardarlas, el pueblo refleja la totalidad y la santidad de Dios y
su carácter distintivo de las demás naciones. Al guardar los man-
damientos de Dios, Israel muestra al mundo lo que significa ser el
pueblo de Dios.

• La ética veterotestamentaria está basada en la gracia de Dios; tanto


Levítico 11:45 como el capítulo 19 hacen referencia a la liberación
de los israelitas de la esclavitud por la mano de Dios.

• El carácter teocéntrico de los mandamientos significa también que se


aplican a la vida en su totalidad, porque Dios es el Dador de la vida.

• No hay una división estricta entre áreas ‘espirituales’ y ‘físicas’ de la


vida, o entre lo ‘horizontal’ y lo ‘vertical’. Dios quiere que su pueblo
viva toda su vida, incluyendo lo que comería o no comería, a la luz
de su presencia. Por lo tanto, la ética veterotestamentaria es una
manera de vivir.

En base a Levítico 19 podemos añadir también que:

• La tierra tiene un papel importante en la historia de Israel (véase p.


ej. Lv. 19:9, 19, 23–25, 29).

96 | Las leyes alimentarias


• La ética en el Antiguo Testamento no trata (solamente) de indi-
viduos, sino (también) de comunidad: Levítico 19 menciona con
frecuencia a «tu prójimo» – que puede referirse a los ciegos, los
pobres, los padres de uno, u otra persona.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

1. ¿Cómo describirías ‘santidad’?

2. ¿Cómo podríamos dar forma a nuestro culto


para enfatizar mejor la santidad de Dios?

3. ¿Cómo puede aplicarse el principio de santidad


a nuestra vida como cristianos?

Las leyes alimentarias | 97


5.
La cancelación de deudas:
aplicar el marco teórico

L a Torá incluye regulaciones en diferentes ocasiones con res-


pecto a un año de descanso para la tierra, el así llamado año sa-
bático, cada séptimo año. En Deuteronomio 15:1–11 encontramos
reglas acerca de la cancelación de deudas durante este año especial
de descanso:

Cada siete años harás remisión. Y esta es la manera de la remi-


sión: perdonará a su deudor todo aquel que hizo empréstito de
su mano, con el cual obligó a su prójimo; no lo demandará más
a su prójimo, o a su hermano, porque es pregonada la remisión
de Jehová. Del extranjero demandarás el reintegro; pero lo que tu
hermano tuviere tuyo, lo perdonará tu mano, para que así no haya
en medio de ti mendigo; porque Jehová te bendecirá con abun-
dancia en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que
la tomes en posesión, si escuchares fielmente la voz de Jehová tu
Dios, para guardar y cumplir todos estos mandamientos que yo te
ordeno hoy. Ya que Jehová tu Dios te habrá bendecido, como te ha
dicho, prestarás entonces a muchas naciones, mas tú no tomarás

La cancelación de deudas | 99
prestado; tendrás dominio sobre muchas naciones, pero sobre ti
no tendrán dominio.

Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus her-


manos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios
te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu
hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efec-
to le prestarás lo que necesite. Guárdate de tener en tu corazón
pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de
la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso
para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te
contará por pecado. Sin falta le darás, y no serás de mezquino
corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá Jehová tu
Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas. Porque no
faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando,
diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al meneste-
roso en tu tierra.

Cada séptimo año era un año sabático, durante el que la tierra debía
quedar en barbecho. Cualquier comida que crecía espontáneamente,
había que darla a los pobres. Igual que el sábado semanal, este año
tenía que ser un tiempo de descanso. No solo tenían que descansar los
terratenientes, sino también los que trabajaban para ellos, hombres
y animales por igual. El sábado, el día de reposo, tiene el beneficio
social de un día libre para la gente y los animales que trabajan dura-
mente. Éxodo 20:8–11 refiere a la obra de Dios de la Creación como
una motivación para guardar el día de reposo. El año sabático tiene el
mismo valor.
Éxodo 23:10–12 describe el sábado y el año de reposo en términos
de sus beneficios sociales y físicos:

Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha; mas el sép-


timo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo;
y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás con

100 | La cancelación de deudas


tu viña y con tu olivar. Seis días trabajarás, y al séptimo día repo-
sarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo
de tu sierva, y el extranjero.

DIOS – LA TIERRA – EL PUEBLO


Otro pasaje con regulaciones con respecto al año de reposo, Levítico
25, enfatiza un período de descanso para la tierra. Aquí no se mencio-
na a los pobres. Sin embargo, en Deuteronomio 15:1–11, el énfasis está
en cancelar las deudas de los pobres. Nos fijaremos especialmente en
las implicaciones sociales del año de reposo. Los tres puntos del trián-
gulo de Wright son todos importantes para nuestra comprensión de
estas leyes. Primero, la ley de Deuteronomio 15:1–11 trata de Dios, es
‘teocéntrica’. Es «pregonada la remisión de Jehová» (v. 2); es la tierra
dada por Jehová (vv. 4, 7); «Jehová te bendecirá» (vv. 6, 10). Los man-
damientos que hay que cumplir son de Jehová (v. 5). La ley acerca la
cancelación de deudas está puesta en el contexto de «Jehová tu Dios»,
lo cual es un recordatorio del pacto en Sinaí. Israel es el pueblo de
Dios, y obedecer sus ordenanzas es parte de vivir en una relación espe-
cial con Él. Él da esta ley, y guardarla o no guardarla influye la relación
que tiene Israel con Él.
Además, hay una relación entre esta ordenanza dada por Dios,
la tierra, y el prójimo o hermano. En particular, la palabra ‘bendecir’
es importante aquí. El versículo 10 declara que Dios bendecirá a su
pueblo en todos sus hechos si guardan su ley. Si Israel simplemente
obedeciese las leyes de Dios, no habría ningún pobre en la tierra, por-
que Dios promete bendecirlos abundantemente si le obedecen. Sin
embargo, la realidad es que hay gente pobre (vv. 7, 11), y por eso son
necesarias estas regulaciones.
El versículo 1 da la regla en pocas palabras, y los versículos 2 – 11
dicen al pueblo cómo poner en práctica la regla. En el año séptimo,
las deudas del hermano o prójimo israelita (básicamente lo mismo)
deberían ser canceladas. La palabra ‘tu’ (hermano) lo convierte todo
en algo muy personal. La otra persona no está lejos: es mi hermano.

La cancelación de deudas | 101


El versículo 11 lo deja muy claro: «Por eso, yo te mando, diciendo:
Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tie-
rra.» En el texto hebreo, se usa la palabra ‘tu’ cuatro veces, también
ante ‘pobre’ y ‘menesteroso’. Se trata de ‘tu mano’ que se abre a ‘tu
hermano’, ‘tu pobre’ y ‘tu menesteroso’. Es asunto ‘mío’ que hay gente
pobre en ‘mi’ tierra.
James Robinson comenta:

... aquel que es ‘pobre’, no forma parte de una categoría de ‘los po-
bres’ como si fuera un grupo distante, sin nombres y sin caras. «Tu
hermano» expresa unidad; «tu pobre» expresa responsabilidad.
No son el problema de otro.1

¿Y qué hay del «extranjero» en el versículo 3? ¿No se le debe tratar


con el mismo respeto que el hermano israelita? No es ese el significa-
do. El «extranjero» era alguien que no vivía de manera permanente
en la tierra, sino que venía con frecuencia para hacer negocio. Como
tales, los extranjeros no participaban en el año de reposo y podían
ganar dinero como siempre, por lo que podían pagar sus deudas como
siempre. El «extranjero» del Antiguo Testamento es otro tipo de per-
sona. Los «extranjeros» eran no –israelitas que vivían permanente-
mente en el país pero no poseían tierras.
¿Qué significa «remisión»? Algunos estudiosos piensan que
significa un aplazamiento del pago. Pero una cancelación parece ser
una explicación más creíble que un mero aplazamiento del pago. El
siguiente pasaje, Deuteronomio 15:12–18, ordena que los esclavos de-
ben ser librados (totalmente) después de seis años de servidumbre,
a no ser que prefieran quedarse. Por eso parece lógico concluir que
Deuteronomio 15:1–11 manda una ‘remisión total’ de deudas. Esto en-
caja con el versículo 9: si tratase solamente de aplazar el pago de la
deuda, no habría ningún motivo para enfadarse por ello.2
El pasaje en su totalidad demuestra que se exige una actitud de
cancelación incondicional, y los versículos 7–11 enfatizan esto. Si
una persona pobre quiere pedir un préstamo a alguien que posee más

102 | La cancelación de deudas


que él, la respuesta debería ser con la ‘mano abierta’ y su petición
concedida ‘liberalmente’ (v. 8).3 El pensamiento lógico: «Mejor no le
doy nada, porque el año de remisión de deudas está cerca y no me
devolverá el dinero», es llamado un pensamiento «perverso» (v. 9).
Literalmente, en hebreo, es ‘un pensamiento o una palabra de Belial’.
La palabra ‘Belial’ significa: inútil, sin valor. Describe cosas o perso-
nas consideradas ‘inútiles’, que causan caos y destrucción. Así, por
ejemplo, a los hijos de Elí se les llama «hijos de Belial» (1 Samuel 2:12,
versión del rey Jaime; ‘impíos’ en la RV). El pecado produce caos y
destruye la buena relación entre Dios y los hombres.4
Lo contrario del pensamiento egoísta de contenerse a la hora de
dar es una forma de dar con la ‘mano abierta’. Dios ha dado al pueblo
la Tierra prometida, buena, llena de bendiciones. Esta tierra es la he-
redad de Israel y una dádiva del Señor su Dios. Y por eso tiene que ser
parte de la vida de cada israelita, y no solo de los ricos, los afortunados
o los hábiles. Cada miembro del pueblo del pacto podía participar de
la herencia que Dios había dado. Incluso cuando fueran tan desafortu-
nados de perder su tierra, esta había de serles devuelta, como leemos
en Levítico 25, según las regulaciones sobre el así llamado año del
jubileo.
Levítico 25 combina las normas y regulaciones acerca del año de
reposo con las acerca del año del jubileo. Después de siete ciclos
de siete años (o después de siete años de reposo), hay un quincuagé-
simo año llamado el año del jubileo. Levítico 25:10b prescribe: «... y
volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su fami-
lia.» La gente era liberada de sus deudas, la tierra que habían perdido
se les era devuelta y los esclavos eran liberados. El capítulo en su tota-
lidad se ocupa de los israelitas que trabajaban como esclavos para otra
persona porque no habían sido capaces de pagar sus deudas.5
Los israelitas no debían señorear con dureza sobre otros israelitas,
según Levítico 25:43. El motivo teológico para esta ordenanza es que
Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto para ser sus sier-
vos. Los israelitas no estaban destinados a ser esclavos de otros seres
humanos, y especialmente no de otros israelitas (Lv. 25:42–46, 55). El

La cancelación de deudas | 103


pueblo del pacto no debía dividirse en una clase dirigente y una clase
de siervos explotados.
En la sociedad babilónica, los esclavos pertenecían a la clase
más baja y eran considerados posesiones. Si un esclavo escapaba y
alguien le ayudaba dándole refugio, esa persona debía ser muerta.6
Según Deuteronomio 23:15, 16, sin embargo, un esclavo fugitivo que
encuentra refugio no debería ser devuelto a su amo. Las regulaciones
en la Torá sobre los esclavos y la esclavitud son mucho menos duras
comparadas con las que encontramos en otros escritos del antiguo
Oriente Próximo, a pesar de que algunas se parecen bastante.
En el Antiguo Testamento, un amo que pegaba a su esclavo de tal
manera que moría, tenía que ser castigado (Éxodo 21:20). En el Có-
digo de Hammurabi (párrafo 116) encontramos una regla acerca de la
muerte de alguien que trabajaba para otra persona por estar endeuda-
do. Si su amo le pegaba y este moría, el castigo para el amo dependía
del tipo de estatus que tenía el esclavo: si venía de una familia de
esclavos, el único castigo era pagar una multa. Pero si el esclavo había
sido el hijo de un hombre libre, entonces el ¡hijo! del amo que le pegó
tenía que ser muerto.7 El tipo de regla que encontramos en Éxodo
21:26, 27 es completamente ajeno al Código de Hammurabi:

Si alguno hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo da-


ñare, le dará libertad por razón de su ojo. Y si hiciere saltar un
diente de su siervo, o un diente de su sierva, por su diente le dejará
ir libre.

La opinión del Antiguo Testamento era que un esclavo era una perso-
na con sus derechos. Hans Boecker observa: «Tiene derechos propios,
particularmente el derecho a la integridad corporal».8
Los acontecimientos narrados en Jeremías 34 nos recuerdan a las
regulaciones acerca de la liberación de los esclavos. El rey Sedequías,
que está en peligro porque los babilonios han rodeado Jerusalén, de-
cide que los ricos libren a sus esclavos. Él espera que, si empieza a
guardar la ley de la liberación de los esclavos, esta obediencia tendrá

104 | La cancelación de deudas


como resultado la liberación de sus enemigos. Los esclavos son libe-
rados y, efectivamente, los babilonios se retiran. En ese momento, sin
embargo, los ricos vuelven a sujetar a sus esclavos. Obviamente, no
es la forma en que se debía aplicar la ley. Jeremías recibe una palabra
de Dios promulgando un juicio severo sobre los propietarios de los
esclavos: serán entregados a los babilonios. Serán ‘liberados’ para caer
bajo la espada, la peste y el hambre (Jer. 34:17b).
El propósito del año de reposo y el año del jubileo era que se res-
taurase la situación original en el país. Alguien que tenía deudas po-
dría empezar de nuevo, como si nunca hubiese tenido deuda alguna.
Las tierras serían devueltas al propietario original o a su familia. De-
trás de estas reglas, otra vez, está la idea de que la tierra es la heredad
que se ha dado al pueblo del pacto en su conjunto. Cada israelita, in-
dividualmente, debería disfrutar de su porción. La tierra era necesaria
para los ingresos y para la vida y por consiguiente tenía que quedarse
en la familia. Por eso hay también reglas acerca del rescate de la tierra
por un miembro de la familia (Lv. 25:23–25). Jeremías 32 da un ejem-
plo de tal rescate. Jeremías recibe un mandato de Dios de comprar un
terreno del hijo de su tío para que esta tierra se quede en la familia.
No sabemos si Israel cumplía sí o no con el año del jubileo. Pero
es evidente que no se guardaba regularmente – si no, los libros histó-
ricos y proféticos habrían hecho referencia a su observancia. Levítico
26:34, 43 y 2 Crónicas 36:21 conectan el incumplimiento del año del
jubileo con el número de años de exilio: durante el período de exilio,
por fin la tierra estará en barbecho. En 2 Reyes 25:12 leemos que el co-
mandante de los babilonios, mientras lleva a la gente más importante
de Judá al exilio, «de los pobres de la tierra dejó... para que labrasen
las viñas y la tierra». De esta manera inesperada, los pobres recibieron
al final la porción de la tierra que deberían haber recibido antes. A pe-
sar de la legislación en la Torá, hubo una distinción cada vez más clara
entre ricos y pobres en Israel. Esto ya se ve cuando Salomón utiliza a
gente para llevar a cabo sus planes de construcción. En 1 Reyes 9:22
leemos que los israelitas no habían sido esclavizados, a diferencia de
la gente de otras naciones que aún quedaban en Canaán (vv. 20, 21).

La cancelación de deudas | 105


Pero, después de la muerte de Salomón, se hizo evidente que también
los israelitas habían vivido bajo un yugo pesado durante su reinado (1
R. 12:4).
Por las palabras de los profetas sabemos que los ricos explotaban
a los pobres. Los profetas protestan abierta y fuertemente contra esto.
Miqueas, por ejemplo, proclamó:

¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal,


y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano
el poder! Codician las heredades, y las roban; y casas, y las toman;
oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad. (Mi. 2:1, 2)

CONCLUSIONES
• Como hemos visto una y otra vez, la ética veterotestamentaria es
‘teocéntrica’. Es «Jehová tu Dios» quien da la ley a su pueblo del
pacto, es Él que lo bendice y que por tanto le da todo lo necesario
para obedecer sus ordenanzas. Es el tiempo del Señor para perdonar
las deudas.
• La forma en que Israel resuelve los asuntos de la tierra y la pobreza
tendría que ser un ejemplo, un paradigma, de cómo debería ser el
mundo de Dios. Hay bendición para todos y no debería haber gente
pobre.
• La ética veterotestamentaria está basada en la gracia de Dios: Él ha
dado la tierra y Él da bendiciones a su pueblo.
• El carácter teocéntrico de los mandamientos significa también que
tienen que ver con la vida en su plenitud, ya que Dios es el Dador
de la vida.
• No hay una división estricta entre una vida ‘espiritual’ y una vida ‘fí-
sica’. La totalidad de la vida, incluida el área de la economía, es para
vivirla a la luz de la presencia de Dios. La ética veterotestamentaria
es una manera de vivir. La gente muestra que sirve a Dios al guardar
sus mandamientos – y esta obediencia culminará en bendición para
la tierra e incluso en la desaparición de la pobreza.

106 | La cancelación de deudas


• La tierra tiene un papel importante en la historia de Israel. Lo vimos
claramente en el triángulo de Wright, y también en Deuteronomio
15:1–11.
• La ética en el Antiguo Testamento no trata (solamente) sobre indi-
viduos, sino sobre la comunidad. Trata de ‘tu hermano’, ‘tu pobre’,
‘tu menesteroso’.
• En el capítulo final consideraremos algunas implicaciones de Deu-
teronomio 15:1–11 para la iglesia neotestamentaria.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

1. ¿Quiénes son los ‘extranjeros’, las ‘viudas’ y los ‘huérfanos’


en nuestra sociedad? ¿Y cómo podemos, como cristianos,
cumplir la ordenanza del Antiguo Testamento de cuidar
de ellos?

2. ¿Hay alguna diferencia entre haber experimentado la


‘esclavitud’ tú mismo, o no? La forma en que tratas a los
demás, ¿cómo es influenciada por lo que tú mismo has
experimentado?

La cancelación de deudas | 107


6.
La guerra: aplicar el marco teórico

N o son pocos los cristianos que argumentan que el Antiguo Tes-


tamento no es para ellos porque es un libro lleno de guerras y violen-
cias. ¿Es esa una impresión correcta? ¿Está el Antiguo Testamento
lleno de guerras? ¿Cómo habla de la guerra?
En primer lugar, podríamos marcar una diferencia entre el ideal
bíblico y lo que pasó realmente. En este estudio nos ocupamos so-
bre todo del ideal. ¿Qué mandamientos, qué valores éticos dio Dios a
su pueblo? Si Israel guardó estos mandamientos, sí o no, eso es otro
asunto. Como observa Wenham:

Es evidente que ni Génesis, ni Jueces [el libro del que se ocupa espe-
cialmente], sostiene todas las acciones de sus actores como admira-
bles, sino que Dios actúa mostrando su gracia a su pueblo falible.1

¿Cómo podemos imaginarnos a Dios pensando en la guerra? ¿Es


posible que un Dios que da leyes acerca de la guerra pueda ser
también un Dios que es amor? ¿Es el Antiguo Testamento de veras
completamente diferente al Nuevo Testamento, donde Jesús dice:

La guerra | 109
«Ama a tus enemigos»? De hecho, tenemos que preguntar si el Nue-
vo Testamento es realmente un libro ‘pacifista’. Los pasajes neotesta-
mentarias acerca del futuro usan mucho lenguaje que proviene de la
batalla (véase Marcos 13:7; Apocalipsis 6:3–8; 19:11–21). Volveremos
a esta pregunta en el último capítulo.
Algunos teólogos argumentan que las reglas acerca de la guerra
son, en esencia, el producto de una o varias fuentes teológicas en Israel,
y que se las puede considerar simplemente como las opiniones de estos
grupos de redactores o autores. Algunas de las leyes, aseguran, provie-
nen de un grupo estricto de gente que estaba declarando la guerra a
las influencias extranjeras.2 Basándose en esto, uno podría decir que
el Antiguo Testamento solo contiene diferentes opiniones sobre y acti-
tudes frente a la guerra.3 Estos estudiosos concluyen que los distintos
pasajes son simplemente la obra de seres humanos y que, por lo tanto,
tienen menos autoridad que la revelación de Dios y son un problema
de menor importancia.
Pero, si creemos que Dios se revela en su Palabra, entonces es
muy importante que escuchemos a los textos antes de que dictemos
sentencia. Primero, estudiaremos con atención Deuteronomio 20:

Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballos


y carros, y un pueblo más grande que tú, no tengas temor de ellos,
porque Jehová tu Dios está contigo, el cual te sacó de tierra de
Egipto. Y cuando os acerquéis para combatir, se pondrá en pie
el sacerdote y hablará al pueblo, y les dirá: Oye, Israel, vosotros
os juntáis hoy en batalla contra vuestros enemigos; no desmaye
vuestro corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalen-
téis delante de ellos; porque Jehová vuestro Dios va con vosotros,
para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros.

Y los oficiales hablarán al pueblo, diciendo: ¿Quién ha edifica-


do casa nueva, y no la ha estrenado? Vaya, y vuélvase a su casa,
no sea que muera en la batalla, y algún otro la estrene. ¿Y quién
ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella? Vaya, y vuélvase a

110 | La guerra
su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la disfrute.
¿Y quién se ha desposado con mujer, y no la ha tomado? Vaya, y
vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la
tome. Y volverán los oficiales a hablar al pueblo, y dirán: ¿Quién
es hombre medroso y pusilánime? Vaya, y vuélvase a su casa, y no
apoque el corazón de sus hermanos, como el corazón suyo. Y cuan-
do los oficiales acaben de hablar al pueblo, entonces los capitanes
del ejército tomarán el mando a la cabeza del pueblo.

Cuando te acerques a una ciudad para combatirla, le intimarás la


paz. Y si respondiere: Paz, y te abriere, todo el pueblo que en ella
fuere hallado te será tributario, y te servirá. Mas si no hiciere paz
contigo, y emprendiere guerra contigo, entonces la sitiarás. Luego
que Jehová tu Dios la entregue en tu mano, herirás a todo varón
suyo a filo de espada. Solamente las mujeres y los niños, y los ani-
males, y todo lo que haya en la ciudad, todo su botín tomarás para
ti; y comerás del botín de tus enemigos, los cuales Jehová tu Dios
te entregó. Así harás a todas las ciudades que estén muy lejos de ti,
que no sean de las ciudades de estas naciones.
Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por
heredad, ninguna persona dejarás con vida, sino que los destrui-
rás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al
heveo y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado; para que
no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos
han hecho para sus dioses, y pequéis contra Jehová vuestro Dios.

Cuando sities a alguna ciudad, peleando contra ella muchos días


para tomarla, no destruirás sus árboles metiendo hacha en ellos,
porque de ellos podrás comer; y no los talarás, porque el árbol
del campo no es hombre para venir contra ti en el sitio. Mas el
árbol que sepas que no lleva fruto, podrás destruirlo y talarlo, para
construir baluarte contra la ciudad que te hace la guerra, hasta
sojuzgarla.
***

La guerra | 111
ISRAEL EN SU CONTEXTO
Deuteronomio se nos presenta como un largo sermón dado por Moi-
sés justo antes de que el pueblo de Israel entrara a la Tierra prometida
de Canaán. Deuteronomio 20 da regulaciones acerca de lo que de-
bía hacer Israel cuando encuentren otras gentes en el país o cuando
sean atacados por otras naciones. El pasaje no trata sobre conquistar
el mayor número posible de otros países y naciones. No se enaltece
la guerra. Algunos estudiosos piensan que Deuteronomio fue escrito
mucho tiempo después de la conquista de Canaán, y que la ley acerca
de la guerra data del tiempo de la monarquía. T. R. Hobbs argumen-
ta que Deuteronomio 20, 21 y 23 menciona a naciones extranjeras
que eran importantes en la época de los reyes, cuando la guerra se
había vuelta más agresiva que en tiempos anteriores.4 Deuteronomio
20 no promueve en absoluto la guerra de agresión, como veremos
– aunque Hobbs interpreta el capítulo más negativamente. Wright
sabe defender una fecha mucho más temprana para el pasaje y explica
que esta ley efectivamente fue dada antes de la conquista del país. Él
argumenta que no tenía sentido que estas reglas fueran puestas por
escrito en un tiempo posterior, cuando todo el mundo sabía que no
se cumplieron.5
Israel tuvo que lidiar con varios grandes reinos durante su histo-
ria veterotestamentaria. Estos reinos, a su vez, intentaban extender
sus áreas de influencia a costa de otras naciones como Israel. Geográ-
ficamente, la tierra de Canaán estaba situada entre algunas grandes
potencias: Egipto por un lado, y Asiria y luego Babilonia por el otro.
Durante un largo período había una lucha continua por la supremacía
entre la gran potencia al oeste de Israel y la que estaba al noreste.
Cada vez que estas potencias querían atacarse entre ellas, atravesaban
la tierra de Israel.
La guerra era una realidad más o menos corriente en el Antiguo
Oriente Próximo. Algunas potencias, como Asiria, no tenían fronteras
fijas, como una línea costera. Por lo tanto, los asirios eran bastante
vulnerables y se desplazaban continuamente para proteger su reino y
su área de influencia frente a invasores.

112 | La guerra
A los asirios se les describe a menudo como gente sin piedad, cruel
y sin respeto alguno por la vida humana. En sus escritos y relieves que
muestran sus métodos de guerra, hay ejemplos de pueblos conquista-
dos llevados en cautividad. A algunos de los cautivos se les desollaba
vivos, a otros, se les decapitaba. Hay relieves que representan casas
siendo destruidas y quemadas. Los asirios se mostraron especialmen-
te despiadados con naciones que no se entregaban voluntariamente.
Sin embargo, no todo los reyes asirios eran imperialistas.
Durante algunos períodos había más guerra que durante otros. La
forma en que los asirios se representaban tenía también un propósito
para la ‘guerra psicológica’. Querían que otras naciones creyesen que
eran una nación extremadamente cruel y poderosa, para que se entre-
gasen inmediatamente. Por miedo, los otros pueblos les darían dinero
y otros tesoros para evitar un ataque de los asirios.
Estos comentarios atenuantes no pretenden sugerir que los asirios
no llevasen a cabo guerras crueles. Uno de sus motivos para luchar era
de carácter económico. Después de cada conquista se llevaron ricos te-
soros del país conquistado. Un aspecto llamativo de su método de gue-
rra era la deportación de la gente. Ellos utilizaron estos cautivos para
enormes proyectos de construcción en Asiria, pero la deportación era
también un medio de dispersar a la gente para evitar una rebelión.6

LA GUERRA EN ISRAEL
Las reglas para la guerra en Deuteronomio se diferencian de las prác-
ticas habituales de aquel tiempo en por lo menos un sentido impor-
tante: no hay un mandato para expandir el país conquistando los
territorios de las naciones vecinas – no hay motivo para una guerra
imperialista. Israel no necesita conquistar el resto del mundo para
demostrar la grandeza del Señor. El plan para Israel no es llegar a
ser una potencia mundial de primer orden como los asirios mismos y
otros pensaban que debían ser.
Puesto que las guerras eran una realidad cotidiana, Israel tenía
que defender la tierra que le fue dada. Si uno no defiende su propio

La guerra | 113
territorio, lo va a perder. Israel no era una ‘entidad espiritual’, sino
física y política – gente real en un país real que muchas veces estaba
en la ‘lista de compra’ de otras potencias que también querían poseer
esa tierra.
Pero las reglas acerca de la guerra en Deuteronomio 20 son muy
restrictivas. En el versículo 1 se hace evidente que la fuerza de Israel
no está en caballos, ni carros, ni grandes ejércitos – todo ello muy
importante en las tácticas de guerra de otras naciones. Israel no ha de
ser una superpotencia que puede oprimir a otros. Eran, de hecho, «el
más insignificante de todos los pueblos» (Dt. 7:7) y debían encontrar
su fuerza en Dios.
El versículo 1 expone en segundo lugar que la guerra de Israel es
‘asunto’ de Dios, por decirlo así. La guerra no trata de su poder, trata
de la tierra que Dios les ha dado. Él está luchando contra sus enemigos
(véase v. 4). Además, hay reglas sobre la posible reducción del número
de soldados. Aplicar estas reglas hará que el ejército israelita se vuelva
más pequeño en vez de que aumente. Esto es una actitud bastante ex-
traordinaria frente al ir a la guerra. Si un hombre es recién casado, o
tiene una casa nueva o acaba de plantar una viña, ¡que disfrute de estas
bendiciones que Dios le ha dado en la Tierra prometida! ¿Hay alguien
miedoso o pusilánime? Que vuelva a su casa. Una buena ilustración de
esta regla la encontramos en la historia de Gedeón (Jueces 7:3).
Todo esto deja muy claro que la victoria no se obtendrá gracias a
la fuerza y el poder humano de Israel, sino porque el Señor está con
ellos. No se enaltece el papel humano en las guerras.
Los versículos 10–18 exponen una distinción entre ciudades
lejanas y aquellas que están cerca – o sea, las ciudades de los pue-
blos cananeos. Génesis 15:16 dice acerca de uno de esos pueblos, los
amorreos, que serán echados del país por su maldad. Después de su
promesa a Abraham acerca de la tierra, Dios había concedido algún
tiempo a los pueblos como los amorreos para cambiar y convertirse,
pero ahora su pecado «ha llegado a su colmo». Sobre las naciones en
Canaán,7 Deuteronomio 9:4–6 dice:
***

114 | La guerra
No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado
de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a
poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones Jehová
las arroja de delante de ti. No por tu justicia, ni por la rectitud de
tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad
de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para
confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac
y Jacob. Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu
Dios te da esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de
cerviz eres tú.

LOS CANANEOS
Así que, ¿qué hay de los cananeos? ¿Qué pensar de Deuteronomio
20:17 donde dice que Israel debe destruir a los pueblos que viven en
Canaán? (Los varios grupos pueden unirse bajo el epígrafe de ‘cana-
neos’.) Muchos cristianos y no cristianos tienen dificultad con este
mandato. Algunos intentan resolver el problema asegurando que Dios
no lo ordenó, sino que los israelitas pensaban que lo hizo. Pero no hay
ninguna indicación en el texto que parece justificar esto. Versículos
como Deuteronomio 7:1, 2 y 20:17 son difíciles.
El Antiguo Testamento da dos razones importantes para este se-
vero mandato. En primer lugar, Israel está llevando a cabo el juicio
de Dios sobre los cananeos a causa de su gran impiedad, véase arri-
ba. No porque Israel sea mejor, moralmente, que las otras naciones.
Eso queda claro de los versículos citados en Deuteronomio 9:4–6.
No es por un sentimiento de superioridad que Israel mataría a los
cananeos.
¿Cuál era entonces la impiedad de los cananeos? El profesor Alan
Millard me dijo en una conversación privada: «No hay que olvidar
que eran muy violentos, incluso frente a su propia gente.» La violen-
cia es también el rasgo característico de una de sus deidades, Anat, la
hermana de Baal. Lo leemos en las tabletas de barro cocido encontra-
das en Ugarit (en la Siria actual). Como allí se adoraba a Baal, nos dan

La guerra | 115
una comprensión de la religión de Baal que era también popular entre
los cananeos. El pasaje sobre Anat dice:

Arroja ella sillas a las tropas,


Arrojando mesas a los soldados,
Taburetes a los héroes.
Mucho golpea y mira,
Lucha y contempla.
Anat satura su hígado de risas.
Su corazón está lleno de alegría,
Porque la mano de Anat es victoria.

Porque hasta la rodilla se hunde en la sangre de los soldados,


Hasta el cuello en las vísceras de las tropas.
Hasta que es saciada golpea en la casa,
Lucha entre las dos mesas,
Derramando la sangre de soldados.
Vertiendo el aceite de paz de un cuenco,
La virgen Anat lava sus manos,
La progenitora de héroes, sus dedos.
Lava sus manos en la sangre de soldados,
sus dedos en las vísceras de tropas.8

En el Antiguo Testamento, Dios es representado también como un gue-


rrero, pero no se regocija en ello y no se enfada simplemente – siempre
hay un motivo moral para traer juicio. Es a causa de infringir los man-
damientos de Dios que viene el juicio y no porque Dios ‘se regocija en
la violencia’, como parece ser en el caso de Anat.
Deuteronomio 12:29–31 menciona otro aspecto de los cananeos,
que es el sacrificio de niños:

Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones


adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra,
guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean

116 | La guerra
destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, dicien-
do: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo
también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa
abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues
aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses.

Se menciona esta práctica en varios lugares en el Antiguo Testamento.


Incluso algunos de los reyes de Israel se involucraron en esta costum-
bre horrible, como Manasés (2 Reyes 21:6). Hay pruebas del sacrificio
de niños en Cartago, una colonia fenicia del norte de África. Los feni-
cios vivían al norte de Israel y adoraban a Baal. (Ugarit, véase arriba,
pertenecía a Fenicia.)
Otra característica de los cananeos era el uso de prácticas ocultas,
como leemos en Deuteronomio 18:9–13:

Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás


a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea ha-
llado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni
quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero,
ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muer-
tos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace
estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas
naciones de delante de ti. Perfecto serás delante de Jehová tu Dios.

Así que, aparte de juzgar a las naciones de Canaán por su pecado, hay
otro motivo detrás de las reglas estrictas sobre su expulsión de la tie-
rra: ellos son un peligro para Israel a causa de su idolatría (Dt. 20:18).
Si Israel no destruye completamente a estos pueblos, esto es lo que
pasará: «para que no os enseñen a hacer según todas sus abominacio-
nes que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra Jehová vues-
tro Dios». El principio más importante que hay detrás de las reglas en
los versículos 16–18 acerca de la extinción de las naciones cananeas es
que Israel tiene que quitar todo lo que puede hacer que den la espalda
a Dios y pequen.

La guerra | 117
En Deuteronomio 7:1–6 y 25, 26 encontramos el mismo motivo
para luchar contra las otras naciones en el país. Seguir otras religiones
es completamente opuesto a servir al Señor – y por tanto pondría en
peligro la existencia de Israel como pueblo de Dios. Este peligro es
también la razón por la que Dios prohíbe el matrimonio entre israeli-
tas y otros (Dt. 7:3, 4). Inevitablemente, la idolatría se infiltraría poco
a poco en tales relaciones. Israel tenía que estar totalmente compro-
metido con Dios y servirle con todo el corazón. Como dice Deutero-
nomio 7:6, «Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová
tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los
pueblos que están sobre la tierra.»
Si Israel pierde su identidad porque sirve a otros dioses, perde-
rá su existencia – dejará de ser el pueblo de Dios o dejará de ser un
pueblo sin más. La guerra contra los cananeos es por lo tanto no una
cuestión de imperialismo, odio o crueldad. Se trata, más bien, de Is-
rael preservando su identidad como un pueblo dedicado al único Dios
verdadero.
¿Qué hay del cumplimiento de la orden de matar a todos los
cananeos? Deuteronomio 7:2, 3 parece indicar que los cananeos se-
guirán estando allí, porque si no, no tiene sentido mencionar la (im)
posibilidad de casarse con ellos. Otros pasajes también dejan claro
que no se cumplió esa orden, como 1 Reyes 9:20, 21. Esto puede ser
un alivio para los lectores de hoy, pero el inconveniente de ello era
que el culto de Baal de los cananeos siempre continuaba siendo una
amenaza para la fe de Israel y (por tanto) para su existencia como el
pueblo de Dios.

Hay algunas cosas importantes más que mencionar.


En primer lugar, Israel sufriría el mismo destino que los cananeos
(ser echados de su tierra) si ignorara los mandamientos de Dios y si-
guiera las prácticas de estas naciones:

Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos


de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afir-

118 | La guerra
mo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. Como las na-
ciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis,
por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios.
(Dt. 8:19, 20; véase también Lv. 18:28).

Así que, de nuevo, la razón de que estas naciones tenían que ser ex-
pulsados no es porque una nación (Israel) era mejor que las demás.
Segundo, no se trata de la identidad étnica, como si todos los
‘extranjeros’ fuesen condenados. Cuando Rahab esconde a los espías
israelitas y está claro que quiere seguirles en su adoración del único
Dios, ella es aceptada como miembro del pueblo del pacto.9
Tercero, esta ordenanza solo era válida para ese período particular
en la Historia. No se repite en el resto de la Biblia ¡y nunca se la puede
aplicar como una ‘excusa’ para matar a otra nación o raza!

ASPECTOS HUMANITARIOS
Israel debía ofrecer paz a ciudades lejanas antes de que sucediese nin-
guna otra cosa (Dt. 20:10). Si estas ciudades respondiesen de manera
positiva, sus habitantes podrían quedarse en su propia tierra y se so-
meterían a Israel. No se les debía maltratar. Sin embargo, si rehusasen
de hacer la paz, Israel tenía que comenzar la batalla.
El final de Deuteronomio 20 expone algunas reglas, cuya per-
tinencia continuada resulta evidente: en tiempos de guerra, no se
debían destruir los árboles frutales o talarlos para construir instru-
mentos de asedio. Este decreto marca un gran contraste con la cos-
tumbre de los asirios. Cuando una ciudad no se sometía a ellos, solían
retirarse y quemar y destruir la cosecha, los árboles y las casas de los
alrededores.10
En Deuteronomio 21:10–14 encontramos algunas regulaciones
humanitarias acerca de las mujeres cautivas. Si un israelita se casara
con una de esas mujeres, no se le permitía venderla o tratarla como a
una esclava si dejara de estar contento con ella. Tenía que respetarla
como un ser humano valioso.

La guerra | 119
En este contexto merece la pena estudiar la forma en que algunas
otras naciones, salvo los cananeos, fueron tratadas. Deuteronomio 2
enumera tres naciones a las que Dios había dado tierras –todas ellas
tienen una relación histórica con Israel–. En el caso de Edom, la co-
nexión viene por Esaú, cuyos descendientes son el pueblo de Edom. A
Israel no le estaba permitido luchar contra Edom, ni tomar nada de su
tierra, porque Dios lo ha dado a los hijos de Esaú (vv. 4–6). Lo mismo
vale para Moab (v. 9) y para Amón (v. 19), naciones que están relacio-
nadas con Israel a través de Lot, el sobrino de Abraham.
Deuteronomio 23:3–8 habla de si había que permitir a otras nacio-
nes entrar en la congregación de Jehová. La respuesta a esta pregunta
depende de cómo cierta nación ha tratado a Israel en el pasado. El rey de
Moab había querido maldecir a Israel por medio de Balaam, y los amoni-
tas habían obstaculizado el viaje de Israel hacia la Tierra prometida. Nin-
guna de estas naciones, por tanto, podían pertenecer a la congregación
de Israel. Edom, sin embargo, está relacionado a Israel a través de Esaú y
los egipcios ofrecieron hospitalidad a Jacob y a su familia. Es un pasado
más distante, y no la historia reciente de Egipto, que se tiene presente
aquí. Antes que ser estrictas, estas reglas son de hecho, de un carácter
muy abierto frente a otras naciones. La valoración de estos otros pueblos
depende de su actitud hacia Israel y su relación con él. Si actúan positi-
vamente, participarán de sus bendiciones (véase también Génesis 12:3).

LA REALIDAD
Hemos dicho antes que hay una diferencia entre la teoría de la ley y
lo que pasó en realidad. ¿Cumplía Israel realmente estas regulaciones
sobre la guerra?
No hay una respuesta simple a la pregunta de si Israel libraba sus
guerras siempre de un modo humanitario. Gran parte de lo que pasó
exactamente en las guerras no lo sabemos. Pero leemos, sin embargo,
que los oficiales de Ben–adad, el rey de Siria, le dicen: «He aquí, he-
mos oído de los reyes de la casa de Israel, que son reyes clementes»
(1 Reyes 20:31).

120 | La guerra
La Biblia también es honesta sobre los fracasos de los reyes de
Israel. Incluso un rey ‘ideal’ como David no es presentado como in-
tachable. Sorprende leer en 1 Crónicas 28:3 que a David no se le per-
mitió construir el templo por haber derramado mucha sangre. Este
comentario es tanto más sorprendente cuanto que los libros de Cró-
nicas apoyan claramente el reinado de David. En medio de otras na-
ciones, como los asirios y los babilonios, a un guerrero como David se
le hubiera admirado en gran manera por su éxito en la batalla. Pero
el hecho de que, al ser guerrero, a David no se le permite edificar el
templo concuerda con Deuteronomio 20, la ley acerca de la guerra. La
situación ideal no es la guerra, sino la paz. El rey ideal no es el rey que
lucha y conquista las tierras de otros pueblos. Varias profecías sobre
el futuro dibujan una situación de paz, cuando las espadas se conver-
tirán en «rejas de arado» y las lanzas en «hoces» y las naciones «no se
adiestrarán más para la guerra» (Isaías 2:3 y Miqueas 4:3).
La mayoría de los profetas en el Antiguo Testamento considera el
poder de las grandes potencias de sus días como relativo. Cualquiera
que ve las imágenes del tipo de armas que tenían los egipcios, puede
imaginarse cuán impresionantes fueron las palabras de Isaías:11

¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en


caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y
en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni
buscan a Jehová!

Y los egipcios hombres son, y no Dios; y sus caballos carne, y no


espíritu; de manera que al extender Jehová su mano, caerá el
ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una.
(Is. 31:1, 3)

El pueblo de Dios necesitaba valor para confiar en Dios, que es invisi-


ble, mientras los impresionantes poderes militares estaban presentes
y amenazantes.
***

La guerra | 121
EL REY
En sus numerosos textos, los reyes asirios se referían muchas veces
a sí mismo como «rey fuerte, rey del Universo». Alardeaban de sus
conquistas gloriosas de otras naciones y lugares, y de las guerras que
libraron en nombre de sus dioses.12 Albert Grayson describe las ins-
cripciones reales asirios así: «El motivo de la redacción de las inscrip-
ciones reales era la exaltación del monarca. A pesar del marcado tono
religioso de las inscripciones reales, el centro de cada una de ellas es
el rey.» 13
En otro libro, Grayson remite a un texto de Tiglat –Pileser I en el
que dice, después de introducirse según la manera típica como «rey
del Universo, rey de Asiria»: «El dios Ashur y los grandes dioses... me
ordenaron extender los límites de su tierra.» 14
Las enormes estatuas de ellos mismos que algunos de estos reyes
del Antiguo Oriente Próximo habían erigido, como las de Egipto, tam-
bién dan testimonio de la importancia que ellos mismos se daban. Los
reyes de Israel y de Judá, sin embargo, tenían un papel muy diferente
dado por Dios. No se han encontrado estatuas reales de estos reyes.
William Hallo comenta que la ausencia de monumentos reales, tales
como encontramos por todas partes en el Antiguo Oriente Próximo,
se debe a que la norma israelita era la teocracia:

Dios era el único rey legítimo ya desde la exaltación de Dios que


se celebró en el arcaico Cántico del Mar (Éxodo 15, especialmente
v. 18). Él asumía la mayoría de los papeles que jugaba el rey, y
especialmente el rey divino, en las culturas de alrededor... 15

Deuteronomio 17:14–20 contiene algunas regulaciones sobre la rea-


leza en Israel. Si Israel decidiera tener un rey, que al parecer no era
inevitable, el rey tendría que ser elegido por Dios. Su rey había de ser
diferente a los reyes de otras naciones: no debía acumular demasiado
poder o riquezas o tener muchas esposas. Lo único que debía hacer es
escribir para sí mismo una copia de de la ley de Moisés y leer en ella
«todos los días de su vida» (vv. 18, 19). Él era tan dependiente de la

122 | La guerra
ley de Dios como lo era cualquier otro y de ningún modo debía consi-
derarse mejor que sus hermanos (vv. 19, 20). Desde la perspectiva de
Dios, el rey es simplemente el primero entre iguales. Deuteronomio 17
nos presenta un rey sin mucho poder o poderío, un verdadero siervo
de Dios y de su pueblo. El rey ideal en Israel no es un guerrero y, com-
parado con otras naciones, la realeza en Israel es un asunto bastante
modesto. McConville enfatiza el hecho de que el papel del rey en Israel
era bastante restringido, particularmente según Deuteronomio:

Está claro que Deuteronomio se propone circunscribir los pode-


res del rey (17:14–20). El rey, además, no tiene un lugar esencial
en el cuadro compuesto en Dt. 16:18 – 18:22, y puede ser puesto
solamente a petición del pueblo (17:14–15; comp. 28:36). A dife-
rencia de otros reyes antiguos, no libra batallas, no tiene harén, ni
obtiene riquezas.16

Las guerras no se emprendían para exaltar al rey de Israel o fomen-


tar el nacionalismo. Los profetas estaban en una posición de poder
valorar críticamente al rey, y la nación hasta podía ser expulsada de
su tierra si desobedeciera las leyes de Dios. Por lo tanto, en Israel,
entre Dios, el rey, la nación y la tierra, no había automáticamente
una alianza. Es interesante ver que Israel no fue sacado de Egipto por
un rey –guerrero, sino por un profeta – y que fue Dios quien luchó
por ellos.17
Todo esto implica que los criterios empleados para valorar a los
reyes en el Antiguo Testamento eran muy distintos a los criterios usa-
dos en el mundo alrededor. Un ejemplo claro de ello es la descripción
bíblica del rey Omri. 1 Reyes 16:21–27 menciona muy brevemente a
Omri, y la evaluación de su reinado es negativa: «Y Omri hizo lo malo
ante los ojos de Jehová, e hizo peor que todos los que habían reinado
antes de él» (1 R. 16:25). Por eso parece extraño que, mucho después
de la muerte de Omri, los asirios siguiesen refiriéndose a la casa de
Israel como la «casa de Omri». Aunque esto da a entender que Omri
era una persona importante en el mundo político de su tiempo, la

La guerra | 123
Biblia apenas registra sus logros. Las inscripciones reales de los reyes
asirios, exaltando todas sus proezas, contrastan fuertemente con este
tratamiento.
La monarquía era una cuestión ambivalente a lo largo de la his-
toria de Israel. Mientras Dios podría obrar por medio de la persona
del rey, como David, a menudo los reyes llevaron al pueblo a practicar
la idolatría. Con el tiempo, el rey Salomón se convirtió en el tipo de
rey contra el que Deuteronomio 17:17 previene. Acumuló grandes ri-
quezas y tomó por esposa a muchas mujeres de otros países, y estas
inclinaron su corazón tras otros dioses (1 R. 11:1–8). La división del
reino después de la muerte de Salomón era el juicio de Dios por sus
pecados (1 R. 11:9–13).

CONCLUSIONES
Las leyes sobre la guerra presentan varias cuestiones para la ética ve-
terotestamentaria.

• La ética está relacionada a aquello que Dios, en su gracia, ha dado. Él


ha dado la tierra como heredad para su pueblo y, por tanto, luchará
por ellos. Incluso esta ley sobre la guerra se promulga en el contexto
de lo que Dios da a su pueblo.
• Hemos visto que las leyes y ordenanzas de Dios revelan su ideal para
este mundo. ¿Se aplica esto también a las leyes sobre la guerra? En
este caso nos enfrentamos a un mundo roto. La Biblia nunca descri-
be la guerra como un ideal al que los reyes deberían dedicarse para
potenciar su carrera y mejorar su imagen. Deuteronomio 20 expone
claramente que a naciones lejanas había que ofrecer primeramente
la paz. Por consiguiente, el imperialismo no podía formar parte de
la mentalidad del rey o del pueblo. La fuerza de Israel no se encon-
traba en el poder militar humano.

Un conjunto diferente de reglas se aplicaba a las gentes que vivían


en Canaán, que por su idolatría eran un peligro para Israel como el

124 | La guerra
pueblo de Dios. A lo largo del Antiguo Testamento, el ideal de Dios
para su pueblo es que viva en paz en la Tierra prometida, con cada
miembro del pueblo del pacto disfrutando del fruto de la tierra. Los
profetas retratan un futuro ideal así. En el mundo roto en el que
vive Israel, sin embargo, el ideal solo se puede alcanzar quitando de
forma radical todo lo que contradice a Dios y sus leyes. El propósito
último de expulsar a los cananeos no es destruir a seres humanos,
sino más bien deshacerse de aquello que amenaza a Israel como el
pueblo de Dios. La ‘planta’ de la idolatría tenía que ser arrancada
de raíz para prevenir que creciese y ahogase al pueblo del pacto de
Dios.

• La imagen del rey en Deuteronomio 17 y la restricción del poder


militar en Deuteronomio 20 son paradigmáticas. El ideal no es un
gran ejército, ni tampoco el imperialismo. El tratamiento humani-
tario de naciones lejanas por parte de Israel también tenía que ser
un modelo.
• La ética veterotestamentaria es ‘teocéntrica’. Las leyes sobre la gue-
rra no se centran en el poder de seres humanos, sino más bien en
Dios que es el Señor de Israel y Rey de todas las naciones, sobre las
que gobierna también (Dt. 2). La ética trata solo de él y cómo ado-
rarle con todo el corazón, sin dejarse apartar por la idolatría.
• No hay una separación estricta entre asuntos ‘espirituales’ y ‘físicos’.
La fe que tenía Israel en Dios debía controlar incluso la manera en
que llevaba a cabo sus guerras.
• De nuevo vemos que la tierra juega un papel importante en la vida
de Israel como pueblo de Dios. Esta ley sobre la guerra trata explíci-
tamente de la posesión de la tierra.

La guerra | 125
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

1. ¿Una ‘guerra justa’ es posible, sí o no? ¿Por qué?


2. ¿Cómo se puede utilizar el hecho de que el siglo veinte
fue un siglo lleno de guerras en el diálogo con cristianos
a los que el Antiguo Testamento les resulta un libro
difícil de aceptar?

3. ¿Qué le dirías a gente que dice que la religión


fomenta la violencia, en referencia a los relatos
bíblicos de guerras?

126 | La guerra
7.
El Antiguo y el Nuevo Testamento.
La Iglesia

D espués de haber empleado un marco teórico para investigar los


principios detrás de la ética veterotestamentaria, en este capítulo nos
centraremos en el asunto de la pertinencia contemporánea. Ya vimos
que los cristianos difieren en sus opiniones sobre la pertinencia y el
uso de las ordenanzas y leyes veterotestamentarias en la iglesia hoy.1
Comenzamos con estudiar la relación entre el Antiguo y el Nuevo
Testamento.

LA RELACIÓN ENTRE EL ANTIGUO


Y EL NUEVO TESTAMENTO
El propio Nuevo Testamento habla de la pertinencia de las leyes
dadas en lo que llegaría a conocerse como el Antiguo Testamento.
El Antiguo Testamento narra la historia del pueblo de Israel y la
historia de Dios con el ser humano antes de la venida de Cristo. El
Nuevo Testamento trata de los judíos y no judíos que creen en Jesu-
cristo. Desde el comienzo del movimiento cristiano, una de las pre-
guntas fundamentales era si las leyes de Moisés deberían aplicarse

La Iglesia | 127
también a los creyentes no judíos. En otras palabras, ¿es el nuevo
pacto, iniciado por Jesús, tan ‘nuevo’ que el antiguo pacto está ahora
pasado de fecha e irrelevante? Los requisitos que se les presentaban
a los creyentes en ambas épocas, ¿acaso no eran completamente
distintos?
En el siglo ii, una persona llamada Marción enseñó que el dios
del Antiguo Testamento era un dios diferente al Dios del Nuevo Tes-
tamento. El primero era un dios ‘cruel’, el segundo un Dios de amor.
Marción enseñó que el Antiguo Testamento era un libro del pasado y
sin pertinencia para los cristianos. El canon podía prescindir de él. No
son muchos los cristianos que están de acuerdo con Marción, pero, en
la práctica, lo cierto es que muchos tienen problemas con el Antiguo
Testamento.
Otra discontinuidad latente en las mentes de lectores de la Biblia
es la que desarrolló Lutero, a saber la de ley (Antiguo Testamento)
versus gracia (Nuevo Testamento). Los dispensacionalistas, por ejem-
plo, tienden a esta posición al dividir la Historia en varias ‘dispensa-
ciones’.2
En la historia más reciente de la Iglesia, diferentes teólogos han
desarrollado una variedad de opiniones sobre el Antiguo Testamen-
to.3 Por ejemplo, el influyente erudito alemán Rudolf Bultmann
veía el Antiguo Testamento como la historia de un fracaso – mos-
trando cómo Israel había perdido su oportunidad de vivir según el
plan de Dios. El estudioso neerlandés Arnold van Ruler, sin embar-
go, argumenta que el Antiguo Testamento contiene todo lo que es
esencial para la fe cristiana; el Nuevo Testamento solo lo explica un
poco más.4
Aunque no podemos tratar todas las cuestiones hermenéuticas
sobre la relación entre los dos Testamentos en este breve estudio,
podemos sacar algunas ideas orientativas de nuestro estudio hasta
ahora, para ayudarnos a entender mejor la relación. Antes que nada,
hay algunas diferencias esenciales entre el Antiguo y el Nuevo Tes-
tamento.
***

128 | La Iglesia
EL ANTIGUO TESTAMENTO
EN EL NUEVO TESTAMENTO
El Nuevo Testamento dice que algunas cosas han sido cumplidas
ahora en Jesucristo y pertenecen al viejo pacto, a diferencia del
nuevo pacto. Un claro ejemplo de esto es el sistema de sacrificios.
El autor de la Carta a los Hebreos enfatiza una y otra vez que el
sacrificio de Jesucristo en la cruz compró, una vez y para siempre,
el perdón de los pecados. El sacrificio de Jesús es perfecto, y no
hacen falta más sacrificios (He. 10:12, 14, 18). Por consiguiente, los
cristianos tienen acceso libre a Dios y no dependen ya más de un
sacerdote terrenal para que ofrezca sacrificios por ellos (He. 9:7;
10:19). El autor dice que los sacrificios bajo el viejo pacto eran «or-
denanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar
las cosas» (He. 9:10).
Esto significa que se echa una nueva luz también sobre el lugar
donde, en tiempos del Antiguo Testamento, se ofrecían los sacrifi-
cios – inicialmente el tabernáculo y luego el templo. Jesús entró en
«el más amplio y perfecto tabernáculo, no hecho de manos» (He.
9:11, véase también v. 24).
Esto no significa que el Antiguo Testamento ya no tiene nada que
decirnos. Al contrario, el autor de Hebreos explica que estudiar la
historia de Israel, inclusive las leyes, aclara la obra de Jesucristo y su
posición en la tierra y en el cielo. El Antiguo Testamento deja claro
que Cristo es el mediador del nuevo pacto (He. 9:15), que él es el
sacrificio perfecto (7:27; 9:26–28; 10:10) y el sumo sacerdote per-
fecto (4:14; 6:20; 7:28). Muchas instituciones veterotestamentarias
señalan hacia delante, a Jesucristo; ellas prefiguraron la Luz del mun-
do. Las leyes relacionadas a ellas no son abrogadas simplemente – se
cumplieron.

LAS LEYES ALIMENTARIAS


El Nuevo Testamento vuelve de manera explícita a las leyes acerca de
los alimentos limpios e inmundos en Marcos 7 y Hechos 10. En este

La Iglesia | 129
último capítulo, el apóstol Pedro recibe una visión mientras está oran-
do. La visión de Pedro juega un papel importante en la conversión
de Cornelio, un no judío que está esperando a que el judío Pedro le
visite – antes de que Pedro lo sepa siquiera. Judíos y no judíos vivían
separados y no podían comer juntos a causa de las regulaciones sobre
los alimentos limpios e inmundos. En su visión, Pedro ve algo como
un gran lienzo lleno de todo tipo de animales limpios e impuros de los
cuales se le ordena comer. Pedro se niega, sin embargo, porque, como
judío que sigue fielmente las normas de la ley, nunca había comido
nada que fuera inmundo. Pero una voz le instruye: «Lo que Dios lim-
pió, no lo llames tú común» (Hechos 10:15).
Después de ver esta visión, llegan un unos hombres para llevar a
Pedro a la casa de un no judío. Allí, Pedro muestra que ha entendido
lo que Dios le quería decir, porque, cuando ve a Cornelio, le dice:
«Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse
o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a
ningún hombre llame común o inmundo» (Hch.10:28). Este relato
destaca ciertos paralelos entre los animales limpios e inmundos y los
judíos y los gentiles. Como hemos visto, las leyes alimentarias tenían
que ver con la separación de Israel como el pueblo de Dios. El papel
de Israel como modelo, o paradigma, incluía su dieta. La historia en
Hechos deja claro que, en Jesucristo, ya no hay más distinciones entre
diferentes gentes. En la iglesia de Jesucristo, judíos y no judíos están
unidos en el nombre de Jesús. La «pared intermedia de separación»
ha sido derribada (Efesios 2:11–22).
Entonces, ¿significa esto que podemos ignorar sin ningún pro-
blema la mayor parte de Levítico? Eso no sería muy sensato, porque
la iglesia tiene mucho que aprender aún de estos pasajes. Tenemos
que entender, por ejemplo, que Dios es un Dios de totalidad, santi-
dad y vida. Como los que aman a Dios, necesitamos aprender cómo
reflejar su santidad en nuestras vidas. Este llamado a la piedad, que
está en el corazón de estas leyes, no cambiará nunca, ni se hará ob-
soleta.
***

130 | La Iglesia
PERFECTO
En su vida y sus palabras, Jesús enfatizó una y otra vez la esencia de la
Ley. En el Sermón del Monte en Mateo 5 – 7, por ejemplo, vemos que
si alguien no mata a otra persona, sino que riñe con ella, aun así la ley
ha sido quebrantada. Si alguien mira a una mujer codiciándola, eso es
lo mismo que realmente cometer adulterio. Vivir de verdad según la
voluntad de Dios requiere tratar a otros con amor. Esto significa ir un
paso más allá de lo esperado en el cuidado del otro. También significa
apartarse de cualquier cosa que puede llevarnos a pecar. En Mateo
15:10–20, Jesús dice que la contaminación viene de las cosas peca-
minosas que viven en nuestro corazón. Seguir reglas sobre limpieza y
contaminación, sin la pureza interior, no tiene sentido.
En Mateo 5:48, Jesús manda a sus seguidores: «Sed, pues, voso-
tros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.»
Estas palabras son casi iguales a las de Levítico 19:2: «Santos seréis,
porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.» Dios es el Santo, sin peca-
do, e Israel fue separado de otros para servirle. Tenían que dedicarse
a Él con todo su corazón, ser «perfectos». La palabra hebrea para per-
fecto es tamim, y viene de un verbo que significa «ser íntegro», «ser
perfecto». Jesús pide que sus discípulos se entreguen totalmente a
Dios y a su reino con un corazón íntegro. Eso exige muchísimo más
que simplemente «no hacer lo que los Diez Mandamientos prohíben
hacer». Colwell comenta sobre este versículo:

Para Jesús, lo importante aquí no es tanto dar una nueva ley, como
reinterpretar la vieja ley, o, más bien, señalar lo que había siempre
en el fondo de la ley – que vivamos en coherencia con el carácter
de Dios...5

Que Jesús anhela que sus discípulos sean hijos de Dios con corazones
íntegros, lo dejan claro sus palabras en Mateo 6:24: «Ninguno puede
servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o
estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a
las riquezas.»

La Iglesia | 131
En el Sermón del Monte, Jesús trata más de una vez el tema de
‘ser una persona íntegra’. Él reacciona contra la hipocresía, «el hablar
de dos maneras diferentes», «el hacer como si». Un discípulo debería
estar con todo su corazón y honestamente comprometido con el reino
de Dios. Eso viene primero... «Buscad primero el reino de Dios y su
justicia...» (Mt. 6:33).
Escuché una vez hablar al especialista en el Nuevo Testamento,
David Wenham, acerca del tema de los alimentos limpios e inmundos
y cómo Jesús aplicó las leyes respecto a ello en su vida. Leemos en
Marcos 7:14–23 que Jesús declara toda comida limpia. Pero eso no es
lo único que hace. También rompe las barreras de lo inmundo y del
pecado por la manera en que vive. Tiene contacto con gente que es
‘inmunda’ según las reglas de la época. Jesús no abroga la ley de Moi-
sés, sino que él mismo trae la limpieza y pureza a la gente. El deseo de
Dios de que seamos ‘limpios’ e ‘íntegros’ no se ha caducado, sino, más
bien, se realiza completamente en la vida de Jesús. Jesús sana a los
enfermos, a los inmundos, y toca al leproso. Él sana a una mujer que
ha estado sangrando durante muchos años y que por lo tanto es in-
munda. Él trae a toda esta gente de vuelta a la comunidad de Dios. La
santidad de Jesús es tan poderosa que incluso levanta a los muertos.
Él no se contamina al tocar a esta gente, ¡más bien, ellos son hechos
limpios por su contacto con él! Su santidad, su pureza y su limpieza
son ‘contagiosas’, por así decirlo. David Wenham describe la situación
del Nuevo Testamento de la siguiente manera:

La preocupación de Dios por la pureza e integridad no ha dismi-


nuido, pero estamos ahora en la era de la redención: cuando Dios
está interviniendo en Jesús para establecer esa entereza.6

A todos que están en Cristo, se les llama «santos» ahora. En su pri-


mera carta, Pedro describe a la iglesia cristiana de la misma manera
que la Torá, particularmente en Levítico, describe al pueblo de Dios
en el Antiguo Testamento. Pedro escribe: «Mas vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios...»

132 | La Iglesia
La iglesia cristiana es escogida para un propósito específico: «... para
que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su
luz admirable» (1 P. 2:9).
En Efesios 1:4 leemos: «según nos escogió en él antes de la fun-
dación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de
él.» Claramente, la gracia de Dios viene primero – justo como hemos
observado con respecto a los Diez Mandamientos. Él pide de aquellos
al que ama primero, que le amen y sirvan con todo su corazón.

EL TRIÁNGULO DE WRIGHT
En el triángulo de Wright vimos a Israel en el contexto más amplio
del mundo roto en el que era un paradigma, una especie de modelo.
Wright traza también varias líneas del Antiguo Testamento al Nuevo.
Algunos elementos del Antiguo Testamento, como los sacrificios y
el sacerdocio, tipológicamente apuntan hacia realidades espirituales
en el Nuevo Testamento. La idea del paradigma sigue siendo per-
tinente para la iglesia de hoy, porque vivimos en el contexto de un
mundo roto y una creación caída. El propósito de la iglesia cristiana
es mostrar cómo podría ser el mundo de Dios. Haciendo esto, ella
señala también al futuro, al ‘escaton’, cuando la creación será nueva
y restaurada.7
La iglesia, sin embargo, no tiene una tierra propia. Por eso, Wright
sustituye la palabra ‘tierra’ en el triángulo por la palabra koinonia, o
‘comunión’. La comunidad cristiana ha de ser una comunión en el
sentido espiritual, pero también en el sentido práctico. No obstante,
no estoy de acuerdo con Wright cuando sustituye ‘tierra’ por la idea
de koinonia. Si ‘la tierra’ es el lugar donde se disfrutan y comparten las
bendiciones de Dios y donde vemos sus normas puestas en práctica,
¿no es mejor poner ‘el reino de Dios’ en lugar de la tierra en el triángu-
lo?8 El reino de Dios está en todas partes donde se honra a Dios como
el Rey. El Sermón del Monte muestra cómo debería ser la vida en el
reino –cuán práctico debería ser el amor hacia los hermanos, cómo
deberíamos dar a los necesitados y perdonar a otros–.

La Iglesia | 133
No obstante, Wright ha hecho una contribución muy valiosa a
nuestros pensamientos sobre este tema. Según Wright, por ejemplo,
las leyes alimentarias tienen una función tipológica, en cuanto son
‘típicas’ de la totalidad, la integridad y la santidad que Dios exige de
su pueblo –más claramente visible en Jesucristo–.
La función paradigmática de las leyes alimentarias es evidente:
Israel destacaba en el mundo como un pueblo diferente, incluso en
cuanto a su comida. Estas leyes tienen también una función escatoló-
gica, porque señalan hacia un mundo ‘entero’, ‘limpio’, sin mancha o
pecado, que en el futuro se hará realidad. Ese ideal permanece –aun
cuando las leyes alimentarias en su sentido literal ya no se aplican a
la iglesia–. Habrá cielos nuevos y una nueva tierra y Dios creará una
nueva Jerusalén de la que se dice que «ninguna cosa inmunda entrará
en ella» (Apocalipsis 21:27).

LA CANCELACIÓN DE DEUDAS
Como hemos visto, Deuteronomio 15:1–11 presenta un sistema para la
cancelación de deudas que daba a la gente una oportunidad de volver
a empezar cada séptimo año. El deseo de Dios era que cada miembro
del pueblo del pacto tendría una porción de la Tierra prometida que
les había dado. Esta ley en concreto explica que el préstamo a un her-
mano había que hacerlo de todo corazón –incluso sin esperar que se-
ría devuelto–. A los israelitas se les exigía ser misericordiosos y tener
una actitud abierta para con los demás Testamento israelitas.
Desde la perspectiva del Nuevo podemos aplicar estas reglas hoy
en día de varias maneras. Antes, debemos pensar en el sentido más
amplio de las palabras «dar» y «perdonar». Tenemos que hacer am-
bas cosas de todo corazón. De hecho, la manera en que Jesús descri-
be la necesidad de perdonar unos a otros es tan incondicional como
en Deuteronomio. Él reta a sus discípulos a perdonar hasta «setenta
veces siete» (Mateo 18:22), que quiere decir infinitas veces. Jesús ex-
horta también a sus discípulos a que sean generosos en el dar a otros:
«Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo

134 | La Iglesia
rehúses» (Mt. 5:42). Estas son palabras del Sermón del Monte, que
contiene también muchas otras enseñanzas prácticas para una vida
de discipulado. Jesús pronunció estas palabras en el contexto de la
ocupación de la tierra por los romanos, que podían obligar a cualquier
israelita a «ir una milla», llevando sus cargas para ellos (v. 41). Jesús
exhorta a los que lo siguen a hacer más de lo que se exige o de lo que
se espera y a mostrar un amor abundante – incluso a sus enemigos.
En Lucas 6:34–36 leemos más cosas por el estilo:

Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito


tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores,
para recibir otro tanto.  Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced
bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón
grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con
los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también
vuestro Padre es misericordioso.

Estas palabras nos hacen recordar varios pasajes de Deuteronomio


y Levítico que hemos estudiado antes. Mientras que Deuteronomio
habla principalmente de dar a hermanos, «amar a tu prójimo como a
ti mismo» (Lv. 19:18) es un mandato que asume que no estemos limi-
tando nuestro amor solo a unos amigos o familiares. Otra correspon-
dencia llamativa entre el Antiguo y el Nuevo Testamento en cuanto
al perdón es la forma en que los discípulos han de «reflejar» la mise-
ricordia del Padre – igual como los israelitas tenían que ser «santos»
como Dios es santo. Jesús espera de sus seguidores que sean tan mise-
ricordiosos y llenos de gracia como lo es Dios – incluso para con los
pecadores. Este requisito se aplica al dar todo tipo de ayuda práctica,
pero también al perdonar.
El libro de Hechos, al describir las actividades de la iglesia pri-
mitiva, nos ofrece una visión de lo que significa vivir como una nue-
va comunidad en Cristo, como el pueblo de Dios. La comunidad de
creyentes refleja el ‘ideal’ de Deuteronomio 15: proveer un lugar en
este mundo roto donde la gente no solo comparte su fe, sino tam-

La Iglesia | 135
bién sus posesiones terrenales. Hechos 4:34, «Así que no había entre
ellos ningún necesitado», hace eco de la ordenanza de Deuterono-
mio 15:4, «... para que así no haya en medio de ti mendigo».9 Los
creyentes compartían lo que tenían y lo que eran: «Y la multitud de
los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía
ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas
en común» (Hch.4:32). El resultado fue que la iglesia crecía cada
día, a causa del testimonio que daba de palabras y hechos. La iglesia
primitiva era de verdad un ‘paradigma’ del amor y la gracia de Dios
en un mundo roto. Las epístolas neotestamentarias a las primeras
iglesias están llenas de ejemplos de creyentes dando y ayudando unos
a otros de manera práctica. Las palabras del apóstol Pablo en 2 Co-
rintios 8 y 9 sobre este tema tendrían que leerse en su conjunto. Por
citar solo un versículo, «... Dios ama al dador alegre» (2 Co. 9:7). En
Hechos 20:35, Pablo cita algunas de las palabras de Jesús que no se
encuentran en ninguna otra parte: «Más bienaventurado es dar que
recibir». Esto concuerda con Deuteronomio 15:10, que dice que Dios
bendecirá al que da.
La otra aplicación de Deuteronomio 15, que podríamos llamar ‘ti-
pológica’, tiene que ver con el perdón. Las epístolas neotestamenta-
rias abordan también con frecuencia este tema. Así, por ejemplo, dice
Efesios 4:32: «Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros
en Cristo.» De modo parecido, Colosenses 3:13 dice: «soportándoos
unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja con-
tra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo
vosotros.» Ambos versículos establecen claramente la relación entre
la gracia que Dios nos ha mostrado y la manera en que debemos tratar
a otros con gracia. Porque somos perdonados, debemos perdonar a
otros. Declaramos esta verdad cada vez que repetimos el Padre nues-
tro: «como también nosotros perdonamos a nuestros deudores...»
Podemos ver también este principio operando en la parábola del rey
y sus esclavos en Mateo 18:23–35. En las leyes veterotestamentarias
vimos exactamente el mismo tipo de relación entre la conducta de

136 | La Iglesia
Dios y la nuestra. Como los israelitas sabían lo que significaba ser
extranjeros, tenían que tratar a los extranjeros con amabilidad y, al
hacerlo así reflejarían el carácter de Dios. Como los cristianos saben
lo que es ser perdonado, deberían perdonar a otros, y de este modo
mostrarán algo del carácter del Padre.
Hay unas cuantas lecciones políticas y económicas que se pue-
den sacar de este pasaje. No estoy especializada en este campo, pero
consulto las organizaciones mencionadas en el primer capítulo.10 Una
de las observaciones que hace Robson en su presentación de Deute-
ronomio 15:1–11 es muy actual para todos nosotros: «...el pobre en
cuestión aquí es alguien que normalmente sería capaz de participar,
pero que por alguna razón está atravesando tiempos difíciles. El ob-
jetivo es llevar a tal persona otra vez a la productividad económica.»
11
Un concepto similar hay detrás del banco de alimentos en el que
participa nuestra iglesia, donde se ofrece comida pero también se da
formación práctica en cómo solicitar un empleo.

LEYES SOBRE LA GUERRA


Al considerar la aplicación que hace el Nuevo Testamento de las le-
yes veterotestamentarias sobre la guerra, debemos tener presente una
diferencia fundamental entre el pueblo de Israel del Antiguo Testa-
mento y la iglesia del Nuevo Testamento. Los seguidores de Jesús no
forman una entidad política, no poseen un territorio, ni están res-
tringidos a una nación o etnia. Los seguidores de Jesucristo no libran
batallas con ejércitos humanos. Jesús le dijo a Pilato: «Mi reino no es
de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelea-
rían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es
de aquí» (Juan 18:36). Naciones ‘cristianas’ no están siguiendo estas
reglas cuando hacen la guerra ‘en el nombre de Dios’.
En otro nivel, sin embargo, hay una lucha continuada en la que
todo cristiano debe participar. Jesús preparó a sus discípulos para esta
batalla cuando les explicó que su elección de seguirlo resultaría en
animosidad y resistencia por parte de los que no creerían en él. In-

La Iglesia | 137
cluso familias pueden dividirse por causa de él. Al comisionarles a sus
discípulos su primer viaje misionero, Jesús les dijo:

He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos: sed, pues,


prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Y guardaos
de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sina-
gogas os azotarán;... Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi
nombre... (Mt. 10:16, 17, 22).

El Nuevo Testamento recuerda reiteradamente a los cristianos que


tendrán que sufrir por causa de Jesús y que la batalla entre él y el
adversario no se puede ganar con armas terrenales. 1 Pedro contiene
una discusión especialmente esclarecedora sobre la pura necesidad
del cristiano de sufrir. Detrás de la animosidad contra los seguido-
res de Jesús se libra una batalla espiritual, como leemos en Efesios
6:10–19. Los versículos 11 y 12 nos dicen:

Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar fir-


mes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha
contra sangre y carne, sino contra principados, contra potesta-
des, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

La ‘armadura’ que Pablo describe en cierto detalle no consta de rifles,


cuchillos o armas de destrucción masiva, sino más bien de la verdad,
la justicia, el evangelio de la paz, la fe, la salvación, la palabra de Dios
y la oración. Estas son las ‘armas’ de Dios y de su reino, para ser usadas
por sus seguidores para vencer al pecado, la injusticia y todo lo que
amenaza con destruir esa vida que Él tiene previsto.

QUITAR DE EN MEDIO
La batalla entre Dios y su adversario no se libra solamente contra
fuerzas exteriores; hay más que gobiernos e individuos persiguiendo a

138 | La Iglesia
cristianos. Es también una lucha dentro de nosotros mismos contra todo
lo que es inconsistente con la voluntad de Dios. Aludiendo a la batalla
en nuestro propio corazón y vida, Jesús pronuncia unas palabras muy
radicales (de nuevo, en el Sermón del Monte):

Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo


de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que
todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es
ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pier-
da uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al in-
fierno. (Mateo 5:29, 30; véase también 18:8, 9; Marcos 9:43–48).

Deberíamos quitar inmediatamente cualquier cosa de nuestras vidas


que podría llevarnos a pecar. Una cerilla hay que extinguirla antes
de que provoque un incendio. En Mateo 5:21, 22 y 27, 28, Jesús ar-
gumenta que el asesinato comienza con insultar a tu ‘hermano’, y el
adulterio, con mirar con deseo a una mujer. Él exhorta, por tanto, a
sus seguidores a deshacerse de todo lo que les haga apartarse de él.
Solamente ejerciendo este tipo de vigilancia seremos capaces de com-
prometernos completamente con Dios.
Pablo dice que incluso creyentes que continúan pecando pueden
ser piedras de tropiezo y tienen que ser quitados de nuestra presencia:
«Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros» (1 Corintios 5:13).
Todo esto concuerda con el principio que vimos en Deuteronomio
20: Israel tenía que destruir todo aquello que les llevara lejos de Dios
y les hiciera pecar. Era cuestión de vida (como el pueblo de Dios) o
muerte. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento exhortan a los
que aman a Dios a amarle con todo el corazón y quitar todo lo que es
contra su voluntad.
Tremper Longman y Daniel Reid argumentan más o menos de
la misma manera. Ellos aportan el siguiente resumen de la historia
bíblica: la Biblia comienza con ‘el Edén’ en Génesis y termina con ‘el
Edén restaurado’ en Apocalipsis. Distinguen las siguientes cinco fases
entremedias:

La Iglesia | 139
1. Dios pelea contra los enemigos de carne y hueso de Israel.

2. Dios pelea contra Israel juzgándolo a causa de su pecado.

3. Los profetas del Antiguo Testamento esperan el día de la liberación


de Dios.

4. La primera venida de Cristo a la tierra significa que hay una batalla


entre él y los poderes espirituales.

5. Cuando Cristo venga por segunda vez, habrá una última batalla de-
cisiva, después de la cual la situación del paraíso será restaurada.12

El triángulo de Wright muestra claramente el elemento paradigmático


en la manera en que Israel debía comportarse en todo lo relacionado con
la guerra. En la medida en que estamos metidos en política, no hay duda
que podemos aprender del Antiguo Testamento – por ejemplo, en el te-
rreno de las cuestiones ecológicas en la guerra. La conexión con el Nuevo
Testamento, sin embargo, es tipológica. La lucha entre Dios y sus enemi-
gos continúa desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo. Su poder es
mucho más grande que el de sus adversarios. Aunque la idea de una bata-
lla está presente en el Nuevo Testamento, es de un orden diferente de la
que encontramos en el Antiguo Testamento. A lo largo de ambos Testa-
mentos, no obstante, es Dios el que sin la menor duda saldrá victorioso.
Visto desde la perspectiva de Dios, los poderes humanos son relativos.
Hay también un elemento escatológico en la batalla, que se ve
muy claro en Apocalipsis. Al final de los tiempos, la batalla entre Cris-
to y su adversario se encrudecerá más aún. En Apocalipsis, Dios es
llamado muchas veces «Rey», y la lucha se libra entre su reino y el
de Satanás. El libro de Apocalipsis emplea sobre todo el vocabulario
del Antiguo Testamento para describir esta batalla – por ejemplo en
los capítulos 17 y 18, que tratan sobre el orgullo de Babilonia, la gran
enemiga de Dios y su reino. Hay guerra entre los que pertenecen a
Babilonia y los que pertenecen a Cristo:

140 | La Iglesia
***
Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es
Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llama-
dos y elegidos y fieles. (Ap. 17:14)

Finalmente, todo lo que está en contra de Dios será destruido y Dios


será Rey para siempre. Los que le aman reinarán con Él:

Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará


en ella, y sus siervos le servirán... y reinarán por los siglos de los
siglos. (Ap. 22:3, 5b)

HACIA UNA ÉTICA DEL ANTIGUO


Y EL NUEVO TESTAMENTO
Fijémonos finalmente en las características de la ética que hemos tra-
tado al final del capítulo 3. ¿Pueden aplicarse a la Iglesia cristiana?

1. Hemos visto que la ética veterotestamentaria está basada en la gra-


cia de Dios. Dios salvó a Israel de Egipto, y la respuesta apropiada
a la gracia de Dios sería que Israel obedeciese sus mandamientos
en agradecimiento. Israel no se convierte en el pueblo de Dios al
obedecer sus mandamientos, pero a través de la obediencia mues-
tra la realidad de ser el pueblo de Dios. Lo mismo cabe decir de la
Iglesia cristiana. Los seguidores de Jesús han sido salvados por su
sangre, que derramó en la cruz para reconciliarnos con Dios. Por lo
que ellos muestran su amor por él obedeciendo sus ordenanzas. Por
medio de sus vidas responden a su amor y a la gracia de Dios. En
1 Juan 4:10 leemos: «En esto consiste el amor: no en que nosotros
hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió
a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.» Lo sigue un man-
dato, que es un resultado más o menos ‘lógico’ de esta afirmación:
«Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros
amarnos unos a otros» (v. 11).

La Iglesia | 141
***
Las epístolas del Nuevo Testamento dirigidas a los cristianos dan
reglas para la vida porque los lectores pertenecen ahora a Cristo.
Han sido salvados por él y ahora deben vivir de acuerdo a esa nue-
va situación. En la Epístola de Pablo a los Colosenses, por ejemplo,
leemos cómo los cristianos de Colosas llegaron a conocer a Cristo:
«el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al
reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre,
el perdón de pecados» (1:13, 14). Cristo nos «ha librado» y «traslada-
do» a su reino. En el momento en que alguien llega a creer en él, esto
ya ha sucedido. En Colosenses 2:6, Pablo habla de las consecuencias
para la vida de cada creyente: «Por tanto, de la manera que habéis
recibido al Señor Jesucristo, andad en él...» Podríamos decir: «Lle-
gad a ser lo que sois en esencia»; «Vivid conforme a vuestra nueva
naturaleza».
El tercer capítulo de Colosenses comienza con un comentario pa-
recido sobre la certeza de la nueva vida que tenemos ahora en Cristo.
Por lo tanto –razona Pablo– vivid según esta nueva vida; vivid como
gente de «arriba» (Col. 3:1). Y entonces pasa a detallar cómo esta
nueva vida se hace visible. Primero hay una lista de cosas que un cris-
tiano ya no debería hacer (vv. 5–9), seguida por una lista de cosas que
forman parte de la nueva vida de un cristiano (vv. 12–17). Las palabras
«escogidos», «santos» y «amados» en el versículo 12 nos recuerdan al
pueblo de Israel, destinado a vivir como el «pueblo de Dios».

2. Esto nos lleva a la siguiente cuestión: Israel debía ser un paradigma


en este mundo roto, y lo mismo se aplica a los seguidores de Jesús
En Mateo 5:13–16, Jesús les dice a sus discípulos:

Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo;


una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder...Así
alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vues-
tras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos.

142 | La Iglesia
***
Los seguidores de Jesús no viven separados de este mundo; pero son
diferentes y deberían ser distintos a otra gente para que puedan ser
tan visibles como la luz y tan manifiestos como la sal. Sus palabras y
actos deberían revelar a otros algo del carácter de Dios el Padre que
está en los cielos. Los cristianos son los representantes de Dios en la
tierra –el propósito para el que Dios creó al hombre a su propia ima-
gen– (comp. Génesis 1:27).
En los primeros días de la Iglesia, los cristianos tenían una fun-
ción paradigmática muy clara. Leemos en Hechos de los apóstoles que
los que no creían todavía fueron atraídos a la iglesia, porque los cris-
tianos «tenían favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a
la iglesia los que habían de ser salvos» (Hch. 2:47). La iglesia era una
iglesia «atractiva», pero fue el Señor quien añadía a su número. Como
paradigmas no estamos intentando llamar la atención sobre nosotros
mismos, sino dirigir la mirada de otros a Jesucristo.
La manera en que los cristianos se aman unos a otros sigue sien-
do un paradigma en este mundo. No cristianos no se sienten atraí-
dos a una comunidad de creyentes que se pelean. Donde el amor
es invisible, es difícil creer que Dios es amor. Cuando echamos una
mirada atrás a la historia de la Iglesia, tenemos que confesar que
la Iglesia cristiana a menudo ha sido un paradigma ‘negativo’. Sin
embargo, nuestro reto hoy día sigue siendo el mismo: tenemos que
estudiar y seguir las palabras de Jesús y el ejemplo de la iglesia pri-
mitiva.
Como vimos en Colosenses 3, Pablo nos muestra cómo el cris-
tiano debe ser. Todo gira en torno a reflejar lo que Dios ha hecho
por nosotros: somos «amados» y por lo tanto debemos mostrar amor
y compasión; debemos perdonar porque el Señor nos ha perdonado
(3:12, 13). Filipenses 2:14, 15 enfatiza la función paradigmática de la
iglesia de la siguiente manera:

Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irre-


prensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una

La Iglesia | 143
generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis
como luminares en el mundo...

Las palabras «irreprensibles y sencillos» y «sin mancha» nos recuer-


dan las regulaciones en Levítico acerca de los sacerdotes, pero tam-
bién las leyes alimentarias y lo que Dios ha declarado limpio. En el
Antiguo y en el Nuevo Testamento, el ideal de Dios de totalidad y
santidad, vida y pureza resulta claro, como se ilustra en las palabras de
Jesús a sus discípulos: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro
Padre que está en los cielos es perfecto» (Mt. 5:48).
El enfoque paradigmático ha sido una manera provechosa de leer
textos difíciles como las leyes acerca de los alimentos y la guerra en el
Antiguo Testamento. ¿Significa esto que la Escritura en su conjunto
se puede y se debe leer de manera paradigmática, como piensan Birch
y Rasmussen?13
Por lo general, opino que no podemos leer toda la Biblia de mane-
ra paradigmática. La gente puede sentirse inspirada al leer sobre «el
buen comportamiento» en la Biblia, pero eso es solo una visión par-
cial del conjunto. Muchas personas hacen cosas buenas porque están
inspiradas por el ejemplo de Jesús cuidando de los pobres y enfermos,
pero eso no las convierte en seguidores de Jesús. Jesucristo ha hecho
cosas que son imposibles de hacer para un ser humano: reconcilió a la
humanidad con Dios por medio de su muerte en la cruz. Puede per-
donar pecados. Resucitó de entre los muertos y ha vencido al pecado
y a Satanás. Estos hechos son el fundamento de nuestra salvación y
solamente si los aceptamos como verdaderos en nuestra propia vida
llegamos a ser cristianos. Son básicos para la vida cristiana. Los segui-
dores de Jesús puede que tengan que sufrir en este mundo, pero no
hay pecado que se perdone por su sufrimiento, como sí ocurre por el
sufrimiento de Jesús.
Jesucristo solo puede convertirse en una fuente real y duradera de
inspiración para nuestras vidas si él cambia nuestro corazón, si llega a
ser Rey en nuestras vidas. Es por medio de la gracia de Dios que somos
transformados en seres humanos que desean de todo corazón hacer

144 | La Iglesia
la voluntad de Dios. Es el Espíritu Santo que nos cambia desde den-
tro, para que podamos vivir como seres nuevos, llenos de amor, justo
como Dios desde el principio quiso que fuéramos. Al leer y estudiar
las palabras de Jesús, el cristiano aprenderá, una y otra vez, nuevas
ideas útiles para su propia vida y las de otros cristianos y también para
vivir en este mundo.

3. La ética en el Antiguo Testamento es «teocéntrica». Las ordenan-


zas son buenas para la vida del pueblo de Israel, porque son las
ordenanzas de Dios. También en el Nuevo Testamento hay una re-
lación clara entre Dios y sus ordenanzas. Muchas veces, Jesús habla
sobre hacer la voluntad de su «Padre que está en los cielos» (véase
otra vez el Sermón del Monte). Los que aman a Cristo guardan sus
mandamientos (Juan 14:21; 15:10).

4. No hay una separación o división estricta entre leyes ‘espirituales’ y


‘prácticas’ – no podemos dividir nuestra vida de ese modo. ¿Cuál es
la prueba de que alguien cree? Sus palabras y hechos son la eviden-
cia de su fe. En su Epístola, Santiago explica esta cuestión a sus lec-
tores, pero Pablo, en realidad, hace lo mismo al dar instrucciones
acerca de cómo vivir por la fe. Un claro ejemplo de ello es Romanos
12 – 14, donde encontramos muchas ordenanzas con respecto a
Dios, nuestros «hermanos y hermanas», y nuestro comportamien-
to en el mundo no cristiano. No debería de haber discrepancia en-
tre nuestra adoración los domingos y quiénes somos los lunes.

5. Por lo tanto, la ética es un ‘modo de vida’, cuya esencia es ‘vivir en


la presencia de Dios’. Las leyes de Dios en el Antiguo Testamento
tratan sobre la vida entera, en todas sus facetas. Lo mismo se aplica
a los preceptos en el Nuevo Testamento.

6. La tierra jugaba un papel importante en las leyes de Israel. La tierra


es el contexto en el que Israel tenía que vivir como un paradigma
como el pueblo de Dios en este mundo. Hemos sustituido «la tie-

La Iglesia | 145
rra» en el triángulo de Wright por «el reino de Dios». Ese reino no
es de este mundo –no es una entidad política con un rey terrenal y
un ejército–. Es solo visible en parte. Seguimos orando: «Que ven-
ga tu reino...» Los seguidores de Jesús viven en aquel período de la
historia de la salvación de Dios en el que este reino ‘ya’ ha venido
en Jesucristo, pero ‘todavía no’ ha sido completamente revelado.
Aún, su comisión es hacer la presencia y reinado de Dios visible en
la tierra a través de sus palabras y hechos. Jesús da la constitución
de este reino en el Sermón del Monte.

7. La ética en el Antiguo Testamento estaba basada, en gran medida,


en la comunidad. La vida y los actos de cada israelita estaban inex-
tricablemente relacionados con toda la comunidad. El pueblo de
Dios vivía unido, como un solo cuerpo, en el pacto. La situación es la
misma, sin embargo, para la iglesia y el creyente en el Nuevo Testa-
mento. Birch y Rasmussen describen tanto a Israel como a la Iglesia
cristiana de la siguiente manera: «La ética era, para emplear el tér-
mino neotestamentario, koinonía –ética –seres humanos unidos en
una experiencia cautivadora de Dios, creando una comunidad–.» 14

Pablo examina más a fondo la relación estrecha entre el individuo


y la comunidad en la iglesia cristiana. En 1 Corintios 12 habla de la
iglesia cristiana como «un cuerpo». Los cristianos están unidos unos
con otros, igual que las diferentes partes de un cuerpo, por la fe en
un mismo Señor. Todos los creyentes han recibido dones del Espíritu
Santo. Juntos forman un todo. El concepto de un solo cuerpo y dife-
rentes partes nos recuerda la idea de la ‘solidaridad colectiva’ en el
Antiguo Testamento. Básicamente, Israel era un solo pueblo debido
al pacto en el Sinaí. De la misma manera, los cristianos son un solo
pueblo debido al nuevo pacto en Cristo. Pablo escribió sobre las impli-
caciones de la unidad de la iglesia para su vida en común: «De manera
que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si
un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan» (1 Co.
12:26). Esto es realmente solidaridad colectiva.

146 | La Iglesia
Ser un solo cuerpo es esencial para la iglesia, puesto que la unidad
no está basada en la identidad étnica o las circunstancias sociales. El
fundamento de la solidaridad mutua de los cristianos es la relación
personal de cada miembro con Cristo. Geoffrey Grogan expresa tam-
bién esta convicción, argumentando que la Epístola a los Hebreos,
como el resto del Nuevo Testamento, deja claro que en Jesucristo ha
nacido una nueva comunidad, en la que se muestra solidaridad de la
misma manera que en el Antiguo Testamento: «...a los cristianos se les
enseña no solo tener simplemente una relación individual con Dios,
sino la membresía de una comunidad con tanto sentido de intereses
comunes como fue el caso en los días del Antiguo Testamento.» 15
Hay mucho sobre el amor de Dios y el amor que tenemos unos a
otros en 1 Juan. A los cristianos, muchas veces, se les manda amar
a sus «hermanos», lo cual nos recuerda el lenguaje de Deuteronomio
15:1–11.
¿Y qué pasa con la solidaridad dentro de la familia, o el clan, que era
tan importante en tiempos del Antiguo Testamento? En el Nuevo Testa-
mento, la comunión con nuestra familia ‘natural’ está subordinada a
la relación que tenemos con Cristo y con nuestros «hermanos y her-
manas» en la iglesia cristiana (véase Marcos 3:31–35). Gente que no
forma parte de nuestra familia, o que quizás no tenga ningún pariente
en absoluto en el mundo, tiene por tanto su propio lugar en medio de
la familia de Dios. Aquellos que han perdido a su familia a causa de su
relación con Jesucristo, reciben una nueva familia en sus hermanos y
hermanas en Cristo (véase Marcos 10:29, 30).
En la sociedad occidental, donde el individuo ocupa un lugar tan
central, la iglesia cristiana enfatiza que los individuos son importantes
para Dios, pero que los une en una comunidad amorosa y afectuosa. La
iglesia cristiana debería apreciar el individuo, pero no fomentar el in-
dividualismo, que es una tendencia negativa en la sociedad occidental,
porque amenaza destruir las relaciones. La iglesia debe ser un paradig-
ma en la sociedad – cuando mostramos el amor y el cuidado de Dios
unos para con otros y, naturalmente, para con los de fuera también,
puesto que cada ser humano es creado «a la imagen de Dios».16 Se

La Iglesia | 147
supone que la Iglesia muestra el ideal de Dios para este mundo, que un
día será hecho realidad completamente.
En todo, los cristianos y la Iglesia cristiana viven por la gracia de
Dios en Jesucristo, que era y que es el más grande paradigma de Dios
en este mundo. Él mostró el ideal de Dios para la humanidad y para
este mundo en su propia persona y vida, en todo lo que dijo e hizo.
Por eso, sus seguidores pueden preguntar una y otra vez, en cualquier
circunstancia: ¿Qué haría Jesús?

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

1. ¿Cuáles son las áreas en concreto en las que crees


que el comportamiento de la iglesia puede ser
paradigmática para la sociedad?

2. El libro de Hechos nos dice que los primeros cristianos


«tenían favor con todo el pueblo». ¿Significa esto que
la iglesia debería ser popular? ¿Por qué sí o por qué no?

3. ¿Cómo es que los cristianos deberían esperar ser


perseguidos? ¿Qué ‘persecución’ has sufrido, si es
que la hubo, y qué te ha enseñado?

4. ¿Cómo es Jesús nuestro modelo?

5. ¿Cómo puede el resultado seguro de la batalla,


tal como se describe en Apocalipsis, influir tu
vida o la vida de la Iglesia ahora?

148 | La Iglesia
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Bibliografía | 157
Notas finales

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

1
Hetty Lalleman –de Winkel, Van Levensbelang: De relevantie van de
oudtestamentische ethiek (Zoetermeer: Boekencentrum, 1999).

1. CÓMO ENTENDER EL ANTIGUO TESTAMENTO

1
Véase p. ej. L. Berkhof, Systematic Theology (Grand Rapids: Eerd-
mans, 1939), p. 14. [Español: Teología sistemática].
2
C.J.H. Wright, Walking in the Ways of the Lord: The Ethical Authority
of the Old Testament (Leicester: Apollos, 1995), pp. 74–9. Wright
trata ampliamente varias de las principales opiniones sobre el va-
lor ético del Antiguo Testamento.
3
Bahnsen murió en 1995; North es muy activo online. En su co-
mentario sobre Levítico, que en inglés se puede leer online,
North da razones, basándose en Levítico 13:45, 46 –la exclu-
sión de personas con una enfermedad contagiosa–, en contra

Notas finales | 159


de un sistema nacional de salud. En su opinión, el Estado no
está ahí para sanar enfermos. Véase www.garynorth.com/free-
books/docs/pdf/leviticus.pdf. p. 174 del Comentario (accedido 7
noviembre 2014). North defiende sobre todo una sociedad ame-
ricana capitalista.
4
J.N. Darby, The Hopes of the Church of God (London: Francis Bais-
ler, 2.ª ed. 1842), p. 86. [Español: pdf online, La esperanza actual
de la Iglesia].
5
‘Jehová’ es el nombre usado para Dios en las versiones antiguas de
la Biblia. Hoy en día se acepta la forma de ‘Yahvé’ or ‘Yahveh’ como
la mejor transliteración de las letras hebreas YHWH. En señal de
respeto, muchos judíos no pronuncian este nombre.
6
G. von Rad, ‘The Problem of the Hexateuch’ en The Problem of the
Hexateuch and Other Essays (Edinburgh: Oliver & Boyd, 1966), pp.
1–78. Véase también su libro Teología del Antiguo Testamento, I (Sa-
lamanca: Sígueme, 1972).
7
C. Westermann, Elements of Old Testament Theology (Atlanta: John
Knox Press, 1982), p. 178.
8
Westermann, Theology, p. 178.
9
Th.C. Vriezen, An Outline of Old Testament Theology (Oxford:
Oxford University Press, 1958), pp. 88–9.
10
Vriezen, Old Testament Theology, pp. 88–9.
11
J (‘Yahvista’) es la fuente en la que a Dios se le conoce como Yahvé
(el Señor); E (‘Elohísta’) es la fuente que llama a Dios simplemen-
te ‘Dios’. Para una actualización de la investigación en este campo,
véase T. D. Alexander, From Paradise to the Promised Land: An In-
troduction to the Pentateuch (Carlisle/Grand Rapids: Paternoster/
Baker Academic, ed. rev. 2002), pp. 1–61.
12
Véase p. ej. las obras de B.S. Childs, Introduction to the Old Testa-
ment as Scripture (London: SCM, 1979) y Old Testament Theology
in a Canonical Context (London: SCM, 1985).
13
Una estructura concéntrica simple es A–B–C–B’–A’. Las palabras
de A–B y de B’–A’ enmarcan C, que es el acontecimiento o pensa-
miento principal del pasaje.

160 | Notas finales


14
Para estudios académicos evangélicos recientes a este respecto véa-
se David G. Firth and Jamie A. Grant (eds.), Words and the Word: Ex-
plorations in biblical interpretation and literary theory (Nottingham:
Apollos, 2008).
15
D.J.A. Clines, The Theme of the Pentateuch, libro publicado prime-
ro en 1978 por JSOT Press; ahora en una segunda edición (Lon-
don: Continuum, 1997; la edición consultada es de 2008), p. 129.
Alexander, Paradise, trata temas fundamentales en el Pentateuco.
John H. Sailhamer, The Pentateuch as Narrative: A Biblical –Theolo-
gical Commentary, Library of Biblical Interpretation (Grand Rapids:
Zondervan, 1992) trata sobre cada pasaje o unidad en el Pentateuco,
prestando atención especial a su función en el ‘narrativo’ y a la in-
tención del ‘autor/escritor’.
16
Más sobre la importancia de los relatos bíblicos para transmitir
principios éticos, véase G.J. Wenham, Story as Torah: Reading
the Old Testament Ethically (Edinburgh: T&T Clark, 2000), y J.E.
Colwell, Living the Christian Story: The Distinctiveness of Christian
Ethics (Edinburgh/New York: T&T Clark, 2001). Véase también
G.J. Wenham, Psalms as Torah: Reading Biblical Song Ethically
(Grand Rapids: Baker Academic, 2012).

2. EN BUSCA DEL PROPÓSITO DE DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

1
Para una discussion del tema, véase G.F. Hasel, Old Testament
Theology: Basic Issues in the Current Debate (Grand Rapids: Eerd-
mans, 4.ª ed. 1991), capítulo 4, ‘The Center of the OT and OT
Theology’.
2
Igualmente E.A. Martens, God’s Design: A Focus on Old Testament
Theology (Grand Rapids: Baker, 2.ª ed. 1994).
3
Véase capítulo 1, nota final 7.
4
Westermann, Theology.
5
J. Goldingay, Old Testament Theology: Israel’s Gospel, Volume one
(Milton Keynes/Downers Grove: Paternoster/Inter–Varsity Press,

Notas finales | 161


2003); véase también Robin Routledge, Old Testament Theology: A
Thematic Approach (Nottingham: Inter–Varsity Press, 2008).
6
H.J. Hermisson, ‘Jesus Christus als externe Mitte des Alten Tes-
taments: Ein unzeitgemässes Votum zur Theologie des Alten
Testaments’ en Jesus Christus als Mitte der Schrift: Studien zur
Hermeneutik des Evangeliums (eds. C. Landmesser, H.J. Eckstein
y H. Lichtenberger; Berlin/New York: W. de Gruyter, 1997), pp.
199–233.
7
Véase también Apocalipsis 11:17,18.
8
E. Otto, Theologische Ethik des Alten Testaments (Stuttgart: Kohl-
hammer, 1994), pp. 92–94.
9
Otto, Ethik, 94–9, trata este salmo bajo el encabezamiento ‘El
ethos que se justifica teológicamente por la creación’.
10
Véase p. ej. G.J. Wenham, Genesis 1 – 15, Word Biblical Commen-
tary (Waco: Word, 1987), pp. 29–32.
11
Wenham, Story as Torah, p. 25.
12
Para una exposición más exhaustiva de la teología de Génesis y los
temas que se repiten en Génesis 1 – 11 y el resto del libro, véase
Wenham, Story as Torah, capítulo 3.
13
W.J. Dumbrell, Covenant and Creation: A Theology of the Old Testa-
ment Covenants (Carlisle/Grand Rapids: Paternoster/Baker, 1993),
p. 62.
14
Dumbrell, Covenant, p. 61.
15
Véase Wenham, Story as Torah, capítulo 3, para la estructura gene-
ral de Génesis; también Dumbrell, Covenant, capítulo 2.
16
Volveremos a esta lucha en los capítulos 6 y 7.
17
En el AT, el caos es la situación anterior a la Creación, cuando
Dios trajo orden y vida. El pecado hace que vuelva el caos otra vez
–deshace la obra de la Creación, por decirlo así–, como leemos en
Jeremías 4:23–26. Véase Hetty Lalleman, ‘Jeremiah, Judgement
and Creation’, Tyndale Bulletin 60.1 (2009), pp. 15–24.
18
Véase P. Kalluveettil, Declaration and Covenant: A Comprehensive Re-
view of Covenant Formulae from the Old Testament and the Ancient Near
East, Analecta Biblica 88 (Rome: Pontifical Biblical Institute, 1982).

162 | Notas finales


19
G.E. Mendenhall, ‘Covenant Forms in Israelite Tradition’, The Bi-
blical Archaeologist 17 (1954): pp. 50–76; también G.E. Menden-
hall y G.A. Herion, ‘Covenant’, Anchor Bible Dictionary, 1 (ed. D.N.
Freedman; New York: Doubleday, 1992), pp. 1179–1202.
20
C.J.H. Wright, Deuteronomy, New International Biblical Commen-
tary (Peabody: Hendrickson, 1996), p. 3.
21
Wenham, Story as Torah, pp. 81–2.
22
M. Weinfeld, ‘The Covenant of Grant in the Old Testament and in
the Ancient Near East’, Journal of the American Oriental Society 90
(1970): pp. 184–203.
23
Mendenhall y Herion, ‘Covenant’, p. 1188.
24
Algunos comentaristas creen que este texto hace referencia a la ge-
neración que fue sacada de Egipto, pero parece más exacto pensar
en Abram, Isaac y Jacob, como en Deuteronomio 6: 10.
25
G .E. Mendenhall, The Syllabic Inscriptions from Byblos (Beirut:
American University, 1985), especialmente p. 57; también Men-
denhall y Herion, ‘Covenant’.
26
Mendenhall y Herion, ‘Covenant’, p. 1181.
27
S.M. Paul, Studies in the Book of the Covenant in the Light of Cu-
neiform and Biblical Law, Vetus Testamentum Supplements XVIII
(Leiden: Brill, 1970), pp. 30–1.
28
Diferentes estudiosos apoyan una datación distinta del texto.
29
Paul, Studies, pp. 5, 23.
30
J.G. McConville, Deuteronomy, Apollos Old Testament Commen-
tary (Leicester/Downers Grove: Apollos/Inter–Varsity Press,
2002), pp. 34–5.
31
Paul, Studies, p. 9.
32
Z.W. Falk, Hebrew Law in Biblical Times: An Introduction (Provo/Winona
Lake: Brigham Young University Press/Eisenbrauns, 2001), pp. 5, 11.
33
L. Epsztein, Social Justice in the Ancient Near East and the People of
the Bible (London: SCM, 1986), p. 105.
34
Epsztein, Social Justice, p. 107.
35
Véase Deuteronomio 6:5. Para una explicación de ‘santidad’, véa-
se G.J. Wenham, The Book of Leviticus, New International Com-

Notas finales | 163


mentary on the Old Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 1979),
pp. 18–25.
36
Véase arriba.
37
Véase Números 27:1–11; Levítico 25:23–28; también Éxodo 20:17:
«No codiciarás... cosa alguna de tu prójimo.»

3. PROPUESTAS PARA UN MARCO TEÓRICO

1
W.C. Kaiser, Jr., Toward Old Testament Ethics (Grand Rapids; Zon-
dervan, 1983).
2
Kaiser, Ethics, capítulos 9–15 (pp. 139–244).
3
Kaiser, Ethics, pp. 63–64.
4
Kaiser, Ethics, p. 312.
5
Wenham, Leviticus, pp. 32–3, argumenta que la división es arbitra-
ria y se muestra cauto en su uso.
6
W. Janzen, Old Testament Ethics: A Paradigmatic Approach (Louisville:
Westminster John Knox Press, 1994), p. 90.
7
Janzen, Ethics, pp. 92–5, que también observa que en el Sermón
del Monte Jesús no trató todos los mandamientos del Decálogo,
sino que más bien seleccionó algunos para dar ejemplos para toda
la vida de sus seguidores (p. 95).
8
Janzen, Ethics, p. 89.
9
Janzen, Ethics, pp. 55–8, 90.
10
Janzen, Ethics, p. 28.
11
Janzen, Ethics, p. 46 nota 4 y p. 101 nota 12, refiriéndose a Kaiser,
Ethics, que considera las leyes en el Pentateuco como el centro de
la ética veterotestamentaria, sin prestar demasiada atención a los
Profetas y la literatura sapiencial.
12
Janzen, Ethics, p. 74.
13
Janzen, Ethics, pp. 96–9.
14
Janzen, Ethics, pp. 40–4.
15
J. Barton, ‘Approaches to Ethics in the Old Testament’ en Beginning
Old Testament Study (ed. J. Rogerson; London: SPCK, 1983), p. 128.

164 | Notas finales


16
C.J.H. Wright, Living as the People of God: The Relevance of Old Tes-
tament Ethics (Leicester: Inter–Varsity Press, 1983), p. 43; en es-
pañol: Viviendo como pueblo de Dios. La relevancia de la ética del
Antiguo Testamento (Barcelona: Andamio, 1996).
17
T. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (Chicago: University
of Chicago Press, 2.ª ed. 1970).
18
Wright, Walking, p. 60. Wright ha reunido y actualizado sus libros
anteriores sobre ética en un gran volumen, Old Testament Ethics
for the People of God: Una edición completamente revisada, actua-
lizada e integrada de Living as the People of God y Walking in the
Ways of the Lord (Leicester: Inter–Varsity Press, 2004): véase pp.
62–74 para el concepto de Israel como un paradigma y la teoría de
Kuhn.
19
Wright, Walking, p. 63.
20
Véase arriba. Janzen, Ethics, pp. 27–8, critica Living as the People of
God, pero Wright desarrolla más tarde su definición de paradigma
en Walking.
21
Janzen, Ethics, pp. 27–8.
22
Janzen, Ethics, pp. 28–9.
23
Janzen, Ethics, p. 58.
24
B.C. Birch, Let Justice Roll Down: The Old Testament, Ethics, and
Christian Life (Louisville: Westminster John Knox, 1991), p. ej. pp.
42–3.
25
B.C. Birch y L.L. Rasmussen, Bible and Ethics in the Christian Life
(Minneapolis: Augsburg, ed. rev. 1989), pp. 144–58 y 190–1.
26
C.S. Rodd, Glimpses of a Strange Land (Edinburgh: T&T Clark,
2001), p.313.
27
Leer un texto de manera ‘sincrónica’, quiere decir que tomamos el
texto tal como es, como literatura, con su propia estructura, sin
preocuparnos de etapas de redacción, incorporaciones posterio-
res, etcétera. Leer un texto de manera histórica-crítica, buscando
etapas históricas en el texto, se llama ‘diacrónica’.
28
Rodd, Glimpses, p. 321.
29
Rodd, Glimpses, p. 322.

Notas finales | 165


30
Rodd, Glimpses, p. 327.
31
E.W. Davies, The Immoral Bible: Approaches to Biblical Ethics (Lon-
don/ New York: Bloomsbury T&T Clark, 2010, reimpr. 2013), p. 112.
32
John Rogerson critica a Wright en esta cuestión y dice: ‘Pocos es-
tudiosos aceptarían ahora que es posible saber algo acerca del an-
tiguo Israel en el periodo entre 1250 a 1050 a. de C.’ J. Rogerson,
Theory and Practice in Old Testament Ethics (London/New York:
T&T Clark), p. 35.
33
Otto, Ethik, pp. 10, 11.
34
Véase en particular Wright, Walking, parte 3.
35
Wenham, Story as Torah, p. 80.
36
Véase Wright, Living, sobre todo pp. 19–64; Wright, Walking, pp.
26–39; Wright, Old Testament Ethics, pp. 17–20 y toda la Parte 1,
pp. 21–99.
37
Wright, Living, p. 29.
38
En cuanto al triángulo que ilustra esto, véase Wright, Living, p. 89;
Walking, p. 34; Old Testament Ethics, p. 183.
39
En cuanto al triángulo que ilustra esto, véase Wright, Living, p. 90;
Old Testament Ethics, p. 184.
40
Lalleman, ‘Jeremiah, Judgement and Creation’, pp. 15–24.
41
En el Nuevo Testamento, esa totalidad es fundamentalmente la
familia de Jesús, la Iglesia.
42
H.W. Robinson introdujo el concepto de ‘personalidad colectiva’
en The Christian Doctrine of Man (Edinburgh; T &T Clark, 1911) y
Corporate Personality in Ancient Israel (Philadelphia: Fortress Press,
ed. rev. 1980). Lo aplicó en The Cross in the Old Testament (London:
SCM, 1955). Otros hacen referencia al concepto de ‘solidaridad
colectiva’. Véase también Kaiser, Ethics, pp. 67–72. Reconocemos
la manera de hablar de los hebreos en el modo en que usamos el
concepto de ‘el soldado desconocido’; una persona como represen-
tante de todos los soldados que cayeron. También P. Joyce, ‘The
Individual and the Community’ en Rogerson, Beginning Old Testa-
ment Study, pp. 74–89.
43
Vriezen, Theology, p. 326.

166 | Notas finales


44
W. Zimmerli, Old Testament Theology in Outline (Edinburgh: T&T
Clark, 1978), pp. 138–9.
45
Martens, God’s Design, p. 73.

4. LAS LEYES ALIMENTARIAS: APLICAR EL MARCO TEÓRICO

1
Maimonides, Moreh Nebuchim 3.48, citado en The Command-
ments: Sefer Ha–Mitzvoth of Maimonides, II (trad. C.B. Chavel;
London: The Soncino Press, 1967), p. 168. Hay una traducción
antiquísima de La guía de los perplejos en castellano, de Pedro de
Toledo, Mostrador y enseñador de los turbados (Sevilla, 1432). El có-
dice se conserva en la Biblioteca Nacional, Madrid.
2
Véase R.K. Harrison, Leviticus, Tyndale Old Testament Commen-
taries (Leicester: Inter–Varsity Press, 1980).
3
Véase M. Noth, Leviticus, Old Testament Library (London: SCM,
1965), p.92.
4
H.St.J. Thackeray (trad.), The Letter of Aristeas (London/New
York: SPCK, 1917), par. 145–7, 150. En castellano: La carta de Aris-
teas, traducida por Jaume Pórtulas, Revista de la historia de la tra-
ducción 1 (2007).
5
El autor era una persona desconocida que vivió varias generacio-
nes después del Bernabé bíblico; por lo tanto, la epístola es un
pseudo-epígrafe.
6
M. Staniforth (trad.), ‘The Epistle of Barnabas’ en Early Christian
Writings: The Apostolic Fathers (Harmondsworth: Penguin Books,
1968), pp. 187–222, par. 10. Hay traducción al castellano por Da-
niel Ruiz Bueno, ‘Carta de Bernabé’ en Padres apostólicos (Madrid:
BAC, 5.ª ed. (bilingüe) 1985), pp. 771–810, par. X.
7
C.H. Mackintosh, Notes on the Book of Leviticus (London: Morrish,
1860), p. 189; véase capítulo 1, arriba, sobre Darby y el enfoque
dispensacionalista.
8
J. Milgrom, Leviticus 1–16, The Anchor Bible (New York: Double-
day, 1991), pp. 718–36; J. Milgrom, ‘The Biblical Diet Laws as an

Notas finales | 167


Ethical System’, Interpretation 17 (1963): pp. 288–301, y J. Milgrom,
Studies in Cultic Theology and Terminology, Studies in Judaism and
Late Antiquity, Vol. 36 (Leiden: Brill, 1983), pp. 104–18.
9
En respuesta a Milgrom, Edwin Firmage argumenta que es impro-
bable que se hable de los animales prohibidos de una manera tan
negativa (‘abominables’, ‘inmundos’) si las reglas buscaban expre-
sar una actitud positiva ante la vida. Firmage piensa que la lista de
animales limpios incluye a la mayoría de los animales a sacrificar
y que la lista de los animales limpios proviene de la lista de anima-
les permitidos para el sacrificio. E. Firmage, ‘The Biblica! Dietary
Laws and the Concept of Holiness’ en Studies in the Pentateuch, Su-
pplements to Vetus Testamentum 41 (ed. J.A. Emerton; Leiden: Bri-
ll, 1990), pp. 177–208. Ha habido muchas discusiones más sobre
esta cuestión, por ejemplo por parte de Jenson y Houston. Hous-
ton critica la opinión de Firmage, porque al Dios de Israel nunca
se le imagina ‘comer sacrificios’ como hacen los dioses de algunas
otras naciones. Por eso, Israel no puede copiar a Dios en lo que co-
men o no comen. Véase Philip P. Jenson, Graded Holiness: A Key to
the Priestly Conception of the World, Journal for the Study of the Old
Testament Supplements 106 (Sheffield: Sheffield Academic Press,
1992); Walter Houston, Purity and Monotheism: Clean and Unclean
Animals in Biblical Law, Journal for the Study of the Old Testament
Supplements 140 (Sheffield: Sheffield Academic Press, 1993).
10
M. Douglas, Purity and Danger: An Analysis of Concepts of Pollution
and Taboo (London: Routledge & Kegan Paul, 2.ª ed. 1969), espe-
cialmente pp. 41–57; Wenham, Leviticus, p. 169.
11
M. Douglas, Jacob’s Tears: The Priestly Work of Reconciliation
(Oxford: Oxford University Press, 2004), p. 170.
12
Douglas, Jacob’s Tears, p. 170.
13
Douglas, ‘The Forbidden Animals in Leviticus’, Journal for the Study
of the Old Testament 59 (1993): p. 22.
14
Douglas, ‘Forbidden Animals’, p. 22.
15
L.M. Trevaskis, Holiness, Ethics and Ritual in Leviticus (Sheffield:
Sheffield Phoenix Press, 2011), p. 77.

168 | Notas finales


16
Acerca de la opinión de Douglas sobre la conexión entre anima-
les aptos para el altar y lo considerado limpio, Trevaskis, Holiness,
p. 76, comenta que, efectivamente, los peces son limpios, ¡pero no
juegan ningún papel en los sacrificios permitidos sobre el altar!
17
Wenham, Story as Torah, pp. 137–8, 140.
18
Nobuyoshi Kiuchi, Leviticus, Apollos Old Testament Commentary
(Nottingham: Inter–Varsity Press, 2007).
19
Kiuchi, Leviticus, p. 204.
20
Kiuchi, Leviticus, p. 205.
21
Kiuchi, Leviticus, p. 205.
22
Kiuchi, Leviticus, p. 205.
23
Kiuchi, Leviticus, p. 206.
24
Kiuchi, Leviticus, p. 208.
25
Kiuchi, Leviticus, p. 209.
26
Trevaskis, Holiness, pp. 54–70 sobre Milgrom, pp. 71–80 sobre
Douglas, y comentarios de evaluación sobre ambos.
27
Trevaskis, Holiness, p. 78.
28
Trevaskis, Holiness, p. 101.
29
Trevaskis, Holiness, p. 101.
30
Trevaskis ve así una coherencia en el texto, intensificándose ha-
cia el clímax. Por lo tanto, los versículos 1–42, que generalmente
se atribuyen a la fuente P (Priestly Code = sacerdotal) y se con-
sidera que se concentran en temas relacionadas con el culto, no
son tan diferentes al énfasis ético de los versículos 43–45, que
se suelen asignar a la fuente H (the Holiness Code = santidad).
Este es el tema principal en la extensa obra de Trevaski. Su con-
clusion general es que P y H son mucho más cercanas en su teo-
logía que a menudo se supone en los estudios de la crítica de las
fuentes.
31
Trevaskis, Holiness, p. 231 (en su capítulo final).
32
Para una lista de las palabras hebreas relevantes, véase Trevaskis,
Holiness, p. 98.
33
Wenham, Leviticus; J.E. Hartley, Leviticus, Word Biblical Commen-
tary (Dallas: Word, 1992).

Notas finales | 169


34
Wenham, Leviticus, p. 170. Andrew Sloane, al tratar los temas de
lo limpio y lo inmundo, recurre al material de Wenham para un
útil resumen en At Home in a Strange Land: Using the Old Testament
in Christian Ethics (Peabody: Hendrickson, 2008), pp. 113–27.
35
La impureza de un hombre que derrama semen y la de un hom-
bre y una mujer que han tenido relaciones sexuales no significa
que todo lo que tiene que ver con la sexualidad sea inmundo. Sin
embargo, las regulaciones dejan claro que la sexualidad no forma
parte del culto y que no hay ninguna relación entre el templo y
el comportamiento sexual. Aunque nos suene raro, esto era un
asunto importante en el mundo en el que vivía Israel, porque, en
Canaán, la prostitución religiosa era bastante común. La religión
cananea giraba en torno a la fertilidad. En Israel, sin embargo, te-
nía que haber una separación clara entre los rituales en el templo
y la sexualidad. La sexualidad no se debe divinizar, pero tiene su
lugar propio en la creación como un don de Dios al hombre y a la
mujer (Gn. 2:24).
36
Wenham, Story as Torah, p. 137.
37
Wenham, Story as Torah, p. 138.
38
Véase Milgram, Leviticus, pp. 722–5, y especialmente p. 731. Véase
bajo 5, arriba, para otras observaciones que hace.

5. LA CANCELACIÓN DE DEUDAS: APLICAR EL MARCO TEÓRICO

1
J. Robson, Honey from the Rock: Deuteronomy for the People of God
(Nottingham: Inter–Varsity Press, 2013), p. 195.
2
Para más debate, véase Wright, Deuteronomy, pp. 188, 196, que opi-
na que no se pretendía una cancelación total de las deudas; véase
también Jan Verbruggen, Deuteronomium, Commentarenreeks op
het Oude Testament III (Heerenveen: Groen, 2008), p. 141, que sí
opina que la idea es una cancelación total.
3
En el texto hebreo, los verbos de ‘prestar’ y ‘abrir’ son usados dos
veces cada uno para aumentar su impacto.

170 | Notas finales


4
2 Corintios 6: 15 usa el nombre de Belial para referirse a Satanás.
5
Wenham, Leviticus, pp. 322–3. No está del todo claro si la ordenan-
za de liberar a los esclavos en Deuteronomio 15:12–18 pertenece
al (séptimo) año de descanso, como es el caso de la cancelación
de deudas. Levítico 25 trata sobre liberar esclavos en el quincua-
gésimo año. ¿O acaso el segundo pasaje se aplica a otro grupo de
esclavos, que son ‘Israelitas de nacimiento’, mientras que Deute-
ronomio 15 (y Éxodo 21: 1–6) hablen de ‘hebreos’, que podrían
ser un grupo aparte de ‘forajidos’ en la sociedad? Eso es lo que
sugiere C.J.H. Wright (God’s People in God’s Land: Family, Land, and
Property in the Old Testament [Grand Rapids/Exeter: Eerdmans/Pa-
ternoster, 1990], pp. 249 –59; Deuteronomy, p. 197; ‘What Happe-
ned Every Seven Years in Israel? Old Testament Sabbatical Insti-
tutions for Land, Debts and Slaves, Part II’, Evangelical Quarterly
56 [1984]: pp. 193–201; Old Testament Ethics, pp. 335–6, nota 10),
pero lo rechaza con contundencia Gregory C. Chirichigno, Debt
–Slavery in Israel and the Ancient Near East, Journal for the Study
of the Old Testament Supplements 141 (Sheffield: Sheffield Aca-
demic Press, 1993), pp. 263–301.
6
Código de Hammurabi, par. 15 y 16.
7
Hans Jochen Boecker, Law and the Administration of Justice in the
Old Testament and Ancient East (London: SPCK, 1980), p. 162.
8
Boecker, Law, p. 163.

6. LA GUERRA: APLICAR EL MARCO TEÓRICO

1
Wenham, Story as Torah, p. 75.
2
Véase A. Rofé, ‘The Laws of Warfare in the Book of Deuteronomy:
Their Origins, Intent and Positivity’, Journal for the Study of the Old
Testament 32 (1985), pp. 23–44. M. Weinfeld, Deuteronomy, The
Anchor Bible (New York: Doubleday, 1991), pp. 383–4, cree que
había distintas opiniones sobre la relación con los cananeos. En
las fuentes P (sacerdotal) y D (Deuteronomista), se consideraba la

Notas finales | 171


exterminación de los cananeos una tarea para los israelitas; pero
en la fuente JE (Yahvista–Elohista) es Dios quien echará a los ca-
naneos de la Tierra prometida.
3
Como S. Niditch, War in the Hebrew Bible: A Study in the Ethics of
Violence (Oxford: Oxford University Press, 1993), que argumenta
que hay seis opiniones diferentes sobre la Guerra en el Antiguo
Testamento, desde autores que enaltecen la Guerra hasta los que
son más pacifistas.
4
T.R. Hobbs, A Time For War: A Study of Warfare in the Old Testament
(Wilmington: Glazier, 1989), p. 226.
5
Wright, Deuteronomy, p. 231.
6
Basado en conversaciones con el asiriólogo K.R. Veenhof (Univer-
sidad de Leiden) y A.R. Millard (Universidad de Liverpool). Lite-
ratura sobre el tema incluye: K. R. Veenhof, ‘History of the An-
cient Near East to the Time of Alexander the Great’ en The World
of the Bible (Bible Handbook, I; Grand Rapids: Eerdmans, 1986),
pp. 202–327; A.K. Grayson, ‘Assyrian Civilization’ en The Cambri-
dge Ancient History 3.2 (ed. J. Boardman; Cambridge: Cambridge
University Press, 1991), pp. 194–228; Albrecht Goetze, ‘Warfare
in Asia Minor’, Iraq 25 (1963): pp. 124–30; Wolfram von Soden,
‘Der Assyrer und der Krieg’, Iraq 25 (1963): pp. 131–44; H.W.F. Sa-
ggs, ‘Assyrian Warfare in the Sargonid Period’, Iraq 25 (1963): pp.
145–54; Viktor Korošec, ‘The Warfare of the Hittites – From the
Legal Point of View’, Iraq 25 (1963): pp. 159–66; H.W.F. Saggs, The
Might that was Assyria (London: Sidgwick & Jackson, 1984), pp.
246–50.
7
El nombre ‘amorreos’ puede significar todos los cananeos.
8
Ralph W. Klein, ‘The Old Testament and the Ancient Near East’
(2002) en http://prophetess.lstc.edu/~ rkIein/ (under ‘Canaan’,
‘The Baal Cycle’; accedido el 7 de noviembre 2014).
9
Para leer más sobre el ‘problema de la exterminación de los cana-
neos’, véase Paul Copan, Is God a Moral Monster? Making Sense of
the Old Testament God (Grand Rapids: Baker, 2011); véase también
su sitio web: www.paulcopan.com. Luego Wright, Old Testament

172 | Notas finales


Ethics, pp. 472–80 y C.J.H. Wright, The God 1 Don’t Understand:
Reflections on Tough Questions of Faith (Grand Rapids: Zondervan,
2008). Véase también los siguientes sitios web: www.psephizo.
com/biblical-studies/the-problem-of-violence-in-the-old-testa-
ment/ (Ian Paul; accedido el 7 de noviembre 2014) y http://bio-
logos.org/blog/apologetic-issues-in-the-old-testament-part-3 (Ri-
chard Hess; accedido el 7 de noviembre 2014). Hess argumenta
que Jericó y Ai eran fortalezas militares; así que no hubo tantas
víctimas civiles en la conquista, ya que los que estaban allí habrían
huido de antemano, obviamente. Yo también trato el mandato de
matar a los cananeos en mi libro en holandés Is dit onze Vader?
Waarom ik van de God van het Oude Testament houd (Amsterdam:
Ark Media, 2014).
10
Grayson, ‘Assyrian Civilization’, p. 220.
11
Yigael Yadin, The Art of Warfare in Biblical Lands in the Light of Ar-
chaeological Discovery (London: Weidenfeld & Nicolson, 1963).
12
Véase p. ej. las inscripciones reales de Ashur-nasir-pal II en Samuel
M. Paley, King of the World: Ashur-nasir-pal II of Assyria 883 –859 B.
C. (New York: Brooklyn Museum, 1976), pp. 126–7, y las de Tigla-
th-Pileser en A.K. Grayson, Assyrian Royal Inscriptions, II (Wiesba-
den: Harrassowitz, 1976), p. 6; también James B. Pritchard, Ancient
Near Eastern Texts Relating to the Old Testament (Princeton: Prince-
ton University Press, 2.ª ed. 1955); W.W. Hallo (ed.), The Context of
Scripture II: Monumental Inscriptions from the Biblical World (Leiden/
Boston: Brill, 2003). Los objetos exhibidos en el Museo Británico
también dan testimonio de la exaltación del rey y de sus conquistas.
13
A.K. Grayson, Assyrian Royal Inscriptions, I (Wiesbaden: Harras-
sowitz, 1972), p. xx.
14
Grayson, Royal Inscriptions, II, p. 6.
15
Hallo, Context of Scripture II, p. xxvi.
16
McConville, Deuteronomy, p. 34.
17
Véase Millard C. Lind, Jahweh is a Warrior: The Theology of Warfare
in Ancient Israel (Scottdale/Kitchener: Herald Press, 1980), espe-
cialmente pp. 156, 170–4.

Notas finales | 173


7. EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO: LA IGLESIA

1
Véase el capítulo 1.
2
Véase el capítulo 1.
3
Véase David L. Baker, Two Testaments, One Bible: A Study of Some
Modern Solutions to the Theological Problem of the Relationship be-
tween the Old and New Testaments (Downers Grove: Inter –Varsity
Press, 1977; 3ª ed. 2010).
4
A.A. van Ruler, The Christian Church and the Old Testament (Grand
Rapids: Eerdmans, 1971).
5
Colwell, Living, pp. 112–3.
6
Discurso en Wycliffe Hall, Oxford, el 20 de mayo 1994.
7
Wright, Living, p. 100; Walking, pp. 37–9; Old Testament Ethics,
p. 196.
8
Yo creo que aún hay un lugar para el pueblo de Israel en su antigua
tierra, porque la promesa que Dios les hizo nunca ha sido revoca-
da. Esto no significa, desde luego, que todo lo que haga el Estado
de Israel esté bien. Pero, con el apóstol Pablo, creo que sigue habi-
endo un futuro para Israel como nación.
9
Wright hace esta conexión en Living, p. 101.
10
Wright analiza varias de las consecuencias económicas y políticas
en Walking y en Old Testament Ethics.
11
Robson, Honey from the Rock, p. 196.
12
T. Longman III y D.G. Reid, God is a Warrior (Grand Rapids/Carl-
isle: Zondervan/Paternoster, 1995), p. 17.
13
Véase capítulo 3.
14
Birch y Rasmussen, Bible and Ethics, p. 31.
15
G.W. Grogan, ‘The Old Testament Concept of Solidarity in He-
brews’, Tyndale Bulletin 49.2 (1998): pp. 159–73; cita de p. 173.
16
Véase capítulo 2.

174 | Notas finales


Títulos publicados

Institución de la Religión Cristiana Yoga, ¿La Respuesta?


Breve instrucción La revolución sexual
Respuesta al cardenal Sadoleto Meditación trascendental
El catecismo de Heidelberg Signos del ocultismo
La confesión de la iglesia Incredulidad y revolución
Libro de alabanzas ¿Qué es política cristiana frente
Alabad y salmead (CD) a la del mundo?
Los himmnos del pueblo de Dios La palabra de Dios, libro de vida
Palabras clave del Nuevo Testamento para este tiempo
Los justos en la biblia El maoísmo
La tiranía del evolucionismo La teología de la liberación
Enfoque cristiano de la ciencia ¿Por qué tanto Sufrir?
Cristianismo y cultura El pacto de Dios
Los doce artículos de la fe Los salmos
Creemos y confesamos Las cartas a Timoteo
(Confesión de la Fe Belga) Jeremías
Decentemente y con orden Proverbios
Los cánones de Dordt El movimiento carismático
La organización de la iglesia La epístola de Santiago
De la insignia cristiana ¿Qué nos espera?
El pacto de gracia Lámpara a mis pies es tu palabra
La fe de los humanistas Sola scriptura
El espíritu de pentecostés Confesión de fe de Westminster
Los testigos de Jehová ¡Pásalo!
desenmascarados ¿Celebrando la Ley?

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