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GENERACIÓN VIVE VIRTUAL

Ananías y Safira
Hechos 5:1-11

Narrador: Hace mucho tiempo, luego de que Jesús muriera, resucitara y subiera
al cielo con Papá Dios, sus once amigos, los apóstoles, se dedicaron a
contarle a todos sobre quien era Él y lo que había hecho para salvar a la
humanidad. Muchas personas empezaron a creer la historia de Jesús,
conocieron a Dios y sus vidas cambiaron para siempre. Todos ellos
formaron una pequeña comunidad que crecía cada vez más y más, y así
comenzó la iglesia de Jesús, de la que hoy somos parte. Estas personas se
caracterizaban por tener un corazón muy bondadoso, se ayudaban entre
ellos en todo lo que necesitaban, compartían todas las cosas y algunos
hasta vendían sus casas, su ganado y sus tierras, y daban el dinero que
ganaban a los apóstoles, quienes lo repartían justamente entre los más
necesitados. Un día, un hombre de la comunidad llamado Ananías quiso
hacer lo mismo, pero no precisamente de la mejor manera, y le dijo a su
esposa Safira:

Ananías: Oye, Safira, ¿viste lo que están haciendo todos? (con tono sospechoso)
Tengo una idea, deberíamos vender nuestra finca pero no darle todo el
dinero que ganemos a los apóstoles, sino solo una parte y nos quedamos
con el resto.

Safira: (emocionada) ¡Que buena idea, esposo! Así todos pensarán que somos
personas muy bondadosas y al mismo tiempo podremos quedarnos en
secreto con una parte del dinero.

Narrador: Y así lo hicieron, vendieron su finca y luego Ananías llevó solo una
parte del dinero a los apóstoles, asegurándoles que ese era todo el dinero
que les habían dado por su terreno. Pero Dios le mostró a Pedro, uno de los
apóstoles, lo que ellos habían hecho, así que Pedro llamo a Ananías y le
dijo:
Pedro: (con tono grave) Ananías, ¿por qué le hiciste caso a Satanás? Creíste que
podrías engañar al Espíritu Santo y te quedaste con parte del dinero.

Narrador: Ananías estaba muy sorprendido por lo que estaba pasando, pues
pensaba que nadie los iba a descubrir. Entonces, Pedro continúo:

Pedro: (comienza a enojarse) Ananías, si no hubieran vendido la finca, sería


completamente de ustedes, incluso después de venderla el dinero también
era todo suyo. (con tono más alto) ¿Por qué intentaste engañarnos?, no nos
has mentido a nosotros sino a Dios.

Narrador: Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto de repente. Entonces unos
jóvenes lo recogieron y lo llevaron para enterrarlo. Esto causó mucho temor
en los que estaban allí observando. Unas horas más tarde llego Safira, sin
saber nada de lo que había pasado, y Pedro le preguntó:

Pedro: (entristecido) Safira, dime, ¿ustedes vendieron su finca por este precio?

Safira: (dudando) Sí, Pedro, por ese precio la vendimos...

Narrador: Pedro se dio cuenta de que Safira continuaba con la mentira de su


esposo y le dijo:

Pedro: (enojado) ¿Por qué se pusieron de acuerdo para engañar al Espíritu


Santo? Mira, ahí vienen los que enterraron a tu esposo y ahora te llevarán a
ti.

Narrador: En ese momento, Safira también cayó muerta y se la llevaron para


enterrarla junto a su esposo. Y toda la comunidad de creyentes sintió un
gran temor al ver lo que Dios podía hacer con quienes intentaban
engañarlo…

FIN

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