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Frente a frente

En un mundo en el que la pandemia nos obliga a aislarnos


La crisis nos devuelve a nuestros cuerpos dejando que aparezca algo real
En un mundo cada vez más límbico en el que no sabes si tienes cuerpo o no, si lo pierdes en la
pantalla.
En un mundo en el que no sabes si hay otro cuerpo en frente o no, aunque puedas verlo.
El capitalismo de la multiplicación nos ha prometido la inmortalidad y nos da vejeces mal
tratadas.
Al mismo tiempo que se prolonga las vidas se prolongan las vejeces.
Los sujetos afectados por la vulnerabilidad de sus cuerpos ya no son dueños de su propia vida.
Qué podemos decidir sobre nuestros cuerpos en un contexto en el que resulta tan difícil
decidir sobre nuestro propio destino corporal.
En la multiplicación del capitalismo hay un horizonte de catástrofe.

A la vez que estamos mas cerca de la muerte aumentamos la virtualidad.


Nuestros cuerpos confinados se redimensionan y no dejan de salir por ventanas virtuales.
Nuestros cuerpos confinados buscan puntos fuga, paradójicamente a través de esta dimensión-
órgano.

En un mundo en el que los cuerpos presentes huyen de sus propios cuerpos a través de las
pantallas.

La dimensión-órgano de las nuevas tecnologías nos confinan como criaturas cabizbajas.

Como una expresión del naufragio de los vínculos humanos entre los cuerpos aparecieron los
centro comerciales a los que ahora echamos de menos antropológicamente frente a la venta y
el consumo online.

Gilles Deleuze conferenciando a Foucoult sobre las sociedades disciplinarias vaticinaba que
aunque en un futuro no muy lejano aunque íbamos a seguir conviviendo con algunos restos de
esas sociedades disciplinarias como los centros comerciales, la cárcel, la escuela, la fábrica, el
hospital, etc. Todo eso iba a ser innecesario, la educación, la cárcel o el consumo sería a
domicilio. Decía que esa vigilancia propia de sociedades de este tipo ya no iba a ser necesaria
sino que ese control vendría solo. Decía que el control vendría por minitel, lo que hoy
conocemos como Internet.

Ver esta conferencia de Deleuze es tan premonitoria como aterradora.

A veces un gesto cotidiano pequeño puede tener unas consecuencias desmesuradas.


Desconocemos el gesto de nuestras acciones.
Desconocemos los jefes de todo esto.
La estandarización de subjetividades produce un anhelo de corporalidad.
Vivimos entre avatares.

Vivimos en una sociedad hipercontrolada

En un mundo en el que se quiere controlar los cuerpos a través del DNI. En un mundo en el
que numeran las casas para poder controlar donde están los cuerpos.
Se han deslocalizado los cuerpos de la misma manera que los cuerpos. Paradojicamente los

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