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FICHA TÉCNICA

> HIGIENE INDUSTRIAL


Nº 63 • Septiembre de 2009
Gestión Práctica de
48 • Riesgos Laborales
AUTORES: CARDONA LLORENS, Antonio;
PRIETO CASTELLÓ, María José; y
MARHUENDA AMORÓS, Dolores
TÍTULO: Aplicación del control biológico
como técnica de prevención en la
exposición a disolventes
FUENTE: Gestión Práctica de Riesgos Laborales,
nº 63, pág. 48, septiembre 2009.
En determinadas tareas laborales es frecuente que los trabajadores se vean
expuestos de manera continuada a disolventes, cuyos agentes nocivos pueden
provocar la aparición de enfermedades y trastornos en la salud. Junto con la
necesidad de establecer medidas medioambientales y médicas, a las empresas
se les plantea la exigencia de disponer de un sistema de control biológico que
permita detectar las alteraciones que derivan en patologías y así poder
anticiparse a su desarrollo.
 

RESUMEN: Para evaluar si la exposición


a un disolvente orgánico en el trabajo
significa riesgo para la salud, se debe
comparar los datos que reflejan la exposición
real y la permisible. En general,
además de la vigilancia médica de los
efectos sobre la salud, se deben emplear
el control ambiental y el control biológico.
En este artículo vamos a centrarnos básicamente
en el control biológico cuyo fin
último es el mantenimiento de la salud
de los trabajadores y, desde este punto
de vista, la prevención del desarrollo de la
enfermedad profesional mediante la detección
precoz de las ligeras alteraciones
biológicas que preceden a las patologías.
Es pues una actividad esencialmente
médica, que debe considerarse complementaria
y aplicarse conjuntamente con
el control ambiental.
DESCRIPTORES:
• Higiene industrial
• Control biológico
• Disolventes
• Prevención de riesgos
• Eenfermedades profesionales
• Vigilancia médica
En determinadas tareas laborales es frecuente que los trabajadores se
vean expuestos de manera continuada a disolventes, cuyos agentes nocivos
pueden provocar la aparición de enfermedades y trastornos en la salud.
Junto con la necesidad de establecer medidas medioambientales y médicas,
a las empresas se les plantea la exigencia de disponer de un sistema
de control biológico que permita detectar las alteraciones que derivan en
patologías y así poder anticiparse a su desarrollo.
Antonio Cardona Llorens, director de la Escuela Profesional de Medicina del Trabajo de
la Universidad Miguel Hernández, María José Prieto Castelló y Dolores Marhuenda
Amorós, profesores del Dpto. Patología y Cirugía de la Facultad de Medicina.
El control biológico como
técnica de prevención en
la exposición a disolventes
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El interés por el problema del riesgo
presente en los ambientes de trabajo
donde se utilizan disolventes, con
la consiguiente necesidad de adoptar
medidas preventivas, deriva tanto del elevado número
de expuestos a estas sustancias, como de
la posible aparición en los mismos de cuadros de
relevante patología.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que
la mayoría de estos compuestos son utilizados
en las pymes, las cuales representan mayoritariamente
el tejido económico de España, en el
artesanado y en el trabajo en el domicilio, ya directamente,
ya como componentes de materias
primas diversas como pinturas, barnices, pegamentos,
etc. La exposición a disolventes en estos
últimos sectores presenta un notable problema
debido en muchas ocasiones a la ausencia de
controles higiénicos y médicos específicos, y por
consiguiente de la existencia de una menor o
incluso nula información sanitaria en general y
sobre la toxicidad de los productos empleados
en particular.
Para la evaluación y prevención de los riesgos
que pueden aparecer en los trabajadores expuestos
a disolventes, hay que referirse al control ambiental,
al control biológico y a la vigilancia médica
de los efectos sobre la salud1. En este artículo vamos
a centrarnos básicamente en el segundo de
estos aspectos, el control biológico, que se debe
considerar complementario del control ambiental,
y sobre el que presenta una serie de ventajas.
En primer lugar, la evaluación ambiental sólo
tiene en cuenta la vía inhalatoria como contribuyente
a la absorción de contaminantes, no contemplando
las vías cutáneas y digestiva que, en
especial en el caso de los disolventes y cuando
no se observan las debidas medidas de higiene
personal, pueden cobrar relevancia en cuanto a
su aportación a la dosis absorbida. Otro aspecto
a tener en cuenta es que el control ambiental no
considera la distinta respuesta biológica de cada
trabajador frente a las sustancias tóxicas, en base
a las diferencias de edad, sexo, características y
actitudes físicas, enfermedades, etc. Además el
control biológico va a considerar la aportación de
otras posibles fuentes extralaborales de exposición.
Por otro lado, el control biológico es el medio
más adecuado para comprobar la eficacia de
los sistemas de extracción y/o protectores respiratorios
y de otras prendas de protección personal.
El comparar el control biológico con el ambiental
puede llevar a pensar erróneamente que
el primero es un sistema de evaluación biológica
de la exposición laboral a agentes químicos
utilizando el organismo como muestreador. Sin
embargo, el fin último del control biológico es el
mantenimiento de la salud de los trabajadores y,
desde este punto de vista, el objetivo del control
biológico debe ser prevenir el desarrollo de
la enfermedad profesional mediante la detección
precoz de las ligeras alteraciones biológicas que
preceden a las patologías. Es pues una actividad
esencialmente médica.
Pautas metodológicas
Lauwerys define el control biológico como
“la evaluación indirecta de la exposición de un
trabajador a agentes nocivos, mediante la medición
en un medio biológico adecuado de las
concentraciones de un agente como tal, de sus
metabolitos o de los fenómenos que reflejan
las modificaciones resultantes de la absorción
del tóxico”2. Esta evaluación debe ser realizada
en los trabajadores conforme a las condiciones
reales de su puesto de trabajo y se deben seguir
unas pautas metodológicas muy precisas:
> Reconocer el riesgo tóxico, es decir, establecer
cuál es el contaminante que se debe controlar
en base a su potencial efecto nocivo para la
salud del trabajador en cada puesto de trabajo.
> Seleccionar y determinar los indicadores
pertinentes tendentes a lograr el fin propuesto. Para
ello se deben plantear cuatro cuestiones previas:
 ¿Qué se va a determinar? Para responder
a esta primera pregunta es necesario conocer
1 Biological monitoring: confusion in terminology,
de Reinier L. Zielhuis. Am. J. Ind. Med.
8: 515-516. 1985.
2 Toxicologie industrialle, de Robert Lauwerys
y Alfred Bernard. Encycl. Med. Chir. (Paris-
France). Intoxications. Pathologie du travail.
160001 H 10. 1989.
El fin objetivo
del control debe
ser prevenir el
desarrollo de
la enfermedad
profesional
mediante la
detección precoz
de las ligeras
alteraciones
biológicas que
preceden a las
patologías
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el comportamiento toxicocinético y el mecanismo
de acción del contaminante en el
organismo. Esto es, sus vías de absorción, su
distribución, sus órganos diana y de reserva,
sus vías de eliminación, sus transformaciones
metabólicas, los metabolitos responsables
del efecto tóxico y la naturaleza bioquímica
primaria del mismo, las rutas de los metabolitos
si han de ser determinadas, etc. Sin este
conocimiento detallado pueden elaborarse
conclusiones erróneas. Por ejemplo, algunos
indicadores pueden provenir de la exposición
a otros contaminantes o de procesos fisiológicos
del organismo o de otras fuentes externas
tales como alimentos o medicamentos.
Además, es necesario conocer la correlación
entre la intensidad de la exposición y el efecto
biológico en los trabajadores.
Todos los disolventes se absorben fundamentalmente
por vía inhalatoria, pero también
lo pueden hacer por ingestión o por
contacto cutáneo según la naturaleza de la
actividad profesional y los hábitos higiénicos
del trabajador. En lo que respecta a la absorción
por vía respiratoria, ésta dependerá fundamentalmente
del tiempo y la intensidad
de la exposición. Pero también, entre otros
factores, de la capacidad de ventilación alveolar
que tenga la persona, la cual a su vez
está en relación con una serie de parámetros
fisiológicos subjetivos como la edad, sexo,
talla, peso, aptitudes físicas, estado nutricional,
etc. Una vez absorbido el disolvente, éste
pasa a la sangre que lo distribuye por los
diferentes compartimentos del organismo y
es posteriormente eliminado, sin transformarse,
por la orina o el aire exhalado.
Por otra parte hay que tener en cuenta, que
los disolventes orgánicos sufren una biotransformación,
fundamentalmente hepática,
en derivados más hidrosolubles, los cuales
son más fácilmente excretados por la orina.
Estos metabolitos generalmente son inactivos,
es decir, que no se fijan a las moléculas
diana para producir los efectos tóxicos. Sin
embargo, en algunos disolventes, como es
el caso del n-hexano precisamente el metabolito
final que se forma (2,5 hexanodiona)
es el responsable del efecto tóxico (metabolito
activo)3.
Así pues, si es evidente que un parámetro
biológico que refleje la dosis interna de un
disolvente está ciertamente mejor correlacionado
con los efectos tóxicos que una medida
de exposición ambiental, por tomar en consideración
el primero la exposición global, en el
caso de la valoración de un metabolito activo
esta correlación es la ideal. Esto es lo que sucede
para el control biológico en este caso
de la industria del calzado con el n-hexano.
Por todo ello, se debe establecer una base
de conocimientos adecuada que relacione
todos estos factores antes de seleccionar
un indicador que, en base a lo expuesto, se
pueden clasificar en indicadores de dosis
e indicadores de efecto. Los primeros son
parámetros que miden la concentración del
3 Behaviour of urinary 2,5-hexanedione in occupational
co-exposure to n-hexane and acetone,
de Antonio Cardona, Dolores Marhuenda, María
José Prieto, Juan Martí, J. Francisco Periago
y J. Manuel Sánchez. Int. Arch. Occup.
Env. Health. 68: 88-93. 1996.
Los disolventes se absorben mayoritariamente por vía inhalatoria, pero también lo pueden
hacer por ingestión o por contacto cutáneo según
la naturaleza de la actividad profesional y los hábitos higiénicos del trabajador.
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contaminante o su metabolito, sustancia en
la que se transforma en el organismo, en
fluidos biológicos o en aire exhalado. Pueden,
a su vez, ser representativos de: la dosis
absorbida recientemente (indicadores de exposición);
la dosis acumulada en órganos o
tejidos en los que la eliminación va a resultar
lenta (indicadores de acumulación); o la dosis
presente en el punto donde produce sus
efectos (indicadores de dosis real).
Mientras, los indicadores de efecto son parámetros
que pueden identificar alteraciones
en su fase inicial y cuando aún se encuentran
en una situación reversible. Pueden ser:
indicadores de efecto bioquímico, que miden
la variación de un parámetro bioquímico (actividad
enzimática, producto metabólico, etc.),
alterado por la acción de un contaminante; o
indicadores de efecto fisiológico, que miden
alguna variación fisiológica (generalmente de
los sistemas nervioso o respiratorio), provocada
por la acción del contaminante.
 ¿Dónde se va a determinar? En qué medio
biológico se deben realizar las determinaciones
de los parámetros escogidos como
indicadores. En el ámbito del control biológico
de los disolventes orgánicos sólo tienen
aplicación real los llevados a cabo en sangre,
orina y aire exhalado.
La sangre proporciona los indicadores más
representativos de la dosis absorbida, presentando
en general buenas correlaciones con
el nivel de exposición ambiental. Permite la
separación previa del medio (plasma, suero,
eritrocito o sangre total), que simplifica el análisis
y clarifica la interpretación de los resultados.
Para la medida de productos químicos
volátiles hay que tener en cuenta la diferencia
de concentración entre la sangre arterial y venosa
inducida por la absorción o aclaramiento
pulmonar. El que la obtención de la muestra
requiera el empleo de una técnica “invasiva”
puede ser un punto a tener en cuenta a la hora
de seleccionar un indicador en este medio.
La orina mediante la determinación de los
contaminantes no biotransformados de sus
metabolitos, o incluso a través de la medida
de las propias velocidades de eliminación,
proporciona útiles indicadores de dosis. Sin
embargo, las tomas puntuales de orina están
influenciadas por la variabilidad en la velocidad
de eliminación que produce fenómenos
de dilución y saturación dependiendo de la
ingestión de líquidos, de la medicación, del
estado emocional, etc. En estas condiciones
es necesario efectuar una corrección del resultado
mediante un ajuste de densidad o
de creatinina.
El aire exhalado es un excelente medio para
la determinación de indicadores de la exposición
a disolventes orgánicos. Sin embargo, la
interpretación del resultado es crítica debida a
los cambios rápidos de la concentración con
el tiempo.
 ¿Cuándo se va a determinar? Esto es, el
momento del muestreo. El tiempo en el que
se hace la toma de la muestra es básico, en
especial cuando el nivel del determinante
cambia rápidamente o cuando hay acumulación.
Para seleccionar el momento del muestreo
es preciso tener en cuenta los diferentes
aspectos cinéticos de la sustancia química;
en particular, hay que conocer su absorción
por los pulmones, el tracto gastrointestinal y
la piel, su distribución posterior a los distintos
compartimientos del organismo, su biotransformación
y, finalmente, su eliminación.
También es importante saber en qué lugares
del organismo se puede acumular. Con respecto
a la exposición a disolventes orgánicos,
el momento de recogida de las muestras
biológicas es lo más importante, dada la diferente
velocidad de los procesos metabólicos
implicados y, en consecuencia, la excreción
más o menos rápida de la dosis absorbida.
 ¿Cómo se va a determinar? Finalmente,
hay que plantearse cómo se va a realizar el
análisis en el laboratorio, es decir, el método
analítico. Este punto es básico ya que cuanto
más complejos son los métodos y técnicas a
emplear, mayor es la necesidad de establecer
protocolos de actuación y medida más detallados.
Éstos deben seguirse y controlarse rigurosamente
con el fin de que los resultados
obtenidos sean válidos para el objetivo que
se pretendía y puedan asignarse unos límites
para su incertidumbre.
En la literatura científica se encuentran muchos
ejemplos de trabajos cuyos resultados
Cuanto más
complejos son
los métodos
y técnicas a
emplear, mayor
es la necesidad
de establecer
protocolos de
actuación y
medida más
detallados
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sólo pueden ser escasamente utilizables, porque
no estaban bien planificados o no se han
tenido en cuenta todos los factores implicados,
y lo que es más frecuente, que los métodos
utilizados por los investigadores son diferentes
y no están adecuadamente detallados.
La vía para solventar estos problemas está en
la normalización y validación de los procedimientos
de actuación y medida, que son los
fundamentos de los planes para el aseguramiento
de la calidad y buenas prácticas de
laboratorio, y el control de su mantenimiento
en el tiempo.
> Interpretar los resultados del control biológico
exige la utilización de modelos fisiológicomatemáticos
que nos permiten seguir la cinética
de los tóxicos en el cuerpo humano durante y
después de una exposición aislada o repetida,
contribuyendo así a dar un valor más exacto y
fiable respecto de unos valores de referencia de
riesgo tóxico. Estos modelos incluyen parámetros
de variabilidad interindividual e intraindividual de
los indicadores, como el estado fisiológico y de
salud y las fuentes de exposición laboral y del estilo
particular de vida del trabajador. Los modelos
se mejoran con los resultados de los estudios
realizados en los puestos de trabajo, ya que los
estudios en animales generalmente no proporcionan
datos adecuados para el establecimiento
de valores de referencia
> Categorizar el riesgo es consecuencia de
la interpretación del resultado. Esto exige un enfoque
multidisciplinar, que a su vez conlleva el
establecimiento de programas periódicos de control
biológico.
> Aplicar medidas preventivas médicas e
higiénicas oportunas, tanto individuales como
colectivas.
Dificultades en la
monitorización biológica
Pero no todo es tan fácil como pueda parecer
a simple vista. La aproximación más concreta
para encuadrar la dificultad de la monitorización
biológica de los disolventes es la de recordar
que el INSHT español y la ACGIH americana, que
periódicamente publican los valores límites ambientales
tolerables (VLA y TLV, respectivamente)
y los valores límite biológicos (VLB y BEI, respectivamente)
para los productos de uso industrial,
llevan adoptados hasta la fecha más de 700 valores
límite ambientales, pero poco más de 40
valores límite biológicos, 24 de ellos correspondientes
a disolventes orgánicos4.
Es evidente, pues, que son muchos los disolventes
de los que no poseemos suficiente
información toxicológica y en algunos casos los
métodos analíticos para determinarlos no son lo
suficientemente precisos. Para proponer y adoptar
un VLB es necesario que exista una base de
datos fiable sobre la toxicocinética de la sustancia,
eventualmente sobre ciertos aspectos de su mecanismo
de acción y, sobre todo, sobre la relación
entre la exposición externa y la dosis interna, que
permitan definir los valores de referencia que sirven
de guía para la evaluación del riesgo potencial
para la salud en la práctica de la higiene industrial.
Estos valores pueden sufrir complementos y
modificaciones con el curso de futuras investigaciones,
por lo que deben ser utilizados con una visión
de control higiénico-sanitario mucho más amplia
que la del singular dato numérico. Se necesitan estudios
adicionales que nos hagan disponer de métodos
analíticos, programas toxicocinéticos y test
biológicos que permitan una monitorización de la
exposición a disolventes más completa y también
más exacta de la que actualmente se tiene.
Conclusiones
En conclusión, el diseño de un programa
de control biológico, cuya finalidad debe ser la
protección de los derechos de los trabajadores
y la vigilancia de su salud, incluye una serie de
normas que implican:
> El estudio de los puestos de trabajo evaluando
la existencia de factores de riesgo tóxico que
puedan afectar la salud de los trabajadores.
> Diseñar el protocolo del programa en base a
unos procedimientos normalizados de trabajo, seleccionando
los indicadores biológicos apropiados
para lograr el fin propuesto y no por mero interés
científico o de discriminación.
> Informar a los trabajadores de los riesgos para
su salud y del deber que tienen de someterse a
un programa de control biológico cuando el puesto
que van a ocupar entraña peligro. También hay
que informar de quién es el médico responsable
del programa, quiénes son sus colaboradores y
de los fines y motivos de dicho programa.
> Informar puntualmente a los trabajadores de
sus propios datos individuales, guardando la confidencialidad
de los mismos. Los resultados globales
del programa pueden ser conocidos por el
público en general, a través de los canales oficiales
o de publicaciones científicas.
> Aplicar con urgencia las medidas preventivas
higiénicas y médicas en caso de resultados anormales,
evitando prolongar situaciones de riesgo en aras
de conseguir una mejor información científica.
BIBLIOGRAFÍA
> American Conference of Governmental Industrial
Hygienists (ACGIH): Threshold limit values for chemical
substances and physical agents and biological
indices for 2009. Cincinnati (Ohio).
> Cardona, A.-Marhuenda, D.-Prieto, M.J.-Martí, J.-
Periago, F.J.-Sánchez, J.M.: Behaviour of urinary
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and acetone. Int. Arch. Occup. Env. Health.
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Conselleria d’Economía, Hisenda i Ocupació.
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> Lauwerys, R- Bernard, A.: Toxicologie industrialle.
Encycl. Med. Chir. (Paris-France). Intoxications. Pathologie
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> Prieto, M.J.-Marhuenda, D.-Roel, J.-Cardona, A.:
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> Zielhuis, R.L.: Biological monitoring: confusion in
terminology. Am. J. Ind. Med. 8: 515-516. 1985.
4 Threshold limit values for chemical substances
and physical agents and biological indices
for 200. American Conference of Governmental
Industrial Hygienists (ACGIH). Cincinnati
(Ohio). 2009; y, Límites de exposición profesional
para agentes químicos en España 2009,
del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene
en el Trabajo. Generalitat Valenciana.
Conselleria d’Economía, Hisenda i Ocupació.
Valencia, 2009.

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