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PERSONAJES
- ABOGADO
- FERNANDO GETZA (padre)
- GENOVEVA FLORES (madre)
- RAMIRO (hijo mayor)
- LEOCADIA (hija mayor)
- MARTINA (hija menor)
¡Qué tiempos estamos viviendo! Al norte de la Ciudad de México se tenía una
vida tranquila. Tan tranquila que se despertaba por la mañana al son de las
campanas. Pero aconteció que, como la ciudad era la principal fuente de trabajo
para muchas personas provenientes de diversos puntos como Cuautepec de
Madero, el transporte público no se daba abasto para transportar a la gran
cantidad de gente que iba a laborar.
Entonces, fue aquí cuando comenzó un pleito entre las autoridades y las personas
que diariamente se transportan a sus centros de trabajo. Los trabajadores
alegaban que les correspondía a las autoridades dar una solución. Las
autoridades, por su lado, sabían mucho de leyes y de vialidades, por lo que se
les ocurrió una gran idea, implementar un sistema de teleférico para mejorar la
movilidad en la zona. Pensaron “¡Será una gran idea! ¿Qué puede salir mal?”
Logró prosperar mediante la simbra de maíz, frijol y uno que otro fruto. Con el
paso de los años y con dos generaciones nuevas, la civilización fue creciendo
hasta ocupar el último pedazo de cerro que sobresalía en aquella parte al norte
de la ciudad. Los terrenos pasaron de ser sembradíos a edificaciones a medio
comenzar; todo alrededor era igual.
Pero el señor GETZA, siendo descendiente de una familia que vivió en carne y
hueso el Porfiriato, tenía principio y valores que sus padres le inculcaron, por lo
que siempre hizo todo lo que pudo con honradez, humildad y agradecimiento.
Contaba con un empleo, no muy lejos de su casa, dentro de una fábrica
procesadora de cartón y con un sueldo que, para su esposa, sus tres hijos y él,
apenas alcanzaba o como se dice actualmente, alcanza para vivir el día a día.
Por su parte, la señora FLORES, esposa del señor GETZA, es la humilde ama de
casa, dedica su tiempo en cocinar para sus tres hijos y su esposo, mantener lo
más ordenada posible la casa, enterarse de uno que otro chisme y estar al
pendiente de sus hijos, en especial la pequeña MARTINA, quien tiene 6 años
apenas y cursa el primer año de la primaria. Sus otros dos hijos son, empezando
por el mayor, RAMIRO de 24 años, quien no terminó la preparatoria para ponerse
a trabajar como bicitaxi para poder solventar sus gastos. Y LEOCADIA de 15
años, quien está en su último año de secundaria.
RAMIRO, el hijo mayor, al escuchar tales absurdeces se decidió por unirse a sus
padres y defender lo que les corresponde por derecho.
RAMIRO– O sea, ¿que le tenemos que decir que sí sin razón alguna?
ABOGADO– Si bien eso es verdad, con el dinero que les van a dar
podrían buscar dónde vivir un poco más al norte, en Hidalgo.
ABOGADO– Ya veo…
El ABOGADO no tuvo de otra más que retirarse de aquel lugar, pero sin antes
soltar una última amenaza justo a mitad de la entrada de la casa de la familia
GETZA.
Y así fue como a la familia GETZA no les quedó de otra más que ceder a
expropiación de sus tierras a base de amenazas y sin saber siquiera cuánto iban
a recibir a cambio de sus terrenos. Y tal y como dijo el ABOGADO, a los dos meses
regresó y esta vez acompañado por dos oficiales para asegurarse de que la
familia GETZA no tuviera otra alternativa más que firmar y aceptar la
indemnización o ser retirados por la fuerza por la policía.
ABOGADO– Espero que hayan recapacitado la oferta, esta vez me
aseguraré de que así sea, por las buenas o por las malas.
FERNANDO– ¿Está usted loco? ¡Ni siquiera ese precio cubre lo que
le costó a mi abuelo un solo terreno!
El señor GETZA no supo cómo reaccionar a tal acto de injusticia y robo. Con los
ojos llenos de ira y clavados (y seguramente también un poco húmedos) sobre
los dos oficiales que le miraban de forma desafiante y listos para desalojar a la
familia si se reusaban a aceptar el pago, sólo le quedó preguntarle indignado al
ABOGADO…
FERNANDO– ¡Qué es lo que esperan que haga con esto! Ni el
departamento más pequeño que pueda haber se puede comprar con esto. Y de
poderse, ¿cómo espera que les dé de comer a mi familia después?
Uno de los oficiales, ya desesperado por estar ahí de pie, le contestó al señor
GETZA que tendría que encontrar un trabajo porque nadie les iba a regalar
nada. Indigenado y abatido por el comentario del oficial, el señor GETZA se
inclinó hacia el ABOGADO y le dijo…
ABOGADO– Yo lo…
A la familia GETZA FLORES no les quedó de otra más que sacar sus cosas e irse
a buscar a otra parte un lugar para vivir. Y la ambición del gobierno por construir
una “beneficencia” para la sociedad se empezó a llevar a cabo sobre los terrenos
del señor GETZA y de los demás vecinos afectados.
Al pasar un año, la colocación de los pilares que sostendrían los cables por los
que se deslizarían las cabinas del teleférico se comenzaron a instalar. Y como
era de esperarse, la calidad de los materiales no sería la que se había estimado
ni presupuestado. La falta inexplicable de los recursos para el estudio adecuado
del tipo de suelo trajo como consecuencias que los pilares se empezaran a hundir
y a inclinar debido a su propio peso.
La obra se fue completando, pero los contratiempos no se quedaron reservados.
Como pudieron “solucionaron” el problema del hundimiento de los pilares y la
obra fue completada después de 4 años de haber iniciado. Después de 9 meses
de haberse inaugurado la línea del teleférico, tuvo que ser cerrada totalmente
hasta nuevo aviso debido a la mala calidad de los materiales y a los malos
cálculos de oscilamiento que se producían en las cabinas debido a las fuertes
ráfagas de aire que cruzaban por en medio de la obra, entre otros factores más.
Moraleja: el gobierno de este país siempre lo disfrazará de mil formas (seguramente novedosas
para que los ignorantes, que son la mayoría, lo crean y lo esparzan rápidamente), le pondrá flores
(seguramente baratas), pero siempre será el mismo de siempre, echándose de un lado a otro la
bolita y diciendo “yo no fui” …