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IDENTIDAD PROFESIONAL

Existe todo un universo de aspectos a considerar cuando se habla de un concepto


tan complejo como lo es “La identidad”. Comencemos desde lo más simple; Por
definición, “Identidad funge como el conjunto de rasgos o características de una
persona o cosa que permiten distinguirla de otras en un conjunto.”* Parece
inverosímil que unos cuantos renglones pretendan darle un sentido de totalidad a
una palabra que siempre va más allá de todo lineamiento, concepto o creencia.

En realidad, el espectro que rodea dicho concepto es por mucho de una amplitud
incrementada y más valiosa que lo ya antes comentado. Hay muchos elementos a
consideración para poder acuñar y
tratar con un término de tal magnitud.
Es de suma importancia reconocer la
genialidad de la existencia
individualista, en otras palabras:
Tener en cuenta abiertamente que
todo ser humano difiere del resto,
todos son seres únicos e irrepetibles,
puestos en la tierra para construir su
camino de la manera que mejor sea aceptada. Ese impulso genuino por realizar lo
que mejor se sabe, o que de otra forma: se ha convertido en una responsabilidad,
tan valiosa como el resto de las actividades que apasionan al ser humano y
tendrán peso positivo mientras exista la motivación intrínseca que mueva el
planeta en dirección lineal hacia la felicidad utópica que tanto se ansía por las
masas, y que por supuesto, provoca cierta aceptación/estima hacia nuestra
persona por el simple hecho de trabajar por un objetivo que llena nuestras
expectativas e indirectamente incrementa de cierta forma el ego “sano”, o mejor
dicho, la autoestima.

Ésta última, situada en la cima de la subjetividad y probablemente el juicio más


importante que será adoptado en la vida, se presenta como una de las
características esenciales para el desarrollo de la identidad personal. Hay mucho
que aprender antes de forjarse como individuo consciente de lo que es y el
principal paso es el autoconocimiento, una vez tenido en cuenta lo anterior,
podemos integrar el autoconcepto, seguido de la autovaloración para finalizar con
los tres últimos peldaños de la escalinata del amor propio, que es la
autoaceptación, el autorespeto y finalmente la autoestima. De tal forma se ha

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profundizado un tanto más de lo que es bien conocido como Identidad.
Considerada como un fenómeno de carácter subjetivo, estratificado por diversos
elementos a considerar para poder acuñársele de manera concreta y certera, de
total elaboración personal y es construida de forma simbólica en interacción con
otros sujetos del contexto en que se esté llevando a cabo el desarrollo del
individuo. La identidad también va ligada propiamente a un sentido de pertenencia
hacia distintos grupos con los que superficialmente el ser humano piensa que
comparte características en común. Hay un vasto mundo de información respecto
a las distintas esferas que conforman el centro del “Ser” y “existir”. Entonces surge
la duda de mayor trascendencia en el presente escrito, ¿Qué es el ser? Y por
supuesto ¿Quién soy yo?

La respuesta recae en lo que los estudiosos y docentes conocen como el núcleo


de identidad personal, éste está fuertemente ligado a dicho sentido de pertenencia
individual que todo civil posee en su trayectoria y paso por el mundo. Por un lado,
tiende a ser la respuesta genuina y concreta a la pregunta anteriormente puesta
en escena, y por otro lado, constituye también una base sobre la cual descansa
nuestro modo de ser, el pensamiento, la conducta y todo aquello que captamos
como producto de nuestro yo interior y exterior,
Todo lo que nos conforma, lo que nos hace ser
como somos y actuar de la manera en que
actuamos en la sencilla cotidianidad del día. Y autoe
aun hablando del ser en su máxima esencia, no stima
se ha logrado escarbar hasta el fondo de esa
existencia pura de todo aquello que nos
conforma: Nuestros ideales, principios, valores, autorespeto
creencias más arraigadas, la manera sistemática
en la que a veces los individuos tienden a
viciarse, aquellos mecanismos de defensa autoaceptación
esporádicos que son expresados tras un
estímulo de cualquier tipo y fuente procedente
implícita, toda aquella espontaneidad que nos autovaloración
caracteriza, los automatismos y sentido de
pertenencia hacia objetos inanimados, estáticos,
y en cierta forma omnipresentes, así como la
presencia infinita de aquél sujeto que se jura; es
autoconcepto
real. Así es como surge la relevancia y objetivo
principal del núcleo; estudiar al ser humano en
cuanto tal es, existir como el ser más íntimo que autoconocimiento
cada uno es y probablemente siempre será.

América Guadalupe Hinojosa Arceo 20154470 *Real Academia Española. (2001). Diccionario
de la lengua española [Dictionary of the spanish
Language] (22nd ed.) Madrid, Spain: Author
América Guadalupe Hinojosa Arceo 20154470

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