Está en la página 1de 12

Facultad de Ciencia Tecnología y Ambiente

Departamento de Desarrollo Tecnológico

Asignatura: Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente

MATERIAL DIDÁCTICO

Managua, Nicaragua
2012

1
El Bienestar Humano y el avance hacia el Desarrollo Sostenible dependen
fundamentalmente de un mejor manejo de los ecosistemas de la Tierra para poder
asegurar la conservación y utilización sostenible de éstos. Pero, al mismo tiempo
que crecen las demandas por los servicios que brindan los ecosistemas, como los
alimentos y agua pura, las actividades humanas disminuyen la capacidad de
muchos ecosistemas para satisfacer tales demandas.

Llevar a cabo intervenciones adecuadas en materia de planificación y manejo de


recursos naturales, por lo general, permite revertir la degradación de los
ecosistemas y aumentar el aporte que éstos hacen al bienestar humano; no
obstante, para saber cuándo y cómo intervenir se necesita un conocimiento
sustancial de los sistemas ecológicos y sociales involucrados.

La humanidad desde siempre ha dependido de los servicios que presta la Biosfera


y sus ecosistemas. La actividad humana está ejerciendo una presión tal sobre las
funciones naturales de la Tierra que ya no puede darse por seguro que los
ecosistemas del planeta Tierra vayan a mantener la capacidad de sustentar a las
generaciones futuras.

En las próximas décadas, en la medida en que aumenten las demandas de la


población humana, los sistemas van a estar sujetos a presiones aún más fuertes,
con el riesgo de un mayor debilitamiento de la infraestructura natural de la que
dependen todas las sociedades.

Para proteger y mejorar nuestro futuro bienestar se requiere un uso más racional y
menos destructivo de nuestros bienes naturales. Ello implica a su vez cambios
importantes en la manera en que tomamos decisiones y las ponemos en práctica.

Debemos aprender a reconocer el verdadero valor de la naturaleza, tanto en


términos económicos como en cuanto a la riqueza que aporta a nuestras vidas en
aspectos que son mucho más difíciles de cuantificar.

Lo esencial es que la protección de esos bienes no puede seguir considerándose


como algo opcional, sino que debe asignársele el mismo grado de importancia que
se la da a la generación de riquezas o a la seguridad nacional.

Se ha constatado que cerca de las dos terceras partes de los servicios que brinda
la naturaleza a la humanidad están decreciendo a nivel mundial. En efecto, los
beneficios obtenidos a partir de nuestra transformación del planeta Tierra se han
logrado mediante una reducción de los bienes de Capital Natural.

En muchos casos, estamos literalmente viviendo de prestado. Al consumir el


agua subterránea de que disponemos a un ritmo más acelerado que el de su
reposición, por ejemplo, estamos haciendo uso de ese capital a expensas de
2
nuestros hijos. Ya se está haciendo sentir el costo que hay que pagar, pero con
frecuencia lo sienten aquellos que están muy lejos de los que se benefician de los
servicios naturales.
También estamos entrando en un mundo en que la variedad de la vida se reduce
cada vez más. Los paisajes simplificados, cada vez más uniformados, creados
por la actividad humana han llevado a miles de especies a estar en peligro de
extinción, lo que tiene un efecto tanto sobre la resiliencia de los servicios
naturales como sobre valores espirituales o culturales que son más intangibles.

Sin embargo esto no debe ser motivo para la desesperanza. El balance de las
cuentas naturales que le dejemos a las generaciones futuras depende de las
elecciones que se hagan a cada nivel y en cada rincón del planeta Tierra.

En la medida en que las sociedades humanas se vuelven más y más complejas y


tecnológicamente avanzadas, es fácil tener la impresión de que ya no
dependemos de los sistemas naturales. Una proporción siempre en aumento de
la población vive en las ciudades, en medios en los que predominan estructuras
construidas y máquinas. La naturaleza puede aparecer como algo que si
podemos, disfrutamos durante los fines de semana, que está bien si lo tenemos,
pero que difícilmente podemos considerar como parte de nuestras preocupaciones
cotidianas.

Incluso en las áreas rurales, la conservación de espacios naturales está


frecuentemente considerada como un lujo que tiene poco que ver con el bienestar
de la población local. Un humedal, por ejemplo, puede ser visto como un espacio
desperdiciado, cuyo único valor está en la siembra que se podría hacer allí si se lo
drenara.

El alimento que se obtiene en condiciones que parecen completamente artificiales


también es un producto de procesos biológicos de la naturaleza. Ya sea por el
material genético contenido en las semillas o en el ganado (aunque esté alterado
mediante la biotecnología), por los suelos donde crecen las cosechas o por el
agua que hace que las tierras sean fértiles. La alimentación humana depende de
una infraestructura natural sobre la que se aplican las capacidades y tecnología de
los agricultores de todo el mundo.

Además de su función en la producción de alimentos, el agua dulce es por


supuesto otro de los elementos esenciales para la vida. A pesar de todas las
ingeniosas técnicas que se han usado desde las primeras civilizaciones para
canalizarla, todavía dependemos de los sistemas naturales que regulan el flujo del
agua en las cuencas de los ríos del mundo.

Aún cuando se hayan inventado muchos materiales sintéticos, todavía se utilizan


en grandes cantidades otros productos de la naturaleza en todas las sociedades.
Los árboles nos brindan madera y papel, la industria de la moda necesita fibras
vegetales y animales, y las medicinas derivadas de la naturaleza son cada vez
más solicitadas.
3
El desarrollo de las sociedades humanas ha consistido en un proceso de cambio
de los sistemas naturales del planeta Tierra para sustentar modos de vida cada
vez más sofisticados y confortables, para un número cada vez más grande de
personas.

A través de los milenios, se hizo una adaptación de las áreas silvestres de todo el
planeta Tierra para permitir que las comunidades asentadas en ellas pudieran
tener la seguridad de contar con alimentos, agua, energía y materiales que
necesitaban. La demanda de productos prescindibles en una parte del planeta
Tierra puede tener una influencia sobre los sistemas naturales a miles de
kilómetros de distancia.

Con el arribo de la industrialización, el ritmo de esos cambios se aceleró, gracias a


la nueva tecnología y a los avances en la medicina que hicieron posible el
sustento y supervivencia de poblaciones urbanas en rápido crecimiento.

Sin embargo, a través de toda la historia humana, ningún período había


experimentado el nivel de interferencia con la maquinaria biológica del planeta
Tierra del que fuimos testigos durante la segunda mitad del siglo XX.

Entre 1950 y 1980, se han destinado más tierras para el cultivo, que antes fueron
bosques, sabanas y pastizales naturales que en el periodo que abarca todo el
siglo XVIII y la primera mitad del XIX. Cerca de un cuarto de la superficie de las
tierras del planeta Tierra está ahora bajo cultivo.

Este cambio ha estado acompañado de un tremendo incremento en la aplicación


de fertilizantes manufacturados que contienen nitrógeno y fósforo. Estos
nutrientes están destinados a las plantas bajo cultivo, pero de hecho también han
fertilizado a la naturaleza, pues han llegado a arroyos, ríos y finalmente a los
océanos. En muchos lugares esto ha llevado a un excesivo crecimiento de
determinadas plantas, como las algas, lo que en este caso lleva a su vez al
agotamiento del oxígeno del agua y acarrea la muerte de otras formas de vida
acuática. Este impacto se denomina Eutrofización.

Hay otro cambio importante que podría caracterizarse como la Globalización de


la Naturaleza. En la medida en que las personas se trasladan más de un lado a
otro, también se han transportado plantas y animales a lugares del mundo donde
nunca habían existido antes, entrando en la red local de la vida y a veces
alterándola profundamente. Con frecuencia esto se ha hecho deliberadamente,
como en el caso de la introducción de especies de ganado o para el cultivo.

En muchos casos, sin embargo, esto representa el impacto accidental de la


aceleración de las conexiones humanas a lo largo y ancho del planeta Tierra. Los
barcos cargueros que surcan los océanos llevan grandes cantidades de criaturas
marinas en sus tanques de lastre que son vaciados en los puertos donde deben
cargar sus mercancías. Esto ha llevado a algunos sorprendentes intercambios de
especies.
4
La preocupación por estos cambios se debe a algo más que a una cuestión de
mantener la pureza de la naturaleza. Una especie introducida desde afuera puede
cambiar drásticamente el sistema local y los servicios que éste provee.

El cambio con el potencial más significativo para alterar la infraestructura natural


de la Tierra lo constituye el experimento químico que los seres humanos han
venido haciendo con la atmósfera en el último siglo y medio.

El uso predominante del carbón, petróleo y gas natural como fuentes de energía
ha hecho que se liberen grandes cantidades de carbono que antes estaban
retenidas en capas subterráneas entre la roca, y ha hecho aumentar en algo así
como un tercio el dióxido de carbono que hay en el aire.

Ahora ha quedado bien establecido que esto ha hecho cambiar los sistemas del
clima mundial, al atrapar más cantidad del calor del Sol dentro de la atmósfera, y
que estos cambios se acelerarán en la medida en que continúa aumentando la
concentración de dióxido de carbono.

La conversión de las selvas tropicales en campos de cultivo, de las riberas de los


ríos en embalses o de los pantanos en aparcamientos para vehículos no va a
acabar con todos los procesos naturales, pero tenderá a crear un paisaje menos
diversificado que excluye a muchas de las especies que antes ocupaban ese
espacio.

Algunas de las evidencias más claras de la presión que estamos ejerciendo sobre
la naturaleza provienen de servicios tales como los peces silvestres y el agua
dulce. Siempre hemos confiado en que los sistemas de la Tierra reemplazarían
las cantidades que tomábamos. Hemos considerado a esos servicios como
regalos, creyendo que la única limitación para usarlos era la tecnología disponible
y el esfuerzo requerido para hacer uso de ellos.

Los ecosistemas están perdiendo su capacidad de mantener la estabilidad del


clima a escala local; la pérdida de la cobertura vegetal y deforestación, por
ejemplo, pueden ocasionar una merma de las precipitaciones en las regiones
tropicales.

Existen señales que indican que el daño infligido a los sistemas naturales ha
reducido el número de insectos y de pájaros que transportan el polen que hace
posible la reproducción de las plantas con flores, lo que tiene serias
consecuencias para muchos cultivos.

La protección que los sistemas naturales ofrecen a la población contra eventos


excepcionales está disminuyendo. Por ejemplo, en los años recientes ha habido
muchas más inundaciones, no solo porque haya llovido más, sino también debido
a los cambios en el paisaje, como la deforestación y drenaje de pantanos, es decir
por haber eliminado sitios de almacenamiento de agua y obligar a que una mayor

5
cantidad tenga que pasar por estrechos canales en los que con frecuencia se ha
confinado a muchos ríos.

El Cambio Climático también tiene el potencial de llevar rápidamente a los


sistemas naturales a una situación extrema. Algunos modelos indican que en
unas pocas décadas el Calentamiento Global podría transformar a la exuberante
selva amazónica en una sabana seca, con efectos devastadores, que incluirían
una mayor inestabilidad del clima regional y mundial.

Cuando se ha llegado a esas situaciones desencadenantes, puede resultar difícil o


imposible que los sistemas naturales vuelvan a su estado anterior.

Nuestro comportamiento actual hace posible que haya más de esos cambios en el
futuro. Estamos mermando la capacidad de resiliencia de los sistemas naturales
porque, simultáneamente, reducimos la variedad de especies y ejercemos sobre
ellas una presión sin precedentes. Por todo ello, las inversiones en salud de los
bienes naturales pueden ser una forma prudente de asegurarnos contra los
cambios bruscos y contra el riesgo que ellos representan para el bienestar
humano.

El problema que plantea la creciente demanda de servicios que prestan los


ecosistemas se combina con una degradación cada vez más dramática de la
capacidad que tienen los ecosistemas para prestar dichos servicios.

La demanda de servicios que prestan los ecosistemas es tan elevada en la


actualidad que las contraprestaciones entre los diversos servicios se han
transformado en un fenómeno común.

Un país puede, por ejemplo, aumentar el suministro de alimentos convirtiendo un


bosque en suelo agrícola; pero en dicha transformación, disminuye la oferta de
servicios que pueden tener igual o mayor importancia tales como agua potable,
fibra, ecoturismo o regulación de inundaciones y control de sequías.

Existen muchos indicadores que señalan que la demanda humana sobre los
ecosistemas crecerá aún más en las décadas siguientes. Las estimaciones
actuales que señalan un aumento de la población en 3 mil millones de personas y
un crecimiento de 400% de la economía mundial para el año 2050, implican un
aumento drástico de la demanda y consumo de recursos biológicos y físicos, al
igual que un aumento sostenido de impactos en los ecosistemas y en los servicios
que éstos prestan.

El problema que plantea la creciente demanda de servicios que prestan los


ecosistemas se combina con una degradación cada vez más dramática de la
capacidad que tienen los ecosistemas para prestar dichos servicios.

6
El bienestar humano se ve afectado no sólo por las brechas que existen entre la
oferta y demanda de servicios que prestan los ecosistemas, sino también por la
mayor vulnerabilidad de las personas, comunidades y naciones.

Los ecosistemas productivos, con el conjunto de servicios que prestan, otorgan a


las personas y comunidades recursos y opciones que éstas pueden utilizar como
un seguro ante una catástrofe natural o un estallido social. Mientras los
ecosistemas que cuentan con un buen manejo reducen los riesgos y
vulnerabilidad, los sistemas con un manejo deficiente pueden acentuarlos, al
aumentar el riesgo de inundaciones, sequías, pérdida de cosechas o
enfermedades.

La degradación de los ecosistemas, por lo general, daña a las poblaciones rurales


de manera más directa que a las poblaciones urbanas, y sus impactos más
directos y graves recaen en los pobres.

Los ricos controlan el acceso a una mayor parte de los servicios que prestan los
ecosistemas, consumen estos servicios a una tasa per cápita más elevada, y
están protegidos contra los cambios en su disponibilidad (a menudo a un costo
elevado), gracias a su capacidad para adquirir servicios de los ecosistemas o
sustitutos, cuando éstos escasean. En cambio, los pobres, por lo general, carecen
de acceso a servicios alternativos y son altamente vulnerables a los cambios de
los ecosistemas, los cuales derivan en hambrunas, sequías o inundaciones. Estas
personas generalmente viven en zonas particularmente susceptibles a amenazas
ambientales y no cuentan con protecciones financieras ni institucionales contra
tales peligros.

Los cambios que experimentan los ecosistemas no sólo afectan a los seres
humanos, sino también a innumerables otras especies.

La degradación de los servicios que prestan los ecosistemas responde a


muchas causas, entre las que se incluye la demanda excesiva de tales servicios
producto del crecimiento económico, los cambios demográficos y las elecciones
individuales.

Al igual que los beneficios que genera un mejor nivel de educación o una mejor
gobernabilidad, la protección, restauración y fortalecimiento de los servicios que
prestan los ecosistemas tienden a tener beneficios múltiples y sinérgicos. A estas
alturas, muchos gobiernos comienzan a reconocer la necesidad de un manejo más
efectivo de estos sistemas básicos en los que se sustenta la vida. También
podemos encontrar ejemplos de avances significativos hacia el manejo sostenible
de los recursos biológicos tanto en la sociedad civil y comunidades indígenas y
locales, como en el sector privado.

Según la Evaluación de Ecosistemas del Milenio (EM, 2005), todos los


ecosistemas de la Tierra han sido transformados de forma significativa por las
actividades humanas. En la segunda mitad del siglo XX, los ecosistemas se
7
modificaron a un ritmo mayor que en ningún otro momento de la historia de la
humanidad. Esto ha generado una pérdida considerable y en gran medida
irreversible de la diversidad de la vida sobre la Tierra. Algunos de los cambios
más importantes han sido la transformación de bosques y praderas en tierras de
cultivo, el desvío y almacenamiento de agua dulce en represas y la pérdida de
zonas de manglares y de arrecifes de coral (Green Facts, 2007).

Hoy en día, los cambios más rápidos están teniendo lugar en los países en vías de
desarrollo, aunque los países industrializados experimentaron cambios
comparables en el pasado. No obstante, las transformaciones actuales están
teniendo lugar a un ritmo mayor que las anteriores a la era industrial.

En el caso de ecosistemas donde se desarrollan actividades productivas (por


ejemplo, bosques naturales donde hay extracción forestal selectiva, extracción de
fauna; sitios donde hay cambios de uso de bosque natural a agricultura, ganadería
o plantaciones forestales, minería, etc), estas conllevan a la degradación del
ecosistema, lo que se traduce en un cambio o disminución en la provisión de
bienes y servicios ambientales.

En casos extremos de ecosistemas utilizados de forma no sostenible y/o


altamente degradados; esto se traduce en una disminución en la provisión de
bienes y servicios ambientales o incluso en la desaparición de los mismos. Por
ejemplo, la tala de un bosque natural conlleva a la pérdida de biodiversidad, lo que
puede incluir especies en peligro de extinción, especies amenazadas, etc.

En los próximos años los cultivos para biocombustibles podrían estar


empezando a competir con tierras agrícolas y forestales. Lo cual podría constituir
una nueva amenaza tanto a la conservación, como a la Seguridad Alimentaria y
Nutricional (SAN). Según la ONU, "existe  seguridad alimentaria cuando
cualquier persona puede satisfacer sus necesidades dietéticas para poder tener
una vida activa y sana".

Los ecosistemas son esenciales para el Bienestar Humano gracias a sus servicios
de suministro, regulación, culturales y de base.

La intervención humana en los ecosistemas puede ampliar los beneficios para la


sociedad. Sin embargo, las evidencias que se acumulan en las últimas décadas
referidas a los progresivos impactos humanos en los sistemas ecológicos de todo
el mundo plantean inquietudes en torno a las consecuencias espaciales y
temporales que producen los cambios en los ecosistemas, en detrimento del
Bienestar Humano.

El cambio en los ecosistemas afecta el Bienestar Humano en los siguientes


aspectos:

 La seguridad se ve afectada, en primer lugar, a raíz de los cambios que se


producen en los servicios de suministro; ya que afectan el abastecimiento de
8
alimentos y otros bienes, y que posibilitan los conflictos en torno a los recursos
escasos; y en segundo término producto de los cambios en los servicios de
regulación, que pueden influir en la frecuencia y magnitud de inundaciones,
sequías, deslizamientos de tierra y otras catástrofes. Puede también verse
afectada por cambios en los servicios culturales, como en casos en que la
pérdida de importantes rasgos ceremoniales o espirituales de los ecosistemas
contribuye al debilitamiento de las relaciones sociales al interior de una
comunidad. Estos cambios a su vez afectan el bienestar material, la salud, la
libertad y las opciones, la seguridad y las buenas relaciones sociales.

 El acceso a bienes materiales básicos para una buena vida se relaciona


estrechamente con los servicios de suministro, como la producción de alimentos
y fibras, y los servicios de regulación, incluyendo la purificación del agua.

 La salud se relaciona estrechamente con los servicios de suministro, como la


producción de alimentos, y los servicios de regulación, incluyendo aquellos que
influyen en la distribución de insectos transmisores de enfermedades y de
sustancias irritantes y patógenas a través del agua y el aire. La salud también
puede relacionarse con los servicios culturales a través de los beneficios
recreacionales y espirituales.

 Las relaciones sociales se ven afectadas por los cambios en los servicios
culturales que afectan la calidad de la experiencia de vida de las personas.

 Las libertades y opciones se apoyan ampliamente en la existencia de los


demás componentes del bienestar y, por ende, se ven influenciadas por los
cambios en los servicios de suministro, de regulación y culturales que prestan
los ecosistemas.

El Bienestar Humano puede aumentar mediante interacciones humanas


sostenibles con los ecosistemas, respaldadas con instrumentos, instituciones,
organizaciones y tecnología que sea necesario aplicar, cuya creación mediante
procesos participativos y transparentes puede contribuir a las libertades y las
opciones de las personas, como asimismo, a una mayor seguridad económica,
social y ecológica.

El acceso desigual a los servicios que prestan los ecosistemas generalmente ha


elevado el bienestar de pequeños segmentos de la población, a expensas de
otros. En algunos casos, las consecuencias del agotamiento y degradación de los
servicios que prestan los ecosistemas pueden mitigarse con la sustitución de
conocimiento y de capital manufacturado o humano. Por ejemplo, la utilización de
fertilizantes en los sistemas agrícolas ha permitido compensar la disminución de la
fertilidad del suelo en muchas regiones del mundo, donde las personas cuentan
con suficientes recursos económicos para adquirir estos insumos; igualmente, las
instalaciones de tratamiento de aguas en ocasiones pueden suplir la función que
cumplen las cuencas hidrográficas y humedales en la purificación del agua.

9
Sin embargo, los ecosistemas son sistemas complejos y dinámicos, y las
posibilidades de sustitución tienen límites, sobre todo tratándose de los servicios
de regulación, servicios culturales y de suministro. Ninguna sustitución es posible
tratándose de especies de importancia cultural, como, por ejemplo, los tigres y
ballenas, y tales sustituciones pueden ser económicamente perjudiciales debido a
la pérdida de servicios tales como el control de erosión o regulación del clima.
Además, el alcance de las sustituciones varía según las condiciones sociales,
económicas y culturales. Para algunas personas, en especial los pobres, las
sustituciones y opciones son muy limitados. Para quienes viven en buenas
condiciones, la sustitución puede realizarse mediante el comercio, inversión y
tecnología.

Para que los servicios de los ecosistemas y, por ende, el Bienestar Humano sean
sostenibles se necesita un conocimiento cabal y un manejo acertado de las
relaciones entre las actividades humanas, el cambio de los ecosistemas y el
bienestar en el corto, mediano y largo plazo. El excesivo uso actual de los
servicios ecosistémicos compromete su disponibilidad futura. Ello puede evitarse
asegurando que su uso sea sostenible.

La mejor manera de manejar los ecosistemas para que aumenten el Bienestar


Humano será diferente si se apunta a satisfacer las necesidades de los pobres y
los débiles o las de los ricos y poderosos. Para ambos grupos es esencial que se
asegure el suministro a largo plazo de los servicios que prestan los ecosistemas.
Pero para los pobres, una necesidad igualmente crucial consiste en obtener un
acceso más ecuánime y seguro a tales servicios.

Todos los seres humanos dependemos por completo de los ecosistemas de la


tierra y de los Bienes y Servicios Ambientales que éstos proporcionan, como son
los alimentos, el agua, regulación del clima, satisfacción espiritual y placer
estético.

A nivel local, especialmente en las comunidades rurales, es muy clara la


dependencia de las personas por los bienes y servicios que proveen los
ecosistemas naturales.

En los últimos cincuenta años, los seres humanos han transformado los
ecosistemas con una mayor velocidad e intensidad que en ningún otro período de
la historia humana con el que se pueda comparar. En gran medida, para resolver
rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y
combustible. Estos cambios han contribuido a obtener considerables beneficios
netos en el bienestar humano y el desarrollo económico, pero estos beneficios se
han obtenido con crecientes costos como la degradación de muchos servicios de
los ecosistemas, un mayor riesgo de cambios no lineales y la acentuación de la
pobreza de algunos grupos de personas. Estos problemas, si no se los aborda,
harán disminuir considerablemente los beneficios que las generaciones venideras
obtengan de los ecosistemas (EM, 2005).

10
Según la Evaluación de Ecosistemas del Milenio (EM, 205), la degradación de los
servicios de los ecosistemas está afectando a muchas de las personas más
pobres del mundo y es a veces el principal causante de la pobreza.

La pobreza y la degradación de la naturaleza pueden combinarse en una espiral


descendente: las comunidades pobres frecuentemente tienen menos opciones
para conservar sus recursos naturales, lo que lleva a un deterioro aún mayor de la
tierra y hasta a una mayor pobreza. El problema de la degradación de las tierras
secas, o sea el proceso conocido como desertificación, está reconocido como
causa y a su vez consecuencia de la pobreza. Las prácticas de cultivo poco
efectivas pueden llevar a una seria erosión del suelo y a su falta de humectación,
haciendo que la supervivencia a partir de la tierra sea aún más difícil.

En muchos casos son los pobres los que sufren la pérdida de servicios causada
directamente por la presión ejercida sobre los sistemas naturales para llevar
beneficios a otras comunidades, con frecuencia en otras partes del mundo.

Los beneficios derivados de las presas, por ejemplo, se disfrutan mayormente en


las ciudades a las que se provee de agua y electricidad, en tanto que los pobres
del campo pueden dejar de tener acceso a las tierras y a la pesca y hasta sufrir
más enfermedades, tales como la esquistosomiasis que transmiten los caracoles
que se desarrollan en los embalses.

La deforestación a gran escala en lugares como Indonesia y la Amazonía se


origina en parte en la demanda de madera, papel y productos agrícolas que
proviene de lugares lejanos, pero son los pueblos indígenas los que sienten de
manera más aguda la desaparición de una amplia gama de servicios naturales
provistos por los bosques.

Los impactos negativos del Cambio Climático van a recaer


desproporcionadamente en las regiones más pobres del mundo debido por
ejemplo a la agudización de sequías y a la merma en la producción de alimentos
en las regiones más secas; pero la acumulación de Gases de Efecto Invernadero
(GEI) es causada en su inmensa mayoría por las poblaciones más ricas que
consumen más energía para mantener sus altos estándares de vida.

La experiencia ha demostrado que los esfuerzos de protección de los servicios de


la naturaleza son mucho más efectivos cuando la población local recibe auténticos
beneficios a partir de la conservación. Por ejemplo, si las ganancias que generan
el ecoturismo o la extracción de productos forestales se reparte equitativamente
con las comunidades locales, es menos probable que la gente se dedique a la
caza furtiva o utilice métodos de cultivo que destruyen el entramado natural del
lugar.
Una mayor participación de las comunidades indígenas en la toma de decisiones
también puede brindar acceso al conocimiento tradicional con respecto al
funcionamiento de los sistemas naturales para ayudar a diseñar formas más
eficientes de protegerlos.
11
Los programas de ayuda a los países en desarrollo raramente le dan prioridad a
la protección o restauración de los servicios naturales. Los gobiernos receptores
de ayuda, las naciones donantes e instituciones de préstamo podrían hacer
muchísimo más para orientar fondos hacia el apoyo de esos servicios, de manera
tal que se obtengan beneficios duraderos.

Una de las barreras clave que impide que se tenga una conducta más efectiva en
cuanto a la protección de los bienes naturales es la ignorancia acerca de los
servicios que ellos proveen.

Las sociedades humanas tienen el poder de reducir las presiones que estamos
ejerciendo sobre los servicios naturales del planeta Tierra, al tiempo que
continuamos utilizándolos para alcanzar un mejor estándar de vida para todos.

Para lograrlo, sin embargo, se requieren cambios radicales en la manera en que


se trata a la naturaleza en todos los niveles de la toma de decisiones. La
resiliencia y abundancia no pueden seguir confundiéndose con indestructibilidad y
suministros sin límites. Las señales de alarma están allí para que todos las
veamos. El futuro está en nuestras manos.

LISTA DE REFERENCIAS

Cordero, D., Moreno-Díaz, A., y Kosmus, M. (2008). Manual para el Desarrollo de


Mecanismos de Pago/Compensación por Servicios Ambientales. Lima: GTZ-
INWENT.
FAO, IUCN, PNUD, UNESCO, UNEP, et. al. (2005). Estamos gastando más de lo
que poseemos. Capital Natural y Bienestar Humano. Declaración del
Consejo de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio. Washington: Autor.
World Resources Institute (WIR). (2003). Ecosistemas y Bienestar Humano: Marco
para la Evaluación. Informe del Grupo de Trabajo sobre Marco Conceptual
de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio. Washington: Autor.

PREGUNTAS PARA ANÁLISIS Y DISCUSIÓN

1. Porqué la Degradación Ambiental se encuentra directa y significativamente


vinculada a la pobreza?

2. Cuál es la importancia que tiene el Capital Natural en el Bienestar Humano?

3. Porqué se argumenta que actualmente “estamos viviendo de prestado”?

4. En qué consiste la Globalización de la Naturaleza?

5. Qué aspectos del Bienestar Humano se ven afectados por los cambios que
hombres y mujeres producen en los ecosistemas

12

También podría gustarte