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EL DON DE LA PROFECÍA Y EL MINISTERIO DEL


PROFETA – Parte 1 y 2
EL DON DE LA PROFECÍA Y EL MINISTERIO DEL PROFETA –

1)  LA PROFECÍA: 1 Corintios 12:7-10.


a)  Definición: La palabra profecía se traduce del griego “profeteia”, que
también significa: “Proclamación de la mente y consejo de Dios”.
Nota: Este significado nos permite ver varias cosas muy importantes: 
1º)  La profecía no es primeramente predicción (Vemos esto por ejemplo en
Juan bautista, su ministerio fue principalmente anunciar a Cristo. En el
Nuevo Testamento es principalmente proclamación de la voluntad de
Dios).  
2º)  La Escritura misma es una profecía, pues fue escrita por hombres
inspirados por el Espíritu Santo y en ella encontramos el consejo de Dios,
por eso dice: “tenemos la palabra profética más segura” 2 Pedro 1:19-21.  
3º)  Tanto en el A.T. como en el N.T. se nos enseña la importancia de discernir
estos mensajes (como los creyentes de Berea, quienes después de
escuchar la enseñanza iban a sus casas a estudiar la Biblia para ver si
estas cosas eran así).
b)  El don de la profecía debe distinguirse del ministerio de profeta.
Nota: Al estudiar el Don de Profecía, debe distinguirse claramente la
diferencia entre el Don propiamente dicho y el Ministerio del profeta, que en
la Escritura aparecen bien diferenciados, veamos:  
1º)  Éste don (el don profético) es nuevo y particular del Nuevo Testamento
dado a la iglesia para la edificación de la misma.
2º)  No debe confundirse la predicación con la profecía, pues se le quita lo
celestial al don profético (la predicación proclama, expone la Escritura,
enseña la verdad de Dios, mientras que la profecía dice lo que Dios está
diciendo.
 
3º)  Cualquier persona puede poseer el Don de profecía y ser usado por el
Señor, pero esto no quiere decir que en verdad cumple con el ministerio de
Profeta, por ejemplo en Hechos 21:8-11, vemos a un profeta llamado Agabo
(esto es un ministerio de profeta) mientras que las hijas de Felipe fluían en
el donde de la profecía. El escritor de Hechos (Lucas) nos dice que ellas
“profetizaban” (podían hacerlo por el don) pero Agabo era profeta, éste era
su ministerio, su oficio (y es a través de éste que Dios habla a Pablo).
4º)  Beneficios y cuidados con el don de la profecía: 1 Corintios 14:3-4
  

a.  Para hablar a los hombres sobrenaturalmente.


b.  Para que todos sean enseñados (1ª Corintios 14:31)
c.  Para convencer al inconverso y manifestar los secretos de su corazón (1ª
Corintios 14:21-25).
d.  Pablo indica que el que profetiza es responsable por el uso del don y tiene
control sobre él, y que todo sea hecho en orden, 1 Cor. 14:32-33, 39-40.
2)  EL PROTOCOLO PROFÉTICO (PRINCIPIOS A TENER
CUENTA):       
a)  La profecía debe edificar, exhortar y consolar, 1 Corintios 14:3.
1º)  Edificación: esto indica que es un mensaje que produce crecimiento.
2º)  Exhortación: apremiar, impulsar para seguir un curso de conducta, Ejemplo
Hch. 14:22.
3º)  Consolación: indica alivio, aliento, consolación de manera entrañable,
consuelo para el quebrantado y fatigado.  
b)  La profecía debe ser juzgada, 1 Cor. 14:29.
Nota 1: En la 1 Cor. 13:9, vemos que la profecía no es completa, y según 1
Tesal. 5:20-21, no se debe menospreciar, sino juzgar, esta palabra significa:
discernir, examinar. En la N.V.I. dice: “no desprecien las profecías,
sométanlo todo a prueba”. Las visiones, sueños o mensajes proféticos
deben someterse a examen y comprobarlos por la palabra de Dios y por el
testimonio del Espíritu Santo que mora en cada uno de nosotros.   
Nota 2: En la iglesia de Corinto había desorden, y por eso, se establece un
orden, 1 Cor. 14:30-32,40, nos dice la Biblia “decentemente”, el término
indica: honestidad, con gracia, manera apropiada, noble, bien formado,
honradez (en contraste con la vida de los gentiles). 
c)  La profecía viene para confirmación (de aquello que Dios ya ha venido
diciendo al espíritu o corazón del creyente).   
 
d)  La profecía o mensaje de Dios conserva la naturaleza Divina, 1 Cor.
14:33.       
Nota: El mensaje de Dios (profecía) contiene los elementos de la esencia
de Dios mismo, como su amor, su paz, su verdad, su pureza, etc. La
profecía no da ministerios, ni dones Espirituales (los confirma), ni “revela” el
número de la lotería, ni te manda a desobedecer la Palabra del Señor, la
palabra profética no confunde, ella trae luz pues viene de Dios.

  
Efesios 4:1-2 ~  «1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno
de la vocación con que fuisteis llamados, 2 con toda humildad y mansedumbre,
soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, » 
 
Antes que Pablo nos escribe acerca de los 5 ministerios, bajo inspiración del
Espíritu Santo él nos habla del carácter.  Esto es sumamente importante, porque
Jesús nos dijo que conoceríamos a los profetas «por sus frutos» – no por sus
profecías, milagros, talentos, habilidades, personalidad, página de internet ni
mercadotecnia.  Hay una gran diferencia entre aquellos que gritan e intimidan a la
gente con su personalidad fuerte y los que hablan con autoridad y denuedo dados
por el Espíritu Santo.  Tristemente, muchos no disciernen la diferencia. 
  
El que tiene la unción del Espíritu Santo no dependerá de una banda de música
que pueda provocar una reacción emocional.  El ministro que tiene una unción
verdadera comprende que el poder convincente del Espíritu Santo causa que las
palabras lleguen al corazón del oyente.  No estoy en contra de los ministros que
levanten sus voces. Tampoco estoy en contra de los que tengan una banda musical
que los acompañe (al contrario estoy a favor de), pero el que es verdaderamente
ungido por Dios no depende de esas cosas externas.  Necesitamos más que
provocar una reacción emocional.  El mensaje de verdad tiene que llegar al corazón
– algo que solamente el Espíritu Santo puede hacer.  Jesucristo no tenía ni
necesitaba un sistema de sonido ni de la ayuda de un artista cantante para lograr la
voluntad de Dios o hacer un impacto en los quienes Le oyeron.
 
Somos exhortados a vivir dignos del llamado. Todos somos llamados a ser hijos
de Dios y ser hechos conformes a la imagen de Cristo (Juan 1:12; Romanos 8:29).  El
llamado a funcionar como uno de los cinco ministerios viene de Cristo según Su
elección, no la nuestra.   Ser profeta, apóstol, pastor, evangelista, maestro, o
simplemente un creyente que ha desarrollado sus dones espirituales es
un honor que nos es dado por la gracia de Dios y no por nosotros mismos.  Nunca
debamos permitir que el orgullo entre a nuestro corazón o que nuestra cabeza se
infle porque Dios nos usa para manifestar Su poder, hablar Su Palabra o ejercer
autoridad espiritual.  
 
La verdad es que Dios quiere usar a todos Sus hijos para demostrar Su Reino y
manifestar lo sobrenatural (Juan 14:12; Marcos 16:17).  El Espíritu Santo mora en el
corazón de cada creyente (1ª Corintios 3:16).  Todos, cada hijo de Dios, hemos
recibido de los dones del Espíritu (1ª Corintios 12:7).  El hecho que alguien está
usando sus dones no le hace más especial que otro que no los usa – simplemente
significa que ha aprendido a usar sus dones por medio de la fe (Romanos 12:6). 
 
Si es que todos vamos a usar nuestros dones y ser efectivos en el Reino de Dios,
tenemos que despojarnos del concepto errado de la separación entre el clero y el
laico.  Por años la iglesia tradicional ha promovido la idea que solo los sacerdotes
y «el clero» eran los cristianos verdaderos con acceso especial a Dios mientras que
los demás eran solamente «los fieles».   Permíteme asegurarle que no existe tal
separación en la Biblia ni en el Reino de Dios.  Cada creyente tiene acceso al Trono
de Dios y podemos acercarle confiadamente aun cuando estamos hallados en una
falla (Hebreos 4:16).  Existen solamente los impíos y los justos (Proverbios 3:33;
Mateo 13:49).  Si usted ha confiado en la muerte y resurrección de Jesús como el
pago de sus pecados y si Le haya confesado y hecho el Señor y Rey de su vida,
entonces usted es un hijo de Dios, justificado para con Dios, lavado por la sangre
de Cristo y santificado por Su Espíritu (Romanos 10:9-10, Efesios 2:8-9. 1ª Corintios
6:9-11; 2ª Corintios 5:21; Efesios 2:19).    
 
Por otro lado, hay algunos quienes se llenan de orgullo cuando se dan cuenta
que Dios les puede usar para hacer algo sobrenatural.   Éstos comienzan a creer
las palabras de adulación que otros les dan y se permiten ser exaltados en vez de
dar siempre la gloria a Dios.  Tal vez siendo influenciados por el mismo concepto
errado ahora piensan que son mejores y más favorecidos que los demás.  Cristo
nos dijo en Lucas 10:20, «Pero no os regocijéis de que los espíritus se os
sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.» 
 
Tenemos que recordar a Dios pertenece todo el poder, toda la honra y la gloria (1ª
Timoteo 1:17; Apocalipsis 5:12).  ¡Ay de aquellos que permiten que los hombres
les pongan sobre un pedestal!  Es demasiado fácil caerse de los pedestales. Dios
no comparta Su gloria con nadie.   
 
Las cualidades que Dios busca en nosotros están en versículo dos: «toda
humildad, mansedumbre (la fuerza bajo control), paciencia y amor.»  Los dones
espirituales abundan, pero entre los muchos que se dicen apóstoles y profetas he
observado pocos que exhiben la humildad y la mansedumbre.  En parte, esto es
porque los dones son dados, mas el fruto, la madurez, el carácter de Cristo, se tiene
que cultivar. Si es que prediquemos la Palabra de Dios, entonces Dios en Su
bondad confirma Su Palabra – no a nosotros (Marcos 16:20).
 
Todos pueden profetizar (1ª Corintios 14:31) pero no todos son profetas.  De
igual manera, todos que creen pueden sanar enfermos y hacer las obras de Cristo
aunque no todos son apóstoles (Santiago 5:14-15; Marcos 11:24; Mateo 10:8).  Dios
usará «el que creyere» (Juan 14:12).  La diferencia principal es que los quienes han
sido llamados y comisionados por Dios a uno de los cinco ministerios es el nivel de
autoridad y de responsabilidad que Dios los da dentro del Cuerpo de
Cristo.  Hablaremos más de esto en las siguientes partes de esta serie. 
 
Siguiendo en Efesios 4, versículos 3 al 6 nos exhortan a mantener unidad y paz
en el Cuerpo de Cristo... 
«3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4 un cuerpo, y
un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra
vocación; 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, el cual es
sobre todos, y por todos, y en todos.» 
 
Lo que nos une es que tenemos el mismo Padre Dios.  Yo creo en la paternidad
espiritual.  Yo mismo tengo un padre espiritual aquí en la tierra, el Pastor Jose
Edgardo Ceguil.  Sin embargo, debamos recordar que el único Padre Verdadero
en el Cuerpo de Cristo es nuestro Padre Celestial.  Debamos estar ocupados en
edificar al Reino de Dios y no nuestros propios castillos o ministerios particulares
(Mateo 6:33). 
 
No debamos estar en competencia el uno contra el otro (Lucas 9:49-50).  Somos
un Cuerpo de Cristo.  En el cuerpo hay muchos miembros y hay diversidad.  Esto
es por diseño divino.  No todos harán todo igual a nosotros; no todos tendrán el
mismo enfoque.  El chiste es que todos tienen que estar conectados a la Cabeza que
es Cristo, escuchar Sus directrices y obedecer.  Él nos une. Efesios 4:13 habla de la
“unidad de la fe” no de la conformidad de apariencias o acciones.       
 
No debamos tener más alto concepto de nosotros mismos que el que debamos
tener; debamos pensar de nosotros mismos con cordura (Romanos 12:3).  La
humildad es esencial en la vida de todo siervo de Dios que quiere tener un
ministerio duradero.  Dios resiste al soberbio mas da gracia al humilde (Santiago
4:6). 
 
Algunos ministros abusan de su autoridad espiritual y de la ignorancia de la
gente para exigir de ellos una obediencia completa.  No permiten una opinión
diferente, y no permiten que alguien les haga una pregunta sincera.  Eso es una
de las cualidades principales del espíritu de Jezabel.  Esa es una cualidad que es
común en las sectas, pero no debe de ser así en el Cuerpo de Cristo.  El siervo
verdadero invita las preguntas porque quiere enseñar a otros – le interesa el
aprendizaje y el bienestar de aquellos que le escuchen; quiere que crezcan y que
alcancen su potencial.
 
El Apóstol Pablo recibió más revelación que cualquier otro ser humano, no
obstante no exigió obediencia ciega de sus hijos espirituales.  Pablo dijo, «Sed
imitadores de mí,” pero lo siguió con las palabras, “así como yo de Cristo» (1ª
Corintios 11:1).   
 
Cualquier padre espiritual legítimo aquí en la tierra no exigirá más que Pablo
porque sabe que la meta de Dios es que seamos hechos conforme a la imagen de
Cristo (no la de nosotros).  También entenderá que es un vaso humano, hecho de
barro, falible y en necesidad de gracia como todos los demás. 
 
.

Es mi oración que todos se den cuenta del llamado que tienen, y que vivan dignos
de ese llamado.  Algunos tienen llamado a uno de los cinco ministerios.  Todos son
llamados a ser sal y luz en este mundo, perfeccionados para la obra del ministerio,
creyentes que hacen las obras de Cristo.  Todos somos llamados a ser como Cristo
y de ser fructíferos por Dios, viviendo en victoria sobre todo pecado y
maldad.  Que el Espíritu Santo le ayude, amado lector, a responder positivamente
a los procesos de Dios en su vida para que llegue a ser un instrumento para honra,
santificado, útil al Señor y dispuesto para toda buena obra (2ª Timoteo 2:21)…..

No todos somos llamados a un oficio del ministerio quíntuple, pero todos han
recibido una medida del don de Cristo. ¿Qué significa esto?
  
 
Estamos estudiando Efesios Capítulo 4.  Primero somos exhortados a vivir digno
del llamado que Dios nos haya dado, y nos describe las cualidades que Dios busca
de un ministro.  Si todavía no lo haya leído abra su Biblia y lea versículos uno a
seis. 
 
El versículo 7 nos dice algo poderoso para cada creyente:
«7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de
Cristo. 8 Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio
dones a los hombres.»
 
Todos nosotros, cada creyente, ha sido dada por gracia «una medida» del «don
de Cristo».  El don de Cristo es su ministerio quíntuple.  Cristo ejemplificó todos
los Cinco Ministerios en Uno.  El Espíritu de Cristo mora en el corazón de cada
creyente (Romanos 8:9; 1ª Corintios 3:16).    Por eso, cada creyente posee una
medida del don de Cristo, una medida (una cantidad, un grado, una porción
limitada) de la unción apostólica, profética, evangelística, pastoral y docente. 
 
No todos tienen un llamado al oficio del apóstol, pero todos tienen el Espíritu de
Cristo y una medida del don de Cristo que incluye la cualidad
apostólica. «Apóstol» literalmente significa «enviado y delegado». Todos hemos
sido enviados por medio de la Gran Comisión para anunciar el Evangelio con
milagros, señales y prodigios (Marcos 16:17-18; Juan 14:12). 
 
No todos tienen un llamado ministerial como profeta, pero todos tienen el
Espíritu de Cristo, y una medida del don de Cristo que incluye la unción
profética.  Todos los hijos de Dios pueden oír Su voz y ser guiado por el Espíritu
Santo (Juan 10:27; Romanos 8:14).  Todos podemos profetizar (1ª Corintios 14:31).
Una diferencia es que los que Dios escoge y llama a ser profetas serán probados,
preparados y comisionados a representar esa parte del don de Cristo con una
responsabilidad mayor y una autoridad para lidiar con asuntos de mayor peso. 
 
No todos serán llamados como evangelistas . Pero todo cristiano ha sido otorgado
una medida de la unción evangelística y puede ganar almas.   El ganar almas es
parte de la naturaleza de Cristo, así que todo aquel que es verdaderamente nacido
de nuevo y que ha recibido una nueva naturaleza será motivado a ganar almas
aunque tenga un llamado primordial que es diferente.  Si somos ovejas de Cristo
vamos a ganar almas, porque ovejas engendran a ovejas.  Los que no lo hacen son
estériles espiritualmente hablando, faltan visión, se han permitido ser apagados
por la religiosidad o el temor, y en algunos casos faltan un encuentro verdadero
con Dios. 
 
No todos son llamados al oficio de pastor.  No todos pueden ser el pastor titular de
una congregación.  Pero todos pueden ayudar a pastorear y cuidar a otro del
rebaño.  Aunque no todos serán llamados como maestros, todos pueden enseñar a
otros de lo que haya aprendido de la Palabra de Dios por lo menos con sus propios
hijos y familia como lo que hicieron Lois y Eunice con Timoteo (2ª Timoteo
1:5).  Otros puedan operar en un nivel mayor como Priscila y Aquila que
enseñaron doctrina más completa a Apolos (Hechos 18:26).  Es lo mismo con lo
profético, evangelístico, pastoral, y maestral. 
 
No todos tienen un llamado a desarrollarse como maestro bíblico o a escribir
manuales y dirigir seminarios o enseñar en escuelas bíblicas.  Sin embargo, cada
cristiano puede enseñar (o si usted no se siente cómodo con la
palabra «enseñar» podemos usar la palabra «compartir») de lo que haya
aprendido.  Cada cristiano debe de poder conseguir una Biblia y aprender lo
suficiente para explicar el camino de la salvación y de los rudimentos de la
Palabra de Dios. 
 
Al principio tal vez solo pueda uno compartir como la mujer samaritana en Juan
4:29, «Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será
éste el Cristo?»  O tal vez como el hombre a quien Cristo le abrió sus ojos, «una
cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo» (Juan 9:25).  Hebreos 5:12 expresa
la voluntad de Dios que, en tiempo, todos llegasen a ser maestros en alguna
capacidad: «Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis
necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las
palabras de Dios.»  Debamos todos siempre seguir aprendiendo más para que
seamos aun más útiles en el Reino de Dios.  En estos días con la abundancia de
Biblia y recursos de estudio bíblico no hay escusas de quedarnos en la ignorancia. 
 
Cada cristiano debe poder orar por los enfermos y ministrar con poder.  Juan
14:12 dice: «De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él
las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.»  Estas palabras de
Jesucristo Mismo inician con «de cierto, de cierto os digo» indicando que esta es
una Verdad importante y poderosa por nosotros.  Entonces nos declara que una de
las cualidades de un creyente – que haremos las mismas obras que Él Mismo
hacía.  ¡El movernos en lo sobrenatural es una parte de nuestra nueva naturaleza
en Cristo! 
 
Nuevamente, en Marcos 16:17 Cristo nos dice: «y estas señales seguirán a los que
creen…». La única cualidad es ser un creyente.   Las señales que alistó incluyen el
ministerio de liberación de opresión demoníaca, el hablar en otras lenguas, el
ministerio de sanidad.  También nos indica que si estamos involucrados en esta
clase de actividad que Dios nos protegerá de peligros naturales tanto como ataques
directos de otros. 
 

Hechos 10:38 declara: «cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a


Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los
oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»  En la misma manera, ahora
nos toca a nosotros hacer las mismas obras que hizo Jesús, y con la misma unción
del Espíritu Santo.   
 
Muchos cristianos erran pensando que tienen que entrar al ministerio a «tiempo
completo» dejando sus empleos seculares para tener significancia o valor - pero
Dios no tiene hijos de segunda clase.  No todos tenemos la misma función ni
visibilidad, pero todos formamos parte del Cuerpo de Cristo (1ª Corintios
12:27).  Cada miembro del Cuerpo de Cristo es importante.  Históricamente, solo
como 2% de los hijos de Dios viven solo del ministerio.  Estos 2% tienen el cargo de
equipar a los demás con relación a las verdades del Reino de Dios.  Efesios 4:12 lo
dice de esta manera, «a fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio.»  O sea, para que el resto del Cuerpo de Cristo (el 98%) pueda seguir
trabajando reconociendo que sus empleos son dados por Dios como vehículos
por medio de los cuales puedan ser sal y luz en este mundo. 
 
Dios no quiere que todos vuelvan ministros detrás un púlpito.  Dios desea que
Sus hijos tengan una presencia poderosa en todo aspecto de la cultura, (algunos
usan el término «los siete montes») para ser agentes de reforma y de
transformación. 
 

Si Dios le ha colocado a usted en una posición secular, en el gobierno, las


escuelas, los negocios, etc., ¡no busque salir de ahí!  Busque ser una agente de
transformación en donde sea que Dios le ha puesto.  Puede ser que la corrupción y
las prácticas no bíblicas que le rodean le entristecen a su espíritu.  Es mi esperanza
y oración que así sea, y que usted se levante con una pasión por Dios al tal grado
que usted comenzará a hacer algo para cambiar la condición de su mundo.  La
unción del Espíritu Santo y la medida del «don de Cristo» que usted necesita
está disponible para que tenga éxito. 
 
Zacarías 4:6 nos revela cómo será: «No con ejército, ni con fuerza, sino con mi
Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.»  La misma unción del Espíritu Santo que
me de la gracia a profetizar, le dará la gracia de manifestar el carácter y el poder de
Dios en ese ambiente.  La palabra profética y la demostración del poder de Dios
pueden llamar la atención de otros; pero es el carácter de Cristo, Su amor en
nosotros que les convencerá.  
 
Si usted está salvo, entonces usted tiene el mismo don de la vida eterna que tiene
cada pastor o evangelista.   Si usted está lleno del Espíritu Santo, la misma
unción que está disponible a cada apóstol, en cada profeta, en cada ministro que
está detrás un púlpito también está dispuesta para su vida para representar el
Reino de Dios en esa parte de la cultura.   Si usted es oveja de Cristo, Cristo dijo
que usted puede oír Su voz (Juan 10:27).  Eso significa que usted puede ser guiado
por el Espíritu Santo en su diario vivir (Romanos 8:14) y entregar mensajes departe
de Dios por medio de la misma unción profética (1ª Corintios 14:31), y
que la «medida» del don de Cristo el Profeta que usted necesita para
representarle bien ya está en usted.   
 

¿No es esto algo poderoso?


Ahora, esta unción y la medida del don de Cristo que está en usted no se
manifestarán simplemente porque Dios se lo dio.  Cada uno de nosotros tenemos
que «avivar el fuego del don de Dios» que nos fue dada como Pablo le exhortó a
Timoteo (1ª Timoteo 4:14; 2ª Timoteo 1:6).  En otra nota quiero explicar más acerca
de lo que distingue uno que tiene un llamado a ser un profeta.  Pero también
quiero compartir más acerca de los principios bíblicos que tenemos todos que
poner en práctica para activar los dones espirituales a los cuales todos tenemos
acceso…Continuamos con el Fungir (operar) del Profeta. Saludos y Vida en
Cristo!! 
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