Está en la página 1de 2

EL ESPÍRITU SANTO

Cuando hablamos de Dios es común que no hagamos la distinción entre


la persona del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, incluso, en algunos
ocasiones los podemos confundir. Esto lo podemos evitar teniendo en
claro desde el principio quién es cada persona. Y entre las Personas de
la Santísima Trinidad es fácil identificar al Padre como creador, al Hijo
como nuestro redentor, pero la gran pregunta es ¿cuál es el papel del
Espíritu Santo?

Para empezar podemos acudir al Catecismo de la Iglesia Católica que


nos dice sobre el Espíritu Santo : "El Espíritu Santo, que es la tercera
persona de la Trinidad, es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo, de la
misma sustancia y también de la misma naturaleza [...] por eso, no se
dice que es sólo el Espíritu del Padre, sino a la vez el espíritu del Padre
y del Hijo" (CEC 245). Dado que hay un solo Dios, hay tres personas en
Él: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad fue revelada por Jesús en
su Evangelio.

El Espíritu Santo trabaja desde la eternidad con el Padre y el Hijo, pero


su trabajo es en silencio hasta que llega su momento con la Encarnación
del Hijo (Mt. 1:18; Lc. 1:35). Nuestro Señor Jesús nos presenta y se
refiere a Él como un poder impersonal, pero como otra persona, con un
carácter propio y personal.

Muy claramente nos ha dicho san Juan "Dios es amor" (Juan 4,8) y el
amor, que es el primer regalo, contiene todos los demás. Este amor que
procede de Él nos lo ha dado gratuitamente por su generosidad: "Dios
ha derramado en nuestros corazones el Espíritu Santo que nos fue
dado". (Rom 5,5).

Debido a que estábamos muertos o al menos heridos por el pecado, el


primer efecto del amor es el perdón de nuestros pecados. El mimo amor
redentor del Padre expresada en el Hijo nos hace capaces de estar en
comunión con el Espíritu Santo: "La gracia del Señor Jesucristo, el amor
de Dios y la comunicación del Espíritu Santo estén con todos ustedes"
(2 Co 13,13); es a través del Espíritu Santo, que podemos decir que
"Jesús es el Señor", lo que significa que para entrar en contacto con
Cristo, es necesario ser impulsados por el Espíritu Santo. Por el
bautismo recibimos la gracia del renacimiento en Dios Padre a través
de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que están llenos del Espíritu
de Dios son conducidos al Hijo y es el Hijo quien los presenta al Padre,
y el Padre les otorga la vida eterna, el Reino de los Cielos.

El Espíritu Santo con su gracia es el primero que despierta en la fe en


nosotros y nos inicia en una nueva vida.
El Espíritu Santo colabora con el Padre y el Hijo desde el comienzo de
la formación de nuestras vidas hasta su finalización, así como de toda
la creación.
La palabra paráclito (del griego "parakletos") que literalmente significa
"el que es convocado", es por lo tanto el abogado, el mediador, el
defensor, el consolador. Jesús nos presenta al Espíritu Santo: "El Padre
te dará otro Paráclito" (Jn 14,16). Es nuestro defensor que intercede por
nosotros como culpables y pecadores. Esto es lo que Cristo ha hecho y
por esa razón llama al Espíritu Santo "otro Paráclito", porque él continúa
orando con la acción salvadora de Jesús en la Iglesia.
Espíritu de verdad: Jesús dice de sí "Yo soy el camino, la verdad y la
vida" (Jn 14,6). Y promete enviar al Espíritu Santo en su "discurso de
despedida" con sus apóstoles en la última cena, les dijo que se
mantuvieran firmes en la verdad. El Espíritu Santo es la verdad, como
lo es Cristo. Los campos de acción en los que actúa el Espíritu Santo,
el Espíritu humano y la historia del mundo.
La presencia del Espíritu en la Iglesia se prolonga hasta la segunda
venida de Jesús y es quién la guía y la protege, conduciéndola por la

También podría gustarte