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Parcial 2-SEP

1. Defina el concepto de “prudencia”.

2. Particularice el actuar profesional en las causas penales.

3. Defina el concepto de “honorario”.

4. Explicite las características del “pacto de cuota litis”.

1.En cuanto a un enfoque meramente jurídico, correspondería entonces, al proceso intelectual, me-
diante el cual el profesional del derecho se va acercando a la verdad de los hechos. A su vez, tiene
por objeto establecer lo que resulta justo en el obrar del hombre. Siempre requiere un razonamiento
intelectualmente sano, esto quiere decir que ser prudente complementaría el razonar bien, expresar-
se bien y obrar bien.

Con origen en el latín “Prudentia”, prudencia es un término que se emplea como sinónimo de sen-
satez, mesura, templanza, cautela o moderación. Se trata de la virtud que lleva a alguien a desen-
volverse de modo justo y adecuado. Según lo explicita Aristóteles la prudencia sería el hábito ope-
rativo que perfecciona la actividad de la razón práctica en el ámbito de lo particular y en lo que se
refiere a los medios necesarios para alcanzar fines que no son determinados por ella misma, sino
que le vienen impuestos desde fuera.

Es un elemento imprescindible para la correcta actuación ética del hombre en cuanto ser racional y,
por lo tanto, también para el correcto desempeño de las acciones propias de las funciones judiciales
en lo que a su parte ética concierne. La prudencia ha sido considerada de tal relevancia en la refle-
xión del discurso ético, que diversos juristas y filósofos de todos los tiempos la han considerado
como el tema por excelencia en materia ética, al grado de concederle el aprecio de la “sabiduría
práctica” , ya que es una virtud que ayuda a integrar todas las acciones del hombre. Los estudiosos
del tema coinciden en considerar a la prudencia como virtud cardinal, es decir, como una de las cua-
tro virtudes fundamentales, junto con la templanza, la fortaleza y la justicia.

Para describir como actúa la prudencia, es necesario mencionar las tres fases por las cuales atravie-
sa:

a) Deliberación o consejo: La deliberación consiste en indagar, es decir, en tomar en cuenta todos los
elementos del acto; se refiere a una valoración de los fines buscados y de los medios que se elegirán
para llevar a cabo la acción.

b) Juicio: El juicio consiste en afirmar o negar algo respecto del caso considerado. Y el imperio con-
siste en llevar a cabo el acto mediante los medios adecuados.
c) Imperio o decisión: Por esta razón, el imperio puede considerarse como el acto principal en el que
actúa la prudencia.

2. Las causas penales poseen una especial particularidad en relación con las otras ramas del dere-
cho, frente a la relación cliente - profesional. En estas causas, particularmente, se encuentra en jue-
go la libertad presente y futura del cliente, así como también el honor y buen nombre.

El abogado que asuma la defensa en causas penales deberá abstraerse de su opinión personal
sobre la culpabilidad del acusado. Uno de los principales lemas de la justicia en sí es que toda per-
sona acusada tiene derecho a que se presuma su inocencia y a ser defendida, mientras no se prue-
be su culpabilidad y grado de la misma en juicio público, asegurándose las garantías de su defensa.

Por lo tanto, ningún abogado debe aceptar el nombramiento de defensor, si no posee plena con-
ciencia o seguridad de que con sus conocimientos y posibilidad de diligencia plena la situación del
imputado o sus intereses, estén debidamente garantizados.

Para lo éticamente correcto, lesionaría la dignidad de la profesión que un abogado procure directa
o indirectamente la obtención de defensas penales, en desmedro de la libre elección de los clientes.
También en defensas penales el abogado debe rehusar todo medio probatorio falso.

El defensor penal debe procurar entrevistar personalmente a sus clientes detenidos o presos, con
la asiduidad que la mejor atención de sus causas exija y conjuntamente a ello debe siempre infor-
marle a sus defendidos como está procediendo la causa. Es indudable que deberá asistir y controlar
personalmente el desarrollo de las audiencias.

Teniendo en cuenta lo especial de este tipo de causas, se espera que el abogado estime con
especial moderación sus honorarios cuando sus clientes sean de escasos recursos.

El deber primordial es siempre conseguir que se haga justicia y no la condenación del acusado.

3. En reglas generales es una retribución monetaria que se da a alguien por su trabajo en algún arte
liberal. Constituyen el precio de los servicios prestados; es el agotamiento de dicha prestación lo que
consolida el derecho a su cobro, aun cuando la determinación precisa de su monto quede supedita-
da a una evaluación posterior, la que en definitiva deberá efectuarse sobre las bases y parámetros
vigentes a la fecha en que tal derecho fue adquirido. El abogado, en condiciones normales de vida,
debe subsistir y proveer para los suyos, por lo que sí su actividad parcial o total se apoya en el ejer-
cicio liberal de su profesión, es equitativo que se remuneren sus servicios. Ello tiene un valor y ese
valor se retribuye a través del pago de los honorarios.

El cliente se sirve de la actividad profesional del abogado, si no retribuyese los servicios habría un
enriquecimiento ilegítimo. Su patrimonio se beneficiaría con los servicios personales del profesional y
no habría compensación onerosa si no cubriera honorarios.

En el sistema argentino de información jurídico encontramos asimismo un texto respecto de los ho-
norarios y la dignidad del abogado donde explica que la ley arancelaria se nutre en el principio con-
stitucional contenido en el art. 14 bis de la ley Fundamental "retribución justa" y en seguimiento de
normas de superior jerarquía estatuye que el honorario regulado en juicio es propiedad exclusiva del
profesional, lo que implica afirmar que como bien integrante del patrimonio, el honorario queda cu-
bierto por la garantía constitucional del art. 17 de la CN, garantía que no cubre sólo el valor abstracto
de la retribución profesional sino que extiende su escudo protector al valor real y actual porque si la
demasía puede configurar una confiscación, contemplada la cuestión desde el ángulo de quién debe
pagar honorarios, el exceso contrario supondría admitir que por la vía de una retribución mermada se
arribe a una estimación confiscatoria del patrimonio profesional, lo que, a no dudarlo, supondría infe-
rir un menoscabo a la tarea cumplida por el letrado, e incluso a la propia Administración de Justicia.

En conclusión, los honorarios pueden ser pactados libremente entre las partes, o resultar de un fallo
judicial que determina su monto y plazo para el pago. Sin embargo, éstos nunca podrán resultar infe-
riores ni superiores a lo establecido en las leyes arancelarias vigentes. Los honorarios pueden ser
materia de agravios y resultan motivo suficiente para recurrir ante los tribunales superiores, tanto por
considerarlos bajos, como por estimarlos elevados.

4. En el convenio de honorarios, se fija en forma privada y extrajudicial el monto de los mismos entre
un abogado y el litigante a quien defiende.

En cambio, en el pacto de cuota litis, el abogado se hace partícipe y toma interés directo en el resul-
tado del pleito. Es así que se estipula en carácter de honorario una cuota parte determinada del obje-
to del pleito, con porcentaje mayor que el de la escala del arancel, o dicho de otra manera, es el pac-
to que hace un litigante con otra persona ofreciéndole cierta parte, la tercera o la cuarta, de la cosa
litigiosa si se encarga de seguir el pleito y lo gana.

Proviene de cuota que es parte o porción fija y determinada o a determinarse y de litis que es geniti-
vo de "lis", litigio, por lo que cuota litis significa parte o porción del litigio o de lo litigado.

Entonces podemos decir que consiste en un acuerdo sobre la forma de pago respecto de los honora-
rios profesionales. Su esencia se basa en pactar la retribución profesional, en un porcentaje respecto
del valor total del pleito.

Antes ese tipo de pacto estaba prohibido ya que se consideraba que los profesionales no podían te-
ner en miras un interés personal distinto del interés por la justicia, superior a todo interés patrimonial
privado. Se estimaba que el desarrollo regular de los juicios debía garantizarse a través de personas
cuyas funciones propias no sufrieran desmedro al ser parte interesada en el litigio.

Se los ha considerado siempre como contrarios a la delicadeza y al desinterés que es una de las
leyes de la profesión, pues se expone al abogado a ser llevado por un sentimiento de interés perso-
nal, de tal modo que procure triunfar sin reparar en los medios lícitos o ilícitos. Se temía que se de-
fendiese el pleito por todos los medios y no con arreglo a derecho.

Se reconoce sin embargo, que existen argumentos a favor del pacto: el cliente toma una especie de
seguro parcial de los resultados siempre aleatorios del pleito, poniéndose a cubierto de algunas de
sus probables consecuencias; su prohibición tiende a favorecer al rico y perjudicar al pobre que no
tiene cómo costear el pleito; importa para los litigantes una garantía más de que sus intereses serán
atendidos y constituye un medio de reducir los gastos del juicio.

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