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La toma del poder por los bárbaros fue posible, por la indefensión en que se
encontraban las costas británicas en ese momento, ocupados los romanos en defender la
metrópoli. Los bretones, cuyo gobierno había quedado en poder de tiranos, reyezuelos
locales que no se preocuparon demasiado por entregar el territorio a los extranjeros,
fueron quienes pidieron ayuda a los sajones, que residían en el continente, para evitar la
invasión de otras poblaciones, los pictios y escotos.
Al comprender que Britania no contaba con fuerzas suficientes, los sajones, vieron el
momento oportuno de tomar el poder, ayudados por los jutos, provenientes de Jutlandia,
situada al noroeste de Alemania, y al este de los Países Bajos, y los anglos, provenientes
de la zona comprendida entre el Elba y Jutlandia.
Es en este período donde se ubica la leyenda del rey Arturo y sus caballeros, luchando
contra los sajones invasores. Provisto de la espada de Excalibur puso fin a la existencia
de miles de enemigos. También es célebre su mesa redonda, que compartía con sus
amigos caballeros.
Su religión de origen germánico, nada tenía que ver con el cristianismo romano. Eran
políteístas y el nombre de sus divinidades, aún se recuerda en las denominaciones de los
días de la semana. Así conocieron por ejemplo, a los dioses, Thor (Thursday) o Freya
(Friday)
Los cristianos fueron perseguidos, aunque estos no fueron los primeros en hacerlo.
Antes de la adopción de esa fe, los romanos, habían inaugurado un primer mártir, San
Albán, quien fue decapitado en el año 303.
Se agruparon en tribus, poco comunicadas entre sí, ayudado este aislamiento por la
propia geografía, de bosques y ciénagas que favorecían la separación, y solo se
establecía entre ellas, vínculos hostiles.
Al sur del río Támesis los sajones conformaron los reinos de Wessex (al occidente),
Essex (en el oriente) y Sussex (al sur).
Durante el dominio bárbaro, los cristianos debieron emigrar hacia el norte y el oeste de
la región, donde establecieron las denominadas iglesias celtas.
Fue con la llegada de San Agustín (597) al reino juto de Kent, que los sajones de ese
lugar, fueron convertidos al cristianismo.
A la muerte de Edmundo de Ironside, el mando recayó en Knut, hermano del rey danés,
conocido como Canuto el Grande, quien juró respetar el derecho anglosajón y se
convirtió al cristianismo.