Está en la página 1de 3

"Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena"

Si bien el mancebo no conoce a don Quijote, le agradece sus muestras y cortesía, y don Quijote le
dice que quisiera ayudarlo. El mancebo, a quien ahora el narrador llama el "Caballero del Bosque",
le pide que primero le den algo de comer. Después de comer el mancebo los dirige a un pequeño
prado, todos se sientan en la yerba, y el joven comienza a contarles su historia, pero les advierte
primero que no deben interrumpirlo con preguntas.

Les cuenta que su nombre es Cardenio y que es de una familia rica y noble de Andalucía, pero el
dinero no pudo remediar sus problemas. A muy tierna edad, se había enamorado de una doncella
llamada Luscinda, también de familia rica, y ella correspondió a su amor. Estaban tan enamorados
que, a pesar de sus intenciones de casarse, el padre de ella no quería que se vieran antes.

Entonces Cardenio fue a pedir la mano de Luscinda en matrimonio, pero el padre de la doncella le
dijo que le tocaba al padre de Cardenio hacer la petición. Cuando Cardenio llegó a hablar con su
padre, se enteró de que el duque Ricardo le había enviado una carta para pedir que Cardenio
fuese el compañero de su hijo mayor y que en dos días tenía que partirse a hacer la voluntad del
duque. Les contó a Luscinda y a su padre lo que estaba pasando y ellos prometieron esperarlo
hasta que averiguara exactamente qué era lo que el duque quería. Cuando Cardenio llegó a la casa
del duque, el hijo mayor y el segundo hijo, llamado Fernando, lo trataron muy bien, sobretodo
este último. Fernando le contó que estaba enamorado de una labradora, vasalla de su padre y que
planeaba prometerle matrimonio para poder conquistarla. Cardenio trató de disuadirlo, pero no
pudo, por lo que se lo dijo a su padre, el duque Ricardo.

Fernando comenzó a desconfiar de Cardenio y decidió engañarlo. Le dijo que no sabía mejor
remedio para sus desamores que la ausencia y sugirió que ambos fueran a pasar un tiempo en la
casa del padre de Cardenio. Cardenio estaba feliz porque iba a poder ver de nuevo a Luscinda, sin
embargo Fernando ya había tenido relaciones con la labradora y, tras conquistarla, perdió interés
en ella. Tanto le habló Cardenio de Luscinda, que Fernando también quería conocerla, y una noche
Fernando la vio por la ventana y se enamoró de ella.

Cardenio les cuenta que Luscinda le pidió un libro de caballerías, Amadís de Gaula, y cuando don
Quijote escucha esto, interrumpe a Cardenio para decirle que con sólo saber que le gusta ese
libro, entiende la magnitud de su hermosura. Cardenio comienza a hablar de un personaje
de Amadís de Gaula, pero don Quijote no está de acuerdo con su comentario y discuten. De
repente, Cardenio pierde la cordura y golpea a don Quijote con una

piedra. Sancho y el pastor se meten en la pelea y una vez que estén todos


molidos en el suelo, Cardenio los deja y vuelve a emboscarse en la
montaña. Sancho le culpa al pastor por no haberles advertido que el
mancebo podía volverse loco en cualquier momento, pero el pastor se
defiende. Don Quijote tiene muchas ganas de saber el resto de la historia
de Cardenio y le pregunta al pastor cómo encontrarlo.

Los que yo tengo, respondió Don Quijote, son de serviros, tanto que tenía
determinado de no salir destas sierras hasta hallaros, y saber de vos si al
dolor que la extrañeza de vuestra vida mostráis tener se podía hallar
algún género de remedio, y si fuera menester buscarle, buscarle con la
diligencia posible; y cuando vuestra desventura fuera de aquellas que
tienen cerradas las puertas a todo género de consuelo, pensaba ayudaros
a llorarla y a plañirla como mejor pudiera, que todavía es consuelo en las
desgracias hallar quien se duela dellas. Y si es que mi buen intento
merece ser agradecido con algún género de cortesía, yo os suplico, señor,
por la mucha que veo que en vos se encierra, y juntamente os conjuro por
la cosa que en esta vida más habéis amado o amáis, que me digáis quién
sois y la causa que os ha traído a vivir y a morir entre estas soledades
como bruto animal, pues moráis entre ellos tan ajeno de vos mismo cual
lo muestra vuestro traje y persona; y juro, añadió Don Quijote, por la
orden de caballería que recibí, aunque indigno y pecador, y por la
profesión de caballero andante, si en esto, señor, me complacéis, de
serviros con las veras a que me obliga el ser quien soy ora remediando
vuestra desgracia, si tiene remedio, ora ayudándoos a llorarla, como os lo
he prometido.El Caballero del Bosque, que de tal manera oyó hablar al de la Triste
Figura, no hacía sino mirarle y remirarle, y tornarle a mirar de arriba a abajo, y después que
le hubo bien mirado, le dijo: Si tienen algo que darme a comer, por amor de Dios que me lo
den, que después de haber comido yo haré todo lo que se me manda, en agradecimiento de
tan buenos deseos como aquí se me han mostrado.

Luego sacaron Sancho de su costal y el cabrero de su zurrón con que


satisfizo el Roto su hambre, comiendo lo que le dieron como persona
atontada, tan apriesa que no daba espacio de un bocado al otro, pues
antes los engullía que tragaba, y en tanto lo que comía ni él ni los que le
miraban hablaban palabra. Como acabó de comer les hizó de señas que le
siguiesen, como lo hicieron, y él los llevó a un verde pradecillo que a la
vuelta de una peña poco desviada de allí estaba. En llegando a él se tendió
en el suelo encima de la yerba, y los demás hicieron lo mismo, y todo esto
sin que ninguno hablase, hasta que el Roto, después de haberse
acomodado en su asiento, dijo: Si gustais, señores, que os diga en breves
razonas la inmensidad de mis desventuras habéis de prometer de que con
ninguna pregunta ni otra cosa no interrumpiréis el hilo de mi triste
historia, porque en el punto que lo hagáis, en ese quedara lo que fuere
contado.

ALUMNO… CRISTIAN RENE PEREZ PEREZ


PROFRA… MAGNOLIA BEATRIZ ROBLERO

MATERIA … ESPAÑOL III

ESCUELA… SOR JUANA INEZ DE LA CRUZ

FECHA…5-02-2020

GRADO…3.- GRUPO…D

También podría gustarte