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. (2 Corintios 1:3-4) Alabanza al Dios de todo consuelo.

Bendito sea el Dios y padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de
toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos
también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la
consolación con que nosotros somos consolados por Dios.

a. Padre de misericordias y Dios de toda consolación: Pablo abre esta carta alabando a Dios,
quien da tanta misericordia y consuelo al apóstol y a todos los creyentes. Tenemos el
presentimiento de que Pablo conocía la misericordia y el consuelo de Dios en una experiencia de
primera mano.

i. Las palabras toda consolación en este pasaje viene de la antigua palabra Griega paraklesis. La
idea detrás de la palabra consolación en el Nuevo Testamento es siempre más que el de una
simpatía que da alivio. Tiene la idea de dar fuerza, de ayudar, de hacer fuerte. La idea detrás de
esta palabra es comunicada por la palabra Latín de consolación (fortis), el cual también significa
“valiente.”

ii. “Aquí estaba un hombre que nunca sabía mas que el siguiente día podría estar muerto, ya que
sus enemigos eran muchos, y eran crueles y poderosos; y aún así el paso una gran parte de sus
tiempo alabando y bendiciendo a Dios.” (Spurgeon)

b. Dios de toda consolación: Pablo considera al Padre un consolador, a Paracleto (paraklesis).


También sabemos que el Espíritu Santo es nuestro Paracleto (Juan 14:16, 14:26, 15:26, 16:7) y
Dios el Hijo es nuestro Paracleto (1 Juan 2:1, Hebreos 2:18, Lucas 2:25). Dios, en cada aspecto de
Su ser, esta lleno de consolación, fuerza, y de ayuda hacia nosotros.

c. Para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación: Un
gran propósito del consuelo de Dios es para habilitarnos para dar consuelo a otros. El consuelo de
Dios puede ser dado y recibido por medio de otros.

i. Muy seguido nunca recibimos el consuelo que Dios quiere darnos a través de otra persona. El
orgullo nos aleja de revelar nuestra necesidad a otros, así que nunca recibimos el consuelo que
Dios quiere darnos a través de ellos.
ii. “Aún el consuelo espiritual no son dados a nosotros para nuestro propio uso personal; éstos,
como todos los dones de Dios, son dados para que puedan ser distribuidos, o para que se
conviertan en instrumentos para ayudar a otros. Los consuelos y pruebas de un ministro son
permitidos y enviados para beneficio de lo Iglesia. Que predicador miserable debe ser aquel que
tiene toda su divinidad por el estudio y el aprendizaje, ¡pero nada de experiencia!” (Clarke)

iii. “El Sr. Knox, un poco antes de su muerte, se levantó de su cama; y que se le pregunto, siendo
que estaba tan enfermo, ¿porqué se atrevió a levantarse? Él contestó, que había tenido dulces
meditaciones de la resurrección de Cristo Jesús en esa noche, y ahora él iría al púlpito, y le
impartiría a otros el consuelo que él sintió en su corazón.” (

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