Está en la página 1de 4

Desde que nacemos estamos en contacto directo con lo que es definido como

medioambiente. A través de estímulos sensoriales percibimos a las plantas de


nuestro jardín, al gato de la casa e incluso, sin saberlo, a las bacterias que quedan
en nuestras manos al jugar con tierra.

Asimismo, a medida que crecemos somos capaces de diferenciar aquello que está
vivo y que no lo está. Queda grabado en nuestras mentes la primera vez que
vemos el mar y sentimos el viento mover nuestro cabello, pero sabemos que el
mar no está vivo. Son los peces que viven en él los que están vivos. Sin embargo,
no podemos definir que es vida, nadie ha podido hacerlo de manera acertada a
pesar de saber intuitivamente que es.

Las interacciones con aquello que está vivo las enfrentamos de manera “local” y
somos asertivos al reconocer dicha propiedad, más no somos tan elocuentes
cuando nos preguntan si la Tierra está viva. Esto se debe a que nuestra
interacción con la Tierra es, valga la redundancia, “global”. Se encuentra a una
escala tan grande que no podemos percibir de buenas a primeras.

Con la tecnología y el trabajo investigativo de muchos científicos se ha llegado a


una conclusión de implicancias no menores y es que la Tierra está viva (Lovelock,
1979). Se elabora esta hipótesis al mencionar que la Tierra no es un organismo
único, sino que es un conjunto de interacciones entre seres vivos que es capaz, a
través de dichas interacciones, de auto regular sus condiciones biogeoquimicas
para perpetuar la vida; conocida también como la teoría GAIA.

A partir de lo expuesto anteriormente surgen interrogantes que deben ser tratadas


con extrema seriedad, no solo porque es un planteamiento controversial, sino que
también porque cuestiona el lugar que nos hemos atribuido hasta ahora en el
mundo y nuestro rol dentro de él. Al comprender que la Tierra es un sistema
complejo donde cada organismo influye de manera directa con los componentes
no orgánicos del medio ambiente para la autorregulación de esta gran red de
interacciones, la humanidad ya no parece ser tan relevante. Pareciera, desde el
punto de vista antropocéntrico, que nuestro papel en el gran orden de cosas no es
más valioso que el de las moscas que hay en la fruta o las rosas que hay en
nuestro patio. La posición de seres racionales ya no parece sinónimo de
superioridad sino más bien como un contribuyente de algo superior.

Dicha reflexión no es menor y cuestiona no solo nuestra identidad sino todo


aquello que hemos realizado como especie en respaldo de dicha posición. Para el
hombre la naturaleza es un instrumento que puede ser utilizado para el desarrollo
de él, una muestra de ello es nuestra intervención en bosques nativos para
favorecer el crecimiento de una especie que nos es más “rentable” o la
construcción de represas en zonas con una alta complejidad sistémica en pos de
la generación de energía, por nombrar algunos ejemplos. Hoy en día dicha
utilización es cuestionada, pero desde un punto de vista ético que exige al hombre
un uso responsable. En la ética actual no se cuestiona por qué se instrumentaliza
la naturaleza sino cómo se instrumentaliza.
Siguiendo con esta ética medioambiental es donde surge la tesis que será
expuesta a lo largo de este ensayo y es que el conocimiento de la teoría de
GAIA reconoce al medioambiente como un fin en sí mismo y por tanto el ser
humano está obligado a respetar y proteger a GAIA a través de una
reestructuración de la producción y la economía actual, entendiendo la
importancia de la relación del ser humano con GAIA.

Para entender las implicancias de la tesis empezaremos por revisar cual es el


valor del medio ambiente a través de la teoría propuesta por Lovelock. Cuando se
cuestiona la importancia o valor de la naturaleza a menudo se hace desde una
perspectiva antropocéntrica. Sin embargo, este químico nos da pruebas de como
el medio ambiente que conocemos no es una condición formada por la suma de
hechos azarosos. Lo que hoy nos rodea es producto de la complicada y armoniosa
relación entre los organismos y los componentes abióticos de la Tierra. A través
de la comparación de las atmósferas de la Tierra, Marte y Venus realizadas por
Lovelock es que nos damos cuenta que es la propia presencia de la vida la que
genera un ambiente propicio para ella. Los resultados muestran como las
condiciones atmosféricas de la Tierra distan mucho de las condiciones de los
planetas vecinos y como resulta intrigantes como dichas condiciones en la Tierra
se han mantenido dentro de un rango estable durante un largo periodo de tiempo
a pesar de que las condiciones del universo no lo han hecho.

Separar a cualquier organismo de la naturaleza, incluso al ser humano, y darle un


carácter absolutamente aislado es imposible. Al ver las implicancias de GAIA
podemos dar cuenta de cómo pareciera existir una intencionalidad por parte de los
organismos para mantener este ecosistema que estimula el surgimiento de vida,
de mantener un equilibrio con el resto de la biota y la parte abiótica. Es lógico
pensar entonces que, si existe un punto de convergencia en el cual independiente
de la especie, las conductas de los organismos apuntan a mantener un equilibrio
ecosistémico entonces mantener a GAIA es necesario por esta es un fin en sí
mismo. Es tal su importancia que la evolución de las especies buscan preservarla,
del mismo modo que los humanos defienden la dignidad de todas las personas de
manera indiscriminada.

En la actualidad es recalcada la importancia del medio ambiente y la biodiversidad


que está contenida en ella por parte de las instituciones internacionales. De
manera explícita el Grupo intergubernamental de expertos sobre cambio climático
asevera que el medio ambiente es un fin en sí mismo; “Este documento […]
reconoce el valor intrínseco de la biodiversidad, al margen de las necesidades e
intereses humanos”. De igual manera hacen un análisis del impacto que ha
generado el ser humano debido sus actividades productivas y a su incremento
poblacional que parece no tener freno. Las consecuencias son amplias y graves
debido a que están alterando los medios de regulación de la Tierra; aquellos por
los cuales GAIA es capaz de mantenerse en el tiempo. Unos claros ejemplos son
el aumento de los niveles agua del mar, la concentración de gases de efectos
invernaderos y la disminución de los productores de oxígeno. Un punto que es
importante recalcar es que la disminución de la biodiversidad, ya sea de manera
intencionada o no, afecta de igual manera a GAIA, puesto que ella se compone de
la vida y con la disminución de especies disminuyen sistemas complejos que
colaboran a mantener el ambiente propicio para la vida y que de mantenerse esta
postura de aprovechamiento de recursos naturales la vida como la conocemos en
la Tierra desaparecerá. Dichos cambios se ejemplifican en la alteración de épocas
reproductivas de distintas especies, cambios morfológicos y de conducta, mayor
brote de plagas debido a los cambios climáticos, entre otros (Grupo
intergubernamental de expertos sobre cambio climático [IPCC], 2002).

A los puntos anteriores es necesario introducir la componente ética acerca de


cómo nos relacionamos con el medio ambiente. En este punto cabe destacar que
cuando se asevera que el GAIA es un fin en sí mismo no se hace en desmedro del
valor de la vida humana por el contrario se debe entender que el planteamiento de
la tesis solo da al ser humano una tarea muy importante dentro del medio
ambiente y por tanto conlleva responsabilidades y deberes que este no ha
cumplido. El que el ser humano busque el resguardo de la especie humana debe ir
de la mano con la protección del medio que la rodea, pues si no se genera una
incoherencia en el resguardo de los fines (Lecaros, 2013).
Referencias

- Lecaros,J.(2013). La ética medio ambiental: Principios y valores para una


ciudadanía responsable en la sociedad global. Acta Bioethica,19 (2), 177-
188.
- Lovelock,J.,(1979), Las edades de GAIA, Inglaterra, Cornualles: Editorial
Tusquets.
- Grupo intergubernamental de expertos sobre cambio climático. (2002).
Cambio climático y biodiversidad. Recuperado de:
https://www.ipcc.ch/pdf/technical-papers/climate-changes-biodiversity-sp.pdf

También podría gustarte