Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
15
Desde la constitución del gremio el sector floricultor cuenta con un papel influyente en las
políticas nacionales y mantiene beneficios como los incentivos de producción, subsidio
cambiario a los exportadores, respaldo del gobierno nacional en las campañas de opinión a
favor del consumo. Desde 2005, las flores colombianas gozan de los beneficios del programa
de liberación arancelaria de la Unión Europea. En los Estados Unidos las flores colombianas se
beneficiaron del ATPDEA (Andean Trade Promotion and Drug Eradication).
Las principales variedades sembradas son rosas, con el 33%; clavel, 12%; crisantemos y
pompones 8%; mini clavel, 6%; alstroemeria, 5%.
Las exportaciones de flores en dólares han crecido vigorosamente. Entre 1992 y 2011, las
ventas pasaron de US$341 millones a US$1.252 millones, un salto de 367%, con un alza
promedio anual de 18.3%.
Los principales problemas que ha debido afrontar el sector en los últimos años son la
revaluación del peso, el estancamiento o caída de los precios de venta, el invierno, con el
16
consecuente recrudecimiento de los problemas tales como la baja luminosidad, los desórdenes
orgánicos y fitosanitarios, y el alza de los precios de los agroquímicos.
Los floricultores han contado con generosos subsidios estatales. Según declaraciones del
Ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, al diario La República, entre 2002 y 2010 se les
concedieron $671.338 millones. La Revista Semana estima dichas subvenciones en más de
$727 mil millones. El gobierno ha financiado la cobertura cambiaria, otorgado préstamos
blandos en los cuales las propias entidades públicas son las garantes de los créditos, por 250
mil millones, incentivos sanitarios, etc. Si se toma como tasa de cambio de equilibrio la de
$2.100, entre los años 2007 y 2011 (Ver cuadro), los floricultores han perdido por concepto de
la revaluación la suma de $701.788 millones, monto que ha sido cubierto por el gobierno
totalmente o, al menos, en un porcentaje cercano al 100%.
a. Incremento de la productividad
Para enfrentar las dificultades aludidas, los empresarios han acudido, en primer lugar a
exigirles a los obreros un mayor rendimiento, a cambio de pagos inferiores, para lo que han
echado mano de diferentes procedimientos, legales e ilegales. Si, según afirma el presidente de
Asocolflores, Ernesto Vélez, ya en 2009 se habían perdido 20.000 empleos en el sector, de un
estimado de 100.000, es decir el 20% de la fuerza laboral y, no obstante, las exportaciones de
tallos se incrementaron entre 2006 y 2010 en cerca de 10%; el aumento de la productividad
laboral es drástico. Quiere decir que cada operario producía, en el año 2006, en promedio unos
40.489, 78 tallos y en 2010 unos 55.487,72 tallos: ¡un incremento de productividad de 37%! Los
despidos se produjeron a pesar de que el gobierno sujetó la entrega de distintos estímulos a las
compañías a que no despidieran personal.
Los saltos en productividad están, desde luego, relacionados con un crecimiento en el valor
creado por el trabajo de los obreros. Por ello es importante establecer el nuevo valor producido
por cada trabajador de las flores.
17
es aproximadamente un 55% del costo total, tenemos que en los demás costos se invirtieron
US$ 320.655.272,7 y el total de capital anticipado (costo de mano de obra + demás costos) fue
de 712.567.272,7 dólares. Si las ventas fueron de US$ 966.800.000 y le restamos el capital
anticipado, tenemos que el nuevo valor producido fue de US$ 254.232.728. Lo que significa
que el obrero tiene una productividad del 65%. O también, que por cada dólar invertido en mano
de obra se obtienen 65 centavos de dólar adicionales.
Debe señalarse que se está tomando como base el precio de venta de la flor en puerto, es
decir, FOB. Si se toma el precio de venta al consumidor final en Estados Unidos o en Europa,
se entiende que el nuevo valor producido es considerablemente mayor. Según el propio Ernesto
Vélez: “Un dólar que recibo como productor en Colombia, se convierte en US$10 para el
consumidor final, es decir, hay US$9 que quedan en la economía americana, correspondientes
a fletes, nacionalización, aeropuertos, los costos y el márgenes de utilidad de importadores,
mayoristas y detallistas. De ese gran margen en el extranjero disfrutan las firmas cultivadoras
más grandes, que tienen cadenas de ventas en territorio estadounidense, pero no las
pequeñas.
En la floricultura hay un total de 225 empresas y siete grandes grupos controlan más del
50% de las ventas externas, son ellos el Grupo Chía, The Elite Flower, Jardines de los Andes,
Ipanema Güensuca, Sunshine Bouquet, Falcon Farms y Hosa, que con el decaído Sunburst
Farms en 2010 exportaron un valor equivalente al 53% del total. Si a dichos grupos se les
suman otras 33 grandes empresas, se tiene que:
18
Tabla 1. Concentración de las exportaciones de flores
Año 2007 2008 2009 2010 2011
Exp. US$ 114.7 1094 1049 1238.9 1252
millones
Exp. grupos 773 830 901 964 906
+33 empresas
% del total 69.3% 75.86% 5.89% 77.8% 72.36%
Con base en información tomada de LaNota.com, Colombia Líderes
del Sector de la Floricultura, 2007-2011 y Florecer número 26, p. 8.
a. El reclutamiento inicial
Llega el momento en el que la oferta de mano de obra supera la demanda a tal punto que
los capataces les pueden gritar a los obreros que si algo no les gusta se pueden ir, pues a las
puertas de las empresas hay quienes están dispuestos a trabajar por la valera de los
almuerzos.
19
c. Sistema de trabajo en una finca de Flores
En general, las empresas en Colombia les compran los esquejes de las nuevas variedades
a las multinacionales obtentoras, sean europeas o estadounidenses. Los esquejes traídos del
extranjero se plantan en una cama hecha de escoria y cascarilla. En este lugar, se irrigan las
plantas mediante aspersión, por lo cual el trabajador permanece empapado y soportando
altísimas temperaturas.
En la sección de plantas madre se cosechan unos 1.000 esquejes por hora, durante toda la
jornada. Luego son clasificados manualmente en la sala de clasificadora. Todo el proceso es
manual, con la excepción de una parte del riego, que es mecanizada. Al parecer, las
administraciones consideran que si el trabajador se sienta disminuye el rendimiento.
Los esquejes son tomados del cuarto frío y llevados al cultivo. Previamente se han
levantado las camas de 1 m por 36 m, que están a una altura de 30 a 40 cm del suelo, y se
rellenan con cascarilla. Es forzoso sembrar al menos 1.300 esquejes en cada cama en un lapso
de 40 minutos.
Después de la siembra hay que regar cuatro veces diarias con una pesada manguera, lo
que se hace a mano para que las plantas con su follaje absorban el agua. Este es un quehacer
primordialmente masculino, aunque hay empresas que les imponen esta labor a las mujeres. La
fumigación también está, en general reservada a los hombres. En diferentes oportunidades se
han producido intoxicaciones por la premura con la que se obliga a las obreras a retornar a las
áreas desinfectadas.
El despunte o “pinche”, para que salgan nuevos brotes requiere que la persona se incline
fuertemente, lo que provoca los malestares y enfermedades respectivas. Las empresas no
permiten que se usen guantes ni para el despunte ni para la siembra; dado que las plantas han
recibido diversas aplicaciones se causan reacciones alérgicas en las manos.
20
Las plántulas se enmallan para mantenerlas rectas, no obstante los operarios deben ir
encanastando o guiando los tallos. Como con las demás tareas, la asalariada tiene que
doblarse sobre la cama y, a más de encanastar, desyerba con la mano desnuda.
A los cuatro meses se procede al primer ciclo de desbotone. La mata tiene seis tallos. Hay
que asir uno por uno, con una mano, con la otra quitar los botones excedentes. Dado que una
cama tiene 1.300 plantas con seis tallos cada una, hay que desbotonar 7.800 tallos. Una obrera
puede emplear un día completo desbotonando una cama. A los 5 meses viene el otro periodo
de desbotone. Cuando la planta ha crecido mucho, la obrera ha de empinarse o usar una banca
o zancos para alcanzar los cogollos más altos, lo que causa frecuentes y graves accidentes.
A los cinco meses y medio o seis comienza la cosecha. En la temporada alta es imperioso
cortar toda la jornada y las horas extras a razón de 380 ó 400 tallos por hora. El diámetro de un
tallo puede ser de medio centímetro hasta casi dos, lo que da una idea del golpe que produce la
tijera y del esfuerzo que implica el uso de la cuchilla.
Hace unos años el despunte, desbotone y corte los efectuaba cada uno en las camas que
se le asignaban; ahora las empresas prefieren el trabajo en cuadrillas. Todo el grupo se dedica
a una sola labor, unos van cortando, otros desbotonando o guiando. Estos equipos pueden
estar formados por 20 ó 30 personas que laboran bajo la dirección de un supervisor. Una idea
básica consiste en promover la competencia, si alguno se rezaga se le exige que apure el paso
y al conjunto se le demanda que marche al ritmo del más veloz. El grupo no toma ningún tipo de
decisiones, ni delibera, ni introduce reformas, sólo se afana por cortar, por ejemplo, a la máxima
velocidad; el agrupamiento ha dado resultados a las empresas, pues la gente se vuelve muy
ágil al estar haciendo la misma tarea por largos periodos.
Después del corte, las flores van a parar a la sala de clasificación. En una sala, según el
tamaño de la firma, puede haber unas doscientas trabajadoras clasificando unos 400 a 600
tallos por hora. Además, al tallo toca quitarle las hojas que estén a menos de 15 centímetros de
la pata. Luego hacer ramos de, por ejemplo, 25 tallos. Si se trata de armar buqués, otra
empleada se encarga de seleccionar las rosas, claveles, follaje y demás que deban
conformarlo.
21
colombiana los estándares laborales son más rudos que los establecidos por el propio
taylorismo.
En los grupos de trabajo no se trata de que los obreros conglomerados decidan alguna
meta de producción, pues el despotismo de los cultivos no admite ni siquiera estas formas de
“autonomía”, sino que, por ejemplo, en las empresas del Grupo Chía, se conforman equipos de
alto rendimiento, generalmente constituidos por ocho trabajadores, a los cuales la empresa les
asigna una meta de producción determinada en un plan de tareas denominado plano.
Entre los ocho miembros siempre hay por lo menos uno que tiene restricciones médicas
para unas determinadas labores y también es común que alguno tenga que ausentarse por
cualquier razón; no obstante, el equipo está obligado a cumplir las metas, sin importar las
dificultades mencionadas. Así que la carga por licencias y restricciones no las asume la
empresa sino el grupo de trabajadores.
En síntesis, se puede afirmar que el sistema de trabajo en las floras es manual, que la
dirección es despótica y que los incrementos de productividad dependen de manera directa de
un mayor esfuerzo muscular y nervioso. Los “estímulos” consisten en la competencia entre los
operarios, el acoso de los supervisores, el abochornar en público a los rezagados y en las
amenazas de despido o de no renovarles el contrato. La prolongación de la jornada como una
manera de cumplir las metas, y sin pagos adicionales, también es común. Las bonificaciones y
cualquier otra recompensa salarial se están dejando de lado. Tal grado de sometimiento de los
operarios es antagónico con cualquier forma de organización o ejercicio de derechos.
Entre 1974 y 1993 el número de trabajadores por área cultivada pasó en el caso de los
claveles de 30 a 19, en crisantemos de 20 a 13, y de 18 a 11 para rosas. La evolución del tope
de atención de las labores de siembra, corte, desyerbe y otras que se realizan en el
invernadero, en las llamadas camas, es la siguiente: en los años setenta el tope de atención era
de 8 camas diarias, en los ochenta de 24 y en la década de los noventa se superaron las 42
camas, por el mismo salario y en la misma jornada de trabajo.
22
Tabla 2. Incremento de las exigencias de productividad por labor
23