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Prefacio

Unos golpes en la puerta de su barraca lo despertaron


intempestivamente.
Malhumorado y soñoliento, el cabo segundo Antonio Flores,
quien entre los soldados era conocido como “Jorge”, se levantó de
su catre y fue a averiguar quién era el inoportuno que lo molestaba
a las seis de la mañana.
Al girar la manija y abrir la puerta, fue grande su sorpresa al ver
parado en el umbral a Armando Valdés, también cabo segundo y su
mejor amigo desde que habían ingresado en la Escuela de Caballería
de Quillota en 1974.
Al primer golpe de vista, Flores no pudo explicarse la presencia
de su amigo ahí, porque se suponía que se encontraba de servicio
junto a un puñado de soldados conscriptos en una zona a 4,5
kilómetros al oeste de Putre y no debían volver al cuartel hasta
pasadas las ocho de la mañana.
—¡Jorge, por favor, tienes que venir a ayudarme!— suplicó
Valdés a su compañero de armas.
—Pero, “chico”, ¿qué te pasa?— le preguntó Flores, que
comenzaba a preocuparse porque su amigo estaba visiblemente
nervioso y alterado.
—Algo pasó en la noche... una luz... y los “pelados” están vueltos
locos, algunos se quieren arrancar... no sé qué pasa. ¡Por favor, ven
a ayudarme!— reiteró el cabo Valdés.
Por un momento, el sorprendido cabo Flores no supo cómo
reaccionar. En menos de medio minuto había pasado de los placeres
oníricos a un estado de vigilia dominado por la incredulidad y la
perplejidad. Quizás llegó a preguntarse si aún estaría soñando.
En una fracción de segundo los escenarios más sombríos cruzaron
por su mente. Pensó en una riña entre soldados gatillada por el
alcohol, porque a pesar de que no era habitual beber licor estando
de servicio y que dicha transgresión era penalizada, algunas veces
ocurría que los conscriptos llevaban a escondidas un tarrito de

xiv
cocoroco o guavira para calentar el cuerpo durante las frías noches
altiplánicas, que suelen registrar temperaturas bajo los cero grados
Celsius.
Esa fue una de sus primeras preocupaciones. Sin embargo, el
cabo Valdés no olía a alcohol y seguía solicitándole a su camarada,
entre nervioso y desorientado, que por favor lo acompañara a la
Pampa Lluscuma para ayudarle a calmar a los soldados.
Todavía pensando en que podría haber heridos, el cabo Flores
mandó a despertar al conscripto García, el ayudante de enfermero
que había quedado de servicio en Putre ese fin de semana, y le
sugirió a Valdés que fuera a buscar a Pedro Araneda, un ex profesor
de artesanía de la escuela de Putre y ceramista que también era
un estudioso de fenómenos inusuales de los que se escuchaba con
frecuencia en el altiplano.
Minutos después, mientras Valdés y Araneda se trasladaban a
pie, caminando junto al caballo de tiro del cabo —a petición del
mismo suboficial—, Flores se dirigía junto al conscripto García
hacia Pampa Lluscuma en el carro de transporte de heridos del
que disponía la unidad, un camión Unimog que hacía las veces de
ambulancia.
Sentado en el vehículo, el joven suboficial no sospechaba que
estaba a punto de conocer una de las historias más extrañas que
habría de escuchar en toda su vida.

Lunes, 25 de abril de 1977. Pampa Lluscuma, aproximadamente


cuatro horas antes

La noche altiplánica era apacible, fría y oscura.


Bajo las estrellas silenciosas y titilantes, los jóvenes conscriptos
Julio Rojas, Humberto Rojas, Germán Riquelme, Iván Robles y Raúl
Salinas procuraban el calor de una fogata que habían encendido
para soportar mejor el frío, junto a su superior, el cabo segundo
Armando Valdés Garrido, de apenas 22 años.
Animadamente y mientras bebían café, los soldados conversaban,
contaban chistes y jugaban a adivinar el nombre de la canción que
tarareaba su comandante. Otros dos conscriptos, Juan Reyes y
Pedro Rosales, cumplían con un turno de vigilancia algunos metros
alejados del grupo y la guardia se desarrollaba tranquila y sin
incidentes.

xv
Sin embargo, una voz de alerta interrumpió repentinamente el
esparcimiento de los jóvenes soldados.
—¡Mi cabo, mi cabo! ¡Venga a ver la luz que viene bajando!— fue
el grito con que el conscripto Pedro Rosales llamó al líder del grupo.
El cabo Valdés se incorporó rápidamente y dirigió sus pasos al
encuentro de los centinelas. Su primera reacción fue escrutar la
noche en dirección a Putre, pensando en que probablemente venía
el oficial de ronda en algún vehículo del cuartel para realizar un
control.
—¡Soldado, no veo nada!— vociferó el suboficial.
—¡Allá arriba!— fue la respuesta del conscripto Rosales.
Al oír eso, Armando Valdés dirigió su mirada al camino
internacional que conecta Arica con Putre y otras localidades
altiplánicas, y que llega hasta Bolivia, pues esa ruta se encontraba
situada en un lugar un poco más elevado que la pampa en la que
pernoctaban los soldados. Pero tampoco vio luz alguna en aquella
dirección.
Un poco molesto y pensando que los reclutas le estaban jugando
una broma, el cabo Valdés siguió acercándose, comentando que
no lograba ver la luz de la que hablaban. Cuando llegó a unos
pocos metros de ellos, percibió sus siluetas. Estaban ligeramente
de espaldas y uno de ellos tenía el brazo levantado, señalando
directamente hacia el cielo.
Fue entonces, al alzar la vista en la dirección a la que apuntaba el
brazo del centinela, que el cabo Valdés vio por primera vez aquella
luz, sin saber que así comenzaba un episodio extraordinario que
marcaría su vida para siempre.

xvi
Introducción

A partir del 24 de junio de 1947, el concepto de los “platillos


voladores” dejó de ser un elemento exclusivo de los libros y revistas
de ciencia ficción y pasó a ocupar los titulares de los principales
periódicos de Estados Unidos luego del célebre avistamiento de
nueve objetos voladores de origen desconocido sobre Monte Rainier,
en las Montañas Cascade, por parte del hombre de negocios y piloto
civil Kenneth Arnold mientras volaba en su avioneta.
La asimilación de los objetos voladores no identificados (OVNI)
por parte de la cultura popular dio origen a apasionados debates y
a las más diversas teorías para explicar el origen de un fenómeno
que, como se sabe ahora, no comenzó en 1947, sino que posee
características y manifestaciones que se remontan a los mismos
albores de la especie humana.
El arribo de los OVNIs se manifestó en todo el globo y Chile
no fue la excepción. Así, nos encontramos con que el primer caso
registrado por la prensa en esta estrecha y larga franja de tierra se
remonta a julio de 1868, en Copiapó1.
Pero el caso por el que Chile es conocido en el ámbito ufológico2
internacional es el que protagonizaron el cabo Armando Valdés
y siete soldados conscriptos en las cercanías de Putre durante la
madrugada del 25 de abril de 1977.

1
VALLÉE, Jacques F. Pasaporte a Magonia. Plaza & Janés S.A. editores, noviembre
de 1976, Barcelona, España. 544 páginas. Página 267.
2
De “ufología”, del inglés UFO (unidentified flying object, u objeto volador no iden-
tificado), anglicismo definido por el diccionario de la Real Academia Española de
la Lengua como “simulacro de investigación científica basado en la creencia de
que ciertos objetos voladores no identificados son naves espaciales de procedencia
extraterrestre”.
Además de “ufología” y “ufólogo”, en el presente trabajo he incorporado en
calidad de sinónimo de esos términos el neologismo “ovnilogía” y “ovnílogo”, que
no es otra cosa que el anglicismo mencionado anteriormente, “castellanizado”.

xvii
Debido a su espectacularidad y peculiares características, aquel
incidente se convirtió en el caso OVNI más emblemático de Chile y
ha sido comentado y divulgado en periódicos, revistas, libros, foros
de Internet y charlas ufológicas.
Sin embargo, sólo basta dar una revisión superficial a lo que se
conoce del caso para comprobar que en realidad no existe mucha
información de primera mano sobre el mismo. ¿Qué sucedió con
Armando Valdés luego de la experiencia? ¿Cuál es la versión actual
de los ex conscriptos sobre lo que pasó aquella noche? ¿Cuáles son
los nombres completos y correctos de los testigos?
Además, durante casi 30 años se han publicado una serie de
informaciones erróneas e inexactitudes sobre lo ocurrido, lo que
sumado al mutismo que guardaron sus protagonistas durante casi
tres décadas contribuyó a que el incidente se convirtiera en una
verdadera leyenda.
Dado que nunca nadie había realizado una investigación
periodística en profundidad y que la información documental
existente sobre el caso está repartida en una veintena de artículos
de periódico y revistas publicadas a lo largo de 30 años, en abril
de 2002 me planteé la tarea de pesquisar en profundidad sobre el
incidente, respecto al cual leí con cierto detalle por primera vez
durante mi adolescencia en el libro Secuestrados por extraterrestres3,
del desaparecido escritor, traductor y hombre de letras catalán
Antonio Ribera y Jordá, que le dedicó un capítulo al episodio
chileno.
Originalmente, mi intención era contar con las declaraciones de
todos los testigos e implicados, pero eso no fue posible, pues hasta
hoy algunos de ellos se niegan a compartir sus recuerdos.
Como no cuento con toda la información que procuraba, las
conclusiones que figuran en la parte final de este libro no pueden
considerarse definitivas, sino solamente preliminares. Aún así,
como comencé con mis indagaciones en 2002 y en estos años he
“desenterrado” información relevante sobre el caso, decidí publicar
este trabajo porque creo que podría ser de interés para la opinión
pública.

3
RIBERA y Jordá, Antonio. Secuestrados por extraterrestres. Editorial Planeta. Barce-
lona, España, 1981. 346 páginas.

xviii
Por lo tanto, este libro pretende cumplir un doble objetivo:
constituirse en una suerte de compendio donde esté a disposición del
interesado toda la información de prensa relevante publicada sobre
el incidente, dando a conocer al mismo tiempo nuevas revelaciones
y aspectos virtualmente desconocidos del caso.
Para eso, he dividido el texto en cuatro partes. En la primera,
cubro los hechos tal como fueron informados en 1977, para lo cual
me baso extensamente en los recortes de prensa originales. En la
segunda, me centro en la figura de Armando Valdés, revelando
qué sucedió con él después del incidente OVNI y cuál es su versión
actual sobre lo ocurrido durante la noche de los centinelas.
En la tercera parte, amplío el espectro de la investigación,
entrevistando a algunos de los ex conscriptos que fueron testigos
del avistamiento OVNI junto a Valdés, además de otros ex militares
y periodistas que se enteraron de la historia pocas horas después del
encuentro con las luces en Pampa Lluscuma. Y en la cuarta parte,
finalizo el monográfico con una escueta evaluación del caso a partir
de los testimonios recogidos, adelantando algunas conclusiones que,
como mencioné, sólo pueden ser consideradas como preliminares.
Algunas de las apreciaciones que expreso sobre Armando Valdés
podrían parecer duras, pero en realidad se basan exclusivamente
en las declaraciones que logré recopilar durante mis pesquisas.
Al contrario de lo que se pueda pensar a partir de ellas, por Don
Armando y su familia siento un profundo cariño y gratitud, y además
quiero dejar consignado explícitamente que soy absolutamente
respetuoso de todos los credos religiosos, incluido el del suboficial
(R) Valdés y su congregación.
Entremos, pues, en materia para conocer los pormenores de lo
que ocurrió durante aquella oscura madrugada a la que he dado en
llamar “la noche de los centinelas”.

xix
5

Veintidós años después

Como ha quedado dicho al final del capítulo precedente, durante


las dos décadas posteriores a los hechos de aquella noche de abril
de 1977 la situación de Armando Valdés y de los centinelas se
caracterizó por un anonimato casi absoluto.
No obstante, eso no impedía que circularan rumores que
indicaban que poco después del incidente con las luces y el impacto
mediático que generó la noticia, Valdés habría sido examinado en el
Hospital Militar de Santiago para ver si se encontraba en sus cabales.
Los resultados de esos exámenes nunca se hicieron públicos, pero es
improbable que el Ejército hubiera tildado al cabo de loco, ya que de
acuerdo a los rumores de la época éste continuó perteneciendo a la
Institución, pero fue destinado al sur de Chile.
Parte de esto fue confirmado por la prensa en 1980, cuando Valdés,
junto a otros militares del Regimiento Chacabuco1 de Concepción,
fue testigo de un nuevo avistamiento de un objeto volador no
identificado la noche del lunes 11 de febrero de ese año. El entonces
cabo primero2 servía como instructor del curso de estudiantes que
cumplían su servicio militar y la compañía se encontraba realizando
ejercicios en el sector de Punta de Parra, entre Lirquén y Tomé, a
unos 20 kilómetros de Concepción, en la Octava Región del Biobío.

1
“En Penco se posó en el mar; militares también son testigos”. La Tercera de la Hora,
miércoles 13 de febrero de 1980, página 5. Aquí conviene aclarar que si bien esa in-
formación de periódico vincula a Valdés con el Regimiento Chacabuco, de acuerdo a
su Hoja de Destinaciones, entre 1977 y 1982 él sirvió en el Regimiento de Caballería
Nº 7 Guías, de Concepción.
2
Según consta en su Hoja de Servicios, Valdés fue ascendido al rango de cabo
primero el 1 de septiembre de 1979.

29
Según La Tercera3, el comandante de la compañía, capitán
Rodrigo Grunert, aseguró que hacia las 23:00 horas él y un grupo de
15 soldados habían observado “dos haces de luz hacia el cielo y al
centro se observó una masa relativamente triangular”, que después
se desplazó hacia el oeste para apagarse lentamente4.
“(El cabo Valdés) no se limitó (sic) a proporcionar mayores
antecedentes debido a que tiene instrucción superior de no referirse
a estas situaciones. Sin embargo, aunque no negó ni afirmó, la
noche del lunes lo preocupó cuando apenas observó la presencia del
OVNI decidió volverse a su carpa sin comentar el hecho”, publicó
La Tercera5.
Tres años más tarde, el mismo matutino recordaba la historia del
avistamiento en Putre a través de una serie especial de su revista
semanal Buen Domingo, llamada Los Extraterrestres, pero además
sorprendía a sus lectores con nuevas declaraciones del cabo Valdés.
Juan Jorge Faundes, un periodista que había estado interesado
en el caso durante años, consiguió conversar con Valdés en Temuco
luego de recibir la autorización oficial de parte del entonces
vicecomandante en jefe del Ejército, teniente general Julio Canessa.
En aquella oportunidad, el escurridizo militar no quiso entregar
mayores detalles sobre su intrigante vivencia en el altiplano chileno
seis años antes, pero afirmó que no quería “ser más el cabo Valdés
que tuvo esa experiencia con un OVNI en Putre” y que hasta ese
momento creía haber encontrado esa tranquilidad en Temuco6.
Además, le dijo a Faundes que no quería referirse al tema
por “razones netamente personales”, pero confirmó que aún
no recordaba nada de aquellos 15 minutos en que estuvo
“desaparecido”, que tampoco recordaba haber pronunciado la frase
que lo hizo famoso —sino que “los cabros de la patrulla dicen que

3
La Tercera de la Hora, miércoles 13 de febrero de 1980, página 5.
4
Finalmente, ese avistamiento fue explicado satisfactoriamente por el consultor
en temas espaciales estadounidense James Oberg como la observación del satélite
soviético Cosmos-1164, que había despegado un par de horas antes. Agradezco a
Diego Zúñiga por proporcionarme ese oportuno dato.
5
“Militares cuentan sus impresiones del OVNI”. La Tercera de la Hora, jueves 14 de
febrero de 1980, página 8.
6
La Tercera de la Hora, revista “Buen Domingo”, serie “Los Extraterrestres”,
fascículo 11, domingo 2 de octubre de 1983.

30
yo dije eso”— y reconoció ser uno de los militares que vio el OVNI
en Punta de Parra en febrero de 1980.
Al finalizar la entrevista, luego de hablar de “fenómenos en el
cielo y las apariciones de la Virgen a ese niño en Villa Alemana”7,
Valdés ya fijaba el tono de lo que sería su discurso en el futuro,
asegurando que “más adelante podré dar mi opinión sobre los
extraños fenómenos que están ocurriendo… pero todavía no es el
momento”.
Luego de esas revelaciones, Valdés volvió a sumirse en el
anonimato, pero los rumores continuaron. Se hablaba de que se
había unido a una congregación evangélica y que en una entrevista
con una radioemisora local del sur de Chile había calificado su
vivencia de Pampa Lluscuma como una experiencia demoníaca.

La emisión de OVNI

El primer tratamiento serio y relativamente profundo del


avistamiento en Pampa Lluscuma en años salió a la luz pública en
mayo de 1999 con la emisión de un programa de la serie OVNI, a
través de la señal de Televisión Nacional de Chile.
Se trató de un episodio de casi una hora dedicado en su mayor
parte al caso de Putre, preparado durante meses por el equipo
periodístico de la productora Nueva Imagen, creadora de la serie
transmitida originalmente en Chile entre 1999 y 2000.

7
Valdés se refería a las supuestas apariciones de la Santísima Virgen María al ado-
lescente Miguel Ángel Poblete en la localidad de Peñablanca de la ciudad de Villa
Alemana, en la Quinta Región de Valparaíso, hechos que tuvieron lugar entre 1983
y 1988. El caso generó conmoción pública, aunque hoy la mayoría de los investiga-
dores que estudiaron las apariciones coinciden en que se trató de un fraude.
Además, existe evidencia de que agentes del Gobierno manipularon los sucesos
para desviar la atención del público ante problemas sociales y protestas que se es-
taban dando durante el Régimen Militar.
Sin embargo, aún existen acérrimos seguidores del vidente de Villa Alemana,
que después de 1988 cambió de sexo —asegurando que siempre fue mujer— y
comenzó a autodenominarse Karole Romanov (o “Romanoff”) y Angel’s Calvat, en
su calidad de líder de la secta Apóstoles de los Últimos Tiempos.
Miguel Ángel/Karole falleció a las 8:10 horas del sábado 27 de septiembre de
2008 en su casa de Peñablanca debido a una falla multiorgánica gatillada por un
cuadro de cirrosis hepática terminal.

31
A través de la flemática voz del conocido locutor Patricio
Bañados, OVNI sorprendía con la primicia de que los testigos en
realidad no integraban una patrulla militar, sino una guardia de
pesebreras, y que por lo tanto no contaban en esos momentos con
armas ni equipos de comunicación.
Al mismo tiempo, el programa revelaba que en las cercanías
del grupo no pastaba un “piño de ovejas”, como se informó
originalmente en La Estrella de Arica, sino caballos que mantenía ahí
el Destacamento Huamachuco para fines militares.
Además, el equipo periodístico de Nueva Imagen entrevistó al
entonces brigadier Pedro Durcudoy, que en abril de 1977 era el
capitán a cargo del destacamento al que pertenecían los testigos;
a Luis Maturana Carter, el reportero de La Estrella de Arica que
investigó el caso in situ pocos días después de sucedido y que
entrevistó a Valdés y a los conscriptos; y a dos de los ex soldados
que fueron testigos presenciales del fenómeno: Humberto Rojas y
Raúl Salinas.
Humberto Rojas confirmó a grandes rasgos la historia dada a
conocer en 1977, asegurando que cuando Valdés regresó junto a los
conscriptos “tiritaba” y los “miraba con los ojos desorbitados”8. Con
una copia de La Estrella de Arica de 1977 en mano, también identificó
por sus nombres a los cinco conscriptos que aparecieron en la
fotografía. Comentó que a Pedro Rosales, uno de los dos centinelas
que dieron la voz de alarma cuando las luces comenzaron a bajar
desde cielo, ellos le llamaban “Pecho de Palo”.
Raúl Salinas, por su parte, aseguró que al reaparecer, Valdés
había caído junto a ellos desde una “altura grande… pa matarse
una persona”9.
Humberto Rojas además reveló que al inspeccionar el lugar sobre
el que había sobrevolado la luz que prácticamente se posó en los
faldeos del cerro que se levantaba frente a ellos, habían encontrado
un pedazo de metal parecido al aluminio, pero que Pedro Araneda
dijo que no se trataba de aluminio. En el mismo programa, esta
afirmación fue desestimada por el brigadier Durcudoy, quien
atribuyó el material a restos de basura o de un rotor.

8
“El caso del cabo Valdés”. Programa OVNI, elaborado por la productora Nueva
Imagen y emitido a través de la señal de Televisión Nacional de Chile entre las 22:00
y las 23:00 horas del jueves 20 de mayo de 1999.
9
Íbid.

32
También se exhibieron fotografías de Valdés en diferentes etapas
de su vida, vestido de uniforme militar y en diversas actividades
castrenses. Sin embargo, no se trataba de imágenes institucionales,
sino de fotos de carácter personal o familiar. El gran ausente en
el programa fue el propio Valdés, que sin embargo facilitó esas
fotografías al equipo de producción.
Durante el curso de mi investigación me enteraría de que Valdés
no participó en ese programa porque al momento de la producción
y emisión del mismo aún era militar en servicio activo, por lo que
el Ejército le negó a Nueva Imagen una solicitud de entrevista con el
suboficial, y además porque no había llegado a acuerdo económico
con Nueva Imagen.
Con sus aciertos y desaciertos, aquel episodio de OVNI consiguió
volver a captar el interés del público por el caso y preparar el
ambiente para lo que vendría en menos de un mes: la reaparición
pública de Valdés en un show de televisión.

Valdés reaparece en De Pé a Pá

El miércoles 16 de junio de 1999, Valdés finalmente decidió dar la


cara en su primera aparición televisiva desde la entrevista con Pablo
Honorato en mayo de 1977.
El suboficial recientemente retirado —había dejado de estar
en servicio activo hacía sólo unos días— escogió para su regreso
al escrutinio público un talk show nocturno llamado De Pé a Pá,
transmitido semanalmente a través de la señal de Televisión
Nacional de Chile y conducido por el célebre periodista deportivo
Pedro Carcuro.
Resultaba extraño, por decir lo menos, ver a Valdés desprovisto
de su atuendo militar, vistiendo terno y corbata y en el estudio de
un programa frecuentado por figuras más cercanas a la farándula.
Interrumpiendo a su famoso invitado continuamente, Carcuro
comenzó el interrogatorio que muchos esperábamos ver y oír desde
hacía años:

PEDRO CARCURO: Don Armando, ¿cómo está? Gusto de saludarlo, ¿cómo


está, Armando?
ARMANDO VALDÉS: (Ininteligible; dice algo mientras saluda a Carcuro).
PEDRO CARCURO: Por favor (hace pasar a Valdés al set de televisión y
espera a que se siente). Gracias.

33
Don Armando, usted hace cinco días10, la semana pasada, renunció al
Ejército.
¿Esta decisión la tomó para poder... hablar sobre este tema?
ARMANDO VALDÉS: Fue una decisión difícil en realidad, eh... que me
costó mucho. Pero pienso que... en beneficio de... de un mensaje que tengo,
de algo que estoy trabajando, era el tiempo, Don Pedro, que yo tomara esta
decisión.
Insisto, una decisión muy difícil.
PEDRO CARCURO: Durante 22 años usted ha vivido una enorme presión
de ufólogos, de gente que lo ha venido a entrevistar... ¿cómo ha aguantado,
cómo ha sido la vida en estos 22 años para usted, Don Armando?
ARMANDO VALDÉS: Un poco difícil, complicado; usted debe saberlo
mejor que yo lo que es ser acosado a veces por los medios.
Eh, en realidad... un poco molesto a veces, otras veces, eh, elogiado
a veces, ¿no (es) cierto?, pero, eh, en lo personal pienso que me costó un
poquito acostumbrarme a esto de... de que todo el mundo lo acose y le
pregunte.
Creo que no ha pasado, de estos 22 años, ni un solo día, ni un solo año,
en que alguien, de alguna manera, haya intentado preguntarme “¿Y, qué
pasó?”.
PEDRO CARCURO: Y usted mantenía un estricto silencio al respecto.
ARMANDO VALDÉS: De todas maneras.
PEDRO CARCURO: ¿Y por qué rompe el silencio ahora?
ARMANDO VALDÉS: Pienso, Pedro, que...
PEDRO CARCURO: ¿Es el momento?
ARMANDO VALDÉS: Es el momento, es el peak; yo pienso que es, ehmmm...
es la, es el año, el fin del milenio, eh... pudiera ocurrir algo grande y creo
que... esa es mi decisión. Ahora es el momento.
PEDRO CARCURO: Entremos directamente, después de esta breve
introducción, entremos a lo que... ocurrió esa noche.
¿Dónde estaban ustedes, eh, Don Armando? ¿Cuántos eran?
ARMANDO VALDÉS: Siete con... ocho conmigo. Siete hombres.
PEDRO CARCURO: Era una patrulla militar.
ARMANDO VALDÉS: Una patrulla militar.
PEDRO CARCURO: ¿Dónde estaban?
ARMANDO VALDÉS: En Pampa Lluscuma, a cinco kilómetros de Putre.
PEDRO CARCURO: ¿Qué estaban haciendo ahí?
ARMANDO VALDÉS: Cumpliendo un servicio de guardia.
PEDRO CARCURO: ¿Qué hora era?
ARMANDO VALDÉS: Bueno, entramos a las ocho de la mañana...
PEDRO CARCURO: ¿Ya?
ARMANDO VALDÉS: ... por todo el día y... esto ocurre a las... cuatro de la
mañana, más o menos.

10
De acuerdo a su Hoja de Servicios, Valdés figura como retirado temporalmente
del Ejército a contar del sábado 12 de junio de 1999. Es decir, cuatro días antes de su
presentación en De Pé a Pá y no cinco, como afirmó erróneamente Carcuro.

34
PEDRO CARCURO: Del día siguiente.
ARMANDO VALDÉS: Claro.
PEDRO CARCURO: Del 25 de abril.
ARMANDO VALDÉS: Del 25 de abril de 1977.
PEDRO CARCURO: ¿Me cuenta qué pasó?
ARMANDO VALDÉS: Bien. Me, me puedo parar, ¿no (es) cierto?
PEDRO CARCURO: Sí.
ARMANDO VALDÉS: Aunque no vengo preparado, en realidad...
PEDRO CARCURO: Ese dibujo, perdón; ese dibujo ha sido preparado con
el Departamento de Escenografía de Televisión Nacional, de Realizaciones,
para ubicarnos en el lugar donde se encontraba la patrulla militar esa noche.
Adelante, Don Armando.
ARMANDO VALDÉS: Y doy gracias a los que hicieron esto, porque lo
hicieron muy bien.
Y es interesante poder ver esto, porque aquí grafica, más o menos,
muchas cosas entran por la vista, Don Pedro, así que, eh, soy el más
interesado (en) graficar lo que ocurrió esa noche.
Nosotros nos encontrábamos... este es Putre, que está a una altura de
mil metros sobre esta pampa, que es Lluscuma, que estamos aquí, ¿no (es)
cierto? (mostrando en el dibujo), y los Nevados de Putre, y acá hay un
camino internacional que baja de Bolivia, donde Bolivia lleva sus productos
desde Arica (Valdés va explicando todo a través del dibujo).
Y este camino que vemos aquí es el camino que baja desde Putre, mi
unidad en ese tiempo, hacia Pampa Lluscuma, cinco kilómetros.
Este es un cerro que tapa Putre y Putre no ve Pampa Lluscuma.
El servicio nuestro se origina en estas na(ves)11, estas pesebreras, donde
hay alrededor de mil caballos, más o menos, eh, que aprovechando que están
aquí, a nosotros nos tocaba también cuidar. Porque, en esta condición aquí,
aquí había un cerco, eh, de alambre, en la cual (sic) nosotros evitábamos
(traza la cerca sobre el dibujo) que el ganado, este ganado saliera, porque
era pernoctado, alojado y alimentado en esta zona. Era un ganado que era
utilizado para fines militares.
Y nosotros, nuestra guarnición, nuestro reducto para alojarnos esa
noche, elegimos esta pesebrera, que estaba desocupada. Aquí vemos en un
dibujo y vemos que hay... están los hombres aquí y yo me... me ocupo ahí
de quedarme, prendo fuego, (en) la noche son veinte... veinte grados bajo
cero, Don Pedro, todos los días del año, así que es imposible no guarecerse
en una... bajo techo. Y yo...
PEDRO CARCURO: ¿Qué pasa en ese momento?
ARMANDO VALDÉS: (Ininteligible; Carcuro lo interrumpe cuando iba a
decir algo).
PEDRO CARCURO: ¿Qué estaban haciendo ustedes?
ARMANDO VALDÉS: Bueno, estábamos a las cuatro de la mañana reunidos.
Eh, el tema principal de esa noche era conversar sobre... La pregunta del

Los militares del Destacamento Huamachuco le llamaban “naves” a las pesebreras


11

donde dejaban a los caballos.

35
soldado conscripto es siempre... eh, cuando ya lleva ocho meses, siete
meses, esperando, “¿Cuándo me voy a ir?”, “¿Cuándo me voy a licenciar?”.
Así que estábamos hablando de este... de, de este tipo de cosas,
y cantando. Yo soy romántico, Don Pedro, me gustan las canciones
románticas, así que yo empecé a cantar con ellos, a animarles, porque la
noche es larga, 20 grados bajo cero, y apuesto a dos hombres en estos dos
puntitos que voy a hacer aquí, a 20 metros, porque no los podía poner más
lejos, porque la distancia no permitía verlos en la noche, porque era, aunque
estaba estrellada, era muy oscuro. Por lo tanto, los tenía yo, en la jerga
militar, “a viva voz”; no los veía, pero yo los llamaba, “¡Rosales!”, “¡Pedro!”,
“¡Juan!”, y ellos me contestaban... Y hay un, una seña entre nosotros, por si
me contestaban diferente era seña de que algo había pasado.
Así que cada cierto tiempo les...
PEDRO CARCURO: ¿Y?
ARMANDO VALDÉS: ... preguntaba cómo estaban.
PEDRO CARCURO: ¿Y qué pasa en un momento, a las cuatro de la mañana?
ARMANDO VALDÉS: Estábamos en esto a las cuatro y media de la
mañana, conversando de cualquier tema, cuando siento el grito de uno de
los hombres, Pedro Rosales, “Pecho de Palo”, y me...
PEDRO CARCURO: ¿Cómo?
ARMANDO VALDÉS: “Pecho de Palo” le llamaban al soldado.
PEDRO CARCURO: Ya.
ARMANDO VALDÉS: Pedro Rosales, si no me recuerdo... Y él me dice...
“¡Mi cabo!”, me grita, “¡Una luz! ¡Viene bajando una luz!”.
Yo le ordeno a mis hombres reordenarse y salgo afuera, pero… esto
es importante para quienes están viendo, que mi primera... mi primera
mirada, cuando él me dice “hacia arriba”, yo dirijo mi vista, ¿no cierto?,
hacia el camino de Putre, que está en subida...
PEDRO CARCURO: Ya.
ARMANDO VALDÉS: ... pensando que seguramente venía algún vehículo
de arriba; por lo tanto, mi mirada fue pensar “un vehículo viene a vigilarnos,
a controlarnos”, y le ordeno a mi gente que se controle, que se ordene,
porque estábamos sentados, tomen su armamento...12
Entonces, cuando yo le digo “¡No veo nada! No vienen”, él me dice
“¡No, mi cabo, arriba!”, y mi vista es nuevamente, pero ahora se dirige hasta
este punto. Al camino internacional de Bolivia, que está a mil metros sobre
donde estábamos nosotros.
Son dos miradas. La primera, hacia este camino (el que lleva desde
Pampa Lluscuma a Putre); la segunda, hasta este camino (el camino
internacional que lleva a Bolivia). Y a medida que voy conversando, yo me

12
Algunos entrevistados por el equipo periodístico de OVNI aseguraron que Valdés
y los conscriptos estaban desarmados al momento de su experiencia con las luces.
Otros testigos, sin embargo, discrepan. De ese modo, el tema del armamento es un
punto que aún no está del todo claro y que no se esclarecerá hasta que más testigos
presenciales estén dispuestos a prestar su testimonio.

36
voy acercando al hombre, porque no lo veo, y cuando yo me acerco veo su
mano, que se dirige hacia arriba, y él me dice, yo le digo, medio enojado, en
realidad, “No veo nada”. Entonces él me dice “¡No, mi cabo! ¡Es una estrella
que viene bajando!”.
Entonces yo me acerco y veo y justamente veo un objeto luminoso, a esta
altura, más o menos, así, bueno; no sé a qué altura venía, ¿no (es) cierto?,
a un... en velocidad, y yo le voy a decir al soldado que no es una estrella,
porque es imposible, que es un aerolito que viene bajando y que se va a
desintegrar en cualquier momento. Y ya mis hombres salen todos a mirar...
el objeto éste volador no identificado, pero este objeto se pierde aquí detrás
(se refiere a que la luz se pierde detrás de un cerro en el dibujo).
Pero queda esto (dibuja unas rayas provenientes de la parte de atrás del
cerro, como queriendo graficar el resplandor de la luz). Eso es importante
que… ¿ah? (cuando ya terminó el dibujo, como mostrando a qué se refería),
lo que indica de que...
PEDRO CARCURO: Mucha luz.
ARMANDO VALDÉS: ... había mucha luz...
PEDRO CARCURO: Y salía detrás de los cerros.
ARMANDO VALDÉS: Detrás de los cerros.
Lo que me indicó de inmediato a mí que al otro lado había algo posado.
Yo quiero... tengo que reconocer aquí que yo dije... yo le ordené a uno de
mis hombres que tomara un caballo, lo ensillara y me acompañara para ir
a ver y llegar primero, porque hay una distancia de 1.500 metros de aquí
al... al horizonte y mil... unos mil metros más, porque hay un camino hacia
arriba...
Dije “voy a llegar primero. Voy a ver el aerolito fundido. Voy a sacar un
pedacito (medio riéndose), lo voy a guardar”. Es lo que yo pensaba, claro;
dije “es un aerolito, van a llegar los científicos, la gente”... pero cuando
estamos en eso, yo estoy de espaldas, un segundo hombre me grita “¡Mi
cabo, acá!”. Y ahí aparece, ¿no (es) cierto? (dibuja el objeto ovoidal)... el otro
objeto frente a nosotros.
Pedro, no sé si este objeto... como yo estaba de espaldas, los soldados
dicen que bajó; pero yo cuando me di vuelta, ya estaba ahí. Así que, para mí,
estaba ahí. ¿Qué rapidez tuvo?
Entonces, eran... son dos objetos; el primero, que llega, y el segundo, que
se posa frente a nosotros.
PEDRO CARCURO: ¿Y ustedes parten a buscarlo, a encontrarse con ese
OVNI?
ARMANDO VALDÉS: No. Cuando quisimos movernos, cuando aparece
este objeto, quisimos movernos del lugar, y esta, esta luz, esta luminosidad,
estos 25 metros de diámetro, este objeto agranda su luminosidad y se
avecina sobre nosotros y no nos deja mover.
O sea, nosotros, como estas luces, como la luz principal que está
arriba, yo no puedo ver hacia adelante, pero sí veo que se ilumina todo el
sector. Quinientos metros a la redonda, una luz artificial como del Estadio
Nacional, y nosotros podíamos ver los accidentes geográficos del camino;
la pirca de piedra, la tierra, la piedra, el... eh, un palo botado, se veía en la
noche, que es imposible que se viera.

37
Pero lo más extraordinario también de todo esto que ocurre es que
los mil caballos, que normalmente intentaban arrancar y huir, en vez de
arrancar hasta este sector, que era fácil echar abajo la alambrada, arrancan
—porque ahí los vimos a todos, si, yo pudie... No, antes de esto, Pedro, no,
no se veía un caballo. Uno tenía que mirar...
PEDRO CARCURO: Con la luz, ven a los mil caballos...
ARMANDO VALDÉS: A los mil ca(ballos)... Los vemos a todos; arra(ncan)...
PEDRO CARCURO: ¿Y los caballos qué hacen?
ARMANDO VALDÉS: Arrancan y se agrupan en este sector. Aquí.
PEDRO CARCURO: Se ju(ntan)... donde estaban ustedes.
ARMANDO VALDÉS: Hacia el lado nuestro.
PEDRO CARCURO: Qué curioso...
ARMANDO VALDÉS: Pero metiéndose cada caballo uno detrás de otro. O
sea, con lo... si alguien conoce a los caballos, ha visto el ganado...
PEDRO CARCURO: ¿Sí?
ARMANDO VALDÉS: ... se asustan, ¿no (es) cierto?
PEDRO CARCURO: ¿Me permite un instante?
ARMANDO VALDÉS: Pedro...
PEDRO CARCURO: Quiero interrumpirlo para escuchar el testimonio
que hicieron para el programa OVNI dos de los integrantes de la patrulla
militar, dos hombres, dos soldados, que estaban con Armando Valdés esa
noche en Putre.

(Aquí mostraron un fragmento del programa OVNI con los testimonios de


Humberto Rojas y Raúl Salinas, para luego volver al estudio de De Pé a Pá)

PEDRO CARCURO: Impresionante el testimonio de sus compañeros, cabo


(sic).
ARMANDO VALDÉS: Emocionante para mí verlos. (En voz más baja,
corrigiendo a Carcuro) “suboficial”.
PEDRO CARCURO: ¿Desaparece? ¿Qué pasa en ese momento, entonces,
que los compañeros lo comienzan a buscar a usted?
ARMANDO VALDÉS: Ah, es interesante, Pedro, también aclarar que aquí
ocurren un sinfín de detalles cuando estamos juntos, que no han sido
comentados por mis hombres y tal vez lo han olvidado ellos, pero yo no,
nunca lo he olvidado, es que él dice que rezamos y nos tomamos de las
manos. Porque en un momento dado, eh, como jefe de patrulla, entendí que
lo que yo tenía al frente, eh, eh, me retracto; cuando yo me doy cuenta que
tengo algo al frente, la segun(da), la primera luz, y la segunda luz que nos
asusta, que nos transmite algo, eh, yo veo sobre este objeto dos cosas aquí
arriba, eh, cuando me recuerdo, a mí se me ponen los pelos de punta, y yo
tuve la precaución y veo dos luces rojas, como una ambulancia, que dan
como vueltas.
En ese momento dije yo “Dios mío, lo que yo tengo al frente es de arriba,
o es de la Tierra, pero es algo con inteligencia”. Pero les pregunto a mis
hombres qué es lo que están viendo, a ellos, y ellos me corroboran, y le
pregunto a uno “¡Soldado, soldado! ¿Qué ve usted?”. Entonces ya en ese
momento estaban todos histéricos, llorando y...

38
PEDRO CARCURO: ¿Y había, había alguna comunicación con la, con la
nave en ese momento?
ARMANDO VALDÉS: Eh... en ese momento, no. Yo pienso que no había
comunicación todavía.
PEDRO CARCURO: ¿Avancemos entonces, eh...
ARMANDO VALDÉS: Claro, correcto.
PEDRO CARCURO: ... cabo?
ARMANDO VALDÉS: Hmmm, hmmm... (asintiendo).
PEDRO CARCURO: ¿Y usted parte al encuentro de la nave?
ARMANDO VALDÉS: Cuando...
PEDRO CARCURO: ¿Toma un caballo, se va caminando?
ARMANDO VALDÉS: No. No, no, no.
PEDRO CARCURO: ¿Qué hace?
ARMANDO VALDÉS: Cuando estamos caminando dentro de la pirca, es
una distancia... donde está usted, más o menos...
PEDRO CARCURO: ¿Ya?
ARMANDO VALDÉS: Cuatro metros, hay una salida grande y yo estoy
tomado de los brazos con ellos y yo avanzo cuando esto ya, ya no, ya no, el
pánico era terrible, a todos...
PEDRO CARCURO: ¿Siempre tomados con ellos?
ARMANDO VALDÉS: Siempre tomado con ellos. Lloraban, (rezaban) el
Padrenuestro algunos, el Ave María, rezaban, según su tipo de religión que
tuvieran, cada uno estaba histérico y yo siento que tengo que hacer algo.
Eh, debo recurrir a una instancia mayor, porque tenemos un objeto adelante
que nos está asustando, que nos transmite miedo, que nos tiene a todos
apabullados, me suelto, un soldado me grita “¡No!”, que no avance, yo me
suelto y avanzo y primero grito, eh, “¡En el nombre de Dios, identifíquense!”.
“¿Quiénes son?”. Aún sintiéndome ridículo haciéndolo, porque yo sabía
que lo que estaba adelante era algo extraño. Y en ese momento, según los
soldados, yo desaparezco delante de ellos. (A) no más de cinco metros de
ellos.
PEDRO CARCURO: O sea, usted alcanzó a salir de la pirca, eh, e
inmedia(tamente), o ni siquiera salió de la pirca.
ARMANDO VALDÉS: No alcanzo a salir de la pirca.
PEDRO CARCURO: Eh...
ARMANDO VALDÉS: ... O sea, la puerta. Llego a la puerta, más o menos.
Llego a la altura de la puerta ahí, que es ancha... O sea, en realidad no era
puerta, porque era un... portón gigante, donde caben 20 caballos, entrando
todos juntitos.
PEDRO CARCURO: ¿Y los, los compañeros suyos lo ven desaparecer?
¿Qué siente usted, Don Armando?
ARMANDO VALDÉS: (Silencio) Pedro, realmente es... un poco difícil,
realmente, cuando yo recuerdo ese, ese, ese momento, ese tiempo. Son
22 años de, de silencio, 22 años de buscar en mi interior, buscar en, en
estudios, en... noches enteras buscando la respuesta a este fenómeno, pero
en el tiempo que yo... que ocurre esto ahí, hay un mome(nto), un tiempo de
sueño, un momento de, de inactividad. Siento yo que hay un momento de
inactividad, de cero.

39
PEDRO CARCURO: ¿Pero usted siente que traspasaba un umbral en ese
momento?
ARMANDO VALDÉS: Por eso es que cuando alguien habla de “abducción”,
eh, de levantado (y gesticula con su mano como si estuviera llevando algo
hacia arriba), eh, me, a mí no me suena norm(al), eh, es, pero yo siento que
paso, no más. Paso un portal. Y me pierdo. Es un pasar, no más.
PEDRO CARCURO: ¿Cuánto tiempo usted estuvo dentro de la... del, del
OVNI, de la nave... espacial?
ARMANDO VALDÉS: Si es que estuve, Pedro, fueron para los soldados 15
a 20 minutos. Cuando vuelvo...
PEDRO CARCURO: Pero, des... ¿me va a contar primero lo que pasó
adentro, esos 15 minutos, después me cuenta lo que ocurrió cuando vuelve?
Porque ahora vamos a comerciales. Quédese con nosotros.

(Suenan aplausos del público y se van a comerciales, para volver algunos


minutos después)

PEDRO CARCURO: Don Armando, usted traspasa el umbral, en eso


quedamos. ¿Qué ocurre en ese momento? ¿Qué ve? ¿Qué siente?
ARMANDO VALDÉS: Pregunta del millón, dicen, Pedro. Siento, Pedro,
eh, un... una risa, ehm... ¿cómo, cómo lo explicara? Una, una, un tipo
de burla. Eh, lo que yo quiero dar a entender, Pedro, de que en esa cosa
que yo tenía al frente, tenía una inteligencia subhumana (sic); o sea, una
inteligencia no humana, nuestra. De alguna parte, digamos, de la Tierra,
de… extraterrestre...
PEDRO CARCURO: ¿Usted vio alguna imagen, algún ser?
ARMANDO VALDÉS: Estoy trabajando, Pedro, en... en regresión hipnótica,
porque quiero ser muy responsable eh, en, en confirmar, porque yo
sentí, eh; recibí ciertas cosas telepáticas, pero también tengo que tener la
confirmación, Pedro, de que lo que yo vi, lo que yo sentí, es, es real, fue real
en ese tiempo.
Eh, son 22 años. Lo he ido guardando día a día.
PEDRO CARCURO: Eh, ¿había contacto a través de palabras con, eh...?
ARMANDO VALDÉS: No, Pedro. E, era telepático.
PEDRO CARCURO: Telepático. ¿Y usted estaba viendo a su gente en ese
momento?
ARMANDO VALDÉS: (Corto silencio; seguramente, estaba pensando qué
diría y cómo lo diría) En todo tiempo vi a mi gente. Eso es lo, es lo...
PEDRO CARCURO: ¿Pero los veía físicamente o en la mente?
ARMANDO VALDÉS: Hay dos cosas que hay que aclarar. Alguien, me, me
han dicho “era tu mente” y yo digo, era... que los veía, pero pudiera ser que
también estuviera viéndolos en forma... solamente mental.
Pero yo siempre vi a mis hombres. O sea, por eso insisto (en) que
el haber pasado una barrera fue pasar, ubicarme en un lugar y yo estar
siempre viendo a mi gente.
PEDRO CARCURO: ¿Usted pudo haber perdido el conocimiento en algún
momento?

40
ARMANDO VALDÉS: (Después de un corto silencio) Existe esa posibilidad,
Pedro, que sí.
PEDRO CARCURO: Y cuénteme una cosa, ¿y sus compañeros permanecían
inmóviles, o ellos trataban... eh, le gritaban, trataban de acercarse a usted?
ARMANDO VALDÉS: Ellos, en un momento dado, yo, eh... también
lo corroboran ellos, lo cuentan ellos, yo los escuché a cada uno de ellos
después contar esto, ellos trataron de... gritaban y trataban de ir a... hacia la
luz. Tomaron una decisión, porque alguien decía ya “¡Él está ahí! ¡Está en
la luz! ¡Yo sé que está ahí! ¡Vamos, ayudémoslo, no lo dejemos solo!”. Es lo
que ellos, entre ellos, conversaban en esos instantes.
PEDRO CARCURO: Eh... algún físico dice que este pudo haber sido un
fenómeno natural, perfectamente. ¿Qué le responde usted a esa... actitud
escéptica de algún científico?
ARMANDO VALDÉS: Bueno, yo vi el otro día en el programa OVNI, eh,
la explicación de un científico, pero no se dan las condiciones. No está la
quebrada, estaba despejado y son dos objetos los que bajan, no es uno. No
es solamente uno que vimos.
Y lo importante es la corroboración de las dos luces rojas que vemos a
los lados, que para mi gusto, me indica claramente que lo que yo tenía al
frente era algo con inteligencia. ¿Buena o mala? Bueno, ahí...
PEDRO CARCURO: Eh... sus compañeros, eh, eh, volviendo a, a lo que
usted estaba viviendo, ¿intentaron atacar la nave?
ARMANDO VALDÉS: Parece que cuando yo no estuve quisieron hacerlo.
PEDRO CARCURO: ¿Y qué pasó?
ARMANDO VALDÉS: Eh, no tuvieron tiempo, porque yo volví.
PEDRO CARCURO: Ya. ¿Recibió algún mensaje?
ARMANDO VALDÉS: Eh... Sí hay un mensaje, Pedro, que lo he ido, eh...
Siempre me pregunté los motivos de esto. Tengo yo muy claro, bajo en
el orden universal, bajo la mano poderosa del creador, que es Dios, que
todas las cosas no ocurren porque sí. Siempre pe(nsé)... supe que lo que
me ocurrió a mí el 25 de abril del “setentisiete”, a las cuatro y media de la
mañana, debiera tener una motivación. No podía ser algo así, al azar.
PEDRO CARCURO: ¿Fue un mensaje bueno o malo?
ARMANDO VALDÉS: Conversaba afuera, eh, fuera de cámara con una
señorita y yo le decía: “Todo va a depender del punto de vista que lo tome
el, el...”.
PEDRO CARCURO: La Humanidad.
ARMANDO VALDÉS: La Humanidad.
PEDRO CARCURO: Eh...
ARMANDO VALDÉS: Más malo para algunos que bueno, en realidad.
PEDRO CARCURO: ¿Usted creía que era malo, que eran malos los
personajes, los seres que tenían al, que tenía usted al frente?
ARMANDO VALDÉS: Tengo la —por eso digo que la hipnosis, Pedro, me
va a aclarar muchas cosas— y yo tengo la percepción que no eran buenos.
PEDRO CARCURO: Quiero escuchar y ver el testimonio de sus compañeros
en el momento en que usted regresa. Vamos con esta imagen del programa
OVNI.

41
(Van de nuevo con los testimonios de Humberto Rojas y de Raúl Salinas
para después volver al estudio)

PEDRO CARCURO: ¿Es coincidente el testimonio de sus compañeros con


lo que a usted le ocurrió? ¿Así recuerda su retorno... suboficial Valdés?
ARMANDO VALDÉS: Bueno, yo escucho a dos hombres que asegu(ran),
atestiguan de que yo, eh, había uno que me reconoció muy bien. No podía
haber sido otro; fui yo, era yo. Eso me tranquiliza, por lo menos.
Eh... que... vengo cayendo, dice. Bueno, yo digo, soy sincero, esa parte
no la recuerdo, Pedro.
PEDRO CARCURO: Usted recuerda que venía caminando y casi se
desmaya, ¿no?, cuando llega donde sus compañeros.
ARMANDO VALDÉS: Eh... recuerdo haber estado en un estado no muy
claro.
PEDRO CARCURO: ¿Qué pasa...? hay dos cosas que a mí me llaman mucho
la atención en este testimonio: lo del reloj y lo de la barba.
¿Cuánto tiempo usted estuvo... cree haber estado dentro de esta nave...
dentro de este OVNI? ¿Cuánto tiempo cree haber estado usted, Don
Armando?
ARMANDO VALDÉS: Bueno, aparentemente por lo del re(loj), lo de la
barba, eh... pudiera haber estado cinco o seis días, diez días.
PEDRO CARCURO: ¿Pero tiempo de verdad, tiempo nuestro?
ARMANDO VALDÉS: Quince minutos.
PEDRO CARCURO: Quince minutos. Sí.
ARMANDO VALDÉS: Por supuesto.
PEDRO CARCURO: Y la... la barba le creció como de una semana, casi.
ARMANDO VALDÉS: Más o menos.
PEDRO CARCURO: Y el reloj, ¿se adelanta?
ARMANDO VALDÉS: Se adelanta cinco días.
PEDRO CARCURO: ¿Y usted no tiene el reloj ése?
ARMANDO VALDÉS: No.
PEDRO CARCURO: ¿Qué pasó con ese reloj?
ARMANDO VALDÉS: (Pone cara como de que no tiene idea) Me acuerdo
de la marca, pero no sé quién... realmente no, no, no sabría decirle; en un
momento dado me lo pidieron el reloj.
PEDRO CARCURO: ¿Lo requisó... en las investigaciones que hizo el Ejército
de Chile?
ARMANDO VALDÉS: Yo... sería mentir si dijera que fueron ellos, pero
en un momento dado de confus(ión)... de gente que se me acercó para
preguntarme, para hacer cosas, no podría decir si fue el Ejército o alguien
que quiso...
Pero nunca más supe del reloj. Me llamó la atención que nunca más nadie
me dijera nada del reloj. O que alguien apareciera, “¡Aquí está el reloj!”...
(haciendo la mímica, como levantando un reloj con el brazo derecho).
PEDRO CARCURO: Usted me dijo recién que... piensa que son seres malos.
¿Por qué cree usted eso?

42
ARMANDO VALDÉS: (Silencio) No sé si la percepción, Pedro, porque...
el fenómeno que viví, eh... he conversado con... puedo darme el lujo, eh,
sin ser, eh... eh, una persona ególatra, eh... decir que hay miles de personas
que se han acercado a hablar conmigo. La gran mayoría tiene, ha tenido
supuestamente algunos encuentros, según ellos, y algunas sensaciones
parece que... buenas. La gran mayoría no es buena. Y la que yo tuve no es
buena. Y si fuera, ellos... si esos seres fueran buenos, yo no debería haber
sentido pánico, eh, angustia, sobrecogimiento y haber tenido todo lo que
vino después, o sea, esa pregunta, eh... que me ha tenido a mí siempre
preocupado.
PEDRO CARCURO: Usted... tiene temor por el futuro de la Humanidad,
entonces.
ARMANDO VALDÉS: Correcto. O sea, tengo muy claro qué va a ocurrir a
futuro.
PEDRO CARCURO: ¿Tiene miedo de una invasión extraterrestre...
suboficial Valdés?
ARMANDO VALDÉS: Estoy trabajando en eso para poder entregar ese
mensaje, Pedro, eh... pudiera ser.
PEDRO CARCURO: Es parte del mensaje...
ARMANDO VALDÉS: Es parte del mensaje.
PEDRO CARCURO: ¿Usted tiene miedo?
ARMANDO VALDÉS: No, Pedro. Extrañamente, no, porque en estos 22
años apre(ndí), he aprendido, y así estoy trabajando en mis escritos, de
cómo defenderme de los que... de los que no son buenos.
PEDRO CARCURO: Usted está trabajando con un periodista amigo nuestro,
con un gran periodista, Víctor Gutiérrez, en la preparación de un libro.
ARMANDO VALDÉS: Estoy preparando un libro con Víctor Gutiérrez; él
está trabajando conmigo, le doy las gracias por su apoyo, como también a
un amigo secreto, Rodrigo Bravo, de Coyhaique, que también... tiene un
material que me tiene que entregar, que se lo voy a pasar a... a Víctor...
Estamos trabajando en esto, Pedro, para sacar (el libro) de aquí a fin de año,
antes del milenio.
No tiene nada que ver con el fin del mundo. Eso hay que sacárselo de
la cabeza...
PEDRO CARCURO: ¿No, ah?
ARMANDO VALDÉS: ... pero...
PEDRO CARCURO: ¿No hay fin del mundo... no, no cree...?
ARMANDO VALDÉS: Es que hablamos de espacio-tiempo, Pedro. El
tiempo, el fin puede venir en cualquier momento. Esto, esto grandioso,
grande, que va a ocurrir, viene en cualquier momento. No sabemos el
momento.
PEDRO CARCURO: ¿Después de aquel momento del 25 de abril usted... ha
sentido (sic) otros contactos?
ARMANDO VALDÉS: (Silencio) Eh... ¿dices tú con los...?
PEDRO CARCURO: ¿Con extraterrestres?
ARMANDO VALDÉS: (Silencio) Creo recordar... no creo; es así, haberme
encontrado con estos famosos “Hombres de Negro”, que les llaman, haber

43
vivido esa experiencia con dos personas, en la cual, eh, me visitaron,
tiempo yo estando en Temuco trabajando en el (Regimiento) Tucapel, en
mi oficina, me visitaron dos personas y me hicieron muchas preguntas
extrañas, muchos dibujos extraños y me llevaron a una conclusión que ha
sido una de las segundas veces (sic) en que yo he tenido... y que sentí miedo.
Porque... ellos dijeron venir de parte de... hacer unas preguntas y llegaron a
una conclusión y descubrieron algo que solamente yo sabía. Y que ellos no
podían por ningún motivo saberlo.
Eso me...
PEDRO CARCURO: ¿Hmmm?
ARMANDO VALDÉS: ... me preocupó.
PEDRO CARCURO: ¿Qué cosas sa(bían)... qué cosa descubrieron?
ARMANDO VALDÉS: Mira, Pedro; yo tenía en... Curiosamente, la letra “H”
para mí fue siemp(re)... Eh, tu, hubo un tiempo que si había un helipuerto
con una ha(che)... los helipuertos militares...
PEDRO CARCURO: Sí, con una “H”...
ARMANDO VALDÉS: ... o cualquier civil de una “H”... Cuando, en mi
unidad militar de Temuco, hicieron el helipuerto, la “H”, yo la evitaba, no
pasaba por la “H”. Y yo me preguntaba por qué, cuál era el motivo.
Y en mi billetera... era una... chiquitita que andaba trayendo, yo coloqué
una “H” plateada, que mi señora, mi familia, mis hijos, me molestaban y
trataban de buscar el nombre de alguna persona, eh, entre bromas...
PEDRO CARCURO: De alguna “Helena”.
ARMANDO VALDÉS: De alguna “Helena”.
PEDRO CARCURO: Con “H”.
ARMANDO VALDÉS: (Medio riéndose) No, ¿ah? Pero no era así en
realidad.
Y yo, y... bueno, de alguna manera alguien me decía “pero sácala; no
tiene objeto”. Yo no quería sacar la “H” de mi billetera y en mi maletín había
puesto también una “H”. Tengo amigos que recuerdan esto.
PEDRO CARCURO: ¿Y es una...
ARMANDO VALDÉS: Una “H”.
PEDRO CARCURO: ... una letra que tiene... un símbolo que tiene que ver
con los extraterrestres?
ARMANDO VALDÉS: Estas personas me vinieron a demostrar que era eso,
en realidad. Y yo, en mi casa, donde yo andaba, marcaba la “H” con el
agüita del té, que queda en las mesas siempre...
PEDRO CARCURO: ¿Hmmm-hmmm?
ARMANDO VALDÉS: ... con las miguitas y en los cuadernos, y estos
caballeros me llevaron a la conclusión (de) que esta “H” era un símbolo,
eh, que he visto ahora con un material que él tiene, me dejó a mí con los
pelos parados, porque me muestra qué significa la “H”; tiene varias
connotaciones.
PEDRO CARCURO: ¿Qué significa? ¿Tiene, eh...
ARMANDO VALDÉS: Tiene un sin(fín)...
PEDRO CARCURO: ... es el nombre de un planeta?
ARMANDO VALDÉS: Parece, que tiene un significado de un planeta...

44
PEDRO CARCURO: ¿Es cierto que... que usted habría... tenido conocimiento
de que... en el norte, por ejemplo, habría ciudades subterráneas, habitadas
por... otros seres?
ARMANDO VALDÉS: Bueno, tuve la visita de una persona muy extraña,
muy especial, que si no fuera porque fui bien escéptico con ella y me controlé
mucho, habría dicho que esa persona venía de otro mundo, y fui invitado
por ella a... a tres ciudades subterráneas en el norte de Chile —Iquique,
Antofagasta— y no fui. Realmente, le... Conversé con mi esposa y ella fue
una de las influyentes que me dijo que por ningún motivo me fuera a meter
adonde no corres(pondía)... a lo mejor lamento no haber ido.
PEDRO CARCURO: A usted... usted estuvo internado en el Hospital
Militar, ¿no es verdad?
ARMANDO VALDÉS: Eh...
PEDRO CARCURO: Más de un mes.
ARMANDO VALDÉS: Un mes estuve... cuando me trajeron de Arica, para
poder examinarme...
PEDRO CARCURO: ¿Le hicieron...?
ARMANDO VALDÉS: ... las uñas, el pelo y ver si...
PEDRO CARCURO: ¿No tiene ningún... chip, ningún elemento extraño en
el cuerpo?

(Valdés se ríe un poco. Se escucha la risa del público)

ARMANDO VALDÉS: No. Que yo sepa, no, Don Pedro.


PEDRO CARCURO: Ehm... ¿sabe una cosa? Eh, ha sido muy interesante
la conversación y nos deja... nos deja pensando respecto a este tema que es
apasionante.
¿El libro cuando lo presenta?
ARMANDO VALDÉS: Queremos... queremos tirarlo en no(viembre)... a fin
de año, Don Pedro.
PEDRO CARCURO: Perfecto.
Don Armando, yo le quiero presentar a un gran amigo mío. Ehm... yo
sé que usted, eh, lo quiere conocer a él. Antes de que él, eh, él entre acá al
estudio, lo vamos a ver a través de estas imágenes.
Es nuestro próximo invitado en De Pé a Pá.

Así acababa la entrevista a Valdés, tan esperada por muchos que


habían seguido la historia durante dos décadas. A continuación
comenzaron a mostrar un video del siguiente invitado al estelar
de televisión, el futbolista chileno-israelí Sebastián Rozental.
Carcuro no pudo renegar de sus raíces como periodista deportivo
e hizo la transición entre dos temas totalmente diferentes con toda
naturalidad.
La segunda aparición televisiva de Valdés había durado 30
minutos y 40 segundos. Resultaba sorprendente ver hasta qué punto

45
había quedado marcada la historia original, relatada en 1977, en el
inconsciente colectivo: pese a que ya había sido revelado que Valdés
no encabezaba una patrulla militar, sino una guardia de pesebreras,
el mismo Valdés continuaba refiriéndose a su “patrulla” y en
ocasiones Pedro Carcuro interpeló al suboficial en retiro usando el
apelativo de “cabo”, rango que Valdés no ostentaba desde 1984.
“¡Increíble!”, pensé cuando acabó el segmento. “¡Pese a los
años transcurridos, Valdés recuerda todo! ¡Siempre tuvo a la vista
a los soldados! ¡Y tiene un mensaje que entregar al mundo!”.
Efectivamente, me parecía que el hombre recordaba todo
perfectamente, incluyendo detalles que no habían sido revelados
jamás. Recordaba, incluso, que al testigo Pedro Rosales le decían
“Pecho de Palo”, dato que concordaba con lo revelado por el ex
conscripto Humberto Rojas semanas antes en OVNI.
Cuán equivocado estaba al pensar de ese modo.

“¿Quieren saber la verdad? ¡Nunca fui abducido!”

El 25 de abril de 2002 se cumplieron las “Bodas de Plata” del


avistamiento en Pampa Lluscuma y, consecuentemente, volvió a
surgir un cierto interés en el tema por parte de la prensa.
Con ocasión de este aniversario, el periodista de Las Últimas
Noticias Carlos Vergara llamó por teléfono a Armando Valdés
para preguntarle sobre el caso. El ex uniformado —que no
lanzó su anticipado libro a fines de 1999, como había prometido
públicamente— continuaba diciendo que contaría toda “su” verdad
en el escrito. Esto gatilló una contrapregunta de Vergara que tuvo
una respuesta sorprendente e inesperada:

—Discúlpeme, cabo (sic) Valdés. Pero córtela con el libro y cuente algo
más sólido.
—No, no, no. Si no se trata de eso. No es mi intención hacerme propaganda.
¡Ya! ¿Qué quieres saber? Pregúntamelo. Yo te respondo.
—¿Dónde diablos estuvo durante esos quince minutos?
—Te puedo decir que siempre estuve presente y mirando a mis hombres.
Incluso escuché todo lo que decían.
—¿En qué quedamos? ¿Fue abducido o no?
—Te puedo decir que sí o que no. Yo tengo una verdad, pero esto es muy
largo, hijo. Todo el fenómeno debió ocurrir aquí en la tierra. La verdad es
más difícil de explicar que la mentira. Si dijera que anduve en otra galaxia,
sería más fácil. Esto es más difícil de creer.

46
—No le creo...
—¿Ves? Sólo quiero quedar tranquilo conmigo. ¿Quieres la verdad? ¡Nunca
fui abducido! Pero me ocurrió otro fenómeno.
—¿Qué fenómeno?
—Algo muy aterrizado, muy de aquí en la tierra. Y me ocurrió con
un objetivo, que acabo de descubrir. En el libro cuento cosas futuras.
Escatología, que le llaman13.

De ese modo, el caso más resonado de la ufología chilena era


parcialmente desmentido por su protagonista principal.
El tema se hacía cada vez más interesante.
Resultaba imprescindible localizar y conversar con Armando
Valdés y los ex conscriptos.

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“Armando Valdés: ‘¿Quieren saber la verdad? ¡Nunca fui abducido!’”. Las Últimas
13

Noticias, jueves 25 de abril de 2002, página 8.

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