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COMENTARIO LITERARIO GUIADO

1. La novela se va a considerar el género esencial para observar,


representar y explicar la realidad social. Lee atentamente el texto y
señala en cada uno lo siguiente: a) Qué aspecto de la realidad
aparece recogido. b) Qué forma de expresión se utiliza (descripción,
diálogo…). c) Qué podemos destacar en su estilo (tipo de narrador,
espacio, tiempo, figuras retóricas, etc.).

Iba despacio por la calle de Santa Engracia y se detuvo un instante en una tienda a
comprar dátiles, que le gustaban mucho. Siguiendo luego su vagabundo camino,
saboreaba el placer íntimo de la libertad, de estar sola y suelta siquiera poco tiempo. La
idea de poder ir a donde gustase la excitaba, haciendo circular su sangre con más
viveza. Tradújose esta disposición de ánimo en un sentimiento filantrópico, pues toda la
calderilla que tenía la iba dando a los pobres que encontraba, que no eran pocos... Y
anda que andarás, vino a hacerse la consideración de que no sentía malditas ganas de
meterse en casa. ¿Qué iba a hacer en su casa? Nada. Conveníale sacudirse, tomar el aire.
Bastante esclavitud había tenido dentro de las Micaelas. ¡Qué gusto poder coger de
punta a punta una calle tan larga como la de Santa Engracia! El principal goce del paseo
era ir solita, libre. Ni Maxi, ni doña Lupe, ni Patricia, ni nadie podían contarle los pasos,
ni vigilarla, ni detenerla. Se hubiera ido así... sabe Dios hasta dónde. Miraba todo con la
curiosidad alborozada que las cosas más insignificantes inspiran a la persona salida de
un largo cautiverio. Su pensamiento se gallardeaba en aquella dulce libertad,
recreándose con sus propias ideas. ¡Qué bonita, verbigracia, era la vida sin cuidados, al
lado de personas que la quieran a una y a quien una quiere!... Fijose en las casas del
barrio de las Virtudes, pues las habitaciones de los pobres le inspiraban siempre
cariñoso interés. Las mujeres mal vestidas que salían a las puertas y los chicos
derrotados y sucios que jugaban en la calle atraían sus miradas, porque la existencia
tranquila, aunque fuese oscura y con estrecheces, le causaba envidia. Semejante vida no
podía ser para ella, porque estaba fuera de su centro natural. Había nacido para
menestrala; no le importaba trabajar «como el obispo» con tal de poseer lo que por suyo
tenía. Pero alguien la sacó de aquel su primer molde para lanzarla a vida distinta;
después la trajeron y la llevaron diferentes manos. Y por fin, otras manos empeñáronse
en convertirla en señora. La ponían en un convento para moldearla de nuevo; después la
casaban..., y tira y dale. Figurábase ser una muñeca viva, con la cual jugaba una entidad
invisible, desconocida, y a la cual no sabía dar nombre.

Fortunata y Jacinta, Benito Pérez Galdós

El texto refleja la realidad de una mujer de clase media-alta, de la época. Es una


narración en la cual se describen los sentimientos de una muchacha que ha estado
toda su vida sometida al yugo de la sociedad, por lo tanto, también es una descripción,
en la que encontramos bastantes adjetivos como (“vagabundo”, “filantrópico”). Es la
descripción de una escena donde una joven que siempre ha tenido que hacer decide
pasear sola por una calle como un acto de rebelión y de libertad, ya que primero tuvo
que ingresar en un convento y después casase por obligación, sin haberse tenido
nunca en cuenta si ella quería hacer alguna de esas cosas.

El narrador es omnisciente, pues sabe lo que siente y piensa la protagonista. El


espacio es la calle de Santa Engracia, Madrid. El tiempo externo es el siglo XIX, en la
década de 1880. Sabemos que es una novela realista porque el autor tiene una postura
crítica ante la sociedad. En este caso sería el hecho de controlar totalmente los actos y
la vida de una persona. En concreto, y no por casualidad, de una mujer. También lo
vemos en que la protagonista pertenece a la clase media, y en los ambientes y
personajes totalmente verosímiles que describe, pues la calle Santa Engracia es una
calle real de Madrid y la escena podría haber ocurrido perfectamente, pues no es más
que una chica que tiene una vida típica de 1880, que va caminando por la calle.

El fragmento contiene abundantes sustantivos concretos que aluden, o bien


por el nombre propio o bien por el sustantivo común, a los lugares que la caminante
Fortunata va encontrando a su paso: “la calle de Santa Engracia” (línea 1), “su
vagabundo camino” (línea 2), “los pasos” (línea 12). Dichos sustantivos, tal y como en
los ejemplos previos se observa, se acompañan para formar sintagmas junto con
adjetivos valorativos que confieren la subjetividad inevitable de la función expresiva y
poética predominantes. La emoción se transmite y nos llega tanto en coloquialismos
(“y tira y dale”, línea 26) como en cultismos (“verbigracia”, línea 15). Fortunata ha
ascendido socialmente, sí, pero se muestra profundamente insatisfecha, por lo que
requiere de la escapatoria que el paseo propicia para fundamentar sus “propias ideas”
(línea 15) y saborear la “dulce libertad” (línea 15), “solita, libre” (línea 11). Los
adjetivos, por tanto, en su mayoría antepuestos, recalcan el anhelo esencial de la
protagonista: la huida de su vida burguesa insuficiente y el reclamo del Madrid de los
bajos. Fortunata no dista, entonces, de la Ana Ozores de Clarín, tan desesperada, o de
una Ana Karenina al borde del suicidio frente a las vías del tren. La tragedia romántica
subyace y llena de sentido incluso el sabor de los dátiles que, hacia el final, engulle la
paseante de la novela de Galdós.

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