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LA ORACIÓN MONÁSTICA

Esta oración nace con los primeros monjes que marchan al


desierto de Egipto para buscar con radicalidad a Dios.

Su principal iniciador es Evagrio Póntico y Macario de Egipto y en


el Sinaí destaca Juan Clímaco. Luego se fue extendiendo con
otros grandes monjes del Monte Athos y de Rusia y ha llegado
hasta nuestros días.

Esta oración que destaca por su simplicidad, sencillez y


discreción encierra toda la espiritualidad cristiana monástica y
contrasta vivamente con formas de orar actuales más
complicadas llenas de medios audiovisuales, desplazamientos,
montajes…

Esta oración nace en el seno de un movimiento cristiano conocido


como HESYCHASMO. Se trata de encontrar la hesychia es decir
la paz, la imperturbabilidad, un estado de bienaventuranza, de
contemplación, de divinización del hombre que viene de estar
inmerso en Dios invocando constantemente el Nombre de Jesús.
Para llegar a este estado el hombre debe luchar, ejercitarse en
conocer y dominar, sobre todo, los pensamientos dañinos
conocidos como LOGISMOI.

Estos monjes del desierto eran grandes psicólogos y han


transmitido una forma clara y sencilla de combate espiritual
victorioso.

LA ORACIÓN DE CONTEMPLACIÓN
Cuando Jesús dijo a sus discípulos que amaran, se refería a una
forma de amar tan universal como la del Padre, que envía su
lluvia lo mismo sobre justos que sobre pecadores: “Sed
perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Esta
pureza, libertad e indeterminación del amor es la auténtica
esencia del cristianismo. A esto aspira sobre todo la vida
monástica.

La oración de contemplación es amor, silencio, escucha,


estar ante Dios. Para la oración de contemplación hace falta
tiempo, decisión y ante todo un corazón puro. Es la entrega pobre
y humilde de una criatura, que dejando caer todas las máscaras,
cree en el amor y busca con el corazón a su Dios. La oración de
contemplación es denominada con frecuencia también oración
interior y oración del corazón.

El verdadero contemplativo no es el que prepara su mente para


un mensaje particular, que él quiere o espera escuchar, sino el
que permanece vacío porque sabe que nunca puede esperar o
anticipar la palabra que transformará su oscuridad en luz.

QUÉ SE BUSCA EN
LA MEDITACIÓN QUE CONTEMPLA
La contemplación de Dios es la meta de la vida en un
monasterio, alejada de la prisa y el bullicio. El silencio que allí
reside, unido a la soledad, crea el clima más favorable para la
contemplación.

Se puede decir que la oración contemplativa es meditación


amorosa. Con la meditación se trata de acercarse a las
realidades divinas en un diálogo con un Dios que nos ama.

En la meditación un cristiano busca el silencio para


experimentar la cercanía de Dios y encontrar la paz en su
presencia. Espera la experiencia palpable de su presencia como
un regalo inmerecido de su gracia; no la espera como producto de
una determinada técnica de meditación.

La oración contemplativa debe hacerse en un lugar silencioso y


pacífico. Es verdad que la oración a veces puede ser un combate
en el que tratamos de vencer nuestras pasiones desordenadas
para orientarnos al amor de Dios. Para que este combate
espiritual pueda desarrollarse con orden, se debe buscar la gracia
de la paz con silencio y constancia. De poco sirve la oración que
se hace sin regularidad.

Si a Dios se le busca como un amigo y como el Sumo Bien que


satisface los deseos de los hombres, entonces se estará presto
para ir a su encuentro en la oración. Para esto se necesita
confianza, regularidad y una buena disposición del corazón.

La pureza del corazón, necesaria para el amor, se consigue en


primer lugar mediante la unión con Dios en la oración. Donde
toca la gracia de Dios, surge un camino para un amor humano
indiviso. Al que se dirige a Dios con intención sincera, Él
transforma su corazón. Da la fuerza para corresponder a su
voluntad y para rechazar los pensamientos, fantasías y deseos
impuros.

ESCUELAS DE ORACIÓN
Entre las distintas tradiciones católicas hay muchas escuelas de
oración contemplativa. Por ejemplo, los Padres de la Iglesia,
especialmente San Agustín, proponen una manera ordenada de
encausar el deseo de Dios por medio de la oración. En estas
tradiciones antiguas prevalecen algunas prácticas que aún se
conservan como la recitación de los salmos y las diferentes
posturas para la oración: de pie, de rodillas, la postración, etc.

Durante la Edad Media, estas tradiciones se enriquecieron y


fortalecieron en el seno de las órdenes monásticas.
Los benedictinos, cistercienses y cartujos dedicaban gran
parte de su tiempo a la oración coral y grupal, a la vez que a la
oración personal contemplativa. Aún en nuestros días, los monjes
cartujos oran en la soledad de sus celdas varias horas ante un
crucifijo. De modo semejante, los frailes mendicantes:
franciscanos, dominicos y agustinos, desarrollaron nuevos
métodos de oración contemplativa para la gente común que no
sabía leer los salmos. Uno de estos métodos es el Santo Rosario,
difundido por Santo Domingo de Guzmán.

Una de las “escuelas de oración” que va en consonancia con las


necesidades del hombre de hoy, tan alejado y necesitado de
Dios, es la de los místicos carmelitas descalzos del Siglo XVI. Nos
referimos, naturalmente, a San Juan de la Cruz y a Santa
Teresa de Jesús. Estos santos, proponen que el camino de la
contemplación de Dios pasa por tres etapas. Al finalizar estas
etapas, se puede disfrutar, con sus limitaciones terrenales
propias, de una relación más cercana con Dios.

LAS ETAPAS DE LA ORACIÓN
CONTEMPLATIVA
A grandes rasgos, se puede decir que los místicos carmelitas
proponen tres pasos para perfeccionar la vida de oración
contemplativa. Estos pasos son: la vía purgativa, la vía iluminativa
y la vía unitiva.

– En la vía purgativa se enfoca el alma en lo superiormente


importante. San Juan de la Cruz decía que con esto se “perdía el
gusto por las cosas” y se ganaba el gusto por Dios. En esta etapa
el alma se aparta de los obstáculos hacia Dios y reconoce su
pobreza, para recibir más fácilmente la gracia que nos hace
santos.

– En la vía iluminativa, el alma se acerca a Dios una vez que ha


sido liberada de sus obstáculos. El conocimiento de Dios se
puede presentar por el estudio iluminado por la gracia del
entendimiento, o por la revelación de verdades sobrenaturales en
los momentos de oración.

– En la vía unitiva, el alma puede unirse con Dios de un modo


más pleno. Hay que saber que esta unión no es identificación, es
decir, el alma no se funde con Dios o se hace una,
substancialmente, con Él. Esta unión se da por la comunión de
voluntades.

PARA SABER MÁS


https://www.abandono.com/oracion-contemplativa/la-oracion-
contemplativa-merton/

http://es.catholic.net/op/articulos/19998/cat/677/la-oracion-de-
contemplacion.html#modal
http://encuentra.com/ayudas_para_la_oracion/que-es-la-oracion-
contemplativa/

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