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INTRODUCCIÓN

La energía eólica hace referencia a aquellas tecnologías y aplicaciones en que se


aprovecha la energía cinética del viento, convirtiéndola a energía eléctrica o mecánica.
Se pueden distinguir dos tipos de aplicaciones: las instalaciones para la producción de
electricidad y las instalaciones de bombeo de agua. Entre las instalaciones de
producción de electricidad se pueden distinguir instalaciones aisladas, no conectadas
a la red eléctrica e instalaciones conectadas, normalmente, denominadas parques
eólicos. Las instalaciones no conectadas a la red, normalmente cubren aplicaciones de
pequeña potencia, principalmente de electrificación rural. Las aplicaciones conectadas
a la red eléctrica, por otra parte, son las que permiten obtener un aprovechamiento
energético mayor, son además las que presentan las mejores expectativas de
crecimiento de mercado.
A través de grabados pertenecientes a civilizaciones muy antiguas, se ha podido
comprobar que el aprovechamiento del viento con fines energéticos se remonta a por
lo menos 3.000 años antes de la era cristiana, habiendo sido utilizado en aquellos
tiempos principalmente para la navegación. Diferentes pueblos, desde los egipcios
pasando por los Fenicios, Romanos y muchos otros utilizaron esta forma de impulsión.
Los datos más antiguos de artefactos que aprovechaban el viento para otro tipo de
actividades (p.e. molienda de granos) aparecen en Persia, alrededor de los años 200
antes de Cristo. Se cree que en siglo XIII esas máquinas fueron introducidas en
Europa por quienes retornaban de las cruzadas.
Durante el transcurso de la edad Media se amplió la gama de usos empleándoselas
para mover la maquinarias de nacientes industrias como la textil, maderera,
metalúrgica. Estos primeros molinos eran muy rudimentarios, basando su diseño en la
rotación un eje colocado en forma vertical. Los holandeses modificaron esa tecnología
y a partir del año 1.350 comenzaron a utilizarse máquinas de eje horizontal y de cuatro
palas, muy similares en aspecto a los que acostumbramos ver hoy en día en los
típicos paisajes de ese país. A partir de entonces se los empezó a utilizar
principalmente para desecar pantanos y lagos y también aserraderos, para la
fabricación de papel y para extraer aceites.
CAPITULO I
1.1 EN EL MUNDO
Al finalizar 2004 la potencia eólica instalada en el conjunto del planeta se situaba
aproximadamente en 47.200 MW. Esto suponía un nuevo récord de crecimiento anual,
con 7.700 MW nuevos instalados durante el año 2004. Pero, sobre todo, confirmaba
un cambio significativo en el desarrollo de esta industria: la globalización de la energía
eólica. Si bien la Unión Europea (UE) representa aún el 72% de toda la potencia
instalada en el mundo, lo cierto es que el aprovechamiento energético del viento ha
dejado de ser cuestión de un único continente. Solo unos datos1: mientras que en
2003 fueron diez los países que construyeron parques eólicos por encima de los 100
MW, en 2004 esta lista aumentaba a 19, de los cuales 9 eran no europeos. Del mismo
modo, el continente asiático poseía ya el 10% de la potencia eólica instalada.
[ CITATION Coo08 \l 10250 ]

En lo que respecta al ranking mundial, los cinco países del mundo con más potencia
eólica acumulada a finales de 2004 volvían a ser: Alemania (16.630 MW), España
(8.155), EE. UU. (6.750), Dinamarca (3.120) e India (3.000). España no sólo escalaba
a la segunda posición superando a EE. UU. en potencia acumulada, sino que también
fue el segundo país del mundo que más megavatios eólicos nuevos instaló (1.920)
durante el año 2004, muy cerca de Alemania (2.020), líder indiscutible del actual
desarrollo eólico mundial.

1.1.1 EUROPA
El continente europeo sigue siendo el más destacado en el desarrollo de la energía
eólica. En especial tres países, Alemania, España y Dinamarca, que juntos suman
27.905 MW de los más de 47.000 instalados en el planeta. No obstante, en los últimos
años los aerogeneradores se han multiplicado en otras naciones del continente. Italia y
Holanda entraron a formar parte en 2004 del exclusivo grupo de siete países del
mundo que han rebasado la barrera de los 1.000 MW de potencia. Y por detrás se
acercan a gran velocidad Reino Unido y Portugal. En su conjunto, el continente
europeo terminó 2004 con 34.360 MW. Y, de ellos, 600 MW correspondían a parques
eólicos marinos en Dinamarca, Holanda, Reino Unido, Suecia e Irlanda. Los países del
Este adheridos en 2004 a la UE aportan hoy en día muy pocos megavatios, aunque
son mercados más prometedores.

 Alemania: El fuerte apoyo de las autoridades federales y regionales alemanas


ha sido el factor decisivo que ha convertido a este país en el número uno
mundial de la industria eólica. El gran despegue se produjo con la aprobación
en 1991 de una ley fundamental, que garantizaba a los productores de
energías renovables la percepción de hasta el 90% del precio que las
compañías eléctricas cobraban a los consumidores domésticos por cada
kilovatio-hora que generasen. Además, esta legislación nacional ha estado
acompañada por fuertes políticas regionales. A finales de 2004, Alemania
contaba con una potencia eólica acumulada de 16.630 MW, el 35% de la
instalada en todo el mundo.
 Dinamarca: Este país de apenas 5 millones y medio de habitantes disponía en
2004 de una potencia eólica acumulada de 3.120 MW, capaz de proporcionar
en un año medio el 20% de su consumo de electricidad. En este caso, la clave
del éxito ha venido de la mano de la industria danesa de aerogeneradores, que
domina el mercado mundial desde los años 80. Dinamarca es el país número
uno en parques mar adentro, con más de 400 MW instalados. Sin embargo,
últimamente el crecimiento del parque eólico danés prácticamente se ha
paralizado.
 Reino Unido: Los atlas eólicos muestran que el Reino Unido cuenta con los
mayores recursos eólicos del continente. Sin embargo, es ahora cuando
empieza a explotarlos. En 2004, este país disponía de una potencia eólica
acumulada de 890 MW, de los que más de 120 estaban en el mar. Las
previsiones apuntan a la instalación de cerca de 8.000 MW, a partes iguales
entre tierra y mar, en los próximos años.
 Portugal: Al final de 2004 eran 520 los megavatios instalados en Portugal,
pero este país espera llegar a 1.000 en 2005 y tiene concedidas licencias para
alcanzar los 3.000 en 2008. Este “boom” ha sido impulsado por una nueva
regulación que propone mantener la tarifa actual durante 15 años. Varios
promotores españoles han impulsado de forma decisiva el despegue de esta
tecnología en el país vecino.

1.1.2 AMÉRICA
El continente americano tenía instalados a finales de 2004 un total de 7.410 MW de
potencia, de los cuales 6.750 pertenecían a EE.UU. Aun así, EE.UU. no está solo. El
mercado canadiense se muestra bastante activo y hay fundadas expectativas en torno
a países como Brasil o Argentina.

 EE.UU.: Ha sido el único país del mundo en el que la energía eólica ha crecido
a un ritmo similar al europeo. En 2004 acumulaba 6.750 MW, pero la
instalación de nuevos megavatios (375) se frenó debido al retraso en la
prolongación de la exención fiscal a la producción (Production Tax Credit,
PTC). La ampliación del plazo de esta bonificación hasta 2007 permite
aventurar una pronta recuperación que pudiera ser muy importante. Estados
Unidos, junto con Canadá, dispone de los mayores recursos eólicos
comprobados del planeta.
 Canadá: Tiene excelentes recursos y comienza a despertarse. En 2004
terminó con 450 MW acumulados. No obstante, la Canadian Wind Energy
Association ha anunciado un ambicioso plan para disponer de un total de
10.000 MW eólicos en 2010.
 Brasil y Argentina: Aunque ninguno de los dos está entre los 20 primeros
países en el aprovechamiento energético del viento, se espera que Brasil (30
MW) logre un desarrollo significativo en el bienio 2006-2007, cuando se pongan
en marcha las primeras instalaciones impulsadas por el programa
gubernamental PROINFA, en cuya construcción participan varias empresas
españolas. Argentina (25 MW) posee enormes recursos en la Patagonia, y
algunas compañías europeas elaboraron ya planes de negocio para
explotarlos, pero los años de recesión han alejado provisionalmente a los
inversores.

1.1.3 ASIA
Asia concluyó 2004 con 4.650 MW acumulados, después de instalarse ese mismo año
más megavatios nuevos que en América. Por otro lado, India, Japón y China están
entre los diez primeros países del mundo en potencia eólica acumulada. Entre los tres
disponen del 9,7% de la potencia mundial.
 India: La nación pionera en el aprovechamiento del recurso eólico entre los
países en vías de desarrollo comenzó a impulsar esta fuente de energía de
forma poco racional y con equipos inadecuados. Los promotores buscaban
beneficios fiscales más que generación eléctrica y el 70% de los
aerogeneradores eran fabricados por empresas nacionales. En los últimos
años, el mercado indio ha vuelto a resurgir, pero de forma más ordenada,
presentando unas elevadas probabilidades de rápido crecimiento. En 2004
acumulaba 3.000 MW en operación, situándose en quinta posición mundial. El
fabricante indio de aerogeneradores Suzlon ha comenzado su expansión
internacional recientemente, mediante la adquisición de varias fábricas de
componentes de primer nivel.
 China: El hecho de que China organizase la Conferencia Mundial de Energía
Eólica en 2004, más la reciente aprobación de legislación sobre energías
renovables, hace esperar un fuerte impulso del mercado eólico en el gigante
asiático. Este país posee buenos recursos eólicos, disponiendo a finales de
2004 de 750 MW.

1.1.4 OCEANÍA
Australia, Nueva Zelanda y los archipiélagos del Pacífico solo disponían en conjunto
de 555 MW de potencia eólica en 2004. Sin embargo, 325 de estos fueron instalados
ese mismo año, siendo esta región donde más creció relativamente la energía eólica.

 Australia: Muchos creen que Australia será la “España del sur del Pacífico” en
el aprovechamiento de la energía eólica. Por ahora, la implantación de
aerogeneradores es modesta, pero empiezan a aparecer planes bastante
activos. Tiene buenos recursos, pero faltan infraestructuras eléctricas que
interconecten su vasto territorio.

1.1.5 ÁFRICA
Sin disponer de información suficiente en buena parte de su territorio sobre la
existencia de recursos eólicos apreciables, sí que hay ciertas zonas que en los últimos
tiempos han sido intensamente evaluadas, presentando un elevado potencial (norte de
Marruecos, Mar Rojo, Sudáfrica...). Aun así, la mayor parte del continente posee una
red eléctrica muy débil para posibilitar la evacuación de la posible energía generada,
por lo que se considera que la mejor forma de contribuir a la electrificación es
mediante el empleo de instalaciones a pequeña escala en poblaciones aisladas. Al
finalizar el año 2004 África contaba con 225 MW. Se prevé que en el año 2050 África
doble su población actual, alcanzando los 2.000 millones de habitantes (el 21% de la
población del planeta prevista para entonces). Hoy en día su población consume
únicamente el 3% de la electricidad mundial. A pesar de la pobreza imperante, se
constata un notable crecimiento económico conexo a un mayor incremento de la
demanda energética. Fuentes de energía como la originada por el viento servirán para
paliar en el futuro la escasez de recursos energéticos endógenos.

 Egipto y Marruecos: Los países del norte de África han mostrado un especial
interés por la promoción de la energía eólica. Algunos han presentado ya
planes de desarrollo, pero éstos no han cuajado todavía. Egipto es el primero
en el ranking eólico africano con 145 MW en 2004, seguido de Marruecos, con
55 MW.
CAPITULO 2
2.1 EL VIENTO
2.1.1 ¿CÓMO SE FORMA EL VIENTO?
Si se colocan seis aerogeneradores imaginarios de última tecnología (1,5 MW de
potencia y 77 metros de diámetro de rotor) en cada kilómetro cuadrado de las áreas
terrestres con los mejores vientos del planeta, la potencia eléctrica que se obtendría
sería de 72 teravatios (TW)2, que son 72 billones de vatios, y podría reemplazar
54.000 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep). Es decir: el
aprovechamiento del viento cubriría diez veces el consumo de electricidad mundial del
año 2002 (14.700 TWh)3. Para ello, habría que colocar nada menos que 48 millones
de turbinas, en un espacio de 8 millones de km2, una extensión equivalente a 16
veces España, si bien el terreno realmente afectado por infraestructuras eólicas no
superaría los 250.000 km2: 0,0005 veces toda la superficie del planeta. Este es un
mero ejercicio teórico, pero sirve para hacerse una idea de los enormes recursos
eólicos disponibles sobre la Tierra. Para conseguir aprovechar la mayor parte posible
de ellos, resulta esencial entender el comportamiento de ese fluido transparente,
incoloro e inodoro, que se mueve paralelamente a la superficie terrestre: el viento.
[ CITATION Alv06 \l 10250 ]

En realidad, y una vez más, la existencia del viento en el planeta es consecuencia de


la acción del Sol, pues es la radiación de esta estrella, en combinación con otros
factores como la inclinación y el desplazamiento de la Tierra en el Espacio o la
distribución de los continentes y los océanos, lo que activa la circulación de las masas
de aire en el globo al calentar de forma desigual las distintas zonas de la superficie y
de la atmósfera terrestres. El aire que más se calienta se vuelve más ligero (al agitarse
sus moléculas y perder densidad) y se desplaza hacia arriba, siendo ocupado su lugar
por masas más frías.
¿Qué es el aire?
Un litro de aire pesa 1,225 gramos. A nivel del mar, y excluidos el contenido en
agua (y otros productos en suspensión como materia orgánica o partículas
contaminantes), su composición es la siguiente:

 78,08% Nitrógeno (N2)


 20,95% Oxígeno (O2)
 0,93% Argón (Ar)
 0,03% Dióxido de carbono (CO2)
 0,01% Neón (Ne), helio (He), metano (CH4), kriptón
 (Kr), hidrógeno (H2), dióxido de nitrógeno
 (NO2), xenón (Xe), ozono (O3)…
A gran escala, existe una serie de corrientes de viento dominantes que circulan por
todo el planeta en capas de la estratosfera. Estos vientos globales se rigen por los
cambios de temperatura y de presión atmosférica, pero también por otros factores,
como la fuerza de Coriolis, que hace que, visto desde el Espacio, el viento del
hemisferio norte tienda a girar en el sentido de las agujas del reloj cuando se acerca a
un área de bajas presiones y el del hemisferio sur lo haga en dirección opuesta.
Por otro lado, cerca de la superficie terrestre, a nivel local, soplan otros vientos más
específicos caracterizados por el relieven del terreno y otras variables como la
rugosidad o la altura.
El aumento de la velocidad del viento en función de la altura, en terrenos no
demasiado complejos, puede evaluarse mediante la siguiente expresión:
V(h) = Vo * (h/ho)a……………………………………(1)
V(h) = Velocidad del viento que se desea estimar, a la altura h del suelo
Vo = Velocidad del viento conocida a una altura ho
h = Altura a la que se quiere estimar la velocidad del viento
ho = Altura de referencia
a = Valor que depende de la rugosidad existente en el emplazamiento (ver
cuadro)
Estimación del valor a para distintos terrenos
Tipo de terreno a
Liso (mar, arena, nieve) 0,10-0,13
Rugosidad moderada (hierba, cultivos) 0,13-0,20
Rugoso (bosques, edificaciones) 0,20-0,27
Muy rugoso (ciudades) 0,27-0,40

 Rugosidad: Una superficie muy rugosa como un bosque o una aglomeración


de casas causará turbulencias y frenará el viento, mientras que otra muy lisa
como el mar o las pistas de un aeropuerto favorecerá el desplazamiento del
aire.
 Altura: Si el terreno es rugoso, se necesitarán aerogeneradores de mayor
altura para alcanzar la misma velocidad de viento que en otros emplazamientos
más lisos.
Para conocer el viento que hará en un punto determinado se deben analizar tanto los
vientos globales como los locales. A veces serán los primeros los que predominen
sobre los segundos, y otras, al revés. Los dos valores clave para analizar el viento son
su velocidad (medida con un anemómetro) y su dirección (medida con una veleta). No
todo el viento sirve para generar energía. Por lo general, para que las palas de un
aerogenerador giren se necesitan vientos moderados por encima de los 4 m/s y por
debajo de los 25. No obstante, cada máquina está diseñada para una determinada
velocidad de viento, a partir de la cual generalmente se conseguirá la máxima
potencia.
Para conocer el viento que hará en un punto determinado se deben analizar tanto los
vientos globales como los locales. A veces serán los primeros los que predominen
sobre los segundos, y otras, al revés.
Los dos valores clave para analizar el viento son su velocidad (medida con un
anemómetro) y su dirección (medida con una veleta). No todo el viento sirve para
generar energía. Por lo general, para que las palas de un aerogenerador giren se
necesitan vientos moderados por encima de los 4 m/s y por debajo de los 25. No
obstante, cada máquina está diseñada para una determinada velocidad de viento, a
partir de la cual generalmente se conseguirá la máxima potencia.

2.1.2 ¿CUÁNTA ENERGÍA CONTIENE EL VIENTO?


Aproximadamente el 2% de la energía que llega del sol se transforma en energía
cinética de los vientos atmosféricos. El 35% de esta energía se disipa en la capa
atmosférica a tan solo un kilómetro por encima del suelo. Del resto se estima que por
su aleatoriedad y dispersión solo podría ser utilizada 1/13 parte, cantidad que hubiera
sido suficiente para abastecer 10 veces el consumo de energía primaria mundial del
año 2002 (10.000 Mtep), de ahí su enorme potencial e interés.
La masa de aire en movimiento es energía cinética que puede ser transformada en
energía eléctrica. Al incidir el viento sobre las palas de una aeroturbina se produce un
trabajo mecánico de rotación que mueve a su vez un generador para producir
electricidad. La cantidad de energía que contiene el viento antes de pasar por un rotor
en movimiento depende de tres parámetros: la velocidad del viento incidente, la
densidad del aire y el área barrida por el rotor. La velocidad a la que el aire pase por
las palas resulta determinante, pues la energía cinética del viento aumenta
proporcionalmente al cubo de la velocidad a la que se mueve. Por ejemplo: si la
velocidad se duplica, la energía será ocho veces mayor (23).
En cuanto a la densidad, la energía contenida en el viento aumenta de forma
proporcional a la masa por unidad de volumen de aire, que en condiciones normales (a
nivel del mar, a una presión atmosférica de 1.013 milibares y a una temperatura de 15
°C) es de 1,225 kilogramos por cada metro cúbico. Esto quiere decir que, cuando el
aire se enfríe y aumente de peso al volverse más denso, transferirá más energía al
aerogenerador. Y, al contrario, cuando el aire se caliente o cuando se asciende en
altitud, será menor la energía cinética que llegue a la turbina.
En lo que respecta al área barrida, cuanto más aire en movimiento sea capaz de
capturar un aerogenerador más energía cinética encontrará. En el caso de un rotor de
una turbina de 1.000 kW de potencia nominal, el rotor puede tener un diámetro de
unos 54 metros, así que barrerá una superficie de unos 2.300 m2.
La energía cinética contenida en el viento es muy grande. Sin embargo, no puede ser
extraída toda por los aerogeneradores. Primero porque esto implicaría detener por
completo el viento, lo que impediría que éste pasara de forma continua a través de las
palas de la turbina; de hecho, y según el Límite de Betz, puede teóricamente
obtenerse, como máximo, el 59% de la energía que llega al rotor. Y segundo, porque
también se pierde parte en el proceso de transformación de la energía en la máquina.
Al final, hoy en día, un aerogenerador aprovecha cerca del 40% de la energía
almacenada en el viento. Un porcentaje muy alto, pues supone extraer la gran mayoría
una vez aplicado el Límite de Betz.
Aproximadamente el 2% de la energía que llega del sol se transforma en
energía cinética
Para cuantificar la cantidad de energía contenida en el viento antes de pasar a
través de un rotor se utiliza la siguiente fórmula:
P = 1/2 r S V3…………………………………..(2)
P = potencia en vatios (W)
r = densidad del aire en kg/m3
S = superficie o área barrida por el rotor en m2
V = velocidad del viento en m/s

2.2 EL AEROGENERADOR
2.2.1 ¿CÓMO ES UN AEROGENERADOR?
 La torre: Soporta la góndola y el rotor. Hoy en día suelen ser tubulares de
acero. Las de celosía (perfiles de acero soldados) son más económicas, pero
han dejado de usarse por estética y por ser más incómodas e inseguras para
los trabajadores. En terrenos rugosos, las torres más altas captarán vientos de
mayor velocidad.
 Rotor: Conjunto formado por las palas y el buje que las une. Sirve para
transformar la energía cinética del viento en energía mecánica. Cuanto mayor
sea el área barrida del rotor mayor será la producción. Los rotores pueden ser
de paso variable (que permiten girar sobre sí mismas a las palas) o de paso fijo
(en el que no pueden girar). También puede ser de velocidad variable (cuando
la velocidad de giro del rotor es variable) o constante.
 Las palas: Las palas de un aerogenerador son muy similares a las alas de un
avión. Hoy en día, la mayoría de las turbinas cuentan con tres palas. Y suelen
ser de poliéster o epoxy reforzado con fibra de vidrio.
 Góndola: En su interior contiene los diferentes dispositivos que van a
transformar la energía mecánica del rotor en energía eléctrica. Además, en su
exterior cuentan con un anemómetro y una veleta que facilitan información
continua a todo el sistema para su control.
 Multiplicador: Multiplica la velocidad de giro que llega del rotor para adaptarla
a las necesidades del generador. El movimiento de giro de los
aerogeneradores suele ser bastante lento. El rotor de una turbina de 1.500 kW
de potencia, por ejemplo, suele girar a una velocidad de entre 10 y 20
revoluciones por minuto (r.p.m.). El multiplicador aumentará esta velocidad
hasta las 1.500 r.p.m.
 Generador: Transforma la energía mecánica en energía eléctrica, tal y como
hace la dinamo de una bicicleta, aunque generando normalmente corriente
alterna. El alternador puede ser síncrono o asíncrono. El primero suministra
una energía de mayor calidad, pero es más caro y complejo. Esta es la razón
por la que el asíncrono es el más extendido de los dos.
 Controlador electrónico: Un ordenador controla continuamente las
condiciones de funcionamiento del aerogenerador mediante el análisis de las
señales captadas por múltiples sensores que miden temperaturas, presiones,
velocidad y dirección del viento, tensiones e intensidades eléctricas,
vibraciones...
 Sistemas hidráulicos: Elementos auxiliares que permiten el accionamiento del
giro de las palas sobre su eje, así como el frenado del rotor o el giro y frenado
de la góndola.
 Sistema de orientación: Los aerogeneradores disponen de un sistema de
orientación que, con ayuda de los datos recogidos por la veleta, coloca siempre
el rotor de manera perpendicular al viento.
La potencia de los aerogeneradores
Es común utilizar la potencia nominal para clasificar un aerogenerador. Sin
embargo, esto puede llevar a errores, sobre todo si se usa este parámetro para
comparar turbinas, pues la potencia nominal representa la capacidad de
generación máxima que puede suministrar cada máquina. Resulta mucho más
correcto definir una turbina por su curva de potencia, que determina la potencia
que proporciona para cada velocidad de viento. Si no se dispone de esta
información, entonces es preferible utilizar el diámetro del rotor, más fiable para
calcular la energía que puede generar. De hecho, para identificar cada modelo de
aerogenerador se emplea una serie de letras y números, como G80 2.000 o V72
1.500, pertenecientes, en este orden, al nombre del fabricante (en este caso
Gamesa o Vestas), el diámetro del rotor y su potencia nominal.

2.2.2 TIPOS DE TURBINAS EÓLICAS


El aerogenerador de eje horizontal con rotor tripala a barlovento es hoy el modelo más
utilizado para generar electricidad. Existen, sin embargo, variaciones en las turbinas.

 Aerogenerador Darrieus: Si bien el rotor de los aerogeneradores más


comunes gira sobre un eje horizontal, otros modelos lo hacen sobre un eje
vertical, perpendicularmente al suelo. La máquina más conocida de este tipo es
la turbina Darrieus, que fue patentada por el ingeniero francés George Darrieus
en 1931 y comercializada por la empresa estadounidense Flowind hasta su
quiebra en 1997. El aerogenerador está compuesto por un eje vertical, en el
que giran varias palas con forma de C. Algo similar a un batidor de huevos. Su
ventaja principal es que no necesita ningún sistema de orientación que lo dirija
hacia el viento. No obstante, es menos eficiente que un aerogenerador de eje
horizontal, requiere ayuda para arrancar y recibe menos viento al estar pegado
al suelo.
 Aerogenerador monopala, bipala, tripala o multipala: Una, dos, tres o
muchas palas. ¿Qué resulta más eficiente para extraer la energía del viento?
Los primeros aerogeneradores tenían un gran número de palas, pero con los
años se han reducido a tres. Este es el número menor de palas que
proporciona mayor estabilidad. Es decir, el número que permite ahorrar más
material y peso, sin complicar el sistema. Algunos modelos utilizan rotores
bipala o monopala, que logran un ahorro todavía mayor, pero resultan menos
eficientes y deben introducir sistemas de control más complicados para mejorar
la estabilidad. El multipala americano También sigue utilizándose, aunque solo
para vientos moderados.
 Aerogenerador con rotor a sotavento: Normalmente, las turbinas tienen el
rotor a barlovento, es decir, delante de la góndola, para que no haya ningún
element del aerogenerador que pueda frenar el viento o crear turbulencias. Sin
embargo, existen también turbinas con rotor a sotavento, en las que las palas
se encuentran en la parte trasera de la góndola. En máquinas pequeñas, este
sistema puede ser interesante para que la carcasa de la góndola haga de
veleta y oriente el aerogenerador en dirección al viento sin necesidad de otros
dispositivos.
Tabla 1 Clasificación de aerogeneradores de eje horizontal para producción eléctrica en función de su potencia

Fuente: Álvarez, 2006

2.2.3 TECNOLOGÍA PROPIA DE AVIONES PARA EL DISEÑO DE LAS


PALAS
Las palas de un aerogenerador no son muy distintas de las alas de un avión. Y es que
el diseño de una turbina le debe mucho a la tecnología aeronáutica, aunque luego
haya sido adaptada de forma específica a las condiciones en las que trabajan estas
máquinas. De hecho, los aerogeneradores modernos utilizan principios aerodinámicos
procedentes de la aviación para mejorar la eficiencia de los rotores, como el de
sustentación.
El principio de sustentación explica cómo el perfil especial de un ala provoca que el
aire fluya más despacio por debajo del ala que por encima, lo que conlleva que el
avión sea empujado hacia arriba y sostenido así por el aire. Esta sustentación
depende principalmente del área expuesta al flujo del aire, la velocidad con la que
incide y la inclinación del ángulo de ataque del ala. Si el área expuesta no es uniforme
o el ala se inclina demasiado, entonces el aire deja de sostener el avión o el
aerogenerador se frena.
Las aeroturbinas modernas usan la resistencia y la sustentación del viento no solo
para extraer la máxima energía, sino también para controlar el funcionamiento de la
máquina. Así, en los aerogeneradores de paso variable (en los que las palas pueden
girar sobre sí mismas en el buje) basta colocar las palas en un ángulo en el que
encuentren la fuerza suficiente para que comiencen a dar vueltas. Por el contrario, si el
viento se vuelve demasiado fuerte, entonces se giran en sentido contrario y el rotor se
irá frenando.
En el caso de las palas de paso fijo, cuyo anclaje al buje no permite moverlas, el
diseño de la pala hace que, llegados a una velocidad de viento alta, sean los propios
perfiles los que entren en pérdida, controlando aerodinámicamente la potencia de
salida.

2.2.4 LOS “MOLINOS DE VIENTO” SE VUELVEN GIGANTES


No hay nada que ejemplarice mejor el salto dado por la energía eólica en los últimos
años como los cambios experimentados por los propios aerogeneradores. En sí, la
tecnología básica no ha variado en gran medida desde aquellas primeras turbinas
instaladas en España en los años ochenta. Sin embargo, los “molinos de viento” han
ido aumentando constantemente de tamaño hasta convertirse en auténticos gigantes.
Se ha pasado de pequeñas máquinas de unas pocas decenas de kilovatios a colosos
de varios miles; es decir, se ha multiplicado la potencia por cien. De hecho, al final de
2004, el tamaño medio de los nuevos aerogeneradores instalados en España
superaba ya los 1.000 kW.
Esta revolución en el tamaño de las turbinas constituye todo un hito de la ingeniería y
ha resultado decisivo para lograr el despegue de esta energía renovable. Primero,
porque supuso multiplicar la potencia de los parques a la vez que se reducían los
costes por cada kilovatio: con menos máquinas se podía generar más energía. Pero
también porque ha permitido mejorar la eficiencia y la fiabilidad de las máquinas. La
pieza clave, una vez más, está en el rotor de las turbinas. Para una misma potencia,
pongamos 1.500 kW, la media europea del diámetro del rotor ha pasado de 65 metros
en 1997, a 69 en 2000 y 74 en 2003. Esto ha significado tener que izar torres cada vez
más altas y aumentar el gasto en materiales. Sin embargo, se ha visto compensado
por el incremento de la producción de energía como consecuencia del aumento del
área barrida y de la captación de mejores vientos a mayors alturas. ¿El resultado? A la
vez que ha crecido el tamaño de los aerogeneradores, ha descendido el coste por
kilovatio de potencia. Hoy en día, el coste de cada kilovatio instalado en un parque
eólico en España es de unos 940 euros, cuando en 1990 era superior a 1.200. Y a
esto hay que sumar una mayor profesionalización del sector y la drástica reducción de
los gastos de operación y mantenimiento, que en los últimos diez años se han
reducido prácticamente a la mitad.
Sin embargo, se percibe un cierto estancamiento en el crecimiento de la rentabilidad
de las nuevas instalaciones por la paulatina desaparición de los enclaves con vientos
de mayor intensidad aún no ocupados en el país. Aunque la aparición de
aerogeneradores de mayor tamaño y eficiencia supone también aprovechar mejor el
territorio disponible (y reducir el impacto paisajístico) y abre la posibilidad de ir
renovando los parques mediante la sustitución de las turbinas antiguas por otras
modernas. Un método conocido en inglés como “repowering”, que se abre paso ya en
Alemania o en Dinamarca.

2.3 EL PARQUE EÓLICO


2.3.1 EVALUACIÓN ECONÓMICA
Desde que un promotor se lanza a la construcción de un parque eólico hasta que los
aerogeneradores instalados empiezan a verter energía en la red eléctrica suelen pasar
más de cinco años.
En ese tiempo, habrá sido necesario realizar evaluaciones de viento, analizar la
viabilidad económica, redactar el proyecto y el estudio de impacto ambiental, negociar
el alquiler de los terrenos, resolver la evacuación eléctrica, conseguir financiación,
lograr todos los permisos administrativos, abrir vías de acceso, cerrar los contratos de
compra-venta de la energía, trasladar las piezas, montar los aerogeneradores, probar
los equipos... Se trata sin duda de un largo y arduo camino. Y, además, caro, pues una
instalación requiere una inversión de decenas o cientos de millones de euros que ha
de amortizarse a largo plazo. Por ello, solo se emprenderá el proyecto si al principio
del todo se comprueba que es viable ambiental y económicamente. Y esto depende,
antes que nada, de los vientos que soplen en el lugar seleccionado, de ahí la
importancia de contar con evaluaciones rigurosas. Un error del 10% en la estimación
de la velocidad media puede llegar a suponer desvíos del 30% en la producción de
energía.
Existen simulaciones numéricas, basadas en modelos físico-estadísticos, como las
que proporciona el programa informático WASP (Wind Atlas Analysis and Application
Program) con las que se pueden calcular distribuciones espaciales de la velocidad del
viento y la producción de energía esperada a largo plazo en un determinado
emplazamiento. Mediante la hábil combinación en el ordenador de la descripción
detallada del terreno y datos eólicos reales, adquiridos durante períodos de tiempo
significativos, validados por estaciones meteorológicas de referencia cercanas, se
obtiene el atlas eólico local. Este atlas será el que se utilice, junto con las
características de los aerogeneradores seleccionados (curva de potencia y empuje)
para calcular la producción energética de cada lay-out (distribución de
aerogeneradores) propuesto.
Resulta interesante medir las características del viento a la altura a la que vaya a
situarse el buje de los aerogeneradores y, cuando la zona sea grande o accidentada,
simultáneamente en varios puntos del emplazamiento. Y no vale sólo con una
velocidad media, que no deja de ser un promedio de los vientos más rápidos y más
lentos, y que no describe realmente la distribución estadística de la velocidad del
viento. De hecho, puede llevar a sobreestimar o subestimar los recursos, pues puede
ocurrir que vientos rápidos pero escasos, aporten mucha más energía que otros lentos
muy abundantes (no hay que olvidar que la energía del viento aumenta con el cubo de
la velocidad).
El siguiente paso tras evaluar de forma rigurosa la velocidad del viento y estimar la
producción de energía previsible es analizar la viabilidad económica del proyecto. Para
valorar el proyecto se debe tener en cuenta la inversión necesaria para promover,
construir y poner en marcha la planta, los costes de explotación a lo largo de la vida
operativa de la misma y la previsión de la evolución en el tiempo del precio percibido
por cada kilovatio-hora puesto en red. Con estos datos y aplicando la tasa impositiva
correspondiente será suficiente para calcular el beneficio neto estimado anualmente y,
añadiendo la amortización, los flujos de caja, para calcular ex ante la rentabilidad
económica del proyecto. Y, por tanto, la decisión de seguir adelante o no con la
inversión.
De acuerdo con datos facilitados por los propietarios de los parques eólicos a las
comunidades autónomas, transmitidos y corroborados por la experiencia de IDAE
mediante la participación en numerosos proyectos, la inversión total, llevada al
“momento cero”, es decir, cuando inicia su operación comercial, para un parque tipo
en el año 2005 se establece en 940 Û/MW (IVA no incluido).
Las características del parque tipo son:
• Potencia nominal: 25 MW
• Potencia unitaria máquina: 1.250 kW
• Diámetro rotor / Altura buje: 65 m/60 m
• Orografía y accesibilidad: Normal
• Línea de evacuación: 10 km/132 kV
El desglose porcentual del coste de la inversión es el siguiente:
• Aerogeneradores: 74%
• Equipamiento Eléctrico: 17%
• Obra Civil: 5%
• Varios: 4%
En la partida Equipamiento Eléctrico se incluyen los transformadores de BT/MT que
normalmente se encuentran instalados dentro del aerogenerador. Igualmente, se ha
considerado un capítulo que tiene en cuenta la participación de la Propiedad del
parque en la financiación de la ejecución de nuevas líneas de distribución/transporte o
en la remodelación y repotenciación de las ya existentes, incluso alejadas del parque
eólico en cuestión, pero necesarias para permitir su evacuación.
Se supone que el suministro se realiza “llave en mano”, donde un único Contratista
asume solidariamente ante la Propiedad y las entidades financieras el riesgo de
ejecución y puesta en marcha de la totalidad del proyecto hasta la Recepción
Provisional. Bajo esta modalidad de suministro la Propiedad se inhibe en buena parte
del proyecto durante la fase de ejecución. El
Contratista se hace cargo de todo lo necesario para poner en operación la planta,
responsabilizándose del Suministro, Ingeniería, Construcción, Transporte, Instalación,
Pruebas, Puesta en Marcha, Ensayos de Funcionamiento, Dirección del Proyecto,
Seguridad y Salud, Control de Calidad, Seguros, Vigilancia, etc. Por su parte, la
Propiedad contrata al Director Facultativo y al Coordinador de Seguridad y Salud para
asegurarse de la buena marcha del proyecto, así como la Asistencia Técnica externa
durante la fase de construcción. El gasto que conllevan estos tres conceptos se
incluye en el apartado Varios, junto con los gastos de promoción del proyecto
enumerados más adelante. Si se contrata el suministro por partidas el coste total muy
probablemente sería menor, aunque en este caso la Propiedad tendría que supervisar
y controlar rigurosamente el desarrollo del proyecto para evitar desviaciones y errores
en la planificación que incrementarían fácilmente el coste de la instalación.
Los intereses intercalarios, abonados por la Propiedad para la financiación del
proyecto mediante la contratación de una póliza de crédito puente durante la fase de
construcción, es decir, desde la firma del contrato “llave en mano” hasta su puesta en
marcha, así como los intereses inherentes al préstamo a corto plazo otorgado por las
entidades financieras para la financiación del IVA de la inversión, que se recuperará
después, se estiman en un coste efectivo del 2,5% de la totalidad del proyecto, y están
incluidos capitalizados proporcionalmente en los apartados Aerogeneradores,
Equipamiento Eléctrico y Obra Civil.
El apartado Varios se financia normalmente con recursos propios e incluye los gastos
realizados en la promoción del proyecto: evaluación y validación de los recursos
eólicos, realización de estudios de impacto ambiental y arqueológico, elaboración de
documentación y proyectos de ejecución, tramitación, relaciones con la administración,
particulares y compañía eléctrica, gestión de compras (elaboración de
especificaciones técnicas, petición y adjudicación de ofertas, contratación, etc.),
obtención de licencias y permisos, gestión integral del proyecto, contratación de
asesores técnicos, legales, de seguros, financieros, etc.

2.3.2 RENTABILIDAD DEL PROYECTO


La hipótesis realizada para el cálculo de la rentabilidad del proyecto (sin financiación)
para el parque tipo, con una producción media de 2.350 horas anuales equivalentes,
en relación con los gastos de explotación es que evolucionarán de acuerdo con el IPC
previsto (2,5%), en consecuencia no variarán en términos reales a lo largo de su vida.
En cuanto a los ingresos por venta de energía eléctrica se ha elegido la opción tarifa
regulada siguiendo una evolución, durante los 20 años de vida útil de la instalación,
estimada en un incremento medio anual del 1,4%.
Con los datos anteriores se obtiene una tasa interna de rendimiento (TIR) del proyecto,
sin financiación, en moneda corriente, después de impuestos superior al 7% y sin
riesgo regulatorio.

2.3.3 SENSIBILIDAD ECONÓMICO-FINANCIERA


Finalmente, si se considera la financiación y se realiza un análisis de sensibilidad con
las diferentes variables del proyecto se muestra que desde el punto de vista
económico-financiero es:
• Extremadamente sensible al precio de venta del kWh producido.
• Muy sensible a la producción y a la relación Fondos Propios/Fondos Ajenos a Largo
Plazo.
• Sensible a la inversión, a los gastos de explotación, al tipo de interés del préstamo y
a
la duración del mismo.
• Menos sensible a la inflación (si no se supera el 4%) y al período de amortización
fiscal (atendiendo a lo que marca la legislación vigente).
Los gastos de explotación han sufrido una importante disminución durante los últimos
años, al tiempo que mejoraba la fiabilidad y disponibilidad de los equipos. En total
representan en media aproximadamente el 22% de la facturación anual del parque
(1,5 cÛ/kWh sobre unos ingresos, considerando tarifa regulada, de 6,9 cÛ/kWh para
2005), y pueden desglosarse porcentualmente:
• Operación y Mantenimiento 57%
• Alquiler de terrenos 16%
• Seguros e Impuestos 14%
• Gestión y Administración 13%
Las cifras expuestas representan los valores medios a lo largo de la vida operativa de
la instalación, estimada en 20 años. Ha sido considerada una garantía inicial ofertada
por el fabricante (o por el suministrador de la instalación completa) de dos años,
período durante el cual los gastos de O&M son nulos o muy pequeños (solo se
facturan los consumibles, el correctivo está cubierto por la garantía) y son realizados
por el Contratista.
La partida de O&M puede desglosarse a su vez en:
• Aerogeneradores 87%
• Resto de instalaciones 13%
Cada uno de estos epígrafes se divide a su vez en gastos de personal, repuestos y
consumibles.

2.3.4 COMPOSICIÓN Y DISEÑO DEL PARQUE


El diseño de cada parque va a depender de las condiciones del viento, de la
tecnología empleada y del proyecto específico realizado por el promotor, junto con las
condiciones impuestas por los órganos implicados en su aprobación,
fundamentalmente de carácter ambiental y urbanístico. No obstante, toda instalación
de estas características debe contar con los siguientes elementos:

 Terrenos: Los terrenos sobre los que se asientan los parques eólicos suelen
ser propiedad de municipios o particulares a los que se alquila (el alquiler en
promedio ronda el 3,5% del valor de la energía producida, aunque los límites
oscilan mucho, entre el 1% y el 15% –en algunas zonas de las Islas Canarias–,
dependiendo fundamentalmente del potencial eólico y de la voluntad
negociadora de las partes). Este alquiler está ayudando muy positivamente a
promocionar la energía eólica en las poblaciones rurales. Por otro lado, unas
de las virtudes de esta fuente de energía es que la instalación de los
aerogeneradores no impide que se siga aprovechando los terrenos para otros
usos, como campos agrícolas o pastos.
 Aerogeneradores: Para sacar el máximo rendimiento a los recursos eólicos,
los aerogeneradores deben alinearse de forma perpendicular a la dirección
predominante de los vientos que proporcionen mayor generación eléctrica. En
cuanto a la separación entre máquinas, ésta dependerá del diámetro de los
rotores, la disponibilidad de terreno y la dirección de los vientos dominantes.
Generalmente se superan los 2,5 diámetros del rotor para aerogeneradores
situados en una misma hilera y los 7,5 diámetros para aerogeneradores de
hileras paralelas. En la fase de construcción debe tenerse en cuenta también el
tamaño cada vez mayor de las aeroturbinas y la necesidad de accesos amplios
por los que entren los remolques con las piezas y las grúas de montaje para
elevar góndolas con pesos del orden de las 100 toneladas (y en un futuro
próximo superiores).
 Infraestructura eléctrica: Un parque eólico requiere toda una infraestructura
eléctrica para recoger la energía de los aerogeneradores (normalmente a 690
voltios de tensión) y llevarla hasta la línea de distribución de la compañía
eléctrica más adecuada o hasta las grandes líneas de transporte de REE (de
hasta 400.000 V). En instalaciones de poca potencia la evacuación se realiza a
la tensión de generación de los aerogeneradores hasta un transformador que
eleva la tensión hasta la existente en el punto de conexión, siendo las pérdidas
eléctricas importantes. En grandes instalaciones, en cambio, se suelen agrupar
por sectores los aerogeneradores, existiendo distintos transformadores. En
estos casos se necesitan líneas de media tensión aéreas, de unos 30.000 V,
que van desde los transformadores hasta una subestación central del parque,
donde se eleva la tensión hasta alcanzar la de la distribución genera lde la
compañía eléctrica. Con el objeto de reducir el impacto visual que ocasionan
en el paisaje los centros de transformación dispersos por el parque es habitual
que los aerogeneradores incorporen en su interior el transformador elevador de
baja a media tensión -BT/MT- (disminuyéndose las pérdidas eléctricas pero
incrementándose el coste de la inversión) y mediante líneas subterráneas llevar
la energía producida hasta la subestación central del parque eólico.
 Infraestructura de control: Aunque un parque eólico está hoy totalmente
automatizado y no requiere la intervención humana para funcionar, a partir de
cierto tamaño estas instalaciones cuentan con un centro de control que recibe y
analiza todos los datos de funcionamiento y ambientales registrados por los
aerogeneradores. De este modo, un operador puede seguir en su pantalla de
ordenador todos los pormenores del parque o detectar cualquier incidencia, lo
que resulta muy útil para optimizar su operación. Los valores captados sirven
también para generar bases de datos históricas del funcionamiento del parque,
que son fundamentales para implementar y poner a punto el programa de
mantenimiento predictivo de la instalación.
 Otras dependencias: La instalación suele contar además con algún almacén
donde guardar repuestos, consumibles y herramientas y donde acumular el
aceite usado de los aerogeneradores. Este es el residuo más importante
generado por una instalación, ya que cada 18 meses se debe renovar el aceite
de las máquinas.

BIBLIOGRAFÍA
Alvarez, C. (2006). Energía Eolíca. Madrid: Madera.

Coordinación de Energías Renovables, Dirección Nacional de Promoción, & Subsecretaría de


Energía Eléctrica. (2008). Energias Renovables. Mexico: Tecnología de la Información.

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