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Contexto de la conquista y descubrimiento español

A continuación, expondremos algunos elementos que nos sirven para la contextualización y mejor
comprensión del tema a desarrollar. Los elementos de la parte geográfica, como histórica, sabemos que
aun enseñándolos largamente, no serán lo suficientemente exhaustivos para la compresión total de dicho
acontecimiento histórico. Para ello, nos remitimos a dejar las herramientas suficientes para entender
mejor el ambiente social, económico, religioso, político, cultural y demás, de la época, a la cual hace
parte nuestro argumento.

Estructura y problema de la colonización española en las Américas

Basándonos sobre el estudio de Morys1 y Fidel González2, podemos analizar este aspecto, al cual
nos concentramos para dar respuesta. Los talantes son tomados de modo claro, no sólo por la cierta
confianza que blindan los estudiosos, sino por el alto nivel de cientificidad. No sobra, anunciar que
algunos de los aspectos que aquí se tocarán, serán retomados o ulteriormente desarrollados.
No sobra decir, que la evidente radicalización de una teoría es perjudicial para el estudio
científico, pero la visión objetiva y de conjunto en la introducción a nuestro tema, de algunos de los
peritos en el evento de la conquista y descubriendo de América, da la posibilidad de tener claro el
contenido de nuestro objeto. Para ello empecemos con la breve presentación de este primer paso hacia la
compresión de nuestra investigación.
Se sabe en todo el mundo que Cristóbal Colón navegó hacia el Oeste para llegar a la India y que descubrió
América erróneamente. No era solamente un error, sino algo más. El proyecto inicial de Colón determinaba
profundamente las expectativas de la Corona española en cuanto a las posesiones en ultramar […] Así
pues, ¿qué expectativa tenía la Corona en cuanto al primer viaje de Colón? Tanto los españoles como los
portugueses buscaron a finales del siglo XV la ruta hacia la India; el motivo era participar de un modo u
otro, en las riquezas del oriente y particularmente de la India […] desgraciadamente los portugueses
ganaron la competencia entre ambos poderes de la península ibérica, cuando Vasco de Gama llegó a India
en 1498 […] Poco a poco los Reyes Católicos se dieron cuenta que Colón no había descubierto la ruta a
la India […] Por otro lado se hizo evidente que los descubridores españoles no habían descubierto sólo
unas islas pequeñas, sino un continente de gran extensión […] Mientras los portugueses podían participar
en la riqueza de oriente a través del intercambio mutuamente beneficioso, la población indígena en las
Antillas no tenía mercancía de interés para el gusto europeo. Había dos cosas interesantes desde el punto

1
Cf. M. MORYS, «Fray Bartolomé de Las Casas y su influencia sobre las “Leyes Nuevas de Indias” de 1542», en
Studium, Vol. 43/1 (2003), 117‐146.
2
Cf. F. GONZÁLEZ, Conquista y Evangelización I y II, en
www.enciclopedicohistcultiglesiaal.org/diccionario/index.php/Conquista_Y_Evangelizacion_I.
1
de vista europeo. Había oro –es suficiente leer el diario de Colón- y habían tierras ricas que se podían
utilizar para la agricultura de tipo europeo3.
Ahora veamos la posterior transformación y solución que en las tierras de ultramar, después de la
llegada de los visitadores españoles y demás, dejo la incertidumbre sobre las nacientes cuestiones de
orden comercial y aprovechamiento de dicho descubrimiento. Para ello nos remitimos a explicar el inicio
de lo que serán las motivaciones por parte de la corte de España. Pues se quiere que los nuevos
colaboradores tomen cartas en el asunto, sobre una mejor exploración y aprovechamiento de lo que Colón
había informado.
Entendemos ahora que el problema de fondo, era que no había muchos españoles que quisieran
emigrar al Nuevo Mundo. Los pocos que querían irse a otro lugar podían trasladarse al sur de España,
territorio recientemente conquistado por los Reyes Católicos. La Corona española se encontraba en una
situación delicada: no había muchos españoles que quisieran emigrar al Nuevo Mundo. Por otro lado, se
necesitaban pobladores españoles para sacar provecho de los territorios en América4.
Fue así que después de avanzar en años la presencia de pobladores españoles en los territorios
descubiertos, parecía que les daba un título auténtico de posesión, respecto a los habitantes de las tierras
que se topaban durante su permanencia.
Sólo que aquellas inmensas regiones del Nuevo Mundo que durante pasos y pasos que se iban
dando en la discusión del aprovechamiento de tierras y territorios, tenían ya un poseedor: los pueblos
aborígenes amerindios5.
La Corona española, por tanto, ante la exigencia de sacar provecho de dicho descubrimiento por
un lado, y del problema de enviar propiamente españoles para el ulterior proyecto por otro lado, se
propone una clara iniciativa, la cual consistía en una oferta a los pobladores que fueran de España a

3
M. MORYS, «Fray Bartolomé de Las Casas y su influencia sobre las “Leyes Nuevas de Indias” de 1542», 120.
4
Cf. M. MORYS, «Fray Bartolomé de Las Casas y su influencia sobre las “Leyes Nuevas de Indias” de 1542», 121.
5
Estos aborígenes son descritos por Bartolomé de Las Casas de la siguiente manera: «Todas estas universas e infinitas
gentes a toto genere crió Dios los más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas, fidelísimas a sus señores naturales
e a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas, ni bollicios, no rijosos,
no querulosos, sin rencores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo. Son asimismo las gentes más delicadas,
flacas y tiernas en complisión e que menos pueden sufrir trabajos, y que más fácilmente mueren de cualquier enfermedad que
ni hijos de príncipes o señores entre nosotros, criados en regalos e delicada vida, no son más delicados que ellos, aunque sean
de los que entre ellos son de linaje de labradores.
Son también gentes paupérrimas y que menos poseen ni quieren poseer de bienes. E por esto no son soberbias, no
ambiciosas, no cubdiciosas. Su comida es tal que la de los sanctas padres en el desierto no parece haber sido más estrecha, ni
menos deleitosa ni pobre. Sus vestidos comúnmente son en cueros, cubiertas sus vergüenzas, e, cuando mucho, cúbrense con
una manta de algodón, que será como vara y media o dos varas de lienzo en cuadra. Sus camas son encima de una estera, e,
cuando mucho, duermen en unas como redes colgadas, que en lengua de la isla Española llamaban hamacas», BARTOLOMÉ
DE LAS CASAS, Brevísima Relación de la destrucción de las Indias, 34, edición crítica de las obras de Bartolomé en Obras
Completas, Vol. X, Tratados de 1552, Alianza, Madrid 1992.
2
ultramar. Para ello la Corona empezó a modelar un modo de convencimiento para que nuevos candidatos
hispánicos marcharan a la aventura de ultramar. A este punto Morys aclara,
¿Cómo se podía estimular a los españoles a emigrar al Nuevo Mundo? Lo único que la Corona podía
ofrecerles a los pobladores españoles era la participación económica en cuanto al territorio y a la mano de
obra de la población indígena. En esta situación difícil la Corona se veía obligada a hacer concesiones
importantes en sus capitulaciones con los conquistadores: los conquistadores prometían conquistar los
territorios en el Nuevo Mundo para la Corona de Castilla. La Corona por su parte, garantizaba la
participación económica en cuanto al territorio y a la mano de obra de la población indígena6.
Es así que se aclara la situación en la que se encontraba la Corona española, pues viéndolo de
dicho ángulo, no era muy diversa a la que vivían los jefes de las expediciones, ya que a sus integrantes
de naves, no podía ofrecer nada más, sino el beneficio de los futuros territorios. Poco después, nace la
problemática fundamental que consiste en lo siguiente:
Los conquistadores y pobladores iban ellos mismos a recoger su recompensa, en el Nuevo Mundo, y la
Corona les daba prácticamente carta blanca para ello. El aprovechamiento del territorio y la mano de obra
indígena, era una parte constitutiva de este tipo de colonización, y eso explica la presión de los indios por
parte de los conquistadores y pobladores7.
Poco a poco, como veremos ahora de forma general, y luego en el trascurso de la investigación,
las polémicas a favor de la explotación o no, del nativo de las tierras descubiertas, tuvo sus partidarios y
adversarios sobre la argumentación respecto a la posibilidad de tomar al indio como simple esclavo o
respetarle como anfitrión de casa. Esto genero desde un primer momento, una defensa en favor de los
indios. Ejemplos palpables fueron los efectos de un sistema colonial basado en el aprovechamiento de la
población indígena, el cual en gran modo se hizo sentir ya en la primera isla antillana bajo dominación
llamada La Española. Además los excesos cometidos allí por parte de los pobladores españoles y la
situación personal de los indios constituyeron el punto de partida de la crítica de este sistema colonial
por parte de la orden de los Predicadores Dominico, a la cual hará parte constitutiva Las Casas. En efecto,
el mismo Bartolomé de Las Casas llegó personalmente a La Española en calidad de encomendero en
1502, en donde residió permanentemente hasta 15148.
Después de todo, finalmente podemos señalar, de forma general y rápida, algunos males de la
conquista a partir de la mentalidad agresiva, muy común, de la Europa de entonces 9. Para ello
proponemos el testimonio de Las Casas, que por ahora es de tono concreto, respecto al juicio que hace
sobre lo ya mencionado.
Todas las cosas que han acaecido de Las Indias, desde su maravillo descubrimiento y del principio que a
ellas fueron los españoles, para estar tiempo alguno, y después, en el proceso adelante hasta los días de

M. MORYS, «Fray Bartolomé de Las Casas y su influencia sobre las “Leyes Nuevas de Indias” de 1542», 121.
6

M. MORYS, «Fray Bartolomé de Las Casas y su influencia sobre las “Leyes Nuevas de Indias” de 1542», 122.
7
8
Cf. M. MORYS, «Fray Bartolomé de Las Casas y su influencia sobre las “Leyes Nuevas de Indias” de 1542», 122.
9
Cf. F. GONZÁLEZ, Conquista y Evangelización I, en
www.enciclopedicohistcultiglesiaal.org/diccionario/index.php/Conquista_Y_Evangelizacion_I.
3
agora, han sido tan admirables y tan no creíble en todo género a quien no las vivo, que parece haber
añublado y puesto silencio y bastantes a poner olvido a todas cuantas, por hazañosas que fuesen, en los
siglos pasados que vieron y oyeron en el mundo. Entre estas son las matanzas y estragos de gentes
inocentes y despoblaciones de pueblos, provincias y reinos, que en ellas se han perpetrado, y que todas las
otras no de menor espanto10.
Pero la indicación de los males de la conquista no puede olvidar ni sacar de contexto, los
principios que la han equilibrado y presidido, como son la obligación de anunciar la fe, el tratar con
humanidad a los conquistados que se convertían en súbditos libres de la Corona, y la obtención de
ventajas máximas para la misma Corona. El sentido de pertenencia cristiana, vivo en la mayor parte de
los conquistadores, y el sentido del pecado brotaba de su conciencia cristiana11.
Al respeto fue sobre todo la conciencia de Bartolomé, en nuestro caso, la que se convirtió en juez
inapelable sobre el cruel modo de la misma conquista, como lo demuestra el hecho que los testimonios
sobre los agravios e injusticias hayan llegado a nosotros.
Ahora pues, siguiendo nuestra investigación podemos decir que cada cual tiene una propia
experiencia de la conquista, y la versión de cada quien depende de la intensidad afectiva y de los intereses
que trata de defender, como los presuntos derechos sobre las tierras por parte de los conquistadores, o de
su restitución por parte de los nobles indios conquistados12. Los diversos testimonios en los que nos
basamos para la reflexión historiográfica, y que posteriormente desarrollaremos, tienen en común que
coinciden en señalar ciertos males, pero cada cual da una versión, con frecuencia distinta, en relación a
los orígenes de los mismos. Con estos testimonios se puede reconstruir un mapa de la conquista con sus
grandes sombras y violencias por una parte, y con sus grandes luces por otra. Se pueden así percibir los
maltratos y las causas de la despoblación de las Indias con datos precisos, pero sobre todo, nuestro
objetivo seguirá siendo el dar respuesta a la argumentación de la defensa a los indios en Las Casas13.
A este punto, después de haber comprendido el pormenor de lo que implicó el acercamiento de
los pobladores españoles en las tierras de ultramar, y la reacción que provoca en los habitantes de ellas,
denominados indios, nos preparamos a afrontar unos de los más polémicos reglones sobre los males que
acarrea dicha conquista en las nuevas tierras. Este postulado no tendrá nada que ver con peyorar el trabajo
de los conquistadores, ni defender acérrimamente a los indios, sino el presentar la realidad de las indias
para el tiempo de la llegada de los españoles y los males que sufrieron en carne propia a causa de los

10
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, Brevísima Relación de la destrucción de las Indias, 31.
11
Cf. F. GONZÁLEZ, Conquista y Evangelización I, en
www.enciclopedicohistcultiglesiaal.org/diccionario/index.php/Conquista_Y_Evangelizacion_I.
12
«En estas ovejas mansas, y de las calidades susodichas por su Hacedor y Criador así doradas, entraron los
españoles, desde luego que las conocieron, como lobos e ugres y leones crudelísimos de muchos días hambrientos»,
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, Brevísima Relación de la destrucción de las Indias, 34.
13
Cf. L. PEREÑA, Descubrimiento y conquista ¿genocidio?, Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 1990,
239-247.
4
mismos visitadores. Entre los males de la conquista que vamos a recordar basándonos una vez más en la
actual investigación de Fidel González14, podemos proponer los siguientes cuatro puntos:
En primer lugar, el evidente maltrato a los indios15. Durante muchos años se discutió sobre la
posibilidad de la verdadera identidad de los indios, por lo que se ponía en duda su humanidad, inclusive
el modo de vivir la fe que recibían de parte de los evangelizadores misioneros16. Un claro ejemplo de
ello se ve en la dura reacción de algunos indios frente al ofrecimiento de la fe cristiana, como fue el caso
conocido del cacique Hartuey de Puerto Rico que «prefería ir al infierno antes que al cielo de los
españoles. Después del asesinato del Inca Atahualpa en Perú, la evangelización se tornó muy ardua.
Todavía en 1569 escribía un jesuita a San Francisco de Borja: “Nos consideran un género de
abominación”»17.
En parte los ejemplos son evidentes y de diversos tipos, es el caso de otro testimonio de un
misionero de México que decía: «no quiero ser cristiano ni indio, porque lo de los indios es burla y lo de
los cristianos bellaquería»18. Y a lo mismo hace memoria Álvaro Huerga en el primer volumen de las
obras completas de Bartolomé de Las Casas explicándolo de esta manera:
La entrada de los españoles en cada provincia, de ellas, como en la sujeción y servidumbre en que pusieron
estas gentes con todos los medios y fines y todo lo demás que con ellas y cerca de ellas se ha hecho, ha
sido contra todo derecho natural y derecho de las gentes, y también contra derecho divino; y por tanto, es
todo injusto, inicuo, tiránico y digno de todo fuego infernal, y, por consiguiente, nulo, inválido y sin algún
valor y momento de derecho. Y como haya sido todo nulo e inválido de derecho, por tanto no pudieron
llevarles un sólo maravedí de tributos justamente, y por consiguiente sean obligados a restitución de todo
ello, por muchas y jurídicas razones que hay, que aquí por abreviar no ponemos. Las cuales cualquiera
estudioso las podrá hallar si se encomienda mucho a Dios y cava muy hondo hasta hallar los fundamentos
[…] No han cumplido [españoles] con la causa final, o modo que se les puso en las cédulas de las tales
encomiendas, que era y es predicar y doctrinar estas gentes, a lo cual se obligaron y nunca por entresueños
lo cumplieron ni procuraron que se hiciese, antes los más lo han estorbado como si fueran infieles. De lo
que llevaron fuera de las tasas, no hay que pensar ni dudar en dio, pues es cierto que lo robaron y mal
hubieron19.
También testimonia el mismo Bartolomé, en una carta dirigida al Consejo de Indias durante el
1565 en la que describe el hecho de algunas injusticias por parte de los pobladores españoles sobre los
nativos de las tierras descubiertas:
Muy poderosos señores:

14
Cf. F. GONZÁLEZ, Conquista y Evangelización I, en
www.enciclopedicohistcultiglesiaal.org/diccionario/index.php/Conquista_Y_Evangelizacion_I.
15
Cf. I. PÉREZ, «Las conquistas de Indias fueron, en sí mismas, injustas y antisignos de la evangelización», en
Studium, Vol. 32/1 (1992), 6-12.
16
Cf. L. SEJOURNEE, América Latina. Antiguas culturas precolombinas, Col. Siglo XXI, Madrid 1976, 2-84.
17
P. BORGES, Métodos misionales en la cristianización de América. Siglo XVI, CSIC, Madrid 1960, 191.
18
P. BORGES, Métodos misionales en la cristianización de América. Siglo XVI, 198.
19
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, Vida y Obras, 266, edición crítica de las obras de Bartolomé en Obras Completas,
Vol. I, Vida y Obras, Alianza, Madrid 1988.
5
El obispo que fue de Chiapa, besa las manos de Vuestra Alteza y suplico tengan por bien de se acordar de
los agravios y mala vida y muertes, que cada día padecen los indios que están opresos en la pesquería de
las perlas, como se ha provado ante este Real Consejo. Y porque muchas veces se ha querido remediar y
no ha habido efecto segun las mañas y cautelas que los españoles opresores de aquellas gentes, sin temor
de Dios, no compadecerse de viles angustias que sus próximos sostienen en tan dura servidumbre, por
ende ningún remedio se puede poner, sino es quitando totalmente aquel tan iniquo exercicio y por toda ley
condenado, pues tanto extrago ha hecho y haze en gran parte de humano linaje. Y con esto se cumplirá
con la ley que el Emperador nuestro señor, que haya Sancta Gloria, hizo el año de cuarenta y tres, y
principalmente con las divinas y naturales, que prohibent ser ricos y granjear los hombres con tan gran
infortuna de otros. Determinó el Emperador que si sin daño de los indios no se pudiesen pescar las perlas,
que cesase la pesquería. Y cierto es peccado mortal, exponer al próximo a peligro de morir y a donde
reciba grande daño de su salud por cualquier bien temporal y mucho mayor si padece peligro en el ánima
commo todo concurre en la dicha granjería, muriendo aquellas gentes sin fe y sin sacramentos de la mano,
de las cuales abemos de dar cuenta el día del juicio20.
En segundo lugar, es de resaltar el problema de la esclavitud. El maltrato estaba unido al problema
de la esclavitud, consentida en los comienzos, en lo que tiene que ver al trabajo en las minas,
construcciones, pesca y otras servidumbres impuestas a los indios21.
Sin embargo no se debe perder de vista que no fueron los europeos los que introdujeron la esclavitud en
el Nuevo Mundo. Tal institución existía ya antes de su llegada y de forma brutal. Sistemas análogos se
habían dado en el Continente europeo, y la servidumbre existía todavía en Europa, desde “Granada hasta
los Urales como sistema feudal de prestaciones personales y de servidumbre con numerosos matices y
graduaciones”22.
En tercer lugar, el despoblamiento. En este hecho concreto se deben tener en cuenta muchos de
los aspectos, civiles, guerras internas, hambre, enfermedades, etc. Por lo que no es bastante creíble, como
en el siguiente capítulo expondremos, algunas de las exageraciones de Las Casas. Para este punto en
concreto nos apoyamos en un estudioso de taya científica, del cual las estadísticas y los datos se
argumentan en las fuentes y diversos estudios publicados.
Así el historiador Ángel Rosenblat23 llega a la conclusión de que la población en la parte que hoy
llamamos América Latina, contaba en 1492 con 11.285.000 indígenas. Los núcleos más consistentes se
encontraban en México: 4.500.000 y en Perú: 2.000.000. En 1570 la misma población habría bajado a
9.275.100 (México 3.555.000, y Perú 1.585.000). En 1570 la población blanca constituía el 1,16 por
ciento, la negra y mestiza el 2,26 por ciento, y la población amerindia el 96,58 por ciento. Este 96,58 por
ciento representaba un total de 8.957.891, pero en 1570 los indios que se encontraban en contacto con
los españoles eran sólo el 18 por ciento de la población indígena total, es decir, 1.873.370. Por lo tanto,

20
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, Cartas y Memoriales, 365, edición crítica de las obras de Bartolomé en Obras
Completas, Vol. XIII, Cartas y Memoriales, Alianza, Madrid 1995.
21
Cf. R. KONETZKE, Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoámerica, 1493
1810, IJB - CSIC, Madrid 1953, 153-159.
22
F. GONZÁLEZ, Conquista y Evangelización I, en
www.enciclopedicohistcultiglesiaal.org/diccionario/index.php/Conquista_Y_Evangelizacion_I.
23
Ángel Rosenblat nacido en Wengrow, Polonia el 9 de diciembre de 1902 y muere en Caracas, el 11 de septiembre
de 1984, gran filólogo, ensayista e hispanista venezolano de origen judío polaco.
6
y es su conclusión, la disminución de la población no se debió a la conquista o a los conquistadores
(guerras, atrocidades) sino a otros factores, como las epidemias, las pérdidas de las estructuras políticas
y administrativas desaparecidas antes de la llegada de los españoles, y además a la decadencia moral. La
población blanca, según el Catálogo de Pasajeros de Indias desde 1509 a 1559 era de 15.480 personas
(faltan algunos años en el Catálogo). La media anual era de 440 pasajeros, más los clandestinos. La
mayor parte eran solteros, entre los 20 y los 30 años24.
Se debe tener presente que el desarrollo de la técnica y el uso de nuevas herramientas en la vida
que se fue instaurando en las tierras conquistadas y habitadas por los españoles, dio nuevas posibilidades
para dicha despoblación y mestizaje. Por lo que la agricultura conoció la frustración ya en tiempos de
Colón. Cultivos de productos desconocidos en América como son los cereales, cebada y trigo, y la caña
de azúcar, son introducidos desde los primeros tiempos; además se introducen técnicas nuevas para el
trabajo agrícola, como el arado. Los españoles introdujeron muchas especies como ovejas, cabras, aves
domésticas y el caballo. Las exportaciones de oro entre 1503 y 1560 fueron iguales a las de plata, pero a
partir de 1560 predomina la exportación de material de plata25.
Y la composición de las diversas razas principales, con las que se encontraron los españoles en
América central y las Antillas, las podemos describir de la siguiente manera:
La unidad etnográfica brilla también por su ausencia en el centro y el sur del continente, incluyendo las
Antillas. Araucos y Caribes, venidos del sur ocupaban la isla al llegar los españoles, sobre poniéndose a
las poblaciones primitivas. Algunos de sus restos se han mezclado con negros. El puente etnográfico de
México y América central se halla entremezclado de forma anárquica e impresionante […] El grupo Uto-
azteca es el más importante de México en el siglo XVI y pertenece a la familia de los Shoshones del norte
de América. Se hallaban en plena acción conquistadora al llegar los españoles. Hacia el norte de la capital
se extendían otros aun los Otomíes, Tarascos, Totonecas y otros grupos menores, mientras que por el sur
Mixtecas, Zapotecas y otras tribus constituían núcleos fundamentales. Los Naual, Nautis y Aztecas forman
la base de la formación del imperio azteca, y todo el mundo conoce rasgos de su civilización y vida
religiosa, en lo que llamaba la atención la cantidad de sacrificios humanos ofrecidos continuamente a sus
dioses. Toltecas y Chichimecas, tan citados por los misioneros, se prestan para discusiones entre los
eruditos. Otro pueblo de importancia política y cultural en todo el istmo fue el de los Mayas, extendidos
por todo el Yucatán, Guatemala y parte de Honduras. Son conocidos por sus monumentos y jeroglíficos,
indicadores de una fuerte organización y progreso humano. Tanto El Salvador, Honduras, Nicaragua y
parte de Costa Rica estaban pobladas por otra parte de varias tribus de menor importancia que no es preciso
recordar en esta presentación26.

24
Cf. A. ROSENBLAT, La población indígena y el mestizaje en América, Nova, Buenos Aires 1954, 139; N. SÁNCHEZ-
ALBORNOZ (ed.), Población y mano de obra en América Latina, Alianza, Madrid 1985, 11-23.
25
La referencia a este postulado se encuentra en texto de Bárbara M. Hernández en el apartado de las realidades
creadoras, al cual mediante la compilación de información, hace una descripción del fenómeno explotación y progreso de los
europeos presentes en América, Cf. B. M. HERNÁNDEZ, América-Europa, Universidad de Alhambra, Madrid 1988, 57-215;
F. SUAZO, «Cultura occidental y culturas indígenas», en Ciencia Tomista, Vol. 120/1 (Enero-Abril 1993), 108-114.
26
L. LOPETEGUI – F. ZUBILLAGA, Historia de la Iglesia en la América Española, 36-37.
7
Posteriormente, la mezcla de razas y la unión de los pobladores con los amerindios, brevemente
los explicamos, de la misma forma que Fidel González reconoce y explica el hecho del mestizaje. Para
ello, decimos que la importancia religiosa, social y económica del mestizaje es impresionante, fruto del
hecho de la ausencia de prejuicios raciales. Aparecen grupos biológicamente preparados para el trabajo
fecundo, un nuevo tipo de hombre, por así decirlo de casta. Mientras los criollos se entusiasman con la
política, los mestizos se dedican en concreto al área de la productividad económica. El status económico
del trabajador indígena era superior al del trabajador europeo de la misma época. Los colonos españoles
tuvieron necesidad de mano de obra. La esclavitud de los indios fue abolida ya desde casi los comienzos.
Se suprimieron los servicios personales de las encomiendas: se impuso el trabajo libre con una paga
moderada. Pero las necesidades económicas de los españoles eran superiores a las de los indígenas, y en
este contexto nació la importación de los esclavos negros de África, tesis discutida por Bartolomé al final
de su vida, y que por ahora damos escapa a nuestros objetivos27.
En último lugar, las epidemias y las enfermedades fueron fatales para la población indígena de
las Américas que en gran parte no fue exterminada en número por la espada española, como sí por la
gran cantidad de enfermedades epidémicas que se empezaron a propagar en las tierras pobladas por los
españoles y en presencia de indios. Entre estas hay que señalar las gripas, la viruela y la fiebre amarilla.
En definitiva, «lo que en realidad disminuyó la población de las Indias fue una invasión epidémica»28.
¿Por qué este grave problema sanitario? Se trató de un problema de inmunidades, pues el aislamiento de
las poblaciones prehispánicas impidió el desarrollo de anticuerpos29. Para ello cooperó así al «quebranto
de la salud de nuestra ya empobrecida población que recibía en sus puertos a gente contagiada por las
epidemias virulentas que se desencadenaban en el Nuevo Mundo»30. No hay que olvidar que era una
situación que golpeó tanto el Nuevo Mundo, como la misma España y Europa del siglo XVI.
En efecto, resta concluir según la referencia del pensamiento del uno de los eruditos del tema,
que en sus estudios ha contribuido al posterior desarrollo de la investigación y profundización de los
temas de este periodo y de este evento:
Las responsabilidades del despoblamiento hay que dividirlas entre españoles e indios, según los espacios
y los tiempos del proceso de la conquista. Se pueden señalar tres fases complementarias de la conquista
americana: del 1493 hasta 1540 asistimos a una fase confusa y a veces también violenta. También en esta
época las protestas de la conciencia católica frente a los hechos han sido frecuentes y progresivamente
más claras. A partir de 1540 la conquista de América suscita cada día más polémicas y debates desde el
punto de vista teológico, moral y jurídico en la sociedad española. Las autoridades locales, tanto

27
Cf. F. GONZÁLEZ, Conquista y Evangelización I, en
www.enciclopedicohistcultiglesiaal.org/diccionario/index.php/Conquista_Y_Evangelizacion_I.
28
L. PEREÑA (ed.), Descubrimiento y conquista ¿genocidio?, 214-215.
29
Cf. L. PEREÑA (ed.), Descubrimiento y conquista ¿genocidio?, 230-231.
30
Cf. L. PEREÑA (ed.), Descubrimiento y conquista ¿genocidio?, 238.
8
eclesiásticas como civiles, definen con mayor precisión la responsabilidad de la Corona y se hace el primer
balance de la conquista. Es el periodo en el que se intenta una reconversión colonial (1542 1573). Sigue
la fase de la definitiva estabilidad pacífica colonial alcanzada (1573 1609). Desde 1609 hasta las
independencias se desarrolla la etapa virreinal o colonial, criolla y mestiza.
Indicando las responsabilidades de los aspectos más negativos de la conquista, todos los testimonios
señalan ante todo, a los conquistadores y encomenderos, frecuentemente con nombres y apellidos. Todos
los testimonios, sin excepción, excusan a la Corona desde el punto de vista político y jurídico.
Progresivamente también la Corona, empujada continuamente por la Iglesia Misionera y por la reflexión
teológica de sus mejores teólogos, hijos de la Escuela de Salamanca, va tomando una conciencia más clara
de sus responsabilidades. Se puede concluir que se han dado violencias gravísimas y duras en la conquista,
pero también una voluntad reiterada en señalar los responsables y de castigarlos, y esto desde los primeros
momentos31.
Ante la anterior presentación, podemos complementar la conclusión afirmando que los
conquistadores a veces ofrecieron alianzas, pero generalmente invadieron las tierras de los amerindios
¿Fue una empresa pacífica o estuvo más bien acompañada por la violencia? ¿Cómo reaccionó la
conciencia católica en España cuando los acontecimientos fueron conocidos y aclarados? ¿Cómo
reaccionaron ante todo los misioneros de la Iglesia que frecuentemente acompañaban a los
conquistadores en aquellas tierras? Estos interrogantes nos ayudan ante todo a aclarar los hechos
históricos a través de los testimonios de los protagonistas que han reflexionado sobre este determinado
hecho, luego veremos la génesis de la legislación de Indias y el reconocimiento de los derechos humanos
de los indios en el autor al que nos hemos limitado, Bartolomé de Las Casas32.

31
Cf. F. GONZÁLEZ, Conquista y Evangelización I, en
www.enciclopedicohistcultiglesiaal.org/diccionario/index.php/Conquista_Y_Evangelizacion_I.
32
Cf. F. GONZÁLEZ, Conquista y Evangelización I, en
www.enciclopedicohistcultiglesiaal.org/diccionario/index.php/Conquista_Y_Evangelizacion_I.
9

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