CV 37 Manejo Laboratorial Interpretacion Proteinuria Perro PDF

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Trabajo científico

MANEJO LABORATORIAL
E INTERPRETACIÓN DE LA
PROTEINURIA EN EL PERRO

Marcela Beristain Ruiz, Concepción Zaragoza Bayle, Francisco Javier Duque Carrasco, Patricia Ruiz
Tapia, Rafael Barrera Chacón
Departamento de Medicina Animal.
Universidad de Extremadura.
Avda de la Universidad s/n. 10071 Cáceres.
E-mail: rabacha@unex.es

La presencia de proteínas en la orina se defi-


ne como proteinuria, aunque normalmente, se
utiliza como un término diagnóstico aplicado a


cantidades anormalmente elevadas de éstas 1-4.
Habitualmente, la orina de los perros contiene
una cantidad muy pequeña de proteínas, debido
a que la permeabilidad selectiva de las paredes
glomerulares restringen la filtración de la ma-
yoría de las proteínas plasmáticas, en base a su La determinación de la concentración
peso molecular y a su carga 5-7. Así, los poros de de proteínas en orina recogida
la barrera glomerular con carga negativa impi-
den el paso de moléculas mayores de 65.000 durante 24 horas constituye el
daltons. De este modo, las proteínas pequeñas y
con carga neutra o positiva se filtran con mayor
método de referencia para la
facilidad que las grandes con carga negativa 7. cuantificación de la proteinuria, pero
Este hecho restringe el paso de inmunoglobu-
linas, fibrinógeno y albúmina. No obstante, las resulta poco práctico
proteínas de bajo peso molecular, como liso-
zima, mioglobina o amilasa, pueden aparecer
en la orina, dependiendo de su concentración
4 plasmática5. La albúmina tiene carga negativa
y un peso molecular aproximado al tamaño de
los poros glomerulares, y constituye del 40% al
MANEJO E INTERPRETACIÓN DE LA PROTEINURIA - Beristain M., Zaragoza B., Duque F., Ruiz P. y Barrenaa R.


60% de la proteína urinaria normal 5. Aun así el
filtrado glomerular de un perro sano sólo contie-
ne de 2 a 3 mg/dl de albúmina, comparado con
los 4.000 mg/dl de su concentración plasmática.
Las proteínas con bajo peso molecular, así como El cociente proteína/creatinina en
aquellas con cargas positivas que pasan a través
de la pared capilar glomerular, son casi comple- orina (U P/C) es de gran utilidad en
tamente reabsorbidas por las células epiteliales la cuantificación de la proteinuria en
tubulares por un proceso activo conocido como
pinocitosis. Las células epiteliales de los túbulos el perro
renales y del tracto urinario inferior secretan in-
munoglobulinas, enzimas y otras proteínas que
también se encuentran en muestras de orina
normales5,7, y pueden constituir el 50% de las
mismas6,7.

Para determinar la cantidad de proteína presente en la orina se puede recurrir a diferentes métodos. Dentro
de los métodos semicuantitativos se utilizan principalmente dos: las tiras reactivas (el más utilizado en
medicina veterinaria) y el método del ácido sulfasalicílico (turbidimétrico). Existen diferentes métodos cuan-
titativos, como por ejemplo el de Biuret, Lowry, ácido tricloroacético N-Ponceau S (TCA-PS), Coomassie
Brillant Blue, detección de microalbuminuria y rojo de pirrogalol y molibdato. La experiencia de los autores
se basa, fundamentalmente, en los métodos de Lowry, microalbuminuria y rojo de pirrogalol y molibdato.
Por último, existen métodos cualitativos, basados en técnicas electroforéticas: electroforesis en gel de polia-
crilamida en condiciones desnaturalizantes (SDS-PAGE) y electroforesis en agarosa en presencia de dodecil
sulfato sódico (SDS), que permiten la caracterización de las diferentes proteínas existentes en la orina según
su peso molecular. Son métodos muy sensibles en el diagnóstico precoz de proteinuria 8 y proporcionan in-
formación sobre la localización de la alteración renal subyacente, es decir, en el glomérulo, en los túbulos o
en ambos9-14.

La determinación de la concentración de proteínas en orina recogida durante 24 horas constituye el mé-


todo de referencia para la cuantificación de la proteinuria. Sin embargo, resulta costoso y poco práctico 5,6.
Por eso, en su lugar se determina el cociente proteína/creatinina urinaria (U P/C), obtenido a partir de di-
vidir la concentración de la proteína urinaria y la de creatinina en orina. Este cociente es una herramienta
sensible y fácil de realizar ya que requiere una muestra obtenida por cistocentesis (de elección), cateteriza-
ción libre de contaminantes, o por micción espontánea, descartando el principio y el final de la micción 5.
Se ha observado que existe una correlación entre los valores obtenidos del U P/C y el contenido de proteí-
na en orina obtenida a partir de 24 horas de recolección en perros con pérdida de proteína normal 5,15. Sin
embargo, cuando el U P/C excede el valor estimado de 5 en el perro, la correlación entre los dos métodos
es menos consistente. Un U P/C menor de 0,5 se considera normal; valores entre 0,5 y 1,0 son cuestiona-
bles y se recomienda repetir la prueba además de monitorizar al paciente; por último, valores superiores
a 1 son claramente patológicos16,17.

Los signos clínicos que se asocian a enfermedad renal varían mucho y dependen de muchos factores 19,20.
Algunos animales manifiestan signos clínicos específicos relacionados con un trastorno infeccioso o neoplá-
sico subyacente. Otros sólo manifiestan proteinuria o microalbuminuria en pruebas de laboratorio realizadas
de forma rutinaria. Por esto, resulta de suma importancia incluir el análisis de orina en la rutina diagnóstica
del trabajo clínico diario, ya que la presencia de proteinuria es un marcador precoz de daño renal que apare-
ce antes que la azoemia4,21,22.
5
La proteinuria constituye un hallazgo frecuente que puede ser una anormalidad grave en medicina canina 18.
Las causas son numerosas y es muy importante localizar su origen y magnitud para establecer un diagnós-
Trabajo científico

Figura 1: Protocolo de caracterización de la proteinuria en el perro.

tico correcto, instaurar un tratamiento adecuado y proporcionar un pronóstico acertado del paciente 4. Para
ello, el clínico veterinario se debe apoyar en la historia clínica, el examen físico y en diferentes pruebas com-
plementarias (análisis de sangre, de orina, serología, diagnóstico por imagen, citología/histopatología, etc.).
Generalmente estas pruebas orientan al clínico hacia la búsqueda de proteinuria en el análisis de orina. Por
el contrario, la presencia de ésta resulta, en muchos casos, un desafío diagnóstico para el clínico. Con el fin
de facilitar esta tarea, teniendo en cuenta la bibliografía disponible y la experiencia de los autores, se proce-
de en el presente artículo a describir un protocolo de caracterización de la proteinuria en el perro (Figura 1).

Paso 1

Consiste en detectar la proteinuria, lo que en principio es muy fácil, pues basta con realizar un análisis con-
vencional de orina mediante tira reactiva que, además de sencillo, es económico, consume poco tiempo y
brinda información adicional muy importante sobre el estado de salud del paciente 23,24. Una vez detecta-
da por este procedimiento, es recomendable confirmar su presencia mediante otro método, a ser posible
cuantitativo, con el fin de evaluar más objetivamente la intensidad de la misma. Adicionalmente, Grauer,
en 20077, recomienda, muy acertadamente, realizar pruebas específicas para detectar proteinuria en los
siguientes casos:

1. Si se sospecha de un valor erróneo en un método semicuantitativo (por ejemplo la tira reactiva de orina).
2. Si se sospecha de un falso positivo (también en la tira de orina).
3. Resultados negativos en pacientes geriatras, aparentemente saludables y en los que se desea obtener
6 indicadores más fiables.
4. Perros jóvenes aparentemente saludables pero que tienen riesgo familiar de desarrollar enfermedad
renal.
Trabajo científico

5. Cuando los resultados obtenidos mediante métodos convencionales de proteinuria resultan negativos y
existe enfermedad crónica asociada a esta alteración.
6. En pacientes con resultados previos de proteinuria en los que se está monitorizando la persistencia o
progresión de la misma.

Para confirmar si la proteinuria es significativa es necesario valorar la densidad y/o la osmolalidad urinaria
(Figura 1), debido a que la presencia de proteínas en una orina diluida es más alarmante que la misma can-
tidad en una muestra concentrada25,26.

Paso 2

Es necesario comprobar la persistencia de la proteinuria. Se puede asegurar que ésta no es un hallazgo pun-
tual o un error analítico mediante:

• Persistencia de la proteinuria en dos o más análisis sucesivos de orina, con intervalos de 2 a 3 semanas,
detectada mediante tira de orina y/o métodos cuantitativos4. Es el método de elección, aunque no siem-
pre es posible realizarlo.

• Perros en los que la analítica sanguínea y de orina, así como los métodos de exploración complementa-
rios, demuestran que existe una enfermedad renal potencialmente responsable de la proteinuria.

• Perros con un sedimento activo de orina (eritrocitos, leucocitos y, en ocasiones, bacterias), indicativo de
enfermedad causante de proteinuria postrenal.

Figura 2: Osmómetro de punto de ebullición.


Trabajo científico

Una vez confirmada la presencia de proteínas en la orina, es muy importante localizar su origen, lo que ayu-
dará a identificar la causa responsable. Para ello es necesario contar con la mayor información posible sobre
el paciente. Además del análisis de orina ya mencionado en el paso 1 (incluido el estudio del sedimento y
el urocultivo si es necesario), se debe valorar el historial clínico completo, una exploración física detallada,
la analítica sanguínea (hemograma y bioquímica) y las pruebas complementarias realizadas (serología, diag-
nóstico por imagen, estudio histopatológico, etc.). En función de todo ello se continúa como se describe a
continuación.

Paso 3

Se deben excluir causas extraurinarias postrenales, debidas a contaminación de la muestra por los genitales ex-
ternos4. Para ello, lo mejor es obtener la muestra por cistocentesis25,26. En los machos hay que tener en cuenta
las patologías prostáticas por su elevada frecuencia de presentación, especialmente hiperplasia prostática benig-
na27, en caso de sintomatología compatible y en animales con más de 5 años de edad28.

Paso 4

Excluir o confirmar causas prerrenales4, valorando el color del plasma (rojizo en algunos casos de hemólisis;
Figura 3) y la concentración de proteínas plasmáticas (concentración alta de proteínas plasmáticas y/o dis-
proteinemias)25,26, siempre que no existan signos clínicos, de laboratorio, o de cualquier tipo que pudieran
sugerir enfermedad renal o postrenal. Este tipo de proteinuria suele ser poco frecuente.

Paso 5

Excluir o confirmar causas urinarias postre-


nales4, para lo cual es muy útil examinar el
sedimento urinario con el fin de indagar sobre
la existencia de células indicativas de infla-
mación o hemorragia (Figura 4). Suponen un
grupo frecuente de enfermedades responsables
de proteinuria. En este paso hay que tener en
cuenta una excepción: la presencia de un se-
dimento de orina activo acompañado de datos
indicativos de enfermedad renal. En este caso
hay que considerar una pielonefritis y adelan-
tarnos al paso 7.

Si la proteinuria no es extraurinaria, prerrenal


ni postrenal, la única posibilidad que existe es
que su origen sea renal.

Paso 6

10
Figura 3: Hemólisis plasmática procedente de un Cocker
Spaniel, macho, de 3 años de edad y que padecía anemia
hemolítica inmunomediada.
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Figura 4: Piuria en el sedimento de orina de un Pastor alemán, hembra, de 6 años de edad, que padecía cistitis bacteriana
por E. coli. Diff-Quick. x 400.

En casos de ejercicio extenuante, fiebre, convulsiones, exposición a temperaturas extremas y estrés se debe
considerar la posibilidad de que se trate de proteinuria renal funcional o fisiológica, debida a una alteración
en la fisiología renal, durante o en respuesta a ciertos fenómenos transitorios. Desaparece cuando la causa
desencadenante es controlada24,29. No es una causa común. La magnitud de la proteinuria es leve y suele cur-
sar sin mayores implicaciones en el paciente24.

En la mayoría de las ocasiones, la proteinuria renal es patológica, y su detección, evaluación, monitoriza-


ción y tratamiento son muy importantes, debido a que es la que causa mayor deterioro en el paciente, con
incremento evidente en la morbilidad y mortalidad asociadas a enfermedad renal2,30-34. Esto incluye la loca-
lización de su origen en el riñón, persistencia y magnitud4. Para ello es muy importante realizar serología
(principalmente frente a leishmaniosis, leptospirosis y ehrlichiosis), citología/histopatología y un estudio
electroforético.

Paso 7

Comprobar si la proteinuria es de origen glomerular. Este es un proceso frecuente, típicamente persis-


tente, que involucra a la albúmina y a otras proteínas de alto peso molecular (mayor de 66 kDa) y que
puede producir hipoalbuminemia 35. Las lesiones glomerulares se han considerado como las principa-
les responsables de enfermedad y fallo renal 36. Procesos como glomerulonefritis y amiloidosis alteran
las propiedades de selectividad de los capilares glomerulares resultando en proteinuria 37. Las lesiones 11
glomerulares tienen una alta incidencia en perros (entre el 43% y el 90%), y el riesgo de padecerlas se
incrementa con la edad 38,39.
Trabajo científico

Figura 5: SDS-PAGE de orina de perros con proteinuria de origen renal. Pm = marcador de pesos moleculares; 1 = proteinuria con
patrón glomerular; 2 = proteinuria con patrón tubular; 3 = proteinuria con patrón mixto; 4 = orina de un perro sano (control).

Estas lesiones suelen ser secundarias a diferentes procesos patológicos, como inflamación por procesos
infecciosos (ehrlichiosis crónica) y no infecciosos (piometra, diabetes mellitus, linfoma y cardiopatías), co-
munes en animales de cualquier edad, y a neoplasias, principalmente en animales geriatras. En estos casos
la magnitud de la proteinuria oscila de leve (sólo detectable mediante métodos cuantitativos suficientemen-
te sensibles) a intensa, dependiendo del grado de daño renal. Normalmente es mayor de 40 mg/kg/día con
un U P/C superior a 2,021,37. En los perros con diabetes mellitus comúnmente se observa un valor de U P/C
inferior. Esto se debe a que en el perro, el daño renal causado por esta enfermedad no es tan severo como
en las personas, en las que el desarrollo de una nefropatía diabética necesita que la diabetes persista duran-
te 10 - 20 años40. Además, la diabetes mellitus causa poliuria/polidipsia, con la consiguiente dilución de las
proteínas en la orina. La proteinuria glomerular se caracteriza por presentar un patrón electroforético carac-
terizado por la presencia de proteínas principalmente de alto y medio peso molecular 41 (Figura 5).

Paso 8
12
La proteinuria tubular constituye una causa menos frecuente de proteinuria. Las afecciones del túbulo re-
nal pueden ser globales o localizadas, congénitas o adquiridas, y no producen hipoalbuminemia 42, pues
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provocan pérdidas generalmente de globulinas de
bajo peso molecular (de 15 a 45 kDa), que son fil-
tradas normalmente pero no son reabsorbidas en
el túbulo renal. La proteinuria tubular, que suele
ser de leve a moderada, no es tan frecuente como Los túbulos renales son los
la glomerular y se asocia a leptospirosis, necrosis
tubular aguda, fallo renal agudo y crónico, riñón encargados de la reabsorción del
poliquístico y síndrome de Fanconi35. De las cau- filtrado glomerular, que incluye
sas mencionadas, es muy importante destacar la
leptospirosis, que produce los siguientes cambios glucosa, aminoácidos y electrolitos;
a nivel renal: nefritis intersticial aguda o subagu-
por ello en algunos casos la
da43-46, con infiltración de células inflamatorias
(linfocitos, células plasmáticas o histiocitos) 47. proteinuria está acompañada de
Estos daños son debidos a que existe una colo-
nización renal por las leptospiras en las células
glucosuria con normoglucemia,
epiteliales del túbulo renal48. excreción anormal de electrolitos (de
Los túbulos renales son los encargados de la reab- sodio, potasio y fósforo) o ambos
sorción del filtrado glomerular, que incluye glucosa,
aminoácidos y electrolitos; por ello en algunos casos
la proteinuria está acompañada de glucosuria con
normoglucemia, excreción anormal de electrolitos
(de sodio, potasio y fósforo) o ambos. Sin embargo,
en la mayoría de los casos no se detectan estas al-
teraciones analíticas. En estos pacientes resulta de
gran ayuda la electroforesis, caracterizada principal-
mente por la eliminación de proteínas de bajo peso
molecular41 (Figura 5).

Paso 9

Es muy frecuente encontrar proteinurias de origen renal que no se ajustan a lo descrito en los pasos 7 y
8. Ocurre cuando la proteinuria es de origen mixto, es decir, en la que existe daño tanto a nivel glomeru-
lar como tubular. En estos casos la magnitud de la proteinuria observada es muy variable, puesto que las
causas responsables son también muy diferentes. Una causa muy importante de este tipo de proteinuria
en nuestra zona geográfica es la leishmaniosis, que produce glomerulonefritis membranoproliferativa
debido a depósitos de complejos inmunes 49, nefritis intersticial y ocasionalmente amiloidosis 50,51. Suele
cursar con los valores más elevados de U P/C. Otra alteración patológica responsable es la insuficiencia
renal crónica, establecida por causas en muchas ocasiones desconocidas (al menos en el momento del
diagnóstico). Este proceso conduce a un fracaso global del riñón, con una alteración tanto de la filtración
glomerular de proteínas como de la reabsorción tubular de las mismas 52. A veces se detecta también en
casos de neoplasias renales, hiperadrenocorticismo, diabetes insípida, pioderma y patologías concomi-
tantes, como por ejemplo leishmaniosis y ehrlichiosis, leishmaniosis y leptospirosis o leishmaniosis y
piometra. La magnitud de la proteinuria puede ser variable, aunque los casos de leishmaniosis (sola o
combinada con otra patología) y de insuficiencia renal crónica pueden cursar con proteinuria intensa.
Por el contrario, es moderada en enfermedades como piodermas y leve en otras como hiperadrenocor-
ticismo.
13
Para localizar el origen de la proteinuria renal, es muy útil realizar electroforesis, en la que se observa la pre-
sencia de proteínas de alto, medio y bajo peso molecular (Figura 5).
Trabajo científico

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