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Editorial:
Tecnos. Barcelona, 2001.
Agudo /Grave
3 Íbid, p. 64
4 ïbid, p.65
La segunda propiedad del sonido tiene que ver con la diversidad de sonidos existentes entre
agudo y grave, los que pueden ser agrupados en tres. formas
La primera forma, está compuesta de sonidos que se omiten al mismo tiempo por diferentes
cuerpos; de aquellos se desprenden las consonancias. La segunda, para los sonidos que son
emitidos sucesivamente; del cual, se desprenden los grados. La tercera, como síntesis entre
las dos: de cuerpos o voces distintas emitidos sucesivamente; de las que se desprenden las
disonancias.
Las consonancias
Están compuestas por un sonido agudo y grave. El sonido grave contiene al agudo, lo que
se comprueba al hacer vibrar la cuerda más grave (laúd), resonarán la octava o la quinta de
manera espontánea. Para conseguir las consonancias es necesario dividir aritméticamente
una nota grave para encontrar el agudo correspondiente.
La consonancia más perfecta es la octava, pues se percibe más fácilmente por el oído y la
que menos difiere del unísono5. Además, todas las demás consonancias están contenidas en
la octava.
La quinta está contenida en la octava. El autor la define como la más agradable y dulce a
los oídos, pues se ubica entre las tres consonancias (octava, quinta y cuarta). “No será tan
aguda como como el ditono ni tan lánguida como el diapasón(octava), sino que resonará a
los oídos más agradablemente que ninguna otra”6. Por lo tanto, podría utilizarse la quinta
sin variación, si no fuera necesaria la variedad para el placer. Apela en este caso al
equilibrio y a la mesura.
La cuarta, es llamada “el monstruo de la octava” en su división en 4 (defectuosa e
imperfecta) o la “sombra de la quinta”, debido a su cercanía con la quinta, que al sonar, nos
mostraría la imperfección de la cuarta.
Para hablar del ditono, de la tercera menor y de las sextas, explica que la perfección de una
consonancia también tiene que ver con la relación con sus armónicos. Cómo estos resuenan
naturalmente y acompañan a la consonancia.
5 íbid, p.70
6 íbid.p.77
Además, con el fin de no herir los oídos en el paso de una consonancia a otra, existen
desigualdades, y para ser interpretados con menor esfuerzo en una cantilena, existen los
grados.
Los grados o tonos musicales
Descartes concluye que los grados existen para que la voz en las cantilenas, al moverse
entre consonancias, pueda vadear la desproporción entre ellas. El grado es un sonido
mediador, un paso entre agudos y graves.
Disonancias
Cubren todos los demás intervalos de los que ya se habló. Se dividen en tres: producto de
los grados solos y la octava; entre tono mayor y menor (schiasma); y en la diferencia entre
tono mayor y semitono menor.
De la manera de componer y los modos
En la última parte del Compendio, Descartes, establece ciertas directrices sobre la forma
componer e interpretar. Primero, de manera estructural, para que se pueda componerse una
obra sin errores de sintaxis musical; y luego indicando las sutilezas formales para
componer con mayor elegancia y simetría. Por ejemplo, el uso de consonancias imperfectas
para generar expectación sobre la venida de una consonancia más perfecta y para concluir
perfectamente una cantilena con la utilización de ciertos tonos.
Sobre la interpretación se ciñe a las cuatro voces (bajo, tenor, contratenor y superior) de
una sinfonía. y las describe según su relativa ubicación e importancia respecto a las otras.
Se las describe desde la más grave a la más aguda, por sus formas de avanzar (por grados
o saltos) y medida de sus partes (más rápida o más lentas), siempre en relación con las
demás voces.
Concluye el libro con un explicación breve de los modos, lo cuales que nacen para normar
a los grados desiguales que nacen de una octava o quinta. Y nuevamente expresa que
debería abordar los movimientos del alma que se verían excitados por la media, las
consonancias y grados.
Comentarios
Existe en el Compendio de Música un cierto método —físico y matemático— riguroso, que
insiste en la separación del objeto (musical) del sujeto. En su afán analítico, Descartes
desmenuza las partes de la música y entiende que el sonido es su objeto, el cual tiene ciertas
propiedades (medida de tiempo y altura entre agudos y graves) que son posibles de
categorizar y ordenar.. Con este método, el autor podría dedicarse a describir las
estructuras de ciertas piezas musicales o cantilenas y entender matemáticamente cómo cada
parte funciona en el conjunto, en una lectura sobre sí misma. Sin embargo, en este trabajo
tan prematuro, Descartes ya concibe el mundo en tanto, medida de la subjetividad; y lo
sostiene con el uso de adjetivos como “claridad” “distinción”, “dulzura” , “agradable”, etc.
Es por esta razón que en su sistema, cada proporción (aritmética) y consonancia (física),
tiene su efecto en los sentidos del escucha. Podríamos decir, por lo tanto, que su
preocupación es sobre los placeres. Pues desea una síntesis, en el que los placeres sean
explicados por una verdad concreta, la física. Sin embargo con el movimiento hacia el
orden sensitivo, devuelve irremediablemente —por falta de explicación y atrevimiento 7—,
el asunto de la música y el sonido hacia el sujeto.
Este vuelco hacia el sujeto, que será capital en la obra más madura de Descartes, me
recuerda el uso de un concepto de Roland Barthes, su libro, La Cámara Lúcida8.
En el texto mencionado, el autor pretende encontrar el rasgo ontológico de la fotografía.
Para ello se sirve de varias teorías, dentro de ellas, las fenomenológicas, pero no le
satisfacen. Avanzado el texto encuentra dos conceptos, presentes de manera primitiva o
como esbozo en el Compendio. Barthes sobre la fotografía escribe que existen dos formas
de analizar el objeto, primero desde el studium, que sería una suerte de dicación general a
un asunto, afanosa, pero sin agudeza 9, desde la suma de sus componentes . El studium
estaría relacionado al modo de entender la música desde su orden y propiedades
físico/matemáticas. Y el punctum, se constituirá como lo contrario, es ese “pinchazo” que
afecta. “El punctum de una foto es ese azar en que ella me despunta”. Es una fuerza
alojada en la memoria del sujeto que la fotografía trae a colación.
De esta misma forma, Descartes deja entrever que la música tiene un efecto en el sujeto y
es bien cuidadoso en no ahondar en las emociones que produce la música y trabaja sobre
los estímulos que parecen más simples (agradable o desagradable). Sin embargo estos
términos contienen una fuerza subjetiva de la que no puede escapar. Con estos simples
Bibliografía
Barthes, Roland, La Cámara Lúcida, Barcelona, Paidós, 1987
Descartes, René “Compendio de música” Madrid, Editorial Tecnos, 2001