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Título del Libro leído: " Compendio de Música”. Autor: Descartes, René.

Editorial:
Tecnos. Barcelona, 2001.

El Compendium Musicae (Compendio de Música, 1618), es un texto de teoría musical


escrito en latín por René Descartes. Redactado con tan solo 22 años en su estadía en el
ejército, tiene como objetivo, ser enviado a su amigo matemático, Isaac Beeckman, para
una lectura personal y no para ser divulgado.1 Este imperativo contextual, condiciona dos
elementos estructurales de la obra.
Por un lado, debido a que el Compendio alude a un solo interlocutor, desde el punto de
vista formal, Descartes, utiliza la voz en segunda persona para expresar sus ideas. Este
estilo, le permite proponer un diálogo, entre sus argumentos y sus posibles objeciones, y de
esta forma, robustecer su estructura argumentativa. Por otra parte, desglosa
minuciosamente a través de análisis físico/matemático, las principales propiedades del
sonido y las reglas de composición musical (sin ahondar en mayores definiciones, pues
entiende que su lector conoce bien los códigos del lenguaje desplegados). Disecciona,
entonces, el fenómeno musical de manera racional. No obstante, en la primera frase del
Compendio, Descartes postula que la música tiene como finalidad, afectar: “Su finalidad es
deleitar y provocar en nosotros pasiones diversas”. Por lo tanto, el Compendio de Música,
analiza el fenómeno musical desde las propiedades físicas del sonido en tanto éste nos
afecta de maneras diversas, en un análisis teórico que disecciona el fenómeno musical para
ser valorado desde los sentidos.
En la primera sección del libro —como esbocé anteriormente— el autor determina que el
objeto de la música es el sonido2 y su finalidad es la desatar las pasiones. Para poder llevar
a cabo este fin, el sonido guarda dos propiedades: la duración o tiempo y la altura del
sonido (relativo al agudo y grave). Y en vista que la música afecta los sentidos, Descartes
escribe ciertos aspectos a considerar, antes de empezar un análisis más exhaustivo:

1. Todos los sentidos son capaces de placer.

1 Descartes, René “Compendio de música” Madrid, Editorial Tecnos, 2001, p. 12.


2 Íbid, p.55
2. Para el placer, el objeto debe ser proporcional al sentido; que no exceda su
sensibilidad.
3. El objeto debe percibirse sin problemas y no resultar confuso.
4. El sentido percibe de mejor manera un objeto en el que sus partes son menos
disímiles.
5. Si el objeto tiene mayor proporción entre sus partes, estás son menos diferentes
entre sí.
6. La proporción debe ser aritmética y no geométrica.
7. El objeto no debe ser percibido ni tan fácilmente, ni con mucha dificultad.
8. La variedad es agradable.
Con las anteriores consideraciones, el autor delimita el campo de acción en el que, sentido
y objeto, deben adecuarse para crear placer. Son condiciones básicas para poder analizar las
propiedades del sonido.

Propiedades del sonido


El tiempo sonoro, dice Descartes, debe estar constituido por partes iguales. 3 Y esta debe
tener cierta proporción aritmética —cómo se desprendía de las consideraciones— para
captar el sonido de manera simple y definida. Además debe tener proporción para una
lectura coherente que permita, ir entretejiendo en la memoria, el sonido de los primeros
sonidos con los últimos escuchados. Este orden entrega la sensación de unidad de la pieza
musical.
El autor explica que las partes iguales del tiempo sonoro, en su más natural forma (tambor,
por ejemplo) logra mover los cuerpos. Le atribuye así a la medida, la propiedad de levantar
las pasiones, aludiendo más puramente a lo que es más fácil de asimilar. También hace
cierta conjetura psicológica respecto a que ciertos órdenes de medidas podrían generar
emociones en el escucha (tristeza, soberbia, languidez, etc.). Pero se retracta pues, como
dice “el tema supone mayor conocimiento de los movimientos del alma”4

Agudo /Grave

3 Íbid, p. 64
4 ïbid, p.65
La segunda propiedad del sonido tiene que ver con la diversidad de sonidos existentes entre
agudo y grave, los que pueden ser agrupados en tres. formas
La primera forma, está compuesta de sonidos que se omiten al mismo tiempo por diferentes
cuerpos; de aquellos se desprenden las consonancias. La segunda, para los sonidos que son
emitidos sucesivamente; del cual, se desprenden los grados. La tercera, como síntesis entre
las dos: de cuerpos o voces distintas emitidos sucesivamente; de las que se desprenden las
disonancias.

Las consonancias

Están compuestas por un sonido agudo y grave. El sonido grave contiene al agudo, lo que
se comprueba al hacer vibrar la cuerda más grave (laúd), resonarán la octava o la quinta de
manera espontánea. Para conseguir las consonancias es necesario dividir aritméticamente
una nota grave para encontrar el agudo correspondiente.
La consonancia más perfecta es la octava, pues se percibe más fácilmente por el oído y la
que menos difiere del unísono5. Además, todas las demás consonancias están contenidas en
la octava.
La quinta está contenida en la octava. El autor la define como la más agradable y dulce a
los oídos, pues se ubica entre las tres consonancias (octava, quinta y cuarta). “No será tan
aguda como como el ditono ni tan lánguida como el diapasón(octava), sino que resonará a
los oídos más agradablemente que ninguna otra”6. Por lo tanto, podría utilizarse la quinta
sin variación, si no fuera necesaria la variedad para el placer. Apela en este caso al
equilibrio y a la mesura.
La cuarta, es llamada “el monstruo de la octava” en su división en 4 (defectuosa e
imperfecta) o la “sombra de la quinta”, debido a su cercanía con la quinta, que al sonar, nos
mostraría la imperfección de la cuarta.
Para hablar del ditono, de la tercera menor y de las sextas, explica que la perfección de una
consonancia también tiene que ver con la relación con sus armónicos. Cómo estos resuenan
naturalmente y acompañan a la consonancia.

5 íbid, p.70
6 íbid.p.77
Además, con el fin de no herir los oídos en el paso de una consonancia a otra, existen
desigualdades, y para ser interpretados con menor esfuerzo en una cantilena, existen los
grados.
Los grados o tonos musicales
Descartes concluye que los grados existen para que la voz en las cantilenas, al moverse
entre consonancias, pueda vadear la desproporción entre ellas. El grado es un sonido
mediador, un paso entre agudos y graves.
Disonancias
Cubren todos los demás intervalos de los que ya se habló. Se dividen en tres: producto de
los grados solos y la octava; entre tono mayor y menor (schiasma); y en la diferencia entre
tono mayor y semitono menor.
De la manera de componer y los modos
En la última parte del Compendio, Descartes, establece ciertas directrices sobre la forma
componer e interpretar. Primero, de manera estructural, para que se pueda componerse una
obra sin errores de sintaxis musical; y luego indicando las sutilezas formales para
componer con mayor elegancia y simetría. Por ejemplo, el uso de consonancias imperfectas
para generar expectación sobre la venida de una consonancia más perfecta y para concluir
perfectamente una cantilena con la utilización de ciertos tonos.
Sobre la interpretación se ciñe a las cuatro voces (bajo, tenor, contratenor y superior) de
una sinfonía. y las describe según su relativa ubicación e importancia respecto a las otras.
Se las describe desde la más grave a la más aguda, por sus formas de avanzar (por grados
o saltos) y medida de sus partes (más rápida o más lentas), siempre en relación con las
demás voces.
Concluye el libro con un explicación breve de los modos, lo cuales que nacen para normar
a los grados desiguales que nacen de una octava o quinta. Y nuevamente expresa que
debería abordar los movimientos del alma que se verían excitados por la media, las
consonancias y grados.

Comentarios
Existe en el Compendio de Música un cierto método —físico y matemático— riguroso, que
insiste en la separación del objeto (musical) del sujeto. En su afán analítico, Descartes
desmenuza las partes de la música y entiende que el sonido es su objeto, el cual tiene ciertas
propiedades (medida de tiempo y altura entre agudos y graves) que son posibles de
categorizar y ordenar.. Con este método, el autor podría dedicarse a describir las
estructuras de ciertas piezas musicales o cantilenas y entender matemáticamente cómo cada
parte funciona en el conjunto, en una lectura sobre sí misma. Sin embargo, en este trabajo
tan prematuro, Descartes ya concibe el mundo en tanto, medida de la subjetividad; y lo
sostiene con el uso de adjetivos como “claridad” “distinción”, “dulzura” , “agradable”, etc.
Es por esta razón que en su sistema, cada proporción (aritmética) y consonancia (física),
tiene su efecto en los sentidos del escucha. Podríamos decir, por lo tanto, que su
preocupación es sobre los placeres. Pues desea una síntesis, en el que los placeres sean
explicados por una verdad concreta, la física. Sin embargo con el movimiento hacia el
orden sensitivo, devuelve irremediablemente —por falta de explicación y atrevimiento 7—,
el asunto de la música y el sonido hacia el sujeto.
Este vuelco hacia el sujeto, que será capital en la obra más madura de Descartes, me
recuerda el uso de un concepto de Roland Barthes, su libro, La Cámara Lúcida8.
En el texto mencionado, el autor pretende encontrar el rasgo ontológico de la fotografía.
Para ello se sirve de varias teorías, dentro de ellas, las fenomenológicas, pero no le
satisfacen. Avanzado el texto encuentra dos conceptos, presentes de manera primitiva o
como esbozo en el Compendio. Barthes sobre la fotografía escribe que existen dos formas
de analizar el objeto, primero desde el studium, que sería una suerte de dicación general a
un asunto, afanosa, pero sin agudeza 9, desde la suma de sus componentes . El studium
estaría relacionado al modo de entender la música desde su orden y propiedades
físico/matemáticas. Y el punctum, se constituirá como lo contrario, es ese “pinchazo” que
afecta. “El punctum de una foto es ese azar en que ella me despunta”. Es una fuerza
alojada en la memoria del sujeto que la fotografía trae a colación.
De esta misma forma, Descartes deja entrever que la música tiene un efecto en el sujeto y
es bien cuidadoso en no ahondar en las emociones que produce la música y trabaja sobre
los estímulos que parecen más simples (agradable o desagradable). Sin embargo estos
términos contienen una fuerza subjetiva de la que no puede escapar. Con estos simples

7 Barthes, Roland, La Cámara Lúcida, Barcelona, Paidós, 1987, p.29.


8Íbid, p. 64
9íbid, p. 65
adjetivos, traslada todo el peso cognoscitivo al sujeto, el que toma mayor fuerza conceptual.
Es pues el Compendio de Música, una estética de las sensibilidades.

Por Joan Serrano Aramburú

Bibliografía
 Barthes, Roland, La Cámara Lúcida, Barcelona, Paidós, 1987
 Descartes, René “Compendio de música” Madrid, Editorial Tecnos, 2001

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