Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Misericordia
Misericordia
LUCAS 10:25b
Introducción.
Mi infancia en los arroyos. Cuando era pequeño, los días de verano eran especiales,
nuestro principal lugar de encuentro y recreación eran los arroyos. Había lugares de muchos
árboles frondosos y espacio verde donde pasábamos horas jugando. Un juego en el que
jugábamos todos era dentro del rio competencia grupal con una pelota. Había un niño que
siempre que jugábamos, fingía que se estaba ahogando, cuando uno iba ayudarlo él se reía y
seguía jugando. En una oportunidad el empieza a gritar y pedir ayuda, pero como sabíamos
que era su costumbre jugar de que se estaba ahogando, nadie le hizo caso, hasta que una
persona que estaba afuera vestida con ropa no apta para el agua, al ver que el muchacho se
ahogaba, saltó al agua y lo saca casi muerto. Todos quedaron preocupados por la situación y
por un momento hubo un silencio sepulcral. Cuando el muchacho se dio cuenta que estaba a
salvo, no paraba de agradecer aquel hombre extraño para él, pero que sintió misericordia de
Él y lo salvó. –lleno de pánico decía: “A la verdad pensé que me iba ahogar, pensé que me
moriría”…
De la misma manera como este muchacho que necesito que alguien tuviera misericordia de Él
y lo salvara, nosotros necesitamos de la misericordia de Dios, sin él nos ahogamos….
Pero lamentablemente, igual que mi amigo de la infancia, muchas veces jugamos que
estamos hundiéndonos. Nos consideramos creyentes, crecimos en una cultura “religiosa” y
lamentablemente muchas veces no logramos identificar el peligro que estamos expuestos.
Entonces jugamos que nos estamos ahogándonos, cuando en realidad necesitamos de
misericordia, necesitan que alguien los salve.
SIGNIFICADO DE MISERICORDIA.
Todos hemos pecado, estamos destituidos de la gloria de Dios y merecemos la muerte. Por
esto tanto necesitamos de la misericordia de Dios. Romanos 3:23;6:233. 3:23 por cuanto todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 6:23 Porque la paga del pecado es muerte,
más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Por esto los salmistas agradecían tanto cada vez que oraban… No ha hecho con
nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
Salmo 103:10
En su misericordia Dios no quiere pagarnos lo que merecemos, el desea darnos lo
que necesitamos: Pero Dios puede y quiere mostrarnos su amor y misericordia, pero no
antes que nosotros reconozcamos que necesitemos misericordia.
Muchas veces creemos que somos buenos porque tenemos principios como: no robo,
no mato, soy trabajador, honesto, tengo una familia legalmente establecida etc….
Pensamientos así hacen creernos de que no necesitamos de misericordia.
Para entender mejor eso, vamos ver una parábola que contó Jesús. La historia del
buen samaritano. Lucas 10:25-37
CONTEXTO DE LA PARABOLA
Todo comienza con una pregunta que hace un maestro de la ley a Jesús: —Maestro,
¿qué tengo que hacer para tener vida eterna? 25b
Tal vez muchas veces hicimos la misma pregunta que este hombre, aunque puede
ser que usemos otras palabras pero la pregunta es la misma: ¿Cómo puedo lograr
alcanzar plenitud? ¿Cómo puedo salir de este callejón sin salida que me metí? ¿Cómo puedo
saber la verdad? ¿Cómo salgo de esta confusión? ¿Cómo puedo ser salvo?...
En otras palabras estaba fingiendo que se estaba ahogando. Realmente no creía que
necesitaba salvación, él pensaba que ya tenía todo, que sabía todo, que no necesitaba nada
más…
Jesús le dijo: ¡Muy bien, has contestado correctamente, choca los cinco! Tú si
lo sabes… —28Tienes razón, hazlo y vivirás.
Pero saber ciertas verdades no significa que tenemos vida. Saber de Dios no
significa que estamos con Dios. Obedecer las reglas Divina tampoco significa que
estamos a salvos.
Es propio del ser humano querer justificarse. De una u otra manera pensamos
que no somos tan malos como los demás, que los demás si están equivocados, y
aunque reconocemos que erramos, pareciera que no necesito de misericordia como el
que según nosotros SI ES PECADOR.
APLICACIÓN DE LA PARÁBOLA:
Conclusión