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¿Qué son los Partidos Políticos?

Los partidos políticos son entidades de interés público que tienen como fin
promover la participación de los ciudadanos en la vida democrática, contribuir a
la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos,
hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con
los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal,
libre, secreto y directo.

Sólo los ciudadanos podrán formar partidos políticos y afiliarse libre e


individualmente a ellos; por tanto, quedan prohibidas la intervención de
organizaciones gremiales o con objeto social diferente en la creación de partidos
y cualquier forma de afiliación corporativa. Los partidos políticos nacionales
tendrán derecho a participar en las elecciones estatales, municipales y del Distrito
Federal.

Los partidos políticos se regirán internamente por sus documentos básicos,


tendrán la libertad de organizarse y determinarse de conformidad con las normas
establecidas en la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales y la
Ley General de Partidos Políticos, conforme al mismo, establezcan sus estatutos.

¿Qué es y para qué sirve un partido político?

Aquí seré muy breve. Según la Real Academia de la Lengua, un partido político es
el “conjunto o agregado de personas que siguen y defienden una misma opinión o
causa”. ¿Para qué sirven? Los partidos políticos en una democracia ayudan a articular
e informar a la opinión pública de sus planes y propósitos. Los partidos políticos
constituyen unidades organizativas a las que se les reconoce el derecho de participar
en un proceso de elección política por medio de la presentación de candidatos y
programas de acción o gobierno en el seno de los poderes legislativo y ejecutivo.

Un partido político es una organización cuyo fin es gobernar

Acceder a los puestos de responsabilidad institucionales en que se toman las


decisiones. Las decisiones son las leyes, las normativas, los reglamentos, los códigos,
etcétera, que rigen las acciones y las relaciones de los ciudadanos. Como vivimos en
una sociedad que precisa del orden, el orden de los individuos es el marco posible
de sus actos. Hay cosas que pueden hacerse y cosas que no pueden hacerse;
cosas que se pueden hacer en la esfera privada y cosas que no se pueden hacer
en la esfera pública. La distinción entre lo público y lo privado es constitucional, es
fundacional en nuestra sociedad. Lo político, todo lo que forma parte del sistema
político, es propiamente público. En principio, lo público es lo que a todos pertenece
y lo que puede mostrarse, lo que no está sometido a secreto o a reserva, como
precisó Georg Simmel. Lo privado es el acuerdo entre particulares, sus convenios; en
cambio, lo reservado es aquello que no debe ser visto u observado sin la
autorización del individuo o de los individuos relacionados. En principio, lo privado es
lo particular, pero sobre todo es lo individual. Ahora bien, los individuos emprenden
acciones, pero no todas las acciones son privadas: no todas puede permanecer al
margen del control público.  Los partidos políticos son instituciones públicas. Tratan de
los asuntos generales, tratan de los intereses generales y tratan de establecer las
normas que protegen lo privado y los códigos que salvaguardan lo público. Para
lograrlo han de acceder al poder. El poder es la capacidad que se tiene para obligar
a hacer algo, indicaba Max Weber.
 
En principio, todos los recursos del partido se orientan a tal fin: la obtención del
poder. ¿Y cuáles son esos recursos? En primer lugar, sus militantes, el número
mayor o menor de personas que integran la organización. En segundo lugar, sus
pertenencias (sedes, bienes materiales, etcétera), una suerte de patrimonio material
con que hacer frente a sus reuniones, a sus obligaciones. A la vez, un partido
político es, en sí mismo, un recurso de la democracia, un instrumento del sistema.
Como la mayoría de los ciudadanos suelen desentenderse del esfuerzo político, la
democracia representativa funciona por delegación: funciona  gracias a los partidos,
instituciones reconocidas que compiten entre sí para lograr el mayor número de
representantes en el Parlamento. Es allí en donde se tramitan las leyes que luego
regirán y darán cauce a las acciones de los ciudadanos.
 
Los partidos políticos, sus federaciones regionales y sus organizaciones locales tienen
congresos. En esas convenciones, los participantes aprueban o desaprueban
ponencias, eligen a sus dirigentes o revocan a los anteriores, idean proyectos y,
cuando la ocasión lo merece o lo exige, cambian sus estatutos internos. Un partido
político es un agregado de intereses, una organización que dice representar los
intereses de una parte o de la totalidad de la población. Intereses son objetivos que
alguien se propone alcanzar, pero son también las ventajas ya logradas, ya
consolidadas. Los partidos se ofrecen a la sociedad para representar esos objetivos y
esas ventajas. Como resulta que el sistema político democrático es un régimen
representativo, unos toman las decisiones políticas, pero es la mayoría la que elige a
quienes elaborarán las leyes. Las leyes son el reconocimiento de esos  intereses: los
objetivos y las metas a que tienen derecho los ciudadanos de un Estado.
 

En sociología al sector que constituye el partido se le llama in-group; a quienes son


ajenos, externos o incluso hostiles a la organización se les ve como out-group. En
principio, los miembros de un partido comparten los mismos intereses frente al out-
group. Un partido es una asociación, en el sentido que le diera Ferdinand Tönnies a
esta palabra: un agregado humano en el que los individuos están relacionados por
vínculos secundarios. Uno participa en un partido… Pero entre los miembros de dicha
organización tienden a crearse redes de cohesión, vínculos que estrechan sus
relaciones: se identifican con el mismo partido, se hacen solidarios de sus triunfos y
de sus fracasos y emprenden, como organización, una acción colectiva. Por eso
decimos quepertenecemos a un partido, como si de una comunidad se tratara: un
agregado en la que sus integrantes estrechan vínculos primarios. Ahora bien, más allá
de la cohesión frente a los externos, los militantes pueden enfrentarse por los
diferentes intereses con que internamente se oponen. El Gobierno que emana del
Parlamento está fuera de la organización, pero el poder empieza en cuanto hay
diferentes individuos que han de repartirse un recurso escaso. Y escaso es el poder
de decidir sobre miembros y sobre pertenencias, sobre logros futuros.

Los Partidos políticos son organizaciones que se caracterizan por su singularidad, de


base personal y relevancia constitucional, creadas con el fin de contribuir de una
forma democrática a la determinación de la política nacional y a la formación y
orientación de la voluntad de los ciudadanos, así como a promover su participación
en las instituciones representativas mediante la formulación de programas, la
presentación y apoyo de candidatos en las correspondientes elecciones, y la
realización de cualquier otra actividad necesaria para el cumplimiento de sus fines. Su
principal tendencia es durar y consolidarse, y su finalidad última y legítima es obtener
el poder mediante el apoyo popular manifestado en las urnas.

En un Estado de derecho, los partidos políticos expresan el pluralismo político,


concurren a la formación y expresión de la voluntad popular y son instrumento
fundamental para la participación política.

Su creación y el ejercicio de su actividad serán libres y su estructura interna y


funcionamiento han de ser democráticos.

Su existencia deriva del ejercicio de la libertad de asociación. No tienen naturaleza


de poder público ni son órganos del Estado, por lo que el poder que ejercen se
legitima sólo en virtud de la libre aceptación de sus estatutos y por tanto sólo puede
ejercerse sobre quienes, en virtud de una opción personal libre, los asumen al
integrarse en tales organizaciones.
Los militantes de los partidos tienen derecho a ser electores y elegibles para todos
sus cargos, a estar informados sobre sus actividades y situación económica, y a
concurrir para formar sus órganos directores mediante sufragio libre y en la mayoría
de los casos secreto, aunque no resulta preciso que sea directo. Los partidos tienen
derecho a obtener ayuda financiera del Estado, a utilizar los medios de comunicación
públicos y a constituir coaliciones o agrupaciones electorales.

Los partidos políticos se clasifican por los intereses de la clase social a la que
sirven. Sus otros aspectos son secundarios. Por eso no pueden existir partidos que
defiendan al mismo tiempo, a las dos clases sociales porque los intereses de éstas
son antagónicos.

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Funciones de los Partidos Políticos
En primera instancia debemos saber que todo Partido Político es una institución
política organizada bajo ciertas directrices doctrinarias que, en el común de los
pensamientos, tiene la finalidad de alcanzar y proponer ideas a la sociedad y al
Estado para solucionar o coadyuvar a las necesidades imperantes de la población en
su conjunto, inclusive que ésta debe trascender en el tiempo y aplicarse a toda
realidad sociocultural, como también de defender situaciones que atenten derechos
sociales de diversos grupos. Siendo muy difícil determinar de manera justa un
proceso político sin señalar adjuntamente la presencia determinante de un sistema de
Partidos

Son importante los Partidos, porque tienen presencia dominante en un proceso


electoral como en todo el escenario que trasciende a esta. Pero para que se pueda
cumplir esta directriz, es también vital que haya una mejor reclusión de la clase
dirigente, no olvidemos que ésta maneja la información de manera consciente y
educadora, porque sabe conducir, canalizar necesidades e intereses del pueblo, en
una actitud serena de querer dar una performance al escenario y a las propuestas
políticas, y más allá de eso, tiene la capacidad, el deber de limitar el poder, mucho
más si ésta degenera en autoritarismo.

Entendemos que los Partidos tienen participación directa, si no directriz en los


asuntos sociales, prácticamente es fiel a ella o nace de ella para convivir de acuerdo
a cánones.

Raúl Rebagliati nos manifiesta que

(...) está inserto en lo social tan profundamente que no puede ser extirpado sin que
la sociedad se disuelva. Pero, así como lo político mantiene agrupados a los
hombres, la política los divide y los enfrenta en lucha. Esta disputa de poder lleva a
organizar partidos, o sea agrupaciones que persiguen el ejercicio del gobierno. Su
nombre proviene de la voz “parte” y está expresando que la opinión se divide en
corrientes diversas. Los partidos tamizan las opiniones individuales de modo que
resultan canalizadas en opiniones de grupos. Sólo así alcanzan a influir en la vida
pública las tendencias y las ambiciones personales.

Todo esto, tendiendo a que en el terreno propiamente dicho, es función esencial de


todo movimiento la sensación, la práctica, la costumbre de implantar un equilibrio
entre todos los poderes del Estado para que no se pueda transgredir sus funciones
propias como tampoco se caiga en prácticas autoritarias o clientelistas que después
van debilitar el sistema democrático como de partidos, tal como se vio en la década
fujimorista y que, hasta la fecha, los Partidos no han podido recuperar su autonomía,
su capacidad doctrinaria, sus planteamientos serios que, al parecer intentaron tenerlo
en su fundación primaria, acarreando que tengamos Partidos pequeños, sin doctrina y
manejados por el capital externo, característica que bien podría definirse con Perú
Posible, Cambio 90 y que en la segunda parte del trabajo lo explicaremos.

José Páez Warton nos refiere que

Un segundo rol de los partidos políticos es precisamente organizar. Inicialmente atraer


a sus filas a todos los que tienen intereses más o menos comunes a fin de or-
ganizarlos y luego orientar su conducta política, lo que implica, un proceso de
adoctrinamiento.
Sobre este afirmación Max Weber tiene conceptos igualmente críticos y diríase que
más radicales en la medida que los afiliados deben someterse a intenciones y
directrices del grupo que los encabeza, y coincide con Peter H. Markl en la medida
un Partido tiene objetivo de ocupar cargos en el gobierno en una carrera electoral
con organizaciones similares que va más allá y nos habla ya de los Partidos y su
clientela

Los partidos se orientan hacia una clientela de electores actuales o potenciales


aunque la presencia de un electorado "flotante" sustancial puede variar según el
sistema. El Partido y su clientela, e incluso sus miembros, en cierto sentido se
utilizan mutuamente en beneficio de todos; esto contribuye al carácter abierto y
multifaccionario de la mayor parte de los partidos. Por otra parte, algunos partidos
muy unidos, como los totalitarios de izquierda o de derecha, suprimen las banderías.

En suma diremos que todo Partido, tiene la finalidad de reclutar a miembros afines,
seleccionarlos de acuerdo a intereses para diversos cargos en el gobierno, los
mismos que deben generar programas políticos de gobierno, que a su vez debe
controlar los órganos establecidos de gobierno, para poder satisfacer las demandas
sociales y definir en común las creencias que en política se llama ideología, así
mejor para movilizarlos y si es necesario contra organizarse ante oposiciones
radicales.

Es muy posible que todos estos alcances vistos no estén siendo percibidos por la
población, dado que hace mucho tiempo ya en la realidad peruana y latinoamericana
los Partidos Políticos degeneraron en meras agencias de empleos, siendo lo
meramente doctrinario e ideología una propuesta que deberá leerse sólo en los
programas escritos. La población no percibe más que los Partidos sean tales y
tomados comúnmente como salvadoras de falta de empleo. Nomás recordemos la
infausta guerra antisubversiva, donde los Partidos Políticos experimentaron un
resentimiento en sus programas, una retirada ideológica, una carencia de propuestas
ante la violencia y esta ausencia fue tomada como que estaban deponiendo sus
armas ideológicas por calificarse de irreales y, sospechosamente, callándose ante una
propuesta violentista. Aún hoy vemos que ante la presencia de un nuevo Sendero
Luminoso, los Partidos Políticos no diferencian su contenido y nuevamente callan ante
la arremetida, esta vez silenciosa y estratégica del grupo terrorista.

Estas pasividades hacen ver que no están preparados para interpretar debidamente la
realidad social del Perú y prefieren reducirse a meros aparatos de búsqueda, canje y
componenda laboral. Es importante recordar que su desprestigio se debe también a
esto

Finalmente, en atención a una mejor comprensión de lo que es realmente la


concepción justa y cabal de los Partidos Políticos, se llega a la conclusión que en
tanto éstos no logren superar sus problemas de sectarismo y anomia doctrinaria, a la
par que las de reclusión o captación de sus elementos, recordemos que en Perú
Posible por ejemplo, se tomó como una caseta de empleo y por ello organismos
como el CNI, gozan de una inexistencia justificada y una ineficiencia galopante como
lamentable, porque ha sido copado por personal sin la capacidad necesaria, los
Partidos Políticos seguirán desprestigiados, y ello básicamente por:

1. Pésima preparación de dirigentes y cuadros que agravan el sistema político

2.- Baja adaptabilidad al cambio así como de poder interpretarla.

3.- Complejidad actual de la representación

4.- Marcada diferencia entre el escenario político y el real

5.- Mayor libertad del ciudadano

6.- Influencia medios de comunicación

7.- Renuencia a conducir las campañas electorales con transparencia.

8.- Sectarismo y verticalidad en la estructura interna

Todo esto nos lleva a tener que clasificar la presencia de los Partidos en una alta y
baja institucionalidad. No se puede obstaculizar la idea de que los Partidos también
están cambiando su manera de ser interpretados en la sociedad, de que los Partidos
tradicionales no pueden ser más aquellos lugares de componendas partidarias como
de manejos sectoriales. Es el capital internacional que azuza estas críticas, pero en
el mismo Estados Unidos o en el seno del Partido Laborista Inglés, tenemos que su
estructura lucha en cada proceso electoral interno por ser más democrático, más
doctrinario, que la participación de los elementos sea mayor. Es sin duda el ideal
pero es también un ideal de que nuestros partidos por más pequeños que sean, no
pueden ser satanizados y querer convertirlos en meras cajas de resonancia externa o
que defiendan propuestas neoliberales, todavía en experimentación.

Origen de los Partidos Políticos Tradicionales en Colombia

A mediados del siglo XIX comenzaron a estructurarse en la Nueva


Granada, filosófica y doctrinariamente, los partidos liberal y conservador. En 1848
apareció el primer programa liberal elaborado por Ezequiel Rojas y un año más tarde
José Eusebio Caro y Mariano Ospina Rodríguez redactaron el conservador.

Los partidos tradicionales basaron su ideología en la filosofía liberal del siglo XVIII. y
se hallan relacionados con el federalismo y centralismo de la época de independencia
y con los liberales moderados (conservadores) y liberales progresistas (liberales) que
surgieron del pensamiento de Francisco de Paula Santander.

La segunda mitad del siglo XIX representa para Colombia el rompimiento definitivo
con la estructura socioeconómica colonial. Con la imposición de las ideas liberales, el
país entró de lleno en el sistema capitalista imperante en occidente. La Constitución
de Rionegro (1863-1886) representa el triunfo de los intereses librecambistas y la
imposición de las libertades individuales absolutas.

La práctica de estos principios condujeron al finalizar el siglo a un replanteamiento de


las bases ideológicas del Estado. Se instauró entonces un sistema y proteccionista,
regido por la Constitución de 1886 que perduró en Colombia por más de 100 años y
se caracterizó por un rígido centralismo y por las amplias facultades que otorgó al
poder ejecutivo. La Constitución estableció el sufragio para todos los varones, mientras
que el voto femenino se estableció hasta 1957.

HISTORIA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS


El nacimiento de los partidos políticos en Colombia tuvo lugar en la primera mitad
del siglo XIX, pues esta era la época en que Inglaterra tenía como referente el libre
cambio en la economía y la imposición de aranceles a los productos; todas ellas
ideas que pretendían difundir por el resto de los países del mundo.

Las ideas románticas y socialistas llegaron a la Nueva Granada, influyendo tanto en


los intelectuales que buscaban transformaciones como en los tradicionalistas.

En la Nueva Granada, por ese entonces, existían dos grupos poblacionales claramente
definidos:

Los indígenas, esclavos, artesanos, antiguos militares y comerciantes, para los cuales
un cambio en la situación social, política y económica era indispensable.

Los esclavistas, burócratas, terratenientes, militares de alto rango y clero, para quienes
la situación era ideal y debía ser mantenida a toda costa.

Para los primeros, el cambio era totalmente significativo e implicaba transformar el


Estado, pasando de unas relaciones coloniales (de acuerdo con los intereses
burgueses) a un Estado con leyes generales para todos, en las cuales se suprimieran
las jerarquías ante la ley y se le quitara a la Iglesia el monopolio del conocimiento y
de la enseñanza. Estas eran las primeras ideas liberales que abogaban por un
Estado con ciudadanos libres, lo cual implicaba la abolición de la esclavitud, así
como la implantación de las libertades de expresión, religiosa, de enseñanza y de
libre comercio.

Para los segundos, liderados por Mariano Ospina Rodríguez, las cuestiones sociales
sobre las cuales se discutía tan sólo servían para dividir a los granadinos, además
de interferir con sus intereses económicos (la abolición de la esclavitud, por ejemplo,
afectaba los intereses económicos de los esclavistas, o hacer jurídicamente iguales a
todos los hombres derrumbaba el poderío social de la burocracia del país).

De las anteriores disputas surgieron sociedades que, meses después, hicieron posible
la aparición los dos partidos Liberal y Conservador:

Sociedades democráticas, organizadas por intelectuales, obreros y la juventud


romántica y radical, quienes se reunían bajo los lemas de viva la ruana (pues teñían
las ruanas de rojo) y abajo las casacas azules. Ezequiel Rojas publicó, el 16 de
julio de 1848, las razones por las cuales se debía votar por el candidato liberal;
gracias a lo cual José Hilario López, el 7 de marzo de 1849, llega a la Presidencia
de la República (prueba de ello sería que López, el 1 de abril de 1849, pronuncia
un discurso dirigido a todo el país en el que las ideas de Ezequiel Rojas se ven
claramente reflejadas).

Sociedades católicas, las cuales fueron apoyadas por Mariano Ospina Rodríguez,
quien, el 21 de mayo de 1848, funda el periódico El Nacional, el cual establece las
diferencias entre los dos nacientes partidos y tilda a los liberales de ateos y
libertinos.

Los seguidores del ideario de Ospina se hacen llamar conservadores; son tildados por
los liberales de tradicionalistas, godos y azules, por ser este el color del emblema
mariano de la Iglesia católica.
Las sociedades católicas, y los conservadores en sí, defendían la moralidad cristiana
e iban en contra de las ideas revolucionarias, de la igualdad real, de la usurpación y
del anarquismo.

Tanto liberales como conservadores contaban con adeptos de diferentes clases


sociales, pues no todos los conservadores eran esclavistas, burócratas y terratenientes,
así como entre los liberales también se contaban personas que veían en el manejo
político del pueblo una gran posibilidad de obtener beneficios económicos.
A pesar de existir dos partidos políticos, el pueblo pertenecía a uno u otro más por
simpatía o antipatía que por un acto genuino de adhesión ideológica a uno u otro
discurso. En Colombia, la pertenencia a un partido siempre fue una cuestión más de
tradición familiar que de reflexión individual, lo que hizo que, en nombre de la
defensa de dicho partido, el fanatismo imperase por encima del razonamiento
sosegado, convirtiendo a las causas políticas en génesis y motivo fundamentales de
la violencia en Colombia durante la primera mitad del siglo XX.

Concepto de constitucionalismo
El constitucionalismo es la forma de organizar un Es tado en base a una ley
suprema, al que el resto de las normas jurídicas deben respetar, la Constitución, que
asegure al pueblo la igualdad, el goce de sus derechos naturales, el respeto a
su dignidad humana; y organice y limite los poderes del Estado, diferenciando entre
poder constituyente, propio del pueblo soberano para darse una constitución y poder
reformarla, y los poderes constituidos que gobiernan en base a ella, limitados unos
por otros, y son elegidos por la mayoría popular.

Si bien hubo antecedentes importantes en Inglaterra de reclamos de normas que limitaran el poder
monárquico, logrados con la sanción de la Petición de Derechos de 1677,
el Acta de Habeas Corpus de 1679 y la Ley de Derechos de 1689, esta
tendencia de organizar los Estados por medio de constituciones se
consolidó luego de que se pusiera fin al poder ilimitado de los reyes, tras el triunfo de
la ideología de los penadores iluministas, concretado en la Revolución Francesa que acabó con el
Antiguo Régimen, y sentó la base de las democracias modernas.

Fue Estados Unidos el primer país que tuvo su Constitución escrita en 1787, con
un procedimiento rígido de reforma, y donde se estableció la división de poderes. Luego se
añadieron diez enmiendas para consagrar los derechos de los habitantes. A esta Constitución
estadounidense, le siguieron las de Francia, de los años 1791, 1793 y 1848. Suecia tuvo su
Constitución en el año 1809, y España tres años después. En América Latina, fueron
pioneros Venezuela y Colombia, que estrenaron su Carta Magna en 1819.

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