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El Pez Gordo
El Pez Gordo
PEZ
GORDO
Roger Rueff
ACTO I
Son las 4:30 pasadas de un lunes por la tarde. La habitación del hotel rezuma una
notable carencia de mantenimiento, haciéndose evidente que no se ha invertido gran
cosa en mejorar las instalaciones durante sus casi 20 años de vida. Una puerta de
cristal desemboca en un balcón con vistas sobre la ciudad. Está cerrada y las cortinas
que caen hasta el suelo están recogidas a un lado. La luz natural ilumina el balcón en
un cerrado ángulo. Vemos a Beatriz de pie en el hombro derecho del escenario con el
auricular del teléfono en la oreja, como esperando a que alguien le conteste. Patricia
está sentada al otro extremo, en el sofá, inclinada hacia delante, concentrada en sus
papeles. Tiene un maletín abierto junto a la mesa de centro delante de ella. A lo largo
de gran parte de su conversación, Patricia se mantiene ocupada con sus papeles.
PATRICIA (Ligeramente sorprendida) Por nada. Es algo que dicen las mujeres
cuando hablan de su marido, una dice “estará reunido” y la otra
responde “estará”.
BEATRIZ Ya
Breve pausa
BEATRIZ Es agotador.
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PATRICIA Varias veces al año. Depende.
PATRICIA Hay que valer para este trabajo. Ya sé que no lo parece, pero así es.
BEATRIZ Te creo.
PATRICIA Si escuchas oirás a mucha gente quejarse por cualquier cosa. Pero a
mí me resbala.
BEATRIZ ¿Y eso?
PATRICIA Tan solo pienso que tengo una tarea y la hago. Antes o después.
Irritarme no hará que vaya más rápido.
BEATRIZ No te entiendo.
PATRICIA Te sorprendería el poco esfuerzo que requiere vivir. Hay gente que
se siente responsable directa de cada amanecer. Yo no soy de esas.
BEATRIZ Tú eres de las que dejan que las cosas pasen, ¿no?
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PATRICIA Tan sólo no pierdo los nervios si no salen siempre como yo quiero. ¿Y
qué si el Universo no se comporta exactamente según mis deseos?
¿Verdad?
BEATRIZ Verdad.
PATRICIA Gracias.
BEATRIZ Lo intentaré (Breve pausa) Creo que todo esto no es para mí.
PATRICIA Quizás te sorprendas. Hoy lo has hecho muy bien, según he visto.
PATRICIA Se nota.
BEATRIZ Gracias.
BEATRIZ No lo hago.
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BEATRIZ Aún no estoy segura de lo que quiero.
PATRICIA Tú considéralo.
BEATRIZ Vale.
BEATRIZ Perdona.
BEATRIZ Sí.
BEATRIZ El otro día, cuando hablé con ella por teléfono. Le pregunté cómo
eras para poder reconocerte en el aeropuerto.
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BEATRIZ Dijo que tenías una cara con personalidad.
BEATRIZ Seguro.
BEATRIZ Imagino.
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PATRICIA ¿Recién licenciada?
BEATRIZ Sí.
PATRICIA Así es. Pero antes de que te des cuenta alguien te pondrá delante una
tarta con 40 velas, o quizás 50, y un montón de gente saldrá del
armario gritando “¡sorpresa!”, como si fuera algo en lo que no
hubieras estado pensando cada mañana durante todo ese año.
PATRICIA Ésa será la señal de que te estás haciendo vieja. Lo verás en tus hijos.
O en los de los demás. Un día la hija del vecino habrá cumplido los
11, dará el estirón y la tendrás haciendo de canguro. Te das la vuelta
y ya está en la Universidad, a punto de licenciarse, y tú deseando
volver a tener 18. Entonces te sentirás vieja. Cuando te des cuenta de
que tu marido la mira más a ella que a ti.
PATRICIA Hubiese estado bien, sí. Ya sabes, las chicas son de sus padres. La
noche que nació la más pequeña lloré.
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BEATRIZ ¿Porque era niña?
BEATRIZ Claro.
BEATRIZ ¿Y eso?
PATRICIA ¿No?
BEATRIZ No.
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PATRICIA ¿Eres de las que piensan que estas revistas no deberían publicarse?
BEATRIZ No lo pretendía.
PATRICIA Lo sé. Pero lo ha sido. Has demostrado tu disgusto por estas revistas
sin infringir la libertad de prensa. Eso requiere talento.
PATRICIA A eso me refiero. Lo dijiste sin pensar. Por eso creo que podrías
hacer carrera en marketing.
Breve pausa.
BEATRIZ Disculpa.
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BEATRIZ Es sólo que me resulta muy difícil imaginar lo que es pasar por un
divorcio.
PATRICIA Porque ya no creo en Dios. Hubo un tiempo en el que sí, pero ya no.
PATRICIA No. De joven decidí creer pero fui dejándolo con el tiempo. Fue como
mudar de piel.
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BEATRIZ Me enseñaron que cuando una persona se convierte Dios la acoge en
su seno de por vida.
PATRICIA Vale. Pues esa parte es la que no quiero oír, así que piensa en las
otras, ¿quieres? Busca en ti esos otros puntos de interés que no
tengan que ver con Dios.
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PATRICIA ¿Qué esperabas?
LAURA Patricia, amiga mía, la palabra clave aquí era “suite”. Damos una
recepción en una suite, no en un armario. Aquí no se cabe.
PATRICIA ¿De qué coño te quejas? Estamos en la planta 10ª. Mira qué vistas.
LAURA (Fingiendo indignación) Genial. Ése es el trato que recibo por tener
sentido de la estética. Me insultan a la cara.
LAURA Pues espero que sea él el que lleve el peso de la conversación. Hay
que racionar el poco oxígeno que nos queda. (Laura inspecciona la
comida que hay sobre la mesa) ¿Qué es esto?
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LAURA Dímelo tú.
PATRICIA Ni lo sé ni me importa.
BEATRIZ Sí.
LAURA Bueno, ¿quién sabe? A lo mejor tenemos suerte y todos los que
vengan esta noche sean también primerizos como Beatriz.
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PATRICIA No. Ninguno.
LAURA Una no está casada durante 16 años sin saber cuándo alguien está
hablando de muebles con su marido. Ya lo has encontrado, ¿verdad?
BEATRIZ Pues…
BEATRIZ Me ha dicho…
LAURA Es lo que todos los maridos le dicen a sus mujeres. Es lo que cada
hombre desde Adán le ha contestado a su mujer cuando ésta le dice
que ha encontrado un mueble. Es el instinto. El salmón nada río
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arriba para desovar, los pájaros migran al sur en invierno y nuestros
maridos nos dicen que no están seguros de si nos lo podemos
permitir en este momento cuando les hablamos de muebles.
LAURA Yo no he dicho que les hagamos caso. Claro que no. Ésa no es la
cuestión. La cuestión es que nos lo dicen. Saben perfectamente que
un día llegarán a casa y se encontrarán el mueble en el salón.
Entonces se enfadan, discutimos, una cosa lleva a la otra y a veces –
solamente a veces- las dos partes implicadas acaban en la cama. Así
es la naturaleza, Beatriz. El fin es que la gente acabe en la cama, por
lo general en pareja (A Patricia) Hablando del fin de la Naturaleza.
¿Has visto qué ejemplares había hoy por ahí?
LAURA A no ser que hayas cambiado de inclinación desde la última vez que
nos vimos, Patricia, sí, me refería a los hombres.
PATRICIA ¿Cómo puedes saber qué aspecto tenían? Iban todos con el mismo
traje chaqueta.
LAURA A eso me refiero precisamente, a que todos iban con traje chaqueta.
PATRICIA (Sin hacerle gracia) Ah, ya. A ti te gustaban con traje chaqueta,
¿verdad?
LAURA Joder, si me gustan… Hay algo en los hombres con traje de chaqueta
que me vuelve loca. Es como si estuvieran envueltos en papel de
regalo esperando a que llegue una para tirar del lazo y liberarlos. Un
hombre con traje de chaqueta es mi idea del arte. (Se le ocurre una
conclusión trascendental) Y en pantalón vaquero. De esos ceñidos.
Beatriz, ¿tú qué opinas?
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BEATRIZ ¿Seguro que era amor?
BEATRIZ No lo sé.
LAURA Claro que sí. Todas lo estamos. Incluso Patricia lo estuvo una vez.
Sólo te estoy preguntando en qué dirección se rigen tus gustos.
BEATRIZ ¿Qué?
PATRICIA ¡Laura!
LAURA No, lo digo porque parece que le falta una de las características
fundamentales de la mujer del siglo XXI, lo que entendería si fuera…
ya sabes…
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BEATRIZ Es que no veo razón alguna en ir por ahí persiguiendo a hombres con
la mirada cuando Dios ya me ha dado un marido fantástico.
LAURA Ah, ya veo. Así que eres una mujer espiritual, ¿no?
BEATRIZ Jesús dijo que mirar un hombre con lujuria es lo mismo que cometer
adulterio.
LAURA ¿Eso dijo? Entonces nunca debió de haber visto a un hombre con
traje de chaqueta, de esos ajustaditos que se llevan ahora. Si no, hoy
lujuria sería un sacramento
LAURA ¡Por Dios! Así no me extraña que esta empresa no prospere. Estás
aquí por razones cosmética. Por lo que representas.
BEATRIZ No entiendo.
BEATRIZ ¿Yo?
LAURA Exacto.
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LAURA Da igual. Tú –como individuo- no estás realmente aquí, sino lo que
representas.
LAURA No. Sólo estar ahí de pie con cara de lista. O sentada, como prefieras.
LAURA Beatriz, si quieres saber la verdad, aquí no hay nadie. ¿Crees ver a
gente de arriba para abajo por los pasillos? Pues no. Lo que ves son
funciones.
PATRICIA Lo que Laura quiere decir es que si lo miras desde el punto de vista
de por qué estamos aquí, lo que somos es más importante que
quiénes somos. Así que en cierto modo no somos más que…
funciones.
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LAURA Eso nos lleva a otro importante punto. El lenguaje obsceno y los
gestos groseros son esenciales para poder llegar lejos en el
marketing.
BEATRIZ Ibáñez.
BEATRIZ Dime.
LAURA Es un imbécil.
BEATRIZ ¿¿Qué??
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LAURA Le conozco, ¿recuerdas? He tenido que aguantarle en más de una
ocasión y puedo asegurarte que es un puto mentiroso.
BEATRIZ Sí.
LAURA Porque no tienen ni idea de lo que hacen. Porque si sabes lo que hay
que hacer, entonces no tienes que dártelas de que sabes lo que haces,
te sale de forma natural. ¿Me sigues?
BEATRIZ Sí.
LAURA Pero los que no saben lo que están haciendo son los que van siempre
con ese aire serio para hacerte creer que lo saben. ¿Y sabes cómo
distinguirlos?
BEATRIZ No.
LAURA No pasa nada. No tienes por qué saberlo porque eres joven y aún te
queda por aprender. Pero yo te voy a decir cómo. La forma de
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distinguirlos es: cuestionártelo. Porque si te cuestionas querrá decir
que habrá aparecido una vocecilla en el fondo de tu mente que dice
“¿me está contando un cuento chino este tío?” O tía, porque ahora
corren tiempos distintos, como ya te habrás dado cuenta.
LAURA Sí. Estás ahí sentada con ese tío sonriéndote a la cara, ¿qué haces?
BEATRIZ No lo sé.
LAURA Exacto.
BEATRIZ ¿Qué?
LAURA Porque para ti y para otras cien mil millones de personas en este
mundo esa vocecilla está muy lejana. La oyes, pero no estás segura.
Por eso el mundo va como va. Porque si la gente escuchara a esas
voces no habría hambre ni pestes ni terremotos asolando el Planeta.
Las voces están ahí para ayudarnos a sobrevivir, pero nosotros –y
hablo en nombre de toda la especie humana- no las escuchamos. Y
todo por una sencilla razón: porque hay que sacrificar cosas.
BEATRIZ ¿Cosas?
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LAURA Así es. Te des cuenta o no, uno se dice continuamente: “Hay cosas
que quiero en esta vida”. Ya sabes… un buen coche, una casa, hijos, lo
que sea. “Pero si escucho a esa voz, me alejaré de los demás, perderé
mi trabajo, perderé una parte de lo que soy”. ¿Me sigues?
LAURA Bien. Has vuelto por el buen camino, sólo que te estás engañando a ti
misma.
LAURA Te estás engañando. Por un lado dices “si pierdo mi trabajo o lo que
sea mis distintos deseos no se verán cumplidos”, cuando en realidad
tu verdadero deseo es hacer callar a ese hijo de puta. ¿Entiendes? Por
miedo. El miedo a no conseguir lo que quieres. Por eso te quedas ahí
sentada comiéndote los bulos de ese hijodeputa mientras te sonríe
de oreja a oreja. ¿Me sigues aún?
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LAURA Me alegro por ti. Creer es bueno. Pero lo que quiero decirte es que es
irrelevante aquí. Creo que el sol saldrá por el este mañana por la
mañana, apostaría mi sueldo por ello, pero no voy a sacarlo en esta
conversación. ¿Entiendes lo que quiero decir?
BEATRIZ No lo sé.
LAURA Adivina.
LAURA (Defendiendo su orgullo) Patricia. ¿Me has visto hacer lo que acabo de
contar o no?
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LAURA Por eso hay esperanza, Beatriz. Porque hay personas como yo que
escuchan.
LAURA ¿Qué quieres decir con “cuándo”? ¿Dudas de la palabra de una mujer
que se sienta ahí a leer el Playgirl para cultivar su mente?
LAURA ¿Ves?
LAURA El tío se puso hecho una furia. Después se quedó allí sentado y no
volvió a salir de su boca una sola mentira en toda la comida.
LAURA ¿Qué iba a hacer? Le habían cogido. Todos se habían dado cuenta de
lo gilipollas que era y nadie dijo nada. Pero lo sabían.
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LAURA Por supuesto que lo perdimos. No puedes hablarle así a un hombre y
que siga siendo tu cliente. Y si lo haces y él suelta el cubierto y te
dice: “Beatriz, tienes toda la razón. Llevo fingiendo que sé de lo que
estoy hablando desde el momento en que nos sentamos y lo lamento.
No por ti, porque no te debo nada, sino por mí, porque quiero ser el
mejor ser humano posible y, ante todo, honesto.” Entonces te afeitas
la cabeza, te pones una túnica color azafrán y te pones a vender fotos
del tío ese por los aeropuertos, porque no tiene miedo y lo acaba de
demostrar. Merece ser idolatrado.
BEATRIZ Te lo prometo.
BEATRIZ De acuerdo.
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LAURA El negocio está en el aire. ¿Lo hueles? Es la fragancia de los contactos
estableciéndose.
LAURA Ya lo sé. Y también le tendremos a él. Fuller entrará por esa puerta,
echará un vistazo alrededor y quedará tan sobrecogido por estar en
la planta 10ª con vistas sobre todo el polígono que se arrojará sobre
la moqueta y dirá: “Cualquiera con el sentido de la estética para
elegir esta suite tendrá sin duda la mejor gama de lubricantes para
mi empresa. ¿Qué tengo que hacer para que me vendáis todo el
lubricante que podáis producir? ¿Aceptáis sobornos?”
LAURA Palabra por palabra. ¿Y sabes qué le responderé? “Sr. Fuller, tiene
toda la razón. Tenemos la mejor gama de lubricantes para su
empresa. Pero hay algo que me gustaría pedirle como favor, para
irnos conociendo.”
LAURA Bueno, supongo que entonces haremos las maletas por la mañana,
cogeremos el primer vuelo a casa, llegaremos a la oficina sobre las
dos y media y después nos colgaremos en el baño.
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LAURA Da igual. Es lo bueno de las convenciones, que todo el mundo lleva un
distintivo con su nombre. Seguro que se ha hecho uno especial para
la ocasión, de neón y con lucecitas. “Dick Fuller. Presidente del Grupo
Frontier. Apodo: El Pez Gordo.” ¿Te imaginas el trato que le van a dar
allá donde vaya? “Llévese un langostino con el champán, Sr. Fuller.
Qué agudo es usted, Sr. Fuller. ¿Quedan vacantes para esclava?”
PATRICA Seguramente no estaba preparada para alguien como tú. Sobre todo
cuando descargas toda tu artillería sobre ella.
LAURA Tiene que aprender. En la vida hay otras además de lo que ella cree
que sabe.
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LAURA Por supuesto que sí, no malgastaría mi tiempo con ella si no lo fuera.
Pero confía demasiado en su simpatía. Sólo quiero que tenga una
alternativa.
LAURA Sí, pero yo me parezco a ti, así que para el caso es lo mismo (Con la
mirada hacia el baño) A lo mejor está regodeándose en la
experiencia.
LAURA Creo que es algo que todos deberían experimentar al menos una vez
en la vida, sí. ¿Sabes lo que habrían dado los antiguos faraones
egipcios por verse limpiándose el culo? Todo. Pero no podían porque
aún no existía la tecnología.
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completa. Te hace recordar que en el fondo no eres tan distinto de
cualquier otro. Te da un sentido de humildad.
PATRICIA Si tú lo dices.
BEATRIZ Parte.
BEATRIZ Sí.
LAURA Ahí lo tienes, Beatriz. “Es un trabajo que hay que hacer”. El cielo ha
hablado.
PATRICIA No te creo.
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LAURA Lo juro por Dios.
PATRICIA ¿Cuándo?
LAURA Tienes toda la razón, no lo soy. Y está bien que lo señales, porque
estamos tanto tiempo juntas que a veces me lo creo.
BEATRIZ Debería. Me pareció ver un cartel que ponía que cerraban a las seis y
media.
LAURA Mírale. Beatriz tiene más sentido común que nosotras dos juntas. No
ha fumado un cigarrillo en su vida. ¿A que no, Beatriz?
BEATRIZ No.
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LAURA ¿Ves? Deberías presentarte para Santa, ya no hay tantas candidatas
como antes. ¿Eres católica?
LAURA Joder, entonces búscate una religión donde tengas alguna posibilidad
de promoción. Y de paso, me avisas si la encuentras, ¿vale?
LAURA Pero recuerda: la idea es mía. Me reservo los derechos. Para las
estampitas y esas cosas.
PATRICIA Voy abajo a ver si sigue abierta esa tienda. Vuelvo enseguida.
BEATRIZ Te acompaño.
PATRICIA No, quédate. Alguien tiene que echar un ojo a Laura. Asegurate de
que no subarrienda la suite.
Patricia sale.
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BEATRIZ No, gracias.
BEATRIZ ¿Crees que hay alguna posibilidad de que vuelva con su marido?
LAURA Claro. Solíamos salir juntos. Ya no tanto, pero hace un tiempo sí.
LAURA No tiene que hacerlo. Nadie le pone una pistola en la cabeza. Es una
elección que toma para ganar algo.
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BEATRIZ Aún así, me parece sacrificar demasiado.
LAURA A veces es necesario cortarse una pierna para salir de las trampas de
la vida.
LAURA No lo sé. La gente se casa por razones muy diversas. Me pareces una
chica con muchos principios.
BEATRIZ ¿Y?
LAURA Pues que he conocido a gente –no digo que tú seas una de esas, sólo
que los he conocido- gente con muchos principios que conoce a otra
persona también con muchos principios y se casan. Entonces un día
descubren que eran sus principios los que se habían casado, que ellos
sólo iban en el lote.
BEATRIZ Ya.
LAURA Era una auténtica montaña rusa emocional. Un día estaba eufórico, el
mundo era un lugar maravilloso y era feliz de vivir en él, y al
siguiente no parecía que estuvieras hablando con la misma persona.
Era como si algo en su interior se hubiera derrumbado. Y quién podía
culparle viviendo así. ¿No?
BEATRIZ No te entiendo.
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LAURA Vivía en una casa con un hijoputa y sus hijaputillas. Sobre eso
escribió Dante. ¿No has leído “El Infierno”?
BEATRIZ No.
LAURA Pues léelo. Descubrirás que en lo más profundo del Averno está el
demonio enterrado en hielo hasta arriba. Y más abajo hay una
habitación donde te encierran con una pandilla de hijosdeputa.
LAURA Claro que no. Es demasiado horrible, ¿quién iba a publicar eso?
LAURA Por eso Dios nos dio ojos y oídos, para descubrirlas. Excepto algunas
cosas que no son de nuestra incumbencia.
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PATRICIA Créeme, Laura. Ya no te queda nada por hacer que me pueda
avergonzar.
LAURA (Caminando hacia la barra) ¿Ves lo que tengo que aguantar, Beatriz?
Doce años así. Pero un día de estos llegaré al trabajo con una
ametralladora y saldremos en las noticias. ¿Seguro que no quieres
beber nada?
LAURA Marchando ¿Y tú, Patricia? ¿Un ruso negro? ¿Martini con vodka y
limón?
PATRICIA Soda.
LAURA ¿Soda?
PATRICIA Ya no bebo.
BEATRIZ ¿Yo?
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LAURA (Haciéndole una demostración) Es muy sencillo. Mira. Lo echas en un
vaso. ¿Ves? Así. Ya eres barman.
TODAS beben.
LAURA (Mirando su reloj) Bueno, ¿a qué hora se supone que empieza esto?
LAURA ¿Patricia?
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después volvemos aquí y enseñamos a Beatriz como se hacen
negocios.
Laura echa a Patricia una mirada de complicidad, después se vuelve hacia Beatriz.
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ACTO II
ESCENA 1
PATRICIA Y qué me dices de ese hijoputa que ha estado casi dos horas
hablándome de baloncesto. Y lo único que ha hecho es dejar claro
que no tiene ni idea. Eso es lo que me mata de estas cosas. Un tío se
libra de su mujer durante un par de días, le das un par de copas y de
repente se convierte en experto mundial en deportes. Por eso creó
Dios a las esposas, Beatriz. Para que los hombres sepan cuando se
comportan como capullos.
BEATRIZ Como una ayudante para Adán, con el fin de satisfacer sus
necesidades.
PATRICIA Bueno, no estoy segura de eso. Por lo que sé, Dios creó a la mujer a
imagen y semejanza para que el hombre pudiera verse reflejado. Ver
lo capullo que es. Ya que me hablas de almas te diré que un hombre
no tiene la menor idea de cómo es la suya hasta que se ve reflejado
en los ojos de la mujer con la que está casado. Y entonces se pasará el
día siguiente vomitando, porque un hombre honesto no aguantaría la
visión. (Laura entra. Aún llena de energía, pero con aspecto algo
abatido) Bueno, ya era hora. ¿Dónde coño has estado?
LAURA ¿Cómo que “dónde coño he estado?” ¿Dónde crees tú? Durante las
últimas dos horas, mientras tú andabas por aquí de copitas yo he
estado buscando al Pez Gordo.
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BEATRIZ ¿Al qué?
LAURA Al Salvador, Beatriz. El Jefe Supremo. El hombre que con una sola
palabra podría salvar de la ruina a esta empresa.
LAURA Patricia. Usa tu intuición por un momento. Emplea tu don divino para
extraer la verdad de una situación. ¿Tengo pinta de haberle
encontrado?
PATRICIA No.
LAURA Del Pez Gordo. La Gran Ballena Blanca. ¿Has leído “El viejo y el mar”?
BEATRIZ No.
LAURA Bueno, da igual. Hablamos del hombre que representa como entidad
el mayor cliente que esta empresa haya tenido y probablemente
tenga jamás.
LAURA Potencial, sí, haces bien en resaltarlo, amiga mía. El que podría haber
sido. Porque era nuestra tarea, tuya y mía, convertir esa
potencialidad en una realidad, mimar a ese hombre, cortejarle,
prometerle favores si fuera necesario para que se quedase con
nosotras. (A Patricia) ¿Pero lo hemos conseguido o no? ¿Votos al
“no”? (Laura levanta la mano)
LAURA Claro que no pasará nada. Después de que saquen nuestros cuerpos
del río y nuestras almas suban al Cielo. Lo malo es todo lo que pasará
entre medias. La parte en que nos despellejan vivas y nos echan al
fuego, ésa será la más dura. El resto es pan comido.
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PATRICIA Sírvete algo y relájate. Ya no podemos hacer nada.
LAURA No teníamos que hacerlo. Hubo que ir. Pero no, no teníamos que
hacerlo. Él tenía que aparecer aquí esta noche según “el plan”. (Con
sarcasmo, aludiendo a Patricia) Alguien tenía que haberle llamado y
confirmar la invitación. Alguien tenía que haberle traído hasta aquí a
tomar una copa. Alguien tenía que haber hecho eso.
LAURA ¿Ah, sí? Pues se quedó contigo. Seguro que estaba con un montón de
compañeras alrededor del manos libres, todas partidas el culo de
risa.
LAURA Claro que le ha pasado algo. Es evidente que algo le ha pasado. Entró
por esa puerta, echó un vistazo a lo que tú llamas aperitivos y se fue
cagando leches, ignorando por completo el hecho de que estaba en la
planta 10ª con vistas sobre todo el polígono.
LAURA No, está aquí. Llevo oyendo pronunciar su nombre toda la noche. No
hay duda de que está aquí. ¡Sólo que no está aquí! No sé si captáis el
sutil matiz. (A Patricia) De modo que nosotras –tu y yo, como grupo-
estamos jodidas.
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LAURA Vale. Fastidiadas. En la mierda. Con el culo abierto. En medio de la
caquita. Como quieras llamarlo.
LAURA Patricia. ¿Estás sorda? Estoy diciéndote que le hemos perdido. Estaba
invitado y no ha aparecido. Somos como los dinosaurios tras el
cambio climático, nos vamos a extinguir. Estamos… en una palabra…
jodidas.
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tu padre. Siento tirar por tierra todos tus fundamentos filosóficos
pero es hora de afrontar los hechos. Volveremos a casa y nos dirán:
“Patricia, Laura, venid a mi despacho un momento, tengo algo para
vosotras. Poned el culo.” (Pausa) ¿Y tú qué dices, Beatriz? ¿Quieres
ganarte la vida con esto?
BEATRIZ Sí.
BEATRIZ Nada, que siempre había tenido uno. Decía que, de un modo u otro,
siempre había habido un perro en su vida. La mayoría pastores
alemanes.
BEATRIZ Ya lo sé, pero eso nos llevó a hablar de todo tipo de cosas. Resulta
que acababa de sacrificar al último porque había mordido a alguien,
y entonces empezó a hablarme del anterior y luego del anterior a ése,
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y sin darse cuenta me había hecho un repaso de su vida a través de
todos sus perros. Me contó unas historias fascinantes.
LAURA La mejor comercial que ha tenido nunca esta puta empresa. Joder,
qué talento.
LAURA Mucho más que eso. Tenía “el don”. Como algunos deportistas, que
parece que hacen algo que siempre supieron en lugar de haberlo
aprendido. Pues así era María pero con la gente. Una vez me
contaron –no sé si es cierto o no- que estaba en una de estas
convenciones vendiendo neumáticos y había un tío sentado solo en
una esquina. Pasa, a veces van solos. El caso es que María coge uno
de los neumáticos, lo lanza rodando hasta donde estaba el otro y
dice: “¿qué te parece?” Al tío no le parecía nada, la acababan de
lanzar un neumático y ya está. Pero va María y añade: “Que me calle,
¿no?” ¿Lo ves? En eso era buena, en hacer que la gente se sintiera
cómoda.
BEATRIZ Ya.
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LAURA (Con resignación) Pero los días de María ya han pasado, amiga mía.
Ahora son los días de Laura y Patricia; o Patricia y Laura, como
prefieras. Dos mujeres a las que están a punto de darles por el
mismísimo culo.
LAURA Pues espero por nuestro bien que tengas razón. Porque dejar que el
Sr. Fuller se escurra así de nuestras manos podría ser considerado
por algunos como un acto de incompetencia.
LAURA ¿Qué?
LAURA Y lo hice, Patricia, lo juro por Dios. A todos los que no llevaban
distintivo les pregunté su nombre, por eso no entiendo cómo ha
pasado.
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PATRICIA ¿Por qué mierda iba a llevar el distintivo de otro?
BEATRIZ Yo qué sé. Creo que había tomado una copa antes de venir, quizás lo
intercambió con alguien. Me dio la impresión de que quería estar
solo. Estaba muy deprimido por lo del perro.
BEATRIZ Lo siento.
BEATRIZ Sí.
LAURA ¿Le dijiste que, aunque estuvieses casada, podías ser suya a cambio
de un pequeño negocio con nosotras?
PATRICIA ¡Laura!
BEATRIZ Sí.
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LAURA ¿Hablaste con el presidente de una de las mayores empresas
industriales de Europa acerca de religión?
BEATRIZ No.
LAURA Que no hables de religión. Y la segunda es: pase lo que pase, nunca
contradigas a un cliente.
BEATRIZ ¿Me estás diciendo que no crees posible mantener una conversación
civilizada sobre religión?
LAURA No, no lo creo. ¿Dentro de los confines de una iglesia donde se espera
el mejor comportamiento de todos? Vale. Pero aquí, en una
convención, nunca. Por eso existe la primera regla.
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BEATRIZ Pues por lo visto aún sigo viva.
BEATRIZ No.
BEATRIZ No.
BEATRIZ Sólo hablamos. Lo de los perros no fue más que una introducción al
tema de la vida y la muerte.
LAURA “Claro” no, Beatriz. No me digas “claro” como si tuviera que saberlo.
Porque la gente en general no va por ahí buscando la oportunidad
para sacar una conversación sobre la vida y la muerte, la religión y
cosas así.
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LAURA Cierto. Algunos. Y por lo visto, tú eres de este tipo de personas. Pero
la mayoría no. No es algo que surja. La mayoría, si sacas el tema, dirá
que la vida es buena y la muerte mala. Punto y final. No van por ahí
buscando oportunidades.
BEATRIZ Es que pienso que es importante que la gente conozca tus creencias.
BEATRIZ Si hubiera sabido que era alguien con el que se supone debías hablar
te lo habría dicho. Te lo habría hecho saber de alguna manera.
LAURA ¡Patricia!
LAURA Creo que las probabilidades habrían sido mucho mayores. Pero en
cambio no se permitió que la conversación siguiera su curso natural
porque alguien estaba al mando dirigiéndola. ¿Tengo o no razón,
Beatriz?
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LAURA (Exasperada) Pero era nuestro trabajo, amigas mías, compañeras,
coleguitas, vencer su deseo y captar su interés, al menos por un corto
periodo de tiempo. Porque si realmente hubiera querido estar solo se
habría quedado en su habitación. No tenía deseo alguno de que le
dejaran en paz, sino únicamente de no hablar de negocios.
LAURA No, Patricia. Porque hay formas de eludir eso y lo sabes. Sin
presionarle, pero haciéndole saber por qué vinimos aquí. A eso me
refiero.
BEATRIZ Lo siento.
LAURA Tarde.
LAURA Nada. No hay absolutamente nada que puedas hacer ya. (Tras una
pausa) ¿Mencionó dónde se alojaba?
BEATRIZ En el hotel.
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LAURA ¿Vaqueros? No me extraña que no le preguntara el nombre. Si
parecía un cualquiera.
LAURA ¿Qué?
BEATRIZ Es una especie de fiesta privada en ese hotel que hay al final de la
calle.
LAURA (Laura coge la tarjeta) ¿Y por qué no lo has dicho antes? ¿A qué
estamos esperando? ¡Vamos!
BEATRIZ No podemos.
LAURA ¿Y?
BEATRIZ Pues que creo que se enfadaría si aparecemos todas allí. Hizo mucho
hincapié en que era una fiesta privada.
PATRICIA Puede que Beatriz tenga razón. A lo mejor no es buena idea aparecer
allí.
LAURA ¡Patricia!
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LAURA Bien, ¿y qué propones? ¿Quedarnos aquí paradas mientras se nos
escapa el cliente de nuestra vida?
PATRICIA No.
LAURA ¿Qué?
LAURA (Dolorida) Patricia, Patricia, Patricia, Patricia. ¡No me hagas esto, tía!
BEATRIZ Sí.
PATRICIA Quiero que vayas a ese hotel a buscar al Sr. Fuller. Si tienes suerte y
sigue allí quiero que le des nuestras tarjetas y le digas que nos
gustaría mucho reunirnos con él. ¿Entendido? Dile que andaremos
por ahí hasta mañana al mediodía y que estamos a su entera
disposición, Pídele por favor que se ponga en contacto con Laura a
conmigo para hablar muy brevemente de negocios. Explícale que
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sabemos que está ocupado y que no le robaremos mucho tiempo,
pero que queremos hablar con él. ¿Podrás hacerlo?
PATRICIA Es lo único que tienes que hacer. Darle las tarjetas e irte.
LAURA Entonces ve y habla con él. Cuarenta días con sus cuarenta noches si
es necesario hasta que se canse, ¿capisci? Y después vuelves y nos
cuentas cómo ha ido.
LAURA Perdona por dudar de ti. Lo harás bien, si sigues las indicaciones al
pie de la letra ¿Entendido?
BEATRIZ Sí.
LAURA (Alzando la voz para que le oiga Beatriz) ¡Corre! ¡Pero no demasiado!
¡Si sudas no querrá acercarse a ti! (Pausa) Patricia. ¿Me definirías
como una mujer religiosa?
OSCURO
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ESCENA II
PATRICIA Gracias.
PATRICIA Sí.
PATRICIA ¿Qué?
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PATRICIA ¿Qué te hace pensar eso?
LAURA Porque nunca te había visto tan relajada como ahora. Parece que este
asunto te importara una mierda.
LAURA Sí, bueno, ya sé que hasta cierto punto a todos nos importa una
mierda. Pero en tu caso es como si no fuera contigo.
LAURA Y no te equivocabas.
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PATRICIA He estado dándole vueltas a la idea de buscar trabajo en algo
diferente.
PATRICIA Sí.
LAURA Mira, Patricia. Como amiga, como alguien que podría decirse te
conoce íntimamente, te diría que es una mala idea. Incluso me
atrevería a decir que es una mierda de idea.
PATRICIA ¿Y Beatriz?
LAURA ¿Estás sugiriendo que metan a Patricia en ventas? Las cosas que te
hace decir la soda.
Pausa.
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LAURA Bueno, mira, si algo te reconcome, sácalo. No es bueno quedártelo
dentro. ¿Sobre qué exactamente has estado pensando tanto?
PATRICIA Y la muerte.
LAURA (Exasperada) Por favor, tú no. ¿Por qué de pronto todo el mundo
piensa en la vida y en la muerte? ¿Es que hay algo que sepan todo
menos yo, como la llegada de una plaga que nos barrerá del planeta?
Breve pausa.
PATRICIA Sí.
LAURA Claro que sí. Todo el mundo se las hace de vez en cuando, sólo que
algunas no nos obsesionamos. Le damos su lugar. Yo también tengo
mis creencias.
PATRICIA Cuando era niña, una vez soñé con Dios. Soñé que le encontraba
dentro de un armario en medio de una ciudad arrasad por el fuego. Y
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allí en mitad de todo aquello había un armario, solo. Me acerqué, abrí
la puerta y ahí dentro estaba Dios, escondido. Recuerdo que tenía
una gran cabeza de león. Pero yo sabía que no era un león. Era Dios.
Estaba asustado, así que le tendí la mano, le saqué del armario y le
dije: “No tengas miedo, Dios, estoy a tu lado”. Acababa de ponerse le
sol. Nos quedamos allí, los dos, dándonos la mano, contemplando
todo aquel desastre. Y no sé por qué, pero siempre me ha
obsesionado la idea de que tengo algún tipo de misión aquí en la
Tierra.
PATRICIA ¿Víctor?
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LAURA Exacto, Víctor. Mira, en cuanto regreses a casa llamas a la oficina y les
dices “me encantaría ir esta tarde a trabajar, pero la verdad es que
estoy pasando por un momento en el que me importa un carajo vivir
o no, así que ya os veré en un par de semanas”. Después llamas a…
PATRICIA Víctor.
LAURA Víctor, eso es. Le llamas y le dices que has cogido una habitación en el
Hotel Deli. Te compras una tonelada o dos de condones, le llevas allí
y os ponéis a hacerlo como conejos en celo.
Pausa.
PATRICIA Sí.
LAURA Claro que sí, ¿cómo no iba a quererte? Mantienes una buena higiene,
vistes muy bien, no hablas con la boca llena… Tienes que querer a
alguien así.
LAURA (Con franqueza) ¿Si te quiero? No lo sé. Es una pregunta difícil. ¿Qué
te ha hecho pensar en eso?
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LAURA Vaya, Patricia, estás llevando las cosas un poco lejos, ¿no? A ver, ¿en
qué situación podríamos llegar a vernos para que fuera necesario
que muriese por ti?
PATRICIA Ni idea.
PATRICIA Yo no te lo pediría.
LAURA Ya.
Laura se levanta para rellenar la copa. Patricia permanece con la mirada perdida sin
prestarle atención.
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Beatriz entra, un poco decepcionada por encontrar a Laura aún levantada a esas
horas de la noche.
PATRICIA Te lo dije.
BEATRIZ Bien.
PATRICIA ¿Y?
LAURA ¿Y?
LAURA ¿De qué habéis hablado? (Breve pausa) Beatriz. ¿De qué habéis
hablado?
LAURA ¿Cómo cuál? Dinos una por ejemplo. ¿Le diste nuestras tarjetas?
BEATRIZ Lo siento.
LAURA ¿Le dijiste que Patricia y yo teníamos interés en verle para hacerle
una oferta?
BEATRIZ No.
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LAURA Hablasteis de…
BEATRIZ Jesús.
Pausa.
LAURA (Con forzada calma) ¿Y exactamente qué le has dicho sobre Jesús?
¿Mencionaste quizás qué gama de lubricantes industriales habría
preferido Jesús?
PATRICIA ¡Laura!
BEATRIZ Jesús.
LAURA Jesús. Ya veo. (Breve pausa) Así que el tema de los lubricantes no
surgió en absoluto, supongo.
BEATRIZ Sí.
LAURA De modo que la conversación empezó a tener vida propia hasta que
de repente, sin daros cuenta, allí estabais hablando de Dios. Disculpa,
de Jesús.
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LAURA Entonces no te entrometiste ni la dirigiste de forma alguna.
LAURA (Sin alterar la voz, tras una pausa) Voy a decirte una cosa, Beatriz. Es
algo que no digo a muchas personas a menos que lo crea firmemente,
porque para mí equivale a mandar a alguien a la mierda.
LAURA …te creo, sí. He hecho un gran esfuerzo por convencerme a mí mismo
de que lo que acabas de decir es verdad.
BEATRIZ Es la verdad.
LAURA (Con forzada calma, rozando la dulzura. A Patricia) ¿Ves? Está bien (A
Beatriz, tras una pausa) Voy a hacerte una pregunta y quiero que me
respondas con sinceridad. ¿Lo harás?
BEATRIZ Sí.
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LAURA Lo que quiero saber, Beatriz, es lo siguiente: ¿Quién sugirió, quién
mencionó –si lo prefieres- el tema de Jesús? ¿Quién lo sacó? Sé
sincera.
LAURA Tú…
BEATRIZ Sí.
BEATRIZ Sí.
BEATRIZ Porque es muy importante para mí que la gente oiga hablar de Jesús.
LAURA ¿Para que ellos sepan que murió por sus pecados?
BEATRIZ Sí.
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LAURA De acuerdo. Entonces voy a reformular la pregunta. Teniendo en
cuenta lo que ya sabes de la naturaleza de nuestra misión aquí y
comprendiendo lo importante –mejor dicho, lo esencial- que era para
nosotras reunirnos con el Sr. Fuller para el tema de los lubricantes,
¿por qué tú en cambio has decidido hablarle de Jesús?
BEATRIZ Sí. “Nuestro tema” no significa tanto para mí como el destino del
alma humana.
BEATRIZ Sí.
BEATRIZ El Apóstol San Pablo dijo: “Estad preparados porque a la hora que
menos penséis…”
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LAURA (Con contundencia) La cuestión aquí no es tu creencia en Dios, ni tu
deseo de difundir esa creencia. La cuestión es qué hemos venido a
hacer aquí, cuál es nuestro propósito.
LAURA No vuelvas a echarme eso en cara. ¡Ni se te ocurra! No hay nada malo
en admirar el paisaje mientras estás trabajando. En el momento que
dejas de trabajar es cuando se convierte en pecado. Y para tu
información, niñata, llevo quince años en este trabajo, quince años
haciendo exactamente lo mismo que ahora, y nunca, ni una sola vez,
le he sido infiel a mi marido. He mirado a hombres, sí. Les he mirado
el culo. He deseado en lo más profundo de mi ser ver desnudos a un
par de ellos, pero eso es lo más lejos a lo que he llegado.
LAURA ¿Cómo sabes lo que dijo Jesús? Di que alguien te lo contó, que lo
leíste en un libro o que se lo contaron a un amigo. Pero tú no sabes si
es verdad ni yo que no lo sea porque ninguna de las dos estaba allí.
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BEATRIZ Hay evidencias.
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LAURA Es que no lo eras. Y en un sentido mucho peor.
LAURA (Exasperada) ¿Por qué de repente todos…? (Laura cierra los ojos y
parece hacer un gran esfuerzo por recomponerse. Pausa) Tienes toda
la razón, Patricia. No soy su madre. (Breve pausa) Perdóname,
Beatriz. Por comportarme como si fuera tu madre. Por empeñarme
en darte algo de lo que soy.
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LAURA Eso es lo que yo digo (Pausa) Ahora si me disculpáis… De pronto me
he dado cuenta de lo tarde que es. ¿A qué hora quieres que nos
reunamos mañana?
PATRICIA Me da igual.
LAURA Vale.
Laura sale.
PATRICIA Aún no. (Breve pausa) Me gustaría decirte algo. Y quiero que me
escuches con atención porque es muy importante.
BEATRIZ Tú dirás.
PATRICIA La mujer que acaba de salir… hace un momento, es una gran amiga
mía. ¿Lo es porque le conozco desde hace mucho tiempo? Hay
bastante gente a la que conozco desde hace mucho y a algunos no les
dejaría ni limpiarle el culo a mi perro. Otros vienen y van, me dan
igual, con independencia del tiempo que les conozca. Pero Laura me
importa mucho. Y la razón es porque puedo confiar en ella. Es
honesta.
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BEATRIZ ¿Honesta? ¿O simplemente directa?
BEATRIZ Jesús…
PATRICIA (Enfadada) ¡No empieces con esa mierda! ¡Te estoy hablando de
mujer a mujer, de persona a persona, así que demuéstrame tú el
mismo respeto! ¡No hablamos de religión, sino del sentido de vivir!
(Pausa) Antes me hiciste preguntas sobre la personalidad.
Hablábamos de caras, pero la cuestión es más profunda, La cuestión
es si tú tienes personalidad. Y si quieres mi sincera opinión, creo que
no la tienes. Por la sencilla razón de que aún no te arrepientes de
nada.
BEATRIZ ¿Me estás diciendo que no tendré personalidad hasta que haga algo
de lo que me arrepienta?
PATRICIA No, Beatriz. Te estoy diciendo que ya has hecho muchas cosas de las
que arrepentirte. Pero todavía no lo sabes. Cuando empieces a
descubrirlas, cuando te des cuenta de los disparates que has
cometido y ansíes poder rectificar a pesar de que sea tarde, y lo
sepas; entonces no te quedará más remedio que cargar con ellos
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como evidencia de que la vida continúa, de que el mundo seguirá
girando sin ti, de que en el fondo no eres tan importante. Y en ese
momento surgirá tu personalidad, porque la honestidad habrá salido
de lo más profundo de ti y quedará como una marca indeleble en tu
cara.
Pausa.
Breve pausa.
PATRICIA Sí.
PATRICIA No hay de qué (Beatriz sale. En voz baja, para sí) Buenas noches.
Patricia se acerca a la barra y coge una botella de soda. Sus ojos se detienen en una
botella de ginebra. La coge y observa fijamente la etiqueta durante un momento.
Suena el teléfono. Se acerca al aparato, sin darse cuenta de que lleva consigo la
ginebra.
PATRICIA (Tras descolgar) ¿Diga? (Pausa) No, acaba de irse. (Pausa) No lo sé,
pregunta en recepción (Pausa) Mira, Laura, ha sido un día muy largo
para todas. Intenta dormir. (Patricia se dispone a colgar el teléfono.
De repente, se frena en seco) ¿Qué has dicho? (Larga pausa) Sí. (Breve
pausa) Yo también te quiero.
Cuelga y se queda con la mirada perdida, mientras sostiene la botella de ginebra con
ambas manos. Las luces se funden lentamente hasta OSCURO
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