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Una crítica acéfala para la modernidad latinoamericana

Author(s): Raúl Antelo


Source: Iberoamericana (2001-), Nueva época, Año 8, No. 30 (Junio de 2008), pp. 129-136
Published by: Iberoamericana Editorial Vervuert
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Raúl Antelo*

Z> Una crítica acéfala

para la modernidad latinoamericana

1. Transculturación y supra-regionalismo

Adorno (1971) consideraba que el modernismoes tan sólo un aspecto, quizás incluso
irrelevante,del proyectomodernoy alertaba,a su modo, contrala tentaciónde sacrificar
la partepara salvar el todo, aunque era consciente,sin embargo,del riesgo que compor-
taba una excesiva o absorbenteidentificaciónde la partecon el todo. Criticarel moder-
nismo no necesariamente debe confundirse,con negarle validez a la modernidad tout
court. Pero, alertados acerca de ese riesgo, se debe, sin duda, emprenderuna crítica al
modernismoporque, no hacerlo, puede abrirleel camino, como lo está abriendo,al más
torpeneoconservadurismo-Alain Badiou (2007), con inocultable galocentrismo,nos
diría,más bien, al petainismo- de una política que postula sin treguaun retornoacrítico
y nostálgicoal pasado.
En efecto, en la crítica al modernismo podemos reconocer, sustancialmente, dos
direcciones: una, la que lo considera como un simple protomodernismo,es decir,como
una exaltación del mundo tradicional,nacional, territorialy mimètico; y otra,como un
hipermodernismo, esto es, como una fe excesiva e ilimitadaen la reconfiguracióntecno-
cráticadel mundo occidental. La primeradesconstruyelos presupuestosde la moderni-
zación; la segunda, en cambio, al relanzarla,activa una posición neoconservadoraque de
hecho destruyetoda ilusión de cambio.
Cuando, hacia fines de los años sesenta, se emprendióun diagnóstico abarcador de
América Latina en su literatura(Fernández Moreno 1986), la revisión del modernismo
se tradujo,a mi modo de ver,en dos vertientesprincipales.Una, la de la sincronía,consi-
dera que lo latinoamericano, a pesar de sus impasses, pertenece en su conjunto a una
misma época, la de lo moderno; otra,la de la sintopía,cree que, al referirnosa América O
ro
Latina,hablamos de un mundo no más separado por diversaslenguas nacionales, sino de
Cr'
una construcciónculturalheterogénea,aunque uniformeen su orientación.El diagnósti-
co de Ángel Rama (1982) se encaja en esta últimalógica, aun cuando cabe preguntarsesi oo
O
O
(N
O
m

* Federalde SantaCatarina, >


RaúlAnteloesprofesor titular
deLiteraturabrasileñaenla Universidad y §
visitante
profesor enuniversidades países,talescomoUniversity
delBrasily de otros ofTexas,Yaley 1
DukeenlosEstadosUnidos y LeidenenHolanda.Es autor,entre otros, Mário
de Na ilhade Marapatá.
deAndrade lê os hispano-americanos Discursos de Nação(1998)y Transgressão& IS
(1986),Algaravia. S3
modernidade (2001).Fue coordinador de la crítica
edición de la Obra completa (1999)de Oliverio g
S
Girondo
parala Colección Archivosdela Unesco. =5

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esa postulación unitaria de lo latinoamericanoes una restitutioad integrumo bien la


invenciónde un origen"por venir",no digo futuro,sino en constantemetamorfosis.
Buena parte del debate posmoderno en Brasil pasó justamente por ese punto: ¿el
barroco es una génesis secuestrada por la formaciónde la autonomía o bien debemos
pensarlo como un principio regulador,como un comienzo constituidoaprès coup? En
otraspalabras, ¿puede el origentenerhistoriao la historiaes, precisamente,la descons-
truccióndel origen?Antonio Cândido (1986), que sin duda se cuenta entrelos partida-
rios de la primeratendencia,razonaba, por ejemplo, que, hacia el Novecientos,predomi-
naba en la región una conciencia amena del atraso social que, gradualmente,se fue
transformandoen una conciencia catastróficay lacerada de subdesarrollo. Para salvar
ese hiato entreformassimbólicas adelantadas e imaginariossociales retardatarios, el crí-
tico"brasileñoproponía reactivarla estrategianarrativadel regionalismo,o mejor,de un
supra-regionalismoque transgrediera las separacionesjerárquicas de la mimesisconven-
cional. Eso nos abriríalas puertas,decía, a una comprensiónfuncionalo estructural, en
que lo importanteya no sería la fidelidaddel relatoa un lugar existente,sino la amplia-
ción imaginariadel espacio a una dimensiónaglutinadora(la del espacio gnósticoameri-
cano, por ejemplo, en la expresión de Lezama Lima). En todo caso, lo que permanecía
intocadoen muchos de esos diagnósticosera la necesidad de una crítica"monocefàlica",
una críticaque le atribuyeseuna sola cabeza, un único eje, un centro,en fin,a la política
culturalen América Latina.

2. Unidad y diversidad latinoamericanas

Sin embargo,aspirara la unidad (política) por tras de la diversidad(cultural) no va


sin problemas.¿Qué es lo unol GiorgioAgamben nos recuerdaque

Dalla radiceindoeuropeache significa'uno', provengonoin latinodue forme:similis,


cheesprimela somiglianza, e simul,chesignifica'nellostessotempo'.Così accantoa simili-
tudo(somiglianza)si há simultas,il fattodi essereinsieme(da cui,anche,rivalità,inimici-
da cui,anche,fingere,
si há simulare(copiare,imitare,
zia),e accantoa similare(rassomigliare)
similare)(1996: 67).

La observación de Agamben toca uno de los puntos más candentes de la moderna


historiografíalatinoamericana. ¿Puede el discurso autonomista garantizar,al mismo
tiempo,tantola rupturainauguralcomo la constituciónde un lenguaje experimentalpara
lo estético? Digámoslo de otro'modo: ¿la América Latina unificada bajo la divisa de lo
moderno,es similis, aunque siempresecundaria,de Europa o simultánea de su matriz?
El análisis de Agamben superpone,problemáticamente,dos líneas de trabajo aparente-
menteenfrentadasen esos diagnósticosde los años setenta:la de la simultas,que atravie-
sa el pensamiento de Rodríguez Monegal, José Luis Martínez o Ángel Rama, y la de
simulare,presenteeñ las lecturasde Severo Sarduyo Haroldo de Campos. Es sintomáti-
co entonces comprobar que ese coloquio inaugural, convocado por César Fernández
Moreno, nos brindabaasí un rostrode la modernidadcontinentalen abiertametamorfo-
sis, en virtudde la cual no cabía yá leer lo doble como irreductibletensióndialéctica sino
como inquietantesuperposicióno curioso contactoentrevalores disímiles.Es aun Agam-
ben el que precisa que:

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Il voltononè simulacro,nel sensodi qualcosache dissimulae coprela verità:esso è la


simultas, l'essereinsiemedei molteplici visiche lo costituiscono,
senzache alcunodi essi sia
più vero degli altri.Cogliere la verità
del volto,significaafferrare
nonla somiglianza,ma la
simultaneità dei visi,l'inquietapotenzache li tieneinsiemee accomuna{Ibid.).

Agamben vincula así, de formainexorable,la política, es decir,lo simultáneo,y la


representacióno, en otraspalabras, el semblante,de modo tal que resultaimposiblepen-
sar lo uno sin lo múltiple. En otras palabras, el semblante y lo simultáneo pasan a ser
solidariamentedetectadoscomo síntomasde lo moderno.Justamentepor ser el semblan-
te el lugarde la verdad,es allí donde fluyela historiay asimismo donde una simulación
tiene su curso. En su ensayo "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo", Jacques
Lacan ya había aludido a ese proceso planteadopor Agamben,a travésde la marca de la
falta,señalando que el valor no se camuflacabalmentetrasel disfraz:

Telleestla femmederrière sonvoile:c'est l'abscencedu pénisqui la faitphallus,objetdu


désir.Évoquez cetteabscenced'une façonpluspréciseen lui faisantporterunmignonposti-
chesousuntravesti de bal,etvous,ou plutôtelle,nousen direzdes nouvelles(1966: 825).

Al retomaresa constataciónacerca de prótesisy postizos de lo modernoen su lectu-


ra de Iván el terrible, la película de Eisenstein,Roland Barthes (1994a) postularíatam-
bién un sentido obtuso, el de un significantesin significado,que, por situarsefueradel
lenguaje, no copia nada previo,aunque se piense siemprea sí mismo en el interiorde la
interlocución.Ese sentido obtuso, distantedel referentey depletivo del sentidodado, es
tan sólo un toque, un encuentro,un contacto,un azar. Analizando, en efecto,el postizo
de barba del zar en el film, Barthesrazona que, aunque éste no sea un disfraz,señala, de
hecho, un doble disfraz,donde uno, sin anular al otro,produce un hojaldre de sentidos,
sentidosesos que, al dejar subsistiro resonarotrossentidosprecedentes,precipitan,asi-
mismo, como en una construccióngeológica, otrostantossentidos potenciales, en una
escenificacióna dos puntas,de modo tal que "le posticheeisensteinienest à la fois posti-
che de lui-même,c'est-à-dire pastiche,et fétichedérisoire,puisqu'il laisse voir sa cou-
pure et sa suture"(1994a: 873). En esa misma línea razona GregoryUlmer,en Applied
Grammatology , cuando lee a Iván como "the creatorof the linen trade" y a su represen-
tación en el filmcomo un "signatureeffect"de Lenin/linen(1985: 300).
Sea como fuere,en uno como en otroteórico,es decir,tantoen Lacan como en Bart-
hes, vemos que el sentidose imponea travésdel sin-sentido,gracias a la banalidad de un
postiche, es decir,de un mero artificioenigmático.Diríamos así que, en el sujeto camufla-
do o travestido,el postizo respetalos semblantesdominantes,adoptándoloscomo propios,
mientrasque, en el actoreisensteiniano,en cambio,el postizoconfiesaserlo: no es más que
un semblanteque se presentaantenosotroscomo tal. Su sentidoobtuso,de impugnacióna
lo dominante,exhibe así un doble disfrazpara que el sujeto, finalmente,advenga a su
lugar.Como el ready-made, él mismoa modernistsignatureobject, ya que, al crearvacío,
no cesa de autorreferirse como emblema de lo otro(Wajcman 1998), podríamosformular
la hipótesisde que el postizo delata la ausencia para poderadquirircentralidad.
Pero ¿qué centralidadtanpeculiares ésa? La de que el enigmaidentitario, es decir,ese
postiche de soberano,construidode pastiche y de fétiche, es pura negatividad.No quiere
esto decir que no haya identidad,sino que toda identificaciónsimbólica con lo moderno
remitesiempre,en doblez autorreferente, a lo vacío, a un vacío que no es ausencia sino vir-

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tualidadde ser.Por lo tanto,en el lugarde lo moderno,encontramossiempretansólo más-


caras,pero esas máscaras,esos postizos,son máscarasde la nada, son postizos de lo vacío.
Lacan los identificabacomo semblantes,es decir,aquello que vela la nada, lo que nos per-
mitepensar lo modernocomo un lugaro un semblanteactivado, en últimainstancia,por
unos sujetosque tienenuna relaciónmuchomás próximae intransferible con la nada.
Llamaríamos entonces "modernidad" -aunque podríamos también designarla
"mujer", ya que la modernidad es mujer (Huyssen 1986)-, a ese conjunto de postizos
obtusos que encubrenla ausencia pero que, al mismo tiempo,hacen aparecer la diferen-
cia. En otras palabras, lejos de la confianza vanguardistaen lo mecánico, tan activa en
las certezasmasculinas del modernismo,diríamosque la modernidadson aquellos sem-
blantesque de hecho sustentanlo simultáneo.La modernidades policéfala.

3. Un paso (no) más allá de lo político

Cuando se lee la culturasegún estas premisas,nos enfrentamoscon la modernidad


como una escena donde circulan,al mismo tiempo,diversos valores enfrentados.Tome-
mos el caso del tiempo. En nuestrapráctica,lejos de insertarlos hechos, como dados a
priori, en una sucesión temporaldada, la estrategiade lecturaexige, al mismo tiempo,
trabajarcon la inequívoca singularidad del evento, pero asimismo con la ambivalente
pluralidadde la red en que inscribimosaprès coup cada evento singular.Este parti pris
redefineel tiempocomo tiempo-con(como diferenciao diferimento, es decir,como con-
o
temporización temporalización). Quiere decir, entonces, que la esencia del tiempo es
una co-esencia intempestiva,que se activa en el presentede una lecturay que la tempo-
ralización del anacronismocríticoequivale a una participacióntemporalen la temporali-
dad, es decir,a una hiper-temporalización infinitay potencializada del evento,y de ello
se desprende,en últimainstancia,que no es el tiempolo que definela críticacultural.Lo
que definela temporalidadculturales, al contrario,el con, su sintaxiso composición,su
uso, su política. Ello nos obliga a repensarla política del tiempoy las alianzas anacróni-
cas del crítico culturalen la escena contemporánea,según la premisa derrideanade un
pas au-delà du politique (Derrida 1994).
Con esa fòrmulade Lévinas, Derridanos invitabaa revisitaruna línea de pensamien-
to que compartía,retrospectivamente, con Jean-LucNancy, con Maurice Blanchoto con
Georges Bataille. Fue Bataille, en efecto,quien inauguróla cuestión de la desmateriali-
zación de la culturaen la modernidady,a los finesde su análisis, nos propuso considerar
un dominio heterológico o sagrado, compuesto por fenómenosque escapan a la reduc-
ción intelectualy que sólo admitenser definidosen negativo,como diferenciano-lógica
o inexplicableen términosargumentativos. Por eso, en La estructurapsicológica delfas-
cismo (1933), Bataille creyó poder señalaruna ciertasemejanza entrela heterologíay las
formacionesdel inconsciente-"la pensée mystiquedes primitifs",decía, pensando en
los aztecas, en quienes veía una fuentede renovaciónde la modernidadoccidental-. Esa
cuestión se traducía en clave de potencia pasiva en algunos acontecimientosdecisivos,
entreellos, un montaje de Numanciai, la pieza de Cervantes,que narrala resistenciade

1 Bataille:"Chronique
Cf.Georges nietzschéene",enAcéphale, 2, 1937;recogido I de las
enel volumen
consultar
(Bataille1970a:485).Sobreel particular,
ŒuvresComplètes 2006.
Esposito

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los habitantesal cerco de la ciudad, versiónesa para la cual su autor,Jean-LouisBarrault,


había invitadoa un colaborador del grupobataillano de la revistaDocuments, el escritor
Alejo Carpentier,quien firmóla partiturade la obra.
¿Es Numancia una resignadamanifestaciónde pasividad y de entregaa lo inexorable
o lo es de esquizosémica apatía bartlebiana? Tal ambivalencia axiológica también se
detectaen el concepto bataillano de heterología,del cual se podría extraeruna vertiente
"de derecha" y otra "de izquierda". La heterogeneidad diestra,ascendente o superior
adopta la soberanía como formaacabada de poder, mientrasla heterogeneidad zurda,
descendiente o inferior,trabaja, en cambio, con aquellos elementos excluidos por la
homogeneidadsimbólica, en la medida en que dichos elementosamenazan la estabilidad
y equilibrio de la duración simbólica. A partirde esa diferenciaciónentredos tipos de
heterogeneidadsocial, Bataille pasó a identificarun polo atractivode la heterología,el
de la hagiología o saber de lo sagrado, y un polo revulsivo de la heterología, el de la
escatologia o saber de los deyectos. Pero más que excluirse mutuamente,ambos extre-
mos, una vez más, se integran,de formacompleja, como queda claro en los fenómenos
de masa, de los cuales el fascismo, en particular,siempreatrajo la atención de Bataille.
De hecho, la paradójica asociación de los aspectos imperativosde la heterogeneidad
con sus componentes subversivos, que hacen del fascismo un modernismo reactivo,
señalan también nuevos fenómenos de excitación y conglomeración que, por un lado,
reaccionan contra la unidireccionalidad del humanismo y, por el otro, responden a la
homogeneidadde la representacióndemocrática.Por ese motivo,en lo íntimode la expe-
rienciaestética,Bataille interpretaba que la escrituraocuparía la posición ambivalentede
conservarpero, al mismo tiempo,gastar la experiencia,funcionando,alternativamente,
como críticapero tambiéncomo práctica; como estéticay como anestética; como cues-
tionamentopero no menos como reactivaciónde los valores simbólicos.
No olvidemos, en ese particular,cuán decisivo fue para la teorización de Bataille su
encuentrocon la etnografía(Lecoq/Lory 1987), la de Marcel Mauss o AlfredMétraux,
quizás por el doble valor de la misma disciplina antropológica,siempre oscilando entre
mitoy rito,siemprenivelándose entrela expansióndel saber instrumental occidentaly el
rescatede una poética de la alteridad.Destaquemos, en particular,la relación de Bataille
con Métraux, especialista en antropofagiaritual tupi-guaraní(Métraux 1928), quien,
durantevarios años, fue profesoren la Universidad de Tucumán2. El impacto de esa
experiencia de los límites,que es todavía etnográficaen Métraux pero deviene estética
en Bataille, ya se nota en uno de los primerostextosde sociología sagrada, "L'Amérique
disparue", incluido en el primertomo de sus Œuvres complètes (Bataille 1970b) y que
sería rescatado,en los años ochentapor el grupoOctober.
En efecto,leemos en ese textoemblemáticola paradoja de toda soberanía, el hecho
de que el sujeto debe manifestarseallí mismo donde ya no puede más hacerse presente.
En la medida en que la soberanía presupone expiar la autoridadque se obtiene a través

2 En losaftos
treinta,enlas páginasde la Revista de Etnología
delInstituto de la Universidad de Tucu-
mán, Métrauxanalizaríala de los
antropofagia kaingangue o el universo
y la en
naturaleza lasrepresen-
taciones
míticas dealgunosindígenasde laArgentina,observacionesretomadas ensu libroMyths ofthe
TobaandPilagáIndiansoftheGranChaco(Métraux 1946).El mismoMétraux recuerda la relación
entre y la antropología
Bataille ensuartículo de 1963"Rencontre aveclesethnologues".

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de su institución,para Bataille sólo puede existiruna definiciónnegativa de comunidad,


cuya posibilidad se vislumbragracias a la muerte(Esposito 2002, 2004). Como, a veces
muy a pesar suyo, no deja de subrayarel mismo Giorgio Agamben, la comunidad sobe-
rana,revelada por la muerte,no instituyevínculo positivo entrelos sujetos sino que, por
el contrario,se organiza a sí misma en función de su aniquilamiento o desaparición,
entendiéndoselacomo aquello que, de ningúnmodo, se podría transformar en sustancia
u obra común (Agamben 1987, 1999).

4. La des-obra de lo moderno

La comunidadnegativaes así tan inoperante(Nancy 1990) como lo es el texto(Bart-


hes 1994b) al que, sin abuso, cabe pensar como una des-obra. Es en ese sentido que se
podría hablar de la condición "literaria"del concepto de comunidad según Bataille. Esa
comunidadnunca es una comunidadplenamenterealizada, sino una comunidadinfraleve
(Duchamp 1976), ya que su objetivo permanenteconsistiría tan sólo en postular, de
maneradiseminada,la imposibilidadde enunciados asimétricos.Más que colaborarpor
tantocon la constituciónde parques zoológicos (Sloterdijk 1999), de cuantificacióny
control,la soberanía infralevenos permitiría, en cambio, reabrirsin cesar la condición de
lo acéfalo y de lo excepcional (ex capere), funcionando,en última instancia,como una
auténticapedagogía de la diferencia.
Una pedagogía de la diferenciapresuponeuna pedagogía de la diseminación de los
sentidos,es decir,un modo de captar,construiry recorrerun sentidoque aún no se hizo
posible o que ya no es más visible. Una pedagogía de la diferenciaes una educación de
los sentidosque pueda responderacerca de la contemporaneidaddel analista,haciendo la
salvedad de que lo contemporáneonos impone siempreuna relación ambivalentecon el
tiempo,al cual adherimosen parte,aunque no por ello dejemos de tomardistanciaanteél.
Esta particularconcepción intempestivadel tiempo-que es la de Nancy (2003, 2004) o la
de Didi-Huberman(2000), para sólo dar dos ejemplos- es definidapor GiorgioAgamben
como aquella relación en que el críticoadhierea su tiempoen la formade un desfasaje y
un anacronismotan peculiares como deliberados.Ese hiato hace que el auténticocrítico
de lo contemporáneono vea las luces de su época, sino su niebla y su neblina,que son las
que lo acechan e interrogan:"contemporaneoè collui che riceve in pieno viso il fascio di
tenebrache provienedel suo tempo" (Agamben 2008: 9). Por eso diríamosque la crítica
acéfala (la que no trabajacon un principiosagrado e incuestionado,la jerarquía) sacrifica
la actualidadpara salvar (para saludar) las desventurasindeclinablesde su propiotiempo.
Hay, en esa perspectiva, una clara carga anti-teológico-política.Los diagnósticos
setentistasque comentábamos al comienzo trabajaban, cada uno a su modo, por una
modernidadcapaz de neutralizarantagonismosexplícitos,aunque relativamentedébiles.
Esa neutralizaciónse llamó "transculturación" o "supra-regionalismo"y se orientóhacia
un régimenautonomistade lectura.Constatamos,sin embargo,que ese librejuego de los
imperativos sociales produjo, en diversos grados y con variadas características, una
sociedad monocéfala,en clave nacional o estatal,o en ambas, pero siempreatrofiadaen
su aplastante esterilidadhacia lo nuevo. La escena contemporáneade América Latina,
irregularmentelibre y vital, nos ofrece, en cambio, una cultura policéfala, en que los
antagonismosvitales se manifiestande maneracada vez más constantey explosiva. Pero

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esa irreductibleheterogeneidad,esa policefalia simbólica son un claro indicio de que


sólo una críticaque rescate el carácteracéfalo de la existenciapodrá cuestionarel retor-
no a las formas autonomistas de pensar la cultura,que no son otra cosa sino retornos
reductoresa la unidad, a un mundo anterioral des-astrey todavía habitado por Dios (llá-
mese esa divinidadVerdad,Nación o Justicia).

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