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El Preludio de un Suicida

Todo comenzó una tarde húmeda de abril, lucio se encontraba en su trabajo, era un oficinista de
una empresa de medio andar, llamada Rinho. Mientras tomaba un café y escribía en su ordenador,
su jefe le pidió que se acercara a su despacho, parecía que tenía algo importante que decirle.

Señor Suárez: Lucio ven aquí por favor, tengo que comunicarte algo. (En un tono fuerte, casi
impetuoso)

El tono con el cual dijo aquellas palabras lo dejaron sorprendido a Lucio, y sin chistar, se dirigió
hacia allí.

Señor Suárez -¿Que tal Lucio como te sientes?, (guiñándole el ojo dirigió sus palabras hacia el)

Lucio: Yo me siento muy bien, ¿y usted? (contesto Lucio).

Señor Suárez: Bien, muy bien, pero creo que el que no vas a estar muy bien con lo que tengo para
decirle es usted.

Lucio estaba sorprendido con aquellas palabras.

Señor Suárez: Mira voy a ser muy franco contigo, vamos a hacer una reducción del personal y en la
lista que tenemos el primero que la encabeza eres tu, lo siento mucho.

Lucio: Pero… ¿como? llevo 5 años en esta empresa, y jamás he faltado, ¿Por que me hacen esto a
mi?

Señor Suárez: Lo siento mucho Lucio, pero es una decisión que viene desde arriba, no es en contra
tuya ni contra tu trabajo en estos años, pero las cosas no vienen muy bien y es necesario hacer
esto. Te pido que tomes tus cosas y te marches de inmediato.

Lucio sin por decir una palabra se dirijo a su escrito tomo sus cosas y se marcho.
Mientras caminaba por la Avenida San Felipe, dirigiéndose a su casa, entro a un bar a tomarse
algunos tragos para aliviar la pena que le estaba carcomiendo la cabeza. Se quedo un par de horas
allí, mientras platicaba su desdichado día con la cantinera

Lucio: ¿Como pueden lograr derrotar a un hombre en tan solo un instante? (Sentado, sosteniendo
su cabeza y con una voz muy melancólica)

Cantinera: ¿a que se refiere señor? (Ella por su lado, limpiaba unos vasos con un trapo húmedo,
casi viejo, observándolo con ojos pensativos)

Lucio: Es incomprensible la manera que tiene el ser humano de humillar y maltratar a una persona
que dedico años a un sitio, sabes no creo que esto sea obra mas que de dios mismo.

Cantinera: Si usted cree en dios como yo, sabría, que el siempre esta observando lo que sucede
con todos, en especial a los que creen en el.

Lucio: ¡No! Dios esta ausente en los momentos mas cruciales de la vida de un hombre, y me
refiero a los momentos en los que su dicha queda resumida a una desdicha

Con un tono de voz que dio alarma a las demás personas que estaban allí, prosiguieron la charla

Cantinera: Entiendo lo que quiere decirme sabe, tranquilícese, pero la verdad es que no estoy para
aconsejar yo aquí, solo sirvo tragos.

Lucio: Si, usted tiene razón, pero si quiere saber algo sobre un pobre hombre yo le diría que el
mismo mira hacia un costado cuando mas necesita estar de frente.

Miro su reloj que marcaban las 8:30 PM y dirigiéndose a la muchacha, medio ebrio dijo – No existe
peor cosa, que las que no sabemos aprovechar, y se marcho dejando una propina sobre el tablón.

Al llegar a su departamento, encontró una carta pegada con una cinta en la puerta, la cual decía en
su portada “te quiero”. La abrió y comenzó su lectura. “Lucio me he marchado, no puedo seguir
así, estamos perdidos los dos y no quiero más esta vida para mi, ojala que puedas encontrar algo
que te reavive el alma, yo haré lo mismo. No eres tú, soy yo. Firma: Candelaria.

Lucio: ¡Genial!, lo que me faltaba, que me abandonara ella, ¡Maldita perra!

Puso las llaves sobre la cerradura y se quedo inmóvil unos instantes, todo lo que le había ocurrido
en el día le estaba tronando como truenos en su mente, sin pensarlo dos veces se dio media vuelta
y salio a tomar un poco de aire.

Camino y camino durante un tiempo prologando, sin rumbo alguno, solo estaba pensando en
todo lo que le estaba pasando y comenzó a hablar solo.

Lucio: Jamás comprenderé mi vida, realmente no entiendo porque me suceden estas cosas a mi,
ya se que no soy el mejor obrador del mundo, pero podría pasarme un suceso que cambiara el
rumbo de mi vida.

Llego a la estación del tren de “Ramos” y al cruzar las vías se quedo a medio camino, una luz se
acercaba como esperando el momento exacto para transitar por allí. Se recostó sobre las vías, su
respiración aumentaba a cada segundo cada vez más. De pronto todo se oscureció y una estrella
que observaba desde lejos se inclinaba como llamándolo, parecía una frazada que lo envolvía en
una profunda tranquilidad, sus pensamientos ya no le molestaban, y el tren… ¡ja! el tren, el piloto
hizo sonar su silbato, los pasajeros subieron y se marcho sin dejar nada atrás.

FIN

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