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Resumen
En este artículo reflexionamos sobre los diversos usos de la categoría de género y apostamos
por una consideración del género como dispositivo de poder, es decir, subrayando su opera-
tividad como productor y regulador de la vida social y subjetiva, en interacción con otros
dispositivos. Partiendo de las herramientas foucaultianas para pensar y analizar las relacio-
nes de poder y recogiendo la aportación de Judith Butler en relación con la intersección en-
tre el paradigma postestructuralista y el psicoanalítico, expondremos aspectos teóricos y
analiticos de esta operatividad del género como dispositivo específico de poder; partiendo
desde el nivel macrosocial hasta los procesos psíquicos, performativos e identitarios.
Palabras clave: Género; Dispositivo de poder; Sujeción; subjetividad
Abstract
In this article we reflect on diverse uses of the category "gender," and argue for a consid-
eration of gender as a dispositif of power, that is, emphasizing its operationality as a pro-
ducer and regulator of social and subjective life, in interaction with other dispositifs. Us-
ing foucauldian tools to think and analyze relations of power, and picking up on Judith But-
ler's contributions in this domain related to the articulation between postestructuralism
and psychoanalysis, we offer theoretical and analytic approaches to gender's operationality
as a particular dispositif of power; from its macrosocial operationality as this is articulated
in discourses and practices, to the microsocial normalization of subjects' identities through
intersubjectivity and the psychic dimension of social norms and practices.
Keywords: Gender; Dispositif of power; Subjection; Subjectivity
1
Una parte importante del contenido de este artículo está publicado en: Amigot, Patricia y Pujal, Margot (2009) Una
lectura del género como dispositivo de poder. Revista Sociológica. Aproximaciones al Poder, 70 (20), 115-151.
132 Margot Pujal Llombart y Patricia Amigot Leache
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giendo su potencial para aumentar la inteligi- da este problema, como plantea Nicholson, al
bilidad sobre las relaciones de poder al uso en entender el género como superpuesto al sexo.
las relaciones sociales contemporáneas. Esto, Práctica bastante al uso en el momento ac-
a su vez, puede llevar al abandono de la ca- tual.
tegoría por considerarla mantenedora de un
El segundo uso, el género como categoría
dualismo subyacente a la distinción se-
analítica proviene sobretodo de los desarro-
xo/género, por un lado, e incapaz de dar
llos teóricos de Joan Scott (1991/1999) que
cuenta de la multiplicidad de las relaciones
profundiza en la definición considerando dos
de opresión, por otro.
aspectos: el género como un elemento consti-
Sin embargo, nos parece que si: a) precisamos tutivo de las relaciones sociales basadas en
en cada análisis el uso teórico específico que las diferencias que distinguen los sexos y el
hacemos de la categoría género, b) partimos género como una forma primaria de relacio-
de la inadecuación feminista de un uso me- nes significativas de poder. Este carácter do-
ramente descriptivo, positivista, y psicologis- ble de la definición marca las vías de acceso
ta y c) conectamos dicha categoría relacional al entramado conceptual de lo que se preten-
con la dimensión polimorfa de las relaciones de dar cuenta al hablar de género; conlleva
de poder en la sociedad contemporánea, en toda una desvelación de los modos de signifi-
términos de subjetivación, corporeización y carse recíprocamente género y poder (Adan,
sujeción (Foucault, 1975a; Butler, 2006).
1997a/1998; Haraway, 1995) dicha categoría
Consideramos incluidos en este segundo uso
teórica sigue siendo extremadamente útil y
los desarrollos teóricos de autoras como Ju-
necesaria, y puede ser tomada como perspec-
dith Butler o Teresa de Lauretis que han
tiva de análisis crítica feminista, aunque se
atendido exhaustivamente a la cuestión del
conecte, matice y amplíe a través de otras
poder y que, inspiradas por la teoría foucaul-
categorías como las de experiencia situada
tiana, han hablado de tecnologías y dispositi-
propuesta por Carme Adán (2006), y con otros
vos de género como productores de relacio-
dispositivos de poder que operan produciendo
nes, subjetividades e, incluso, de aquello
desigualdades.
mismo que denominamos sexo, diferencia se-
Aproximación sintética a los distintos xual y sexualidad (Butler, 1990; De Lauretis,
usos de la categoría de género en la ac- 1987). Desde la perspectiva butleriana, un uso
tualidad. de género como categoría analítica supone
hacer inteligibles las prácticas sociales regu-
Como señala Adan (2006) parafraseando a Ni- ladas y las relaciones de poder productivas de
cholson (1994), existen dos maneras funda- identidades y cuerpos y atender a sus especi-
mentales de hacer uso del género. El primero ficidades históricas y sociales: eludir la homo-
de estos modos de empleo considera al géne- geneización del término mujer mediante ge-
ro como todo el conjunto de aspectos cultura- nealogías de la ontología de género, siempre
les que se establecen en un sexo dado. El se- situadas y limitadas (1990).
gundo entiende el género como un término
que da cuenta de los constructos sociales im- Sin embargo, y paralelamente a estos dos
plicados en la relación masculino/femenino, grandes usos de la categoría, a partir de los
incluyendo aquellos que hacen referencia a la años noventa fue aumentando un cierto es-
construcción del propio sexo. pecticismo de género en tanto desconfianza
ante la capacidad de explicación de este con-
El primer uso sistema sexo/género está basa- cepto, e incluso la apuesta radical por su de-
do en los análisis de la obra clásica de Gayle construcción y su olvido teórico y práctico.
Rubin The Traffic in Women (1975). Tal y co-
mo señala Adán (2006), reconociendo la im- Es cierto que determinados usos de la catego-
portantísima contribución de Rubin, en su ría entrañan efectos de reificación, de man-
aproximación se puede percibir uno de los tenimiento de dualismos modernos y de obli-
problemas clave en el debate feminista: la teración de las relaciones de poder, pues és-
complementariedad del género respecto al tas se ignoran cuando se reifica el sexo como
sexo en vez del desplazamiento de éste. En causa. Pero la propuesta para no caer en es-
vez de superar los dualismos, éstos permane- tas trampas, más que condenar a la categoría
cen latentes en este uso de la categoría. Se teórica de género al desuso, pasa por explici-
tar los términos que se subsumen en ella. En de movimientos homosexuales, que politizan
este sentido, la teoría feminista necesita ha- lo cotidiano. Foucault reconoció que las nue-
cer evidente los términos y las dimensiones vas luchas políticas articuladas en torno y
que se están incluyendo en esta categoría en después del 68 le permitieron “ver la cara
cada situación analítica sin dar por sentadas concreta del poder” y darse cuenta de lo que
inercias y tradiciones epistemológicas andro- había permanecido hasta entonces fuera del
céntricas que desconectan dicha categoría de análisis político (Foucault, 1973/1994, p.
las relaciones de poder y la reducen a una 428). Es en ese momento cuando la cuestión
mera superposición del sexo. del poder adquiere gran intensidad; formula
un nuevo paradigma, el estratégico, frente al
Consideramos que una lectura del género co-
paradigma jurídico desde el que habitualmen-
mo dispositivo de poder puede permitir un
te se pensaba (y se piensa) el poder. Foucault
uso no reificador de esta categoría y aportar
desarrolla un complejo y amplio trabajo que
una gran potencialidad analítica de la hetero-
permite pensar de otra manera: subraya el
geneidad de situaciones y procesos de domi-
carácter productivo del poder e insiste en el
nación de las mujeres, asumiendo que las
vínculo saber/poder y la economía política de
identidades, de mujeres y varones, y las rela-
la verdad, da nuevo uso a conceptos –como
ciones entre individuos están producidas y re-
disciplina, norma- o inventa términos –como
guladas sociohistóricamente. Ello nos permite
biopoder, con sus dos vertientes: anatomopo-
evitar una perspectiva esencialista sobre la
lítica y biopolítica, o gubernamentalidad-.
subjetividad y el sexo pero, además, tomar en
Toda una malla conceptual y analítica será
consideración la experiencia y los efectos
desplegada para dar inteligibilidad y visibili-
reiterados de dominación, tanto en niveles
dad a las heterogéneas relaciones de poder.
macro como microsociales.
No pretendemos en este espacio realizar una
Una aproximación al género como dis- revisión exhaustiva de sus aportaciones, sino
positivo de poder utilizarlas como marco de comprensión y aná-
La obra de Foucault suele ser objeto de diver- lisis de la operatividad del género. Resalta-
sas periodizaciones que distribuyen sus mar- remos, por tanto, los ejes más importantes.
cos de referencia, sus objetos de análisis y sus El uso de la noción de dispositivo2 nos permite
elaboraciones teóricas de manera secuencial. contemplar elementos heterogéneos y varia-
Quizá la más extendida sea aquella que esta- bles en función de los contextos, que operan
blece una etapa arqueológica, otra genealógi- para producir y regular las identidades sexua-
ca para acabar con su etapa de trabajo sobre das y la subordinación de las mujeres. Fun-
el sujeto y las prácticas de sí vinculadas a la damentalmente, haremos alusión a las prácti-
ética y a la estética. Asimismo, se señalan di- cas discursivas y no discursivas y a las técni-
versos Foucault, como el estructuralista o el cas o prácticas de sí cuya interacción con las
postestructuralista, incluyéndolo de manera técnicas de dominio Foucault señaló. La lec-
excesivamente simplificada y errónea bajo la tura del género como dispositivo de poder y el
etiqueta de la posmodernidad (Rodríguez análisis de las relaciones de poder atendiendo
Magda, 1999). Resulta obvio que Foucault, sin al género supone, a nuestro entender, parte
embargo, es un autor resistente a las clasifi- de lo que Foucault denominó una ontología
caciones y que realiza una constante reconsi- crítica de nosotros mismos, un análisis que
deración de sus obras precedentes. En su evo- problematice lo que somos y que “busca re-
lución, los objetos de interés van haciéndose lanzar tan lejos y tan ampliamente como sea
complejos al integrarse en una espiral que posible el trabajo indefinido de la libertad”
abre campos de análisis y que establece nue- (Foucault, 1984c/1994, p. 1393).
vas conexiones e intensidades entre los asun- Pensamos que el género como dispositivo de
tos tratados. poder realiza dos operaciones fundamentales
Hay tres tópicos que emergen como elemen-
tos de atención progresiva en su obra: las 2
Foucault define dispositivo como “conjunto decidida-
formaciones discursivas, las relaciones de po- mente heterogéneo que comprende discursos, institucio-
der y los procesos de subjetivación. La pro- nes, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamen-
gresión de su trabajo recibe la influencia de tarias, leyes, medidas administrativas, enunciados cientí-
nuevos tipos de lucha, como la feminista o la ficos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas”
(Foucault, 1977b/1994, p. 299)
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verdaderos y han producido saber en su pro- ricos que producen tales ontologías. La ge-
pio ejercicio; b) el desarrollo de los saberes nealogía, esa forma de historia que intenta
ha permitido el aumento de elementos regu- dar cuenta de la constitución de objetos y su-
ladores y disciplinarios. jetos, no se refiere a un sujeto trascendente
en relación con el campo de los aconteci-
La relación entre saberes y prácticas discipli-
mientos, pero permite la consideración de las
narias, analizada genealógicamente, ha resul-
regularidades y de los efectos obstinados de
tado un importantísimo abordaje de la con-
tales constituciones3. La noción de genealo-
formación del sujeto mujer en los discursos
gía permite politizar los procesos históricos
médicos, psiquiátricos y educativos, y en las
de constitución de lo femenino y lo mascu-
prácticas institucionales con ellos relaciona-
lino; algo que Judith Butler ha denominado
das. Los discursos acerca de la naturaleza de
“genealogía de la ontología de género”
las mujeres son especialmente relevantes en
(Butler, 1990, p. 66).
la producción de cuerpos y subjetividades fe-
meninas adecuadas. La noción de régimen de Este análisis genealógico admite el carácter
saber/poder permite una mirada crítica hacia multiforme del poder y la consideración de
las narrativas y discursos tanto científicos otros dispositivos de poder (clase, etnia, se-
como religiosos o cotidianos. xualidad, edad, nacionalidad, etc.) que inevi-
tablemente interactúan con el de género
2. La regulación de cuerpos y poblaciones:
formando identidades híbridas tal y como ha
biopoder y género.
planteado el feminismo post-colonial; evitan-
a. Sobre el alcance de las relaciones de poder do una mirada homogeneizadora de las muje-
res u otros colectivos minoritarios, que es a
Foucault sitúa la operatividad fundamental
su vez generadora de sub-alternidad al inte-
del poder en espacios habitualmente exclui-
rior de la categoría y de imperialismo y colo-
dos de lo político. De esta forma, insiste en
nialismo como han planteado diversas autoras
que las relaciones de poder producen y regu-
(Anzaldúa, 1987; Lorde, 2003; Mohanty, Tal-
lan las prácticas cotidianas. El término micro-
pade y Alexander, 1995; Moraga y Anzaldúa,
física señala el alcance capilar que las rela-
1981; Sandoval, 1995; Spivak, 1985; Trinh T.
ciones de poder adquieren en el campo so-
Minh-ha, 1989; entre otras).
cial. Por ello, las luchas como las que cues-
tionan “las formas de amar, el modo en que b. Prácticas corporales
se reprime la sexualidad o la prohibición del
A principios de los 70, Foucault subraya por
aborto, son explícitamente políticas” (Fou-
tanto la microfísica productiva del poder. Una
cault, 1973/1994, p. 428). Tanto en Vigilar y
producción y regulación que encontrará en el
castigar como en Historia de la sexualidad se
término dispositivo el operador general que
describen estos dispositivos de poder que al-
liga multitud de técnicas y tácticas en una
canzan y atraviesan los cuerpos (Foucault,
tecnología histórica.
1975a; 1976). El poder establece disposicio-
nes y cursos de acción regulados. En sus ma- En Vigilar y castigar Foucault analiza la emer-
llas se juegan también los deseos y los place- gencia de la prisión moderna, explorando los
res, “se crean los deseos y se provocan los desplazamientos significativos en el hecho de
placeres (...) y ahí es necesario sorprenderlo castigar. Del suplicio espectacular se pasa, a
¬–al poder– y elaborar un análisis” (Foucault, partir de finales del XVIII, a un castigo cuyo
1975b/1994, p. 772). objeto sigue siendo el cuerpo, pero ya no co-
mo superficie que marcar con el dolor y el su-
Señalando esta dimensión productiva del po-
frimiento físico. La humanización de los casti-
der, el individuo deviene sujeto sujetado. El
gos entraña el desarrollo, complejamente en-
poder concebido como dispositivo estratégico
resulta pertinente, yendo más allá de Fou-
3
cault, para el abordaje de la configuración de Al respecto Foucault señala que “no hay que hacer con
los sujetos sexuados en relaciones de poder el acontecimiento lo que se hizo con la estructura. No se
trata de colocarlo todo en un plano, que sería el del su-
que exceden las dimensiones racionales o vo- ceso, sino de considerar detenidamente que existe toda
luntaristas. Incita a llevar a cabo un análisis una estratificación de tipos de acontecimientos diferen-
de prácticas sedimentadas y corporeizadas sin tes que no tienen ni la misma importancia ni la misma
recurrir a elementos esencialistas; permite, amplitud cronológica, ni tampoco la misma capacidad pa-
ra producir efectos.” (Foucault, 1970/1978, p.145) (el
concretamente, atender a los procesos histó- énfasis es nuestro).
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cadenado en diversas instituciones mutua- Tal como los trabajos señalados arriba mues-
mente posibilitadas, de una tecnología para tran, los cuerpos femeninos han sido y son ob-
regular los cuerpos, una anatomopolítica cu- jeto de técnicas corporales normalizadoras
yos efectos no son hacer sufrir sino regular su- que varían en función de los contextos. Una
jetando y produciendo aquello que es ade- de las principales lagunas del modelo discipli-
cuado en diversos escenarios institucionales nario es que acepta subrepticiamente la divi-
(1975a). sión entre la esfera pública y la privada, mi-
nimizando la segunda para hacer de ésta úl-
Este humanizar aparente esconde un nuevo
tima un mero reflejo de la primera (Rodríguez
entramado tecnológico del poder, aquel que
Magda, 1999). Un análisis de las disciplinas,
incorpora la ley en el cuerpo: disciplina y
espacios y movilidades corporales puede ser
normaliza. En este sentido, la diferencia se-
muy fructífero para la visibilización de meca-
xual es un elemento que los dispositivos disci-
nismos que regulan gestos, posturas, aparien-
plinarios han regulado de manera específica.
cias físicas, cirugías, etc.: control, vigilancia
Sin embargo, Foucault se habría referido “a
e intervenciones sobre el cuerpo para hacerlo
un cuerpo neutro, por el que no hay que de-
femeninamente adecuado.
jarse engañar, puesto que es un cuerpo mas-
culino” (Le Blanc, 2004, p. 17). Rosi Braidotti, c. Funciones y regulaciones sociales. La en-
asimismo, sostiene que Foucault nunca locali- crucijada de la sexualidad.
za el cuerpo de la mujer como el sitio de una
La consideración de que el poder se dirige a
de las divisiones más internas y operacionales
partir del final del XVIII, por primera vez en la
en nuestra sociedad, y consecuentemente,
historia, a producir y regular la vida –
también, una de las más persistentes formas
biopoder–, teniendo como blanco el cuerpo
de exclusión. La diferencia sexual, simple-
individual y el cuerpo-especie (Foucault,
mente, no juega un rol en el universo de Fou-
1976), permite aproximarnos, tal como hemos
cault, donde la tecnología de la subjetividad
señalado, a las formas en las que el dispositi-
se refiere a un sujeto humano desexualizado y
vo de género configura cuerpos femeninos
general (Braidotti, 1991).
adecuados; pero también, a la localización en
Esta limitación de los análisis de Foucault ha las mujeres de la función de reproducción y
resultado, al mismo tiempo, especialmente cuidado de la población. La noción de biopo-
sugerente para la investigación feminista. La der es crucial para la desencialización de las
consideración de una ceguera de género en la identidades y de las funciones femeninas, así
reflexión acerca de las políticas disciplinarias como para cuestionar cualquier destino gené-
sobre el cuerpo ha estimulado análisis especí- rico. Las dos vertientes del biopoder, la ana-
ficos sobre la disciplinarización del cuerpo de tomopolítica (individualizadora) y la biopolíti-
las mujeres. Entre estos análisis de las prácti- ca (sobre el cuerpo-especie) encuentran un
cas que lo someten y lo conforman destacan nexo o bisagra en el dispositivo de la sexuali-
los trabajos de Susan Bordo en torno a la ago- dad.
rafobia y la anorexia femenina, consideradas
A partir de Historia de la Sexualidad, el cuer-
por la autora como la cristalización corporal
po femenino aparece como un espacio estra-
de determinados imperativos culturales y
tégico, blanco de ejercicio del biopoder y su-
prácticas de poder (Bordo, 1988, 1993); y los
jeto a un proceso progresivo de objetivación y
trabajos de Sandra Lee Bartky que ha visto las
de control por parte de los discursos médicos
prácticas estéticas actuales como prácticas
y psicológicos. Es lo que Foucault denomina
disciplinarias de sometimiento femenino, des-
histerización del cuerpo de la mujer. La pato-
tacando la dimensión activa de tal someti-
logización del cuerpo femenino es vinculada
miento (Bartky, 1988, 1990).
con la responsabilidad exigida a las mujeres
Los dispositivos de poder no son neutros des- de velar por la salud de los niños, la solidez
de un punto de vista de género y deben visibi- de la institución familiar y la salud de la so-
lizar los procesos de subordinación femenina 4.
sedentarismo obligado, la patologización de las funciones
4
Tales como la regulación de los tiempos y espacios me- corporales, etc.), religiosos (la alerta vigilante y la san-
diante el encierro femenino en el contexto occidental en ción ante la mínima transgresión de las mujeres como
los siglos XIX y XX o la disciplinarización intensiva del pecadoras y objeto de pecado) y sociales (adoctrinamien-
cuerpo preconizada desde preceptos médicos (usos de tos, códigos, consejos, indicaciones y normativas para
corsés y otras técnicas de restricción de la movilidad, el una feminidad adecuada).
ciedad (Foucault, 1976); control relacionado de los enunciados que no prohíbe sino que in-
con la producción social de la “división sexual cita a la indagación sobre el sexo, ¿ha sido
del trabajo” señalada desde los análisis femi- agenérica históricamente? Y esa historia del
nistas. Esta importancia otorgada a la regula- sujeto de deseo de Foucault, que analiza el
ción de las posiciones masculinas y femeninas vínculo creciente entre verdad y sexo a partir
como relaciones de poder le hace plantearse del siglo XVI, ¿no olvida las particularidades
un futuro volumen de la Historia de la sexua- vinculadas a la diferenciación sexual? Sería
lidad, que nunca escribirá (Foucault, adecuado matizar a Foucault en tanto que
1977a/1994, p. 261). muchos discursos han establecido para los su-
jetos mujeres menos una posibilidad de inda-
No obstante, también aquí se aprecian lagu-
gación obstinada de la verdad vinculada a su
nas en la obra de Foucault que, a su vez,
sexo, cuanto una sobredeterminación natura-
pueden estimular y configurar líneas de inves-
lizada de éste. Sospechamos que este vínculo
tigación. Por un lado, el análisis de cómo la
entre deseo y sexo no responde exactamente
noción de género está en la base de la biopo-
a la configuración de lo femenino, puesto que
lítica y de la idea de cuerpo-especie; el bio-
históricamente la feminidad ha sido despro-
poder se apoya en y consolida la división del
vista de las características de un sujeto
papel de los sexos (Rodríguez Magda, 1999);
deseante activo y ha tendido a configurarse
esto supone realizar una inversión analítica
como objeto de deseo de otro.
similar a la que Carol Pateman lleva a cabo en
relación con el contrato social, al que consi- Probablemente, las formaciones discursivas y
dera sustentado en un previo pacto sexual dispositivos prácticos han construido una ver-
que excluye y naturaliza a las mujeres (Pate- dad del sexo y de la sexualidad femenina sin
man, 1988/1995). En segundo, en el marco de un sujeto deseante –más objeto que sujeto–, o
la noción de biopoder, el análisis de cómo la con un sujeto deseante patológico. La verdad
política reguladora de la vida de las poblacio- del sexo en las mujeres no se desplaza tanto
nes ha utilizado la familia como instrumento y hacia el deseo como hacia la función biológica
ha sido dirigida muy significativamente a las y maternal. Éstas han pensado su sexualidad
mujeres (Donzelot, 1977). vinculada, por un lado, a la reproducción sin
placer5 y, por otro, a la patología (la histeria,
La producción de la sexualidad es uno de los
la criminalización). Determinados dispositivos
asuntos que ha generado mayor receptividad
históricos han seccionado de la sexualidad
en las lecturas feministas. Foucault afirma
femenina el deseo y el placer. Como señala
que “la sexualidad se definió „por naturaleza‟
Judith Butler, “la asexualidad es algo que a
como: un dominio penetrable por procesos
veces está unido a la concepción dominante
patológicos, y que por lo tanto exigía inter-
de la mujer heterosexual” (Butler, 1997b, p.
venciones terapéuticas o de normalización
217).
[...]” (Foucault, 1976, p. 86). Esta definición
por naturaleza ha sido identificada por el De todas formas, la perspectiva foucaultiana
pensamiento feminista como uno de los prin- sobre la sexualidad, en tanto efectos produci-
cipales dispositivos específicos de subordina- dos en cuerpos, comportamientos y relaciones
ción de las mujeres. Si atendemos a la cons- sociales -y no algo espontáneo o natural-, ha
trucción de lo femenino, ese proceso descrito sido recogida por la teoría feminista por su
por el autor parece haber sido más operativo: efecto desencializador. Incluso ha extendido
la verdad describía a las mujeres por su natu- esta noción de dispositivo de sexualidad hacia
raleza carnal y su función reproductiva, más la de dispositivo de género, entendiendo que
incapaces que los varones de trascender tales formular al sexo la pregunta de lo que somos,
determinaciones y, por tanto, más suscepti- además de una interrogación sobre la sexuali-
bles de patología e intervención normalizado- dad es una construcción de la verdad subjeti-
ra. va en la adscripción sexual.
Foucault establece la incitación productiva d. Estados de dominación
que realiza el dispositivo de la sexualidad
como hilo argumental de la Historia de la se-
xualidad: la sexualidad, dicho esquemática- 5
mente, no está reprimida sino que ha sido ob- Como señala Laqueur en relación con el “descubrimien-
to” de que el orgasmo femenino no era necesario para la
jeto de intensa incitación. Pero, esa policía procreación (Laqueur, 1994).
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Las relaciones de poder que atraviesan el bierno, incluyendo formas centralizadas y he-
campo social implican la consideración de gemónicas.
la/s resistencia/s. Pero las relaciones de po-
Ciertamente, no analizó de manera efectiva
der, móviles y reversibles, pueden llegar a fi-
una situación de dominación como la que re-
jarse de manera que los márgenes de acción
gula la producción y relación entre los sexos.
estén extremadamente limitados. A tales si-
Tendió a considerar como forma terminal del
tuaciones denominará Foucault estados de
poder –y a no analizar- cualquier tipo de do-
dominación; en ellos, las relaciones de poder
minación global (Foucault, 1976), como por
son perpetuamente asimétricas. Como ejem-
ejemplo el poder patriarcal. Además, su ten-
plo, señala la estructura conyugal tradicional
dencia a realizar distinciones como la que es-
de los siglos XVIII y XIX en la que:
tablece entre relaciones de poder y relacio-
No se puede decir que sólo estaba el poder del nes violentas, o entre relaciones de poder y
hombre; la mujer podía hacer toda una serie de esclavitud (Foucault, 1982a), oscurece la con-
cosas: engañarlo, sisarle dinero, rechazarlo se-
xualmente. Sin embargo, ella sufría un estado de sideración de las situaciones de opresión de
dominación en la medida que todo eso no consti- las mujeres.
tuía al final más que un cierto número de argu-
cias que no llegaban jamás a dar vuelta a la si- Se abre por tanto aquí un espacio de indaga-
tuación (Foucault, 1984b/1994, pp. 720-721). ción analítica interesante, en torno al reco-
En los estados de dominación es difícil que las nocimiento de una gradación en las relaciones
resistencias sean efectivas o puedan multipli- de poder (en un extremo las relaciones móvi-
carse estratégicamente. En tales situaciones, les, en el otro los estados de dominación, la
los procedimientos dispersos, heteromorfos y violencia o la esclavitud) en la que se juega
locales de poder han sido transformados por un mayor o menor constreñimiento de lo po-
estrategias globales. Foucault no profundiza sible. Hay situaciones que determinan más
en las implicaciones decisivas que tales situa- que otras y son, precisamente, muchas de las
ciones plantearían para una transformación, experimentadas por las mujeres u otros colec-
pero sí indica la necesidad, en tales casos, de tivos minoritarios: han sido y son libres, pero
procesos de liberación (1984b/1994). menos que otros. Sería interesante analizar
los elementos que condicionan, intensifican o
No obstante, unos años antes, el autor man- aligeran las situaciones de dominación. Y, de
tiene que “el poder viene de abajo”, que no esta forma, matizar las diferencias de poder
hay como “matriz general una oposición glo- entre colectivos de mujeres y no asimilar
bal entre dominantes y dominados” (Foucault, siempre la desigualdad a una situación global
1976, p. 124); las grandes dominaciones son y homogénea de dominación de género.
efectos hegemónicos sostenidos en esa micro-
física extensiva del poder. En ese momento 3. La operatividad subjetiva del poder
de su obra señala como característica del po- a. Prácticas de sí
der la regla del doble condicionamiento: nin-
guna estrategia podría asegurar efectos glo- El intento foucaultiano de comprender cómo
bales si no se apoyara en relaciones precisas y se había constituido la experiencia de la se-
tenues que le sirven. xualidad en las sociedades occidentales mo-
dernas se desdibuja a medida que avanza. Se
Esta negativa explícita a reconocer la distin- convierte en una genealogía del sujeto occi-
ción entre dominantes y dominados ha provo- dental abierta a nuevos elementos de estudio.
cado numerosas críticas feministas. Nos gus- Se retrotrae a las civilizaciones grecolatinas y
taría realizar dos consideraciones: en primer desplaza su interés hacia las formas de auto-
lugar, que su insistencia en la operatividad de constitución. Las prácticas de sí son las ope-
relaciones precisas y tenues, más que en una raciones que los individuos pueden efectuar
estrategia simple y global de dominación, re- sobre sí mismos –y son incitados a efectuar en
sulta muy útil para atender a los procesos función de los contextos sociales a los que
prácticos de desigualdad y las implicaciones pertenecen– para transformarse o lograr algún
cotidianas en ellos. En segundo lugar, que el tipo de estado de perfección (Foucault,
desarrollo de su obra, con la noción de guber- 1981/1994). Son esas prácticas que aluden a
namentalidad por ejemplo, matiza la conside- las “modalidades de relación consigo mismo
ración microfísica del poder hacia una consi- mediante las que el individuo se constituye y
deración más exhaustiva de las formas de go- se reconoce como sujeto” (Foucault, 1984a,
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Veamos cómo la autora desarrolla este con- En el caso de la identidad normativa del suje-
cepto a partir de la recuperación de tres to-mujer la conciencia posibilitará el auto-
obras clásicas. Judith Butler, a partir de una conocimiento (auto-concepto) como auto-
relectura de la cuestión de cómo el sujeto se regulación obstinada en relación a mitos, pre-
forma en la subordinación (de la Fenomenolo- juicios sociales y culturales sobre lo feme-
gía del espíritu de Hegel) describe el acerca- nino. La mala conciencia en las mujeres, co-
miento a la libertad por parte de la persona mo han mostrado diferentes estudios señala-
sometida, mediante una decepcionante caída dos más arriba, se materializa en sentimien-
en la conciencia desventurada o mala con- tos negativos de culpabilidad, miedo, ver-
ciencia. La búsqueda de la libertad del sujeto güenza e inadecuación constantes (O‟Grady,
no es más que la transmutación del poder so- 2005), que tienen la función de mantenerla,
cial en realidad psíquica bajo la forma de ante sí misma, próxima a los mandatos de gé-
conciencia y auto-censura; el alma que cita nero específicos de cada contexto y propor-
Foucault pero que no desarrolla: el alma, pri- cionarle inteligibilidad social, pero también
sión del cuerpo (1975a). Alma o conciencia tiene la función de empujarla a sobre-
que aprisionará al cuerpo mediante auto- adaptarse de forma continuada y sin descan-
mortificaciones o auto-castigos. so, en tanto que ocupa una posición de subor-
dinación. En el sujeto-varón, dada su posición
Dado que la conciencia es la transmutación
de poder, la adaptación al otro es menor, en
del poder social, los sufrimientos corporales,
el sentido de que es móvil y reversible, la po-
(malestares físicos como el dolor y psicológi-
sición de sujeto puede revertirse con la posi-
cos como la depresión) que se visibilizan so-
ción de objeto por estar inserto en relaciones
bretodo en las mujeres producto de su doble
entre iguales y de reconocimiento mutuo por
determinación como sujeto y como sujeto-
la existencia del pacto social.
otro pueden interpretarse como el producto
de dichas automortificaciones debido al pro- Finalmente, Butler, enfatiza del trabajo de
ceso de sujeción. El plus de autocensura en Althusser, Ideología y aparatos ideológicos del
las mujeres supone una auto-postergación Estado, reexaminado a partir de los análisis
continuada en términos de anhelos abortados, de Foucault, la intervención del lenguaje y
silencios forzados, y renuncias autoimpuestas del discurso en la producción activa del suje-
en el proceso de interacción social, en tanto to. Es lo que denomina interpelación lingüís-
que sujeto de deseo del otro. Sin embargo, tica reiterada que produce en el sujeto un au-
paradójicamente estos mismos malestares es- to-reconocimiento y una auto-diferencia en
pecíficos de la mujer también han de conside- términos de identificación-desidentificación.
rarse como una condición de posibilidad para En el caso que estamos analizando, es la pro-
la emergencia de procesos intersubjetivos de ducción de la dicotomía de sexo y de género.
mayor reflexión problematizadora y mayor La identificación y desidentificación simultá-
desarrollo de la autonomía. neas con dicha dicotomía discursiva propor-
ciona al sujeto una inteligibilidad y posibili-
Por otra parte, de la relectura de La genealo-
dad de existencia social en tanto que lo in-
gía de la moral de Nietzsche, J. Butler extrae
troduce en el lenguaje y en la intersubjetivi-
que la represión y la regulación sociales gene-
dad.
ran lo que denomina vuelta del sujeto sobre o
contra uno mismo refiriéndose a la conciencia Melancolía constitutiva como precarización
y la mala conciencia, que se vuelven esencia- afectiva
les para la formación, persistencia y continui-
La sumisión primaria al poder a la que nos
dad del sujeto como sujeto social. Así, el po-
hemos referido deja marca en la constitución
der asume una forma psíquica que constituye
del sujeto no solo en el plano corporal y en el
la identidad del sujeto a través de un ejerci-
plano de la conciencia sino también en el
cio de reflexividad y vigilancia continuas. Es
plano de sus posibilidades afectivas. Según
el proceso de producción de una cierta auto-
Butler (1997a/1998) en el proceso de sujeción
otredad. La vuelta del deseo sobre sus pasos,
opera también otro tipo de prohibición social
que produce otro tipo de deseo, el deseo por
distinta de la represión, que es el repudio, el
ese mismo circuito, el deseo por el someti-
cual queda fuera del circuito de la auto-
miento.
reflexión8 y que genera una melancolía cons- El sentimiento de culpa emerge en el curso de
titutiva en el sujeto. En la melancolía, el la melancolía y actúa para preservar al objeto
mundo social parece eclipsarse y, como resul- como objeto de amor (a través de la idealiza-
tado, emerge un mundo interno estructurado ción) y mediante la idealización preserva la
en torno a la ambivalencia. La conciencia posibilidad de amar y ser amado (la agresión
exacerbada y la autocensura de las que hemos se vuelve autocensura del superyo). Sirve pa-
hablado más arriba son identificadas como in- ra prolongar el amor (de manera menos apa-
dicios de melancolía, El palabras de la autora sionada y separada del cuerpo y el placer)
“el yo resulta moralizado como consecuencia como efecto de un repudio, por eso lo hemos
de la pérdida no llorada” (1997a/1998, p. interpretado como precariedad afectiva y li-
200). Melancolía que será simultáneamente, mitante. Constituye al sujeto social generiza-
al igual que la vulnerabilidad y la identidad, do como melancólico, precario en sus posibi-
una condición de posibilidad para la emergen- lidades de amar, o con una tendencia a amar
cia de la resistencia y agencia. a través de la idealización y las normas socia-
les, más que a través del cuerpo-placer-
La melancolía es un vínculo que sustituye a un
deseo.
vínculo que se ha roto, ha desaparecido o es
imposible, y por tanto, continúa la tradición En el caso del sujeto-mujer, esta melancolía
de imposibilidad inherente al vínculo. La me- fruto de la sanción social se intensifica, pues-
lancolía es el límite al sentido de pouvoir del to que la posición de subordinación produce a
sujeto, a su sentido de lo que puede lograr, a la mujer básicamente como sujeto de amor
su poder. Esa pérdida marca el límite de su más que como objeto de amor que ha de que-
reflexividad, desborda y condiciona sus circui- rer idealizando al otro para que la quieran.
tos. Entendida como repudio, esta pérdida El sujeto-mujer es construido con la respon-
inaugura al sujeto y lo amenaza con la disolu- sabilidad del vínculo, es asociado a la figura
ción. El sujeto se coarta a si mismo. Es la de cuidadora amorosa por su proximidad con
pérdida de la posibilidad misma del amor, el la naturaleza. Esta adición de la melancolía y
duelo interminable por aquello que funda al la posición de subordinación supone una regla
sujeto. La melancolía convierte constitutiva- de doble condicionamiento específica para la
mente al sujeto en un sujeto afectivamente mujer que la convierte en una cuidadora-
precario. amorosa imposible y melancólica por exce-
lencia.
Butler, se pregunta ¿qué ocurre cuando cierto
repudio de amor se convierte en la condición Esta lectura realizada de Mecanismos psíqui-
de posibilidad de la existencia social? cos del poder establece que el poder social se
(1997a/1998, p. 35). ¿Cuando el repudio de- transmuta en psíquico y produce, por una par-
termina la forma que puede adoptar cualquier te, ciertas modalidades de reflexividad en el
vinculo?. Y lo compara con la noción foucaul- sujeto, por otra, ciertas formas de corporali-
tiana de ideal regulador (ciertas formas de dad, y finalmente, limita sus formas de socia-
amor son posibles y otras imposibles). La san- lidad (cuyos contenidos están en relación con
ción social produce mediante el repudio el la categoría social específica/s por la que es
ámbito posible del amor y la pérdida, opera interpelado dicho sujeto). Es decir, el poder
como un ideal regulador. Produce ciertos ti- social opera mediante fenómenos psíquicos
pos de objetos y excluye otros. Se trata de un restringiendo y produciendo el deseo y el ám-
mecanismo de producción que puede tener bito de la socialidad vivible.
como base una violencia originaria.
En este sentido queremos resaltar junto con
Butler, aunque no lo desarrollemos aquí, que
la conciencia exacerbada, la auto-censura y la
melancolía que sostiene a ambas, constituyen
8
Butler extrae de Freud la distinción entre represión y las bases de las identidades normativas de
repudio, señalando que el “deseo reprimido” puede vivir género. Y que el proceso de des-hacer dichas
en algún momento ajeno a su prohibición, mientras que
el “deseo repudiado” está rigurosamente excluido y cons- identidades de género y propiciar un devenir
tituye al sujeto a través de cierto tipo de pérdida preven- y desplazamiento en el sujeto generizado ne-
tiva. La autora, en el capítulo 5 de Mecanismos Psíquicos cesita del desarrollo de un lenguaje dramáti-
del poder, sugiere que el repudio a la homosexualidad co, en el que las emociones/afectos tengan
parece ser el fundamento de cierta versión heterosexual
del sujeto.
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DIRECCIÓN DE CONTACTO
margot.pujal@uab.cat
Ha participado en diferentes proyectos de investigación sobre género y poder. Entre ellos, bajo la di-
rección de Isabel Martinez Benlloch: Imaginario cultural, construcción de identidades de género y vio-
lencia: formación para la igualdad en la adolescencia, financiado y publicado por el Instituto de la Mu-
jer. Es autora y coautora de diversos artículos. Entre ellos, en el 2009 (con M. Pujal) On Power,
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19 (5); en 2007, Más allá del discurso: análisis genealógico de una transformación de género. Forum
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DIRECCIÓN DE CONTACTO
Patricia.amigot@unavarra.es
FORMATO DE CITACIÓN
Pujal Llombart, Margot y Amigot Leache, Patricia (2010). El binarismo de género como dispositivo de
poder social, corporal y subjetivo. Quaderns de Psicologia, 12 (2), 131-148. Extraído el [día] de [mes]
del [año], de http://www.quadernsdepsicologia.cat/article/view/770
HISTORIA EDITORIAL
Recibido: 15/06/2010
Aceptado: 21/10/2010
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