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Quaderns de Psicologia | 2010, Vol.

12, No 2, 131-148 ISNN: 0211-3481

 http://www.quadernsdepsicologia.cat/article/view/770

El binarismo de género como dispositivo de poder social, corporal


y subjetivo1
The gender binarism as a social, corporal and subjective “dispositif” of power

Margot Pujal Llombart


Universidad Autònoma de Barcelona

Patricia Amigot Leache


Universidad Pública de Navarra

Resumen
En este artículo reflexionamos sobre los diversos usos de la categoría de género y apostamos
por una consideración del género como dispositivo de poder, es decir, subrayando su opera-
tividad como productor y regulador de la vida social y subjetiva, en interacción con otros
dispositivos. Partiendo de las herramientas foucaultianas para pensar y analizar las relacio-
nes de poder y recogiendo la aportación de Judith Butler en relación con la intersección en-
tre el paradigma postestructuralista y el psicoanalítico, expondremos aspectos teóricos y
analiticos de esta operatividad del género como dispositivo específico de poder; partiendo
desde el nivel macrosocial hasta los procesos psíquicos, performativos e identitarios.
Palabras clave: Género; Dispositivo de poder; Sujeción; subjetividad

Abstract
In this article we reflect on diverse uses of the category "gender," and argue for a consid-
eration of gender as a dispositif of power, that is, emphasizing its operationality as a pro-
ducer and regulator of social and subjective life, in interaction with other dispositifs. Us-
ing foucauldian tools to think and analyze relations of power, and picking up on Judith But-
ler's contributions in this domain related to the articulation between postestructuralism
and psychoanalysis, we offer theoretical and analytic approaches to gender's operationality
as a particular dispositif of power; from its macrosocial operationality as this is articulated
in discourses and practices, to the microsocial normalization of subjects' identities through
intersubjectivity and the psychic dimension of social norms and practices.
Keywords: Gender; Dispositif of power; Subjection; Subjectivity

1
Una parte importante del contenido de este artículo está publicado en: Amigot, Patricia y Pujal, Margot (2009) Una
lectura del género como dispositivo de poder. Revista Sociológica. Aproximaciones al Poder, 70 (20), 115-151.
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Introducción der, de su reproducción y de su transforma-


ción. Nada nos impide problematizar su obra
Abordaremos en este artículo un enfoque par- desde una perspectiva de género para reutili-
ticular sobre el sistema de sexo/género. Par- zarla conservando su innegable aportación al
tiendo de una filiación foucaultiana, desarro- pensamiento y al análisis social. De hecho, el
llaremos la consideración del género como propio autor huyó de totalizaciones o de pre-
dispositivo específico de poder, señalando su tensiones dogmáticas y subrayó la heteroge-
vertiente teórica y analítica, así como algunas neidad de las relaciones de poder vinculadas
muestras de productividad empírica en diver- siempre a superficies sociohistóricas, a con-
sos análisis feministas. El uso de los conceptos textos específicos en los que se regulan las
y reflexiones que Michel Foucault elaboró en prácticas discursivas y no discursivas.
un trabajo siempre abierto a la reconsidera-
ción y resistente a formalizaciones estáticas y En este sentido, la obra foucaultiana ha sido y
totalizadoras, supone una utilización crítica es una aliada estratégica del feminismo para
de su trabajo, en la línea de trabajos anterio- la comprensión y exploración de las relacio-
res de otras autoras. Estas autoras, como Ju- nes de poder contemporáneas y una fuente de
dith Butler, han proseguido análisis del poder recursos para problematizar las aseveraciones
desde coordenadas foucaultianas aplicándolas y olvidos del propio autor (Amigot, 2005;
en ámbitos nuevos y poco abordados por el Amigot y Pujal, 2006). Aun considerando las
autor francés, como la dimensión emocional, divergencias feministas, Foucault ha devenido
inconsciente, de la operatividad subjetiva del en interlocutor privilegiado de gran cantidad
poder (Butler, 1997a/1998). En el momento de desarrollos teóricos sobre el poder o la
actual donde lo políticamente correcto es el subjetividad. Desde los años 80 y la publica-
discurso igualitario y de la diversidad, esta ción de libros tan importantes como Feminism
dimensión más opaca surge como especial- and Foucault (Diamond y Quinby, 1988), la
mente relevante para entender resistencias al teorización feminista ha profundizado en los
cambio y repeticiones del género normativo. análisis que contemplan conjuntamente poder
y subjetividad, aportando importantísimas
Ciertamente, Michel Foucault nunca examinó comprensiones del cuerpo como lugar de po-
específicamente la subordinación de las mu- der, y atendiendo en los últimos años a las
jeres o las fuentes de su subjetivación (Hek- dimensiones emocionales e inconscientes im-
man, 2004). Según algunas autoras, en el pro- plicadas en la incorporación de normas y de
ceso de elaboración de sus herramientas teó- las consiguientes (im)posibilidades.
ricas y analíticas olvida analizar cómo el gé-
nero anida en y alimenta las estrategias des- Sobre los usos de la noción de género
plegadas por los dispositivos de poder (Rodrí-
Consideramos pertinente comenzar este ar-
guez Magda, 1999) e, incluso, puede decirse
tículo con la exposición y discusión de algunos
que reproduce en su análisis global el sexismo
de estos usos de la noción de género. Esto nos
endémico a toda teoría política occidental
permitirá enmarcar nuestra mirada y apuesta
(Bartky, 1988). Quizá, como señala irónica-
por otorgar relevancia a la analítica del poder
mente Diana Fuss, su obra revele una “volun-
en los estudios de género. Consideramos que
tad de no saber acerca de las mujeres”,
esta categoría, el género, sigue teniendo una
(Fuss, 1989, p. 107). El propio autor dejó
importante utilidad estratégica, bajo deter-
constancia fugaz de esta eventual ceguera en
minadas condiciones, para la teorización y
una entrevista al ser preguntado por la exis-
práctica feminista.
tencia de una mayor represión de la sexuali-
dad de las mujeres: “estos diversos tipos de La categoría de género en la actualidad sigue
represión han variado a lo largo de décadas, usándose, muy frecuentemente, de forma
pero no puedo decir que haya encontrado di- inespecífica, como un término cajón de sas-
ferencias fundamentales en lo que concierne tre, o un término paraguas que es construido
a la mujer o al hombre. Pero yo soy un hom- mediante lugares comunes o confusos. Las
bre” (Foucault, 1975b/1994, pp. 778-779). consecuencias que se derivan de ello podrían,
a nuestro entender, generar confusión más
No obstante, y partiendo del reconocimiento
que posibilitar nuevas miradas y, por otro la-
de este androcentrismo, creemos que en su
do, reducir su potencial a lo descriptivo, posi-
obra se brindan herramientas imprescindibles
tivista y complementario del sexo, restrin-
para la comprensión de las relaciones de po-

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giendo su potencial para aumentar la inteligi- da este problema, como plantea Nicholson, al
bilidad sobre las relaciones de poder al uso en entender el género como superpuesto al sexo.
las relaciones sociales contemporáneas. Esto, Práctica bastante al uso en el momento ac-
a su vez, puede llevar al abandono de la ca- tual.
tegoría por considerarla mantenedora de un
El segundo uso, el género como categoría
dualismo subyacente a la distinción se-
analítica proviene sobretodo de los desarro-
xo/género, por un lado, e incapaz de dar
llos teóricos de Joan Scott (1991/1999) que
cuenta de la multiplicidad de las relaciones
profundiza en la definición considerando dos
de opresión, por otro.
aspectos: el género como un elemento consti-
Sin embargo, nos parece que si: a) precisamos tutivo de las relaciones sociales basadas en
en cada análisis el uso teórico específico que las diferencias que distinguen los sexos y el
hacemos de la categoría género, b) partimos género como una forma primaria de relacio-
de la inadecuación feminista de un uso me- nes significativas de poder. Este carácter do-
ramente descriptivo, positivista, y psicologis- ble de la definición marca las vías de acceso
ta y c) conectamos dicha categoría relacional al entramado conceptual de lo que se preten-
con la dimensión polimorfa de las relaciones de dar cuenta al hablar de género; conlleva
de poder en la sociedad contemporánea, en toda una desvelación de los modos de signifi-
términos de subjetivación, corporeización y carse recíprocamente género y poder (Adan,
sujeción (Foucault, 1975a; Butler, 2006).
1997a/1998; Haraway, 1995) dicha categoría
Consideramos incluidos en este segundo uso
teórica sigue siendo extremadamente útil y
los desarrollos teóricos de autoras como Ju-
necesaria, y puede ser tomada como perspec-
dith Butler o Teresa de Lauretis que han
tiva de análisis crítica feminista, aunque se
atendido exhaustivamente a la cuestión del
conecte, matice y amplíe a través de otras
poder y que, inspiradas por la teoría foucaul-
categorías como las de experiencia situada
tiana, han hablado de tecnologías y dispositi-
propuesta por Carme Adán (2006), y con otros
vos de género como productores de relacio-
dispositivos de poder que operan produciendo
nes, subjetividades e, incluso, de aquello
desigualdades.
mismo que denominamos sexo, diferencia se-
Aproximación sintética a los distintos xual y sexualidad (Butler, 1990; De Lauretis,
usos de la categoría de género en la ac- 1987). Desde la perspectiva butleriana, un uso
tualidad. de género como categoría analítica supone
hacer inteligibles las prácticas sociales regu-
Como señala Adan (2006) parafraseando a Ni- ladas y las relaciones de poder productivas de
cholson (1994), existen dos maneras funda- identidades y cuerpos y atender a sus especi-
mentales de hacer uso del género. El primero ficidades históricas y sociales: eludir la homo-
de estos modos de empleo considera al géne- geneización del término mujer mediante ge-
ro como todo el conjunto de aspectos cultura- nealogías de la ontología de género, siempre
les que se establecen en un sexo dado. El se- situadas y limitadas (1990).
gundo entiende el género como un término
que da cuenta de los constructos sociales im- Sin embargo, y paralelamente a estos dos
plicados en la relación masculino/femenino, grandes usos de la categoría, a partir de los
incluyendo aquellos que hacen referencia a la años noventa fue aumentando un cierto es-
construcción del propio sexo. pecticismo de género en tanto desconfianza
ante la capacidad de explicación de este con-
El primer uso sistema sexo/género está basa- cepto, e incluso la apuesta radical por su de-
do en los análisis de la obra clásica de Gayle construcción y su olvido teórico y práctico.
Rubin The Traffic in Women (1975). Tal y co-
mo señala Adán (2006), reconociendo la im- Es cierto que determinados usos de la catego-
portantísima contribución de Rubin, en su ría entrañan efectos de reificación, de man-
aproximación se puede percibir uno de los tenimiento de dualismos modernos y de obli-
problemas clave en el debate feminista: la teración de las relaciones de poder, pues és-
complementariedad del género respecto al tas se ignoran cuando se reifica el sexo como
sexo en vez del desplazamiento de éste. En causa. Pero la propuesta para no caer en es-
vez de superar los dualismos, éstos permane- tas trampas, más que condenar a la categoría
cen latentes en este uso de la categoría. Se teórica de género al desuso, pasa por explici-

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tar los términos que se subsumen en ella. En de movimientos homosexuales, que politizan
este sentido, la teoría feminista necesita ha- lo cotidiano. Foucault reconoció que las nue-
cer evidente los términos y las dimensiones vas luchas políticas articuladas en torno y
que se están incluyendo en esta categoría en después del 68 le permitieron “ver la cara
cada situación analítica sin dar por sentadas concreta del poder” y darse cuenta de lo que
inercias y tradiciones epistemológicas andro- había permanecido hasta entonces fuera del
céntricas que desconectan dicha categoría de análisis político (Foucault, 1973/1994, p.
las relaciones de poder y la reducen a una 428). Es en ese momento cuando la cuestión
mera superposición del sexo. del poder adquiere gran intensidad; formula
un nuevo paradigma, el estratégico, frente al
Consideramos que una lectura del género co-
paradigma jurídico desde el que habitualmen-
mo dispositivo de poder puede permitir un
te se pensaba (y se piensa) el poder. Foucault
uso no reificador de esta categoría y aportar
desarrolla un complejo y amplio trabajo que
una gran potencialidad analítica de la hetero-
permite pensar de otra manera: subraya el
geneidad de situaciones y procesos de domi-
carácter productivo del poder e insiste en el
nación de las mujeres, asumiendo que las
vínculo saber/poder y la economía política de
identidades, de mujeres y varones, y las rela-
la verdad, da nuevo uso a conceptos –como
ciones entre individuos están producidas y re-
disciplina, norma- o inventa términos –como
guladas sociohistóricamente. Ello nos permite
biopoder, con sus dos vertientes: anatomopo-
evitar una perspectiva esencialista sobre la
lítica y biopolítica, o gubernamentalidad-.
subjetividad y el sexo pero, además, tomar en
Toda una malla conceptual y analítica será
consideración la experiencia y los efectos
desplegada para dar inteligibilidad y visibili-
reiterados de dominación, tanto en niveles
dad a las heterogéneas relaciones de poder.
macro como microsociales.
No pretendemos en este espacio realizar una
Una aproximación al género como dis- revisión exhaustiva de sus aportaciones, sino
positivo de poder utilizarlas como marco de comprensión y aná-
La obra de Foucault suele ser objeto de diver- lisis de la operatividad del género. Resalta-
sas periodizaciones que distribuyen sus mar- remos, por tanto, los ejes más importantes.
cos de referencia, sus objetos de análisis y sus El uso de la noción de dispositivo2 nos permite
elaboraciones teóricas de manera secuencial. contemplar elementos heterogéneos y varia-
Quizá la más extendida sea aquella que esta- bles en función de los contextos, que operan
blece una etapa arqueológica, otra genealógi- para producir y regular las identidades sexua-
ca para acabar con su etapa de trabajo sobre das y la subordinación de las mujeres. Fun-
el sujeto y las prácticas de sí vinculadas a la damentalmente, haremos alusión a las prácti-
ética y a la estética. Asimismo, se señalan di- cas discursivas y no discursivas y a las técni-
versos Foucault, como el estructuralista o el cas o prácticas de sí cuya interacción con las
postestructuralista, incluyéndolo de manera técnicas de dominio Foucault señaló. La lec-
excesivamente simplificada y errónea bajo la tura del género como dispositivo de poder y el
etiqueta de la posmodernidad (Rodríguez análisis de las relaciones de poder atendiendo
Magda, 1999). Resulta obvio que Foucault, sin al género supone, a nuestro entender, parte
embargo, es un autor resistente a las clasifi- de lo que Foucault denominó una ontología
caciones y que realiza una constante reconsi- crítica de nosotros mismos, un análisis que
deración de sus obras precedentes. En su evo- problematice lo que somos y que “busca re-
lución, los objetos de interés van haciéndose lanzar tan lejos y tan ampliamente como sea
complejos al integrarse en una espiral que posible el trabajo indefinido de la libertad”
abre campos de análisis y que establece nue- (Foucault, 1984c/1994, p. 1393).
vas conexiones e intensidades entre los asun- Pensamos que el género como dispositivo de
tos tratados. poder realiza dos operaciones fundamentales
Hay tres tópicos que emergen como elemen-
tos de atención progresiva en su obra: las 2
Foucault define dispositivo como “conjunto decidida-
formaciones discursivas, las relaciones de po- mente heterogéneo que comprende discursos, institucio-
der y los procesos de subjetivación. La pro- nes, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamen-
gresión de su trabajo recibe la influencia de tarias, leyes, medidas administrativas, enunciados cientí-
nuevos tipos de lucha, como la feminista o la ficos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas”
(Foucault, 1977b/1994, p. 299)

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e interrelacionadas; por un lado, la produc- prescripción de lo femenino, en tanto se con-


ción de la propia dicotomía de sexo y de las sidera menos capaz de trascender la materia-
subjetividades vinculadas a ella y, por otro, la lidad, más sujeto a una esencia definitoria
producción y regulación de relaciones de po- naturalizada.
der entre varones y mujeres. Esta especifica-
La función performativa de los discursos iden-
ción quizá sirva para evitar algunas simplica-
titarios y la operatividad productiva de las
ciones abusivas. En primer lugar, nos ayuda a
nociones de sexo y género ha sido objeto de
comprender que tanto varones como mujeres,
importantes análisis feministas. Los límites de
y la existencia misma de la dicotomía, están
inteligibilidad que entrañan han sido específi-
configurados en redes de poder; todo sujeto,
camente explorados por Judith Butler para
siguiendo a Foucault, está sujeto a su entra-
denunciar las (im)posibilidades de inteligibili-
mado sociohistórico. En segundo lugar, nos
dad social para algunos sujetos. Según ella,
ayuda a comprender que, aunque el poder es-
las categorías ejercerían una operación cons-
té en todas partes, el dispositivo de género
tructiva que, problematizada, se muestra co-
opera, de maneras distintas, subordinando a
mo ejercicio de exclusión natural. Tales cate-
las mujeres, algo que en algunas analíticas
gorías, con contenidos históricos naturaliza-
del poder se olvida. No obstante, el género
dos, dejan fuera un espacio abyecto e invisi-
siempre aparece en interacción con otros dis-
ble al que se repudia a aquellos que subvier-
positivos de desigualdad, y en esa interacción
ten o no se adecúan a tal ordenación discursi-
se configuran experiencias específicas. Esto
va y práctica (Butler, 1990).
último permite no olvidar la heterogeneidad
que se da entre las mujeres y sus situaciones. Según Foucault, con la emergencia de las
ciencias humanas el sujeto es objetivado co-
1. Historicidad e inteligibilidad discursiva
mo individuo con funciones, que implican la
del sujeto
posibilidad de determinar normas de ajuste a
La inserción de los sujetos en juegos de ver- las mismas. Las normas operan como reglas
dad históricos es una cuestión que Foucault naturales que indican si el funcionamiento de
aborda ya en su tesis sobre la Historia de la los individuos es adecuado o patológico. Con
locura (1961) y que, de manera diferente, su dimensión productiva, las normas regulan
también plantea en Las palabras y las cosas el funcionamiento de todo el cuerpo social.
(1966). Tanto las demarcaciones –partages– Tal como Foucault señala, a partir del siglo
discursivas de la locura, como la objetivación XVIII no es la ley sino la norma una de las pie-
del hombre que las ciencias humanas acome- zas clave de los dispositivos de poder. En re-
ten en el siglo XIX, implican esta compleja lación con esto, es claro que la feminidad ha
producción de las formas de sujeto en juegos sido objeto de una enfática construcción dis-
de verdad históricos. Es importante remarcar cursiva normalizadora desde hace dos siglos
este efecto de los discursos científicos y aca- en occidente. La función reproductiva, por
démicos porque supone evidenciar el carácter ejemplo, ha sido, y sigue siendo, una función
histórico de las conceptualizaciones que se fundamental de la feminidad normal.
pretenden universales y neutras; es más, és-
Los discursos a los que atendió Foucault, prin-
tas han operado de manera androcéntrica:
cipalmente los de las ciencias humanas, están
tras el pensamiento moderno sobre lo subjeti-
insertos en regímenes de veridicción históri-
vo ha latido una construcción sexual que
cos: constituyen una política de la verdad que
equiparaba lo masculino a lo neutro y univer-
configura aquellos objetos de los que hablan.
sal, y lo femenino (y otras figuras de lo otro)
Las prácticas discursivas, además, implican la
a lo particular y dependiente en su definición
definición de legitimidad de los sujetos de
de lo normativo. La dicotomía cultu-
conocimiento, delimitan los objetos y las
ra/naturaleza se reproducía en el par mascu-
normas de producción y validación del saber.
lino/femenino; lo femenino aparece particu-
La noción de régimen de saber/poder aborda
larmente vinculado a elementos naturalizados
esta interrelación explícita entre uno y otro.
y esenciales. Aquello que se evitaba en la
Las prácticas discursivas han establecido
construcción de las concepciones del sujeto
complejas relaciones circulares con otras
(irracionalidad, emocionalidad, corporalidad,
prácticas como las disciplinarias, nutriéndose
etc.) se colocaba del lado de lo femenino. Es-
mutuamente: a) los dispositivos de poder han
to tendría un efecto específico de mayor
determinado las condiciones de los discursos

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verdaderos y han producido saber en su pro- ricos que producen tales ontologías. La ge-
pio ejercicio; b) el desarrollo de los saberes nealogía, esa forma de historia que intenta
ha permitido el aumento de elementos regu- dar cuenta de la constitución de objetos y su-
ladores y disciplinarios. jetos, no se refiere a un sujeto trascendente
en relación con el campo de los aconteci-
La relación entre saberes y prácticas discipli-
mientos, pero permite la consideración de las
narias, analizada genealógicamente, ha resul-
regularidades y de los efectos obstinados de
tado un importantísimo abordaje de la con-
tales constituciones3. La noción de genealo-
formación del sujeto mujer en los discursos
gía permite politizar los procesos históricos
médicos, psiquiátricos y educativos, y en las
de constitución de lo femenino y lo mascu-
prácticas institucionales con ellos relaciona-
lino; algo que Judith Butler ha denominado
das. Los discursos acerca de la naturaleza de
“genealogía de la ontología de género”
las mujeres son especialmente relevantes en
(Butler, 1990, p. 66).
la producción de cuerpos y subjetividades fe-
meninas adecuadas. La noción de régimen de Este análisis genealógico admite el carácter
saber/poder permite una mirada crítica hacia multiforme del poder y la consideración de
las narrativas y discursos tanto científicos otros dispositivos de poder (clase, etnia, se-
como religiosos o cotidianos. xualidad, edad, nacionalidad, etc.) que inevi-
tablemente interactúan con el de género
2. La regulación de cuerpos y poblaciones:
formando identidades híbridas tal y como ha
biopoder y género.
planteado el feminismo post-colonial; evitan-
a. Sobre el alcance de las relaciones de poder do una mirada homogeneizadora de las muje-
res u otros colectivos minoritarios, que es a
Foucault sitúa la operatividad fundamental
su vez generadora de sub-alternidad al inte-
del poder en espacios habitualmente exclui-
rior de la categoría y de imperialismo y colo-
dos de lo político. De esta forma, insiste en
nialismo como han planteado diversas autoras
que las relaciones de poder producen y regu-
(Anzaldúa, 1987; Lorde, 2003; Mohanty, Tal-
lan las prácticas cotidianas. El término micro-
pade y Alexander, 1995; Moraga y Anzaldúa,
física señala el alcance capilar que las rela-
1981; Sandoval, 1995; Spivak, 1985; Trinh T.
ciones de poder adquieren en el campo so-
Minh-ha, 1989; entre otras).
cial. Por ello, las luchas como las que cues-
tionan “las formas de amar, el modo en que b. Prácticas corporales
se reprime la sexualidad o la prohibición del
A principios de los 70, Foucault subraya por
aborto, son explícitamente políticas” (Fou-
tanto la microfísica productiva del poder. Una
cault, 1973/1994, p. 428). Tanto en Vigilar y
producción y regulación que encontrará en el
castigar como en Historia de la sexualidad se
término dispositivo el operador general que
describen estos dispositivos de poder que al-
liga multitud de técnicas y tácticas en una
canzan y atraviesan los cuerpos (Foucault,
tecnología histórica.
1975a; 1976). El poder establece disposicio-
nes y cursos de acción regulados. En sus ma- En Vigilar y castigar Foucault analiza la emer-
llas se juegan también los deseos y los place- gencia de la prisión moderna, explorando los
res, “se crean los deseos y se provocan los desplazamientos significativos en el hecho de
placeres (...) y ahí es necesario sorprenderlo castigar. Del suplicio espectacular se pasa, a
¬–al poder– y elaborar un análisis” (Foucault, partir de finales del XVIII, a un castigo cuyo
1975b/1994, p. 772). objeto sigue siendo el cuerpo, pero ya no co-
mo superficie que marcar con el dolor y el su-
Señalando esta dimensión productiva del po-
frimiento físico. La humanización de los casti-
der, el individuo deviene sujeto sujetado. El
gos entraña el desarrollo, complejamente en-
poder concebido como dispositivo estratégico
resulta pertinente, yendo más allá de Fou-
3
cault, para el abordaje de la configuración de Al respecto Foucault señala que “no hay que hacer con
los sujetos sexuados en relaciones de poder el acontecimiento lo que se hizo con la estructura. No se
trata de colocarlo todo en un plano, que sería el del su-
que exceden las dimensiones racionales o vo- ceso, sino de considerar detenidamente que existe toda
luntaristas. Incita a llevar a cabo un análisis una estratificación de tipos de acontecimientos diferen-
de prácticas sedimentadas y corporeizadas sin tes que no tienen ni la misma importancia ni la misma
recurrir a elementos esencialistas; permite, amplitud cronológica, ni tampoco la misma capacidad pa-
ra producir efectos.” (Foucault, 1970/1978, p.145) (el
concretamente, atender a los procesos histó- énfasis es nuestro).

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cadenado en diversas instituciones mutua- Tal como los trabajos señalados arriba mues-
mente posibilitadas, de una tecnología para tran, los cuerpos femeninos han sido y son ob-
regular los cuerpos, una anatomopolítica cu- jeto de técnicas corporales normalizadoras
yos efectos no son hacer sufrir sino regular su- que varían en función de los contextos. Una
jetando y produciendo aquello que es ade- de las principales lagunas del modelo discipli-
cuado en diversos escenarios institucionales nario es que acepta subrepticiamente la divi-
(1975a). sión entre la esfera pública y la privada, mi-
nimizando la segunda para hacer de ésta úl-
Este humanizar aparente esconde un nuevo
tima un mero reflejo de la primera (Rodríguez
entramado tecnológico del poder, aquel que
Magda, 1999). Un análisis de las disciplinas,
incorpora la ley en el cuerpo: disciplina y
espacios y movilidades corporales puede ser
normaliza. En este sentido, la diferencia se-
muy fructífero para la visibilización de meca-
xual es un elemento que los dispositivos disci-
nismos que regulan gestos, posturas, aparien-
plinarios han regulado de manera específica.
cias físicas, cirugías, etc.: control, vigilancia
Sin embargo, Foucault se habría referido “a
e intervenciones sobre el cuerpo para hacerlo
un cuerpo neutro, por el que no hay que de-
femeninamente adecuado.
jarse engañar, puesto que es un cuerpo mas-
culino” (Le Blanc, 2004, p. 17). Rosi Braidotti, c. Funciones y regulaciones sociales. La en-
asimismo, sostiene que Foucault nunca locali- crucijada de la sexualidad.
za el cuerpo de la mujer como el sitio de una
La consideración de que el poder se dirige a
de las divisiones más internas y operacionales
partir del final del XVIII, por primera vez en la
en nuestra sociedad, y consecuentemente,
historia, a producir y regular la vida –
también, una de las más persistentes formas
biopoder–, teniendo como blanco el cuerpo
de exclusión. La diferencia sexual, simple-
individual y el cuerpo-especie (Foucault,
mente, no juega un rol en el universo de Fou-
1976), permite aproximarnos, tal como hemos
cault, donde la tecnología de la subjetividad
señalado, a las formas en las que el dispositi-
se refiere a un sujeto humano desexualizado y
vo de género configura cuerpos femeninos
general (Braidotti, 1991).
adecuados; pero también, a la localización en
Esta limitación de los análisis de Foucault ha las mujeres de la función de reproducción y
resultado, al mismo tiempo, especialmente cuidado de la población. La noción de biopo-
sugerente para la investigación feminista. La der es crucial para la desencialización de las
consideración de una ceguera de género en la identidades y de las funciones femeninas, así
reflexión acerca de las políticas disciplinarias como para cuestionar cualquier destino gené-
sobre el cuerpo ha estimulado análisis especí- rico. Las dos vertientes del biopoder, la ana-
ficos sobre la disciplinarización del cuerpo de tomopolítica (individualizadora) y la biopolíti-
las mujeres. Entre estos análisis de las prácti- ca (sobre el cuerpo-especie) encuentran un
cas que lo someten y lo conforman destacan nexo o bisagra en el dispositivo de la sexuali-
los trabajos de Susan Bordo en torno a la ago- dad.
rafobia y la anorexia femenina, consideradas
A partir de Historia de la Sexualidad, el cuer-
por la autora como la cristalización corporal
po femenino aparece como un espacio estra-
de determinados imperativos culturales y
tégico, blanco de ejercicio del biopoder y su-
prácticas de poder (Bordo, 1988, 1993); y los
jeto a un proceso progresivo de objetivación y
trabajos de Sandra Lee Bartky que ha visto las
de control por parte de los discursos médicos
prácticas estéticas actuales como prácticas
y psicológicos. Es lo que Foucault denomina
disciplinarias de sometimiento femenino, des-
histerización del cuerpo de la mujer. La pato-
tacando la dimensión activa de tal someti-
logización del cuerpo femenino es vinculada
miento (Bartky, 1988, 1990).
con la responsabilidad exigida a las mujeres
Los dispositivos de poder no son neutros des- de velar por la salud de los niños, la solidez
de un punto de vista de género y deben visibi- de la institución familiar y la salud de la so-
lizar los procesos de subordinación femenina 4.
sedentarismo obligado, la patologización de las funciones
4
Tales como la regulación de los tiempos y espacios me- corporales, etc.), religiosos (la alerta vigilante y la san-
diante el encierro femenino en el contexto occidental en ción ante la mínima transgresión de las mujeres como
los siglos XIX y XX o la disciplinarización intensiva del pecadoras y objeto de pecado) y sociales (adoctrinamien-
cuerpo preconizada desde preceptos médicos (usos de tos, códigos, consejos, indicaciones y normativas para
corsés y otras técnicas de restricción de la movilidad, el una feminidad adecuada).

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ciedad (Foucault, 1976); control relacionado de los enunciados que no prohíbe sino que in-
con la producción social de la “división sexual cita a la indagación sobre el sexo, ¿ha sido
del trabajo” señalada desde los análisis femi- agenérica históricamente? Y esa historia del
nistas. Esta importancia otorgada a la regula- sujeto de deseo de Foucault, que analiza el
ción de las posiciones masculinas y femeninas vínculo creciente entre verdad y sexo a partir
como relaciones de poder le hace plantearse del siglo XVI, ¿no olvida las particularidades
un futuro volumen de la Historia de la sexua- vinculadas a la diferenciación sexual? Sería
lidad, que nunca escribirá (Foucault, adecuado matizar a Foucault en tanto que
1977a/1994, p. 261). muchos discursos han establecido para los su-
jetos mujeres menos una posibilidad de inda-
No obstante, también aquí se aprecian lagu-
gación obstinada de la verdad vinculada a su
nas en la obra de Foucault que, a su vez,
sexo, cuanto una sobredeterminación natura-
pueden estimular y configurar líneas de inves-
lizada de éste. Sospechamos que este vínculo
tigación. Por un lado, el análisis de cómo la
entre deseo y sexo no responde exactamente
noción de género está en la base de la biopo-
a la configuración de lo femenino, puesto que
lítica y de la idea de cuerpo-especie; el bio-
históricamente la feminidad ha sido despro-
poder se apoya en y consolida la división del
vista de las características de un sujeto
papel de los sexos (Rodríguez Magda, 1999);
deseante activo y ha tendido a configurarse
esto supone realizar una inversión analítica
como objeto de deseo de otro.
similar a la que Carol Pateman lleva a cabo en
relación con el contrato social, al que consi- Probablemente, las formaciones discursivas y
dera sustentado en un previo pacto sexual dispositivos prácticos han construido una ver-
que excluye y naturaliza a las mujeres (Pate- dad del sexo y de la sexualidad femenina sin
man, 1988/1995). En segundo, en el marco de un sujeto deseante –más objeto que sujeto–, o
la noción de biopoder, el análisis de cómo la con un sujeto deseante patológico. La verdad
política reguladora de la vida de las poblacio- del sexo en las mujeres no se desplaza tanto
nes ha utilizado la familia como instrumento y hacia el deseo como hacia la función biológica
ha sido dirigida muy significativamente a las y maternal. Éstas han pensado su sexualidad
mujeres (Donzelot, 1977). vinculada, por un lado, a la reproducción sin
placer5 y, por otro, a la patología (la histeria,
La producción de la sexualidad es uno de los
la criminalización). Determinados dispositivos
asuntos que ha generado mayor receptividad
históricos han seccionado de la sexualidad
en las lecturas feministas. Foucault afirma
femenina el deseo y el placer. Como señala
que “la sexualidad se definió „por naturaleza‟
Judith Butler, “la asexualidad es algo que a
como: un dominio penetrable por procesos
veces está unido a la concepción dominante
patológicos, y que por lo tanto exigía inter-
de la mujer heterosexual” (Butler, 1997b, p.
venciones terapéuticas o de normalización
217).
[...]” (Foucault, 1976, p. 86). Esta definición
por naturaleza ha sido identificada por el De todas formas, la perspectiva foucaultiana
pensamiento feminista como uno de los prin- sobre la sexualidad, en tanto efectos produci-
cipales dispositivos específicos de subordina- dos en cuerpos, comportamientos y relaciones
ción de las mujeres. Si atendemos a la cons- sociales -y no algo espontáneo o natural-, ha
trucción de lo femenino, ese proceso descrito sido recogida por la teoría feminista por su
por el autor parece haber sido más operativo: efecto desencializador. Incluso ha extendido
la verdad describía a las mujeres por su natu- esta noción de dispositivo de sexualidad hacia
raleza carnal y su función reproductiva, más la de dispositivo de género, entendiendo que
incapaces que los varones de trascender tales formular al sexo la pregunta de lo que somos,
determinaciones y, por tanto, más suscepti- además de una interrogación sobre la sexuali-
bles de patología e intervención normalizado- dad es una construcción de la verdad subjeti-
ra. va en la adscripción sexual.
Foucault establece la incitación productiva d. Estados de dominación
que realiza el dispositivo de la sexualidad
como hilo argumental de la Historia de la se-
xualidad: la sexualidad, dicho esquemática- 5
mente, no está reprimida sino que ha sido ob- Como señala Laqueur en relación con el “descubrimien-
to” de que el orgasmo femenino no era necesario para la
jeto de intensa incitación. Pero, esa policía procreación (Laqueur, 1994).

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El binarismo de género 139

Las relaciones de poder que atraviesan el bierno, incluyendo formas centralizadas y he-
campo social implican la consideración de gemónicas.
la/s resistencia/s. Pero las relaciones de po-
Ciertamente, no analizó de manera efectiva
der, móviles y reversibles, pueden llegar a fi-
una situación de dominación como la que re-
jarse de manera que los márgenes de acción
gula la producción y relación entre los sexos.
estén extremadamente limitados. A tales si-
Tendió a considerar como forma terminal del
tuaciones denominará Foucault estados de
poder –y a no analizar- cualquier tipo de do-
dominación; en ellos, las relaciones de poder
minación global (Foucault, 1976), como por
son perpetuamente asimétricas. Como ejem-
ejemplo el poder patriarcal. Además, su ten-
plo, señala la estructura conyugal tradicional
dencia a realizar distinciones como la que es-
de los siglos XVIII y XIX en la que:
tablece entre relaciones de poder y relacio-
No se puede decir que sólo estaba el poder del nes violentas, o entre relaciones de poder y
hombre; la mujer podía hacer toda una serie de esclavitud (Foucault, 1982a), oscurece la con-
cosas: engañarlo, sisarle dinero, rechazarlo se-
xualmente. Sin embargo, ella sufría un estado de sideración de las situaciones de opresión de
dominación en la medida que todo eso no consti- las mujeres.
tuía al final más que un cierto número de argu-
cias que no llegaban jamás a dar vuelta a la si- Se abre por tanto aquí un espacio de indaga-
tuación (Foucault, 1984b/1994, pp. 720-721). ción analítica interesante, en torno al reco-
En los estados de dominación es difícil que las nocimiento de una gradación en las relaciones
resistencias sean efectivas o puedan multipli- de poder (en un extremo las relaciones móvi-
carse estratégicamente. En tales situaciones, les, en el otro los estados de dominación, la
los procedimientos dispersos, heteromorfos y violencia o la esclavitud) en la que se juega
locales de poder han sido transformados por un mayor o menor constreñimiento de lo po-
estrategias globales. Foucault no profundiza sible. Hay situaciones que determinan más
en las implicaciones decisivas que tales situa- que otras y son, precisamente, muchas de las
ciones plantearían para una transformación, experimentadas por las mujeres u otros colec-
pero sí indica la necesidad, en tales casos, de tivos minoritarios: han sido y son libres, pero
procesos de liberación (1984b/1994). menos que otros. Sería interesante analizar
los elementos que condicionan, intensifican o
No obstante, unos años antes, el autor man- aligeran las situaciones de dominación. Y, de
tiene que “el poder viene de abajo”, que no esta forma, matizar las diferencias de poder
hay como “matriz general una oposición glo- entre colectivos de mujeres y no asimilar
bal entre dominantes y dominados” (Foucault, siempre la desigualdad a una situación global
1976, p. 124); las grandes dominaciones son y homogénea de dominación de género.
efectos hegemónicos sostenidos en esa micro-
física extensiva del poder. En ese momento 3. La operatividad subjetiva del poder
de su obra señala como característica del po- a. Prácticas de sí
der la regla del doble condicionamiento: nin-
guna estrategia podría asegurar efectos glo- El intento foucaultiano de comprender cómo
bales si no se apoyara en relaciones precisas y se había constituido la experiencia de la se-
tenues que le sirven. xualidad en las sociedades occidentales mo-
dernas se desdibuja a medida que avanza. Se
Esta negativa explícita a reconocer la distin- convierte en una genealogía del sujeto occi-
ción entre dominantes y dominados ha provo- dental abierta a nuevos elementos de estudio.
cado numerosas críticas feministas. Nos gus- Se retrotrae a las civilizaciones grecolatinas y
taría realizar dos consideraciones: en primer desplaza su interés hacia las formas de auto-
lugar, que su insistencia en la operatividad de constitución. Las prácticas de sí son las ope-
relaciones precisas y tenues, más que en una raciones que los individuos pueden efectuar
estrategia simple y global de dominación, re- sobre sí mismos –y son incitados a efectuar en
sulta muy útil para atender a los procesos función de los contextos sociales a los que
prácticos de desigualdad y las implicaciones pertenecen– para transformarse o lograr algún
cotidianas en ellos. En segundo lugar, que el tipo de estado de perfección (Foucault,
desarrollo de su obra, con la noción de guber- 1981/1994). Son esas prácticas que aluden a
namentalidad por ejemplo, matiza la conside- las “modalidades de relación consigo mismo
ración microfísica del poder hacia una consi- mediante las que el individuo se constituye y
deración más exhaustiva de las formas de go- se reconoce como sujeto” (Foucault, 1984a,

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140 Margot Pujal Llombart y Patricia Amigot Leache

p. 12). Estas técnicas siempre se establecen heterogéneas situaciones de opresión, como


en una superficie histórica y aluden a la di- las diversas maneras de subvertirlas y modifi-
mensión activa de los individuos, pero nunca carlas.
son algo que un individuo invente solo (Fou-
Sin embargo, las técnicas de sí de la cultura
cault, 1984b/1994).
griega estudiadas por Foucault, cuya estiliza-
Desde el comienzo de su trabajo, Foucault ción originará una ética y una estética, repo-
había analizado diversos modos de constitu- san en un modelo viril. Este modelo aborda la
ción histórica de los sujetos (la objetivación práctica del dominio de sí de un sujeto que
discursiva, los partages, la disciplinarización domina a otros; este sujeto debe aprender a
de los cuerpos); en sus últimas obras profun- dominarse y cuidarse a sí mismo, precisamen-
diza en las técnicas que el individuo opera te, porque debe dominar a otros. El uso de los
sobre sí mismo. Del análisis histórico de las placeres y el cuidado de sí se sustentan sobre
técnicas que el cristianismo establece –el una estructura de dominio.
examen y la confesión–, en las que el sujeto
En esta estructura son las mujeres, junto a
es interpelado y obligado a decir su verdad in-
otros grupos sociales, quienes ocupan las po-
terna, el autor retrocede hasta la antigüedad
siciones de dominadas. Probablemente es “lo
grecorromana en la que otros juegos de ver-
femenino lo que actúa como elemento dialéc-
dad establecen maneras de tomarse a sí mis-
tico y regulador de la posición del sujeto li-
mo como objeto. En la Antigüedad, la verdad
bre” (Rodríguez Magda, 1999, p. 254). La re-
del sujeto no es un a priori interior, sino el
lación con los efebos, por ejemplo, que supo-
efecto de un proceso, de un ejercicio cons-
ne la práctica sexual prioritariamente pro-
tante con uno mismo. Este tipo de prácticas,
blematizada en la Grecia Clásica, se sitúa so-
que Foucault vincula con el nacimiento de la
bre el eje de una relación asimétrica: la que
ética, permitían mayor autonomía y reflexión
distingue entre actividad/pasividad. A dife-
problematizadora. Y es en este punto donde
rencia de los efebos, cuya pasividad era tran-
habla de prácticas de libertad.
sitoria, las mujeres son sustancialmente pasi-
Foucault plantea que las prácticas de sí difie- vas. Se hallan pues excluidas de la problema-
ren en sus maneras de vincularse con los có- tización que estiliza la existencia.
digos normativos: hay modos de subjetivación
Foucault no analiza por tanto algo que, para-
orientados al código y modos de subjetivación
dójicamente, revela claramente en El uso de
orientados a la ética. Es decir, técnicas que
los placeres (1984a). Señala que el varón li-
obedecen códigos, y técnicas que problemati-
bre, en cuanto tenía autoridad y se esperaba
zan la experiencia como un trabajo continuo
que la ejerciera mostrando dominio de sí, de-
sobre sí mismo. Éstas últimas estarían vincu-
bía limitar sus opciones sexuales. La mujer
ladas con las posibilidades de transformar y
debía, simplemente, obedecer. Vemos, por
crear formas de existencia.
tanto, cómo dos posiciones de poder distintas
En los últimos años se ha intensificado la lec- implican posibilidades muy diferentes en el
tura de estos planteamientos desde la teoría cuidado de sí. Esta interacción entre las prác-
feminista (Allen, 2004, p. 235). Hay una ex- ticas de sí y las posiciones de poder queda
plícita valoración de estos trabajos porque in- como un campo de indagación y estudio. So-
troducen una dimensión de agencia obliterada lamente apuntada por Foucault, la relación
en la noción de cuerpo dócil (McNay, 1992) y entre estas prácticas y las técnicas de domi-
porque subrayan la posibilidad de ejercer la nio (1988/1994) podrían situar la agencia de
libertad, aunque siempre sea un ejercicio si- los sujetos y ver en ella el efecto de estrate-
tuado, para emanciparse o transformar (Sawi- gias más amplias de poder. Este punto, oscuro
cki, 1996; McNay, 2000). El hecho de que las en su obra, resulta especialmente relevante
prácticas de sí estén condicionadas por el para la política feminista. Si la operatividad
contexto sociohistórico permite contemplar la del poder nos convierte en agentes de nuestra
agencia de las mujeres dentro de constriccio- propia sujeción, ¿cuándo esa actividad sobre
nes sociales específicas y múltiples. Combi- una misma puede llegar a ser una práctica
nando la atención a dispositivos variados de creativa y de libertad? ¿Cuándo esa práctica
poder con la atención a la potencialidad crea- de sí responde a estrategias de autosujeción o
tiva de las mujeres, se podrían analizar de autovigilancia? La exploración de esto quizá
una forma no esquemática tanto las diversas y permita considerar la implicación de las mu-

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El binarismo de género 141

jeres en la producción de su sujeción y, si- efecto ambivalente en la construcción de la


multáneamente, la capacidad de transformar- subjetividad. Se da una confluencia con la
la, eludiendo tanto la victimización como la idea foucaultiana que es la ley la que funda el
culpabilización. Volveremos más adelante so- deseo, la cual podría ser respaldada por el
bre este punto a través del trabajo de Judith psicoanálisis freudiano, puesto que en térmi-
Butler. nos generales es antiesencialista, y por el psi-
coanálisis lacaniano (Coll-Planas, 2009, p.
b. Mecanismos psíquicos del poder
37).
Como hemos señalado arriba, Judith Butler da
Estas son las razones por las cuales tomare-
un paso más y muy significativo en la analítica
mos principalmente el trabajo de esta autora
llevada a cabo por Foucault acerca de la ope-
feminista para pensar la operatividad del gé-
ratividad del poder en lo subjetivo. Como ci-
nero como dispositivo específico de poder en
tábamos arriba, Foucault concibe al poder
su dimensión microsocial y psíquica. De su
también como productor, por ejemplo, de de-
obra Mecanismos Psíquicos del Poder
seos, pero no profundiza en la dimensión
(1997a/1998) queremos extraer tres ejes que
emocional, inconsciente y corporal de esta
constituyen al individuo como sujeto social,
producción. Butler (1997a/1998), realiza su
susceptible por otra parte de transformarse a
análisis del dispositivo de género, desde la
sí mismo y su condición socio-histórica. Los
propuesta de una perspectiva foucaultiana
tres ejes a los que queremos hacer referen-
dentro del psicoanálisis, desde la cual somete
cia, y que surgen de esa intersección entre
a crítica algunas concepciones psicoanalíticas,
conceptos psicoanalíticos y aspectos post-
y a la vez realiza una crítica psicoanalítica de
estructuralista y/o foucaultianos los hemos
Foucault que permite entender la dimensión
denominado:
psíquica de las tesis del filósofo francés 6. Pre-
tende un análisis explícito del poder en rela- - Vulnerabilidad fundamental en el ser
ción con la dimensión de lo subjetivo, esa di- como sujeto social.
mensión no transparente que late en deseos o
- Conciencia, autocensura e Identidad,
motivaciones encarnadas e inconscientes.
Análisis que conduce a cuestionar la tesis bas- - Melancolía constitutiva como precari-
tante generalizada según la cual los paradig- zación afectiva.
mas psicoanalítico y foucaultiano o postes-
Vulnerabilidad fundamental en el ser como
tructuralista de forma más general son con-
sujeto social
tradictorios, y a mostrar que no solo no lo son
sino que se pueden utilizar de forma que se El concepto central que desarrolla Butler, es
enriquezcan mutuamente . En dicho análisis el de Sujeción, que define tanto el proceso de
se persigue visibilizar la corporeización de los devenir subordinado al poder como el proceso
efectos del poder, en el sentido de atender a de devenir sujeto. Ningún sujeto, ningún su-
la existencia de complejos procesos afectivos jeto-sexuado según la perspectiva de género,
y no conscientes, la vida psíquica del poder, puede emerger sin un vínculo apasionado con
en palabras de Judith Butler (1997a/1998). Se aquellos de quienes depende de manera
trata de un análisis del carácter histórico y esencial (aunque la dependencia se sostenga
relacional del sujeto, incluido lo corporeizado mediante una pasión negativa). Nos somete-
que excede lo meramente discursivo en de- mos para poder existir, y en este proceso
terminados momentos históricos. emerge un vínculo apasionado al sometimien-
to, dirá Butler. Para poder persistir psíquica y
Tal y como señala Coll-Planas (2009, p. 38)
socialmente debe haber dependencia y for-
Butler resalta dos aspectos clave en relación a
mación de vínculos, porque no existe la posi-
la concepción del poder que son comunes a
bilidad de no amar cuando el amor está ligado
ambos paradigmas: la concepción productiva
a las necesidades básicas. Como el someti-
del poder que configura subjetividades y su
miento posibilita la existencia, dicha existen-
cia queda condicionada de forma inconsciente
6
Para profundizar en esta cuestión revisar cap. 2, 3 y 4 al sometimiento.
de la tesis doctoral Gerard Coll-Planas (2009) La voluntad
y el deseo. Construcciones discursivas del género y la se- En este sentido, la dependencia inherente de
xualidad: el caso de trans, gays y lesbianas. Universitat
todo ser, de mujeres y hombres, le convierte
Autònoma de Barcelona. (Publicada en libro en la edito-
rial Egales S.L. de Barcelona en el 2010). en vulnerable a la subordinación y a la explo-

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142 Margot Pujal Llombart y Patricia Amigot Leache

tación de forma específica. El deseo de su- de representaciones corporales reiteradas de


pervivencia, el deseo de ser, es un deseo am- las normas sociales hegemónicas 7. En el caso
pliamente explotable que significa: prefiero específico de las mujeres, la interrelación en-
existir en la subordinación que no existir. Por tre el vínculo al sometimiento y el mandato
otra parte, la característica de este vínculo de género femenino construye al sujeto-
apasionado al sometimiento que posibilita el mujer como un sujeto de deseo del otro en un
ser y la existencia es su invisibilidad. Se torna doble sentido: ser de otro en la dependencia
inconciente en el curso de su formación, es y ser de otro en la carencia ya que simbóli-
negado parcialmente puesto que se incorpora camente en nuestra cultura el hombre no es
al sujeto constituyéndolo. En consecuencia, el el otro de la mujer pero la mujer sí es el otro
yo aparece fundado en el repudio. El yo se ve del hombre-Uno. Ello conforma subjetivamen-
amenazado, en lo esencial, por el fantasma te a las mujeres con un plus de dependencia,
de la reaparición de ese vínculo apasionado al como un Ser de Otro en mayúsculas, despo-
sometimiento y condenado a reescenificarlo jándolas subjetivamente en un grado mayor.
en el inconsciente. Se trata de una repetición Esta es la vulnerabilidad fundamental de las
traumática de lo repudiado, de una negación mujeres como seres sociales, devenir un suje-
y re-escenificación de la dependencia, que to de deseo del otro en un sentido fuerte.
genera sufrimiento. Por tanto, ese yo es un yo Una vulnerabilidad profunda y pesada en el
dinámico, fragmentado y modulado por una proceso de transformación subjetiva y social
tensión de desequilibrio constante. de las identidades de género y de la relación
entre los sexos.
Mujeres y hombres devenimos un cuerpo que
nace como sujeto cuando se constituye como Pero al mismo tiempo, es necesario recordar
sujeto social, de forma invisible para nosotras que el deseo de persistir en el propio ser es
y nosotros mismos. Pero el Contrato Sexual algo que sólo puede negociarse dentro de las
todavía vigente, que visibilizó de forma bri- condiciones de la vida social. Por ello, para
llante Carole Pateman (1988/1995) es la con- hacer viable la transformación de las relacio-
dición que marca también una diferencia en- nes de poder entre los sexos hay que apuntar
tre los sexos en esta cuestión, puesto que la paralelamente a la transformación de sí, al
asociación de la mujer a la naturaleza me- cambio de las condiciones sociales: institucio-
diante prácticas discursivas y prácticas no nes, leyes, normas y discursos.
discursivas la constituyen y la han constituido
Conciencia, auto-censura e identidad
en un plus de dependencia en relación al va-
rón y por tanto con un plus de sometimiento y La sujeción significa que el sujeto se inicia a
de vulnerabilidad según el proceso de suje- través de una sumisión primaria al poder, pe-
ción/constitución. ro de dicha sumisión, al ser paralela al proce-
so de devenir sujeto, se desprenderá la posi-
Es en este sentido que consideramos que, co-
bilidad de la resistencia y de la agencia.
mo sujetos generizados, solo podemos llegar a
sobrevivir, existir, o ser subordinándonos a la Por otra parte, dicha sumisión primaria se ex-
categoría de género específica que nos inter- presará a través de la conciencia y la mala
pela (siempre en conjunción de forma especí- conciencia, produciendo y regulando una
fica con otras categorías como la clase, edad, identidad en el sujeto. Una identidad que no
sexualidad, etnia, etc.), y heredando ese será otra cosa que el producto resultante de
vínculo apasionado que se crea en el proceso una auto-regulación continuada. Las identida-
relacional de cuidado e interpelación social des de género, por ejemplo, son identidades
de nuestra constitución. Vínculo que nos con- de ésta naturaleza. Aunque como ya se ha di-
duce de forma inevitable y diversa a desear cho debido a la persistencia del contrato se-
obstinadamente ser masculino o femenina sin xual, la masculinidad y la feminidad como
saberlo del todo (y sin necesidad de saber lo identidades de género solo pueden equiparse
qué significa) y por tanto sin haberlo elegido en una parte del proceso.
(Pujal, 2003; Pujal, 2006).. Nos formamos
como sujeto-mujer u hombre dejándonos in-
terpelar por ese ideal regulador o mandato
social que nos empuja a responder apasiona- 7
Se refiere al giro performativo en el análisis de la cons-
damente a los mandatos de género, a través trucción del género que desarrolla entre otras autoras J.
Butler (1990)

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El binarismo de género 143

Veamos cómo la autora desarrolla este con- En el caso de la identidad normativa del suje-
cepto a partir de la recuperación de tres to-mujer la conciencia posibilitará el auto-
obras clásicas. Judith Butler, a partir de una conocimiento (auto-concepto) como auto-
relectura de la cuestión de cómo el sujeto se regulación obstinada en relación a mitos, pre-
forma en la subordinación (de la Fenomenolo- juicios sociales y culturales sobre lo feme-
gía del espíritu de Hegel) describe el acerca- nino. La mala conciencia en las mujeres, co-
miento a la libertad por parte de la persona mo han mostrado diferentes estudios señala-
sometida, mediante una decepcionante caída dos más arriba, se materializa en sentimien-
en la conciencia desventurada o mala con- tos negativos de culpabilidad, miedo, ver-
ciencia. La búsqueda de la libertad del sujeto güenza e inadecuación constantes (O‟Grady,
no es más que la transmutación del poder so- 2005), que tienen la función de mantenerla,
cial en realidad psíquica bajo la forma de ante sí misma, próxima a los mandatos de gé-
conciencia y auto-censura; el alma que cita nero específicos de cada contexto y propor-
Foucault pero que no desarrolla: el alma, pri- cionarle inteligibilidad social, pero también
sión del cuerpo (1975a). Alma o conciencia tiene la función de empujarla a sobre-
que aprisionará al cuerpo mediante auto- adaptarse de forma continuada y sin descan-
mortificaciones o auto-castigos. so, en tanto que ocupa una posición de subor-
dinación. En el sujeto-varón, dada su posición
Dado que la conciencia es la transmutación
de poder, la adaptación al otro es menor, en
del poder social, los sufrimientos corporales,
el sentido de que es móvil y reversible, la po-
(malestares físicos como el dolor y psicológi-
sición de sujeto puede revertirse con la posi-
cos como la depresión) que se visibilizan so-
ción de objeto por estar inserto en relaciones
bretodo en las mujeres producto de su doble
entre iguales y de reconocimiento mutuo por
determinación como sujeto y como sujeto-
la existencia del pacto social.
otro pueden interpretarse como el producto
de dichas automortificaciones debido al pro- Finalmente, Butler, enfatiza del trabajo de
ceso de sujeción. El plus de autocensura en Althusser, Ideología y aparatos ideológicos del
las mujeres supone una auto-postergación Estado, reexaminado a partir de los análisis
continuada en términos de anhelos abortados, de Foucault, la intervención del lenguaje y
silencios forzados, y renuncias autoimpuestas del discurso en la producción activa del suje-
en el proceso de interacción social, en tanto to. Es lo que denomina interpelación lingüís-
que sujeto de deseo del otro. Sin embargo, tica reiterada que produce en el sujeto un au-
paradójicamente estos mismos malestares es- to-reconocimiento y una auto-diferencia en
pecíficos de la mujer también han de conside- términos de identificación-desidentificación.
rarse como una condición de posibilidad para En el caso que estamos analizando, es la pro-
la emergencia de procesos intersubjetivos de ducción de la dicotomía de sexo y de género.
mayor reflexión problematizadora y mayor La identificación y desidentificación simultá-
desarrollo de la autonomía. neas con dicha dicotomía discursiva propor-
ciona al sujeto una inteligibilidad y posibili-
Por otra parte, de la relectura de La genealo-
dad de existencia social en tanto que lo in-
gía de la moral de Nietzsche, J. Butler extrae
troduce en el lenguaje y en la intersubjetivi-
que la represión y la regulación sociales gene-
dad.
ran lo que denomina vuelta del sujeto sobre o
contra uno mismo refiriéndose a la conciencia Melancolía constitutiva como precarización
y la mala conciencia, que se vuelven esencia- afectiva
les para la formación, persistencia y continui-
La sumisión primaria al poder a la que nos
dad del sujeto como sujeto social. Así, el po-
hemos referido deja marca en la constitución
der asume una forma psíquica que constituye
del sujeto no solo en el plano corporal y en el
la identidad del sujeto a través de un ejerci-
plano de la conciencia sino también en el
cio de reflexividad y vigilancia continuas. Es
plano de sus posibilidades afectivas. Según
el proceso de producción de una cierta auto-
Butler (1997a/1998) en el proceso de sujeción
otredad. La vuelta del deseo sobre sus pasos,
opera también otro tipo de prohibición social
que produce otro tipo de deseo, el deseo por
distinta de la represión, que es el repudio, el
ese mismo circuito, el deseo por el someti-
cual queda fuera del circuito de la auto-
miento.

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144 Margot Pujal Llombart y Patricia Amigot Leache

reflexión8 y que genera una melancolía cons- El sentimiento de culpa emerge en el curso de
titutiva en el sujeto. En la melancolía, el la melancolía y actúa para preservar al objeto
mundo social parece eclipsarse y, como resul- como objeto de amor (a través de la idealiza-
tado, emerge un mundo interno estructurado ción) y mediante la idealización preserva la
en torno a la ambivalencia. La conciencia posibilidad de amar y ser amado (la agresión
exacerbada y la autocensura de las que hemos se vuelve autocensura del superyo). Sirve pa-
hablado más arriba son identificadas como in- ra prolongar el amor (de manera menos apa-
dicios de melancolía, El palabras de la autora sionada y separada del cuerpo y el placer)
“el yo resulta moralizado como consecuencia como efecto de un repudio, por eso lo hemos
de la pérdida no llorada” (1997a/1998, p. interpretado como precariedad afectiva y li-
200). Melancolía que será simultáneamente, mitante. Constituye al sujeto social generiza-
al igual que la vulnerabilidad y la identidad, do como melancólico, precario en sus posibi-
una condición de posibilidad para la emergen- lidades de amar, o con una tendencia a amar
cia de la resistencia y agencia. a través de la idealización y las normas socia-
les, más que a través del cuerpo-placer-
La melancolía es un vínculo que sustituye a un
deseo.
vínculo que se ha roto, ha desaparecido o es
imposible, y por tanto, continúa la tradición En el caso del sujeto-mujer, esta melancolía
de imposibilidad inherente al vínculo. La me- fruto de la sanción social se intensifica, pues-
lancolía es el límite al sentido de pouvoir del to que la posición de subordinación produce a
sujeto, a su sentido de lo que puede lograr, a la mujer básicamente como sujeto de amor
su poder. Esa pérdida marca el límite de su más que como objeto de amor que ha de que-
reflexividad, desborda y condiciona sus circui- rer idealizando al otro para que la quieran.
tos. Entendida como repudio, esta pérdida El sujeto-mujer es construido con la respon-
inaugura al sujeto y lo amenaza con la disolu- sabilidad del vínculo, es asociado a la figura
ción. El sujeto se coarta a si mismo. Es la de cuidadora amorosa por su proximidad con
pérdida de la posibilidad misma del amor, el la naturaleza. Esta adición de la melancolía y
duelo interminable por aquello que funda al la posición de subordinación supone una regla
sujeto. La melancolía convierte constitutiva- de doble condicionamiento específica para la
mente al sujeto en un sujeto afectivamente mujer que la convierte en una cuidadora-
precario. amorosa imposible y melancólica por exce-
lencia.
Butler, se pregunta ¿qué ocurre cuando cierto
repudio de amor se convierte en la condición Esta lectura realizada de Mecanismos psíqui-
de posibilidad de la existencia social? cos del poder establece que el poder social se
(1997a/1998, p. 35). ¿Cuando el repudio de- transmuta en psíquico y produce, por una par-
termina la forma que puede adoptar cualquier te, ciertas modalidades de reflexividad en el
vinculo?. Y lo compara con la noción foucaul- sujeto, por otra, ciertas formas de corporali-
tiana de ideal regulador (ciertas formas de dad, y finalmente, limita sus formas de socia-
amor son posibles y otras imposibles). La san- lidad (cuyos contenidos están en relación con
ción social produce mediante el repudio el la categoría social específica/s por la que es
ámbito posible del amor y la pérdida, opera interpelado dicho sujeto). Es decir, el poder
como un ideal regulador. Produce ciertos ti- social opera mediante fenómenos psíquicos
pos de objetos y excluye otros. Se trata de un restringiendo y produciendo el deseo y el ám-
mecanismo de producción que puede tener bito de la socialidad vivible.
como base una violencia originaria.
En este sentido queremos resaltar junto con
Butler, aunque no lo desarrollemos aquí, que
la conciencia exacerbada, la auto-censura y la
melancolía que sostiene a ambas, constituyen
8
Butler extrae de Freud la distinción entre represión y las bases de las identidades normativas de
repudio, señalando que el “deseo reprimido” puede vivir género. Y que el proceso de des-hacer dichas
en algún momento ajeno a su prohibición, mientras que
el “deseo repudiado” está rigurosamente excluido y cons- identidades de género y propiciar un devenir
tituye al sujeto a través de cierto tipo de pérdida preven- y desplazamiento en el sujeto generizado ne-
tiva. La autora, en el capítulo 5 de Mecanismos Psíquicos cesita del desarrollo de un lenguaje dramáti-
del poder, sugiere que el repudio a la homosexualidad co, en el que las emociones/afectos tengan
parece ser el fundamento de cierta versión heterosexual
del sujeto.

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El binarismo de género 145

una función epistemológica, que permita su emergen posibilidades de cambio y subver-


elaboración simbólica de una forma situada. sión.
Por una libertad inherente pero situada Desde esta red conceptual, tal como había
hecho con el poder, la libertad es repensada y
Desde sus primeras reconsideraciones de la reconsiderada: ya no habrá relaciones fuera
compleja cuestión del poder, Michel Foucault de la operatividad del poder; no obstante,
concibió la resistencia como un elemento in- siempre habrá cierto grado de libertad en
trínseco al ejercicio del poder. Tal como he- ejercicio y, por consiguiente, la posibilidad de
mos visto, Judith Butler ve en la sujeción intensificación de los puntos de resistencia y
aquella operación que sujeta pero que habili- su articulación en procesos de emancipación.
ta al mismo tiempo al sujeto agente.
La analítica del poder foucaultiana y el desa-
Si el poder “opera sobre un campo de posibi- rrollo que le proporciona la obra de Butler nos
lidad en el que se inscribe el comportamiento empuja a analizar esa tensión inherente entre
de los sujetos activos, incitando, facilitando y la sujeción y la agencia que conforma reite-
dificultando, restringiendo absolutamente en radamente la corporalidad y las formas subje-
ocasiones límites” (Foucault, 1982b, p. 237), tivas sin determinarlas, pero sin permitir un
sólo en ocasiones límites determina comple- espacio imaginario de absoluta libertad y ex-
tamente tales posibilidades. Las resistencias, terioridad a las condiciones históricas y socia-
de manera más o menos articulada, siempre les de su emergencia. Como escribió Fou-
están presentes. En tanto ejercicio complejo, cault, siempre emerge la libertad cuando se
temporal y heterogéneo, nunca determina de problematizan los discursos identitarios, las
forma absoluta, aunque su insistencia en la relaciones, los efectos naturalizados y diver-
productividad disciplinaria de cuerpos dóciles sos de los dispositivos de poder:
oscurezca este punto. Por el contrario, tal
como él mismo insistirá más adelante, los En lo que se nos da como universal, necesario,
obligatorio ¿qué parte hay de lo que es singular,
cursos de acción están abiertos a efectos contingente y debido a constricciones arbitrarias?
inesperados, desplazamientos o articulaciones Se trata, en suma, de transformar la crítica ejer-
estratégicas de las resistencias. Algo parecido cida en la forma de la limitación necesaria en una
plantea Butler cuando afirma que la repeti- crítica práctica en la forma del franqueamiento
posible (Foucault, 1984c/1994, p. 574).
ción defectuosa de los mandatos sociales,
abre posibilidades (1997a/1998). La insisten- Referencias
cia de Foucault en la ubicuidad y la producti-
Adán, Carmen (2006). Feminismo y conocimiento.
vidad del poder no le llevan a negar la posibi-
De la experiencia de las mujeres al ciborg. A
lidad de libertad aunque sí impliquen una Coruña: Spiralia.
consideración situada, parcial, en ejercicio,
de ésta. Allen, Amy (2004). Foucault, feminism and the
self: The politics of personal transformation. En
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mente por el género/cultura en una parte Amigot, Patricia (2005, 16 de junio). Relaciones de
muy importante. Es el dispositivo cultural del poder, espacio subjetivo y prácticas de libertad.
género el que da significado a las diferencias Análisis genealógico de un proceso de transfor-
físicas entre machos y hembras (Nicholson, mación de género. (Disertación doctoral). Uni-
2003, Laqueur, 1994) y son las múltiples tec- versitat Autònoma de Barcelona, Barcelona.
nologías aplicadas históricamente para acer- Amigot, Patricia y Pujal, Margot (2006). Ariadna
car los cuerpos a los ideales de normalidad las danza. Lecturas feministas de Michel Foucault.
que han conformado el cuerpo sexuado de Athenea Digital, 9, 100-130. Extraído el 15 de
forma dicotómica. Pero esta inscripción vio- marzo del 2009, de
lenta del género para moldear los cuerpos no http://antalya.uab.es/athenea/num9/amigot.pd
excluye la capacidad agente y de resistencia f.
de los sujetos. Los ideales de género se cons- Amigot, Patricia y Pujal, Margot (2009). Una lectu-
truyen y actualizan continuamente en las ac- ra del género como dispositivo de poder. Revista
tualizaciones cotidianas, y su reiteración nun- Sociológica. Aproximaciones al Poder, 70 (20),
ca es completa sino que de la repetición 115-151.

Quaderns de Psicología | 2010, Vol. 12, No 2, 131-148


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MARGOT PUJAL LLOMBART


Doctora en Psicología Social desde el año 1991 con la tesis Poder, Saber, Naturaleza: la triangulación
masculina de la Mujer. Análisis de una invención psicosocial, publicada online, y profesora titular de
Psicología Social en el Departamento de Psicología Social de la Universitat Autònoma de Barcelona
desde 1992. Directora desde el año 1998 del Grupo de Investigación Des-Subjectant.GESPG (Grup d'Es-
tudis Socials de la Subjecció i la Subjectivitat des d'una perspectiva de gènere) adscrito a la UAB i a
l'iiEDG: Institut Interuniversitari d'Estudis de Dona i Gènere de l'Institut Català de la Dona. Ha partici-
pado en diferentes Proyectos de Investigación sobre Género, Subjetividad y Poder. Participa en dife-
rentes Master y en Doctorado con cursos sobre Estudios de Género.

Es autora y coautora de múltiples artículos, capítulos y dos libros, entre los más recientes están en el
2010 (con P. Amigot) el capítulo Vulnerabilidad y Sujeción en la construcción del género en las muje-

Quaderns de Psicología | 2010, Vol. 12, No 2, 131-148


148 Margot Pujal Llombart y Patricia Amigot Leache

res. Claves para el empoderamiento psicosocial Editado por R. Montesinos El conflicto entre los géne-
ros. Una mirada transdisciplinar. (Gedisa y UAM-México); en el 2009 (con P. Amigot) el artículo On
Power, Freedom and Gender: a fruitful Tension between Foucault and Feminism. Theory & Psycho-
logy. Vol. 19 (5) y el 2007 (con E. P. Gil e I. Lloret) el libro El feminismo. La violencia de género. Bar-
celona: Editorial UOC.

DIRECCIÓN DE CONTACTO
margot.pujal@uab.cat

PATRICIA AMIGOT LEACHE


Doctora en Psicología Social desde 2005 con la tesis Relaciones de poder, espacio subjetivo y prácticas
de libertad: análisis de un proceso de transformación de género. Ha sido profesora de Psicología So-
cial en la Universidad Pública de Navarra, en el Máster Interuniversitario Políticas locales, género y
desarrollo de la Universidad Jaume I e investigadora visitante en la Cátedra Unesco de Mujer, Ciencia
y Tecnología en América Latina de FLACSO en Buenos Aires.

Ha participado en diferentes proyectos de investigación sobre género y poder. Entre ellos, bajo la di-
rección de Isabel Martinez Benlloch: Imaginario cultural, construcción de identidades de género y vio-
lencia: formación para la igualdad en la adolescencia, financiado y publicado por el Instituto de la Mu-
jer. Es autora y coautora de diversos artículos. Entre ellos, en el 2009 (con M. Pujal) On Power,
Freedom and Gender: a fruitful Tension between Foucault and Feminism. Theory & Psychology. Vol.
19 (5); en 2007, Más allá del discurso: análisis genealógico de una transformación de género. Forum
Qualitative Social Research 8 (2) o en 2006 (con M. Pujal), Ariadna danza: lecturas feministas de M.
Foucaul. en Athenea digital (9).

DIRECCIÓN DE CONTACTO
Patricia.amigot@unavarra.es

FORMATO DE CITACIÓN
Pujal Llombart, Margot y Amigot Leache, Patricia (2010). El binarismo de género como dispositivo de
poder social, corporal y subjetivo. Quaderns de Psicologia, 12 (2), 131-148. Extraído el [día] de [mes]
del [año], de http://www.quadernsdepsicologia.cat/article/view/770

HISTORIA EDITORIAL
Recibido: 15/06/2010

Primera revisión: 28/09/2010

Aceptado: 21/10/2010

http://quadernsdepsicologia.cat

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