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Junto a los jóvenes, llevemos el Evangelio a todos.
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Hora Santa Misionera
Monición inicial
Hermanos, nos preparamos para este encuentro con Jesús
sacramentado, que con amor nos espera día a día, momento a
momento. Avivemos nuestra fe y confianza en su presencia
Eucarística. Pidamos humildemente la gracia de su Espíritu para
dirigir a Él nuestra alabanza y adoración. Presentemos a Él
nuestros gozos y esperanzas, preocupaciones y sufrimientos. Él
más que nadie nos comprende y viene en nuestra ayuda.
Nos dice San Juan de la Cruz: sólo y siempre se produce el
encuentro con Dios en fe verdadera, esperanza cierta y caridad
entera.
Ministro:
Señor, Dios nuestro, dueño de la vida y de la historia te
damos gracias por llamarnos a vivir este encuentro contigo. Como
tus discípulos, miembros de tu Iglesia misionera nos presentamos
ante ti, aquí estamos Señor para adorarte y orar confiando a tu
corazón misericordioso a todo nuestro mundo y la misión que se
realiza en cada rincón de la tierra.
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Hora Santa Misionera
escribía san Juan Pablo II (Carta enc. Redemptoris missio, 2), un Papa
que tanto amaba a los jóvenes y que se dedicó mucho a ellos.
El Sínodo que celebraremos en Roma el próximo mes de
octubre, mes misionero, nos ofrece la oportunidad de comprender
mejor, a la luz de la fe, lo que el Señor Jesús nos quiere decir a los
jóvenes y, a través de ustedes, a las comunidades cristianas.
Os anunciamos a Jesucristo
La Iglesia, anunciando lo que ha recibido gratuitamente
(cf. Mt 10,8; Hch 3,6), comparte con ustedes, jóvenes, el camino y la
verdad que conducen al sentido de la existencia en esta tierra. Jesucristo,
muerto y resucitado por nosotros, se ofrece a nuestra libertad y la mueve
a buscar, descubrir y anunciar este sentido pleno y verdadero. Queridos
jóvenes, no tengáis miedo de Cristo y de su Iglesia. En ellos se
encuentra el tesoro que llena de alegría la vida. […] He visto mucho
sufrimiento, mucha pobreza, desfigurar el rostro de tantos hermanos y
hermanas. Sin embargo, para quien está con Jesús, el mal es un estímulo
para amar cada vez más. […] Siguiendo el ejemplo de los santos, que
nos descubren los amplios horizontes de Dios, os invito a preguntaros
en todo momento: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?».
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Hora Santa Misionera
Testimoniar el amor
Agradezco a todas las realidades eclesiales que os permiten
encontrar personalmente a Cristo vivo en su Iglesia: las parroquias,
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Hora Santa Misionera
asociaciones, movimientos, las comunidades religiosas, las distintas
expresiones de servicio misionero. Muchos jóvenes encuentran en el
voluntariado misionero una forma para servir a los “más pequeños”
(cf. Mt 25,40), promoviendo la dignidad humana y testimoniando la
alegría de amar y de ser cristianos. Estas experiencias eclesiales hacen
que la formación de cada uno no sea solo una preparación para el propio
éxito profesional, sino el desarrollo y el cuidado de un don del Señor
para servir mejor a los demás. Estas formas loables de servicio
misionero temporal son un comienzo fecundo y, en el discernimiento
vocacional, pueden ayudaros a decidir el don total de vosotros mismos
como misioneros. […].
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Hora Santa Misionera
testimoniar el amor, que es lo más grande que posee el corazón del ser
humano, y, esto conlleva la renuncia, tomar cada día la cruz y seguirlo.
La misión hasta los confines de la tierra exige el don de uno
mismo, la entrega generosa en la vocación que nos ha sido dada por
nuestro buen Dios.
Santa Teresa de Jesús nos dice: ¡Nuestro Señor nada suyo
reservó para Sí al amarme desde el madero de la Cruz! ¿Y yo me he de
entregar a medias?
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Hora Santa Misionera
Momento de agradecimiento
Agradecemos al Señor desde lo que ha tocado e iluminado hoy a
nuestro corazón y resuena para una mejor actitud de vida como
bautizados, discípulos y misioneros para llevar a todos el Evangelio,
porque Dios es nuestra fuerza.
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Hora Santa Misionera
Oración conclusiva
Padre bueno, compasivo y misericordioso fuente de
alegría, serenidad y de paz, te damos gracias por el inmenso
amor que nos tienes.
Jesucristo, misionero del Padre, con la mirada fja en ti
queremos seguir anunciando la Buena nueva de tu Evangelio.
Espíritu Santo, conságranos con tu unción para que con
renovado entusiasmo realicemos la misión evangelizadora de
llevar la alegría de la bondad, el perdón y la ternura a cada
hermana y hermano.
Que María nuestra madre, discípula y misionera
interceda por nosotros, nos acompañe en la tarea de ser
contemplativos en la historia, y comprometidos con el
proyecto del Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.