Está en la página 1de 5

FAMILIA

CRISTINA (alusiones a Guillermo y recriminaciones sobre todo a Natalia)

Lo hago por dinero. Sólo por dinero. Eso me repetía mientras caia papá por la escalera. Porque soy pobre y
estoy desorientada y mi casa es oscura y húmeda, y mi alimento escaso. Y el agua siempre sale fría, y comparto
colchón con insectos corredores, y el invierno es invierno a todas horas. En fin, los pobres, ¿no has oído hablar
de los jodidos pobres? Y observo tu alegría, tu carcajada de yegua, tu olvido, como si nunca quisieras morirte,
como si nunca supieras que hay detrás de una ventana. Como si no existiera el dolor, mi dolor. Y pensar que
antes yo también me reía. Antes, antes, antes... Antes de salvarte. Porque tu no le viste… mi hermano,
Guillermo ¿Por qué te arrojaste a la bañera, con tus muñecas llenas de sangre? ¿Por qué no me esperaste
hermano? ¿Tan enclenque era tu propósito? La ventana, la ventana... (dibuja una ventana imaginaria en el aire y
mira a Natalia). Es mejor la ventana… volar. No siempre van a recogerte los brazos de un hombre dispuesto a
todo, no siempre va a destrozarse una osamenta para que tu recuperes las ganas de vivir. ¡Ah¡ Me amarga
vuestro capricho. (A todos sus hermanos). He esperado día tras día, con paciencia de columna, que volvieras a
intentarlo, he perseguido en tu cara un visaje de angustia, un pliegue atormentado, la mueca del infortunio. Ja.
Tu plenitud es un escarnio para mi vida. Nada en ti justifica mi cuerpo roto, o mi sacrificio, o mi penuria. Nada.
Es decir, tus motivos no eran tan importantes, podíamos haber prescindido del asesinato, no hay nada en el
mundo tan importante como la vida… pero no, en esta familia daba igual, morir o no, había un pobre idiota que
nos redimió a todos, uno más que pasaba, uno que podía vivir sin espinazo, uno cualquiera, un imbécil que
extendió sus brazos de cuna para salvarte. Y a estas alturas, desde mi caparazón, todavía me pregunto. ¿Por qué
no te arrojaste por la ventana? ¿Por qué deseabas la muerte? Es mejor la ventana… volar… Al menos necesito
saber eso para no aborrecerte tanto.

UNAI (mañana)

El amor no importa, el amor no existe, en el matrimonio el amor no existe… el amor no es nada comparado con
los hijos… los hijos, comparado con los hijos el amor no es nada… existen los hijos diosecillos de mierda en
nombre de la creación, en nombre del puto milagro de la vida, en nombre de la justificación de la existencia,
permitidme que encierre el instinto maternal en la cesta de las víboras… que reviente de veneno antes de
causar más dolor… Si esperáis un poco, si esperáis hasta la Navidad asistiréis a acontecimientos espeluznantes. -
No quiero a mi madre, no quiero a mi padre… no os quiero a vosotros, no quiero a mi esposa… no quiero hijos.
Quiero que mi existencia acabe aquí, que mi familia acabe aquí. (a Nati) Cuéntame algo que justifique tu parte
monstruosa, hermana, tal vez te comprenda, tal vez te imite. Sólo hace falta un recuerdo para que te
comprenda, para que comprenda el mundo, para que me comprenda a mí mismo. - Es importante conocer el
pasado de las familias, o no, o es mejor ignorar las causas, como si nada tuviera un por qué, como si nada
hubiera existido antes, como si hubiéramos nacido directamente del fango, dime hermana, ¿naciste
directamente del fango? La locura también está hecha de palabras, Si le concedemos a los acontecimientos el
derecho al misterio soy capaz de comprenderte, hermana, la inteligencia no es suficiente, la inteligencia no
sirve, no quiero ser inteligente. ¿No sería mejor si los hijos murieran antes que los padres? No sería beneficioso
que los padres asistieran a la cuna y a la tumba de sus hijos?. ¿No sería aleccionador que los padres fueran
testigos de su monstruosa obra? Pero yo sigo viviendo. Y no sé por qué. Tal vez para verme a mi muerto. ¿No os
importaría verme muerto, ahora que estamos aquí, en el cementerio de nuestra casa, ahora que la muerte es
algo común, os importaría? Hermanos ¿Comenzamos a destruir el mundo? sólo quiero comprender… estoy
tan cansado (desfallece avergonzado y a punto de llorar).

NATY

AITANA

FAMILIA 2
ANA Y VERONICA

La primera lesión incompatible con la alegría, de mis 32 fracturas. (retrocece al pasado) La primera, la primera
está a punto de fracturarme. Las manos de mi padrastro explotan como sapos bajo la bota. En presencia de mi
madre. Mi cuerpo de tres años está a punto de recibir la primera fractura. Es un día importante para la tierra del
jardín, para el transcurso de mi triste historia, para mi cuerpo de tres años. Estoy en la bañera con la esponja
encima, entre manos resentidas de hombre. Mamá dice que no estoy sucia. No está sucia. No está sucia.
¿Dónde ves la suciedad? Mi hermana dice: la niña está limpia mamá. Le baño todos los días mamá. Le lavo el
pelo todos los días mamá. No está sucia. ¿Dónde ves la suciedad? …(continúa Ana que también se traslada al
pasado)… Sé como hacerlo mamá. Que él no la toque mamá. No soy una inútil mamá. No me llames inútil
mamá. No me insultes. Sé lavar a la niña. ¿Quieres hacerlo tú, o prefieres que lo haga tu marido? ¿Quieres
frotarle el cuerpo con alcohol? Así hacía ese asqueroso conmigo, de arriba abajo, de arriba a abajo. Alcohol de
arriba abajo. Aquí tienes a la niña. Frótale tú, le decías, no me importa las capas de piel que le arranques, el
Señor ama a los niños, el Señor ama a los niños, ellos son fuertes, y debemos parecernos a los niños si deseamos
alcanzar el reino, ¿me escuchas mamá? ¡cállate! haces que me duelan los huesos como si me crecieran tumbas,
no te soporto, déjame en paz, ¡si supiéramos rezar, si supiéramos rezar! (continua Veronica).

VERO

Gracias señor, Te doy gracias, Soy muy feliz. Te doy gracias, Porque mis padres me quieren mucho Y también mis
hermanos y amigos. Desde hoy prometo ser más buena, Obedecer a mis padres, Ser respetuoso con mis
superiores, No decir mentiras, Estudiar mucho más, Renuncio de corazón al demonio… Si supiéramos rezar... La
famélica lleva sangre dentro de las uñas decía mi padrastro, mi pequeño cuerpo es un tapiz de cruces …con mi
primera fractura, tengo tres años, y he aprendido a llorar en silencio como un adulto. El entraba en la
habitación, una y otra vez, una y otra vez y yo quería gritar y no podía: si gritas estás muerta. Entonces yo me
callaba, abria mucho los ojos y el mundo otra vez en orden. Completo. Feliz. El mundo que no es otra cosa que
mis sueños. (Silencio.) Por las noches se sentaba sobre mi pecho. Era una criatura infernal. El terror atascado en
la garganta. Estaba solo con ese monstruo que me hundía los huesos y me obligaba a tragar puñados de agujas.
Las sentía correr por todo el cuerpo, atravesándolo, haciendo el mismo ruido que si rayaran cristal, hasta
aparecer en los brazos, en las piernas, en el vientre... Brotaban cientos de agujas como si mi cuerpo fuera un
criadero de miedo para mi cuerpo de tres años y así hasta ahora, que me hice vieja. No quiero que nadie mas
me acaricie… y me siento vieja, sucia, deforme, arrugada... ¿Quién va a amar a una criatura así? ¿Quién va a
amar a este monstruo? De pronto, como sacudida por la locura precoz, busco desesperada en qué lugar de mi
cuerpo se aloja mi antiguo amante: me froto las encías hasta hacerlas sangrar, me baño con agua hirviendo por
si resulta que le llevo pegado a la piel, introduzco los dedos en mi sexo intentando alcanzar el fondo del útero,
me enjabono los ojos para llorar aún más. Quizá es en mis ojos donde tengo clavados sus besos. Pero agotada
después de tanta búsqueda inútil, sólo deseo encontrar un lugar donde dejarme morir, irme con la serenidad
con que se marchan los elefantes al cementerio.

ANA LAURA

(Ana estalla sin poder remediarlo con lágrimas en los ojos) ¿Por qué? Año tras años violada por ese ser con el
consentimiento de nuestra madre. Y tuve que dejar a mi pobre niña porque ya no podía mas. ¿Por qué? ¿Por
qué? ¿Por qué? … Esa es la pregunta del dolor. Dios… ¿Por qué nos cargaste de sufrimiento si no nos diste
fuerzas para soportarlo? ¿Por qué no me quitas la rebelión? Si estáis decididos a seguir jodiéndome la vida, a
seguir humillándome, a seguir dándome por el culo, a seguir haciéndome daño, a seguir mintiéndome,
engañándome, por qué no me quitais al menos la rebelión. ¿Por qué ni siquiera mi familia quiere ayudarme a
ser feliz? No necesito ayuda para ser feliz, para ser feliz necesito que me dejeis en paz, necesito que me dejeis
sola, necesito que te vayas a la mierda (a Beatriz), necesito que dejeis de joderme la vida. No necesito ayuda
para ser feliz. Necesito la respuesta de dios. Necesito pelear con dios. Necesito los puños de dios. Y qué pasará
cuando los hijos de la gran puta que me han jodido la vida, imbéciles, egoístas y cobardes, qué pasara cuando
los tres hijos de la gran puta me vean en el suelo, retorciéndome de dolor, porque ya no pueda más, porque ya
no puedan joderme más, cuando me vean retorciéndome en el suelo gritando, NO, NO, NO, NO, entonces los
hijos de puta me preguntarán, pero qué te pasa, por qué estás así, qué es lo qué quieres, qué es lo que cojones
quieres, y yo les contestaré: ESPERANZA, QUIERO ESPERANZA

ANA O VERO
Hay una explosión en su frente

Es el esfuerzo por dominar la normalidad

Y el pequeño Hipólito

todavía tiene edad para sentirse cobijado

por estos seres infinitamente normales

incluso en un cementerio

Los difuntos me ayudan a preguntar

Madre, me subo a una lápida para preguntarte

¿por qué tengo miedo de hacerme adulto?

THORA.- Porque mientras seas un niño tendrás asegurado el cobijo.

HIPÓLITO.- ¡Un cobijo! ¿Cómo este cementerio?

THORA.- Naces y tienes un cobijo inmediatamente, sólo por ser

pequeño.

HIPÓLITO.- Padre, ¿por qué tengo miedo de hacerme adulto?

SENDEROVICH.- Porque mientras seas un niño tendrás una capacidad

asombrosa para soportar el dolor y todo tipo de sufrimientos.

HIPÓLITO.- Como los muertos cuando salen de sus tumbas y se nos

aparecen, blancos, y sin voz.

THORA.- (Grita.)

SENDEROVICH.- Somos inocentes.

THORA.- Somos inocentes.

HIPÓLITO.- ¿Quién se siente diferente a Thora y Senderovich?

¿Quién se cree mejor?

SENDEROVICH.- Nada puede apartarnos de nuestro propio cuerpo.

Ninguna ley puede apartarnos de nuestro propio cuerpo.

HIPÓLITO.- Thora y Senderovich son inocentes. La maldad crece en

los inocentes.

THORA.- No es culpa nuestra. En el infierno solo hay odio.

HIPÓLITO.- Nos arrancaremos el odio a golpes.

SENDEROVICH.- Somos inocentes.

HIPÓLITO.- Los monstruos siempre son inocentes. Los que calculan la


injusticia son los culpables.

THORA.- ¿Qué me importa quién muere en el mundo?

HIPÓLITO.- ¿Qué les importa quién muere? ¿Qué les importa quién

gobierna? ¿Qué les importa si nada de eso puede apartarles de sus

cuerpos? Ninguna guerra del mundo puede apartarles de sus deseos.

Thora y Senderovich sudan para satisfacer sus deseos.

THORA.- Nada me hace sufrir más que esta angustia, esta angustia,

aquí, en mi cuerpo.

HIPÓLITO.- ¿Qué gobierno, que guerra está por encima de sus

angustias ocultas?

SENDEROVICH.- Aquello que no le cuentas a nadie. Eso es la

angustia.

HIPÓLITO.- ¿Hay algo que te haga sufrir más que eso que no

confiesas a nadie?

SENDEROVICH.- Somos inocentes.

THORA.- Somos inocentes.

FAMILIA

AHINOA

Los días que estoy loca no como ni meo apenas. Si me entran ganas lo soluciono con la mayor rapidez posible
para volver a internarme en mi templo y entregarme por entero al disfrute de mi patología. ¿Hay algo más
divertido que un cerebro infectado? Puedo destruir a la humanidad con un solo golpe de tinta o de tecla. ¡Soy
un creador! ¿Entendéis ahora mi vocación, cerdos? ¿Entendéis mi desgracia? El mundo se acaba pero yo no he
elegido la palabra correcta. Elijo, entre una frase y otra, un nombre, un principio, un final, mi oficio consiste en
elegir palabras y a pesar de las horas y de los años siempre me quedo con la peor, la más defectuosa, y saber
que esa puede ser la última palabra, la palabra con la que me entierren, la que recen todos al pie de la tumba.
Soy una mendiga de mí misma. Sólo puedo buscar en la basura. ¿No hueles el hedor de los desperdicios? Qué
extraño. Tengo los bolsillos rebosando. Nunca tiro nada. De qué iba a rellenar sino esos días blancos como el
mármol de la morgue. Soy el único barro que me atrevo a usar, más que barro cieno. Soy una cobarde. No
pienses que escogí el camino más fácil. Es que no sé hacerlo mejor. Estoy condenado a repetir siempre la misma
historia. Soy una estafadora que garabatea sus tripas intentando disimular su falta absoluta de talento. El héroe
de una hazaña patética. Y a veces disfruto porque no tengo otra cosa que hacer. De vez en cuando cojo las
tijeras y recorto unas cuantas páginas para ver si brota sangre o algo así. Después lo tiro al cubo de la basura y lo
miro, allí, rodeado de latas vacías, cáscaras, compresas... Hoy en día lo único que cuenta es el punto de vista de
los sueños. Ojalá pudiera destruirme. Se empeñan en conservar las cosas de los muertos y las llaman almas.
Necesitan de un simulacro de eternidad. Y las conservan cada vez más y mejor, porque el fin del mundo cada vez
está más cerca, porque mi cuerpo se parece cada vez más a un pantano apestoso, cada vez más, cada vez más.
El alma no existe. Sólo cuerpos que se pudren. Morir es absurdo si luego no vuelves a estar vivo. Los viernes y
los sábados son los días más divertidos de la semana. Me ingresarán un viernes o un sábado. Hermanos míos,
cuánto anhelo encontrarme ya a vuestro lado. Cuanto deseo que me contagiéis cada una de vuestras benditas
infecciones. Os envidio. Ambiciono todas las locuras. Vosotros me ayudaréis a desterrar esta lucidez
intermitente que aún padezco. Jamás regresaré a mi casa…

MARGA

Hubo un tiempo en el que todo me hacía sentir vergüenza. El Ser me hacía sentir vergüenza. Respirar, ocupar un
espacio en una mesa de un bar, un asiento vacío en el último metro, me ruboriza ba. Sentía el latido de millones
de ojos sobre mí, como golpes desquiciados contra un niño. Entonces me lanzaba a la calle, loca. En la calle, las
baldosas me ponían vértigo en el cuerpo. Ofrecer mi sombra me acaloraba. Así llega ba a mi casa, llevándome
puertas por delante. Y me escondía en la cama, con abrigo, faldas y zapatos. Me encontraba con mi olor; en las
sábanas, en el aire viciado. Y si mi ropa, mi pelo, mis manos, traían algún olor extraño, llenaba la bañera con
agua y con vinagre. Permanecía dentro algunas horas. Y volvía a meterme en la cama, sin quitarme la ropa
mojada. Tres horas más tarde, el despertador. Una gran taza de café. Y la sonrisa ensayada en el espejo de un
ascensor que sube por una torre de oficinas. Decidí salir. Pasé bastante tiempo arreglándome. En vez de mirar
los pocos objetos que abandonaba, cerré los ojos. O tal vez los tenía abiertos y veía, pero sin distinguir. Caminé
muy rápido por el pasillo. No me llevé nada por delante. No sé si abrí la puerta, no sé si había puertas delante de
mí. Ya en la calle, no paseaba, corría. Esa era la impresión que llevaba en las piernas y en el cuello. De pronto
sentí un calor que me acunaba. Levanté la cara: era un día de sol. En un instante mi cuerpo pesó lo que una
pluma. No pensaba yo en nada. Mis movimientos se hicieron lentos. ¡Una brisa frenaba mi andar! Tuve que
elegir: desesperarme y morir o disfrutar de aquella lentitud. Qué sorprendente visión de los balcones, de las
caravanas de coches. Me sentía capaz de perdonar. Qué sorprendente visión... de mí. Llevaba recuerdos en los
oídos y en los puños. Palabras, ¡frases enteras! Estaba tan entusiasmada que intenté, en una esquina, un saludo.
No importa, en la próxima calle lo conseguirás. Reconocí perfiles bondadosos. En mi lentitud tuve de repente un
sentimiento disparatado: que yo formaba parte del paisaje. Entonces miré al cielo y escupí sobre la máscara de
Dios. Y seguí lenta, por encima de las calles, hasta dar con un sitio en el que había varias personas mirándome;
sentadas, en silencio. Y al fin, crei que podía, que podía contar mi historia, pero no pude.

También podría gustarte