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ENFERMERÍA
ESPECIALISTA EN
ICTUS
Módulo 3
Cuidados neurocríticos:
Trastornos neurocríticos
Autor:
Dr. Thomas Luiz y Dieter Lerner
2015
Actualizado por:
Gilbert Steinfurth
2016
PÁGINA
2 Evaluación neurológica 4
2.1 Exploración neurológica inicial de un paciente con ictus 4
2.2 Escala del coma de glasgow 5
2.3 Evaluación de las pupilas 6
2.4 Ejemplo de gráfica de observación neurológica 8
3 Urgencias neurológicas 9
3.1 El paciente inconsciente 9
3.2 Abordaje general del paciente inconsciente 9
3.3 Aumento de la presión intracraneal (PIC) 10
3.4 Ictus en la fase aguda como urgencia neurológica 15
3.5 Edema cerebral después de un ictus 18
3.6 Delirio y agitación 21
4 Autoevaluación 23
5 Literatura médica 24
6 Referencias 26
El deterioro neurológico precoz (en 48-72 horas) después de un ictus agudo es una complicación
frecuente y tiene lugar entre el 25 % y el 45 % de los pacientes.3 Por lo tanto, la evaluación
neurológica se realiza por las siguientes razones4:
• Para establecer la situación neurológica basal.
• Para identificar cambios en relación con una evaluación neurológica anterior.
• Para identificar anomalías o déficits neurológicos.
• Para identificar las consecuencias de un déficit neurológico sobre las actividades de la
vida (AV).
Los pacientes con estabilidad neurológica pueden requerir observación cada 4-8 horas.
La evaluación inicial de un posible paciente con ictus es similar a la de otros pacientes en estado
crítico: estabilización inmediata de las vías respiratorias, respiración y circulación (regla ABC).
Esto va seguido rápidamente por una evaluación del déficit neurológico y de las posibles
enfermedades asociadas (ABCDE). El objetivo global no es solo identificar a los pacientes con
un posible ictus, sino también excluir afecciones que simulan ictus (enfermedades con síntomas
propios de los ictus; véase la tabla 1), identificar otras enfermedades que requieren intervención
inmediata y determinar las posibles causas del ictus para una prevención secundaria precoz.
Llegados a este punto, es muy importante la puesta en marcha temprana del plan asistencial del
ictus o la notificación al equipo de ictus.
TUMOR DEL SNC Avance progresivo de los síntomas, otro proceso maligno
primario, debut de crisis epilépticas
La exploración neurológica inicial debe ser breve pero completa. Llegados a este punto, si la
historia inicial y la exploración rápida sugieren un ictus, debe realizarse la activación del código
de ictus. La utilización de una exploración neurológica estandarizada garantiza que se realice de
manera uniforme y puntual.
Las puntuaciones o escalas oficiales de ictus, como la NIHSS, pueden realizarse de forma
rápida, tienen una utilidad demostrada y las puede llevar a cabo una multitud de profesionales
sanitarios. La utilización de una evaluación estandarizada y de una escala de ictus ayuda a
cuantificar el grado de déficit neurológico, facilita la comunicación, ayuda a identificar la
localización de la oclusión del vaso, alivia la evaluación del pronóstico precoz, ayuda a
seleccionar a los pacientes para las distintas intervenciones y permite identificar posibles
complicaciones.
La máxima puntuación posible es 15/15. La peor puntuación posible es 3/15. La GCS está
pensada para ser una evaluación objetiva del nivel de consciencia del paciente; sin embargo, la
persona que realiza la GCS debe valorar la respuesta del paciente a estímulos y, por lo tanto, es
inevitable un cierto grado de subjetividad. Por esta razón, se considera que es una buena
práctica para el personal de enfermería evaluar conjuntamente la GCS en el cambio de turno
para asegurarse de que ambos coinciden en la puntuación. Si se constata un deterioro en la
GCS, un segundo miembro competente del personal de enfermería deberá comprobarlo de
inmediato, a fin de confirmar el deterioro antes de avisar al equipo médico.
Sin embargo, como sucede con otros sistemas de puntuación, la GCS solo debe utilizarse como
ayuda en la evaluación del paciente, junto con otras exploraciones diagnósticas. La frecuencia de
supervisión de la GCS dependerá de la gravedad del estado del paciente y de las directrices
individuales de cada centro.7
Si desea obtener información más detallada sobre la GCS, puede consultar el módulo 1 del SNC:
Generalidades.
Forma de la pupila
Para evaluar las pupilas deben levantarse ambos párpados a la vez y compararse el tamaño de
ambas. Con una linterna, se dirige la luz hacia el ojo (véase la figura 1) y se observa la pupila:
debería contraerse inmediatamente al dirigir la luz hacia ella y dilatarse al retirarla; esto es lo que
se llama reflejo fotomotor directo. La aplicación de la luz sobre una pupila debe provocar la
respuesta simultánea de ambas pupilas; esto es lo que se llama reacción cruzada a la luz. Un
signo más (+) indica reactividad de la pupila en la gráfica de observación neurológica; un signo
menos (-) indica ausencia de reacción.
Orientado
Confuso Vía respiratoria
Mejor endotraqueal o
respuesta Palabras incoherentes
Sonidos incomprensibles traqueostomía
verbal -T
Ninguna
Presión
arterial y
frecuencia
del pulso
Escala
para las
pupilas
(mm)
Respiración
Tamaño reacciona
derecha
Reacción
PUPILAS no reacciona
Tamaño
izquierda contraída
Reacción
Fuerza normal
B
Debilidad ligera Si hay diferencia
MOVIMIENTO DE LAS
R
Debilidad intensa entre ambos
EXTREMIDADES
AZ
Flexión anómala lados, registrar el
O
Extensión lado derecho (D)
S
Ausencia de respuesta y el izquierdo (I)
por separado
P Fuerza normal
I Debilidad ligera
E
R Debilidad intensa
N Extensión
A
S Ausencia de respuesta
Una vez que se ha determinado que el paciente no está en parada cardíaca, se coloca al
paciente en posición de reanimación para optimizar la vía respiratoria. La disminución de la
consciencia es una situación potencialmente mortal y puede provocar una obstrucción de las vías
respiratorias postural, así como la pérdida de los reflejos de las vías respiratorias, como el
tusígeno, el faríngeo y el de la deglución. Sin estos reflejos, el paciente se encuentra en riesgo
de aspirar secreciones o vómito.
• Puede ser necesario colocar un tubo faríngeo si solo con la postura no es posible
mantener la vía respiratoria.
• Inicialmente, se administra oxígeno a flujo alto (8-15 l/min) mediante una mascarilla facial
con reservorio; una vez estabilizado, se puede ajustar el oxígeno inspirado para mantener
las saturaciones de oxígeno dentro de los límites normales.
• Se debe obtener un registro completo de todas las constantes vitales.
El diámetro de los vasos sanguíneos afecta a la cantidad de espacio que ocupan los vasos
sanguíneos en el cerebro. Los vasos sanguíneos pueden dilatarse debido al aumento del
volumen sanguíneo o por factores metabólicos que influyen en el tono de los vasos sanguíneos,
como el pH, la PaO2 y la PaCO2. La hipoxia, la hipercapnia y la acidosis provocan vasodilatación
de los vasos sanguíneos sistémicos, lo cual aumenta la PIC. También es cierto lo contrario: la
hipocapnia y la alcalosis provocan vasoconstricción sistémica, lo que reduce el flujo sanguíneo
cerebral. Debido a los efectos de los gases sanguíneos sobre los vasos sanguíneos cerebrales,
es habitual controlar los gases en sangre dentro de unos límites estrictos para controlar la PIC.
En pacientes con ictus, la autorregulación de la perfusión cerebral está alterada. Por tanto, la
perfusión cerebral está determinada por la presión de perfusión cerebral (PPC) y por la presión
arterial sistémica.
Cuando una persona está sana, no se presta atención a la presión de perfusión cerebral (PPC)
porque el cerebro se autorregula; en pacientes neurológicos en fase aguda, la PPC es
sumamente importante. La PPC se calcula restando la PIC a la presión arterial media (PAM - PIC
= PPC). Se debe mantener entre 60 y 70 mmHg para evitar la isquemia cerebral. A partir de esta
fórmula, se puede concluir que, si la PAM desciende y la PIC aumenta, la PPC resultaría
afectada de forma significativa.
Cuando un paciente presenta un edema cerebral, el aumento inicial del volumen cerebral se
compensa por la reducción del líquido cefalorraquídeo y el volumen venoso. Si el edema
progresa, los mecanismos para compensar este nuevo aumento del volumen cerebral se
agotarán, la presión intracraneal aumentará y finalmente la perfusión cerebral se alterará (véase
la figura 3).
Figura 3: Cambios de volumen de los compartimentos intracraneales en pacientes con edema cerebral
La relación entre volumen y presión intracraneales sigue una función hiperbólica no lineal:
Cuando el volumen intracraneal es normal, un aumento del volumen intracerebral provocará solo
pequeños aumentos de la presión intracraneal. Con el aumento del volumen intracerebral (es
decir, cuando el volumen de reserva cerebral se agota), incluso un volumen adicional pequeño
provocará un aumento masivo de la presión intracraneal, con el consiguiente riesgo de hernia
cerebral (véase la figura 4). Por tanto, es especialmente importante detectar los signos de edema
cerebral o de aumento de la presión intracraneal tan pronto como sea posible y hacer un
seguimiento riguroso a los pacientes con edema intracraneal u otras causas de aumento de la
presión intracraneal. A la inversa, en las llamadas crisis de presión intracraneal, incluso una
pequeña reducción del volumen intracraneal puede salvar la vida.
VOLUMEN
Figura 4: Curva de presión-volumen intracraneal
Cráneo
Hematoma Hematoma
subdural intracerebral
El aumento de la PIC (presión intracraneal) daña el tejido cerebral y se debe prevenir o tratar con
urgencia.
MEDIDAS GENERALES PARA EVITAR • Cabecera de la cama elevada 30°, o lo que el médico
EL AUMENTO DE LA PIC: determine; si la presión arterial es estable puede utilizarse
la posición en antiTrendelenburg. La posición de la
cabeza puede ser una de las medidas de enfermería
Los pacientes con nivel de consciencia disminuido o que oscila tienen mayor riesgo de aspiración
si se pierden los reflejos de protección de las vías respiratorias.18 Elevar la cabecera de la cama
30° reduce este riesgo. La elevación de la cabeza aumenta también el drenaje venoso de la
cabeza (véase la figura 6), lo que ayuda a controlar el volumen sanguíneo cerebral y reducir la
PIC.
Se debe evitar la inclinación lateral de la cabeza para garantizar que no se obstruya el flujo
venoso. Para los pacientes con elevaciones agudas de la PIC, la flexión exagerada de las
caderas y las rodillas está contraindicada, ya que puede incrementar la presión intrabdominal,
con el consiguiente aumento de la presión torácica y de la presión intracraneal.
Vena yugular
externa
Se administrará oxígeno para mantener la PaO2 por encima de 11 kPa (~80 mmHg) o la
saturación de oxígeno por encima del 94 %.19 Este objetivo alto de la PaO2 es importante para
ayudar a optimizar la vasoconstricción y el control de la PIC. Pueden ser necesarias la intubación
y la ventilación para controlar la PaCO2 y optimizar la oxigenación. Si se previenen la hipoxia y la
hipercapnia, los vasos sanguíneos se mantienen en un estado de tono parcial y ocuparán menos
espacio en el cerebro.
El flujo sanguíneo cerebral y la administración de oxígeno son esenciales para la función cerebral
normal. Aunque el cerebro pesa solo alrededor de 1,5 kg o el 2 % del peso corporal, recibe
aproximadamente el 20 % del gasto cardíaco y el 20 % del oxígeno disponible. El cerebro es
capaz de autorregular el control del flujo sanguíneo cerebral. La autorregulación describe la
capacidad del cerebro para mantener un flujo sanguíneo constante, independientemente de los
Hemorragia
subaracnoidea Émbolo
Émbolo
Hemorragia en el
espacio subaracnoideo
Hemorragia
intracerebral Émbolo
Trombo
Arteria
vertebral
Columna
vertebral Arteria
Hemorragia
en el cerebro carótida
Trombo
Ictus
hemorrágico Aorta
Trombo
Ictus
isquémico
Riego sanguíneo desde el corazón
Por lo general, los ictus isquémicos se deben a enfermedad aterosclerótica de los vasos extra o
intracraneales por los que circula la sangre que va al cerebro. Aproximadamente el 20 % de los
ictus isquémicos se deben a aterosclerosis de los grandes vasos (segmentos extra o
intracraneales de arterias carótidas o vertebrobasilares) y aproximadamente el 25 % de los ictus
isquémicos se deben a enfermedad de las arterias penetrantes (enfermedad de los pequeños
vasos) que provoca ictus lacunares o subcorticales. Otro 20 % se debe a embolias cardiógenas,
con mayor frecuencia debido a fibrilación auricular. Aproximadamente el 30 % de los ictus
isquémicos se denominan criptogénicos, lo que significa que la causa exacta del ictus continúa
siendo desconocida.
Las estrategias de tratamiento de los ictus isquémicos en la fase aguda, especialmente de los ictus
con oclusión de grandes vasos, han experimentado importantes cambios en los últimos años. Este
cambio incluye el uso generalizado de medicamentos trombolíticos (rtPA en el plazo de 4,5 horas),
seguido de extracción del coágulo endovascular mediante el uso de recanalizadores
intravasculares. En la última década, se han llevado a cabo ensayos controlados aleatorizados
sobre el tratamiento endovascular de los ictus isquémicos en la fase aguda con fibrinólisis
intraarterial principalmente y dispositivos de embolectomía mecánica de primera generación.
Ninguno de estos estudios demostró beneficios del tratamiento endovascular sobre el rtPA
Los avances en el tratamiento endovascular de los IIA con oclusión de grandes vasos han
supuesto un cambio en la forma de abordar el tratamiento de esta enfermedad.22 En este sentido,
la Asociación Estadounidense del Corazón (American Heart Association) y la Asociación
Americana del Ictus (American Stroke Association) han actualizado su “Guía para el abordaje
precoz de pacientes con ictus isquémico en la fase aguda” (Guideline of the Early Management
of Patients With Acute Ischaemic Stroke)23 acerca del tratamiento endovascular.24 La
actualización más reciente de esta guía, que incluye los últimos resultados de los ensayos, está
reflejada en la “Actualización de 2015 de la Asociación Estadounidense del Corazón/Asociación
Americana del Ictus de la guía de 2013” (2015 American Heart Association/American Stroke
Association Focused Update of the 2013 Guidelines).25
El método de exploración por imagen de elección es el TAC craneal. Puede estar indicado el
estudio de problemas de coagulación y de vasculitis. Estará indicada una angiografía o una
angioTAC si se contempla una reparación quirúrgica, aunque no para el drenaje de un coágulo
sanguíneo.
Otros aspectos concretos del tratamiento serían el tratamiento hemostático (p. ej., complejo de
protrombina concentrado, vitamina K, plasma congelado en fresco...), drenaje ventricular externo,
evacuación del hematoma y tratamiento de las malformaciones arteriovenosas.
Los síntomas principales son cefalea extrema de inicio agudo (“cefalea atronadora”), disminución
de la consciencia (dos terceras partes de los pacientes), náuseas y vómitos, meningismo y
convulsiones. Especialmente en los pacientes con HSA de mayor grado, pueden producirse
anomalías en los ECG, incluidas desviaciones tipo IMEST o incluso paradas cardíacas iniciales.
1 15 Ausente
2 13-14 Ausente
3 13-14 Presente
La antigua clasificación de Hunt y Hess (H+H) combina varios síntomas como cefalea, rigidez de
nuca, déficits neurológicos y nivel de consciencia (véase la tabla 7).
Un paciente con una HSA de grado 1 según Hunt y Hess tiene una probabilidad de supervivencia
de más del 80 %, mientras que en la de grado 5 puede ser inferior al 10 %.
La cabecera de la cama debe elevarse entre 20° y 30°, el cuello debe estar en posición neutra
para facilitar el drenaje venoso y se debe evaluar la permeabilidad de la vía respiratoria. A
Se pueden utilizar diuréticos osmóticos como furosemida o manitol para tratar el edema cerebral.
El manitol intravenoso (de 0,25 a 0,50 g/kg) administrado durante 20 minutos puede pautarse
cada 6 horas. Si se utiliza manitol, deberá vigilarse la osmolalidad sérica y urinaria; sin embargo,
en una revisión Cochrane sistemática, no se encontraron indicios de que el uso habitual de
manitol redujera el edema cerebral ni mejorara el resultado del ictus en el IIA. Se pueden utilizar
40 mg de furosemida como tratamiento adyuvante, aunque no debe utilizarse a largo plazo. Es
preciso vigilar estrechamente la diuresis para detectar poliuria, con el consiguiente riesgo
posterior de deshidratación sistémica. La solución salina hipertónica puede ser una alternativa al
manitol. Por desgracia, todas estas medidas son de corta duración y como mucho pueden
aplicarse para evitar la hernia cerebral aguda.
Figura 8: Convulsiones (Fuente: PEARSON EDUCATION, Instructor Resources for Pearson Titles)
El grupo final de causas incluye diversos trastornos tóxicos y metabólicos, así como
acontecimientos del tipo de ictus, traumatismos craneales o tumores que causan daño de la
corteza cerebral. Durante el estatus epiléptico tienen lugar diversos acontecimientos fisiológicos.
Se produce un pico de catecolaminas, de forma que el paciente a menudo presenta hipertensión,
taquicardia, arritmias cardíacas e hiperglucemia. Cuando existe actividad muscular enérgica,
puede haber un aumento de la temperatura corporal. La acidosis láctica, que se produce incluso
después de una única convulsión motora generalizada, es frecuente en el estatus epiléptico. En
las fases iniciales del estatus epiléptico, la pérdida neuronal se ha ligado a una descarga rápida y
caótica. Más adelante, las necesidades metabólicas cerebrales aumentan y a menudo superan a
la liberación de oxígeno y glucosa disponible, lo cual provoca una destrucción neuronal
potencialmente irreversible. Estos acontecimientos progresan hasta que finalizan las crisis. Por
tanto, es necesario que finalicen para conservar el funcionamiento cerebral, así como también
para resolver la hipertensión, la taquicardia, la hipertermia y la acidosis láctica.
Una vez logrado el control de la crisis, el personal de enfermería necesitará continuar vigilando la
frecuencia respiratoria y la saturación de O2 del paciente, así como el patrón respiratorio. La
frecuencia cardíaca elevada, la PA y la temperatura deben volver a sus valores iniciales,
habitualmente sin tratamiento. De hecho, el paciente puede experimentar hipotensión después
de la administración de antiepilépticos. Cuando el paciente recupere el nivel de conciencia, el
personal de enfermería deberá orientarle acerca de lo que le rodea y explicarle lo sucedido. Se
puede obtener un EEG para verificar la ausencia de actividad epileptiforme en curso.
3.6.1 Pertinencia
El delirio es una complicación muy frecuente y grave en pacientes de UCI. La prevalencia de
delirio posterior al ictus oscila entre el 13 % y el 48 % en los hospitales generales, y entre el
10,1 % y el 28 % en las unidades de ictus. El pronóstico de los pacientes con ictus que
experimentan un delirio es considerablemente peor que el de los pacientes que no experimentan
este síndrome. La mortalidad hospitalaria es de dos a cinco veces más alta, la duración de la
estancia hospitalaria de 7 a 10 días más larga y la tasa de envío a una residencia es de tres a
diez veces más alta.37
3.6.4 Tratamiento38
Se recomienda haloperidol como fármaco de elección para el tratamiento del delirio.
Los efectos secundarios más importantes del haloperidol son distonía, efectos extrapiramidales,
espasmo laríngeo y alargamiento del intervalo QT. Se recomienda realizar un ECG de 12
derivaciones inicial y diariamente para seguir el intervalo QT; el déficit de magnesio debe tratarse
de forma enérgica y utilizar con cautela otros fármacos que alargan el intervalo QT. Parece que
los efectos extrapiramidales son muy poco frecuentes en pacientes de UCI; si aparecen, debería
utilizarse un fármaco alternativo. Dado que la administración intravenosa puede provocar
cardiopatías graves, como arritmias potencialmente mortales, esta vía de administración se debe
reservar para los casos más graves y no se debe considerar siquiera sin monitorización ECG
continua. En estos pacientes, se puede administrar una inyección inicial en bolo i. v. de 2 mg,
seguida de dosis repetidas (doblando la dosis anterior) cada 15-20 min, mientras persista la
agitación fuerte. Una vez remitida la agitación, se puede continuar con dosis orales programadas
(cada 4-6 horas) durante unos días, seguido de disminución progresiva de la dosis durante varios
días.
El control farmacológico del dolor es un componente importante del abordaje del delirio. Es
sabido que la analgesia insuficiente es un importante factor de riesgo de delirio. Las estrategias
no farmacológicas pueden ser también eficaces en la limitación de la incidencia de delirio. Puesto
que hasta el 40 % de los pacientes de la UCI presentan falta de sueño, algunas estrategias
sencillas para aumentar el sueño son mantener las persianas subidas y las luces encendidas
durante el día y apagadas por la noche y limitar las exploraciones nocturnas y las interrupciones
del sueño. Limitar la privación sensorial facilitando a los pacientes gafas, audífonos, calendarios
y relojes, también ayuda a reducir los delirios. Si es posible, se debe evitar el cambio frecuente
de cuidadores.
Véase el módulo del SNC 8 Cuidados neurocríticos: Estudios de casos y ejercicios: revise las
preguntas o los estudios de casos y trabaje en los ejercicios de autoevaluación
correspondientes.39