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Poemas autora uruguaya Cristina Peri Rossi

Sobre el exilio

XII

A tantos quilómetros de distancia


nadie puede permanecer fiel.
Ni el árbol que plantamos
ni el libro abandonado,
ni el perro,
que vive en otra casa.

Los exiliados II

Hablamos lenguas que no son las nuestras


andamos sin pasaporte ni documento de identidad
escribimos cartas desesperadas
que no enviamos
somos intrusos numerosos desgraciados
sobrevivientes
supervivientes
y a veces eso
nos hace sentir culpables.

XXXIV

Extrañan
el ritmo de las ciudades
el cielo opaco lleno de humo
el canto de los pájaros
extrañan el paso de las horas
el calor y el frío
a veces dicen una palabra por otra
y se asustan
cuando descubren que olvidaron
el nombre de una calle.
Se exilian de todas las ciudades
de todos los países
y aman las imágenes de los barcos.

El viaje

Mi primer viaje
fue el del exilio
quince días de mar
sin parar
la mar constante
la mar antigua
la mar continua
la mar, el mal
Quince días de agua
sin luces de neón
sin calles sin aceras
sin ciudades
sólo la luz
de algún barco en fugitiva
Quince días de mar
e incertidumbre
no sabía adónde iba
no conocía el puerto de destino
sólo sabía aquello que dejaba
Por equipaje
una maleta llena de papeles
y de angustia
los papeles para escribir
la angustia
para vivir con ella
compañera amiga
Nadie te despidió en el puerto de partida
nadie te esperaba en el puerto de llegada
Y las hojas de papel en blanco enmoheciendo
volviéndose amarillas en la maleta
maceradas por el agua de los mares

Desde entonces
tengo el trauma del viajero
si me quedo en la ciudad me angustio
si me voy
tengo miedo de no poder volver
Tiemblo antes de hacer una maleta
-cuánto pesa lo imprescindible-
A veces preferiría marcharme
El espacio me angustia como a los gatos
Partir
es siempre partirse en dos.

Sobre el amor y el deseo


Distancia justa
En el amor y en el boxeo,
todo es cuestión de distancia.
Si te acercas demasiado me excito
me asusto
me obnubilo, digo tonterías
me echo a temblar.

Pero si estás lejos


sufro entristezco
me desvelo
y escribo poemas.
Hipótesis científica
Nadie dice acerca del amor
la hipótesis biológica
de que se trata de una reacción química.
No tengo ningún inconveniente en admitir
que te aman mis jugos interiores
que tu ausencia me intoxica la sangre de negra bilis
que al contemplarte
sube la tasa de mi monóxido de carbono
y los linfocitos se reproducen alocadamente.

Si me pongo lírica
y se me traba la lengua
¿cómo no reconocer que alteras mi metabolismo basal
Y entorpeces mis digestiones?

Mis narinas tiemblan


aumenta la presión de la sangre
enrojezco y me altero
o sudo y palidezco.

Mi amor es gutural e instintivo


como el celo de los animales.
Cualquier metáfora que erija
como un vestido sobre la epidermis
se será artificio.

Y sin embargo,
cuando te hablo,
evoco leyendas antiguas:
Tristán, Iseo, la cruel Turandot,
Dido, la enamorada, y la indiferente Helena
se amontonan en mi boca,
viajan,
en ríos blancos de saliva.
Hipótesis científica
o cultural,
lo mismo da:
mis vísceras no distinguen,
aman, sin preguntarse qué es el amor.
Contra la filosofía
Dicen los filósofos
que solo lo inmediato es verdadero

Si no escribo este poema


nadie sabrá en el futuro
que una noche nos amamos con intensidad en un tren
-de San Sebastián a Barcelona-
Si no escribo este poema
no lo sabrá tu marido
Si no escribo este poema
no lo sabrás tú
no lo sabré yo
Sólo lo inmediato es verdadero
Salvo para la poesía.
Después
Y ahora se inicia
la pequeña vida
del sobreviviente de la catástrofe del amor:

Hola, perros pequeños,


hola, vagabundos,
hola, autobuses y transeúntes.

Soy una niña de pecho


acabo de nacer
del terrible parto del amor.

Ya no amo.

Ahora puedo ejercer en el mundo


inscribirme en él
soy una pieza más del engranaje.

Ya no estoy loca.
SOBRE EL DESEO…

Estado de Celo
El celo no son los celos
ni es el cielo,

pero se le parece tanto.


Encomienda
No sé qué apetencias oscuras
hay en su cuerpo, señora,
encerradas en carnes blancas,
señora.
Para que de pronto, su ansiedad estalle
como ranada abierta
(de grandes labios rojos)

Me hago cargo, señora,


me hago cargo:
la monto la manto la palpo la sobo
la beso la calco la solapo
y usted bala como bovina
usted rue como marabunta
usted piafa como yegua de raza
usted resopla como marsopa
usted finalmente acaba
a caballo
y yo acabo.

Erótica

Tu placer es lento y duro


viene de lejos
retumba en las entrañas
como las sordas
sacudidas de un volcán
dormido hace siglos bajo la tierra
y sonámbulo todavía

Como las lentas evoluciones de una esfera


en perpetuo e imperceptible movimiento
Ruge al despertar
despide espuma
arranca a los animales de sus cuevas
arrastra un lodo antiguo
y sacude las raíces

Tu placer
lentamente asciende
envuelto en el vaho del magma primigenio
y hay plumas de pájaros rotos en tu pelo
y muge la garganta de un terrón
extraído del fondo
como una piedra.

Tu placer, animal escaso.

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