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El poder de las redes sociales para sacudir al mundo.

Por FARHAD MANJOO 24 de noviembre de 2016

Mientras la industria de la tecnología se enfrentaba a la realidad de una elección presidencial


que no salió como lo esperaba, muchos en Silicon Valley dieron con la idea de que la
información falsa que se transmite en línea fue un factor significativo en el resultado de la
contienda.

Rápidamente, tanto Google como Facebook alteraron sus políticas de publicidad para prohibir
explícitamente que los sitios de noticias falsas generen dinero a partir de mentiras. Es muy
probable que se trate de una solución importante, aunque haya llegado demasiado tarde. El
internet ha reducido nuestro entendimiento colectivo de la verdad, y las iniciativas para
combatir esa tendencia desalentadora obviamente valen la pena.

Sin embargo, sería un error que el único hallazgo de esa investigación sean las noticias
falsas. De hecho, los peligros que presentan las noticias falsas sólo son un síntoma de una
verdad más profunda que ahora se ha hecho obvia en todo el mundo: con miles de millones
de personas pegadas a Facebook, WhatsApp, WeChat, Instagram, Twitter, Weibo y otros
servicios populares, las redes sociales se han convertido en una fuerza política y cultural cada
vez más poderosa, a tal punto que sus efectos ahora están comenzando a alterar el desarrollo
de los sucesos mundiales.

La elección de Donald Trump quizá sea la ilustración más contundente hasta ahora de que,
en todo el planeta, las redes sociales están ayudando a reconfigurar de manera fundamental
a la sociedad humana. Han subsumido y abatido a los medios tradicionales. Han deshecho
las ventajas políticas tradicionales como la recolección de fondos y el acceso a la publicidad.
Están desestabilizando y reemplazando instituciones de la vieja escuela, así como formas
establecidas de hacer las cosas, incluyendo a los partidos políticos, las organizaciones
transnacionales y las prohibiciones sociales implícitas contra las expresiones flagrantes de
racismo y xenofobia.

Y, lo más importante, debido a que estos servicios permiten que la gente se comunique entre
sí con más libertad, están ayudando a crear organizaciones sociales sorprendentemente
influyentes entre los grupos que alguna vez estuvieron marginados. Estos movimientos
sociales ad hoc varían ampliamente en forma, desde los supremacistas blancos de derecha
en Estados Unidos hasta los simpatizantes del brexit en el Reino Unido. Pero cada uno, a su
propia manera, ahora está ejerciendo un poder que antes se creía impensable, lo cual resulta
en espasmos geopolíticos impredecibles y a veces desestabilizadores.

“Ahora hay miles de millones de personas en internet, y la mayor parte de ellas no están
felices con el orden establecido”, dijo Ian Bremmer, el presidente del Grupo Eurasia, una firma
de investigación que predice riesgos mundiales. “Creen que su gobierno local es autoritario.
Creen que están en el lado incorrecto del sistema. Están agraviados por las políticas de
identidad y una clase media vacía”.

Muchos factores explicaron la victoria de Trump: la ansiedad de la economía de la clase


media en las zonas industriales de Estados Unidos; un deseo de algún tipo de cambio en la
dirección del país y una mezcla de racismo, xenofobia y sexismo latentes en todo el
electorado. No obstante, como incluso lo reconoció Trump en una entrevista en 60 Minutes
después de su victoria, las redes sociales desempeñaron un papel determinante en la
contienda.
En el pasado, dijo Bremmer, las preocupaciones de los simpatizantes de Trump pudieron
haber sido ignoradas y su candidatura habría fracasado casi de manera definitiva. Después
de todo, casi todos los expertos lo descartaron de manera universal, y enfrentó desventajas
en temas como el dinero recaudado, la organización y el acceso al conocimiento de la política
tradicional. Sin embargo, al emitir un mensaje que resonó con el electorado en internet, Trump
hackeó el orden político establecido.

“Mediante esta nueva tecnología, la gente ahora tiene el poder de expresar sus quejas y de
seguir a las personas que consideran hacen eco de esos agravios”, dijo Bremmer. “Si no fuera
por las redes sociales, no creo que Trump hubiera ganado”.

Para la gente que prefiere un mundo ordenado y predecible, esto es lo más aterrador acerca
de Facebook: no que pueda estar lleno de mentiras (un problema que posiblemente podría
resolverse), sino que su alcance le da el poder real de cambiar la historia de maneras
audaces e impredecibles.

Sin embargo, ese es el punto en el que nos encontramos. Es hora de empezar a reconocer
que las redes sociales en realidad se están convirtiendo en las fuerzas transformadoras del
mundo que sus creadores prometieron que serían desde hace mucho tiempo… es hora de
preocuparnos, en vez de entusiasmarnos, por los enormes cambios sociales que podrían
provocar.

A lo largo de gran parte de la última década, hemos visto cómo surgen en todo el mundo
movimientos sociales progresivos que reciben el poder del internet. Hubo una Revolución
Verde en Irán, seguida por la Primavera Árabe en Medio Oriente y el norte de África. En
Estados Unidos, vimos el movimiento de Occupy Wall Street y las manifestaciones de
#BlackLivesMatter.

Las redes sociales también desempeñaron un papel en la política electoral… primero en la


candidatura de Howard Dean en 2003, que terminó por no tener éxito, y después en la
elección de Barack Obama, el primer presidente afroestadounidense, en 2008.

Sin embargo, ahora esos movimientos parecen ser el preludio de un rompimiento, activado
por la tecnología, en el orden mundial. En el Reino Unido, este año, organizarse en Facebook
desempeñó un papel esencial en la iniciativa alguna vez impensable para hacer que el país
saliera de la Unión Europea. En Filipinas, Rodrigo Duterte, un alcalde agitador que tuvo
mucho menos presupuesto que sus oponentes, logró dirigir a un enorme ejército de
simpatizantes en línea para que lo ayudaran a ganar la presidencia.

El Estado Islámico ha utilizado las redes sociales con el fin de reclutar yihadistas en todo el
mundo para combatir en Irak y Siria, así como para inspirar ataques terroristas en el
extranjero.

En Estados Unidos, tanto Bernie Sanders, un socialista que intentó ser el candidato
presidencial del Partido Demócrata, y Trump, quien alguna vez fue rechazado por la mayoría
de los miembros del partido que ahora dirige, dependen de movimientos en línea para romper
con el orden establecido de la política.

¿Por qué está pasando todo eso ahora? Clay Shirky, un profesor de la Universidad de Nueva
York que ha estudiado los efectos de las redes sociales, sugirió algunos motivos.

Uno es la omnipresencia de Facebook, que ha alcanzado una escala verdaderamente épica.


El mes pasado, la empresa reportó que cerca de 1,8 mil millones de personas entran a la
página cada mes.
Debido a que las redes sociales se alimentan de las muchas permutaciones de interacciones
entre las personas, se convierten notablemente más poderosas cuando crecen. Con cerca de
un cuarto de la población del mundo ahora en Facebook, las posibilidades son asombrosas.

“Cuando la tecnología se pone aburrida es cuando los efectos sociales se ponen


interesantes”, dijo Shirky.

Uno de esos efectos sociales es lo que Shirky llama el “cambio de la Ventana Overton”, un
término acuñado por el investigador Joseph P. Overton para describir el rango de temas que
los medios tradicionales consideran asuntos públicamente aceptables para debatir.

Desde principios de los años ochenta, aproximadamente, hasta el pasado muy reciente,
generalmente se consideraba insensato que los políticos adoptaran posturas poco
tradicionales según la mayoría de la sociedad, cosas como llamados explícitos al prejuicio
racial. No obstante, el internet revirtió esa ventana.

“El etnonacionalismo blanco se mantuvo a raya gracias a la ignorancia pluralista”, dijo Shirky.
“Todas las personas que estaban sentadas en su sótano gritándole a la TV acerca de los
inmigrantes —o que estaban dispuestas a decir que los cristianos blancos eran más
estadounidenses que otros tipos de estadounidenses— no sabían cuántas otras personas
compartían esa misma opinión”.

Gracias al internet, ahora cada persona que sostiene posturas alguna vez consideradas
malignas puede ver que no está sola. Y cuando esas personas se encuentran, pueden hacer
cosas: crear memes, publicaciones y mundos cibernéticos completos que refuerzan su visión
del mundo y que después logran entrar en la visión establecida. Esos grupos también se
convierten en blancos perfectos para personajes políticos como Trump, quienes reconocen su
energía y entusiasmo y los aprovechan para tener victorias en el mundo real.

Shirky señala que la Ventana Overton no se trata solo de desplazarse a la derecha. También
podemos ver cómo sucede con la izquierda. Sanders hizo campaña en torno a una plataforma
anti Wall Street que habría sido impensable para un demócrata tan solo hace una década.

Ahora, después de la derrota de Hillary Clinton, el futuro de los demócratas probablemente


estará determinado de igual manera por colectivos en Facebook y élites en Washington… y
es probable que como resultado veamos más candidatos y posturas políticas improbables con
respecto a lo que se habría observado en el pasado.

El resultado serán sucesos más inesperados. “Definitivamente tendremos más de esos


candidatos insurgentes y más efectos sociales delirantes”, dijo Shirky. Trump solo es la punta
del iceberg. Prepárense para una época interesante.

Referencia bibliográfica:
● El poder de las redes sociales para sacudir al mundo. (2016, 24 noviembre).
Recuperado 28 marzo, 2019, de https://www.nytimes.com/es/2016/11/24/el-poder-de-
las-redes-sociales-para-sacudir-al-mundo/

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