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Los evangelios apócrifos o extracanónicos son los escritos surgidos en los primeros siglos

del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos ni


aceptados en el canon del Tanaj judío hebreo-arameo, de la Biblia israelita Septuaginta
griega, así como tampoco de ninguna de las versiones de la Biblia usadas por distintos
grupos de cristianos como la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana e
Iglesias protestantes. Entre esos escritos se encuentran los Manuscritos de Nag Hammadi.

El término apócrifo (griego: από, ‘lejos’ y κρυφος ‘oculto’; latín: apócryphus), que
originalmente significaba ‘ocultar lejos’, y luego fue derivando en ‘oculto’, ‘oscuro’, ha
sido utilizado a través de los tiempos para hacer referencia a algunas colecciones de textos
y de escritos religiosos sagrados surgidos y emanados en contextos judíos o cristianos. Con
él se califican una cantidad de libros que las Iglesias cristianas de los primeros siglos no
reconocieron como parte de la Sagrada Escritura, pero que se presentan con nombres o
características que los hacen aparecer como si fueran libros canónicos.

Cuestión distinta es la de si un determinado escrito, forma o no parte de la Biblia, de si se


considera o no un libro inspirado. Cuando un determinado escrito o libro merece ser
considerado como formando parte de la Biblia, se dice que es «canónico». El canon
consiste en un elenco de los escritos bíblicos. Católicos, cristianos no católicos y judíos
tienen distintos cánones. Cuando el carácter canónico de un escrito es reconocido
tardíamente se dice que es «deuterocanónico». En ocasiones un libro puede ser
simultáneamente apócrifo y no canónico. Tal sucede con el Evangelio de Santo Tomás. Ni
Santo Tomás es realmente su autor, ni se considera que forme parte de la biblia. Cuestiones
distintas son las de si El Libro de la Sabiduría fue o no escrito por Salomón y la de si forma
o no forma parte de la Biblia.

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