Está en la página 1de 4

Hola a todos! Espero se encuentren muy bien.

Luego de la lectura del texto “Pasado y presente de los verbos leer y escribir” de la
autora Emilia Ferreiro les comparto las siguientes ideas:

Lamentablemente en mi trayectoria escolar no evidencié propuestas


alfabetizadoras que sean significativas y superadoras como en el caso de Teresa.
En mis experiencias en el taller de práctica pude presenciar una situación muy
parecida a la de Ramón. En el momento de presentación del grupo, la docente nos
presentó a los alumnos y con un niño en particular nos comentó que tenía
problemas para aprender y que hacía actividades diferentes al resto, con el correr
de los días nos dimos cuenta que esas actividades eran copiar palabras del
abecedario colgado en la pared en una computadora o que dibuje palabras que
comiencen con las vocales.

Al hablar con la docente me contó que los problemas del niño se asociaban a la
falta de acompañamiento en su casa. Los padres se negaban a llevarlo a gabinete
psicopedagógico, y la maestra no acompañaba a este alumno porque decía que
no tenía herramientas.

Esta situación es horrible por donde se la mire, y me permite relacionarlo con lo


que dice la autora “los problemas de alfabetización o "fracaso escolar"
comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesión sino una
obligación y que leer no era una marca de sabiduría sino de ciudadanía” Desde
sus orígenes, la enseñanza de la lectura y escritura se planteó como la adquisición
de una técnica: del trazado y la oralización. Sólo después de haber dominado lo
mencionado surgirían “como por arte de magia” la lectura expresiva y la escritura
eficaz. Surge entonces la noción de fracaso escolar, concebida como fracaso del
aprendizaje y no de la enseñanza, por lo tanto, fracaso del alumno. Una década
después (’70) la responsabilidad fue desplazada hacia el entorno familiar. Habría
así, un déficit cultural.
Como vemos no se pueden derivar el” problema” de que un alumno no aprendía a
leer se le adjuntaban a una patología individual, "algo tiene". Está más que claro
que esto no es así.

Todas las encuestas coinciden en un hecho muy simple: si un niño ha estado en


contacto con lectores antes de entrar a la escuela, aprenderá más fácilmente a
escribir y leer que aquellos niños que no han tenido contacto con lectores. ¿En
qué consiste ese saber preescolar? Básicamente en una primera inmersión en
la cultura letrada: haber escuchado leer en voz alta, haber visto escribir, haber
tenido la oportunidad de producir marcas intencionales, haber participado en actos
sociales donde leer y escribir tiene sentido, haber podido plantear preguntas y
obtener algún tipo de respuesta

Según la autora hay dos formas de ingresar a la lengua escrita: a través de la


magia y a través de un entrenamiento consistente en habilidades básicas. Para
ampliar esto la autora presenta dos ejemplos, dos textos producidos por niños

La maestra a cargo del grado de la niña, me comentó que era muy difícil
trabajar con ella y con otros niños en situaciones similares debido a que “no
aprendían”, en varias ocasiones me reiteró que “no había manera de
hacerles comprender el contenido que se estaba dando” y que “nunca iban a
estar a la altura del resto del grupo”.  La actitud de la maestra me sorprendió,
me puso muy triste, ya que, trataba a esos niños como “diferentes” y no mostraba
intenciones de ayudarlos motivándolos e incluso no respetaba las actividades
propuestas por la maestra integradora. De este modo era muy difícil que los
alumnos pudieran aprender.

Y como en el caso de Ramón se esmeraba por realizar “textos libres”, escribir


oracones descontextualizadas, no les leía cuentos, y no iba a “perder iempo”
 Por ese motivo quiero destacar la siguiente frase: “ (…) los niños piensan a
propósito de la escritura, y su pensamiento tiene interés, coherencia, validez y
extraordinario potencial educativo. Hay que escucharlos.” (Ferreiro, 2001, p. 36). A
lo largo de nuestra experiencia profesional nos vamos a encontrar con muchas
situaciones similares, niños que en sus casas leen cuentos junto a sus padres,
otros que no han tenido esa posibilidad. Por lo tanto, debemos estar preparados
siempre con propuestas innovadoras, que despierten la curiosidad de nuestros
alumnos y los motiven a escribir, a continuar leyendo, prestando especial atención
a aquellos niños que presentan dificultades en estas tareas, brindándoles un
continuo acompañamiento.

   La alfabetización es un derecho de todas las personas que viven en el mundo.


Como futuras docentes, debemos saber que las diferencias lingüísticas y
culturales deben ser consideradas como una riqueza y no como un defecto y
asumir la responsabilidad de otorgar una buena trayectoria educativa en igualdad
de condiciones para todos nuestros alumnos.

Espero que anden bien, saludos. 

inteligentes, que están en los primeros años de escolaridad: el de Teresa una niña
urbana de seis años de edad y el de Ramón niño rural de siete años de edad.

El caso de Teresa: Es una niña de 6 años, urbana que sabe mucho sobre la
lengua escrita, ha escuchado leer muchos cuentos y esto se debe gracias al
contacto intensivo con la cultura escrita. Teresa sabe bien que una historia inicia
con una formula ritual (había una vez) y termina con otra forma ritual (y estuvieron
muy feliz. FIN). La docente participa de manera motivadora, haciéndole elaborar
un librito de cuentos.

El caso de Ramón: Es un niño rural que no ha tenido una inmersión previa a la


legua escrita, no tiene experiencias previas con la escritura, hace lo que puede
con su poca experiencia. En este caso la docente no está dispuesta a “perder
tiempo” leyéndoles en voz alta, realiza actividades poco motivadoras, ni los
desafía a escribir con ganas. Se limita a “textos libres” y a la experiencia
inmediata. Ramón hace lo que puede con su escasa y poco estimulante
experiencia escolar, centrada en letras, sílabas y palabras aisladas.

Me parece correcto lo que dice la autora, reduciéndolos a aprendices de una


técnica, menospreciamos su intelecto. Impidiendoles tomar contacto con los
objetos en los que la escritura se realiza y con los modos de realización de la
lengua, despreciamos (mal-preciamos o hacemos inútiles) sus esfuerzos
cognitivos.

La alfabetización no es un lujo ni una obligación, es un derecho. Un derecho de


niños y niñas que serán hombres y mujeres libres (al menos eso es lo que
deseamos), ciudadanos y ciudadanas de un mundo donde las diferencias
linguisticas y culturales sean consideradas como una riqueza y no como un
defecto. Las distintas lenguas y los distintos sistemas de escritura son parte de
nuestro patrimonio cultural. La diversidad cultural es tan importante como la
biodiversidad: si la destruimos, no seremos capaces de recrearla.

Podemos notar que la gran diferencia entre ambos es el acceso y contacto con la
cultura escrita.

También podría gustarte