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Noveno
ML
Decimo
Ahora bien, si sabes algo de Kant, sabes que divide el mundo de los objetos
en dos: el objeto como fenómeno y como noúmeno. El objeto en sí mismo ahí en el
mundo es el noúmeno. Ese mismo objeto, tal y cómo aparece a nuestra sensibilidad
en una intuición, es el fenómeno. Tenemos conocimiento únicamente de objetos
fenoménicos.
No decirlo todo
Conceptos: subjetivo – objetivo – saber – revelar - censura
Para el enseñante:
Criticamos periódicamente los medios de comunicación porque ellos esconden, en su
totalidad o parcialmente, la verdad, o porque se la inventan. Pero no es siempre fácil
ni deseable decir toda la verdad, y a veces es imposible, por diversas razones. De lo
que se trata entonces es de reflexionar sobre estas razones para comprender mejor
los fenómenos de la parcialidad, de la mentira por omisión y de la subjetividad.
Se citan aquí muchos temas que habitualmente suelen ser tratados por los medios de
comunicación. Para cada uno de ellos, se trata de encontrar una razón por la que todo
debería ser contado, y al contrario, una razón por la cual no deba contarse todo.
Algunas de estas situaciones merecerán ser explicitadas antes del ejercicio, o deberán
eliminarse si los alumnos las desconocen. Una regla importante será no utilizar dos
veces el mismo argumento. Podrá ser establecida al final. Para terminar el ejercicio se
hará una síntesis de las razones por las que no debe contarse todo, bien de forma
individual, bien de forma colectiva.
Para el alumno:
Para cada uno de los temas de la lista, encuentra una razón por la cual debemos decir
todo lo que sabemos sobre ello y una razón por la que no debemos decirlo. Hay que
tratar de no utilizar dos veces el mismo argumento. Establece al final una lista de
razones para no contarlo todo.
• El Presidente.
• Un secreto.
• Lo que nos pasa.
• Lo que les pasa a otros.
• Una guerra.
• Un crimen.
• Un proceso.
• Una decisión del Gobierno.
• Un ataque terrorista.
• Una sublevación.
• La enfermedad de una persona.
• Unas elecciones.
• Una redada policial.
• Un libro.
• Las declaraciones de una persona.
• Un artículo de periódico.
• Una discusión.
Undécimo
E l episodio con el que comienza el capítulo I I tiene que ver con algunas d e las muchas
formas de
establecer relaciones de reciprocidad en nuestra sociedad. En primer lugar, hay un
ejemplo de trueque,
con Timmy cambiando sellos.· Después Harry presta a Timmy un poco de dinero que él
había
ganado cuidando niños la noche anterior y los chicos compran unos helados. Tenemos,
por tanto,
ejemplos de trueque, ganar dinero, prestarlo y comprar algo con dinero.
Cuando salen de la tienda, algunos chicos ponen la zancadilla a Timmy, y él les tira los
libros de
la mesa. Timmy considera que su acción ha sido un intercambio justo, una reciprocidad
en la que se
cambia daño por daño. Harry se pregunta sobre esa forma de «quedar en paz» y Lisa
sugiere que es
posible que la reciprocidad sea correcta en algunas ocasiones, pero no en otras.
A continuación, la hermana de Lisa, Mary, le cuenta su cita con Gene. Gene llevó a Mary
al cine
y pensó que tenía derecho a recibir a cambio el afecto de Mary. Mary insiste con
vehemencia en que
Gene no tiene derecho a nada. Interpreta lo que él hizo como un regalo y mantiene que el
que hace
un regalo no tiene derecho a esperar nada a cambio. Harry y Lisa creen que eXiste una
semejanza
entre aquellas oraciones que expresaban sentimientos de las que no se seguía nada al
ser invertidas (si
Jack ama a Jill no se sigue que JiU ame a Jack) y la no-reciprocidad implicada en el
intercambio de
afecto y en el intercambio de regalos.
Ciclo IV
ELECCIONES GENERALES
Por todas partes te lo van a decir, de modo que no tendremos más
remedio que hablar también un poco de ello. « ¡La política es una
vergüenza, una inmoralidad! ¡Los políticos no tienen ética! »: ¿a que
has oído repetir cosas así un millón de veces? Como primera
norma, en estas cuestiones de las que venimos hablando, lo más
prudente es desconfiar de quienes creen que su «santa» obligación
consiste en lanzar siempre rayos y truenos morales contra la gente
en general, sean los políticos, las mujeres, los judíos, los
farmaceúticos o el pobre y simple ser humano tomado como
especie. La ética, ya lo hemos dicho pero nunca viene mal repetirlo,
no es un arma arrojadiza ni munición destinada a pegarle buenos
cañonazos al prójimo en su Propia estima. Y mucho menos al
prójimo en general, igual que si a los humanos nos hiciesen en serie
como a los donuts. Para lo único que sirve la ética es para intentar
mejorarse a uno mismo, no para reprender elocuentemente al
vecino; y lo único seguro que sabe la ética es que el vecino, tú, yo y
los demás estamos todos hechos artesanalmente, de uno en uno,
con amorosa diferencia. De modo que a quien nos ruge al oído: « i
Todos los... (políticos, negros, capitalistas, australianos, bomberos,
lo que se prefiera) son unos inmorales y no tienen ni pizca de
ética!», se le puede responder amablemente: «Ocúpate de ti mismo,
so capullo, que más te vale», o cosa parecida.