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Jd/I Ar•_• c.~rr.,pondiente a los mapas de Valles Calchaqu{es

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1548-1556
PcLL de Chicoana X 1564
Pcia. de Quiri-Quiri X PciJs. que dizen de
Peía. de Tucunán X tucunan
valle de quiri-quiri
1551-1563 "'
Pcias. de Tucunán X 1580
Valle df' Ch icoana X Rreynos y prouincias
de tucunan X
1554-1559
Peía. de jurírs y di~ 1581
guitas X X X Vallr de calchaqui que
yndios casiques de 1os es en la provincia de
diaguitas de paz X X los diaguitas X X
valle calchaquí X X asiento de tucuman X
en Tucur.án X valle de calchaqui X
valle vicioso X X
1582
1560-1561 Prouincia de tucuílan X
Londres en 1os diagul cibdad de londreo en
tas X X los diaguitas X
en el valle de cclchaqui baile de calchaqui X
la ciudad de Cór Joba X
en Tucunán el '/ i F j ( la 1583-15&4
ciudad de Cañete X Yndios de calchaqui y
Pe i as. de Tucunán juríes su provincia X X
y ~iaguitas X X X Londres en lo~ diagui-
!Yas X X
1561-1565 C6rdoba en el valle de
Va 11 e de Chicoana quando
calchaqui X
los yndios pu lares X X Cañete en el a~iento de
Prov. de calchaquí X y
Gualan
600 yndios uries dr VÍ SÍ
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tación X 1583-1591
pueblo conando con 100
Yndio cacique lla~ado
yndios diaguitas de
Chumbicha cacique prin-
visitación X X cipal del valle de cal-
chaqui X
Runa XVII-XVIII (1987-1988): 263-419. ISSN 0325-1 .217
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Ana María Lorandi *
Córdoba en calchaqui
Roxana Boixadós *~fe
X
Quinivil en los diagui A Juan Calchaquí
tas X X de quien dicen que
11
pn la provincia de los
lo tienen por guaca 11
diagui tas
encor1tró en el valle
LOS LIMITES TEORICOS Y METODOLOGICOS
vicioso X X

1585 Observaciones generales


Pcias. de tucunan y
Sólo después de una primera revis1on y discusión sobre
pcias. de diaguitas X X X
el contenido de las fuentes comprendimos las enormes difi-
Pe ia, dt> tucunan X
cultades de construir nuestro sujeto de investigación.
Pcia. de calchaqui X X
juries en las pcias.
Al comienzo todo parecía más fácil. Los valles Calcha-
de tucur.ian X X quíes se asemejan a una larga y estrecha caja, protegida
Peías. de los diaguitJs X X por paredes muy al tas, a la cual se accede por angostas
1585-1589 grietas que podían ser controladas desde su interior. Cla-
pcia. de los indios
o está que el aislamiento con que se percibe el valle en
d iaguitas y de Londres
la época colonial no fue tal en tiempos prehispánicos. El
X X
V al le e yndios de cal
progresivo cercamiento español determinó esta conformación
- cerrada, que no obstante no le hizo perder autonomía y que
ehaqui X X
estas provincias por el contrario fue utilizada por sus pobladores para so~
X
tener la independencia por más de 130 años, en una resis-
589-15Q1J tencia inédita en el mundo andino.
y ndios del va 11 e dr
e alchaqui Es evidente que el conflicto blanco-indio y la aparen-
X X
pe i a. de los diagui t - te similitud en la conducta ante el conflicto de todos sus
y ciudad de todos lo·; pobladores es lo que,. en primera instancia, da unidad a
s anetos de la nue•1a los valles Calchaquíes. En un estudio reciente sobre las
r rioja formas posibles de construir un sujeto histórico, Luis Al-
X X
yndios del pueblo de berto Romero recurre a cri ter.íos exp11estos por E. P. ThomE
ealchaquí X X
* Directora del Instituto de Ciencias Antropológicas (UBA). Investiga-
dora del CONICET
** Bec~ria alu~na de UBA. Instituto de Ciencias Antropológicas.

262
son según los cuales los sujetos sociales se constituyen, foque es diferente del de la mayoría de los trabajos más
a veces, a partir de un conflicto social que les es previo recientes sobre los valles Calchaquíes, aún de aquellos
(Romero 1988: 10). En nuestro caso particular, lo primero que han procurado analizar los conceptos valorativos del
que debemos admitir es que nuestro sujeto es un conjunt'o mundo indígena desde la perspectiva del español (Eguía e
de poblaciones que reaccionan de manera coordinada ante lacona 1987) .
el invasorespañol. La cuestión es si este sujeto, recorta-
do en base a este recurso metodológico, estaba a su vez En sus términos más amplios, la identificación de los
compuesto por una sola entidad socio-política y cultural grupos aborígenes del Noroeste argentino ha sido frecuente
o si la unidad frente al conflicto nos ocultaba diferente~ preocupación de los arqueólogos. Esto es especialmente -
identidades étnicas, juegos de poder y tensiones dentro cierto en los úl timop años porque a raíz de los planteas
de ese espacio tan acotado, pero a.la vez tan amplio y e- teóricos de la arquedlogía argentina, los estudios etnohis
cológicamente variado. tóricos cayeron en descrédito. Finalmente, ante la fal t8:
de especialistas, y cuando comprobaron su innegable nece-
Un sujeto histórico se construye tanto a partir de las sidad, los mismos arqueólogos tuvieron que realizar esas
situaciones reales observables, en definitiva la conducta investigaciones. Es así que para completar e interpretar
social y política, como de la cultura entendida en sus tér más acertadamente la información arqueológica, se han es-
minos más amplios, ºsencillamente porque ambos son dos di: crito varios trabajos, algunos generales 1 otros especí fi-
mensiones de la misma realidad" (Romero 1988:7). A tal pun cos sobre el área de los valles Calchaquíes (González 1982
to son parte de una misma realidad, que la conducta mani: y 1983; Raffino 1983 a).
f~esta a través de las relaciones sociales intra e interét
meas se regula por el cúmulo de las experiencias compar: En todos ellos falta un marco teórico etnológico explí-
ti das, que form.an parte de la experiencia histórica, pero cito, y se observa que no se ha hecho una crítica exhaus-
que, al mis.mo t1 empo '. ndmi ten transformaciones que dan pa- tiva de los datos en relación con los tipos de fuentes u-
s~ a sucesiv.os mecanismos de adaptación ante una realidad tilizadas, o que solo contienen premisas muy generales.
siempre cambiante. En esta perspectiva, tradición y cambio Algunas ambigüedades y afirmaciones apresuradas pueden ser
no son elementos contradictorios sino convergentes, atribuidas a estas falencias metodológicas. En relación
con los aspectos teóricos, debemos señalar que se manifie~
~a.cultura tiene muchas dimensiones. Las categorías a- tan confusiones entre los conceptos de unidad social, uni-
n~li ::icas ~ la forma de construir el "sujeto teórico" va- dad política y unidad cultural, ya que los arqueólogos su~
riaran s~gun la o las dimensiones que se seleccionen y la len considerar la unidad cultural como evidencia suficien-
perspectiva desde la cual se las estudie. La cultura, y te para inferir de ella la unidad sociopolítica. Del mismo
en Pª'.'ticular la cultura material de la que se ocupan los modo, no se han tenido en cuenta, al menos con suficiente
arqueologos, y la conducta observable, aunque mediatizada detalle, las alteraciones producidas en el mapa etnológico
por el relato español, son dos dimensiones, sin duda com- y en las estructuras políticas como consecuencia de las
plementaria~, pero que necesariameñte deben ser recortadas invasiones incaicas e hispánicas en la región. Es probable
Y.de~erenciadas en el momento d~ construir ese 11 sujeto teó además, y debe ser puesto en balanza, que estas invasiones
r~co qu~, ro: supuesto, no debemos confundir con la rea: pudieron alterar otros mecanismos sociales y económicos,
aspectos que en algunas ocas iones han sido ignorados o no
lidad, sino solo utilizarlo como una categoría heurística.
explicitados convenientemente.
. N~ ~ue fácil, por cierto, internarnos en este tema e
iluminarlo desde un nuevo ángulo. Lo que intentamos en es- Al mismo tiempo, debemos indicar que, si al utilizar·
te trabajo es enfocar lo desde una perspectiva en la cual la información etnohistórica se han ignorado las diferen-
la conducta observable, en su juego interactivo constitu- cias temporales, por el contrario, la información arqueo-
ya la categoría analítica central. En este sentido, el en- lógica es víctima de los excesos de diacronización, y del

265
descuido de las diferencias espaciales, de tal modo que Por lo tanto, la primera lectura global de las fuentes
es imposible reconstruir, a partir de la literatura dispo- sobre el valle Calchaquí nos llevó a considerar la pers-
nible, los patrones propios de una subregión determinada, pectiva interaccionista como la que probablemente nos per-
salvo en aspectos muy generales. Si bien se admite qué, mitiría explorar nuestro tema con mayores posibilidades
sobre la base de un mismo patrón cultural, existen ciertas de éxito. Las mejores informaciones, si bien no las úni-
diferencias entre la región sur y central del valle de San cas, provienen de las campañas militares que se realizaron
ta María por un lado y el valle Calchaquí, en el norte~ para someter a las poblaciones indígenas. Es a partir de
por el otro, lo cierto es que no existe ningún estudio esta óptica, analizando las diferentes reacciones ante el
que, tornando un lapso corto (los últimos doscientos años español, así como las alianzas y los conflictos interétni-
antes de la conquista hispana} haya efectuado un control cos, que hemos podido aproximarnos a establecer los lími-
estricto de las diferencias y similitudes en espacios aco- tes de las unidades políticas, los accesos territoriales
tados, susceptibles de ser entendidos como territorios ét- y en parte, pero con grandes incógnitas, la estructura po-
nicos definidos. lítica de estas unidades étnicas. De más está decir que
la estructura social propiamente dicha continúa siendo
Por nuestra parte, al intentar aquí una revisión del prácticamente inabordable con la información disponible,
tema, y después de la primera lectura de las fuentes, com- salvo en aspectos aislados, hebras de conocimiento, que
p1~endimos que la naturaleza d8 la información opone barre- es muy difícil entrelazar en un tejido coherente.
ras intransitables, que deben ser debidamente evaluadas
para seleccionar aquel marco explicativo que pueda real- Los aspectos cultura les quedan aún más ensombrecidos
mente ser utilizado en un caso como éste.<Hay dos o tres que los sociales, de modo que dadas las limitaciones men-
factores que condicionan la calidad de la información y cionadas 1 resultaba indispensable utilizar una perspectiva
que impiden una reconstrucción en profundidad del fenómeno que permitiera abordar los aspectos políticos y desechar
social·. En primer lugar·, un factor que afecta en particu- cualquier enfoque cul turalista, que nos conduciría a rei-
lar al valle Calchaquí: el estado de resistencia permanen- terar las confusiones ya comentadas.
te que se prolonga por casi ciento treinta años y que im-
pide una relación íntima y regular entre la población na- Con respecto a la perspectiva interaccionista que adop-
tiva y los españoles. En segundo lugar, debernos considerar tamos1 debemos aclarar que la elección estuvo condicionada
el tipo de implantación del sistema colonial en el Noroes- en gran medida por la calidad de la información contenida
te argentino en su totalidad, La Corona no tiene· excesivo en las fuentes. A las limitaciones antes aludidas se hace
interés en la región, salvo como ruta hacia el Atlántico. necesario agregar un elemento importante: los actores, los
La explotación agropecuaria queda en manos privadas, y los sujetos primordiales de nuestra investigación 1 es decir
indios, una vez sometiL-:c-,s, son en su totalidad repartidos los indígenas, sólo en contadas ocasiones tienen un prota-
en encomiendas. La auE:.t-ncia de unidades étnicas de gran gonismo directo en la documetación, La realidad indígena
poder político y la carencia de excedentes rentables en se encuentra presente, pero a veces de manera muy velada
relación con los intereses coloniales condujo a la elimi- en el discurso cte los "otros actores de este drama" 1 los
nación, en la práctica, del tr'ibuto en especie y a su con- españoles. Estos nos brindan una aproximación fragmentaria
mutación por servicio personal. Esto condiciona totalmente y traducida a su propia comprensión del mundo indígena,
la información contenida en las fuentes, porque no existen Las características de los papeles coloniales, que se pre-
visitas ni padrones donde se consignen datos sobre produc- sentan bajo la forma de pleitos entre encomenderos (donde
ción, territorialidad, derechos sobre tierras u otros de sobresalen los asuntos económicos), partes de guerra, in-
tipo social. Como esa información es irrelevante a los fi- formes eclesiásticos, etc., condicionan desde el comienzo
nes locales de la explotación de la mano de obra, nunca los datos referentes a esos sujetos primordiales de nues-
se la recoge, salvo en contadas ocasiones, pero en esos tra historia.
casos, sólo de manera general o poco explícita.

266
Nuestra primera tarea consistió en intentar una i~enti­ neo. Es más, Barth discute el fenómeno de las transforma-
ficación de las unidades étnicas del valle Calchaqu1, en- ciones culturales de un mismo grupo étnico a través del
tendiéndolo en sus límites más amplios, es decir las cuen- tiempo. Si se desconoce este proceso, se corre el riesgo
cas de los ríos Santa María y Calchaquí, que se articulan' de interpretar las diferencias culturales como indicadores
en el sector de Cafayate. Para llevar adelante esta tarea,_, de patrones que identifican a diversos grupos étnicos. De-
tomamos algunos conceptos opera ti vos que nos ofrece Frede- \ ,,
.!
bemos aceptar, no obstante, que cuando sólo se manejan da-
ric Barth ( 1979) para definir grupo étnico. Creemos que ~ tos arqueológicos es difícil saber si las diferencias cul-
estos conceptos son los que mejor se adecuan a las carac- turales obedecen a transformaciones producidas en un mismo
terizaciones que podemos extraer de las fuentes. Por otra grupo o si se trata de grupos distintos. Justamente, sobre
parte, el grupo étnico será la unidad operativ~ mayor col la base de este argumento se descalificó parcialmente el
la que nos manejaremos, para intentar reconstruir el mosa_ uso de la etnohistoria, al suponer a priori que la proyec-
co sociopolítico del valle Calchaquí. c1on temporal de la información contenida en las fuentes
era de por sí un método incorrecto. En realidad no lo es,
La posición de Barth es concentrar el problema de la si se ejercen los controles necesarios.
identificación étnica en un aspecto esencial: " (el grupo
étnico) cuenta con unos miembros que se identifican a sí Aceptamos por lo tanto que el rasgo clave es el crite-
mismos y son identificados por otros y que constituyen una l rio de adscripción, por ellos mismos y por los otros. Y
categoría distinguible de otras categorías del mismo or- \ en este punto pondremos especial atención en nuestro tra-
den" (pág. 11)/dBarth deja de lado, en una posición depen- l bajo, Por otra parte, Fréderic Barth sostiene también que
--diente 0 secundaria, otros aspectos que corrientemente se no todos los rasgar. culturales, objetivamente observables,
han tenido en cuenta para lograr esta definición, tales son válidos para identificar diferencias, sino "solamente
como autoperpetuación biológica, cultura compartida e in- aquellos que los actores mismos consideran significativos".
tegración en un campo de comunicación e interacción. Su Es decir, aquellos que son utilizados como "señales o em-
opinión se basa en el argumento de que si tomamos en cuen- blemas de diferencia". En otras palabras; los elementos
ta todos estos factores a la vez, existe un prejuicio so- que pasan a tener contenido simbólico, o sea significados
bre los "factores signiffoativos en la génesis, estructu- codificados como representaciones colectivas de la conduc-
ra y función de estos grupos" (pág. 12). Aceptar todas es- ta social (Tumer y Tumer 1978: 245) . Barth distingue d:s clases
tas características al mismo tiempo implicaría también su- de contenidos culturales aptos para definir los límites
poner un aislamiento total de los grupos con respecto a étnicos: "l) señales o signos manifiestos: los rasgos dia-
los restantes, situación que no condice con la realidad críticos que los individuos esperan descubrir y exhiben
observada cotidianamente. para indicar identidad y que son por lo general el vesti-
do, el lenguaje, la forma de vivienda o un general modo
Nuestros comentarios sobre los trabajos producidos de vida". En nuestro caso, podríamos mencionar por ejem-
por arqueólogos se refieren a esta confusión de ni veles, ~n plo, estilos o sub-estilos cerámicos, formas de identifi-
especial con respecto al fenómeno de la cultura comparti- car las flechas, uso de colores, etc., que utilizaremos·
da. Al hacer esto, "se propendería a identificar y distin- en la medida de lo posible tomando información arqueológi-
guir a los grupos étnicos por las características morfoló- ca, previamente discutida la posible contemporaneidad de
gicas de las culturas de que son portadores", Y "las dife- los rasgos. Y, "2) las orientaciones de valores básicos:
rencias entre los grupos se convierten en simples diferen- normas de moralidad y excelencia por las que se juzga su
cias en el inventario de rasgos; la atención se concentra actuación". Con respecto a este segundo punto, podemos-de-
en el análisis de las culturas y no en la organización ét- cir que en nuestro caso, la conducta de los indígenas en-
nica" (págs. 12-13). Por supuesto, y como ya lo dijimos, tre ellos por un lado y con respecto a los españoles por
hacer el camino inverso -identificar unidades sociales a el otro, nos ofrecerán a veces, algunas pautas para esta-
partir de una relativa unidad cultural- también es erró- blecer diferenciación. Ninguno de estos rasgos significa-
tivos se infiere de una simple lista de contenidos cultu- \decir, a los españoles.
rales y además, pueden penetrar toda la vida social o pue-
den aparecer sólo en ocasiones, cuando es necesario indi: Es evidente que las poblaciones del valle Calchaquí ma~
car 0 destacar la diferencia. De esta forma, la adscrip-1 tuvieron en alto su decisión de autocontro1ar su perpetua-
ción define también el valor de los signos y su transfor- ción biológica. En cambio, los grupos previamente someti-
mación en símbolos, qtie no son, necesariamente, siempre i dos, que habitaban fuera del valle, la fueron perdiendo
los mismos, es decir no son inmutables. · progresivamente. La característica del valle es haber sal-
vaguardado esta independencia durante más de ciento veinte
Estas diferencias se conservan a través de la interac- años. No obstante, los intercambios piológicos interétni-
ción social, cultural o política. Son o pueden ser permea- cos no quedan fuera de la perspecdva que debemos estu-
bles a las alianzas y a los conflictos. Varios grupos, ad~ diar. La presencia de mitimaes traídos por los incas, al-
cribibles a unidades étnicas independientes, pueden compa~ gunos de cuyos miembros pudieron quedar instalados aquí,
tir, según la coyuntura, los mismos objetivos básicos y debió producir a la larga mestizajes biológicos, sociales
aprobar las mismas tácticas para enfrentar a un enemigo y culturales. Nuevos grupos llegados a esta zona de refu-
común. Una vez más, desde nuestra particular óptica etno- gio durante la época colonial acentuaron este fenómeno,
histórica, será muy importante reflexionar sobre este pun- como lo veremos oportunamente.
to, en relación con los criterios de adscripción por ellos
mismos, por los otros, y sobre la unidad frente a objeti- La adscripción de los grupos: problemas metodológicos.
vos comunes.
Sabemos que en el mundo colonial, y en el Tucumán en
Los límites étnicos que debemos buscar por lo tanto, particular, la designación de un grupo determinado no siem
son en especial de origen social, "aunque bien puedan con- -- pre es producto de una autoadscripción. Cuando esto suce:
tar con su concomitante territorial" (Barth 1979: 17). En de, cuando las fuentes son explícitas en este punto, cuan-
el caso que investigamos, encontraremos dos situaciones do los testigos llamados a declarar se identifican clara-
paralelas: territorios nucleares exclusivos y áreas compa~ mente, el problema queda parcialmente solucionado. Pero
ti das, generando un sistema de "archipiélagos" en el sen- son casos excepcionales. Lo corriente es que tal autoads- ·
tido de Murra, así como en el sentido de "diversificación cripción no exista o que presente.matices complejos.
de riesgos" a lo largo de un mismo piso ecológico (Del RÍO
1987). Ahora bien, los territorios supuestamente exclusi- Los antropólogos esperamos definir primero las unidades
vos, son contiguos en términos generales, por lo tanto, mayores, justamente aquellas que establecen los límites
la interacción entre los grupos es constante, así como los de un grupo étnico en forma tal que puedan diferenciarse
conflictos. de otros grupos étnicos mayores en el mismo nivel de com-
plejidad. No obstante, en nuestro caso, la identificación
En la identificación de las unidades étnicas de los va- de estos grupos aparece raramente. Por el contrario, es
lles Calchaquíes, hemos tenido que confrontar una serie común que se utilice el concepto de "parcialidad", con lí-
de variables que nos han parecido útiles para extraer, de mites sumamente imprecisos, o más específicamente de "pue-
fuentes muy diversas, aquellos conceptos básicos que mejor blo", que en este caso identifica a los habitantes concre-
se adecuan para lograr tales identificaciones. En princi- tos de un poblado. La mayor parte de los testigos interro-
pio, ya lo hemos señalado antes, tendremos en cuenta el gados por razones administrativas, militares o judiciales
tema de la adscripción en las tres formas en que se pre- se autoadscribe a la unidad de referencia menor, es decir
sentan: a) por ellos mism6s,b) por los otros grupos indí- el pueblo, que probablemente identifica su comunidad, en-
genas y c) por los españoles. Veremos luego el problema tendida ésta como el grupo de interacción inmediata, y que
de la territorialidad, y finalmente la articulación inte- en general, coincide con un territorio fijo de residencia.
rétnica mediante la que enfrentan a un enemigo común, es j ¿Cómo se pasa, entonces, de este nivel a otros mayores,

270
cuando las indicaciones precisas están ausentes? En gene- zona es el de designar a un grupo a partir del nombre de
ral es imposible solucionar esto recurriendo a un solo ti-
po de fuentes. Es necesario contrastar las con otras, que ,
L
un cacique o curaca. El ejemplo típico es el de Calcbaquí.
Juan Calchaquí fue curaca de Tolombón. Su nombre se aplicó
escritas con objetivos parcial o totalmente diferentes, a todos los grupos que ocupaban el extremo sur del actual
vayan arrimando puntas para aclarar el problema. valle Calchaquí y el norte del de Santa María. Además, por
extensión, todo el valle -actuales Calchaquí y Santa Marfa
Veamos ahora ~as identificaciones realizadas por otros en conjunto- recibió esa designación. Es así que un patro-
grupos, incapaces a veces, de señalar con precisión el pue nímico se extendió para identificar a un grupo étnico y
blo de origen de un determinado conjunto de personas o de 11rngo a toda una región. Como veremos con más detalles,
J
una en particular ~ay circunstancias en las cuales el in- ningún grupo se autoidentifica como calchaquí, ni es deno-
formante necesita m~rcar las diferencias, y· esto es lo óp- minado en tal forma por otros grupos na ti vos. Tampoco lo
timo. Puede haber además confusiones o manifiesta inten- utilizarán los españoles cuando los desnaturalizan. A pe-
ción de engañar, según el problema por el cual el infor- sar de ello, las fuentes insisten en esa designación gené-
mante ha sido convocado. Depende también de la intensidad rica y multivalente. La circularidad se repite como en el
del conocimiento mutuo entre dos grupos, y de otros facto- caso anterior.
res de este tipo, que en cada caso deberán ser cuidadosa~
mente evaluados. A todo esto agreguemos que los conceptos El tema de la territorialidad.
vertidos por los informantes y/o su lenguaje están someti-
dos a 11 traducción 11 española. En síntesis, ninguna precau- La identificación del territorio de las unidades étni-
ción es excesiva para aproximarnos a una interpretación cas no puede ser abordado con criterios jurisdiccionales
correcta. actuales, ni aún recurriendo a los hispánicos de los si-
glos XVI o XVII. En primer lugar, debemos tener presente
Una de las mayores dificultades proviene de las identi- la ocupación "archipielágica" que adopta la ocupación te-
ficaciones realizadas por los mismos españoles, cuando es- rritorial en las zonas andinas. Existe la· posibilidad de
tán prescindiendo de testimonios directos. En este caso que cada grupo haya tenido acceso a distintos pisos ecoló-
se pueden establecer dos . tipos de designaciones que se gicos, respondiendo al patrón de control vertical; también
plantean como criterios circulares. pueden haber tenido derechos en tierras de un mismo nivel
ecológico, dentro de territorios con otra dominante étni-
a) A partir de una identificación, generalmente originada ca. Para comprender esto, en primer lugar, debemos anali-
en la designación del grüpo de mayor importancia demográ- zar cuales fueron los ejes reales y simbólicos de la ocu-
fica o de mayor poder político, todo el valle o región re- pación territorial en nuestra región.
_cibe el mismo nombre de este grupo dominante. Cualquier
otro grupo que comparte ,e] territorio en forma independien Por las características de la ocupación colonial que
te o subordinada con respecto al predominante, queda auto:: hemos heredado, el eje geográfico de las zonas montañosas
máticamente involucrado y las confusiones no sólo provocan pasa por el centro de los valles, a lo largo de sus ríos
dificultades en la interpretación etnográfica, sino que principales. El transporte a caballo determinó este eje
son el origen.de largos juicios por la tenencia de los in- por su mayor factibilidad, acrecentada luego porque estos
dios entre los mismos españoles. El caso inverso es apli- fondos de valle eran los más aptos para los cultivos colo-
car a un grupo dominante el nombre del valle o región, nom niales, y en general, mejores para la instalación humana
bre que pudo originarse en circunstancias históricas o ca- dentro de los patrones y técnicas europeas más usuales.
racterísticas geográficas de cualquier naturaleza. Las con
fusiones que provoca son similares a las anteriores. La arqueología ha mostrado cabalmente que éste no era
el modelo doininante en nuestros valles en tiempos prehis-
' b) El segundo caso con el que nos encontramos en nuestra pánicos tardíos, cuando sus ocupantes habían adquirido ex-
periencia de siglos en el manejo del ambiente. Las mayores en las cumbres. Por lo tanto, si colocarnos allí el eje o-
áreas de ocupación agrícola y pastoril estaba en las lade- cupacional, y observamos que existen dos ejes paralelos

ras y valles altos transversales y en las punas altas. Los e 1 rio puede ser el centro o "chawpi", frontera y . unión'
asentamientos o pueblos fueron instalados en zonas inter"' al mismo tiempo, dentro del macrosisterna del valle ( Platt
medias, no muy lejos de los campos de cultivo (1). Los es- 1978: 1084-1085).
tudios arqueológicos, así como los etnohistóricos, confir-
man que los ejes de ocupación real, y en parte los simbó- Las relaciones interétnicas entre los distintos grupos
licos (2), se encontraban en las zonas más altas de las del valle deben ser concebidas en el interior de este am-
cadenas montañosas que bordean cada lado de les valles. plio marco de referencia. Dos ejes paralelos y un centro
. '
los tres integrados dentro de relaciones intra e i nterét-
En el caso del valle Calchaquí, tendríamos que uno de nicas Y que además, por sus bordes externos, les permiten
los ejes está conformado por las altas cumbres de la sie- acceder a la Puna por el oeste y a los bosques y llanuras
rra del Cajón y los cordones orientales de la Puna meri- por el este. De esta forma, lo que podría ser percibido
dional. La ocupación se realizó sobre ambas vertientes del como factor de separación en un cierto nivel, puede ser
Cajón, tanto del lado del valle de Santa María-Calchaquí concebido como unidad en un macronivel.
corno del lado del valle del Cajón, así corno en las quebra-
das de acceso a la Puna un poco más al norte (el Luraca- Si volvernos por un momento a las opciones teóricas que
tao, por ej.). Este patrón facilitaba la intercomunicación ofrece Fréderic Barth, veremos que, cuando trata la pers-
'-de los asentamientos, aprovechando los pasos de al tura. pectiva ecológica, distingue diferentes casos susceptibles
La conexión se hacía por arriba y no por los fondos de los de ser .especialmente analizados. Su opción número dos ex-
valles. Las fotografías aéreas muestran las sendas que pa- presa claramente nuestra situación: "Pueden monopolizar
san de un lado al otro de las sierras, y también permiten territorios separados, en cuyo caso se hallarán en franca
observar la relación norte-sur que pudo establecerse entre competencia por los recursos y su articulación provocará
los distintos asentamientos de un mismo grupo o de dife- pugnas políticas a lo largo de sus fronteras, y posible-
rentes grupos, circulando en la forma expresada. mente también en otros sectores" (pág. 23) ,' Esta situación
se refleja claramente en los constantes conflictos interét
¡-· El otro eje en nuestro valle está conforrnado por la sie nicos que se describen en las fuentes coloniales. Un posi:
' rra de Aconquija y la línea de Cumbres Calchaquíes y del ble motivo concreto puede ser la explotación de los alga-
\_Obispo. El problema es similar. La etnohistoria muestra rrobales que ocupaban las partes bajas del val le y sobre
que las relaciones de las poblaciones asentadas en la ver- los cuales los derechos de cada grupo pudieron no estar
tiente occidental de estas cumbres son más fluidas con las siempre totalmente codificados. Una prueba más de que el
de la vertiente oriental que con la del otro lado del va- fondo del valle es "chawpi" (3), lugar común, de encuentro
lle. y también de conflicto (4).

¿Cuál es el rol del curso principal de los ríos Santa Hay otras formas de interrelación, que pudieron tener
María y Calchaquí en este caso? No debemos descartar su sus etapas pacíficas y otras conflictivas. Es probable que
importancia, aunque le quitemos hegemonía. Por un lado, utilizando mecanismos que desconocemos, los pueblos que
no podemos desechar su utilización agrícola. Sabemos ade- tenían su núcleo en el Cajón hayan adquirido derechos en
más que era zona donde se instalaron muchos cementerios las laderas del Aconquija. O bien hayan mantenido con sus
y poblados dispersos (Lampacito, al pie de Rincón Chico, habitantes algún tipo de relación que permitiera el acceso
es un buen ejemplo). ¿Es esto último un fenómeno de "dis- de los recuros de bosques y llanuras orientales, de los
tancia social" como sugiere Tarragó ( 1988), de eficiencia que ellos carecían en su territorio central. En cambio,
· o de ambos? Lo cierto es que los núcleos centrales están la gente instalada sobre los cordones orientales podía
más arriba, al pie y en las laderas de los cerros, incluso conseguir todos los recursos necesarios practicando un mi-

;274 275
crocontrol vertical, ya que incluso la sal podía ser obte- El tema de la territorialidad se complica con la incor-
nida en las al turas de los cerros. Si. este esquema es co- poración de grupos ajenos al valle durante el período co-
rrecto, podemos esperar que los pueblos de los cordones lonial y porque existieron también inmigraciones forzadas
occidentales hayan tenido una cierta dependencia de sus en el tiempo incaico. Bien sabemos que la costumbre de ins
vecinos del frente, en tanto éstos podían disfrutar de uná talar mitimaes se generalizó en el Imperio. En el caso de
situación económica de mayor autonomía. Ahora bien, este los valles, parece haber sido importante, porque algunas
enfoque ha sido predominantemente ecológico. No debemos fuentes ponen en duda la ductilidad de sus pobladores para
olvidar que cada grupo pudo tener derecho a tierras en te- cumplir con sus obligaciones al Estado. ( Lorandi 1988).
rritorios ajenos, ya sea en forma de control vertical u Empero las ruinas de los establecimientos incaicos atesti-
horizontal, que pueden responder a motivaciones de índole guan el dominio del Cuzco en esta región, sin ninguna du-
socio-política que no siempre alcanzamos a discernir. -da. Obviamente, no podemos analizar aquí sus característi-
cas arqueológicas, pero partimos de la base de que la ma-
Los límites étnicos, socialmente entendidos, aparente- yoría de ellos cuentan con identificaciones y localizacio-
mente se manUenen estables pero no son impermeables, Tal nes confiables. Lo que nos interesa es destacar algunos
es así, que como veremos más adelante en detalle, el valle rasgos que tienen valor inferencial para el tema que tra-
en tiempos coloniales fue una región de refugio para los tamos. Nos referimos en. especial a los modos de ocupación
que escapaban al sometimiento español. Tal será el caso efectiva que toma el dominio incaico en la región, Por un
de los cafayate y los animana, entre otros, que provenían lado, existen establecimientos administrativos enclavados
del centro o sur de Catamarca (o norte de La Rioja) y que en las vías de acceso a los valles -Potrero de Payogasta,
fueron amparados por grupos del valle, produciéndose in- Cortaderas, Tambo de la Ciénaga, Punta de Balasto e Inge-
tercambio de mujeres, y préstamos de derechos en tierras. nio del Arenal- todos tienen características arquitectóni-
Un largo juicio dará cuenta de este fenómeno y de las di- cas que los identifican claramente como administrativos.
ficultades de identificación étnica que estas situaciones Por otro lado, en el resto del área, esta ocupación se re-
provocaron. vela en los poblados locales, por la presencia de materia-
les muebles, o tal vez (aunque es difícil de probar por
Uno de los mayores problemas que tuvimos para estable- el momento) por haber formado algunos nuevos poblados o
cer los límites étnicos ~y a la vez uno de los pocos re - áreas de explotación agrícola con propósitos de nueva co-
cursos- fue el de localizar la distribución espacial de lonización. En estos casos, la mezcla de materiales de o-
los grupos, aunque sabemos perfectamente que estas no son rigen diverso será objeto de un análisis cuidadoso, a fin
categorías homologables. Al poner el eje real y simbólico de evaluar las alteraciones que pudieron producirse en las
en el fondo del valle, nos resultaba muy difícil compren- relaciones interétnicas a causa de esta política estatal.
der la interdigitación territorial y, a su vez, tomar de-
cisiones sobre la identidad social. Visto el problema des- En los establecimientos predominan dos tipos de mate-
de la óptica expresada, es más fácil discernir una suce- riales cerámicos que sirven para hacer diagnósticos socio-
sión de grupos que se jalonan de norte a sur a lo largo polí ticos en términos muy amplios: 1) piezas llamadas ge-
de los ejes serranos, y contemplar los sectores en torno néricamente inca provincial, es decir de estilo cuzqueño,
al eje acuático como mul ti.étnicos en algunos casos, Por pero elaboradas in si.tu, con señales de menor perfección
lo tanto, si bien en un trabajo reciente se afirma que no técnica que las cuzqueñas propiamente dichas, e incorpora-
existen pruebas de "control vertical" en el NOA (Gentile ción, en ocasiones, de algunos rasgos decorativos y morfo-
1986), en nuestra opinión su práctica es clara en sus mo- lógicos de origen no cuzqueño; 2) piezas de estilos alti-
dalidades más o menos "tradicionales" (sensu Murra 1972) plánicos; 3) piezas típicas de regiones periféricas al va-
o con variantes, algunas similares a las descriptas para lle, en especial del borde oriental de las sierras del A-
otras zonas de los Andes (Masuda, Shimada y Morris 1985). conquija, el Alto y Guasayán; 4) en algunos de estos "pue-
blos" incaicos existen piezas de or.igen, local, en número

276
var1a· ble · Una correcta evaluación de . los
.. porcentajes
. cerá- 11 El poder amplísimo de los Ingas jamás domó el orgullo. de
· os podría permitir una transpolac1on para medir el gra- los naturales de este valle y los espaftoles nunca pudieron
m1c , t ·d
d r lativo de las mezclas interetnicas acon ec1 as en ca-, rendir las duras cervices en más de cien aílos, si bien los
e de estos poblados y de allí definir la naturaleza
doa uno . ., . t tuvieron a raya, para que no ernbarazacen Jas Conquistas de
del mismo, para identificar con mayor prec1s1on s1 se .ra- otras Naciones, como también los Ingas procuraron tenerlos
ta de pueblos locales a los que se ~?corporan ~lgu?~s po- enfrenados 11 (Lozano, 175lt, I, Cap. X: 47).
,
cos ffil
· timaes 1 0 si es una ''urbanizac1on o colon1zac1on
• f.
for
"
za da u . Este método permitiría realizar una ver1 icac1on Estas citas merecen ser comentadas en detalle. En pri-
cruzada con los datos etnohistóricos. rr.er lugar sospechamos que reproducen una tradición presen-
te en la provincia en los siglos XVI y XVII, pero que no
Veamos, entonces, cuál es la infqrmación disponible so- se fundan en un dato documentalmente registrado, según
bre este tema. En general una serie de datos dispersos so~ nuestros conocimientos actuales. Es decir, no hay informes
tienen que los indios del Noroeste y en particular los ~e directos de testigos interrogados sobre este tema. Los es-
e lchaquí no tributaban al Inca. El problema reside en co- pañoles sostienen que estos indios no tributaban al inca,
., dl
moa interpretar esto a la luz de la pro b acta ocupac1on e pero carecemos de información de primera mano que nos per-
territorio por las huestes cuzqueñas. En realidad, el pa- mita aceptar o rechazar estas opiniones sin reservas.
dre jesuita Pedro Lozano puede arrojar luz sobre este pro-
blema, En trabajos anteriores habíamos evaluado las afirmacio-
nes de Lozano, asumiendo que el dominio territorial incai-
notros finalmente, empeñados en introducir por cualquier ca- co se realizó por medio de los mitimaes. Pero en esa oca-
nino el Imperio de los Ingas en Tucumfin, dicen ahora, haber sión no nos preguntamos qué había sucedido mientras tanto
sido tradición entre los indios tucumanos que las milicias con las poblaciones del valle, que eran consideradas tan
peruanas entraron por la parte de Salta y prueban su dicho, indómitas. Repensando el tema, suponemos que los incas no
lo primero por el lugar que en el valle de Calchaquí hasta lograron incorporarlos plenamente al sistema de prestacio-
hoy preserva, con el nombre de Tambo del Inga, y_ lo segundo nes rotativas, si bien es probable que esporádicamente ha-
con el pueblo y as.iento que llaman de Chicoana I~. J
porque yan cumplido algunos servicios especiales. En otras pala-
para seguridad de esta conquista, mandó el Inga poner en a- bras, la ausencia de información precisa apunta a suponer
quel paraje [, J un fuerte presidio, cuya guarnición venía que no s~ realizaron los censos necesarios para poner en
a sus tiempos, desde el valle de Chicoana, cercano a su cor- marcha la organización tributaria, basada en el sistema
te drl Cuzco remudfindose unos en el lugar de otros Y todos decimal (Julien 1982) ·que era, en definitiva, el mecanismo
naturales de aquel valle por ser de los mfis fieles, Y por por medio del cual el Estado se aseguraba el control sobre
esta razón llamaron a aquel sitio el Asiento de Chicoana en las prestaciones de sus subordinados.
memoria de su patria (lozano 1874, IV: 8).
De todas maneras, esta hipótesis admite matices. Los
Lozano, a su vez, reproduce la opinión del padre Diego pulares, en el sector norte del valle, parecen haber sido
Lezana, quien rechaza la idea de tal conquista, porque, relativamente integrados al sistema estatal, o jugaron co-
mo 11 indios amigos 11 , lo cual les pudo permitir disfrutar
''· •• los cuzqueílos temblaban de solo el nombre de los Calcha- de algunos privilegios, tales como obtener nuevas tierras.
quí, como que sabían, era gente indómita, fiera por extremo Las razones para sostener este argumento son las siguien-
y caribes' (p. 10). tes: 1) conocían el quichua, aparentemente en mayor propor
ción que otras poblaciones autóctonas del valle; 2) como
Ahora bien, en la Historia de la Compañía de Jesús, Lo- veremos luego con más detalles, durante la colonia hacen
zano insiste en el tema y confirma los matices del texto gala de una actitud negociadora con los españoles, posi-
precedente de la siguiente forma: blemente intentando reproducir las relaciones de recipro-
278
cidad que se habían establecido con el Inca. Tarde compren se destacó el corpus denominado "Documentos relativos a
dieron que los objetivos y la ideología hispana no acepta: la guerra que hizo Alonso de Mercado y Villacorta a los
ba prácticas de este tipo o deformaba su finalidad; 3) e- indios calchaquíes", año 1657 (Autos de Pedro )lohórquez),
xiste la probabilidad de que los pulares, tuvieran el cual por sus características especiales se constituyó
sus núcleos habi tacionales · en las cumbres orientales del en el eje principal de este trabajo. Este corpus reúne
valle y hayan adquirido derechos en la banda occidental del la documentación relativa a la llegada de Pedro Bohórquez
río Calchaquí gracias al apoyo incaico, o bien que una vez a la región calchaquí y a la rebelión que el mismo instigó
que otros mi timaes las abandonaron, las hubieran ocupado entre los pueblos del valle. Involucra además los hechos
expandiendo de esa forma su propio territorio. Sin duda concernientes a la campaña de pacificación que el Goberna-
esta última proposición es la más especulativa, pero se dor Alonso de Mercado emprendió desde Sal ta para sofocar-·
apoya además en otra serie de informes, como lo veremos la. Los datos se circunscriben al período de 1657-165~,
más adelante; 4) la distinción que hace Lozano entre Tambo fecha esta última de la realización de la campaña. De ella
del Inga (que no sabemos si se refiere a Potrero de Payo- provienen los partes de guerra que proveen información pun
gasta) y Asiento de Chicoana nos confirma en la convicción tual y precisa sobre la ubicación de los grupos étnicos
de que este último se trató de una "colonización forzada". del valle y la relación entre ellos frente a la coyuntura
Si así fuera La Paya actual, donde se localiza ese asiento histórica de la campaña. Este hecho permitió analizar las
no sería un poblamiento autóctono sino estatal. También alianzas y/o antagonismos entre los distintos pueblos y
este tema será discutido en su momento. sus relaciones con los españoles. Si bien parte del docu-
mento se refiere a la figura de Bohórquez, a los recelos
Por el contrario, si avanzamos hacia el sur, los grupos y conflictos que generó y a su relación con la resistencia
distribuidos en el sector central y en el de Yocavil, pa- de los calchaquíes, y aunque no trataremos este tema en
recen haberse mantenido fuera del sistema, aunque obliga- sí mismo, contiene otras informaciones que han resultado
dos a aceptar la ocupación extranjera por ia fuerza de los utilísimas para nuestro trabajo, ya que tienen el mérito
contingentes estatales. En general este esquema, con sus de ser testimonios directos de la situación histórica y
particularidades locales, reproduce en la frontera sur del política de la época. Esos datos, junto ·a los extraídos
Tawantinsuyu una situación política similar a la que des- de otras fuentes ya conocidas, nos permitió encarar la in-
cribe Frank Salomon para 1a frontera norte (Saloman 1978). vestigación sobre algunos temas muy precisos:

Estos son, en definitiva, el panorama teórico y la in- --identificación y ubicación territorial de los grupos ét-
formación empírica que enmarcan nuestra investigación so- nicos del valle Calchaquí de acuerdo con los datos prove-
bre el valle Calchaquí, cuyas variables expondremos en de- nientes de la campaña de Alonso de Mercado en 1659.
talle. Nuestro estudio se base en parte en fuentes inédi-
tas, que hemos analizado en forma directa, y que han sido --análisis y comprensión de las alianzas y antagonismos
parcialmente utilizadas por otros autores, aunque la mayo- interétnicos en relación con el último levantamiento.
ría de ellos las toman de segunda mano. Por otra parte re-
currimos, como es obvio, a fuentes édi tas muy Conocidas. Ambos puntos se destacan como los objetivos principales
En ambos casos procuraremos presentar nuestras interpreta- de este trabajo. Se dejó de lado la intención primera de
ciones señalando los datos que las apoyan y también los reconstruir las transformaciones históricas de las pobla-
que las contradicen. Expondremos certezas y dudas, de modo ciones del valle (en sus aspectos sociales y políticos)
de'. a diferencia de otros trabajos sobre el tema' dejar a lo largo de los dos primeros siglos de la conquista, ya
abierto aquellos interrogantes que por el momento parecen que, por las características especiales de esta área, la
más difíciles de resolver. información resultó escasa para cubrir ese lapso. Sin em-
bargo, el acotamiento del análisis a esa época tardía no
Dentro de las fuentes relevadas para nuestro estudio, descartó la utilización de otras fuentes contemporáneas,

280 281
y de las anteriores o posteriores' para lograr una mejor
aproximación a nuestros objetivos desde una perspectiva se verifica como válida sobre todo durante el período del
etnohistórica. Gran Alzamiento (1630-1642), pero es parcial en relación
con la primera y la última rebelión calchaquí.
De la lectura de estas fuentes, surge una primera gran
segmentación étnico-política del área calchaquí: Para analizar el caso pu lar, es decir, para intentar
reconstruir la fisonomía del grupo así como las caracterís
--Area del valle de los pulares ticas de su organización interna -en los aspectos socialeS
y políticos-, hay dos puntos que deberemos tener en cuen-
--Area central del valle Calchaquí ta. En primer lugar, a lo largo del valle y en particular
--Area sur o valle Yocavilj en las Sierras Subandinas, encontramos toda· una serie de
localidades vinculadas con la expansión estatal incaica 1
La organización interna del trabajo y su presentación ya se trate de sitios incaicos propiamente dichos o de a-
están enfocados de acuerdo con esta división operativa. sentamientos originales con muestras de contacto incaico.
La arqueología ha dado cuenta de este hecho a través de
sus investigaciones¡ por nuestra parte veremos de qué ma-
nera se refleja este hecho, o sus consecuencias, en las
fuentes documentales, pero desde ya descontamos que la pre
AREA DEL VALLE DE POLARES sencia incaica debió producir un impacto importante en la
organización social, política y económica en o en les gru-
Introducción pos originarios.

Los españoles denominaron valle de Pulares al extremo En segundo lugar, los pulares fueron de los primeros
norte del valle Calchaquí, zona habitada por el grupo ét- grupos en ser encomendados después de la fundación de San
nico pul ar. No podemos precisar el límite norte de esta /Felipe de Lerma (1582) y, por lo tanto, comenzaron (aparen
área, aunque presumimos que se encontraba en las inmedia- l,temente en forma pacífica) a servir a sus encomenderos-:-
ciones de la actual 16calidad de La Poma, El límite sur Este vínculo con los españoles va a establecer claramente
está determinado por las fuentes en el pueblo de Atapsi, la posición de este grupo en relación con las rebeliones
Geográficamente, el valle está recorrido por el río Cal- calchaquíes, y sobre todo va a imponer nuevas y definiti-
chaquí y delimi tacto por las Sierras Subandinas al este y vas modificaciones en su ya alterada fisonomía social.
los contrafuertes de la Puna al oeste,
Desde estas perspectivas vamos a analizar en primer tér
En un primer momento, y a través de la bibliografía y mino la ya aludida "homogeneidad" del grupo pul ar, ¿Qu&°
de las fuentes documentales, recogimos dos caracterizacio- - se entiende por "grupo homogéneo"?. En forma general y sin
nes generales sobre el grupo pular: por un lado, se lo pre- entrar en detalles, se trata de un grupo que compart~ una
senta como un grupo homogéneo, que habitaba en distintos misma identidad y que, en consecuencia, se puede esperar
pueblos del v¡ille homónimo; por el otro, se trata de los de él que asuma actitudes uniformes frente a coyunturas
"indios amigosº de los españoles, de los "domésticos pula- históricas determinadas, como pueden ser la conquista espa-
res", que se destacaron por la ayuda prestada a los espa- ñola o su relación con otros grupos vecinos. Mas la presen
ñoles durante las rebeliones. cia de poblaciones no originarias en el valle de Pular re:
lacionadas con la intervención incaica en la zona -tema
~a primera caracterización exige una investigación mi- en el que ahondaremos más adelante- opone una primera ob-
nuciosa, ya que la lectura superficial de algunas fuentes jeción al planteo anterior. En este sentido, encontramos
ofrece desde el comienzo las primeras dudas, La segunda en testimonios del siglo XVI que varios informantes perte-
necientes a distintos pueblos, que localizamos de forma
282
1630 Y 1659, la identificación del grupo se fue haciendo .
más o menos precisa en el valle de Pular, no se reconocen
cada vez más clara, Y. en especial cuando se los diferen- i
como pulares sino que se presentan respondiendo al nombre
ciaba de sus vecinos 'meridionales, los calchaquíeS', con/
de su propio pueblo (como atapsis, payogastas, etc.); .~n
los cuales mantenían relaciones de abierto antagonismo .i
tanto, paralelamente hay otros informantes que sí se auto-
Veamos algunos ejemplos documentales: ·
identifican como pertenecientes al grupo pular. La pregun-
ta que surge es la siguiente: ¿todos los habitan tes del
a) Diferenciación que hacen los españoles de otras pobla-
valle de Pul ar se reconocen como pul ares?. Si no es así,
ciones del valle con respecto a los pulares:
¿cuáles son sus límites de adscripción? y ¿quiénes y por
qué causas quedan al margen de ella? 11
Qos pu¡are~ son indios de la frontera [de Salt~ que siern
pre asis ieron a los españoles en sus guerras anteriores co;
De acuerdo con la caracterización de los límites de la
tra los calchaquíes,. ,u
identidad étnica que explicitamos en la introducción, in-
(Sobre los Autos de Pedro Bohórquez. AGI Charcas 58. !JI cua
tentaremos fijar los que correspondan al grupo pular, en
relación con los testimonios provistos por las fuentes. derno. Abril 1659), (5)

0 ~ohórquez] puso en ejecuc1on lo que había dejado tratado


Los límites adscriptivos de la identidad étnica del grupo en Londres con los indios de aqu~l pais, porque sin ellos
pular: delimitación por autoidentificación, diferenciación Y los pulares, indios de la jurisdicción de Salta, nunca,
se persuadió podría hacer nada ... 11 •
e identificación por otros
{Torreblanca, P.H. de, 1696: 11 Relación de los sucesos que
En los testimonios provenientes de las primeras entra- tuvieron lugar en la misión de lo calchaqufes en el afio de
das españolas al territorio pul ar, predomina la designa- 1656, mientras estaba en ella el P. Hernando de Torreblanca
ción de valle de Chicoana para toda la zona, y genérica- de la Compañia de Jesús, con otros coopañeros 11 ,folio 36)(6).
mente se menciona a sus habitan tes en esos términos, Pero
poco a poco, la denominación pular, ya sea para el grupo b) Identificación del grupo pular por otrosgruposétnicos:
o para el sector del valle que ocupaban, se hace cada vez 11
••• Volviendo este testigo con los dichos curacas e indios
más frecuente y se deja de lado la antigua, y posiblemen-
te incaica, ch n'1minación de "provincia de Chicoana 11
(Gon- que habían ido, encontraron en la boca de la dicha quebrada
zález 1983). de Escoype al dicho Martín y otros de dichos pulares y al
curaca de Cachi llamado Don Bartolo ••• 11 •
La docum""n t :1c1 6n temprana que encontramos que iden- (Declaración de Alonso, indio oatural de Payogasta. Autos
tifica a los pulares dat a de 1561: lll, junio 1659).

ºAtento a que vos, Jua¡¡ Bautista de Alcántara, 1. ..1 e os


c) Autoidentificación:
hJllá · .1. .onnigo con sólo catorce hombres en el V~lle de 11
••• Calibay, cacique principal del repartimiento de los pu-
Chicoa~z. cuando los indios pulares me dieron una gua~ava-
ra .. _. 11 • lares como tal cacique, y en nombre de los demás caciques e i~
(leviller 1919/1920. Extracto de la información de servicios dios naturales de la comunidad de los dichos indios pula-
de Juan Bautista de Alcántara, quien se halló con Juan Núñez res ••• 11 ,
del Prado en el descubrimiento y conquista del Tucumán. Años (Presentación de Calibay por pedido de tierras, feb.de 1586,
1561-1562). En Cornejo y Vergara, 1938).

( En la medida en que los españoles tomaban mayor contac- d) Un documento tardío hace referencia a los pulares en
to con este grupo, sobre todo durante las rebeliones de términos de 11
nación 11 :
ufEl gobernador Alonso de Mercad~ acometió y venció y des- sus tierras están repartidas en la jurisdicción de Salta 11 ,
n;"tural izó del valle _toda la nación de los pulares, que en (Informe del gobernador Alonso de Mercado, Autos 111,. 165g).
nueve pueblos alistaban cuatrocientos indios de pelea ... 11 •
{Informe del gobernador luca de Figueroa y Mendoza, nov. ··de Sin embargo, otras referencias nos muestran a los pula-
1661. En larrouy 1g13), res como a un grupo particular, mencionado junto a otros
grupos situados en el mismo valle de Pulares:
Si bien esta referencia es una de las pocas que aparece
en este sentido, nos invita a plantearnos los alcances re.§: "Don Felipe Colea, cacique y gobernador de los indios pula-
les de esta designación para aquel momento¡ esto es, si res y chicoanas, escoype 1 cachi y luracatao ... 11 •
el término "nación" fue empleado para expresar la unidad (AllC. Eser. 1, leg. 71, Exp. 6, 1638. Real Hacienda. Andrés
étnica y/o política del grupo pular. En síntesis, y vol- de Frías Sandoval por encomienda de indios pulares).
viendo a la pregunta inicial: ¿todos los habitantes del 11 flos calchaquíe~I hicieron algunos daños con muerte de tres
valle de Pular eran pulares y, en este sentido,constituían e;j,añoles, a cuio término se recogieron los pueblos porlares
una nación? Puede plantearse otra posibilidad· interpreta- jpulare;i y otros hasta el número de ochocientos . .. 11 •
tiva: si no todos eran pulares, ¿el término alude al tipo (Carta del gobernador Felipe de Albornoz a S.M. 1633. En La-
de organización política que conformaban? Examinaremos por rrouy 1g13).
partes ambos interrogantes a la luz de la documentación
disponible. Los pueblos a los que hace referencia esta última cita
son, sin duda, aquellos, que junto a los pulares, fueron
establecidos cerca de Salta para resguardarlos de los ata-
I. El caso pu lar como unidad étnica .ques calchaquíes durante la rebelión de 1630, tales como
los chicoanas y cachis. Por otra parte, la existencia de
Muchos documentos nos hablan en general de los pulares, los pulares como un grupo particular se ve confirmada por
sobre todo cuando se refieren a ellos como a "los indios la presentación hecha por el cacique Calibay en 1586 ante
amigos" de los españoles. El gobernador Alonso de Mercado las autoridades, fuente citada más arriba,
explica, desde su punto .de vista, el origen del nombre pu-
lar: Parece evidente que a lo largo de la documentación, el
término pular ha sido utilizado de dos maneras diferentes.
11
•• • su naturaleza son las tierras del valle de los Pulares
En un sentido general designa a todo el grupo pular como
dt> qu(' tor:ian el nombre., , 11 , si fuese una unidad o se aplica al valle que habitaban.
(Carta del Sr. Gobernador al Sr. Virrey. Autos 111 dic. En forma particular, se refiere al grupo pular propiamente
165g). dicho, que descubrimos ya individualizado en las cédulas
de encomiendas tempranas otorgadas después de la fundación
O sea, los habitantes del valle de Pul ar son llamados de San Felipe de Lerma por Hernando de Lerma en 1582. En
genéricamente pulares (hayan tomado el nombre del valle ellas apa~ece otorgado todo el pueblo de pulares a Barto-
o viceversa). Los documentos de desnaturalización apoyan lomé Val ero y puede seguirse en forma sucesiva cómo esta
esta designación genérica: encomienda se fue dividiendo y cambiando de poseedores.
Qos indios pulare~ son trescientas familias repartidas
11
Del mismo modo, aunque no tenemos registros exactos so-
en siete encomiendas de otros tahtos vecinos de esta ciudad bre las primeras cédulas, los demás pueblos del valle de
lsalt,;]". Pular, tales como Atapsi, Cachi, Chicoana y Payogasta, fu~
(Cart; del Sr. Gobernador al Sr.Virrey. Autos llI,dic.165g), ron encomendados en repartimientos o en forma individual
11
a distintos encomenderos.
••• las trescientas familias de los pulares que bajaron de

286 287
ba cerca de la boc;a de la quebrada de Escoype, paso que
Sin embargo, esto aún no descarta la posibilidad de que comunicaba Salta con el valle Calchaquí.
estos pueblos estuvieran habitados por grupos étnicamente
pulares. Con este objetivo, entonces, vamos a evaluar ¡a Un documento más tardío, de 1659, confirma la ubicación
información disponible sobre cada uno de estos pueblos de los pulares dada por el documento anterior:
-tanto documental como arqueológica (esta última nos ayu-
dará a precisar su localización geográfica). Aclarado este. 11 ,, .su naturaleza son las tierras del valle de Pulares de
punto, discutiremos la posibilidad de que la generaliza-' que tonan el nombre, el cual está en lo alto de la cordille-
ción del término pul ar para todo el valle, se debiera o · ra más vecina a esta ciudad @alt~I veinte leguas de distan-
no a su conformación en una unidad política y lo analiza- cia en donde por tierra llana y con un misno río confinan
remos en relación con las fuentes que testimonia4 la actua con los indios del valle Calchaqul y con su primera pobla-
ción de los pulares durante las rebeliones calchaquíes. - ción llamada Pompona . •• 11
(Carta del gobernador Alonso de Mercado al Virrey. Autos
Intento de localización geográfica y composición étnica de 111, 1659).
lds pueblos del valle de Pulares:
Como decimos, nuestra hipótesis es que muy probablemen-
1) Pulares y escoypes: te la cordillera fronteriza a Sal ta fue el hábitat origi- :
nario de los pul ares, donde existen trazos de ocupac1on '
Como ya anunciamos, la totalidad del grupo pular fue indígena aún no prospectados por la arqueología. (7)
encomendado en 1582 por Hernando de Lerma al capitán Bar-
tolomé Valero. En la cédula no se precisa la ubicación de Estrechamente ligados al tema de la localización de los
los territorios que ocupaban originalmente, pero se encon- pulares, se encuentra la de los escoypes. Como mencionamos
traban sin duda, cercanos a la ciudad de Lerma. Un docu- anteriormente, un grupo de pulares se trasladó en épocas
mento ya citado de apenas cuatro años posterior a la fun- tempranas a la boca de la quebrada de Escoype:
dación de dicha ciudad, nos remite a una posible localiza-
ción, a la vez que permite vincular al grupo pular con los 11 •• • y
es ansí que por guerras, disenciones y otros infortu-
escoypes. Se trata del pedido de merced de tierras que pre nios que se siguieron y recrecieron a los dicho mis padres,
sentó el cacique Calibay, como representante de los demás abuelos y antepasados y de los demás indios naturales pula-
caciques e indios del repartimiento de pulares, ante el res compelidos con precisa necesidad como a su tiempo y lu-
teniente de g~bernador de Sal ta y el encomendero de los gar probaremos r.,
.l desampararon y dejaron las dichas tie-
pu lares. Le q•>C :·ec !amaba Calibay eran las tierras que ha- rras de su propiÚ n~tural y que les pertenecen ab inicio y
bían pertencci dn a sus antepasados y que se encontraban: se retiraron a vivir y poblar en la parte y lugar adonde a-
gora están, .. 11 •
11
••• en las falda··. guaycos y arroyos que están en la cordi- (En Cornejo y Vergara 1938).
lera, lomas y vertientes que están frontero a esta ciudad
~~lt:J f,acia la parte y camino por donde van a donde agora Si bien se les reconoce el derecho de volver a sus tie-
están lo;; dichos indios pulares, que es cerca de la boca de rras, donde por otra parte quedaban pulares viviendo allí,
la quebrada por donde va el camino del Pir6,,,11, muchos de ellos han debido permanecer en la quebrada, la
(Eo: Cornejo y Vergara 1938). que tomó el nombre de Escoype; aunque no sabemos si en re~
lidad este grupo de pulares no tomó el nombre del lugar
Este documento nos permite aclarar dos puntos: por un como propio.
lado, las tierras originales de los pul ares podrían ser
las ubicadas en la cordillera fronteriza a la ciudad de. Un documento de 1631 corrobora la nacionalidad pular
Salta, es decir, en las Cumbres del Obispo; y por otro la- de los escoypes:
do, el lugar donde se habían trasladado y que se encontra-
289
• ••• sea esta dejaci6n de los indios del dicho pueblo de Es- de Lerma, no permite, hasta tanto no se investigue arqueo-
coype de la dicha nación de pularP.s que serán hasta en núme- lógicamente el área, determinar si la presencia de las ur-
ro de la dicha tercia parte referida ••• '' nas santamarianas de tipo Pampa Grande que fueron halladas
(Dejación de feo. Baldenebro de sus indios pulares y esco,y- en el valle, son de la época colonial o prehispánica.· Este
pes. En lizondo Borda 1946). interrogante permanece aún abierto.

Sin embargo, a pesar de esto, los escoypes conservaron 2) Atapsi:


a lo largo de la documentación este nombre y no el de su
filiación pular. El pueblo de Atapsi constituía el límite sur del terri-)
torio pular .
. En el siglo XVII, la encomienda de pulares sufrió suce-
si v~s di visiones. La encomienda original ·otorgada a Barto- 11 l~andó el gobernador Jonso deMercad~] se hiciese la mar-
lome Valero comprendía el repartimiendo de pulares, escoy- cha al pueblo de Atapsi, que es el primero de dicho valle
pes Y guach1pas (8). Luego la misma se dividió en dos y de los Pulares y dista poco ols de dos leguas de este dicho
fueron otorgadas, una parte al hijo natural de Bartolomé sitio fPompon;l ... 11 •
Valero, Pedro Val ero, y la otra a su sobrino Román Val ero, (Auto de la m~rcha de Atapsi a Poopona. Autos 111, oct. de
A partir de aquí rntas encomiendas no vuelven a unirse 1659).
pasando la parte de Román Valero a su hijo Francisco Bal~
denebro Y de éste, por quedar vacante, a Andrés de Frías Esta cita no permite dudar de que Atapsi fue la puerta
Sandoval. La mitad de los pulares de Pedro Valero pasó a de paso entre el valle de Pular y el valle Calchaquí, y
manos de Ana Val ero, hija de Bartolomé, y nuevamente en otros documentos contemporáneos así lo confirman,
este caso, la encomienda vuelve a ser dividida por vacan-
te. El gobernador Felipe de Albornoz otorgó en encomienda Intentaremos localizar geográficamente el pueblo de A-
por separado los pul.ares a Alvaro Vélez de Alcocer los tapsi, de acuerdo con los datos provenientes de la campaña
esc~ypes a Miguel de Lizondo y los guachipas a Ped;o de del gobernador Alonso de Mercado y Villacorta. Recordemos
Agu1rre. Anteriormente se registra otra encomienda de pu- que éste entró con el ejército al valle Calchaquí viniendo
lares otorgada a Pedro de Lar a en 1617, aunque ignoramos desde Sal ta, con el fin de aplacar la rebelión que había
s1 se trata dc· un grupo áparte de los encomendados a Va- instigado Pedro Bohórquez; nuestras estimaciones sobre la
lero. Por otra parte, la división de repartimientos origi- localización de Atapsi están basadas en las jornadas que
n~les efectuan . ;s hacia 1630, como vimos en el caso ante- le tomó para cubrir las distancias existentes entre dos
rior, revela l "· ne,_'esidad cada vez más· creciente de otor- pueblos.
gar encomiendas como medio de vida_ a los hijos de los pri-
r;ifros conquistadores, Según nuestros cálculos, el ejército recorrió en cada
jornada 15 km., o sea, poco más o menos dos leguas de
Nuestro r-opósi-o hasta aquí no ha consistido en hacer la época (estimación de la legua para aquel momento entre
un seguimiento de ~as sucesiones y cesioñes de las que el seis y siete kilómetros) (9). El ejército salió de Salta
grup~ pula:· fue objeto sino identificar e individualizar y entró por la quebrada de Escoype marchando hacia el su-
al mismo er. forma particular. doeste. Llegaron a Chicoana el 5 de junio de 1659 y el 6
a Atapsi. El próximo día llegaron a Pompona y el siguiente
Por su parte, la arqueología puede aportar muy poco en a Angastaco. En total, ese trayecto se hizo en tres días
l~ localización de estos pulares "fronterizos''. Para la de marcha. Teniendo mayor certeza sobre la localización
sierra, c~n;amós con prospecciones que identifican sitios de Angastaco, calculamos que entre Angastaco y Pompona ha-
con a.lfareria santamariana. El hecho de que después de las· bía 15 km (2 leguas), ya que le tomó al ejército un día
guerras los pulares hayan sido relocalizados en el valle para llegar hasta allí; lo mismo que para cubrir la dis-
290 291
i;ancia enne Pompona y Atapsi, la cual sabemos, por los 'j
documentos, se extendía a poco más de dos leguas. Por lo bería descartarse que hubiese continuado ocupado hasta
tanto, si Atapsi estaba localizada en o cercana a los pi- tiempos coloniales.
sos bajos del valle, se encontraría entre Seclantás y Mo-
linos, ambas localidades actuales de la provincia de Salta. La alfarería, que en este caso resulta ser el elemento
de mayor valor diagnóstico, se presenta especialmente en
En resumen, el límite sur del territorio pular aparece sus tipos Santa María tricolor y bicolor, siendo este úl-
claramente definido, pero no así el norte y tampoco el á- timo de mayor frecuencia. Estos tipos son comunes en el
rea efectiva de control de este grupo étnico en el valle. área sur y central de los valles, pero en esta zona se di~
Como punto limítrofe, Atapsi estuvo expuesta a ser escena- tinguen por sus rasgos decora ti vos propios. Entre ellos
rio fre9uentado por ataques de otrop grupos cercanos, so- podemos mencionar las llamadas urnas de tres cinturas, que
bre tod~ durante el período del alzamiento de 1630. La a- Ambrosetti localizara en La Paya. Por otra parte, las aso-
lianza hispano pular, como lo veremos en detalle luego, ciaciones entre urnas bicolor y tricolor demuestran que
generó reacciones punitivas por parte de los calchaquíes, la diacronización que generalmente se les atribuye no es
que los atacaron en más de una oportunidad: demasiado correcta. Asimismo, en esa zona se observan for-
mas y temas decorativos del estilo denominado Chiquimil
11
••• y en saliendo del valle, airados los enemigos contra los (Podestá y Perrota 1973), estilo que tiene afinidades in-
indios amigos que habían peleado en favor de los españoles, terculturales entre el Santamariano y el San José. Fue lo-
dieron en el pueblo de Atapsi donde mataron más de sesenta calizado y definido para el sur de los valles, en el sec-
piezas con sumo rigor 11 • tor de Yocavil y también son frecuentes más al sur, en el
(Carta del gobernador Albornoz a S.H. 1633, En larrouy 1923) valle de Hualfín y Andalgalá. Volveremos más adelante so-
bre este tema,
11
• •• te-ndrán seguridad los dichos indios (pulare~ para no
i
recibir los daños y muertes que los dichos indios del valle Por otra parte, no lejos de El Churcal, tenemos los a~
~alchaqu(J han hecho y cometido contra los indios del dicho 1 sentamientos de la zona de Molinos, cuyos rasgos cultura-
repartimiento y del pueblos de Atapsi ••• •. les 1 especialmente en la cerámica, son semejantes a los
(Dejación de Feo. Baldenebro de sus indios pulares y escoy- mencionados; salvo que en este caso está probada la exis-
pes. 1631. En lizóndo Borda 1946). tencia de piezas de estilo incaico.

Poco más encontramos como datos significativos sobre En síntesis, si nuestra localización es aproximadamente
Atapsi en las fuentes. Sólo que el pueblo fue encomendado correcta, hay varios si ti os arqueológicos que pueden re-
en 1637 en Pedro Olmos de Aguilera y que hacia 1659 ésta presentar el asentamiento de Atapsi, y en todos cabe pre-
pertenecía al capitán L,más Castellanos. Además, como los guntarse si las aparentes mezclas cerámicas pueden ser to-
de Payogasta, sus habitantes conocían y hablaban la lengua madas como indicadores de multietnicidad y también qué rol
general del Cuzco. jugó en' este sentido la interven~ión estatal incaica,

De acuerdo.con la localización aproximada que nos brin- 3) Payogasta:


dan los documentos, las ruinas de Atapsi podrían correspon
der al sitio arqueológico actualmente conocido como El Antes de discutir las posibles localizaciones geográfi-
Churcal. Por su patrón de asentamiento y por la alfarería cas de este pueblo, pasaremos revista a la información que
hallada en el sitio, corresponde a una ocupación netamente sobre el mismo nos proporcionan las fuentes. Aunque ésta
santamariana, hablando en términos arqueológicos (Raffino es esc~sa para el siglo XVII, podemos intentar reflexionar
1984). El fechado obtenido es relativamente temprano para sobre la ausencia de datos, lo que puede deberse a:
nuestro problema (1210-50 A.D.), pero no obstante no de-
que el pueblo de Payogasta y su gente no participaran
292
portar mejores precisiones.
en las rebeliones calchaquíes o que lo hicieran sólo 1

parcialmente, 1 Para evaluar en forma adecuada la información arq\)eoló-


gica debemos aclarar que en realidad no sabemos si los te~
que dicha participación, de ser efectiva, haya sido en- \
timonios de las fuentes se refieren a un grupo que habit'a-
globada bajo designaciones mayores, más abarcativas ba en los asentamientos próximos al actual pueblo de Payo-
(por ejemplo, "indios amigos" o "pul ares"), gasta, o a ocupantes del centro inca Potrero de Payogasta,
ubicado sobre el río Potrero, a la vera del camino impe-
que buena parte de su población haya sido desplazada rial que comunicaba los valles con Santa Rosa de Tastil
¡
hacia otros territorios por intervención incaica y que (Tarragó y Díaz 1972).
en el pueblo de Payogasta haya quedado un número redu- i
cido de sus habitantes. j Próximo a la primera localización mencionada, encontra-
mos el llamado "sitio Valdez" a 3 km. al norte del cruce
Por otra parte, la ubicación geográfica del pueblo no de los caminos Payogasta-La Poma, junto a la ruta n' 40.
nos ayuda a su conocimiento, ya que se encontraba fuera El patrón de asentamiento se caracteriza por largos montí-
de la ruta común que utilizaba el ejército para atravesar culos alargados que en su interior encierran estructuras
el territorio pular, cuando venían desde Salta camino ha- habitacionales con paredes de piedra. La alfarería en su-
cia el valle Calchaquí. Es por este motivo que no se los perficie es de tipo santamariano, y los autores Tarragó
menciona en los derroteros sino sólo de forma indirecta. y Díaz lo consideran tardío, pero colocan un signo de in-
terrogación en cuanto a su estimación cronológica· exacta.
Otros datos que se han podido reunir son de carácter No h~y investigaciones que permitan pronunciarse claramen-
informativo. Por ejemplo, sabemos que hacia 1637 Payogasta te sobre este problema.
fue otorgada en administración a Pedro Olmos y Aguilera
por el gobernador Albornoz, pero ignoramos si ya había si- No lejos de Valdez, están los si ti os de Quipón, Ruiz
do encomendado anteriormente. Luego, Payogasta reaparece de los Llanos y Gana, todos pertenecientes al período san-
en relación con la rebelión de Bohórquez; después que este tamariano tardío y la mayoría tiene elementos incas aso-
último fue tomado pris.ionero, algunos grupos bajaron de ciados. Por el contrario, Potrero de Payogasta y, en sus
sus pueblos para encontrarse con el enviado de la Real Au- proximidades, Cortaderas son establecimientos administra-
diencia de Chm'cas, el Oidor Retuerta, a quien debían ofre tivos típicamente incas, donde no obstante, pueden hallar-
cer la paz según ~" había ordenado el propio Bohórquez-:- se también fragmentos de alfarería santamariana (Difrieri
E:n esas cirr-11n: ·+:anc ias, se presentó a declarar Alonso: 1948;·Tarragó y Díaz 1972). Las investigaciones hechas por
Difrieri en este sentido tan importante son escasas Y los
11
•• • Alonso, indi( natural de Paiogasta, encomienda del Capi- datos poco explícitos. En principio se podría pensar que
tán Luis Arias Vt ~Jsquez, en el valle de los Pulares, ladino los pulares debieron cumplir ciertas prestaciones en el
en la lengua ge~eral del Cuzco .•. 11 , establecimiento. Pero no podemos descartar que tanto pu-
(D•claración d1] mismo. Autos 111, 1659). dieron haber sido instalados en forma permanente o, como
lo sugerimos antes, desplazados de allí. Pero es imposible
Con esta d ta sólo podemos verificar que Payogasta se predecir, en caso de que hayan sido incorporados, si éstos
encontraba en el valle de Pulares y que algunos de sus ha- fueron los únicos o compartían con otros las obligaciones
bitantes hablaban la lengua general del Cuzco, caracterís- estatales.
tica que compartían con los del pueblo de Atapsi.
Lo cierto es que el indio Alonso, citado precedentemen-
El resto de la información es indirecta y no contiene te, originario del pueblo de Payogasta hablaba la lengua
datos sobre la localización geográfica de Payogasta. Qui- del Cuzco, una característica que distingue a las pobla-
zás en este sentido, la información arqueológica pueda a-
295
294
ciones de este sector de los valles por oposición a ·1a ma- 1
1 información personal). Estas podrían haber administrado
yoría de los habitantes de los sectores meridionales. la producción y almacenamiento en toda la región. Por ello
los ejércitos de Almagro y Rojas pudieron haberse aprovi-
.En general, las investigaciones arqueológicas modernas sionado en Chicoana, que pudo ser un centro importante de
en la banda izquierda del río Calchaquí son casi nulas, abastecimiento.
con excepción de Quipón donde trabajó Debenedetti en 1908.
De modo que por el momento, la arqueología no puede ofre~. La seriación de los materiales extraídos de las tumbas
cernos más información sobre la localización de Payogasta. excavadas por Ambrosetti permitió a W. Bennett en 1948 dia-
El punto reside en saber cuándo se pobló el actual pueblo cronizar la ocupación del sitio. Diacronización que asume
de Payogasta y qué relación tuvo su población con los que y acepta González (1983: 653-654). Una vez más debemos rei
pudieron cumplir prestaciones en el .establecimiento incai- petir nuestra opinión. Creemos que las variables de tipo
co, ya que en las proximidades de la moderna localización, sociopolí tico no fueron correctamente evaluadas. En espe-
los restos arqueológicos también revelan la relación de cial en este caso, el punto parece de importancia central.
sus pobladores con la ocupación incaica. En nuestra opinión, este podría ser otro establecimiento
agrícola-urbano organizado por los incas. La población que
4) Chicoana:
servía en él deja sus huellas en las construcciones y en
las tumbas; y el gobernador inca o un curaca local, de
La localización del pueblo de Chicoana constituye un
gran prestigio y poder, vivían entre ellos en un edificio
problema de difícil resolución. Por otra parte o por eso
especial, la Casa Morada.
mismo, el tema ha ocupado repetidamente la atención de los
especialistas. Un buen resumen del problema está contenido
¿Por qué tomamos esta hipótesis y desechamos otra, tam-
en los recientes trabajos de González (1982 y 1983).Estas bién posible, por la cual un pueblo o "capital" regional
síntesis nos excusan de exponer en detalle los anteceden- podría haber gozado de privilegios y regalos especiales
tes del problema. Brevemente podemos recordar que Chicoana enviados por los gobernadores del Cuzco, ·como sucede en
era una provincia incaica, que aparentemente se extendía el caso de Ichu, capital de los Chupaichu, en Huánuco? En
desde Talina hasta Atapsi, y a la vez, un poblado, proba- principio porque las asociaciones de materiales muestran
blemente su capital. El nombre Chicoana, según Lozano, pr~ una variedad similar a las de otros sitios del sector. En
viene de S icucrni, situado próximo al Cuzco. Existe otra general, las diferencias de los materiales asociados po-
localidad de Chicoana ubicada en la provincia de Canas, drían representar más bien diferencias étnicas, sociales
Perú (10).
o de status. ¿Cómo interpretar en caso contrario, las pie~
zas de tipo altiplánico y el desarrollo del inca pro -
González propone que la localización de Chicoana corre~ vincial, denominado Paya-Inca, descriptos por primera vez
r~nde al sitio de La Fc•ya, cuyas tumbas fueron excavadas
en este sitio y que se encuentran repetidamente asociados?
por Ambrosetti en i906. La Paya consiste en un poblado que
Actualmente se están realizando nuevos estudios de las a-
varios autcres corisideran construido por pueblos autócto-
sociaciones de tumbas y podremos tener una visión más ac-
nos 1 entre cuyos edificios y en forma intrusiva; se erigió
tualizada del problema. Milena Calderari está realizando
una vivienda .especial, la llamada Casa Morada, de factura una nueva seriación del material excavado por Ambrosetti
incaica que contenía graneros y objetos especiales de es-
en La Paya. Ella distingue varios conjuntos clasificados
tilo incaico en su interior.
de tipo A a o-, donde se observan progresivos intercambios
morfológicos y de rasgos decorativos de origen inca, alti-
Pero al norte de este poblado, quebrada por medio, se plánico (en especial de Yavi) y local (santamariano). A su
encuentra un establecimiento que arqueológicamente se de- vez la investigadora hace conexiones estilísticas con ma-,
finiría como "recinto perimetral compuesto", que podría
teriales de Santa Rosa de Tastil y de la quebrada de Huma-
corresponder al asiento de autoridades incas (Calderari,
huaca. Si bien es prematuro avanzar sobre estos datos con
296
conclusiones netas, todos ellos inducen a pensar que Chi- la complejidad general del problema para interprt-.
coana fue un centro de poblamiento multiétnico. Esta con- naturaleza del dominio inca en la región y señala la ca
sideración a su vez, podrá arrojar nueva luz en el futuro rencia de investigaciones sistemáticas que permitan anali-
sobre el problema étnico pular, aunque por el momento las zarlo en profundidad.
evidencias son difusas en este punto.
Como conclusión queremos destacar que es notable, tam- ~
Además de los datos ya conocidos, González aporta uno bién, la escasez de información étnica precisa sobre los \
de singular importancia. La presencia, entre la alfarería habitantes de Chicoana, un dato que deberemos retener en
hallada en la Casa Morada, de fragmentos de Yocavil Polí- caso de volver a plantear el tema.
cromo y Famabalasto Negro sobre Rojo. Estos tipos cerámi-
cos se encuentran en ~ran abundancia en los centros incai- La información sobre Chicoana utilizada por la mayoría -1
cos del sur del valle, y aún en mayor porcentaje en la zo- de los autores proviene de las crónicas sobre las primeras
na central de Catamarca. En Potrero-Chaquiago alcanzan el entradas. Todos ellos las citan con el propósito de loca-
70% del material decorado hallado en los recintos hasta lizar Chicoana, pero no se preguntan quiénes habitan allí,
ahora excavados (Lorandi 1984). Su presencia en la Casa En este sentido es poco lo que podemos agregar, salvo al-
Morada, en porcentajes no publicados ( González 1983), de- gunos datos sobre las encomiendas de Chicoana,
muestra que los artesanos que elaboraban estas piezas go-
zaban de un status privilegiado, tema sobre el cual ya nos 5) Cachi:
hemos explayado en trabajos anteriores (Lorandi 1984 y
1988). Los datos recogidos de las fuentes sobre Cachi no nos
brindan información sobre la localización original de este
( Nuestra hipótesis sobre este punto consiste en que sie!l_ pueblo; sin embargo, podemos adelantar que la población
¡ do esta alfarería típica del área tucumano-santiagueña, histórica debió habitar, al menos en su mayor parte, no
sus productores fueron mitimaes de este origen instalados sólo en torno a la localidad actual sino también en Cachi
\ en los establecimientos estatales. Por lo tanto, es un ar- Adentro y Las Pailas ,i tal como lo veremos al analizar los
gumento más en favor de que La Paya responde al patrón de datos arqueológicos.
asentamiento agrícola y· urbano incaico, aunque no. sea en
sí mismo un ºc·.'ntro administrativo" propiamente dicho. La información documental permite reconocer a los suce-
sivos poseedores de la encomienda de Cachi, pero, funda-
Según m1•c•'1 n c:ilculo de distancias, Chicoana debería mentalmente, nos aportan testimonios sobre la participa-
haber estado 10c&l1c3da a la altura del actual Seclan- ción de Cachi en las dos últimas rebeliones.
tás. Pero esto depende de estimaciones tan frágiles que
ne nos atrevemos a deft i1derlo con demasiado vigor. Si se En la época del Gran Alzamiento de 1630, el pueblo.de
cfambia la estimación del valor de la legua, La Paya es una Cachi, como el resto de los grupos del área pular, se abs-
localización ¡11Jsible. Pero una vez más, el caso de Chicoa- tuvieron de rebelarse y participaron como 11 indíos amigos 11 ,
na es el que más se destaca por su particularización, cuan luchando del lado español. Pocos años después reclamarían
do es mencionado en las fuentes coloniales. Generalmente a los mismos españoles, por intermedio de su cacique Cha-
se habla del pueblo de Chicoana, de los de Chicoana o de me, los privilegios prometidos en pago de su fidelidad.
la provincia de Chicoana, y sobre ello nos basamos para
pensar que no puede ser considerado como un pueblo pular, 11 ••• quese notifique al dicho Francisco Arias Velázquez, a-
ni in tato ni en partes. González acepta que el "grupo de tento a que el dicho pueblo de Cache y los demás han sido
sepulturas C (de la secuencia de Bennett, integrada por ma- fieles amigos y que en todas ocaciones han salido a la gue-
terial santamariano) representaría el primer grupo de po- rra ayudándonos con muy grande riesgo de sus vidas G,J ,que
blación local pre incaica". Pero más adelante, discute la sin duda sino fuera por ellos el enemigo' hubiera intentado

298
llegar a esta ciudad y el Señor Gobernador Don Felipe de Al- Oidor Retuerta. Autos !11, abril 1659).
bornoz nos tiene despachado su mandamiento para que las ta-
sas no sean cobradas por entero ni menos de los amigos que Sin embargo, ésta es la única mención de Don Bartola
han asistido estas guerras pasadas .•• 11 • como lider de los pulares, en contraposición a numerosas
(AHC. Eser. 1, Leg. 71, Exp. 6, 1638. R. Hacienda. Andrés citas que los consignan solamente como curaca de Cachi (en
de Frías Sandoval por encomienda de indios pulares). Autos.III: Declaración de Alonso, indio; Declaración del
cacique de Cochinoca; Auto para tomar declaración a Martín
Como queda consignado, los privilegios consistían en y Alonso, Indios, etc.). De ahí que no podamos inferir que
la exención del pago de la tasa a todos los pueblos que Don Bartola haya sido efectivamente el curaca principal
colaboraron con los españoles en compensación por los ser- del área prlar (11).
vicios prestados en la guerra. Tanto.los del pueblo de Ca-
chi como los demás pueblos implicados en la exención re- De todos modos, Cachi se nos presenta como una pobla-
clamaban este derecho a perpetuidad. Sin embargo, la sen- ción importante en el terreno político y deberemos tenerla
tencia final del pleito se encargó de dejar sentado que presente cuando tratemos este punto.
el privilegio caducaba con el fin de la guerra.
La información arqueológica da cuenta de que en la zona
Dejamos para el próximo punto de análisis las implican- ¡ de Cachi hay claras evidencias de extensa e intensa ocupa-
cias políticas que tuvo esta situación en lo que se refie- ! ción que comienza, tal vez más reducida, en tiempos prein-
re a las relaciones hispano-pul.ares durante el períocb del caicos y continúa durante el período imperial y el hispa-
levantamiento calchaquí de 1659. \' no-indígena. Lo más significativo para nuestro tema es la
diversidad cultural que puede comprobarse en el lapso com-
Otros datos etnohistóricos sobre el pueblo de Cachi a-
parecen directamente relacionados con la figura de Pedro
l prendido desde la ocupación incaica hasta el siglo XVII,
---Los datos provenientes de Las Pailas, Lomas del Oratorio
. '
Bohórquez Y la rebelión que instigó. De ésta surge que Cach1 Adentro y Tero, sugieren una ocupación multiétnica.
el cacique de Cachi llamado Don Bartola o Bartolomé Banas- (Tarragó 1975, 1977, 1980 y 1984; Tarragó y Díaz 1972 y
1977; De Lorenzi y Díaz 1977).
tar, fue el "brazo derecho" de Bohórquez para rebelar a
todos los pueblos del área pul ar. Su nivel de influencia \
parece haber sido importante,.ya que según los documentos 1 En toda la región están presentes materiales ceram1cos
• • ...
co~s1gu10 que los pueblos del área pu lar, anteriormente
del santamariano regional y del Paya-Inca, en sus diversas
aliados de los españoles, participaran en la rebelión. Co- variedades (no totalmente descriptos en sus diferencias
mo veremos luego, otros fueron los motivos reales que lle- y particularidades). Pero los más significativos son aque-
varon a los pulares y demás pueblos de su área a plegarse 1los que indican que su origen estilístico se encuentra
a la rebelión; pero ante los ojos de los españoles, Banas- en los sectores altiplánicos del sur de Bolivia actual,
tar aparecía como uno de los principales instigadores. Su ya sea que se presenten con o sin incorporación de rasgos
p~'eponderancia se trasluce en una cita que llega a mencio-
cuzqueños propiamente dichos. Estos materiales se encuen-
narlo como curaca de los pulares: tran en toda la zona, y en Cachi Adentro están asociados con
elementos hispanos (Tarragó 1984), e incluso alcanzan á-
11
• •• la otra es un indio llamado Don Bartolo, curaca de los
reas mucho más meridionales como la zona de Belén y Andal-
pulares de la encomienda de Margarita de Chávez¡ éste ha si- galá (Williams y Lorandi 1986).
do el principal instrumento de que Pedro 8oh6rquez se vali6
para sus maldades, fue causa del levantamiento de los pula-
En Cachi y especialmente en Las Pailas hay grandes á-
res, consejero adalid y brazo derecho de Pedro Bo.hórquez en reas con cuadros de cultivos, muchos de ellos construidos
sus ejecuciones,,,11, con pircas altas y muy elaboradas que revelan un conoci-
(Advertimientos secretos que hace el gobernador Mercado al miento sofisticado de las curvas de nivel. A esto se suma

"O¡(\(\
la presencia de grandes canales de riego (Tarragó 1977:

~
509). paren temen te'. de re~olver estos interrogantes, pero hasta el
Jrresente las investigaciones no han sido enfocadas teniendo
Si bien parte de estos cuadros de cultivo corresponden ~re~;nte. est~s hipótesis. Es más, como ya dijimos la interpre-
a períodos más antiguos, es probable que un buen número tac1on d1acronica oscurece la de los fenómenos sincrónicos y
de ellos hayan sido construidos por orden del Inca y que se han subvalorado las causas sociales y poli ticas para expli
la producción haya tenido destino estatal, ya sea para so.1:_ c~r las diforencia.s observadas. Hasta tanto no tengamos es tu:
ventar la subsistencia de las tropas acuarteladas en la d~os extensivos e intensivos y no nos liberemos de las conclu-
región, ya.sea con otros fines. s~on:s ~asadas en datos casi prospectivos, es poco lo que esta
disciplina puede aportar a la resolución de nuestros interro-
Por el hecho de que la zona de Cachi fuera el hábitat gantes· ~or ejemplo, la extensa zona agrícola de Las Pailas, den
de "los del pueblo de Cachi" hasta el siglo XVII, no pode- t:o del area de Cachi, contiene alfarería de estilos diferentffi.
mos dejar de pensar que, al menos parcialmente, estas á- S~lo un sector está claramente identificado porque tiene mate
reas agrícolas continuaron en uso hasta esa época. Nuestra riales cuya presencia también fue constatada en el cementerio
hipótesis es que muchas de las tierras probablemente des- de Ca~hi ~dentro, que pudieron ser fechados en el período his
tinadas a explotaciones estatales, pudieron quedar después pano-indigena ·Para el resto de la ocupación no se indica si
en manos de los mi timaes establecidos allí por orden del las a~ociacion~s que se mencionan tienen una distribución ge-
Inca, como sucede en otras regiones del Tawantinsuyo, como neralizada, o si hay zonas diferenciables (Tarragó 1977:511-513).
Cochabamba por ejemplo (Wachtel 1981-82). Esto configura
una situación particular en esta localidad y en muchas o- En general podemos decir, de acuerdo con lo publicado
tras de la llamada área pular. que la. presencia de estilos cerámicos diferentes, alguno~
provenientes del área altiplánica, y la complejidad de las
En otras palabras, creemos que la de Cachi era una po- obra~ .agrícolas (tales como cuadros y canales de riego)
blación multiétnicamente estructurada, pero en realidad JUst1fican que los arqueólogos planteen las investigacio-
son muy pocos los testimonios directos que nos hablan so- nes sobre la hipótesis de que en tiempos de los incas par-
bre los mi timaes puestos por el Inca y los que pudimos en- te de estas tierras fueron destinadas a una más intensa
contrar se refieren específicamente a Chicoana. Pero aún explot~\Ción controlada desde el Cuzco, pero realizada en
así, nos podemos preguntar: ¿los habitantes de Cachi son la practica por campesinos provenientes del mismo valle
únicamente pula 'es o también hay allí "extranjeros" como Y de .otras regi~nes. En sus viviendas, estos campesinos
en el caso de Clncoana y esta es la razón por la cual se no deJan necesariamente indicadores incaicos pues sabemos
los menciona y er1comienda aisladamente? que estos últimos en general, se encontraba~ en mayor nú-
me:o en los sectores habitacionales vinculados con jerar-
No hay dudas de que había pulares en Cachi, como lo qui~s .locales o cuz~ueñas, De allí la importancia que le
muestra su participación en la guerra como aliados de los atribuimos al material de posible origen de estilo alti-
españoles y, posteriormente, por su presentación en un ju! plánico para apoyar o dar sustento a nuestra hipótesis
cio donde se reclama por privilegios y exenciones tributa- Estas piezas, en general, no parecen haber sido ejecutada~
rias acordados en pago por la colaboración prestada. Pero por artesanos especializados, sino más bien por campesinos que
no deja de ser sorprendente que en muchas otras ocasiones, conocían la técnica (lo hayan hecho habitualmente 0 no)
no se hable de los pulares de Cachi sino simplemente de pero obligados, en estas circunstancias a raíz de habe;
los de Cachi, Como veremos más adelante, la falta de jefa- sido trasladados fuera de su comunidad de origen. De allí
.tura política unificada pone escollos a una correcta in- las imperfecciones que agudamente observa Tarragó (1984),
terpretación de este problema. las que probablemente se acentuaron ante las conmociones
de la época colonial. Esto probaría, además, que algunos
La arqueología parece tener mejores probabilidades, a-'¡ antiguos mi timaes se quedaron en la zona hasta el siglo
XVI o XVII.
302
los que el estado inca establecía en sus áreas de control.
Conclusiones sobre el tema de la unidad étnica del área p~ En este sentido, este caso puede encuadrarse en cualquiera
i!.ar: de ellas.

El tema de la unidad étnica del área pular se nos pre~ Por otra parte, los testimonios indican que los pulares
sentó como un punto difícil de abordar. La documentación conocían y hablaban la lengua general del Cuzco, lo que
\\ a nuestra disposición no es completa y, a la vez, es pasi- constituye un factor claramente indicador de un grado de
. ble de distintas interpretaciones. Por un lado, fijamos relación real. Si esta última posibilidad propuesta fuese
los límites étnicos del grupo pul ar propiamente dicho y, correcta, de todos modos nos quedaría la incógnita de co-
por otro observamos que es a partir de ellos que se gene- nocer la identidad étnica de las poblaciones que en perío-
raliza en las fuentes el término para desianar a.toda la dos más tempranos ocuparon la banda derecha del río Cal-
región del valle y a sus habitantes. Por ésto mismo, de chaquí y las quebradas de acceso a la Puna, y sobre todo
acuerdo con lo analizado, no podemos afirmar que todos los la relación que pudieron tener éstos con los pulares.
habitantes del valle de Pular se hayan reconocido como ta-
les. Solamente lo podemos comprobar para los pulares que Cualquiera de estas consideraciones supone para el área
fueron encomendados por primera vez por el gobernador Her- un período de convivencia e interacción de dos o más gru-
nando de Lerma y para los escoypes. El resto de los pue- pos poblacionales en circunstancias históricas que aún no
blos del valle, si seguimos las categorías adscriptivas están claras. Estas transformaciones, ya en marcha durante
que propusimos al principio, se reconocen con el nombre la expansión incaica, conocieron nuevos cambios que se su-
del pueblo que habitaban. Así las fuentes nos citan en fo~ cedieron a partir del debilitamiento del poder incaico y
ma parcializada a los de Cachi, Chicoana, Atapsi y Payo- la llegada de los españoles; transformaciones que pudieron
gasta. Este hecho, sin duda, está relacionado con la pre- implicar nuevos flujos o movimientos de población. Tal vez
sencia de mitimaes trnsladados allí por la expansión inca.!: un cierto número de mi timaes hayan permanecido afincados
ca cuya dispersión y alcances ya hemos comentado en cada. en sus nuevos territorios, a la vez que otros, de más re-
caso particular. ciente traslado, pudieron regresar a su lugar de origen.
Rota la mediación incaica, los pulares del este del valle
¡-- Lo que restaría por conocer -y aquí ya entramos en te- (los que localizamos en la sierra fronteriza a Salta) pu-
\ rreno especulativo- es qué tipo de consecuencias trajo es- dieron ocupar estos sitios o mezclarse con la población
\ta situación sobre la población originaria, portadores de ya residente.
~a llamada "cultura santamariana". Podemos consi~e~ar ?ºs
posibilidaáee. al rPspecto: que los pobladores or1ginar10s Por su parte, la temprana incorporación de los grupos
sobre los que iLtF"ino el estado inca fueran grupos étni- del área al sistema de mitas y servicios coloniales termi-
camente pulares o grupos de filiación desconocida. nó por desdibujar la verdadera identidad étnica de los
pobladores del sector, de manera tal que esta situación
Si admitimos la primera de estas posibilidades, el pro- llegó a reflejarse en las ambigüedades expresadas en las
blema se simplifica y podríamos explicar fácilmente la de- fuentes. De aquí provienen las confusiones a las que alu-
signación genérica de valle de Pular. dimos en el principio, entre ellas la dificultad de dis-
J tinguir en qué ocasiones las fuentes se refieren a los pu-
Si consideramos, en cambio, que la población del fondo ' lares como grupo y cuándo se habla en general de los habi-
del valle no era pul ar, la situación se complejiza. En pr.!: tantes del valle de Fulares. Esto, que a primera vista pa-
mer lugar, porque estaríamos tratando con tres tipos de
poblaciones diferentes: originarios, pulares y mitimaes
extranjeros, que convivían en una misma área. La reflexión
l rece una sutileza innecesaria, nos ha llevado a presentar
esta serie de reflexiones respecto a la situación social
del valle de Fulares.
surge entonces, en torno a la naturaleza de las relaciones
entre ellos, aunque son bien conocidos los tipos de víncu-
305
En síntesis, hasta aquí vemos que la generalización de mos algunas excepciones a es t a proposición general que es
la designación pular para este sector del valle no se co- preciso analizar.
rresponde con la homogeneidad étnica de los grupos que lo
habitaban. Sin embargo, la interacción entre los mismos El primero, es el caso del curaca de Cachi, Don Barto-
pudo tender a recomponer una nueva identidad. Aún así pro~ lo, que en una ocasión, hacia 1659 es mencionado co-
cederemos a analizar si la generalización a que aludimos mo ·1 1'd er pul ar· Sobre este punto
' ya nos hemos ref eri-
tiene ¡•elación con una unidad desde el punto de vista po- do anteriormente.
lítico. La pregunta es ahora: ¿el grupo p'ular ejerció al-
gún tipo de hegemonía política sobre los otros durante los El segundo es el caso de Felipe Colea quien hacia 1632
siglo XVI y XVII? ~: nombr~do como "cacique Y. gobernador de los indios pula-
s dY chicoanas,
1 , escoype, ~achi y luracatao" • Esto corres-
pon e a periodo en que los pulares y demás grupos del á-
II. Algunas reflexiones sobre la posible unidad política r~a se aliaron ~on los españoles durante el segundo alza-

del área pular ffilento calchaqui' y para evitar represalias fueron esta-
bl~cidos en el valle de Salta. Lo que más llama la aten-
¿Qué podemos decir acerca de la organizac1on política c1on de este documento, son los títulos con que se nombra
de los grupos del área pular y de los pulares propiamente a Felipe Colea:
dichos?
'' ..• se ha pedido por el protector de naturales de la ciudad
En primer lugar, debemos aclarar que la generalización de ~alta y por Don Felipe Colea, cacique y gobernador de los
de la designación pul ar para todos los grupos del área, indios pulares y chicoanas, escoype, cachi y luracatao que
tal como lo hemos visto, ha inducido al error de pensar los indios de dichos pueblos han estado desde la entr;da y
que el área pular conformaba un gran señorío organizado castigo ~ue hice al valle Calchaqui personalmente, ocupados
en torno a la hegemonía política del grupo pular. Ahora en aperc1bos de guerra., ,11
que sabemos que la situación fue mucho más compleja desde 11
:·:Y con es t o se aca b,o el padrón y al dicho capitán y jus-
el punto de vista étnico, y aún político en razón de la t1c1a mayor por lengua de Don Felipe Colea, cacique princi-
intervención del estado inca en la región, estamos en pal Y gobernador de estos indios y la suya del inga que ha-
condiciones de discutir este concepto. bla e yo entiendo.,,n,
(AHC. Eser. 1, leg. 71, Exp. 6. 1638).
Para comer.zar podemos decir que si realmente el área
hubiera conformado un señorío, los primeros conquistadores No encontramos antecedentes de este título de goberna-
lo hubieran manifestado así en las fuentes. En contraposi- dor .que. ostenta Colea. Podría pensarse que fue un cargo
ción, los documentos d. finales del siglo XVI y XVII nos i~s~itu1do po; los mismos españoles como una manera de u-
presentan una situación diferente. Una síntesis general n1f1car la alianza. Otra interpretación diría que este go-
de los mismos podría expresar que cada grupo o pueblo re- bernador, que hablaba la lengua general del Cuzco era el
conocía a un cqcique o curaca como j€fe, aún para el caso heredero del cargo incaico establecido en tiempos ~nterio­
pular y, en cambio, ninguna fuente establece que cualquie- res Y que el mismo habría perdurado aún después de la e í-
ra de ellos o todos hubieran reconocido sujeción a un ca- d~ del Inca~io. Sin embargo, nos extraña que un cargo ~o­
cique principal de toda el área o a algún cacique de un l1tico tan im~ortante no hubiese aparecido en otras fuen-
grupo determinado. tes contemporaneas o anteriores. Una última posibilidad
p~ede s~r que. los. _pueblo_s del área pular tuvieran algún
Esta caracterización general puede verificarse en los tipo de orgamzac1on poli tica centralizada en la persona
extractos de documentación ya citados y pensamos que no del gobernador. Pero.este gobernador no era cacique de los
es necesario aportar más ejemplos. Sin embargo, encentra- pulares, ya que el mismo documento cita a Don Pedro Milip~

307
306
cay en ese cargo. Paralelamente, encontramos que en un do-
cumento publicado por Larrouy (Carta del gobernador Albor- el mismo Calibay hubiera sido nombrado por los españoles
noz en Larrouy 1923}, y que está fechada pocos años antes como curaca principal de repartimiento de pulares, sentan-
que la citada, se menciona al mismo Felipe Colea como ca,- do así un precedente para el caso Colea. Podemos evaluar
cique de Luracatao, quien fue muerto después de la toma en forma particular cuál de estas tres posibilidades se
de la fortaleza de Elencot durante el segundo alzamiento ajusta mejor al análisis diacrónico de las fue~tes.
calchaquí. Es decir que aquí estamos frente a dos fuentes
contemporáneas y en parte contradictorias que podrían in- La primera de ellas reconoce efectivamente continuidad
validarse mutuamente. histórica ya que al ser dividida la encomienda original
de pulares, cada parte conservó un curaca principal,
j Con respecto al caso de Felipe .Colea, nos inclinamos que al parecer no dependía de jerarquías mayores.
por la primera opción interpretativa, cuya explicación es
sobre todo coyuntural. La última estaría relacionada con coyunturas históricas
determinadas, con la necesidad de efecti vi zar el con-
Hasta aquí entonces, habiendo evaluado las excepciones trol de los españoles sobre estos grupos. Este caso se-
( mencionadas, lo que se reconoce a través del análisis dia- ría similar al de Felipe Colea, aunque desconocemos si
l
• crónico de la infomación es la fragmentación del poder hubo continuidad de funciones entre ambos caciques.
\ político y la acotación del mismo a los límites del grupo
( que habitaba en cada uno de los poblados y encarnado en Para la segunda posibilidad, y en parte por las razones
·-la figura del curaca respectivo. ya expresadas, no contamos con documentación específica
que la pueda avalar.
Un caso puntual en este sentido, es la presentación del
caciques Calibay en 1583, "en nombre de los demás caciques Es factible igualmente -y sin intentar forzar la inter-
e indios naturales de la comunidad de los dichos indios pretación- analizar la primera y la última de las posibi-
pulares", ya citado (Cornejo y Vergara 1938), lidades que mencionamos, en forma conjunta y ·desde un pun-
to de vista histórico. Partimos de la premisa de que el
Veamos este problema desde la óptica de lo que conside- grupo pular estaba organizado en segmentos presididos cada
ramos el grupo pul ar propiamente dicho. Calibay, según la uno por un curaca o cacique. Si es así, la intervención
fuente, es cacique principal del repartimiento de pul ares española respetó de manera general esta organización, pero
y se presenta, en nombre de los demás caciques de su grupo imponiendo su control a través de interlocutores especia-
pul ar, para peticionar ante las autoridades las tierras les como el caso de Colea, impuesto como gobernador, o de
que habían pertenecido a sus antepasados. A partir de este figuras menos importantes como alcaldes o mandones, los
documento podemos tratar de entrever la organización polí- que estaban a cargo de la organización delas prestaciones.
tica de este grupo. En él se menciona a varios caciques
y puede presumirse que este grupo, bastante numeroso, es- Finalmente, si consideramos que el grupo pular estaba
tuviera di vi di do en varios segmentos, cada uno presidido organizado en torno a una jerarquía curacal que articula
por un cacique, aunque no sabemos cuántos eran ni a qué ba y resumía los poderes de curacas menores, entonces la
patrón organizacional respondían. desestructuraciónque sufrió este tipo de ·organización so-
cial y política por la intervención española fue más ace-
Ahora bien, ¿el cacique Calibay era uno más de todos lerada que en el caso anterior, en la medida en que no
ellos -y en su figura representaba a los demás para poder vuelve a aparecer la figura de un curaca principal para
peticionar ante las autoridades españolas-, o se trata de todos los pulares.
un cargo de jerarquía mayor, al cual estaban sujetos los
demás?. Puede considerarse una tercera posibilidad: que En síntesis, aún no está suficientemente probada la e-
xistencia de una unidad política efectiva para el grupo
308
pular, así como tampoco la de toda el área en torno a és- ri-Quiri". Limitaba al norte con la provincia de Chicoana
tos. Sin embargo, no es posible afirmar ninguna de estas Y abarcaba una extensa zona que se extendía hasta un lími-
interpretaciones, ya que todo el sector estuvo sometido te no definido con exactitud hacia el centro de la adual
a serias transformaciones a través de un largo período d~ provincia de Catamarca. En ambos casos, Chicoana y Quiri-
guerra y de conquista, lo que deberá tenerse en cuenta pa-
ra abordar las problemáticas que aquí presentamos con ma-
Quiri
,
constituían
'
las llamadas "provincias incaicas" se-
gun Gonzalez (González 1982). Aunque en los documentos
.
yores posibilidades .de éxito. la jurisdicción de Quiri-Quiri no está claramente expresa-
da, González incluye dentro de sus límites al valle
Cualesquiera sean las opciones que se elijan o elaboren de Yocavil, la actual provincia de Tucumán y el valle de
a partir de lo anteriormente explici tacto para comprender Hualfín, atendiendo a la homogeneidad cultural que se va
el proceso de transformación de la sociedad pular, el punto diluyendo a partir de ese límite. Como vemos se está uti-
de llegada es invariable: la incorporación forzada al sis- lizando un concepto cultural para definir un área adminis-
tema colonial español. trativo-política, que sólo por azar podrían coincidir.

Es probable que el término Quiri-Quiri haya sido em-


AREA CALCHAQUI pleado también para identificar a la cabecera de esta pro-
vincia incaica, es decir, la zona de Tolombón, aunque esta
Introducción apreciación debe ser considerada como provisoria, puesto que
la situación es algo confusa por el momento. Los documen -
Dejamos el área pular para retomarla cuando discutamos la tos escritos durante la época de la entrada de Diego de
dinámica interna del sector calchaquí del valle, en relación Almagro testimonian la presencia de mitimaes en el ámbito
con los sucesos del último período de rebelión, en 1659. de la provincia, pero es probable que se refieran a los
Utilizaremos la denominación de sector calchaquí para de- ubicados en las proximidades de la posterior ciudad de Lon
signar el segmento geográfico comprendido entre Pompona dres, más que en las de Tolombón.
al norte y Colalao al sur, segmento del valle recorrido
por el tramo sur del río Calchaquí y el tramo norte del • .•• acordaron de despoblar el dicho valle de Quiri-Quiri don
Santa María. Actualmente este sector pertenece a las pro- de estaban por mi timaes sujetando a los naturales de aque".:
vincias de Salta y Tucumán. !las provincias'. (Subrayado nuestro) (Información de Bias
Ponce, citado por Jaimes Freyre 1915),
La óptica española, reflejada en sus informes, nos per-
mitió identificar esta área por contraste con el gran sec- Como vemos, la función señalada en la cita parece ser
tor norte o pular y el del sur o quilme/yocavil. una de las más importantes que cumplían estos mitimaes en
la región.
Recordemos que la designación proviene del fuerte lide-
11
razgo que ejerció Juan Calchaquí durante las primeras re- treinta leguas de la cordillera de Chile en un valle que
•••

sistencias de estas poblaciones. En las primeras páginas llaman Quiri-Quiri donde el dicho Inga ten[a sus capitanes
de este trabajo ya hemos discutido el tema de la circula- y poblados mis de veinte mil ingas mitimaes .•• 11 {Testimonio
ridad de esta designación. de Bias Ponce, incluido en la informaci6n de servicios del
Capitán H. Mejía Miraval. En Medina 1901, XXVI),

La información histórica Blas Ponce fue mo de los primeros pobladores de Londres,


fundada inmediatamente al sur del valle de Hualfín, y si
Las noticias históricas más tempranas que hallamos so- bien no localiza con precisión a estos mitimaes, es proba-
bre esta área se refieren a ella como "la provincia de Qu.!, ble que se refiera a la región que él habitaba y donde pu-

310 811
do r ecabar esta información. Por otro lado,
.,
en este texto,
t• des pertenecientes a una unidad mayor. Así podemos mencio-
valle se debe referir también a esa reg1on y no en par 1-
\ nar a los luracataos, sichagastas, taquigastas, gúalfingas
cular al sector calchaquí donde tal vez comenzaba la ju-
'¡tas, amimanas, chuchagastas, tolombón, pacciocas y cola:
risdicción de esa provincia incaica.
~aos, entre los más importantes. Sin embargo, el lideraz-
go político de Juan Calchaquí debió continuar pesando, en
Progresivamente esta denominación de Quiri-Quiri se fue
tanto esta denominación prevalecía sobre las demás cuando
diluyendo y cada región comenzó a ser identificada sobre
deseaban mencionar el área, ya sea en sentido geográfic9,
la base de sus componentes étnicos autóctonos. En nuestro
ya como 11 pueblos" de dicha región.
caso se generalizó la designación de calchaquí, como ya
lo c~mentamos, aunque con límites no claramente estableci-
dos;, En el siguiente. párrafo se verifica la utilización Grupos y/o "pueblos" del sector calchaquí
del (término calchaquí ')en tres sentidos diferentes:
En primer lugar intentaremos identificar y ubicar geo-
''· •• prosegul a este valle de Calchaqul hasta ocho leguas del
gráficamente a los grupos de este sector. Para esto utili-
cuarto de Guadaqueni l.. l y antes de llegar al dicho Guada-
zaremos como fuente principal la información contenida en
queni fui recibido de hasta treinta indios corredores de ca! ,¡-los Autos de la campaña del Gobernador Alonso de Mercado
chaquí que me estaban aguardando en un portezuelo fuerte
y Villacorta, realizada en 1659. Estos datos se contrasta-
f.. l" súpose cómo Calchaquí me estaba aguardando y tenía he-
rán con otros provenientes de fuentes más tempranas ("en-
c-ha Junta general en toda la tierra ••• ''. (Carta de Gonzalo
tradas", campañas de 1630-42, documentos eclesiásticos,
de Abreu, 20-3-1577. En levillier 1918),
¡ etc,), y, en caso de contradicción entre los datos, hare-
'íños una evaluación puntual de cada uno.
Es decir, .1 ~l término ha sido usado para identificar un
área geográfica, el valle de Calchaquí, en la primera ci- Al estudiar el área pular, habíamos dejado al ejército
ta. En la segunda el sentido es ambiguo, aparentemente se en Atapsi, el último de sus pueblos. Un día más tarde lle-
' refiere al grupo étnico y en la frase siguiente al cacique gan a Pompona, el 7 de julio de 1659. Pompona es conside-
'
1 Juan Calchaquí. Hacia 1630, época de la gran rebelión de rado el primer pueblo del valle Calchaquí. Haciendo una
1 los diaguitas, se siguió usando el término calchaquí apli- vez más nuestros cálculos a partir de Angastaco, Pompona
cado a la totalidad del valle, aunque ya distinguían den- estaba a dos días de marcha hacia el norte, es decir, a-
tro de él a sectores étnicos y/o políticos con mayor pre- proximadamente a 15 km. En este lugar el ejército fue re-
cisión. Del c.ismo modo, desde nuestro sector calchaquí al cibido por "los de pompona", y también por los de del pue-
sur, sus pobladores eran considerados diagui tas, no así
\ los pul ares o el área pul ar, cuya complejidad étnica ya
blo de Taquigasta, que según los datos "confinan con él"
(con Pompona), Aparentemente ambos pueblos eran vecinos,
hemos señalado, Este t :.:a ha sido bastante trabajado, Y
0
es decir, tenían territorios colindantes. Sobre el pueblo
L_ no disponiendo de más información que la ya expuesta, nos de Pompona sabemos que, en 1618 fueron encomendados por
parece innecesario abundar en más detalles. el gobernador Luis de Quiñones Osorio junto con un repar-
timiento de "lules de Yarame" a don Juan Bravo de Zamora,
En suma, el concepto étnico de calchaquí se fue restrin vecino de la ciudad de San Felipe del valle de Salta, por
giendo al área de dominio de Juan Calchaquí, cuyos límites dos vidas (12). El documento dice textualmente: "pompona,
precisos de poder eran evidentemente desconocidos para los por otro nombre guaj il", lo que nos confirma que la loca-
españoles, y en este estado ambiguo ha lleg¡ido hasta noso- lización de Pompona se corresponde con la del pueblo de
tros, Además, no obstante esa denominaci,ó,{ general, dentro Guaxnil registrada en su itinerario por el Oidor Lic. Ma-
del área distinguían varios grupos, identificados de mane- tienzo (en Levillier, 1926). Se trata de una encomienda
ra tal que no sabemos si se trata de unidades social y po- mixta, compuesta por indios diaguitas y lules, que "caían"
líticamente diferentes, o en algunos casos, de parcialida- en término de la jurisdicción de aquella ciudad. El mismo
312
documento en otro párrafo menciona a 11
Bambolán por otro cialidades del pueblo de Sicha, pero no mencionan locali-
nombre Guajil", pero creemos que en este caso se trata de zación precisa alguna de estas parcialidades. De este mo-
una confusión. Diversas ·referencias rios llevaron a ubicar do, nos resulta imposible identificar un asentamient~ prin
al pueblo de Bambolán más al sur, como lo veremos lueg;. cipal homónimo. A lo sumo, estamos en condiciones de afir:
En cambio, nuestra localización de Pompona y de Guaxnil , mar que su territorio se encuentra en la ladera occidental
coinciden. del río Calchaquí, posiblemente eri algunas de las quebra-
das tributarias de las del Luracatao o Hualfín-Angastaco.
Por su parte, si Pompona estaba localizado próximo a Este grupo también bajó hasta el derrotero del ejército
las márgenes del río Calchaquí, no sucedía lo mismo con y ofreció la paz prometiendo enviar indios para colaborar
los taquigastas , cuya cabecera se encontraba más arriba, con los españoles. No consta, sin embargo, que haya sido
1 así.
en una quebrad~ tr1butar1a de la de Humacatao, y dicho a-
sentamiento es actualmente denominado Tacuil; 'El ejército
no llegó hasta el pueblo de Tacuil por estar fuera del ca- En el Auto y Memoria de pueblos y caciques del valle,
mino habitual y además porque éstos y los de Pompona les · presentado por Pedro Bohórquez en Pomán en 1657 (Autos,
ofrecieron la paz a los españoles. Quedó constancia, asi- !_II), se consignan datos de interés para esta región. Por
mismo, que catorce indios acompañaron al ejército en· prue- ejemplo, que Pompona carecía de cacique o que no se pre-
ba de paz. sentó, en aquel momento; estando en su lugar, como ºgober-
nador" Alonso Yemalín. Lorenzo Guaychua era cacique de Ta-
Según nuestros cálculos, Pompona podría ubicarse en las quigasta y Alonso Gamboa de los sichas.
proximidades de la actual Angostura. Si esto es así, hemos
dejado un poco más al norte la boca de la quebrada de Lu- Si continuamos con la marcha del ejército, vemos que
racatao, en Molinos. En realidad, no sabemos si los pobla- pasan delante de la boca de la quebrada de Gualfín o An-
dores de esta quebrada, los luracataos, deben ser inclui- gastaco. Río arriba, en una quebrada tributaria de la an-
dos dentro o fuera del área pular o del área calchaquÍ. terior, habitaban los gualfines quienes, como vemos en la
En un determinado momento, como ya dijimos, habían .sido memoria presentada por Bohórquez, tenían por cacique a Cu-
encomendados junto a los. pulares. Es imposible decidir si lumpí. Este grupo, en contraposición con los anteriores,
esto los vincula también étnica o políticamente con ellos no bajó a dar la paz:
o s1. esta circunstancia
'
depende de los azares de la guerra'
y las asignaciones de encomiendas. Los luracataos habían ''···Y pasando adelante por el rlo que baja por la quebrada
sufrido un fuerte ataque de las tropas españolas durante del pueblo de Gualfín, no aparecieron ni salieron a encon-
la campaña del gobernador Felipe de Albornoz en el período trar al ejircito ninguno de los dichos indios gualfines ••• 11 ,
1630-32. En una carta del gobernador Albornoz se afirma (Auto de la marcha de Pompona a Angastaco, julio de 1659.
que su cacique, Felipe Colea, había muerto en el combate Autos, III).
(13). Sin embargo, no parece haber sido así desde el mo-
mento que reaparece litigando en el valle de Salta unos La ubicación de los gualfines era sumamente estratégi-
años después, como "gobernador" de todos los grupos extra- ca¡ según nos dice el gobernador Mercado, "sus tierras es-
ñados allí. De todas maneras, en esta batalla sufrieron tán en el valle separado y en más altura sobre este de Cal·4 ('
un duro golpe; luego fueron desnaturalizados. Durante la chaquí" (Carta al Pte. de la Real Audiencia. Angastaco~ I,, r
campaña de 1659 no tienen participación, y parecen estar octubre 1659. En Autos, III). Estaban resguardados en su J
efectivamente lejos de su lugar de origen. valle muy al to, pero al mismo tiempo con comunicación con
el principal,· quedando su asentamiento a 45 km en línea
Siguiendo con la marcha del ejército en 1659, vemos que recta desde el fondo del valle del río Calchaquí. Cuando
entre Pompona y Angastaco atraviesan el territorio de los el ejército se retiraba del valle, y en vistas de que los
sichas. Los documentos nos hablan, en realidad, de las pa_i: gualfines no se rendían, el gobernador Mercado en persona

314
tuvo que encabezar el ataque a la fortaleza. Nos la des- (trayecto que retomamos para continuar con el relato), el
cribe así: 8 de junio de 1659, Angastaco está ubicado en un lugar
estratégico, situado en un oasis, rodeado de un paisaje
11
••• nos hallanos a la vista de un peñasco eminente que coro~ muy desértico. Desde allí había que recorrer un largo y
nado de indios mostraba haberle escogido para defensa suya; accidentado trecho hasta llegar a los pueblos principales
tenía esta eminencia seg6n despu&s se reconoci6, ocho. cua- del. valle Calchaquí. Tenemos noticias de que en este lugar
dras en torno que cerraban en forma de isla por una parte se encontraba un fuerte incaico, de acuerdo con un testi-
el río y por otro un barranco seco en cuyo foso estaba divi- monio de 1588:
dido de las demis montañas que rodeaban su fragosidad; era
~-por todas partes inaccesible ..• 11 • 11 .•. e mas adelante as1m1smo, en otro asiento e pueblo de in-
(· (Carta al Pte. de la Real Audiencia. Angastaco,octubre 1659. dios llamado Angastaco donde está un fuerte del inga, vinie-
Autos, III), ron otros caciques de paz ... 11 • {Testimonio del escribano-!
luis de Hoyos. sobre la campaña del Gob. Rarnírez de Velazco.
Finalmente lograron tomar el sitio, saqueando comidas A.G.I. Charcas 16).
y ganados. En el parte de guerra, constan veinte indios
muertos, cientocincuenta prisioneros de guerra y setecien- En 1622, un documento eclesiástico menciona la figura
tas ºpiezas" tomadas en total, "sin escapar ningunasº, de Don Pablo como cacique de los angastacos, pertenecien-
tes en aquel momento a la encomienda de Juan Alonso de Ta-
En un documento anónimo (14), encontramos un relato de- "-" pia ( 18) . En 1631, el gobernador Felipe de Albornoz enco-
¡ tallado del asedio a la fortaleza de Gualfín, que fue con- mendó el pueblo de "Andiatacogasta" a Pedro Zamora, en re-
. quistado recién en el camino de regreso del ejército hacia compensa por haber salvado a las. hijas del encomendero Ur-
'. S~lta. A~ llegar al sitio de, Amimana ( 15), hallaron que bina (19). La posesión de la encomienda se llevó a cabo
ciento cincuenta personas viv1an repartidas en ocho pues- con la presencia del cacique principal, Don Lorenzo Catal-
tos (es decir, asentamientos familiares dispersos), desde mi, y en el documento consta que "son indios que jamás han
los cuales controlaban las acequias que utilizaban para pagado tributo" (20).
el cultivo de trigo, maíz y legumbres, Al arribar allí el
Volviendo a 1659, al parecer en Angastaco tenían dere-
ejército, encontraron vacíos los puestos ya que sus pobla-
cho a tierras los gualfines, dado que allí bajaban a hacer
dores se encontraban refugiados en la fortaleza de Gualfín
sus sementeras:
(16). Esta se encontraba más adentro, en la quebrada y en-
clavada en le montaña; tenía entre siete y ocho cuadras 11
,,,sería conveniente por agora que s~ les aceptase la paz
de circunferencia. En un primer momento, y por intermedio con cargo de que bajasen de sus montañas y saliesen de sus
de los pacciocas que nficiaban de intérpretes (17) los ásperas quebradas adonde estaban retirados a senbrar a las
gualfines intentaron r "gociar dejando algunos rehen~s en tierras y llanos de Angastaco, donde otras veces solían ha---1
manos de los españoles. Mas, al no concretarse la rendi _ cerlo ... 11 • (Consejo de guerra en el sitio de Paccioca, sep- ~
ción, el ejército 3Vanzó siendo interceptado por una llu- tiembre de 1659. Autos, 111) .
.v1a de flechas y piedras. Para poder continuar con el ata-
Sin embargo, no eran los únicos; también los sichas com
que, los soldados debieron fabricarse protectores de cuero
partían terrenos en este pequeño oasis junto al río Cal-
que les sirvieran de escudos. Después de cuatro largas ho-
chaquí:
ras de asedio, los españoles finalmente lograron tomar el
fuerte, derrotando a "las parcialidades de gualfín" con 11
,, .Angastaco, frontera del valle de Gualfín y el puesto pr!
el saldo ya comentado. mero que ocupan los indios de si cha. ,, 11 (Relación Anónima (,
A.G.I. Charcas 121.) __ )
Habíamos dejado al ejército en Angastaco, adonde llegó
el gobernador Mercado en su campaña de entrada al valle En síntesis, todo apunta a considerar a Angastaco como
un territorio multiétnico, de acuerdo con las citas pre-
316
\'sentadas, al paso del ejército, ambos grupos ofrecieron la paz er1
¡ un primer momento, aunque luego retrocedieron, quedando
Saliendo de Angastaco el ejérc.ito llegó a Accibil o Ci- asentado que:
vil. No tenemos datos precisos para su localización per~ 1
11
debió estar muy próximo al anterior y a la vez muy cerca ••• no se han mostrado ni venir a recibir a los españoles

del pueblo siguiente, que era una de las tantas localiza- en sus tierras ni tampoco hechado el agua a la acequia como
ciones de San Carlos, ya que arribaron allí el mismo día se les mandó faltando a la palabra que dieron y con que fue-
que partieron de Accibil (10 de junio de 1659). Probable- ron admitidos 11 •
mente sea correcta su localización en la actual Las Fle- (Autos de lo narcho de Accibil a San Carlos, junio 1659,
cha.s, según lo afirma Fortuny ( 1972: 47), a la salida de tos, !11),
la quebrada homónima. Este sitio tiene vinculación con las
circunstancias de la muerte del español Urbina, que dio En realidad se mantuvieron rebeldes y atacaron a los
lugar al Gran Alzamiento de 1630 {Montes 1959), españoles hasta que fueron vencidos y desnaturalizados a
los llanos de la jurisdicción de Salta.
Hacemos notar que, a lo largo de la documentación, no
hallamos mención de "los indios de Accibil" o de algún ca- Reanudando la marcha, el ejército llegó a San Carlos,
cique. Del mismo modo, el pueblo de Accibil aparece indi- sitio de la Reducción de Calchaquí de los Padres Jesuitas,
cado en contadas ocasiones y como ya dijimos, en relación que estaba ubicada en el sitio de Tucumanaho en 1659. De-
con las minas descubiertas por Juan de Urbina y con las bemos aclarar que esta localización de San Carlos no fue
consecuencias de este hecho, No sería totalmente improba- la primera en el valle Calchaquí, sino la segunda. La pri-
ble que la población no estuviera asentada sobre la margen mera se encontraba muy cerca de Samalamao, que ubicamos
derecha del río, sino sobre la izquierda, y que por lo tan un poco más al norte de la actual Cafayate, Más precisa-
to hayan tenido poco contacto con el ejército del Gob, A~ mente, según las Cartas Anuas, San Carlos estuvo ubicada
de Mercado y Villacorta. entre los pueblos de Samalamao y el más próximo al norte,
Chuchagasta.
Por otra parte, en los Autos de la campaña, se menci'o-
nan otros grupos para este sector. Estos son los guam 11
••• han hecho ya los Padres la segunda iglesia en lo mis in-
pol~nes y ampagaschas (ancapacha o ampacaches), quienes terior del valle entre dos pueblos llamados Samalamao y Hu-
ten1an acceso a las tierras de Accibil: chagasta y se van quitando muchos ritos gentilicios •.• 11 •
(Carta Anua del P. Pedro de Oñate desde C6rdoba, 1620.
" ... habiendo sal ido hoy día de la fecha desde el Real de Ac- Cartas Anuas, XX:l83).
_,.cibil, ---~--~~-- __reco_n_ocido que los indios de los pueblos de
:guamj)01~_n y ancapache _que salieron el día antecedente a ofre El documento dice "segunda iglesia" porque la primera
cer 13-pa-zy-·Trenen'sus poblaciones en este dicho sitio n; había sido erigida en sus inmediaciones en 1611 (Carta A- " (-:.._
(,/ , ;e ha~ mostrado ... " (Autos de la marcha de Accibil a San Car nua de 1612) , aunque la misma fue abandonada por la exce- · .·
~- os, Junio de 1659. Autos, 111), siva pobreza y no tuvo la envergadura de la iglesia de San
Carlos de Samalamao que se construyó hacia 1618/19. Es a-
Este dato ha sido de particular importancia para ubicar llí, en Samalamao, donde estuvo el Obispo Cortázar cuando
estos dos pueblos y es prácticamente el único que hemos realizó su visita al valle.
hallado en las fuentes consultadas. Además hacemos ~otar --,
que l.os ~~smos aparecen siempre menciona·dos juntos y su ••• fui muy bien recibido en los lugares que visité hasta
11

local1zac1on en un mismo sitio hace pensar que podría tra- j el sitio de Samalamao, donde estfin los dichos padres de a-
tarse de dos parcialidades de una misma unidad ·étnica o .J' siento que hace la mitad y más del valle. .. ". (Carta del
dos pequeños grupos vinculados entre sí. Sea como fuere, Obispo Cortázar a S. M., noviembre de 1622. En levillier

318 319
impide precisar su localización geográfica Y conocer el
1926 1: 325). destino final de su población .
,•
San Car los de Samalamao fue abandonada unos años despu§s En la zona comprendida entre la boca de la quebrada de
de este relato, durante los sucesos de la rebelión de 1630. Guachipas y Tolombón (quizás este último, el pueblo más
La segunda fundación se inició hacia 1641, en territorio importante del sector calchaquí), encontramos una serie
algo más controlado, en el sitio de Tucumanahao, donde la de pueblos de difícil ubicación. Los datos provenientes
encontró el ejército del gobernador. Alonso de Mercado, co- de los Autos son en este punto insuficientes, ya que. el
mo ya dijimos. A instancias del falso Inca Bohórquez, la derrotero del ejército del gobernador Mercado tocó sólo
misión fue incendiada poco antes de la llegada del gober-. los pueblos de Samalamao y Tolombón. Pero por fuentes pa-
nador A. de Mercado .. El '.· Torretlanca.?os ~ar:a.con espe- ralelas y no necesariamente contemporáneas descubrimos la
cial detalle este ep1sod10 en su Relac1on H1storica (1696). existencia de otros pueblos, cercanos unos a otros, ubica-
Disponemos además de otro dato contenido en los Autos que dos en los conos de deyección y quebradas de la sierra del
confirma la localización de San Carlos en Tucumanahao en Cajón, y a mayores alturas respecto del fondo del valle;
1659: de tal modo, el ejército no los encotró a su paso. Reor-
ganizando los datos de diferentes fuentes, trataremos de
"ÍAguilar Barbosa y Diego Sotel~I entraron por el despoblado ubicarlos por lo menos en sus emplazamientos relativos.
del pueblo de Casavindo y lnge~io de Acay y enderesaron por
los pueblos de los pulares hasta el asiento de lucumanahao Para comenzar, retomamos la marcha de la· campaña del
que comúnmente llaman San Carlos ... " (Declaración de Miguel gobernador A. de Mercado, que llegó a la boca de la que-
de lizondo. Autos, lll). brada de Guachipas un día después de haber dejado San Car-
los. Desde allí lograron avistar el pueblo o asentamiento
A raíz del incendio tuvo que ser reconstruida por ter- de i\mirnat1a, cuya localización podría coincidir con la ac-
cera vez, en su emplazamiento actual, a mitad de camino tual.
entre la primera y segunda fundación.
'' •.. ni haber salido a esta 6ltima marcha ningunos indios del
Una vez aclaradas las sucesivas fundaciones de la mi- pueblo de Amimana a cuya vista se ha hecho, por lo que pue-_
sión de San Car los en el valle Calchaquí, y en especial de recelarse del retiro de dichos indios .. . 11 • (Marcha del] r
el establecimiento de la misma en Tucumanahao en 1659, re~ ejército desde San Carlos a la boca de la quebrada de Gua- ¡-
ta aún por localizar el sitio mismo de Tucumanahao. En tra chipas, junio de 1659. Autos, 111).
bajos anteriores (Lorandi 1983) ya se expresó la hipótesis
de que se tratara de un asiento de mi timaes provenientes Probablemente, el pueblo estuvo emplazado en la margen
de la zona del Tucumán 3ctual, trasladados allí por obra occidental del río Santa María, más adentro de la pobla-
incaica. Su fidelidad al inca, siguiendo esta hipótesis, ción actual.
los habría hecho receptivos al nuevo conquistador desde
la época de Núñez del Prado, pues fue en sus proximidades Como ya comentamos, hemos hallado dos asentamientos con
donde se instaló El Barco II (1551). el misr.·o nomb1'e de Amimana: uno sobre la quebrada de Gual-
fín y el otro al sur de San Carlos. Consideramos como pro-
Si nos atenemos a las opiniones de Fortuny, éste lo u- bable que se trate del mismo grupo; en un caso instalados
bica entre Las Flechas (o Torrentes) y Santa Rosa. Para más cerca del fondo del valle, en otro, explotando tierras
Carrizo (1937), Tucumanahao pudo haber sido un lugar de tal vez cedidas y/o controladas.por los gualfines. La dis-
culto, ya que las Cartas Anuas registran que allí los Pa- tancia norte a sur, por las cumbres, no es excesiva, a no
dres destruyeron un "mochadero" muy importante. Al margen más de un día de camino. La información reunida durante
de estas opiniones, es notoria la ausencia de mención de el regreso del ejército hacia Salta, ofrece elementos im-
este grupo, y aún del sitio, en las fuentes, lo que nos
portantes a este respecto que queremos comentar, Una vez ¿de dónde provenían y cuál fue la causa de su traslado?.
vencidos los tolombones y los pacciocas, se celebró un con Aunque por el momento no podamos dar una ·respuesta a este
sejo de guerra en Tolombón (el 24 de junio de 1659), donde interrogante, se hace necesario retener este dato ya· que,
se decidió el destino de los grupos que se habían rendido', como lo veremos luego, no es el único caso que encontramos
Entre ellos figura el de Amimana, en cuya representación de pueblos residentes en el valle Calchaquí y a la vez no
apareció un fiscal (21), más dos indios del mismo pueblo, originarios de él. Del examen y r9unión de todos los casos
Estos pidieron al Gobernador ser trasladados para servir puede surgir una explicación al· menos hipotética de este
en Salta, pero no sabemos si se trata de una estrategia fenómeno.
para ganar tiempo o de una negociación para evitar ser to-
mados como rehenes o bien forzados a incorporarse al ejér- Sin embarg7, no sólo este dato podemos rescatar de esta
cito. El Gobernador aceptó la propuesta y el fiscal de A- fuente. En l:fl6, Juan de Abreu y Figueroa pidió la pose-
mimana acotó: sión de la encomienda. De esta ceremonia extrajimos los
siguientes datos de interés:
11
... que en dicho pueblo habla dos parcialidades y que prime-
11
ro quería ir a hablarlos y conformarlos. ,. 11 , (el subrayado , • • hizo parecer a un indio llamado Inga, del cual por no

es nuestro). (Consejo general de guerra en Tolonb6n, julio ser cristiano no le tomé ni recibió juramento mas de ~e le
de 1659, Autos, 111). encargó diga la verdad y por mi escribano que se [sab~ muy
bien la lengua diaguita y le hice las preguntas de suso re-
Queremos hacer notar que, por un lado, no se presenta feridas.
en esta oportunidad el cacique de Amimana que se había pre fue le preguntado como se llama y corio se llama su pueblo y su caci
sentado en Pomán junto a Pedro Bohórquez ( 1657) , llamado que cómo se llama, y si es vivo o muerto y dónde está; dij~
Felipe Ficpeam; por otro lado, las dos parcialidades que que se llama Inga y que su pueblo se llama Arnimana y su ca-
se mencionan en esta cita pudieron residir en los dos a- cique se llama Chuchut y que es vivo y está en su pueblo y
sentamientos a los que hicimos referencia. están sujetos a él y que no tienen otro CitCique 11 (el subra-
yado es nuestro).
A los datos ya presentados podemos agregar uno más, que
hace de los amimanas un caso interesante que merece una El otro indio que se hizo presente para la ceremonia,
investigación mayor, tanto arqueológica como etnohistóri- de nombre Panchay, confirmó lo dicho por lo anterior tes-
ca. Se trata de la cédula de encomienda del pueblo de Ami.::' tigo, precisando que: "no tienen otro cacique ni otro pue-
mana, otorgada por el general Iñigo Ramírez de Velazco ' ( blo más de lo referido".
(con poder del gobernador Juan Ramírez de Velazco, quien 1
confirmó la encomienda ese mismo año), al capitán Don Juan En síntesis, los datos sobresalientes se refeieren a __ _
de Abreu y Figueroa en 1592 (22). El documento cita: que los amimanas constituían una unidad grupal, con un so-
lo cacique (esto se verifica también en 1659), y sobre to-
11
••• en tlrminos de.la dicha ciudad en el valle de Calchaqul do que habitaban en un mismo sitio en 1596; como es natu-
del pueblo llamado amimana con el caciqueChuchut, que a po- ral, hablaban la lengua diagui ta. Luego, sería posterior
cos.años se pobló en el dicho asiento con los demás caciques a esta fecha la existencia del otro Amimana que encontra-
e indios del dicho pueblo a él anejos ... ". mos en 1659 en la quebrada de Gualfín. Pensamos que la en-
(el subrayado-es nuestro). comienda de 1592 se refiere el pueblo de Amimana que loca-
lizamos cerca del actual, y que la otra localización co-
Este dato resulta de particular importancia; si hacía rresponde a una colonia del pueblo principal, instalados
poco que los amimanas se habían poblado en el "dicho asien allí con fines de complementariedad ecológica. Si los ami-
to" donde fueron encomendados, esto significa que no erañ manas eran forasteros en el valle Calchaquí, no sería ex-
originarios de allí. La pregunta que surge, entonces, es: traño que hayan tenido que buscar lugares más aptos para

322 323
pastoreo o cultivo que los que seguramente les permitían
ocupar los habitantes originarios. Volveremos más adelante tio. Aunque mucho se ha discutido sobre su ubicación exac-
sobre este tema. ta, la información contenida en los Autos lo establece cla
ramente, en los partes de la campaña que están fechado;
Para 1631, los pueblos de Amimana, Bombilán y Famayne día a día Y donde consta el lugar desde donde se levantaba
se registran como pertenecientes a la encomienda de Pedro la información, de la manera siguiente:
de Abreu y F~gueroa, de parte de los cuales hizo dejación
con el objeto de colaborar en la colonización en torno al "En el real y sitio de Samalamao y Fuerte de Gu adaJ upe ... " ,
fuerte de Guadalupe, de corta vida (Lizondo Borda 1941), (Marcha de Guachipas al Fuerte de Guadalupe, junio de 1659.
No debemos al vi dar, sin embargo, que estas encomiendas no Autos, III).
se hacen nunca efectivas y que esta dejación es en reali-
dad simbólica y destinada a alentar el poblamiento nunca Aunque éste había sido destruido por los indios hacía
logrado del Valle, hasta 1665. casi treinta años, el nombre y localización del Fuerte se
conser~ó en la memoria de los españoles. Las citas y co-
Si continuamos hacia el sur, hallamos el pueblo de mentarios antecedentes atestiguan sobre la importancia es-
Chuchagasta, en las puertas de Cafayate. Era un grupo tratégica del "sitio y tierras de Samalamao". Desde allí
numeroso y que partició activamente en las rebe- se pretendió controlar y acceder a Tolombón, la cabecera
liones. Durante el levantamiento general de 1630, perdie- rebelde de este tramo del valle.
ron a su cacique principal (Servicios del Cap. Gregario
de Luna y Cárdenas, 1635, ci tacto por Montes 1959). En la Por otra parte, un documento anónimo ya citado (Charcas
época de la campaña del gobernador Mercado, tenían un go- 121) establece que en Samalamao residían los cafayates,
bernador provisorio "por duda que se tiene a quién perte- Carrizo señala en su Cancionero Popular de Tucumán que no
nece el cacicazgo" (del Auto y Memoria de pueblos presen- ha encontrado citas en las que se mencione a este grupo
tado por Pedro Bohórquez, Autos, I) . En ambas ocasiones o a su pueblo en la documentación del siglo XVI; y en efec
fueron aliados de los tolombones y se mantuvieron en cons- to, recién aparecen en relación con los espisodios de la
tante rebeldía, si bien finalmente estos últimos se vol- última rebelión. La contrastación de fuentes nos ha lleva-
vieron en contra de los chuchagastas, punto que analizare- do a ubicar a los cafayates cerca de Chuchagasta, locali-
mos al tratar el .tema de las alianzas políticas. zación que no coincide totalmente con lo apuntado por el
documento de Charcas 121.
Al sur de Chuchagasta se encontraba Samalamao, donde
se estableció la primera iglesia de San Carlos, como ya El motivo de la ausencia de información sobre los cafa-
diji~os. Este pueblo ha sido identificado desde las prime- yates en los papeles más tempranos nos planteaba un inte-
ras ''t-r:,tradas 11 a la región: rrogante. En los Autos se nos informa que los cafayates
eran "hermanos de armas de los quilmes", hecho que resul-
11
••• Churay, sefior de este asiento de Samalamao es muy beli-
taba extraño en pripcipio, a la luz de los conflictos in-
coso y casado según se ha entendido con la hija de Calcha- ternos entre las pequeñas jefaturas del valle, en especial
quí, a este tengo con prisiones .•• 11 entre los quilmes y los calchaquíes. La situación se acla-
(Carta de Gonzalo de Abreu, en 1577. En Levillier 1918), -j ró cuando tuvimos acceso a un interesante documento halla-
do en el Archivo Nacional de Bolivia (23), en Sucre, donde
Fue efectivamente a través de la liberación de Chumay a consecuencia de un largo conflicto entre encomenderos
que se pudo pactar una tregua con Juan Calchaquí durante finalmente se explica que los cafayates eran un grupo emi~
la primera rebelión. El fuerte de Nuestra Señora de Guada- grado desde la región central/sur de Catamarca.
lupe, que el gobernador Albornoz construyó para defenderse
durante el Gran Alzamiento, estuvo emplazado en este si- El tema nos da pie para adentrarnos en la problemática
de las relaciones interétnicas, a partir de una historia
324
que fuimos reconstruyendo con fuentes de distinto origen. Lorenzo Alimen, El curaca de los cafayates, Felipe Quilma-
yoc dice conocerlos y los reconoce como quilmes:
Para comenzar, los Autos establecen dos ubicaciones dis
tintas para cafayates y samalamaos. En la primera entrada 11
••• y que son de naci6n quilmes que son parientes y sus su-

del ej~rcito, ~orno .dijimos, llegan primero a Samalamao y jetos y que por eso bajaron con dichos cafayates y que el
de alli pasan directamente a Tolombón. En la marcha de re- padre del dicho Don francisco Cilpitocela ensefi6 y los in-
t~rada van de Tolombón a Cafayate y de allí a Angastaco. dios que dijeran eran cafayates y no quilmes y que de la mi~
S1 tomamos a los Autos como un corpus documental con una ma suerte ledijo a ~l y que por eso se han tenido corno ~afa­
lógica histórica interna y prácticamente redactada bajo yates ... 11.
las órdenes del Gobernador, no podemos dudar de que Cafa-
y~te Y Samalamao no estaban emplazadas en el milsmo sitio, Francisco Cilpitocela era el mandón de los quilmes pe~
Sin embargo, la localización que dimos sobre la base del tenecientes a la encomienda de Luis de Toledo, quien asi-
documento anónimo tiene también su razón de ser. Volvemos mismo confirmó la declaración del curaca de cafayate. Del
entonces ª. la fuente del Archivo Nacional de Bolivia que mismo modo, Lorenzo, Jacinto y Sebastián declararon ser
puede explicar esta aparente contradicción. nacidos en el pueblo de Quilmes. Estos habían sido empa-
dronados en 1667 por Martín de Argañaraz en la estancia
En 1681, dos vecinos de Salta, Pedro Díaz de Loria, en- de la Alemanía. El padrón estaba compuesto por indios sue!
comendero de los cafayates, y Pedro Mendoza y Posadas, en- tos y algunas familias que habían huido del convoy que los
comendero de una cuarta parte de los indios quilmes, liti- trasladaba a Córdoba y que habían vuelto al valle Calcha-
gan por la posesión de unos indios. Estos residían en una quí desde donde habían sido traídos a la estancia por Lá-
estancia de Pedro Díaz de Loria, ubicada en Alemanía sobre zaro, capataz, de nación cafayate, en razón de ser sus pa-
la quebrada de Guachipas y Mendoza Posadas los reclama a- rientes. El resto de los empadronados había fallecido al
legando que los mismos son quilmes, En el expediente se momento del pleito, salvo uno que se encontraba en Amaicha.
e~cuentran traslados de documentos anteriores al pleito,
c~dulas de encomiendas e informaciones de méritos y servi- Presentadas estas pruebas, el Gobernador se expidió en
cios. Se presentaron testigos por ambas partes y la prime- favor de Mendoza Posadas, Sin embargo, Pedro Díaz de Lo-
ra parte. del juieio se ventiló ante el gobernador Angel ria, el hijo del encomendero, apeló a la Real Audiencia
de Pereda. de La Plata, alegando que no se habían presentado los tes-
tigos de su parte y que además, Mendoza había ordenado que
De la lectura de los documentos surge que los cafayates se les sacara a los indios de su estancia de manera vio-
fueron desnaturalizados "en un cuerpo" a Salta es decir 1enta.
\ sin dividirlos, al final de la primera campañ; de Alons~
de Mercado, en 1659. En cambio, como los quilmes resistie- El reclamo de Loria no se refiere ya a los tres indios
ron hasta 1664. al ser vencidos fueron adjudicados por anteriores, sino a otros en las mismas circunstancias que
' grupos de familias a distintos encomenderos y una parte llegaban al número de doce. Su primera relación sobre es-
, de ellos, como se sabe, fue trasladada al Puerto de Buenos te punto es confusa ya que se desconoce la cantidad de in-
\_Í\fres y otros.a Córdoba, dios quilmes huidos al valle después del extrañamiento y,
como además mentían para protegerse, los padrones son poco
Mendo~a alega, que un grupo del. contingente enviado a seguros para identificar el origen de cada individuo.
~uenos Aires huyo hacia el valle Calchaquí y que allí se
Juntaron ~on los cafayates que residían en la estancia de Díaz de Loria dice tener pruebas de que los indios en
la Alemania, perteneciente a Díaz de Loria, Hasta el mo- cuestión eran originarios de la jurisdicción de Londres,
mento de l~s .p~esentaciones, son tres los hombres los que adonde habían sido vencidos por los fundadores de La Rio-
están en 11 hgio: Jacinto Asintay, Sebastián Allinchay y ja. Habían estado encomendados durante cuatro años, desde
326 327
allí huyeron hacia la zona de Quilmes, emparentándose con
sus habitantes. Los de Quilmes les cedieron tierras en Cas
l Como vemos, este documento tan interesante, nos descu-
bre el verdadero origen de los cafayates y nos abre una
pinchango, en la vertiente oriental del valle, hecho que nueva perspectiva de reflexión sobre la flexibilidad de
merece especiales reflexiones sobre los derechos de tie.:. las reglas de parentesco, al menos ante situaciones críti-
rras en el interior del espacio que nos ocupa. Al cabo de cas como las que provoca la invasión europea en la región.
unos. años, se produjeron conflictos entre ambos grupos y Por otra parte esta circunstancia explica por qué los ca-
su alianza perdió vigencia. Los cafayates entonces se a- f ayates no aparecen registrados en la documentación del
dentraron hacia el valle y se asentaron en el Quebrada de siglo XVI. Asimismo, su larga cohabitación y parentesco
Bambola o Bombilán (¿Quebrada del río Las Conchas?) donde con los quilmes, justifica que durante la campaña de 1659,
los citan los Autos, y según precisa nuestro documento a los cafayates se los califique jcomo "hermanos de armas
'
"quedandose en la aguada de Caspinchango sólo aquellos que' de los quilmes", es decir, como aliados,
eran casados con indias quilmes".
Del mismo modo, la información contenida en este docu-
Los cafayates de Caspinchango estaban gobernados por mento da cuenta cabal de la intensa división que la con-
el sobrino del cacique de Cafayate, llamado Juan Chillo quista de sus poblados produjo en los quilmes, desnatura-
y reconoció como principal al curaca de Cafayate. La tem- lizados en diversos grupos y a distintas jurisdicciones.
prana derrota de estos últimos y su posterior desnaturali- Prueba también la gran cantidad de "composiciones" de en-
zación a los llanos de Salta en 1659, según Díaz de Loria, comiendas que se realizaron, es decir, colocar bajo un mis
disgustó a los quilmes, ya que hasta ese momento habían mo encomendero a grupos de distinto origen étnico, con los
i
sido aliados (a pesar de que más arriba había dicho que consiguientes efectos de pérdida de la identidad social. J
tal alianza había sido l'Ota anteriormen~e) y luego tomaron
represalias contra los cafayates que residían en Caspin-
chango. Estos se vieron obligados a huir y a refugiarse Dejando a los cafayates y siguiendo el derrotero del
en el sector del valle Calchaquí ya "pacificado" y solici- ejército en 1659, nos encontramos con las últimas pero las
taron protección a Díaz de Loria como encomendero de los más importantes poblaciones del sector calchaquí. Paradó-
cafayates. Es en esta ocasión que Lázaro solicita autori- jicamente, a pesar de ser las más conocidas, serán las que
zación para ir en busca de sus parientes al interior del ofrezcan tal vez una de las mayores dificultades en cuanto
valle. Y así fue como se incorporaron a la estancia. a la identificación y límites de las unidades étnicas, y,
por lo tanto, se impone una rigurosa contrastación de fuen
.En prueba dP sus afirmaciones, Díaz de Loria presentó tes para delimitar y aclarar conceptos de orden étnico y
varios testigos y además pidió traslado de actuaciones.de territorial que se entremezclan en la información., ··.: ,.·. -,:
otro pleito sostenido contra Luis de Toledo, encomendero ·, .;

de otras familias quilmes, quien tiempo atrás también ha- Para solucionar los problemas que hemos anunciado, en· .· ..
bía reclamado a dichos indios como pertenecientes al mismo primer lugar retomaremos el itinerario del gobernador A-
grupo étnico. lonso de Mercado. Saliendo de Cafayate, el ejército llega
directamente al pueblo de Tolombón. La ubicación de este
Teniendo en cuenta todos estos antecedentes, el gober- pueblo es clara y bien conocida. Su núcleo "urbano" se en-
nador Alonso de Mercado· ordenó una investigación interro- cuentra al pie del cerro y en un sector alto y bien defi-
gando al grupo en cuestión, en la cual todos declararon
ser cafayates casados con mujeres quilmes y huidos de Cas-
pinchango por los conflictos ya mencionados. Ante estas
nido, rodeado de viviendas y campos de cultivo. Una fuenté'·.
recogida por Aníbal Montes reconoce la existencia de cinco
fuertes pertenecientes al grupo de Tol9mbón (Servicios del
1
evidencias, el Gobernador confirmó al grupo en la encomien Capitán Luna y Cárdenas de 1635. En Montes 1959) . Resulta
da de Díaz de Loria y se obligó a Mendoza Posadas a devol: actualmente muy difícil identificarlos, y esa podría ser
ver a los que tenía bajo su custodia. sin duda una tarea arqueológica. El ejército español en J
328
campaña no entró al pueblo, sino que acampó al pie del mis veces el pueblo y, como consecuencia, Don Pablillo, su ca-
mo. Como consta en el parte de· guerra escrito el día 14 cique principal, murió en uno de los combates, hecho que
de junio, sus habitantes, que un día antes habían pactadq decidió la suerte en favor de los españoles.
la paz, "no bajaron" para ratificarla. En Tolombón el ejér
cito debió pasar la noche y al amanecer partieron hacia Ante esta victoria, sin duda importante, Mercado con
el pueblo de Colalao. Entre ambos, a una distancia que no ayuda de los tolombones retrocedió y atacó a los chucha-
se precisa, atravesaron el llamado "sitio de los paccio- gastas y cafayates. Estos también fueron vencidos y ofre-
cas11 y el paraje de "los médanos de arena 11 , donde el e~ cieron la paz junto con los huampolanes, ampagaschas, ami-
jército fue atacado por un gran número de indios. Esto su- manas y anguingastas. Desde allí el ejército retornó su de-
cedió el 15 de junio. Es la primera vez que en el corpus rrotero hasta llegar a Quilmes, fuera del área calchaquí.
de iosjAutos de la guerra se hace una descripción tan de- Estos pueblos también fueron atacados por el ejército, pe-
tallada de un ataque indígena. Al día siguiente aún reci- ro los combates, de dudoso resultado, no permitieron defi-
bieron un segundo ataque, en el cual perdieron trece hom- nir la situación en el sector sur del valle. Es por ello
bres, y los indígenas, más de cincuenta. Estas bajas resul que, ante el agotamiento de la tropa, el Gobernador resol-
taban muy grandes para las fuerzas reales, si las compara: vió regresar a Salta.
mas con las que se produjeron en otros combates. En los
ataques participaron varias 11
naciones 11 , como bien notaron Ciertas imprecisiones con respecto al derrotero entre
los españoles al ver las distintas señales que identifica- Tolombón y Quilmes, nos impiden fijar la localización de
ban las flechas arrojadas por los indios: Colalao, frontera del territorio calchaquí. En un princi-
pio pensamos que la localización del pueblo de Colalao o-
11
•• • pues conocidamente e que había visto por los cuerpos riginal, coincidía con las ruinas de Pichao, lugar situado
muertos eran indios de todos los pueblos deste dicho valle a la altura del moderno pueblo de Colalao pero instalado
y por las flechas que tiraban en que cada pueblo y nación __ sobre las laderas del cerro. Del mismo modo considerábamos
tiene su seftal particular •.. 11 , (Sitio de los Pacciocas, Va- que se trataba de un solo grupo étnico, y desconocíamos
lle Calchaquí.15 de junio de 1659. En Autos, 111). la existencia de otro que tuviera el nombre del pueblo.
Sin embargo, un documento analizado recientemente nos apo~
Evidentemente este ataque fue percibido como una derro- ta la novedad de que los pichijaos constituían una de las
ta, pues el Gobernador decidió replegarse a Tolombon, don- parcialidades de la unidad paccioca,al igual que los cola-
de se fortificaron. En este punto fueron alcanzados por los. Tenemos entonces, dos parcialidades perfectamente dis
la columna comandada por Francisco de Nieva y Castilla, tinguibles que podían habitar o no un sitio común (24). -
quien había partido desde el fuerte de San Pedro de Merca-
do en Andalgalá y marchaba al encuentro del Gobernador.
De acuerdo con el relato expuesto hasta aquí, tenemos
La situación del ejército era crítica. Los soldados ha- la mención de dos pueblos, Tolq¡nbón y Colalao y del sitio
bían comenzado a huir y se·debieron tomar diversas medidas de los pacciocas. Esto plantea un problema respecto de la
para paliar el descontento de la tropa. Se llevaron a cabo localización y significación de los términos "si tio 11 y
varios consejos de guerra donde consta que se evaluaba la "pueblo". Pero también surge el tema de la identidad étni-
situación y los pro y contras de continuar la campaña. Mer ca y de la estructura social de los habitantes de este se~
cado y Villacorta debió prometer numerosas prebendas para tor. Tendremos que resolver este dilema hasta donde poda-
retener a los más díscolos o disconformes, mos 9ruzando la información y contrastando las variables
étnicas con las territoriales. Vamos a analizar también
El sitio de Tolombón duró un mes, Durante ese tiempo documentos cronológicamente anteriores a 1659 tratando de
se decidieron las primeras desnaturalizaciones de las po- comparar el uso de dichos términos y de las categorías ét-
blaciones más rebeldes. El ejército atacó por lo menos dos nicas en diferentes contextos discursivos y en distintas

330
coyunturas históricas. nales distintos, su uso no siempre ha sido unívoco. Además
esto nos plantea el tema étnico. Por un lado, ¿existe un
La existencia del pueblo de Tolombón se encuentra docu- "pueblo" (conglomerado, aldea, "centro urbano") paccioca,
mentada desde las primeras entradas de la conquista: que espacial y étnicamente puedan ser claramente diferen-
ciados? ¿O bien se trata de un grupo étnico mayor no iden-
" ••• estando S.S. alojado en un asiento que llaman de los to- tificado, una de cuyas parcialidades es tolombón y otra
lombones entraron de noche ciertos mensaj~ros diciendo eran paccioca, con la posibilidad de que, como veremos, exista
de calchaquí y venian de paz ••• 11 (Testimonio de luis de Ho- una tercera, la de colalao? Finalmente, ¿puede tratarse
yos, 1588. A.G.I. Charcas 26). de un grupo étnico mayor, denominado paccioca con dos par-
cialidades, tolombón y colalao, ambas o una de ellas con
Más tarde, Tolombón aparece como jalón importante en acceso a tierras en el territorio entre sus pueblos, y que
diversos itinerarios, Las referencias de este pueblo abun- cuando se refieran al "sitio de los pacciocas 11 , estén in-
dan en las Cartas Anuas, Papeles Eclesiásticos y sobre to- dicando tierras a las que tienen acceso, en tanto pertene-
do en los episodios vinculados a las rebeliones; conside- cen a esta unidad mayor? Veamos la cita siguiente:
ramos son los suficientemente conocidos como para trans-
cribir más ejemplos. n,, .Venidos los .tercios, el Señor Gobernador enprendió la
conquista del pueblo grande de Tolombón y Paccioca y cono
Para el pueblo de Paccioca encontramos menor cantidad tenía guía y gente sobrada lo consiguió en el primer asal-
de citas significativas: to ... " (Torreblanca, folio 81).

"··.y fui por cabo al pueblo de Paccioca donde se pele6 [ •• J En esta cita se sugiere que hay un "pueblo grande" que
donde se cautivaron quince piezas y se trajo mucha comida pertenece a pacciocas y tolombones, No obstante Torreblanca
de maíz ••• 11 (Servicios del Cap. G. de luna y Cárdenas A.11.C. en el mismo texto, en general, se refiere a los pacciocas
E.2, Ex.4, leg.24. Citado por Montes 1959), como a una entidad diferente de la de tolOmbón. Pero si
afinamos la interpretación y en realidad se trataran de
parcialidades bien identificables, la cita nos indicaría
,sali6 con la demás gentes del lugar nombrado tolombones
1'.. que ambas reconocen en este pueblo una posible cabecera
para el sitio que dicen de paccioca o calchaquf donde asimis o núcleo "urbano" donde todos tienen iguales derechos. El
mo halló alzados los indios que dijeron allí residían, si~ problema es entonces, ¿se trata de una estructura " emb 01-
.
rancho ni otra cosa ninguna más que una ramada pajiza recién té", donde paccioca es la unidad mayor o se trata de par-
hecha •• , 11 • (II Testimonio de Juan de Higueras. En levillier cialidades distintas? Queda aún una tercera posibilidad,
1g25. fecha del documento: 1622), que todas sean parcialidades de una estructura mayor, nun-
ca mencionada en esta época. Pero antes de avanzar más en
Esta última cita es importante, porque a pesar de datar la cuestión veamos el caso de los colalaos.
se en 1622. coincide por un lado con la anteriormente men:
cionada de los Autos de 1659, que se refiere a Paccioca No encontramos ninguna documentación que puntualice la
como a un sitio y no como a un poblado estructurado o "pue ubicación del pueblo de Colalao, salvo la ye mencionada
blo". Por el otro, nos ofrece algunas características so: de los Autos, Hasta allí llegó el Gobernador en su marcha
bre el sitio. Esta descripción permite suponer que se tra- proveniente de Tolombón y según Torreblanca, su lócaliza-
taba de zonas agrícolas, tal vez con la población disper- ción constituía la frontera con el territorio quilme:
sa. Sin embargo esta cita contrasta con la precedente en
la que se hace referencia a un pueblo de los pacciocas. ,con ~sto movi6 el real y se puso a la raya de los quil-
11 ••

Es evidente que si bien estos términos, en general, han mes en Culalaos, de donde salían de su propio pais con la
sido utilizados para referirse a dos patrones habitaciona- provisión de bastimentas y hacían grave dafto al enemigo ••. ''

332
(lorreblanca, folio 84). 11
. . . después de este gentlo fue necesario dar tierra a los

indios tolo•bones, pacciocas y colalaos que se les c0npraron


Esta cita no necesita comentarios. Es evidente que Co- en Choromoros ... 11 • (Torreblanca, folio 157),
lalao era frontera de una unidad étnica con terri torib
bien delimitado, puesto que en el contexto, Torrebl.anca En esta última cita encontramos a los tres grupos en
se está refiriendo a aquella cuya cabecera principal pare- cuestión, mencionados en orden sucesivo y perfectamente
ce haber sido Tolombón. diferenciados. Pero además, en varias oportunidades encon-
tramos que se hace referencia a los pacciocas en un senti-
En cuanto a la relación entre los colalaos y los tolom- do más amplio, equiparado al de "nación":
bones, tenemos una cita muy clara en este sentido:
11 .. los pacciocas, nación tan belicosa, quedan opiciJiando
por ser dichos tolombones y sus parientes los colalaos
11 , ••
Ísicl y por fronterizos a los enenigos quilmes •. . 11 • (Consejo
muchos en número y los más principales de calchaquí y que G-ene-;:al de Guerra en Atapsi. Autos, JII, 1659),
como tales ocupan las mejores tierras en el centro de este
valle ••• '' (Relación de la presentación del curaca Don Pabli- En este caso específico, la cita está en un contexto
llo en Accibil. Autos, 111, 1659). en el cual se están refiriendo a los tolombones y colalaos
que fueron trasladados al final de la primer campaña del
Una vez establecida esta relación, nos parece intere- gobernador Alonso de Mercado y trataban el problema de cui
sante retomar el tema de la posible unidad étnica de los dar la frontera con los quilmes aún rebeldes, En las si:
tres grupos mencionados, e ilustrar sobre las variaciones guientes citas se expresa con claridad la posibilidad de
discursivas en las cuales fueron insertas. que tolombones y colalaos fueran parcialidades del grupo
étnico paccioca:
Ílos cafayatesl 11 ••• armados y conformes pueden asaltar a los
i-ndios pacioc;s y tolombones que se han deoostrado contra • ••• retirando a los tolombones y colalaos· a aquellas tierras
los susodichos por amigos nuestros ... 11 (Marcha del ejército que quedaban desiertos de sus moradores y sobradas de agua p~
a Tolombón, Autos 111, 165g), ra su cultivo, en que se cogieron efectos de gran consecuen-
cia: el primero el apartar a los pa.cciocas de la comunica-
ción con los quilmes diez leguas ... , 11 (Documento Anónimo.
••• y mudando a estos sitios y pueblos los indios pacciocas
11
Charcas 121).
y tolombones que en parte vienen a ser desnaturalizarlos .•. 11
(Consejo de guerra en Cafayate, Autos 111, 1659).
11, •• los indios pacciocas que están por amigos en el valle
son las parcialidades de colalao y tolombón, éstas ayudaron
11 ••• volver a reconocer lo ganado que ha sido mis de la mitad a la conquista con puntualidad aunque los tolombones señala-
del valle de pacciocas, tolombón cabezas principales de la ron con mis satisfacción y firmeza •. , 11 (Informe final del
fuerza de armas que hoy nos sirven de amig6s .•. 11 (Respuesta gobernador Alonso de Mercado. Autos, !11, 165g),
de Miguel de lizondo en el Consejo de Guerra de Quilmes, Au-
tos 111, 1659). Sin embargo, la posibilidad de que exista una etnía pa~
cioca con dos parcialidades encuentra también un matiz que.
nos permite plantear una nueva hipótesis. Se trata de un
11
•• • en esta conformidad se tiene noticia que los dichos in- documento ya citado, relativo a los repartos de indios de~
dios pacciocas y tolombones están bajando de los altos sus pués de la desnaturalización, en el cual se consigna lo
comidas a toda priesa., . 11 (Consejo de Guerra a causa de la siguiente:
pr1sentaclón de cafayates y chuschas.Autos, 111, 165g),

334
caso, a la luz de las últimas informaciones discutidas Y
"Por cuanto habiendo sido pasificado y conquistado a fuerza reagruparlas en dos:
de armas los indios del pueblo de pasioca y dem~s sus anejos
cono son las parcialidades de culalao, la parcialidad de pi- 1- una unidad étnica denominada paccioca con dos parciali-
chijau, la parcialidad de hanchiyoquill y allaaanogil suje~ I dades tolombón y calalao, o bien, una unidad étnica
de no~bre desconocido (puede ser paccioca · u otra) con
tos a Don Andrés Gualieay, por muerte del capitán Juan An-
drés de Escobar encomendero que fue de ellos ••• " (A.N.B. Ex.
1 tres parcialidades, tolombón, paccioca y colalao.
1677, ni 3B), (El subrayado es nuestro),
2- dos unidades étnicas, tolombón y paccioca, esta última
Esta cita se repite varias veces a lo largo del docu- comprende al grupo étnico paccioca y a otros grupos "s~
mento y debemos hacer notar que l~s mismas fueron escritas jetos" a él (colalao, pichajao, etc.)•
por el gobernador Alonso de Mercad(), quien, como sabemos,
conocía muy bien a los grupos del valle. Según este docu~ El lector puede revisar las citas precedentes contras-
mento, entonces, son varias las parcialidades que forman tando una y otra hipótesis. Ambas pueden ser consideradas
parte de la unidad paccioca; además del grupo mismo pac- como posibles aunque ninguna de las dos alcance un rigor
cioca están las de hanchiyoquill y allamanogil que antes verdaderamente convincente.
jamás habían aparecido citadas. La relación de subordina-
ción parece estar clara por la frase "sujetos al cacique En función de estas mismas hipótesis, resulta convenie~
Andrés Gualimay .. , ". te que analicemos las evidencias disponibles sobre los po-
sibles niveles de jerarquización política de estos grupos.
Lamentablemente, en otro documento levantado ese mismo A menudo la existenCia de jerarquías curacales puede he-
año y con la misma finalidad sobre el reparto de los in- char luz sobre la organización política de los mismos. A-
dios tolombones (A.N.B. Ex. 1677 nº 20), nada se explicita nalicemos los datos.
respecto de posibles relaciones de subordinación en rela-
ción con los pacciocas o aún sobre las relaciones de "pa- Quizás la figura más descollante y representativa haya
rentesco" antes mencionada con los colalaos, De acuerdo sido la de Juan Calchaquí, quien se erigió como "señor
con las Reales Ordenanzas, las asignaciones de encomiendas principal" de los grupos del va~l~ Ca:l::'haquí durante la
debían otorgarse respetando las unidades de los grupos, primera rebelión en 1562, La identificac~on d~ J~an Calcha-
ya fuera en parcialidades o linajes. Si esto se cumplió, quí como cacique de Tolombón es en realidad indn-;cta aun-
entonces Tolombón no constituía una parcialidad de los pac que se encuentra muy generalizada y como tal aqu1 la c?n-
ciocas como antes habíamos planteado. Sin embargo debemos signamos. Con respecto a su sucesión hay alguna~ confusio-
tener en cuenta que esta norma no se hacía efectiva pun- nes, aunque confiamos en el testimonio de L.uis de Ho~os
tualmente a finales de; siglo XVII, cuando cada vez era (25) y de las Cartas Anuas (26) donde se registran ª.s1l-
menor la cantidad de grupos para encomendar en contraposi- pitocle en 1588 y a Agustín Columín en 1622 como caciques
ción con el número de pobladores sin encomienda que brega- principales de Tolombón sucesivamente.
ban por recibir alguna de ellas. Otra posibilidad es que
se tratara de encomiendas numerosas. En cualquiera de los Por otra parte, el dato más temprano que encontramos
dos casos, lo_ cierto es que estos grupos fueron instalados para identificar a un cacique de paccioca proviene de 1635
todos juntos en el valle de Choromoros, donde los encontra de un documento ya citado:
mos encomendados, tiempo después, simplemente bajo el nom:
bre de tolombones y colalaos. 11,, .y fui por cabo al pueb-lo de Pasioca donde. se peleó
donde se cautivaron quince piezas y se trajo mucha co~1da
:J
G
de maíz r.
,-;-¡ resultando h"aber ofrecido la paz el ca.ci~ue
Conforme con lo ya expresado podemos reformular las hi- de dicho pÜeblo de pasioca Francisco Siquiñay ... " (Servicios
pótesis ya planteadas para la reconstrucción de nuestro
337
336
del Cap. Gregorio de luna y Cárdenas. Citado por Montes
1959). quí. No es sino después de su muerte, en uno de los últi:
mos ataques a Tolombón, que los grupos del área calchaqu1
Si bien son pocos los testimonios anteriores a 1659 que se rindieron. Si consideramos a Don Pablo como el curaca
podemos presentar hasta aquí, los mismos no niegan ni con- ) principal del valle y que los colalaos son consignados co-
firman ninguna de las hipótesis propuestas. mo parientes de los tolombones, se puede. pen.s,ar qu: ~sta
relación escondiera algún matiz de subord1nac1on pol1t1ca.
Las referencias sobre el último período de las rebelio- Esta posibilidad jerarquiza la posición polí1'.ica de los
nes a este respecto son mayores en número, aunque también tolombones con respecto a los colalaos y pacc1ocas Y por
puedan resultar contradictorios a primera vista. Podemos lo tanto, plantearía una posición intermedia entre las dos
comenzar con el Auto y Memoria de .los caciques del valle hipótesiJ.
Calchaquí que levantó Padro Bohórquez en 1657. Allí se men
ciona a: Sin embargo, estas citas no están exentas de contradic-
ciones. En los mismos Autos aparece la figura de Pedro Pi~
11
Don Pablo Calchaqu{ y Don Andrés Gualiraay, caciques princi-
van ti como cacique de los pacciocas. Pero no sabemos s1
pales de las parcialidades y pueblos de tolomb6n y colalao,
lo era, en su sentido más amplio, de toda una unidad o só-
tienen trescientos indios y hasta mil quinientas almas de
lo de la parcialidad. En cualquiera de los dos casos, se
familias." (Autos, I, 1657), admite la existencia de curacas menores, uno por grupo o
parcialidad, como por ejemplo el citado Andrés Gualimay
Hay que notar aquí que se menciona a ambos grupos jun- que en la misma fecha que Pivanti era ~urac~ d~ los cola-
tos y bajo el término de "parcialidades", de la misma ma- laos Quizás la desaparición de Pedro P1vant1 hizo que pos
nera que lo hizo posteriormente el gobernador Alonso de teri~rmente en 1677 (según el .documento ya citado), se
Mercado en una de las referencias ya citadas. Los paccio- consignara ~ Gualimay como el curaca principal de todos
cas por su parte no aparecen en este listado, porque según los pacciocas. Recordemos que en dicho documento consta
lo afirma Torreblanca, Bohórquez no quiso llevarlos a esta textualmente que todas las parcialidades pacciocas estaban
junta: sujetos a él, pero no se especifica su pertenencia a algu-
na de las parcialidades. Por nuestra parte sabemos que G~~
limay era cacique de Colalao en 1659 y como en 1677, segun
sali6 Don Pedro B~h6rquez llev~ndome la distanci~ de uno
11
•• •
la fuente, el Gualimay mencionado tenía sólo trece años,
o dos días de camino y es de notar que no llevó ninguno de
los pacciocas donde él residió con advertencia de que nos
pensamos que puede tratarse del hijo del prim~ro. En es~e
caso tendríamos entonces que en 1677 el cacicazgo hab1a
hiciese cargo de haberle entrado en sus tierras,,,11 (Torre -
blanca, folio 16), pasado entre los pacciocas de este mismo grupo al de cola-
lao, y, al pasar el mando de un grupo al otro, es posible
que esto ayudara a perpetuar el nombre de los colalaos en
Esta cita pone en duda una de las dos opciones presen-
tadas en la hipótesis 1, que antes expresamos, y es impor- detrimento de los pacciocas.
tante consignarla porqrte Torreblanca era un buen conocedor
ael valle cal.chaquí y de su sociedad. Sin embargo, en varias oportunidades, Pedro Piva~ti es
consignado como cacique principal del valle Calchaqu1:
Por su parte, a Andrés Gualimay se lo consigna en esta
fecha sólo como curaca de los colalaos. " ... los curacas de aquellos pueblos y principalmente Pedro
Pivanti cacique principal del valle Calchaquí con quien tr!
' • 11
La figura y posición jerárquica de Pablo Calchaquí no bó amistad e hizo empeño de entrar con él a sus tierras •
admite confusiones. Se lo consigna como curaca principal (lorreblanca, folio 10 ).
de Tolombón y a la vez principal de todo el sector calcha-
El mismo Torreblanca confirma que Don Pablo era el ca-
338
339
cique principal del pueblo de Tolombón al igual que en la
presentación de Bohórquez antes mencionada. Es más, en uno car las categorías más usuales del mundo andino, y por eso
de los documentos de los Autos, Pivanti aparece como "in- no encontramos términos tales como "su segundo" en refe-
dio principal" de Tolombón: rencia a un principal, que quizás nos hubiera aclarado la
situación. Además, si la doble jefatura existía, podía ser
• ••• Pedro Pivanti, indio principal de este dicho pueblo de ligeramente asimétrica como en los Andres Centrales, o to-
Tolom_!?ón hizo relación de los demás indios que su parciali- talmente simétrica, lo que explicaría el dualismo de poder
dad l_paccioc~ estaban de paz en conformidad del mensaje y que provoca nuestras dudas.
palabra de dicho Sr. Gobernador que les habla ofrecido Don
Pablibllo, su curaca ... •. (Marcha del ejército de Guadalupe Asimismo enriquecería mucho esta discusión conocer las
a Tolonbón, Autos, 111, 1659). líneas de sucesión de los curacazgos de estas sociedades.
Por el momento, sólo sabemos que se heredaba por vía mas-
Quizás el sentido de esta cita se complete con la si- culina y en algunos casos, como los linajes de Utimpa o
guiente, proveniente también de los Autos: Calchaquí, que los hijos heredaban a los padres en el car-
go. Pero esto último no puede aún generalizarse y puede
1
y asimismo sabían y habían visto como Don Pablillo, ca-
• ••• suponerse que varios de los linajes principales en cada
cique principal de dicho pueblo de Toloobón y Paccioca le unidad étnica estuvieran en condiciones de acceder a di-
salió a los pulares asegurándoles estaban de paz los indios chos cargos y que tal vez los mismos fueran alternativos,
de dichos pueblos y asimismo Don Pedro Pivanti, su hermano, como propusimos tentativamente para el caso colalao y pac-
el dia trece que llegó a este dicho sitio todo lo cual era cioca. Esto podría explicar en cierta manera, la superpo-
debajo de traición ... 11 {Consejo de Guerra en Tolombón 1 Au- sición de funciones que aparece en la documentación.
tos, II!, 1659).
Del mismo modo, queremos señalar que el uso del término
Entonces, tenemos que Don Pablo era considerado el ca- "cacique principal" ha sido tomado como signo de un poder
cique pri?cipal del pueblo de Tolombón y Paccioca, y, a demasiado abarcativo que al presente nos parece, al menos,
su vez: P1vant~ curaca de Paccioca e 11
indio principa111 de cuestionable.
Tolombon. Ademas no podemos dejar de notar la relación de
parentesco existente entre los dos personajes. Para sintetizar, de acuerdo con lo expuesto, no podemos
pronunciarnos aún sobre la estructuración étnica de los !
Sin forzar las interpretaciones, vemos que además de grupos tolombones, pacciocas y colalaos. Las hipótesis a-
la estructura "emboité" que podemos considerar ·debemos quí plantadas como posibilidades para comprender este pro-
consignar el fenómeno del dualismo de las jefa~uras. Es blema, se mantienen, al final del la investigación, aún
probable que si la unidad mayor era la paccioca también como tales. En cambio, el análisis de las jerarquías cura-
se cons!derara que la mitad o bien el segmento 'de mayor cales le dan un lugar de privilegio, sin duda, a los tolom
Jerarqu1a de la estructura social recibiera el mismo nom- bones, desde el cual podría plantearse un tipo de organi:
bre de paccioca, con la especificación de que habitaran zación 11
emboi té", pero Con Tolombón a la cabeza, Si éste
en Tolombón, .como sucede por ejemplo con algunas de las fuera el caso, sea cual fuere la denominación de la unidad
mitades de los Qharaqhara (del Río 1987). mayor, fue el papel político que los caciques de Tolombón 1
tuvieron en el desarrollo de las rebeliones, lo que les \

En este sentido, las parcialidades de tolombón y pacci~ otorgó sin lugar a dudas, una jerarquía preponderante.
ca pudieron ser regidas por dos caciques, uno de los cua-
les era preeminente y podía ser reconocido además como je- No pretendimos ofrecer una interpretación definitiva
fe ;te la o de las restantes parcialidades. Evidentemente sobre este problema,que muchos autores han asumido con mu-
aqu1, los españoles no estuvieron en condiciones de apli- cha ligereza y que, como vemos, dista enormemente de tener
una fácil resolución.
340
AREA SUR (sector meridional del valle de Santa María) - Descripción de las estrategias indígenas:
Introducción 11
,. .y gobernándolas el gobernador Don Alonso de Mercado y
Villacorta cada día venían varios curacas a darles fingida-
De acuerdo con lo anotado hasta aquí, dejamos la prime- oente la paz solo para descubrirles y al otro dla o en el
ra campaña del gobernador Alonso de Mercado (1659) en re- mismo le acometían con los demás enemigos en guerra viva que
tirada hacia Salta, después de haber mantenido en territo- habían acaudillado los mesmos indios que el día antes hablan
rio quilme una batalla de dudoso resultado. Quedaban atrás ofrecido la paz al gobernador ... ". (pág. 245).
derrotadas treinta y ocho leguas del valle Calchaquí y de~
naturalizados hacia distintas jurisdicci9nes los grupos
que en él residían. Las catorce leguas 4ue quedaban por 11
••• la experiencia nos ense~a que si en las fragosidades 4e
conquistar pertenecían a lo que aquí hemos denominado "á- las serranías son temidas sus armas, flechas y arcos, en las
rea sur" y que se extendía entre los territorios de los pampas son cobardes y apartados de sus asperezas naturales
quilmes y los ingamanas, incluyendo ambas márgenes del ac- son ovejas ... 11 (pág. 247).
tual río Santa María.

Si bien en la documentación temprana este sector de va- 11


,, .pues estando obstinadaoente rebeldes en lo interior solo
lle era también llamado calchaquí por los españoles, la exterioruente finjen sujeción cuando quieren recoger sus fr~
preponderancia política del grupo yocavil hizo que preva- tos y cosechas o cuando no tienen caudillo, que hallándole
leciera, en breve plazo, la designación de Valle de Yoca- o hallándose con ellas, sin nueva causa de nuestra parte ro~
vil. Las diferentes denominaciones descubren entonces, dos pen en hostilidades, infestando las ciudades, jurisdicciones
áreas opuestas -calchaquí y yocavil- que responden a dis- y sitios circunvecinos a sus cerros, robando, quemando y ma-
tintas dinámicas sociopolíticas que en lo subsiguiente i- tando todo lo que encuentran, así españoles como indios y
remos explicitando. La superposición de las mismas, en ca~ ganados y ni los sacerdotes ni iglesias se escapan a su i-
bio, alude a una unidad lingüística y cultural diaguita ra ... ". (pág. 244) (el subrayado es nuestro).
que ambos compartían.
- Características generales:
Tomamos a modo de introducción la carta escrita por el
gobernador Luca de Figueroa y Mendoza, sucesor de Alonso la experiencia f.,~ ne ha enseñado la poca fe que se
11 •••
de Mercado en su primer gobierno, quien antes de iniciarse debe dar a sus palabra;-, tratos y paces por ser falsos y de
la última campaña al valle ( 1664), hizo una caracteriza- gente ind6mita y que no se rinden sino a su miedo a su ido-
ción valorativa de los grupos del área, para fundamentar latría a su tiranía y fuerzas, apetecen más su libertad en-
la conveniencia y modo de realizar su conquista final. La tre borracheras bárbaras que todas las comodidades en la po-
caracterización resulta interesante ya que, vencidos los 1icía mayor ... 11 (pág. 244).
grupos del área calchaquí, la misma se circunscribe al á-
rea sur únicamente (27).
.no quieren paz ni amistad con el espa~ol porque eso no
11 .,
Descripción del hábitat: los ha de hacer iguales sino esclavos viles de libres y
sefiores ••• 11 (pág. 246).
11
••• sus tierras son valles templados muy fértiles e inacce-

sibles por los cerros que los rodean, que para ellos todos La descripción agrega que a pesar de catorce años de
son llanos y naturales y para los españoles siempre son es- continua prédica de los Padres de la Compañía de Jesús,
cabrosos y destemplados por sus nieves, inaccesibles por na- no se ha conseguido sacarlos de sus idolatrías ni de sus
turaleza .•. ''· (pág. 246). "matrimonios gentiles". Por estas notas queda suficiente-
342 343
mente claro que se trata de grupos que organizadamente ha- La localización del núcleo central del territorio quil-
bían resistido la dominación española desde todos sus fla!:l; me no ofrece dudas a juzgar por las ruinas que actualmente
cos. se encuentran en las vertientes orientales del Cajón.
Contando con esta caracterización introductoria trata- El testimonio del gobernador Luca de Figueroa ~ Mendoza
remos de reconocer y ubicar a los distintos grupos étnicos puntualiza que los quilmes contaban con once si ti os, los
del área sur. Para esto tenemos con la documentación pro- cuales suponemos se hallaban distribuidos sobre ambas ver-
veniente de las dos campañas llevadas a cabo por el gober- tientes de la Sierra del Cajón.
nador Alonso de Mercado principalmente y de otras fuentes
contemporáneas o no a ellas. Según las fuentes, el territ~rio quilme se extendía por
el norte, hasta el territorio de los colalaos. El límite
Se hace necesario aclarar, sin e~bargo, que por la cons sur, - en cambio, no aparece precisado, pero en general los
tante resistencia de estos grupos, la documentación es: documentos concuerdan en que, pasado el territorio quilme
en consecuencia) relativamente escasa, o al menos no alca~ se llegaba al de Anguinahao según algunos, a Yocavil según
za a compararse con la calidad de la correspondiente para otros.
-el área calchaquí. A modo de ejemplo, no se ha conseguido
reunir para la campaña de 1664 información detallada como Con la documentación reunida en su momento, el Padre
la contenida en los Autos de Pedro Bohórquez para 1659. Lozano se inclinó a considerar a los quilmes como a un gr~
Por lo mismo, la utilización de distintos tipos de fuentes po no originario del valle Calchaquí; según este autor vi-
será convenientemente discutida, dejando clara constancia nieron "de hacia la parte de Chile", huyendo del dominio
de los interrogantes que se mantienen a la espera de una incaico. Creemos interpretar que Lozano se refiere no es-
investigación posterior. pecificamente a la Gobernación de Chile, sino a aquellas
jurisdicciones ubicadas hacia esa dirección. En este sen-
Los grupos principales que encontramos en esta área son tido, la información arqueológica nos permite ubicar a los
los siguientes: quilmes, yocaviles, anguinahaos, tocpos, quilmes establecidos en su territorio del valle hacia el
· anchacpas, acalianes, ingamanas y tucumangastas. Al igual año 1000-1200; por lo tanto, de ser correcta la presunción
que para las áreas anteriores, comenzaremos por ubicar ge~ de Lozano, habrían emigrado en épocas tempranas. En con-
gráficamente sus respectivas localizaciones. traposición, no hemos encontrado en las fuentes indicios
de que hayan sido considerados como "advenedizos" como o-
tros grupos. Probablemente la arqueología pueda aportar
Localización de los grupos más información a este respecto en virtud de las asocia- .
ciones materiales entre una y otra área. Por nuestra par--~
1) Quilmes: te retendremos el dato para sumarlo a la discusión sobre
las migraciones hacia el valle Calchaquí en una etapa pos-
El grupo étnico de los quilmes ha sido. caracterizado terior.
lo largo de las fuentes como "la nación más temida, nu-
erosa y de más séquito". En el Auto y Memoria de los ca- Una de las primeras fuentes que menciona a los quilmes
ciques y pueblos que hizo P. Bohórquez en la reunión de se encuentra contenida en las Cartas Anuas (28). En ellas
Pomán (1657, ya citado), el mismo contabilizó para los consta que quilmes "es la nación más belicosa de todo el
quilmes cuatrocientos indios de guerra y dos mil almas de valle". A su territorio llegaron los Padres de la Compañía
familia, lo que los ubicaría entre los grupos más numero- de Jesús viniendo del norte, de Pichijao. La carta cuenta
sos de todo el valle Calchaquí, junto con los yocaviles que se encontraron con cinco guerreros que "empintados Y
y los anguinahaos. soberbios" los recibieron muy bien y aún los acompañaron
hasta territorio yocavil. Al respecto se puede decir que
344
casi todos los primeros itinerarios de los Padres nos pre- ción completa incide de manera directa en la comprensión
sentan una situación bastante pacífica y hasta amigable '¡ de la dinámica del. área sur, ya que no se trata de un gru-
de los grupos del valle, a pesar de que ellos mismos los \ po pequeño sino que consideramos que tuvo particular impo~
suelen caracterizar como "enemigos en extremo de los eSPa- "tancia en los episodios de las rebeliones.
ñoles". Estas primeras cartas corresponden al período pos-
terior al levantamiento de Juan Calchaquí, después de lo L1;1 mención de la presencia de este grupo en el áre1;1 es
cual todo el valle quedó en relativa calma. Más tarde los temprana; se remonta hacia 1588 en el momento en el que
mismos documentos eclesiásticos y, sobre todo, las infor- el gobernador Ramírez de Velazco hizo su incursión al va-
maciones sobre la visita del Obispo Cortázar al valle co- lle Calchaquí: Luis de Hoyos, escribano de campo del Réy,
mienzan a manifestar los episodios de rebeldía que desem- que viajaba junto con el gobernador puntualizaba:
bocaron en el segundo alzamiento.
••• e que ellos fios calchaquíeSI tenían división e guerra
11
- -
Sobre este período (1630-1642), no contamos con infor- con otros indios del pueblo de anguinahao y con otros vene-
mación detallada sobre la actuación de los quilmes, aunque dizos que están poblados en este valle que han venido de lon
su territorio se encontraba comprendido en una de las á- dres e que ayudarían a que se castigasen e redujesen, asÍ
reas de mayor conflicto. S.S. entró personalmente con ellos y con la gente española
a punto de guerra en un lugar y fuerte de mont'e que llaman
En 1657, los quilmes fueron convocados para la rebelión Yucahas a lo que dicen esti cerca de Anguinahao .•. 11 •
que lideró Bohórquez. Su cacique principal, Don Martín I- (Testimonio de Luis de Hoyos. 1588, AGI. Charcas 26),
quim, fue uno de los que concurrieron a la reunión de Po-
mán, donde se intentó pactar con las autoridades, Poste- Si bien este documento no es explícito en cuanto a que
riormente y ya desatada la última rebelión, los quilmes los anguinahaos formaran parte del grupo de advenedizos,
pudieron resistir el ataque del ejército del gobernador es importante retener este dato. Más adelante volveremos
Alonso de Mercado en la quebrada de Umacatao, que según a discutir el tema de los "advenedizos" y a analizar la
los testimonios recogidos, fue una de las batallas más di- hipótesis de una posible migración de grupos de las zonas
1--fíciles para el españql. Quilmes continuó siendo una ba- de la jurisdicción de Londres y La Rioja hacia el valle
', rrera que resistió hasta la campaña de 1664, última y de- Calchaquí, tema en el que los anguinahaos se encuentran
finitiva para todos los grupos de este sector, Los quil- involucrados. Lo cierto es que en 1588 ya los encontramos
\ mes fueron finalmente derrotados y repartidos por fami- en el área.
1 ~ias en las distintas jurisdicciones de la gobernación.
Pero la documentación disponible no nos ayuda a puntua-
2) Anguinahaos, Acalianes, Tocpos y Anchacpas: lizar con total certeza la ubicación del territorio angui-
nahao; como para otros casos nos limitaremos a presentar
Tanto para estos grupos como para los que quedan por varias hipótesis tentativas aunque fundamentadas, Procede-
mencionar contamos con muy poca información que nos permi- remos agrupando los datoq de manera tal que podamos despe-
t~ reconstruir su fisonomía así como su ubicación geográ- jar las posibilidades de su ubicación desde las argumenta-
fica· La escasez de datos sobre cada grupo en particular - ciones improbables hasta llegar a las posibles.
nos obliga a reutilizar y sistematizar los mismos en fun-
ción de otros casos, siendo imposible su tratamiento en Para comenzar nos llamó a la reflexión la poca frecuen-
forma individual. Nos limitaremos entonces a presentar los cia de aparición de los anguinahaos en la documentación
datos elaborados señalando los interrogantes que aguardan referida a las campañas tardías de pacificación al valle,
solución. siendo que en 1657 contaban con dos mil almas de familia
y cuatrocientos indios de pelea (Auto y Memoria .. ,), cifra
Para el caso de los anguinahaos, la ausencia de informa no poco importante en términos relativos; además su parti-

346 347
cipación consta por lo menos en las dos últimas rebelio- blos designados con la misma raíz y diferente desinencia,
nes. 1
ambos vinculados,con los anguinan (o anguinahaos) que ha-
bitan el norte de La Rioja y el valle de Abaucán, ·que el
Un argumento posible puede encontrarse en la ubicación mismo Ramírez de Velasco encomendó en 1591 cuando fundó
marginal del territorio anguinahao (29), lejos del camino la ciudad de La Rioja.
seguido por las tropas españolas, que en general reco-
rrían la ruta cercana al actual río Santa María. Los autos Para° corroborar todo lo dicho hasta el momento, vere-
de las campañas, sobre todo las emprendidas por el gober- mos que otra serie de documentos nos proponen la exis.ten-
nador Alonso de Mercado, solían describir puntualmente por cia de un "valle" de Anguinahao y otra posible localiza-
qué territorios iba atravesando el ejército a medida que ción. La primera pregunta es: ¿se trata de un valle trans-
avanzaba; o bien, desde donde éste·se encontraba, qué te- l. versal al valle principal, fuera de las rutas habituales de
rritorios o grupos podían avistar. La asociación de pue- los ejércitos, o bien se trata de un segmento de este úl-
blos y el orden de presentación no son arbitrarios y re- timo, corno parecen sugerirlo otras fuentes y ciertos tes-
flejan algún tipo de relación étnica y espacial relativa. timonios arqueológicos?
Si nos encontramos en Tolombón, en el momento de la entra-
da de Ramírez de Velasco, y analizamos la cita referente Veámoslo por parte. Según algunas fuentes, el "valle
a los anguinahao y a los advenedizos, a los que van a com- de anguinahao" se encontraba contiguo al territorio de los
batir, podríamos pensar en primer lugar si es posible di- ·quilrnes.
ferenciarlos, es decir anguinahao por un lado y advenedi-
zos por el otro. Si este fuera el caso, probablemente el 11
, , .por que además de los pueblos de Ar:iimana, Gombolán Íflom-
lugar hacia donde se dirigen fuera Anguingasta, pueblo que bilánl y Famayne, que tiene otros pueblos en el valle d; An-
se encontraba en la jurisdicción del sector calchaquí, que guin.tliao poco más adelante de éste l~l de calchaquíl, llama-
hasta el momento no hemos podido ubicar, y que, en princi- dos Calián y Angacho ... 11 (Dejaci6n de los dos tercios de la
pio, podría tratarse de un grupo advenedizo. encOnienda de Pedro de Abreu. En Lizond9 Borda 1941, serie
!, vol. III).
Para probar esta hipótesis disponemos de dos argumenta-
ciones diferentes. En primer lugar, recordar que "ahao" Es así que Calián y Angacho (probablemente Anchapa),
(o aho) y "gasta", son dos sufijos dialectales diaguitas se encontraban dentro del valle de Anguinahao, el cual,
para indicar "pueblo" 1 y que, en apariencia 1 los españoles a su vez, estaba "poco más adelante 11 , o sea al sur, del
los usaban en forma más o menos indistinta. Es decir los valle Calchaquí, desde donde se produce este documento
pudieron confundir, sin dejar de pensar por ello que ambos (más precisamente, en el fuerte de Nuestra Señora de Gua-
pueblos pudieran tener vinculaciones cuya naturaleza des- dalupe, es decir Sarnalarnao). Una indicación similar halla-
conocemos. rnos en la Relación Histórica del P. Torreblanca:

,Por otro lado, Lafone Quevedo consigna la existencia asegurándoles pues la los quilme;I fue menester pasar
11 •••

de una cuesta de Yucajas (o Yucahas) en el valle de Choro- a la conquista del valle -de Anguinahao -como tres leguas ade-
moros (1927:100), lo que nos ubicaría el fuerte homónimo lante del fuerte ... 11 (folio 140).
hacia donde se dirigían los indios calchaquíes acompañados
por los españoles. Es posible que este fuerte se encontra- El uso del término "adelante" en este caso, puede inter
ra en la parte alta de Yasyarnayo a la entrada de Choromo- pretarse como una referencia directa a la dirección sur~
ros, donde Carrizo había localizado a los anguinahaos si- aunque no necesariamente implique la continuidad norte-sur
guiendo la información del escribano Luis de Hoyos. de ambos territorios. Para hacer una interpretación corre~
ta, habría que saber si se refiere al fuerte de los quil-
Si nuestra interpretación es correcta, habría dos pue- rnes, o al posteriormente llamado Fuerte Quemado, donde po-
348
siblemente se hallaba el asiento de la Misión de Santa Ma- ·1 G. ~I la Casa Blanca y una muy nombrada guaca. En Guampolán:
ría de los Angeles. Todo esto es importante para evaluar 1 minas di· plata. En Quilmes: dos huacas grandiosas.En Angui-
las posibilidades de ubicar el territorio anguinahao en nahao: tres guacas y muchos minerales. En tncamana:· de pla-
la margen occidental, que en base a las estimaciones ar- ta ... " (en Autos I, Carta del P. León, junio de 1657).
queológicas podría haberse extendido entre Fuerte Quemado
y Rincón Chico. Para sostener esta hipótesis tenemos una De esa forma, el padre León enumeraba los secretos que
información de primera mano. En la manifestación de las Pedro Bohórquez había logrado descubrir a los indios. Si
guacas que existían en el valle, que hizo Pedro Bohórquez hay más de una "casa Blanca 11 en el valle, no lo sabemos
en Pomán, durante su encuentro con el gobernador, se dice por cierto, pero confirma las tres guacas de los angui-
textualmente: nahaos.

••• Y la otra guaca, o adoratorio que está yendo de este pu!


11 Por otra parte, Rincón Chico muestra una ocupac1on pro-
blo de los quilmes para El de aguinján, antes de llegar a gresivamente más dispersa pero continua que· llega hasta
la casa del Cacique de dicho pueblo, don pedro acchoca en Lampaci to, un caserío que está justo frente a la actual
una población y caserío de piedra que está sobre la mano de- ciudad de Santa María. En un documento fechado en 1717 (30)
recha biniendo Valle arriba Como refiero ensina de dicho pu! se afirma que la capilla de Santa María se encontraba en
blo antiguo está dicho adofatorio encima de un Serro tajado el valle de Aguinahao. No hay datos sobre la ubicación
a donde dicen comi6 dicho ynga y bebi6 con el Sol ••• 11 (Autos exacta de esta capilla y no sabemos si estaba en los te-
II Declaraci6n de Pedro Boh6rquez, agosto 1657). rrenos de la ciudad actual o en Lampacito. Hasta ahora e-
xisten allí las ruinas (reutilizadas como vivienda) de una
Esta descripción es muy clara y precisa. En primer lu- capilla que sobre su puerta original ostenta la fecha
gar, no olvidemos que el río Santa María corre de sur a 1774. Si esta construcción se realizó en el mismo sitio
norte, por lo tanto la expresión "valle arriba", viniendo de la anterior, podría probar nuestras argumentaciones pr~
del territorio quilme, indica que se trata de la dirección cedentes.
sur. "Sobre la mano derecha", confirma que se está refi-
riendo a las cumbres del Cajón. Si es así, la descripción En síntesis, los mejores indicadores apuntan a sostener
coincide con la localización de las ruinas de Rincón Chi- que el territorio de los anguinahaos constituye una franja
co. La guaca se encuentra "antes de llegar a la casa del transversal al valle que ocupa desde las cumbres del Cajón
cacique de dicho pueblo". Efectivamente, antes de llegar hasta el río y que su poblado principal se encuentra recos-
al poblado, que está recostado en la ladera, se encuentra tado sobre la ladera de las sierras. Si esta hipótesis es
el acceso para ascender a un "cerro tajado 11 en cuya cima la correcta, de todas formas nos quedan abiertos dos inte-
hay construcciones cerPrtoniales muy especiales. Se trata rrogantes: 1) la relación entre los anguinahao y los an-
11
de tres grandes casas" o recintos 1 una en piedra blanca, guingastas y la ubicación exacta de estos últimos, y 2)
otra de piedra rosada, y la tercera en piedra gris, así si se trata de advenedizos. Para el primer problema ya he-
como una plataforma cuyo muro de contención tiene diseños mos expuesto todos los argumentos disponibles. Para el se"'T,
hechos con rocas rosadas, blancas y negras (Tarragó 1988). gundo valen aún algunos comentarios adicionales. Rincón '\
Chico corresponde sin duda a un establecimiento de "cultu-
Por lo conocido hasta ahora, no existe otro lugar simi- ra santamariana 11 , según los testimonios arqueológicos. In- , .
lar en el valle. Hay un dato más, aunque no tan preciso, cluso en los edificios ceremoniales de la cumbre se halla-
en una carta que el Padre León escribe a su amigo liernando ron urnas de la fase inca de este estilo (Marquez Miranda
Pedraza, poblador del pueblo de Pomán: y Cigliano 1961). Es por lo tanto difícil que advenedizos
recientes hayan construido este sitio. No obstante, las
", .• Minas del pul ar: fundición de plata. En el pueblo de Ca- ruinas de viviendas y de tumbas que se encuentran en Lam-
chiminas: minas de plata [. J de oro [. J En Calchaquí pacito, y que corresponden al período hispano-indígena,

350 351
udo eventualmente, haber sido ocupado por poblaciones mismo aclara, se trata de conjeturas. En ambos si ti os se
p , al valle (Lorandi, Renard y Tarrago' l96
ajenas O T'
; arrago, 1
! encontraron restos arqueológicos que prueban la existencia
inf. personal) , Tal vez se trate de mi timaes incaicos o de instalaciones de tipo dispersos, con campos de cultivo
de refugiados coloniales que de alguna manera reemplazaron, próximos al río ( Cigliano, Carnevalli, Carrara y Renard,
a los habitantes originales. Es una probabilidad tan espe- 1960).
culativa como cualquier otra, y solo nuevas fuentes de in-
formación podrán aclararlo. Otra posibilidad es considerar Por nuestra parte, no mucho más podemos agregar para
a los anguingastas como advenedizos, condición que les ha- aclarar estos puntos. No contamos con otros datos sobre
bría causado conflictos con los originarios y justificaría la localización de los anchacpas,salvo las ya mencionadas.
la dificultad de su ubicación.
1 Con respecto a los tocpos, el documento de 1717 citado
Siguiendo la misma línea de desarrollo, intentaremos anteriormente, puntualiza que los mismos eran 11 dueños de
localizar el grupo de los calianes o acalianes. Ya vimos la capilla !santa Maríal y su territorio, que sus antepa-
en un testimonio publicado por Lizondo Borda que se los sados trabaj~ron la di ch~ capilla ... ". Aunque esto contra-
ubica dentro del valle de Anguinahao. Otro documento (31), dice lo conjeturado por Carrizo, nos encontramos igualmen-
fechado en 1714, establece que la demarcación del límite te dentro de un área determinada. En el mismo documento
territorial perteneciente a la jurisdicción de San Fernan- consta que la capilla de Santa María se encontraba en el
do del Valle de Catamarca, se extendía por el norte hasta valle de Anguinahao. Esto mismo resulta confirmado por o-
el pueblo de Calián, remitiéndose a una Real Cédula del tro documento más temprano, que en varias oportunidades
16-8-1679. Creemos que la misma puede coincidir con el lí- cita: "pueblo de Tocpol de nación diaguita del valle de
mite pretendido actualmente por la provincia de Catamarca, Anguinahao .. , " ( 33)
que se encuentra poco más al norte de Santa María actual,
y que en la banda occidental pasa por Fuerte Quemado. ¿Se- Verdaderamente, la presente disponibilidad de datos so-
rían entonces los acalianes los habitantes históricos de bre el área sur no contribuye a delinear.su constitución
este poblado? étnica; solamente admite el planteamiento de algunas posi-
bilidades al respecto. La dificultad de localizar con pre-
Para Larrouy (32), la primitiva localización del terri- cisión los territorios de los grupos radica fundamental-
torio calián podría situarse en las inmediaciones de la mente en que los mismos debieron responder a un patrón di~
actual población de Amaicha, y Carrizo,. siguiendo a La- perso, más vinculado con la di versificación de riesgos y
rrouy, establece con mayor precisión su ubicación entre el control de espacios geográficos discontinuos, que pro-
las actuales localidades de Encalilla hasta El Paso, re- bablemente se entrecruzarían entre sí. Esto explicaría en
gión poblada en aquel momento por extensos algarrobales, parte la superposición de territorios que se verifica en
es decir, sobre la margen derecha del río. Por el momento las fuentes. En este sentido se hace muy difícil poder es-
es imposible avanzar máó en este problema de localización.

Entre tanto, las de los tocpos y anchacpas presentan


tablecer límites territoriales sino es a la luz de las va-
riables propuestas. J
las mismas d.i ficul tades que los casos precedentes. Ambos Por otra parte, las mismas fuentes dejan traslucir el
grupos fueron de los últimos en ser pacificados en 1664, inconveniente de que estos pueblos eran poco conocidos pa-
y fuentes posteriores destacaron su empeño por permanecer Ji ra los españoles, hecho que les acarreó no pocas dificul-
en su territorio. tades a la hora de efectivizar las mercedes de encomien-
das:
Para Carrizo, los anchacpas estuvieron ubicados en las
cercaní.as de Santa María actual y los tocpos en la actual 11 , , , fes tos repartimientoSI , , .hechos sin conocimiento de las
El Puesto, apenas al norte de la ciudad, aunque como él naci;nes y parcialidades- y haberse hecho en más crecido nú-

352
mero que el que las Reales Ordenanzas permiten ••• ". (ANB.Ex. una fortaleza circundada por cinco líneas de murallas de-
1671 nº 14). fensivas (Garrara, Lorandi, Renard y Tarragó 1960), .

En síntesis, se ha tratado al menos de lograr una loca~ En contraposición, podemos considerar que la localiza-
lización aproximada de estos grupos, aunque aún persisten ción se circunscribiera sólo a la margen derecha del río
muchos puntos que se prestan a discusión. Santa María entre la ciudad actual y la zona de San José,
donde podrían haber residido en Loma Rica y otros sitios
3) Yocaviles: similares. De esta forma Santa María sería "frontera"· en-
tre anguinahao y yocavil y esto explicaría las dificulta-
Las primeras menciones sobre el grupo yocavil pueden des ¡de interpretación. Esta posibilidad concuerda con la
considerarse como tempranas -de la. época. de la fundación mayo'ría de los derroteros de las campañas de guerra, que
de Londres- después aparecen en las Cartas Anuas en rela- invariablemente atravesaban el territorio yocavil. El ca-
ción con los viajes de los jesuitas, y de allí en más, su mino seguido por el ejército transitaba desde el norte por
presencia en los documentos se encuentra vinculada a los la margen izquierda del río hasta el poblado de Santa Ma-
sucesos de las rebeliones. Sin duda se trataba de un gru~ ría o poco más al norte, desde donde cruzaban a la margen
po étnico importante, no sólo por su destacada participa- opuesta, de más fácil recorrido. La entrada de Francisco
ción en las mismas, sino también demográficamente. Hacia de Nieva y Castilla en 1659, que provenía del sur (de An-
1657 totalizaban ql1inientos indios de pelea y dos mil qui~· dalgalá), ejemplifica esta posibilidad ya que fue en Ampa-
nientas almas de familias (34), A pesar de que estos datos janco, sitio que conserva su nombre hasta la actualidad,
son parciales, constituían el grupo más numeroso del área donde recibió un importante ataque indígena.
sur, superando a los quilmes.
La tercera opción reside en considerar que este grupo
La ubicación geográfica y la extensión territorial que ocupara ambas márgenes del río, lo que explicaría la gene-
ocupaban resulta aún difícil de establecer, En adelante ralización de la designación de valle de Yocavil para el
puntualizaremos algunas opiniones al respecto y discutire- segmento sur del valle.
mos las posibilidades que. podemos presentar.
Ante la imposibilidad de tomar decisiones sobre este
Analizando los datos de las Cartas Anuas, Carrizo se punto con el material disponible, una vez más dejamos a-
inclina por ubicar el territorio de los yocaviles conti- bierto el interrogante, a pesar de ser sorprendente que
guo al de quilmes, a lo largo de las cumbres del Cajón y el grupo aparentemente más importante del valle no pueda
sobre la margen hquierda del río Santa María; ubica asi- ser localizado con exactitud.
mismo su asentamiento principal en las ruinas de Fuerte
Quemado. Si bien los datos recogidos de distintos documen- Según comentamos, los yocaviles constituían un grupó1·
tos son imprecisos, la opinión de Carrizo resulta hasta numéricamente importante, pero desconocemos en detalle las
el presente la má~ generalizada y aceptada. Sin embargo, características de su organización interna. Un documento 1

la misma ambigüedad de las fuentes nos permite plantear ya citado (Auto y Memoria ... ) se refiere a los yocaviles -
otras opciones. como a "parcialidades y pueblos de yocavil". ¿Cómo debere-
mos interpretar esta designación?
Si los yocaviles ocupaban la ladera oriental de las Cum
bres del Cajón, en tal caso, probablemente s~ encontraríañ Por un lado y al igual que con los quilmes, podemos su-
cercados por el oeste por los quilmes, que pudieron habi- poner que en este caso se hace referencia a que este grupo
tar también las tierras más altas y la vertiente occiden- pose fa, además de una cabecera, varios pueblos o asenta-
tal de esa sierra. De todas formas hay importantes sitios mientos de proporción variable, vinculados al control de
en este sector, y el más espectacular es Cerro Mendocino, territorios y cultivos. En el informe del gobernador Luca

354
de Figueroa y Mendoza (1662), se contabilizan nueve pue- como a una unidad indivisa. Sin embargo la ausencia de da-
blos pertenecientes a este grupo, aunque sin precisar cuá- tos no es concluyente a este respecto. Otros grup.os que
les son ni dónde están ubicados. En este caso, sería posi- en· su momento consideramos como indivisos, en otras fuen-
ble asimilar las designaciones de "sitio" y "pueblo". a tes aparecieron como "sujetos" a una parcialidad o grupo
falta de mayor precisión. En igual sentido podría suponer- mayor, hecho que nos compromete a reflexionar sobre inter-
se que cada pueblo se corresponde con una parcialidad y pretaciones apresuradas.
de esta manera, serían varias las parcialidades comprendi-
das dentro de la unidad del grupo yocavil. Con respecto a la posible vinculación entre el gl'upo
anchacpa y el yocavil, un documento de 1669 (36) referido
Estas asociaciones son, de todos modos, hipotéticas, a un litigio por encomiendas, cita que un encomendero re-
ya que tampoco el término parcialidad parece tener una clamaba para sí, además de una parte de los yocaviles que
connotación específica. Recordemos que a lo largo de la ya tenía encomendados, " ... con más la parcialidad de los
documentación, el mismo aparece asimilado a nuestro con- anchacpas como ramo de dicho pueblo de yocavil ... ". Vale
cepto de grupo étnico y a veces también ha sido utilizado la pena puntualizar, como parte de la crítica documental,
para designar unidades menores, incluidas dentro de una que muchos encomenderos solían litigar por la tenencia de
unidad mayor. (Ver Lorandi y Bunster en este mismo volu- ciertos grupos de indios alegando que existían lazos de pa-
men). rentesco con los que ya tenían encomendados, y, de esta ma-
nera, anexar mayor número de tributarios. Muchas veces no
Dado el estado de conflicto permanente en todo el valle resultaba fácil para las autoridades españolas establecer
Calchaquí, no es aventurado considerar que los límites y los límites de las unidades étnicas, máxime cuando las re-
categorías de designaciones indígenas no eran claramente laciones políticas vinculaban a varios grupos entre sí.
percibidas por el español, quien a menudo trasladó a estas Por su parte, los reclamos de los encomenderos no eran en
nuevas regiones las categorías andinas, provenientes de absoluto arbitrarios; los litigantes contaban a su favor
una realidad mejor conocida por ellos. (35) con noticias sobre ciertos vínculos que. ante las dudas.
trataban de reivindicar. De esta manera los pleitos gene-
)/ Si aceptamos que el grupo yocavil estaba conformado por rados por reclamos de esta índole nos han ayudado a dilu-
/ varias parcialidades, salvo para el caso de los Ancha.epas cidar algunas de las relaciones intergrupales, como vimos
aún dudoso (ver más adelante en este mismo ítem), en nin- para el caso de los cafayates y los quilmes.
/
1 guna oportunidad encontramos que se registren parcialida-
des distinguidas por un nombre específico. Aun si dichas Lamentablemente, el documento citado sobre los anchac-
·~parcialidades tuvieran el mismo nombre que su unidad u o- pas no constituye un pleito y por lo tanto no contiene más
tro desconocido por nosotros, en los documentos relativos información que la ya explicitada.
a los repartos y composiciones posteriores a la última re-
belión -al menos los que se refieren a las desnaturaliza- De. todos modos creemos conveniente retener este dato
ciones efectivizadas a las jurisdicciones de Londres y La hasta que otras fuentes permitan cuestionar con mayor so-
Rioja- no aparece mencionada división alguna en la unidad lidez la unidad yocavil.
yocavil,
4) Ingamanas y Tucumangastas:
Tampoco tenemos registros de la existencia de curacas
menores, en cambio, las fuentes constantemente identifican La mayor parte de los documentos coinciden en señalar
la figura del "curaca principal" que pertenecía a un lina- a los ingamanas como el grupo que cierra la frontera meri-
je de nombre Utimpa. dional del valle. La localización más generalizada es la
de Punta de Balasta o Gualasto, en el lugar donde uno de ~
Todo apunta a considerar, entonces, al grupo yocavil los tramos de la ruta incaica tuerce hacia el oeste, para
dirigirse a Hualfín. El territorio ingamana pudo reducirse ñaron a Pomán a .entrevistarse con el gobernador Alonso de
a un sector en torno a Punta de Balasto o extenderse más Mercado. Sabemos que residían en algún lugar en el extremo
hacia el sureste, alcanzando Ingenio del Arenal, por donde sur del valle, pero aún no podemos identificarlo.
pasa el otro tramo de la ruta incaica que conecta con el
Pucará de Las Pavas (sobre el Aconquija) y con el estable- Plantearemos los problemas que surgen de entrecruzar
cimiento Potrero-Chaquiago, del otro lado de la sierra de fuentes que aportan datos sobre las relaciones interétni-
Capillitas. Por otra parte, las dudas sobre los límites cas Y territoriales por un lado, con la existencia en la
del territorio de los ingamanas se entrecruzan con la lo- zona de dos importantes sitios incaicos, donde estos gru-
calización de los tucumangastas "del sur" (recordemos que pos pudieron habitar en calidad de mitimaes. Por otra par-
en San Carlos había otro Tuc~manahao). Todas las fuentes te, ¿qué relación existe entre estos posibles mi timaes y
lo ·ubican en un lugar imprec:ijso en. el extremo meridional los que ocuparon el sitio Potrero-Chaquiago, ubicado sólo
del valle. a seis kilómetros al norte de Andalgalá?

En 1667, las tierras de Punta de Balasto e Ingenio del Vayamos por partes. En la presentación de indios en Po-
Arenal pertenecían parcialmente a Pedro Bazán Ramírez de mán ( 1657), hay un cacique Cullumpí perteneciente a la "par
Ve lasco (38), En el tí tul o de la merced se consigna que c1alldad de tucumangasta". Este cacique es mencionado en 0
se le conceden tierras de los "diagui tas desnaturalizados" tros papeles de los Autos como cacique de Tucumangasta, pe
(39) -pero sin identificarlos étnicamente- y por lo tanto ro no se utiliza el término 11
parcialidad 11 para identificar
se aconseja una rápida y efectiva ocupación de las mismas, los, Es más, ya vimos que otro Cullumpí era cacique del gru
para evitar que los indios regresen a ellas, En 1717, Juan po Gualfín, del norte del Sector Calchaquí del Valle. Tene
de Retamoso compra esa propiedad y, luego que descubre nue mos así una serie de coincidencias encadenadas: 1) la exis
vas minas en el Aconquija, pide aumentar su merced por in- tencia del sitio Chiquimil, donde como sabemos, se localizó
corporación de tierras que pertenecían antiguamente a los por primera vez una alfarería "híbrida" entre los estilos
ingamanas. Como la cita es confusa, no sabemos si la am- Santa María y San José que lleva el nombre de alfarería Chi
pliación solicitada toma más tierras de estos indios, es quimil (Podestá y Perrota 1973; Perrota y Podestá 1978)~
decir que parcialmente la propiedad anterior ya los in- que pone en relación tradiciones alfareras del valle propia
cluía, o si esta mención de.los ingamanas se refiere sólo a la mente dicho y los de Hualfín y Andalgalá al sur. Esto ayuda
extensión se licitada. En esta nueva merced se le otorgan ría a entender tal vez, que cuando se habla de los indíge
a Retamoso cuatro leguas, siguiendo ."el río seco del Are - nas de esta zona se dice que son "parientes y amigos de los
nal y El Puesto",· hasta alcanzar las cumbres del Aconqui- de Andalgalá". Esta referencia que conocemos específicamen
ja. Los límites de la propiedad son confusos, pero aparen- te para los yocaviles, no sabemos si involucraban a otros
temente por el norte ale ·,nzaba hasta Chiquimil ( 40), y co- grupos de su mismo sector 1 como los tucumangastas, e ingarna
1 indan en parte con Amp.ijanco, lugar donde tuvo lugar un nas; 2) repetición del nombre Cullumpí en Tucumangasta y Guai
importante combate en 1659, entre los indios del sur del fín (norte), donde también se encuentra cerámica de estilo
valle y la columna comandada por Nieva y Castilla que ve- Chiquimil; 3) en otros trabajos (Lorandi 1988) ya hemosº ex
nía desde Andalgalá. presado que la designación tucumangastas puede hacer refe:
rencia a ºindios de Tucumán", es decir, provenientes de la
En síntesis, según las informaciones disponibles, los in- región tucumano-santiagueña. Su presencia, en principio, se
gamanas también habrían ocupado parte del río y zona del identifica porque los sitios arqueológicos donde pudieron
actual Ingenio del Arenal. Nos queda entonces el problema ser instalados como mi timaes incaicos presentan grandes por
de la localización de los tucumangastas, Fuera de breves centajes de alfarería típica.de esa región. Ahora bien, eñ
menciones poco precisas, solo sabemos que participaron en el siglo XVIII encontramos en Andalgalá un barrio donde ha
la última rebelión, o al menos constan entre los pueblos bitaban unos tucumangastas, pero no sabemos si éstos fue:
que al principio apoyaron a Bohórquez, en tanto lo acampa- ron los desnaturalizados del área sur 1 si eran familias

358
1

que habitaron el establecimiento incaico de Potrero-Cha- los demás grupos pudieran tomar contra ellos.· !'a.l vez, a-
quiago donde esta cerámica tiene altos, porcentajes, o mez- busando de una libre interpretación, podríamm¡ comparar
cla de ambos (41). Finalmente, en la zona de Ingenio del este comportamiento con el de los pulares que ya discuti-
Arenal existe otro sitio incaico, llamado Ingenio del Are-- mos más arriba. En ambos casos coincidiría una relación
nal-Médanos, con contexto alfarero similar al de Potrero- más firme con el Inca, que les hubiera facilitado las es-
Chaquiago (es decir, Inca Provincial y estilo tucumano-san- trategias negociadoras que luego entablaron con los espa-
tiagueños: Yocavil y Famabalasto). ñoles.

Tendríamos así que, en principio, los tucumangastas se- 5 \ Grupos menores: casminchangos, ulpingaschas, uchumilma-
rían identificables como mitimaes incaicos. Pero también sao: j
podrían ser lo lo ingamanas. La traducción de ingamana o
inkamana no es totalmente clara: kamana en quechua signi- ~--- Nuevamente aquí nos encontramos con la dificultad de
fica "suceptible de ser mandado o gobernado". Kama es, a , la escasez de la información documental. Solamente para
su vez 1 11
poder de mando, hacer sus obligaciones, Cuota, Casminchango o Caspinchango tenemos certeza de su ubica-
parte de cada uno en un trabajo colectivo. Sinónimo: suyu" ción, ya que la misma coincide virtualmente con la actual.
(Lara 1978: 100). Esta información sugiere que se trata A los otros dos grupos los ubicamos provisoriamente en los
de mi timaes incaicos. No sólo Ingenio del Arenal-Médanos alrededores del primero. Para los tres casos, la.i~forma-~
y también en Punta de Balasto hay un "tambo" inca, con ma- ción arqueológica puede proporcionar algunas prec1s1ones. __;
teriales similares a los ya mencionados. Tenemos así que
Potrero-Chaquiago, Ingenio y Punta de Balasto son si ti os Con respecto a los caspinchangos, pudimos reconocer a
incaicos, donde además de la alfarería Inca Provincial e- través del pleito que ya analizamos sobre los cafayates,
xisten altos porcentajes de otros estilos provenientes de la existencia de vínculos entre los quilmes y los caspin-
regiones vecinas, probable origen de los mitimaes instala- changos. Allí fueron a residir los cafayates con la anuen-
dos en esos establecimientos. cia de los quilmes hasta que un conflicto entre estos dos
grupos llevó a los cafayates a emigrar hacia el valle Cal-
En 1657, según la presentación hecha por Bohórquez en l chaquí. Si bien el documento no abunda en detalles sobre
Pomán, los inrramanas cohtaban con ciento cincuenta indios esta relación podemos considerar que los quilmes tuvieran
de pelea y "''te cientos cincuenta almas en total. Respecto derechos a t~erras en Caspinchango, con fines quizás de
de la pare i cd i oarl Cullumpí de los tucumangastas se consig- complementariedad ecológica. En este sentido, ¿se trataría
nan setent:.1 ··. 'i os de pelea y trescientas almas en total. de una colonia multiétnica?
No hay más datos en relación con estos grupos. Casi un si-
glo antes, el escriban, Luis de Hoyos, en su testimonio Con respecto a los uchumilmasao y ulpingasta, solo apa-
·:,,bre la entrada de Juc.:. Ramírez de Velasco al Valle, men- recen en relación con la rebelión de Pedro Bohórquez. El
ciona la aparición de un indio de ingamangasta sin acotar primer grupo podría tener su localización próximo a Masao,
más detalles. no lejos de Amapajango. Al segundo es imposible ~~caliza~­
lo por el momento. Solo recordar que uchu es aJl en qui-
Los ingama.nas participaron en el levantamiento general chua y que por lo tanto puede tratarse de productores de
de 1630, y algunos de ellos fueron apresados en Andalgalá. ají. El valle, aún en la actualidad, tiene un ex?elente
Dijeron que habían ido allí para juntar algarroba, pero los clima para este cultivo, pero suponemos que las variedades
españoles pensaron que se trataba de espías. También par- más picantes debieron sembrarse en zonas más cálidas de
ticinaron al principio de las intrigas de Bohórquez, pero la vertiente oriental del Aconquija. Si esto fuera correc-
luego terminaron colaborando con los españoles, a cambio to sería una colonia {?) de yocaviles en los antis. La i-
de lo cual fueron trasladados a las proximidades de Andal- dea es atractiva pero, lo reconocemos, claramente especu-
galá, a fin de quedar libres de cualquier represalia que lativa.
360
--- ( Uchumilmasao y ulpingastá se encuentran entre los gru- quebrada de Las Flechas, que ofrece una relativa barrera
pos convocados para el lelantamiento y figuran en el lis- a la comunicació~ a lo largo del río, pero sobre todo se-
tado de curacas que participan de la reunión_ de Pomán en para dos áreas por medio de un territorio casi deshabitado
1657. De este documento sólo podemos extraer:que ambos gru y diríamos "neutral", La comunicación, no obstante, se re~
pos se presentaron con sus caciques: Diego Siquinta de ul: liza a lo largo de las cumbres, y siguiendo la propia di-
pingasta y Agustín Silpitocela de uchumilmasao; que el pri rección de las quebradas que dirigen sus nacientes .hacia
mero contaba con ciento cincuenta almas de familia y el el norte y se conectan con la Puna, y hacia el sur, con el
segundo con trescientas cincuenta. Sería un grupo más nu- Cajón.
meroso que los caspinchango, que tenían doscientas cincuen
:! ta almas de familia. Hasta el momento, ningún otro dato Estas quebradas dan un significado especial a la diná-
' -nos. permite ampliar lo expuesto y especulado. mica cultural regional, dado que el río Calchaquí por sí
mismo no ofrece las condiciones para sostener una pobla-
ción densa y culturalmente rica como la que encontramos
Datos arqueológicos complementarios sobre las áreas cen- allí. En esas quebradas los cursos permanentes y los ma-
tral y sur del Valle Calchaquí. nantiales permitieron la construcción de andenes y siste-
mas de riego y la orografía facilitó la concentración de
El conocimiento que tenemos de la arqueología de ambas humedad a ciertas alturas y ámbitos más protegidos, de mo-
regiones es aún más reducido que el ya comentado para el do que se hizo factible también la agricultura "a tempo-
C>ector pular, y no justifica, por lo tanto, que lo trate- ral". En otras palabras, el río Calchaquí no puede enten-
·nos por separado. El mismo proviene de excavaciones limi- derse sin su cuenca que condiciona la dinámica de interre-
tadas, prospecciones y estudios de material de recolección, laciones ecológicas y económicas entre los distintos mi-
· y debemos extraer de ellos unas pocas sugerencias o refle- croambientes. Por lo tanto, el patrón de poblamiento se
\ xiones provisorias. adecua a esta situación, sin dejar por ello de explotar
los terrenos ribereños del curso principal, donde varios
El sector septentrional de nuestra área calchaquí pre- grupos tenían derechos simultáneos, como lo prueban nues-
senta una característica dominante: tanto los asentamien- tras fuentes y lo confirma la arqueología.
tos en "pueblos" (según el vocabulario español) como las
instalaciones agrícolas más importantes, se han localizado Podemos distinguir poblados ubicados en riscos de difí-
en las Quehrerl% de Luracatao y Angastaco y sus cuencas cil acceso, como Gualfín, centro de los gualfines, o Ta-
respectivas, y en su mayoría se encuentran alejadas del cuil, cabecera de los taquigastas (Cigliano y Raffino
río Calchaquí, aunque sin duda no están totalmente ausen- 1975), y áreas destinadas a la agricultura como los compl~
tes en este emplazamiec ·). Esto es comprensible porque en jos de andenes de La Despensa o La Campana, ubicados en
~•te tramo el río pri:.cipal ofrece pocos espacios aptos una quebrada tributaria de la de Colomé (tributaria a su
para la agricultura, y los mejores ámbitos para la insta- vez del Luracatao). Estas áreas de cultivo pueden alcanzar
lación se encuentran en lugares más aptos y protegidos. hasta tresc~entas hectáreas y mostrar técnicas constructi-
Este sector de quebradas convergentes constituye por sí vas complejas (Raffino y Cigliano 1978).
mismo un hábitat particular y es posible que sus poblado-
res, aunque federados y tal vez dependientes de los pue- Desde el punto de vista de los estilos alfareros, que
blos más importantes, debieron constituir un conglomerado pueden ser los signos más claros para distinguir diferen-
étnico muy particular, según se desprende de la informa- cias simbólicas y de allí inducir diferencias étnicas, de-
ción arqueológica y etnóhistórica que estamos discutiendo. bemos señalar que este sector se presenta con rasgos muy
Además se encuentran separados de los grupos que habitaban singulares.
el sector meridional del área calchaquí (tolombones, cafa-
yates, etc.) por una franja desértica, atravesada por la Si bien en toda el área se encuentran materiales cerá-

362 363
micos del estilo Santa Maria bi y tricolor, estos es tan Dentro de este grupo de piezas se han distinguido dos
acompañados por piezas de estilo chiquimil cuyas vincula- modalidades: la' modalidad A que tiene una dispersión más
ciones más estrechas se encuentran en las sigu..ientes zo- a~pli~ ~área calchaquí más área pular), y la B, donde es
nas: sur del valle de Yocavil, valle del Cajón (centro de mas visible este patrón híbrido al que hicimos mención y
Catamarca) y valle de Hualfín sur (Andalgalá). que se localiza sobre todo en el extremo norte del área
pular, así como en ubicaciones precisas en el valle de Yo-
Veamos, en primer lugar, qué podemos inferir de la ti- cavil (Baldini 1980: 35 y 59).
pología alfarera santamaciana. Dentro del estilo podemos
observar la constante asociación entre piezas bi y trico- Ahora bien, estas piezas santamarianas se encuentran
lor, supuestamente diacrónicas, que aquí, una vez másl pa- profusamente asociadas con materiales considerados genéri-
recen ser contemporáneas. Por otra parte, los patrones de- camente más meridionales. Estas son piezas del estilo Chi-
corativos y morfológicos presentan algunas particularida- quimil o Shiquimil, identificado como un intermediario es-
des, si los comparamos con los de más al sur, pero debemos tilístico entre otros dos estilos: el San José (y /o sus
señalar que se expanden hasta el área pular. Una prueba parientes de tipo Hualfín) y el Santa María tricolor (Po-
más de que las diferencias culturales no pueden ser rígi- destá Y Perrota 1973; y Perrota y Podestá 1978). Según es-
damente evaluadas en términos étnicos y/o políticos sin tas autoras, el estilo Chiquimil sería relativamente tem-
muchas precauciones. Estas piezas se caracterizan local- prano dentro de la secuencia de la región, pero en el sec-
mente por tener cuerpos más alargados, con subzonificación tor que estamos analizando se encuentran asociados con ma-
menos neta, aunque las tricolor, en general, son más an- teriales más tardíos, como Belén III e Incaico, todos in-
chas que la bicolor, que se distingue por su perfil alon- dudablemente del fin de la secuencia y ajenos al área cal-
gado y sus especiales patrones decorativos (Caviglia1985), chaquí en sus términos más amplios. Belén proviene de Hual
fín del sur, . y el incaico refleja la ocupación imperial-;
Sumadas a estas piezas, se han identificado en la zona con sus consiguientes alteraciones en los mapas étnicos.
formas muy especiales llamadas las "urnas de tres cintu- Como veremos la situación no presenta un patrón local pro-
ras", que presentan un perfil compuesto por medio del c.ual, piamente dicho, sino una confluencia multiestilística, que
entre la base y el cuello,se han colocado franjas recorta- nos atrevemos a interpretar como multiétnica. ¿Cómo pode-
das morfológicamente y decoradas en un patrón totalmente mos analizar esta situación?
horizontal, alterando de este modo las normas de vertica-
lidad ü oblicuidad que caracterizan al estilo santamariano. Comencemos por reflexionar sobre la presencia del grupo
que se autodenomina gualfines y que habitaban el pequeño
Estas franjas han sido decoradas por patrones similares vallecito homónico tributario del de Angastaco. El hecho
a los 1tilizados por algunas alfarerías extravallunas, co-
1
de que este grupo se autoidentificara con el mismo patro-
mo el .:erías o aún el Sunchituyoj de Santiago del Estero, ními?o que los del sur, los hualfines (o malfines), sugie
cuyas influencias pudieron llegar a nuestra región po·r me- re sin duda que también pudieron existir filiaciones étni:
dio de los mi t i.maes 11
tucumanos" portadores de los tipos c~s comunes. Aunque el momento de la llegada de estos gu'al
Yocavil y Famab:'.lasto (las versiones locales de una parte fines a nuestra región permanece incierto, también puedeñ
de esos estilos en época incaica), Revisando la infinita hacerse algunos comentarios al respecto:
variedad de piezas santamarianas (no hay dos iguales), es
posible advertir que la combinatoria de rasgos y la ducti- 1- Esta migración, podría haberse producido en el Pe-
lidad de su patrón debió permitir estas incorporaciones ríodo Medio, entre el 600 y el 900 d. C. , dado que .es una
aparentemente alóctonas sin que se alterara, al mismo tiem de las pocas regiones del valle donde se encuentra mate-
po, el aspecto general que permite identificar estas urnas rial Aguada, propios del área valliserrana central y meri-
sin ninguna duda dentro del estilo santamariano. dional. Este material, que tiene una presencia tan consis-
tente en el valle de Hualfín del sur, aparece justamente
en este sector, donde residía un pequeño núcleo de habi- Finalmente, como veremos más adelante, estas piezas Chi
tantes que se identificaba con ese nombre. Según Raffino quimil serán también nexo estilístico para reflexiona.r so-
y otros ( 1979-82), fragmentos Aguada aparecen en siete bre las relaciones étnicas muy estrechas entre el sur del
si ti os en el valle Calchaquí, a saber: Breal i to II, San valle (en su sector Yocavil), con Andalgalá y la cuenca
Rafael, La Angostura, La Represa Rodó, San Car los y San de Belén.
Lucas, ocupando los sectores medio e inferior del valle 1
1
y sus quebradas laterales, desde Seclantás por el norte En síntesis tal como lo muestra la información históri- \

hasta San Carlos por el sur. Tres de ellos, San Rafael, ca, el sector en cuestión formado por las quebradas de Lu-
La Angostura y San Carlos, se emplazan sobre el mismo va- racatao al norte y Angastaco al sur, parece haber sido un
lle y los cuatro restantes en las quebradas de su flanco hábitat de grupos diferenciables ¡entre sí, pero quemante-
occidental. Aunque estos materiales Aguada se encuentran nían vinculaciones muy estrechas, al punto que los elemen-
a veces mezclados con otros más tardíos,· no obsta para tos materiales permiten sospechar que la confluencia de
que puedan ser considerados tempranos en la zona, a pesar estilos alfareros se corresponde con una ocupación multié!
de posibles supervivencias. Lo que interesa aquí es que nica y con el uso de espacios en parte independientes Y
nos presta apoyo para establecer una vinculación, tal vez en parte compartidos (Raffino y Baldini 1983).
bastante antigua, entre las ocupaciones de los dos valles
homónimos. No debemos descartar tampoco que parte de esta si tua-
ción puede atribuirse a responsabilidad de la política im-
2- Si la vinculación no se inició tan temprano, al me- perial incaica, puesto que resulta sugestiva la designa-
nos es segura en la etapa media del Período Tardío, entre ción de La Despensa para un área destinada a cultivos, que
el año 1000 y el 1200, dado que varios fechados radiocar- podríamos traducir groseramente como área de reserva ali-
bónicos confirman· esta ubicación temporal para materiales menticia, de depósitos o coleas (?).
de los grupos Chiquimil y Santa María tempranos ( Raffino
y Baldini 1981-82). Estos materiales fueron así fechados
en un si tia próximo al pueblo actual de Molinos en terre- Si pasamos ahora al sur de Angastaco, sorteando el área '"I
nos y con un tipo de ocupación que en las fuentes históri- deshabitada de la quebrada de Las Flechas, caemos e{ el seco. 1

cas son mencionados como aquellos que eran usufruc- tor de San Carlos, Cafayate, Tolombón y Colalao.) Sobre es:
tuados también por los pueblos instalados en las quebradas ta zona conocemos aún menos que sobre la anterior. Aqu1
altas (los llamados "puestos de Sicha", por ejemplo). en general, los si ti os se encuentran ubicados contra los
conos de deyección de. la sierra del Cajón, y algunos esta-
Piezas de este estilo se encuentran también en asenta- blecimientos como el de Tolombón y Pichijao son grandes
mientos y cementerios del valle del Cajón, más precisamen- pueblos, complejos y totalmente estructurados y con ª?ceso._c=
te en Peñas Azules (Arenas 1975), mostrando la existencia muy fácil al curso principal del río. En cambio, proximo
de jalones ocupacionales que conectaban nuestro sector con a Cafayate se encuentra un sitio con estructuras menores,
el Hualfín del sur a través de dicho valle, cpnexión que, andenes, riego y pinturas rupestres, que corresponde a es-
diríamos, corría por de~rás del valle Calchaquí. te período pero que no sabemos si debe ser identificado
con un establecimiento especial de los cafayates expulsa-
3- Este estilo Chiquimil pudo persistir a medida que f dos por los quilmes o alguna otra parcialidad de la región.
se produjeron cambios en otras series estilísticas locales Estos establecimientos al menos nos ayudan a distinguir
o ajenas al sector y alcanzar todos juntos el momento im- entre el concepto formal de "pueblos" usados por los espa-
perial, tal como se refleja por la asociación con piezas ñoles y - el de "si tios 11 o "puestosº con los que designan
de tipología incaica, yocavil y o famabalasto, propias, a. las ocupaciones más dispersas en los terrenos agrícolas
estas dos últimas de los mi timaes tucumanos incorporadas a los que tenían acceso. A partir de Payogastilla (nombre
en la región. sugerente, pero sobre el cual nada podemos decir), el va-

366 367
lle se. ensancha notablemente. Su fondo estaba ocupado por y mejor conocidos.
amplias áreas de algarrobales y otras de bañados o suelos
cenagosos. Estas zonas debieron ser claves para la explo- Sobre la margen derecha del río las estribaciones del
tación económica y lugares tal vez conflictivos por la co~ Aconquija forman vallecitos laterales, con arroyos o ríos
fluencia de derechos alegados por grupos diferentes. Las que por tramos corren de este a oeste para desembocar en
enormes extensiones con algarrobales permiten suponer ade- el Santa María, pero en parte son paralelos a las altas
más, que su incidencia en la dieta fue mayor que la consi- cumbres. Esto ofreció tal vez buenas posibilidades de re-
derada hasta el momento y que es necesario repensar su im- fugio y no fue necesario recurrir a la construcción de éo~
portancia dentro del sistema global de subsistencia y ma- plejas fortificaciones. Por otra parte, la agricultura pu~
nejo de ¡excedentes. ' de practicarse aquí desde la orilla del río principal has-
ta bien entradas las estribaciones del Aconquija, pero es-
Desde San Carlos en adelante, aumenta la distancia en- pecialmente en los oasis que se abren en medio de las ca-
tre las poblaciones ubicadas en los conos de deyección de prichosas figuras que la erosión ha modelado y recortado
las cumbres del Cajón y la de los guaicos y vallecitos de en las areniscas rojas y amarillas que dan colorido a un
los faldeos del Aconquija. Desde allí la dinámica geopolí- paisaje bastante desértico. En tanto la vertiente del Ca-
tica del valle debió cambiar, porque además su lado orien- jón tiene su pendiente suavizada por los conos de deyec-
tal ofrece ámbitos habi tacionales más propicios que los ción, que acumulan la humedad que llega del este, la ver-
abruptos contornos de la banda izquierda del río Calchaquí. tiente del Aconquija, en cambio, queda como encajonada o
replegada detrás de sus altos picos. Las zonas altas y los
El río Santa María abre un espacio más amplio y el cam- valleci tos encerrados entre estas formaciones más áridas
bio de paisaje se debió reflejar en una percepción y apro- ofrecen condiciones favorables para la agricultura y el
piación territorial concordante. desarrollo de poblaciones demográficamente importantes,
tanto como se vio en los casos de los uchumilmasaos y ul-
Vol viendo a la arqueología, diremos que la ausencia de pingastas. En esta banda, de norte a sur, podríamos menci~
información precisa sobre Cafayate es sorprendente, con nar los poblados arqueológicos de Amaicha, Caspinchango,
excepción de los datos que provienen del coleccionista Ro- Andalhuala, Loma Rica, Loma de Jujuil, Ampajanco, Pajangu~
dolfo Bravo de la ciudad de Cafayate, quien lamentablemen- llo, Punta de Balasto e Ingenio del Arenal entre otros,
1 te ha depredado y se ha adueñado de todo el territorio .ci:: ubicados a muy di versas distancias del centro del valle
lcundante. Es muy escasa la información también sobre Tolom principal.
1.l:)ón y casi nula sobre Pichijao,
El poblado de Amaicha tal vez constituya una "excepción"
La alfarería más típica es la santamariana tricolor, porque está ubicado más al este y a mayor altura que el
en sus formas más ovales, pero sin perder los patrones me- resto. No hay trabajos sobre el mismo, de modo que resulta
jor conocidos con la que fue tipificada. En todos los si- imposible hacer un diagnóstico cultural claro. Las ruinas
tios, sin embargo, una investigación extensiva podría re- son muy extensas, lo que prueba que fueron habitadas por
velar problemas culturales que aún permanecen indefinidos. un grupo numeroso.
j
Por otra parte, la información arqueológica revela al- 1 Más al sur, Loma Rica y Loma de Jujuil constituyen po-
gunas características particulares de ocupación indígena blados instalados en mesetas perfectamente recortadas del
a partir de Quilmes. En primer lugar los sitios más gran- paisaje general y se las puede distinguir claramente desde
des y fortificados se encuentran en la ladera de la sierra la ruta n• 40.
del Cajón. De norte a sur, tenemos los poblados de Quil-
mes, Fuerte Quemado, Cerro Las Mojarras, Rincón Chico y En Caspinchango hay un conjunto de ruinas y cementerios
el Mendocino, para mencionar solo a los más importantes ubicados en uno de los valles semi-transversales a 18 km
al este de la ciudad de Santa María. En Caspinchango (Aro- sólo en función de la diacronía? sin duda hay sectores cla
cena, de G3speri y Petruzzi 1960) como más al sur de Andalhua ramente diferenciados en las instalaciones de Caspinchan:
la (Arocena Carnevalli 1960), hay áreas bastante extensas go. ¿Cuál sería su significación a. la luz de nuestros co-
cubiertas de andenes de cultivo. Con referencia a Caspin- nocimientos actuales? Es necesario volver al terreno y re-
chango, nos dicen: "Se trata de andenes y cuadros de. cul- plantear los problemas con una perspectiva más actualizada.
tivos entre los que están esparcidas unidades de vivienda
de paredes de piedra [ .. J que fueron designadas con el El fenómeno de Andalhuala, como ya lo mencionamos, no
mismo nombre que le dan a los pobladores. Estas son: El es muy diferente. En Ampajango, en cambio, no existe nin-
Monte, El Ciénago, Valle Viejo y sur de Monte Redondo" (A- gún poblado de tipo conglomerado. Hay viviendas dispersas
rocena, de Gasperi Y Petruzzi 1960: 84-85). Más adelante estas y entierros aislados de párvulos en urnas San José. Pero
autoras agregan: "algunos de los andenes presentan líneas Ampajango tiene una peculiaridad muy importante: se trata
divisorias transversales, también de piedras, que delimi- de un gran centro de culto, Centenares de petroglifos gra-
tan superficies rectangulares utilizadas posiblemente como bados en bloques de los más diversos tamaños se encuentran
cuadros de cultivo" (pág. 85). Estos andenes estuvieron sobre onduladas planicies rodeadas de mesetas y sobre las
regados con canales alimentados por una represa localizada laderas y cumbres de esas mesetas (Lorandi 1966). De allí
en las alturas. su importancia como centro social y cúltico, y por eso tal
vez fue el sitio elegido para atacar a la columna de espa-
Las ruinas de El Monte, por ejemplo, abarcan 6 km de ñoles que llegaban desde Andalgalá, bajo el mando de Nieva
largo. Los restos cerámicos de superficie revelan una ocu- y Castilla en 1659.
pac1on de pueblos que producían cerámica Ciénaga y Aguada
y finaliza con los que hacían los tipos incaicos e hispa- Hacia el sur, el valle se cierra con la instalación de
no-indígena. un tambo inca en Punta de Balasto (Garrara, Lorandi, Renard
y Tarragó 1960: 13-42) . Río por medio, un largo espolón
Lo que interesa aquí es señalar que en algunas de las de la sierra de Quilmes permite comprender ·que se haya e-
viviendas excavadas se encontró alfarería gris y Aguada legido este punto como lugar de control de entrada y sali-
solamente y en otras los.tipos tempranos estaban asociados da del valle. En Ingenio del Arenal como ya dijimos, hay
también con San José y Santa María. Durante la campaña ci- otro asentamiento que controla los caminos que suben hacia
tada se excavó un cementerio con entierro de párvulos en Las Pavas en lo alto del Aconquija, y el que va a Andalga-
urnas de tipo San José. lá atravesando Las Capillitas.

En La Maravilla y El Pabellón se encuentran también ha- Si pasamos a la ladera del Cajón, veremos que el patrón
bitaciones ubicadas sobre unas lomas altas. Estas vivien- de asentamiento es diferente. El primer poblado alto y for
das eran rectangulares o circulares y la alfarería de tipo tificado con cinco líneas de muralla es El Mendocino (ca:
San José, Santa María y Famabalasto. rrara, Lorandi, Renard y Tarragó 1960). Es típicamente lo-
cal, sin restos cerámicos que puedan denunciar la presen-
Recordemos que en Caspinchango los quilmes le cedieron cia incaica; por el contrario, predomina el Santamaría Tri
tierras a los cafayates, originarios de algún lugar del color. Sobre los conos de deyección se encuentran cuadros
sur de Catamarca, donde los tipos cerámicos son similares de cultivo y viviendas dispersas, así como pequeños con-
a los mencionados (Aguada, Sanagasta), Las variaciones ce- glomerados, tal vez de menor importancia social.
rámicas que se observan han sido siempre interpretadas co-
mo testimonio de diacronía. Si esto es válido, ¿los quil- Algo más al norte está Rincón Chico, el fabuloso centro
mes ubicaron a los cafayates en terrenos donde pudieron recientemente explorado en su totalidad por Myriam Tarra-
hallar "parientes" instalados allí desde épocas más remo- gó, y que hemos descripto al tratar de localizar el pue-
tas? ¿Es correcto interpretar las variaciones cerámicas blo, valle y adoratorio de los anguinahao, La calidad de

370 ~71
la arquitectura disminuye a medida que se aleja del cen- se encuentra en las proximidades de Andalhuala, y también
tro, es decir de la cúspide, convirtiéndose paulatinamente del actual poblado de San José. Es la zona que como diji-
en recintos aislados, vinculados a cuadros de cultivo. Ta- mos tal vez corresponda al territorio de los ingamanas,
rragó piensa que esta distancia física así como las dife- La presencia de urnas San José y Chiquimil, la existencia
rencias en la calidad arquitectónica reflejan también una de sitios con alfarería temprana (Ciénaga y Aguada), que
distancia social, (Tarragó 1988). se distribuyen al pie del Aconquija, en suma, ¿son estos
testimonios válidos para establecer conexiones relativa-
Por su parte todos los poblados hacia el norte,tales co- mente estrechas con el centro-oeste y sur de Catamarca?
mo Las Mojarras, Fuerte Quemado, Quilmes, presentan un pa- ¿Existe alguna relación entre la presencia de estos tipos
trón conglomerado o sub-urbano. Casi todos tienen áreas cerámicos y la localización de los "advenedizos" tales
o edificios que revelan la intervención incaica. En Quil- como los anguinahaos, cafayates, gualfines, animanas y' ot~os?
mes existe una represa de avanzada técnica de construcción ¿Exactamente quiénes son en el valle de Yocavil los llama-
y otros edificios de manufactura estatal. dos "parientes" y amigos de los andalgalá? ¿Se trata de
algún grupo originario propiamente dicho, mitimaes tucuma-
Un rasgo importante, y que puede tener muchas implican- no-santiagueños dispersos en muchos sitios incaicos de una
cias en la definición de los territorios étnicos, son las y otra zona o se trata de los advenedizos de la época co-
pruebas de ocupación agrícola y recintos dispersos que o- lonial?
cupan varios conos de deyección en torno a cada uno de es-
tos poblados. En muchos casos las fotos aéreas revelan la En síntesis, ¿cómo manejar en forma cruzada estas evi-
presencia de cuadros de cultivo, andenes, canales de rie- dencias sin cometer un pecado de sincronía forzada?
go, viviendas dispersas, zonas especiales de molienda de
granos, explotación minera quizás y cementerios, Uno de
estos cementerios está al pie de Rincón Chico, próximo al COYUNTURAS, ALIANZAS Y RELACIONES INTERETNICAS
río Santa María, en un arenal. En el 1959 descubrimos allí
varios entierros de niños en urnas Santamarianas Bicolor Introducción
(consideradas las más tardías) y vasijas "Caspinchango"
típicas por su "pie de coinpotera" y en general con una mor Una vez identificados y ubicados geográficamente los
fología heredada de estilos incaicos ( Lorandi Renard y grupos étnicos del valle de Pul ar, del área central del
Tarragó 1960) . ' valle Calchaquí y del área sur, procederemos a analizar las
relaciones interétnicas entre los mismos y con los españo-
Se excavaron también dos cistas de entierros múltiples les. Tanto unas como otras se reflejan con mayor amplitud
de adultos, donde se encontraron asociaciones de material en las coyunturas concretas que se plantean cuando los es-
indígena con elementos hispánicos, tales como cuentas de pañoles intentan hacer efectivo su dominio en toda la re-
vidrio y un trozo de hierro. gión. Estos intentos, cada vez más sistemáticos y organi-
zados, generaron diversos tipos de actitudes entre los gru
El sector sur del valle de Santa María há sido profusa- pos étnicos, pero se puede decir que la característica
mente visitado y es aparentemente muy conocido desde el constante fue la resistencia, matizado por períodos de
punto de vista arqueológico, pero una revisión de la lite- franca y abierta rebelión.
ratura nos ha convencido de que sólo tenemos información
sobre la alfarería y la secuencia cronológica sobre todo Siguiendo la pautas delineadas en los acápites anterio-
después de los estudios de Perrota y Pódestá. 'Las autoras res, nuestro análisis se va a ubicar alrededor de los acon
plantean la existencia de una fase "chiquimil" identifica- tecimientos de la tercera rebelión calchaquí, o sea hacia
bles ~or piezas que c~mparten elementos morfológicos y de- 1659, momento en el cual se observan diferentes tipos de
corativos de San Jase y Santa María. El sitio Chiquimil alianzas entre los grupos a fin de resistir con mayor éxi-

372 373
to el objetivo de sumis1on que perseguía la campaña del parte se encuentra documentada, la misma no revistó un ca-
gobernador a Alonso de Mercado y Villacorta. Trataremos rácter de abiert" antagonismo o rebelión, como sucedería
de averiguar si es4as mismas alianzas se verificaron en con los calchaquíes, sus vecinos, Los pul ares prefirieron-,
períodos anteriores a 1659, y,para conocer la variabilidarl mostrar hacia los españoles una estrategia de acercamiento
0 estabilidad de las relaciones de poder, nos retrotraere- y relativa ductilidad en este primer período, aunque la
mos a los períodos de las rebeliones anteriores. prestación regular de servicios de mita no fue uniforme
a lo largo del siglo XVII. Esta estrategia permitió a los
a) Area del valle de Fulares pulares lograr un acuerdo con el gobernador Albornoz d_u-
rante el desarrollo del Gran Alzamiento, como veremos lue-
Intentaremos reconstruir las estrategias de los pulares go.
y de los restante~ habitantes del valle de Pular, durante
el período de conquista hasta la última rebelión con espe- En parte, estas estrategias pueden tener relación con -
cial atención a esta misma. Previamente recordemos que si la intervención incaica en la región y, aunque por el mo-
bien no conocemos con exactitud qué modificaciones impusi~ mento no tengamos conocimiento acabado de dicha realidad,
ron los incas a las poblaciones de este sector, la influe~ podemos suponer que existió una cierta 11 acul turación 11 que
cia se verifica aquí no sólo a nivel cultural, sino tam- los impulsó a participar en un macro sistema estatal, don-
bién por la presencia de "extranjeros" en el lugar y por de el dominio se ejercía por medio de ciertas reglas de
la características especial de que muchos de sus habitan tes reciprocidad, generalmente asimétricas, La arbitrariedad /
conocían y hablaban la lengua general del Cuzco. Estas de la exención tributaria y de las prestaciones de traba-
transformaciones, a las cuales ya nos hemos referido, re- jo brindadas al incanato habrían estado recubiertas por
sultan claves para comprender las relaciones hispano-pula- la contraprestación de dones y/o privilegios especiales.
res en períodos subsiguientes. Por lo tanto, la memoria histórica de los habitantes del
valle de Pular pudo aconsejar que era una buena estrategia
Para el período comprendido entre las primeras entradas reproducir el mismo tipo de comportamiento. Los hechos pos
: ;/al valle y el estallido de la rebelión de 1630, existe po- teriores les mostraron, en cambio, que la política españo:
i'1¡ ca información que documente la actuación de los grupos la no respetaba el mecanismo de reciprocidad,
/\.~de esta área. En principio, y como ya comentamos, los pu-
:-)· lares y otros pueblos del sector fueron encomendados_ por La actitud de los habitantes del valle de Pu lar hacia
\ Hernando de Lerma el mismo año de la fundación de San Fe- los españoles pudo tener otras causas de orden regional.
l\ lipe de Lema ( 1582}, La incorporación de los mismos al Por ejemplo, un viejo antagonismo con los calchaquíes. O-
'()istema de mitas tenía como objetivo favorecer el creci- tro matiz a considerar para el caso de las alianzas pula-
\ miento de la ciudad; mas, esta situación, cuyo cumplimien- res es que éstos 1 como ya analizamos 1 no constituían un
: to regular nunca fue del todo efectivo, generó resisten- grupo homogéneo, Los llamados pul ares propiamente dichos
cias desde el comienzo. Por ejemplo, el jesuita P. Lozano convivían con otras poblaciones autóctonas y aún con o-
1
~os narra que hacia el momento de la fundación de Lema, tras, extrañas en principio, instaladas allí por los in-
el gobernador tuvo que combatir asaltos "desordenados" que cas. Por otra parte, el área no conformaba una unidad des-
ponían en pe1igro la existencia de la ciudad, pero no es- de el punto de vista político, ya que, como vimos, cada
pecifica a qué grupo o grupos se refiere. Suponemos que pueblo {una vez más repetimos, en sentido geográfico), po-
por la proximidad podría tratarse de lules o pulares, Cu- seía su propio curaca o cacique y ninguno parece haber te-
riosamente el primer testimonio que encontramos sobre los nido una hegemonía marcada sobre el resto (salvo el caso
pulares, (Información de servicios de Juan Bautista de Al- de Felipe Colea, .ya discutido}, Posiblemente también esta
cántara, citado anteriormente} menciona que hacia 1583 los atomización política tenga relación con.la probable deses-
españoles tuvieron que enfrentar una "guac;avara" con los tructuración política del área impuesta por los incas, o
pulares. Si bien la resistencia pular resulta lógica y en quizás haya sido una condición anterior aprovechada por

374 375
éstos. 1,,;: hubo terminado, Sin embargo, creemos que este antagonismo
·~·pular-calchaquí puede remontarse a períodos anteriores a
Siguiendo el desarrollo histórico, en 1622 el Obispo :-.este momento. Como ya lo sugerimos, las relaciones pulares
Cortázar emprendió la recorrida de reconocimiento de les con los' incas o con los mi timaes impuestos por ellos, y
pueblos del valle Calchaquí, y para llegar a éste, habien- el temprano trato con los españoles, hicieron aún más di-
do partido de Salta, tuvo que atravesar al territorio pu- fícil esta relación, y tal vez fue una conducta dictada
lar. Viajaba acompañado por el escribano Juan de Higueras, para liberarse de las pretensiones hegemónicas de los cal
quien se encargó de tomar nota de los sucesos del viaje, chaquíes. En estos juegos de poder todo pudo ser factible~
anotando los pueblos que encontraban a su paso. Por lo que
refiere, el Obispo y su comitiva no tuvieron oposición ni Entre t643 y 1659, los pulares parecen haberse manteni-
signos de rechazo en el área pular .. do en un estado de disconformidad, aunque cumpliendo par-
1 cialmente con sus obligaciones de prestación de mitas y
Para el período siguiente, el que corresponde al levan- .,__servicios. El gobernador Alonso de Mercado ' en una reseña
tamiento general de 1630, poseemos un mayor caudal de in- final de los Autos, caracteriza la situación de los pula-
formación. Se caracteriza por la alianza hispano-pular, res en los momentos previos al levantamiento instigado por
realizada sin duda esperando poner en marcha algún mecani~ Bohórquez:
mo de reciprocidad que les permitiera obtener algunos be-
11
neficios específicos. Esta alianza pudo establecerse sobre ••• son trescientas familias repartidas en siete encomiendas

la base de las prestaciones relativamente pacíficas que de otros tantos vecinos de esta ciudad ÍSalt;i a quienes pa-
los pul ares venían cumpliendo. La alianza consistió en gan tasa y reconocen servidumbre viviendo co; sujeción cris-
que, durante la rebelión, los pulares actuaron en las di- tiana y política de muchos años a esta parte y debajo de las
versas campañas del gobernador Albornoz como "indios ami- Reales Ordenanzas de esta provincia y sin diferencia de los
gos". Por el otro, y a cambio de los servicios prestados demfis indios dom~sticos de ella .•• 11
y tal como puede verificarse en un documento ya citado (Carta del gobernador Mercado al Virrey, Salta dic. de 1659,
(42), los españoles prometieron eximirlos del pago de tri- Autos 11!).
butos y del cumplimiento de las mi tas a Sal ta ( 43) . l!as,
terminada la guerra, esta promesa quedó sin efecto argu- Sin embargo, en 1657 cuando Bohórquez llegó al valle,
mentando las autoridades españolas, y sobre todo los enco- fueron los pulares uno de los primeros grupos en adherirse
menderos interesados en este punto, que la misma regía só- __ a su proyecto de rebelión. Ya mencionamos el rol preponde-
.
'
l_lo durante el lapso de la contienda. Es fácil entrever que rante del curaca de Cachi como "instrumento" de Bohórquez.
esta situación debió alimentar resentimientos entre los Pero esta adhesión no es del todo manifiesta, ya que los
afectados, y probablemente haya quedado en claro en aquel pulares no participaron del encuentro en Pomán entre Bohór
momento que las alianzL.:> con los españoles eran sustancial quez y las autoridades españolas, y a pesar de las opinio:
mente diferentes a las que pudieran llevarse a cabo dentro nes del P. Torreblanca sobre el apoyo del curaca de Cachi,
de las normas de reciprocidad prevalecientes en el mundo nos parece mucho más significativa esta ausencia, que es
andino. un hecho concreto. En otras palabras, dudamos de que el
apoyo de todos los pueblos del valle de Pulares haya sido
Por otra parte la alianza hispano-pular desató la reac- tan incondicional. Esta duda proviene una vez más de la
. ción de los demás grupos del valle Calchaquí que se encon- dificultad de poder discriminar cuándo se hace referencia
1, traban en plena rebelión. Los más próximos al territorio a los llamados por nosotros "pulares propiamente dichos"
•/ pul ar, atacaron el pueblo de Atapsi, "donde mataron más y cuándo a los demás pueblos del área que son presentados
1~ de sesenta piezas 11 • Esta venganza motivó el retiro de las ,,_,,
____ ,.., bajo la designación general de pular. Es así que no pode-
poblaciones del área pular al valle de Salta, donde perma-! mos establecer con certeza si todos los pueblos del valle
necieron a resguardo de los españoles hasta que la guerra sostuvieron una conducta o un grado de relación uniforme

:i7n 377
con respecto a Bohórquez y a su proyecto de rebelión. El pertenece a la plaza de esta ciudad como antes lo hacian en
hecho de que algunos de ellos fueran omitidos o no mencio- conformidad con las Reales Ordenanzas y que bajasen las bu-
nados en forma particular en fuentes claves, no los exime rras y burros que quedaron en el dicho valle al tiempO que
de haber participado en ella, dado que pueden encontrarse se alzaron de diferentes duefios con que se comerciaban las
englobados bajo la designación gene.ral de pul ares. A la comidas y bastimentas o los minerales de Chicha y Lipes, dán
inversa, si privilegiamos las omisiones aludidas, tenemos doles tres servicios no han venido ni cumplido con lo que
que concluir que no todos los pueblos del valle de Pular se les ha ordenado .•. 11 ,
estuvieron efectivamente involucrados en la rebelión (44). (Declaración de Miguel de lizondo, Autos[![, ¡55g),

Después de la derrota de Bohórquez en San Bernardo, és- Cuando el ejército regresó a Salta, una vez vencido To-
te pidió a los grupos rebelados que se rindiesen. Los pu- lombón, decidieron revisar el estado general del valle de
lares acataron esta instancia y fueron· indultados por el Pular y de acuerdo con ello se iba a determinar si hacía
Oidor Retuerta, representante de la Audiencia de Charcas. falta o no continuar con la campaña.
En este caso el término "pular" está empleado en sentido
amplío, ya que el gobernador Mercado y Villacorta casi no 11,,.porque al presente, hallándose el ejército a la raya de
se detuvo en territorio pular, cuando inició la marcha ha- los indios pulares conviene reconocer el estado que tienen
cia el valle Calchaquí para dominar la rebelión porque los y saber qui pueblos de los dichos pulares faltan por bajar
creyó pacificados. Se dirigió directamente a Chicoana y a lo llano de Salta, por haberlo hecho algunos voluntaria-
de allí a Atapsi sin consecuencias; los de Payogasta por ~ente y a instancias de sus encomenderos .•• 11 •
su parte, le aseguraron "estaban de paz". A pesar de ello, (Auto y marcha del ejército de Pompona a Atapsi. Autos 111,
los españoles conservaban cierto recelo hacia los pulares: oct. de 165g),

11 .,.constando el dicho valle de Pu lares de más de trescien- Parece evidente que la noticia de la derrota de los gr~
tos indios ladinos no se debe estar a la paz que veinte más pos del sector calchaquí ya había llegado al· valle de Pu-
o ne nos vinieron a dar la traídos de dicho Pedro Bohórquez .. . 11 • lar, lo que motivó que éstos se rindieran definitivamente.
••• para creer que era firme Qa pa~ había de ser restitu-
11
Por fin, el gobernador decidió empadronarlos y desnatura-
yendo las cosas que tienen robadas de las estancias y juris- lizar las trescientas familias pulares al valle de Salta,
dicciones de dicha ciudad de Salta, Valle de Choromoros y reasignándolas a las ocho encomiendas ya establecidas.
San Miguel de Tucumán en tan grandes cantidades como son mu-
las de mucho valor, ganado vacuno !leguas Gi~ de cría1 de En síntesis, puede decirse que la estrategia de los ~~- -.,
mulas con sus padres jumentos y burros, bueyes y herramien- lares (en sentido amplio), en general, fue de colaborac1on
tas y otras cosas ... 11 • hacia los españoles con algunos matices circunstanciales
(Declaración de Juan Costilla· Gallinato. Autos 111, 1659). según lo hemos descripto. Si en la última rebelión tomaron
partido por Bohórquez, sus términos y verdaderos alcances
Esta situación podría caracterizarse más que como un no parecen suficientemente claros ni uniformes. Recordemos
estado de rebelión, como una resistencia o guerra de zapa, además que anteriormente los españoles habían transgredido \\
ya que en ningún momento consta que los pulares hayan to- la alianza establecida con ellos obligándolos a prestar
mado las armas en forma activa, solos o aliados con los servicios. Hacia el final de la rebelión de 1659, los pu-
1
calchaquíes. Puede afirmarse en cambio que los servicios lares parecen haberse mantenido a la espera de que los cal 1
que prestaban en aquel momento eran limitados, y que en chaquíes definieran la situación antes de arriesgarse a \\
1
sus viajes de ida y vuelta a la ciudad asolaban las estan- una sublevación abierta. La rápida rendición de los pula-
cias. Es así que: res después de que los calchaquíes fueran derrotados, da
cuenta de esto.
11
••• enviándoles el recaudo de que bajasen a dar la mita que

378 379
\--,

'¡ Vale la pena puntualizar que los pulares nunca llegaron claridad expositiva, nuestros datos serán presentados si-
La aliarse con 1os calchaquíes. Cuando las fuentes mencio- guiendo su orden cronológico.
nan que se "confederaron" con ellos, creemos que se hace
alusión a que coincidían en una actitud rebelde, sin me- Sobre la base de los escasos elementos que hemos descu-
diar entre ellos un acuerdo establecido formalmente. Esto bierto acerca de la organización política de algunas uni-
puede atribuirse a los antagonismos existentes entre ambas dades étnicas del valle Calchaquí, ' caso de los tolombo-
ºnaciones", lo cual impidió la conciliación, aún en momen- nes-pacciocas-colalaos particularmente, trataremos de se-
tos críticos. guir las transformaciones producidas en las rebeliones· in-
tergrupales, a través de dos variables principales:
· Por otra parte, las relaciones¡ "amistosas" de los pu la-
res con los españoles les permitieron gozar de algunos prl Las sucesivas intervenciones incaicas y española en la
vilegios, puesto que, aunque fueron desnaturalizados, esto región: los efectos más visibles de la primera son la
no implicó la segmentación de las encomiendas en composi- incorporación de nuevas poblaciones al ámbito local y
ciones nuevas, hecho que habría desestructurado aún más posiblemente . la alteración en la estructura de poder
rápidamente a estos grupos. No obstante, la descomposición preexistente. La segunda, mejor conocida por nosotros,
y transformación de estas unidades étnicas fue a la larga se manifiesta a través de la constante interacción con-
inevitable. A pesar de esto pasaron a la historia como flictiva, que alterna etapas de guerra activa y la re-
"los indios amigos" o los ºdomésticos pulares 11 , que tan sistencia a ser incorporados al sistema de prestaciones
grande ayuda prestaron a l.as armas españolas durante la coloniales,
rebelión de 1630.
Ambas fuerzas externas provocaron indirectamente migra-
ciones desde regiones periféricas, alterando el equili-
b} Area central del valle Calchaquí brio territorial y político de los originarios.

El objetivo de este acápite es el reconocimiento de las Las dudas que se nos han planteado con respecto a la
relaciones ínter-grupales de carácter político, es decir, organización política de los grupos del valle Calchaquí
de aquellas que aparecen conformando mecanismos de alian- se reflejan en parte en los términos conceptuales que em-
zas o de antagonismos y que admiten la existencia en su pleamos. Hemos tenido que utilizar conceptos como "alian-
seno de fenómenoe de concentración de poder en ciertos gr~ za" o "confederación" para designar una realidac\ en perma-
pos y en circunst··ncias determinadas. nente cambio y cuya estructuración real desconocemos.
Por nuestra parte, la calidad de la información que mane-
Desde el punto de vista metodológico, nuestro proceso jamos no nos ha permiti~o, en este tema, lograr una recon~
de investigación '"º "' ':!. tema ha sido el de proyectar ha- trucción eficaz, ni reunir los elementos necesarios como
cia el pasado la in{i>cr.:oción disponible para el período para estar en condiciones de dirimir si estamos tratando·
de la úl time. r.,.1,·.'..1. o;; (1659-1665). Sin embargo esto ha si- con señoríos pequeños pero estructurados o bien con alguna
do factible: de realizar solamente en esta área, en virtud forma de cacicazgos segmentarios. El abordaje de esta pro-
de la calidad y cantidad de la documentación, Las áreas blemática sobrepasa la especificidad de este trabajo y de
pul ar y sur han exigido un tratamiento particular, menos todos modos ha sido objeto de otras investigaciones teóri-
exhaustivo, porque la información que sobre ellas tenemos cas ( Lorandi 1987) •
es igualmente menos rica. No obstante, no siempre fue po-
sible identificar en las fuentes tempranas los elementos Como dijimos precedentemente, la conducta política fre~
presentes en los acontecimientos de la rebelión de 1659, te a los conflictos hispano-indígenas (interétnicos) per-
pero hemos tratado de establecer los enlaces de la manera mite también descubrir los conflictos internos entre los
más efectiva posible. De todas formas, en beneficio de la grupos del valle ( intergrupales) . Desde la primera rebe-
380
lión, liderada por Juan Calchaquí, esto aparece claramente En esta misma época se ponen en evidencia los conflic-
en la documentación consultada. Este cacique tolombón fue tos intergrupales. El primero del que tenemos noticias es
capaz de organizar la rebelión y de convocar incluso a mu- entre los tolombones y ciertos grupos llamados "advenedi-
chos pueblos de afuera del valle. El mecanismo para est~­ zos" y los anguinahaos. Cuando el gobernador Ramírez de
blecer las alianzas consistía en el envío de una flecha Velasco inició su campaña al valle Calchaquí con el fin
desde el grupo convocante a cada uno de los caciques invi- de pacificarlo, se encontró con el hijo y sucesor de Juan
tados a participar. Vemos que durante la rebelión de Pedro Calchaquí, llamado Silpi tocle, quien le ofreció la paz a
1 cambio de ayuda para atacar a estos advenedizos de Lon-
Bohórquez, esta ceremonia continuaba vigente:
dres. Por documentos de otra índole suponemos que se trata
11
••• y de aquella manera hacen la conjuraci6n para romper la d-3 los amimanas, o bien los anguingastas, que también se
guerra, y si es frase com6n entre los .indios, recibieron la encuentran enfsa jurisdicción 1 como ya lo hemos disc.utido,
flecha, esto es 11
admitieron la guerra, se confederaronll aunque conviene volver brevemente sobre el tema.
(Torreblanca: folio 38).
Según Lozano, uno de los pueblos que encomendó el go-
Los caciques contaban con el derecho a rechazar la fle- bernador Ramírez de Velasco cuando fundó la ciudad de La
cha; la aceptación, en cambio, implicaba la alianza para Rioja en 1591, fue el de Anguinahao, ubicado en el valle
la guerra. Esto es una demostración del ejercicio de reci- de Famayfil (próximo a Belén). Tampoco en este caso pode-
procidad, donde el ruego juega un rol fundamental. Aún un mos saber si Lozano se refiere al mismo grupo que locali-
líder con amplios poderes de convocatoria como Juan Cal- zamos en Rincón Chico o bien a un tercero denominado Angui-
chaquí no estaba en condiciones de ordenar a los otros nán, al que encontramos presente en toda documentación del
caciques que participasen de la guerra. Este juego está siglo XVII.
siempre presente aún entre jefes y subordinados, por lo
tanto, no es lícito inferir del mismo ningún tipo de es- La similitud, o mejor dicho la identidad de estos tres
tructura política permanente. Lo que es dable descubrir nombres (anguingasta-anguinán-anguinahao), nos permite con
es la amplia capacidad de confederación para enfrentar al siderar la posibilidad de que se trate de.un mismo grupo
enemigo común, aliando tras este objetivo a poblaciones étnico, tal vez emigrado parcialmente en tiempos muy anti-
que tienen entre sí reiaciones políticas muy diferentes guos y más tarde en condiciones de recibir o apoyar nuevas
Y hasta a enemigos tradicionales. Ahora bien, estas rela- migraciones que se sucedieron con el fin de escapar a la
ciones pueden condicionar, de todas formas, la aceptación presión colonizadora del siglo XVI en la jurisdicción de
o el rechazo, actitud en la que pueden intervenir dos ti- La Rioja (como es el caso de los cafayates, ya tratado),
pos de factores principales: por un lado, ciertos tipos
de complementariedad e< onómica, en relación con la explo-
0
Hasta aquí entonces, hemos podido reconocer a varios
tación de distintos ambientes ecológicos; por el otro, las grupos como "advenedizos" (cafayates, amimanas, gualfines
alterna ti vas propiamer, te políticas que se apoyan en las y probablemente los anguingastas) y en adelante iremos
alianzas matrimoniales, efectuadas a nivel de las jerar- planteando otros casos, La importancia de esta migración
quías curacales. Este tipo de relaciones debió sellar a- radica en que la misma pudo haber roto el equilibrio de
l'. anzas para .el intercambio (de bienes o derechos) y para poder establecido entre los grupos, modificando las rela-
la guerra. Sabemos, por ejemplo, que hacia 1562 una hija ciones políticas entre ellos y alterando los derechos a
de Juan Calchaquí estaba casada con Chumay, cacique de los tierras. Probablemente este estado de conflicto entre ad-
samalamaos. No sabemos, de todas formas, si esto consti- venedizos y originarios corresponda a la situación de la
. tuía realmente una alianza intergrupal o si los samalamaos que nos hablan las primeras fuentes relativas al valle,
eran una. ~arcialidad de los tolombones, Lo cierto es que las que destacan que los grupos se encontraban constante-
la relac1on entre ambos jefes funcionó a modo de alianza mente en guerra:
muy estrecha durante el primer alzamiento.

382 383
11
• •• siembran poco por las guerras que tienen unos con otros los viajeros podían necesitar (45).
porque aunque tienen caciques y es gente que les respeta son
behetrías ••• 11 • Cuando se trata de situaciones de guerra, en los. años
(Relaci6n de Sotelo de Narváez 1885: "Relaciones geográficas siguientes, veremos que, alternativamente, se manifiestan
de Indias", to•o JI). relaciones de tipo confederativas y otras que destacan el
relativo aislamiento de cada jefatura. Esto se hace más
'' ••• aquella gente que es muy bárbara y fiera y enemiga por notorio porque a la muerte de Juan Calchaquí no parece su:r::
extremo de los españoles y entre sí tan mal avenidos que ca- gir en el valle otro líder con la misma capacidad de con-
si s-iempre andan en guerras, matándose y robándose unos a vocatoria. En el período de 1630-1643, durante el Gran Al-
otros y saliendo del valle a otras naciones de paz a hacer zamiento, el curaca más activo es Utimpa, de los yocavi-
mil maldades,,,11, les. Pero su liderazgo parece limitarse a la región sur.
(Cartas Anuas. Tercera Carta del P. Diego de Torres, abril De todas formas debemos aclarar que carecemos de buenos
de 1611). testimonios para la situación bélica del valle Calchaquí
para esta época, que por otra parte tiene su epicentro en
Sin duda esta situación de conflicto encontró posterio~ Andalgalá y en el sur de Catamarca y La Rioja. El goberna-
mente un nuevo equilibrio, pero no el suficiente como para dor Albornoz tuvo a su cargo las campañas en el valle. En
borrar todo vestigio del mismo. 1635 logra tomarle cinco fuertes a Tolombón (cuyos nombres
y localizaciones no hemos podido identificar). También to-
Hasta el momento, hemos visto que las relaciones hispa- man el pueblo de Pacciocas y dan muerte al cacique de Chu-
¡ no indígenas se manejan sobre dos estrategias: el ataque chagasta, según consta en un documento que cita Montes.
y la negociación y ambas parecen ser también una cons- El resultado de esta rebelión no fue definitivo y, si bien
\ tan te en las relaciones intergrupales. Juan Calchaquí ha- los españoles no consiguieron dominar realmente a los gru-
.bía mostrado reiteradamente su astucia, cuando fue hecho pos del área, las bajas para la parte indígena fueron con-
prisionero por Francisco de Aguirre, luego cuando el go- siderables, con la perdida inclusive de . varios curacas
bernador Pérez de Zurita apresó a su hermano Chumbicha o principales.
cuando capturaron a su hija. En cada caso negoció hasta
que logró el rescate. Pero esta conducta sólo fue una es- La mejor información proviene, como hemos visto, dela
trategia, nunca una claudicación de sus principios· de li- época de la rebelión de 1659, y, por lo tanto, estaremos
bertad, que casi ciento treinta años de resistencia cal en condiciones de ofrecer un panorama de la situación po-
chaquí nos permiten confirmar. lítica mucho más preciso. Reiteramos, no obstante, que es-
ta caracterización puede reflejar un estado de cosas más
Nos queda aún por considerar (otro tipo de estrategia antiguo, pero no podemos afirmarlo con total certeza.
~·defensiva que consistía en crear un vacío poblacional a
medida que los españoles avanzaban por el fondo del valle, El estallido de la rebelión se produjo por la presencia
: Los pobladores con frecuencia se retiraban a los cerros de Pedro Bohórquez en el valle, quien jugando con los.in-
. donde no podían ser alcanzados, y esto provocaba los rei- tereses propios, los de los españoles y la larga tradición
1 terados. reclamos de los ofonsores que veí~n así frustradas de resistencia de los indígenas, llevó la situación a su
sus ;oos1b"11dades de conqmsta o sus propositos de evange- , crisis culminante. Pedro Bohórquez, acogido por Pi van ti,
1\_lizaciór,. 1
Vemos por ejemplo que el Obispo Cortázar, en su cacique de los pacciocas, se instaló en Tolombón desde do~
visita al valle en 1622, tuvo alguna recepción desde Chi- de plane~ su doble estrategia: congraciarse con las auto-
coana hasta Tucumanahao, pero a partir de allí su trayecto ridades y a la vez lograr el apoyo nativo haciéndose pasar
se vio dificultado por la oposición de los indígenas que por descendiente de los incas. En un primer momento obtuvo
mostraron su disconformidad huyendo de sus pueblos, cor- el apoyo de casi todos los curacas del valle, quienes aceE
tando el agua de las acequias y retirando el alimento que taron la flecha ceremonial, según nos relata el P. Torre-

384 385
blanca. Pero la convocatoria fuera del valle, en las ju- corazón, que siempre sentí rebelde 11 •
risdicciones de La Rioja y Londres, con el objeto de ata- (Declaraci6n de Diego Sotelo de Aguilera. Autos 111, 1659).
car las ciudades, tuvo escaso éxito. Salvo por un grupo
de mal fines comandados por el mestizo Luis Enríquez, los y a partir de allí, el gobernador Alonso de Mercado or-
restantes jefes terminaron por denunciar las verdaderas ganizo la campaña para sofocar definitivamente la rebe-
intenciones de Pedro Bohórquez, las que él mismo había in- lión, cuyos pasos puntuales ya hemos descripto.
tentado encubrir en ocasión de su encuentro con el gober-
nador Alonso de Mercado y Villacorta en Pomán. Del análisis y comprensión de las alianzas políti.cas
en esta área central del valle Calchaquí hacia 1659, hemos
Después de la derrota de Bohórquez en el fuerte de San podido distinguir tres sectores en la misma, con caracte -
Bernardo y de su posterior rendición, al igu11 que los pu- rísticas propias. Estos sectores no sólo tienen correlato
lares, varios grupos del área calchaquí ·1e ofrecieron la con ambientes geográficos definidos sino que responden a
paz al Oidor Retuerta, quien había llegado desde Lima con diferentes dinámicas políticas; y, además, creemos que su
el propósito de llevarse prisionero a Bohórquez. Los que diferenciación en un principio pudo estar vinculada a la
se presentaron ofreciendo la paz fueron los anguingastas, intervención incaica. Esta última se verifica con mayor
pacciocas y tolombones, sichas, gualfines, cafayates, chu- claridad a través de los testimonios arqueológicos, en la
chagastas, taquigastas, ami manas, huampolanes y ampagas- zona comprendida entre Pompona y Tucumanahao inclusive,
chas. Sin embargo, a poco de su partida, comenzaron los donde una serie de quebradas transversales al valle prin-
primeros síntomas de rebelión. Estos se manifestaron he- cipal, lo conforman como una cuenca compleja. En esta zona
chando mano a una cuarta estrategia que no hemos analizado puede dibujarse un triángulo con base en el río, compren-
hasta el momento: dido entre Pompona al norte, Angastaco al sur y Gualfín
marcando el extremo oeste, que constituye una región con
11
••• vernos que aunque ha salido Pedro Boh6rquez en la forma perfil propio. Una información temprana (Testimonio de
que se sabe han proseguido y prosiguen los indios de calcha- Luis de Hoyos 1588 AGI Ch. 126) nos revela que en Angasta-
qui en sus robos y maldades, guiados y gobernados por luis co existía un fuerte construido por el Inca; de la misma
Enríquez . .• 11 , forma que Tucumanahao pudo haber sido un establecimiento
(Declaración de francisco de Nieva. Autos ll!, 165g), incaico o sitio de instalación de mitimaes tucumanos (Lo-
randi 1988) .
Se registraron en ese momento ataques de los indígenas
a las estancias de ia jurisdicci.ón de San Miguel de Tucu- Hacia el sur 1 la presencia incaica es menos visible y
mán y Esteco, 11 mat:_c:ir'..:1~~, indios domésticos y cautivaron un discontinua aunque todos los asentamientos locales ~ie?en
español y robaron sus g.5r,ad(·s de vacas, yeguas y mulas ... 11 huellas de intervención incaica. En este tema la ultima
(op .cit.). Con este métoc . los grupos del valle mantenían palabra queda pendiente, esperando mejores comprobacio?es
en jaque a los estanci·cros lim'.trofes, tratando de este arqueológicas. Algunas fuentes, por su parte, en especial
modo de man tener l impías sus fronteras de la penetración Lozano testimonian que los habitantes de este sector, co-
11
pacífica 11 de hacendados y encomenderos. Además, las auto- múnmen~e llamados 11 calchaquíes", se rebelaron· siempre al
ridades ya comprendían que la paz ofrecida era engañosa, dominio incaico, lo que establece una primera. ~iferencia
como lo expresara Diego Sotelo, enviado al valle para re- con los grupos del sector anterior. Esta oposicion a acep-
conocer la situación: tar una fuerza extra-local, se refleja no sólo durante la
rebelión que lideró Juan Calchaquí, sino que diversos ti-
11
••• y aunque me prometieron los pueblos que vide que fueron pos de testimonios como el citado del Obispo C~rtázar nos
pomponas, taquigastas, dos puestos de sícha, gualfín, angui~ muestran que a partir de Tucumanahao, el recorrido del va-
gasta, arnpagaschas, huampolanes, dar la paz fue a mi sentir lle Calchaquí se veía constantemente obstaculizado por los
por aplacar a dicho Pedro Boh6rquez mas que por salirle de indígenas.
386 387
De este modo y de acuerdo con los sectores que en lí- En este sentido, el de los gualfines es muy visible en
neas generales definimos para el valle Calchaquí, vamos los acontecimientos de 1659, Cuando el gobernador Alonso
a analizar las relaciones entre las poblaciones que pudi- de Mercado recorrió el sector al iniciar su campaña al va-
mos diferenciar en cada sector y entre las que sostienen lle Calchaquí, sichas, pomponas y taquigastas le enviaron
entre ambos conjuntos de poblaciones y también entre las mensajeros con propuestas de paz; los gualfines en cambio
de cada uno de ellos con respecto a los españoles. no se presentaron. Después que las unidades rebeldes del
sector calchaquí fueron derrotadas, al regreso del ejérci-
En el sector norte, delimitado entre los pueblos de Pom to, el curaca de gualfín Don Antonio se presentó en el
pona, Angastaco y Gualfín, encontramos una serie de pob:a- real establecido en el "sitio d1 Pacciocas" y ofreció su
ciones que habitaban en aldeas conglomeradas Y que pose1an rendición. El gobernador decidió tomar recaudos ante esta
puestos dispersos ubicados a difer.entes .al turas, con el actitud, porque conocía la belicosidad y el espíritu de
fin de aprovechar las posibilidades de cultivo y pasturas. resistencia de los gualfines:
Estos eran hacia 1659, sichas, gualfines, pomponas, taqui-
11
gastas, angastacos y amimanas. Trataremos de demostrar el ••• por ser n6nero grande de indios los del dicho pueblo de
predominio político de los gualfines sobre el resto de los gualfingasta que seria m~s conveniente por agora se les a-
pueblos del área en los momentos claves de la última rebe- ceptase la paz con cargo de que bajasen de sus monta~as y
lión. saliesen de sus ásperas quebradas a donde estaban retirados
a sembrar a las tierras y llanos de Angastaco, donde otras
Los ami manas, recordemos, tenían tierras en este sec- veces solían hacerlo y de enviar a la ciudad de Salta trein-
tor, pero el núcleo estaba en el área calchaquí. S~chas, ta indios de mita para que se repartiesen a los pobres.,. 11 ,
taquigastas, pomponas y gualfines poseían sus caciques; {Consejo general de guerra en el sitio de pacciocas. Autos
los tres últimos contaban con aldeas conglomeradas en la 1Il' 1659) •
zona, y de la primera sólo hay menciones sobre la existen-
cia de 11 puestos", Respecto a Angastaco 1 ya comentamos su Una larga experiencia de fracasos hizo recelosos a los
carácter multiétnico. españoles. Tenían buenos fundamentos para sospechar que
las ofertas de paz eran engañosas, pero sabían también que
Sobre los gualfines debemos recordar que probablemente los indios desnaturalizados rendían menos servicios. ¿De
eran inmigrantes antiguos en la región (ver parte arqueo- qué valía conquistar un valle fértil si no quedaban indios
lógica correspondiente), lo que marcará en parte sus rela- para trabajarlo? Pero finalmente la desnaturalización se
ciones con los otros grupos del sector. Queremos recalcar hizo inevitable ya que en la mayoría de los casos, las ne-
que igualmente ot:-os grupos del sector compartían el ca- gociaciones fracasaban y sólo la derrota definitiva podía
rácter de no originan ns con los gualfines. Uno de ellos viabilizar sus objetivos. En efecto, al ver que los gual-
es el de amimana y Angc caco en parte, como establecimien- fines no cumplían con lo pactado, al igual que los grupos
to multiétnico. Los s~chas constituyen un caso dudoso, ya de su sector, estando en Angastaco, comenzó la marcha as-
que no hemos podido evaluar en forma directa la informa- cendente del ejército por la quebrada de Gualfín, donde
ción temprana que los localiza en la jurisdicción de Lon- fueron atacados por sorpresa:
dres. Sin embargo, el hecho de que las fuentes no consig-
nen la existencia de un poblado para este grupo, sino sólo 11 •• • han
roto la guerra, bajando unidos y confederados con
de "puestos", puede inclinarnos a considerar a los sichas los indios sichas y taquigastas de.este distrito ... 11 •
como posibles extranjeros. Se trata entonces de un sector (Auto de haber roto 1; guerra los indios gualfines, Autos
con probable mayoría de grupos no originarios, lo que, por 111, 1659).
una parte, marcaría otra diferencia con el sector calcha-
quí y, por la otra, avalaría que uno de ellos cumpliera Los indígenas les robaron además los bagajes y basti-
un rol preponderante. mentas al ejército, y luego se retiraron a sus escarpados
nalicemos su dinámica política.
cerros en compañía de sus aliados, incluíd0~-1os pomponas.
Más tarde se produjo el ataque final a L ,-<:»' í.alev;, , "
En el sector calchaquí, comprendido entre la bóca de
descripto, y finalmente la rendición eeneral,
la quebrada de Guachipas y el pueblo de Colalao, encontra-
mos una serie de pueblos o nucleos conglomerados, próximos
La hegemonía gualfín que se manifiesta en este rela- al valle central, pero que ampliaban sus derechos territo-
to, no implica necesariamente una rf< :;Gi ("n da c10mii1ln so--~ riales accediendo a tierras y pasturas en las quebradas
bre los restantes grupos. QuizáR se pueu~ interpretar co- transversales del Cajón, alcanzando en ocasiones hasta.sus
mo una situación confederativa, liderada por el grupo cumbres. Estas tierras probablemente se entrecruzaban gra-
más fuerte. Resulta difícil delimitar las relaciones pre- cias a las prácticas de control vertical o al mecanismo
existe~tes, cuando estamos frente a ci-rcunstancias béli- de diversificación de riesgos. Teniendo en cuenta estas
cas. Dicho en otras palabras 1 no J,._~y pruebas de que haya circunstancias, y para facilitar su exposición, vamos a
existido una estructura t1emboi te" o de alianza permanen- enumerar a los grupos del sector calchaquí de norte a sur;
te que no haya estado mediatizada por las necesidades estos son: bambolanes, ambirigastas, amimanas, anguingas-
de este conflicto. Por el contrario, los indicios apun- tas, chuchagastas, samalamaos, cafayates, famaynes, tolom-
tan a pensar que existió una cierta autonomía de cada bones, pacciocas y colalaos.
grupo, lo que no descarta e" ' '.derazgo poli tico y social
del grupo demográficamente más importante del sector. Los de bambolán, ambirigasta, samalamao y anguingasta,
parecen haber sido grupos pequeños, ya que no se los men-
En el sector intermedio, al norte del de calchaquí, geo ciona con frecuencia en las fuentes. Sus ubicaciones geo -
gráficamente más desértico y comprendido entre el pueblo gráficas son imprecisas, y además del caso de los anguin-
de Angastaco y la quebrada de Guachipas, en pequeños ámbi- gastas que ya comentamos, los ambirigasta eran otro de los
tos más abiertos y cutivables, ubicamos a los huampolanes grupos de no originarios; los encontramos citados entre
y ampascachas (o ampagaschas o ampascaches), los que te-
los grupos encomendados por Ramírez de Velazco y estaban
nían derechos a tierras en Accibil, como ya vimos, Esto poblados en el valle de Famayfil. Sobre los samalarnaos sa-
no implica no obstante, que ambos grupos residieran allí bemos que, al menos hacia 1562, estaban vinculados políti-
en forma permanente, aunque en rigor, y tal como ocurre camente con Tolombón. En la presentación de los curacas
con la mayoría de los grupos pequeños, no hemos podido es- del valle que Pedro Bohórquez hizo en Pomán en 1657, de
tablecer su localización exacta, Esta dificultad constante estos cuatro grupos figura solamente el curaca de anguin-
podría tener relación con su carácter de no originarios gasta, aunque todos se encontraron involucrados en la re-
en el valle. Probablemente, los originarios les permitie- belión posterior.
ron o los empujaron a ocupar territorios marginales o poco
aptos; de ahí que los mismos españoles no nos puedan dar De los amimanas conocemos su estructura social (dividi-
referencias exactas sobre sus localizaciones. Pero además do ;n dos parcialidades con un solo cacique conocido), que
contamos cor, ot!~os datos que nos llevan a considerar a teman el pueblo principal en este sector y que poseían
huampolanes y ampagaschas como extranjeros, Los últimos tierras a la entrada de la quebrada de Gualfín, mediando
fueron encomendados por Ramírez de Velazco al fundar La tal vez entre ambos grupos algún tipo de alianzas. Esta
Rioja y residían en el valle de Sañogasta. Los huampolanes posibilidad se ve reforzada porque según ya comentamos los
podían compartir esta condición, ya que siempre se los men amimanas no eran originarios del valle calchaquí, al igual
ciona juntos, al igual que a cafayates y famaynes. que los gualfines, siendo la llegada de estos últimos an-
terior a la de los primeros.
A pe9ar de estar ubicados en este sector, huampolanes
y ampagaschas interactuaban con los grupos del sector cal- Otros grupos no or1g1narios eran los cafayates y famay-
chaquí, por lo que deberemos tener los en cuenta cuando a- nes. A los primeros ya nos hemos referido in extenso en

390 391
páginas anteriores. Respecto a los famaynes, en los Autos cha y a nuestra gente rompiendo la guerra con furor extraor-
encontramos muy pocas menciones sobre ellos, pero siempre dinario,~debajo de la confianza y cautela de paz con que sa-
aparecen acompañando a los cafayates. Podemos inferir que lieron algunos pueblos a disimular su intento •.• ".
ambos provenían de un lugar común, aunque no sabemos el: (Auto de Alonso de Mercado. Autos Ill, 1659).
grado de relación, parentesco o tipos de alianzas que pu-
dieron mantenerlos unidos. Siguiendo esta inferencia, po- Este ataque sorpresivo descubrió la traición. La bata-
demos preguntarnos si existe aleu.na .i.celación entre estos lla duró hasta la noche, motivo por el cual el ejército
famaynes y los famayfil (de la zona de Abaucán), grupo que debió acuartelarse en el sitio del arenal, frente al asen-
fue encomendado cuando se fundó la ciudad de La Rioja. tamiento de los pacciocas, en pésimas condiciones:

A los chuchagasta pudimos ubicarlos en forma más preci- 11


., .sin comodidad de terreno, agua ni leña, teniendo como
sa y, como vimos, hay información sobre elÍos desde comien están a la vista en torno los fuegos de dichos indios eneni-
zos del siglo XVII en las Cartas Anuas. Es probable que gos cuya intención estaba descubierta .•. 11 ,
hayan tenido cierta relevancia en este sector, aunque a (Auto de Alonso de Mercado. Autos Ill, 1659).
la luz de los acontecimientos históricos, su protagonismo
se haya visto constantemente oscurecido por los tolombo- El sitio elegido por los indígenas para el ataque cons-
nes, ubicados en sus proximidades. tituía un punto clave, ya que, por la falta de agua, era
presumible que al día siguiente los españoles saldrían a
Precedentemente ya hemos expuesto y discutido la pro- buscarla. En virtud de esto, en un consejo de guerra se
blemática de la identidad étnica y organización política decidió retornar a Tolombón; mas cuando llegaron al río
de los grupos tolombón, paccioca y colalao. Nos resta ob- homónimo, sobre las barrancas, recibieron el segundo ata-
servar que en los períodos comprendidos entre las rebelio- que, que al parecer se extendió durante ocho horas. Lamen-
nes, cada parcialidad está representada por sus propios tablemente, nuestros documentos no abundan en detalles so-
caciques, mostrando un alto grado de autonomía política, bre este combate que resultó favorable a los españoles y
donde se degollaron más de cincuenta indígenas, siendo só-
Las estrategias alterna ti vas de combate y negociación lo tres los españoles heridos. Asimismo se reconoció que
que ya comentamos para Juan Calchaquí, las repite en 1659 en el ataque habían participado guerreros de diferentes
Don Pablillo, curaca de Tolombón. Con la excusa de ofrecer grupos, ya que se encontraron flechas con distintos signos
la paz, Don Pabli llo se adelantó para encontrarse con el de identificación que, según parece, los españolas estaban
ejército cuando se encontraba en Accibil. En realidad se- en condiciones de reconocer. Este último dato resulta sig-
. nos lo testirr:onia el P. Torreblanca, el curaca preten-
gun '
nificativo, porque muestra el uso de símbolos diacríticos,
día recuperar a su hiJ• que había sido puesto al servicio indicador de límites en la identificación de los grupos,
del gobernador y, al mi'"'º tiempo, averiguar los propósi- como consideramos en la introducción.
tos Y derroteros de la campaña, Bajo esta "intención do-
blada", eJ curaca acompañó al gobernador en su camino ha- Según Torreblanca, Don Pablillo fue muerto en esta ba-
cia el sur del valle. En Tolombón, el gobernador, confian- talla. Aunque los españoles consideraron que estaban pró-
do en la palabra del curaca decidió continuar hacia Cola- ximos a un triunfo definitivo, los habitantes de Tolombón
lao, A mitad de camino, en el sitio de los pacciocas, el y otros junto con ellos no se rindieron. Esto muestra una
ejército recibió el primer ataque indígena: vez más el carácter confederativo de estas organizaciones
políticas. La muerte de un curaca principal permitía que
11
•• • como a las tres de la tarde salieron por todas partes otro de su mismo rango, pero quizás perteneciente a otra
gran número de indios puestos en disposición de guerra los unidad étnica, pudiera tomar su lugar y seguir adelante
cuales desemboc¡ndose a un tiempo de los costados, vaQguar- con la alianza. Es así que para tomar Tolombón fue necesa-
dia y retaguardia donde estaban ocultos, embistieron la mar- rio un mes de asedio. A la parte del ejército del goberna-
392
dor se sumó la columna proveniente de Andalgalá al mando Por su parte, cafayates, chuchagastas, amimanas, huam-
de Nieva y Castilla, y ambas debieron atacar duramente el polanes, ampagasanas, famaynes, anguingastas y gualfines,
sitio hasta obtener la rendición de Pedro Pivanti, hermano fueron trasladados a la jurisdicción de Salta y obligados
de Don Pablillo y cacique principal de los pacciocas. Con a prestar servicios en ella, al igual que los sichas y po~
estos episodios, quedó sellada la derrota. " ponas. Los taquigastas fueron trasladados con el mismo fin
a Jujuy y los chuchagastas a Choromoros. Nada sabemos so- _)
La derrota final de Tolombón implicó la rendición inme- bre el destino de los grupos pequeños, _
diata de la mayoría de los grupos de su sector, algunos
de ellos sin presentar batalla. Como una última estrategia Tenemos que destacar que la desnaturalización involu-
de supervivencia, los grupos tolombones, pacciocas y cola- craba a un grupo entero, beneficio del que por cierto no
laos pasaron a colaborar con los españoles en calidad de gozaron los vencidos del área sur, que fueron rep4rtidos
ºindios amigos". En estas circunstancias,· los consuetudi- y encomendados por grupos familiares a zonas diversas, co-
narios enemigos se convirtieron en aliados. Pero esta ne- mo veremos más adelante. De todos modos, un número consi-
gociación no se hizo extensiva al resto de los grupos que derable de personas, sobre todo los prisioneros que fueron
antes lideraran; prueba una vez más de la fragmentación tomados de los grupos que más se resistieron, pasaron a
de poder político existente. Es más, algunos grupos mani- engrosar las filas del servicio personal, a modo de recom-
festaron resistencias autónomas como chuchagastas y cafa- pensa para oficiales y soldados que participaron en la ca~
yates, quienes recibieron por esto un ataque conjunto de paña. Nuevas encomiendas fueron otorgadas y las ya exis-
españoles y los nuevos "indios amigos". Causaron graves tentes comenzaron a hacerse efectivas por medio de las
daños a los chuchagastas, y les tomaron setenta prisione- prestaciones establecidas en las Reales Ordenanzas. Es así
ros. que después de más' de un siglo de rebeliones y resisten-
cias, los calchaquíes fueron finalmente incorporados a
Aunque la toma de Tolombón, cabecera política de la re- fuerza de armas a la sociedad colonial.
belión, terminó por decidir el curso de la rebelión, el
sector liderado por los gualfines no se rindió sin antes e} Area sur
haber defendido su fortaleza, según hemos visto. Es decir,
que si bien ambos sectores -gualfín y calchaquí- se en- De todas las áreas relevadas, el área sur constituyó'-,, ,
contraron unidos para enfrentar a los españoles, las rela- para los españoles el foco de rebelión más persistente. -
ciones entre e'. 1 cs debieron entablarse en términos iguali- Para acceder a ella, se hacía necesario por lo menos la
tarios 1 resE- :'van do cada uno autonomía en las decisiones relativa pacificación de las zonas que lo flanqueaban; a-
políticas. demás la belicosidad de sus habitantes contribuyó a mante-
nerla relativamente al margen de la dominación efectiva,
Finalment€, terninac:1 la guerra, el gobernador decidió siendo los últimos en ser conquistados en la campaña de,
ei destino de cada grupo por separado, los cuales corrie - 1664/1665. En todo momento se observa en ella un alto gra-
ron diferentes sue!'tes. Los tolombones, pacciocas y cola- do de cohesión interna, en el que sin duda los yocaviles
laos, fueron trasladados al valle de Choro~oros, para evi- jugaron un papel preponderante de convocatoria y unidad
tar que los grupos aún no conquistados (los del área sur: a través de un linaje de curacas de nombre Utimpa o Utimba.
quilmes, yocaviles, anguinahaos, etc.) tomaran represalias _,
contra ellos. La consigna era que los nuevos aliados cui- Sin embargo, para el análisis de las relaciones políti-
daran la frontera con los quilmes, previniendo cualquier cas, no deberíamos considerar a esta área de manera res-
movimiento de los rebeldes. Fue necesaria una segunda cam- tringida. Constantemente la documentación vincula a disti~
paña emprendida por el mismo gobernador Mercado (iniciada tos grupos con otros de la jurisdicción de Londres, vincu-
en 1664) para dominarlos definitivamente. lación que se trasluce en alianzas para la guerra en forma
concreta y, suponemos, en otro tipo de relaciones de in-

394 395
tercambio y complementariedad ecológica. En este sentido, Eh 1632, los yocaviles, poco tiempo después que el en-
el área abarca, entonces, una región mucho más amplia de comendero Urbina '·y un franciscano fueran muertos en Acci-
interacción sociopolítica que podemos sólo delinear a tra- bil, dieron muerte a Francisco de Abreu y Figueroa y a va-
vés de las situaciones de conflicto puntuales, para las rios españoles que habían salido del fuerte de Guadalupe
que contamos con información documental. Asimismo, los in- a hacer "correríasº:
fomantes españoles no dejaron de percibir estas relaciones
que caracterizaron globalmente como de "parientes y ami- A poco tieopo despuls de mi salida del valle los iodios
11 •••

gos", pero sin acotar más detalles. de yocavil contiguos al de calchaquí amigos que fueron n~es­
tros en la entrada pasada (46), nataron a traición y debajo
Si bien han sido útil para la comprensión de la dinámi- de seguro de paz al dicho justicia mayor Capitán Don Franci~
ca interna del área sur las clsociaciones con la jurisdic- co de Abreu, dieciocho soldados y un fraile del Señor San
cción de Londres, el desarrollo de los acontecimientos his francisco, que habían salido con él a empadronar ciertos
tóricos nos han llevado a acotarlos al área del valle eñ pueblos .. •11 •
términos estrictos. Esto se debe a que tempranamente los (AIA doc nº 12. Córdoba).
españoles controlaron las jurisdicciones de Londres y La
Rioja, a través de las sucesivas fundaciones de Londres, Ese mismo año, se alzaron igualmente los de Andalgalá:
San Juan Bautista de la Rivera, Pomán y La Rioja. Por otra
parte, las poblaciones de ambas jurisdicciones sufrieron 11 ••• se alzaron los indios del pueblo de Andalgalá1 contiguos
las consecuencias de las primeras dos rebeliones, viéndose y emparentados con los de yocavil ... 11 •
así incoi'poradas al sistema de encomienda que en esas zo- (AIA doc. nº 12. Córdoba).
nas funcionaba con relativa regularidad.
Según la documentación disponible, el gobernador Albor-
Hacia el momento de nuestro análisis ( 1659), los víncu---. noz "pacificó" por entero el valle Calchaquí en 1635; sin
los de alianza entre algunos de los grupos de ambas áreas embargo se destaca que no había podido atacai: el sector yo-
se encontraban seriamente debili tactos, como lo demuestra cavil por falta de refuerzos. Hacia 1642, lós yocaviles
el temprano abandono de la convocatoria que realizó Pedro ) mantenían aún su resistencia:
Bohórquez para la rebelión en 1657. Los curacas de los ti-
nogastas, batungastas, asamgastas, etc., fueron los que
_l " ••• dentro de pocos dlas se ha de alzar toda la gente de es-
denunciaron la rebelión que se estaba preparando, sin du- ta jurisdicción porque además de las fuerza que ellos tienen
da para evitar consecuencias similares a las sufridas des- que es ouy grande les alienta la que les ofrece el valle de
pués del fin del Gran Alzamiento. Yocavil y su cacique Utimba, que ha tenido y tiene algunos
detenidos ••• 11 •
Sin embargo, algunos vínculos, al parecer establecidos (AIA doc. •º 12. Córdoba).
por parentesco entre yocaviles y andalgalás, lograron sub-
sistir. _J Ese mismo año, los documentos.testimonian que los inga-
manas se encontraban residiendo en Andalgalá, donde esta-
En forma general, las poblaciones del área sur partici-
paron de la convocatoria de rebelión de Juan Calchaquí en
!
"
ban "aunados y confederados con los malfines", lo que moti-
vó una serie de prepara ti vos para concretar una entrada
1562, junto con los demás grupos diagui tas. Del mismo mo- hacia allí. Como veremos luego, esta alianza de los malfi-
do, aunque no poseemos información detallada sobre las ac- nes e ingamanas se mantuvo vigente hasta la última rebe-
cciones específicas durante la segunda rebelión, constan lión,
repetidamente en la documentación las alianzas de los yo-
cavi les e ingamanas con los líderes de la rebelión: malfi- Con respecto a los del valle de Anguinahao, un documen-
nes, abaucanes y andalgalás. to citado por Montes (47) da cuenta de que en 1631 ya este
grupo había sido "pacificado amistosamente" por Ramírez paña de 1659, un ataque en la quebrada de Umacatao p~r ~a~
de Contreras, aunque sin especificar más detalles. Aún a- te de la columna. dirigida por el gobernador ( 48). Si bien
sí, nuevamente los anguinahaos se alzarán en 1659. el mismo Mercado nos cuenta que después de una difícil·lu-
cha logró tomar el fuerte, sabemos por otras fuentes que
Sobre el resto de los grupos del área y su participa- el saldo no fue favorable para los españoles. El gobern~­
ción en el Gran Alzamiento, no poseemos detalles; se trata dor, al fin de la campaña incluyó a los quilmes en l~ no-
igualmente de grupos pequeños, que seguramente actuaron mina de pueblos por conquistar, junto con los Yº?avtles •
convocados por los yocaviles. Llama la atención el silen- tucumangastas, tocpos anchacpas, acalianes y angurnahaos ·
cio de las fuentes sobre la participación o no de los qui! Según los mismos Autos, el ejército se retiró de Qullmes
mes en la misma. De todas maneras, los suponemos involu- hacia Salta sin poder conquistarlos, por falta¡ de cab~lga­
crados. duras y bastimentos. Sabemos también que la llesercion de
cuarenta españoles ayudó al gobernador a tomar esa deci-
La rebelión de 1659 convocada por Bohórquez también con sión.
tó con el apoyo de los grupos del área sur y después de
su encarcelamiento, tomaron parte activa en la revuelta. Hasta el año 1660 gobernó Alonso de Mercado, quien pasó
Uno de los capitanes, Francisco de Nieva y Castilla, al luego al gobierno de Buenos Aires. Volvió a hacerse cargo
mando del tercio del ejército de la jurisdicción de Lon- otra vez de la Gobernación del Tucumán en 1664. En esos
dres, entró "por la parte" de Andalgalá hacia el valle Ca! cuatro años no se realizaron entradas de pacificación al
chaquí para reunirse con el gobernador en Tolombón. En su valle. Sin ~mbargo, el p, Torreblanca ha dejado ?onstancia
marcha, a pesar de haber recibido palabra de paz por parte de algunos episodios que sucedieron en ese periodo; Como
de los curacas de los grupos yocavil, ingamana y tucuman- ya dijimos en la parte correspondiente a~ calchaqm, los
gasta, fueron atacados repetidas veces. El principal com- tolombones, pacciocas y colalaos negociaron con los
bate, en Ampajanco, comprometió seriamente al ejército, españoles y lograron quedarse provisoriamen:e en el ~alle
a pesar de haber estado sobre aviso del ataque por el cu- cuidando la frontera. Esta actitud les gano la enemistad
raca del Ingamana. de los grupos que permanecían rebeldes.

Este curaca, Don Juan· Camisa o Camisai, había partici- 11,,.que los indios pacciocas que quedaron en el valle, ene-
pado en la rebelión anterior aliado con los malfines y a- migos de las naciones quilmes, yocaviles y anguinahaos, por
baucanes; pero una pelea con los curacas de ambos pueblos .
haberse declarado por am19os nues t ros.•• " · .
-al parecer por moti vos vinculados al derecho de tierras- 11,,,conjurados y unidos vinieron a buscarlos para destruir-
acercó a Juan Camisa a los españoles. El mismo atendió en los .. . 11 •
su pueblo a los españoles heridos en Ampajanco, y a cambio (Torreblanca: folio 95/96).
de esto, Nieva le permitió retirarse, junto con su fami-
lia y una parte de su grupo, a Andalgalá, a salvo de posi- Esta enemistad entre los tolombones y pacciocas.con los
bles represalias. Desde entonces residieron en el paraje grupos del área sur (especialmente quilmes y angu1~ahaos)
de Choya. puede verificarse en episodios anteriores a cu~lquier ne-
gociación hispano-calchaquí, Se _trata de :elac~~nes anta-
Vemos que al igual que los tolombones, pacciocas y co- \ gónicas que mantenían a las dos areas en situac~on de ten-
lalaos, los ingamanas traicionaron a sus aliados por cier- sión, la que se atenuaba sólo ante circunstancias concre~
tos beneficios que en definitiva no resultaron duraderos. tas de rebelión contra los españoles. Ante un hecho :a
Al fin de cuentas, estos grupo.s corrieron la misma suerte como la alianza hispano-calchaquí, estos viejos antagonis-
que los demás. mos cobraron mayor envergadura.

Los quilmes recibieron poco antes de finalizar la cam- Por su par t e, t o1 om bones Y Pacc iocas esperaron el mo-

398 399
mento propicio para tomar venganza. ni bastimentos ni lo que más estiman que son sus carneros

'' ···o
N deJaron
' l os pacc1ocas
·
de la tierra r.. ~ se les hizo gravísimo daño, abrasando las
para otra vida la venganza, si- comidas y rob~nd~ cuanto topaban. Y los indios calchai:¡uíes
no que la tomaron por su mano, mayor. Y fue el caso que''si- son mfis próvidos que otros, porque no se contentan con maíz
gue: los indios quilmes y demás naciones, un año de crudísi- solo sino trigo y cebada y legumbres y papas, y quínua, al-
ma hambre, que perecían y no tenían recurso si no se hacían garrobo. Todo esto fue pasto de las llamas' (folio 109).
amigos de los pacciocas, que tenían abundancia y lo pri 0 ¿¡_
pal eran dueños de San Carlos, en donde había suma abundan- Finalmente el cacique principal, Martín Iquin se rendió
cia de algarroba, hicieron las paces y con esto se despobla- "en nombre de todos".
ban los pu.1blos de los enemig~s a coger algarroba, y venían
con sus muJ~res y chusma y tra1ar sus.carneros de la tierra, A continuación el ejército se dirigió hacia el valle
s~s mantas par~ costales y sin cuidado ni recelo iban y ve- de Anguinahao. Por mediación de Torreblanca los anguinahao
n1an. los pacc1ocas se previnieron de bastimentas y matalo- se rindieron sin presentar batalla. Es interesante la con-
taje Y s~ embos~aron en un estrecho que hace el río y los versación que Torreblanca sostuvo con el cacique Pedro A-
pobres qu1lmes iban a la deshilada sin recelo. Mataron mu- choca:
chos Y principalmente desbarrancaron muchas mujeres en un
remanso que hace el río y estancado: quitáronles carneros, viéndome el cacique de Anguinahao, Don Pedro Achoca con
11 , ••

ropa Y carga; Y luego como estaban prevenidos, tomaron la unos metales en la mano me preguntó:'¿qué piedras eran aque-
marcha Y se fueron al sagrado de los españoles a Salta don- las que tenía en la mano? 1 Y yo le respondí ingenuamente que
de se estuvieron hasta el gobierno segundo de Don Aionso eran metales de plata, que habían traído de aquellos cerros
que incorporados a nuestra marcha, volvieron a la guerr: primeros, Y replicome 'y si hallan los españoles lo que en
Y a la sombra de ·nuestra gente les hicieron todos los da- esto buscan, si los labrarán 1 , Yo le respondí q11e podía ser
fios que pudiero~ .•. 11, que trabajasen y con codicia añadió que 1 ¿quién habría de tr~
(Torreblanca: folios g&/g7), bajar en esto? 1 • Si ello es de consideración, puede ser que
a vosotros, que estáis cerca, os obliguen a este trabajo.Re!
pondió con reflexión el cacique: 'pues quedarnos a esta con-
Esta cita es por demás elocuente y nos exime de agregar tingencia, no es bien: paréceme que pediremos el gobernador
comentarios. Igualmente queremos destacar que tolombones tierras fuera de aquí, pues las haya en el lucumán, y no qui
Y pacciocas contribuyeron a la conquista del área sur com darnos, nosotros- y nuestros hijos, condenados a la fuerza
batiendo al lado de los españoles. ' de este trabajo¡ porque cuando hemos ido a Potosí, hemos vi~
to a los indios, que entraban a la labor del cerro a sacar
Con el regreso Jel gobernador Mercado al Tucumán, nue- plata, y entran el lunes debajo de la tierra y salen el sá-
vos aprestos se llevarnq a cabo para conquistar el área bado".(Torreblanca, folio 145).
rebelde.
. Para. , esta última campaña , en 1664/65 , t enemos me-
nos informac1on, y por esto recurrimos nuevamente a Torre- Sabiendo lo que suceqía en Potosí, Acchoca 'prefirió el
blanca Y ~l informe final del gobernador, muy escueto en exilio antes de verse sometido al trabajo colonial de las
asunto de indios, El primer objetivo fue Quilmes y el pri- minas. De este modo, por propia voluntad, como parece su-
mer ataque fue decisivo. Los tolombones avisaron al gober- gerirlo Torreblanca, o porque era la decisión irrevocable
nador q~e ~os quilmes estaban "rozando y quemando para sem del gobernador, los anguinahao fueron desnaturalizados,
brar ~~1go (Torreblanca, folio 108), El ejército los sor: aunque desconocemos su destino.
prend10 desprevenidos, causándoles graves daños.
11
No sabemos cómo se produce la conquista de los grupos
todo su anhelo era subirse a la montaña sin más conside-
•••
restantes, pero aparentemente ofrecieron la paz después
raciones que hacer escape a la vida, sin cuidar de alhajas de la derrota de los quilmes. En el informe del gobernador
400
sólo consta el episodio de la huida de los acalianes, que ' chaquí. En cada sector se pudo identificar la presencia
una vez desnaturalizados int.entaron regresar al valle Cal de grupos hegemóóicos, al menos a nivel de liderazgo, vi-
chaquí, en 1666. Torreblanca cuenta que divididos en tres sible sobre todo en los momentos de crisis bélica, y deli-
grupos entraron al valle por diversos lugares para evitar near las diferencias y transformaciones sufridas en la or-
ser alcanzados (folio 153). . i ganización política a causa del impacto de· los agentes ex-
ternos.
Como resultado final, todos los pueblos del valle fue-
ron desnaturalizados. A Salta se enviaron 150 indios quil- En primer lugar hemos discutido ampliamente la identi-
mes y sus familias, y 50 acalianes y sus familias. A Cór- ficación precisa del grupo pul ar propiamente dicho y ·su
doba 70 quilmes; a La Rioja, 170 yocaviles, repartidos de localización a lo largo de las cumbres del Obispo, Nuestra
a tres y cuatro familias. A Tucumá~ y valle de Catamarca hipftesis, de que su inserción en la banda occidental del
160 yocaviles, y 300 de Amaicha, Tocpo, Famaine, Anchacpas río Calchaquí es consecuencia de la intervención incaica
y Tafí, todos con sus familias, cuando la conservaron. Los n;c~sita, como es obvio, de mayores comprobaciones arqueo-
indios capturados fueron repartidos en todas las ciudades log1cas Y documentales; lo mismo que la permanencia en la
60 a Santa Fe, otros 200 indios y 600 piezas entre los ve-' zona, durante el período colonial, de los antiguos mi ti-
cinos necesitados. 30 ó 40 indios que huyeron durante su -maes altiplánicos.
traslado de Córdoba a Buenos Aires fueron incorporados en-
tre los pueblos desnaturalizados en Salta, Choromoros y Más al sur, el triángulo con vértice en Gualfín estuvo
Tucumán. Los caspinchangos y tucumangastas también fueron poblado por una serie de pueblos, demográficamente reduci-
enviados a Tucumán según Torreblanca, aunque no los hemos dos, algunos de los cuales eran migrantes de la época co-
localizado en documentos posteriores. lonial. La hegemonía de los gualfines en ese sector es e-
vidente e involucra en la lucha a los taquigastas, sichas,
A partir de este punto, la historia del valle toma otro pomponas y angastacos,
rumbo.
Los de Tolombón muestran su liderazgo en varios niveles
COMENTARIOS FINALES de amplitud, según las épocas. Durante el último período
su poder de convocatoria se ejerce en forma más directa
Como es evidente, en este traQajo no discutimos el pro- sobre los anguingastas, guampolanes, ampagaschas, bambola-
blema de las macro-diferenciaciones entre pulares, diagui- nes, ambirigastas, chuschagastas y samalamaos. Los yocavi-
tas y calchaquíes, porque ya fue abordado por Lorandi y les, a su vez, lideran a buena parte de los grupos del
Bunster en el presente volumen, lo que nos dio pie para sur, aun9ue los ingamanas pcr un lado y los anguinahaos y
dejarlo de lado. Es así que preferimos internarnos direc-- quilmes por el otro muestran una conducta parcialmente in-
tamente en la identifi eación y localización más precisa ~).~) . dependiente.
de cada grupo étnico, dentro del ámbito global del valle J
Calchaquí. Aunque con interrogantes que provienen de la-- En general, la preponderancia política de los más im-
poca información contenida en la documentación disponible, portantes da un matiz· de subordinación a las relaciones
creemos haber. cumplido con este primer objetivo, como pun- de poder. Como ya dijimos, este predominio no era estable
to de partida para cualquier análisis sociopolítico pos- ·ni exento de contradicciones, En realidad, no hemos podido
terior. establecer claramente si estas relaciones eran respuestas
coyunturales para enfrentar al enemigo común, o si inte-
A poco de comenzar la investigación, se perfilaron sec- , graban una estructura más o menos permanente, aunque laxa
tares homogéneos con características diferenciales propias . en sí misma. El ejercicio del ruego para invitar a la gue-
que no.s llevaron a establecer una división sistemática y rra no resulta un indicador válido para descubrir la natu-
opera ti va de la gran unidad que constituía el valle Cal- raleza política concreta de este tipo de relaciones. En

402 403
una perspectiva interaccionista como la que estuvimos obli el control vertical de un máximo de pisos ecológicos.
gadas a adoptar, resultó difícil avanzar en este tema más
allá de lo expuesto. Lo cierto es que los españoles debie- La opinión de los españoles, acerca de que las pobla-
ron negociar con cada parcialidad o pueblo por separadG ciones del valle estaban permanentemente en guerra entre
aun cuando, en algunos casos, la derrota del grupo hegemó- ellos, encuentra una explicación adicional si consideramos
nico arrastrara tras de sí a los restantes. De ese modo, la existencia de grupos no originarios. Desde aquellos "a9_
la conducta de los líderes marcaba la tendencia en cada venedizos de Londres" que Ramírez de Velasco nos menciona
sector, como ya lo señalamos, en 1588, hasta la situación muy clara de los cafayates,
pudimos descubrir que toda una serie de pueblos habían em!:_
Lo que no sabemos, en suma, es si las poblaciones que grado hacia el valle desde las jurisdicciones de Londres
parecen subordinadas son todas independientes, o si algu- y La Rioja al principio de la conquista española, o tal
nas de ellas son parcialidades de un grupo mayor, apare- vez, algunos, desde mucho antes. Se comprende que este fe-
ciendo algunas de estas parcialidades como hegemónica. En nómeno modificara la dinámica y el equilibrio interno del
- este estado de nuestros conocimientos sería ocioso tratar área, provocando conflictos entre advenedizos y origina-
de internarnos en una discusión teórica sobre si estamos rios. Puede pensarse que por efecto de las sucesivas olea-
frente a sociedades segmentarías, cacicatos incipientes das migratorias, los últimos en llegar encontraron refugio
o pequeños señoríos. Por el momento nos parece más pruden- en las proximidades de sus antecedentes. Este p·odría ser
te ofrecer· la información empírica que hemos podido anali- el caso de los gualfines que acogieron a los amimanas y
zar y dejar abiertos los interrogantes que surgen de la a otros inmigrantes del sur. Por cierto, los advenedizos
discusión. más recientes aparecen siempre como grupos demográficamen-
te reducidos y arrinconados, además, en las tierras menos
Por otra parte, es evidente que la capacidad de convo- productivas. El caso de los cafayates muestra que, en la
catoria de Juan Calchaquí al promediar el siglo XVI, no primera etapa, al amparo de los quilmes, obtienen tierras
se repite más tarde con la misma amplitud y cohesión apa- muy buenas en Caspinchango, pero una vez rota su vincula-
rente. Por el contrario, aparecen con mayor virulencia los ción, son marginados a las proximidades de.la boca de la
conflictos intergrupales, sobre todo entre los pul ares y quebrada de Bombilán. El problema de la relación entre los
i calchaquíes y de éstos cbn los quilmes y los anguinahao. anguinahaos (si nuestra ubicación es correcta) y los· an-
En cambio, gualfines y calchaquíes, si bien conservan sus guingastas no está resuelto, y debemos dejarlo abierto ha~
autonomías, actúan en forma coordinada frente al español, ta hallar mejor documentación al respecto. De todas mane-
salvo en los últimos episodios antes de la derrota final. ras, a nuestro entender, la identificación de estos gru-
Lo mismo sucede con los yocaviles, que acuerdan con los pos, hasta donde hemos podido establecerla, es un aporte
'quilmes y calchaquíes la encerrona de los ejércitos de Nie valioso que permite comprender con mayor exactitud la di-
va y Castilla que venía desde el sur, y el de Mercado y námica interna de la región, así como sus sucesivas trans-
Villarcorta que llegaba desde el norte. formaciones.

En suma, las características y liderazgos, al menos du- También parece importante haber señalado las diferentes
rante la última guerra, parecen más bien responder a estí- estrategias ofensivas y defer.sivas adoptadas alternativa-
mulos externos que a situaciones de estructura política mente por los indígenas del valle. Es de destacar la apa-
interna estable a nivel de {randes porciones del valle, rente actitud negociadora que adoptan en ocasiones y que
Predomina en cambio una cierta atomización del poder, li- debió reconocer antecedentes en las prácticas intergrupa-
mi tacto a ámbitos acotados, que adoptan la forma de franja·s les. Así, durante las rebeliones, fue muy común que ofre-
transversales al eje acuático y que abarcan desde las cum- cieran la paz a la espera del momento propicio para llevar
bres hasta las proximidades del río. Esto no impide los a cabo un ataque. Se trata de las "intenciones dobladas"
entrecruzamientos territoriales horizontales y favorece de las que nos hablan nuestras fuentes. Los más hábiles

404 40S
negociadores resultaron ser los pulares, los que intenta- NOTAS
ron recrear quizás las relaciones establecidas con los in-
cas. Pero poco tardaron en comprender que se trataba de (1) Esto no excluye la ~y,;pación de las cumbres de algunos cerros con
otro tipo de conquistadores. fines defensivos o ceremoniales.

En suma, la cohesión, las estrategias y los valores fue (2) Adoración a los cerros, por ejemplo.
ron cambiando a medida que la presión externa lo imponía,
arrastrando tras de sí una progresiva desestructuración (3) chawpirana: 11 región del medio 11 • Sobre este tema lristan Platt ano-
polÍtica. En la derrota, como en la miseria, los antago-
nismos se acrecientan. No obstante ello, el sistema socio-
na
ta, 11 ••• chawpiran;¡ se precisa conceptualmente a través del con-
junto de -creencias, d; tal suerte que se convierte en un principio
político mostró una fl~xibilidad inp.sper.ada al, aceptar, regulador de la organización social (p. 1085). En nuestro caso ade-
si bien en forma condicionada, a la rncorporac10n de tan más, puede ser principio organizador de relaciones interétnicas o
gran número de pueblos extraños en su seno. Ductilidad que políticas.
el mismo tiempo se transformó en fuente de conflicto.
(4) los derechos sobre los algarrobales fueron fuente de conflictos. la
importancia de esta planta ~n la alirnentaci6n indígena ha sido sub-
e.valuada y merece una profunda reconsideraci6n, dada su gran abun-
Buenos Aires, junio de 1988. dancia a lo largo del eje acuático.
Instituto de Ciencias Antropológicas
Facultad de Filosofía y Letras j5) En adelante, Autos y el n6mero de cuaderno correspondiente.
Universidad de Buenos Aires
(6) En adelante, Torreblanca: "Relación Histórica", seguido del folio
c orrespondi ente,

(7) Al sudeste de Potrero de Payogasta, entre Piul y Río Blanco existen


inmensos campos de cultivo recortados por cuadros o canchones. (Inf,
personal de Roberto Newnan y Pablo Pío Díaz).

(8) Hasta el momento no contamos con información suficiente como para


abordar la problemática de los guachipas.

(9) Sin discutir en detalle el problema de la extensión de la legua, no


debemos olvidar que la dimensión temporal que implica recorrer un
determinado trayecto no era ajena a ·1as estimaciones presentes en
las fuentes. Es así que la calidad del terreno y las condiciones de
la marcha variaban mucho si se trataba de un· hombre solo o por el
contrario de un ejército que debía conducir ganado, pertrechos y
bastimentos de guerra.

(10) Cieza de León: 11 la crónica del Perú". T. XXVI, cap. XCVIII.

(ll)Adern6s, el levantamiento del área continuó después que 6ste fue to-
mado prisionero.

406 407
( 12) A.G. l. Charcas lOl. ban el acceso a los recursos de ambas vertientes, como pude ser el
caso de los quilmes.
(13) Ataque al fuerte de Elencot, en Luracatao. Carta del gobernador Al-
bornoz, l-3-1633, En larrouy 1923. (30) A.H.T. Sobre tierras en los valles calchaqules. Sec. Judicial, Se-
rie. A. Exp.18. Caja S. 1717.
( 14) Documento anónimo legajo Charcas l1l. Gentileza de G. G, Doucet.
(31) A.H.T., Actas Capitulares. Vol. IV. 1714.
(15) Aclaramos que no se trata del pueblo de Animana cercano a Cafayate,
sino probablemente a una colonia de éstos, como lo explicitaremos (31) Larrouy 1916: 97.
en páginas siguientes.
(33) ANS Ex. 1961 nº 14,
(16) Sobre las vinculaciones gualfín-aminanas, ver acápite de alianzas
interétnicas correspondientes a esta área. (34) Auto y Memoria de los pueblos y caciques del valle Calchaqul. En
Autos, ff, 1657.
(17) Al finalizar la campaña de 1659, una vez vencidos los pacciocas,
colaboraron con los españoles como lo veremos más adelante. (35) Como ejemplo de esto podemos citar uma de las primeras cartas es-
critas por el gobernador Albormoz (1619) en la que él misrno utili-
(18) Levillier, 1916. zó la categoría étnica andina de 11 ayllo 11 para designar a los calcha-
quíes. Pero inmediatamente la reemplazó por la de 11 parcialidad 11 ,
(19) Este español y un fraile franciscano fueron muertos en 1630 en Ac- al notar que el término no tenía correspondencia real.
cibil y sus hijas fueron raptadas.
(36) AN8. Ex. 1669 nº 23.
(10) A.N.8, Ex. 1631, nº 5.
(37) Los ingamanas no aparecen en el listado de Luca de figueroa y Hen-
(11) fiscal: funcionario laico de la iglesia. Doctrinero. doza comentado anteriorm.ente porque habían sido trasladados a An-
dalgalá en 1659,
(22) A.G.N. Sala 7, 6-7-1, Colección Carranza.
(38) A.H.T. Sección Judicial. Serie A, Exp. 18, Caja 8. 1717.
(23) A.N.8, Ex, 1681 nº 28.
(39) En este caso, al llamarlos diaguitas, no sabemos si el término se
(24) ANB. Ex. 1677 nQ 38, usa en sentido general {ver trabajo de Lorandi y Bunster en este
mismo volumen), o específicamente tambi~n están aclarando que eran
(25) A.G.I. 74-4-ll. Charcas 26. advenedizos o 11 parientes 11 de los diaguitas del sur.

(26) Cuarta carta de_l P. Diego de Torres. Cartas Anuas XfX: 196. (40) De este sitio proviene la denominación 11 estilo Chiquirail1.' que Pe-
rrota y Podestá otorgaron a un conjunto.de alfarerías que vinculan
(17) Carta del Gob. luca de f igueroa y Kendoza sobre lo que obraron sus el Santamariano con el San José. Ver más comentarios en la informa-
predecesores, 1662. En Larrouy 1913. ción arqueológica correspondiente.

(18) Cuarta carta del P. Diego de Torres, 1612. Cartas Anuas XIX: 194. (41) Hallamos un tercer Tucumangasta en la toponimia, referente a una
localidad ubicada al oeste del Salar de Pipanaco, que por el momen-
(29) Marginal desde la perspectiva española con respecto a su tradicio- to no entra en cuestión.
nal eje de circulación constituido por los ríos, Para los indíge- (41) Pleito por los indios pulares de la encomienda de frias Sandoval.
nas, los ejes se encontraban en las cumbres y suponemos controla- AHC. Eser. 1, leg. 71, Exp. 6.
AAO
(43) Se puede presumir, en este caso, que la exención otorgada a los pu- BIBLIOGRAFIA
lares en forma gen6rica incluía por lo menos a la mayoría de los
pueblos del valle de Pular, ya que, en el documento citado1 figuran ARENAS, M.o., 1975. "Arqueología del Campo del Fraile. y a-
las prestaciones de pueblos como Cachi, Pulares, Escoype, Chicoani ledaños (Valle del Cajón, Opto. de Santa María, Cata-
y a&n Luracatao, estando todos bajo la autoridad de Felipe Colea, marca)". En: Actas del Ier. Congreso Nacional de Ar-
quien ostentaba el título de 11 gobernador 11 • No se menciona sin em- queología: 43-96, Rosario.
bargo a los de Atapsi ni a los de Payogasta.
AROCENA, M.L.; G. de Gásperi y S. Petruzzi. 1960. "C9spin-
(44) finalmente la decisi6n netodol6gica de establecer con claridad los chango". En: Investigaciones arqueológicas en el valle
límites de estas designaciones está en nanos del investigador quien de Santa María. Instituto de Antropología. Publicación
para ello debe conocer el contexto hi.stórico .de la producción de n 2 4: 81-111. Fac. Filosofía y Letras, Univ. del Lito-
la información como asimismo la calidad y condición del emisor. Pa- ral. Rosario.
ra este caso particular se hace necesario además realizar un segui-
miento del empleo de estas designaciones desde un punto de vista AROCENA, M.O. y B. Carnevalli. 1960. "Andalhuala". En ibi-
histórico, del cual pueden surgir indicadores importantes. dem: 53-65.

(45) Levillier ¡g26. BALDINI, L. 1980. "Las urnas de tres cinturas en e 1 N.o.
argentino". En RSAA, XIV: 49-62. Buenos Aires.
(46) La frase 11 amigos que fueron nuestros 11 se debe sin duda a una de las
tantas estrategias indígenas que comentamos1 ya que este grupo se BARTH, F. 1979. Los grupos étnicos y sus fronteras. FCE.
caracterizó siempre por su constante resistencia al español. México.

(47) AHC. Eser. 2, leg. 6, Tl, exp. 2. GARRARA, M.T.¡ A.M. Lorandi¡ S. Renard y M. Tarragó. 1960.
"Punta de Balasto". En: Investigaciones· arqueológicas
(48) El P. Torreblanca registra tanbién un ataque a Caspinchango, poste- en el valle de Santa María, op. cit.: 13-41. Rosario.
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418 419
LOCALIZACION DE GRUPOS ETNICOS Y SITIOS ARQUEOLOGICOS
EN EL VALLE CALCHAQUI

Sitios Arqueológicos: 1- La Poma; 2- Palermo; 3- Las Paillas;


4- Cachi Adent,r'o; 5- La Paya; 6- Seclantás; 7- El Churcal; 8- Po-
. trero de Pa> · ·:~-1~~ t-=i: 9- Cortaderas; 10- Quipón, Ruiz de Los LLanos.
Gana; 11- J.· ~1as del oratorio; 12- Tero; 13- Molinos; 14- Tacuil;
15- Angast<'-1c-o; 16- Hualfín; 17- Tolombón; 18- Pijchao; 19- Quil-
mes; 20- F1Jerte Quemado; 21- Rincón Chico, Lampaci to; 22- Cerro
Mendocino; 23- Punta de Balasto; ·24- Ingenio del Arenal; 25- Po-
trero-\' i·;uiago; 26- Ampajango; 27- Andalhuala, Chiquirnil; 28-
Loma Rj.ca; 29- Caspinchango;

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