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ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
Ciudad de México, 23 de noviembre, de 2016
Abstract: A partir de una breve descripción del problema que enfrenta la economía política
mexicana con la organización tradicional indígena en el municipio de Xapatláhuac, Guerrero,
recupero el carácter simbólico-performativo que se ha relegado analíticamente de los estudios
indígenas. Me propongo llevarlo un escalón más arriba, al postular de manera consecuente una
especie de continuidad entre la economía de prestigio desplazada por la introducción de nuevos
símbolos y los modos de organización tradicionales. Como caso particular tomo a la máscara como
objeto de estudio tentativo, al cual he de aplicar posteriormente un estudio más riguroso durante
el proceso de investigación que me resta por hacer.
En los último diez años, el Estado creció muy por debajo de la tasa nacional. Todo
ello sumado a la violencia exacerbada que ha desplazado uno de las mayores
fuentes de ingreso, el turismo, dejando en una total ruina económica y moral a sus
habitantes; los que se han visto forzados a emigrar para sobrevivir a las
condiciones de miseria. ii
Esta miseria se ve exponencialmente reproducida en la población de origen
indígena. Según datos de la CONEVAL, a nivel nacional el 73.2% de esta
población ― 8.7 millones de personas― vive por debajo de los índices de
bienestar económico. De esta cifra se desprende un 31.8% que vive en condición
de “Pobreza extrema”.iii
Lo que hay que comprender de esta situación tan preocupante es que las
condiciones de miseria, violencia y corrupción no son tanto un asunto exclusivo de
los municipios guerrerenses, sino que se ven reflejadas por el aparato de Estado.
Este aparato ha permanecido por décadas en Guerrero, a pesar de que el
gobierno experimentara con la “alternancia” el 2005. iv Desde esta perspectiva, es
necesario señalar que la pobreza no sólo tiene causas y repercusiones
económicas, sino también culturales. La desintegración y asimilación del “sistema
de cargos” en las poblaciones indígenas, y su consecuente asimilación al aparato
de estado ―impuesta por la facción partidista en turno― ha contribuido de
especial manera a la división de la comunidad, así como a la cristalización de las
actitudes de aceptación o de rechazo del mundo exterior.
Comúnmente, los estudios etnográficos suelen establecer una línea tajante entre
la organización socioeconómica de las comunidades indígenas y las
manifestaciones culturales que de ellas emanan; como si uno y otro no se
implicaran mutuamente. Si bien, esta división ha sido de cierta forma útil como
recurso analítico, no lo es si en verdad se quiere ofrecer una cierta visión
panorámica de las complejas instituciones indígenas que ven como un todo
continuo ininterrumpido a la organización económica, política y la religiosa.
De estas dos, es posible diferenciar tres grupos más que oscilan entre la
producción de un capital y los gastos de manutención: las actividades de
supervivencia ―destinadas a adquirir los bienes esenciales para la alimentación
anual y sujeta al ciclo agrícola de siembra―, las mejoras en la alimentación y
subsistencia ―como la adquisición de frutas, carne, pan, chocolate, etc. así como
la confección de enceres domésticos, herramientas laborales y servicios
médicos― y, por último, las que llevan a enfrentar los grandes gastos
improductivos ―como sucede con los cargos y el pago de dote durante las bodas
familiares.
Es algo evidente, para nuestra autora, que el pueblo entero de Xapatláhuac
depende del mercado nacional e internacional para su propia autosubsistencia
pues la producción agrícola no es suficiente para sostener las relaciones
cotidianas, lo que los obliga a vender cada vez más su mano de obra. Dehouve
denomina “economía del centavo” a la clase de intercambios comerciales que
multiplican las actividades secundarias que producen minúsculos beneficios, así
como la proliferación de préstamos a interés por sumas ínfimas. viii
Lo cierto es que, hasta ahora, las referencias al performance están inscritas dentro
del campo de la antropología simbólica. No basta con tener el poder, sino que
tienes que demostrarlo a través de la vía de los símbolos. Los símbolos como la
economía también se sujetan a un determinado sistema de prestigio que
estructura las jerarquías tradicionales de las comunidades indígenas.
Es así como, desde esta perspectiva, tanto el ritual como el performance pueden
abordarse como una parcela de la experiencia humana cuya potencialidad busca
dar cuenta de las formas de organización social de las comunidades indígenas en
contexto, así como sus relaciones de poder y jerarquía, en el que se insertan los
mecanismos de organización tanto autóctonos como extraños.
La máscara y el ritual
Desde Frazer, la máscara es un objeto de fascinación para la antropología y las
ciencias sociales. Su misticismo encarna anécdotas sin tiempo, en donde lo
material esconde tras de sí la transformación de lo que «ha sido siempre» por
aquello que ya es «otra cosa». Las metamorfosis acontecen a su cobijo, al mismo
tiempo que traslada aquellas representaciones oníricas al lenguaje profano de lo
visible y cotidiano. Muestra y oculta la transformación que se gesta durante los
juegos, las fiestas, las manifestaciones artísticas y los ritos.
Para autores como Roger Caillois, todo juego supone una ilusión, una ficción,
pudiendo crear un personaje ilusorio, «en donde el sujeto juega a creer, a hacerse
creer o hacer creer a los demás que es distinto de sí mismo» (Caillois, 1986). A su
parecer, la máscara funge como mediador mimético, mediante el cual busca
disimularse, representar un personaje. «consiste en ser otro o en hacerse pasar
por otro» (ibíd.). Lo anterior implica suponer que ciertos aspectos de la vida
cotidiana, representan performativamente las visiones tanto del Yo como de los
Otros, a través de juegos, fiestas, piezas artísticas y, sobre todo, rituales. El
problema ahora será, siendo consecuentes con lo expuesto algunos párrafos
atrás, ¿qué es lo que se entiende por otro?
Del mismo modo, algunos diccionarios definen el concepto de persona como una
derivación del verbo personare (sonar, a través de algo). En ese sentido, persona
sería la máscara teatral que realzaba la voz del actor. Aunque el sentido general
se inclina hacia tomarlo metonímicamente al darle el sentido persona no sólo al
sonido sino a toda la máscara en sí. (Mauss, 323)
Bibliografía
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i
Semáforo económico de la asociación “México ¿Cómo vamos?” integrada por diversos investigadores, académicos y
expertos en economía y política pública mexicana. Toda la información citada puede consultarse en su portal de internet:
http://mexicocomovamos.mx/
ii
Sin mencionar el impacto mediático ante la desaparición de un grupo de normalistas en las inmediaciones de Iguala,
provenientes de la Escuela Normal de Maestros “Isidro Burgos”. Ayotzinapa significó la debacle mediática del Estado
mexicano, alcanzando un nivel federal e inclusive trascendiéndolo.
iii
Las cifras se derivan del censo de población realizado por el INEGI en el 2014 y pueden ser consultados en la siguiente
dirección: http://www.coneval.org.mx/SalaPrensa/Documents/Comunicado005_Medicion_pobreza_2014.pdf última
consulta 29 de septiembre de 2016
iv
En el 2012 el exgobernador del Estado, de la corriente de izquierda, Zeferino Torreblanca, enfrentó acusaciones por
anomalías en el manejo de mil 38 millones de pesos, [Fuente: La Jornada, 14 de agosto de 2012] así como de «usar el
Poder Judicial y a la misma Procuraduría General de Justicia del estado “para contener el descontento social y reprimir a la
sociedad.»
Del mismo modo se responsabilizó a Torreblanca ante el CIDH de «“criminalizar” al Consejo de Ejidos y Comunidades
Opositores a La Parota, a la Policía Comunitaria, al Consejo Ciudadano de Chilapa, al Consejo Regional para el Desarrollo
del Pueblo Bátháá, a los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, a la radio comunitaria Ñondaa, a la Coordinadora
Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero y a la OPIM, entre otras organizaciones.» [Fuente: La Jornada, 23 de
Octubre de 2014].
Fue encontrado inocente al no haber suficiente evidencia que lo señale como el autor intelectual del asesinato del
diputado local Armando Chavarría Barrera. [Fuente: Diario Guerrero, 19 de agosto 2014]
v
Basada en una serie de datos etnográficos recabados en la comunidad de Xapatláhuac «primero durante once meses (de
abril de 1967 a febrero de 1968), y luego durante seis meses (de enero de 1969 a mayo de 1969)»
vi
Cfr. p. 36 para entonces, un total de 28 894 eran considerados “nahua hablantes”, lo que presentaba un 9% de la
población indígena de la etnia nahua en la República.
vii
Quichia lucha. Tengo entendido que ese es el título de uno de los libros de Catharine Good Eshelman, “Haciendo la
lucha: Arte y comercio nahuas de Guerrero”, un estudio que según la contraportada «trata la producción artística
artesanal y la estrategia comercial de sobrevivencia de los nahuas del Balsas.»
Más adelante, Daniele Dehouve señalará que «Los dos elementos del intercambio capitalista: capital y lucro, están
siempre asociados al término de lucha» p. 223
viii
Personalmente he visto reproducida esta clase de “economía del centavo” en ciertas zonas urbanizadas del Estado de
México, particularmente en la proliferación de diversas “Casas de empeño” de diversa índole en la zona industrial de
Coacalco.
ix
Esta dependencia que observó Daniéle Dehouve hace cuarenta años, debe estar sumamente exacerbada con la
instauración de los programas de asistencia pública promovidos por el Estado. Esto es una suposición, pero siguiendo el
hilo argumentativo de la autora no es de extrañar que los mismos esquemas promovidos por la presidencia municipal de
Xalpatláhuac en 1968 sean la excepción hoy en día. Según el portal de la Secretaría de Gobernación el programa
“Prospera” busca «promover la Inclusión Social al favorece el desarrollo a través de apoyos en alimentación, salud y
educación. También articula y coordina la oferta institucional de acciones de política social para lograr la inclusión
financiera, laboral y productiva de las personas a través de su propio esfuerzo y trabajo para impulsar un cambio social
significativo.»
No es extraño encontrar que la planilla de beneficiarios del programa sea utilizada para cubrir los actos públicos de los
aspirantes a puestos políticos.
x
Lo que en náhuatl se denomina mauisotl, “el respeto”, pero que también designa las donaciones y las fórmulas rituales
que se intercambian los titulares. De cierto modo, el hecho de ofrecer “palabras de respeto” es lo que constituye una
fuente de prestigio en las relaciones sistemáticas de cargo.
xi
Como puede ser la comida, la bebida, los cigarros y la ornamentación de las festividades públicas.
xii
En ese sentido, las cosmovisiones míticas, que configuran la perspectiva amazónica, proponen un régimen ontológico
que privilegia la transformación de la perspectiva heterogénea sobre la identidad homogénea. Es por ello que no es de
extrañar que se diga, como en efecto lo hace Martin Holbraad, que la palabra Ontología sea también empleada para
referirse al concepto de cultura, pues ―reitero, siendo consecuente con el discurso antropológico de la alteridad―
estructura un determinado orden de las cosas y los seres existentes en un determinado cosmos.