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Túpac Amaru II

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Para otros usos de este término, véase Túpac Amaru.
Túpac Amaru II
Curaca
Tupac Amaru II, oleo.jpg
Inca proclamado por el consejo de Amautas y Mamacunas
1780-1781
Información personal
Nombre secular José Gabriel Condorcanqui Noguera
Otros títulos Curaca, Inca
Nacimiento 19 de marzo de 1738
Bandera del Imperio español Surimana, Canas, Virreinato del Perú
Fallecimiento 18 de mayo de 1781
(43 años)
Bandera del Imperio español Plaza de Armas del Cuzco, Virreinato del Perú
Familia
Padre Miguel Condorcanqui
Madre Rosa Noguera
Consorte Micaela Bastidas
Descendencia
Hipólito
Mariano
Fernando
[editar datos en Wikidata]
José Gabriel Condorcanqui Noguera, llamado igualmente José Gabriel Túpac Amaru123
(Surimana, Canas, Virreinato del Perú, 19 de marzo de 1738 - Cuzco, 18 de mayo de
1781), conocido posteriormente como Túpac Amaru II o simplemente Túpac Amaru (en
quechua, «serpiente resplandeciente»), fue un caudillo indígena y líder de la mayor
rebelión anticolonial que se dio en Hispanoamérica durante el siglo XVIII
denominada la «Gran rebelión». Esta se desarrolló en el Virreinato del Río de la
Plata y el Virreinato del Perú, pertenecientes al Reino de España, y se inició el 4
de noviembre de 1780 con la captura y posterior ejecución del corregidor Antonio de
Arriaga.3

Se trataba de un personaje de origen mestizo en el que confluía la sangre inca con


la criolla. Descendía de Túpac Amaru I, último Inca de Vilcabamba quien fue
ejecutado por los españoles en el siglo XVI. Además, a la muerte de su padre,
hereda el curacazgo de Surimana, Tungasuca y Pampamarca. Era adinerado y se
dedicaba al comercio ya que poseía un negocio de mulas4. Por otro lado, fue criado
(hasta los 12 años) por el sacerdote criollo Antonio López de Sosa y luego en el
Colegio San Francisco de Borja, mostró preferencia por lo criollo llegando a
dominar el latín y a utilizar refinadas vestimentas hispanas5. Sin embargo,
posteriormente se vistió como un noble inca, hizo uso activo de la lengua nativa
quechua en su vida y proclamas, y fue excomulgado por la Iglesia católica6.

Encabezó el mayor movimiento de corte indigenista e independentista en el


Virreinato del Perú. Fue el primero en pedir la libertad de toda Hispanoamérica de
cualquier dependencia, tanto de España como de su monarca, implicando esto no sólo
la mera separación política sino la eliminación de diversas formas de explotación
indígena (mita minera, reparto de mercancías, obrajes), de los corregimientos,
alcabalas y aduanas (14 de noviembre de 1780). Además, decretó la abolición de la
esclavitud negra por primera vez en la misma Hispanoamérica (16 de noviembre de
1780). Su movimiento constituyó un «parteaguas», debido al cual las autoridades
coloniales eliminaron a la ya escasa clase indígena noble y acrecentaron la
represión contra lo andino por el temor de que algo así se repitiese.

En Perú ha sido reconocido como el fundador de la identidad nacional3 peruana. Fue


utilizado como una figura capital para el régimen velasquista (1968-1975) y desde
entonces ha permanecido reivindicado en el imaginario popular.

Índice
1 Biografía
1.1 Sublevación
1.2 Juicio y ejecución
2 Mesianismo de Túpac Amaru II
3 Reconocimiento
3.1 Siglos XX y XXI
4 Árbol genealógico
5 Música
6 Novelas
7 Películas
8 En la cultura popular
9 Bibliografía
10 Referencias
10.1 Libros y publicaciones
11 Enlaces externos
Biografía
José Tupac Amaru fue hijo de Miguel Tupac Amaru Uskikonsa y Carmen Rosa Noguera
Valenzuela7. Por su condición de indígena noble realizó sus estudios con los
jesuitas del Colegio San Francisco de Borja del Cuzco.

Dominaba el quechua, castellano y latín, destacando entre sus lecturas los


Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, las Siete Partidas de Alfonso el
Sabio, las Sagradas Escrituras, el drama quechua Apu Ollantay, así como posterior y
clandestinamente textos de Voltaire y Rousseau, en aquella época censurados.

El 25 de mayo de 1758, contrajo matrimonio con Micaela Bastidas Puyucahua con quien
tuvo tres hijos: Hipólito, Mariano y Fernando (todos apellidados Condorcanqui
Bastidas); seis años después de su matrimonio fue nombrado cacique de los
territorios que le correspondían por elemental herencia. Condorcanqui fijó su
residencia en la ciudad del Cuzco, desde donde viajaba constantemente para
controlar el funcionamiento de sus tierras.

Debido a sus prósperas actividades económicas, Condorcanqui empezó a sufrir la


presión de las autoridades españolas, en especial por presión de los arrieros que
vivían en la región de la cuenca del Río de la Plata, quienes intentaban tener el
monopolio del tránsito de mineral por el Alto Perú. Las autoridades españolas
sometieron a Condorcanqui al pago de prebendas.

Vivía la situación típica de los curacas: tenía que mediar entre el corregidor y
los indígenas a su cargo. Sin embargo, se vio afectado, como el resto de la
población, por el establecimiento de aduanas y el alza de las alcabalas. Realizó
reclamos sobre estos temas pidiendo también que los indígenas fueran liberados del
trabajo obligatorio en las minas, reclamos dirigidos por las vías regulares a las
autoridades coloniales en Tinta, Cusco y después en Lima, obteniendo negativas o
indiferencia.

Además buscó que se le reconociera su linaje real inca, siguiendo por años un
proceso judicial en la Audiencia de Lima y siendo este finalmente rechazado.

Monumento actual en el Cusco, en homenaje a José Gabriel Túpac Amaru, en la plaza


del mismo nombre.
Sublevación
Véase también: Rebelión de Túpac Amaru II
El 4 de noviembre de 1780 se inicia la rebelión de José Gabriel Condorcanqui contra
la dominación española, adoptando el nombre de Túpac Amaru II, en honor de su
antepasado el último Inca de Vilcabamba. Túpac Amaru se autodeclara Inca, Señor de
los Césares y Amazonas,8 y jura con el siguiente bando su coronación: «... Don José
Primero, por la gracia de Dios, Inca Rey del Perú, Santa Fe, Quito, Chile, Buenos
Aires y Continentes de los Mares del Sur, Duque de la Superlativa, Señor de los
Césares y Amazonas con dominio en el Gran Paititi, Comisario Distribuidor de la
Piedad Divina, etc...».9 Al comienzo el movimiento reconoció la autoridad de la
corona, ya que Túpac Amaru afirmó que su intención no era ir en contra del rey sino
en contra del «mal gobierno» de los corregidores. Más tarde la rebelión se
radicalizó llegando a convertirse en un movimiento independentista.

Su esposa Micaela Bastidas así como familiares de ambos tuvieron una participación
de primer orden en el movimiento, tanto en el reclutamiento, abastecimiento y hasta
cierto punto en la toma de decisiones.

Con el apoyo de otros curacas, mestizos y algunos criollos, la rebelión se


extendió, llegando a tener tropas de decenas de miles de combatientes.10 Entre sus
ofrecimientos se hallaban la abolición tanto del reparto como de la alcabala, la
aduana y la mita de Potosí.

La rebelión se desarrolló de manera especialmente violenta, sin toma de prisioneros


y con la práctica de ejecutar a cualquier persona que hablase castellano o vistiese
a la manera europea. Así, la ejecución sistemática de los “puka kunka”
(literalmente cuellos rojos o gringos) convirtió la rebelión en un auténtico baño
de sangre en el que se estima se produjo el asesinato de entre ochenta y cien mil
personas11.

La convocatoria de Túpac Amaru II buscó integrar a indígenas, criollos, mestizos y


libertos negros en un frente anticolonial, pero no pudo evitar que la masificación
del movimiento convirtiera el accionar en una lucha racial contra españoles y
criollos (en general, en el Virreinato, los criollos no tenían en su actuar
antagonismos con los españoles, siendo como mucho contrarios a las reformas
borbónicas pero fieles a la corona en los demás aspectos).

Su movimiento tuvo dos fases:

Primera fase o fase tupacamarista, donde destaca la hegemonía de José Gabriel Túpac
Amaru y continuada tras su muerte por su primo Diego Cristóbal Túpac Amaru.
Segunda fase o fase tupacatarista, donde destaca el protagonismo de Julián Apaza
Túpac Katari.
Juicio y ejecución

Intento de desmembramiento de Túpac Amaru II.


Tras ser capturado el 6 de abril de 1781, fue llevado a Cuzco encadenado y montado
en una mula. Ingresó a la ciudad una semana después, «con semblante sereno»
mientras las campanas de la Catedral repicaban celebrando su captura. Apresado en
la capilla de San Ignacio del convento de la Compañía de Jesús, fue sucesivamente
interrogado y torturado12 al límite del fallecimiento, con el objetivo de
arrancarle información acerca de sus compañeros de rebelión en Cuzco y otras
ciudades, y de sus ejércitos que aún conservaban grandes territorios. Torturas que
fueron inútiles ya que no dio confesión alguna. Más bien trató de enviar mensajes
escritos con su propia sangre,[cita requerida] pero estos fueron interceptados. La
madrugada del 29 de abril a causa de los rigores del tormento le fracturaron el
brazo derecho.

Un día durante el encierro cuando el visitador José Antonio de Areche, autoridad


del interrogatorio y ejecución enviado por el rey Carlos III de España, entró
intempestivamente al calabozo para exigirle, a cambio de promesas, los nombres de
los cómplices de la rebelión, Túpac Amaru II le contestó: «Solamente tú y yo somos
culpables, tú por oprimir a mi pueblo, y yo por tratar de libertarlo de semejante
tiranía. Ambos merecemos la muerte».

El 18 de mayo de 1781, en acto público en la Plaza de Armas de Cuzco, se cumplió la


ejecución de Túpac Amaru II, su familia y sus seguidores. Los prisioneros fueron
sacados de sus calabozos, metidos en zurrones (un tipo de costal) y arrastrados por
caballos todos a la vez, uno tras otro, hasta llegar a la plaza. Ya al pie del
cadalso, Túpac Amaru II fue obligado, tal y como señalaba la sentencia, a
presenciar la tortura y ejecución de sus aliados y amigos, su tío, sus dos hijos
mayores y finalmente su esposa, en ese orden.

Después, al igual que hicieron con varios de sus lugartenientes, con su tío y su
hijo mayor, le cortaron la lengua.13

Luego se intentó descuartizarlo vivo, atando cada una de sus extremidades a


caballos para que estos tirasen de aquellas y las arrancaran. Un testigo describió
los hechos:

Atáronle a las manos y pies cuatro lazos, y asidos estos a la cincha de cuatro
caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás
se había visto en esta ciudad. Intentaron por mucho tiempo pero no pudieron
absolutamente dividirlo después que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de
modo que lo tenían en el aire, en un estado que parecía una araña.

La Tumba de Túpac Amaru II, se encuentra en la Plaza de Armas del Cuzco.


Al ser la acción infructuosa sus verdugos optaron por decapitarlo y posteriormente
despedazarlo. Su cabeza fue colocada en una lanza exhibida en Cuzco y Tinta, sus
brazos en Tungasuca y Carabaya, y sus piernas en Livitaca (actual provincia de
Chumbivilcas) y en Santa Rosa (actual provincia de Melgar, Puno). De igual forma
despedazaron los cuerpos de su familia y seguidores, y los enviaron a otros pueblos
y ciudades. Todo ello descrito en el documento español Distribución de los cuerpos,
o sus partes, de los nueve reos principales de la rebelión, ajusticiados en la
plaza de Cuzco, el 18 de mayo de 1781.

El hijo menor de Condorcanqui, Fernando, al ser un niño de 10 años, no fue


ejecutado, mas se le obligó a presenciar el suplicio y muerte de toda su familia
(incluyendo las patadas y pena de garrote a la madre así como el descuartizamiento
del padre) y a pasar por debajo de la horca de los ejecutados, para luego ser
desterrado a África con órdenes de prisión perpetua. No obstante el navío zozobró y
acabó en Cádiz, siendo encarcelado en las mazmorras de dicha ciudad (el virrey
Agustín de Jáuregui sugirió que no fuera enviado a África sino a España por temor a
que alguna potencia enemiga lo rescatara). Falleció en España en 1798.

Los científicos que han estudiado este intento de desmembramiento concluyeron que
por la contextura física y resistencia de Túpac Amaru II no hubiera sido posible
descuartizarlo de esa manera, sin embargo se le dislocaron brazos y piernas junto
con la pelvis. Aunque Amaru hubiera sobrevivido a esta ejecución hubiera quedado
prácticamente inválido.[cita requerida]

A pesar de la ejecución de Túpac Amaru II y de su familia, el gobierno virreinal no


logró sofocar la rebelión, que continuó acaudillada por su primo Diego Cristóbal
Túpac Amaru, al tiempo que se extendía por el Alto Perú y la región de Jujuy.

Después de reprimir la sublevación tupamarista de 1780, se comenzó a evidenciar


contra los criollos mala voluntad de parte de la Corona Española, especialmente por
la Causa de Oruro, y también por la demanda entablada contra Juan José Segovia,
nacido en Lima y el coronel Ignacio Flores, nacido en Quito, quien había ejercido
como presidente de la Real Audiencia de Charcas y había sido Gobernador Intendente
de La Plata (Chuquisaca o Charcas, actual Sucre).
Mesianismo de Túpac Amaru II

Efigie de Túpac Amaru II en el Panteón de los Próceres en Lima.


La rebelión general del Alto y Bajo Perú en 1780, fue encabezada por José Gabriel
Condorcanqui con el objetivo de liberar a sus compatriotas de las pesadas cargas a
las que estaban obligados por las autoridades españolas desde hacía casi tres
siglos, aunque agravadas en la década anterior por las reformas borbónicas: mitas,
repartimiento de efectos, tributos, alcabalas y otros derechos; trabajos en
corregimientos y obrajes; diezmos y primicias eclesiásticas, y la eliminación de
las divisiones en castas. Buscaba la creación de un reino independiente de España,
gobernado por una monarquía hereditaria incaica, a través de la creación de un
ejército y una administración propias, introduciendo una tributación única a todos
los súbditos, libertad de comercio y trabajo.

Con las masas, el inca iba a comunicarse usando un lenguaje simbólico, de raigambre
mesiánica. Ese lenguaje se manifestaba en el uso de instrumentos musicales
tradicionales, en el uso de banderas, insignias y vestimentas incaicas, así como
del apelativo Inca, que poseía implicaciones mesiánicas (vinculadas al mito de
Inkarrí), por cuanto el Inca no se mostraba solamente como rey y soberano legítimo,
sino también como redentor, restaurador del mundo, salvador de los indios,
esperándose de él un comportamiento milagroso. Se le otorgaban rasgos divinos o
prodigiosos.

Al respecto, las palabras de Túpac Amaru II a su compañero de lucha, Bernardo


Sucacagua, afirmando que las personas que murieran siéndole fieles tendrían su
recompensa, sugieren que aquel se veía a sí mismo, en principio, como redentor. El
obispo del Cuzco afirmó que Túpac Amaru II, había persuadido a los indios de que
los que muriesen en su servicio resucitarían al tercer día. Sahuaraura Tito Atauchi
afirmó que los indios se arrojaban a pelear en las batallas sin temor y ciegamente,
pero aun estando mal heridos no querían invocar el nombre de Jesús, ni confesarse.
Ello se debería a que Túpac Amaru II les había dicho que el que no dijese Jesús
resucitaría al tercer día, y los que lo invocaban, no. Igualmente se presentaba el
modelo peruano, que preveía la resurrección al quinto día.

El sistema de creencias indígenas aceptaba a Túpac Amaru como dios, redentor y


liberador de los oprimidos, vale decir como una figura equivalente a la de
Jesucristo. El Inca reforzaba esta creencia, al afirmar que los españoles habían
impedido a los indígenas el acceso al dios verdadero, siendo él mismo quien
designaría personas que les enseñaran la verdad.

El mito de Inkarrí, al imaginar el regreso de un inca para enderezar el mundo


injusto, era un símbolo unificador poderoso usado para unificar poblaciones
indígenas divididas por la geografía y las fronteras étnicas. Pero también era un
símbolo divisionista, cuando no se reunían todas las condiciones necesarias para
gobernar; tal el caso de José Gabriel Condorcanqui o Túpac Amaru II, al que muchos
nobles incaicos consideraron un "advenedizo fraudulento", más que un verdadero
redentor, aunque él se reivindicara como descendiente del último inca de
Vilcabamba, Felipe Túpac Amaru, o Túpac Amaru I.

Para la mayoría de los rebeldes peruanos, la fuente de sus creencias acerca del fin
de la dominación española estaba en la concepción que tenían del futuro, por la
cual, el Inca que regresa pone término a la dominación española y devuelve el orden
al mundo. Igualmente, la muerte del Inca implicaba una destrucción del orden, del
principio regente del mundo. La muerte de Túpac Amaru, al ser la muerte de un Inca,
era la muerte de un hombre que reunía la tierra, el cielo y los elementos; era la
muerte del hijo del sol.14

Reconocimiento
La fama de Túpac Amaru II se extendió a tal punto que los indígenas sublevados en
el llano de Casanare, en la región de Nueva Granada, lo reconocieron como "rey de
América".[cita requerida]

Movimientos posteriores invocaron el nombre de Túpac Amaru II para obtener el apoyo


de los indígenas, caso entre otros de Felipe Velasco Túpac Amaru Inca o Felipe
Velasco Túpac Inca Yupanqui, quien pretendió levantarse en Huarochirí (Lima) en
1783. La rebelión de Túpac Amaru II marcó el inicio de la Etapa Emancipadora de la
historia de Perú.

Esta gran rebelión produce una fuerte influencia sobre la Conspiración de los tres
Antonios, indicios descubiertos en Chile el 1 de enero de 1781, en pleno desarrollo
de la insurrección. Los conspiradores se animaron a actuar gracias a las noticias
de los avances de Túpac Amaru II en el Virreinato del Perú.

Siglos XX y XXI

Monumento Túpac Amaru II en el Distrito de Comas e Independencia.


En Perú, el gobierno del general Juan Velasco Alvarado (1968-1975) acogió la efigie
estilizada de Túpac Amaru II como símbolo del Gobierno Revolucionario de las
Fuerzas Armadas que él encabezaba, hasta hoy único gobierno de ideología de
izquierda en la historia de Perú. Lo reconoció como héroe nacional en 1968, lo cual
fue novedad puesto que desde la independencia la figura de Túpac Amaru II fue
llevada con indiferencia u omisión por la educación e historiografía oficial
peruana.15 En su honor renombró uno de los salones principales del Palacio de
Gobierno, el hasta entonces llamado salón Francisco Pizarro (que la élite de la
Lima republicana creó y mantuvo los primeros dos tercios del siglo XX en su aprecio
al conquistador español),16 retirando además su retrato del centro superior del
salón y reemplazándolo por el del rebelde indígena. Así también durante su gobierno
se construyó la avenida Túpac Amaru, una de las más extensas (22 km) de la ciudad
de Lima y que une el Cono Norte capitalino (en ese entonces excluido del resto de
la ciudad) con el centro de Lima.

Túpac Amaru II es considerado un precursor de la Independencia de Perú por


antonomasia.17 Actualmente su nombre y figura es acogida ampliamente por los
movimientos indígenas andinos, así como por los movimientos de izquierda política.

En otro sentido, su nombre también fue utilizado por el Movimiento Revolucionario


Túpac Amaru o MRTA, agrupación guerrillera, posteriormente terrorista, que operó en
Perú de 1985 a 1997. El MRTA se dio a conocer internacionalmente por la Crisis de
los rehenes de la embajada de Japón (1996-1997) y fue uno de los beligerantes del
Conflicto armado interno en Perú (1980-2000).

En Uruguay los Tupamaros también conocidos como Movimiento de Liberación Nacional o


por sus siglas MLN-T, fue un grupo insurgente que estuvo activo entre los años de
1960 y 1970, que se denominó como tal por la admiración y respeto que según sus
militantes sentían por Túpac Amaru II.[cita requerida]

En Venezuela, inspirados en la guerrilla uruguaya mencionada, el Movimiento


Tupamaro de Venezuela desarrolló acciones armadas entre 1992 y 1998, para después
integrarse a la política formal.

En Estados Unidos el famoso rapero 2pac (1971-1996) tuvo como nombre de nacimiento
el de Túpac Amaru Shakur debido a la admiración que su madre Afeni Shakur
(activista de la organización afroestadounidense Panteras Negras) tenía por Túpac
Amaru II.

En Argentina el nombre de este líder rebelde fue adoptado por la Asociación Túpac
Amaru, un movimiento indigenista político y social surgido en 2001 en la provincia
de Jujuy que actualmente tiene presencia en 15 provincias argentinas. También
pertenece a la Galería de los Patriotas Latinoamericanos,18 creada en la Casa
Rosada por la presidenta Cristina Fernández en 2010 (año del Bicentenario de la
Revolución de Mayo).

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