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Fernando Pessoa Apuntes

Alvaro de Campos Notas para recordar a mi


maestro Caeiro

Philippe J accottet Hiperión

Eric Lingreden Gunnar EkelOff

POEMAS

Rainer Maria Rilke, Marcos Ricardo

Barnatán, Antonio Colinas,

f. L. J over, Anne Sexton

NOTAS - COMENTARIOS

Poesía Zen de China y Japón


POESIA
No. 27 Vol. 5 No. 3
apuntes
de fernando pessoa
1 Fernando Pessoa Apuntes
2 Alvaro de Campos Notas para recordar a mi maestro Caeiro 1. Ocurre en nosotros, en todos los instantes de nuestra ac-
tividad mental, un fenómeno de doble percepción: tenemos frente
8 Rainer Maria Rilke Sonetos a Orjeo a nosotros un paisaje cualquiera impresionando nuestros sentidos
14 Philippe Jaccottet Hiperión vueltos hacia el exterior, al mismo tiempo que somos conscientes
de un estado de alma. Entendiendo por paisaje todo 10 que forma
21 Marcos Ricardo Barnatán Poema el mundo exterior en un determinado instante de nuestra percep-
22 Antonio Colinas Piedras de Bérgamo ción.
24 José Luis Jover Presencia mineral 2. Todo estado de alma es un paisaje. Es decir, todo estado
de alma no es representab1e únicamente por un paisaje, sino gue
26 Anne Sexton Poemas es un verdadero paisaje. Hay en nosotros un espacio interior don-
31 Eríc Lindegren Gunnar Ekeloff de la materia de nuestra vida física se agita. Así, una tristeza es
dentro de nosotros un lago muerto; una alegría, un día de sol en
NOTAS - COMENTARIOS nuestro espíritu. Y, aunque no se quiera admitir que todo estado
de alma es un paisaje, puede al menos admitirse que todo estado
38 Poemas Zen de China y Japón t.p.s. de alma se puede representar por un paisaje. Si yo dijera "Hay
sol en mis pensamientos", nadie comprenderá que mis pensamien-
tos están tristes.
3. De este modo, teniendo conciencia al mismo tiempo de lo
exterior a nuestro espíritu, y siendo éste un paisaje, tenemos al
mismo instante conciencia de dos paisajes. Ahora bien, esos pai-
sajes se funden, se interpenetran, de manera tal que nuestro es-
tado de alma, sea cual fuese, participa un poco del paisaje que es-
tamos viendo -en un día de sol un alma triste no puede estar
tan triste como en un día de lluvia- y, también, un paisaje ex-
terior participa de nuestro estado de alma -en todas las épocas
es un lugar común decir, sobre todo en verso, cosas como "en la
ausencia de la amada el sol no brilla", y otras por el estilo. De for-
ma tal, que el arte que desee representar bien la realidad tendrá
que hacerlo a través de una representación simultánea del paisaje
~nterior y del paisaje exterior. Por consecuencia tendrá, pues, que
REDACCION: Alejandro Oliveros / Eugenio Montejo Intentar ofrecer una intersección de dos paisajes. Deberán ser dos
Reynaldo Pérez-Só paisajes, pero puede ser -si no se quiere admitir que un estado
de alma es un paisaje- que se quiera simplemente interseccionar
un estado de 'alma (puro y simple sentimiento) con el paisaje ex-
POESIA, revista bimestral de poesía y teoría poética editada por el terior ( ... )
Departamento de Literatura de la U. C. - Apdo. 3052. Valencia, Venezuela
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notas para recordar a mi maestro caeiro

Alvaro de Campos

Conocí a mi maestro Caeiro en circunstancias excepcionales,


como todas las circunstancias de la vida, y sobre todo aquellas que,
no siendo nada por sí mismas, vienen a serlo todo por las conse-
cuencias.
Dejé mi curso de Ingeniería Naval escocesa casi en sus tres
cuartas partes; me fui de viaje a Oriente; al regreso, al desembar-
car en Marsella, y con fastidio de seguir, me vine por tierra hasta
Lisboa. Un primo mío, un día, me llevó de paseo a Ribatejo; co-
nocía a un primo de Caeiro con quien tenía negocios. En casa de
su primo me encontré con quien debía ser mi maestro. No hay na-
da que agregar, pues esto es pequeño como todo 10 que es fértil.
Todavía veo, con la transparencia del alma que las lágrimas
del recuerdo no enturbian, porque la visión nada tiene de exte-
rior. .. Lo veo ante mí, y quizás he de vedo eternamente como le
vi la primera vez. Primero, los ojos azules de adolescente que no
tiene miedo. Después, los pómulos, ya un poco salientes, un tanto
pálido el color, y aquel extraño aire de griego venido de 10 más
profundo. Era una calma, y no de afuera, porque no era gesto ni
apariencia. El cabello casi abundante, rubio, pero cuando la luz
se reducía se tornaba castaño. La talla: mediana, con tendencia
a la altura, pero curvada, sin hombros altos. Su rostro era blan-
co, la sonrisa era como era, la voz igual, dada en el tono de
quien no desea decir sino 10 que está diciendo, ni alta. ni baja,
clara, libre de intenciones, vacilaciones o timidez. Su mirada azul
no podía dejar de fijar la vista. Si nuestra curiosidad notaba algo,
la encontraba: la cabeza, sin ser alta, era poderosamente blanca.
Repito: era su blancura "lo que hacía que fuese mayor que su cara
pálida, llena de majestad. Las manos un poco delgadas, pero no
mucho; la palma, larga. La apariencia de la boca, la última cosa
en la que uno se fijaba, como si para este hombre hablar fuese me-
nos que existir, era una especie de sonrisa como la que se le asigna
en poesía a las cosas bellas e inanimadas únicamente porque nos
- agradan -flores, aguas asoleadas, campiñas-, una sonrisa que
más que decir se siente existir.
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¡Mi maestro, mi maestro, perdido tan tempranamente, tan
pronto perdido! Vuelvo a verlo en la sombra que soy, en mí, en amarillo ni siquiera es el mismo. Lástima que la &ente no tenga
la memoria que conserva de lo que soy de muerto ... ojos para ver esto, si no todos entonces fuésemos felices".
Fue en el transcurso de nuestra primera conversación. .. ¿Có- Caeiro, mi maestro, no era pagano: era el paganismo. Ricardo
mo se sucedió? No sé, dijo: "Está por aquí un muchacho, Ri- Reis es un pagano, Antonio Mora es pagano, yo también; el mis-
cardo Reís, que te gustaría conocer: es muy diferente". Después mo Fernando Pessoa sería pagano, sino fuese un ovillo enredado
agregó, "todo es diferente de nosotros, y por eso es que todo hacia dentro. Sin embargo, Ricardo Reis es pagano por carácter,
existe". Antonio Mora 10 es por inteligencia y yo 10 soy por rebelión, es
decir, por temperamento. En Caeiro no había explicación para su
Esta frase, pronunciada como si fuera un axioma de la tierra, paganismo, había consubstanciación.
me sedujo con una conmoción, como el de todas las posesiones se
me introdujo en los sostenes del alma. Pero, al contrario de la se- Voy a definir esto tal como se definen las cosas indefinibles
ducción material, el efecto en mí fue el de recibir de repente, en -por 10 cobarde del ejemplo. Una de las cosas que visiblemente
todas mis sensaciones, una virginidad que no había tenido. más nos sacuden en nuestra comparación con los griegos, es la au-
sencia del concepto de infinito, la repugnancia de infinito entre
Una vez refiriéndome al concepto directo de las cosas que ca- los griegos. Ahora bien, Caeiro, mi maestro, tenía respecto a eso,
racteriza la sensibilidad de Caeiro, le cité, con amable perversidad,
el mismo concepto. Voy a contar, creo que con gran exactitud, la
lo que Wordsworth designa como lo insensible por su expresión: asombrosa conversación donde me lo reveló.
A primrose by the riuer's brim
Me refería él, explicando 10 que dice en uno de los poemas
A yellow primrose was to bim,
de "El Guardador de rebaños", que no sé quién le había llamado
And it was nothing more. "poeta materialista". Sin hallar la frase justa, porque mi maestro
y traduje (omitiendo la versión exacta de primrose pues no Caeiro no es definible con cualquier frase justa, dijo, no obstan-
conozco nombre de flores ni de plantas): "Una flor a los lados te, que no era totalmente absurda esa atribución. Y le expliqué,
del río era para él una flor amarilla, y nada más". más o menos bien, lo que se entiende por materialismo clásico.
Mi maestro Caeiro se echó' a reir: "Ese inocente veía bien: Caeiro me oyó con una atención dolorosa, luego me dijo brus-
una flor amarilla no es realmente sino una flor amarilla". camente:

Pero, de repente agregó: "Pero eso es demasiado estúpido. Eso es algo de curas sin re-
ligión, y, por lo tanto, sin ninguna disculpa".
"Existe una diferencia. Depende si se considera la flor ama-
rilla como una de las diversas flores amarillas, o únicamente como Permanecí estupefacto, y le señalé las diferentes semejanzas
aquella flor amarilla". que existen entre el materialismo y su doctrina, exceptuando la
poesía de ésta. Caeiro protestó:
y luego dijo:
"¿Pero eso que Ud. llama poesía es todo. Ni siquiera es eoe-
"Lo que el poeta inglés, quería decir no era otra cosa sino que sía: es ver. Esa gente materialista es ciega. Ud. dice que ellos di-
para tal hombre aquella flor amarilla era una experiencia vulgar, cen que el espacio es infinito. En qué lugar del espacio vieron
o una cosa muy conocida. Ahora bien, eso carece de acierto: cual- ellos eso?"
quiera cosa que veamos, debemos verla siempre por primera vez,
porque realmente es así, es Ia primera vez que la vemos. Entonces, y yo, desconcertado: "Pero, ¿Ud. no concibe el espacio co-
cada flor amarilla es una nueva flor amarilla, incluso siendo la mis- mo infinito? ¿No puede concebir el espacio como infinito?"
ma de ayer. La gente ya no es lo mismo ni la flor tampoco. El mismo "No concibo nada como infinito. ¿Cómo puedo concebir algo
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como infinito?
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"Hombre", dije, "suponga un espacio. Más allá de ese espa- "El Guardador de rebaños". Pero, entre tantas frases que escribió
cio, más espacio, más allá de ese, más, y después más, y más, y y se imprimen, entre tantas que me dijo y que refiero o no, la que lo
contiene con mayor simplicidad es aquella que una vez me dijo
más. .. No termina ... "
en Lisboa. Se conversaba sobre no sé qué, algo que tenía que ver
"¿Por qué?", dijo mi maestro Caeiro. con las relaciones de cada cual consigo mismo. De pronto, yo pre-
Permanecí. en un estremecimiento mental. "Suponga que ter- gunté a mi maestro Caeiro, "¿Está contento consigo mismo?" Y
mina", grité. "¿ Qué hay después?" respondió: "No: estoy contento". Era como la misma voz de la
"Se termina, después no hay más nada", respondió. tierra, que es todo y nadie.
* * *
Este tipo de argumentación, acumuladamente infantil y feme- Nunca vi triste a mi maestro Caeiro. No sé si estaba triste
nina y por lo tanto indiscutible, me anudó el cerebro durante unos cuando murió, ni siquiera en los días anteriores. Sería posible sa-
segundos. berIo, pero la verdad es que nunca osé preguntar a los que asistie-
"¿Pero Ud. concibe eso?" le dije por fin. ron a su muerte algo sobre aquella muerte o de cómo la tuvo.
I

"Si concibo, ¿qué?" ¿Que una cosa tenga límites? ¡Bien! Lo En todo caso, fue una de las aflicciones de mi vida --de las
que no tiene límites no existe. Que algo exista significa que haya reales, en medio de tantas que han sido ficticias- que Caeiro mu-
otra cosa cualquiera y, por lo tanto, que cada cosa sea limitada. riese sin que yo estuviera al pie de él. Esto es estúpido, pero hu-
Lo difícil de concebir es que una cosa sea una cosa, y no que ven- mano, y es así.
ga a ser siempre otra cosa que está más adelante". Yo estaba en Inglaterra. Ni siquiera Ricardo Reis estaba en
En esos momentos sentí carnalmente que estaba discutiendo, Lisboa, retornaba a Brasil. Estaba Fernando Pessoa, pero es como
no con un hombre, sino con otro universo, Hice una última ten- si no estuviera. Fernando Pessoa siente las cosas pero no se turba,
tativa, un viraje que me pareció legítimo. ni aun por dentro.
"Mire, Caeiro. .. Considere los números... ¿Dónde acaban Nada me consuela de no haber estado, ese día en Lisboa, a no
los números? Tomemos cualquier número, 34, por ejemplo. Más ser el consuelo de pensar en mi maestro Caeiro, o en sus versos.
allá de él tenemos el 35, 36, 37, 38, y así sin podernos detener. Incluso la misma idea de la nada -la más pavorosa de todas si se
No existe número por muy grande que sea al que no siga uno piensa con el sentimiento- tiene, en la obra y en el recuerdo de mi
mayor .... " querido maestro, algo de luminoso y alto, como el sol sobre las
"Pero eso son sólo números", protestó mi maestro Caeiro. nieves de las cimas .inalcanzables.
Después agregó, mirándome con una imponencia infantil:
"¿Qué es el Número 34 en la Realidad?"
Existen frases repentinas, profundas -porque su origen es de 10
profundo-- que definen a un hombre, o, más bien, con las cuales
un hombre se define sin definición. No se me olvida aquella con
la que, una vez, Ricardo Reis se me definió. Se hablaba de la men-
tira, y él dijo: "Abomino la mentira, porque es una inexactitud".
Ricardo Reis por entero está allí, en el pasado, presente y futuro.
Mi maestro Caeiro, como no decía sino 10 que era, puede ser
definido por cualquier frase suya, escrita o hablada, sobretodo
después del período que empieza desde la mitad hasta, el final de
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Rainer María Rilke Rainer María Rilke

VI, 1~ IX, 1~

¿Es él de aquí? No, pues de ambos Sólo aquél que también bajo las sombras
reinos se nutrió su naturaleza vasta. la lira alzó
Con más arte doblaría las ramas del sauce puede presentir y proclamar
quien las raíces del sauce conociera. el. elogio infinito.

No dejéis en la mesa, al acostaras, Sólo aquél que con los muertos


pan, ni tampoco leche; atraen a los muertos. comió de su amapola,
Mas él, que sabe conjurar, mezcla no perderá jamás
bajo la dulzura de sus párpados el más delicado de los tonos.

su presencia en todo lo contemplado. Aunque el reflejo en el estanque


y el encanto de fumaria y ruda a menudo se nos borre,
le sea tan verdadero como la relación más clara. conoce la imagen.

Nada puede agravar en él la imagen de lo válido; Sólo en el doble reino


sea de sepulcros o de habitaciones, las voces se volverán
celebre ya el anillo, el cántaro y el broche. dulces y eternas.

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to al principio, luego cada vez más ausente hasta su muerte, ocu-
hiperion, rrida en 1843. Ni la reedición de Hiperián, en 1822, ni la primera
edición, muy incompleta, de sus Poemas} en 1826, le conciernen
la novela de holderlin verdaderamente. Fuera de algunos espíritus clarividente s y apasio-
nados como Brentano, Achim de Arnim, Bettina, el crítico Gorres,
nadie más, durante su vida, atisbó la verdadera dimensión de
Philippe Jaccottet Holderlin,
Otra voz aislada, la de Nietzsche a los diecisiete años, se alza
todavía en pleno siglo XIX para loar una obra que nadie lee:
Cuando apareció el primer volumen de Hiperián, su "novela ... "Tú tampoco conoces Hiperián que, por el movimiento armo-
griega", en la semana santa de 1797, Holderlin era casi totalmente nioso de su prosa, por lo hermoso y puro de sus héroes, me da una
desconocido. Nacido en Lauffen sobre el Néckar, en 1770, y des- impresión semejante a la del oleaje. Esta prosa es, en efecto, mú-
tinado a una carrera teológica, "mil ensayos poéticos" lo habían sica, sonoridades dulces_o lánguidas cortadas por disonancias do-
retenido desde su adolescencia. Los cinco años que pasa en el lorosas, que finalizan en trenos extraños y sombríos".
"stift" de Tubinga, donde traba amistad con Hegel y Schelling, Será sólo a comienzo de nuestro siglo, gracias a la primera
entre 1788 y 1793, fue un período de entusiasmo decisivo por la gran edición de sus obras, hecha por Hellingrath, perfeccionada y
revolución francesa, la filosofía kantiana, la poesía y la persona de ~
corregida por Beissner, cuando Holderlin alcance su lugar en nues-
Schiller, a la sazón en plena gloria, perq más hondamente aún por tro horizonte poético, al lado de sus pares: KIeist, Baudelaire, Leo-
la antigua Grecia, la de Hornero, Píndaro, Sófocles, Platón. Si '1 pardi, Novalis.
Schiller acogió de buen grado en su revista, la Nueva Talía, el frag-
mento de un primer Hiperián y luego compromete a Cotta en la Sin duda, la obra escrita entre 1800 y 1804, especialmente los
publicación definitiva de la novela, poco después se desentenderá últimos himnos, a menudo sobrecargados de retoques posteriores,
de su joven compatriota suabo; ambas publicaciones pasarán inad- y los poemas breves o fragmentarios de aquellos años son los que
vertidas. Así pues, Hiperián es el único libro de Holderlin apa- resultan hoy, por sus interrogaciones, su perspectiva, su forma
recido antes de 1806, es decir, antes de que el poeta se hundiese misma, cada vez más tensa y abrupta a medida que la demencia
en la demencia. se aproxima, milagrosamente cercanos. Hiperián, obra juvenil sig-
Al tener que abandonar la casa de Francfort en donde, como nada por su época, escrita en un estilo cuidado y constantemente
preceptor, conoció algunos meses de dicha al lado de la que llama melodioso (con tanta efusión como en Rousseau, tanta melancólica
Diotima en Hiperián, después que desechó el proyecto de revista solemnidad como en Chateaubriand), debe cubrir una ruta más
con que esperaba proteger su existencia material entre los escri- complicada para llegarnos. Y no obstante, todos los grandes temas
tores de su tiempo, Holderlin se hallará más solo que nunca, sos- que, ahondados, condensados, retomarán los poemas posteriores,
tenido por su madre y muy pocos amigos, dentro de una creciente y que aún directamente nos conciernen, la relación con el pasado,
lobreguez. La tragedia a que se consagra apenas finaliza Hiperián, la naturaleza, la política, los dioses, la utopía de la Fiesta de Paz
"La Muerte de Empédocles" , no llega a terminarla (la primera se encuentran ya en el centro de la novela. Y se hace perceptible,
edición del conjunto sólo aparecerá un siglo más tarde). En cuan- bajo los ornamentos estilísticos de la época, ese acento fogoso y
to a los numerosos poemas que escribió entre 1800 y 1804, odas, puro, que es el acento mismo de Holderlin; que es, también, el de
elegías e himnos, algunos vieron la luz en revistas de entonces. la juventud en sus elaciones y desesperas sin medida.
Sus geniales traducciones de Sófocles, publicadas en 1804, fueron Desde la adolescencia Holderlin aspirará a lo más alto. No
juzgadas simple locura. Y en 1806, a los treinta y seis años, Hol- obstante, parece renunciar desde temprano a confundir su ímpetu
derlin entra en la segunda mitad de su vida; ya no será desde en- con la estrecha religiosidad de su medio; no tardará mucho en
tonces sino un fantasma en la casa del carpintero Zimmer, violen- comprender también que la filosofía idealista que nutre la exal-

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tación de sus himnos de Tubinga 10 extraviaba por cumbres estéri- Hiperián, amada mía! Este fruto de nuestros días afortunados ~e
les. Para escapar al peligro de la abstracción pura y comprometer- dará, pese a todo, un poco de alegría. Perdóname por h~cer morir
se con la única voz que reconocía suya, la voz poética, Holderlin a Diotima. Tú recuerdas que en otro tiempo no estuvimos com-
se propondrá a escribir, desde 1792, esta "novela griega" que ven- pletamente de acuerdo sobre este desenlace pero he pensado que
dría a ser Hiperión. ¿Y por qué griega? Porque Holderlin, toma- la disposición general del libro así lo exigía. ¡Amada mía! T~o
do desde el comienzo por el sentido de la Totalidad y el empeño cuanto es dicho aquí y allá de ella y de nosotros, de nuestra VIda,
de educar o de cambiar al hombre hacia una poesía hímnica, no acéptalo como agradecimiento, tanto más sincero si resulta probre-
podía por tanto escribir una novela realista y subjetiva a la ma- mente expresado. Si hubiese podido, a tus pies, con toda calma y
nera de Werther, debía procurar una distancia entre sí mismo y libertad, hacer poco a poco de mí un artista. .. Sí, yo creo gue
su libro; y ningún país se prestaba mejor que la Grecia de fines habría alcanzado rápidamente a cuanto aspiro en sueños, bajo ~l
del siglo XVIII, ante todo porque la lucha librada allí contra el desamparo de mi corazón, y que a menudo lo colma en pleno día
opresor turco respondía al entusiasmo revolucionario del joven de muda desesperación. Estar privados de la alegría que podría-
Holderlin, además, porque fue en la Grecia antigua, su "primer mos darnos, justifica el llanto vertido desde hace años, pero lo que
amor", donde creyó descubrir esta luz verdaderamente divina (y resulta indignante es la idea de que vayamos a perecer tal vez en
humana, no obstante) que ansiaba devolver al tenebroso mundo plena fuerza porque uno falta al otro ... "
moderno. Mas cuando reúne toda su energía para superar esta prueba y
La elaboración de la novela, bastante lenta, atravesó varias tratar incluso de tornarla fecunda, durante esos meses de soledad
fases, de la cual la lectura del admirable fragmento aparecido en en Hamburgo, si su corazón luchaba por superar una separación
la Nueva Talía en 1974, puede dar una idea. del todo humana, su pensamiento, al mismo tiempo, se. dispone a
En Holderlin la experiencia vivida, las turbaciones del senti- afrontar toda separación, toda ruptura de la Unidad Primera. Per-
miento, las reacciones de los sentidos, los ardores del alma y los dida Suzette Gontard, y toda posibilidad de dicha humana, era
más rigurosos esfuerzos del pensamiento no pueden disociarse. En también Diotima perdida, la luz más alta.
enero de 1796, ya bastante avanzado su trabajo sobre el Hiperián, Es necesario entender así Hiperión en su amplitud, como un
cuando vio por primera vez a Suzette Gontard, la joven madre lamento sobre toda clase de separación y una tentativa de superar-
de cuyos hijos iba a ser el preceptor durante dos años, fue sin duda la como la obra de alguien a quien desgarran las disonancias (en
como si se encarnase el sueño de la radiante belleza griega que su corazón, su sangre, su pensamiento) y en la que busca la solu-
después de tanto le perseguía. Amó a esta mujer como mujer, y ción ardorosamente.
fue amado por ella, pero amando también a través de ella una ple- Desde la "obertura" (las tres primeras cartas) aunque da a
nitud de la cual lamentaba estuviera privado el mundo moderno, entender que el Hiperión que escribe desde Grecia a su .ami~o
y él mismo, primordialmente. Ella fue la prueba viviente, esperada Belarmino es un hombre maduro, dispuesto a contarle la historia
por largo tiempo, de que lo Divino no había muerto, pero tam- de su pasado, al instante resuena el tema capital: el de .la Unidad,
bién, al surgir la necesidad de separarse, la ocasión de un doloroso de la Armonía o Plenitud suprema, fuera de la cual runguna ver-
estupor: -Oh, Belarmino, quién puede decir entonces que se dadera vida es posible, unidad que conoce el niño: que el ~undo
mantiene firme, cuando la belleza misma falleció al encuentro de niño ha conocido, y a la cual (como lo lamentara Leopardi muy
su Destino, cuando lo divino debe humillarse y compartir la suer- pronto) ha destruido el Saber.
te de las cosas mortales". Por lo que hace a la propia historia de Hiperián, t~l como la
Para saber hasta dónde la separación fue vivida ante todo co- relata carta tras carta, la integran tres encuentros suceSIVOSde los
mo una prueba humana, y de las más crueles, basta leer la carta que cada uno produce a su vez, con intensidad creciente, exalta-
que Holderlin dirigió a Suzette Gontard en noviembre de 1799, ción y recaída. , . . .
al enviarle el segundo volumen de Hiperión: -"He aquí nuestro El primer encuentro es el de Adamas, gula espiritual en quien
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se confunden la figura del padre ausente (que Holderlin pudo va en el mundo, puede retornar a él, apenas parece un poco más
creer hallar en Schiller y la del educador del pueblo que él soñó oculto. Ya no pregunto más lo que es: lo he visto y lo he cono-
encarnar. Será Adamas quien por primera vez le revele al joven cido".
Hiperión la grandeza de su patria; pero éste lo dejará muy pronto Desde entonces, el alma de Hiperión, guiada por Diotima co-
para ir a buscar en Asia una nación más digna de su enseñanza. mo Dante por Beatriz, se eleva según el movimiento ascendente
El segundo encuentro, más decisivo y apasionado, es el de descrito en El Banquete (del cual Holderlin apenas tomó el nom-
Alabanda, el amigo heroico, el doble, más intrépido, más activo bre de su personaje) a la más alta contemplación. Él amor cantado
de Hiperión, con quien supera la simple nostalgia de la antigua en sus múltiples aspectos, tierno o apasionado, turbado o sereno,
Grecia para soñar instaurar, aquí y ahora, la "nueva Iglesia", una conduce a una revelación: si ha sido destruido el estado de natu-
verdadera hermandad, tal como la revolución francesa pareció raleza, la unidad primitiva, ello es porque el hombre dividido, exi-
prometer al mundo en un comienzo, y cuya imagen había preci- liado, se libra poco a poco al estado de cultura (o Ideal), forma
sado Diotima en una versión anterior: "-Yo llevo en mi alma más alta de la unidad. Ante las prodigiosas ruinas de Atenas, Hi-
una imagen de la sociabilidad: grandes Dioses, ¡cómo por ella perión, sostenido por Diotima, afirma el lugar eminente de la poe-
aparece más bello el estar unidos que solos! Si solamente uno se sía en la tarea de regeneración del mundo, para la cual se descu-
alegrase, pensaba a menudo, con las cosas apreciadas por todos los bre llamado. Sobre esta vana esperanza concluye el primer volu-
espíritus, si cuanto hay en nosotros de Sagrado se transmitiese men.
por la palabra, la imagen, el canto, si todos los espíritus comul- El primer libro del segundo volumen se abre con la luz más
gasen con una sola verdad, reconociéndose en una belleza, ¡ah, si benigna del otoño, una luz que contiene el frío de la inminente
uno corriese así de manos dadas al encuentro del Infinito! ... Oh, separación, pero cuya limpidez parece anunciar una transfiguración.
Diotima, me decía yo, si supiese dónde encontrar esta comunidad Se evoca en él, en efecto, la separación más cruel, la de Diotima,
divina, ahora mismo tomaría el báculo del peregrino, volaría con ligada a un nuevo encuentro de Hiperión y su amigo, sometida
la rapidez del águila a refugiarme en la patria de nuestro corazón. una vez más al ritmo ineluctable en Holderlin como en su héroe:
-A menudo he vivido en su seno -prosiguió Diotima- en re- exaltación y recaída. ¿ No será el amor acaso sino sueño en el seno
presentación, y me parece estar muy lejos, en otro mundo, sin im- de la naturaleza? Hay que responder al llamado del Espíritu, unir-
portarme nada el actual; cantamos otros cantos, celebramos nue- se a Alabanda que se dispone a luchar para redimir a su patria
vas fiestas, las fiestas de los santos de todos los lugares y de todos del yugo turco, embriagarse de esperanza; y desesperar, una vez
los tiempos, de héroes del Occidente y del Oriente ... " más, al ver sus propias tropas, desde los primeros triunfos, entre-
A este primer encuentro con Alabanda seguirá otro, en la se- garse al pillaje como los últimos Bárbaros. Desde entonces Hipe-
gunda parte, después de la de Diotima. Aquí la exaltación del sue- rión sólo ansiará morir, querrá borrarse en la nada contra la cual
chocó su pensamiento después de la primera partida de Alabanda.
ño fracasa por las sospechas que despiertan en Hiperión las rela-
ciones de Alabanda con un grupo de fanáticos justicieros. La de- Diotima, en su soledad, se ha desvanecido; el anuncio del alis-
solación es tan grande que termina en una declaración nihilista) tamiento de Hiperión en la flota, con el sólo deseo de hallar la
con la cual se cierra este primer libro. muerte en el combate, le da el golpe definitivo. Entre tanto, Hi-
El segundo libro (del primer volumen) se abre bajo el perión retomará gusto por la vida y esperará vanamente volver a
signo de la primavera. Esta fiesta de la naturaleza, que. presagia verla. Diotima ya no existe.
la vida más abierta de la verdadera comunidad, anuncia también ¿Cómo, después de la violenta condena de Alemania que for-
la aparición de Diotima, mujer real, realmente amada, al mismo mula Hiperión, luego de un viaje hecho a ese país por distraer su
tiempo que encarnación en este mundo, como belleza, de la Uni- dolor, el libro concluye con un ritmo calmo, con un sentimiento de
dad perdida: "El bien supremo estaba allí, en el círculo de las co- confianza en un futuro desconocido? Ocurre que en ese momento
sas y de la naturaleza humana. Ya no pregunto dónde está, estu- el sentimiento de la totalidad, de un orden total (que revelan es-

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pecialmente frecuentes metáforas musicales o del ciclo de las es- si pronuncias palabra desafias
taciones ), de un orden donde la peor desgarradura se integra ya
cicatrizada, predomina en Holderlin sobre la desesperación. No
se trata de un triunfo del pensamiento, que permanece flotante
(tiempo después precisará una senda más difícil que esta especie Marcos-Ricardo Barnatan
de pasiva absorción en la naturaleza maternal); es el efecto de cier-
ta energía más soterrada, que aún se traduce por una energía ad-
quirida un tanto rápidamente, pero que conduce a Holderlin más
allá de las pruebas, más allá de la novela, hacia su obra posterior. Las sombras del sábado huelen a azahar en Rehavia
Me imagino esos cuadros de Claude Lorrain que Holderlin Tu mano acaricia lenta mi espalda
contempló en Cassel, durante el verano de 1796, acompañado por El espacio que nos acerca se transforma en luz inmóvil
Suzette Gontard y el escritor Heinse en días "verdaderamente fe- Estás mirando un cielo comparable a la revelación
lices". Hiperián, con sus vastos paisajes, sus marinas, sus visiones Ves la armonía de los astros callada.
de ruinas griegas, de cruceros y combates recrea una atmósfera
cercana a la de Lorrain, la cual transfigura ese escenario, suspende Recuerdo la sangre
el mundo entre realidad y sueño, el corazón entre espera y lamen- Brotaba de una fuente antigua
to, l~ obra, e~tre elegía y. epopeya. Hiperián resucita la antigua Era como en Praga el estallido del espíritu
Grecia del unico modo posible en ese momento de la historia: co- El adversario decías el enemigo no cree en su pequeña verdad
mo un deslumbramiento lejano, como una patria perdida cuya luz Siempre la caricia me despierta.
aún nos alumbra y puede gestar el porvenir.
* * * La herida es anterior a la sangre
Ni olvido total ni memoria absoluta
El texto de Philippe Jaccottet sobre Hiperián sirve de prólogo a su
Tus pies desnudos juegan sobre una sabana
versión francesa de la novela de Holderlin publicada por Gallimard.
Fue traducido por Xenio Montejo. '
Sembrada de flores y de reflejos de flores.

El tiempo temido llega


Los gatos encarnan la ambigüedad de la noche
y se aman duplicados e invisibles
Simulando belleza para ocultar muerte.
Vencerán: se desgarran ante un espejo ardiente.

La luz borra nuestros cuerpos encerrados


El silencio ahora el ojo del silencio ahora
O la piel tostada por el sol que se somete dócil
Al sacrificio incesante de la caricia.

Tu boca descifra mis labios.


Son eternos los ojos enfrentados.

20 21
La letra de tu nombre pido. piedras de bergamo
Sobre tus labios mi palabra alzada.
Imagen final o límite del éxtasis
Antonio Colinas
Convoca el vértigo.

y vuelves a nombrarme. Te contempla la piedra y no te reconoce


y vuelvo a nombrarte. a tí, que piedra a piedra, te elevas a los astros.
Tienes un ángel verde que te suena la música,
Sin olvido no habrá revelación. tienes mínimos huertos para el pájaro antiguo,
tienes bronces y muros para cerrar la aurora
Dos cuerpos mitigando su sed y eres mística y tierna como tus hornacinas.
Descubren el verbo eterno. Te abrazan las raíces y las parras sin hojas
ahora que el otoño te hace más ilustre.

No me han dicho los libros del encanto que encierras


y el códice miniado del XV te presenta
heladora y siniestra como un rosal de hierro.
un condottiero clava en tu carne su espuela
y brincas en la noche como corcel sin brida;
pero Tasso te llena de firmeza, te ponen
un cerco de dulzura los solemnes cipreses.
Sacrificas tu brío en el ara del sueño.
Si sepulcro contienes una doncella viva,
si corazón de piedra suenas como un buen oboe.

Todo en tí es.Oratorio que preludia la noche


funeral de las ramas y el musgo en San Virgilio.
¿Quién borró en tus fachadas las leyendas, los frescos?
Déjame que me abrumen tus conventos inmensos,
quiero ver degollados los leones de mármol,
quiero volver los ojos y encontrarte imponente
toda tú, catedral alzada sobre el valle.

Sabes hacer buen uso del sol y de la nieve,


eres un clavo de oro, un arcón taraceado,
te abres toda a la brisa que baja de los Alpes.
A veces tengo miedo si el vino no me apaga
la sed tan violenta que dejas en la boca,
pues como cien otoños secas el paladar;
eres un halo rancio, un racimo de sombras.
23
22
Luz de vela
que sólo a'la mejilla alcanza y cuya redondez modifica poemas
de suerte que escapa su contorno a tu reconocimiento.
A veces, como detalle de lienzo (o abstracción)
sobresale el pormenor
de anne sexton
que la memoria más detesta:
y ahí el hierro al rojo
al que te aproximas, un paso
y otro más hasta la ceguera que no vas a evitar.
Una lágrima fría, una gota de estaño, la estampida
de las caballerías, después de auschwitz
la mano al vientre poco antes del vómito
y el corazón en llamas Ira
al que prendió fuego el amor huído. negra como un garfio
me ataja.
Cada día
Madrid, octubre, 75. cada nazi
agarró, a las ocho de la mañana,
un bebé
y lo frió para el desayuno
en su sartén.

y la muerte observa con ojo casual


y juega con la mugre bajo las uñas.

El hombre es malo
-digo en voz alta.
El hombre es una flor
que se debe incendiar
-digo en voz alta.
El hombre es un pájaro lleno de lodo
-digo en voz alta.

y la muerte observa con ojo casual


y se rasga el ano.

El hombre con sus dedos milagrosos


y los dedos del pie rosaditos
no es templo
sino letrina
-digo en voz alta.
26 27
Que el hombre nunca vuelva a levantar su tacita de té. Este hombre, I

Que el hombre nunca vuelva a escribir un libro. esta mujer


Que el hombre nunca vuelva a ponerse el zapato. con su doble hambre,
Que el hombre nunca vuelva a levantar los ojos han procurado penetrar
en una suave noche de julio. la cortina de Dios,
Nunca. Nunca. Nunca. Nunca. Nunca. lo cual brevemente
Estas cosas digo en voz alta. han logrado
aunque Dios
Ruego al Señor que no escuche. en su perversidad
deshace el nudo.

cuando un hombre entra en una mujer


ángeles caídos
Cuando un hombre entra ("¿Quiénes son?"
en una mujer,
"Angeles caídos que no eran bastante buenos para ser salvados
como el oleaje que muerde la orilla, ni bastante malos para ser perdidos", dice la gente del pueblo.)
una y otra vez,
y la mujer abre la boca de placer Llegan a mi limpia hoja
y sus dientes brillan
de papel y dejan una mancha Rorschach.
como el alfabeto,
No lo hacen para ser crueles,
Logos aparece ordeñando una estrella,
lo hacen para darme un signo-
y el hombre
quieren forzarme, como dijo una vez Aubrey Beardsley,
dentro de la mujer
~ moverlo hasta que algo salga.
hace un nudo, Aunque soy torpe,
para que nunca más estén separados cumplo.
y la mujer Pues soy como ellos-
sube a una flor salvada y perdida a la vez,
y Logos aparece cayendo como Humpty Dumpty
y desata los ríos. abajo del alfabeto.

28
29
Cada mañana los corro de mi cama alcahueta de dios
y cuando se meten en la ensalada,
revolcándose en ella como un perro, Con todas mis preguntas,
los entresaco uno por uno todas las palabras nihilistas en mi cabeza,
así como mi hija fui en busca de una respuesta,
entresaca las anchoas. en busca del otro mundo
En mayo bailan sobre los junquillos, que alcancé al cavar bajo tierra.
gastando los dedos de sus pies, Crucé piedras más solemnes que predicadores,
riendo como peces. traspasé raíces que pulsaban como venas
En noviembre, en busca de algún animal de sabiduría,
mes del pavor, podría decirse, que en búsqueda
chupan su niñez de las moras
de mi esposo (o sea, el que te saca adelante).
y las vuelven agrias e incomibles.
Abajo.
Sin embargo son compañeros. Abajo.
Distribuyen su magia Abajo.
de Salvavidas Surtidas Allí encontré un ratón
y hacen menearse la vi~a. con árboles que crecían de su vientre.
Me acompañan al dentista Era todo sabio.
y protegen del taladro. Era mi esposo.
Al mismo tiempo, Pero estaba mudo.
van conmigo a clases
y mienten a mis alumnos. Hizo tres cosas.
Oh angel caído, Expulsó una calabaza de agua.
compañero dentro de mí, Entonces le pegué en la cabeza,
susurra algo sagrado suave, un golpe como una llamada.
antes de que me pellizques Luego expulsó una calabaza de cerveza.
hasta el sepulcro. Llamé otra vez
y por fin un plato de caldillo.

30 31
una estera en el piso"; sátira indirecta, sicoanálisis, métodos su- No es ésta sólo la voz anarquista de Rimbaud, ni la visión so-
rrealistas, atonalismo y cacofonía, todo fundido en una nueva uni- cial del sicoanálisis en dosis. concentrad~s; se. trata tambi~n. de una
dad: algo completamente distinto. Con crueldad suicida se des- experiencia personal, relacionada a distancia con la vivida por
pojaba al ego y a la cultura de todos sus atrayentes disfraces, de Strindberg cuando escribió los poemas de Loki. Aunque esta pa~-
toda posibilidad de autodefensa y, ciertamente, de casi toda su te de la declaración de Ekelof pudo mejor haber formado un epi-
realidad; lo que .se dejó atrás fue un chiquillo perdido en una costa grafe de Tarde en la Tierra) ya que Dedicación iba a ser la procla-
de mar donde una serie de plataformas perforadas estaban ardien- mación positiva del poeta, un intento semi-mágico de "cantar to-
do ... da la muerte desde su vida", de salvarse a sí mismo. Allí donde los
surreralistas comprometían sólo el inconsciente en su poesía, Eke-
De acuerdo con el punto de vista surrealista, hablar con un lof, preservando su natural temperamento religioso, .se re,m0nta
intenso sentimiento del yo debe ser el derecho inalienable y la he- hasta Rimbaud y los simbolistas. Sin atender la recomendación de
rencia de cada hombre. Y esta confianza en sí mismo es lo que el Breton de ser cauteloso, se compromete plenamente en el intento
banal e interesado sentimiento de culpa, igual en toda época, trata de llegar a un futuro "en el cual la unidad eterna será nuestra.".
siempre de ahogar. Rimbaud escribió:
En un análisis de Una Temporada en el Infierno, de Rimbaud,
El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado escribió Ekeloí: "Contadas personas han doblado su arco tan fuer-
desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de temente como para verse forzadas a oírlo quebrarse, de allí que
sufrimiento, de locura; él busca por sí mismo, agota, en sí todos la desesperación que recorre Una Temporada en el Infierno lespa-
los venenos para no guardar de ellos sino la quintaesencia. Ine- rece fácilmente teatral e irreal". En Cantos del Transbordador
fable tortura para la que se tiene necesidad de toda fe, de toda la (Fariesang, 1941), puede :rerse cómo su d~sco~ianza en la rea-
fuerza sobrehumana, en la que él llega a ser entre todos el gran lidad se amplía en desconfianza de nuestra identidad, de nuestro
enfermo, el gran criminal, el gran maldito -¡y el supremo sabio!- Yo. Cantos del Transbordador por sí mismo se ocupa de la batalla
¡puesto que llega a lo desconocido, puesto que cultivó su alma, que sacude los espíritus de quienes "se proponen una meta".
ya rica, más que nadie! Llega a lo desconocido, y cuando, enlo-
quecido, terminad por perder la inteligencia de sus visiones, ¡él El texto clave es Toma esto y escribe ... Valiéndose de para- .
las ha visto! ¡Que reviente en su salto por las cosas inauditas e dojas, este poema intenta arrancar a las palabra.s teñidas de. dua-
innumerables: vendrán otros horribles trabajadores; empezarán por lismo un posible significado más allá del dualismo. La primera
los horizontes donde el otro se ha hundido. asunción es la de que debemos retiramos de todo cuanto se halle
dentro de la esfera del poder:
Como moralista, Breton pensó que el beneficio que los poemas
surrealistas derivaban del inconsciente (el cual contenía, se supu- "-Canto la única cosa que puede reconciliar,
so, la verdadera naturaleza del hombre), era indirectamente nece- la única práctica, válida para todos: .
sario para la transformación de la sociedad. Siguiendo el pensa- cómo ganó poder a menudo la humanidad
miento de Breton, Ekelof, anti-moralista, dice en el poema inicial abandonando el poder.
de su segundo libro, Dedicación: Abandonar el yo y las quejas, abandonarlos,
A la abrumadora, común estupidez, la única cosa que otorga poder".
al Estado, las leyes, la familia y la iglesia,
La idea capital de la cultura, la noción P?sitiva del du~lism~,
miedos y mentiras, con odio,
son miradas como ideas falsas llenas de ansiedad y fantasía, en-
a fin de violar la falsa inocencia, devastar la linda
gidas sobre una errónea image~ del Yo. "El sis~e~a legal, .la dig-
fachada engañosa, forzar la pureza hasta ver sus manchas,
nidad humana el libre albedrío / todas son imagenes pintadas
y la razón hasta que encuentre su demencia, blanquear los
con miedo en 'el cuarto vacío de lo real, / terror de admitir algo
sepulcros, aniquilar los escritos ...
35
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una estera en el piso"; sátira indirecta, sicoanálisis, métodos su- No es ésta sólo la voz anarquista de Rimbaud, ni la visión so-
rrealistas, atonalismo y cacofonía, todo fundido en una nueva uni- cial del sicoanálisis en dosis concentradas; se trata también de una
dad: algo completamente distinto. Con crueldad suicida se des- experiencia personal, relacionada a distancia con la vivida por
pojaba al ego y a la cultura de todos sus atrayentes disfraces, de Strindberg cuando escribió los poemas de Loki. Aunque esta par-
toda posibilidad de autodefensa y, ciertamente, de casi toda su te de la declaración de Ekelof pudo mejor haber formado un epí-
realidad; lo que .se dejó atrás fue un chiquillo perdido en una costa grafe de Tarde en la Tierra, ya que Dedicación iba a ser la procla-
de mar donde una serie de plataformas perforadas estaban ardien- mación positiva del poeta, un intento semi-mágico de "cantar to-
do ... da la muerte desde su vida", de salvarse a sí mismo. Allí donde los
surreralistas comprometían sólo el inconsciente en su poesía, Eke-
De acuerdo con el punto de vista surrealista, hablar con un lof, preservando su natural temperamento religioso, se remonta
intenso sentimiento del yo debe ser el derecho inalienable y la he- hasta Rimbaud y los simbolistas. Sin atender la recomendación de
rencia de cada hombre. Y esta confianza en sí mismo es 10 que el Breton de ser cauteloso, se compromete plenamente en el intento
banal e interesado sentimiento de culpa, igual en toda época, trata de llegar a un futuro. "en el cual la unidad eterna será nuestra,".
siempre de ahogar. Rimbaud escribió:
En un análisis de Una Temporada en el Infierno, de Rimbaud,
El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado escribió Ekelof: "Contadas personas han doblado su arco tan fuer-
desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de temente como para verse forzadas a oído quebrarse, de allí que
sufrimiento, de locura; él busca por sí mismo, agota, en sí todos la desesperación que recorre Una Temporada en el Infierno les pa-
los venenos para no guardar de ellos sino la quintaesencia. Ine- rece fácilmente teatral e irreal". En Cantos del Transbordador
fable tortura para la que se tiene necesidad de toda fe, de toda la (Farjesang, 1941), puede verse cómo su desconfianza en la rea-
fuerza sobrehumana, en la que él llega a ser entre todos el gran lidad se amplía en desconfianza de nuestra identidad, de nuestro
enfermo, el gran criminal, elgran maldito -¡y el supremo sabio!- Yo. Cantos del Transbordador por sí mismo se ocupa de la batalla
[puesto que llega a 10 desconocido, puesto que cultivó su alma, que sacude los espíritus de quienes "se proponen una meta".
ya rica, más que nadie! Llega a 10 desconocido, y cuando, enlo-
quecido, terminará por perder la inteligencia de sus visiones, ¡él El texto clave es Toma esto y escribe ... Valiéndose de para- .
las ha visto! [Que reviente en su salto por las cosas inauditas e dojas, este poema intenta arrancar a las palabras teñidas de dua-
innumerables: vendrán otros horribles trabajadores; empezarán por lismo un posible significado más allá del dualismo. La primera
los horizontes donde el otro se ha hundido. asunción es la de que debemos retiramos de todo cuanto se halle
Como moralista, Breton pe~só que el beneficio que los poemas dentro de la esfera del poder:
surrealistas derivaban del inconsciente (el cual contenía, se supu- "-Canto la única cosa que puede reconciliar,
so, la verdadera naturaleza del hombre), era indirectamente nece- la única práctica, válida para todos:
sario para la transformación de la sociedad. Siguiendo el pensa- cómo ganó poder a menudo la humanidad
miento de Breton, Ekelóf, anti-moralista, dice en el poema inicial abandonando el poder.
de su segundo libro, Dedicación: Abandonar el yo y las quejas, abandonados,
A la abrumadora, COmúnestupidez, la única cosa que otorga poder".
al Estado, las leyes, la familia y la iglesia,
La idea capital de la cultura, la noción positiva del dualismo,
miedos y mentiras, con odio,
a fin de violar la falsa inocencia, devastar la linda son miradas como ideas falsas, llenas de ansiedad y fantasía, eri-
g~das sobre una errónea imagen del Yo. "El sistema legal, la dig-
fachada engañosa, forzar la pureza hasta ver sus manchas,
nidad humana, el libre albedrío / todas son imágenes pintadas
y la razón hasta que encuentre su demencia, blanquear los
sepulcros, aniquilar los escritos ... con miedo en el cuarto vacío de 10 real, / terror de admitir algo

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más allá de 10 cierto y 10 falso, / más allá de la tesis y la antítesis". camino, los anónimos, es decir, aquéllos que han transpuesto "la
El ansia y el miedo cavilando juntos han erigido la ilusión egoísta, ley judaica del racionalismo". Esta tercera clase de ser humano ha-
el yo. Pero: "la verdad es que no eres nadie / un campo, unas lla incluso la ética como una forma del totalitarian opium: se halla
piezas de ropa, un nombre I cualquier otra cosa es simplemente libre de tomar posición (ante el Nazismo, por ejemplo), pero tam-
lo que anhelas ser". bién libre en parte de su ser para rechazar identificación partidis-
La inocencia, no identificada aquí con el ego sino con la vida ta. Puede decirse que tal persona es un rebelde contra la mentali-
misma, no es la que salva, más bien es la que resulta continua- dad entera de la guerra, que su odio y sus batallas son como el
mente sacrificada en la permanente lucha de los contrarios: corazón y el destino, simples rehenes.

"La vida no es la batalla del dragón y el caballero, El problema para esta última clase de hombre es, naturalmen-
es la virgen. te, la sociedad. Una comunidad de personas se le convierte en la
Nadie puede venir con el hambre y el mal del dragón, conciencia de la soledad de los otros. Los hombres sólo puede ma-
nadie puede venir con la nobleza del caballero, nifestarse mutuo respeto por la soledad de cada uno, basados en
aunque los dulces cuentos mientan tan bien! la comprensión de que lo que de común tienen entre todos es lo
y nadie vendrá con la fe y esperanza de la virgen mejor de la naturaleza humana, -en otras palabras, "lo que te opri-
porque la batalla continúa, me a tí, oprime también a los otros". El místico que elige "la vía
y aquél que arriesgará su vida interna e inferior", que nunca renuncia a la condición de su li-
no es el dragón, bertad, permanece en esta forma siempre leal:
ni el caballero,
sino siempre la virgen", "Quien lo hace nunca estará desamparado, en todo caso,
quien lo hace, permanecerá leal, en todo caso.
El caballero y el dragón son la batalla. "Es en ella (en la vir- La impráctico es lo único práctico
gen) donde la batalla vive", El bien y el mal, aunque no en gra- a la larga". '
do idéntico, viven como vampiros sobre la inocencia. La obser-
vación de que lo que es sacrificado en la incesante lucha es el ins- Ekelof pudo alcanzar esta postura sólo después de aceptar, con
mejor ánimo que antes, su propia naturaleza, transformando en
tinto, y el deseo de Ekelof por lograr una mirada desde un punto
fuerza su debilidad, según la manera clásica del poeta. La que una
más allá del dualismo, conduce finalmente a la teoría de los tres vez le pareció "el infierno de la indiferencia" ha sido acogido y
diferentes tipos humanos. Aparecen descritos esos tres tipos de transformado mediante un distanciamiento esotérico y aristocrá-
seres en el memorable poema Categorías (Kasegorias), El primer tico. En este sentido, la soledad, con su "infinita angustia" ha si-
tipo lo constituye el ingenuo e inocente, la tímida criatura salvaje do vencida al aceptar "el abandono" como la única forma de vida.
"que aún no ha sido tentada por el dualismo". La segunda catego- Ya el poeta no insistirá más en su anormalidad; no se creerá ele-
tía está integrada por el grupo de moralistas, que se identifican gido ni despojado, tampoco vidente, ni ciego ni payaso. Desde el
con cuanto creen, y quienes se comprometen fervorosamente en exterior podrá mirarse a sí mismo tal como las personas más irre-
la batalla del caballero y el dragón: es la gente comprometida, flexivas 10 ven, serenamente como "un ser humano absolutamente
"aquéllos que están magnetizados, los que se sumergen en las más inútil" .
pequeñas cosas apostando el corazón, el alma y el destino, en par-
te iluminados, en parte prisioneros; puesto que el hombre que es Si quisiéramos citar un simple fragmento que encarne la nueva
su propio acusador y defensor, es su propio criminal". La tercera concepción de Ekelof de lo genuinamente individual y de su vida,
podríamos escoger estos versos:
categoría incluye a aquéllos que han ido más lejos a lo largo del

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"-Quien vive separado está muerto, ¡viva el separado!
¡Viva el retirado!
Viva el hombre que tiene el coraje de estar muerto,
de ser lo que es: una tercera cosa,
algo en el medio,
en todo caso una cosa anónima, fuera de todo ... "

La poesía de Gunnar EkelOf es difícil. El tiempo, por otra


parte, no ha transcurrido lo suficiente como para una cabal com-
prensión de su originalidad. Inicialmente se debe a la notable be-
lleza de sus poemas la alta posición que ocupa entre los poetas
suecos de hoy. En este estudio he dejado de lado enfoques socia-
les y estéticos, pues me he propuesto simplemente mostrar la ínti-
ma continuidad de su desarrollo.
Desde muchos ángulos Ekelof ha sido considerado el poeta
raro entre los que maduraron por la década del treinta. Se le ha
mirado fuera de corriente a veces, o contrario a las modas, aunque
él encarna en su personalidad algunas de las preocupaciones más
profundas del romanticismo sueco ortodoxo. Conclusiones audaces
ha logrado en su "pensada vida emocional", y ello ha conferido
a su experiencia privada un rango inusual y le ha permitido arro-
jar nueva luz sobre el problema. de la personalidad. Ha dado a la
defensa del individualismo una voz más profunda y personal que
ningún otro de los poemas suecos contemporáneos.
Por haber tenido el coraje de seguir una línea de pensamiento
cuando la juzgó importante, por aceptarse a sí mismo, ha alcanzado
algunas veces lo sublime. Ha mantenido su independencia y li-
bertad, disponiéndose, al mismo tiempo, a pagar por ello. Puesto
que, "para ser uno mismo se debe mirar la verdad a la cara, aun-
que la cara y la verdad choquen golpeándose hasta la médula.

Gunnar Ekelfof

38
notas ·
y comentarIOS
ZEN POEMS OF CHINA AND JAPAN
Translated by Lucien Stryk and Takashi Ikemoto
Anchor Books; N. Y., 1973.
Quizá unas líneas de Eun (1232-1301), un poema de muerte,
nos sugiera algo:
Ignorante de lo que llega, de lo que parte
Regreso solitario.
Atrapado en el cielo de medianoche,
La Luna platea todo.
"la mente normal es el Tao". Este dicho de Nan-Ch'üan es
lo que mejor pudiera significar la simplicidad de la poesía Zen.
Nada de formas complicadas ni erudición prosódica que obstruyan
el contenido Zen: la comprensión. Cuando se le preguntó a Basho
cómo hacer un buen haiku, contestó: Para escribir un baiku, bús-
quese un niño de un metro de alto". Poesía que evita cualquier
laberinto mental, un estilo que expresa, de una u otra forma, la
esencia del Zen. "Pensamiento huésped de la mente que al comu-
nicarse se hace poesía" (Confucio). Ya despojada la mente de las
impurezas de la dualidad, la poesía Zen brota con la misma fuerza
del pensamiento que le da cauce. Basta descender sobre cualquier
texto Zen o, si se quiere, pintura sumí-e, para sentirse como "si
una piedra fuese arrojada en el mismo charco de la vida". Un pun-
to de misterio, sutiles diferencias que sugieren estados más pró-
ximos al alma. La quietud, la soledad desarraigada, la fugacidad,
el recuerdo, el eco casi melancólico de un pasado querido ...
Sobre el arte Zen, y en éste, la poesía Zen, ya D. T. Suzuki,
en sus tan bien conocidos ensayos, nos había informado, pero qui-
zás con una más contenida emoción, lo hiciera nuestro ya fallecido
AJan W. Watts. Sin embargo, ambos, y tal vez el resto de divul-
gadores, lo que deseaban era infundirnos, con sus trabajos, una
serie de acercamientos al espíritu de la letra de esa filosofía mís-
tica oriental.
Este libro, Poems o/ China and [apan, intenta darnos lo que
aquellos en el campo de la poesía, no llegaron sino a inquietarnos.
(Versiones de 151 poemas cortos sobre la experiencia Zen). Stryk

41
e Ikemoto no nos son completamente desconocidos; una traduc- ayuda al inicio en este tipo peculiar de poesía). Lo más importan-
ción en conjunto fue publicada con el nombre de: ZEN: Poems, te, entonces, es la presencia Zen o el "sentido" del Zen para que
Prayers, Sermons, Interoieios. AFTERIM~GES: Zen r=: 01
Shinkichi T akabasbi. Textos que nos sacudieron al ofrecer un cier-
un poema sea realmente Zen. Por otra parte, el principio de sa-
tori es fundamental en estos textos, además del dinamismo o acti-
to campo, directamente poco conocido por nosotros. vidad presente en él, ya que "el dinamismo del Zen es a la vez la
Con unas notas preliminares, Taigan Takayama, maestro Zen, vitalidad del Zen y el núcleo, por lo tanto, de la poesía Zen".
abad de Nanzenji en Kioto, nos abre el libro. Un peque~~ c?men- Varias de estas características las vamos a encontrar en sumi-e
tario sobre la esencia del Zen que para los lectores familiarlzados y en gradaciones más sutiles los "cuatro temples de ánimo
no es nada nuevo. Sin embargo, el hecho de que la obra tenga el (moods) ": Sabi, Wabi, Aware y Y ugen. Estados de creación no-
visto bueno de este maestro, ~os da una cierta seguridad en la ve- conciente": se les siente como se experimenta la luz del cielo, ape-
racidad de los textos, al menos, en relación de cómo el Zen y. la nas concientes de la delicadeza de sus gradaciones". Sabi, la quieta
poesía Zen se conjugan. El libro se continúa co~, una introducción sensación de soledad:
de Ikemoto y un prefacio .de Stryk. La ordenación .de los poemas
no ha sido de tipo cronológica, se ha hecho obedeciendo. a los te- Unicamente mi barca entre las aguas
mas que abordan, tanto para los chinos, como para .los Japoneses. Sigue la corriente, hacia lo alto, hacia lo bajo, lo
En los primeros se abarca un lapso que va desde el siglo VIII has- hondo, la superficie.
ta el XIII D. C. en los 'segundos desde el XII hasta el XX. Al Conmovido, alzo mi flauta hacia la luna
final para cada texto, se agrega una' nota explicativa que más bien penetrando el cielo otoñal.
hace' el papel de puntero frente a los signifi~ados verbales ": Pues (Honei)
"este tipo de poesía como los Koans, necesitan un tratamiento
no ordinario", nos alega Ikemoto. Wabi no es otro que el espíritu de la pobreza, el "ser tal" de
En cuanto a las divisiones del libro, por temas, fueron las si- los objetos, cosas corrientes, en el momento en que los valores
guientes: poemas de muerte, poemas de asuntos comunes o gene- precisan de otras significaciones. El momento de desarraigo a las
rales y poemas de iluminación o satori. Los primeros fueron es- cosas es Aware. La tristeza que nos sobreviene frente a lo imper-
critos por maestros ya establecidos; los segundos por maestros cu- manente, especie de nostalgia. La comprensión de que algo del
yas palabras deben preservarse y los últimos, de ~umipación. o pasado se ha perdido al encontrarnos de nuevo ante antiguas si-
satori, "expresan la esencia del despertar, profundidad sugerida tuaciones.
por la calidad del poema", en palabras de 1. Stryk. Son pruebas Yugen, tal vez, sea el temple de ánimo más difícil de definir,
entregadas por los discípulos a sus maestros. La tercera sección se un género de misterio, profundidad que se produce en la natura-
complementa con los poemas de satori que fueron rechazados, en leza. "Un sentido de la mística calma de las cosas":
principio, por los maestros y que luego han llegado a ser perso-
nalidades zenistas importantes. Muere la luz en los ojos, nada
Se escucha. Una vez de vuelta a la Fuente,
A todas estas ¿Qué es lo que hace que un poema Zen sea tal? En especial poco importa
¿Qué lo diferencia del resto de la poesía? Veamos: "Nada, quizá, Sea hoy, mañana.
tenga de particular la poesía Zen" nos dice Ikemoto. Las dispari- (Etsuzan)
dades entre textos seculares y Zen no radican en otra cosa sino en
la agudeza que despierta en nosotros, miden hasta cierto punto, el De toda esta lectura, lo más probable, es que hayamos perdi-
nivel hasta donde se ha llegado con la experiencia Zen, (para do. Nunca el tiempo, sin embargo, hemos perdido. "Cuanto más
quienes han vivido tal experiencia y para nosotros, acaso como lejos se va, tanto menos se aprende".
R.P.S.
42 43
textos y autores

La traducción de los reveladores fragmentos de Fernando Pessoa


es de Reynaldo Pérez-Só,

Esta nueva versión que publicamos de algunos de los Sonetos :l


Orfeo, es de nuestro fiel colaborador Rodolfo E. Modern.

Los poemas de la malograda poetisa norteamericana Anne Sexton,


pertenecen al último de sus libros Neatb Notebooks. Las versiones
son de Beth Miller.

Eugenio Montejo es el traductor del importante ensayo de Linde-


gren sobre el gran Iírico sueco Gunnar Ekelof,

Impreso en Venezuela por


MIGUEL ANGEL GARCIA E HIJO
Sur 15 - 107 - El Conde
Telt. 557961- Caracas

44
~ UNIVERSIDAD DE CARABOBO
~ DIRECCION DE CULTURA

Rector ANIBAL JOSE RUEDA


Vice-Rector Académico LUIS CARRILLO
Vice-Rector Administrativo LUIS DELGADO FILARDO
Secretario EZEQUIEL VIVAS TERAN

Director de Cultura GABRIEL DE SANTIS


Jefe de Publicaciones JUAN ANTONIO ALDAZORO

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