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Apunte III.

La Persona humana en la Doctrina Social de la Iglesia

La DSI tiene como eje central a la persona humana y es que su mensaje se dirige a ella con el fin de
guiarla hacia el cumplimiento perfecto de su vocación, a saber, la salvación, la vida eterna. La DSI, en otras
palabras, está al servicio de la unión entre Dios y la persona humana.
Además, la persona humana es la principal protagonista de la vida social. La persona humana es el
centro de toda actividad a manifestación de la vida social. El hombre es el fundamento y el fin de la vida
social.

I- La persona humana “imago Dei”.


a) Creatura a imagen de Dios.
* La persona humana es creatura de Dios (Sal 139, 14-18).
* Diferencia específica respecto del resto de las creaturas: imagen y semejanza de Dios (Gn 1, 27)
- los hizo varón y mujer (Gn 1, 27)
- Lugar del ser humano en la creación: centro y cumbre de la creación. Hay algo divino en el
hombre desde que Dios insufla sobre él su aliento de vida. (Gn 2, 7)
- El hombre no es sólo “algo” sino “alguien”: capaz de conocerse, de poseerse y darse libremente y
de entrar en comunión con otras personas.
- La semejanza de Dios revela que el hombre esencialmente está esencialmente relacionado con
Dios. Esta relación constituye al hombre, y no es algo accidental en él. La vida humana es una
búsqueda de Dios. Esta relación puede ser ignorada, olvidada o removida, pero jamás eliminada. La
persona humana es un ser creado por Dios y para Dios.
- La relación entre Dios y el hombre refleja la dimensión relacional de la persona humana: el hombre
es un ser social.
- La igualdad dignidad entre y el hombre y la mujer. Ambos son imagen de Dios.
- El hombre y la mujer están en relación con los demás ante todo como custodios de sus vidas. “A
todos y a cada uno reclamaré el alma humana” (Gn 9,5). La relación con Dios exige que se considere
la vida del hombre como sagrada e inviolable.
- Posición del hombre y de la mujer delante de la creación: pueden y deben someter la naturaleza a su
servicio y gozar de sus beneficios, pero requiere un dominio responsable y no arbitrario y egoísta.
- El hombre, por su dimensión intelectual puede reflexionar sobre sí, discernir entre el bien y el mal y
actuar libremente.

b) El drama del pecado. La visión de la creación del hombre por parte de Dios es inseparable de la realidad
del pecado original. El pecado original explica el estado caído del hombre. En la raíz de las todas las ofensas
personales y sociales al valor y a la dignidad de las personas está la herida íntima del pecado original. El
pecado hiere al pecador y al prójimo. Desde esta perspectiva, el pecado adquiere, además de una dimensión
personal, una dimensión social. Existen estructuras sociales que facilitan y favorecen el pecado, se trata de
verdaderas estructuras de pecado que tienen como fundamento los pecados personales.

c) Universalidad del pecado y universalidad de la salvación: a la universalidad del pecado, le sigue la


universalidad de la voluntad salvífica de Dios que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad. Cristo reconcilió a los hombres con Dios, dando así cumplimiento a la vocación
más íntima del ser humano.

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II- La persona humana y sus múltiples dimensiones.
a) La unidad de la persona. El alma espiritual e inmortal es el principio de unidad del ser humano, es
aquello por lo cual este existe como un todo (uno en cuerpo y alma). De esta manera, el cuerpo humano
integra a la persona humana. Esta totalidad que es la persona humana es sujeto de actos humanos.
Su dimensión material le permite a la persona estar inmersa en el mundo material, lugar de su
realización y de su libertad, no como una prisión o un exilio. De tal manera que no es lícito despreciar la
dimensión corporal. El hombre debe cuidad y honrar su propio cuerpo como creatura de Dios.
Por su dimensión espiritual, la persona puede trascender el mundo de la materia y comprender el
profundo sentido de la realidad. De esta manera, tiene el hombre dos características diversas: es un ser
material, vinculado a este mundo mediante su cuerpo; y un ser espiritual, abierto a la trascendencia, a la
infinitud del ser.
b) Apertura a la trascendencia y unicidad de la persona. En virtud de sus facultades espirituales, a saber,
la inteligencia y la voluntad, la persona humana puede ir más allá del mundo material, y abrirse hacia lo
ilimitado, hacia lo infinito del ser.
Además el hombre es único e irrepetible. Estas características pueden observarse tanto en su
dimensión material como espiritual. Pero es, sobre todo esta última la que la hace absolutamente única e
irrepetible. Sobre la base de las operaciones intelectuales y libres, se encuentra la persona. Esta unidad de la
persona exige el respeto de todos, especialmente de los poderes políticos.
c) Respeto a la dignidad de la persona humana. Siendo un ser libre, capaz de comprenderse y
autodeterminarse, la persona merece ser tratada de acuerdo a lo que es, y por eso merece un trato especial.
La persona no puede ser instrumentalizada para fines ajenos a su propio desarrollo, que puede realizar sólo
en Dios. Así, no puede la persona ser finalizada en proyectos de carácter económico, social o político
impuestos por la autoridad ni siquiera en nombre de un presunto progreso.
d) La libertad de la persona. La libertad constituye una de las más grandes prerrogativas que Dios otorgó
al hombre: la capacidad de decidir, a fin de que busque espontáneamente a Dios, su plena realización. La
dignidad de la persona exige que el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido e
inducido por su propia convicción interna personal y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la
mera coacción externa.
El recto ejercicio de la libertad personal exige unas determinadas condiciones de orden económico,
social, jurídico, político y cultural.
La libertad humana encuentra como pilares la verdad y el bien. La libertad no es absoluto, desligada
de toda relación, ni un fin en sí mismo. El ejercicio de la libertad implica una referencia a la ley moral
natural de carácter universal, que precede a todos los derechos.
e) La dimensión social del ser humano. El hombre por naturaleza es un ser social. Necesita de la relación
de otros para alcanzar su propio desarrollo. Es una característica natural del ser humano. La sociabilidad de
la persona no es uniforme. El bien común depende de un sano pluralismo.

III. Los derechos humanos. La persona humana es sujeto de derechos. La raíz profunda de sus derechos
descansa en su dignidad. La persona merece un trata especial en razón de su ser personal. La fuente de los
derechos humanos no se encuentra en la mera voluntad de los seres humanos, en la realidad del Estado o en
los poderes públicos, sino en la misma condición racional del hombre y en Dios mismo que se la ha
conferido.
El derecho es el objeto de la justicia. La justicia ordena las relaciones humanas produciendo la paz.
Junto con los derechos se encuentran los deberes.

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