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SEVERINO DIANICH

IGLESIA
EN MISIÓN

VERDAD
IMAGEN
VERDAD E IMAGEN SEVERINO DIANICH
108

IGLESIA EN MISIÓN
Hacia una eclesiología dinámica

EDICIONES SIGÚEME-SALAMANCA, 1988


CONTENIDO

Introducción 9

I. REVISIÓN HISTÓRICA 15

1. Misionología y eclesiología 19
2. Esquemas hermenéuticos 41
3. Modelos históricos 79

II. INTERPRETACIÓN TEOLÓGICA 131

4. Algunos datos bíblicos 135


5. El principio hermenéutico 163
6. Los caracteres del anuncio 177
7. La misión «de trinitate» 207

El. PARA UNA CRITERIOLOGIA 239


Tradujo Alfonso Ortiz García, sobre el original italiano
Chiesa in missione
8. Criterio de la universalidad 243
© Edizioni Paoline, Milano 1985 9. Criterio de la laicidad 249
© Ediciones Sigúeme, S.A., 1988
Apartado 332 - 37080 Salamanca (España)
10. Criterio de lo absoluto y de lo relativo 257
ISBN: 84-301-1059-3 11. Conclusión 281
Depósito legal: S. 542-1988
Printed in Spain
Imprime: Gráficas Ortega, S.A. índice general 285
Polígono El Montalvo - Salamanca, 1988
INTRODUCCIÓN
«¿Qué debe hacer la Iglesia?»: se trata de un interrogante mucho
más incómodo que el que dio origen al concilio Vaticano II, cuando
los padres intentaban decir una vez más en términos nuevos qué es la
Iglesia. El cuadro orgánico, armonioso y pacífico, de la naturaleza de
la Iglesia, tal como nos lo presenta la redacción de la Lumen gentium,
se convierte en un mar tempestuoso cuando las definiciones esenciales
tienen que someterse a la prueba de la confrontación con las demás
iglesias cristianas, con las otras religiones, con el estado moderno y
el problema de su libertad, con la actividad mundana y el compromiso
apostólico del pueblo de Dios, con el esfuerzo y las aspiraciones de
los misioneros, con las diversas culturas y finalmente, en una palabra,
con el mundo.
La historia de nuestra pregunta resulta desconcertante. Entre los
antiguos padres que contemplaban poéticamente en la luna que muere
para unirse con el sol el misterio de la Iglesia pobre y oprimida, pero
fecunda por su unión con Cristo, y los predicadores de la cruzada que
levantaban sus brazos para convocar al pueblo de Dios a las armas y
luchar contra los infieles, hay todo un abismo. Y es enorme la dife-
rencia entre una tradición devota que atribuye al santo rosario la vic-
toria de Lepanto y un Lutero que ve en los turcos la mano de la justicia
de Dios que castiga a la Iglesia para moverla a la conversión. Con la
convicción de que se estaba realizando la misión de la Iglesia se ha
coronado y se ha depuesto a emperadores, se ha mandado a la hoguera
a los herejes, se han fundado hospitales y se ha atendido a los apes-
tados, se ha profesado la fe hasta el martirio y se han poblado los
desiertos en la fuga mundi, se ha acompañado a los conquistadores
de América legitimando sus empresas y se han denunciado sus abusos
en nombre de la dignidad humana de los indios, se han fundado por
todo el mundo comunidades cristianas que rivalizan con las religiones
locales y se ha abierto una etapa de diálogo con los imanes, los bonzos
y los hechiceros, se han creado partidos católicos y se han promulgado
10 • Introducción Introducción 11

encíclicas sobre los problemas sociales, se han hecho procesiones y descripción completa y definitiva de la Iglesia. La crisis de la misio-
se ha tomado parte en manifestaciones obreras y pacifistas, se ha nología pone en movimiento a la eclesiología.
buscado el camino del testimonio ante el mundo con liturgias públicas Las vicisitudes del Vaticano II que, para decir algo que respondiera
en las plazas y con la silenciosa eficacia de la caridad. Podría proseguir a las esperanzas del hombre de hoy, se vio obligado a añadir a la
infinitamente esta lista de ejemplos. Además, si queremos echar una constitución dogmática De Ecclesia otra constitución pastoral sobre
mirada sobre las cosas de hoy y ocuparnos un poco de nuestros pro- las relaciones entre la Iglesia y el*mundo nos ha abierto a todos los
blemas «domésticos», ¿quién no ve las tensiones existentes entre los ojos. Antes parecía que era posible construir una teología de la Iglesia
que quieren una Iglesia más combativa y compacta en las luchas sin pensar en el mundo; en el mundo pensarían los ascetas para exor-
políticas de nuestra sociedad, tanto a la derecha como a la izquierda, cizarlo y los misioneros para conquistarlo. De todas formas parecía
los que insisten en la oración y en la vida interior, los que cuentan como si el mundo constituyese simplemente una magnitud negativa y
con el diálogo y la colaboración entre todos, los que sueñan con un provisional. Negativa, como un vistoso residuo, bajo formas seduc-
regreso improbable a la edad media o al cristianismo de masa y los toras y tentadoras, de la existencia no covertida. Provisional, por ser
que proyectan una diáspora y el anuncio del evangelio en formas una región del planeta a la que no había llegado aún el mensaje ni
nuevas dentro de un mundo tan movedizo y fragmentario? estaba eclesializada por la institución. En una palabra, el mundo daba
Así pues, hemos de vérnoslas con un problema proteiforme y con la impresión de no ser más que una Iglesia que no habría alcanzado
un material pintoresco en muchos aspectos, pero al mismo tiempo su objetivo.
muchas veces dramático. Nuestro estudio, naturalmente, se inserta en Hay ciertamente algunas acepciones de «mundo» que no se pre-
las pistas ya trazadas por la investigación teológica. En los primeros sentan dotadas de valor eclesiológico. Si por mundo entendemos el
decenios de nuestro siglo estuvieron en el centro de interés las «mi- cosmos de la creación, es simplemente lógico que la Iglesia existe y
siones»: una abundante y fecunda reflexión teológica pretendió hacer vive en el mundo mientras no haya llegado la hora de los cielos nuevos
de ellas una lectura en profundidad, intentando descubrir sus razones y de la tierra nueva. Pero si por mundo entendemos, en sentido malo,
y su alma. El presupuesto para la misionología lo formaba una geo- el rechazo impío y obstinado, realizado en lo más hondo del corazón,
grafía teológica concreta: el planeta dividido en «países cristianos» y de la obediencia a Dios, es igualmente lógico que la Iglesia no tenga
«países no cristianos». La misión consistía en dirigirse hacia los países nada que ver con ese antievangelio de la existencia que sería en ese
no cristianos para cristianizarlos. Pero desde los años cuarenta un caso el mundo. Pero no puede menos de determinar la autoconciencia
interrogante empezó a socavar el terreno poniendo en crisis precisa- de la Iglesia lo que entendemos cuando, al hablar de «mundo», nos
mente ese presupuesto: ¿cuáles serían los «países cristianos»? ¿existen referimos a una realidad humana de conjunto que históricamente no
realmente países de misión y países donde no es necesaria la misión? es Iglesia y se distingue con claridad de la Iglesia, o porque no se ha
Hubo entonces un nuevo barajar de las cartas que perturbó no poco visto alcanzada por sus mensajes y sus instituciones o porque no está
los ambientes misioneros: si la misión está en todas partes, si la misión ni mucho menos en disposición de integrarse en su estructura. El
afecta, penetra y compromete a la Iglesia en todas sus situaciones, mundo, entendido de este modo, es simplemente el otro polo frente
entonces cambia el punto de partida de las «misiones» y cambia tam- al cual se autoidentifica la Iglesia, el lugar cotidiano de su existencia,
bién la perspectiva de llegada. ¿De qué Iglesia se parte y a qué Iglesia la fuente principal de su responsabilidad histórica, el término de una
habría que llegar, si es lícito dudar de que la Iglesia es un hecho constante confrontación en esa perspectiva tan compleja y exultante
cumplido incluso donde lleva ya muchos siglos «plantada»? ¿y qué que es el camino hacia el Reino. La Iglesia no es ella misma sin el
relaciones con el mundo habría que proyectar, si no puede presuponerse mundo. O por lo menos, no sería sin el mundo la Iglesia peregrina,
en principio ni puede preverse para el final esa gran «sinfonía» -como sino un puro meteorito de Reino caído en la tierra, incapaz de compartir
dicen los orientales- entre los elementos religiosos y los elementos «la alegría y la esperanza, el dolor y la angustia de los hombres de
civiles de la convivencia humana? Y luego las cosas siguen su curso: nuestro tiempo».
si las misiones no pueden partir del presupuesto de una Iglesia defi- En realidad, pensando las cosas como es debido, la Iglesia no ha
nitivamente cumplida en donde está completamente estructurada y sido nunca ella misma sin el mundo. Bajo ciertos aspectos la societas
perfectamente inserta en la sociedad, entonces tampoco la eclesiología christiana fue en parte un mito, aunque dominante durante más de un
podrá pretender trazar sobre la base de la experiencia adquirida una milenio, ya que pueblos y continentes enteros vivieron extraños a la
Introducción 13
12 Introducción

Iglesia y no faltaron elementos de la cultura y de las estructuras sociales definitiva. Veo en ella un signo: es la Iglesia siempre por terminar,
que siempre se resistieron a integrarse del todo en la Iglesia. Sin siempre en deuda de una respuesta al mundo que la acosa y la inquieta,
embargo, la eclesiología creció a la sombra de este mito y no le gustó sin descanso, hasta que los dos alcancen en el Reino su belleza y su
nunca hurgar en el subconsciente de la autoconciencia eclesial, en paz.
donde habría podido encontrar enfrentamientos y tensiones sin resolver
de una relación esencial suya con el mundo no-Iglesia que la perseguía Severino Dianich
siempre como una sombra. Hoy naturalmente nadie se pondría a ra-
zonar sobre la estructura de la Iglesia, sobre el sentido y la finalidad
de su existencia, sin colocar su razonamiento dentro de la complejidad
de relaciones que la vinculan con el mundo, con su historia, con su
situación actual y con las perspectivas que se abren sobre su futuro.
Plantear un estudio que conduzca hacia una eclesiología dinámica,
es lo que queremos hacer en este libro. Concederemos mucho lugar
a la historia; resulta demasiado interesante pasar revista al menos a
una parte de los muchos y diversísimos modelos con los que la Iglesia
ha plasmado las formas de su acción en el mundo. No menor impor-
tancia reviste la reseña de los esquemas interpretativos con los que su
teología ha pensado en las cosas hechas y en las que quedan por hacer.
Pero precisamente el descubrimiento de un material tan vasto y tan
variado, que resulta totalmente imposible de gobernar, es lo que de-
saconsejaría a cualquiera plantear una investigación sobre las indica-
ciones de lo que debería hacer hoy la Iglesia. Por lo demás, no le
corresponde al teólogo decir a la Iglesia lo que tiene que hacer, o lo
que puede hacer, o lo que no debe absolutamente hacer. Al teólogo
le interesan sobre todo los aspectos formales de la misión, los ele-
mentos y las motivaciones de su autoconocimiento, el cómo y el por
qué hay que hacerlo más bien que lo que hay que hacer. Por eso este
estudio intentará esencialmente, una elaboración de esquemas de in-
teligencia de la misión y una formulación de una cierta criteriología.
La teología no crea la conciencia que tiene la Iglesia en su misión,
sino que hace crecer su conciencia crítica. Al obrar así tendremos que
razonar sobre la misión con la conciencia cada vez mayor de que no
estamos escribiendo un capítulo, el último, de la eclesiología, sino
que estamos reescribiendo por así decirlo toda la eclesiología.
En una aldea de la provincia de Pisa, en Caprona, donde soy el
pastor de una pequeña comunidad parroquial, tenemos una iglesia
medieval dedicada a santa Julia, bastante curiosa y muy bonita. Es un
edificio milenario tres veces empezado y que sigue sin terminar. Nació
muy pequeña, con una sola nave; luego se derribó en parte para co-
menzar una construcción mayor, de tres naves, que nunca se terminó.
Da cierta emoción contemplar aquel montón de piedras labradas con
tanta tenacidad y sabiduría para levantar una construcción que, con el
correr de los siglos, no ha conseguido aún una forma completa y
I
Revisión histórica
La reflexión teológica sobre la misión de la Iglesia no ha ocupado
en la historia de la teología un lugar concreto, propio. Tampoco ha
recibido una forma determinada de tratado, ni se ha reservado en el
entramado de un rincón especial la eclesiología. Sólo en nuestro siglo
se ha desarrollado una teología de las «misiones», que se sintió en-
vuelta en crisis cuando surgió una problemática distinta, la de la «mi-
sión». Pero si no tenemos por detrás de nosotros una historia de la
teología de la misión, sí tenemos a nuestras espaldas la historia de la
misión de la Iglesia, que no es más que la historia de su actividad y
de los dinamismos que dieron impulso a sus relaciones con la hu-
manidad. Se trata de una historia muy pintoresca, en la que en cada
ocasión y en las diversas situaciones salieron a flote las más variadas
aspiraciones, programas, actividades y tensiones.
No pretendemos aquí, como es lógico, trazar la historia de las
misiones1, ni mucho menos describir la historia de la misión, lo cual
equivaldría a repetir la historia de la Iglesia. Pero es necesario que
miremos hacia atrás para ver cómo la experiencia de las llamadas
«misiones extranjeras» puso en movimiento, aunque muy posterior-
mente, una vasta reflexión teológica y cómo esta reflexión se ve hoy
atravesada por nuevos interrogantes que la obligan a salir del terreno
especializado de la «misionología» para sumergirse en el mare magnum
de la gran cuestión de las relaciones entre la Iglesia y el mundo, la
Iglesia y la historia, la historia y su futuro escatológico2 (cap. 1). Para

1. Cf. K. Latourette, A history of the expression of christianity, 7 vols., London


1937-1945; S. Delacroix, Historie universelle des missions catholiques, 4 vols., Paris
1956. En un solo volumen, con buena bibliografía y extendiéndose a toda la obra misionera,
tanto de los católicos como de los protestantes ortodoxos, S. Neil, A history of christian
missions, Penguin Books, Harmondsworth 1980. Estudios históricos con especial atención
a la teología: H. Frones, H.W. Gensichen, G. Kretschmar (eds.), Kirchengeschichte ais
Missionsgeschichte, Kaiser, München 1974; G. Rosenkranz, Die christliche Mission.
Geschichte und Theologie, Kaiser, München 1977
2. Una obra importante y muy discutida, que trata de manera sistemática los pro-
18 Revisión histórica

no contentarnos con una revisión histórica que no va más allá de un


pasado bastante reciente, nos gustaría recuperar de la memoria histórica
de la Iglesia las formas y los modos cómo se fue haciendo consciente
en cada ocasión de su tarea histórica. Pero, como ya observaba, no
1
es posible, ni sería de mucho interés para nuestro intento, analizar las Misionología y Eclesiología
cosas que la Iglesia ha hecho a lo largo de su historia con la conciencia
de estar cumpliendo la misión que Dios le ha confiado. Son demasia-
dos, y sobre todo demasiado diversos, los contenidos que han dado
cuerpo a través de los tiempos a las relaciones de la Iglesia con el
mundo. Por el contrario, me parece posible destacar las características
de las estructuras culturales y lingüísticas en las que se ha formado y
vivido la conciencia eclesial de la misión. Así pues, me gustaría ana-
lizar en primer lugar algunas categorías teológicas clásicas de la in-
terpretación cristiana del mundo y de la historia, que han servido de
base y todavía sirven para concebir la misión de la Iglesia (cap. 2).
Luego, dejando el terreno específico de la reflexión teórica y pasando
al terreno más amplio de la praxis, me gustaría estudiar los modos en
los que la actividad histórica de la Iglesia ha adoptado ciertas formas «Por una eclesiología dinámica»; con el subtítulo de este libro
coherentes y orgánicas, superando el simple hacinamiento empírico declaramos nuestra intención de plantear la pregunta sobre el «qué
de las cosas por hacer y creando en la meditación, en la exhortación hacer» de la Iglesia en el corazón de la eclesiología y no ya en un
y en la programación ciertos modelos de acción dotados de una co- apéndice de la misma. En este sentido la tradición neoescolástica ha
nexión interna y de una lucidez lógica (cap. 3). dejado un vacío dentro del espacio eclesiológico, desplazando signi-
ficativamente nuestro tema a otro lugar. A un lugar tan alejado que
es posible registrar en el año 1896 la fundación en la facultad teológica
de Halle (Berlín) de una cátedra específica de misionología, concedida
a G. Warneck, a quien se le considera como el padre de una nueva
disciplina teológica3. Así, en el campo católico, en 1911, en Münster
nació el Instituto Internacional de Investigaciones Misionólogicas por
obra de R. Streit y J. Schmidlin4. Otra célebre escuela de misionología
será la de Lovaina, que comenzará a hacerse famosa en el año 1924
gracias a una publicación de R. Lange y luego gracias a la obra de P.
Charles5. El corte es evidente: por una parte se habla de la Iglesia
como de una entidad establecida, una estructura inmóvil, de la que
habrá que defender ante todo la legitimidad y las prerrogativas; por

3. Cf. G. Evers, Storia e salvezza. Missione-religioni non cristiane- mondo seco-


larizzato, EMI, Bologna 1976, 18-37.
4. Cf. G. Colzani, La missionarietá della chiesa, Dehoniane, Bologna 1975, 17-
24. De J. Schmidlin véanse Einführung in die Missionswissensschaft, Aschendorffsche
Memas relacionados con este giro, es la de L. Rütti, Zur Theologie der Mission. Kritische
Buchhandlung, Münster ¡917, Katholische Missionslehre im Grundriss, Aschendorffsche
Analysen und neue Orienterungen, Kaiser-Grünewald, Müncheri-Mainz 1972. El P. Con-
Buchhandlung, Münster 1919.
gar le ha dedicado una atenta recensión en la Theologische Kcvuc 69 (1973) 353-360.
5. Cf. G. Colzani, o. c, 31-40. De R. Lange véase Le probléme théologique des
Véase también la hermosa panorámica de A. Laurentin, M.-J. Le (.iuillou. La misión como
missions, Xaveriana, Louvain 1924. Para el pensamiento del P. Charles véanse los números
tema eclesiológico: Concilium 13 (1966) 406-450; una colección de estudios más recientes
36-43 de Dossiers de l'action missionaire y los volúmenes Les dossiers de l'action mis-
en M. Dhavamony (ed.), Prospettive di missiologia oggi. Gregoriana, Roma 1982.
sionaire, L'Aucam, Louvain 1938 y Missiologie, L'Aucam, Louvain 1939.
20 Revisión histórica Misionología y eclesiología 21

otra parte se habla de la misión como de una empresa específica, con mente extraña a la idea de la misión; para Th. Ohm se trataría de una
tiempos largos y dimensiones grandes, pero determinada exclusiva- consecuencia lógica de la doctrina de la predestinación y de la fuerte
mente por la situación contingente de pueblos enteros que no conocen desacramentalización de la eclesiología9. Lutero pensaba en el «pa-
aún el evangelio. Se trata de dos campos de investigación institucional gano» más bien en términos intraeclesiales, en orden a una empresa
y epistemológicamente autónomos, de los que el segundo está sometido de reforma que habría de liberar a la Iglesia de su propio paganismo.
a las influencias de los planteamientos fundamentales e indiscutibles Por lo demás permanecía aún con vida la antigua concepción, de la
del primero, mientras que éste no tiene nada que recibir del otro, a que hablaremos a continuación, de una misión realizada definitiva-
no ser una contribución apologética para demostrar la efectiva cato- mente por los mismo apóstoles. En el protestantismo tan sólo la voz
licidad de la Iglesia6. de Justinianus von Welz se levantó para defender la causa de la misión
entre los infieles10.
En líneas generales se puede decir que la societas christiana pro-
1. El eclipse de un gran tema dujo una eclesiología esencialmente estática, comprometida por parte
católica en la consolidación y en la defensa de las estructuras ecle-
La Iglesia medieval percibió de una forma tan constante su iden- siásticas y por parte protestante en su reforma. Incluso cuando con el
tificación con la sociedad, en toda su extensión y en todos sus aspectos, descubrimiento de América comenzó entre los católicos la obra mi-
que no sintió la necesidad de plantearse temáticamente el problema sionera, su problemática ni siquiera pareció afectar al desarrollo de la
de la misión, al menos hasta que llegaron las primeras exploraciones eclesiología. Se alimentaba más bien de un fuerte sentido de drama-
del extremo oriente y los intentos de predicación de los franciscanos ticidad planteada por la cuestión de la salvación de aquellas enormes
en el mundo islámico. La palabra «misión» ocupaba un lugar impor- masas de «infieles», para articularse luego en los numerosos y graves
tante en teología, pero exclusivamente dentro del espacio de la refle- problemas políticos ligados a las relaciones que se iban entrelazando
xión sobre la Trinidad y sobre las relaciones del Hijo enviado por el entre la obra de la evangelización y la conquista de los territorios de
Padre, del Espíritu enviado por el Padre y por el Hijo, del Padre ultramar". En el fondo, se trataba esencialmente de trasplantar a Amé.
principio de la misión del Hijo y del Espíritu. La «misión» comienza rica la sociedad cristiana europea, de trasladar allá todas las estructuras
a utilizarse para indicar una tarea de la Iglesia sólo con el descubri- de poder, incluidas las eclesiásticas. Es sintomático que hubiera que
miento de América7. Pero hemos de tener en cuenta que incluso la esperar a nuestro siglo para ver nacer en los territorios de la misión
gran obra de evangelización de las poblaciones americanas no tiene iglesias indígenas autónomas, mientras que incluso en la primera evan-
por sujeto a las iglesias, sino al papado, de forma que las comunidades gelización no faltaron las "prohibiciones de ordenar sacerdotes a los
cristianas no la sienten ni mucho menos como una empresa propia, indígenas12.
sino simplemente como una tarea institucional del vértice de la au- Hay que añadir que los esquemas culturales propios de la societas
toridad. Quizás sea esto lo que explica el hecho de que ortodoxos y christiana no permitía que se abriera ninguna problemática misionera
protestantes, privados de un instrumento institucional de este género, que no fuese la que estaba ligada al descubrimiento eventual d« la
sólo emprendieron mucho más tarde su obra misionera. Y cuando a existencia de pueblos no cristianos. El gran tema de la relación Iglesia-
principios del siglo XVIII comenzó la primera misión pietista. no partió mundo en un universo totalmente cristianizado no implicaba propia-
de las iglesias, sino de grupos cristianos privados de todo carácter mente problemas de relación entre la Iglesia y la sociedad civil. El
oficial. Más aún, su iniciativa fue tan mal acogida que en el año 1708 término «mundo» connotaba más bien la realidad negativa de un tipo
la facultad de Wittenberg los condenó como «falsos profetas»8. La de vida irreconciliable con el evangelio y suscitaba interrogantes y
primera fase de la Reforma, a pesar de que coincidió con un gran
movimiento misionero por parte de los católicos, permaneció total-
9. Th. Ohm, Machet zu Jüngern alie Volker. Theorie der Mission, Wewel, Freiburg
i m B r . 1962, 113 s.
6. Cf., por ejemplo, T. Zapelena, De ecclesia Christi. Pars <ipt>logetica, Universitas 10. H. Bürkle, o. c, 42-49. Se cita allí un curioso dístico de Neumeitser compuesto
Gregoriana, Roma 1950, 457, 464, 467. Cf. G. Colzani, o. <•., 40-48. para la conclusión de su sermón de la Ascensión de 1722: Vor Zeiten hiess es wohl: geht
7. J. Mitterhófer, Thema Mission, Herder, Wien 1974, 65; J. Amstuzt, Kirche der hin in alie Welt I Jetzt aber: bleibt allda, wohin dich Gott gestellt.
Volker. Skizze einer Theorie der Mission, Herder, Freiburg-Basel-Wien 1972, 1-11. 11. Cf. S. Neill, A history of christian mission, o: c, 140-142; 168-172.
8. H. Bürkle, Missionstheologie, Kohlhammer, Slutlgurt 1979, 54. 12. S. Neill, o. c., 1975.
22 Revisión histórica Misionología y eclesiología 23

compromisos a nivel ascético y espiritual; desde esta perspectiva «el manticismo alemán. Dentro de una concepción orgánica del mundo
sentido de huida prevalecía sobre el posible sentido de misión. Pero las entidades de los pueblos, con su historia y su cultura, sus estructuras
en cuanto que el «mundo» connotaba la sociedad de los hombres, no civiles y religiosas, sus tradiciones y sus sentimientos unitarios, son
constituía un polo antitético respecto al término «Iglesia». Polos anti- vistas como entidades orgánicas vitales, en las que viven los hombres
téticos eran más bien los vértices institucionales de las dos «sociedades como trasportados por un flujo vital, esencial para su desarrollo. Las
perfectas», el papado y el imperio, o bien -en la época moderna- la estructuras de una sociedad se conciben como Volksorgane, es decir,
jerarquía eclesiástica y el estado laico, que pretendía el gobierno de como miembros operativos de un organismo vivo unitario. Partiendo
la sociedad de una forma completamente autónoma respecto a la Igle- de estas premisas el anuncio evangélico es considerado como dirigido
sia. Sin embargo, en línea de derecho, el Estado y la Iglesia no deberían no a los individuos, sino al complejo orgánico de un pueblo. Por
haber sido nunca polos de una antítesis, sino que deberían haber estado consiguiente -observa ^arQgeJj-, la inculturación del evangelio no es
tan orgánicamente coordinados que garantizasen el desarrollo ordenado
solamente una exigencia pedagógica, ya que verdaderamente sólo en
del hombre y de la sociedad e impedir el nacimiento de cualquier
tensión. En efecto, en la Inmortale Dei el papa León XIII escribía: el crecimiento gradual de un pueblo que camina en la fe es donde se
«En una sociedad constituida de la manera que hemos dicho, las cosas desarrolla el verdadero proceso de hacerse «discípulos»15. Son los
humanas y las divinas están admirablemente ordenadas: los derechos mismos vínculos ancestrales los que contienen una relación propia y
de los ciudadanos son respetados como inviolables y puestos bajo la específica con el reino de Dios; por tanto, no se trata de trasplantar»
guía de las leyes divinas, naturales y humanas; los deberes de cada la Iglesia a otiQlugar, sino 4e 1ha,cer¿£,!ejSí£r allí desde dentro. Así
uno quedan exactamente definidos y se procura su cumplimiento. Todo pensaba B. Gutmanns en 182516. Llevando a sus últimas consecuencias
individuo, en esta peregrinación terrena llena de incertidumbres y estas consideraciones, Christian Keysser17 opina que en todo proceso
vacilaciones que conduce a la eterna morada del cielo, sabe que tiene de evangelización se reproduce por entero toda la economía bíblica,
un guía seguro que le ayuda a alcanzar la meta; y sabe igualmente en la que no existe un nuevo testamento sino después de un antiguo
que tiene a quien vigila para proporcionarle y conservarle la seguridad, testamento. Por ello no es posible pensar para cada pueblo en un acceso
la fortuna y los demás bienes que necesita para la vida de aquí abajo»13. al evangelio, que afecte en su plenitud sobre todo al individuo, sin
Si el mismo León XIII se vio obligado a enfrentarse con las gravísimas pasar a través de una fase en la que viva la fe como parte de las
cuestiones de los conflictos sociales, esto sólo se debió al hecho de estructuras orgánicas del pueblo y de la nación, ligada al patrimonio
que «las instituciones y las leyes se iban alejando del espíritu cris- étnico y a los vínculos de sangre18. En el plano de la práctica esto
tiano»14. Así pues, es la constatación de que»ha quedado rota la societas suponía en la experiencia de las nuevas comunidades cristianas una
christiana o de que por lo menos ha quedado gravemente compro- asunción indiscriminada en las estructuras de la Iglesia de los usos,
metida lo que despertó el sentido de la misión respecto al mundo, de costumbres y prácticas tradicionales de un pueblo19.
la misma manera que el descubrimiento de nuevos mundos no evan-
gelizados había despertado la conciencia de la responsabilidad de llevar El holandés J. Ch. Hoekendijk elaboró una acerada crítica de este
a todas partes el evangelio. movimiento durante la segunda guerra mundial y la publicó inmedia-
tamente después, no dejando de señalar las vinculaciones peligrosas
de esta «ideología» con los humores culturales propios del espíritu
2. «Volkskirche» y «Plantado ecclesiae»
15. G. Warneck, Evangelische Missionslehre. Ein missionstheoretische Versuch,
Gotha 1892-1903, citado por H. Bürkle, o. c, 66.
En los ambientes protestantes la primera reacción contra la pobreza 16. B. Gutmanns, Gemeindeaufbau aus dem Evangelium, Leipzig 1925.
eclesiológica y la espiritualidad individualista de la misión pietista está 17. Chr. Keysser, Die Aufnahme des Christentums durch ¡rimitive Heiden: Evan-
representada por la teología de la Volkskirche, en donde Volk, «el gelisches Missions-Magazin 68 (1924) 241.
18. Sobre estos autores véase H. Bürkle, o. c, 62-73.
pueblo», ha de entenderse dentro del especial clima cultural del ro- 19. Puede verse una rápida y eficaz síntesis de la ideología de la Volkskirche en S.
Spinsanti, Sviluppi della teología della missione nel pensiero protestante postbarthiano,
13. Ocho grandes mensajes, BAC, Madrid 1976 en Coscienza e missione di chiesa (VII Congresso dell'ATI), Cittadella, Assisi 1977, 356-
14. Rerum novarum, en ibid., 176 358.
24 Revisión histórica Misionología y eclesiología 25

nazista y de subrayar la pertenecnia de Keysser a los Deutsche gético más que un propio y verdadero profundizamiento teológico, la
Christen20. misionología católica de los años treinta y de después de la guerra
Por parte católica, la recuperación del tema de la misión para la tiene el mérito de haber puesto sobre el tapete, de forma indirecta,
eclesiología tuvo lugar ante todo con la difusión de la fórmula de la tanto el problema de la relación existente entre la acción de la Iglesia
plantatio ecclesiae como indicativa del fin de la misión. Se trata de y la salvación como el problema de la relación entre la evangelización
una recuperación muy unilateral, ya que se contrapone a los que, y el resto de la actividad eclesial. Se trata de cuestiones eminentemente
viendo las cosas más de lejos, tendían a hacer coincidir sin más la eclesiológicas que nunca podrán abandonarse. Del mismo modo habrá
teología misional con la eclesiología21. Los teólogos de la plantatio que decir que la teología protestante de la Volkskirche ha puesto sobre
ecclesiae se muestran firmes en sostener que «hablando correctamente, el tapete el problema de la inculturación de la Iglesia, que seguirá
las misiones de la Iglesia no son la misión de la Iglesia»22. Pero es siendo siempre uno de los grandes temas de cualquier reflexión seria
igualmente clara la contraposición a la concepción individualista de de la teología sobre la misión.
la «salvación de las almas»: «El misionero está encargado no de salvar A la teología de la plantatio ecclesiae se le ha reprochado sobre
las almas, sino de establecer el medio ordinario de la salvación en todo una visión eclesiocéntrica de la misión y, por consiguiente, en
donde todavía no existe, es decir la Iglesia visible, con la fuente viva cierto sentido, del mundo. Parece como si la Iglesia existiera simple-
de su doctrina y con los siete sacramentos... Salvar las almas o plantar mente para reproducirse, desde el momento en que su dinamismo
la Iglesia...: nada hay más falso que esta confusión»23. El aspecto misionero se concentraba únicamente en el esfuerzo por hacer nacer
institucional de la Iglesia^es aquí absolutamente centraj, de forma que en todas partes nuevas comunidades cristianas. La actividad pastoral
la obra del misionero se concibe como realizada «a los pies de la normal de la Iglesia no se saldría nunca, en realidad, del cuadro
cátedra episcopal, en donde un hijo de su tierra de adopción ciñe la eminentemente estático de una Iglesia ya «plantada», para la que el
mitra y empuña el cayado pastoral»24. Sucede entonces que esta teo- problema de sus relaciones con el mundo se reduciría solamente a la
logía se vio obligada a combatir en dos frentes una batalla apologética cuestión de sus relaciones con el Estado, ya que en la relación armónica
en defensa de las misiones. En efecto, por un lado se trataba de y jerárquica entre ambas potestades se fundamentaría un orden cons-
defender la necesidad de la obra de los misioneros frente a una con- tituido que le permitiría al hombre disfrutar de todos los instrumentos
cepción más amplia de la posibilidad de salvación de los infieles. Por necesarios para alcanzar felizmente tanto su fin terreno como su fin
otro lado, había que defender la especificidad de la obra misionera sobrenatural y eterno25. En semejante visión, el mundo profano y la
respecto a la actividad pastoral de la Iglesia y, durante el período que sociedad civil estarían determinados por el fin natural y ordenados a
siguió a la guerra mundial, la preocupación por ver cómo descendían servir de soporte al hombre en su autorrealización a nivel natural,
las vocaciones misioneras con, el pretexto de que la Iglesia está en mientras que sólo la Iglesia le permitiría una auténtica tensión al fin
misión en todas partes, era muy fuerte. Pero, a pesar de estas preo- último, que es el sobrenatural. En este cuadro la misión de la Iglesia
cupaciones contingentes y que produjeron un amplio esfuerzo apolo- no podría ser más que la de autorreproducirse por todas partes y la de
colocarse en la sociedad civil como su forma última y perfecta y como
20. J. Chr. Hoekendijk, Kirche und Volk in der deutschen Missionswissenschafi
la última instancia para el hombre que encontraría en ella, y no en el
(traducción del flamenco y reducción de E. W. Pollmann), Kaiser, MUnster 1967. A su Estado, el instrumento para la realización última y total de sí mismo.
provocación responde, reconociendo la necesidad de asentar sobre nuevas bases la teología Y de este modo es como se lleva a cabo el estrangulamiento de la
de la misión, G.F. Vicedom, Missio Dei. Einfürhrung in eine Theologie der Mission, relación Iglesia mundo dentro del estrecho embudo de la relación
Kaiser, München 1958. Iglesia-Estado. No cabe duda de que de aquí nace esa irritante pers-
21. Cf. P.L-M. Dewailly, Qu'est-ce qu'une mission?: Bulletin des Missions 21
(1947) 1-19. Véase la colección de sus artículos en Envoyés du Pére. Mission et apos-
pectiva de una Iglesia que tiende a hacer girar al mundo en torno a
tolicité, L'Orante, Paris 1960. Su pensamiento, desde el punto de vista de la relación ella misma en vez de ponerse a sí misma, siguiendo el ejemplo de
Iglesia-apostolicidad-misión, en G. Colzani, o. c, 129-135. Véase también P. Lefébvre, Cristo, al servicio del mundo26.
La théologie missionaire de G. Warneck: Neue Zeitschrifl für Missionswissenschaft 11
(1955) 15-29: A propos de quelques déviations de l'idée missionaire: liglise Vivante 6
(1954) 339-343. 25. Trataremos más ampliamente este problema en el siguiente capítulo.
22. D. Catarzi, Teología delle missioni estere, ISME, Patina 1958, 39. 26. Cf. L. Rütti, o. c, 32-27; S. Dianich, Chiesa estroversa. Una ricerca sulla
23. P. Charles, Missiologie, L'Aucam, Louvain 1939. 14(1.SI. svolta della ecclesiologia contemporánea, Edizioni Paoline, Cinisello B 1987 (ed. cast.
24. D. Catarzi, o. c, 248. en preparación en Sigúeme, Salamanca).
26 Revisión histórica Misionología y eclesiología 27

Por el contrario, la teología de la Volkskirche provocó, en el dramático En 1934 Godin y Daniel, dos sacerdotes de la Misión de París,
contexto político que sirvió de detonador a la confesión de Barmen27, la publicaron un libro con un título provocativo: France, pays de mis-
protesta del barthismo, en nombre de la absoluta originalidad de la palabra sion?29, que suscitó el asombro y dio pie a infinitas discusiones. El
de Dios respecto a toda cultura, religión o tradición de cualquier pueblo. clamor en torno a esta publicación no se debía a una propuesta teológica
La misión no es de ningún modo la costrucción de un nuevo orden nueva, sino solamente al hecho de que ponía en discusión el presu-
mundano, ni es un afianzamiento de los valores étnicos de un pueblo. puesto, universalmente acogido, según el cual el planeta podía divi-
La Iglesia desempeña en ella un papel fundamental, pero sólo en cuanto dirse en dos partes, distinguiendo en él «países cristianos» en donde
que representa el acontecimiento de la unión de los hombres en torno a la Iglesia estaba ya «plantada» y donde se había constituido tranqui-
la audición de la palabra que resuena como anuncio de un mundo nuevo, lamente una societas christiana, y «países no cristianos» para con los
frente al que cada uno está llamado a una decisión definitiva. La misión que la Iglesia tenía la obligación de la misión. ¿Una misión en un país
se concibe en el barthismo con un fuerte acento escatológico. Es el cristiano?; si esto es algo posible de pensar, es que tanto el concepto
acontecer del tiempo final entre el «ya» y el «todavía no»; y la teología de misión como el de país cristiano tendrán que ponerse en discusión.
dialéctica subraya mucho más el segundo término que el primero. En Nótese además que este acontecimiento estuvo directamente viculado
esta forma de concebir la cosas, una especie de plantario ecclesiae sigue con la institución por obra del cardenal Suhard de la Mission de Paris
pareciendo que es el objetivo de la misión. Sin embargo, la «congre-
y con el comienzo de la actividad de los sacerdotes obreros30. La
gación» que se forma en torno a la palabra se dirige totalmente hacia la
relación entre la Iglesia y la sociedad en que vive se presenta, por
confesión de la fe en el mundo y hacia el acontecimiento final del retorno
del Señor, de manera que habrá que hablar siempre de la iglesia como tanto, de una forma nueva y que desconcierta al observador preocupado
de un puro acontecimiento y w ya, comasucede en k teología católica, de las responsabilidades pastorales y de la Iglesia y al teólogo que
como de una institución28. piensa en el significado de su misión. Al principio el debate no afectó
a muchos teólogos. Las preocupaciones mayores se registraron en los
En este punto queda abierta la cuestión fundamenteaí por ía que ia ambientes misioneros, en donde la ampliación del concepto de misión
pregunta sobre la misión se trasforma en una pregunta sobre la Iglesia. a toda la actividad pastoral de la Iglesia hacía temer un descenso en
Ya no parece posible no sólo hacer de la «misionología» una ciencia la estima de la actividad misionera, entendida en el sentido de misiones
aparte, sino ni siquiera plantear el problema de la teología de la misión extranjeras, y una disminución de vocaciones en los institutos desti-
como si se tratase de un capítulo de la eclesiología. Respondiendo a la nados a la evangelización de los pueblos31. Sin embargo, más tarde,
pregunta: «¿Qué es la misión?», se responden realidad a otra pregunta: la intuición de Godin y de Daniel desveló todas sus posibilidades,
«¿Qué es la Iglesia?» cuando el concepto de misión se replanteó en toda su amplitud y se
desarrolló a través de las innumerables problemáticas que atraviesan
3. De las «misiones» a la «misión» el amplio espacio de las relaciones entre la Iglesia y el mundo.
Dos acontecimientos resultaron de especial importancia para tras- El otro acontecimiento de importancia que hay que registrar acon-
ferir la problemática estrecha de las «misiones extranjeras» al espacio teció casi unos veinte años más tarde. Las misiones protestantes, na-
grande y abierto de la eclesiología y de la teología de las relaciones cidas -como ya se ha recordado- de iniciativas que podrían calificarse
entre la Iglesia y el mundo. de privadas y que surgieron en el siglo XVIII dentro de los círculos
pietistas, eran vividas de manera libre y autónoma, cuando no total-
27. Cf. S. Rostagno (ed.), Tra la croce e la svástica. II messagio di una chiesa mente aislada, por la estructura de las iglesias. En 1910 en Edimburgo
per il nostro tempo (Barmen 1934-84), Claudianá, Torino 1984. Hoekendijk, en un prólogo se había buscado cierta organización de tipo ecuménico de las mismas,
de 1966 a su obra, recuerda que su libro sobre la ideología alemana de la Volkskirche se
escribió durante la ocupación alemana de los Países Bajos y en la tensión espiritual (él la
gracias al esfuerzo de J. Mott, con la institución de la Conferencia
llama Barmen-Trauma) creada por K. Barth y sus amigos que, trente al poder asumido
por los Deutsche Christen sobre la Iglesia, sintieron la obligación ele renovar la profesión 29. H. Godin - Y. Daniel, France, pays de mission?, L'Abeille, Lyon 1943.
de fe en el único Señor y en el dominio soberano de su palabra. C'f. J. Chr. Hoekendijk, 30. Una breve historia del movimiento de los sacerdotes obreros en M. Guaseo,
o. c, 301-307. Preti-operai, en Dizionario storico del movimento cattolico in Italia, 1/2, Marietti, Torino
28. K. Barth, 1 presupposti teologici della strutturu delta chiesa, en B. Gherardini 1981, 366-373. Una obra histórica más completa es la de G. Siefer, Die Mission der
(ed.), La chiesa, Cittá Nuova, Roma 1970, 87-91; Id., Dogmatique IV/I, Labor et Fides, Arbeitspriester. Ereignisse und Konsequenzen, Driewer, Essen 1960.
Genéve 1967, 91-107, IV/IV, ibid., 1969, 83-85. 31. Sobre este debate, cf. D. Catarzi, o. c, 208-214.
28 Revisión histórica Misionología y eclesiología 29

mundial de misiones. Pues bien, en Nueva Delhi la Conferencia mun- de las cartas en el campo de la teología de la misión va unido, influ-
dial de misiones quedó integrada en 1961 dentro del consejo ecuménico yendo fuertemente en él, el que se ha dado en llamar «giro antropo-
de las iglesias32. Este hecho, naturalmente, no tiene sólo un valor lógico» de la teología, Este afecta a toda la reflexión teológica, pero
organizativo, sino que esconde un importante significado teológico: ha tenido efectos realmente decisivos sobre todo en el ámbito del
la misión no es obra de los cristianos tomados individualmente, sino Consejo ecuménico de las iglesias, en torno a la Asamblea mundial
una responsabilidad de la Iglesia en cuanto tal. Al mismo tiempo, de Upsala (1968): «En otros tiempos... la cuestión fundamental giraba
dentro del ámbito católico, el concilio Vaticano II superaba la con- en torno al verdadero Dios... Hoy la cuestión fundamental se mueve
cepción clásica según la cual la empresa misionera correspondía ex- en torno al verdadero hombre y por tanto el interés decisivo de la
clusivamente al papa, para afirmar la responsabilidad misionera de las comunidad misionera tiene que orientarse hacia la humanidad de Cristo
iglesias locales, de cada cristiano y de cada comunidad cristiana33. como objetivo de la misión»37. Así, después de Upsala, el Consejo
Tanto el individualismo protestante como el centralismo romano ha- ecuménico de las iglesias desarrolló una franca y decisiva solidaridad
bían sido dos manifestaciones características de un cierto mundo en ideológica con todos los movimientos de liberación del mundo. Este
el que las relaciones con la sociedad no parecían ser asunto de la lo llevó a una dura crítica de la experiencia misionera del pasado,
comunidad cristiana, sino de cada uno de los creyentes o de la insti- debido a la alianza con el colonialismo, hasta el punto de que en 1971
tución suprema de la Iglesia. L. Newbigin ve entonces en el aconte- la Declaración de las Barbados, que nació de un symposium orga-
cimiento de Nueva Delhi una toma de conciencia concreta del fin de nizado por dos secciones del Consejo ecuménico, concluyó drástica-
la societas christiana, de la revelación de la voluntad de Dios sobre
mente pidiendo incluso que se pusiera fin a la actividad misionera38.
el mundo, en donde a la Iglesia le corresponde no tanto ser la institución
En el trasfondo de este proceso está el desarrollo de los fermentos
religiosa de un pueblo, sino la de ser «una expedición en el nombre
de Cristo» a lo largo de toda la historia34. teológicos de los años sesenta, que van de la teología radical a la
teología del desarrollo, la teología de la esperanza, la teología política,
Esta nueva forma de relacionarse de la Iglesia con la actividad la teología de la revolución, la black theology, la teología de la li-
misionera produce un giro semántico, en donde el término «misiqn» beración, laprocess theology, la teología feminista...39.
pasa a indicar todo el aspecto histórico-dinámico de la Iglesia. Toda
la problemática de sus relaciones con la historia y con el mundo, con Junto a este desplazamiento de intereses desde el problema del
los hombres y con la sociedad civil, con los problemas sociales y verdadero Dios al problema del verdadero hombre hay que colocar
políticos de los pueblos y de las clases sociales, todo esto habrá de también el distinto equilibrio que se introduce en la conciencia eclesial,
ser tenido ahora en cuenta cuando se hable de misión. No hemos de dentro del ámbito católico, con la promoción del diálogo con las
asombrarnos de que, en este ensanchamiento poco usual del espacio, religiones que fomenta el Vaticano H40. En los años treinta el amplio
las dos disciplinas teológicas -misionología y eclesiología- se en- debate sobre la salvación de los infieles, con el abandono de la lectura
cuentren en cierto modo fluctuantes y casi privadas de una orientación radical del extra ecclesiam nulla salus, había liberado en parte la
y de un punto donde anclar. Dirán algunos con desconsuelo: «Si todo
es misión, nada es misión»35. Por otro lado se podrá afirmar también 37. H. Bürkle, o. c, 22.
38. W. Dostal (ed.), Die Situation der Indios in Südamerika. Grundlage der in-
que, si todo es misión, la Iglesia no es más que la misión. Hoekendijk terethnischen Konflikte der nichtandinen Indianer, Wuppertal 1975, 583.
escribía como preparación al Consejo ecuménico de las iglesias de 39. Mientras que la teología de la liberación en América latina no ha sentido el
Evanston (1954) que «hemos de considerar la evangelización no como problema de las «misiones», dada su colocación dentro de un pueblo cristiano, evangelizado
una función de la Iglesia, sino como su raison d'étre»M\ A este barajar desde hace varios siglos, en África y en Asia ese problema se refleja acompañado de una
revisión crítica muy severa respecto a la actividad misionera que han padecido. Cf. O.
Costas, The Church and its Mission: a Shattering Critics from the Third World, London
32. Cf. H. Bürkle, o. c, 13. 1974; D. Amalorpavadass, The Indian Church in the Struggle for a New Society, Bangalore
33. Ad gentes 36-41. 1981; A. Karokaran, Evangelisation and Diakonia: a Study in the Indian Perspective,
34. L. Newbigin, La chiesa missionaria nel mondo moderno, Edizioni Paoline, Dharmaran, Bangalore 1978. Véanse también los congresos de la Asociación ecuménica
Roma 1968, 9-12. de teología del tercer mundo, en particular el documento final del IV Congreso: II
35. S. Neill, Schopferische Spannung. Mission zwischen gestera und morgen, Kassel Regno/Doc 25 (1980/418) 223-229.
1967, citado en H. Bürkle, o. c, 16. 40. Véanse la Declaración sobre las relaciones de la Iglesia católica con las religiones
36. Cf. H.J. Margull, Theologie der missionarischen Vrrkiimligung. Evangelisation no cristianas, Nostra aetate, y la institución del Secretariado para los no cristianos en la
ais okumenisches Problem, Stuttgart 1959, 107. curia romana. Cf. también Gaudium et spes, 92.
30 Revisión histórica Misionología y eclesiología 31

motivación de las misiones de la ansiedad por la condenación de los confiaba al Consejo ecuménico de las iglesias la tarea misional como
que no habían sido alcanzados por el evangelio, favoreciendo más responsabilidad de toda la Iglesia!43. Del lado católico, J. Power ex-
bien la vinculación de la motivación misionera al sentido de Iglesia; presa la angustia del misionero que ahora «puede sentarse a la orilla
el objetivo de la misión habría sido entonces la plantado ecclesiae. solitaria del camino y preguntarse por qué está allí sufriendo las penas
La propuesta de diálogo venía así a atribuir la misión de la Iglesia no del destierro y las picaduras de los insectos, dado que podría muy
sólo respecto al verdadero hombre, sino también respecto a la cuestión bien ser igualmente misionero en su diócesis de origen»44. A todo esto
fundamental del verdadero Dios, una función distinta de la del pro- hay que añadir la acusación que se dirige a una gran parte de la actual
selitismo y de la extensión cuantitativa de los cristianos y de las teología de la misión, de haber secularizado radicalmente el compro-
comunidades eclesiales. Reconocer su función positiva y la necesidad miso de la Iglesia en el mundo, reduciéndolo a una tarea socio-política
de dialogar con las otras religiones significaba legitimar caminos co- o a una función cultural de diálogo entre diversas religiones y civili-
munes entre la Iglesia y otras asociaciones religiosas en la misma zaciones.
experiencia religiosa41. Moltmann hablará, con una fórmula feliz, de Pues bien, frente al sentimiento difuso de desorientación de las
la necesidad de añadir a la misión «cuantitativa» de la Iglesia, tendente muchas personas que temen ver a la Iglesia disolviéndose en un servicio
a su crecimiento numérico, una misión «cualitativa», tendente a un genérico de atención a las necesidades de los hombres, conviene re-
crecimiento en profundidad debido al enriquecimiento mutuo que se cordar que, en realidad, nunca la eclesiología ha sufrido una secula-
obtiene en la confrontación y en la comunicación entre diversas ex- rización tan radical como cuando pudo escribir Belarmino: «Ut aliquis
periencias religiosas42. aliquo modo dici possit pars verae ecclesiae... non putamus requiri
Los naodo&divecsos y múltiples de entender k misión significüm ullam internam virtutem, sed tantum externam professionem fidei et
k»ewk«bteme«te modos diversos y múltiples de entender la Iglesia. Es sacramentorum communionem...; ecclesia est enim coetus hominum
imposible llegar actualmente a una conclusión distinta. Tender a una ita visibilis et palpabilis ut est coetus populi romani, vel regnum Galliae
eclesiología dinámica, en la que la teología de la misión sea elemento aut res publica Venetorum»45. Venimos de una tradición escolar en
básico en la interpretación de conjunto, es la condición sine qua non donde el problema eclesiológico parecía reducirse al de la demostración
para una visión de la Iglesia que no se coloque fuera de los fermentos de la naturaleza social y de la estructura jerárquica de la Iglesia y en
más vivos de la reflexión teológica actual y al mismo tiempo una donde, para sus relaciones con el mundo, el interés dominante consistía
premisa necesaria para que la misma teología de la misión no se quede en afirmar el jus divinum que la legitimaba como soberana y superior
en una idea vaga a merced de las necesidades y bajo el dominio de al Estado. Pues bien, la crítica de semejante concepción de la Iglesia,
las praxis ideológicas. Si por un lado es verdad que no sólo la Iglesia que ve la misión exclusivamente dirigida a la extensión de la estructura
hace la misión, sino que la misión hace la Iglesia, por otro lado no eclesiástica, aunque divinamente legitimada, por todos los pueblos, a
través de la predicación del evangelio y el bautismo de los prosélitos,
se ve cómo sería posible tener una inteligencia de la misión que tuviera
no deriva de suyo de tendencias reductivas de tipo secularista que
como tema a una Iglesia de la que nunca se llegase a trazar un retrato.
desnudarían a la Iglesia y a la misión de su misterio de gracia, dejándola
al nivel de una mera actividad histórica en favor del hombre. Lo que
se critica no es el misterio divino de la Iglesia, sino la prevaricación
4. Misión y misterio de lo humano sobre lo divino, que queda encorsetado bajo la forma
de la sociedad eclesiática, reducido a la incapacidad de actuar fuera
H. Bürkle, cuya obra he utilizado oportunamente para palpar los de ella, obligado a ponerse en competición con las fuerzas mundanas,
humores de la teología protestante de la misión, se manifiesta total- cuando no degradado a una especie de instrumentum regni del poder
mente desconcertado cuando refiere la intimación de la Declaración eclesiástico en manos del poder civil. El verdadero problema consiste
de las Barbados de poner fin a la actividad misionera: ¡y decir -ex- en la auténtica valoración del misterio de gracia que lleva la Iglesia
clama- que diez años antes la Conferencia mundial de las misiones

41. Secretariado para los no cristianos, La chiesa di fronte ai seguaci di altre 43. H. Bürkle, o. c , 23
religioni n. 13, en II Regno/Doc 29 (1984/15) 460-464. 44. J. Power, Le missioni non sonó finite, EMI, Bologna 1971, 15.
42. J. Moltmann, Kirche in der Kraft des Geistes, Kaiser, Miinchen 1975, 172-174 45. Disputationum Roberti Bellarmini de controversiis tomus secundus, Venetiis
(trad. cast.: La Iglesia, fuerza del Espíritu, Sigúeme. Salamanca 1978). 1721, 1.a controv., liber III, caput II, 33 s.
32 Revisión histórica Misionología y eclesiología 33

dentro de sí, sin mortificar ninguna de sus innumerables virtualidades. cendental de Dios50, recordando que la mediación de esta experiencia
En esta línea hay quien piensa que el mero hablar de la Iglesia como no ha de realizarse necesariamente en categorías religiosas, de modo
sacramento, asumido el sacramento ritual como el analogatum prin- que la misión y la historia de la salvación abrazan también la historia,
ceps de todo el discurso, significa obligarse a una concepción ecle- en apariencia puramente profana, de la humanidad y del individuo51.
siocéntrica y fundamentalmente clerical de la misión46. A estos in- Cerca de Rahner, E. Schillebeeckx habla de la Iglesia como sa-
cumbe la tarea de integrar como sea la celebración sacramental en el cramentum mundi, por ser «manifestación perfecta y operante, con-
cuerpo esencial de la misión, sea cual fuere el camino hermenéutico fesada explícitamente en la acción de gracias y en la alabanza, de la
que sigan. Pero la misma concepción sacramental de la Iglesia, sobre salvación que está ya activamente presente en el mundo entero», de
todo en la obra de K. Rahner, se muestra fecunda para una interpre- este modo, la misión de la Iglesia no podría ya concebirse como la
tación amplia y abierta de las relaciones entre la Iglesia y el mundo. revelación de Dios al mundo, sino también como la revelación del
Se piensa en la Iglesia como en la comunidad que , a través de la fe, mundo a sí mismo52. Y L. Boff podrá afirmar que la Iglesia, mientras
de la esperanza y del amor, hace presente para el mundo la revelación que está destinada a servir al mundo con su misión específica, es al
escatológica y la autocomunicación de Dios en Jesucristo. Puesto que mismo tiempo en sí misma una función del mundo, de un mundo
Dios se da al hombre en Jesucristo, su autocomunicación tiene en la concebido al estilo de Agustín como gravidus Christo". Ella es el
Iglesia un carácter histórico, categorial y social. Pero este darse his- cuerpo de Cristo, pero del Cristo resucitado y glorificado, es decir,
tórico y categorial de Dios sólo es posible porque el hombre ya en sí de un Cristo que ha superado ya con su cuerpo los límites del espacio
mismo está trascendentalmente abierto a la autocomunicación de Dios, y del tiempo y que, en el Espíritu, se ha convertido en el Cristo cósmico
antes de cualquier revelación categorial. Así la misión de la Iglesia del que habla Pablo en Efesios y en Colosenses. Por esto la Iglesia
consiste en una comunicación categorial de la revelación, pero tiene tiene dimensiones cósmicas y su misión no puede referirse solamente
sentido y es posible sólo en cuanto que se desarrolla en el terreno a la encarnación del Verbo, sino que debe basarse en el complejo
entramado trinitario por el que la misma encarnación carece de sentido
previo de una apertura trascendental del hombre a la acogida de Dios47.
y no puede entenderse a no ser dentro del ámbito de la misión del
La concepción sacramental de la Iglesia se presenta así como una
Espíritu54. También para Moltmann es importante que el concepto de
manifestación de aquella ontología rahneriana del símbolo esencial sacramentalidad salga del mero ámbito cristológico, ya que Cristo es
para la cual todas las cosas son y significan, de tal forma que puede revelación del Padre en la globalidad de su encarnación, pasión, muer-
hablarse de sacramento mucho más allá del mero espacio semántico te, resurrección, glorificación y manifestación final, y la sacramen-
eclesiástico48. La creación está interiormente orientada a la gracia; es talidad de la Iglesia no tiene sentido más que en cuanto que se abre
comprensiva de una naturaleza humana, obediencialmente potencial a
la unión hipostática con la naturaleza divina, que se presenta así como
el vértice supremo al que tiende la historia entera. Con la encarnación 50. Ibid., II/l, 28.
la historia ha entrado irreversiblemente en su etapa escatológica, de 51. K. Rahner, Curso fundamental sobre la fe, Herder, Barcelona 1979, 198-207.
52. E. Schillebeeckx, La misión de la Iglesia, Sigúeme, Salamanca 1971, 61-69
manera que toda la realidad histórica tiene ahora un carácter real, (texto citado en p. 67).
aunque anónimo y potencial, de cristicidad49. Así pues, será misión 53. L. Boff, Die Kirche ais Sakramenl im Horizont der Welterfahrung, Bonifatius,
de la Iglesia, entre otras cosas, la tarea de desarrollar la orientación Paderborn 1972, 42-46. 500-537.
trascendental del hombre, como espera de una respuesta que le haga 54. L. Boff, La Iglesia: carisma y poder, Sal Terrae, Santander 1982, 227-243.
En una línea radicalmente opuesta se situaba G. Colombo, Dove va la teología sacra-
tangible en la historia la promesa de la cercanía absoluta de Dios. El mentaría: La Scuola Cattolica 102 (1974) 673-717: la única derivación plausible de la
anuncio evangélico consiste ante todo en sacar fuera de su anonimato sacramentalidad sería la que se refiere a la relación inmediata entre Jesucristo y los
la autoexperiencia fundamental del hombre que es experiencia tras- sacramentos. En efecto, Jesís a través de los sacramentos da el Espíritu a la Iglesia. Pero
si los sacramentos se derivasen de la Iglesia, habría que concluir que la Iglesia es la que
da el Espíritu y no ya el Espíritu el que engendra a la Iglesia. Si la Iglesia no pudiera
46. L. Rütti, o. c, 53-57. concebirse entonces como lirsakrament, la misión no podría pensarse como si se dirigiera
47. F.X. Arnold, K. Rahner y otros, Handbuch der Pasloraltheologie I, Herder, a unos objetivos amplios t indeterminados respecto al mundo; tendría únicamente la
Freiburg-Basel-Wien 1964, 117-148. finalidad de edificar la Iglesia. Los sacramentos tienen su raíz en Cristo y la misión es
48. K.Rahner, Para una teología del símbolo, en Escritos de teología IV, Taurus, participación en la acción con que Cristo construye la Iglesia a través de los sacramentos.
Madrid 1961, 283-321; Id., La Iglesia y los sacramentos, Herder, Barcelona 2 1967. El verdadero problema de li misión no consistiría en la pregunta: «¿Qué es lo que tiene
49. F.X. Arnold, K. Rahner y otros, o. c. II/2, 203-267. que hacer la Iglesia?», sino sólo en el interrogante: «¿Cómo hay que hacer la Iglesia?».
34 Revisión histórica Misionología y eclesiología 35

a la totalidad de la historia y al futuro. Entonces es sacramento no el mito como ce qui donne á penser. El lenguaje de la fe es el lenguaje
Cristo en sí mismo, ni la Iglesia en sí misma, sino Cristo y la Iglesia de la posibilidad, que se contrapone al criterio de lo creíble y de lo
en cuanto fruto de la irrupción que el Espíritu lleva a cabo de la no creíble del hombre moderno. Su tarea es la de oponerse a la di-
escatología en la historia. El Espíritu hace vivir a la Iglesia como solución maquiavélica de la ética en la política y a la intervención
memoria del Cristo que ha venido y como esperanza del Reino que moralista de la primera en la segunda, para dar más bien un impulso
ha de venir. En este plan de conjunto, más bien que preguntarnos qué utópico hacia una moral dominante caracterizada por la ley de lo
es la Iglesia y cuál es su misión, hay que buscar dónde y cómo acontece posible y de lo razonable. La revelación es un despertar de la ima-
la Iglesia dentro de la historia de un mundo inmerso en la historia de ginación de lo posible en el corazón de la existencia. Por esto no cabe
la misión trinitaria de Dios. En donde el Espíritu suscita en el mundo pensar en una relación de la Iglesia con el mundo que la reduzca a
la presencia de Cristo, allí ha de acontecer la Iglesia; y esto acontece éste; pero esta relación tiene su propio sentido en cuanto que la Iglesia
en donde se pronuncia su palabra, en donde se celebran sus sacra- crea dentro del mundo un ambiente distinto, caracterizado por la do-
mentos, en donde se reúne su comunidad y, finalmente, en donde los xología, la acción ritual, la simbólica gestual, capaces de llevar a cabo
pobres llaman a juicio a la Iglesia, en cuanto que son el signo de una fecunda dialéctica57. Para indicar la cercanía y al propio tiempo
Cristo juez escatológico, según Mt 25, 31-46. La Iglesia está en donde la falta de homogeneidad de la propuesta cristiana en el mundo, G.
se manifiesta la misión mesiánica de Cristo dentro de la misión crea- Ruggieri utiliza la categoría de la «compañía», como categoría capaz
dora del Espíritu55. de definir la presencia cultural del cristianismo al hombre contem-
También el análisis de la situación del mundo contemporáneo pa- poráneo. Parte para ello del dato fundamental evangélico de un Dios
rece contribuir a dibujar un espacio propio para la misión de la Iglesia. que amó primero al mundo, cuando los hombres eran pecadores. Su
acercamiento al hombre, marcado por la cruz de Cristo, es previo y
Para L. Boff en el mundo actual, concebido como pura res extensa,
no está condicionado por la reacción del hombre. De este modo la
la idea de función sustituye a la de sustancia y la idea de estructura a
positividad de la misión vista desde el mundo no puede propiamente
la de esencia; en un mundo concebido puramente como historia, la hablando sintetizarse ni compaginarse sobre la base de unos criterios
infinitud del orden de la libertad y la subjetividad de la determinación preconstituidos o de unas coordenadas predeterminadas. Se salta el
señalan la ausencia total de lo absoluto. Así, en un mundo sin Dios, círculo hermenéutico ya que éste es precisamente un comienzo absoluto
que en la actualidad parece tener una sola interpretación posible, la puramente analizable e incompaginable. La actitud de la compañía es
científica, las ciencias crean sistemas secundarios, verdaderas ciudades una imitación de la «praxis» de Dios que se anonada y se hace pobre,
sin Dios, en las que de Dios sólo puede hablarse negativamente. para hacerse en todo semejante a los hombres, por lo que la Iglesia
Entonces para el creyente no es posible hablar al hombre de Dios, se hace también «compañera» del hombre anonadándose y haciéndose
sino tan sólo colocarse en donde Dios nos puede hablar, es decir, en pobre. A nivel teórico, a esta actitud práctica corresponde una com-
donde se plantea la pregunta total. Pues bien, la pregunta total no es prensión de sí y de los demás que quite a los conceptos que «com-
de ningún modo una continuación lógica de los sistemas secundarios prenden» y «dividen» este su carácter de dominio. Si en la tierra habla
cerrados en sí mismos; más aún, es una crítica de esos sistemas, se el Espíritu, se realiza la unidad con cada uno de los hombres58. La
pone frente a ellos y los abre. La pregunta sobre el sentido total apela caridad y la comunión son prioritarias para la Iglesia respecto a la
entonces a aquella decisión por el Reino del que da testimonio la distinción y al enfrentamiento, lo mismo que el don de Dios es prio-
Iglesia. La muerte y la resurrección de Cristo son una decisión por el ritario respecto al juicio, lo mismo que la promesa precede a la ley y
sentido contra el sinsentido total de la muerte, mientras que la Iglesia la misericordia va antes de la conversión59.
es el anuncio profético de este sentido56. P. Ricoeur, desde su peculiar
punto de vista, habla de la situación actual como caracterizada por La polémica de von Balthasar es totalmente injusta cuando atribuye
una creciente racionalidad de los medios y por una creciente oscuridad a Rahner una interpretación de la misjón que debería nivelarse, en el
de los fines. Se siente la necesidad vital de reabrir el espacio de la plano de un cristianismo anónimo, con las exigencias del mundo,
pregunta, reduciendo las ilusiones y restaurando el sentido simbólico:
57. P. Ricoeur, Tareas de la comunidad eclesial en el mundo moderno, en Teología
de la renovación, 2, Sigúeme, Salamanca 1972, 197-211.
55. J. Moltmann, o. c, 33-42. 227-231. 141-152. 58. G. Ruggieri, La compagnia dellafede, Marietti, Tormo 1980, 155-157.
56. L. Boff, Die Kirche..., o. c, 500-537. 59. Ibid., 116-118.
36 Revisión histórica Misionología y eclesiología 37

anulando cualquier posibilidad de conflicto y vaciando así de sentido obliga a replantearse el tema de las relaciones del mundo con Dios,
la cruz de Cristo60. Esto no quita, sin embargo, que en este cuadro de forma que no haya que repetir que la creación no modifica nada
teológico tan complejo que estamos dibujando, en donde se intenta en Dios, sino que se pueda concebir la creación como una autoco-
una lectura de la misión de la Iglesia que no sea ni eclesiocéntrica ni municación de Dios en la que Dios pueda realmente ser comunicante
secularizada, nos aprovechemos valiosamente de la apelación de von y comunicado, diferenciante y diferenciado, y la historia entera pueda
Balthasar al «caso serio» del martirio. Si, al decir que el acto que pensarse como la autodiferenciación y la autoidentificación de Dios
precede al esjaton es siempre la cruz, se afirma que la historia de en un proceso de exitus-reditus que afecta a Dios mismo y no sólo a
conjunto de la salvación no puede concebirse sin su paso obligado por su creación64.
el conflicto y, por consiguiente, por la cruz y el martirio, se deriva
de ello una preciosa acentuación de la trascendencia y del carácter
absoluto del don y de la Palabra, que no pueden reducirse irénicamente 5. Conclusión
al nivel de los programas y de las palabras mundanas evitando a toda
costa el conflicto de la cruz. Desde este punto de vista es muy fecunda Recogiendo solamente algunos retazos de esta vasta y riquísima
la observación de von Balthasar sobre la fuerza comunional que la reflexión teológica sobre el tema, deberíamos ser conscientes de que
misma cruz contiene dentro de sí: jamás -nos dice- amó Cristo tanto la superación del antiguo concepto de la misión «extranjera», realizada
a los hombres como cuando en la cruz era llevado por ellos a la muerte por la teología contemporánea, no representa ni mucho menos un
y jamás estuvo tanto en comunión con ellos como cuando sufrió el empobrecimiento de la autoconciencia eclesial. Ciertas preocupaciones
total aislamiento de todos ellos en su muerte. La salvación del mundo, del magisterio, que se condensaron en el sínodo de obispos de 1971
por consiguiente, viene del conflicto con el mundo. Resulta entonces y luego en el de 1974, así como en la III Conferencia general del
convincente la propuesta de una Iglesia firme que se expone inerme episcopado latinoamericano (Puebla, 1979), dan la impresión de que
y sin defensas ante el mundo. Pero no es tan convincente la conclusión, se teme que la ampliación de los horizontes lleve consigo una diso-
más práctica que teórica, de muchos epígonos que parecen querer el lución del evangelio, de su originalidad, de su sobrenaturalidad y de
conflicto en el corazón de la misión, como si éste fuera el único camino su trascendente riqueza, reducida a una simple participación histórica
digno de la propuesta evangélica. Por el contrario, habría que consi- de la Iglesia en el camino del mundo, participación que debería llevarse
derar seriamente la necesidad que tiene la Iglesia, no sólo de «derribar a cabo escuchando (bajo el auspicio de los sociólogos) las necesidades
sus baluartes», sino de abrazar los conflictos que empapan toda la del mismo mundo y dando a luz (con ayuda de los políticos) las
historia, situándose en nombre de la cruz de Cristo de parte de los soluciones adecuadas a los problemas, sirviéndose de una teología que
crucificados y vencidos, bien con la fuerza revolucionaria y liberadora debiera verse guiada entonces por las ciencias antropológicas. Los
del evangelio, bien llegando a aquella transconflictividad que se basa peligros de este tipo, aunque ciertamente reales, no oscurecen en
en una fuerza superior y en la esperanza escatológica61. Así, para realidad un panorama teológico en el cual, una vez superados los
Moltmann, la Iglesia es el lugar en donde «la historia del sufrimiento rígidos dualismos entre lo sagrado y lo profano, lo natural y lo so-
del mundo es absorbida mediante la historia de los sufrimientos de brenatural, lo histórico y lo escatológico, se perfilan ciertas figuras de
Cristo en la historia de Dios»62. No es una casualidad el que durante gran densidad teológica, destinadas a componer una hermenéutica de
estos últimos años se haya visto toda una floración de reflexiones sobre la misión que lea esas relaciones tan complejas entre la Iglesia y el
el pathos de Dios, que tendían a tomar en serio, hasta el fondo, al mundo sin perder nada del fermento evangélico destinado a servir de
Dios solidario con el hombre, tal como él se nos reveló en la encar- fermento a la historia65."
nación del Hijo63. Y tomar en serio la trinidad de las personas de Dios Por parte del magisterio66 creo que, después del concilio, no hay
ningún documento que haya utilizado positivamente todas las cosas
60. H.U. von Balthasar, Seriedad con las cosas, Sigúeme, Salamanca 1968.
61. J.B. Metz, El futuro a la luz del memorial de la pasión: Concilium 76 (1972) 64. Ibid., 71-75.
318-334. 65. Cf. La missione negli anni 2000. Seminario di ricerca del SEDOC sul futuro
62. J. Moltmann, El Dios crucificado: Concilium 76 (1972) 335-347. En su volumen della missione. Roma 8-19 marzo 1981, EMI, Bologna 1983.
con el mismo título, Sigúeme, Salamanca 2 1977, véanse las píiginas 436 ss. 66. A. Wolanin, // concetto della missione nei decreti «Ad gentes» e «Apostolicam
63. J. Moltmann, Trinidad y reino de Dios, Sigúeme, Salamanca 2 1987, 35-75. actuositatem» e nella «Evangelii nuntiandi», en M. Dhavamony (ed.), o. c, 89-105.
38 Revisión histórica Misionología y eclesiología 39

buenas de la teología de los últimos decenios mejor que la Evangelii inconscientemente condicionados por ciertas precomprensiones que,
nuntiandi. Para Pablo VI el anuncio de Cristo a los que no conocen sin saberlo, podrían poner trabas a la libertad interpretativa que ne-
el evangelio, así como la catequesis y los sacramentos, son elementos cesitamos (capítulo II). Y será útil recorrer los diversos modelos his-
tan importantes que producen una tendencia a identificarlos sin más tóricos en los que la misión se ha ido concretando cada vez, para tener
con la evangelización67. Pero en realidad «para la Iglesia no se trata un sentido suficiente de la relatividad frente a ciertas formas que
solamente de predicar el evangelio en áreas geográficas más vastas o podrían provocarnos a juicios categóricos de condenación o de adop-
a poblaciones cada vez más extendidas, sino también de alcanzar y ción simpática incondicionada (capítulo III). Todo esto para poder,
casi sacudir, mediante la fuerza del evangelio, los criterios de juicio, finalmente, abrirnos el camino hacia un planteamiento de la cuestión
los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensa- más crucial de toda la problemática, al de una posible criteriología.
miento, las fuentes de inspiración y los modelos de vida de la hu- En efecto, «la tarea de la teología no es tanto la de ofrecer la conciencia
manidad»68. Se ha escrito que «no cabe duda que eLeoncepto de verdadera de la misión, como la de dar una conciencia crítica de la
evangelización de la Evangelii nuntiandi representa un paso adelante misión»70. La verdad es que la conciencia de la propia misión en el
en la autoconciencia de la Iglesia. Encuentra su ritmo en una visión sujeto-Iglesia es una realidad muy compleja, determinada por la in-
substancialmente positiva de la Iglesia actual (cf. EN 7), de las re- terioridad de la experiencia de la fe tanto en el pueblo de Dios y en
laciones interconfesionales (cf. EN 54; 77) y del ecumenismo a nivel la jerarquía, como en las diversas manifestaciones carismáticas, así
mundial (religiones, «Hombres de buena voluntad») (Cf. EN 53 y en como por la situación histórica que pesa a veces sobre la Iglesia con
parte 55). Pone su horizonte en una fuerte instancia de globalidad (cf. preguntas específicas y concretas. Además, la conciencia de la misión
EN 24), que coordina actividades y momentos eclesiales, lugares y no podrá siempre y de forma absoluta garantizar su propia pureza,
grupos culturales, historia de la Iglesia e historia de la humanidad. como si la fe no pudiera mezclarse nunca con la ideología, las mo-
Coloca su meta en la composición entre lo 'teológico' y lo 'antro- tivaciones conscientes con las inconscientes, con sublimaciones, re-
pológico'(cf. EN 25 ss), de la conversión interior a Cristo (cf. EN 18 mociones y voluntad de poder71. Es éste el terreno en el que la reflexión
y 10) (fin específico y esencial de la evangelización) con la promoción teológica puede ver exaltada su función específica, no erigiéndose en
humana (elemento integrante de la evangelización), en una fidelidad juez de la conciencia eclesial, sino intentando fatigosamente producir
y creatividad que va del Cristo Hijo de Dios al Cristo solidario con posibles criterios de juicio que ayuden a la Iglesia a ser un juez continuo
el hombre, sobre todo pobre. Presta atención a la Iglesia particular y y vigilante de sí mismo, bajo la luz del Espíritu y la guía del magisterio.
a la subjetividad articulada de una comunidad local. Interpreta la ca-
tolicidad ampliándola de lo numérico (Iglesia para todos los hombres)
y de lo geográfico (Iglesia para todas las naciones) a lo cualitativo
(Iglesia de todos los valores) y a lo cultural (Iglesia de todas las
culturas). Por tanto, el concepto de evangelización de la Evangelii
nuntiandi puede considerarse como un acontecimiento; en los umbrales
del tercer milenio del cristianismo (cf. EN 82) y al comienzo de una
nueva época de la humanidad, puede resultar un acontecimiento de-
cisivo de salvación, es decir, de alguna manera, un kairós de la historia
de la salvación»69.
Ahora será necesario llevar a cabo un replanteamiento<*f,ít¿ea,de-
tallado de-los esquemas hermenéatieos que se utilizaron a La lafgo da
la historia para interpretar la misión de la Iglesia, para no quedarnos

67. Pablo VI, Evangelii nuntiandi 17: II Regno/Doc 21 (1976/1 | 4 (Varias ediciones
castellanas).
68. Ibid., 19: II Regno/Doc 21 (1976/1) 20. 70. A. Milano, Criteriología e critica della coscienza che la chiesa ha della sua
69. D. Valentini, Evangelizzazione, en Nuovo dizionariii di teología. Supplemento. missione, en Coscienza e missione di chiesa, o, c., 407.-
Edizioni Paoline, Roma 1982, 1978-1985; la cita está en la pagina 1980. 71. Ibid., 409 s.
2
Esquemas hermenéuticos

No es posible pensar en la misión sin pensar en el mundo, en la


historia, en el destino del hombre y en las relaciones de la Iglesia con
todo esto. Entonces hay que pensar necesariamente en la misión a
través de unas categorías que interpreten el mundo, la historia y el
destino del hombre. La palabra más clásica del lenguaje de la misión,
«evangelio», «buena nueva», nos habla de un acontecimiento que tiene
su sentido en el conjunto en que se sitúa. La «buena nueva» es anuncio
de algo que acontece al lado de otros acontecimientos, capaz de dar
a los demás sucesos un nuevo sentido. La «buena nueva» es «buena»
y se distingue de las «malas» noticias que preocupan al hombre. Es
una «noticia» y por eso mismo es una gran novedad respecto al posible
aburrimiento de unos hombres que a veces ya no esperan nada nuevo
en la vida. Por consiguiente, no se puede comprender la misión sin
pensar en la experiencia eclesial dentro del conjunto de la experiencia
humana sin situar el tema dentro de la circulación global de un lenguaje
que intente la interpretación de la Iglesia junto con el mundo, de la
misión junto con la historia.
No es raro que las categorías interpretativas de la misión y de las
relaciones entre la Iglesia y la historia constituyan unos esquemas
dialécticos que intentan favorecer la inteligencia del camino histórico
global del hombre y del camino histórico de ese sujeto específico que
es la Iglesia. A veces, a lo largo de la historia se exaspera el carácter
dialéctico de esos esquemas y se llega a concepciones de dura com-
petitividad, cuando no de seca alternativa, entre lo que hace la Iglesia
y lo que hace el mundo. Otras veces ese carácter dialéctico de los
esquemas interpretativos intenta simplemente poner de relieve ciertos
42 Revisión histórica Esquemas hermenéuticas 43

elementos específicos y exclusivos de la misión respecto al curso aspecto religioso recoge dentro de sí todas las expresiones de la vida
general de los acontecimientos humanos. Y, finalmente, otras veces y califica a la acción que se hace «como se debe», sin distinguirla del
desaparece casi por completo ese aspecto dialéctico y la pareja de contenido, de la «cosa hecha». Antes de la distinción teórica se tendrá
categorías indica sencillamente dos caras de la misma medalla. una separación práctica que dará origen a la determinación de personas
específicas, las únicas capaces de hacer la cosa «como se debe», o
bien a la elección de unos tiempos determinados, los únicos en los
que se puede y se debe hacer esa cosa. De este modo las personas
1. Sagrado y profano sagradas y los tiempos sagrados empiezan a separarse de la
profanidad5. Lo mismo ocurre con los lugares sagrados: se aislan, se
El esquema interpretativo más simple y más obvio de la misión consagran y se reservan para usos específicos unos lugares particulares,
jntenta responder a la pregunta sobre el sentido y el origen de la como sitios marcados por una hierofanía que ha tenido lugar en ellos
«especialización»: ¿cómo y por qué nacen destinos específicos de y en los que la experiencia sagrada de los hombres que allí acuden
hombres, de cosas, de lugares y de instituciones? En el siglo V el reproduce la misma hierofanía6.
papa Gelasio escribió al emperador Anastasio: «Hay dos principios, Tenemos así un proceso bastante complejo por el que ciertas cosas1,
augusto emperador, por los que se gobierna este mundo: la autoridad tiempos y lugares quedan aislados para una experiencia humana par-
consagrada de los pontífices y el poder regio»'. El mismo explicaba ticular. Y también una especialización entre las personas, ya que no
mejor su pensamiento en otro lugar: «(Cristo) quiso que los empera- está en el poder de uno cualquiera realizar, en un determinado mo-
dores cristianos tuvieran necesidad de los pontífices para la vida eterna mento, las cosas tal «como se debe». También es curioso e interesante
y que los pontífices se sirvieran de las disposiciones imperiales para observar cómo precisamente la reserva de cosas, de lugares, de tiempos
la vida temporal»2. En la época contemporánea el Vaticano II senten- y de personas para lo sagrado es la que desata y libera a lo profano.
ciaba: «La misión propia que Cristo ha confiado a su Iglesia no es de La fiesta está sometida a la regla: hay que vestir y hay que comer
orden político, económico y social; el fin que le ha señalado es de según dictamina la regla. Así se libera el tiempo ferial, en el que se
orden religioso»3. Bajo estas sentencias de naturaleza teórica, claras permite cualquier actividad sin verse sometida a reglas particulares.
y sencillas, hay toda una amalgama de tradiciones, de esquemas cul- Ciertas personas seleccionadas quedan consagradas para las relaciones
turales, de sensibilidades arraigadas en una experiencia mucho más con lo sagrado: en esto asumen la representación de toda la comunidad,
viva y más amplia de lo que las fórmulas son capaces de expresar. que de este modo sigue libre para organizar su vida según las exigencias
M. Eliade comienza su Tratado de historia de las religiones con cotidianas. Por lo demás, la «representación» ejercida por algunos
dispensa a la comunidad de ciertas obligaciones, no sólo en lo que
las siguientes palabras: «Todas las definiciones del fenómeno religioso
atañe a lo sagrado, sino también respecto a otras comunidades y para
dadas hasta ahora presentan un rasgo común: cada definición opone,
todo lo que se refiere al ejercicio del poder colectivo7. En este sentido
a su manera, lo sagrado y la vida religiosa a lo profano y a la vida resulta útil recordar que el vínculo del grupo con la tierra hace que el
secular. Las dificultades empiezan cuando se trata de delimitar la jefe del grupo tenga también la representación de la comunidad para
noción de lo sagrado»4. De todas formas, en cada «documento» re- su vinculación mística con la tierra. El fundador, que condujo al grupo
ligioso en el montón enorme y sumamente variado de documentos hacia la posesión de la tierra, es también el que con el rito consagró
religiosos, que nos ofrecen la historia y la observación presente, nos allí un árbol, una piedra, un lugar como centro sagrado del mundo, a
encontramos ante una hierofanía y una experiencia histórica de la través del cual el grupo lleva a cabo su integración con el universo.
hierofanía. Pero la experiencia de lo sagrado, en su fase primitiva, no Los sucesores tendrán que renovar la alianza del grupo con las poten-
se basa en una expresa distinción entre lo sagrado y lo profano. El cias de la tierra. Los extranjeros que vengan a habitar allí tendrán que
entrar en la misma alianza. Así ocurre que, en el caso de una conquista,
1. Papa Gelasio, Carta 12 al emperador Anastasio, en A. Thiel, Epistulae Ro-
manorum Pontificum, Braunsberg 1868, 349-354.
2. Papa Gelasio, Tratado cuarto sobre el vínculo del anatema, en A. Thiel, o. c, 5. A. Brelich, Prolegomeni a una storia del/e religioni, en H. C. Puech, Storia
567 s. delle religioni ¡, Laterza, Bari 1976, 1-55, véase 8 s.
3. Gaudium et spes, 42. 6. M. Eliade, o. c. II, 140-170.
4. M. Eliade, Tratado de historia de las religiones I. Cristiandad, Madrid 1974, 23. 7. A. Brelich, o. c, 30 s.
44 Revisión histórica Esquemas hermenéuticas 45

el conquistador les quitará a los representantes del grupo conquistado -al modo de la especialización del cultivador de maíz o del vendedor
todas sus funciones civiles, económicas, políticas, militares, pero ha- de pan, del estudioso de los papiros egipcios o del que elabora pro-
brá de tener en cuenta el poder de los ritos, de los santuarios, de los gramas para las computadoras- y la necesidad de considerarla en el
sagrados vínculos de la alianza con las potencias de la tierra. De esta espacio global de la vida del hombre y de la sociedad, hace que no
manera se lleva a cabo una división de poderes: sagrado y profano, se pueda nunca evitar por completo un discurso como el siguiente: la
sacerdocio y reino se encuentran en tensión dialéctica dentro de la Iglesia se ocupa de cosas religiosas o de los aspectos religiosos de las
misma agregación social. Es uno de los modos a través de los cuales cosas, mientras que las instituciones civiles se ocupan de cosas pro-
surge la especialización de lo sagrado bajo la forma de un poder que fanas o de los aspectos profanos de las cosas.
no es el poder mágico sobre las cosas, sino un verdadero poder social
A esta interpretación un tanto banal, de la que sin embargo es
dentro del grupo humano8.
imposible salir por completo, han de añadirse las profundas raíces
En la dialéctica entre lo sagrado y lo profano se esconde la vir- culturales con sus historias tan largas y sus múltiples sedimentos, que
tualidad de la liberación de lo profano gracias al aislamiento de lo siguen estando subyacentes a nuestra experiencia religiosa. La novedad
sagrado; pero prevalece sin duda la tendencia de lo sagrado a someter evangélica sacude y renueva todo lo que se quiera, pero tiene que
Jo profano. Los fines últimos y los vínculos más profundos, los con- tener también en cuenta los estratos profundos de la conciencia reli-
dicionamientos decisivos vienen de lo sagrado. Cabría preguntarse si giosa y las manifestaciones del subconsciente que surgen en ella dentro
en esta dialéctica puede tener algún sentido la palabra «misión». Si de cualquier cultura. Es éste un elemento que en la actualidad se
con este término se entendiese un movimiento de lo sagrado hacia lo muestra con especial relieve, en una época en la que la toma de
profano, en el sentido de un servicio, y de una finalización de lo conciencia de los niveles de secularización de nuestra sociedad in-
primero hacia lo segundo, parece ser que habría que responder ne- dustrial avanzada ha alcanzado su cima, aunque obligado al mismo
gativamente. Es siempre lo profano lo que se mueve hacia lo sagrado. tiempo al reconocimiento de la persistencia de lo religioso y de los
La peregrinación es hacia el lugar sagrado en donde se celebrará el
continuos reviváis de lo sagrado10.
rito, en donde se encontrará el ombligo del mundo y en donde se
realizará la alianza y la integración. La hierofanía provoca una ex- La institución eclesiástica se encuentra hoy en el centro de esta
periencia histórica en cuanto que se experimenta en una cosa, en un contradicción; está volviendo a descubrir la amplitud de su función en
lugar, en una tierra, en una institución. Más que mandar, llama; más la historia más allá de los estrictos confines de lo sagrado, los aspectos
que enviar, convoca. Crea un punto de llegada más que un punto de más laicos de su misión y, al mismo tiempo, se siente por un lado
partida. En este sentido la hierofanía profética, no vinculada a la tierra poco deseada, poco grata, e incluso a veces mirada con malos ojos,
sino dirigida a investir de una misión a una persona, es un elemento por una sociedad cada vez más secularizada, y por otro lado interpelada
nuevo y distinto que será preciso tener muy en cuenta en nuestra por una petición masiva e imperiosa de ritualidad.
reflexión sobre la misión de la Iglesia. También el profeta es servidor Así pues, el esquema sagrado-profano, cuando se le aplica a la
de la alianza, pero está mandado a implicarse en todos los aspectos misión de la Iglesia, parece estar cargado de contradicciones". Pero
de la historia de Israel, poniéndolos continuamente en confrontación al mismo tiempo parece ser que nunca podrá suprimirse del todo, a
con la Palabra y la Ley, comprometido en la lucha por la pureza del pesar de la fuerte carga de renovación -si no de contestación- que ha
culto y la coherencia de la vida del pueblo con su experiencia de lo recibido a partir del nuevo testamento, gracias a la doctrina del nuevo
sagrado9. Por tanto, parece ser que el tema de la misión de la Iglesia, sacerdocio y a la concepción de la vida entera como culto rendido a
si se mezcla por un lado con la dialéctica sagrado-profano, por otro Dios. De todos modos, la fórmula sagrado-profano se presenta cono
lado se escapa de ella. un primer instrumento lingüístico cómodo, útil para una primera y
sumaria distinción de las tareas que sea válida sobre todo al nivel de
Pero esto no quita que pueda prescindirse de ella. La imposibilidad
de definir la misión de la Iglesia como una especialización sectorial
10. Véanse las aportaciones de los sociólogos en A. Colombo (ed.), Religiine,
istituzione, liberazione. Studl sul fatto religioso, Borla, Roma 1983, 117-200.
8. J. Goetz, Ethnologie du sacerdoce, en Sacerdoce et prophétie dans le christia- 11. Véase una serie de interesantes observaciones en este sentido en K. Rahner-N.
nlsme et les autres religions, Studia missionalia 22, Gregoriana, Roma 1973, 31-65, véase Greinacher, Theologlsche Analyse der Gegenwart ais Situatlon des Selbstvollzug der Kir-
55-62. che, en F. X. Arnold-K. Rahner, Handbuch der Pastoráltheolcgie U/1, Herder, Freibnrg-
9. G. Bernini, 1 profetl nell'Antlco Testamento, ibid., 279-308. Basel-Wien 1966, 222-276.
46 Revisión histórica Esquemas hermenéuticos 47

las instituciones, de forma que las instituciones civiles se muestren observaciones se abre una problemática muy compleja sobre el sentido,
libres de funciones cultuales y religiosas. la extensión, la profundidad y las responsabilidades de este juicio que
En conclusión, Q§ta pareja clásica de términos parece estar desti- da la Iglesia sobre el mundo. Para tener una idea de esta complejidad
nada a influir de alguna manera en el tema de las relaciones entre la baste confrontar a Pío IX, que afirmaba en el Syllabus que la Iglesia
Iglesia y el mundo. Pero ciertamente la reflexión teológica sobre la no puede ni debe reconciliarse con la civilización moderna16, con los
prisión no podrá nunca ponerse en manos de ella, como si pudiese padres del Vaticano II que escribían a los hombres de pensamiento y
encontrar allí un esquema interpretativo fundamental y exhaustivo1-2. a los científicos: «No podíamos dejar de encontrarnos. Vuestro camino
es el nuestro»17, o con Pablo VI que, al despedirse de los obispos que
participaron en el concilio, les decía: «Nos separamos para ir al mundo
2. Salvación y perdición de hoy, con sus miserias, sus dolores, sus pecados, pero también sus
prodigiosos éxitos, sus valores, sus virtudes»18.
«Nunca la raza humana ha dominado y manipulado al cosmos tanto La problemática de la misión de la Iglesia no puede por tanto fiarse
como hoy; y mañana lo hará todavía más. Nunca se ha hablado tanto del esquema salvación-perdición como de un vehículo unívoco y tran-
de paz ni se han creado tantos organismos destinados a asegurarla. quilo por el que dejarse llevar. ¿De quién viene la salvación? Es un
Pero tampoco se ha visto nunca el hombre tan agitado, tan perplejo, primer interrogante al que se le dan muchas respuestas: de la conciencia
tan angustiado como hoy. Sus investigaciones en todos los terrenos o de la institución, de la Iglesia o de Dios, de Cristo o del Espíritu,
no lo han hecho aún capaz de encontrarse a sí mismo en su autenticidad del Hijo encarnado o del Padre de todos los hombres. Pero también
más profunda y más permanente, con su sentido y con su fin; va la pregunta: «¿A quién se dirige la salvación?» tiene respuestas com-
buscando a tientas tocar el misterio último (Hech 17, 27). Y es en la plejas: al hombre o al hombre pecador, al alma o al cuerpo, a la
parte más recóndita de esta angustia en donde Cristo y la misión (la historia o a su último término, al individuo o a la sociedad, a las
misión portadora de Cristo) tienen que penetrar...»13. De esta forma conciencias o a las culturas, a los estados o a las religiones, etc. El
introduce este tema un conocido especialista de la misión, señalando problema se amplía más todavía si pensamos en la cuestión de los
uno de los esquemas fundamentales dentro de los cuales se la anuncia posibles mediadores de la salvación, de los auténticos y de los es-
y se la interpreta: el esquema salvación-perdición. Por lo demás, hay púreos. Está también la cuestión de los medios de la salvación, que
quienes no tienen reparos en decir que la categoría de la salvación en la Iglesia pueden ser muchos, distintos y sobre todo considerados
«define el objetivo de la religión misma»14. de diversa manera: el poder sagrado que se ejerce en los sacramentos
También el término salvación, como el de «sagrado», nos introduce o la palabra que da la fe, el testimonio pronunciado en palabras o el
dentro de un vasto espacio dialéctico. En efecto, se habla de salvación que está presente en los hechos, el testimonio sobre Cristo o la efi-
sólo en cuanto que se juzga que alguien tiene necesidad de ser salvado. ciencia histórica por la que el hombre se ve concretamente salvado
Si la intención de salvar a alguien determina la misión de la Iglesia, del hambre, de la opresión, de la desesperación...
esto quiere decir que la autoconciencia de sus relaciones con el mundo Esta enorme polivalencia del esquema salvación-perdición no jus-
contiene un juicio negativo sobre el mundo, sobre e¡ hombre y sobre tificaría sin embargo su abandono como si se traíase de un tema no
su futuro. Es célebre la interpretación agustiniana de la humanidad utilizable para comprender la misión de la Iglesia. En efecto, la au-
como massa perditionis15. Pero también es evidente que con estas toconciencia eclesial de la misión encuentra su humus fundamental en
aquella revelación bíblica que es precisamente la «historia de la sal-
12. Un texto ya clásico sobre el tema de la secularización es V. Ciogarten, Verhangnis vación». Al principio de todo está, en el Génesis, una tesis sobre la
und Hoffnung der Neuzeit. Die Sdkularisierung ais theologisches l'roblem, Stuttgart 1953. necesidad del hombre de ser salvado, sobre su peligro de perdición,
Una óptima revisión crítica de todo el análisis teológico del fenómeno en A. Milano,
Secularización, en Nuevo diccionario de teología II, Cristiandad, Madrid 1982, 1615-
y una promesa divina de salvación. La historia de Israel comienza con
1644.
13. J. Masson, La missione continua. Punti fermi <• prospettive, EM1, Bologna 16. Proposición 80 (DS 2980).
1975, 3. 17. Mensaje del concilio a los hombres del pensamiento y de la ciencia, en Concilio
14. M. Dhavamony, Phenomenology of Religión, Gregoriana, Roma 1973, 291. Vaticano II, Constituciones, derechos, declaraciones, Editorial Católica, Madrid 1968,
15. Véase, por ejemplo, el De correptione el gratia 7, 12. 16; 9,25 (PL 44, 923. 839.
925. 931). 18. Introducción a los mensajes del concilio a la humanidad, ibid., 837.
48 Revisión histórica Esquemas hermenéuticas 49

una llamada a la salvación, en la elección de Abrahán, y se lleva a con Dios que trasciende sus posibilidades naturales y lo trasforman en
cabo en una alianza que garantiza la salvación del pueblo. En la historia un ser nuevo. Con un estilo y una espiritualidad diversos, determinados
de los profetas la salvación se anuncia y se celebra en los aconteci- por una diversa cultura, el occidente, empezando por Tertuliano, de-
mientos socio-políticos de Israel, en sus liberaciones después de las sarrolló por el contrario su discurso acentuando ciertas fórmulas de
derrotas, y es preconizada como un acontecimiento espiritual y uni- tipo jurídico, que expresan las relaciones del hombre con Dios en
versal anunciado a toda la humanidad. Finalmente, el hijo de María términos de ofensa y reparación, de esclavitud y rescate, que alcan-
será llamado Jesús, o sea salvador, ya que en él convergerá todo zaron un gran éxito, como hemos visto, desde la edad media hasta
cuanto se había anunciado y prometido antes sobre la redención-li- hoy. Fue grande la influencia de Agustín en todo el occidente, con su
beración-salvación, hasta la confesión de fe apostólica de que «no hay acentuado pesimismo sobre la naturaleza humana y su continuo sub-
salvación más que en él»'9. rayar todo lo nuevo, inesperado y gratuito que lleva consigo la gracia,
La teología de la salvación, después de la síntesis de la gran redención de un hombre que, dejado a sus propias fuerzas, estaría
escolástica y de la teoría de San Anselmo que interpreta la redención destinado infaliblemente a la perdición20.
como la reparación infinita ofrecida por el hombre-Dios al Padre para El esquema salvación-perdición, en el que se juegan muchas in-
expiar la culpa infinitamente grave del hombre, imprime su sello de terpretaciones de la misión de la Iglesia, tiene necesidad de ver ex-
forma constante en el terreno jurídico-moral. La perdición de la que presamente problematizado el nexo entre Cristo y la Iglesia como
necesita el hombre ser salvado es simplemente la culpa, por la que sujetos portadores de salvación. Entre el «no hay salvación más que
merece la condenación eterna. La Iglesia lo llama a creer en Jesús y en él» de los Hechos y el famoso axioma extra Ecclesiam nulla salus
a alcanzar de él, por medio de los sacramentos, la gracia que lo redime no puede darse una simple identidad, dada la evidente desproporción
de su pecado y le permite merecer la vida eterna. Pero antes de la
de los términos y la evidente jerarquía de mediaciones que, en la
gran escolástica, la reflexión cristiana utilizaba los módulos interpre-
misión, sitúa en diversos niveles al Hijo enviado por el Padre y a la
tativos más diversos y variados. En los primeros siglos estaba muy
difundido el módulo de la luz y del conocimiento, como vehículo Iglesia enviada por Cristo. Sin embargo, el marco cultural de la so-
interpretativo de la acción de Cristo y de la misión de la Iglesia en el cietas christiana, junto con el pesimismo agustiniano sobre la natu-
mundo. El hombre está sumergido en las tinieblas de sus infinitas raleza del hombre, ha hecho que no pudiera concebirse ningún lugar
desviaciones y tiene que ser iluminado para descubrir los caminos o ninguna situación humana situada de algún modo fuera de la Iglesia
nuevos y auténticos de la vida, capaces de conducirlo a la salvación. en donde no se diera el rechazo de la salvación y una traición a Cristo.
El logos iluminador se revela en el mundo a través de la obra de la En esta rígida cerrazón de la acción salvífica de Dios dentro de los
creación, tiene sus manifestaciones a través de los profetas y de la confines de la acción de la Iglesia y en la compasión por toda esa
historia de Israel y se encarna finalmente en Jesús de Nazaret, por humanidad que, al quedarse fuera de ella, no habría podido salvarse
cuya palabra el hombre ha de verse iluminado y salvado. Otro esquema de ningún modo, fue creciendo el gran celo misional de los innume-
utilizado por los antiguos es el que señala la salvación como conse- rables nuevos apóstoles que, tras el descubrimiento del nuevo mundo,
cución de la vida eterna. La muerte, según la expresa sugerencia se lanzaron a la conquista de aquellos pueblos infieles, destinados a
paulina, entró en el mundo a través del pecado. Cristo salva al hombre la perdición si no llegaba hasta ellos el misionero para predicarles la
del pecado y le da la inmortalidad, restituyéndolo así al estado original fe y hacer que entrasen por el bautismo en la Iglesia. En esta cuestión
en que el Padre lo había puesto. Una nueva categoría, utilizada sobre entran, no ya sólo un exclusivismo, sino dos: primero, que la salvación,
todo por los padres griegos para interpretar la obra de la salvación, al provenir sólo de Cristo, no puede alcanzarse sin la Iglesia, que es
fue la de la divinización de la naturaleza humana a su integridad la única que lleva al conocimiento de Cristo; segundo, que la salvación
original; en un salto decisivo de calidad el hombre se considera salvado de Cristo, conocida a través de la Iglesia, sólo puede alcanzarse dentro
en cuanto que sale de los límites del hombre y alcanza una comunión de la estructura eclesiástica. De esta misma observación se deriva
también la multiplicidad de formas que asume la mediación de la
salvación. En realidad, el problema en su totalidad no puede lograr
19. Una eficaz síntesis del tema de la salvación, presentado como tema central del
anuncio evangélico, puede verse en P. Rossano, IM salvezza nel cristianesimo, en Segre-
tariato per i non cristiani, Religioni. Temí fondamentali per una conoscenza dialogica, 20. C. Molari, Salvación, en la teología, en Nuevo diccionario de teología II,
Esperienze, Fossano 1970, 87-99. o. c, 1589-1614
50 Revisión histórica Esquemas hermenéuticos 51

una solución positiva, si no se le considera dentro de la plenitud de hombre a través de su misión se expresa con diversas palabras y se
sus términos. Esto significa que hay que partir del primer principio y piensa con categorías y formas, ,mjjy diferentes según los diversos
considerar la misión de la Iglesia dentro del ámbito de la misión tiempos y circunstancias. Hay una esperanza más allá del mundo en
fundamental y fontal que es la missio Dei2¡. La misión salvífica es la que, independientemente de las relaciones que se crean entre el
ante todo la del Hijo y la del Espíritu Santo, enviados al mundo por hombre y el mundo, su salvación se espera en una nueva economía
el Padre. Por consiguiente, el sujeto de la misión es múltiple y se distinta de la mundana. Pero también hay una salvación en el mundo
distribuye en una gran variedad, refiriéndose de muchas maneras a cuando la obra de la caridad y de la justicia tiende a trasformarlo de
los muchos diversos rostros con los que se presenta el mundo que hay manera que ya aquí y ahora se viva la salvación, aunque esperando
que salvar. su cumplimiento bajo un nuevo cielo y en una nueva tierra. Más aún,
En la dialéctica salvación-perdición, el mundo, lo que está perdido, en esta perspectiva puede ser que la esperanza de la Iglesia coincida
no es exactamente lo mismo si se considera en relación con el Padre con la esperanza del mundo, de un cierto mundo, de una cultura, de
de la creación o con el Hijo crucificado o con el Hijo resucitado o, unas instituciones civiles concretas, o incluso de un régimen político
finalmente, bajo la luz del Espíritu. Además, ¿qué es el mundo frente
determinado. En ese caso la misión se encuentra apoyada, implicada
a la Iglesia que intenta salvarlo? Delante del Hijo crucificado el mundo
manifiesta sobre todo el rostro de su pecado. Si el Hijo crucificado se y comprometida dentro de una línea de la actividad mundana. Pero
encarnó para morir en la cruz y salvar al mundo, esto quiere decir que puede suceder también lo contrario: que la esperanza de la Iglesia se
la salvación es salvación radical de la perdición total. Frente a la misión presente como alternativa y que la misión se concrete en la búsqueda
de la salvación está sólo la perdición y la tiniebla del pecado. Pero si de una salvación en el mundo, pero propia, distinta y contraria a la
el mundo se coloca frente al Padre que lo ha creado en Cristo y con que se propone y se propugna en el mundo. En este caso, más que
vistas a él, parecerá que la salvación no es solamente el rescate del de una esperanza más allá del mundo, habrá que hablar de una es-
mundo de su estado más deplorable, sino conducción a la plenitud de peranza contra el mundo y la llamada a Dios será llamada contra el
las cosas que había de alcanzarse en el Hijo y para el Hijo indepen- enemigo, con el deseo de ver transformarse la alternativa salvación-
dientemente del pecado. Las dos interpretaciones medievales clásicas perdición en la alternativa victoria-derrota. En ese caso el éxito de la
de la encarnación contienen también en realidad dos visiones diversas misión tendría que medirse por el fracaso del adversario.
del mundo y por tanto dos posibilidades distintas de concebir la misión Al definir entonces la misión de la Iglesia como tarea de salvación,
de salvación. Por lo demás, para el cristiano, incluso en los momentos del hombre, se dice una verdad demasiado grande para que la defi-
de máxima exaltación del ideal del aislamiento y de la huida, siempre nición alcance una concreción suficiente. A quién hay que salvar, de
estuvieron abiertos dos caminos: salvarse abandonando el mundo o qué hay que salvarlo y cómo hacerlo: son interrogantes que suponen
salvarse en el mundo22. Por. eso, \a esperanza que la Iglesia trae al un gran esfuerzo de comprensión del hombre y del mundo a la luz de
la historia de sus relaciones con Dios. Y no sólo con el Dios trascen-
21. El ya recordado G. F. Vicedom, con su Missio Dci. Einführung in cine TheoLogie dente de los filósofos y de los moralistas. La Iglesia alcanza una
der Mission, Kaiser, München 1958, reaccionaba en la línea de K. Barth contra las
desviaciones ideológicas de la Volkskirche y contra las muchas reducciones secularistas autoconciencia madura de su misión sólo a través de su juicio sobre
de la teología de la misión, centrando rigurosamente todo el desarrollo en la única misión el mundo, pero su juicio sobre el mundo se forma refiriendo el mundo
salvífica que es la de Dios. Es curioso y significativo el episodio de la International Review a Jesús y a su obra histórica, a su crucifixión por obra de sus adver-
of Missions, que en 1969 borra de su título la i de Missions para subrayar la unidad radical
teológica del concepto. Y es interesante observar cómo este episodio puede ser considerado
sarios, a su resurrección por obra de su Padre. Para juzgar al mundo,
corno ambiguo por J. Aagaard, Mission after Uppsala I96H, en Mission Trenas n. 1 (ed. por consiguiente, hay que referirlo también a la acción del Padre de
G. H. Anderson-Th. F. Stransky), Paulist Eerdmans, New York-I'aramus-Toronto-Grand Jesucristo, que resucitó a su Hijo para que el mundo entero encuentre
Rapids 1978, 13-21, porque eliminaría el sentido de la pluralidad de los carismas y de en él su forma perfecta, la que se le asignó en el acto mismo de la
los ministerios en la que se realiza históricamente la única missio Dei y disminuiría el
significado de las misiones trinitarias y de la multiplicidad infinita de los modos con que
creación, realizada «por medio de él y con vistas a él». Y habrá que
actúa Dios en la historia. juzgar además al mundo en relación con el Espíritu que llevó a cabo
22. También el famoso canon Dúo sunl genera ihrislianoriim del Decretum Gratiani la encarnación del Hijo en el seno de la Virgen María, que lo condujo
(C 7 c. 12 q. 1, ed. Friedberg I, 678) admite que los laicos a quienes «concessum est en su acción mesiánica y que ahora es enviado al mundo en donde
uxorem ducere, terram colere, ínter virum et virum ¡udicare, causas agere, oblationes actúa «como el viento que sopla donde quiere». Si la historia y el
super altaría poneré, decimas reddere..., salvari poterunt, si vitia tamen benefaciendo
evitaverint». mundo han de ser juzgados desde unos puntos de vista tan complejos,
52 Revisión histórica Esquemas hermenéuticos 53

la misión de salvación de la Iglesia en la historia y en el mundo tendrá sido «hasta tal punto enemigos (de la gracia) que creyeron que el
necesariamente muchos rostros y vivirá en su interior múltiples y hombre puede sin ella cumplir todos los mandamientos de Dios»24. Y
vitales tensiones. pensemos luego en Lutero, para quien, «incluso al hacer una obra
buena, el justo peca mortalmente»25. Así pues, la manera de valorar
las relaciones entre la naturaleza y la gracia ha podido distanciarse
3. Natural y sobrenatural tanto en la tradición cristiana que unos han podido considerar a la
naturaleza capaz de realizar por sí misma, sólo con el ejemplo de
Otro esquema interpretativo en el que no pocas veces se articula Cristo, su perfecta comunión con Dios, mientras que otros la han
la reflexión teológica sobre la misión de la Iglesia es el de natural- juzgado tan impotente que la misma gracia sería incapaz de redimirla
sobrenatural. Naturaleza y sobrenaturaleza: como si se tratara de dos y salvaría al hombre tan sólo arrancándolo de su condición natural y
planos diversos en los que se desarrolla la vida del hombre y la historia entregándolo a la pura misericordia y perdón de Dios. Y no se trata
del mundo, de la misma manera que es también doble el fin del hombre, de tensiones propias y exclusivas de algunos momentos históricos, ya
el natural y el sobrenatural. Sobre todo cuando se confronta la misión que hoy mismo podemos escuchar a un Panikkar que piensa en la
de la Iglesia con las finalidades constitucionales de la sociedad civil, plena realización del cristianismo, más que en la afirmación de su
se recurre a esta distinción de planos: la sociedad se mueve en el nivel identidad, en su kénosis dentro de las demás religiones en las que
de los fines naturales del hombre, mientras que la Iglesia actúa en el puede encontrar su plenitud26; y por el lado contrario oímos a Barth
nivel de sus fines sobrenaturales. La misma concepción de la salvación juzgando a las religiones como creaciones presuntuosas de la hybris
puede trasponerse también a este esquema: hay una salvación del humana, que pretende «asentar una imagen de Dios derivada de la
fctombre de carácter natural, que tiende a la superación de sus males autonomía y de la arbitrariedad humana, en el lugar y el puesto de la
perceptibles y sanables en el nivel de la naturaleza, y hay una salvación realidad divina tal como se nos ofrece en la revelación»27.
del hombre en el nivel sobrenatural, que es la que compromete y la Es que la historia del debate incesante sobre lo sobrenatural revela
que caracteriza a la acción de la Iglesia. ya en sus raíces la existencia de aporías y de tensiones sin resolver.
El carácter dialéctico de este esquema tiene una peculiar acentua- Hagamos una pregunta banal: ¿Dios es natural o sobrenatural? En sí
ción. Efectivamente, si en el módulo de lo sagrado-profano podía mismo él es naturalmente todo lo que es; lógicamente no se puede
decirse que lo sagrado se define por su aislamiento de lo profano y pensar que pueda venirle a Dios algo desde arriba (supra). Además,
que lo profano está constituido en cuanto tal sólo por la afirmación las relaciones de la naturaleza con Dios están inscritas en su creatu-
de lo sagrado que libera sus virtualidades características, no puede ralidad constitutiva; por consiguiente, no hay nada que sea tan natural
decirse lo mismo a propósito de lo natural-sobrenatural. Efectivamen- para la naturaleza creada como su ser en relación de dependencia,
te, lo sobrenatural se afirma precisamente sobre la autosuficiencia^^ tanto en el orden de la causalidad eficiente como en el de la causalidad
lo natural y sobre su no-relatividad a lo sobrenatural; en efecto, jg final, respecto a Dios. Por tanto, no hay nada que nos autorice a
sobrenatural es tal precisamente por su gratuidad, es decir, porjjg impulsar hasta los umbrales de lo sobrenatural todo lo que en el mundo
estar postulado por lo natural. Scheeben decía que se trata de «dos se refiere a sus relaciones con Dios. Sólo el concepto de gratuidad
órdenes de nuestra actividad espiritual, fundamentalmente diferentes abre las puertas a la temática de lo sobrenatural. El la medida en que
y superpuestos..., que no tienen nada en común»-'. Por otro lado, hay cierta relación con Dios es «gracia», esto quiere decir que no está
que recordar también que la pretendida hegemonía de la Iglesia sobre inscrita en la «naturaleza». Pues bien, si en la economía cristiana es
la sociedad se ha basado siempre en la apelación de la superioridad la gracia la que salva, ¿habrá que decir que la naturaleza es perdición?
del fin sobrenatural, propio de la Iglesia, respecto al fin natural, propio
de la sociedad civil. Esto basta para abrir las puertas a una problemática 24. De haeresibus 88: PL 42, 47 s.
cargada de tensiones y atravesada por mil diversas interpretaciones. 25. Assertio omnium articulorum 36, D. Martin Luthres ferke, Weimar 1897, 7,
Pensemos solamente en los pelagianos que, según Agustín, habrían 142.
26. Cf. R. Panikkar, El Cristo desconocido del hinduismo, Madrid-Barcelona 1970.
Una interesante valoración del fenómeno en A. Karokaran, Evangelisation and Diakonia:
23. M. J. Scheeben, Natur und Gnude,. Freiburg 1941, 9, citado por G. Bof, a Study in the Indian Perspective, Dharraaran, Bangalore 1978.
Sobrenatural, en Nuevo diccionario de teología II, o. c , 1673-1687. 27. K. Barth, Dogmatique 1/2, Labor et Fides, Genéve 1964, 93.
54 Revisión histórica Esquemas hermenéuticas 55

A no ser que haya que renunciar a establecer una oposición entre la Santo Tomás, gran defensor de las posibilidades de la razón hu-
«naturaleza» y la «gracia»28. L. Sturzo, político de gran profundidad mana para hablar de Dios, es perfectamente consciente de hasta qué
teológica, fundador del Partido popular italiano, ya en 1939, antes de punto es gratuita la gracia, de forma que -sobre todo en sus obras
K. Rahner y de H. de Lubac29, lo afirmaba explícitamente: «La ne- más maduras- se acerca al rigorismo agustiniano32; ni siquiera es
gación de la gracia es el error, la inmoralidad, el odio, la injusticia, necesario apelar al pecado para justificar la ausencia de la gracia de
todos esos datos negativos que nadie atribuirá a la naturaleza si está un hombre. Pero para él esto no quiere decir nunca que pueda pensarse
en su sano juicio... Leviatán no es cristiano, pero Leviatán tampoco en el hombre sin tener que concebirlo como apertura a la gracia y
es natural»30. ¿Pero qué sentido tiene entonces el esquema naturaleza- deseo de gracia. El hombre no puede decir nada verdadero más que
sobrenaturaleza? Ciertamente, la reducción naturalista de cualquier basando su certeza en la posibilidad de que la suma verdad sea garantía
propuesta de salvación y de cualquier perspectiva de plenitud para el de lo que dice, y no puede querer bien alguno más que presuponiendo
hombre y para el mundo nos daría un destino sin Cristo o nos pondría el deseo del sumo bien. Con esto no se dice que el hombre lleve dentro
de sí una necesidad natural de referirse al infinito Verdad-Bien; si así
junto a un Cristo debido, automáticamente dado y encarnado. Tampoco
fuera, resultaría ya realizado su perfecto cumplimiento. Deseo natural
en esta perspectiva podría tener un sentido la cruz, con la entrega libre de una cosa que no es posible alcanzar naturalmente: esto -diría H.
y total de sí mismo por la salvación del mundo, que hace de Cristo de Lubac- es lo que hace del hombre una criatura paradójica, ya que
nuestro salvador. Al contrario, la reducción gratuitaria haría de la no puede concebirse sin la aspiración a la posesión de algo que, una
salvación un don de tal categoría que en ese don desaparecería -disuelto vez alcanzado, suprimiría la misma creaturalidad33. Este carácter pa-
en la incapacidad total- el ser humano con todo su drama y sus res- radójico de la criatura naturalmente capaz de desear lo naturalmente
ponsabilidades. La nueva creación sería ex nihilo tanto o más que la inalcanzable sitúa decididamente al hombre frente a la gratuidad del
primera creación. Parece como si nos encontráramos aquí con un don que Dios le hace de sí mismo, y al mismo tiempo, subraya su
monismo o un dualismo disfrazado. En efecto, el primer reduccionismo necesidad de ser salvado de la perdición que representa para él la
ahoga el diálogo, la pregunta y la respuesta, la llamada y la aceptación, hipótesis de contentarse de sí mismo, sin despertar nunca en su interior
la miseria que grita y la salvación que viene, todo el drama de la la necesidad del don de Dios. Pero santo Tomás vivía en una época
historia de la salvación en un camino felizmente irremediable, en el de la vida de la Iglesia en la que podía ensanchar los espacios de la
que el punto de llegada se da ya por descontado desde el punto de razón laica todo lo que quisiera, sin que esto significara imaginar,
partida. Por el contrario, el segundo reduccionismo convertiría el mero prever o proyectar una sociedad laica, un modo de vivir laico y mucho
diferenciarse-de-Dios del hombre y del mundo en una culpa, en una menos un estado laico. Todo se mantenía entonces en una profunda
caída irremediable. F¿n el cristianismo se ha mantenido.siempre viya unidad cultural, social y política. En este ambiente santo Tomás, con
un alma maniquea. En el primer caso la misión de la Iglesia sería una razón laica, autónoma de las fuentes de la fe, podía concebir a la
simplemente inútil o podría tranquilamente diluirse en un plano de misma razón laica, o podemos decir a la naturaleza, como naturalmente
mera iniciativa filantrópica; en el segundo caso le tocaría situarse en abierta a lo sobrenatural, sin quitarle nada a la gratuidad de este último,
una de las dos orillas y, como distribuidora de gracia, se asentaría y como cumplida en lo sobrenatural, sin que con esto disminuyera en
presuntuosamente en la orilla de Dios que salva con su benevolencia lo más mínimo su laicidad o su autonomía.
al mundo corrompido; y a la pregunta de Sturzo: «¿Acaso el Estado
es necesariamente Leviatán?»31, habría que responder forzosamente Fruto del nominalismo de la escolástica tardía y elemento coherente
que sí. con la incipiente fragmentación de la homogeneidad cultural europea,
aparece por el contrario en los comienzos de la edad moderna la
concepción de la llamada «naturaleza pura»14: Si lo sobrenatural es
28. Parece que lo intenta decir así una gran tradición de la espiritualidad cristiana:
«La naturaleza es astuta y, como tal, atrae, seduce y engaña a muchos, pues siempre se 32. Cf. S. Dianich, L'opzione fondamentale riel pensíero di S. Tommaso, Morce-
tiene a sí misma como fin» (La imitación de Cristo). lliana, Brescia 1968, 240-259.
29. K. Rahner, Oyente de la palabra, Herder, Barcelona 1967 (la edición original 33. Cf. H. de Lubac, el capítulo Paradoja cristiana del hombre, en El misterio de
alemana es de 1941); Id., Sendung und Gnade, Innsbruck '1961; H. de Lubac, Surnaturel, lo sobrenatural, Estela, Barcelona 1970, 149-165.
Paris 1945. 34. C. Colombo, II problema del soprannaturale negli ultimi cinquanli anni, en
30. L. Sturzo, Chiesa e stato, Zanichelli. Bokigna 1959 (aparecido en francés en Problemi e orientamenti di teología dogmática II, Marzorati, Milano 1957, 545-607; G.
1937), 250. Bof, Sobrenatural, en Nuevo diccionario de teología II, o. c, 1673-1687; G R u g g i e r i ,
31. Ibid., 250. La compagnia dellafede, Marietti, Torino 1980, 161-165.
56 Revisión histórica Esquemas hermenéuticas 57

gratuito, esto quiere decir que es posible concebir al hombre exhaus- De esta forma en la perspectiva eclesiológica y política de la cues-
tivamente sin apelar para nada al mismo. Su relación creatural con tión, en donde se sitúa nuestro planteamiento sobre la misión de la
Dios puede muy bien pensarse sin poner en él ninguna necesidad de Iglesia, las consecuencias son a primera vista bastante extrañas. Si la
trascenderse a sí mismo. Si Dios, de hecho, lo destina con gracia a naturaleza pura debe ser lógica y necesariamente pensable, es igual-
una comunión sobrenatural consigo, esto no significa que no sea po- mente ilegítimo proyectar su existencia, dibujando por ejemplo la
sible concebirlo dentro de un cuadro suficientemente coherente, per- figura de una sociedad o de un estado en donde un fin último natural,
fectamente finalizado y realizado, en el nivel natural, mediante una cognoscible y configurable laicamente, dicte sus leyes de una forma
relación con Dios que no le haga trascender para nada su creaturalidad autónoma y exhaustiva. En el fondo, la naturaleza pura se convierte
y que esté ya totalmente inscrito en sus potencialidades naturales35. en la garantía especulativa de lagratuidad y superioridad de la única
Estamos aquí en presencia de un último punto de llegada de la laicidad salvación que se le ha dado de hecho al hombre, que es la salvación
del pensar teológico. Volveremos a encontrarnos con un nuevo giro sobrenatural. De este modo la hipótesis conceptualista de la naturaleza
de la situación, en el terreno de la apologética, cuando algunos autores pura, un mero pensable necesario para pensar en lo sobrenatural, no
sostengan que toda la certeza de la fe puede verse demostrada por la ensancha de hecho, sino que restringe el espacio de lo natural y sirve
razón: fides scientificá>b. La fe se convertiría en sobrenatural simple- para garantizar en la sociedad la hegemonía de las estructuras de lo
mente cuando, por gracia, la adquisición natural de su certeza se viera sobrenatural. Efectivamente, la relación Iglesia-Estado en la edad mo-
elevada a ser un instrumento de salvación sobrenatural. Una especie derna se pensará en términos de una relación entre dos estructuras de
de positivismo de lo sobrenatural que consistiría en una cualificación la sociedad que se colocan en dos niveles distintos de la finalidad del
añadida, por la que lo natural no se vería ya transformado, sino sim- hombre y de la historia37. Por esto se hablará de dos sociedades «per-
plemente hecho digno de figurar en el nivel del don. fectas»; en efecto, las dos tienen que concebirse en relación con la
Pero la teoría de la naturaleza pura debe toda su radicalidad a la globalidad de la existencia y en orden a una finalidad última. Sólo
totalidad de su abstracción. Lleva la hipótesis laica de la visión del que la finalidad del hombre y de la historia que determina la estructura
hombre hasta los máximos niveles del pensamiento, haciéndola coin- del Estado es la natural. Y un fin natural, frente a una finalidad
cidir con los más altos niveles de la abstracción. La naturaleza pura sobrenatural, nueva, gratuita y suprema, no es ya prácticamente un
es concebible, y tiene que ser concebible, para que lo sobrenatural le fin último en sentido absoluto. Así el poder del Estado, para ser
resulte gratuito, pero la naturaleza pura no existe,. De esta forma la legítimo, tendrá que tener siempre en cuenta al otro poder, al de la,
laicidad de la razón y de la naturaleza se ven al mismo tiempo exaltadas Iglesia, que tiene otra competencia original y exclusiva, la de conducir
y relegadas al espacio de lo puramente pensable, de las hipótesis de al hombre a su única salvación real. De este modo es como se sanciona
la inteligencia, ya que el espacio de lo existente está de hecho en la la ilegitimidad de la hipótesis de un Estado laico en sentido propio y
economía de la gracia y la historia está de hecho ordenada por Dios verdadero. Y la misión de la Iglesia, desde su finalidad sobrenatural,
a su fin sobrenatural. no puede derivar una exigencia de restricción a los espacios de la pura
actividad religiosa; al contrario, adquiere entonces la conciencia de su
35. Véanse las afirmaciones del cardenal Cayetano: «Etiam credere, sperare, diligere propia responsabilidad en todos los terrenos de la actividad humana3*.
Deum, confiten ipsum Jesum Christum, potest homo per sua natural ia quantum ad subs- El sentido de este planteamiento teológico del problema resulta es-
tantiam operum adimplere, et non in quantum impletur et spe et ti de et chántate. El quod pecialmente evidente en la temática del magisterio y de su significado
hoc sit verum ex eo convincere possumus quod gentilis edoctus lidem, nolens esse chris-
tianus, posset credere totam fidem esse veram, ut ecclesia tenel; conslal eiiim quod talis para el mundo. La lex naturae es criterio imperativo de acción para
nulla supernaturali gratia adjutus crederet. Posset quoque Ídem sperare se l'orc beatum in
coelo, quamvis inanis esset spes ejus sicut et fides» (In lam 2ue </. 109. a. 4, 6, en
S. Thomae Aquinatis Opera [ed. Leoniana], Roma 1892, t. 7, p. 298). 37. Superados los intentos medievales de una fundamentación teológica de la ver-
36. Puede verse un ejemplo en S. Tromp, De revehilione chrisiinna. Gregoriana, dadera y propia teocracia, el debate se centra en la tesis del poder indirecto de la Iglesia
Roma 1945, 80: «Supposita divina origine alicujus rcvclulionis, possum inspicere con- sobre el Estado. Cf. A. Ottaviani, Institutiones juris publici ecclesiastici II, Vaticano 1936,
tentum et inventa aliqua propositione, sic logice possum procederé :'('onstat certe per 46-151; F. Cappello, Surnma juris publici ecclesiastici, Gregoriana, Roma 1936, 271-
criteria Deum locutum esse et in specie dixisse se esse uniini et Iriniim. Atqui quod Deus 376. Véase cómo este mismo planteamiento del problema se prolonga hasta nosotros en
dicit est absolute certum et verum. Ergo Deus est unus et Irinus', Conclusio non habetur el cap. IV de la sección II del volumen de P. Faynel, La Iglesia, Herder, Barcelona 1974,
ex intrinsecis, sed ab extrínseco scilicet ex auctoritule Dei til jiivmilibus criteriis scientifice 136 ss.
perspecta. Est igitur quaestio de fide scientifica»; véuse también I.. Itillot, De virtutibus 38. León XIII, Immortale Dei: DS 3166-3172; Pío XI, Quas primas: DS 3675-
infusis, Gregoriana, Roma 1928, 61. 3679.
58 Revisión histórica Esquemas hermenéuticas 59

cualquier hombre. Pero la ley natural tiene necesidad de ser conocida, sariamente por esa encrucijada en la que se encuentran entre sí la
interpretada, analizada, aplicada, leída en las diversas situaciones con- Ühg£tad de Dios y la libertad del hombre; su esta encrucijada k toca.
cretas. Y en el plano natural no hay ningún hombre y ninguna insti- aJaJslssia cumplir una tarea.
tución que goce de un mandato especial de parte de un hipotético dios
natural para hacerlo. Ni siquiera el Estado. La existencia y la historia
están de hecho en la economía de lo sobrenatural. Y en esta economía 4. Historia y escatología
la Iglesia tiene un mandado: el de anunciar la palabra de Dios e in-
terpretar la vida a la luz de la Palabra. Partiendo de estas premisas se E. Brunner, al presentar su escatología como un esfuerzo por dar
sostendrá la tesis de que la autoridad del magisterio eclesial se extiende sentido a la esperanza de una eternidad futura que sea verdadera es-
no sólo a los miembros de la Iglesia, sino a todos los hombres peranza sin estar vinculada a la antigua concepción cosmológica de la
indistintamente39. Pues bien, ha de quedar muy claro que no está en apocalíptica, se declara convencido de que responde con su trabajo a
juego la extensión de la missio a todos los hombes, a quienes se dirige una auténtica necesidad de la Iglesia, ya que «una Iglesia que no tenga
tanto la predicación del evangelio como un servicio de propuesta, de nada que enseñar sobre la eternidad futura no tiene realmente nada
iluminación de los problemas humanos y de cooperación a la hora de que enseñar, es decir, ha fracasado»41. No se da ninguna forma de
afrontarlos, sino la extensión de la auctoritas. La tesis que sostiene autoconciencia de la misión de la Iglesia que no se tenga que enfrentar
la extensión de la autoridad de la Iglesia a todos los hombres viene a con la pareja verbal «escatología-historia» y con el gran esfuerzo de
modificar profundamente el concepto mismo de su misión e imprime pensamiento y de experiencia que está por detrás de ella.
un giro decisivo a toda la línea de relaciones entre la Iglesia y el Largas épocas de la Iglesia han visto decididamente situarse en el
mundo. centro, tanto de la vida espiritual del cristiano como de la misión
De toda esta problemática, tan rica en elementos distintos y con eclesial, el contraste entre lo que acontece aquí y ahora y lo que
tantas implicaciones, hemos de deducir que también habrá de ser acaecerá en la otra vida, entre el saeculum y la eternidad, entre los
enormemente complicado el problema de la misión. Si el hombre.en bienes temporales y los bienes eternos: «Es tan grande el bien que
su relación con la salvación que se le ha dado en el don (sobrenatural espero que cualquier sufrimiento me parece pequeño». Iluminar al
y gratuito) de Dios se revela como un ser paradójico40, tjuribién tendrá hombre sobre la verdad de la caducidad de lo terreno y sobre el valor
un carácter de paradoja la misión de la Iglesia a la que ese hombre, de lo eterno es una tarea que está en el corazón de la misión de la
para una salvación semejante, está llamado a servir. Además, la te- Iglesia. El Catecismo del concilio de Trento explicaba: «Habiendo
mática naturaleza-sobrenaturaleza, con sus aporías, nos impulsa a bus- existido hombres, presuntuosamente sabios, que creyendo poder co-
car más allá de ella, pero en su línea, nuevos esquemas en donde locar el sumo bien en la felicidad que proviene de las cosas sensibles,
encuadrar la interpretación de la misión. Como hemos podido vislum- lo cierto es que éstas envejecen y mueren; la bienaventuranza, en
brar, no es tanto lo divino, sino lo gratuito lo que constituye lo so- cambio, no puede circunscribirse a límites de tiempo. Las cosas de la
brenatural. Y no es tanto lo humano, sino más bien la libertad del tierra distan tanto de la verdadera felicidad, que quien quiera alcanzar
hombre, con su necesidad de ser totalmente libre, lo que constituye la eterna bienaventuranza debe necesariamente apartar de ellas su deseo
lo natural. La inteligencia de la misión que la Iglesia tiene que llevar y amor... Aprendamos, pues, a despreciar las cosas caducas y con-
a cabo en la historia tendrá que pasar de alguna manera a través de venzámonos de que es imposible conseguir la felicidad en esta vida,
estas categorías. El camino de la salvación tiene que atravesar nece- donde estamos no como ciudadanos sino como peregrinos advenedi-
42
zos» .
39. Cf. G. Siri, La chiesa, Studium, Roma 1944. 307: «l,u acción magisterial de Esta fuerte tensión al desprendimiento de lo temporal con la as-
la Iglesia es tan amplia como la ley moral que es su objeto, es decir, se extiende tanto piración a lo eterno se encuentra en la misión de la Iglesia en el nivel
como la acción libre de cualquier hombre. Incluso de los no cristianos, ya que comprende de los fines, mientras que parece afectarla en el nivel de los medios.
la primera ley de Dios y su interpretación infalible, o sea. aquella ley que vale para todos
los hombres y que absorbe y canoniza el derecho nalural». 41. E. Brunner, L'eternitá come futuro e tempo presente, Dehoniane, Bologna
40. Sobre aspecto de paradoja, muy desarrollado en H. de l.ubac, cf. N. Cióla, 1973, 10.
Paradosso e mistero in Henri de Lubac, Lateranense, Roma 1980. 42. Catecismo romano, Editorial Católica, Madrid 1956, 285-2X6.
60 Revisión histórica Esquemas hermenéuticos 61

Baste pensar en que la espiritualidad y la predicación escatológica de valorarse únicamente por lo que valen en orden a la obtención de la
la contraposición de lo eterno a lo temporal va acompañada en la edad bienaventuranza eterna.
media y en la época postridentina del ejercicio de un amplio y capilar El gran revival escatológico de la teología reciente44, por el con-
poder temporal de la Iglesia y de la prolongada y densa teorización trario, recoge el tema con una inspiración diversa. Si intenta leer la
del poder indirecto de la Iglesia sobre el estado incluso in rebus tem- dimensión escatológica de la existencia cristiana por encima del anti-
poralibus. Una de las explicaciones del fenómeno puede ser que en guo dualismo entre historia del mundo y salvación eterna. La Iglesia
realidad la perspectiva escatológica, a medida que se iba acercando a no debería sentirse colocada ella sola en la orilla de la escatología
la época moderna, y luego sobre todo en ella, se iba haciendo cada frente a un mundo que estaría abandonado a las olas de una historia
vez más individual. Se trata de un problema de cada cristiano: cómo privada de sentido último. En este caso le tocaría a la Iglesia sustituir
alcanzar la vida eterna. En esto la Iglesia se siente colocada al servicio cualquier proyecto humano para construir ella misma unos programas
del hombre para iluminarle la mente, para sostenerlo con los sacra- definidos y determinados para lanzárselos a la historia y garantizarle
mentos y para crear en torno a él un ambiente de vida que, a través su capacidad y sus méritos para desembocar en la bienaventuranza
de leyes y estructuras de carácter social, le ayude y no le distraiga de eterna. La escatología, por el contrario, sería una dimensión propia
la búsqueda de su último fin: la eterna bienaventuranza. Por eso mismo de este mundo y de esta historia, entre lo que es viejo y lo que es
el entramado de la Iglesia con el poder, en el orden de los medios, nuevo. La tensión entre el viejo y el nuevo eón no puede reducirse ni
aparece indispensable y como formando parte de su misión. Sobre en esquemas teológicos de carácter metafísico ni en un proyecto de
todo la Iglesia del siglo XIX sintió fuertemente el problema en estos política eclesiástica que obligase al mundo a verse vacío de sus sig-
términos: se sentía con el derecho de guiar a la autoridad civil en la nificados propios para convertirse en pura ocasión de merecer otros
promulgación de leyes y en la creación de una sociedad que exaltase significados «últimos» y para entrar de una manera o de otra bajo el
los valores morales cristianos y ayudase a los hombres a salvar su supremo gobierno de las iglesias, que serían las únicas en posesión
alma. La política concordataria, tan activa en esta época, jugó sus de estos significados «últimos». Aquí se miran con ojos críticos no
cartas basándose en el reconocimiento del catolicismo como religión sólo los esquemas de la tradición católica que contrapone lo temporal
de estado para impedir la tolerancia de otros cultos o la predicación
y lo eterno y valora lo temporal sólo como ocasión para merecer lo
de ideologías y valores contrarios a la moral católica, y para defender
eterno, sino también los esquemas de la teología dialéctica en su
la concepción y la praxis católica del matrimonio, de la familia y de
radicalización de la originalidad y la novedad de la Palabra y en su
la educación de los jóvenes43.
reducción de la misión de la Iglesia a la convocación exclusiva de los
Además, el esquema escatología-historia pone en movimiento un creyentes bajo el juicio y al servicio de la Palabra. Por otro lado, la
proceso de relativización de los contenidos de los valores terrenos a reducción bultmanniana de la promesa del Reino dentro de los límites
través de la concepción del mérito. En definitiva no cuenta para nada de la decisión existencial, si concede valor al tiempo presente, lo cierra
ser ricos o pobres, débiles o poderosos; solamente cuenta el uso que
se hace de las cosas en orden al fin último. Al tender la misión de la
44. Cf. J. Moltmann, Teología de la esperanza, Sigúeme, Salamanca "1981; W. D.
Iglesia a la salvación eterna de las almas, su presencia en las cosas Marsch (ed.), Discusión sobre la teología de la esperanza, Sigúeme, Salamanca 1972;
temporales es exclusivamente instrumental y todas las vicisitudes his- W. Parmenberg, II Dio della speranza, Dehoniane, Bologna 1969; Id., Teología y reino
tóricas de los individuos y de las instituciones se consideran como de Dios, Sigúeme, Salamanca 1974; J. Alfaro, Esperanza cristiana y liberación del hom-
relativas a las intenciones profundas con que se aclúa, para las cuales bre, Herder, Barcelona 1972; F. Kerstiens, Die Hoffnungstruktur des Glaubens, Grüne-
wald, Main 1969; K. Rahner, II concetto di futuro: considerazioni frammentarie di un
las cosas que se hacen son puros vehículos de mérilo o de demérito teólogo, en Nuovi Saggi III, Edizioni Paoline, Roma 1969, 619-626; Id., Sulla teología
respecto a la recompensa eterna. De este modo la misión parece per- della speranza, ibid., 627-652; E. Schillebeecljx, Dios, futuro del hombre, Sigúeme,
filarse esencialmente dentro de una espiritualidad de la espera, durante Salamanca 1970. L. Rütti en su obra ya varias veces citada, hace un análisis detallado de
la cual cualquier compromiso en las cosas del mundo tendrá que la influencia ejercida por los distintos planteamientos de la escatología en la teología de
la misión; véase el capítulo 2, Eschatologie und Mission, o. c, 63-135. También Th.
Kramm, Analyse und Bewahrung theologischer Modelle zur Begründung der Mission.
43. Cf. G. Martina, La coscienza che la Chiesn luí mulo tlella sua missione Mission Aktuell, Aachen 1979, en su análisis de los modelos teológicos recientes con los
dall'ottocento al Vaticano II, en Coscienza e missione ilcllu chiesa (VII Congresso que se intenta una interpretación de la misión, se ve obligado a conceder un amplio espacio
dell'ATI), Cittadella, Assisi 1977, 15-98. a los esquemas hermenéuticos más frecuentes de la escatología actual.
62 Revisión histórica Esquemas hermenéuticas 63

sin embargo en la angustia de la conciencia individual, haciéndolo Iglesia-mundo es constitucional a la Iglesia y a toda la historia post
incapaz de decir algo para la salvación de la historia45. Christum natum. Esto no significa que la Iglesia no tenga conciengja
Aunque se quiera prescindir de los humores de la teología de los de la universalidad de su misión o que pretenda renunciar a ella respecto
últimos años46, habrá que tener muy en cuenta de todas formas lo que al mundo que hay que evangelizar, sino solamente que se cree fuef¿»
nos propone el Vaticano II sobre las relaciones entre la Iglesia y el temente que el cumplimiento de la misión es el Reino y sólo el Reina
Reino. Efectivamente, el tema de la Iglesia peregrina no figura en el Esto significa para la Iglesia la necesidad de estar siempre preparada
concilio para proponer una vez más la tesis de la relatividad de lo para las sorpresas de la historia. Una sorpresa imprevisible de la his-
temporal en cuanto tal. Se afirma más bien en sus documentos la toria fue, por ejemplo, el descubrimiento de América. Pero esto sig-
relatividad de la Iglesia, que participa también de la «figura fugaz de nifica también que la misión no puede ir acompañada de la presunción
este mundo» (LG 48). Esto significa que no sólo el mundo es relativo de su éxito, dado que el Cristo que hay que anunciar fue y habrá de
al Reino, del que la Iglesia sería una representante plenipotenciaria, ser siempre un «signo de contradicción». Cuanto más viva es la sen-
sino que incluso la Iglesia, aunque frente al mundo pueda presentarse sación de que la misión se dirige siempre a la libertad del hombre,
como la que conoce «el secreto del Reino», es relativa al Reino, ya tanto menor es la presunción de poder cristianizar a los pueblos y a
que «vive entre las criaturas, que se encuentran entre gemidos y dolores las sociedades, a las estructuras y a las culturas, de forma que no vaya
de parto» (LG 48). También la Gaudium et spes se ve felizmente a tener algún día delante de sí un «mundo» capaz de poner en cuestión
obligada a plantear el tema de las relaciones entre la Iglesia y el mundo la Iglesia y de sacudirla de la tranquilidad de la misión cumplida. Hay
siempre dentro de la terna más vasta y más fecunda que vincula entre que añadir además que incluso en la hipótesis de una plantatio ecclesiae
sí al Reino, a la Iglesia y al mundo. Y en esta terna, donde ciertamente universalmente realizada, seguiría siendo necesario recordar como de-
el Reino prima como elemento absoluto y eterno, no es solamejjtgja cía Mazzolari que «todos estamos fuera y todos estamos dentro» de
iglesia, sino también el mundo, el que manifiesta valores, significadas, la Iglesia, que «en todas partes hay un poco de Iglesia y en todas
partes hay un poco de mundo»47.
tensiones capaces de conducir al Reino .(GS 39). Me parece fuera de
duda que la Gaudium et spes ha superado decididamente aquel ecle- Esta cuestión puede parecer banal, pero dista mucho de serlo. Hay
siocentrismo que pensaba que la única finalidad del mundo tenía que en las dos hipótesis todo un modo distinto de considerar el mundo y
ser la de convertirse en Iglesia para poder tan sólo así aspirar a la iktósípsijlij&rp naY también un modo diverso rde considerar la Iglesia.
llegada del Reino. Efectivamente, en un caso se podría pensar (como se pensó de hecho
Entonces, un problema importante que nos queda por aclarar es el en la literatura de los manuales de la neoescolástica) en la construcción
siguiente: ¿cómo se relaciona con la historia la misión de la Iglesia? de toda una eclesiología, sin comprender en ella el capítulo de la
En efecto, cabe la posibilidad'de concebir la misión como una fa$e misión. La naturaleza de la Iglesia podría concebirse y analizarse de
esencialmente provisional de la historia. La Iglesia ha recibido de yna forma exhaustiva considerando su esse. En esta línea es natural
que algunos padres del Vaticano II se escandalizasen de la propuesta
Cristo la misión de predicar por todas partes el evangelio y de exten-
hecha por el cardenal Suenens, primado de Bélgica, para que el con-
derse así por toda la tierra. Si en un determinado tiempo y en un
cilio centrase su actividad en el interrogante:«Iglesia, ¿qué dices de ti
determinado lugar está en obra la misión, esto quiere decir que hay misma?»48. Sería -decían- como si en realidad, después de tantos
además otros tiempos y lugares en los que el mundo no se ha hecho siglos, no supiéramos todavía qué es la Iglesia. El problema es que
todavía Iglesia. Pero apenas haya sido alcanzada por la Iglesia toda hablar de la misión de la Iglesia y en particular de su responsabilidad
la sociedad humana y la Iglesia haya extendido sus tiendas por toda con los pobres -sostenía el cardenal Lercano- no es como introducir
humanidad, la misión habrá cesado. En esta visión de las cosas el subrepticiamente elementos contingentes en el discurso dogmático,
niundq se concibe como una Iglesia potencial o como una(Iglesia sino intentar comprender hasta el fondo el misterio49. En ese caso, el
fracasada y la relación Iglesia-mundo es esencialmente provisional^ verse obligados a buscar cuál es.J^gatutaJeza de la Iglesia a partir de,
denunciando una misión que no se ha ivah/.uln todavía o una misión
fallida. Por el contrario, según otra inaneía de wi opuesta, la relación
47. P. Mazzolari, La piü bella avventura, Gatti, Brescia 1934, 32.
48. Acta synodalia S. Concilii oecumenici Vaticani II, vol. I, pars IV, Polyglottis
45. L. Rütti, o. c, 73-80. Vaticanis 1971, 222-225.
46. S. Dianich, Chiesa estroversa. o. c. 49. Ibid., 327-330.
64 Revisión histórica Esquemas hermenéuticos 65

su misión significa introducir en la eclesiología un determinado ele- seguimiento y el seguimiento es un camino laborioso que conduce al
mento dinámico. Si el mensaje que hay que llevar a los hombres es servicio de los hermanos hasta la cruz. Los evangelios ciertamente no
siempre el mismo, no siempre es igual el hombre a quien va destinado contienen tentaciones de evasiones especulativas o de huidas a la
el mensaje: continuamente están cambiando la situación, el contexto contemplación. Pero no cabe duda que este problema no está del todo
cultural, los problemas de carácter psicológico, social y político en ausente: baste pensar en Marta y María, con el elogio de Jesús a
los que él vive en busca de su salvación. En esta perspectiva es lógico aquella que «había escogido la mejor parte» (cf.Lc 10,42). Es la fe
y necesario que la Iglesia se interrogue continuamente sobre lo que la que salva, no las obras50: ésta será una de las afirmaciones más
es. En efecto, no sólo la Iglesia hace la misión, sino que la misión importantes del nuevo testamento. Pero es interesante observar cómo
hace a la Iglesia. Entonces hay siempre algo que cambia en su retrato, la relee la carta de Santiago: «Si un hermano o una hermana carecen
de vestido y no tienen el alimento cotidiano y uno de vosotros les
a medida que le toca vivir en diversos lugares, en diversos tiempos y
dice: "Id en paz, calentaos y saciaos", pero no les da lo necesario
situaciones, en una relación diferente con el mundo. De la cuestión
para el cuerpo, ¿de qué le vale? Así también la fe: si no tiene obras,
sobre si la pareja Iglesia-mundo señala una situación provisional o un está muerta en sí misma» (Sant 2,14s.). A través del ejemplo del falso
dato constitucional de la Iglesia se deriva una metodología acentua- consolador del hambriento que no puede saciar su hambre con palabras,
damente diversa: en el primer caso el tema de la misión será exclu- parece que se quiere sugerir una perspectiva más profunda del pro-
sivamente un capítulo de la eclesiología, mientras que en el segundo blema: la fe no es un conjunto de palabras, ni la escucha es una pura
caso podrá incluso ofrecer el primer principio hermenéutico para toda contemplación. El texto de Santiago plantea la cuestión de si basta
la interpretación de la Iglesia. escuchar la Palabra para orientar la vida o de si es necesario escuchar
De todas formas la reflexión sobre la relación Iglesia-mundo y también las necesidades del hombre. Los lectores de Santiago se reu-
sobre la misión determina un giro importante en el camino teológico. nían para escuchar la Palabra, pero no se daban cuenta de la provo-
Y no sólo en el camino teológico, sino en la misma autoconciencia cación que brotaba de la presencia de los pobres en su asamblea,
eclesial. Efectivamente, en este punto la Iglesia no se pone solamente precisamente en orden a su fidelidad a la Palabra (cf. Sant 2, 1-4).
en confrontación con la Palabra; no es ya solamente aquella que con-
templa la verdad que hay que proclamar ante el cielo y la tierra, como Con un profundo y afortunado sentido de la unidad que amalgama
en un espacio inmóvil marcado por la eternidad. La misión, por su en una única tensión de vida la contemplación y la acción, a la escucha
parte, está marcada pesadamente por la historia; se mide necesaria- de la Palabra y a la escucha del hombre, el documento del episcopado
mente con sus propios defectos que es posible calcular y destacar italiano Eucaristía, comunione e comunitá afirma que «la eucaristía
históricamente. Las exigencias de la eficiencia histórica se asoman a es la acción misionera por excelencia»5'. Esta afirmación es importante
la conciencia eclesial. por la intención que la anima de establecer un nexo absolutamente
esencial e indisoluble para la Iglesia entre su misión en el mundo y
la celebración eucarística. Pero revela además una gran dosis de anti-
güedad. Desde el punto de vista mistérico, la Iglesia no puede pensar
5. Doxología y praxis en alcanzar al mundo y en comunicar con los hombres con ningún
otro medio que sea más eficaz que con la representación sacramental
La expresión bíblica más conocida sobre la misión que Jesús ha al Padre de aquel sacrificio de Cristo, del que procede la salvación
entregado a su Iglesia es la de la conclusión del evangelio de Mate¿j¿ del mundo. Desde el punto de vista histórico no hay nada que aisle
«Id, pues, y enseñad a todas las naciones...». Los exegetas nos hacen más a la Iglesia respecto al mundo que la celebración de sus misterios,
observar que ese «enseñar» significa «hacer discípulos». La Iglesia, a los cuales se tiene acceso tan sólo gracias a la profesión de fe y de
entonces, aparece enviada al mundo esencialmente pura que los hom- los cuales sólo es posible alcanzar alguna inteligencia dentro de las
bres y los pueblos se hagan discípulos de Jc\i misto; ser discípulos estructuras lingüísticas de la fe. La ambigüedad de la contaminación
significa vivir a la escucha del maestro, haca di- su palabra la ley de
la propia vida. En una escuela lo primen 11 . i - >
. ucliar; pero la escuela
50. Léanse las penetrantes páginas de D. Bonhoffer sobre «la gracia cara», en El
de Jesús es una escuela de vida, como sui'n-ic d misino texto de Mateo precio de la gracia, Sigúeme, Salamanca J 1986, 17-35.
cuando añade: «... enseñándoles a ohsei\.n iodo lo que os he orde- 51. CEI, Eucaristía, comunione e comunitá n. 103: II Regno/Doc 2 8 (1938/11) 318-
nado». Por consiguiente, hacerse discípulo do Ic.us es ponerse en su 338.
66 Revisión histórica Esquemas hermenéuticos 67

entre los criterios de la eficiencia histórica y de la eficiencia mistérica brate a despreciar las cosas exteriores y a dirigirte a las cosas interiores,
,de las acciones de la Iglesia es frecuente y se pone especialmente de y verás cómo entra dentro de ti el reino de Dios. En efecto, el reino
relieve cuando, por ejemplo, en la discusión de cualquier problema de Dios es paz y alegría en el Espíritu santo, y los impíos no gozan
pastoral concreto algunos declaran que al final la solución del problema de ella»53. Pero más que un éxito tan acentuado de \afuga mundi, esta
tiene que buscarse en el compromiso de santificarse y en la oración. sensibilidad lleva consigo un deseo de confiar la misión a la oración
En efecto, esta afirmación es realmente indiscutible, pero no permite más que a la acción y un aprecio de la eficacia mistérica de la oración
dar ni el más mínimo paso hacia adelante en la solución del problema. y del sacramento mayor que la que se atribuye a la eficiencia histórica
Respecto a la religión de la ley, a la tradición judía de la obser- de una fuerte praxis de evangelización o de compromiso social y
vancia, al hondo sentido de la historia y al profundo entramado entre político en beneficio del hombre. Tenemos así todo un desarrollo de
la fe y la vida política de la nación en Israel, la predicación del la misión fuertemente basado en el criterio de la «eficacia mistérica»,
evangelio se presenta dominada por una atmósfera espiritualista y es decir, en una adecuación y valoración de la acción misionera, en
contemplativa. La salvación no viene de las obras, sino que es un don la que la proporción del instrumento al fin no se calcula con la misma
dado en la fe; esta tesis fundamental aparta a la Iglesia primitiva de unidad de medida con la que se valora normalmente, en el juicio
la observancia de la antigua ley y, poco a poco, de los vínculos histórico, la capacidad de un instrumento para producir cierto efecto.
históricos con la nación judía; lo que cuenta es la circuncisión del En la práctica de cada día del cristiano de hoy, ante el asalto de la
corazón y no la de la carne. Pero el activismo de la ley encierra la muerte y la necesidad de derrotarla, se acude lógicamente al médico
actividad del piadoso israelita dentro de los límites y de los intereses y se va obviamente a la Iglesia para rezar. Pero estas dos acciones no
de la nación, mientras que la acogida contemplativa de la Palabra abre pueden ponerse en el mismo plano, ya que la primera se basa en la
a la Iglesia a una misión universal. De todas formas, el principio confianza, verificada y verificable, del hombre en la ciencia médica
fundamental de la salvación que viene de la fe da paso en la historia y en sus instrumentos, mientras que la segunda confía en el misterio
Cristiana a una gran tradición contemplativa que, desde la mística hasta insondable del amor y de la providencia de Dios. Pues esto mismo es
Ja liturgia, ve a la Iglesia tan comprometida en la doxología que hace lo que se hace en la empresa de evangelización, en donde la Iglesia
de ella el eje de su vida, el elemento inspirador de la misión y, a utiliza los instrumentos de propaganda y de persuasión, atendiendo a
veces, el lugar exclusivo y el objetivo único de su presencia en el la máxima preparación profesional del evangelizador así como a la
,mundo. El «nihil operi Dei praeponatur»52 no es sólo una regla mo- mayor utilización posible de los medios de comunicación social. El
nástica, sino el elemento inspirador de toda la acción de la Iglesia. sacrificio y la oración de las religiosas de clausura, por otra parte, son
Hacia esta concentración de la autoconciencia de la misión eclesial considerados en la comunión eclesial como instrumentos de la misma
en la doxología converge tanto la tradición religiosa universal de la obra de evangelización; pero no puede decirse que haya que valorar
adoración, viva sobre todo en la mística judía e islámica y de las estos instrumentos con los mismos criterios que los demás54, sino
grandes religiones orientales, como la acentuación filosófica de lo dentro del marco de la fe en la eficacia mistérica de la oración. Por
trascendente, presente en el cristianismo sobre todo a través del pla- lo demás, el nuevo cristiano que se une a la Iglesia se ve confiado a
tonismo, y finalmente la fe bíblica en la primacía de la gracia y de la la eficacia mistérica del bautismo y a la eficiencia histórica de una
elección divina. La aguda percepción de la ausencia radical de pro- buena pedagogía de la fe. De este modo la misión se siente inevita-
porción entre el hombre y el mundo por una parte, y Dios por otra, blemente situada entre dos criteriologías distintas, que jamás pueden
va unida a la convicción de fe de la necesidad absoluta de salvación reducirse totalmente la una a la otra.
en que se encuentra el hombre pecador y de la exclusiva atribución La acentuación de la eficacia mistérica en la conciencia de la misión
de toda posible esperanza a un movimiento original y gratuito de amor eclesial lleva también consigo una mística de la contradicción, que no
por parte de Dios. Semejante sensibilidad, vivida dentro de un marco
acentuadamente individualista, puede también conducir a un olvido 53. La imitación de Cristo 2, 1, 1.
del sentido de la misión: «Entrégate con todo tu corazón a Dios y deja 54. Un ejemplo muy interesante que me propongo ¡lustrar más ampliamente en el
este mundo miserable; entonces tu alma encontrará la paz. Acostúm- capítulo sobre los modelos de la misión, es el de Giorgio La Pira, hombre político italiano
activo en la posguerra hasta principios de los años setenta, que apoya continuamente su
actividad política en la plegaria de los monasterios; véase el volumen Per un' architettura
52. S. Patris Benedicti Regula 43: PL 66,675. cristiana dello stato, Florentina, Firenze 1954, 285-374.
68 Revisión histórica Esquemas hermenéuticos 69

sólo considera la confianza en los instrumentos de la eficiencia histórica cíente racionalidad de los medios, por una oscuridad cada vez mayor
como apenas parcialmente aceptable, sino que incluso a veces niega de los fines y por una ausencia de sentido, la Iglesia tendrá la tarea
esa eficiencia con actitudes de explícita contradicción. Es lo que su- de suscitar en el mundo la pregunta global, esto es, la pregunta sobre
cede, por ejemplo, en el martirio: la afirmación radical de la fidelidad el sentido de las cosas, a través de una propuesta de vida hecha con
a Dios prefiere la confianza en el misterio del «sanguis christianorum gestos no creíbles y privados de significado mundano. La ritualidad
semen» a cualquier programación de obras de evangelización que cristiana tendría entonces una función provocativa y sólo así consti-
tuviera necesidad de testigos vivos más que de héroes muertos. Pero tuiría también ella una forma de comunicación con el mundo56. Pero
también acontece en la opción por la pobreza, que lleva consigo la prescindiendo de esta función comunicante de tipo paradójico, no es
renuncia a esa mayor eficiencia histórica que se derivaría de la posesión posible decir que el momento ritual sea un momento de comunicación
de abundantes y poderosos instrumentos operativos. Y también sucede de la Iglesia con el mundo. Por consiguiente, la acentuación de la
en las propuestas de ciertos modelos particulares de santidad, como doxología en la economía de conjunto de la misión significa la acen-
en el de la virginidad vivida en la espera de una fecundidad distinta tuación de una tendencia al aislamiento más bien que a la integración
de la de la sangre, o en el de la obediencia del que confía ciegamente de la Iglesia en la historia.
en el «signo de la voluntad de Dios» presente en la orden del superior En la fase histórica actual, que algunos llaman poscristiana, los
más que en su juicio personal sobre lo que hay que hacer55. Todas viejos equilibrios entre la doxología y la eficiencia de la praxis se ven
estas líneas de conducta están apoyadas en la tradición teológica de sacudidos por fenómenos pluriformes de difícil interpretación. En esta
yna espiritualidad de la cruz, en la que la sumisión del Hijo de Dios época que vivimos, marcada de una manera tan fuerte por el secula-
al fracaso humano de su misión sirve de modelo y se convierte en rismo imperante, es precisamente la persistencia del sentido de lo
elemento inspirador de toda una criteriología de la misión que realiza sagrado y la petición difusa de ritualidad que se le dirige a la Iglesia
sus cálculos con una unidad de medida distinta de la de cualquier otra lo que pone en crisis de la forma más decisiva la ritualidad eclesial.
empresa histórica. En los países de antigua tradición cristiana la Iglesia se encuentra
muchas veces enfrentada con personas que pretenden los ritos cristia-
La dialéctica entre la doxología y la praxis, el criterio de la eficacia nos sin que su petición vaya acompañada de la fe en Cristo o de una
mistérica y de la eficiencia histórica afectan también al problema de petición de fe. El fuerte sentido doxológico de la misión parece en-
la comunicación entre la Iglesia y el mundo. De suyo, como ya hemos tonces encontrarse a gusto en las comunidades monásticas, en las
indicado, el momento eclesial de mayor eficacia mistérica coincide teorizaciones de los teólogos, en las experiencias comunitarias de
con un momento de mínima comunicabilidad con el mundo. No es pequeñas élites, pero no en los espacios de la gran Iglesia a la que le
una casualidad el que la Iglesia primitiva tomara conciencia de ello toca luchar en su pastoral cotidiana con las ambigüedades continuas
con tanta intensidad que impusiera sobre sus ritos sacramentales la y sumamente pesadas de muchas personas ritualizantes que buscan en
disciplina del arcano. El rito sacramental pide la iniciación en el co- su ánimo, no ya el mysterium fidei de Cristo, a quien muchas veces
nocimiento de Jesús y de su mensaje y la acogida de la fe. Sin esta no conocen o en cuya muerte y resurrección no creen, sino la expresión
iniciación el hombre carece de la estructura lingüística necesaria para de un sentido de lo sagrado, precristiano y que persiste incluso en una
que adquieran sentido los gestos y las palabras rituales. Por consi- época poscristiana. Desde este punto de vista, confiar la misión de la
guiente, desde el punto de vista de la comunicación, no puede decirse Iglesia a las celebraciones litúrgicas no es ni mucho menos una ex-
que la liturgia sea para la Iglesia un acto misionero. Todo lo más, presión pura de la fe en la eficacia mistérica del sacramento, sino que
tiene una capacidad de comunicación en dirección inversa. Según P. se convierte en un perezoso dejarse llevar por esa ambigüedad que
Ricoeur, la comunidad cristiana tendría precisamente la tarea de cons- debería verse por el contrario absolutamente derrotada por la misión
tituir un ambiente distinto del mundo, rico en mitos, con una ritualidad del evangelio:«Si os hacéis circuncidar, entonces Cristo n o os servirá
y una simbólica gestual. De este modo la Iglesia podría oponerse a la de nada» (Gal 5, 2).
dogmática mundana y a sus criterios restringidos de lo creíble y lo Una clara conciencia de este problema determinado parece haber
increíble. En una sociedad como la actual, caracterizada por una re- sido lo que inspiró la guía pastoral del episcopado italiano de los años

55. Véase un ejemplo, que aceptó luego toda una espiritualidad en santa Teresa de 56. P. Ricoeur, Tareas de la comunidad eclesial en el mundo moderno, en La teología
Jesús, Opere, Postulazione Carmelitani Scalzi, Roma 2 1950, 940 s. de la renovación, II, Sigúeme, Salamanca 1972, 197-211.
70 Revisión histórica Esquemas hermenéuticas 71

70 en adelante, cuando se optó por poner la evangelización en el ¿^acogida de lafe. Lo que hace es buscar los caminos mejores para
corazón de la misión eclesial57. Nuestras comunidades cristianas, com- la comunicación58. Aspira a ser acogida aunque sólo sea en parte.
prometidas por la tradición en la celebración y administración de los Busca sus frutos y no desdeña la utilización de todos los medios de
sacramentos a un pueblo que los exige casi en su totalidad, mientras comunicación humanos. Se mueve también con los criterios de la
se muestra cada vez más alejado del conocimiento de Jesucristo y de eficiencia histórica, verificando en la medida de lo posible, incluso
la profesión de la fe católica, perciben agudamente hasta qué punto con los instrumentos de la estadística, sus éxitos y sus fracasos en el
esta situación las aisla del mundo a quien han sido enviadas a salvar, nivel de las cosas históricamente verificables.
cerrándolas en la ambigüedad de una ritualidad que es fin de sí misma, La misión tiene además su propio camino de comunicación con
pero que dista mucho de ser signo e instrumento de la gracia de Cristo. los hombres y su propio nivel de verificación histórica a través de la
La opción por la evangelización significa búsqueda de la apertura al praxis cristiana de los creyentes, de las comunidades y de la Iglesia
mundo en la comunicación de la Palabra. Es verdad que también la católica como sujeto histórico, protagonista con el mundo, de los
Palabra, dicha en la fe para ser acogida con la fe, corre el riesgo de acontecimientos mundiales que constituyen la gran historia. Este com-
no ser el vehículo de una auténtica comunicación, cuando se encuentra promiso de la misión está exigido ante todo por el precepto de la
frente a una no-pregunta sobre Jesucristo y sobre el misterio de Dios. caridad. El amor a los hombres demanda «hacer» todo lo necesario
Pero, respecto al sacramento, tiene su propia capacidad de comuni- para responder a las necesidades del hombre, aliviar sus sufrimientos
cación mucho más grande que él y con espacios humanos mucho más y promover su libertad y su dignidad. Pero la praxis cristiana no es
«amplios. solamente fruto del imperativo de la caridad. Es también la conse-
cuencia de la conciencia que tiene la Iglesia de algunas de sus res-
De todas formas nos encontramos en la misma situación que Pablo ponsabilidades que se derivan de su existencia en la historia, dentro
en Corinto. La mística y el entusiasmo por el don de lenguas que les del marco y del cuadro cultural propio del mundo de hoy. El hombre
había dado el Espíritu podría compararse con el clima de fuerte tensión moderno abandona cada vez más la contemplación, para trasladarse
espiritual de algunas de nuestras liturgias, pero «aquel que asiste como «desde su interioridad hacia lo exterior, hacia la acción real de la
no iniciado ¿cómo podría decir Amén a tu acción de gracias, si no empresa en el mundo, y conduce de este modo hacia la inversión que
comprende lo que estás diciendo?» (1 Cor 14,16). Pablo se muestra pasa del mundo divinizado o numinizado al mundo hominizado, pero
siempre muy preocupado por los «otros», por todos los hombres a los que hoy día estamos experimentando como crisis y futuro de nuestra
que se siente llamado, sin exclusión alguna: «Si, por ejemplo, cuando fe»59. El dominio de la tecnología en nuestros días no es solamente
se reúne toda la comunidad, todos hablasen con el don de lenguas y un dato de hecho; es un elemento de nuestra cultura, que determina
llegasen entonces algunos no iniciados o no creyentes, ¿no dirían una mentalidad en la que el hombre de hoy siente que está en posesión
quizás que estáis locos? Y si todos profetizasen y llegase alguno no del mundo y que puede determinar su futuro. Por consiguiente, en
creyente o no iniciado, se vería convencido de su error por todos, esta situación cultural resulta dominante la categoría de la praxis y es
conducido por todos; quedarían de manifiesto los secretos de su co- estimulante la aspiración del futuro. La posición del hombre en el
razón y entonces, postrándose en tierra, adoraría a Dios proclamando mundo no parece ya ser la del especulativo o el contemplativo que
que Dios está verdaderamente entre vosotros» (1 Cor 14, 23-25). El busca en la creación los vestigia Dei, sino la del programador capaz
don de lenguas pertenece al orden de los signos, lo mismo que los de informatizarlo todo, poniendo todas las cosas en su planificación
ritos y los sacramentos, la doxología y la liturgia. La conciencia tan del futuro.
aguda que tiene Pablo de su misión -«¡hay de mí si no evangelizase!» Por lo demás, todo el camino de la teología reciente registra una
(1 Cor 9, 16)- no puede menos de ser compartida por la Iglesia. transición desde la preocupación predominante por la «verdad» del
También la Palabra tendrá que decirse poniendo toda la confianza en
¿a gracia y en el Espíritu, sin el cual se sabe que no podría ser acogida. 58. Un testimonio dramático de la dificultad de comunicación de la fe lo tenemos
Pero la Palabra del que evangeliza no se canta puramente para la en las palabras que Pablo VI dirigía a los obreros de Tarento: «Nos cuesta trabajo hablaros.
alabanza de Dios, ni presupone que será escuchada sin más dentro de Advertimos la dificultad de hacernos comprender por vosotros. ¿O es que no os com-
prendemos bastante? La verdad es que para nosotros el discurso resulta bastante difícil.
Nos parece como si entre vosotros y nosotros no hubiera un lenguaje común»: II Regno/Doc
57. Cf. D. Bonifazi, L'accoglienza del concilio nei programmi pastorali della CEJ, 14 (1969/173) 12.
en S. Dianich-R. Tura (eds.), Vent' anni di concilio in Italia, Borla, Roma 1965, 69-82. 59. J. B. Metz, Teología del mundo, Sigúeme, Salamanca 2 1972, 76.
72 Revisión histórica Esquemas hermenéuticas 73

cristianismo a la centralidad de la cuestión sobre su «historicidad» y, et spes. La síntesis global no podría venir de la contemplación de la
por tanto, de la verificabilidad histórica de la presencia y de la efi- naturaleza, de sus leyes, de los vestigia Dei, o bien de la memoria de
ciencia del sujeto eclesial dentro de la historia60. Así pues, parece que los acontecimientos pasados proclamados en la fe como normativos,
la cuestión teológica de la legitimación de la Iglesia en la actualidad sino tan sólo de aquella llamada continua a la construcción del futuro
no tiene que plantearse tanto en términos de relación entre la Iglesia que resuena en el alma escatológica de toda experiencia de la fe.
y la revelación, de legitimidad de su protagonismo y de su investidura Entonces la redención de Cristo, más que recorrer los caminos de la
divina, como en términos de la pareja «Iglesia-mundo», «Iglesia-his- conversión del individuo, parece descender a la historia desde aquel
toria», «Iglesia-futuro».. Y esto no solamente porque el hombre de hoy futuro escatológico en cuya tensión vive el hombre, precisamente
en día se muestre silencioso en torno a la pregunta sobre Dios y sobre cuando construye las estructuras de su libertad, en la edificación de
su voluntad respecto a la historia y a la Iglesia, sino también porque una nueva sociedad y en toda su actividad global. Es la redención de
la revelación misma debería entenderse «como historia»61, una historia la sociedad la que ahora tiene que salvar al individuo, más que ser el
en la que se ha insertado un hecho nuevo y totalmente original que individuo redimido el que salve a la sociedad64.
ahora la mueve inevitablemente y que debe manifestarse también en
la acción histórica del sujeto eclesial62. De esta forma la Iglesia, en Ese tinte de secularismo laicizante y de liberalismo burgués que
este mundo caracterizado por el silencio de Dios, se hace portadora parece colorear algunas páginas de la teología política europea, en su
del Dios escondido, no sólo hablándole al mundo de él, sino también intención de introducir en la conciencia de la misión de la Iglesia una
intentando manifestar al mundo con su propia actividad histórica la consideración determinante de los criterios praxeológicos, parece reab-
dirección escatológica que Dios ha impreso al movimiento de la sorberse en la fuerte carga mística que anima en general a la teología
historia63. La Gaudium et spes siente fuertemente la presión de la de la liberación latinoamericana. La implicación de la Iglesia en la
historia y de las necesidades del hombre sobre la misión de la Iglesia. lucha por la liberación de las masas pobres se pretende y se vive como
Pero piensa sobre todo en la posibilidad de ofrecer a la cultura con- una implicación en la obra mesiánica del Redentor y se medita con-
temporánea un marco teorético en el que sea posible reconstruir la tinuamente en ella siguiendo los textos proféticos mesiánicos. La so-
jerarquía de valores y en el que el hombre pueda encontrar la respuesta lidaridad de la Iglesia con los pobres se siente como una propia y
a sus preguntas. Y piensa también en una sucesión de los elementos auténtica conversión. Hay toda una mística de solidaridad con los
de la misión en la que, ante todo, el individuo debería verse alcanzado pobres, percibida como un don gratuito de Dios que así y solamente
por la propuesta de la fe y de los valores humanos que ofrece la Iglesia, así realiza el don de su autocomunicación al hombre. Y finalmente el
para que luego la sociedad misma quedase reformada por el hombre martirio, en este situarse en medio de la vida y de la muerte al que
transformado y renovado. La llamada «teología política», que se de- está llamado el cristiano en su compromiso de liberación, es percibido
sarrolló en torno a los años 70, considera por el contrario los hechos como el precio que hay que pagar en el seguimiento de Cristo por la
como una realidad tan exigente para la fe que la respuesta de la Iglesia victoria de la vida65. De esta forma, para la teología de la liberación,
a las preguntas del hombre carecerían de sentido si no guardara pro- no solamente procede de la praxis una criteriología teológica para la
porción, a través de la aplicación de los criterios praxeológicos, con misión, sino que en ella se desarrolla y reside además una espiritualidad
los esquemas dentro de los cuales van trazando los hechos el camino peculiar. Se trata de una espiritualidad que no se ofrece en esta ocasión
de la historia. Sería entonces la apelación a la razón práctica, y fi- por parte de la experiencia de una sola persona o de una élite particular,
nalmente al análisis político, lo que permitiría una respuesta de síntesis sino que brota de la experiencia del pueblo cristiano en su tensión
global, y no ya aquel «pensar teorético» al que se refiere la Gaudium hacia la justicia y hacia la propia redención, sentida como vocación
y don gratuito de Dios66.
60. R. Marlé, La singularité chrétienne, Castermann, Tournai 1970, recuerda de
Schelling aquel «affreux fossé» por llenar entre la lectura de fe y la lectura histórica de 64. S. Dianich, Chiesa e mondo. Fra la «Gaudium et spes» e la teología politica,
los hechos. en Facoltá teología dell'Italia Settentrionale (ed.), Evangelizzazione e promozione umana,
61. Cf. W. Pannenberg, La revelación como historia, Sigúeme, Salamanca 1977. La Scuola, Brescia 1976, 117-134.
62. R. Marlé, o. c. 65. G. Gutiérrez, Teología de la liberación. Sigúeme, Salamanca j3 1987, 193-241.
63. L. Boff, Die Kirche ais Sakrament im Horizont der Welterfahrung, Bonifacius, 66. Cf. J. Ramos Regidor, Jesús y el despertar de loí oprimidos, Sigúeme, Salamanca
Paderborn 1972, 17-37. 1984, 449-470.
74 Revisión histórica
Esquemas hermenéuticos 75

En conclusión, en el estudio de la misión de la Iglesia no podemos 6. Conclusión


evitar la tensión que se da entre la doxología y la praxis, entre la
alabanza de Dios y el servicio al hombre, entre la contemplación de Si tuviéramos que estudiar la misión de la Iglesia desde el punto
la verdad y la construcción de un mundo y de un hombre más ver- de vista de sus contenidos deberíamos simplemente reconstruir toda
daderos. La tensión, en realidad, no separa los dos aspectos de la su historia pasada y recoger de su situación presente las cosas innu-
misión, como si fuera realmente lícito para el cristiano escoger una merables que están haciendo hoy las comunidades cristianas dispersas
parte abandonando por completo la otra. Pero la acentuación que se por el mundo. ¡Qué es lo que la Iglesia no ha hecho o no hace con
da continuamente en la historia de la Iglesia de uno de los aspectos a la convicción de cumplir de este modo la misión que le ha confiado
costa del otro, es lo que mantiene siempre viva esta tensión. Esto Cristo! La masa de los contenidos de la misión es absolutamente
significa que no es difícil yuxtaponer estos dos elementos de la misión, ingobernable y se escapa de cualquier intento de clasificación y de
pero que es muy difícil integrarlos armónicamente. La dificultad es la análisis crítico global. Pero hemos visto que, incluso replegándonos
de poder construir y utilizar una criteriología adecuada de la misión: en la búsqueda de los esquemas hermenéuticos principales, con los
¿es de la palabra de Dios, de la Escritura, del dogma y del sacramento, que la Iglesia intenta interpretar su misión y tener de ella una conciencia
en su inmutabilidad, de donde descienden los criterios con los que la refleja determinada, no tenemos más remedio que sumergirnos en un
Iglesia tiene que plantear su encuentro con el mundo y con la his- montón de problemas sumamente vastos y complejos.
toria, o bien es la petición de salvación, el cuadro de las necesidades,
Podemos leer la misión de la Iglesia en el mundo a través de las
continuamente en cambio, lo que tiene que imponer esta implicación
categorías de lo sagrado y de lo profano y obtener la ventaja de vincular
de la Iglesia en la historia del mundo? Cuando la respuesta se niegue
la misión a las raíces antropológicas absolutamente originales de las
a optar secamente entre estas dos perspectivas, reconociendo que
primeras «especializaciones» en las que se articula la convivencia
son válidas las exigencias de ambas, quedará en claro que es el
humana. Pero este salto a las raíces ancestrales dice además cosas
entramado y la coordinación de las dos criteriologías lo que cons-
interesantes sobre la actual secularidad difusa de la vida social, ya que
tituye el meollo del problema. La cuestión se perfila entonces, con
precisamente la especialización de lo sagrado libera a la profanidad y
una mayor riqueza y una complejidad más densa, sobre el trasfondo
engendra una fecunda dialéctica en la sociedad. Luego, a pesar de que
de una problemática especulativa y filosófica amplia y universal-
la Iglesia se siente emancipada de estas categorías arcaicas, tiene que
mente conocida, la de la relación teoría-praxis67. También es sabido
enfrentarse cada día, incluso dentro de la sociedad secularizada, con
cuánta importancia ha tenido en este debate la presencia del mar-
una continua petición de ritualidad. ¿Qué hacer entonces? De todas
xismo, con su particular concepción de la «verdad», y cómo la
formas, el discurso sobre lo sagrado no puede absolutamente encerrarse
aportación marxista hace que este debate sea decisivo para toda
dentro de sí mismo. La misión de la Iglesia en definitiva apunta mucho
nuestra cultura y para el giro histórico que nos está tocando vivir68.
más arriba. En realidad, parece que no puede verse interpretada en un
esquema de especializaciones, precisamente porque su destino es glo-
67. Véase cómo L. Rütti, o, c, 246-252 plantea esta relación llegando a la propuesta bal: es la salvación del hombre y de la historia. Pero el esquema de
de lo que él llama una «teología experimental», histórica y políticamente orientada. Véase la finalidad salvífica de la misión plantea inevitablemente continuos
también la amplia exposición del tema en I. Mancini, Teología, ideología, utopia, Que-
riniana, Brescia 1974, y una exposición más estrictamente ligada a nuestra problemática procesos de conflictividad. Si la Iglesia está en el mundo para salvarlo,
teológica en N. Greinacher, Das Theorie-Praxis Problem in der praktischen Theologie, ¿el mundo sin la Iglesia está destinado a la perdición? ¿y qué perdición?
en F. Klostermann-R. Zerfass (eds.), Praktische Theologie heute, Kaiser-Griinewald, ¿y por qué motivo? Hablar de finalidad salvífica de la Iglesia significa
München-Mainz 1974, 103-118. plantear inmediatamente el grave problema del jucio de la Iglesia sobre
68. Cf. G. Girardi, Marxismo y cristianismo, Laia, Barcelona 1977; un ejemplo de
lectura marxista o neomarxista de la fe en F. Belo, Una lettura política del vangelo, el mundo. Este juicio, lógicamente, no puede buscar sus propios cri-
Claudiana, Torino 1975. Una rápida, pero eficaz, exposición de la confrontación entre la terios en la Iglesia, sino únicamente e"n las relaciones del mundo con
teología cristiana de la misión y el marxismo utópico en P. Grassi, La svolta política della Dios. Y entonces estas relaciones se nos presentan inmediatamente
teología, AVE, Roma 1976, 141-173. Llamar la atención «sobre las desviaciones y los articuladas de una forma bastante compleja. En efecto, hemos de
riesgos de desviación, peligrosos para la fe y la vida cristiana, inherentes a ciertas formas
de teología de la liberación, que recurren de forma no suficientemente crítica a conceptos preguntarnos sobre el tipo de relaciones del mundo con Dios que se
sacados de diversas corrientes del pensamiento marxista» es la finalidad de la instrucción revelan en la historia de Jesús: está el mundo del conflicto con Jesús
publicada por la Congregación para la doctrina de la fe el 4 de agosto de 1984: II Regno/Doc de Nazaret, responsable del «Dios crucificado» y está el mundo ilu-
76 Revisión histórica Esquemas hermenéuticos 77

minado por el resucitado. Pero habrá que considerar además al mundo de la misión de la Iglesia, parece que podemos deducir que el nudo
en sus relaciones con el Dios de la creación y con el Padre de Jesucristo. central que hay que desatar es el de una Iglesia que, por otro lado,
Y todavía será menester considerar al mundo como el lugar en donde ve su misión como un vivir en el mundo al servicio del mundo y, por
actúa el Espíritu santo. Las relaciones entre la Iglesia y el mundo otro lado, sabe que es solamente un momento instrumental de un
tendrán que interpretarse en el conjunto, rico y complejo, de una Iglesia proceso que la supera totalmente: la misión del Dios trino en la historia.
y de un mundo que mantienen sus relaciones dentro de una historia y De aquí nacen sus mayores tentaciones de hegemonía, sus más altas
de un destino animados por el amor del Padre que ha enviado a su responsabilidades y el sentido más hondo de su relatividad. Por otra
Hijo con la fuerza renovadora de su Espíritu. Todo esto significa que parte, si la missio Dei supone una missio ecclesiae, esto sucede porque
no podemos forjarnos una concepción unívoca, en la que se presentaría el Dios inefable e incomunicable se ha comunicado al hombre con la
a la Iglesia simplemente como portadora de unos poderes divinos, Palabra que se ha hecho carne en el Hijo que, en Jesús de Nazaret,
destinada a proponer y a imponer al mundo su propio proyecto de se convirtió en sujeto histórico de nuestra historia humana. De este
salvación, que le hubiera sido conferido por Dios una vez para siempre. modo la misión de Dios no se limitó a ver desde la orilla cómo se
Todo este material y la problemática que guarda relación con él tendrán precipita inevitablemente el mundo hacia el fin, sino que con Jesús
que ser releídos, por consiguiente, con las categorías de la gratuidad dio paso a un nuevo y determinado proceso histórico que ahora forma
y de la sobrenaturalidad, que connotan esencialmente el proyecto di- parte de la historia del mundo y que tiene como protagonista indis-
vino de la salvación, como puro don y gracia radical. La utilización pensable a la Iglesia con su misión.
de estas categorías deberá ponerse además al servicio de un designio
hegemónico de la Iglesia respecto al mundo, o bien podrá servir para
abrir a la misión de la Iglesia nuevas perspectivas que le permitan
mover la historia del mundo con una originalidad insospechada. En
el fondo, también el esquema hermenéutico «escatología-historia» es
un instrumento para adecuar de alguna manera la misión de la Iglesia
al caminar del mundo, aunque no falten quienes tienden a eludir esta
adecuación, unas veces agitando la historia con vistas a una novedad
total, la única digna de ser perseguida por la misión, y otras veces
ahogando la originalidad de la misión en el camino del mundo, en
busca de una homogeneidad dirigida a reducir al máximo los criterios
propios y originales sobre los que debería regularse la misión eclesial
y asumiendo unos criterios sacados de la misma historia para orientar
su camino hacia el cumplimiento más alto que cabe concebir de las
aspiraciones del hombre. De esta forma se alcanza inmediatamente
otro esquema interpretativo bajo el cual habrá que leer de nuevo el
tema de la misión: el de la dialéctica entre la doxología y la praxis.
En efecto, la oración, la contemplación y la celebración del sacramento
son la exaltación máxima de la iniciativa divina y de la originalidad
y trascendencia del proyecto divino de salvación, mientras que la
atención a las necesidades históricas y la búsqueda de una respuesta
proporcionada al mismo contienen la afirmación de una inmanencia
del proyecto salvífico y de la necesidad de una comunicación continua
y recíproca entre la Iglesia y el mundo.
De esta primera aproximación a nuestro problema, en donde hemos
intentado una revisión crítica y un análisis atento de los principales
esquemas hermenéuticos con que se ha tocado de ordinario el tema
3
Modelos históricos

La reflexión teológica sobre la misión se ha movido dentro de unos


esquemas interpretativos de la historia que han contribuido a darle
forma y le han proporcionado las estructuras lógicas de su desarrollo.
Lo hemos visto en el capítulo anterior. La realidad histórica de la
misión, por el contrario, se ha ido desarrollando a lo largo de los
tiempos dentro de una variedad de contenidos y de formas tan intensas
que constituye una masa de datos prácticamente imposible de orga-
nizar. Pero es posible destacar que, en ese complejo fluir de los acon-
tecimientos, la autoconciencia eclesial se construye unos cuantos mo-
delos determinados de misión, en los que va tomando forma
paulatinamente y se organiza de modo coherente la conciencia de la
Iglesia. Pues bien, para que el planteamiento del problema no se lleve
a cabo sin vinculación con su transfondo histórico y teniendo en cuenta
que sería insensato pretender trazar aquí una historia de la misión de
la Iglesia, creo que es posible e interesante analizar brevemente algunos
de los modelos principales y más destacados de la autoconciencia con
que la Iglesia se ha enfrentado con su misión a lo largo de la historia.
Los modelos son esas imágenes y cuadros mentales coherentes
consigo mismos y completos, que son utilizados como reproducción
en miniatura de realidades muy grandes y complejas, de rnodo que
resultan fácilmente utilizables a la hora de tratar los problemas de
detalle que surgen en el interior de las mismas realidades o son con-
secuencia de ellas. Podría hablarse de modelos diversos en relación
con épocas diversas; a menudo es posible indicar el modeloque domina
en un determinado tiempo de la historia. En efecto, son precisamente
Modelos históricos 81
80 Revisión histórica

de la espera de un próximo retorno del Señor determina, lógicamente,


las condiciones históricas socio-políticas, culturales y espirituales las
que determinan la formación de un modelo determinado. Pero los una consideración de la misión de la Iglesia condicionada por los
modelos presentan también una fuerte viscosidad histórica: ¿acaso no tiempos breves que ya quedan: «El mundo pasa...; ésta es la última
existen hoy creyentes o ambientes de creyentes que interpretan el hora» (1 Jn 2, 17 s.). La misma medida de la escena del mundo tiene
mundo y las relaciones de la Iglesia con el mundo basándose todavía las pequeñas dimensiones del área mediterránea, la única que conocían
en modelos medievales? Hay además diversidad de situaciones y de y podían alcanzar. Para Pablo la aspiración de llegar hasta España a
contextos culturales, dentro de una misma época, que constituyen un predicar el evangelio (cf. Rom 15, 28) expresa el deseo de ver realizado
panorama variado y pluriforme. Por eso, si un tiempo determinado se su sueño de evangelización del mundo entero, desde oriente hasta
presenta con un modelo dominante, esto no significa que ese modelo occidente. Por lo demás, el apóstol vive en un clima espiritual que le
sea el único1. Por estos motivos, al presentar una serie de modelos, da la sensación de que la misión evangélica se está ya cumpliendo
no pretendo proponer una especie de sucesión cronológica de las for- definitivamente: ahora cada uno es responsable de sí mismo, ya que
mas de autoconciencia eclesial sobre el tema de la misión. Intentaré la predicación se ha llevado a cabo: «¿Acaso no han oído? Sí que han
simplemente señalar, en diversos momentos históricos y en diversos oído: por toda la tierra ha corrido su voz y hasta los confines del mundo
contextos culturales, aquellos modelos que nos puedan ayudar a com- sus palabras» (Rom 10, 18). Con esta cita del Salmo 19, 5 Pablo
prender no sólo la evolución de la cultura, de la sensibilidad y de la asienta las bases de un tópico que seguirá siendo habitual durante toda
espiritualidad eclesial, sino también la complejidad objetiva de una la edad media: la misión de la Iglesia se ha cumplido y todo el mundo
cuestión en la que hay muchos elementos diveros que empujan en un ha sido ya evangelizado.
sentido o en otro, determinando diversos planteamientos y diferentes Juan Crisóstomo adopta este topos paulino para apoyar su lectura
soluciones. de Mt 24, 14: «Este evangelio se predicará en todo el mundo en
testimonio para todas las gentes, y entonces vendrá el fin, es decir la
destrucción de Jerusalén». Que la predicación del evangelio se haya
realizado en todo el mundo antes de la destrucción de Jerusalén, él lo
1. La misión realizada
prueba citando Col 1, 23 con este comentario: «Ve cómo (el apóstol)
corre desde Jerusalén a España. Pues bien, si uno solo recorre una
Al recorrer el nuevo testamento es fácil sacar de él la sensación parte tan grande de la tierra, piensa cuánto habrán hecho todos los
de que los muchos y complejos acontecimientos que allí se narran no demás»2. San Agustín, por el contrario, muestra que conoce a través
se vivieron precisamente en una perspectiva histórica muy amplia. La de los esclavos africanos que están al servicio de los romanos la
fuerte conciencia del éschatoh ya iniciado con la resurrección de Je- existencia en África de barbarae innumerabiles gentes, a las que
sucristo parece impulsar al creyente de la edad apostólica a mirar hacia todavía no se les ha predicado el evangelio. Para Agustín la cristiandad
el futuro como si viviera en un tiempo ya caducado. La perspectiva coincide con los límites del imperio romano, pero reconoceque «non...
del retorno de Cristo en la gloria es una perspectiva abierta por Pablo romanos, sed omnes gentes Dominus semini Abrahae media quoque
a sus contemporáneos, más que indicada para los que vivan tras él: juratione promisit» y, para consuelo propio, nos da noticias de
cuando el Señor «baje del cielo..., primero resucitarán los muertos en algunos pueblos no sometidos al imperio que, sin embargo, han
Cristo; luego nosotros, los vivos, los que quedemos, seremos arre- sido alcanzados por el evangelio y forman parte de la Iglesia, incluso
batados junto con ellos entre las nubes» (1 Tes 4, 16 s.). El predominio en las lejanas y casi míticas islas del Océano. Las afirmaciones
bíblicas sobre los apóstoles que deberían haber completado la evan-
1. Como se ve, uso el término «modelo» en un sentido histórico-empírico, más gelización del mundo, según Agustín, deberían leerse como expre-
que en un sentido lógico-formal, como lo hace Th. Kramm, Analyse und Bewahrung siones que dan por cumplido lo que en realidad se prevé que habrá
theologischer Modelle zur Begründung der Mission. Mission Aktuell, Aachen 1979, al
estudiar la coherencia lógico-sistemática de las diversas «teorías de la misión». Su de suceder realmente en el futuro3. Como se ve, el clima dominante
planteamiento metodológico, aunque alejado de todo interés por el desarrollo histórico es el de la misión realizada. Nadie piensa, como es natural, que
de los modelos, ofrece también útiles indicaciones a nuestra reflexión; cf. sobre todo
las p. 14-33 y 202-245 y su amplia bibliografía. Cf. También A. Dulles, Models of
the church, Gilí and Macmillan, Dublin 1977. 2. Juan Crisóstomo, Comm. in Man. Homilía 76, '2: PG 7, 688 s.
3. Agustín, Epist. 199, 13: CSEL 57, 284-289.
82 Revisión histórica Modelos históricos 83

todos los hombres se hayan hecho creyentes, pero sí que, salvo contra el paganismo, habría sido en sus tiempos una figura de obispo
algunas excepciones, todos los pueblos han sido ya alcanzados por totalmente insólita7. Por lo demás, ya la Traditio apostólica de Hi-
el evangelio. El modelo de la misión realizada aparece ligado a la pólito, en las oraciones para la consagración del obispo, del sacerdote
idea, que se afirma muy pronto, de la coincidencia de la cristiandad y del diácono, no atribuye al ministro ordenado ninguna tarea que
con el imperio. vaya más allá de la atención, el gobierno y el servicio litúrgico en la
Naturalmente, este modelo de misión es muy formal, decidi- comunidad constituida8.
damente teológico más que histórico, vinculado a la idea de la pura El carácter formal del modelo, que le había permitido en los pri-
fundación de la Iglesia en dimensiones universales y de una pro- meros siglos ir acompañado del desarrollo de una obra viva de difusión
clamación pública de la Palabra, realizada ya frente a todas las de la fe, confiada a la espontaneidad en las relaciones normales, per-
naciones. Efectivamente, la Iglesia de los primeros siglos, a pesar sonales y sociales de los cristianos particulares, le permitirá subsitir
de su «in omnem terram exivit sonus eorum», no ignora la necesidad aun cuando, más tarde, la praxis de la Iglesia registre una imponente
que tienen muchos hombres de recibir todavía el evangelio. Según actividad misionera entre los pueblos que se iban asomando desde el
Eusebio, en tiempos de Ignacio había algunos cristianos que «dis- norte a las orillas del Mediterráneo, mientras que el imperio romano
tribuían sus bienes entre los pobres y luego dejando su propio país, de occidente se iba fraccionando cada vez más. Su evangelización
partían para llevar a cabo su misión evangélica»4. Pero la gran obra queda prácticamente concluida con la conversión de los pueblos es-
de expansión de la fe estaba confiada en general a la acción cotidiana lavos, de Suecia y de Finlandia; en 1200 tan sólo existe en Europa un
de los individuos, dentro de la modestia y de la simplicidad del pequeño rincón de paganismo en Lituania9. La conciencia de la unidad
contacto familiar, del coloquio en el lugar de trabajo, de las con- realizada en torno a la única fe, gracias a la cual toda la oikoumene
versaciones de unos con otros en las termas, etcétera5. El giro que es cristiana, es muy fuerte durante toda la edad media. Santo Tomás
dio la idea de la misión como la gran empresa universal de los es un rico e interesante testigo de esta mentalidad para la que resultaba
apóstoles a esta concepción mucho más humilde que la ve realizarse tan inconcebible que existieran unas civilizaciones y unas religiones
en la experiencia cotidiana de la Iglesia parece haber sido captada distintas de la cristiana que el mismo fenómeno imponente del Islam
explícitamente por Orígenes, cuando observa que, «a pesar de no era interpretado como una situación patológica, como un fenómeno
haber crecido el número de los evangelistas, la Palabra ha podido de apostasía y de herejía cristiana, y no como el término de una
ser anunciada en toda la tierra, de forma que los griegos y bárbaros, confrontación natural de la Iglesia con un mundo no cristiano en todos
sabios e ignorantes, se han adherido a la religión de Jesús»6. sus efectos. Efectivamente, para santo Tomás, actualmente «pertotum
mundum aedificata est ecclesia»10; en principio se muestra entonces
El modelo de la misión realizada aparece también en la manera conforme con la sentencia de Crisóstomo a la que antes aludíamos",
con que rápidamente los obispos, los sacerdotes y los diáconos son aunque no por ello dejaba de reconocer también las buenas razones
destinados a atender a las comunidades constituidas, más que a difundir de Agustín; antes de la destrucción de Jerusalén -escribe 12 - había
el evangelio entre los no creyentes. Eusebio en el pasaje que hemos alcanzado a todas las naciones una cierta fama del evangelio, pero sin
citado indica a propósito de los misioneros que nos describe: «Se
contentaban con echar las bases de la fe entre los pueblos extranjeros,
dejando entre ellos algunos pastores a los que confiaban la tarea de 7. G. Bardy, Le sacerdoce chrétien du 1 au V siécle, en Pretres d'hier el d'au-
jourd'hui, Cerf, Paris 1954, 23-61.
asistir a los que habían abrazado apenas la fe». Indica Bardy que ya en 8. Cf. en E. Lodi, Enchiridion Eucologicum fontium liturgicarum, CLV Edizioni
el Pontificale Romanum la tarea misionera no ocupa ningún lugar Liturgiche, Roma 1979, 156-159 s. Sobre todo este problema, cf. E.'Molland, Besass
destacado en el cuadro de los ministros de la Iglesia, que ya en los die Alte Kirche ein Missionsprogramm und bewusste Missionsmethodel, en H. Frones-
primeros siglos no consideraban como una función propia la evan- H.W. Gensichen-G. Kretschmar (eds.), Kirchengeschichte ais Missionsgeschichte, Bd.
gelización de los no creyentes que vivían más allá de los límites de 1, Kaiser, München 1974, 51-67.
9. S. Neill, A history of christian missions, Penguin Books, Harmondsworth
sus Iglesias. San Martín, que se distinguió en las Galias por sus luchas 1980, 109.
10. Tomás de Aquino, In ps. 2, 6.
4. Eusebio, Historia ecclesiastica III, 37: PG 20, 293. 11. Id. In Rom c. 10, lect. 3: «Exponens sic quod habetur in Wath. 24, 14: Et
5. Cf. A. Hamman, I cristiani del secondo secólo, II Saggiatore, Milano 1973, oportet hoc evangelium praedicari in universo orbe... et tune veniet cosummatio, id
99-128. est, destructio Jerusalem».
6. Orígenes, De principiis 4, 2: PG 11, 345. 12. Id. In M í e . 24. lect. 1.
Revisión histórica Modelos históricos 85
84

que necesariamente hubiera sido acogido de verdad por todos este derecho a acercarse a Dios. Sea de ello lo que fuere, está claro que
evangelio y sin que hubiera sido realmente conocido por todos y cada la presunción de poder considerar con Agustín excluidos de la salvación
uno de los hombres en el seno de los diversos pueblos. Parece ser a los hombres y a los pueblos, independientemente de sus pecados
que, para santo Tomás, el verdadero problema era más bien el de personales, es una de las claves para comprender la triste historia de
conciliar las dos auctoritates de Agustín y de Crisóstomo que el de la intolerancia religiosa en el cristianismo. La teorización del derecho
plantear una problemática teológica sobre la evangelización y sobre a la eliminación física de los herejes está también construida sobre esa
la salvación de los pueblos no evangelizados. Cuando Tomás plantea teoría particular de la libertad de la fe, por la cual nadie debería verse
el problema del destino eterno de los que mueren sin bautizar, se ve obligado a abrazar la fe, pero quien lo haya hecho puede ser obligado
obligado a pensar en la hipótesis del caso excepcional del hombre in a no abandonarla y a no interpretarla de manera disconforme con la
barbaris natus nationibus o a fingir la situción paradójica de un vir ortodoxia eclesiástica17. Los concilios medievales revelan una cons-
in silvis nutritus". Sólo en uno de sus últimos textos sobre este tema tante preocupación por defender al pueblo cristiano del contagio de
deja de reproducir la hipótesis del vir in silvis nutritus y de repetir las los herejes e imponen a los obispos la obligación de señalar los peligros
fórmulas tradicionales que imaginaban, para este caso excepcional, el y a los príncipes la de eliminar a sus portadores18. El modelo de la
don de una inspiración particular capaz de suscitar la fe, o la revelación misión realizada, por consiguiente, se muestra homogéneo con una
por obra de un ángel, o el envío milagroso de un misionero que como concepción absolutamente compacta del universo humano, en el cual
Pedro fue enviado por el Espíritu a Cornelio14, y se muestra de acuerdo toda realidad que intente escaparse del espacio de la Iglesia constituida
con la tesis agustiniana, según la cual Dios puede dejar a los hombres aparece como una realidad enemiga, radicalmente anómala y nece-
privados de la gracia de la conversión incluso sólo por causa de su sariamente destinada o a verse reabsorbida en la Iglesia o a quedar
pecado original: «Auxilium quibuscumque divinitus datur, misericor- físicamente eliminada19.
diter datur; quibus autem non datur, ex justitia non datur»15. Según El modelo de la misión realizada no lleva de suyo consigo, como
algunos autores, la solución tradicional de una salvación que debería hemos visto, la extinción de una actividad misionera, sino más bien
alcanzar incluso al niño que ha crecido en la jungla por caminos su colocación al margen y no en el centro de la autoconciencia eclesial.
excepcionales y milagrosos resultaría inadecuada para santo Tomás, El compromiso de la evangelización queda con ello empobrecido o,
en un momento en el que las nuevas expediciones de Ascelino, Juan de todas formas, es concebido como un compromiso contingente que
de Pian del Carpine, Guillermo de Rubruk y de los Polo hacia extremo
oriente le habrían revelado la existencia de grandes pueblos enteros 17. Tomás de Aquino, S n i - I I a e , q. 10, a. 8, in c.
que todavía ignoraban el cristianismo16. Si esta hipótesis fuera verdad, 18. Concilio Lateranense III, can. 27; Concilio Lateranense IV, const. 3, en
significaría que la perspectiva-de una colocación de la Iglesia en el Conciliorum oecumenicorum decreta, Istituto per le scienze religiose, Bologna 1973,
224 s. 233-235.
mundo, que la comprometiese a comenzar ex novo una confrontación 19. Realmente existía una creencia tradicional de que las regiones de los antípodas
con otras civilizaciones y criterios de vida no cristianos, era tan remota estaban habitadas, aunque se consideraban inalcanzables, según las teorías de Macrobio,
que para la reflexión teológica fue preferible dejarse llevar por las olas debido al anillo tórrido del océano. El tímpano central de la Iglesia de la Magdalena
del pesimismo agustiniano y de su concepción reductiva de la uni- de Vézelay (1120-1130) representa a Cristo enviando a sus apóstoles a predicar y dibuja
a los habitantes de los antípodas como los últimos destinatarios de la misión. También
versalidad de la salvación, para la que la massa perditionis de la el mapamundi de Ebstrof (por el 1240) representa en una sutil media luna, al margen
humanidad, simplemente en virtud del pecado original, no tiene ningún del disco de la tierra, ciertas formas de hombres monstruosos y extraños y coloca por
encima de toda aquella escena la dulce figura del pelícano, imagen de Cristo, que se
abre el pecho para alimentar a sus hijos con su sangre. La tradición tiene su testimonio
13. Id. 2 Sent., d. 28, q. 1, a. 4, ad 4; 3 Sent., d. 25, q. 2, a. 1, ad 1; De ver.,
más antiguo en San Jerónimo, que cuenta cómo un fauno se dirigió a S a n Antonio en
q. 14, a. 11, ad 1; ln Rom., cap. 10, lect. 5.
el desierto a pedir su intercesión ante Dios, para que se extendiera también a ios faunos
14. Cf. por ejemplo, Id. De ver, q. 14, a. 11, ad 1: «Non sequitur inconveniens
la salvación (PL 23, 23 ss). Los hombres de los antípodas, sin embargo, s e representan
pósito quod quilibet teneatur aliquid explicite credere, si in silvis vel Ínter bruta animalia
siempre de forma monstruosa, con cabeza de perro, orejas enormes, pies al revés, c o n
nutriatur... Si enim aliquis taliter nutritus, ductum naturalis ratíonis sequeretur in ap-
dos sexos, tres brazos, etc., para indicar que se trata de otra humanidad situada en otro
petitu boni et fuga roali, certissime est tenendum quod ei Deus, vel per internam
lugar que no entra en la sociedad humana normal. Saco estas noticias de un estudio de
inspirationem revelaret ea quae sunt ad credendum necessaria, vel aliquem fidei prae-
Chiara Frugoni sobre las metopas de la catedral de Módena, que podrían tener e l mismo
dicatorem ad eum dirigeret sicut misit Petrum ad Cornelium».
significado que los Mischwesen de Vézelay y de Ebstorf, en Lanfranco e Viligelmo. II
15. Id. S m - I I a e , q. 2, a. 5, ad 1. duomo di Modena, Panini, Modena 1984, 507-517.
16. J. De Guibert, Les doublets de saint Thomas d'Aquin, Paris 1926, 80-99.
86 Revisión histórica Modelos históricos 87

depende de peculiares condiciones históricas en las que los eventuales que vive. El cuerpo cristiano no se muestra ni mucho menos deter-
descubrimientos de otras regiones humanas no iluminadas por la pre- minado por la necesidad de asumir como misión suya propia el
dicación del evangelio vuelvan a hacerlo necesario. A su vez, la con- compromiso de determinar las estructuras y las leyes de la sociedad
cepción de la Iglesia no está ni mucho menos determinada por su civil, de forma que cada individuo pueda encontrar allí el mayor
dinamismo misionero. Su principal actividad normal no es la misión desarrollo de su libertad y de su dignidad. En efecto, todo esto
ni la evangelización, sino lo que se llama la actividad pastoral que, parece que tiene que haber sido ya realizado por el mero hecho de
presuponiendo que ha sido ya predicada y acogida la fe, lleva consigo que la sociedad cristiana y, por consiguiente, las mismas estructuras
ciertos compromisos y acciones dirigidos a la maduración de la fe de del Estado no pueden menos de garantizar al hombre todo lo que
los creyentes, a su santificación por medio de los sacramentos, a la necesita para una vida terrena vivida con dignidad, mientras que
defensa de su fidelidad y a la promoción de su coherencia con la fe las estructuras de la Iglesia le aseguran todo lo que necesita para
que profesan. alcanzar la vida eterna23. León XIII, a pesar del espíritu nuevo con
La distinción entre misión y acción pastoral se pone ya de relieve que afrontó las responsabilidades de la Iglesia ante la sociedad24,
en Eusebio, como veíamos en el texto anteriomente citado20. Esta siguió soñando con una sociedad en la que tenían que «estar de-
distinción, en toda la historia posterior, hará de soporte a una ecle- bidamente coordinadas entre sí las dos potestades; dicha coordi-
siología totalmente confinada dentro del modelo de la misión realizada nación ha sido justamente comparada con la del alma y el cuerpo
y a una misionología centrada exclusivamente en el problema de la en el sujeto humano»25. En efecto, el problema de las relaciones
predicación del evangelio a los pueblos no cristianos. El modo de entre la Iglesia y el mundo en el ámbito de la sociedad cristiana es
entender en misionología a los «pueblos no cristianos» ilumina a su sentido únicamente como un problema de relaciones entre la au-
vez el modo, habitual en eclesiología, de referir la Iglesia a los «pue- toridad eclesiástica y los poderes civiles. Es interesante observar
blos cristianos». Se habla de «misión» sólo cuando la Iglesia se en- cómo el papa utiliza la comparación de la relación entre el alma y
cuentra en presencia de una «agrupación étnica...(que) no se ha con- el cuerpo pensando en la influencia de la Iglesia sobre el Estado,
vertido todavía estructuralmente en Iglesia» 21 . De manera más del poder eclesiástico sobre el poder civil, mientras que la antigua
matizada K. Rahner habla de pueblos cuya situación no está aún Carta a Diogneto la utilizaba precisamente para excluir la necesidad
«condeterminada por el cristianismo en una medida destacada»22. Pues por parte de los cristianos de dar vida a una organización social,
bien, si la misión está determinada por una situación descrita de esta propia y exclusiva de ellos, y para indicar la fecundidad de la
forma, la actividad pastoral de la Iglesia, que representa su compromiso presencia activa de los cristianos completamente inmersos y debi-
normal y constitucional, el único que determina su naturaleza y su damente integrados en la sociedad civil pagana de su tiempo26.
estructura interna, tendrá que presuponer que la Iglesia se encuentra La concentración de la actividad pastoral, concebida como la única
siempre dentro de unos pueblos influidos por una presencia cristiana esencial y decisiva de la naturaleza de la Iglesia, en una actividad
determinante y que incluso el contexto social en que ella actúa es él
mismo, estructuralmente, un contexto eclesial. De esta manera la mi- 23. Véase el pasaje de la Immortale Dei ya citado.
sión va dirigida a los pueblos, mientras que la actividad pastoral sigue 24. La Rerum novarum supone realmente un gran giro, ya que el papa, en vez
estando dirigida a los individuos. Así, el modelo de la misión realizada, de lamentar situaciones y tiempos en los que no habría existido el conflicto social por
mientras que deja abierto el espacio a las «misiones extranjeras» hasta haberlo evitado la feliz armonía entre la Iglesia y el Estado, tiene en cuenta la situación
existente de hecho y sin arrogarse poderes concretos en la producción de leyes y de
que hayan alcanzado su objetivo, anula prácticamente los elementos ordenaciones sociales indica las vías laicas, por así llamarlas, por donde caminar para
sociales y políticos de la actividad pastoral de la Iglesia que, una vez afrontar y resolver los problemas.
constituida, presupone realizada la cristianización de la sociedad en 25. León XIII, Immortale Dei: DS 3168.
26. Ad Diognetum VI, 1-7 (Funk I, 318-320): «Lo que es el alma en el cuerpo,
eso son los cristianos en el mundo. El alma está difundida por todos los miembros del
20. Cf. nota 4. cuerpo; los cristianos lo están en las ciudades del mundo... El alma invisible está
2 1 . D. Catarzi, Teología delle missioni estere, ISME, Parla 1958, 215. guardada en el cuerpo visible; y los cristianos son conocidos por estar en el mundo,
22. K. Rahner, Principi fondamentali della odierna missione delta chiesa en La pero sigue siendo invisible su adoración a Dios... El alma ama al cuerpo y a sus
chiesa nella situazione d'oggi, Herder Morcelliana, Brescia 1969, 47-94. La cita está miembros que la odian; también los cristianos aman a quienes los odian. El alma está
en p. 55. El estudio citado forma parte de la gran obra de F. X. Arnold-K. Rahner y encerrada en el cuerpo, pero es ella la que sostiene el cuerpo; los cristianos están
otros, Handbuch der Pastoraltheologie II/2, Herder, Freiburg-Basel-Wien 1966. encerrados en el mundo como en custodia, pero son ellos los que sostienen al mundo».
88 Revisión histórica Modelos históricos 89

destinada a los individuos más bien que a la sociedad, parece que ción dramática actual de América latina, ha contribuido fuertemente
debería dar lugar a una imagen de Iglesia totalmente apolítica. En al crecimiento del sentido de responsabilidad política de todo el pueblo
realidad, el modelo de la misión realizada va acompañando a una cristiano y de la necesidad absoluta de libertad por parte de la jerarquía
Iglesia tan fuertemente politizada que considera incluso indispensable eclesiástica respecto al poder, más bien que de acuerdos armoniosos
para su tarea de una soberanía territorial, una propia personalidad entre los vértices de la Iglesia y del Estado. Pero cuando en la con-
jurídica internacional, una red de relaciones diplomáticas con los go- ciencia de la Iglesia se transforma de este modo el cuadro del problema,
biernos, etcétera. Es que con la llegada de la societas christiana, el en ese momento se desvanece el modelo de la misión realizada, para
gran problema de las relaciones entre la Iglesia y el mundo, la fe dejar espacio a otras formas con las que se pueda plasmar la conciencia
evangélica y los criterios de vida que dominan en la sociedad, se ha que la Iglesia adquiere de su misión en el mundo.
ido reduciendo progresivamente cada vez más a la cuestión mucho
más estrecha de las realizaciones entre la Iglesia y el Estado. Dentro
de este marco la tarea política de la Iglesia y su responsabilidad para 2. La misión preterida
con la sociedad recaen sobre las espaldas de la autoridad eclesiástica,
mientras que sobre los cristianos particulares el probelma evangelio-
mundo se refleja como un problema de espiritualidad y de ascesis. He «Apareció luego en el cielo un signo grandioso: una mujer vestida
aquí por qué, una vez llegados al culmen de la época moderna con su de sol, con la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce
proceso de secularización de los estados y de las estructuras civiles, estrellas. Estaba en cinta y gritaba por los dolores de parto. Apareció
le parece a la Iglesia que la batalla decisiva que hay que combatir es entonces otro signo en el cielo: un enorme dragón rojo... El dragón
simplemente la de la restauración de un estado confesional y la victoria se puso delante de la mujer que estaba para dar a luz a fin de devorar
sobre el laicismo, definido por Pío XI como «la peste de nuestra al niño recién nacido. Ella dio a luz un hijo varón, destinado a gobernar
época»27. La política concordataria, que prosiguió tenazmente la santa todas las naciones con cetro de hierro, y el hijo fue arrebatado ense-
sede hasta los años 50, es la última muestra de este modo de concebir guida hacia Dios y hacia su trono. La mujer, por su parte, huyó al
y realizar las relaciones entre la Iglesia y el mundo y de responder a desierto, en donde Dios le había preparado un refugio para que se
la responsabilidad que siente la Iglesia respecto a la sociedad de los alimentase allí durante mil doscientos sesenta días» (Ap 12, 1-6). No
hombres28. hay seguramente muchos pasajes bíblicos que nos ofrezcan con tanto
La lenta, pero decisiva penetración en la conciencia eclesial del vigor como éste la posibilidad de captar la espiritualidad eclesial de
espíritu democrático, que hoy aparece como uno de los valores de- las comunidades cristianas que acababan de salir de la espera afanosa
terminantes más nobles de la actual conciencia civil, produce en nues- en el retorno inmediato del Señor, dispuestas a sumergirse en la historia
tro siglo aquella inversión en la tendencia clásica que tendrá en J. para dar allí aluz al hombre nuevo, pero violentamente bloqueadas
Maritain su más conocido teorizador: ha de ser cada uno de los cris- por la persecución: la mujer se ve obligada a huir al desierto aguardando
tianos, en cuanto tal, el que asuma sobre sí mismo, a título personal, tiempos mejores. Llegarán los mil años en los que el dragón perma-
la responsabilidad política que se deriva del mensaje cristiano y ha de necerá encadenado (cf. Ap 20, 1-6): espera de un tiempo feliz de la
ser la jerarquía comprometida en la predicación de la fe y en la in- historia que habrá de preceder al cumplimiento del Reino. A lo largo
dicación de los grandes principios y de los valores supremos la que de los tiempos se darán formas infinitamente diversas de milenarismo
ha de guiar la vida de los individuos y de la sociedad29. Al mismo que alimenten esta espera. Y aunque no se presente de forma mile-
tiempo, la traumática experiencia de la instauración, no infrecuente, narista, sigue siendo fundamental la espera en el retorno del Señor y
de regímenes inicuos y absolutamente perversos en los «países cris- del cumplimiento del Reino en los cielos nuevos y en la tierra nueva
tianos», tanto en la terrible imposición del nazismo como en la situa- del final de los tiempos. De todas formas, el choque de la Iglesia
joven contra el muro que levanta contra ella el poderoso imperio
27. Pío XI, Quas primas: Acta Apostolicae Sedis 17 (1925) 604. producirá, lógicamente, una espiritualidad en la que la Iglesia, más
28. Para toda esta problemática cf. G. Martina, La coscienza che la chiesa ha que dirigida hacia al mundo y a la historia, se sentirá inclinada a
avuto della sua missione dall'ottocento al Vaticano II, en Coscienza e missione di encerrarse dentro de sí misma, en la esperanza de que Dios mismo
chiesa. VII Congresso dell'ATI, Cittadella, Assisi 1977, 15-98.
habrá de cumplir sus designios.
29. Volveremos sobre el pensamiento de Maritain más adelante.
90 Revisión histórica Modelos históricos 91

La experiencia del martirio viene de este modo a caracterizar de que hemos designado como el de la «misión preterida», ha sido descrito
manera fuerte y dura la autoconciencia de la Iglesia, la formación de con mucha profundidad por el mismo von Balthasar en la propuesta
su espiritualidad y los sentimientos que acompañan a sus primeros que hace de una disposición hacia el mundo que él llama «trasdialó-
pasos en la historia, dentro de un mundo que la envía a la muerte. gica». El cristiano frente al mundo «en un nivel superficial dialoga
Todo esto la llena de aquel entusiasmo místico que le viene de verse con él, alternativamente lo interpela y es interpelado por él, con se-
tan parecida a su Cristo en la cruz30. La identificación con el crucificado riedad y con el compromiso de su corazón abierto; pero en un nivel
exalta el sentido de la contraposición del evangelio al mundo, a sus más profundo, respecto al hermano él se encuentra ya en aquel
estructuras sociales, a la política imperial y finalmente incluso a todo punto en que en la cruz queda interrumpido todo diálogo entre Cristo
lo que es material, terreno y transitorio. La definitividad de la llegada y el mundo, ya que ahora Cristo tiene a los hombres en sí mismo
a lo eterno, a la que la muerte martirial abre gloriosamente las puertas, y ellos lo entregan a la muerte. Morir es ahora la acción, en el
se siente con tanta intensidad que todo lo demás no sólo pasa a un silencio... Este elemento fundamental de todo diálogo no es colo-
segundo plano, sino que se convierte en objeto de desprecio. Una de quial, ni tampoco es necesario que sea conocido por el interlocu-
las expresiones más fuertes de esta sensibilidad es la que nos ofrece tor»34. Nos encontramos aquí en presencia de una trasposición al
la narración del martirio de las santas Perpetua y Felicidad. El pro-
nivel universal de la Iglesia y de la existencia cristiana de un modelo
cónsul, al ver a Felicidad a punto de dar a luz, le exhortaba diciéndole:
de relaciones con el mundo, que tiene su origen y recibe sus rasgos
«Ten piedad de ti misma, joven, y sacrifica para que puedas seguir
viviendo, sobre todo porque veo que llevas una criatura en tu seno»; determinantes de la larga experiencia de martirio de la Iglesia de
pero Felicidad le respondió: «Yo soy cristiana y para mí es un precepto los primeros siglos. En no pocos epígonos la agudeza y la profun-
del Señor despreciar todo esto». La radicalidad de la experiencia mar- didad de las observaciones del gran teólogo quedan reducidas a una
tirial producía naturalmente un radicalismo escatológico de tal natu- seudo-espiritualidad martirial, en la que se exalta el pesimismo del
raleza que justificaba incluso el desprecio a la vida31. Todo lo que juicio sobre el mundo, la contraposición irreductible, las pretendidas
dice H.U. von Balthasar para definir la experiencia cristiana en su disponibilidades a persecuciones no ofrecidas, cuando no las pro-
relación con el mundo, o sea, que «más acá de las cosas últimas vocaciones gratuitas e irritantes respecto a la increencia. No cabe
(ésjaton) está la muerte de cruz»32, en una situación que hace cotidiana duda de que el «caso serio» del martirio, como lo llama von Balt-
la perspectiva del martirio, queda fuera de discusión y se convierte hasar, es un elemento esencial de la espiritualidad cristiana y de la
sin más en el elemento determinante de la actitud del cristiano frente experiencia de todo creyente. El problema está en saber si es el
al mundo. único «caso serio» que el cristiano ha de plantear frente al mundo,
como expresión de su decisión por lo absoluto. Es decir, si sola-
Si la muerte y la resurrección son siempre y de todas formas la mente el conflicto con el otro, solamente el choque con el mundo,
línea decisiva de desaparición entre el tiempo y la eternidad y no un y no la totalidad de la entrega al hombre, puede estar a la altura de
módulo dialéctico capaz de poner ritmo continuamente al tiempo hasta una decisión del creyente por lo absoluto. Nos preguntamos si no
el momento de llegar a la eternidad, es evidente que el mundo y la estaremos también en presencia del «caso serio» cuando vemos a
historia son exclusivamente el lugar del martirio y de la cruz, no del Francisco besando al leproso. Nos preguntamos si, aun en el con-
diálogo y de la misión. O mejor dicho, la cruz absorbe dentro de sí
texto de una espiritualidad paradógica, no fue un «caso serio» para
la totalidad de la misión: «Toda nuestra tarea consiste en saber in-
Simone Weil renunciar al bautismo tan deseado para poder sentirse
molarnos»33. La muerte está del lado de acá, la resurrección del lado
de allá. La misión muere aquí y recoge allí. Me parece que este modelo, solidaria de los más pobres entre los pobres, aquellos que no tenían
el pan eucarístico para comer35. El problema está en saber simas
acá de las «últimas cosas» está sólo la cruz o también la anticipación
30. Cf. C. Cristiano, // maniré idéale del santo, en E. Ancilli (ed.), La santitá
cristiana, Teresianum, Roma 1980, 135-159; H. von Kampenhausen, Das Martyrium de las mismas «últimas cosas», y entre ellas ante todo la misma
in der Mission, en H. Frones-H.W. Gensichen-G. Kretschmar, o. c, 71-85. resurrección de Cristo que, aunque constituyendo el ésjaton por
31. De las Actas menores de las santas Perpetua y Felicitas, en G. Caldarelli excelencia, está más acá del retorno del Señor y de los cielos nuevos
(ed.), Atti dei Martiri, Edizioni Paoline, Alba 1975, 221.
32. H. U. von Balthasar, Seriedad con las cosas, Sigúeme, Salamanca 1968,
47. 34. H. U. von Balthasar, o. c, 117.
33. La imitación de Cristo. 35. S. Weil, Atiente de Dieu, La Colombe,París 1950, 13-22,
92 Revisión histórica Modelos históricos 93

y la tierra nueva, e incluso a mis espaldas como acontecimiento jerarquía y de su acción pública en el mundo, el modelo de la misión
atestiguado por nuestros antecesores en la fe y no sólo preanunciado preterida parece imponerse como una reacción lógica y como propuesta
por los profetas. del único camino para una existencia cristiana «perfecta». Hasta el
El modelo de la misión preterida, a medida que van cesando las punto de que lo «mundano» no es solamente aquello que se presenta
persecuciones, se trasfiere del contexto de la espiritualidad del martirio como antievangélico, sino todo lo que es terreno y transitorio. Aco-
al terreno de la ascesis. En efecto, mientras se iba ampliando el espacio giendo las lecciones de los padres del primer monaquismo, que fueron
de la libertad para la Iglesia y el mundo, en vez de presentarle el llamados los «doctores del deseo»39, la espiritualidad cristiana en am-
martirio, le iba ofreciendo más bien honor y poder, se vio cómo plios y profundos casos tiende exclusivamente su mirada hacia el
empezaron a poblarse los desiertos solitarios de cristianos que iban en «cielo» y postula de este modo una huida del mundo y un alejamiento
busca de la cruz que el mundo no ponía ya a sus espaldas y de la cual de los problemas mundanos fuera de los horizontes del creyente. Esos
problemas son insignificantes para aquel que espera, más bien que su
sentía una insuperable necesidad para poder aspirar a la vida36. Para solución, su superación radical en la vida eterna: «Hijo mío, tienes
P. Evdokimov, «el monaquisino se explica ante todo como la revuelta que permanecer en la oscuridad de muchas cosas. Tienes que consi-
más radical contra el mal, como el no más categórico al compromiso derarte ante todo como muerto en la tierra y como uno para el que
y al conformismo. Su violencia exige imperiosamente la renuncia viril todo el mundo está crucificado. Además, en muchas cosas, tienes que
a las formas confusas de este mundo y la creación de una ciudad de pasar por encima de ellas como si fueras sordo, preocupándote, sobre
monjes viviendo al margen de este mundo; su ministerio angélico, su todo, de pensar en tu paz40».
nostalgia del Reino venían a oponerse a las miras demasiado humanas Cuando uno se fija en este modelo, no pocas veces tiene la
del imperio, al que quizás se había concedido con demasiada rapidez sensación de no estar ya frente a un modelo de misión, sino de una
el nombre de cristiano. En tiempos de la persecución el maximalismo propia y verdadera cancelación del sentido mismo de la misión.
de la fe cristiana estaba expresado por los mártires... Tras el concordato Teresa del Niño Jesús se decía: «Mientras estés encadenada, no
que entronizó a la Iglesia en la historia ofreciéndole un estatuto legal puedes cumplir tu misión; pero más tarde, después de tu muerte,
y una existencia tranquila, el testimonio que daban los mártires de las llegará el tiempo de tus conquistas»41. La esperanza del reino, la
realidades últimas fue asumido por el monaquismo y se transformó mirada al cielo, transforman los criterios de valoración de lo terreno
allí en el ministerio del maximalismo escatológico37». Este paso a y de lo actual, permitiendo descubrir lo útil en lo inútil, después
través del sacrificio, este llevar la cruz, este experimentar la hostilidad de haber declarado inútil a lo útil. Efectivamente, el traslado de la
del mundo que forma parte del seguimiento de Cristo y que habían posibilidad de realizar la misión de la Iglesia de la historia a la
vivido los primeros siglos cristianos como una lucha, que perdían y eternidad y la anulación de los valores salvíficos de la acción his-
que vencían al mismo tiempo, con el poder mundano del imperio, se tórica del cristiano en favor del mundo contienen en su interior un
vive ahora en la batalla interior contra Satanás y se atestigua a través modelo distinto de misión, que se presenta con una figura propia y
unos caracteres autónomos, pero que está estrechamente ligado con
de una opción de vida que se contrapone a la vida mundana. De esta el modelo de la misión preterida; es el modelo que llamaré de la
forma también en esta ocasión la misión se deja para otros tiempos. misión escondida.
No haciendo, huyendo, muriendo, es como se sirve al mundo, para
que se ponga de manifiesto su vacuidad y se le abran las perspectivas
del Reino y de la eternidad. «El monaquismo abandona el mundo,
incesantemente en oración. El mundo encuentra en el maximalismo 3. La misión escondida
de los monjes su propia medida, su término de comparación, el canon
de su existencia38». A propósito del martirio sigue siendo famosa aquella frase tantas
veces citada de Tertuliano: «Nos hacemos más numerosos cada vez
De este modo, en una historia caracterizada por largas y abundantes que nos segáis; la sangre de los cristianos escomo una semilla»42.
fases de mundanización de la Iglesia, sobre todo en los niveles de su
39. J. Leclercq, Cultura, vida cristiana, Sigúeme, Salamanca 1965.
40. La imitación de Cristo.
36. Cf. K. Heussi, Der Ursprung des Mónchtums, Tübingen 1936.
41. Teresa del Niño Jesús, Novissima verba, Postulazione dei Carmelitani Scalzi,
37. P. Evdokimov, L'ortodossia, II Mulino, Bologna 1963, 25. Roma 1970.
38. Ibid., 26. 42. Tertuliano, Apologeticus 50: PL 1, 603.
94 Revisión histórica Modelos históricos 95

Se trata de una amplicación muy sencilla de las palabras del evan- encuentro con el esposo (el sol) en el novilunio; produce maternalmente
gelio: «Si el grano de trigo que cae en tierra no muere, se queda la vida en su progresiva iluminación tras la muerte del novilunio; se
solo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12, 24). La eficacia del muestra radiante en su conquista siempre nueva del esplendor del
martirio para la conversión de los hombres a la fe es ante todo de plenilunio45». La experiencia de las persecuciones y del martirio está
naturaleza psicológica. No cabe duda de que la fuerza emotiva que sin duda en la base de esta configuración de la Iglesia con el novilunio:
desencadena el ejemplo del mártir es tan grande que sacude las es la muerte de la luna, la desaparición de su luz. La muerte de la
conciencias y hace pensar seriamente a los hombres. Esta es una Iglesia es vivida en su asimilación más plena con su Señor. La luna
observación de datos de la realidad. Pero desde el punto de vista cae en la sombra, a medida que se va acercando al sol: se trata, para
de la intencionalidad no se puede pensar en el martirio como en Ambrosio, de la sombra de Cristo y de su cruz, que en realidad se
una opción de propaganda. La imagen de la semilla y la constante manifiesta como umbra saltáis46, ya que de esta muerte de la Iglesia
referencia de los mártires a la oblación de Cristo crucificado hacen en Cristo renace la vida y la Iglesia alcanza su fecundidad. Lo mismo
pensar por el contrario en otro tipo de eficacia y de relación entre que la luna que, en el novilunio, por su conjunción con el sol, se
los instrumentos y el fin de la acción. Vuelve a estar sobre el tapete queda encinta de la nueva luz que habrá de producir de una noche
el problema de lo que llamábamos la «eficacia mistérica» de la a otra la perfección del plenilunio. De esta manera la fecundidad
misión de la Iglesia. de la Iglesia en la historia se piensa, a imagen de la luna, como
La teología lunar de los padres, tal como la podemos conocer y una acción misteriosa, que participa del misterio más general de la
saborear a través del espléndido estudio de Hugo Rahner43, nos ofrece influencia de los astros en la tierra, en dependencia de su morir a
el entramado de fondo sobre el que vive, en una fase histórica carac- semejanza y en unión con Cristo, su sol, por el que el mundo recibe
terística, el modelo de la misión escondida. La creencia en el influjo la vida, lo mismo que la tierra queda fecundada por el rocío bajo
de los astros sobre la historia determina siempre, sobre todo en la el esplendor de la luna.
antigüedad, pero también para muchos en nuestros días, la presencia En el fondo, la teología lunar de los padres no es más que un
de un filón de lectura de las vicisitudes humanas que introduce ciertos capítulo de esa meditación plurisecular sobre el misterio de la Iglesia,
juegos de causa-efecto extraños a la observación de lo histórico, lo conducida con un gran aparato de imágenes y de símbolos, que cons-
mismo que el desarrollo de los fenómenos naturales se lee traduciendo tituye la eclesiología de la antigüedad y de la alta edad media. Parece
las experiencias de los científicos. Escribe Rahner: «Las mareas altas como si la Iglesia hubiera sido determinada así por la experiencia de
y bajas, los minerales y las piedras preciosas, la siembra y la cosecha, las persecuciones, hasta el punto de haberse replegado en la contem-
la elección de días propicios para las empresas importantes u ordinarias: plación de su misterio y del aspecto mistérico de su acción sobre el
tanto en las creencias populares como en las doctas astrologías todo mundo, cuando al abrirse sobre el mundo se encontró tan violentamente
se hace depender de la luna y de sus fases. La marea que sigue al rechazada por él.
ritmo de la luna, los moluscos que crecen en el agua cuando la luna Este carácter contemplativo de la eclesiología, propio de la edad
está en cuarto creciente, la siembra que prospera cuando se lleva a patrística, cederá el paso a un carácter jurídico y político que marcará
cabo con la luna llena: la antigüedad se interesó con gran pasión por a la eclesiología medieval, cuando la Iglesia se sintió directamente
todos estos problemas»44. Pues bien, los padres polemizaron a menudo responsable del destino histórico de un mundo que ya se había hecho
contra estas creencias. Pero, empezando por la escuela alejandrina y cristiano y se había integrado plenamente en ella.
continuando en occidente con Ambrosio y Agustín, todo ese complejo De todas formas, el modelo de la misión escondida no libró a la
bagaje de símbolos, de fenómenos, de instrumentos lingüísticos de la Iglesia de la necesidad de responder a las preguntas sobre sus posi-
astrología antigua se usó para ilustrar otro influjo misterioso que se bilidades históricas que el mundo le dirigía. Frente a la acusación
ejerce sobre la historia, el de Cristo, sol que resplandece continuamente procedente de los ambientes paganos de que los cristianos se mostraban
sobre la sucesión de los días humanos. Y al lado de Cristo, sol de la despreocupados de la suerte del imperio, Tertuliano se cuidó de res-
vida, la luna, o sea la Iglesia. La luna «muere en la oscuridad del ponder: «Cuando el imperio se ve sacudido, también se ven conmo-

43. H. Rahner, L'ecclesiologia dei Padri, Edizioni Paoline, Roma 1971. 45. Ibid., 150
44. Ibid., 243. 46. Ibid., 215.
96 Revisión histórica Modelos históricos 97

vidos todos sus miembros y también nosotros, que nos consideramos de perseguidor a amigo y patrono". En oriente no faltan momentos
extraños a estas sacudidas, nos vemos de alguna manera afectados por en los que parece incluso que es el imperio el que legitima las es-
esa catástrofe... No queremos sufrir la experiencia de esta catástrofe tructuras eclesiásticas, como ocurre en la cuestión de la exaltación de
y, mientras que rezamos para que se retrase, contribuimos a la larga Moscú, la «tercera Roma», como capital de la ortodoxia, después de
duración de Roma47». Y Orígenes se atrevía todavía a más y proponía la caída de Bizancio52. Esta tarea histórico-política que la Iglesia oc-
a todos la oración como un medio para salvar el imperio: «Si todos cidental tiende a desarrollar en las estructuras eclesiásticas sigue siendo
los romanos, según la hipótesis de Celso, se pusieran a rezar obede- en oriente una tarea específica de las estructuras imperiales, aunque
ciendo a Dios, serían superiores a sus enemigos y no tendrían que sigue fuertemente como una función eclesial: el emperador es el «de-
combatir ya en sus dominios, protegidos por el poder divino48». Este cimotercer apóstol», representa a Cristo rey, es el «obispo externo»
recurso a la oración por el imperio se convirtió en un lugar común de de la Iglesia51. De aquí se deriva una fuerte concentración de la con-
la apologética cristiana, dentro del ámbito de la problemática de las ciencia eclesial y de la misma estructuración eclesiástica en torno al
responsabilidades históricas de la Iglesia. Y Agustín, al comentar el acto litúrgico y una exaltación tan grande del sentido del misterio y
saqueo de Roma que habían llevado a cabo los bárbaros de Alarico, de la presencia de lo trascendente en la Iglesia que llega a pensarse
resaltaba cómo los soldados invasores se habían detenido frente a las que la misión histórico-política afecta únicamente a la estructura im-
iglesias cristianas y cómo precisamente esos paganos que atribuían a perial mientras que la estructura eclesiástica tendría esencialmente la
los cristianos las calamidades del imperio se refugiaban dentro de función icónica de mostrar y de hacer operante en el misterio el hecho
ellas49. de que está destinada a celebrar la naturaleza y la fuerza trascendente
de la Iglesia del cielo. «Su preexistencia en la sabiduría de Dios sirve
Pero la Iglesia de occidente, apenas acabadas las persecuciones,
para indicar la naturaleza metahistórica de la Iglesia... La Iglesia no
se encontró frente a una responsabilidad histórica a la que no pudo
depende de la historia; irrumpe en el mundo precisamente porque su
responderse exclusivamente con la oración y con la huida de los cris-
origen está en otra parte... Desciende del cielo y se remonta desde las
tianos a los desiertos o a los monasterios. El traslado del centro del
profundidades ontológicas del mundo anteriormente establecidas54».
imperio al oriente y la disolución de las estructuras civiles en una
En todos los sitios en que se celebra la eucaristía, se realiza una
sociedad sacudida por las invasiones de los nuevos pueblos y por la
misteriosa irrupción de la Iglesia en el mundo. Así toda su estructu-
consiguiente intromisión de costumbres y de leyes diversas encontraron
ración se organiza en torno a la liturgia; no existe forma alguna de
en la Iglesia la única institución capaz de representar un nuevo polo
eclesialidad -más alta, ni actividad más determinante que la que se
de sistematización y un principio de reorganización de la vida social.
lleva a cabo en torno al obispo cuando hace presente sobre el altar al
Estas largas peripecias son las que explican que, en el intento carolingio
cordero del Apocalipsis. La contraposición tan vigorosa de un Afa-
de restauración del antiguo imperio, fuera la Iglesia la que legitimara
nasieff a cualquier intento de crear para la Iglesia estructuras de carácter
con la consagración litúrgica del emperador las nuevas estructuras
universal se base en la afirmación radical de la naturaleza esencial-
imperiales. De esta forma creció en la Iglesia la conciencia de tener
mente eucarística del entramado eclesial. El derecho y la ley siguen
una misión histórica, social y política, llegando a tal nivel de intensidad
siendo una prerrogativa del estado y su presencia en la Iglesia sería
que dio origen en la edad media a la ideología teocrática del poder
«la irrupción de los principios empíricos que pertenecen al viejo eón55».
espiritual como único capaz de instituir y de juzgar al poder temporal50.
La misión de la Iglesia en el mundo está confiada esencialmente al
El modelo de la misión escondida encontrará, sin embargo, su terreno
misterio. En esta gran tradición del oriente se insertaba el metro-
más propicio precisamente en oriente, en donde la Iglesia vivió sin
polita de Leningrado Nikodim, muerto en Roma en 1978, cuando
censuras históricas dentro del único imperio que había pasado a ser

47. Tertuliano, Apologeticus 31 s.: PL 1, 446 s, citado en H. Rahner, Chiesa e 51. Los historiadores hablan a propósito del oriente de una «Iglesia imperial»:
struttura política nel cristianesimo primitivo, Jaka Book, Milano 1970, 30 s. cf. W. de Vries, Ortodossia e catolícesimo, Queriniana, Brescia 1983, 27-30.
48. Orígenes, Contra Celsum 8, 70: PG 11, 1.621, citado ibid., 37. 52. P. Evdokimov, o. c, 43-55.
49. Agustín, De civitate Dei /, 1, 7: PL 4 1 , 14 s. 19 s. 53. Cf. W. de Vries, Orient et Occident. Les structures eclésiales vncx ¡lints
50. Cf. Y. Congar, L'église de saint Agustín á l'époque moderne, Cerf, Paris Vhistoire des sept premiers conciles oecuméniques, Cerf,. Paris 1974.
1970. Véase el desarrollo de las ideas desde la época carolingia al siglo XIV desde p. 54. P. Evdokimov, o. c, 176 s.
51 a 66, y luego desde 89 a 281. 55. N. Afanasieff, L'église du Saint Esprit, Cerf, Paris 1975.
98 Revisión histórica Modelos históricos 99

interrogado y provocado sobre los compromisos actuales de la Igle- destacadas: «Me gustaría iluminar a las almas como los profetas y los
sia rusa con el régimen soviético respondía que, si él hubiera logrado doctores; tengo la vocación de apóstol... Me gustaría recorrer la tierra,
garantizarle a Rusia la celebración de una sola eucaristía, se habría predicar tu nombre y plantar en los suelos infieles tu cruz gloriosa;
considerado satisfecho y habría juzgado no demasiado caro cual- pero, Amadísimo mío, no me bastaría una sola misión y me gustaría
quier precio que hubiera tenido que pagar. Finalmente, si esta idea al mismo tiempo anunciar el evangelio en las cinco partes del mundo
encuentra su máxima exaltación en la tradición oriental, está siempre y hasta en las islas más lejanas... Me gustaría ser misionera no sólo
presente en occidente y constituye en el fondo un filón que nunca durante algunos años, sino que querría haberlo sido desde la creación
se ha abandonado del todo en ningún lugar de la Iglesia. La aspi- del mundo y serlo hasta el fin de los tiempos... ¡Jesús mío! ¿Qué
ración por una eclesiología eucarística que haga a la eucaristía el responderás a todas estas locuras mías?... Sí, yo he encontrado mi
principio hermenéutico y de estructuración de toda la actividad de puesto en la Iglesia y este puesto, Dios mío, me lo has dado tú. En
la Iglesia está presente en el concilio Vaticano II56 y ha vuelto a el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el amor... ¡así lo seré
ocupar el centro de la programación pastoral del episcopado italiano todo...! así se realizarán mis sueños61». La convicción de que la
en estos últimos años con el documento de 1983 sobre Eucaristía, eficacia de la misión brota del misterio de las relaciones íntimas y
comunión y comunidad 57. escondidas de la Iglesia con Dios determina de este modo la pro-
clamación de Teresa como patrona de las misiones62.
El modelo de la misión escondida, lo mismo que los otros que ya
hemos examinado, no está presente solamente en determinados am- Conviene reconocerle además a este modelo de misión una ca-
bientes o tan sólo en ciertas situaciones históricas. Lo encontramos pacidad singular de vinculación con otras formas y modos de pensar
por todas partes: de una manera o de otra la eficacia del servicio que y de obrar aparentemente bastante distintos. Giorgio la Pira, diputado
la Iglesia tiene que rendir al mundo se confía sobre todo a la oración, de la asamblea constituyente de la República italiana y más tarde
a la contemplación, al sufrimiento, al martirio, a la pobreza, al ocul- alcalde, entrelaza sus proyectos de una civilización cristiana con un
tamiento. También aquí hemos de citar una vez más a H.U. von intenso coloquio epistolar con las religiosas de quinientos monasterios.
Balthasar: «De las relaciones del cristiano con el prójimo tan sólo En pascua del año 1952 escribe en una circular a las monjas: «Para
habrá que tratar en un nivel, que no es desde luego el más importante; construir con solidez en el tiempo tengo que contemplar sin cansancio
lo más esencial se lleva a cabo en la oración, cuyas dimensiones se el modelo que brilla en la eternidad. ¿Existen estos modelos? ¿es
extienden hasta el abandono en la cruz58». Efectivamente, el modelo posible de alguna forma fijar en ellos la mirada? ¿pueden de algún
de la misión escondida alimenta también todo un filón de la espiri- modo estas arquitecturas divinas traducirse en arquitecturas huma-
nas?... Si Cristo ha resucitado -como ha resucitado- y si por eso
tualidad de nuestros días. En la literatura espiritual del siglo XIX y
mismo habrán de resucitar los hombres y las cosas, entonces la realidad
de comienzos del XX se habla continuamente de la «herejía de la
presente (temporal) es verdaderamente un esbozo de la realidad futura
acción»59 para condenar la actitud de los sacerdotes sumergidos en la (eterna)63». Naturalmente, hablar de esta manera de esbozos y de
actividad, que se dedican al trabajo apostólico de tal manera que no modelos no significa pensar en la posibilidad de describirlos y de
encuentran tiempo para la oración y la contemplación. El santo cura reproducirlos propia y verdaderamente en la realidad política; no se
de Ars se presenta como el modelo de un sacerdote que, escasamente trata de modelos que copiar, sino de fuentes de inspiración de gran
dotado de capacidad intelectual y aparentemente pobre en instrumentos dimensión de donde obtener, en la construcción de la ciudad terrena,
eficaces de apostolado, convierte su parroquia con la penitencia y la un alimento de libertad y una exaltación de la dignidad del hombre,
oración60. Teresa del Niño Jesús, en su experiencia de vida claustral,
es un testigo precioso de esta espiritualidad en una de sus formas más
61. Teresa del Niño Jesús, Manuscrits autobiographiques. Office Central de
Lisieux 1957, 224-226.
56. Cf. B. Forte, La chiesa nell'eucaristía, D'Auria, Napoli 1975. 62. Véanse sus motivaciones en Acta Apostolicae Sedis 20 (1928) 147 s.: «In-
57. II Regno/Doc 28 (1983/11) 318-338. numeri sacrorum antistites majores percipi posse fructus in dominica vinea persenserunt
58. H. U. von Balthasar, Seriedad con las cosas, o. c, 117. si sancta Teresia a Jesu Infante, quae máximo flagrabat ardore et zelo dilatandae l'iilci,
59. La expresión es del cardenal Mermillod y fue recogida innumerables veces cujusque miraculosos in paganis plagis effectis omnes norunt, coelestis patrona nmnium
en la literatura espiritual de la primera mitad de nuestro siglo. Cf. G.B. Chautard, El missionariorum in quibusvis missionibus laborantium declaretur».
alma de todo apostolado, Rialp, Madrid 1976, 14. 63. G. La Pira, Per un'architettura cristiana dello stato, Florentina, i ; ircn/o
60. G.B. Chautard, o. c, 47 s. 1954, 302 s.
Modelos históricos 101
100 Revisión histórica

historia de la salvación -sostiene Metz- es tal en cuanto que da un


más fuerte y decisiva que la que podría derivarse de cualquier ideo- sentido al sufrimiento y sobre todo a los sufrimientos de sumisión y
logía. Entonces es difícil distinguir entre la búsqueda de esta inspi- de derrota. Sólo así la historia de la salvación es capaz de abrazar por
ración y la espera de una misteriosa influencia que emanase del «mo- completo la historia del mundo. La misión política de la Iglesia no
delo» celestial sobre la construcción terrena. He aquí por qué el político consiste solamente en la búsqueda de un mundo mejor para las futuras
siente la necesidad de tener a su lado al monje: «Puede decirse sin generaciones, sino que es también búsqueda de sentido para los ven-
temor a equivocarse: nuestro coloquio se ha convertido ahora en un cidos, para los muertos, para los derrotados, para los olvidados. No
alistamiento ideal de milicias invisibles, pero reales y poderosas..., se piensa en los que sufren, como es el marxismo, en términos de
comprometidas en una batalla gigantesca librada sin tregua a lo largo proletariado oprimido, sujeto de la historia, destinado en definitiva a
de todas las fronteras de la Iglesia y de la civilización64». Entonces ser en la historia el sujeto vencedor. Se capta, más bien, la otra
G. La Pira se imagina a la nueva ciudad construida, como en la edad dimensión de la vida, en la que el que sufre se identifica con Cristo,
media, en torno a la catedral y la abadía; pero de la visión medieval precisamente porque carece del poder de vencer el dolor y busca la
él subraya no ya la dimensión teocrática, sino la contemplativa: «La salvación en el misterio de Cristo y en la relación misteriosa de Cristo
ciudad medieval se define precisamente por esta primacía de la muerto y resucitado con la historia69. Esto es como hablar de la di-
contemplación65». De esta manera la misión de la Iglesia en el ámbito mensión mística de la misión. El modelo de la misión escondida se
histórico-político se concibe como una irradiación de su experiencia encuentra también en la teología de la liberación y marca su separación
contemplativa sobre el mundo. De ésta y del objeto contemplado la de la perspectiva marxista del proletariado oprimido, pero destinado
misión de la Iglesia sacaría su inspiración y las energías más fecundas, a la victoria por la ley inmanente de la dialéctica histórica, aunque
de tipo mistérico, pero capaces de producir efectos concretos en la permitiéndole no ceder a esa espiritualidad individualista en la que el
historia concreta de los hombres. sacrificio del individuo no contiene ninguna fecundidad colectiva. En
El modelo de la misión escondida aparece también en contextos efecto, la realidad martirial está inevitablemente bajo el signo de la
teológicos en donde a primera vista no nos lo esperaríamos, como por esperanza que viene de la resurrección de Jesucristo y no conoce la
ejemplo en la literatura de estos últimos decenios, más atenta a los falsa alternativa entre la lucha por una liberación que alcanzar en este
aspectos decididamente políticos de la misión. Y no me refiero so- mundo y la resignación ante los males de este mundo en la esperanza
lamente a la teología de Moltmann, comprometida dentro de una línea de la vida eterna, ya que se basa en la expectativa mesiánica de la
de un serio compromiso de la Iglesia con la aventura de nuestra so- acción de Dios que libera a su pueblo en Cristo resucitado. G. Gutiérrez
ciedad, pero que conserva en su centro, según una tradición clásica, acompaña eficazmente el desarrollo de estas reflexiones teológicas
una vigorosa teología de la cruz66. J.B. Metz, después de haber sos- suyas con fuertes testimonios de vida vivida, como la de una madre
tenido que la misión de la Iglesia es esencialmente una misión de dos catequistas asesinados: «Mis hijos no han muerto; siguen vi-
política67, refiriéndose a Th. Adorno, afirma que «el más pequeño viendo en el corazón del pueblo y su sangre da vida a la comunidad;
rastro de sufrimiento absurdo en el mundo de la experiencia, da su han cumplido la voluntad de Dios7"».
mentís más rotundo a todas las ontologías afirmativas y a todas las La eficacia de su misión, truncada por la muerte violenta, sigue
teleologías y desenmascara su carácter de mitologías modernas68». La adelante porque viven en el corazón del pueblo (y aquí se indica
una línea de eficiencia de carácter psicológico y emotivo); su sangre
64. lbid., 309. da vida a la comunidad (y aquí aparece el motivo clásico de Ter-
65. Ibid., 368. Para una situación histórica adecuada del pensamiento eclesio- tuliano); han cumplido la voluntad de Dios (el último fundamento
lógico de G. La Pira véase mi artículo L'ecclesiologia in Italia del Vaticano 1 al Vaticano de la certeza es el de la comunión de hecho con el Dios de la
II, en Dizionario storico del movimiento cattolico in Italia III, Marietti, Torino 1981,
162-180.
promesa)71.
66. J. Moltmann, El Dios crucificado. Sigúeme, Salamanca 2 1977; Id., La Igle- En conclusión, podemos observar que en contextos culturales y
sia, fuerza del Espíritu, Sigúeme, Salamanca 1978, sobre todo los dos últimos párrafos espirituales muy diversos, e incluso dentro de unos esquemas ico-
409-419; Id., Trinidad y reino de Dios, Sigúeme, Salamanca 2 1987, sobre todo el
capítulo 6, p. 207-238.
69. Ibid.
67. J.B. Metz, Teología del mundo. Sigúeme, Salamanca 2 1972.
68. Id., El futuro a la luz del memorial de la pasión: Concilium 76 (1972) 317- 70. G. Gutiérrez, Beber en su propio pozo. Sigúeme, Salamanca 'l<>K6.
334; la cita está en p. 325-326. 71. Ibid., 156.
¿02 Revisión histérica Modelos históricos 103

lógicos bastante distantes entre sí, vive el modelo de misión que podríamos definir como el esquema de la rivalidad entre los dioses.
acabamos de describir y que hemos llamado de la misión escondida. La esperanza de un pueblo en Dios es una esperanza contra los otros,
Con ello la valoración de la historia y de las relaciones entre la más bien que un esperar con los otros72.
Iglesia y el mundo sufren un decidido salto de cualidad. Se siente El mismo Pablo se ve fascinado por el hechizo de estas imágenes
que la historia queda fecundada por Dios a través de la misión de de guerra cuando se imagina el cortejo triunfal de Cristo que va arras-
la Iglesia no sólo en donde la operación salvífica está tan bien trando tras de sí, convirtiéndolos en público espectáculo, a los prin-
adecuada a las necesidades de salvación y a las posibilidades his- cipados y a las potestades (cf. Col 2, 15). El salmo 110, tantas veces
tóricas que de hecho se cumplen en ellas, sino incluso en la con- citado en el nuevo testamento, es recogido también por Pablo cuando
tradicción del fracaso histórico que experimenta la Iglesia. Este presenta el tiempo entre la resurrección y el retorno de Cristo como
modelo de misión es estrictamente cristológico y pascual, en su un tiempo necesario para su victoria: «Efectivamente, es preciso que
referencia esencial y crucial a Jesucristo muerto y resucitado. él reine hasta que haya puesto a todos los enemigos bajo sus pies» (1
Cor 15, 25).
Pues bien, la época de las persecuciones estuvo dominada por la
4. La misión «contra gentes» conciencia de una derrota histórica que, sin embargo, se encuadró
decididamente como una fase provisional de un designio mucho mayor.
La continua meditación de los salmos pone a la Iglesia en contacto La victoria celestial del mártir es el contrapeso de la victoria terrena
con la experiencia de Israel en sus relaciones con el mundo. Aunque del perseguidor. Entonces es natural que el final de las persecuciones
la fe bíblica no cede nunca a sugerencias de tipo maniqueo y proclama, y la nueva posición honorífica que adquiere la Iglesia con Constantino
por el contrario, la dependencia de todo el mundo de un único creador en el imperio lleven consigo la sustitución del viejo modelo por el que
bueno, las relaciones de Israel con todo lo que es diferente del mismo se medían las relaciones de lá Iglesia con el mundo. Y es interesante
son continuamente tensas y dramáticas. Su experiencia de la guerra observar cómo el giro que se llevó a cabo se interpretó enseguida por
se convierte en experiencia espiritual y se lee en la perspectiva de la la leyenda con un simbolismo bélico. Cuenta Eusebio que Constantino,
fe: Dios le da la tierra a su pueblo, pero él tendrá que conquistársela antes de la batalla contra Majencio, tuvo una visión en presencia de
y quedará obligado ante Dios a la destrucción total de sus enemigos, todo su ejército: «Toúto níka-In hoc signo vinces». Luego habría re-
para evitar cualquier contaminación con ellos (cf. Ex 23, 20-33; Dt cibido en sueños la orden de confeccionar su estandarte con el signo
7, 1-6). La guerra de Israel es la guerra de Yavhé. El cántico de de la cruz73. Comienza así el proceso de crecimiento de una nueva
Moisés, después de la travesía del mar, es una magnífica expresión mentalidad, que tiende a reproducir cada -vez rnás de cerca la del
de una épica religiosa que ve combatir a Dios mismo, como un valiente antiguo Israel: el pueblo de Dios no es ese miserable resto de Israel
guerrero, en favor de su pueblo (cf. Ex 15, 1-18). Muchos de los que está disperso entre las naciones, sino que se ha convertido en la
salmos están cargados del miedo a los enemigos (cf. Sal 2; 83; 97; nación cristiana y sus enemigos son los enemigos de Dios. Las masas
110; 140; 144); pero ese miedo va siempre acompañado de la certeza de combatientes que durante la edad media se hicieron poner una cruz
de que Dios los vencerá: «Pídeme y te daré en posesión las gentes y roja en el hombro derecho para manifestar su decisión de acoger la
en dominio los confines del mundo. Los destrozarás con cetro de llamada de Urbano II a la guerra contra los sarracenos y que dieron
hierro, los romperás como vasos de barro» (Sal 2, 8 ss). En la literatura el nombre y la realidad a las cruzadas74 son la manifestación más
apocalíptica la antigua sensibilidad guerrera se vio sublimada en la palpable de una forma de ver la misión de la Iglesia en el mundo que
espera del último combate de Dios contra la totalidad del mal y de su reproduce el antiguo modelo del antiguo testamento. La bula de cru-
victoria mediante la disolución radical de un universo que habrá que
rehacer por completo. Cuando incluso la cuarta bestia de la visión de 72. Sobre la conquista militar como forma de difundirla religión, cf. E. Testa,
Daniel quede derrotada, «entonces el reino, el poder y la grandeza de La missione e la catechesi nella bibbia, Paideia, B r e s c i a l 9 8 1 , 5 6 s.
todos los reinos que hay bajo el cielo se le dará al pueblo de los santos 73. Eusebio, De vita Constantini I, 28-31: PG 2 0 , 9 4 3 - 9 4 7 . Cf. G. R. Puhini|iir,
del Altísimo, cuyo reino será eterno y todos los imperios le servirán La paz constantiniana, en A. Fliche-V. Martin, Historia di la Iglesia III, Viilnu i a
1977, 15-41.
y obedecerán» (Dan 7, 27). Domina aquí un esquema de interpretación 74. K. Bihlmeyer-H. Tuechle, Storia dea chiesetíí, Morcelliiina, Hirsiui I'IVI,
de la historia que es característico de las culturas antiguas y que 208-211.
104 Revisión histórica Modelos históricos 105

zada de Gregorio VIII, del 29 de octubre de 1187, es un interesante No creo que una sensibilidad de este género tenga que atribuirse
testimonio de los modelos espirituales y teológicos que subyacían a exclusivamente a una experiencia episódica en la Iglesia. Es más bien
la experiencia cruzada. El papa narra con un lenguaje sumamente eficaz uno de tantos modelos con los que la Iglesia se ha enfrentado con el
cómo el ejército cristiano se había visto derrotado por Saladino junto mundo a lo largo de su historia. Una prueba de ello es la persistencia
al lago de Tiberíades y, en el tono y el estilo de los antiguos profetas, de términos y de conceptos en la liturgia, tan parecidos a los que son
atribuye la culpa de la derrota a los pecados del pueblo cristiano. La propios de la experiencia de los cruzados. El Misal romano editado
conclusión de todo ello es la invitación al arrepentimiento y a la por Pío V y reformado por Pío X contiene una Misa contra paganos
reanudación de la guerra. «Por ello es necesario, con el pensamiento en la que se invoca a Dios para que «los pueblos paganos que confían
y con la acción, corregirnos con una voluntaria penitencia y conver- en su crueldad se vean aplastados por el poder de su diestra». También
tirnos con obras piadosas al Señor, remediando primero el mal que las oraciones por el emperador piden que pueda realizar el triunfo del
hemos hecho para atacar luego a los feroces y malvados enemigos, poder de Dios y que aquel que es cabeza de todos por divina voluntad
sin vacilar en manera alguna en hacer por Dios lo que ellos se atreven pueda ser también poderoso por la divina gracia. El mismo Ritual
a realizar contra él»75. De este modo la guerra entra en la conciencia romano de Pablo V, reformado por Pío XI, en la procesión que hay
que la Iglesia tiene de su misión; se trata de no vacilar en luchar en que hacer en tiempos de guerra, propone que se rece a Dios para que
favor de Dios. San Bernardo describe con ironía incisiva la vacuidad desate su cólera contra los pueblos que no lo conocen y contra los
de los caballeros que luchan en los torneos («¿Son ésas unas enseñas reinos que no invocan su nombre. Naturalmente se puede rezar así
militares o más bien unos adornos femeninos? ¿acaso el hierro enemigo solamente si el enemigo es un pueblo que no reconoce a Dios. Esto
tendrá miedo del oro, respetará las perlas preciosas, no podrá atravesar lleva consigo la necesidad de cualificar siempre al enemigo como un
la seda?»), para concluir que es una locura pelear cuando «el que mata enemigo de Dios. Es sabido cómo la conquista de América, las ma-
peca mortalmente y el que cae muere eternamente». Muy distinto es, tanzas perpetradas en daño de los indios y la toma de posesión de sus
por el contrario, combatir por Cristo: «Los caballeros de Cristo, por tierras buscó su buena justificación teológica en la tesis de que se
su parte, combaten las batallas de su Señor y no temen pecar al matar trataba de pueblos bárbaros, enemigos de Dios. Recuérdese el De
a sus enemigos ni condenarse si son ellos los que tienen que morir, justis belli causis de Sepúlveda o el memorial de Domingo de Betan-
ya que la muerte -cuando se da o se recibe en nombre de Cristo- no zos, enviado desde América al Consejo de indias, aunque luego se
supone ningún pecado y hace ganar mucha gloria... Además, el ca- retractó de él, en donde había afirmado que los indios no eran seres
ballero -puedo afirmarlo- mata seguro y muere más seguro todavía: racionales ni verdaderos hombres77. Fray Bartolomé de las Casas, el
se ayuda a sí mismo cuando muere y ayuda a Cristo cuando mata. En maravilloso protector de los indios, escribe toda su Apologética his-
efecto, no sin razón lleva una .espada: es el ministro de Dios en el toria para demostrar que las poblaciones americanas son de buena
castigo de los malvados y para alabanza de los buenos. Cuando mata complexión, inteligentes, mansos y buenos, y en el fondo devotos del
al malvado, no es un homicida, sino por así decirlo un malicida, y es único Dios. Y se siente con la obligación de comentar la oración
considerado sin duda como vengador de Cristo sobre los que obran litúrgica que antes hemos indicado para decir que, si la guerra es lícita,
mal y defensor de los cristianos. Y cuando muere, se sabe que él no sólo lo es contra las gentes paganas quae in suaferitate confidunt y,
ha perecido, sino que ha llegado más bien a la meta. Efectivamente, por eso mismo, atacan a los pueblos cristianos, pero no contra «los
la muerte que él da es una victoria para Cristo; la muerte que recibe que viven pacíficamente sin hacer daño a la Iglesia78». De esta forma,
es una victoria suya personal. En la muerte del pagano se gloría el también la novedad radical de la Iglesia que cumplía con su misión
cristiano, porque Cristo es glorificado. En la muerte del cristiano se ante el mundo nuevo y los pueblos nuevos que se asomaban a la escena
demuestra cuánta magnanimidad ha tenido el rey que ha alistado al de nuestra historia estaba marcada por la presencia de un modelo de
caballero76». misión que pensaba en un pueblo de Dios en armas, dispuesto a
extender por la fuerza el reino de Dios.
75. Gregorio VIII, Audita trementli. en Maxmím Hullarium Romanum III, Au-
gustae Taurinorum 1859, 49 ss. Citado en 1 . Cardini, // movimento crociato, Sansoni,
Firenze 1972, 92-94; la cita en p. 93. 77. Cf. la Introducción de A. Pincherle (ed.), La leg%enda ñera di l'ra Hurto-
76. San Bernardo, De laude novae miliiiae mi milites tcmpli liber: PL 182, 923 lomee de Las Casas, Feltrinelli, Milano 1981, IX-XXI.
s.; citado en F. Cardini, o. c, 9 1 . 78. Ibid., 236.
106 Revisión histórica Modelos históricos 107

Además de esta persistencia del lenguaje de la cruzada en las aceptar, una vez adquirida la experiencia de la societas christiana,
plegarias litúrgicas y en ciertos filones teológicos que acompañan a la que el mundo puede vivir desvinculado de la Iglesia y que las
conquista del nuevo mundo, la ideología de la cruzada se revela como naciones y los estados pueden legitimarse por ellos mismos, con
vital hasta nuestros días y vuelve a presentarse con puntualidad siempre sus ideologías y sus programas, independientemente de la Iglesia84.
que la situación histórica sugiere la posibilidad de interpretar un con- Por eso el modelo de la misión contra gentes parece estar presente
flicto en términos de guerra santa79. En la guerra de Libia, escribe G. de hecho también en algunas situaciones que no tienen nada que
De Rosa, «los católicos... no se libraron del viento nacionalista que ver con la violencia, la guerra o la conquista, pero en las que sigue
soplaba desde las costas africanas. Ni tampoco se libró el clero, vigente el simbolismo bélico y aparecen con frecuencia los términos
que no se limitó a ordenar, como por lo demás era comprensible, de combate, de lucha, de afán de victoria, etcétera. La idea fun-
oraciones pro tempore belli para el éxito final de la empresa, sino damental que domina la forma de considerar las relaciones de la
Iglesia con el mundo, a partir de la época de la ilustración, es la
que exaltó la misma empresa, la guerra contra el turco, viendo en
de la gran apostasía del mundo. Así la nueva sociedad laica, eman-
ella incluso una nueva y moderna cruzada... Lo que sedujo a muchos
cipada ya del control eclesiástico, se presenta no ya como lugar y
católicos fue la idea de que la guerra de Libia tenía que interpretarse término de la misión de la Iglesia que tiene que ilevar a todos el
como la cruzada del siglo XX contra el turco, contra el infiel... Los mensaje de la salvación, sino más bien como el antagonista res-
católicos dieron esta significación a la conmemoración de la batalla ponsable de haber traicionado a la antigua fidelidad y de haber roto
de Lepanto, dejándose atraer por la idea absurda de que la guerra la milenaria armonía entre la Iglesia y el mundo.
de Libia era el último acto de revancha del cristianismo contra los La idea medieval que interpretaba al Islam como una herejía cris-
enemigos antiquísimos del santo sepulcro80». Este mismo fenómeno tiana se reproduce, en cierto sentido, frente a lo que se ha dado en
se produjo poco más tarde durante la guerra de Etiopía81. La guerra llamar «el mundo moderno», el que se considera como el usurpador
civil española despertó idénticos sentimientos, «ya que se trata de y el enemigo que ha minado los fundamentos de la posición justa de
algo más que de una cruzada parecida a las antiguas; se trata de una la Iglesia en el mundo. La reacción se expresa a menudo con una
campaña contra revolucionarios extranjeros y malhechores comu- especial violencia verbal. Véase este trozo de la Mirari vos de Gregorio
nes, unos individuos bastante peores que los musulmanes y los XVI en una traducción de 1940 que se declara empeñada en algunas
moros82». Finalmente, hecho realmente asombroso, en tiempos de correcciones estilísticas de la misma: «Se muestra insolente la impie-
la república de Saló (1944-1945) tuvo una vida breve cierta revista dad, soberbia la ciencia, licencioso el desenfreno. Se ve despreciada
de orientación fascista, fundada por un sacerdote, que se titulaba la santidad de los ritos y la augusta majestad del culto... Ni las sagradas
La crociata itálica". leyes, ni los derechos, ni las instituciones por más santísimas que sean
He citado estos ejemplos para destacar que los muchos episodios se ven al amparo de todos esos, que sólo vomitan maldad desde sus
de penetración de la idea de guerra santa en la autoconciencia ecle- sucios labios... Se ataca a la divina autoridad de la Iglesia..., se rompe
sial no pueden probablemente valorarse como puros y simples in- la obediencia debida a los obispos y se conculca su autoridad. A todo
cidentes de recorrido en el camino complejo y variado de la Iglesia. ello hacen horrible eco las academias y las escuelas de mostruosas
Hay por debajo algo más profundo, es decir, la incapacidad de novedades de opinión, con las que se ataca a la fe católica no ya
ocultamente y con maniobras secretas, sino con una horrenda y nefasta
79. Teresa de Lisieux contaba un día que había soñado que la habían mandado
guerra ante los ojos de todos. Sacudido de este modo el freno de la
a combatir contra los prusianos y comentaba: «Me habría gustado más que hubiera sido santa religión, que es la única sobre la que pueden mantenerse sólidos
para una guerra santa... ¡Cuánto me habría gustado, en tiempos de las cruzadas, luchar los reinos y sostenerse firme la fuerza y la autoridad de toda domi-
contra los adversarios de la le!» (Novissima verba. o. <•.). nación, asistimos a la inversión del orden público, a la decadencia de
80. G. D e Rosa, Storia del movimento cattolico in Italia. I Dalla restaurazione los estados y a la disolución de toda autoridad legítima85». Esta misma
all'etá giolittiana, Laterza, Bari 1966, 542.
81. Cf. D . Sorrentino, La conciliazione e il "fascismo callolico». I tempi e la
figura di Egilberto Martille, Morcelliana, Breseia 1980. 154 163. 84. Véase a este propósito, por ejemplo, el profundo análisis que hace D. So-
82. E. R o s a , // martirio della Spagna e la lettern collctliva ¡leí suoi vescovi: la rrentino, o. c, 189-237, de los motivos que subyacen al movimiento de los ilcrigo-
Civiltá Cattolica 88 (1937) III, 481-491; la cita en la p. 486. fascistas.
83. Cf. A . Dordoni, Crociata itálica. Fascismo e religiimc nella repubblica di 85. Gregorio XVI, Mirari vos, en Tutte le encicliche dei sommi pomefici. Milano
Saló, Sugarco, Milano 1976. 1940, 222 s., citado en G. Martina, La coscienza..., o. c, 24 s.
108 Revisión histórica
Modelos históricos 109

encíclica de Gregorio XVI señala lo que se considera que es el principio que dentro de la esfera del fin espiritual de la salvación y de la san-
de toda la revolución que denuncia: «De la fuente pútrida del indi- tificación de las almas tienen que someterse a la Iglesia90».
ferentismo mana esa absurda y errónea opinión, por no decir locura, Esta aspiración a ver restaurada la posición ideal de la Iglesia en
según la cual habría que reconocer y garantizarles a todos la libertad la sociedad alimenta el interés por los concordatos91, los cuales a su
de conciencia86». Así el enemigo número uno pasa a ser el estado laico vez, por parte del poder civil, pueden dar lugar a algunas formas
y aconfesional. La batalla pasa a través de una serie infinita de rei- singulares de legitimación sacral del poder. Un agudo observador de
vindicaciones de los derechos de la Iglesia frente al Estado, teniendo este fenómeno fue A. de Gasperi, que el 12 de febrero de 1929 escribía
como centro la cuestión romana tradicional. Pero en definitiva el pro- desde el Vaticano a un amigo comentando el gran hecho del día, la
blema es el de la concepción política de fondo, en la que la Iglesia se Conciliación, en estos sorprendentes términos: «En estos momentos
declara disponible para la legitimación del estado moderno y más tarde sopla cierto aire de romanticismo medieval que nos consuela. Estos
de la democracia, sólo con la condición de ver garantizada su postura últimos días se hablaba incluso en el Vaticano del derecho de inves-
concreta de poder. Pío XI en la Ubi Arcano de 1922 invitaba a la tidura que el Papa habría ejercido respecto al rey de Italia..., y cier-
Iglesia a meditar sobre el misterio de la realeza de Cristo para situarla tamente Mussolini ve esta gran empresa, no sólo desde la perspectiva
ante un cuadro político ideal hacia el que debería mirar la Iglesia en realista de la política de prestigio, sino también envuelto en cierta
la reconstrucción de sus justas relaciones con la sociedad civil: «Reina aureola romántica que le permitiría ceñirse la espada de Godofredo de
finalmente Jesucristo en la sociedad civil cuando se reconoce y se Buillon y coronarse con la tiara de Carlomagno92». En el fondo, los
reverencia en él la soberanía suprema y universal de Dios, con el concordatos atestiguan la presencia en la Iglesia de la convicción de
origen divino y la orientación de los poderes sociales..., cuando se le no poder situarse armoniosamente en una sociedad laica y pluralista
reconoce a la Iglesia de Jesucristo el lugar que él mismo le asignaba sin asegurarse un mínimo de poder reconocido y garantizado jurídi-
en la sociedad humana, dándole forma y constitución de sociedad y, camente. Parece ser que el mundo moderno, tal como es, no puede
en virtud de su fin, perfecta y suprema en su propio orden; constitu- constituir el habitat normal en donde la Iglesia pueda vivir y desarrollar
yéndola depositaría e intérprete de su pensamiento divino, y por eso su misión, pero que todo lo que él tiene de autónomo y de extraño a
mismo maestra y guía de todas las demás sociedades87». En el año la Iglesia tiene que ser combatido como una sustración, impuesta a la
1925 el papa instituyó la fiesta de Cristo rey, como una llamada a la Iglesia, de su autoridad y de su poder.
unión de todas las fuerzas de la Iglesia para combatir contra el laicismo, El modelo de una Iglesia en lucha «contra las naciones», es decir
«la peste de nuestra época88». En aquella ocasión, en un imponente contra ciertas ideologías, sistemas de vida o sistemas políticos, formas
congreso organizado por la Universidad católica de Milán, se lanzó de pensamiento, etc., sigue siendo todavía hoy el alma de un catoli-
un movimiento de empuje con una explícita inspiración medieval: «Un cismo que se complace en definirse como militante, con fuertes tintes
grito de retorno a la edad media podría salir hoy de este congreso de integristas, que necesita para sobrevivir tener enemigos contra los que
católicos italianos, el retorno a la concepción sublime y elevada que combatir. Respecto a este modelo de autoconciencia eclesial, Juan
la edad media tuvo de la Iglesia de Cristo, de su grandeza, de su XXIII marcó un giro decisivo cuando señaló las tareas del concilio
autoridad, de su función social89». Se trata de una autoridad por la Vaticano II en el famoso discurso de inauguración de la magna asam-
que «sobre todos los hombres, si no en acto de potencia, si no de blea episcopal: «En el diario ejercicio de nuestro ministerio pastoral
hecho de derecho, la cabeza invisible de la Iglesia extiende por medio llegan a veces a nuestros oídos, hiriéndolos, ciertas insinuaciones de
de la cabeza visible su soberanía... sobre la familia, sobre los estados, almas que, aunque con celo ardiente, carecen del sentido de la dis-
creción y de la mesura. Tales son quienes en los tiempos modernos
no ven otra cosa que prevaricación y ruina... Nos parece necesario
86. Gregorio XVI, Mirari vos: DS 2.730. decir que disentimos de esos profetas de calamidades». Y luego, des-
87. Pío XI, Ubi arcano, en Colección de encíclicas y cartas pontificias, Madrid,
1948, 999. 90. O. Mazzella, La divina regalitá nella teología, ibid., 54.
88. Pío XI, Quas primas, citado en la nota 27. 9 1 . Frente a los 37 concordatos de toda la historia anterior, son 44 los iinu'oidulos
89. A. Garagnani, II laicismo, en Universita inltolica del S. Coure, La regalitá que se estipularon en el siglo XIX y 44 en la primera mitad del siglo XX. el (I
di Cristo. I Congresso nazionale della regalitá di Cristo, Vita c pensiero, Milano 1926, Martina, o. c, 35.
128 s. 92. A. De Gasperi, Lettere sul concordato, Morcelliuna. Krcsi-ia l')7l), 6V
Modelos históricos 111
110 Revisión histórica

dicho pueblo, como entidad histórica, una demanda y oferta de sal-


pues de haber declarado que la Iglesia con el concilio no quería com- vación real y permanente, históricamente inmediata para todos sus
prometerse en la condena de errores, sino «remediar a los necesitados, miembros96». De esta forma Rahner, con otros muchos autores, postula
mostrándoles la validez de su doctrina sagrada más que condenán- una identificación precisa del concepto de misión, que la distinga
dolos», el papa comprometía a la Iglesia a extender por todas partes claramente de lo que es la actividad normal y cotidiana de la Iglesia
«la amplitud de la caridad cristiana, que más que ninguna otra cosa y que le evite a la Iglesia «el peligro de que la misión dentro de un
contribuye a extirpar las semillas de la discordia y, con mayor eficacia pueblo cristiano o de un pueblo que en otra ocasión era totalmente
que cualquier otro medio, fomenta la concordia, la paz justa y la unión cristiano se conciba ya como el cumplimiento del verdadero y auténtico
fraternal de todos93». deber misionero97».
Si excluimos el discurso neotestamenterio, en el que la misión ad
gentes se definía esencialmente en relación con la superación cristiana
5. La misión «ad gentes» del exclusivismo judío, y la expansión cristiana durante los siglos de
persecución, que fue obra de un activismo espontáneo de los creyentes
en los diversos países y en distintos ambientes, la primera misión
El término misión en el lenguaje eclesiástico contemporáneo ha propia y verdadera, cuidadosamente programada, fue la del monje
quedado absorbido por completo dentro de un único modelo de misión, Agustín, enviado por el papa Gregorio en el 596 a evangelizar a los
el de «las misiones extranjeras» como se dice habitual mente, o sen- anglos. Esta misión, como las demás que consiguieron la cristiani-
cillamente el de las «misiones». K. Rahner explica qué es lo que en zación de los pueblos «bárbaros», buscaba en primer lugar la con-
el lenguaje común se entiende con el término «misiones», diciendo versión de los reyes y de los dirigentes. De allí se derivaba la con-
que la misión extranjera consiste en «fundar, desarrollar y hacer in- versión en masa de los pueblos98. Los puntos de partida de la misión
dependiente a la Iglesia en un pueblo, cuyo origen histórico y cuya fueron Roma y Constantinopla. Con ella se mezcló a finales del siglo
situación presente no está aún condeterminada de forma destacada por VIII la obra de conquista de Carlomagno y su campaña contra los
el cristianismo94». Insiste, por consiguiente, en el carácter de esta sajones. L.a conversión de las poblaciones derrotadas formaba parte
actividad de la Iglesia, que va dirigida no ya solamente a los individuos de los términos de paz: un precio que pagar para poder pasar bajo la
sino a los pueblos en cuanto tales. «Ad gentes» no es simplemente un protección del emperador99. Así, en cierto sentido, ya antes de la
residuo lingüístico del contexto neotestamentario en que la misión violenta confrontación del cristianismo con el Islam, la misión ad
dirigida a todas las naciones representaba un gran giro respecto al gentes se mezcló trágicamente con la misión contra gentes.
exclusivismo judío. Es que el encuentro del evangelio con la identidad Desde el siglo XI en adelante es la cruzada lo que ocupa el espacio
de un pueblo crea realmente uri nuevo pueblo cristiano, nuevo y ori- de las iniciativas de la Iglesia frente al mundo no cristiano. Pero durante
ginal respecto al viejo pueblo cristiano95. En este conjunto de consi- la quinta cruzada hay tres personajes interesantes que atestiguan la
deraciones la misión se presenta evidentemente como una tarea pro- presencia de un modelo de misión ad gentes, al que no renuncia ea
visional de la Iglesia. En efecto, la misión se considera como concluida realidad la Iglesia. Son Jacques de Vitry, Olivier de Cologne y San
cuando «la Iglesia en su jerarquía y en su sacerdocio se ha hecho Francisco. Con el deseo de convertir a los musulmanes va unida la
realmente indígena y ha adquirido en ese pueblo, con sus instituciones tensión hacia la unión con las diversas iglesias separadas que se van
y con su importancia social, una presencia de tipo autónomo e inde- descubriendo entre los sarracenos, griegos, búlgaros, cómanos, geor-
pendiente de las iglesias antiguas de tal categoría que constituye en gianos, jacobitas, nestorianos, ármenos, maronitas, caldeos, etíopes,
sirios, rusos, íberos del Cáucaso, alanos de la estepa de Manytch,
zicos del Cuban, cazaros de Crimea, indios, nubianos...100. Además
93. Juan XXIII, Discurso de apertura del Concilio Vaticinio 11, en Concilio
Vaticano II, Constituciones. Decretos. Declaraciones, lúlitorinl Católica, Madrid
6
1968, 1029-1036; las citas están en p. 1031 y 1034. 96. Ibid., 57.
97. Ibid., 59 s.
94. K. Rahner, Principi fondamentali della odiernti missione de lia chiesa, en La
98. S. Neill, A history of Christian Missions, o. c, 67 s.
chiesa nella situazione d'oggi, Herder Morcelliana, Roma Hii'scia 1969, 47-49. La cita
está en p. 55. La edición original, Grundprinzipien zur licittiyen Mission, en F.X. 99. Ibid., 79.
Arnold-K. Rahner, Handbuch der Pastoraltheologie 11/2, o. <•. 100. J. Richard., La papauté et les missions d'Orient au moyen age (XIII-X1V
siécles), Ecole Francaise de Rome, Roma 1977, 65.
95. Ibid., 79.
112 Revisión histórica Modelos históricos 113

de la contemporaneidad de la misión con la cruzada, es interesante El golpe de gracia al antiguo modelo de la misión realizada vino
observar la presencia de una cierta dialéctica entre las dos actitudes. del gran acontecimiento de la conquista de América. En efecto, este
Guillermo de Trípoli en su De statu saracenorum exaltaba las ventajas hecho marcó un verdadero y nuevo comienzo en la obra de la evan-
de la predicación y sostiene que bautizó a más de mil sarracenos, sin gelización. La misión en América lleva además consigo, como un
apelar para nada a las armas ni recurrir a las disputas filosóficas101. elemento constitutivo, el empeño de un trasplante de la societas
¿Y cómo no recordar al gran Raimundo Lulio que fundó, durante las christiana al nuevo mundo106. Las conversiones se realizan en masa:
cruzadas, un colegio en la isla de Mallorca para la preparación de un misionero de México en una carta del 27 de junio de 1529 cuenta
misioneros franciscanos entre los árabes y obtuvo del concilio de que ha bautizado juntamente con un hermano a 200.000 personas, ¡a
Vienne (1321) un decreto que instituía en las universidades cátedras veces hasta 14.000 personas por día!107 Pero a este crecimiento nu-
de griego, árabe, hebreo y siriaco para hacer posible el contacto con mérico de fieles no corresponde el desarrollo de una Iglesia local
los pueblos de oriente?102. Es verdad que Francisco de Asís y sus auténtica: en un concilio de México en 1555 se prohibía incluso ex-
hermanos fueron impulsados a ir a los sarracenos por el deseo místico plícitamente la ordenación de personas de raza «mora», intentando
del martirio y que el mismo Francisco justificó las cruzadas frente al excluir de la nueva jerarquía tanto a los indios como a los mestizos
sultán que señalaba la incoherencia de la guerra suscitada contra él de cualquier tipo108.
por los que creían en el evangelio del perdón, diciendo que el evangelio Los últimos años del siglo XIX conocieron la máxima expansión
recomienda sacarse el ojo que se escandaliza y obliga, por consiguien- y la máxima organización de la actividad misionera. La primera Con-
te, a «abandonar, arrancar y casi desarraigar de entre nosotros» a los ferencia misionera mundial de Edimburgo (1910) estuvo dominada, a
hombres que pretendieran alejarnos de la fe103. Así es como empieza pesar de algunas voces críticas, por la idea de que en una generación
a manifestarse esa vinculacjón, que a continuación será cada vez más se habría realizado ya la evangelización de todo el mundo109. El modelo
frecuente, entre el celo por la conversión de los infieles y el deseo de de la misión ad gentes que entonces dominaba, a diferencia del an-
dar la vida por Cristo. Pero el elemento más interesante de esta singular terior, contiene ahora la idea de que no se trata de enviar sacerdotes
experiencia misionera de la época de las cruzadas es la convicción y obispos a los países lejanos, para trasplantar allí simplemente una
patente de que el «enemigo» de la nación cristiana es en realidad un jerarquía eclesiástica tal como la que ya existe entre nosotros, sino
hombre capaz de conversión. Ya hemos encontrado en contraposición que es necesario estimular el desarrollo de iglesias locales dotadas de
la eficacia de la predicación respecto a la de las armas en el citado una jerarquía propia procedente de sus mismos pueblos. En 1893 León
Guillermo de Trípoli y en toda la obra de Raimundo Lulio. Pero los XIII escribía: «El progreso misionero seguirá siendo incierto hasta que
dos tuvieron además un precedente en el praedicando magis quam no haya un clero compuesto de indígenas capaces no sólo de ayudar
a los misioneros, sino también de administrar convenientemente por
proeliando de Joaquín de Fiore104 y una continuación que llega hasta
sí solos los intereses de la religión en su propio país110». Sin embargo,
el De mittendo gladio spiritus in saracenos de Juan de Segovia en
las indicaciones papales parece ser que eran fuertemente anticipadoras
pleno renacimiento105.
respecto a la mentalidad dominante, ya que en 1919 Benedicto XV
tuvo que hablar del nacionalismo de los misioneros como de «una de
101. Ibid., 42. las plagas más tristes del apostolado» y señalar en la «preocupación
102. K. Bihlmeyer-H. Tuechle, o. c, 312 s.; S. Ncill. o. c. 134-137.
103. El relato del diálogo de San Francisco con el sullíín lúe publicado por G.
por extender la influencia de la propia patria terrena», que a veces
Golubovich, Biblioteca bibliográfica della Terra Santa e dcll'Oricnte cristiano I. Qua- acompañaba a la obra misionera, la causa responsable de las sospechas
racchi 1906, 36 s. Hay además una interesante relación del inurlirin de cuatro francis- de los indígenas y de la difusión entre ellos de la idea de que el
canos, en 1391, en Jerusalén, que mostraron claramcnle su voluntad de provocar el cristianismo era la religión de algunas naciones y de que hacerse
martirio. Definen a Mahoma como «un lujurioso, homicida, goloso y ladrón» y califican
a la ley coránica como «absolutamente malvada». 1.a relación está publicada en los
Archives de ¡'Oriente latin I, París 1881, 540 s. Los dos doiiuncnlos en F. Cardini, II 106 J. Miterhofer, Thema Mission, Herder, Wíen 1974, 65.
movimento crociato, Sansoni, Firenze 1972. 99-104. 107. S. Neill, o. c, 169.
104. G. da Fiore, Expositio in Apoculypsim, Veneliis 1527, 164 d., citado en 108 Ibid,, 175.
H. Mottu, La manifestazione dello Spirilo sccontlo (iioncchino tía Fiore, Marietti, 109 Ibid., 393-395.
Torino 1983, 13. 110. León XIII, Ad extremas, citado por S. Tramontin, (In secólo di slorlu ilrlln
105. Cf. T. Amann, Juan de Ségovie. en D'I'C VIII. I'nris 1924, 816-819. chiesa. Da Leone XIII al Concilio Vaticano II, II, Studium. Roma 1980, 13».
114 Revisión histórica Modelos históricos 115

cristianos equivalía a sujetarse a la dependencia de un estado Las cosas comenzaron a cambiar a finales del sjglo XIX, qfln ej
extranjero111. movimiento americano del social gospel. Gracias a este movimiento
Las misiones protestantes, ciertamente, habían nacido a comienzos misionero la predicación evangélica emprendió una «lucha incajaate
del siglo XVIII en los círculos pietistas, bajo la sospecha de la orto- contra toda institución injusía, mientras la tierra no se convierta en
doxia de las iglesias estatales, y habían emprendido un trabajo dirigido una tierra nueva y todas sus ciudades no sean ciudades de Dios117».
a la conversión individual de los paganos, con una clara distinción de Bajo la influencia de este movimiento, por ejemplo, la misión de la
los intereses nacionales y con la intención de fundar en los nuevos India, que hasta entonces se había dirigido sobre todo a los brahmanes,
países nuevas iglesias con sus propios ministros"2. Los colonizadores con la idea de que las castas inferiores les habrían seguido en la
fueron conscientes del riesgo que las misiones representaban para ellos. conversión, comienza a abrirse a los gravísimos problemas de la so-
Ya a comienzos del siglo XVII Hasting, el primer gobernador de ciedad india y a orientarse directamente hacia los más pobres"8. Na-
las Indias orientales británicas, escribía: «Es más peligroso predicar turalmente, esta evolución del modelo de la misión ad gentes lleva
el evangelio a los paganos que disparar sobre un polvorín». Y tres consigo nuevos problemas que habrán de caracterizar a toda nuestra
siglos más tarde los misioneros protestantes de París tuvieron que época, especialmente los de la secularización de la misión y los de la
oír al gobernador de Madagascar que les decía: «Nosotros queremos relación que se da en ella entre la propia y verdadera predicación y
mano de obra; vosotros construís hombres113». Pero de esta con- el compromiso por la liberación del hombre de la injusticia. El fe-
ciencia nació un movimiento de extrañas alianzas, en el que los nómeno de la secularización de la misión tiene además, en el ámbito
gobiernos liberales-burgueses de Europa se muestran interesados en protestante, una expresión singular en la ideología de la Volkskirche1'9,
proteger a las misiones, haciéndose aliados de los misioneros, de de la que ya hemos hablado. En este movimiento, la cristianización
manera que la situación de convergencia entre la política de la de los pueblos adquiere especiales caracteres derivados del romanti-
España católica y de Portugal en la conquista de América con la cismo alemán, con la tendencia a querer descubrir signos del espíritu
Iglesia y su obra de evangelización se reproduce en el siglo XIX, y de lo absurdo en todas las tradiciones populares, en todas las culturas
a pesar de las muchas tensiones existentes entre la Iglesia y los con sus expresiones sociales, éticas y políticas. Semejante mentalidad,
estados europeos. El primer ministro francés Gambetta, a propósito ciertamente, llevaba consigo un debilitamiento de la predicación evan-
de la política de su gobierno anticlerical respecto a la cuestión gélica y de la convicción de que el evangelio es de verdad una buena
romana, acostumbraba decir: «El anticlerícalismo no es mercancía noticia, nueva y original120. Fue precisamente esta situación particular
de exportación114», y esta frase suya fue ampliamente aplicada igual- que se estaba creando en la conciencia de la Iglesia en relación con
mente en lo que se refería a las relaciones entre la colonización y el significado profundo de su obra misionera entre los pueblos lo que
la evangelización. Por eso mismo el gobierno italiano con ocasión provocó la reacción y el despertar de la reflexión teológica, que hasta
de la guerra de Libia no tuvo más que enviar a África, con sus entonces había tenido en cuenta este tema en muy raras ocasiones. La
tropas, a unos cuantos capellanes militares para conseguir inme- reacción de K. Barth contra la gran oleada de la teología liberal afectó
diatamente el juicio benévolo de la «Civiltá Cattolica»" 5 sobre la también, por consiguiente, a la misión; hizo época su conferencia de
guerra. Esta alianza, naturalmente, frenaba la construcción de igle- 1932, en la que admitía que la teología dialéctica suponía un freno
sias locales autónomas y favorecía una concepción y una.ftfaxis de respecto al celo misionero que se había difundido, pero que se mostraba
la misión fuertemente espiritualista e individualista"".
comercio como un arma contra la esclavitud y un instrumento de liberación y desarrollo
111. Benedicto XV, Máximum illud; citado ibid., 139. de los pueblos. Cf. S. Spinsanti, Sviluppi della teología delle missioni nel pensiero
112. A. Roux, Le missioni protestanti, en H. Ch. I'uecli. Slnrin ilelle religioni protestante postbarthiano, en Coscienza e missione. o. c, 353-376.
III, Laterza, Bari 1977, 451. 117. C H . Hopkins, The Rise of the Social Gospel in American pwtesumtism,
113. Ibid., 450. New Haven 1940, 109. Cf. también R.T. Handy, The Social Gospel in America 1X70-
114. G. De Rosa, Storia del movimento cattolico— o. c, 246. 1920, New York 1966.
115. Ibid., 542. 118. A. Karokaran, Evangelisation and diakonia: a study in the Indina l'i-rs-
116. No han faltado intentos de transformar la ¡nstriimentalización política de pective, Dharmaran, Bangalore 1978, 61-62.
las misiones en un feliz equilibrio entre el desarrollo, que de todas formas habría podido 119. J. Ch. Hoekendijk, Kirche und Volk in der dciilschen Missionxwissrmcliiift,
producir la colonización y la riqueza espiritual del evangelio. Véase el caso de Li- München 1967.
vingstone con sus tres C (cristianismo, civilización, comercio), que consideraba el libre 120. S. Spinsanti, o. c, 356 s.
116 Revisión histórica Modelos históricos ¡17

escasamente consciente de que la misión -como dirá él mismo más este planteamiento era positivo y liberador en muchos aspectos, pero
tarde- no tiene más finalidad que la de mostrar a los paganos que tenía que pagar un precio elevado a una eclesiología ocupada todavía
«todo lo que tenía que acontecer para la salvación de todos, incluso exclusivamente en la cuestión de las estructuras y de la definición de
de aquellos hombres sujetos a una falsa fe cualquiera en cualquier la Iglesia como sociedad, en donde era muy escaso el sentido del
falsa divinidad, ha acontecido ya, puesto que también por esos paganos misterio y de los significados escondidos de los signos de salvación.
murió y resucitó Jesucristo121». Se comprende que resultara fácil entonces llegar a la conclusión de
El modelo de la misión ad gentes, además de tener una gran que, al ser el objetivo de la misión fundar por todas partes la Iglesia,
tradición histórica, goza igualmente de una vasta y compleja elabo- la misión constituía una obra «que habría de realizarse en un tiempo
ración teológica. En torno al mismo se ha centrado una masa tan relativamente breve126».
enorme de estudios y de investigaciones que ha dado incluso vida, De esta forma el modelo de la misión ad gentes, parece estar en
como hemos visto, a facultades universitarias específicas. En el campo correspondencia con una conciencia de la misión sentida como una
católico la interpretación teológica de la misión ha pasado en este siglo responsabilidad y un compromiso que tiene ciertamente una enorme
de la prevalencia de las tesis de la escuela de Münster122, según las importancia, pero que por su propia naturaleza es Djojvisional. La
cuales la misión consiste esencialmente en la predicación para la con- societas christiana medieval lo habría practicado muy poco, ya que
versión del mundo no cristiano y para la salvación de las almas, a la no veía su necesidad, dada la cristianización que se había alcanzado
gran difusión y la afirmación generalizada de las tesis de P. Charles'23, en todo el mundo conocido. Habría vuelto a aparecer en los horizontes
de la escuela de Lovaina, según el cual el objetivo de la misión no es de la conciencia eclesial con el descubrimiento del nuevo mundo.
la conversión de los individuos en cuanto tal, sino la constitución de Habría vuelto a presentarse con urgente exigencia durante la gran
la estructura eclesiástica en todos los pueblos. De esta forma la escuela expansión colonial del siglo XIX y con la exploración definitiva de
de Lovaina liberaba de las estrecheces del individualismo ahistórico todo el planeta. En el giro de algún que otro siglo, según el P.
Charles127, debería concluirse definitivamente. Desde el punto de vista
el tema de la salvación cristiana, abriéndolo a su dimensión eclesio-
eclesiológico se deriva de aquí la posibilidad de una eclesiología pri-
lógica, aunque fuera con unos instrumentos inadecuados. La fórmula
vada de su capítulo sobre la misión, tal como se verificó puntualmente
de la plantatio ecclesiae, según Loffeld124, no debería significar un
en todos los manuales de eclesiología.
empobrecimiento del gran tema de la conversión de los no creyentes
y de la salvación de las almas, sino un enriquecimiento del mismo,
manifestado precisamente en el empeño de ofrecer a todos una Iglesia
en la que encontrar el lugar y el cumplimiento del propio camino de 6. La misión histórico-salvífica
salvación. Realmente, atribuir á la misión un objetivo en cierto sentido
más modesto significaba igualmente colocarla dentro del espacio in-
finito de la voluntad salvífica universal del Padre, es decir, en una Todo el modelo de la misión ad gentes, con mayor o menor
perspectiva más amplia de esperanza universal125. Por consiguiente, intensidad, presupone una concepción de la sociedad y de los pue-
blos en la que es determinante el factor religioso. El planteamiento
121. Ibid., 358-363.
del concepto de misión, tal como lo hemos visto en K. Rahner,
122. El representante más conocido es J. Schmidlin, el'. I'.infülmmg i» die Mis- presupone que es posible hablar con cierta naturalidad de pueblos
sionwissenschaft, Münster 2 1923. «condeterminados de manera destacada por el cristianismo» y de
123. P. Charles, Les dossiers de Vaction missionaire. Manuel de missiologie, pueblos condeterminados de manera destacada por otras religiones.
L'Aucam-Universelle, Louvain-Bruxelles 1938; Id., lúmles missiolo^iques, Bruges
1956.
124. E. Loffeld, Le probleme cardinal de la missiologie el des missions catho- Missionaire du Clergé de France, (janvier 1933) 5-25; Id., Nécessité de.i missions c\
liques, Rhenen 1956. parte infidelium; ibid. (octobre 1933) 19-35; P. Huguény, Le scandal edifican! d'tiite
125. En el período en que se divulgaban las tesis do Lovaina se abría también exposition missionaire: Revue Thomiste 38 (1933) 217-242. 535-567; H. de Miluit',
un amplio debate sobre el problema de la salvación de los infieles. Cf. S. Harent, Le fondament théologique des missions. Paris 2 1946; R. Lombardi, La xrilvezzo di i hl
Infideles (Salut des), en DTC VIL París 1923. IH(>5-IX94; L. l'apéran, Le probleme non hafede, Roma 1945.
du salut des infideles. Essai théologique, Toiiloiise 1934; A. (¡lorieux, De la nécessité 126. D. Catarzi, Teología delle missioni estere, ISME, Parmu I95K. 334,
des missions ou du probleme du salut des infideles: Siippleiiicnl a la Revue de l'Union 127. Ibid.
118 Revisión histórica Modelos históricos 119

No se plantea la hipótesis de que, en lugar de los pueblos, puedan eclesiología131 y Hockendijk lanzará su axioma de que la misión es
ser las capas sociales dentro de un mismo pueblo las que tengan la misma raison d'étre de la Iglesia132.
que distinguirse de esta manera. Ni se piensa tampoco en una so- Se va desarrollando así poco a poco otro modelo de misión. Re-
ciedad fuertemente secularizadora, en donde la Iglesia, aunque lleve cuperando la idea móhleriana de la Iglesia como continuación de la
ya mucho tiempo plantata en ella y se muestre vivamente activa encarnación, no se puede pensar en la misión como en un compromiso
respecto a la misma, no resulte ni mucho menos «condeterminante histórica y geográficamente circunscrito; la misión de la Iglesia es
de manera destacada» para la vida social y el rostro de aquel pueblo. simplemente la misma misión de Cristo que se prolonga en la historia.
El modelo de la misión ad gentes parece que no puede decir nada La teología del laicado de Congar veía como protagonistas de la misión
a propósito de la tarea de la Iglesia frente a la historia, de su caminar no sólo a los sacerdotes y religiosos, sino a todos los cristianos,
y de sus conflictos, a no ser en términos de hacer cristiano a un vinculando de este modo la misión no ya al orden sagrado o a la missio
pueblo no cristiano. canónica, sino al bautismo y a la confirmación. Esto lleva consigo
Mientras que el modelo de la misión ad gentes dominaba todo desenganchar este tema del presupuesto de la societas christiana, for-
discurso sobre la misión, llegando incluso hasta la negativa muy di- mada o por formar, en donde el influjo de la Iglesia sobre el pueblo
fundida de aplicar el término «misión» a la actividad pastoral normal pasa a través de la armonía del poder sagrado con el poder civil. La
de la Iglesia, salió en 1943 la obratFrance, pays de missiau? de H. verdadera situación de la Iglesia frente al mundo es la del servicip,
Godin e Y. Daniel. Este libro no abandonaba la idea de que «misión» no la del poder, y la Iglesia tiene una responsabilidad -más que una
era la actividad de aquellos que van «adonde no hay nada todavía..., autoridad- frente a la sociedad civil133. A través de los fieles que viven
en el mundo, para Congar, la misión es dentro del mundo la animación
para establecer allí la Iglesia de Cristo», pero se preguntaba si ese
cristiana de la historia para moverla hacia la integridad y la unidad134.
«allí» era solamente Asia y África, o también la misma Francia en
De esta manera la misión no puede estar determinada únicamente por
algunos de sus ambientes, los ambientes obreros sobre todo, descris-
el dinamismo interno de la Iglesia, sino también por el dinamismo
tianizados hasta tal punto que requerían una propia y verdadera acción propio de la historia y del mundo. También los temas de la pobreza,
misional128. El interrogante sobre la cristianidad de Francia ponía en de las solidaridades políticas, de las relaciones de la Iglesia con los
discusión el presupuesto de aquella geografía teológica que dividía el poderes del mundo, de la liberación del hombre, saltan al primer plano.
mundo en «países católicos» y «países de misión». Con esto, escribía La experiencia «misionera» de los sacerdotes obreros produce una
Chenu, al definir de nuevo la misión se ponía en cuestión a la misma especie de desgarramiento dentro del entramado mismo de la Iglesia,
Iglesia'29. En efecto, si era preciso partir en misión hacia la clase que se siente sacudida en su interior por el mismo conflicto que divide
obrera y el mundo de los pobres, no podía menos de plantearse el a la sociedad135. Así crece una conciencia eclesial que se carga de
problema de cuál era el terreno en donde se sentía plantata la Iglesia. responsabilidad respecto a la situación global de la sociedad en que
De esta forma el modesto opúsculo de Godin y Daniel obtenía dos vive la Iglesia.
efectos desconcertantes: el de introducir en la problemática de la
misión la cuestión de la conflictividad social y de la posición política El discurso vuelve a apoyarse en una de las categorías bíblicas
de la Iglesia y el de hacer de la misión no ya una tarea accidental fundamentales, la de la historia de la salvación y la del destino \k
que hubiera de desarrollarse tan sólo en la hipótesis de un nuevo toda la historia humana al Reino, que provoca la meditación sobre las
país no cristiano, sino un dinamismo que la acompaña siempre, en relaciones que todas las situaciones humanas tienen con el reino tic
cualquier ambiente, poniéndola en crisis y provocándola desde Dios. Ya hemos visto cómo, frente a una misión ad gentes que corría
dentro130. P. Lefébvre sostuvo explícitamente que la teología mi-
sional debería simplemente volver a coincidir con una buena 131. P. Lefébvre, La théologie missionaire de G. Warneck: Neue Zeitschiill lili
Missionswissenschaft 11 (1955) 15-29.
132. Cf. H.J. Marguil, Théologie der missionarischen Verkündigimg. /•.VIIIIV
128. M . J . Le Guillou, La misión como tema eclesiológico: Concilium 13 (1966) lisation ais oekumenisches Problem, Stuttgart 1959, 107.
406-450. 133. Y. Congar, Jalones para una teología del laicado, Estela, Bandolín l'Jtil
129. VI.D. Chenu, Les dépassements de l'église d'aprés les lecons de l'histoire, 118 ss.
en Lettres aux communautés de la Mission de Frunce, octobre 1950, 2 s. 134. lbid., 136 ss.
130. S o b r e este tema cf. el artículo ya citado de M.J. Le Guillou. 135. M.D. Chenu, El evangelio en el tiempo, Estela, Barcelona l'lhd
120 Revisión histórica Modelos históricos 121

el riesgo, sobre todo en los ambientes protestantes, de endurecerse en Newbigin explica así esta afirmación de la Conferencia misionera de
un ideal de «civilización de los pueblos» o de empobrecerse en un Ghana: «No tenemos que vérnoslas con una empresa elegida y pro-
«evangelio social» privado de toda carga escatológica, K. Barth pro- gramada por nosotros, sino que estamos invitados a participar de una
clamaba que sólo la esperanza del Reino, fruto de un acto creador de acción de Dios, que es el significado específico de la creación
Dios, puede salvar a la Iglesia del riesgo de la mundanización. La misma137». Pero, si esto es así, la naturaleza de la Iglesia queda to-
misión es el acontecimiento del Reino entre el «ya» y el «todavía no». talmente afectada por la misión con todos sus condicionamientos his-
La teología dialéctica pondrá el acento sobre todo en el «todavía no». tóricos: «La Iglesia no es tanto una institución como una expedición
Y también una escatología de carácter más existencial, como la del en nombre de Cristo hasta los últimos confines de la tierra138».
ambiente bultmanniano, con su fuerte personalización del aconteci- Este modelo de misión, que llamaremos «misión histórico-salví-
miento salvífico, tiende a dejar en la sombra el problema de la presencia
de la Iglesia en la historia. Pero las virtualidades subyacentes en la fica», es el que anima y sostiene el desarrollo del activismo laical en
recuperación de la escatología bíblica y en la propuesta de la idea del lalglesia. El despertar del laicado y la asunción por parte de los laicos
Reino como elemento catalizador de la autoconciencia eclesial se ma- de sus responsabilidades históricas en relación con la misión de la
nifiestan con todo su vigor. O. Cullmann en el campo protestante y Iglesia se llevó a cabo ante todo, al menos en Italia, en relación con
J. Daniélou en el católico piensan en una integración profunda entre la cuestión romana: se trataba de «defender los derechos de Dios y de
la historia y la historia de la salvación, por lo que la historia política la Iglesia139». Toda la actividad de la Obra de los congresos estuvo
se convierte también en historia de la salvación y el anuncio del determinada por la voluntad de asumir un papel propio en la vida
evangelio es una realidad que lleva a su cumplimiento e impregna de social italiana, dentro de los límites del non expedit, a fin de re-
sí misma toda la historia del mundo. La integración entre historia e construir para la Iglesia aquella posición de derecho en la sociedad,
historia de la salvación lleva consigo la exigencia de la cristianización de la que la había apartado violentamente el laicismo. Pero ya en
de las culturas y de la encarnación del cristianismo en diversas formas 1905 Luigi Sturzo, al fundar el Partido popular, en su famoso dis-
culturales. La escatología entendida de este modo no permite ninguna curso de Caltagirone concebía a la Iglesia en la sociedad «como
forma de dualismo entre salvación e historia y al mismo tiempo no virtud vivificante, no como pretendiente política; como fuerza uni-
ofrece ningún proyecto determinado y fijo para el futuro. El Consejo ficadora, no como energía que dispersa; razón jurídica de otras
internacional de misiones de 1952 (Willingen) y la segunda Asamblea garantías que no sean un poder civil o una defensa militar o una
del consejo ecuménico de las iglesias de 1954 (Evanston) se compro- vigilancia de esbirros que hagan la ronda al Vaticano140». Y Sturzo
metieron a la superación del espiritualismo individualista de la «misión fundaba un partido de católicos, no para arrastrar el problema re-
pietista», pero también de aquel eclesiocentrismo que se escondía tanto ligioso, sino el problema nacional, en el que él veía incluido el
en las concepciones filantrópicas como en las apocalípticas de la mi- problema religioso. Intentaba que los católicos «se codearan con
sión. La idea dominante del Reino no puede restringirse excesiva- los demás partidos en la vida nacional, no como únicos depositarios
mente. La misión es ante todo actio Dei y tiene por objeto la paz de la religión o como armada permanente de las autoridades reli-
mesiánica que abraza todas las cosas. La Iglesia tiene en el mundo
una función profética respecto al Reino. Pero la paz mesiánica afecta giosas en plan de guerra141». Sturzo tampoco quiso nunca que su
al mundo entero y a toda su historia. Por eso la misión, de la Iglesia partido ostentase el nombre de «católico». No que se le hubiera
está atenta a escuchar las peticiones del mundo: «El mundo fija el ocurrido siquiera la idea de una Iglesia entregada a cosas religiosas
orden del día», será un axioma expresivo de este planteamiento del hasta el punto de no tener ninguna responsabilidad política. Lo cierto
discurso. En el ámbito ecuménico, a través de la unificación del Con-
sejo internacional de las misiones con el Consejo ecuménico de las 137. L. Newbigin, La chiesa missionaria nel mondo moderno, Edizioni Paoline,
iglesias (Nueva Delhi, 1961), la actividad misionera, que hasta en- Roma 1968, 125.
138. Ibid., 11.
tonces había sido entre los protestantes fruto de iniciativas privadas 139. Escribe G. De Rosa-. «La organización católica en Italia después de la unidad
de varias sociedades misioneras, entra con pleno derecho en la acti- surge inevitablemente como organización de protesta»: Storia del movinicnio aiiinlicu,
vidad de la Iglesia136. «La misión no es nuestra, sino de Dios»; L. o. c, 103.
140. L. Sturzo, I problemi della vita nazionale dei cattolici itaiitini (Discurso i!¡
Castalgirone, 24 o 29 dicembre 1905), en Gli atti dei congressi del l'wtito /'o/io/ri/c
136. L. Rütti, Zur Theologie der Mission. Kritische Analysen und neue Orien- Italiano, Morcelliana, Brescia 1969, 20.
tierungen, Kaiser-Grünewald, München-Mainz 1972, 64-80. 141. Ibid., 10-11.
122 Revisión histórica Modelos históricos 123

es que escribía en 1939: «La idea de una especie de Iglesia fuera con una mayor incisión y riqueza de matices: considera primero la
de la política, es decir, separada de la vida vivida, de sus luchas, misión desde el punto de vista de su objeto o de su finalidad y entonces
de sus crisis, de sus desilusiones, de sus tragedias, no podría con- distingue en ella determinaciones diversas, según se trate propia y
cebirse históricamente ni realizarse espiritualmente... Es que la po- directamente de la salvación de las almas o bien, indirectamente, de
lítica está saturada de todos los valores éticos; por eso es a la política una cierta restauración de las realidades temporales. En segundo lugar,
(no a la técnica de la política, ni a los intereses terrenos que la considerando la misión desde el punto de vista del sujeto, descubre
política contiene, sino a la política tomada como una de las expre- en ella dos registros diferentes: el de una misión de tipo jurídico y
siones totalitarias de la vida social) a la que las iglesias tienen que jerárquico, dotada de poder sobre los instrumentos eclesiales de la
acercarse para afrontar, en el momento justo y con una visión es- gracia, que él llama missio ex ojficio, y la que llama missio ex Spiritu,
piritual, sus luchas titánicas142». Se piensa, por consiguiente, en que está confiada a la multiplicidad y riqueza de los carismas. De esta
una misión política de la Iglesia muy distinta de la medieval y manera estas cuatro líneas de la misión histórico-salvífica se mezclan
postridentina y bien integrada en la nueva sociedad democrática y entre sí y permiten el discernimiento, sin obligarnos nunca a definir
pluralista, de modo que la Iglesia no sea la antagonista del Estado, como no eclesial aquella línea de operación que es realmente
ni de los partidos políticos dentro del Estado, sino que viva dentro cristiana145. Pero toda esta riqueza de elaboración teológica sobre el
de la trama social asumiendo su problemática y fecundándola del tema atestigua la dificultad que siente la Iglesia para medirse con un
espíritu cristiano. modelo de misión que la obliga a asumir responsabilidades «munda-
J. Maritain piensa que es posible salvar a la Iglesia de la tentación nas», pero sin poder gozar ya del apoyo de una autoridad reconocida
integralista que la llevaría a la negación del estado democrático, bus- por el mundo. Y éste es sólo el aspecto histórico-político de una
cando su preminencia moral como razón jurídica y toma de poder, y problemática teológica más profunda, que hemos ilustrado ya al hablar
al mismo tiempo que es posible hacerla partícipe de la historia y de de los esquemas hermenéuticos con que se estudia el tema de la misión.
la vida política de los pueblos, insistiendo en la distinción entre je- Natural y sobrenatural, fin último y fin terreno, escatología e historia,
rarquía y laicos y entre sus funciones bien diversificadas. Les corres- reino de Dios y reino del hombre, carácter absoluto de la verdad y
pondería a los laicos la inmersión en la historia y la asunción de los contingencia de la historia, unidad de la fe y pluralidad de la expe-
compromisos políticos. Por el contrario, a la jerarquía le tocaría una riencia, autoridad de la Iglesia y libertad de los cristianos: todos estos
función religiosa y sobrenatural, que consistiría en la administración motivos problemáticos se concentran en nuestra cuestión.
de los sacramentos y en la predicación, así como en la proclamación Este modelo de la misión histórico-salvífica encuentra en la Gají-
de los grandes principios de la moral, en particular de la ética social dium et spes un punto de partida interesante para intentar superar sus
y política. Se distingue entonces, según una fórmula que se hará antinomias. «La actividad humana individual y colectiva, es decir, ese
famosa, entre la acción del cristiano que tiene que actuar siempre inmenso esfuerzo con que los hombres en el curso de los siglos intentan
«siendo cristiano», es decir, con fidelidad a su conciencia cristiana,
mejorar sus condiciones de vida, considerado en sí mismo, corresponde
y la acción del cristiano que actúa «en cuanto cristiano», es decir, en
a las intenciones de Dios» (GS 34). Esta afirmación puede parecer
nombre de la Iglesia y en el terreno de su misión específica143. K.
Rahner reproduce esta distinción en términos todavía más significa- banal. En realidad, esta tesis impide al concilio utilizar una fórmula
tivos; define christlich, es decir «cristiana», toda actividad propia del muy empleada en los ambientes del laicado católico, con la que se
creyente inmerso en la historia, o sea del laico, y kirchlich, es decir acostumbraba expresar las relaciones del cristiano con el mundo: am-
«eclesial», tan sólo la actuación del que representa para todos los secratio mundi. Si también el trabajo ordinario de cada día se define
efectos a la Iglesia en cuanto tal, o sea, al obrar de la jerarquía o del como una «aportación personal a la realización del plan providencial
que ha recibido de la jerarquía un mandato explítico para actuar en de Dios en la historia» (GS 34), y si es misión de la Iglesia reali/ai
nombre de la Iglesia144. Por su parte, Congar arrostra este problema el plan de Dios, no se puede sostener ya que la Iglesia, para cumplir
con su misión, tenga que consagrar esa actividad mundana que ya es
de suyo sagrada. De esta forma la Gaudium et spes recupera la se
142. L. Sturzo, Chiesa e stato II, Zanicelli, Bologna 1959, 243. cularidad del mundo para la acción de la Iglesia y le atribuye :\ la
143. J. Maritain, Humanisme integral, Paris 1947, 299.
144. K. Rahner, Grundstrukturen im heutigen Verhaltnis der Kirche zur Welt,
en F. Arnold-K. Rahner, Handbuch..., o. c, 203-267. 145. Y. Congar, o. c, 426-434.
Modelos históricos 125
124 Revisión histórica

fue el de la muerte de Dios146. Pero más allá del éxito efímero de la


Iglesia una misión que no tiene verdaderas soluciones de continuidad teología radical entró en la mentalidad posconciliar una nueva forma
con la actividad secular de los hombres: «La Iglesia que es al mismo de hacer teología, en donde se asume la factualidad del fenómeno
tiempo sociedad visible y comunidad espiritual camina junto con toda social como elemento determinante. Pues bien, para Metz, la misión
la humanidad y experimenta junto con el mundo la misma suerte de la Iglesia es francamente una misión política, ya que el hecho que
terrena, siendo como el fermento y como el alma de la sociedad se verificó en la época moderna de la hominización del mundo, es
humana, destinada a renovarse en Cristo y a transformarse en familia decir, de la adquisición por parte del hombre de la capacidad de
de Dios» (GS 40). De este modo, en su línea teórica fundamental, el transformar el mundo y no sólo de contemplarlo, pone en sus manos
concilio, reconociendo un valor propio y una capacidad original de un poder tan grande que al final él mismo corre el riesgo de verse
expresar el plan de Dios no sólo a las cosas terrenas, sino también a aplastado por él. En una palabra, cuanto más crece el dominio del
la vida social y a la actividad social del hombre (cf. GS 36), libera hombre sobre el mundo, tanto más crece el dominio del hombre sobre
también a la actividad política de la hipoteca del dominio eclesiástico el hombre. En nuestros días la sociedad no sólo se muestra injusta
y al propio tiempo la une a la globalidad de la misión eclesial, por la con el hombre, al no ser suficientemente solidaria del mismo en sus
cual la Iglesia «con cada uno de sus miembros y con toda su comunidad necesidades y al permitir que otros se apoderen, sin compartirlos con
entera cree que puede contribuir notablemente a hacer más humana la él, de los bienes del progreso y de los frutos de su trabajo, sino que
familia de los hombres y su historia» (GS 40). Puestas estas premisas, intenta servirse de él como de un instrumento, con virtiéndolo más bien
parece también extraño el carácter categórico con que se afirma a en objeto que en sujeto del dominio del mundo. Entonces, si el anuncio
continuación que «la misión propia que Cristo ha confiado a su Iglesia de la fe es anuncio del Reino, es decir, de un futuro para el hombre,
no es de orden político, económico y social; en efecto, el fin que le los cristianos en esta situación están obligados de hecho a dar razón
ha señalado es de orden religioso» (GS 42). En la mente de los padres de su propia esperanza por medio de una praxis política que defienda
conciliares subyace la preocupación de evitar el integrismo, que podría la libertad del nombre. La «reserva escatológica» que siempre tiene
transformar el puente que se había echado entre la actividad propia que presentar la Iglesia frente a cualquier proyecto humano que
de la Iglesia y la actividad social normal de los hombres en una pretenda ser definitivo, es en este punto un principio político de
intervención potencial de la Iglesia, con su maciza unidad y con su libertad. De esta manera la Iglesia no tendría solamente una misión
fuerza, en el palenque político para restaurar en él la posición ju- política, sino que encontraría en esta misión suya el fundamento de
rídica y política que había tenido la Iglesia en la sociedad medieval. su propia legitimación ante la historia. Efectivamente, el individuo
Esta preocupación parece evidente en el número 76 de la misma que cree no es en cuanto tal el sujeto adecuado de una lucha se-
constitución, en donde se reproduce la distinción maritainiana «entre mejante por la libertad, pero sí que lo es una institución que está
las acciones que los fieles, individualmente o en grupo, realizan en presente en la sociedad, como lo es la Iglesia147. Por otra parte si,
nombre propio, como ciudadanos, guiados por la conciencia cris- en la línea de la recuperación de la escatología y de la historia de
tiana, y las acciones que realizan en nombre de la Iglesia en co- la salvación, el sentido de la promesa caracteriza fundamentalmente
munión con sus pastores». Este mismo espíritu es el que anima la a toda la revelación, entonces no se podría comprender la misión
afirmación de que «a los laicos corresponden propiamente, aunque más que insertándola dentro del problema del futuro del hombre14".
no exclusivamente, los compromisos y las actividades temporales» Así, según Rütti, «la historia se convierte en el contexto o, mejor
(GS 43) y la defensa de su derecho al pluralismo en las opciones dicho, en el texto propio de la misión149». Por consiguiente, los
políticas (GS 43). criterios de la misión no podrían deducirse ya inmediatamente de
La preocupación del concilio, que provoca su asentamiento en las
posiciones maritainianas, se vio casi ignorada por completo en la época 146. La obra de J.A.R. Robinson, Honest to God (Sincero para con Dios, Ariel,
sucesiva, bajo la presión de abundantes afirmaciones de hecho. La Barcelona 21967), que divulga con gran éxito la teología radical americana, salió durante
el concilio, en 1963.
secularización de la sociedad y del mundo no se vio tanto bajo el 147. J.B. Metz, Teología del mundo, Sigúeme, Salamanca "1972.
aspecto especulativo que contempla sus relaciones con Dios, inde- 148. L. Rütti, o. c, 80-135. Véase además toda la literatura i|ue prospero cu
pendientemente de la asunción de las realidades terrenas dentro del torno a la Teología de la esperanza de J. Moltmann (Sígneme, Saluniaiini * I »>K-I i. y
radio de la Iglesia. El hecho brutal que se afirmó con toda decisión la obra de Y. Congar, Un pueblo mesiánico, Cristiandad, Madrid 1970.
149. L. Rütti, o. c, 232.
126 Revisión histórica Modelos histéricos 127

una teología dogmática; en efecto, la misión no tiene ya solamente gélico que está en el corazón de la misión de la Iglesia contiene la
a la Iglesia a sus espaldas, sino que tiene siempre por delante de sí exigencia de la justicia en el mundo. La responsabilidad de dar tes-
al mundo, el cual a su vez, interpelando a la Iglesia, va continua- timonio de la exigencia de amor y de justicia es misión de la Iglesia.
mente creando de nuevo su rostro y dibujando su retrato con una Lo que se considera que no le pertenece a la comunidad cristiana en
fisonomía siempre nueva. Por eso no será tanto la teología la que cuanto tal, incluida su jerarquía, es la propuesta de las soluciones
dicte su ley a la misión, sino que será más bien la misión la que concretas que sea preciso adoptar para cada uno de los problemas.
constituya el lugar primero del análisis teológico de la situación y, Pero se afirma que «la misión (de la Iglesia) lleva consigo la defensa
por tanto, de la historia y de la misma Iglesia150. J. Moltmann dirá: y la promoción de la dignidad y de los derechos fundamentales de la
«Woes laíoisióftl»qae hay-qae entender-a-partir de la Iglesia, sin» persona humana». Además, el Sínodo distingue entre las responsa-
a la inversa151». bilidades de la Iglesia en cuanto tal y la responsabilidad propia de
La teología latinoamericana de la liberación se ha interesado cada uno de los cristianos, pero reconociendo que todos los creyentes,
directamente por la elaboración de un modelo de la misión eclesial en su actuación, «comprometen de alguna manera la responsabilidad
decididamente encarnado en la propia situación histórica, que puede de la Iglesia, ya que son miembros suyos155». La Evangelii nuntiandi
definirse como la situación de un pueblo que es al mismo tiempo de Pablo VI relaciona explícitamente este nuevo modelo de misión
un pueblo explotado y un pueblo cristiano152. En la situación tal con el modelo de la misión ad gentes: «Para la Iglesia no se trata
como se nos describe, la distinción maritainiana de los planos, por únicamente de predicar el evangelio en áreas geográficas cada vez más
la que los laicos deberían individualmente comprometerse en op- amplias o a poblaciones cada vez más extendidas, sino también de
ciones políticas concretas mientras que la Iglesia en cuanto tal y la alcanzar y de sacudir, por así decirlo, mediante la fuerza del evangelio,
jerarquía que la representa deberían limitarse a una misión religiosa los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés,
y a la enunciación pura y simple de los grandes principios de la las líneas de pensamiento, las fuentes de inspiración y los modelos de
ética social, no haría otra cosa más que disimular y ocultar la opción vida de la humanidad...156». A continuación, el papa expone los vín-
política real de la Iglesia en favor del orden establecido153. En un culos tan profundos que entrelazan entre sí la obra de la evangelización
pueblo cristiano tan clara y duramente marcado por la explotación y la de la promoción humana, para concluir de todo ello que «es
y la opresión, pensar que es posible mantener a la Iglesia en una imposible aceptar que en la evangelización se pueda o se deba pasar
especie de reserva espiritual y religiosa, gracias a la cual se salvaría por alto la importancia de los problemas, tan discutidos en la actua-
la unidad esencial de los cristianos, sería completamente ilusorio. lidad, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz
De aquí viene aquella famosa «opción por los pobres» que la Iglesia en el mundo157».
latinoamericana ha declarado que desea hacer, tanto en Medellín
como en Puebla154.
Más allá de las diversas escuelas o tendencias teológicas y de las
situaciones particulares de cada una de las iglesias, este modelo de 7. Conclusión
misión tiene en la actualidad una presencia imponente en Ja conciencia
de la Iglesia universal. El Sínodo de los obispos de 1971 recoge de
hecho la postura conciliar con una mayor riqueza de significados y Hemos recogido y estudiado una larga lista de modelos cuya pre-
una menor rigidez de distinciones. Para el Sínodo el mensaje evan- sencia resulta fácil detectar en la conciencia que tiene la Iglesia de $u
Erppi& rasión en una situación o en otra. Y esta lista podría haber
sido todavía más larga. Esos modelos los hemos descubierto dentro
150. Ibid., 225-252. de la praxis eclesiaj a través de los modos concretos con que la Iglesia
151. J. Moltmann, La Iglesia, fuerza del Espíritu, Sigúeme, Salamanca 1978, 26.
152. G. Gutiérrez, / grandi mutamenti in America Latina dopo il Vaticano II:
se ha enfrentado con las grandes cuestiones de la historia. Los vimos
Cristianesimo nella Storia 2 (1981/1) 23-36.
153. G. Gutiérrez, Teología de la liberación, Sigúeme, Salamanca "1987, 85 ss. 155. III Sínodo dei vescovi, La giustizia nel mondo, c;ip. II: II KI-JJMD/DOC 17
154. Secretariado General del CELAM, Medellín, Editorial Católica, Madrid 1977; (1972/1) 18 s.
/// Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Editorial Católica, Madrid 156. Evangelii nuntiandi 19: Regno/Doc 21 (1976) 5 (varias nlii IOIU-S uisli-llimas).
1982. 157. Ibid., n. 31.
128 Revisión histórica Modelos históricos 129

luego en la espiritualidad, que revela más bien las actitudes interiores, y al mismo tiempo de la movediza polivalencia de las situaciones
los matices del sentimiento, las cargas emotivas, las formas caracte- históricas en las que se agota el hombre necesitado de salvación. La
aspiración a la criteriología podría verse satisfecha, al menos en parte,
rísticas de la oración, etcétera. Finalmente, otros modelos destacaron
si pusiéramos un poco más de relieve la relación de fuerza que existe
con mayor claridad al considerar la reflexión de los teólogos y sus entre estas dos grandes potencias.
escritos.
Excepto en algún que otro pasaje, he adoptado expresamente una
sobriedad de juicio y de revisión crítica. Esto no quita que, incluso a
través del carácter inmediato de la primera lectura, los que hayan
recorrido estas páginas hayan podido en algunos casos distinguir con
claridad los modelos más conforme^ y los que resultan más deformes
sobre la base de una buena analogía fidei. Otras veces, por el contrario,
el lector se habrá quedado perplejo; evidentemente, no hay ningún
modelo que satisfaga plenamente y hay muchos que convencen, pero
no en todos sus aspectos. Entonces se sentiría uno inclinado a tomarlos
todos juntos para hacer de ellos una sola y gran síntesis. Pero es fácil
comprender que se trata de una tentación. La historia exige su parti-
cipación en el juicio y una Iglesia que se empeñase en sortearla por
completo, haciendo las cuentas tan sólo consigo misma, en vez de
adquirir una buena conciencia de su misión, se cerraría a ella por
completo.
El objetivo de esta colección de modelos no quiere ser el de poner
sobre la mesa muchas diversas posibilidades entre las que sea preciso
escoger. Tampoco puede ser ambición del teólogo construir por sí
mismo un nuevo modelo de autoconciencia eclesial y pretender que
lo adopte la comunidad cristiana. Por tanto, en las páginas siguientes
de este libro no haré ninguna selección de las propuestas señaladas y
realizadas, ni me esforzaré en defender una u otra alternativa. Mucho
más modestamente, el análisis histórico que hemos realizado con tanta
fatiga debería simplemente agudizar el sentido crítico. Efectivamente,
hemos dicho que no es tarea de la teología formar la autoconciencia
de la Iglesia, sino constituir su conciencia crítica'58. Entonces, esta
consideración de los diversos modelos históricos parece que nos em-
puja más bien hacia una investigación de tipo formal, en la cual nuestro
interés principal no recaiga sobre los contenidos (innumerables posi-
bles), sino más bien en la necesidad de tener ciertos criterios con los
que probar en cada ocasión esos contenidos, poniéndolos beneficio-
samente en crisis. Será menester someterlos continuamente a la presión
que se deriva sobre ellos de la riqueza y de la eficacia de la palabra
de Dios, esa espada de doble filo que penetra hasta el fondo del alma,

158. Coscienza e missione di chiesa, o. c, 407.


II
Interpretación teológica
La revisión histórica que hemos hecho desde diversos puntos de
vista sobre la experiencia tan amplia y tan variada de praxis y de
reflexión de la Iglesia respecto a su misión pone delante de nosotros
sus resultados para apartarnos de cualquier tentación de simplificar
indebida y presuntuosamente las cosas en un tema tan complejo y tan
expuesto a las influencias de los tiempos y de las diversas situaciones
en que en cada ocasión la Iglesia tiene que vivir y que actuar.
Un intento de lectura sistemática de los datos de la fe y de la
experiencia cristiana constituye, sin embargo, una obligación inelu-
dible para el teólogo. Queremos entonces dedicar un poco de atención
a la sagrada Escritura, que nos ofrecerá los términos esenciales del
problema y los puntos de referencia decisivos para su planteamiento
correcto (capítulo 4). Pero el punto más delicado será la búsqueda de
un principio hermenéutico. La inmensa variedad, ya verificada y po-
sible en el futuro, de los contenidos de la misión, su dinamismo
esencial, puesto el cual se da la Iglesia y la misión y sin el cual todo
lo demás no es capaz de hacer Iglesia ni de dar vida a un proceso
histórico que pueda definirse como propio de Cristo y de su obra.
Fijémonos bien: una vez asentado un primer principio de la misión,
no habrá que decir de ningún modo que todo lo demás sea un añadido
accidental; pero habrá que decir que todo lo demás encuentra en ese
principio su última razón de ser, su criterio interpretativo y normativo
(capítulo 5).
Así, a partir del primer principio de la misión, cuyos elementos,
características y virtualidades tendremos que analizar (capítulo o),
veremos cómo se descubre un plan interpretativo en el que iiUeiUiíivmos
señalar un hilo lógico, capaz de poner de manifiesto la colim-iiciu
interna de todo lo que hace la Iglesia con la conciencia de desarrollin
su misión (capítulo 7). A partir del descubrimiento de este hilo lógico
intentaremos llegar a una criteriología más elaborada que pormilit va-
lorar críticamente ese intento incansable y perenne de la Iglesin «le »er
para el mundo signo y presencia del reino de Dios (piiiir III).
4
Algunos datos bíblicos

Leyendo el nuevo testamento, la primera impresión que se saca


de él es que nos encontramos con el primer modelo de misión que
dominaba en la Iglesia neotestamentaria: un modelo triangular en don-
de las relaciones de la Iglesia con el mundo se juegan constantemente
entre los polos de la Iglesia, del judaismo y del mundo pagano. No
cabe duda de que la experiencia concreta de la comunidad primitiva
tropieza en primer lugar con el problema de sus relaciones con Israel
y de su expansión por el mundo pagano, que resulta problemática por
sus mismas raíces judías. Es un modelo de misión; por el hecho de
ser bíblico, ¿tendrá que considerarse como el modelo1? En una obligada
y fecunda investigación, llevada a cabo por algunos teólogos en estos
últimos años, dirigida a valorar en todo lo posible las relaciones de la
Iglesia con el pueblo hebreo, se manifiesta muchas veces la tendencia
a hacer de los judíos un polo siempre necesario y determinante para
las relaciones de la Iglesia con la historia1. En realidad, el modelo
triangular de la misión, Iglesia-judaísmo-paganos, está determinado
por la situación histórica específica de la Iglesia en sus orígenes y no
puede decirse que en el conjunto bíblico sea el único modelo capa/
de agotar todo el discurso sobre la misión de la Iglesia. Será preciso
estudiarlo para deducir de él todos los aspectos preciosos que pueda

1. Cf. F. Mussner, Tratado sobre los judíos, Sigúeme, Salamanca I'IHI; ('. Tluun»,
Christliche Theologie des Judentums, Pattloch, Aschaffenburg 1978. Una Ireliini (Ir ruin
me interés para comprender cómo el pueblo judío en la actualidad sicnlc el piolilciiut
de su identidad frente a los demás pueblos: V. Segre, Israclr •• il \liml\mn
Dall'autoemancipazione all'aulocolonizzazione, Editoriale Nuovu, Milano l'll'i
136 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 137

ofrecernos, pero situándolo dentro del marco más amplio, que por lo lugar en Jesucristo en virtud de la fe y no de la ley, puede decirse que
demás nos presenta el mismo antiguo testamento, del anuncio de la a Abrahán, el padre de la fe, se le dio «la promesa de que sería heredero
salvación proclamado por todos los horizontes del mundo. del mundo» (Rom 4, 13).
Ya en 1936 K. Hartenstein subrayaba la importancia de los once
primeros capítulos del Génesis para la teología de la misión. En la
1. El otro polo: el mundo lectura de fe, que sale al encuentro de la Biblia como hacia un conjunto
unitario de revelación, esos capítulos se presentan como una teología
«El sembrador de buena semilla es el Hijo del hombre; el campo de la historia. Aquella experiencia de elección por parte de Dios, de
es el mundo». De esta manera traza Mt 13, 37 s, el horizonte dentro perdición y de salvación, que experimenta Israel en su historia, se
del cual se realiza la misión del Hijo del hombre: todo acontece «en proyecta sobre la humanidad en cuanto tal en sus relaciones con Dios.
el mundo». En tono didascálico la perícopa prosigue explicando las La historia de Israel queda arraigada de este modo en la historia global
diversas figuras de la parábola: «La buena semilla son los hijos del del hombre3. La bendición de Dios sobre la humanidad no es destruida
Reino; la cizaña son los hijos del maligno; el enemigo que la ha por el pecado del hombre, de forma que el diluvio aparece como la
sembrado es el diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son gran purificación que concluye en el pacto con Noé, «que no fue una
los ángeles» (Mt 13, 38 s). cosa nueva, sino el mantenimiento del antiguo pacto adamítico, rico
Tiene una especial significación el hecho de que el campo sea el en bendiciones para la humanidad entera y en orden para toda la
mundo si pensamos que la continuación de la explicación conduce naturaleza... En efecto, Noé repite en su epopeya la historia de Adán,
más bien el discurso hacia un contexto eclesiológico: los ángeles se- todavía inocente, aunque conservándose fiel al pacto con Dios»4. La
gadores parece ser que tienen que purificar a la Iglesia, más bien que misma multiplicidad de pueblos, que referida al episodio de la torre
al mundo. En efecto, se dice que «ellos recogerán de su reino todos será interpretada a continuación bajo un signo negativo, en realidad
los escándalos», invitándonos a pensar que entre «los hijos del reino», aparece en Gen 10 como la verdadera conclusión de la historia de la
sembrados en ese campo que es el mundo, ha crecido también la cizaña creación, acompañada del estupor por la riqueza creativa de Yahvé
del maligno2. El interés predominantemente eclesiológico de Mateo que saca de un solo trono tan gran multiplicidad de gentes. Además,
no puede, de todas formas, eliminar el escenario de este pequeño «el elenco étnico no presenta un centro al que se refieran cada uno de
apocalipsis suyo que sigue siendo el mundo. Análogamente se puede los pueblos e Israel falta realmente en el mismo», por lo que parece
observar que Juan conserva, juntamente con su uso de «mundo» en que «Israel afronta el fenómeno de las naciones con una actitud com-
sentido negativo como realidad hostil e impermeable a la obra de pletamente profana, sin ponerlo en relación teológica consigo mis-
salvación, una indicación constante del «mundo» como objeto del amor mo»5. Después del castigo ejecutado por Dios con la destrucción del
del Padre y término del don del Hijo (cf. Jn 3, 16 s), meta de una ziqqurat y de la ciudad (Gen 11, 1-9), vuelve la bendición con Abra-
intención y de una obra de salvación (cf. Jn 12, 47) y destino de la hán, siendo aún una bendición para todas las gentes. Aunque Gen 12
misión de sus discípulos (cf. Jn 17, 18-23). restrinja bruscamente el horizonte histórico6, el destino de la bendición
El término «mundo» lleva consigo una connotación de apertura de Abrahán sigue siendo todavía un destino universal. Abrahán la
ilimitada, con la indicación precisa de un horizonte universal en el derrama sobre todas las gentes (Gen 12, 3), Isaac la derrama sobre
que la misión encuentra su proporción auténtica: «el mundo entero» Abimelec (Gen 26, 28 s), Jacob sobre Labán (Gen 30, 27. 30), José
(Mt 26, 13), «todo el mundo» (Me 16, 15) es el destino que se señala sobre Putifar (Gen 39, 2-5), los hebreos sobre el faraón (Ex 12, 32);
para la predicación del evangelio. Esta categoría universal es utilizada por eso Pablo podrá hablar de Abrahán como «heredero del mundo»7.
también por San Pablo en una toma de conciencia de la misión en- Por consiguiente, sería el judaismo de los apocalípticos y de las co-
tendida como obra de reconciliación universal: «Efectivamente, ha
sido Dios el que ha reconciliado consigo al mundo en Cristo, no 3. Cf. J. Blauw, L'apostolat de l'église, Delachaux et Niestlé, Paris 1968, 27-34.
imputando a los hombres sus culpas y confiándonos a nosotros la 4. E. Testa, La missione e la catechesi nella bibbia, Paideia, Brescia 1981, 125.
palabra de la reconciliación» (2 Cor 5, 19). Y si la reconciliación tiene 5. G. von Rad, Teología del antiguo testamento I, Sigúeme, Salamanca "1986, 213—
217; la cita en p. 217.
6. G. von Rad, o. c, 217.
2. Cf. R. Fabris, Maneo, Borla, Roma 1982, 312-315. 7. E. Testa, o. c, 127 s.
138 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 139

rrientes nomísticas el que interpretó la multiplicidad de las naciones también en ciertos procesos de asimilación con un carácter más
como castigo de Dios: «Tú ordenaste a Adán que amase tus caminos, espiritual y profundo (Zac 8, 20 s.: «También los pueblos y los
pero él los violó y enseguida instituíste para él y para sus naciones la habitantes de ciudades numerosas se reunirán y se dirán el uno al
muerte y nacieron las gentes y las tribus y los pueblos y las razas otro: ¡Ea! ¡Vayamos a suplicar al Señor, a encontrar al Señor de
innumerables»: así dice 4 Esdr 3,7-12. Y el Éxodo Rabbah airé, todavía los ejércitos! ¡También voy yo!») y finalmente en un propio y ver-
con mayor crudeza: «Yo no me llamo el Dios de los pueblos de la dadero plan de salvación, según el cual el espíritu de Dios descen-
tierra, sino el Dios de Israel»8. De todas formas, según J. Blauw, derá sobre todos los hombres y la obra de Dios no tendrá que pasar
permanece continuamente un nexo indisoluble entre los primeros ca- ya a través del poder de la santa Sión, sino que se realizará en la
pítulos del Génesis y todo lo demás del antiguo testamento; por eso, misión del siervo de Yahvé, manso y doliente (Is 53, 12). En con-
no se puede plantear un discurso antropológico que pretenda inspirarse clusión, las perspectivas de salvación para Israel no aparecen nunca
en la Biblia sin tomar en serio tanto la historia del hombre universal solitarias, a pesar de los fuertes impulsos particularistas y la gran
que nos traza a grandes rasgos Gen 1-11 como la historia de Israel. fe en la elección: la escena de la historia de la salvación es cons-
El salmo 87 sería una lúcida prueba de este hecho: se exalta allí a tantemente el mundo10.
Jerusalén, la ciudad de Dios, pero de Jerusalén «se dicen cosas ma- Este trasfondo veterotestamentario nos ayuda a comprender la
ravillosas», a saber, que «Palestina, Tiro y Etiopía», esos pueblos perspectiva universal de salvación del nuevo testamento y al mismo
lejanos y enemigos, «todos ellos han nacido allí»9. tiempo pone de manifiesto las raíces de aquella ambigüedad que
Israel, en realidad, aun cuando tienda a encerrarse dentro de su nunca nos abandona, por la que se puede decir que Dios amó tanto
particularismo con el principio de la habdalah (separación) (cf. 1 al mundo que dio a su Hijo para salvarlo, que Dios reconcilió al
Re 8, 53; Dt 23, 3-7; 1 Crón 17, 21; Dt 7, 6), no puede vivir su mundo consigo y al mismo tiempo que Cristo se niega a rezar por
vida teologal sin relacionarla con el mundo. También la experiencia el mundo (cf. Jn 3, 16; 2 Cor 5, 19; Jn 17, 9). El mundo que Dios
del choque con las demás naciones y de sus derrotas se interpreta reconcilia consigo es realmente, para Pablo, una realidad marcada
dentro de un designio de salvación, en el que las naciones desem- por la culpa que se opone a Dios (cf. 1 Cor 2, 12); es el presente
eón determinado por el pecado y por la muerte (cf. 1 Cor 1, 20; 2,
peñan el papel de «azote de la cólera divina»: los pueblos que luchan
6; 3, 19; Rom 5, 12 s), destinado a verse sometido al juicio de Dios
en contra de Israel son «la vara de Dios» (Is 10, 5), su «rasero» (Is
y a su condenación (Rom 3, 6; 1 Cor 6, 2; 11, 32). Con esto no se
7, 20), su «hacha» y su «sierra» (Is 10, 15), criba con que se restringe el significado de «mundo», sino que más bien se amplía
zarandea a la casa de Israel (Am 9, 9). Al lado de las grandes el de «pecado», comprendiendo en el mundo a los ángeles y a los
invectivas contra las naciones (Is 13-21; Jer 46-51; Ez 25-32), la hombres, a las potencias y a los dirigentes patentes u ocultos, com-
espera del día del Señor lleva'también consigo el temor por ellos prometidos en una lucha gigantesca que condujo a la muerte de
mismos (Am 3, 2: «Sólo a vosotros os he elegido entre todas las Cristo, pero que tendrán que someterse a Cristo, que está ya glorioso
razas de la tierra; por eso os haré pagar todas vuestras iniquidades»; a la derecha del Padre (cf. 1 Cor 4, 9; 2, 8; Rom 8, 35-47; 1 Cor
Am 5, 18 s: «¡Ay de los que esperan el día del Señor! ¿Qué será 15, 24; Ef 1, 21).
para vosotros el día del Señor? Será tinieblas y no luz. Como cuando
uno huye ante el león y tropieza con un oso; entra en casa, apoya En Juan el sentido negativo de «mundo» contiene también sim-
la mano en la pared y lo muerde una serpiente»), y al mismo tiempo plemente la indicación de su caducidad respecto a la eternidad y la
la esperanza de la conversión de las naciones (cf. Is 2, 24; 25, 6- incorruptibilidad de lo que forma el objeto de la esperanza escatológica
8; 44,5; 5 1 , 4; Miq 4, 1-3; Jer 16-19; Zac 8, 20-23; 14, 16). En la (cf. Jn 8, 32; 9, 39; 11, 9; 12, 25-31; 13, 1; 16, 11; 18, 36)". Pero
fase arcaica la conversión de las naciones se ve como un homenaje sobre todo es allí fuerte la sensación de rechazo de Cristo que se lleva
y un tributo que los pueblos tendrán que prestar al Dios guerrero a cabo en el mundo, por lo que el mundo, a pesar de haber sido creado
que se asienta como vencedor en la santa Sión (cf. Is 2, 24; Miq por medio del Logos y de ser amado por el Padre e iluminado por
4, 1-4; Sal 68, 16-18. 25-30; Is 45, 22-25). Pero luego se pensará
10. Para todas estas observaciones cf. E. Testa, o. c, 128-144, con bibliografía en
p. 144, nota 34.
8. Ibid., 129. 11. Cf. A. Wikenhauser, El evangelio según san Juan, Herder, Barcelona 1967,
9. J. Blauw, o. c, 33 s. 265-269.
Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 141
140

Cristo que ha venido para salvarlo, no reconoce ni a Jesús ni al Padre cuantitativos, supongan cambios radicales de calidad en la autocon-
(cf. Jn 1, 10; 17, 25). Por eso mismo la misión del Hijo, que tiene ciencia eclesial; pero sí que exigen la aplicación de una buena analogía
como finalidad la salvación del mundo, se convierte en un jucio contra de proporcionalidad en la utilización de los textos bíblicos en relación
el mundo (cf. Jn 3, 17 s; 12, 47 s). «Bruscamente repudiado del con la situación actual de la Iglesia. En una palabra, la exigencia
mundo, Jesús no pide por él en su oración de despedida (17, 9), ni hermenéutica se ve incrementada por ello y se hace más indispensable
después de su resurrección se le revelará (14, 19-22). El mundo no que nunca.
está en condiciones de recibir al Paráclito (14, 17); pero éste le con-
vencerá de pecado, de justicia y de juicio (16, 8). Como se ve, en
Juan el mundo es, en cierto sentido, una potencia personal colectiva, 2. Misión y autoidentificación de la Iglesia
que culmina en el demonio (1 Jn 5, 19: el mundo entero yace bajo el
maligno; cf. también 1 Jn 4, 4). En 14, 27 Cristo y el mundo están La misión es el lugar en donde se plantea el problema de la au-
enfrentados el uno al otro como enemigos. De esta forma, y debido toidentificación de la Iglesia. El encuentro del anuncio evangélico con
a los hombres que se oponen a Dios, el mundo presenta el carácter realidades sociales y culturales diversas, la agregación de nuevos fieles
de una esfera enemiga de Dios; peor aún, aparece como una potencia a la comunidad, la complejidad de las relaciones que la comunidad
diabólica contra la que tienen que combatir él y los suyos (16, 33; 1 naciente tiene con los contextos sociales de donde proceden los adeptos
Jn 5, 4)»12. y en los que la comunidad tiene que vivir, todos estos elementos
No cabe duda de que esta manera dramática de referirse al mundo provocan en los cristianos la pregunta: «Pero entonces, ¿qué es lo que
está determinada en la Iglesia, a pesar de ser gloriosa por el amplio somos?».
éxito de la evangelización, por la experiencia del rechazo de la fe y
de la violencia de las persecuciones que muy pronto empezaron a a) Los salvados
cernirse sobre ella. Hay que tener presente además que, incluso cuando
se vio superada la espera de un retorno inmediato del Señor, la Iglesia El sentimiento dominante de vivir unos acontecimientos definitivos
neotestamentaria vivió en una perspectiva histórica limitada y en una y de encontrarse en un mundo amado por Dios y al que Dios quiere
visión geográfica restringida. Su reflexión quedó siempre limitada a salvar, pero situado en la encrucijada entre la vida y la muerte, junto
la pareja judíos-paganos, en la que se comprendían todos los pueblos con la sensación de revivir en cierta manera la epopeya del diluvio,
que se asomaban a la cuenca del Mediterráneo y que vivían dentro en el que no hay más remedio que entrar en el arca o morir ahogado
del espacio cultural característico del helenismo. Sólo dos veces en el (cf. Heb 11,7; 1 Pe 3, 20 s; 2 Pe 2, 4-11), caracterizan a la comunidad
nuevo testamento se menciona a los bárbaros al lado de los griegos y primitiva como la reunión de los salvados, de aquellos que «han sido
de los judíos (Rom 1, 14 y Col 3, 11). En un marco tan limitado arrebatados por Dios del poder de las tinieblas» (Col 1, 13; también
nacerá, como hemos visto, el modelo de la misión realizada13. En-
Gal 1, 4). El crecimiento de la comunidad se describe simplemente
tonces, no pocas veces se tiene la impresión de una Iglesia que vive
de este modo: «Entretanto el Señor iba añadiendo cada día a la co-
el sentido de los «últimos tiempos» de una manera mucho más fuerte
munidad a los que eran salvados» (Hech 2, 48).
de lo que acontecerá en el futuro: el choque entre la Iglesia y el mundo,
con su encarnación perversa en el imperio que persigue a los cristianos, Con esta convicción de que Dios quiere salvar a todo el mundo
es el teatro en que se va desarrollando en realidad el gran juicio del (cf. 1 Tim 2,4), pero que de hecho el mundo se le resiste y tan sólo
Cristo glorioso en la historia de los hombres. Nuestra meditación sobre la comunidad de los creyentes llega a la salvación, la Iglesia alcanza
la Escritura, cuando reflexionamos hoy sobre la misión de la Iglesia, su propia identidad por contraste con el mundo que rechaza a Cristo.
tiene que tener en cuenta esta concepción característica de las dimen- Efectivamente, los discípulos viven en el mundo, pero no pertenecen
siones de la historia y de la geografía humana. No es que la prolon- al mundo y en cierto modo están relacionados con él (cf. Jn 13, 1;
gación de unos cuantos siglos o la extensión de la oikoumene, hechos 15, 19; 17, 6. 11. 15). Pablo concibe a veces estas relaciones en
términos de lucha, en la que sin embargo no se siente al mundo en
los términos institucionales de una sociedad organizada, sino más bien
12. Ibid., 266-267.
13. Cf. 81 ss.
como un lugar gobernado por potencias misteriosas y malignas, por
142 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 143

fuerzas maléficas que caen de los cielos (cf. Ef 6, 10-12)14. La carta proféticos, la segunda carta a los Corintios invita a salir de en medio
de Santiago y la primera carta de Juan manifiestan, por tanto, un del paganismo y a acercarse a Dios para pasar a ser pueblo suyo
sentimiento de hostilidad frente al mundo que, en este punto, se con- (2 Cor 6, 14-18). La carta a los Hebreos, por su parte, se refiere
figura como un modo de vivir del que se diferencia la comunidad explícitamente a un texto de Jeremías en el que se anuncia de antemano
cristiana: «No améis el mundo ni las cosas del mundo. Si uno ama el una alianza nueva que se está realizando en la economía cristiana, en
mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo lo que hay en donde la ley escrita en los corazones hace de los que creen en Cristo
el mundo, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, no el pueblo de Dios (Heb 8, 8-12). Y la primera carta de Pedro indica
viene del Padre sino del mundo» (1 Jn 2, 15 s). Los «falsos profetas» en la comunidad cristiana el templo de Dios, el sacerdocio santo y,
son reprobados como aquellos que «son del mundo; por eso enseñan citando a Oseas, recuerda a los creyentes que ellos eran no-pueblo,
cosas del mundo y el mundo los escucha», mientras que «nosotros pero que han pasado a ser pueblo-de-Dios (1 Pe 2, 4-10)16. De esta
somos de Dios; el que conoce a Dios nos escucha» (1 Jn 4, 4 s). Por forma la autoidentificación que ha alcanzado la Iglesia a través de la
eso, «el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios» figura bíblica clásica del pueblo de Dios introduce en la reflexión de
(Sant 4, 4). aquello que será la cruz de toda la teología de la misión del nuevo
La hostilidad entre la comunidad cristiana y el mundo no se reduce, testamento: si la Iglesia es la comunidad escatológica de los salvados,
sin embargo, solamente al fenómeno interior de una experiencia as- en la que se cumplen las promesas hechas al pueblo de Dios que es
cética de pobreza y de desprendimiento dentro de la fidelidad a las Israel, ¿qué relación tiene esa Iglesia con Israel? ¿se trata solamente
bienaventuranzas y a la propuesta de un modo de vivir alternativo. La de conducir a su plenitud el camino antiguo, el verdadero Israel ple-
persecución trasfiere las hostilidades a la piel de los cristianos y les namente realizado? ¿o bien la Iglesia hereda las antiguas promesas y
obliga a sentir miedo frente al mundo. El sufrimiento de los cristianos, las realiza en otro lugar, como un nuevo Israel que sustituye al antiguo?
para la primera carta de Pedro, es la señal de que está comenzando ¿la misión se dirige a los hebreos o a los paganos? Y si se dirige a
el juicio de Dios; por esto no se puede reaccionar más que «continuando los paganos, ¿tiende a conducirlos al cauce del hebraísmo o a realizar
haciendo el bien» (1 Pe 4, 17-19). Y es éste el momento en el que en ellos y a través de ellos lo que Israel está rechazando? Nos metemos
más que nunca los cristianos se sienten, como Abrahán e Israel, «he- aquí en el problema crucial de la misión neotestamentaria. Es un
rederos de la bendición», portadores de una esperanza para el mundo problema tan dominante que parece único. Efectivamente, casi siempre
mismo que los mira con hostilidad. Es éste el sentido de aquella famosa el tema de la reunión se reduce en el testimonio del nuevo testamento
exhortación: «No os desconcertéis por miedo a ellos, ni os turbéis, a la dialéctica: «misión a los hebreos - misión a los gentiles».
sino adorad al Señor, Cristo, en vuestros corazones, dispuestos siempre En el evangelio de Mateo, según Frankenmólle, las peripecias del
a responder a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en año 70 con la destrucción del templo se trata dentro de los esquemas
vosotros. Pero que esto se haga con mansedumbre y con respeto...» interpretativos clásicos que relacionan el desastre del pueblo de Israel
(1 Pe 3, 8-17)15. con sus infidelidades, concibiéndolo como un castigo de Yahvé. El
judaismo de aquel tiempo, en torno a la escuela de rabbí Hillel, al
faltar aquel centro de unidad que había sido el templo, sintió la ne-
b) Pueblo de Dios cesidad de buscar su consolidación tomando como base sus tradiciones
escritas y orales. Como consecuencia de esta necesidad se hizo más
La conciencia de que han sido salvados a través de la obra de Dios
decidida la expulsión de las sinagogas de todos los herejes, incluidos
que contrapone a Cristo y a Belial y de que por consiguiente ya no
los judeocristianos. Al mismo tiempo, por toda el área del Mediterrá-
son partícipes de la injusticia, de las tinieblas, de la infidelidad, de la
neo se observa un desarrollo de los movimientos misioneros, judíos
idolatría, se ilumina a continuación dentro de la línea tradicional de
y cristianos, que se encuentran actuando uno al lado del otro y, al
la fe veterotestamentaria: en una selva de referencias a los textos
final, el uno contra el otro. En el ámbito cristiano se va perfilando
una cristología cada vez más clara y se desarrolla la polémica con el
14. Cf. H. Schlier, Leñera agli Efesini, Paideia, Brescia 1965, 47-51; 356-369 (ed.
cast. en preparación: Sigúeme).
15. Cf. E. Testa, La missione e la catechesi nella bibbia, Paideia, Brescia 1981, 16. Sobre la función que tiene el tema del pueblo'de Dios en los Hechos, cf. J.
127 s. Dupont, Teología della chiesa negli Atti degli apostoli, Dehoniane, Bologna 1984, 51-58.
144 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 145

judaismo por la posesión de la antigua herencia común, en particular ley y se convierte para todos en el lugar donde se invoca el nombre
del antiguo testamento como libro sagrado. El evangelio de Mateo del Señor.
representaría precisamente una reacción frente a esta situación: la aten- El punto decisivo de este giro radica en la antítesis ley-promesa.
ción que en él se presta a los motivos de la organización interna de Abrahán, dirá San Pablo, tuvo un hijo por virtud natural, no en fuerza
la comunidad sería un testimonio de la preocupación por una conso- de la promesa de Dios. Pero Ismael había nacido de una mujer esclava,
lidación, que habría que obtener a través de una buena delimitación Agar, que alegóricamente es representada por una ciudad, Jerusalén,
de sus confines hacia fuera. Tendríamos de esta forma en el evangelio desplazada alegóricamente al monte Sinaí, el monte de la ley, y co-
de Mateo un intento por reconciliar el evangelio de la antigua y de la locada en Arabia, la tierra de los hijos de Ismael. Agar y la Jerusalén
nueva alianza, identificando a la comunidad cristiana en la línea de del Sinaí se convierten entonces en el símbolo de toda la economía
una continuidad-discontinuidad con Israel. Es una operación clásica de la ley, que se concentra en la Jerusalén terrena (Gal 4, 25). La
en la historia judía: lo mismo que en el 722 y en el 586 a . C , también economía de la ley para Pablo está bajo el signo de la esclavitud, ya
que la ley pide ser actuada, muestra la obligación, pero no da la
en el 70 d.C. se señala en las culpas del pueblo la causa de la desa-
capacidad para cumplirla y de este modo, en definitiva, encierra al
parición de la shekinah de Yahvé del templo y en la reconstitución de hombre en su impotencia, acompañada de la presunción. Entonces, la
un nuevo Israel la manifestación del auténtico pueblo de Dios. La verdadera función de la ley es la de ser una verdadera pedagogía, un
sinagoga y la Iglesia se hacen la competencia en esta operación17. acompañamiento hacia Cristo, mientras que el hombre, bloqueado por
En Pablo, por el contrario, el discurso asume un proceso bastante sus preceptos, aprende a poner toda su confianza en algo distinto, es
distinto. En Rom 9-11 se trata directamente nuestro problema: «En decir, en la promesa de la misericordia19. He aquí, por tanto, el sig-
efecto, no todos los descendientes de Israel son Israel» (Rom 9, 6). nificado de la otra mujer de Abrahán, Sara, la libre: de ella nace Isaac,
Para Pablo no es la descendencia de la ley, sino la promesa, la mi- el hijo de la promesa; Sara es la imagen de otra Jerusalén, la «Jerusalén
sericordia libre e inmanipulable de Dios, lo que constituye al pueblo de arriba» que es la Iglesia, «nuestra madre» (Gal 4, 23-26). Tampoco
(cf. Rom 9,8. 15-18). Por eso puede muy bien ocurrir «que los paganos aquí se desdice Pablo. La raíz sigue siendo la misma: tanto Israel como
que no buscaban la justicia hayan alcanzado la justicia, pero la justicia la Iglesia se refieren las dos a Abrahán.
que se deriva de la fe; mientras que Israel, que andaba en busca de En conclusión, en el nuevo testamento el camino de la Iglesia
una ley que le diese la justicia, no haya llegado a la práctica de la primitiva no se nos presenta como un camino trazado con toda claridad,
ley. ¿Y por qué esto? Porque no la buscaba en la fe, sino como si se recorrido por un tema definitivamente determinado. Está claro el sen-
derivase de las obras» (Rom 9, 30-32). Por consiguiente, Israel, al tido de la urgente necesidad de llevar a todos los hombres el anuncio
poner su confianza en la presunción de poder observar la ley y salvarse del Reino que viene, pero tan sólo haciéndolo así van asumiendo
así gracias a sus obras, desconoció el designio de Dios al no reco- gradualmente su forma determinada la Iglesia y sus relaciones con el
nocerlo en el anuncio del evangelio. Por esto no hay ya distinción mundo y con la historia. Acuden entonces a la mente aquellos versos
entre judíos y paganos, puesto que «todo el que invoque el nombre de Machado, que tanto se citan en la teología de la liberación: «Ca-
del Señor se salvará» (Rom 10, 3-13). No es que Israel haya quedado minante, no hay camino; se hace camino al andar».
fuera de los caminos de la salvación; realmente es su resto el que lo
representa, en la línea de la promesa, y todo Israel está destinado a
ser salvado cuando hayan entrado todas las gentes (Rom ll) 18 . Así c) La misión a los judíos y la misión a los paganos
pues, la Iglesia construye su identidad en la línea de la promesa; no El antiguo testamento, como hemos visto, atestigua en Israel una
sustituye a Israel, sino que representa su verificación auténtica, en le y una espiritualidad de tipo particularista, pero situada dentro de
cuanto que supera los límites de la sangre y de la observancia de la un horizonte universalista. Israel vive siempre ante la presencia de las
naciones y su historia tiene siempre una significación para los demás
17. H. Frankenmólle, Zur Theologie der Mission im Matthausevangelium, en K. pueblos. Pero esto no lleva consigo la existencia de ningún movimiento
Kertelge (ed.), Mission im Neuen Testament, Herder, Freiburg-Basel-Wien 1982, 93-129;
cf. en particular 120-125.
18. Para Rom 9-11, cf. L. Cerfaux, La teología della chiesa secondo san Paolo, 19. Cf. el excurso sobre el tema de H. Schlier, Lá carta a los Calatas, Sigúeme
AVE, Roma 1968, 69-101. Sulumanca 1975, 204-218.
146 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos ¡47

misionero en el verdadero sentido de la palabra, que tienda a propagar «reino de Yahvé», como «sacerdocio santo». El mismo nacimiento
la fe fuera de Israel y a realizar ningún tipo de oikoumene religiosa del fariseísmo, allá por el siglo II a. C , atestigua aspiraciones de este
en el mundo. La adoración universal de Yahvé se contempla simple- género. Hay que recordar además a los diversos grupos apocalípticos
mente como un sueño, como la meta misteriosa y luminosa de la que intentan preparar a Israel para la llegada del nuevo eón. Es ésta
historia. Tampoco parece que el mesías hubiera sido presentado como también la línea que sigue la predicación del Bautista. La obra de
un misionero: las naciones no son el término de su acción, sino el don Jesús parte de esta experiencia y se diferencia de ella22 por el fuerte
que Dios le dará al final de todo (Dan 7, 1-14)20. Es posible indicar acento que se pone en la misericordia de Dios más bien que en el
tan sólo dos excepciones a este cuadro general. La primera es la figura juicio. Por consiguiente, el movimiento de Jesús, aunque se coloca
del siervo de Is 40-55, que está llamado a revelar a las naciones la en el espacio exclusivo de las «ovejas perdidas de Israel», se presenta
justicia (Is 42, 1), a llevarles la luz, para que la salvación pueda enriquecido por un particular dinamismo en el mismo rechazo de Jesús
alcanzar a todos los hombres (Is 42, 6; 49, 6). La otra excepción es de tener un lugar estable, de fundar una escuela al estilo de los rabinos
el caso de Jonás; para muchos se trataría de un texto dirigido expre- y de pretender de los discípulos la disponibilidad total de abandonarlo
samente en contra del exclusivismo judío. De todas formas, si la todo para seguirle en su continuo ir y venir. La praxis misionera de
alianza de Israel con Dios lleva consigo la reunión de todas las na- Jesús no tiende a constituir nuevas comunidades específicas, sino a la
ciones, esto sucede siempre y exclusivamente dentro de una perspec- renovación de todo Israel23.
tiva escatológica y es sentido en Israel como un movimiento centrípeto En este contexto hay que colocar los «discursos de misión». Atri-
y nunca centrífugo. No es obra de Israel, sino solamente fruto de su buidos al Jesús prepascual, encontramos en los sinópticos dos textos
presencia entre las naciones, en virtud de la bendición recibida en breves (Me 6, 7-13. 30 s; Le 9, 1-6. 10) y dos más largos (Mt 9, 35-
favor de las mismas21. Sólo en la diáspora neotestamentaria nos en- 10, 42; Le 10, 1-24). A pesar de que han sido manipulados y adaptados
contramos en presencia de verdaderos movimientos misioneros, como a las circunstancias, parece ser que tienen como fondo el núcleo ori-
ya lo hacía observar Frankenmólle a propósito de la situación en que ginal de una tradición que se remonta al mismo Jesús, típica del estilo
vivía la comunidad de Mateo. Y Mt 23, 15 constituye un testimonio oral, rica en fórmulas memorísticas, que pone de manifiesto antiguos
explícito de ello. y auténticos logia del Señor. Marcos y Lucas recortan el relato de la
Según otros críticos, la filípica de Jesús contra los fariseos que misión de los doce, que en su rígida circunscripción a Israel debería
recorrían la tierra y el mar para hacer un solo prosélito sería un tes- resultar menos interesante para sus ambientes de cristianos helenistas.
timonio de que en el propio Jesús no había ninguna voluntad de ex- Las dos recensiones más largas son la de Mateo, dirigida a una co-
pansión misionera. Todo lo que nos cuentan los evangelios en este munidad judeo-cristiana, y la otra de Lucas que hace protagonistas de
sentido sería fruto de la comunidad primitiva que intentaba así legitimar la misión no a los doce, sino a los setenta y dos discípulos. Su número
su propio activismo misionero difundido por todas partes. Pues bien, estaría en relación con la tabla de los pueblos de Gen 10, aun cuando
es indispensable distinguir en la Iglesia primitiva entre la misión interna su destino, según Le 9, 52, parece ser el de las aldeas de los sama-
dentro del ámbito judío y la expansión externa a los paganos. La ritanos, a través de los cuales habría pasado Jesús de camino hacia
primera se inserta en un movimiento espiritual más ancho, anterior a Jerusalén. Los doce, por el contrario, habían sido destinados simple-
la comunidad primitiva, del que formó también parte la misma misión mente a las «ovejas perdidas» de las doce tribus de Israel, prohibién-
de Jesús. La crisis de la teocracia en Palestina, con las consiguientes doseles ir tanto a los paganos como a los samaritanos (Mt 10, 5). La
tensiones políticas, el desarraigo social tan difundido por todas partes, misión consiste en el anuncio de que el Reino está cerca y en la
tanto de los hebreos de la diáspora como de una población indígena invitación consiguiente a la conversión (Me 6, 12; Le 9, 2; Mt 10, 7;
en grave crisis de identidad, una condición difusa de inestabilidad,
todo esto parece ser el humus natural sobre el que se desarrollaron en 22. Véase a este propósito la hermosa página de K. Barth, Dogmatique IV/4, Labor
tiempos de Jesús diversos movimientos espirituales que tendían a la el Fides, Genéve 1969, 86-88.
reconstitución de la identidad de Israel como «pueblo de Dios», como 23. R. Pesch, Voraussetzungen und Anfange der urchristlichen Mission, en K.
Kertelge (ed.), Mission im Neuen Testament, o. c, 11-70; cf. en particular 17-26. Cf.
liiinhién G. Lohfink, La raccolta d'Israele. Una ricerca sull'ecclesiologia lucana, Marietti,
20. Cf. J. Blauw, o. c, 73-89. i'urino 1983; Id., Wie hat Jesús Gemeinde gewollt? Zúr geselleschaftlichen Dimensión
21. Ibid., 49-71. ./o christlichen Glaubens, Herder, Freiburg 1984.
148 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 149

Le 10, 9). Este anuncio y esta invitación van acompañados de signos Según algunos, la fundamentación teológica de la expansión universal
de esperanza: la curación de los enfermos, la resurrección de los se la habría proporcionado a la Iglesia en primer lugar la actitud crítica
muertos, la liberación de los leprosos de su impureza y la expulsión de Jesucristo respecto a la ley. La verdad es que para Jesús el criterio
de los demonios (Mt 10, 8; Le 10, 9). El fruto de la acogida de la decisivo del comportamiento no es la tora, sino el reino de Dios que se
misión será la paz (Mt 10, 3; Le 10, 5). Al enviar a los suyos, Jesús acerca. Donde está en juego el reino de Dios que viene, Jesús se levanta
les da poder y fuerza y el Espíritu que los sostenga en la persecución por encima de la tora. En el momento en que los criterios de la pureza
(Me 6, 7; Le 9, 1; Mt 10, 1. 19 s.). La verdad es que la misión no legal quedan superados, se abre el camino a los paganos (cf. Me 7,15;
se verá exenta de contrastes, de peligros, de persecuciones y de fra-
casos. Pero el fracaso de la misión sonará como un juicio para todos Hech 10). Además, el anuncio del perdón se relaciona con la interpre-
los que no hayan acogido el anuncio (Me 6, 11; Le 9, 5; Mt 10, 14- tación de la muerte de Cristo, como expiación por los pecados de todos
39). Hay finalmente una interesante observación sobre la identificación los hombres, de manera que el templo, a pesar de que siguió frecuen-
entre los discípulos enviados y el mismo Jesucristo que los envía, que tándolo la primitiva comunidad, deja de ser el lugar del verdadero sa-
pretende dar una legitimación de la más alta cualidad a la misión de crificio expiatorio (cf. Rom 3, 25-30). Así también el bautismo, ofrecido
los discípulos (Mt 10, 40). a todos aquellos gentiles que crean en la predicación, une a los judíos y
Este esquema de una misión destinada al pueblo judío y extendida, a los griegos en un solo cuerpo, de modo que pierde todo su significado
todo lo más, a las aldeas de los samaritanos, queda superado en una la circuncisión como signo de adherencia del hombre al pueblo de Dios
visión de la misión ligada a los hechos pascuales y captada en la (cf. Gal 3, 26-29; 1 Cor 12, 13). Pablo sacará las conclusiones más
experiencia de la Iglesia primitiva, que se amplía en dimensiones drásticas de estas promesas con la abolición del principio de la habdalah
universales y se abre a los pueblos paganos. El discurso del Resucitado, 0 separación y la admisión de los paganos a la conversión sin la obser-
en Le 24, 44-49 fundamenta la relectura de la historia de Jesús y la vancia de la ley, con lo que provocó el escándalo de todo el mundo de
revelación completa del sentido de la Escritura, la individuación del la circuncisión (cf. Ef 2, 11 s; 3, 4-6; Gal 3, 28; 2, 16; Rom 14, 1 ss;
contenido de la misión en el anuncio del perdón y la apertura de la 1 Cor 8; 1, 18 s; Hech 11, 1-4.18; 15, 1-29). La relativización de la
misión «a todas las gentes». De esta manera aquel Jesús, que no había
extendido su obra fuera de Israel en la interpretación de los sinópticos, circuncisión a través de la experiencia del bautismo había tenido por lo
es también el que cita las preferencias proféticas por los paganos y demás una anticipación destacada en la predicación del Bautista sobre el
muestra su admiración por algunos de ellos (cf. Le 4, 24-27; Mt 8, nacimiento de los hijos de Abrahán de las piedras (Mt 3, 9; Le 3, 8) y
10; 15, 21-28; Me 7, 24-30), el que cuenta parábolas que sirven de en las interpretaciones espirituales de la circuncisión que estaban ya
preludio al drama de Israel sustituido por los paganos en la venida del presentes en Qumrán y que serán dominantes en Pablo: «Realmente somos
Reino (cf. Mt 21, 33-46; 22, 2. 14; Me 12, 1-12; Le 20, 9-19; 14, nosotros los verdaderos circuncisos, los que rendimos culto movidos por
16-24), el que anuncia la predicación del evangelio a todos los pueblos el Espíritu de Dios y nos glorificamos en Cristo Jesús» (Flp 3, 3).
antes de su retorno (cf. Mt 24, 14; Me 13, 10). Pues bien, en nombre Los Hechos de los apóstoles y el epistolario paulino nos ofrecen el
de este Jesús, rico en toda su historia, y en virtud del misterio de su testimonio de todo el esfuerzo de una Iglesia que se siente heredera de
muerte y resurrección, la misión es promulgación del gran perdón para las promesas, arraigada por completo en la antigua revelación, que aspira
todas las gentes, su conversión y su invitación a hacerse discípulos de a realizarse como la plenitud de Israel y que luego, en su misión a los
Jesús y la creación con el bautismo de una nueva humanidad para paganos y en su prodigiosa expansión por el mundo helenista, se encuentra
alabanza del Padre, del Hijo y del Espíritu (cf Le 24, 46; Mt 28, con un rostro nuevo y con una clara conciencia de que tiene su propia
19 s). El libro de los Hechos, escrito por aquel mismo Lucas que ya
en su evangelio se preocupa de reducir al mínimo el exclusivismo de identidad específica, basada no en la ley y en la circuncisión, sino ex-
la misión a los hebreos, nos da un detallado testimonio de aquel clusivamente en la fe, en el Espíritu y en el bautismo25.
caminar decidido, aunque penoso, de la Iglesia que, a pesar de co-
menzar siempre su predicación por los judíos, se lanza sin vacilaciones 3. Misión: un problema de relaciones
hacia la superación de cualquier frontera que se empeñase en mantener
encerrado el evangelio en sus antiguos recintos24. Como hemos visto, el discurso bíblico sobre la misión se perfila
siempre sobre el trasfondo de un Israel y de una Iglesia que buscan
24. Para el análisis de los «discursos de misión» cf. E. Testa, La missione e la
catechesi, o. c, 225-259. 25. Cf. R. Pesch, o. c, 33-70.
150 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 151

su justa posición en el conjunto de la realidad. Efectivamente, el sucristo en la concreción de sus opiniones de vida, de tal manera que
problema de la misión no consiste simplemente en señalar unas cuantas en la realización del amor continúe la obra de Cristo y se lleve a cabo
cosas que haya que hacer, sino en la asunción de la propia respon- la presencia de Dios entre los hombres.
sabilidad histórica en su conjunto. La misión es la cara dinámica de El único mediador Jesús no es, a su vez, una nueva ley, una nueva
toda esa red de relaciones en las que se ve envuelta la existencia institución, un sistema de mediación externo al corazón del hombre.
histórica de Israel y de la Iglesia. Y es esta red de relaciones la que «El Señor es el Espíritu y donde está el Espíritu del Señor allí hay
se desarrolla y se modifica en el paso del antiguo al nuevo testamento, libertad» (2 Cor 3, 17). Efectivamente, el conocimiento de Cristo no
de manera que la Iglesia salga fuera de allí con su propia identidad es un conocimiento «según la carne» (2 Cor 5, 16); es fruto del Espíritu
más definida y, por consiguiente, con su propia tarea histórica más (1 Cor 12, 3) y consiste en una interiorización de Cristo dentro del
evidente. corazón del creyente (Ef 3, 17). La Iglesia entonces, como mensajera
de Dios (2 Cor 5, 20), no tiene la tarea de ponerse en el mundo como
a) Las relaciones con Dios un sistema de mediación que elimine a otros sistemas de mediación
«El hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo en rescate por poniéndose en lugar de ellos. La comunicación de la palabra y del
todos» es el único «mediador entre Dios y los hombres» (1 Tim 2, misterio de Cristo tiende, por el contrario, a conducir a cada uno de
5). La afirmación de esta mediación exclusiva del «hombre Cristo los hombres «al estado de hombre perfecto, en la medida que corres-
Jesús» pone en crisis, naturalmente, todos los demás sistemas de me- ponde a la plena madurez de Cristo» (Ef 4, 13), único mediador entre
diación entre los hombres y Dios. Es precisamente la superación de Dios y los hombres.
todo sistema de mediación y su sustitución por la persona de un me-
diador, lo que permite la manifestación de un Dios, padre de todos, b) Las relaciones con las cosas
«que quiere que todos los hombres se salven» (1 Tim 2, 4). Esta G. von Rad, a propósito de la teología bíblica de la creación26,
voluntad universal de salvación se vería realmente desmentida si el observa que las cosas se encuentran colocadas en ella en relación con
acercamiento del hombre a Dios requiriese la pertenencia a un pueblo el creador de manera variada y gradual. «Muy lejos del creador y en
particular, la sumisión a una ley específica y determinada, el acceso una situación teológica casi imposible de precisar, se halla el caos
a un lugar sagrado o el uso de unas cosas sagradas, que fueran las informe, acuoso, tenebroso y abismal». Del caos no puede decirse que
únicas capaces de operaciones divinas. Un Dios que quiere que todos sea increado y que preexista a la creación, pero tampoco puede decirse
se salven es un Dios que no puede encerrarse dentro de un sistema de que haya sido creado, ya que lo creado no es caótico: «El caos es la
mediación. El se ha revelado efectivamente en el «hombre Cristo amenaza por excelencia de la creación»27. Vienen luego las demás
Jesús», el cual llama a su seguimiento a todas las naciones. De esta cosas en diversas relaciones, pero siempre mediadas a través de la
forma, las hazañas de Dios no son ya solamente el objeto de un grato tierra con el creador. En la cima de todo se encuentra el hombre. En
recuerdo o la pura fundación de las instituciones religiosas y sociales algunos contextos distintos de los del Génesis, el antiguo testamento
del pueblo, sino que se convierten en Cristo en modelos de una con- se sirve de las concepciones populares mitológicas que ven a Yahvé
ducta de vida basada en la caridad (cf. Ef 5, 1 s), único acceso luchando dramáticamente en contra de las potencias del caos (cf. Sal
verdadero a la salvación: «En esto se ha manifestado el amor que Dios 46, 4; 89, 10; 74, 13 s; 104, 7; Job 3, 8; 7, 12). Se trata de elementos
nos tiene: en que Dios ha enviado a su unigénito Hijo al mundo para mitológicos que, sin embargo, no han sido asumidos orgánicamente,
que tuviésemos la vida por medio de él. En esto consiste el amor: no sino utilizados más bien en apostrofes incidentales, de modo que nunca
hemos sido nosotros los que hemos amado a Dios, sino que él nos ha nos encontramos en presencia de un propio y verdadero dualismo
amado y ha enviado a su Hijo como víctima de expiación por nuestros cosmológico. Esto mismo es lo que resulta en la concepción de la
pecados. Queridísimos, si Dios nos ha amado, también nosotros te- muerte, la cual llama simplemente a ía obediencia radical frente a la
nemos que amarnos unos a otros. A Dios nunca lo ha visto nadie; si voluntad de Yahvé28.
nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su
amor es perfecto en nosotros» (1 Jn 4, 9-12). Así pues, el final de los
26. G. von Rad, o. c, 193-204.
sistemas de mediación no conduce ni al libertinaje religioso ni al 27. Wid., 193.
individualismo. Se trata, por el contrario, de ponerse a seguir a Je- 28. Ibid., MI.
152 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 153

Toda la ordenación del culto, de los ritos, de las fiestas, de los de la ley, en cuanto envía a los leprosos curados a cumplir las pres-
sacrificios, de las expiaciones, por el contrario, encuentran su puesto cripciones legales ante los sacerdotes, a propósito de la pureza de los
y su significación «en un mundo que delante de Dios estaba dividido alimentos se muestra en una actitud de franca y explícita superación
en puro e impuro, santo y profano, sujeto a la bendición o a la mal- de la ley antigua: «Así declara que son puros todos los alimentos»
dición. Esta tensa polaridad era para Israel un dato primordial de toda (Me 7, 19). Este discurso se completa y se convierte en un verdadero
la existencia»29. El santo de los santos es el espacio interno del ta- programa en los Hechos, cuando Pedro, en la visión que tuvo en la
bernáculo, santos son los sacerdotes que podían acercarse a él, santo terraza, se muestra ufano de «no haber comido nunca nada profano
es el templo y el monte del templo, santa es Jerusalén, santa es la ni inmundo», pero oye que se le dice: «Lo que Dios ha purificado,
tierra de Israel (cf. Lev 16, 1 ss; 21, 1-15.16-23; 1 Re 9, 3; Sal 24, no debes llamarlo profano». La consecuencia de ello es la entrada
3; 2, 6; Is 52, 2; 48, 2; Lev 25, 23)30. Entrar en la casa de un pagano libre del apóstol en casa del pagano Cornelio: «Ya sabéis que no es
significaba entonces contaminarse (cf. Jn 18, 28; Hech 11, 2 s). Y lícito para un judío unirse o encontrarse con personas de otra raza;
del mismo modo, después de haber entrado finalmente en la tierra, pero Dios me ha indicado que no hay que llamar profano o inmundo
durante tres años tuvieron que abstenerse de comer sus frutos, por a ningún hombre». El principal protagonista de esta gran innovación
considerarlos «incircuncisos» (Lev 19, 23). También las reglas sobre es el Espíritu; él es el que empuja a Pedro a entrar sin vacilación en
los alimentos impuros tenían la significación de distinguir a la «co- casa de Cornelio y es él el que se apodera de los paganos incluso antes
munidad santa» del resto de los hombres profanos y contribuyeron a de que Pedro los bautice, lo cual le hace a Pedro recordar las palabras
consolidar su identidad. De suyo, las reglas sobre lo puro y lo impuro del Señor: «Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en
no implicaban ninguna valoración moral. Pero lo impuro está lejos de Espíritu santo», en donde el agua era todavía el instrumento de la
Yahvé y es contrario a él; por eso es impura la sangre que se derrama, purificación legal de las cosas impuras, mientras que el Espíritu en-
es impura la enfermedad y sobre todo es inmundo el leproso, pero de señaba a no considerar ya como impura ninguna cosa o persona (cf.
manera especial la muerte, el cadáver, las personas y las cosas que Hech 10, 1-11, 8)32.
guardan relación con él (cf. Gen 4, 11 ss; Núm 35, 33 s; Dt 21, 22 En esta nueva relación con las cosas se comprende cómo Pablo,
s; Lev 11-15; Sal 32, 1 ss; 38, 3 ss; 39, 9. 12; Núm 9, 6; 19, 11. 16. frente al problema que le habían planteado los corintios de si era o no
18; 31, 19)31. En conclusión, tanto desde el punto de vista ético como lícito comer de la carne sacrificada a los ídolos, responde: «Nosotros
sacral y, al menos vagamente, moral, las cosas están divididas para sabemos que no existe ningún ídolo en el mundo y que no hay más
Israel y el piadoso israelita se ve siempre enfrentado con unos límites que un solo Dios. Y en realidad, aunque existen los llamados dioses
que no le es lícito traspasar. Su superación es considerada como uno tanto en el cielo como en la tierra y de hecho hay muchos dioses y
de los aspectos de la época mesiánica, cuando «incluso en los cas- muchos señores, para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre,
cabeles de los caballos se encontrará escrito: "Consagrado al Señor"». del que todo proviene y nosotros somos para él; y un solo Señor
Eso acontecerá únicamente cuando «el Señor sea rey de toda la tierra Jesucristo, en virtud del cual existen todas las cosas y nosotros exis-
y exista el Señor solamente y solamente su nombre», cuando «no haya timos para él» (1 Cor 8, 4-6). La existencia de todas las cosas en
ni siquiera un cananeo en la casa del Señor de los ejércitos» (Zac 14, Cristo pone al margen a los «dioses y señores» que pretenden ser los
9. 20. 21). poseedores de algunas cosas; en adelante el uso de las cosas tendrá
En este contexto los numerosos episodios de los sinópticos en los que regularse exclusivamente por la única ley soberana de la caridad.
que Jesús se encuentra con los leprosos y los cura, es decir los «limpia» Entonces, que cada uno coma de la manera que quiera, pero que se
(katharei), son muy significativos (Mt 8, 1-4; Me 1, 40-45; Le 5, 12- abstenga absolutamente de hacerlo si con ello escandaliza a un hermano
16; 17, 11-18), hasta el punto de que se señala expresamente la cu- menos ilumindo que podría verse totalmente turbado en su fe (1 Cor
ración de los leprosos entre las tareas de la misión (Mt 10, 8; cf. Mt 8, 7-13). Por eso Pablo se queja de los gálatas, que a pesar de haber
11, 45 y Le 7, 22). Si en estos casos Jesús se muestra como observante conocido a Dios se confían a «esos débiles y miserables elementos»
que son «los días, los meses, las estaciones y los años», considerán-
29. lbid., 343.
30. Cf. G. von Rad o. c, 343 s. 32. Cf. J. Dupont, Teología della chiesa negli- Atti degli Apostoli, Dehoniane,
31. Ibid., 342-351. Bologna 1948, 34-37.
154 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 155

dolos como sagrados y ligándose a su observancia ritual (Gal 4, manera fuertemente crítica frente a la civilización pagana «que ahoga
8-10). la verdad en la injusticia» (Rom 1, 18). Efectivamente, la experiencia
Una relación con las cosas, libre de las discriminaciones entre lo religiosa de la sociedad pagana es considerada como una grave de-
puro y lo impuro, ha de ser el fundamento de la actitud cristiana frente formación de las posibilidades de aproximarse a Dios que se les ofrecen
al mundo y también frente a la sociedad humana. La carta a Diogneto a todos los hombres: «Han cambiado la gloria del Dios incorruptible
da realmente un juicio muy severo sobre la observancia de los días y por la imagen y la figura del hombre corruptible, de aves, de cuadrú-
de los tiempos sagrados, sobre las inhibiciones frente a ciertos ali- pedos y de reptiles» (Rom 1, 23). La inmoralidad de la sociedad pagana
mentos y sobre la discriminación entre las cosas, poniendo de mani- sería fruto del castigo divino motivado por la idolatría. Se percibe en
fiesto el hecho de que los cristianos libres de estas inhibiciones y este juicio un tránsito muy rápido de la observación de las virtualidades
observancias viven en medio del mundo sin aislarse y sin querer di- positivas inherentes a la sabiduría pagana (Rom 1, 20: «A partir de la
rigirse entre los pueblos por tener una lengua y unas instituciones creación del mundo sus perfecciones invisibles de Dios pueden con-
propias33. De esta manera, la nueva relación con las cosas se presenta templarse por el entendimiento en las obras realizadas por él, así como
como determinante de un modo de comportarse con los hombres, con su eterno poder y divinidad») a la constatación de su eliminación por
la sociedad y con la historia; en esta libertad que ha adquirido es donde parte de todo un mundo que ha escogido la idolatría: «A pesar de
la misión de la Iglesia encontrará sus elementos de auténtica identi- conocer a Dios, no le han dado gloria» (véase el v. 21). Por el contrario,
ficación. el Pablo de los Hechos se acerca al paganismo apoyando su misión
precisamente en las virtualidades positivas que éste tiene: «Ciudadanos
de Atenas, veo que en todo sois muy respetuosos con los dioses»
c) Las relaciones con la sociedad
(Hech 17, 22). Según la narración de San Lucas, Pablo habría intentado
Para poder comprender mejor cuál era la conciencia que la Iglesia destacar el terreno común en que se apoya el mensaje cristiano y lo
neotestamentaria tenía de su misión, es necesario observar las rela- mejor de la sensibilidad religiosa griega, es decir, la apasionada bús-
ciones que mantuvo con la sociedad de su tiempo. Se trata de una queda de Dios «casi a tientas, a pesar de que no esté lejos de cada
investigación que hay que hacer sin exagerar sus expectativas. Ya uno de nosotros» (Hech 17, 27). El discurso de Atenas estuvo pre-
hemos percibido en el nuevo testamento la sensación dominante de parado por el de Listra, que incluso subraya la alegría derramada en
que la Iglesia primitiva vivía en un tiempo limitado y se sentía más los corazones por el Creador ya antes de la llegada de la fe, a través
bien protagonista del momento final de la historia y del juicio de Dios de las obras de su providencia (Hech 14, 17). Esto no impide la rigurosa
sobre el mundo que de una tarea histórica propia, ampliamente lanzada propuesta de la necesidad de un cambio, que en Listra estuvo pro-
hacia el futuro34. vocado por el intento insensato de adorar a los mismos Bernabé y
Un lugar en donde la Iglesia realiza la experiencia de su aproxi- Pablo y en Atenas por la convicción de que con la resurrección de
mación a la sociedad es la de su encuentro con las culturas que do- Cristo el Padre había establecido ya el tiempo del juicio y fijado la
minaban en su tiempo. Se trata del judaismo y del helenismo. Los urgencia de la conversión35. En este tema del juicio de Dios, los Hechos
cuatro primeros capítulos de la carta a los Romanos son un testimonio y la carta a los Romanos coinciden plenamente (Rom 1, 18: «En
interesante de la forma propia con que Pablo se enfrenta con este realidad la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad
problema. Esta confrontación no es nunca directa: cómo rendir su y toda injusticia que sofocan la verdad en la injusticia»). Queda en
propio testimonio en la sociedad pagana y cómo rendir su propio pie el hecho de que mientras en el libro de Lucas el acontecimiento
testimonio en el ambiente judío. Por el contrario, estos dos espacios de la salvación parece insertarse en el sí de Dios repecto a la experiencia
culturales se apelan continuamente entre sí, en una dialéctica muy religiosa anterior, en la carta a los Romanos la salvación parece caer
a través de la densidad oscura del no de Dios: «Todos han pecado y
viva. Puede decirse que jamás la Iglesia vivió su experiencia dentro
están privados de la gloria de Dios, pero han sido justificados gratiií
de la cultura helenista sin sentirla como un dato problemático de la
tamente por su gracia, en virtud de la redención que ha llevado a cabo
experiencia judeocristiana. En primer lugar Pablo se sitúa de una Cristo Jesús» (Rom 3, 23 s).
33. Ad Diognetum IV y V (Funk I, 315-318).
34. Cf. B. Corsani, Regno di Dio e cittá terrena nel Nuovo Testamento, en ftegno 35. Cf. V. Gatti, // discorso di Paolo ad Atene (Dissertulio in Facúltate theolo||li'«
di Dio e cittá terrena, LDC, Torino 1979, 55-77. Pontificiae Universitatis Gregorianae), Roma, Parma 1979.
156 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 157

Mientras que el relato de los Hechos se muestra menos interesado de juntar a los judíos y a los paganos bajo la misma condenación, que
por la confrontación entre la sociedad pagana y la tradición judía, es condenación del pecado personal, no impide poner de relieve la
Romanos no atiende a la primera más que en una confrontación cerrada economía salvífica con el papel fundamental de Israel y de la ley.
con la segunda. Por muy mal que pueda hablarse de la idolatría pagana, Entonces me parece que es más correcto leer la reflexión paulina, no
nadie tiene derecho a jactarse frente a ella. Efectivamente, el juicio tanto en los términos de un juicio sobre la sociedad de su tiempo como
de Dios es «según verdad»; entonces, los judíos tienen poco de qué más bien en los términos icónicos de un cuadro compuesto de dos
gloriarse, «ya que no son justos delante de Dios aquéllos que escuchan mundos necesitados ambos de la salvación y para los que ha llegado
la ley, sino los que ponen en práctica dicha ley» (Rom 2, 2 y 2, 13). ya su propio kairós. Si luego deseamos relacionar la tesis de la carta
Así pues, frente al juicio de Dios de nada sirve ser o no ser del pueblo a los Romanos con la perspectiva de los Hechos en lo que afecta a la
de la ley: «Judío no es quien aparece tal desde fuera y la circuncisión cultura pagana, se deduce de allí todavía con mayor claridad que se
no es la que se muestra visible en la carne; judío es aquel que lo es trata sobre todo de la sensación de una novedad inminente, de un giro
interiormente y la circuncisión es la del corazón» (Rom 2, 28 s). En posible y necesario, independientemente del juicio histórico que haya
el plano de una valoración histórico-salvífica, sin embargo, Pablo de darse del mundo que se tiene delante.
declara «grande bajo todos los aspectos» la superioridad del judío y Tan sólo esta manera de situarse frente a la sociedad permite esta
la utilidad de la circuncisión (Rom 4, 1 s). La razón es que la civi- actitud de lealtad absoluta respecto a la autoridad constituida que nos
lización judía es la portadora de la promesa y atestigua para siempre demuestran la famosa perícopa de Rom 13, 1-7 y otros pasajes neo-
la fidelidad de Dios. Pero a pesar de ello, la salvación viene con la testamentarios. El respeto de las obligaciones sociales, desde la obe-
afirmación de la justicia de Dios sobre el pecado tanto de los paganos diencia de los esclavos a sus señores hasta la sumisión respecto a la
como de los judíos, tal como se manifestó en la muerte y la resurrección autoridad civil, tiene en los textos más tardíos del nuevo testamento
de Jesús, «independientemente de la ley..., por medio de la fe» (Rom una motivación casi apologética. Se siente la necesidad de presentarse
3,21). frente a la sociedad como ciudadanos ejemplares, evitando el riesgo
La posición de la Iglesia neotestamentaria frente a la sociedad de de que la fuerte conciencia de la libertad cristiana los conduzca al
su tiempo, leída con los ojos de Pablo en la carta a los Romanos, les desprecio de los deberes ante la sociedad. Ni siquiera se permite la
parece a algunos que es la de un juicio drástico sobre dos civilizaciones rebelión frente a las injusticias que se sufren, ya que el cristiano tiene
que, puestas la una junto a la otra, cubren todo el panorama de todo que probar con el aguante de la persecución que está realmente si-
el mundo que entonces se conocía. El paganismo helenístico y el guiendo a Jesucristo (cf. 1 Pe 2, 13. 25; Tit 2, 9; 3, 1; 1 Tim 6, 1).
judaismo serían dos civilizaciones agonizantes, cuyo fin estaría mar- No falta tampoco la motivación del amor, incluso por parte de los
cado por el juicio de Dios que se ha manifestado en Jesucristo. La esclavos respecto a sus amos creyentes y que, por consiguiente, son
propuesta del evangelio, la de la buena noticia de una salvación nueva considerados hermanos en cuanto tales (1 Tim 6, 2). Finalmente, hay
que viene exclusivamente por el camino de la fe en Jesús, es el co- también una consideración bastante realista, apoyada en un fuerte
mienzo de una nueva época que está a punto de suceder a la antigua. sentido de solidaridad de la Iglesia con la sociedad, en virtud del cual
La carta a los Romanos habría sido escrita, más que para la Iglesia se reza por los poderosos, para que «se pueda trascurrir una vida
de Roma, para la de Jerusalén, que debería hacerse consciente del giro tranquila y pacífica con toda piedad y dignidad», dentro del sueño de
histórico que estaba en acto. El traslado del centro de la Iglesia a la una humanidad apaciguada en el reconocimiento de la paternidad uni-
capital del imperio señalaría el comienzo de una nueva civilización versal de Dios (1 Tim 2, 1-8).
con el cumplimiento de las antiguas promesas de Yahvé en donde Muy distinta es, por el contrario, la conciencia eclesial frente al
estaría ya naciendo un mundo nuevo36. Pero resulta difícil reducir al Estado que nos atestigua el Apocalipsis. La Iglesia perseguida muestra
plano de un juicio histórico un discurso como el paulino, que se con mayor agudeza su sensibilidad escatológica y ve en el imperio
desarrolla constantemente entre esa doble vertiente de los datos de romano una entidad monstruosa que se contrapone a Dios, con la
hecho y el histórico salvífico de las promesas. Efectivamente, el hecho pretensión de verse adorado por los hombres, y que libra una batalla
definitiva por la posesión del mundo. Frente al mismo la Iglesia se
36. Cf. F. Montagnini, La prospecttiva storica della lettera ai Romani, Paideia, siente viva bajo la forma de la Jerusalén celestial, no ya contrapuesta
Brescia 1980. al Estado como se opone una entidad terrena a otra, sino más bien
158 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 159

como misterio de salvación que baja del cielo, destinado a recoger a 33-38). Por esto, a pesar de la postura de lealtad del nuevo testamento
todos los justos en el nombre del Señor37. Aquí da la impresión de en lo que atañe a la sociedad civil, el sistema de poder de la sociedad
que nos encontramos realmente en los antípodas del irenismo paulino no podrá servir nunca de modelo para la organización de la Iglesia:
de Rom 13, 1-7. Tanto si se quiere acentuar el carácter programático «Los jefes de las naciones, como sabéis, dominan sobre ellas y los
parenético de este fragmento, como si se desea ver en él un auténtico grandes ejercen sobre ellas el poder. Pero no ha de ser así entre
esbozo de una doctrina cristiana del Estado, la verdad es que resulta vosotros» (Mt 20, 25 s). En el fondo, es precisamente esta distancia
bastante sorprendente el esfuerzo por legitimar la autoridad civil que entre la Iglesia y la sociedad civil el salto cualitativo que las separa
Pablo expresa en dicho texto: «No hay autoridad que no venga de Dios y lo que le permite a la Iglesia integrarse en la sociedad sin someterse
y las que existen han sido establecidas por Dios. Por consiguiente, el a ella y al mismo tiempo sin entrar en competencia con ella. Orígenes
que se opone a la autoridad se opone al orden establecido por Dios». tendrá entonces una idea tan clara de esta posición que, comentando
Unas afirmaciones tan comprometedoras se apoyan en la tradición Hech 15, 29 y preguntándose cómo es que en la reunión de Jerusalén
veterotestamentaria y en la doctrina judía del Estado y tienen su jus- se dieron unas prescripciones tan banales sin determinar ninguna pro-
tificación en la necesidad de fundamentar la garantía del orden social hibición de los delitos graves, responde: «Es que los demás delitos
en la autoridad que, para favorecer la convivencia pacífica, condena están ya castigados por las leyes terrenas y parecía superfluo que los
al malvado y premia al honrado. De esta manera Pablo parece res- prohibiese también la ley divina, desde el momento en que están ya
ponder tanto a los impulsos de tipo zelótico como a la desconfianza bastante regulados por las leyes humanas; por eso se expusieron so-
consiguiente que la sociedad romana podía desarrollar respecto a la lamente aquellas reglas que no están contempladas de ninguna forma
Iglesia, exhortando a los cristianos a pagar fielmente el tributo38. por la ley humana y se refieren a la ley divina. De esto se deduce que
Por lo demás, bajo la cuestión del deber de pagar los impuestos el juez del mundo desarrolla la parte más grande de la ley divina».
o del deber de no pagarlos, se planteaba en tiempos de Jesús el delicado Cita a continuación a Rom 13, 5 s, con este comentario: «Con estas
problema de las relaciones entre Israel y los ocupantes romanos. Los palabras Pablo ordena que la Iglesia de Dios ejerza su misión de justicia
tres sinópticos refieren, con ligeros toques redaccionales, la trampa y de piedad sin oponerse a los principios y a las autoridades de la
que se le tendió a Jesús a propósito de esta grave cuestión y su célebre tierra, en paz y en tranquilidad». Llega finalmente a pensar incluso
respuesta: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de en la hipótesis del riesgo de un falso martirio, cuando el cristiano
Dios» (Mt 22, 15-22; Me 12, 13-17; Le 20, 20-26). Jesús se sale del tuviera que ser perseguido no por fidelidad a su Señor, sino sólo por
dilema rechazando por una parte la concepción teocrática del César insubordinación contra el Estado, poniendo así «una causa digna por
divinizado y por otra el integrismo religioso que, en nombre de la una muerte sin mérito»39.
realeza de Dios, pretendía no reconocer la del emperador. De esta En conclusión, puede decirse que el nuevo testamento saca de la
manera abre verdaderamente un nuevo camino por el que la Iglesia tradición judía tanto el juicio negativo tan drástico sobre la civilización
podrá proseguir su recorrido sin contraponerse ni sobreponerse a la pagana idolátrica como la doctrina del origen en Dios de la autoridad
sociedad civil, pero afirmándose en una originalidad propia que le del Estado. Esta doctrina se aplica luego sin reparos a cualquier au-
permita sentirse libre y sometida solamente a Dios, por un lado, sin toridad, incluso a la del Estado pagano, sin ninguna concesión a las
competir con la sociedad civil, por otro. En el diálogo de Jesús con tendencias revolucionarias de los zelotes. Efectivamente, en el plan
Pilato, en el evangelio de Juan, se muestra con toda claridad esta salvífico de Dios, Israel tiene un papel fundamental, ya que a través
misma postura. En efecto, Jesús se declara entonces rey, avalando en del don de la ley se muestra con claridad la contradicción que llevan
cierto sentido la acusación que habían lanzado contra él los fariseos los hombres dentro de sí, provocando de esta forma la invocación de
ante el gobernador romano, pero por otra parte muestra la evidencia una nueva salvación que viene solamente por medio de Cristo. En
de la inocencia de un reino como el suyo, sin ejércitos, y totalmente efecto, desde este punto de vista tanto los judíos como los griegos
expuesto, con su rey inerme, a la violencia del poder terreno (Jn 18, están destinados todos ellos a la ruina si no se abren a la lo. I'ero en

37. Cf. H. Schlier, Lo stato nel Nuovo Testamento, en // tempo della chiesa, II 39. Orígenes, Comm. in epist. ad Rom. 9, 26-30 (PG 14, I22(x- I.' Mli). i'ilmlo cu
Mulino, Bologna 1965, 3-26. H. Rahner, Chiesa e struttura política nel cristianesimo primitivo, Jukn McHik, Miliinn
38. Cf. G. Barbaglio, Le lettere di Paolo II, Borla, Roma 1980, 479-487. 1970, 33-35.
160 Interpretación teológica Algunos datos bíblicos 161

este punto la propuesta del evangelio no se presenta como el proyecto la condición para entrar en el Reino es la realización de una «justicia
de una sociedad nueva en contraposición a la teocracia judía o al superior» respecto a la justicia ordinaria, la justicia de la ley, tal como
imperio romano. La Iglesia del evangelio encuentra persecuciones en se llevaba a cabo escrupulosamente por parte de los «escribas y fa-
todas partes, pero las arrostra con la mansedumbre de Cristo, dando riseos» (Mt 5, 20). La fórmula de Mateo: «Fue dicho a los antiguos...,
así testimonio de él, y con la conciencia de estar representando a la pero yo os digo» (Mt 5, 21-48) es sumamente expresiva del carácter
ciudad nueva, celestial, en la que Dios habrá de reunir en el momento de novedad que reviste la conversión, que se ha hecho necesaria y
decisivo de la historia a todos los justos y los salvará. urgente ante el anuncio del Reino que se aproxima41. Se trata de una
inversión de la jerarquía de los valores que dominan en el mundo, por
d) Las relaciones con la historia lo que el Reino, es decir el futuro del mundo, es de los pequeños y
no de los grandes (Mt 18, 1-5), de los sencillos y no de los sabios
Ya en varias ocasiones he tenido la oportunidad de observar que (Mt 11, 25), de los pecadores arrepentidos más bien que de los justos
la Iglesia neotestamentaria no vive dentro de una gran perspectiva orgullosos (Le 18, 9-14). Más aún que Mateo, preocupado de hacer
histórica. La misma predicación del evangelio a todas las gentes parece resaltar la novedad del Reino respecto a la ley antigua, interesado por
ser una empresa realizable en un breve espacio de tiempo, aun cuando una espiritualización de las proclamaciones de Jesús («Bienaventuados
-hemos de tenerlo siempre presente- esta sensación dominante de vivir los pobres de espíritu...») y un poco desordenado a la hora de recoger
los últimos tiempos no tuvo siempre y en todas partes la misma den- una larga casuística que aplicar a la conversión, es Lucas el que nos
sidad, sino que se advierte tanto la esperanza de Pablo de ver el retorno ofrece las dimensiones esenciales de la propuesta nueva, que sigue al
del Señor antes de morir (1 Tes 4, 15) como las perspectivas lucanas anuncio del Reino. El Reino es de los pobres, de los hambrientos y
y las de las cartas pastorales, preocupadas de la organización de la de los que sufren y creer en el Reino provoca la persecución del mundo
Iglesia y de la transmisión del evangelio a las generaciones futuras40. (Le 6, 20-22). El Reino lleva consigo una condena de los ricos, de
En todo caso, la dimensión histórica de la conciencia eclesial está los saciados, de los que se divierten; los que reciben la aprobación
siempre y profundamente determinada por el anuncio de que llega el del mundo no deben engañarse, ya que el mundo presta su consenti-
reino de Dios. miento a los falsos profetas (Le 6, 23-26). De esta contraposición no
La venida del Reino es el tema crucial de la predicación de Jesús se deduce una propuesta de nuevas competividades, sino la exigencia
de Nazaret: el Reino es para Jesús una realidad inminente, el anuncio de una lógica nueva en las relaciones humanas, que se manifiesta sobre
del Reino está lleno de alegría, es necesaria la conversión frente a ese todo en el amor de los enemigos: el Reino es el Padre misericordioso
Reino (Me 1, 14 s). El anuncio del Reino es el fundamento de una que no quiere juicios y condenaciones, sino perdón (Le 6, 27-38)42.
vida dominada por la espera: lo nuevo está ya en el horizonte. No Por consiguiente, para ser hombres del Reino no es posible ser jueces
queda ya espacio alguno para actitudes fatalistas, del tipo nihil novum implacables de los hermanos; uno sería entonces como guía ciego de
sub solé, aun cuando la sensación de inminencia de lo que está a punto hombres ciegos; tampoco puede uno contentarse con palabras, sino
de acontecer es capaz de producir, como fruto propio, actitudes opues- que hay que demostrar la autenticidad de la vida a través de los frutos
tas: por un lado parece como si se derivase de ella una relativización de las propias acciones y fundamentar la propia empresa en la actuación
intensa y radical de todo lo que se hace en la vida («El tiempo se ha concreta de las palabras de Jesús (Le 6, 39-49). Con todo esto hay ya
abreviado; en adelante, los que tienen mujer que vivan como si no la bastante para exorcizar la tentación de una espera ociosa del Reino,
tuvieran; los que lloran como si no llorasen y los que gozan como si que reduzca la misión a la contemplación pura y a la negación de toda
no gozasen; los que compran como si no comprasen; los que usan del actividad histórica; recuérdese la conocida exhortación paulina, pre-
mundo como si no usasen de él; porque pasa la escena de este mundo»: sente ya en la segunda carta a los Tesalonicenses, a no vivir «desor-
1 Cor 7, 29-31); por otro lado, la fuerte llamada a la conversión es denadamente, sin hacer nada y en una continua agitación», a «comer
una preparación para transformaciones decisivas, no sólo dentro del
corazón del hombre, sino incluso en la convivencia civil. En efecto, 41. Cf. G. Barbaglio, Reino de Dios, en Nuevo diccionario de teología II, Cris-
tiandad, Madrid 1982, 1423-1432.
40. Cf. H. Conzelmann, Die Mitte der Zeit. Studien zur Theologie des Lukas, Mohr, 42. Véase la contraposición entre el anuncio del reino en la predicación del Bautista,
Tübingen 1960; H. Schlier, La gerarchia della chiesa secundo le lettere pastorali, en 11 centrada en la amenaza del juicio (Mt 3, 10-12) y en la predicación de Jesús, centrada en
tempo della chiesa, II Mulino, Bologna 1965, 206-235. la buena nueva de la misericordia de Dios (Mt 11,4 s).
162 Interpretación teológica

del propio pan trabajando en paz», ya que es una regla que «el que
no quiera trabajar, no coma» (2 Tes 3, 10-12).
Ciertamente, no se puede pretender sacar del nuevo testamento,
sin forzar las cosas, una especie de teología sistemática de la historia.
5
Esto explica por qué en el espacio cristiano, a lo largo de la historia,
se han dado tantas y tan diversas interpretaciones de las relaciones
El principio hermenéutico
entre la historia y la escatología. Se va desde las concepciones más o
menos teocráticas que ven en la Iglesia la encarnación histórica del
Reino, rica con todo su poder y capaz de dictar juicios definitivos
sobre el mundo, hasta las experiencias misioneras del siglo XIX que
veían realizarse la expansión de Reino en la civilización de los «sal-
vajes». Es posible concebir la historia entera en su desarrollo de con-
junto como historia de salvación, en la que Dios sigue realizando sus
mirabilia incluso después de la muerte y la resurreción de Cristo
(Cullmann), o bien descubrir las irrupciones del Reino en la historia
exclusivamente en el acontecimiento de la Palabra predicada y acogida
en un puro y simple testimonio de la acción divina entre los hombres
(Barth), o también invertir las partes viendo el caminar del Reino No hay ningún tema teológico que se encuentre tan implicado en
presente en la exigencia de justicia que explota el mundo, de forma la red de la historia como el tema de la Iglesia. Por eso hemos podido
que la Iglesia tenga que recibir las órdenes para su misión de esa observar a lo largo del amplio análisis que hemos hecho cómo la misión
exigencia y sólo ella. Creo que los datos bíblicos son suficientes para de la Iglesia se fue desarrollando dentro de una infinita complejidad
excluir ciertas visiones43, como la del escatologismo exasperado que de compromisos, de actividades y de comportamientos frente al mun-
anula el valor de la historia y la del secularismo radical que no reconoce do. Ahora hemos de recorrer un camino en dirección opuesta. Tenemos
ya en la llegada del Reino la irrupción de una magnitud diversa, y no necesidad de volver para atrás, tanto en el terreno del desarrollo lógico
del todo homogénea, respecto a la dimensión de la historia. como en el terreno del desarrollo histórico, para ir en busca de un
primer principio de ese gran proceso histórico que es la misión de la
Iglesia.
No pienso simplemente en un retorno a la pura fase incial de este
proceso. Esta fase inicial ha sido estudiada en el capítulo anterior.
Pero incluso esa fase, como hemos podido ver, resulta bastante com-
pleja: el primer anuncio del Resucitado se mezcla inmediatamente con
la red de relaciones que los primeros creyentes tenían con el mundo
en que vivían, con todos los elementos de su situación histórica, y
produce desde el principio modelos específicos de misión, situados y
fechados en la historia. Entonces, al hablar de «primer principio», me
refiero a la necesidad de señalar el punto central, o mejor dicho el
43. Cf. G. Barbaglio, o. c, 1429: «En el mismo Jesús se puede comprobar la
presencia de dos tipos de afirmaciones, unas dirigidas a anunciar la proximidad del Reino elemento germinal, de ese complejo comienzo de la misión. Este punto
y su repercusión en la historia, y otras que lo colocan en el horizonte extremo del futuro. central, en la obra del Jesús histórico, es el anuncio del Reino, en la
Ni la interpretación de Schweitzer, que hace de Cristo un apocalíptico exaltado en frenética predicación apostólica es el anuncio del Resucitado proclamado como
espera de la llegada del Reino entendido como catástrofe cósmica, ni la lectura de Dodd, Señor. Para nosotros resulta más importante este segundo punió, ya
que hace del Reino anunciado por Cristo una realidad introducida por completo en la
historia, hacen justicia a la actitud más matizada de Jesús que no ha sacrificado la pers- que el puro y simple anuncio del Reino no dice todavía el hecho de
pectiva futura a la actualización, ni la actualización a la perspectiva futura». Cf. también la resurrección de Jesús, ni se presenta necesariamente con un curador
R. Schnackenburg, Reino y reinado de Dios, FAX, Madrid 1970, 101-104. de eclesialidad. También es posible pensar en una escaiolo^hi sin
164 Interpretación teológica
El principio hermeneutico 165

Iglesia, pero a nosotros nos interesa interpretar la misión de la Iglesia.


Y la Iglesia nace precisamente en torno a la buena noticia de que el aceptado en la fe como resucitado y proclamado Señor, representa
Reino está aquí, en la historia de Jesús de Nazaret, a quien el Padre nada más y nada menos que una eclesiogénesis considerada en su puro
resucitó y constituyó Señor del universo. nivel empírico. Por otra parte podría decirse también que el nacimiento
En el anuncio de Jesús resucitado y Señor puede descubrirse el de la comunidad cristiana y el proceso histórico de la que ella es al
verdadero punto germinal de la misión que se desarrolla por completo mismo tiempo el primer resultado y el motor, respecto a la complejidad
a partir de aquí. Pero al mismo tiempo es el verdadero punto germinal del acontecimiento-Iglesia, no son más que la manifestación en el
de la Iglesia que se aglutina en torno a este anuncio. Recordemos el nivel histórico-fenoménico de un misterio mucho más grande y pro-
primer discurso de Pedro en los Hechos (Hech 2, 14-26); se trata del fundo, que tiene en el designio de salvación del Padre su principio y
primer acto misionero, del primer encuentro del anuncio pascual con en el Reino que ha de venir su cumplimiento. Ciertamente, si queremos
el mundo. Y es al mismo tiempo el acontecimiento del que nace hacer una teología del proceso histórico de la misión, no podemos
inmediatamente la primera comunidad cristiana. Yendo entonces en limitarnos a describirlo o a tratarlo con los instrumentos de la histo-
busca del primer principio histórico de la misión, no encontramos a riografía. Tendremos que enfrentarnos forzosamente con la búsqueda
la Iglesia constituida con una naturaleza propia bien definida y una de una inteligencia de ese mysterium ecclesiae, que subsiste a nivel
posición determinada en la sociedad. Nos encontramos más bien con escatológico, como plan divino de salvación que comprende dentro
una realidad dinámica circular: el acto misionero fundamental del que de sí a los predestinados, y luego como Jerusalén celestial que com-
brota la Iglesia y la Iglesia de donde parte continuamente la acción prende dentro de sí a los bienaventurados que viven en la eterna
misionera. comunión con Dios. Esta es la Iglesia de la que se dice que es «sin
Pongámonos entonces en la hipótesis que ya he utilizado en otros mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada» (Ef 5,
sitios con algún fruto1, a saber, que el principio histórico es también 27). Pero no se ve cómo puede hablarse de la Iglesia, en esta acepción,
el mejor principio hermeneutico de la realidad eclesial. Se trata de una como de un propio y verdadero sujeto histórico. A J. Maritain le gusta
hipótesis muy distinta de la que se empeñase en cancelar la historia a hablar de la Iglesia como de una persona y sostiene que tiene «una
través de un puro y simple retorno a los orígenes. Pero no se trata ni doble subsistencia: una subsistencia natural como cualquier otra co-
mucho menos de eso. No pretendo en lo más mínimo reducir las munidad humana, la de las personas humanas de sus miembros..., y
infinitas dimensiones diversas que ha asumido la misión y las que una subsistencia sobrenatural que presupone, pero trasciende, la sub-
pueda asumir en la historia, anulándolas en una única cosa que haya sistencia natural de las personas individuales que son sus miembros»-'.
que hacer y que sería aquel puro y simple anuncio de Jesús Señor del La «persona» sobrenatural de la Iglesia sería santa, mientras que el
que partió la misión. No hago más que plantear la hipótesis de que pecado afligía a las personas naturales de sus miembros. Pero una
este primer principio históricopuede revelarse tan rico en virtualidades Iglesia semejante, a nivel histórico, podría estar presente tan sólo conuí
que puede servir de primer principio hermeneutico, es decir, que pueda la ecclesia abscondita de Lutero. Efectivamente, Journet, que se sitúa
dar paso a un discurso interpretativo completo, capaz de iluminar todos en la misma línea eclesiológica de Maritain, afirma desde este punió
los diversos elementos en los que se dispersó a continuación la misión de vista que «en nuestro propio corazón se enfrentan la Iglesia y el
y de ofrecer finalmente una criteriología con la que valorar las formas mundo»3. Podemos entonces preguntarnos cómo podrá llenarse el hiato
y los modelos en los que asumió posteriormente la misión una forma entre la persona santa de la Iglesia, su «subsistencia sobrenatural», y
histórica determinada. ese sujeto eclesial hecho de pecadores que es el único verdadero su icio
histórico de la misión. Tan sólo dando a la «subsistencia natural» tic
la Iglesia, hecha de cristianos de carne y hueso, que viven en lu
1. Principio histórico actualidad y que forman la comunidad de Jesús, la función de encmiiui
a toda la Iglesia en la historia, a pesar de su pecado. Son éstos, y nu
La concreción del puro y simple principio histórico de la misión
en la Iglesia podrá parecer una operación teológica poco interesante.
Podrían decir algunos que la comunicación de la noticia sobre Jesús, 2. J. Maritain, La chiesa del Cristo, Morcelliana, Bresiia '1977, \\ l|, lu i Hn MH|.I
en la p. 26 (trad. cast.: La Iglesia de Cristo, Desclée de Bmuwoi, IIÍIIMIU I'J/.'I
1. S. Dianich, La chiesa mistero di comunione, Marietti, Torino 5 1987; Id., Teología 3. Ch. Journet, L'e'glise du Verbe incarné II, Dcsflíc tlr HIHIIWIM |9M, 9)1 llu
del ministerio ordenado, Ediciones Paulinas, Madrid 1988. dos tomos de esta obra están resumidos en Teología de lu Iglrxiti, IV»il<ip i|t> llhiiiwn
Bilbao 3 1966).
166 Interpretación teológica
El principio hermeneútico 167

otros, aquellos a los que Pablo no tiene reparos en llamar «amados de


Dios», «santos por vocación», «llamados a ser santos», «los santos autónoma de la misión misma: la Iglesia a la que descubrimos como
que están en Acaya», «los santos en Jesucristo que hay en Filipos», el único sujeto verdadero y legítimo, responsable de la misión, es en
«los santos de Colosas» (Rom 1, 7; 1 Cor 1, 2; 2 Cor 1,1; Flp 1,1; realidad un entramado dinámico, por lo que ella subsiste tan sólo en
Col 1, 2). Si la Iglesia es sólo aquella que existe en su forma esca- la comunicación de la fe y en el protagonismo de los sujetos de ese
tológica, entonces ellos son sólo parcialmente Iglesia, y sólo el aparato mismo acontecimiento. Si la misión es un accidens respecto a la
sacramental y la santidad de la institución la puede representar en substantia de la Iglesia, debemos quitarle a la Iglesia su clásico atributo
plenitud frente al mundo. Pero si la Iglesia santa, es, sic et simpliciter, de «peregrina» y colocarla en una economía de escatología ya reali-
la Iglesia de los pecadores a los que Dios reconcilia consigo por medio zada. Pero si la Iglesia es sacramentum (LG 1; SC 5), tenemos que
de Cristo, entonces todos los cristianos, que son santos pecadores y concebirla como una realidad histórica esencialmente relativa a la gran
no santos santos, son portadores de aquel protagonismo histórico que realización escatológica que está en los designios del Padre, pero que
constituye la misión eclesial y que forma parte de una historia completa por eso mismo se caracteriza como un instrumento histórico que se
de hombres, querida por Dios a pesar de estar mezclados en ella la define por su capacidad histórica de señalar y realizar aquí lo que está
santidad y el pecado. en plenitud en otra parte. Pero esto significa pensar en una Iglesia que
No es posible hacer una teología de la misión apelando como a se define por el objetivo al que sirve, que se configura a partir de la
principio hermeneútico a un sujeto-iglesia al que no pudieran atribuirse función que ejerce, o sea, que vive esencialmente de su propio di-
unas concretas dimensiones históricas. Por tanto, la Iglesia sujeto de namismo misionero.
la misión histórica será necesariamente una Iglesia determinada siem-
pre también por su misma misión y por la situación histórica de la
que forma parte. En todos los momentos de su existencia la Iglesia 2. El principio histórico como principio hermeneútico
subsiste en virtud de su acto misionero fundamental; si en un momento
determinado dejase de darse el anuncio de Jesús, la comunicación de En la experiencia actual de las comunidades cristianas, así como
fe entre un hombre y otro, en ese mismo momento la Iglesia dejaría en la situación de los orígenes que se nos describe en el nuevo tes-
de existir como sujeto histórico. Por consiguiente, ella está siempre tamento, se ve con claridad que la Iglesia existe porque hay una
determinada por los protagonistas de aquella comunicación de la fe comunicación de la fe. Hay otros muchos factores que convergen en
que la mantiene en la existencia con su propio dinamismo. El sujeto el nacimiento de la Iglesia y otros muchos elementos que contribuyen
que anuncia y el sujeto que acoge el anuncio de la fe son los polos a constituirla, unos de ellos secundarios y otros verdaderamente esen-
entre los que corre un fluido vital que da consistencia al mismo tiempo ciales. Pero está fuera de duda que todas las demás cosas solamente
a la missio y a la ecclesia. De este modo ambos sujetos no pueden tienen sentido en cuanto que viven en el espacio de la comunicación
menos de determinar a la Iglesia con su subjetividad concreta y, por de la fe y dentro de la estructura lógica de la fe. Y no basta con decir
consiguiente, con su propia historia. El sujeto que acoge el anuncio «de la fe», sino que hay que decir siempre: «de la comunicación de
porque ese anuncio va dirigido a él, en su situación concreta, y no a la fe». En efecto, en cualquier hipótesis de una fe que no se comunic ase
un destinatario anónimo, y por tanto se formula con vistas a él, de a través de una verdadera relación personal y en la experiencia mística
una manera específica. El sujeto que anuncia el mensaje, porque no de cada uno, nos encontraríamos frente a fenómenos religiosos tic lodo
es un mero vehículo material de la Palabra, sino una voz creyente que respeto, pero no nos encontraríamos frente a una Iglesia. Si en esa
la pronuncia desde lo más profundo de su experiencia de fe y de su hipótesis naciera luego de hecho una Iglesia, se legitimaría sobre la
existencia marcada decisivamente por el Señor en el que cree y al que base de razones y de títulos extraños a su experiencia do te original
anuncia a los demás4. o se fundaría, en una especie de positivismo jurídico sohiviiiitural. en
En conclusión, si queremos alcanzar el primer principio histórico el puro imperio del Dios que se revela en la fe y que impnnr In
de la misión, no conseguimos captar ninguna entidad que sea realmente construcción de una vida comunitaria entre los parlicipanics dp NO
revelación.
4. Cf. S. Dianich, Soggetivitá e chiesa. en Teología e progetto-uomo in Italia (VIII Por el contrario, la fe que surge dentro de unos procesos de vtt
congresso dell'ATI), Cittadella, Assisi 1980, 105-128. municación implica por su propia naturaleza relaciones ÍIIICI|)(,INIMIMII'K
entre los sujetos de la comunicación aparte de las reliicionc» «Millt1 el lux
16S Interpretación teológica
El principio hermenéutico 169

y la divinidad. Por consiguiente, la fe y la comunicación -que es como


no es posible la fe y nadie es capaz de pronunciar la palabra decisiva:
decir la fe y el acto misionero- son el principio genético intrínseco de
«Jesús Señor» (1 Cor 12, 3). El principio de todo, tanto de la
la Iglesia. Así comenzamos a vislumbrar que no estamos en presencia
comunicación entre los sujetos empíricos como de la comunicación
solamente de una causa eficiente, de un puro movimiento de iniciación
mistérica del Espíritu, es realmente el Padre, el gran sujeto me-
de un proceso, sino también de una razón formal y explicativa del
taempírico de la misión: él es el que manda al Hijo y el que manda
propio proceso y del sujeto respectivo: la Iglesia es Iglesia no sólo
al Espíritu. Pero la missio Dei engendra al sujeto empírico de ese
porque es sino también en cuanto que es fe comunicada, experiencia
verdadero y propio proceso histórico que es la misión de la Iglesia,
de fe transmitida y recibida, relación con Dios tramada con la relación
cuando gracias a la misión del Espíritu entre los hombres concretos
interpersonal entre los hombres.
e históricamente determinados pasa y es creída la noticia de que
Al señalar el principio de la Iglesia en el fenómeno histórico de
Jesús es el Hijo enviado por el Padre y que él es el Señor. En este
la comunicación de la fe, no pretendemos ni mucho menos reducir la
entramado la misión trinitaria y el acto misionero fundamental que
eclesiogénesis a su nivel empírico. El fenómeno mismo de la comu-
tiene lugar entre los hombres es donde nace la Iglesia.
nicación de la fe se vive en la conciencia de los creyentes necesaria-
mente en dos niveles: el nivel fenomenológico y el nivel mistérico. En este punto el acontecimiento que constituye el comienzo de la
Por eso, efectivamente, el hecho de la comunicación de la fe, analizado Iglesia se revela como un acontecimiento capaz, en sí mismo, no sólo
en todos sus elementos, se muestra sin duda como capaz de abrir el de producir un movimiento proselitista de agregación, sino también
camino a una interpretación respetuosa de toda la riqueza de la missio, una nueva experiencia mística, la de la fe que surge en el mismo
sin tener que limitarse a su descripción fenomenológica y sin tener proceso histórico a través del cual ella se comunica y que ella misma
que arrancarla de la historia para refugiarla en el cielo en el misterio provoca, la existencia de un protagonismo escondido, metaempírico,
de la Trinidad. La comunicación de la fe se nos manifiesta ante todo el del Espíritu que revela al corazón a Cristo como Hijo enviado por
en un nivel histórico experimentable, históricamente descriptible y el Padre. A partir de este principio puede ir desarrollándose la misión
analizable; desde este punto de vista la podríamos comparar con tantos hacia el futuro del mundo, pudiendo al mismo tiempo adentrarse en
otros fenómenos de comunicación entre los hombres, que se componen sus más profundos significados hacia la comunión trinitaria.
de elementos perfectamente conocidos: trasmisión de una noticia, re- Entre los protagonistas visibles y los invisibles del acto misionero
lato, participación de los sentimientos, compromiso emocional, ex- fundamental se encuentra, como anillo indispensable de conjunción,
hortación a obrar, planteamiento de unos preceptos, invitación a la la historia y el misterio de Jesús de Nazaret. La comunicación de la
participación, enseñanza de una doctrina, etcétera. En nuestro caso se fe habla en lugar de él, Hijo de Dios y Señor nuestro. El que hoy
da fundamentalmente el protagonismo de dos o más personas que narra algo sobre él y atestigua su fe en él no es más que el continuador
tienden a la participación común en la misma experiencia de entrega de una historia que comenzó con él, cuando él hablaba a los hombres
de la propia vida y de la propia esperanza a Jesucristo. Pero existe de sí mismo y de cómo lo había mandado el Padre. En el origen de
además otro nivel en el que se vive este fenómeno en la conciencia todo lo que se trasmite y del proceso mismo de esta parádosis está
eclesial. Se trata de un nivel imposible de describir porque el prota- aquel «Como el Padre me envió, así yo os envío a vosotros» (Jn 20,
gonismo que lo anima no es de carácter empírico; aquí el entramado 21). Pues bien, el «os envío» da lugar a un proceso histórico en el
de los sujetos no da lugar de suyo a un proceso histórico en el verdadero verdadero sentido de la palabra, el que se prolonga en la tradición de
sentido de la palabra, que pueda señalar cualquier observador. Po- la Iglesia y del que es un segmento toda comunicación de la fe que
dríamos hablar de un nivel mistérico... En este nivel la comunicación tiene lugar entre personas concretas, vivas, de carne y hueso, que se
de la fe no es un acontecimiento totalmente homogéneo con el trasmiten de un modo plenamente verificable la fe. Por el contrario,
proceso histórico de la misión, sino que esta dimensión mistérica todo lo que está bajo las palabras «Como el Padre me envió» no se
se siente en la conciencia eclesial como absolutamente fundadora coloca ni mucho menos en el nivel de los procesos históricamente
de la misma dimensión empírica. En el nivel mistérico el que hace verificables. Si puede decirse que el principio-Jesús está en el origen
nacer a la Iglesia es el Espíritu santo; la communicatio verbi es un del proceso histórico de la traditio christiana y de una Iglesia que
hecho experimentable que corresponde a una communicatio Spiritus puede definirse como la comunidad de quienes profesan su fe en él,
que queda oculta en los corazones. En efecto, sin el don del Espíritu hay que reconocer también que el elemento interior más profundo de
este proceso, que consiste en el hecho de que Jesús es acogido como
El principio hermenéutico 171
no Interpretación teológica

enviado del Padre, no puede atribuirse meramente a los sujetos his- en donde el Espíritu de Dios actúa en grandes espacios de libertad y
tóricos de la misión, a las palabras y a las personas que hablaron en donde los sujetos y el término de la misión son mucho menos
simplemente de Jesús. El elemento más profundo se le atribuye también definibles. Si la Iglesia capta siempre en su autoconciencia el nivel
al Espíritu, enviado igualmente por el Padre: «Como el Padre me profundo de lo que acontece, si ella sigue no sólo la cadena de trans-
envió, también yo os envío a vosotros. Después de decir esto, sopló misión histórica de un mensaje que comienza en Jesús, sino también
sobre ellos y dijo: Recibid el Espíritu santo» (Jn 20, 21 s.). Pues bien, el dinamismo libre y variado del Espíritu, entonces puede sentir y
el Espíritu, como por lo demás el Padre del que se cree que envió a vivir su misión en los grandes espacios de una historia amada por Dios
Cristo, no es propiamente sujeto histórico, en cuanto que el Espíritu y liberarse de las prisiones que construye a su alrededor la presunción
no se encarnó. El Espíritu no habla, no comunica desde fuera, sino eclesiocéntrica.
que habla y comunica tan sólo en la interioridad: el Espíritu es mandado
«a los corazones» (Gal 4, 6). De este modo, al proceso históricamente
definible, el de la trasmisión de la narración sobre Jesús y de la 3. El principio como «buena noticia»
confesión de fe, le corresponde un dinamismo que no puede controlarse
ni definirse históricamente, del que siempre cabe la posibilidad de Queremos preguntarnos a continuación qué significado tiene el
esperar alguna sorpresa: el Espíritu es como el viento que sopla donde acontecimiento de la comunicación de la fe en relación con todo el
quiere (Jn 3, 8). Si se tratase solamente de un proceso de agregación proceso de la historia de los hombres. ¿Qué es lo que significa para
de la gente en torno a un mensaje o a una orden, la misión consistiría la historia de los hombres el que unas cuantas personas se encuentren
en una mera operación de proselitismo, dirigido a encuadrar a los tan profundamente unidas en la comunicación al mundo de que Jesús
hombres en una comunidad determinada y bajo una cierta ley. El nuevo ha resucitado y en la invitación a creer que él es el Señor? Planteamos
Moisés, Jesucristo, a través de la misión, se situaría como el fundador la pregunta en un nivel formal; es decir, no pretendemos buscar las
de una nueva sociedad y de una nueva ley, bajo la cual serían llamados consecuencias del anuncio sobre la historia, en cuanto derivadas de
los hombres a vivir para poder salvarse. La misión del Espíritu sin cada uno de sus contenidos. Ya antes de señalar los contenidos par-
embargo le da al acto misionero un aspecto totalmente nuevo: el Es- ticulares, desde un punto de vista formal, el acontecimiento se sitúa
píritu actúa en el corazón y por tanto no impone nada desde fuera. El en la historia con una carga de novedad y con un carácter de esperanza.
hombre tocado por el Espíritu no se ve aferrado por un precepto El anuncio del Resucitado, la invitación a creer en él, el narrar sim-
exterior, ni conducido a la fuerza a una nueva obediencia legal. Por plemente cómo se le ha encontrado y qué significó para el creyente
el contrario, queda liberado de sus esclavitudes anteriores, tanto de el verse «aferrado» por él (cf. Flp 3, 12), equivale a un mensaje de
las de los ídolos (cf. Ef 5, 5; Gal 5, 20; 1 Cor 12, 2), como de las esperanza para el hombre y para la historia. La misión de Jesús de
de la ley judía (Gal 4, 4), y es llamado en su libertad a encontrarse Nazaret se había centrado en torno a la «buena noticia del Reino». de
con el libre acto de amor de un Dios misericordioso y liberador. Para manera que se arremolinaban a su alrededor todos los necesitados de
comprender la misión y la Iglesia siempre será necesario tener en la región (cf. Mt 23, 25).
cuenta este elemento primordial que descubrimos presente en el prin- Esta característica de la esperanza es, de suyo, un elemento llu-
cipio mismo en que tiene su origen la misión y la Iglesia: se trata de ramente formal, mientras no se diga en concreto en qué tiene que
un encuentro de la libertad liberadora del Espíritu con la libertad consistir y cuáles son las esperanzas concretas que tiene que alimentar.
liberada del hombre. En este sentido la misión de la Iglesia se alinea simplemente junio a
Con estas observaciones, puestas aquí como esbozo de un discurso tantos otros mensajes de esperanza que recorren el mundo c inlcnliiil
que espera un mayor desarrollo, hemos puesto de relieve las grandes dar algún sentido a la historia y a la espera del futuro. Pero ya IICMIU
virtualidades hermenéuticas contenidas en el acontecimiento de la co- este punto de vista la misión encuentra aquí un principio de uiiii lintit
municación de la fe, principio de la Iglesia y de la misión. En efecto, identificación suya, en cuanto que no puede alinearse entre las iKllliitlr*
se trata de un principio inmediatamente abierto a una línea históri- fatalistas, escépticas y puramente conservadoras. Si la paliihrii no f»
camente definible, que ve en la comunidad cristiana de los que profesan tuviera ya demasiado gastada por demasiadas aiiihi^llcdiulrs, liuhiin
la fe el sujeto y el primer objetivo del acto misionero, y al mismo que decir que la misión se presenta como un movimiento pinyirnlotii
tiempo abierto a un proceso mistérico más profundo y más amplio, en la historia de los hombres. Raras veces se poiliu encuiinm IIIIM
172 Interpretación teológica El principio hermenéutico 173

actitud más lejana del sentido auténtico de la misión eclesial que el consciente no sólo del acontecimiento histórico que marca su génesis,
que descubrí en cierta ocasión en un boletín parroquial donde, en el sino también de la profundidad del misterio que lo sostiene y del que
artículo de fondo, se sostenía que el futuro es incierto, el presente es brota. Además, la posibilidad de caracterizar el principio histórico
malo y que por tanto no cabía más remedio que confiar en el pasado, como un euaggélion, como la buena noticia, ofrece inmediatamente
guardado por la sana tradición. una localización de la misión de la Iglesia en la línea de los grandes
Ciertamente, el anuncio de un buen futuro para el hombre supone movimientos de esperanza de la historia. Otra fuente de identificación
también un juicio sobre el presente. La esperanza cristiana es una y de cualificación de la misión viene finalmente de la consideración
esperanza crítica. Por lo demás, si la misión partiera de una total del contenido primordial específico de la comunicación de la fe.
aceptación del presente, no se manifestaría con el signo de la esperanza; Si la comunicación de la fe tiene su propio contenido primordial
se espera lo que no se tiene y se aguarda el futuro como compensación determinado, entonces no podemos alinear en el mismo plano, en la
de un presente que desilusiona. La espera y el anuncio del reino de comprensión de la misión, todos los contenidos históricos que de hecho
Dios responde también a la desesperación que hunde sus raíces en las persigue la Iglesia o todos los contenidos en que se puede pensar como
grietas de los reinos vacilantes del mundo. El reino de Dios viene objetivos posibles de la misión. Si este inmenso montón de cosas
como un juicio sobre el presente y es un juicio que alegra a los pobres: hechas y por hacer, a lo largo de la historia, modela en cada ocasión
«Bienaventurados los pobres, porque el reino de Dios es vuestro», y a la Iglesia de una manera tan distinta, ese contenido de la misión que
hace temblar a los ricos: «¡ Ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis constituye el origen tanto de la misión como de la Iglesia tendrá que
vuestra consolación!» (Le 6, 20, 24). Pero como ya hemos tenido calificar presumiblemente y definir la razón fundamental de la misión
ocasión de observar, el anuncio de Jesús se distingue del mensaje del y de la propia Iglesia. Si el acto misionero fundamental es la comu-
Bautista por una fuerte acentuación del carácter de la misericordia: el nicación de la fe, la misión está dentro de la Iglesia y la cualifica
Reino es anuncio de esperanza, incluso porque es anuncio del perdón desde dentro, ya que una Iglesia en la que se interrumpiera la co-
del Padre. De todas formas, el Reino invita a la conversión: su anuncio municación de la fe sería como un cadáver, al que no le falta ningún
está pidiendo ser acogido con el compromiso de cambiar (cf. Me 1, miembro, pero que ha dejado ya de ser un organismo vital. Pero
15). La conversión contiene un juicio negativo sobre el presente del también la Iglesia está dentro de la misión, ya que son las personas
hombre y el esfuerzo por adecuarse a lo nuevo que está a punto de concretas que realizan el fenómeno de la comunicación de la fe las
llegar; es la «reserva escatológica» sobre el presente y sobre cualquier que constituyen la Iglesia; esas personas viven dentro de la historia y
proyecto humano5. Por eso la misión no puede resolverse en una actitud dan allí vida con su actividad al proceso histórico de la misión. Por
conformista ni tampoco en una reacción desesperada respecto al pre- eso puede decirse que «el mundo fija el orden del día para la misión»,
sente; el presente no satisface, .pero no puede cambiarse. Por tanto, pero hay que decir igualmente que el orden del día está sobre la mesa
la misión de la Iglesia se sitúa en la historia de los hombres siempre de una asamblea que se constituye en virtud de la comunicación de la
como un proceso de renovación. fe y que lo discutirá y lo juzgará a partir del contenido fundamental
de la fe que en ella se comunica y se profesa.
¿Cuál es entonces ese contenido primordial y fundamental de la
4. El principio desde el punto de vista del contenido comunicación de la fe? Si Jesús le había dado a su «buena noticia»
el sentido de la inminencia del reino de Dios que viene, la predicación
Si el primer principio de donde parte todo el proceso histórico de apostólica transformó la fórmula del Reino en algo que debió sonar
la presencia cristiana en el mundo no puede definirse de manera uní- con mayor vigor todavía y que, en cierto sentido, era más concreto,
voca, sino que se presenta como una circularidad entre una misión Efectivamente, para los apóstoles había acontecido algo: su entusiiisniu
que determina a la Iglesia y una Iglesia que determina a la misión, da pentecostal no era fruto de los vapores del vino, dirá Pedro, sino el
la impresión de que no puede sacarse de aquí nada en provecho de cumplimiento de la profecía de Joel, que preveía un día en el que se
una fecunda interpretación teológica. Sin embargo, ya hemos visto daría el Espíritu a todos, para que todos pudieran jjo/.ar di" lu yriui
cómo el fenómeno de la comunicación de la fe hace a la Iglesia visión y vivir su gran sueño (cf. Hech 2, 15-17). Aquel sucho se liiilHu
cumplido: lo que en vano se había podido esperar por medio de I >itvtil
5. Cf. J. B. Metz, Teología del mundo, Sigúeme, Salamanca 2 1972, 105-130. había tenido lugar en Jesús de Nazaret que, condenado y nwitmlo pin
174 Interpretación teológica El principio hermenéutico 175

su pueblo, había sido resucitado por el Padre (cf. Hech 2, 24-31). El asoman a la escena de la historia, escogiendo ser aclamados como
anuncio del Reino coincide a partir de entonces con la proclamación tales por el mundo. Según O. Cullmann la fórmula Kyrios Christós,
universal de la gran visión y del gran sueño, del increíble aconteci- utilizada por el cristianismo primitivo, se habría opuesto explícita-
miento de Jesús resucitado y constituido Señor (cf. Hech 2, 36). En mente a la fórmula, impuesta a los subditos del imperio, como signo
el anuncio de «Jesús Señor» se resume todo el pasado, desde la profecía de total lealtad política y que sonaba como exactamente paralela a la
antigua hasta la vida de Jesús de Nazaret y su muerte, el presente se misma: Kyrios Kaisar9. Por consiguiente, la primer fórmula de fe no
carga con todo el entusiasmo del Espíritu y de la luz de la visión y el significa para la comunidad cristiana solamente un instrumento de
futuro se abre a la vida con una esperanza que no engaña. El sentido autoidentificación en el culto de Jesús, vuelto a descubrir en la cris-
de conjunto del anuncio es entonces la afirmación de que todas las tología de la preexistencia como Hijo eterno y como Dios, sino que
cosas están ahora bajo un nuevo poder, el que se nos ha revelado en contiene una afirmación que coloca en una posición particular a la
la persona y la historia del Señor. La proclamación Kyrios Iesoús! Iglesia frente a la sociedad y el mundo entero. Los cristianos de la
representa, por tanto, la fórmula de fe más antigua de los cristianos, iglesia apostólica se reconocen como aquellos que «fueron los primeros
una especie de credo en embrión, a partir del cual se irá desarrollando en esperar en Cristo» (Ef 1, 12). Son los primeros que viven una
a continuación todo el tejido dogmático restante6. esperanza destinada a todos. Saben que el proyecto del Padre es «re-
capitular todas las cosas en Cristo» (Ef 1, 10).
«Jesús Señor» parece ser, en primer lugar, una fórmula cultual;
de todas formas, se presenta como una doxología, como una excla- Es posible obtener una primera convalidación provisional en estas
mación gloriosa y esperanzada de la comunidad cristiana a su mesías rápidas indicaciones de la hipótesis de que el acto misionero funda-
glorificado, a su Cristo. Es como decir que la comunidad cristiana mental, incluso desde el punto de vista del contenido, ofrece un rico
pone su esperanza solamente en Jesús, que él lo es todo para ella, que punto de partida para un intento de interpretación global de la misión
ella encuentra en él su razón de vivir, de actuar y de esperar. Desde eclesial.
este punto de vista la fórmula parecería fijar a la comunidad en la
contemplación de su Señor y determinar esencialmente su vida interna,
su conciencia de sí misma y su experiencia religiosa. Frente a los 5. Conclusión
paganos, los cristianos se caracterizan como los que cantan alabanzas
a Cristo7. Por otra parte, la proclamación de Jesús Señor se presenta Este capítulo nos ha comprometido a caminar en dirección opuesta
inmediatamente con una absoluta pretensión de universalidad: «En a la que seguíamos en la investigación anterior. En efecto, en la prima ¡i
ningún otro hay salvación; en efecto, ningún otro nombre se les ha parte de nuestro estudio ampliamos la mirada hacia una experiencia
dado a los hombres bajo el cielo en el que esté establecido que podamos vastísima, en la que veíamos a la Iglesia, a lo largo de su historia,
salvarnos» (Hech 4, 12). Por eso mismo son tan tensas las relaciones realizar su misión dentro de una increíble multiplicidad y variedad de
de la comunidad cristiana tanto con Israel como con el mundo pagano. contenidos, de objetivos, de modelos. Y hemos visto toda la cumple
La tensión no es, naturalmente, sólo de índole religiosa; el ambiente jidad que ha tenido siempre el aparato interpretativo con el que IK
pagano era plenamente tolerante y muy capaz de acoger a otra divinidad reflexión teológica se enfrentó con esta experiencia eclesial. AIIOIII,
entre las muchas de su panteón. Es que la fórmula «Jesús Señor» por el contrario, hemos intentado movernos en medio de esta ntitsi» de
manifiesta rápidamente su efecto político, que no puede menos de datos bajando, como dentro de un embudo, en busca de un elemento
preocupar8. Si Jesús es el único Señor, la aclamación de fe supone primario, lo más sencillo posible y lo más indispensable, en oiden n
una contestación de todos los numerosos pretendidos señores que se la posible valoración de todos los demás elementos que componen el
conjunto.
En esta búsqueda hemos avanzado una hipótesis: IIIIIHIH podido
6. Véase cómo la fórmula cristológica inicial se hace bipartita y luego trinitaria: O.
Cullmann, Lafede e il culto della chiesa primitiva, AVE, Roma 1974, 93-105 (trad. cast.: resultarnos útil para la interpretación sobre todo el ucudli n luí oil
La fe y el culto en la Iglesia primitiva, Studium, Madrid 1971). genes, el fiarnos del análisis de la eclesiogénesis con lu e^ienm;* t|#
7. Plinio afirma que «su culpa o su error consistía en reunirse al amanecer en días poder señalar en el primer principio histórico de la MIUIOII hiiiihi.^i MI
determinados para cantar en coro alternándose un himno a Cristo como a un dios»: C.
Plinii epistularum libri novem (Schuster) 96 (97), Teubner, Lipsia 1933, 364.
8. Cf. Barbaglio, Le lettere di Paolo I, Borla, Roma 1980, 465 s. 9. O. Cullmann, o. c, 84-88.
176 Interpretación teológica

principio formal e interpretativo. Pero esta búsqueda nos ha llevado


a un primer principio no singular, no unívoco, no estático, sino a un
entramado dinámico entre la misión y la Iglesia, por el cual estos dos 6
términos apelan el uno al otro intentando definirse entre sí, hasta el
punto de que no es posible pensar en la Iglesia, más que como brotando
Los caracteres del anuncio
del acto misionero y compuesta internamente de él, ni es posible
concebir la misión más que en cuanto originaria de la Iglesia y, a su
vez, como originante y definidora de la Iglesia. Pero este círculo
vicioso encontraba su solución con la introducción del conjunto Iglesia-
misión dentro de la dinámica de la missio Dei en su único principio:
el Padre, y en sus dos direcciones: la de la misión del Hijo y la de la
misión del Espíritu.
Las virtualidades hermenéuticas de este primer principio empe- Si la comunicación de la fe está en el corazón de la misión y es
zaban a dibujarse cuando, al analizar el entramado original entre la el primer principio de la relación Iglesia-misión, y si el contenido
Iglesia y la misión, podíamos observar la existencia de dos niveles esencial de la comunicación de la fe es el anuncio de «Jesús Señor»,
distintos en los que se colocaba el acto misionero. Se da una comu- podemos centrar nuestra atención en este anuncio para descubrir sus
nicación entre dos personas, históricamente experimentable, que da caracteres fundamentales y ver cómo estos, a su vez, determinan por
origen a una relación interpersonal y a un fenómeno de agregación ellos mismos toda la misión de la Iglesia.
eclesial constatable; y se da una comunicación del Espíritu que amplía
y mueve el proceso que está aconteciendo en espacios imposibles de
definir y en una profundidad inaccesible a la investigación histórica. 1. Carácter doxológico
El acto misionero que anima el proceso histórico de la tradición
cristiana tendrá que valorarse siempre en relación con la profundidad Ya hemos observado que la fórmula «Jesús Señor» es ante todo
y amplitud de otro proceso, el que está animado por el Espíritu santo una aclamación litúrgica. Es una proclamación de principio, no de
en el conjunto de la historia y de la creación entera. Sin olvidar este carácter especulativo teórico, sino existencial y cúltico, en la que se
presupuesto del doble nivel en que se coloca el sentido de conjunto exalta a Jesús como el primero, el fundamento de la esperanza supre-
del acto misionero fundamental, hemos seguido observándolo en sus ma, el punto de referencia esencial de la vida del creyente y del mundo
manifestaciones históricas. Hemos podido advertir que se coloca en entero. Decir «Jesús Señor» es llegar a una cima contemplativa, fruto
el conjunto del proceso histórico con algunas características peculiares, del Espíritu santo. Desde este punto de vista el anuncio es fin de sí
de las que es posible esperar legítimamente algunas aportaciones útiles mismo; no es instrumento de proselitismo ni puro enunciado político
para la interpretación de la misión. Desde el punto de vista formal para contestar a los otros «señores». Colocar de este modo a Jesús
hemos observado su imborrable aspecto de mensaje de esperanza: el «en el cielo», contemplarlo resucitado y sentado a la derecha del Padre,
fenómeno de la comunicación de la fe se caracteriza por el sentido de declararlo Señor, significa al mismo tiempo situarse en una actitud de
la esperanza y de anhelo del futuro en medio de todos los procesos ruptura con todo criterio mundano de valoración de las cosas: el número
de la existencia humana. Además, desde el punto de vista de su con- uno de la escala jerárquica es ciertamente una persona con su historia
tenido fundamental, hemos podido observar la carga de universalidad, y su mensaje, pero que está «en el cielo». El salto de cualidad es
las virtualidades de juicio y el poder liberador que brotan de la simple radical. La actitud de la Iglesia frente al mundo asume entonces un
fórmula de fe que proclama a Jesús como único Señor de la existencia. carácter impresionante de gratuidad: queda sacudido el criterio de lo
Por tanto, parece útil, en estos momentos, reducir todo el conjunto de útil y lo inútil. En cierto sentido, esto tiene lugar en cualquier afir-
la misión eclesial a este principio suyo que es el acto de la comuni- mación de Dios, que pone más allá de las cosas su principio y fun-
cación de la fe, ya que del mismo cabe esperar que se derive una vasta damento. Pero afirmar que Jesús, un hombre cargado con una densa
red interpretativa en la que podamos captar finalmente una criteriología y concreta historia terrena, es el Señor, significa poner mas nllii no
para la valoración del «quehacer» de la Iglesia. solamente el principio y fundamento de las cosas, sino lamhu-n algunos
178 Interpretación teológica Los caracteres del anuncio 179

segmentos de historia y todos los filamentos de la vida a través de los Así pues, el momento doxológico marca una cesura entre la ac-
cuales nos relacionamos los creyentes con esos segmentos de historia. tividad eclesial y la actividad mundana. La palabra litúrgica de suyo
Con esto se introduce un principio de incongruencia en la cadena de no es una palabra comunicante fuera de la comunidad y de la estructura
los medios y de los fines del proceso histórico de la misión, por la lingüística de la fe. «Te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te
desproporción tan arraigada que se introduce allí, con el traslado al glorificamos», es simplemente un sin sentido en todos los espacios
nivel de lo eterno, de la fuente de inspiración del obrar, de su término lingüísticos en los que no está inscrita la palabra de la fe. No es una
y de su modelo más alto: Jesús Señor. La misión de la Iglesia, con- casualidad el que la Iglesia primitiva protegiese sus ritos con la ley
siderada desde un ángulo exclusivamente mundano, aparece de este del arcano: una conciencia muy concreta, que a menudo está ausente
modo, bajo ciertos aspectos, completamente gratuita. No hemos de en la Iglesia contemporánea, del hecho de que la alabanza cantada a
extrañarnos, por consiguiente, de que los «maestros de la sospecha» Cristo no comunica, no evangeliza, no le dice nada al mundo, sino
hayan alimentado profundas insinuaciones sobre posibles y presuntas que -todo lo más- no hace más que provocarlo. Como veremos más
ventajas escondidas e instrumentalizadas de este gran cuerpo inútil, detalladamente a continuación, la narración sobre Jesús comunica y
que pretende justificarse por su aclamación a un fundador resucitado tiene también sentido en la lengua del no-creyente; pero esto no es
y entronizado al lado de Dios en los cielos. verdad para la aclamación doxológica que se le dirige como Señor.
El rito es siempre y de todas formas una parte del lenguaje iniciático;
por eso el nuevo sacerdocio de Cristo y su misión, que quieren estar
a) Doxología litúrgica
abiertos a toda la realidad del mundo y de la historia, no se basan ante
La aclamación de Jesús como único Señor, situada en el corazón todo en el rito, sino en acontecimientos históricos; el único gran sa-
de la Iglesia y de su misión, está en la base de toda su experiencia crificio agradable a Dios es la muerte de Cristo en la cruz. Y por eso
contemplativa y de aquella actividad litúrgica que el Vaticano II de- mismo el rito cristiano no está hecho de manirás cuyo significado
finirá como culmen et fons de toda la actividad eclesial (SC 10). Se ignora incluso el orante, como ocurre en el hinduísmo, sino que es
da una continuidad entre el momento litúrgico y todas las demás cosas denso en narraciones y en palabras comunicantes. Pero sigue también
que hace la Iglesia, ya que todas las demás cosas tienen su principio estando viva en el cristianismo la tendencia a utilizar en el culto
inspirador y su gracia de origen en la llamada al Señor y todas ellas, palabras fuera de uso, antiguas, particulares, cuando no el apego a
en definitiva, encuentran su punto terminal en el único Señor. Pero lenguas del pasado que ya no se comprenden, como sucedía con el
esto no impide observar la fuerte falta de homogeneidad que existe latín en la liturgia romana y como sucede todavía en la bizantina con
entre el momento contemplativo y el momento activo. Cantar alabanzas el griego antiguo y el paleoslavo. Suprema demostración de mi afir-
a Cristo no puede considerarse .como un instrumento eficiente respecto mación de que la aclamación doxológica de Jesús Señor, por su propia
a ningún fin históricamente determinable; el opus Dei es gratuito e naturaleza, es fin de sí misma.
inútil respecto a las exigencias de la eficiencia histórica que dirigen De estas observaciones se deduce la necesidad para la Iglesia de
la actividad mundana. Es obra del homo ludens, no del homo faber'. liberarse de un fácil y frecuente equívoco: la liturgia no puede sustituir
La liturgia es un momento de la actividad estética más que de la a la evangelización, el culto no está hecho para comunicar con el
actividad técnica del hombre, es poesía y no cálculo, otium y no mundo. Si también el culto representa un servicio para el mundo, éste
trabajo. La celebración de la alabanza no tiene ninguna legitimación consiste en su eficacia mistérica y radica en su falta de homogeneidad,
auténtica a nivel histórico, sociológico, político y, frente a la acusación no en una continuidad suya con la actividad mundana. Con ello no
que el mundo hace a la Iglesia de estar perdiendo el tiempo mientras pretendo disminuir la afirmación del concilio Vaticano II de que la
canta salmos y realiza ritos, no existe ninguna respuesta adecuada. La liturgia es el punto de partida y el punto de llegada de toda la actividad
opción por la doxología es una provocación consciente. Contiene una de la Iglesia. Hay una continuidad en el pensamiento y en los con-
contestación de aquel criterio de lo útil y lo inútil del que partía la tenidos, hay un paso de la gracia del sacramento a las empresas de la
acusación, y se sitúa frente al mundo -según el modo del mito ri- existencia y un paso del espíritu que las anima y de las preocupaciones
coeuriano- como ce qui donne á penser. que las mueven dentro del momento de la alabanza y de la invocación.
Pero hay una falta de homogeneidad lingüística muy fuerte: en los dos
1. Cf. R. Guardini, El espíritu de la liturgia, Araluce, Barcelona 1962. momentos se habla con una sintaxis distinta, de forma que los dos
¡so Interpretación teológica
Los caracteres del anuncio ¡81

lenguajes no pueden mezclarse impunemente. No es posible resolver


con una liturgia un problema sindical, ni tendría sentido hacer que se engendrar nuevos hijos y un mundo nuevo. La pila bautismal está
sentara en el presbiterio una asamblea de obreros durante una misa. ¡cónicamente llena de las aguas de su seno materno, pero las aguas
Por eso precisamente la asamblea litúrgica, a diferencia de otras asam- son fecundas sólo por Cristo, representado por el cirio pascual que se
bleas, es accesible a todos: recoge al cristiano comprometido, diná- sumerge en ellas. Esta imagen de la Iglesia-mujer nos explica cómo
mico, inmerso en los problemas más agudos de la vida, experto y una hermenéutica puramente ¡cónica de la Iglesia no consigue concebir
a un liturgo, imagen de Cristo, que no sea un hombre4. La femineidad
luchador, así como al anciano, al niño, al «pobre de espíritu», al
de la comunidad cristiana celebrante que celebra los sacramentos indica
resignado y al derrotado. En efecto, es el lugar de la esperanza suprema una espera de que otro, Cristo, actúe en ella y una disponibilidad a
que no se basa en ninguna eficiencia humana, sino en la pura acla- dejarse arrastrar en su acción.
mación de Jesús Señor.
La misma doctrina católica sobre los siete sacramentos confirma
este carácter de la experiencia litúrgica de la Iglesia. La famosa ex- b) Doxología martirial
presión de san Agustín que recuerda el Vaticano II: «Si Pedro bautiza,
es Cristo quien bautiza; si Pablo bautiza, es también Cristo quien Si la liturgia constituye un momento de anulación de la actividad
histórica de la Iglesia y el abandono de toda presunción de eficiencia,
bautiza; si Judas bautiza, sigue siendo siempre Cristo quien bautiza2»,
esta actitud encuentra su expresión más radical y más elevada en el
nos da la explicación del cambio de perspectiva que se lleva a cabo acto del martirio. La muerte es inútil por su propia naturaleza. La
en la acción sacramental. La Iglesia, la comunidad cristiana, sus mi- propuesta de Jesús como único Señor puede suscitar conflictos con el
nistros ordenados son el sujeto histórico de una acción cuya eficiencia mundo de tal profundidad que al creyente no le quede ya espacio
no tiene ninguna verificabilidad histórica. Agustín insiste todavía: «Los alguno para la doxología, a no ser la del ofrecimiento de su propio
bautizó un borracho, los bautizó un asesino, los bautizó un adúltero; cuerpo a la destrucción. Cantar alabanzas a Cristo como Señor es parte
si fue el bautismo de Cristo, Cristo los bautizó3». Hay en la celebración constitutiva de aquel núcleo esencial de la misión de la Iglesia que le
de los sacramentos por parte de la Iglesia una especie de abandono permite simplemente existir. Cuando esto le resulta imposible en al-
del propio protagonismo para ceder por completo al protagonismo de gunas circunstancias determinadas, la Iglesia prefiere ir a cantarlas en
Cristo. El mismo aspecto gratuito y lúdico de la celebración atestigua el paraíso.
la distancia frente a toda actividad que cuente con sus propias capa- La legitimación de este gesto no tiene ningún fundamento empírico.
cidades, la renuncia a la propia eficiencia histórica (el que celebra Provocado siempre por instancias políticas, el martirio no es, sin em-
puede ser incluso un borracho, un asesino o un adúltero) para dejarse bargo, una respuesta política, sino que es por el contrario renuncia
llevar en la contemplación, en el canto, en los gestos rituales, en la radical a toda acción política. Ni siquiera el famoso proverbio de
creación estética, en la aclamación y en la invocación de Jesús Señor, Tertuliano sanguis christianorum semen autoriza una interpretación
por la fuerza que brota de él y de su acción salvadora. La Iglesia pone propagandística del martirio. Por consiguiente, el martirio se presenta
el signo, es sujeto del juego. Pero en el signo, ex opere opéralo, actúa como una muerte más inútil aún que las otras muertes. Hacerse matar
el propio Cristo. De esta manera se invierten las partes en los sacra- antes que sacrificar a los ídolos es la continuación de una actitud de
mentos: la Iglesia hace el sacramento, pero es Cristo en realidad el opción por Cristo, que asume el carácter de una afirmación de prin-
que, en el sacramento, hace a la Iglesia, la llena de vigor, la prepara cipio, frente a la cual caen todos los cálculos de oportunidad y de
para una actividad que tendrá luego que ejercerse en otra parte, en el utilidad y ceden su sitio a la obligación total y final de sí mismo. Esto
mundo. Según los antiguos esquemas culturales que veían a la mujer no quita que el martirio pueda presentarse también como un gesto
completamente pasiva, como puro recipiente de una energía fecunda, funcional al servicio del prójimo, como por ejemplo en Maximiliano
que le venía tan sólo del hombre, para la generación de una nueva Kolbe, o que se presente como el resultado ineludible de una lucha
criatura, la teología y la espiritualidad oriental han considerado siempre por la defensa de los hermanos, como por ejemplo en el arzobispo
a la Iglesia como mujer frente a Cristo, del que viene la capacidad de monseñor Romero. Pero no son las motivaciones funcionales las que

4. Cf. H.U. von Balthasar, ¿Quién es la ¡glesia?, en Ensayos teológicos 1¡. Sponsa
2. Agustín, In Joannis Evangelium VI, 1, 7: PL 35, 1428, citado en SC 7. Verbi, Cristiandad 1964, 175-237; en particular cf. p. 193-205.
3. Ibid., V, 18: PL 35, 1424.
182 Interpretación teológica
Los caracteres del anuncio 183

legitiman el martirio, sino las doxológicas, como aparece con fre-


Cor 15, 20-28; Ef 1, 15-2, 10; Col 1, 16 s), de manera que los hombres
cuencia en las Actas de los mártires. Se trata fundamentalmente de
arrebatados del poder de las tinieblas puedan algún día vivir en su
un sacrificio gratuito. Cualquier cristiano podría muy bien haber pen-
reino de luz (Col 1, 13)6.
sado que era más útil a la Iglesia y al mundo adorando a los dioses y
De este carácter de universalidad y absoluto de la propuesta sal-
conservando de este modo su vida para seguir dando testimonio del
vífica cristiana es testigo aquel tema tan difundido en el nuevo tes-
evangelio. Pero una perspectiva de este tipo se ve derribada por la
tamento de Jesús como signo de contradicción. Para muchos Jesús es
afirmación del único Señor5.
resurrección, pero para muchos es ruina (Le 2, 34). No parece que
sea posible una vía media, que no suponga ni aceptación ni rechazo
y que permita una indiferencia total frente a Cristo. Pablo experimenta
2. Carácter decisivo su misión como el difundirse de un olor, el perfume de Cristo; para
algunos se trata de un olor de viña para la vida, para otros de un hedor
«Jesús Señor» es una doxología, pero no es solamente eso. Es de muerte para la muerte (2 Cor 2, 14-17). Está luego la imagen de
también la propuesta de una gran visión y de un gran sueño que la la piedra, sacada del salmo 118, 22. Cristo es una piedra ofrecida por
Iglesia le hace al mundo. No es solamente una preocupación de prin- Dios a los hombres para su construcción. Pero el rechazo a este don
cipio, fin en sí misma, sino también la conclusión del relato de la de Dios se convierte en motivo de ruina: la piedra de elección pasa a
historia de Jesús de Nazaret, con la invitación a insertarse en ella ser piedra de escándalo (Mt 21, 42 y 1 Pe 2, 8). Para Pablo es lógico
acogiendo su coronación: Jesús ha resucitado y ha sido constituido que las cosas sean así: la predicación del crucificado no puede menos
Señor, para que el mundo crea y encuentre en él el camino, la verdad que sonar escandalosa a los oídos del mundo pagano, lo mismo que
y la vida. Al hombre que busca un punto de orientación, una fuente resulta necia para los judíos (1 Cor 1, 23). Pero los que aceptan
de sentido para todas sus cosas, un principio de valoración y un ma- construir su vida, basándola en la piedra elegida, pasan a ser del «no
nantial de esperanza, la Iglesia le propone a Jesús, no sólo como un pueblo que eran al pueblo de Dios» (1 Pe 2, 4-10).
posible modelo o como una historia interesante a la que referirse, sino
como el único, como «el Señor». Entonces, con esta propuesta la Por consiguiente, el acto misionero con su anuncio de Jesús Señor
Iglesia no intenta ofrecerle al hombre una posibilidad entre otras mu- comunica una nueva visión del mundo y de la vida, que obliga al
chas, sino la decisiva: «El Señor» es uno solo. O mejor dicho, son hombre, con la dulzura de la esperanza y el carácter categórico de la
muchos los pretendidos señores y el hombre se hace esclavo de muchos afirmación, a un decisivo aut-aut. Se trata de tomar o de dejar: si no
diversos señores: la propuesta de Jesús Señor contiene la alternativa es Jesús, será otro Señor. Pero tener a Jesús como Señor es salvación
fundamental. O Jesús o algún otro, o el Padre de Jesucristo o los ídolos y luz, mientras que tener otros señores es ruina y tiniebla. Sobre Jesús
mudos y necios (1 Cor 12, 2 s): «El que crea se salvará; el que no es posible construir la propia vida y basar la nueva comunidad de los
crea será condenado» (Me 16, 16). Por consiguiente, la salvación hombres que puede llamarse «pueblo de Dios», mientras que el rechazo
propuesta en la aclamación de Jesús Señor no se presenta como una de Jesús es como caer en la trampa y sucumbir chocando contra el
posible salvación entre otras muchas posibles, sino que se reviste de mismo apoyo que le ofrecían a uno para sostenerse.
un carácter absoluto y universal. La misión se basa realmente en la
exousía que el Padre le ha dado al resucitado «en el cielo y en la a) El efecto discriminante
tierra» (Mt 28, 18). Esta es la imagen bíblica de Jesús que domina el
camino de la Iglesia en el mundo: el mundo ha sido creado en él y De esta manera acontece que la misión se encuentra inmediata-
para él y la historia entera es un proceso de sumisión progresiva a él mente en una contradicción fundamental. Su pretensión de universa-
de todas las potencias ocultas que se mueven por el mundo creado (1 lidad se resuelve en la realización de una parcialidad y su tensión ideal
a la comunión universal concluye con la discriminación entre los que
5. Véase, por ejemplo, en el martirio de los santos Saturnino, Dativo y compañeros, acogen y los que rechazan el mensaje.
en África bajo Diocleciano, cómo la respuesta al juez va siempre acompañada de una
alabanza a Cristo. «Dios es más grande que los emperadores -repite el mártir-. Te suplico, 6. Sobre la idea paulina del reino de Cristo cf. G. Barbaglio, Reino </<• Ihos, en
Cristo, te elevo mi alabanza». (G. Caldarelli [ed.], Atti dei Martin, Edizioni Paoline, Nuevo diccionario de la teología II, Cristiandad, Madrid 1982, 1423-1432, con bibliografía
Alba 1975, 637 s.). en 1438-1439.
184 Interpretación teológica Los caracteres del anuncio 185

La propuesta es decisiva, el principio que se proclama es altísimo, es una perspectiva muy deformante y reductiva la de pensar que la
pero el anuncio es también de tal categoría que perdería su sentido en misión tiene como objetivo propio una plantatio ecclesiae que repre-
el momento en que no tuviera que hacer las cuentas con la libertad de sentase, a priori, una exclusión del interés, más aún, del amor de la
la decisión a la que apela con tanta severidad. El mensaje se pronuncia Iglesia por todos aquellos que no aceptasen entrar en ella y dar vida
y se ofrece para que sea acogido libremente; condición obvia que le con su participación a una nueva comunidad. La discriminación que
acompaña es, por consiguiente, la de la posibilidad (la de la proba- se lleva a cabo con la aceptación y el rechazo del mensaje tiene que
bilidad) de que no sea acogido. La explicación última del sí y del no, concebirse como un elemento de contradicción que afecta en lo más
si tiene que permanecer ligada a la libertad, queda también escondida íntimo a la misión eclesial y no como un fenómeno que le roza ex-
en la profundidad de la conciencia, en donde nadie consigue penetrar clusivamente desde fuera. No es posible decir: «evangelizamos para
(y en donde tampoco puede sentirse autorizado a hacerlo). Aquello que los otros crean; si no creen, ¡allá ellos!». Es verdad que podría
frente a lo cual tiene que encontrarse la misión eclesial es simplemente citarse de los sinópticos la frase sobre el gesto del misionero que tendrá
el sí o el no que se pronuncia como respuesta de su anuncio. Los datos que sacudirse el polvo de los pies, marchándose de la aldea que no
se presentan con bastante claridad: a nivel histórico y empíricamente haya acogido la Palabra (Mt 10, 14; Me 6, 11; Le 9, 5); pero también
constatable y evaluable se pone de manifiesto una respuesta positiva podrá recordarse la angustia de Pablo que no está tranquilo por la
o una respuesta negativa y se tiene conciencia de que la cualidad de conversión fallida de sus hermanos judíos y se declara paradójicamente
las raíces y de las motivaciones de la una y de la otra no pueden dispuesto a apartarse él mismo de Cristo con tal de verlos emprender
manifestarse a nivel de la observación empírica, ni de alguna posible el camino de la salvación (Rom 9, 1-5).
deducción o presupuesto. De internis non judicat ecclesia.
De todas formas, el resultado es la introducción en el entramado b) Frente a la aceptación
humano en donde ha calado el «buen anuncio» de un nuevo elemento
de división, aquel que hacía decir a Jesús que había venido a traer la La angustia por la falta de acogida del evangelio no le quita ninguna
espada (Mt 10, 34). La conciencia eclesial no puede percibir este importancia a la acogida que se presta al mensaje. En donde se acoge
fenómeno más que como una laceración que hiere al corazón mismo con fe el anuncio de que Jesús ha resucitado y es el Señor, se cumple
de una misión, que lleva inscrito dentro de sí el ideal de la comunión el objetivo del mensaje que es la comunión (1 Jn 1, 1-4). O mejor
universal. Es necesario que la Iglesia cultive con lucidez la conciencia dicho, se pone de relieve, se hace constatable en la experiencia de
de este hecho si quiere exorcizar sus perversos efectos. Efectivamente, compartir una misma fe, la comunión con Cristo, con el Padre y con
uno se siente tentado a huir de la pena originada por esta conciencia, los hermanos, que el Espíritu crea en los corazones. La participación
o bien considerando que la misión ha quedado ya cerrada y quedándose entre unos y otros de aquella experiencia de fe, que determina en su
con su propia conciencia tranquila por el deber cumplido, o bien máxima profundidad a la personalidad del creyente, pone en relación
minimizando el significado de la discriminación que ha tenido lugar a las personas en el más hondo nivel de profundidad que puede alcanzar
ahogando el significado neto del no pronunciado y escuchado en la una relación interpersonal. Recibir o trasmitir la propia experiencia de
profundidad indescifrable de la conciencia. Pensando bien las cosas, Cristo, haberse visto «aferrado» por él, vivir «en él», «tener en sí sus
tanto la marginación de los no creyentes como su clasificación de- propios sentimientos» crea una relación entre las personas que las
masiado fácil en una categoría de criptocreyentes son actitudes poco afecta hasta el punto de hacer que se sientan, según la expresión de
respetuosas con las conciencias y las personas, a las que hay que tomar san Pablo, como «un solo cuerpo».
en serio por lo que son, por lo que responsable y libremente han La comunión de que estoy hablando se sitúa en un nivel concreto
decidió ser, y tienen que ser respetadas y amadas en todas y no sólo de visibilidad, como experiencia de relaciones interpersonales bien
en algunas de las opciones de su libertad. Por mucho que pueda luego determinadas. No se trata aquí de aquella comunión universal entre
la Iglesia albergar legítimamente el sueño de un día en que el evangelio los creyentes, por la que «los que están en Roma saben que los indios
sea acogido por todos los habitantes de la tierra, no puede organizar son miembros suyos»7, pero sin conocerlos, sin tener contacto con
su misión partiendo de un presupuesto de este género. Jesús se pre- ellos y por tanto sin experimentar la realidad de la comunión en la
guntaba con realismo si, cuando vuelva el Hijo del hombre, encontraría
todavía fe en la tierra (Le 18, 8). Por eso parece ya desde ahora que 7. S. Juan Crisóstomo, ln Joannem homilía 65, 1: PG 59, 361, citado en LG 13.
186 Interpretación teológica Los caracteres del anuncio 187

conversación, en la convivencia, en la oración común o en esta o de la observación de los elementos empíricos de la adhesión al mensaje.
aquella empresa de la que se lleva juntamente la responsabilidad, el Por eso lo que determina a la comunidad es esencialmente la confessio
peso y los gozos. Hay muchos y diversos niveles de comunión, pero fidei que, precisamente por eso, manifiesta ya desde el principio la
no todos llegan a ser manifiestos hasta modificar la vida cotidiana de necesidad de definirse con la mayor precisión posible creándose ciertas
los creyentes, en sus relaciones entre sí. La comunión da origen a la fórmulas, desde la más arcaica del «Jesús Señor», hasta la confesión
comunidad exactamente en donde ésta se concreta empíricamente en bautismal trinitaria y los diversos símbolos hasta el símbolo clásico,
unas relaciones entre personas definidas y conocidas, agrupadas por que todavía hoy se recita, de los concilios de Nicea y Constantinopla.
una cierta unidad espacial y temporal, de manera que la común ex- Pero además, prosiguiendo en el tiempo, las diversas profesiones de
periencia de fe pueda ser participada y dar lugar a comunes empresas. fe de los concilios para la unión después de los cismas, así como la
La comunión es siempre un hecho interior. Puede también manifestarse confesión de Barmen frente a las desviaciones nacionalsocialistas de
con encuentros exteriores de carácter esporádico, pero cada vez que las iglesias alemanas, o finalmente el credo del pueblo de Dios de
se manifiesta esto acontece siempre entre personas concretas, defini- Pablo VI, pronunciado en medio de las dificultades del posconcilio,
das, de carne y hueso, en una cierta unidad de espacio y de tiempo. responden siempre a la exigencia de definir a la comunidad y de trazar
El anuncio evangélico, cuando es acogido, es manifestación de la sus confines naturales, aunque no pocas veces de una manera dema-
comunión interior creada por el Espíritu; pero esta manifestación, por siado notarial y fiscalizadora. Se trata de una operación, que lógica-
su naturaleza, tiende a superar el nivel de lo esporádico y procura mente, no puede descender hasta el fondo de las cosas, hasta el punto
concretarse finalmente en la creación de una comunidad propia y en que la comunión se esconde en los pliegues de la conciencia y en
verdadera. Se puede hablar de comunidad en donde la comunión se la acción libre del Espíritu. La verdad es que solamente así la co-
manifiesta a nivel del fenómeno empíricamente constatable y asume munidad puede reconocerse y hacerse reconocer, tener su propia carta
un rostro estable. Los protagonistas del acontecimiento de la comu- de identidad, establecer su dirección y señalar su edad. Y solamente
nicación de la fe hacen la comunidad cuando su experiencia interper- así la comunidad se sitúa como sujeto histórico en medio de los muchos
sonal desemboca en una forma de convivencia que implica compartir sujetos que hacen la historia de la humanidad, principio de un proceso
unos sentimientos, unas palabras y unas obras determinadas, que duren histórico que se enlaza con todos los demás procesos históricos que
tendencialmente en el tiempo. Pues bien, aun cuando la acogida de la recorren el tiempo. La historia no puede tener en cuenta la comunión-
fe sea el fruto de una libertad animada por el soplo del Espíritu, misterio del Espíritu, como tampoco la sola comunión esporádica de
representa también siempre un segmento de la tradición. En efecto, unos sentimientos entre los unos y los otros. No existe ninguna ciencia
no se trata simplemente de la adhesión de una inspiración interior, histórica de los puros hechos interiores. Pero de la comunidad cristiana
sino también de la transmisión de un mensaje que viene de lejos y es posible razonar en todos los sentidos: de su presente y de su futuro
que es acogido con la aspiración a ponerse en una línea de continuidad siempre tendrán que decirnos algo las ciencias sociológicas, mientras
dentro de un proceso histórico que parte de Cristo e intenta recorrer que los estudiosos se ocuparán de su pasado con sus instrumentos
toda la historia, hasta la llegada del Reino. El sujeto y el término historiográficos.
adecuado de una intención semejante no sería ni el individuo aislado,
ni un encuentro esporádico de personas. He aquí que entonces la
predicación evangélica va acompañada del bautismo y de todo un c) Frente al rechazo
complejo ritual, se basa en las sagradas Escrituras, se apoya en unas
En el mismo momento en que nace en la historia la comunidad,
estructuras de carácter social, se desarrolla en libertad pero sin desdeñar
nace también aquella realidad que da lugar a todos los teologúmenos
cierta disciplina; en una palabra, viene de una comunidad y se dirige
de las relaciones Iglesia-mundo. En cierto sentido puede decirse que
a la creación de una nueva comunidad o a la expansión de la antigua.
es entonces cuando nace esta pareja. De hecho la comunidad cristiana
La comunidad no tiene sentido más que como una manifestación
se autoidentifica en la confessio fidei y se reconoce como la convo-
en el nivel empírico e históricamente definible de una comunión que
cación, la ekklesía, de aquellos que han dicho sí al mensaje. En esta
se mueve en el nivel escondido de las conciencias y de la acción del
su autoidentificación desempeña un papel esencial también su relación
Espíritu. Pero la comunidad como tal no tiene posibilidad de definirse,
con los que han dicho no. Recuérdese lo que ya hemos dicho sobre
de tomar conciencia de sí misma y de sus contornos más que a través
el problema Iglesia-Israel en la primera misión cristiana. Efectiva-
188 interpretación teológica Los caracteres del anuncio 189

mente, si la relación con aquellos que no han creído, o sea, en un de este género es muy dura, pero no tiene por qué extrañarnos. Una
lenguaje estrictamente teológico, con el mundo, no desempeñase un hermosa página de Gustavo Gutiérrez nos ofrece un testimonio de ello
papel esencial en la autoidentificación de la comunidad, esto signifi- a propósito de lo que está aconteciendo en varias partes de América
caría introducir una deformación profunda en el sentido del propio latina, cuando la opción de compartir la suerte y la batalla de los
mensaje que, en ese punto, resultaría que es entendido como dirigido pobres puede hacer que un cristiano se sienta sospechoso y extranjero
solamente a aquellos que han creído y no a todos. Con ello se vería dentro de su propia Iglesia8.
adulterada la intencionalidad fundamental de la comunión universal. En este terreno es fácil registrar a lo largo de la historia un complejo
La Iglesia no puede nacer más que con la conciencia de que, mientras proceso reductivo que tiende a hacer coincidir la discriminación que
se forma la comunidad de los creyentes, se define también una entidad surge al nacer entre la Iglesia y el mundo con la discriminación que
que en cierto modo se le opone: el mundo. se realiza siempre en la conciencia entre el bien y el mal. De aquí se
La comunidad cristiana vive de esta forma de una realidad co- sigue inmediatamente una contraposición de la comunidad eclesial a
munional profunda y aporética. En primer lugar porque el carnet de la sociedad civil y, en consecuencia, del poder de la Iglesia al poder
identidad de la comunidad no tiene como correspondiente ningún po- del Estado. Así es como es posible perder el sentido de la raíz de las
sible carnet de identidad de la comunión. Además, porque su misma cosas y del verdadero problema del mensaje evangélico, que es sim-
distinción del mundo y su definición en oposición a él le resulta plemente aquel problema de la conversión que permanece siempre
inevitable e innatural al mismo tiempo. Esto lleva consigo un desarrollo abierto incluso dentro del propio cuerpo eclesial. Podrá darse muy
difícil y muy articulado de los criterios de pertenencia a la comunidad, bien una disputa entre el Estado y la Iglesia, pero será siempre se-
por lo que la herejía y el cisma, la ortodoxia y la unidad resultan cundaria por completo y la contraposición entre la comunidad cristiana
siempre más claras desde el punto de vista formal y abstracto que en y la sociedad civil no deberá pensarse nunca como una contraposición
la realidad de las personas concretas afectadas en el fenómeno. Toda entre dos instituciones, sino que se legitimará tan sólo cuando se vean
la relación de la Iglesia con el mundo es siempre conflictiva y co- comprometidos ciertos valores fundamentales del hombre y pidan a la
munional al mismo tiempo. Iglesia que se empeñe en su defensa. Efectivamente, la contraposición
La comunidad encuentra su identidad en aquella confesión de «Je- Iglesia-mundo no hace más que manifestar de forma histórica las
sús Señor» que el mundo se niega a hacer. Por otra parte, todos los distinciones y los conflictos precedentes, que son mucho más com-
cristianos se dan cuenta perfectamente de que su profesión de fe es el prometedores. Luigi Sturzo denunciaba en 1939 el mal de algunos
comienzo de su conversión, no ya el cumplimiento. Ninguno de los «que no saben concebir un conflicto ético más que en términos polí-
creyentes se engaña imaginándose que su profesión de que Jesús es ticos»9; para él, la verdadera contraposición estaba entre el bien y el
el Señor se ha realizado de forma exhaustiva en la pura enunciación mal, no entre lo natural y lo sobrenatural que tuvieran que luchar entre
teórica o en la mera aclamación cultual. «Jesús Señor» ofrece un sí mediante las instituciones representativas del Estado y de la Iglesia10.
principio de comportamiento, no de puras deducciones lógicas, y un No es que la problemática Iglesia-Estado careciese de sentido o que
criterio que discrimina dentro del corazón del hombre sentimientos, la Iglesia tuviera que planterar sólo batallas morales y espirituales,
actitudes, valoraciones, aspiraciones, voliciones, etcétera. Por eso la absteniéndose de la batalla política: «La idea de una especie de Iglesia
Iglesia, en el momento de nacer, aunque se distingue del mundo, sabe fuera de la política, esto es, separada de la vida vivida, de sus luchas,
que su novedad de vida respecto a la del mundo es entrega y tarea, sus crisis, sus desilusiones, sus tragedias, no sería ni históricamente
no una cosa hecha. Jesús decía a sus discípulos que estaban en el concebible ni espiritualmente realizable... Porque la política está em-
mundo, pero sin ser del mundo, y se preocupaba también de rezar al papada de todos los valores éticos»11. Las iglesias, sin embargo, ten-
Padre para que los salvase del maligno (Jn 17, 15). De esta forma la drán que emprender la batalla política «en el momento justo y con
Iglesia se ve obligada a pensar en la frontera entre el evangelio y el
mundo no sólo como en una línea divisoria entre ella misma y el 8. G. Gutiérrez, Beber en su propio pozo, Sigúeme, Salamanca 4 1986. Cf. también
mundo, sino como en una línea que, bajo la confesión de la fe, pasa J. Sobrino, La unidad y el conflicto dentro de la Iglesia, en Resurrección de la verdadera
por dentro de su mismo cuerpo en diversas profundidades. Así pues, Iglesia, Sal Terrae, Santader 1981, 210-242.
9. L. Sturzo, Chiesa e stato II, Zanichelli, Bologna 1959, 242.
esto lleva consigo que ciertos conflictos propios del mundo puedan
10. Ibid., 246-253.
también transferirse dentro del cuerpo de la Iglesia. Una experiencia 11. Ibid., 243.
190 Interpretación teológica Los caracteres del anuncio 191

una visión espiritual». Recurriendo a ejemplos, Sturzo desarrolla a y entendida por Jesús como el elemento de ruptura que invierte la situa-
continuación una dura crítica contra la tendencia «a aliarse con las ción, hasta el punto de que Jesús puede hablar de su crucifixión como
dictaduras y los fascismos para combatir el comunismo»12. de una exaltación y una glorificación (Jn 17, 1). En efecto, aquí está el
En conclusión, la primera línea de reflexión sobre el gran tema de principio de su resurrección en la cual el Padre le devolverá la vida y el
la relación entre la Iglesia y el mundo manifiesta la necesidad de Espíritu lo consagrará definitivamente como Cristo y Señor13, convir-
considerarlo más allá de los estrechos espacios institucionales dentro tiéndose en principio de salvación para todos los hombres. Este principio
de los cuales ha sido a veces encerrado. Implica el problema político, de salvación hunde sus raíces en su muerte, más acá de su resurrección.
más bien restringido, de las relaciones entre las instituciones ecle- El enriquecimiento hermenéutico más antiguo del kerigma de la muerte
siásticas y las civiles, pero sobre todo el gran problema político de la y de la resurrección consiste realmente en la fórmula «murió por nuestros
presencia y de la actividad global de la Iglesia dentro de la sociedad pecados» (1 Cor 15, 3). Su versión narrativa es la promesa del paraíso
civil. Pero en el fondo de las cosas está la cuestión radical de la al ladrón crucificado con él, y el perdón de quienes le crucificaban (Le
conversión, cuestión que no conoce ninguna frontera institucional y 23, 24, 39-43). La verdad es que en ningún caso el diálogo de Cristo
que afecta a la Iglesia y a la sociedad civil, justamente a las dos con el mundo aparece tan fatalmente interrumpido como en el momento
empeñándose en la gran empresa de vivir en el mundo con la esperanza en que el mundo lo condena a muerte. Sin embargo, nunca como en ese
de un mundo nuevo. Si esta base tan amplia del problema no se borra momento Cristo es solidario con el mundo, más aún, con el pecado del
de la conciencia de la Iglesia, no se hablará nunca de la transformación mundo, de manera que sobre él se pone de manifiesto la ira de Dios y
del mundo sin hablar también al mismo tiempo de la reforma de la se lleva a cabo en él la aniquilación del pecado14. De esta forma la Iglesia
Iglesia, ni se podrán considerar los otros aspectos del problema como en la profundidad de su desprendimiento del mundo y en la experiencia
si no fueran emergencias a un nivel más superficial del drama más de la persecución y del martirio, lo mismo que Jesucristo, lleva el mundo
profundo del corazón humano, aquel a quien se dirige la invitación en sí misma, de modo que en donde se realiza una discriminación se
evangélica a la conversión. vive por otra parte una profunda comunión15.
Hay además otra línea de reflexión que necesitamos destacar a En conclusión, también desde esta perspectiva será preciso decir que,
propósito de esta dialéctica que se desarrolla apenas nace la Iglesia y si el anuncio tiene un efecto discriminante y da lugar a una comunidad
se pone frente al mundo. La contradicción que sufre la misión, que que confiesa la fe, que se distingue y se opone al mundo que no la
es una invitación a la comunión universal y resulta ser, de hecho, confiesa, la comunidad confesante no es el último objetivo del anuncio.
fuente de nuevas discriminaciones, no es un dato accidental. Tiene su No porque no pueda o no tenga que distinguirse del mundo, sino porque
raíz en la cruz de Cristo. El ha venido a traer la paz y a traer la espada. la virtualidad del anuncio es de tal categoría que entabla con el mundo
La pacificación mesiánica universal que está en el corazón de su obra relaciones de comunión incluso cuando no es acogido el anuncio y hasta
no ha podido eludir la dureza de un conflicto que afectó a la persona cuando es rechazado decididamente.
de Jesús en sus relaciones con la sociedad y la cultura de su tiempo,
con las instituciones tanto civiles como religiosas y sobre todo con los d) Frente al mundo
detentadores del poder. El conflicto no vio a Jesús oponerse a las
instituciones como un poder que se opusiera a otro poder. Ya hemos De todas las afirmaciones que hemos recogido hasta el presente
tenido ocasión a este propósito de recordar el coloquio con Pilato, hemos de deducir la afirmación de una responsabilidad de la Iglesia
realmente ejemplar, y la ausencia de todo compromiso de Cristo con respecto al mundo, no solamente en la fase que precede al anuncio,
las solicitudes revolucionarias de los zelotes. Pero lo cierto es que
hubo conflictos y en un nivel mucho más profundo que el puramente 13. Sobre el papel del Espíritu en la resurrección de Cristo, principio de nuestra
salvación, cf. F.X. Durrwell, La resurrección de Jesús, misterio de salvación, Herder,
institucional. Si Jesús se niega hasta el final a entrar en la lógica del Barcelona 31967, 101-129.
poder (véase la provocación no acogida de hacer milagros para salvarse 14. H.U. von Balthasar, Gloria. VIL Nuovo Patío, Jaka Book, Milano 1977, 185-
en la cruz: Mt 27, 40; Me 15, 29-32; Le 23, 35-37), la otra parte utiliza 213.
por el contrario todo su poder para eliminarlo. Esta asimetría es querida 15. Id., Seriedad con las cosas, Sigúeme, Salamanca 1968, 117 s. De esta comunión
vivida en el conflicto encontramos un significativo testimonio en el pasaje de Tertuliano:
«Hoc agite, boni praesides, extorquete animam Deo supplicantem pro Imperatore. Hic
12. lbid., 243-245. erit crimen, ubi veritas est Dei et devotio» (Apologeticus 30: PL 1,445).
192 Interpretación teológica Los caracteres del anuncio 193

sino también en la fase posterior. Si la misión tuviera como objetivo sido redimido por Cristo, ya que con el hombre -con cualquier hombre
la plantaría ecclesiae, la responsabilidad del sujeto misionero parece sin excepción de ningún género- está unido de algún modo Jesucristo,
ser que habría de concluir con la fundación de la nueva comunidad o aun cuando ese hombre no sea consciente de ello». Estas consideraciones
con la agregación de nuevos creyentes a la comunidad ya existente. son el fundamento de la afirmación que se ha hecho célebre: «El hombre
Por el contrario, para los que quedan fuera parecer ser que esa res- es el camino principal y fundamental de la Iglesia»16. Esto quiere decir,
ponsabilidad debería desaparecer, en una especie de condenación de- en conclusión, que siempre que la Iglesia se encuentra frente a una persona
finitiva de los que se han negado a creer. Los discípulos Santiago y humana, con su historia y sus problemas, tiene abierto por delante de
Juan le piden a Jesús, después de la misión fracasada entre los sa- ella un camino, aún cuando se le haya cerrado el camino de la predicación
maritanos, su autorización para bajar fuego del cielo sobre aquella del evangelio.
aldea: «Pero Jesús se volvió a ellos y se lo reprochó» (Le 9, 54 s). O De estas consideraciones se deduce que están abiertos para la misión
bien, podría producirse una vez más, en la misma forma que antes, todos los caminos del mundo. En el momento en que la misión alcanza
es decir, tan sólo en la forma de un sí que sustituyera al no anterior. una plantatio ecclesiae, no por eso ha alcanzado su término, sino que
Pero en realidad se trata de una responsabilidad nueva y distinta que tan sólo ha llegado a una encrucijada de donde parten otros innumerables
pesa sobre la conciencia de la Iglesia frente al mundo, por el hecho caminos para el servicio del hombre, en busca de los recorridos que el
mismo de que la Iglesia y el mundo nacen como dos actitudes diversas Espíritu ha trazado en la historia anticipándose a la acción de la Iglesia
de la libertad de los hombres en lo que se refiere al anuncio. y de los lugares en donde se vislumbra a Cristo a través de los rostros
Esta nueva responsabilidad adquiere una forma a partir de la con- de los que se parecen a él en su pobreza y en su bondad. Por lo demás,
ciencia que tiene la Iglesia de poseer una misión dirigida a la comunión el camino de la historia hacia el Reino no tiene su elemento propulsor
universal, y por consiguiente a partir de la conciencia de que la cons- en la discriminación, sino en la comunión, y la Iglesia se relaciona con
titución de la comunidad cristiana, como agregación numéricamente el Reino en cuanto que la unidad que realiza es tan sólo «un sacramento
limitada y perfectamente distinta en los límites concretos de quienes o un signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de
confiesan la fe, es al mismo tiempo un éxito y un fracaso de la propia todo el género humano» (LG 1). Por eso el concilio Vaticano II, después
misión. Hay una responsabilidad frente a los individuos, a los que de haber «penetrado más a fondo en el misterio de la Iglesia», sintió la
(diría Pablo con su conocida imagen de 2 Cor), paradójicamente, se necesidad de «dirigir su palabra no solamente a los hijos de la Iglesia ni
les ha ofrecido un perfume mortal en vez del perfume de vida, la solamente a todos los que invocan el nombre de Cristo, sino a todos los
perdición en vez de la salvación. Estos puntos negativos, que surgen hombres indistintamente», ya que la Iglesia «se siente real e íntimamente
de las oscuridades escondidas de las conciencias en su contacto no solidaria de todo el género humano y de su historia» y «atiende sólo a
logrado con el anuncio, no pueden aceptarse como un término defi- esto: a continuar bajo la dirección del Espíritu Paráclito la misma obra
nitivo de una misión no lograda. Si es verdad que la Palabra, según de Cristo, que vino al mundo a dar testimonio de la verdad, a salvar y
la hermosa comparación ya clásica de Isaías, es como la lluvia que no a condenar, a servir y no a ser servido» (GS 1-3). Siguiendo esta
nunca baja del cielo para volver allá sin haber fecundado previamente lógica tan sencilla parece extraño que los últimos decenios hayan regis-
la tierra (Is 55, 10 s), habrá que creer y esperar igualmente que en el trado unas discusiones tan ásperas sobre las relaciones entre la evange-
mundo que ha rechazado el evangelio despunten los brotes de la Palabra Iización y la promoción humana, como si pudiera de alguna manera
que en él se ha sembrado. Y sobre todo se sabe muy bien que el pensarse en la separación entre ambas.
acontecimiento se lleva a cabo en dos planos distintos, uno de los
cuales está sometido a la observación empírica y el otro no. Por e) El efecto político
consiguiente, si la Palabra pronunciada en el nivel de la revelación Al hablar del carácter doxológico del anuncio tuvimos ya ocasión
histórica tiene una respuesta negativa, nadie puede decir con certeza que de atender a su significado político. Aunque parezca extraño, lo cierto
la Palabra interior, sugerida por el Espíritu, no haya tenido una respuesta es que precisamente en cuanto que el mensaje de «Jesús Señor» tiene
positiva. Juan Pablo II define «la firme creencia de los seguidores de las un carácter tan alto, capaz de legitimar la soberana gratuidad de la
religiones no cristianas como efecto también del Espíritu de verdad, que contemplación y del martirio, reviste también por ello un carácter
actúa más allá de los límites visibles del cuerpo místico», sosteniendo
que «el hombre -cualquier hombre sin excepción de ningún género- ha 16. Juan Pablo II, Redemptor hominis, 6 y 14.
194 Interpretación teológica Los caracteres del anuncio 195

político. La afirmación de que Jesús es el Señor, el único digno de desnivel esencial entre la adhesión al único Señor Jesús y el recono-
constituir para la conciencia del hombre el punto de referencia pri- cimiento, igualmente esencial, de la gran norma de la fe que es la
mordial, que todo lo juzga y no puede ser juzgado por ningún otro, Escritura. En efecto, la misión de la Iglesia no puede contraponer a
es también realmente una afirmación política. Se opone a aquellas los poderes humanos idolátricamente absolutizados ningún otro poder
opciones del hombre que acepta por encima de él otras soberanías, absoluto de carácter humano y terreno, aunque divinamente legitimado
como las del dinero, el éxito, el placer, la ambición, el egoísmo o los como es el poder de la Iglesia, en una especie de disputa absurda sobre
muchos ídolos del mundo creados por la costumbre o por los medios el derecho a ejercer el dominio de Dios sobre el hombre. Su batalla
de comunicación social. Pero se opone igualmente al culto de la ley puede ser tan sólo en defensa del único absoluto, «Jesús Señor», a
que no salva. Y se opone finalmente a los grandes señores de la política quien el hombre está llamado a responder en la libertad de su con-
que pretenden dominar al hombre hasta en la interioridad de su con- ciencia, que no puede conculcar ningún instituto de mediación. Una
ciencia. En nombre del kyrios Iesoús los cristianos de la época de las de las expresiones más comprensivas y más nobles de la conciencia
persecuciones romanas se negaban a proclamar el kyrios Kaisar. Con eclesial, que en estas últimas generaciones ha adquirido mayor lucidez
esta misma lógica la Iglesia se siente obligada a oponer su fe a todo
a este propósito, se encuentra en el mensaje que al concluir el Vaticano
dominador de la esfera política que pretenda ser considerado como
II dirigieron los padres conciliares a los gobernantes: «Honramos vues-
kyrios. De este modo la misión entra en conflicto inevitablemente con
los regímenes que se construyen en torno a la exaltación de un hombre tra autoridad y vuestra soberanía; respetamos vuestra función; reco-
que pretenda estar investido de una autoridad indiscutible. La historia nocemos vuestras leyes justas; estimamos a los que las hacen y a los
política contemporánea abunda trágicamente en jefes divinizados. Este que las aplican. Pero tenemos una palabra sacrosanta que deciros: Hela
mismo conflicto se produce cuando la divinización del jefe se ve aquí: sólo Dios es grande; sólo Dios es el principio y el fin; sólo Dios
sustituida por la absolutización del sistema económico y político del es la fuente de vuestra autoridad y el fundamento de vuestras leyes...
partido, de la clase, de la ideología o de la raza. El anuncio del «Jesús Es Dios, el Dios vivo y verdadero, el que es el Padre de los hombres.
Señor» contiene la pretensión del derecho fundamental a la objeción Y es Cristo, su Hijo eterno, quien ha venido a decírnoslo y a enseñarnos
de conciencia frente a cualquier autoridad, poder o sistema, al que que todos somos hermanos». Luego, aludiendo a las épocas y a los
jamás se le podrá atribuir aquel señorío total que el creyente atribuye momentos en que fue distinto el espíritu con que la Iglesia se enfrentaba
únicamente a Cristo. Este parece ser una especie de primer principio con los poderes humanos, el mensaje concluye: «¿Y qué es lo que
político, que brota inmediatamente del corazón de la misión y va ligado pide de vosotros, esa Iglesia, después de dos mil años de vicisitudes
al enunciado primordial de la fe de la Iglesia. Con el «dad al cesar lo de todas clases en sus relaciones con vosotros, los poderes de la tierra?
que es del cesar y a Dios lo que es de Dios», con la desmitificación ¿qué es lo que os pide hoy?... No os pide más que la libertad: la
paulina de la ley declarada como incapaz de dar la salvación, y con libertad de creer y de predicar su fe, la libertad de amar a su Dios y
la tesis neotestamentaria del único mediador Jesucristo, se lleva a cabo servirle, la libertad de vivir y de llevar a los hombres su mensaje de
una desabsolutización radical de cualquier tipo de mediación que, vida»18.
colocándose entre Dios y la conciencia del hombre, pretenda participar Como conclusión creo que es posible afirmar que la misión de la
del carácter absoluto de los divino y, por consiguiente, tener que Iglesia tiene su propio y original valor político, connatural al corazón
imponerse de manera indiscutible a la conciencia del hombre. Esto mismo de su anuncio. Esa misión puede ser ignorada o cancelada tan
vale de manera omnicomprensiva, hasta el punto de que hay que aplicar sólo a costa de una reducción de tipo moralista-individualista de la
el mismo principio a la Iglesia y a la misma Escritura, en cuanto proclamación del señorío de Cristo, o a costa de una proyección es-
sistemas de mediación entre Dios y el hombre. Lutero, el teólogo de catológica exasperada del mismo más allá de la historia, por lo que
la sola Scriptura, se atrevió a escribir a propósito de sus futuras batallas
se transformaría en un objeto de espera más bien que en un principio
«Quodsi adversarii Scripturam urserint contra Christum, nos urgemus
dinámico de acción. Esa misión no consiste, en realidad, en una pro-
Christum contra Scripturam»17. Extrema y paradójica expresión del
puesta política específica que haya que poner al lado de las otras, por
la que la Iglesia debería bajar a la palestra en medio de los partidos
17. D.M. Luthers Werke, 39, 1, 47, Weimar 1926; sobre este tema tan delicado,
cf. F. Mussner, Vangelo e «centro del vangelo», en Orizzonti attuali della teología 1, 18. Concilio Vaticano II, Mensajes a la humanidad, en Constituciones, Decretos,
Edizioni Paoline, Roma 1966, 475-509. Declaraciones, Editorial Católica, Madrid 61968, 838-839.
796 Interpretación teológica Los caracteres del anuncio 197

o, al menos, hacerse representar por alguno de ellos. El contenido el Señor es Jesús de Nazaret, como se encarga de señalar el discurso
político de la misión, en este su primer principio, tiene un significado de Pablo en Atenas (Hech 17, 19-34). Con esto queda cerrado el paso
negativo-liberador. Se trata de la pretensión fundamental al derecho a la idolatría; el ídolo es obra de las manos del hombre; es el hombre
radical que tiene el hombre a la objeción de conciencia frente a cual- el que da cuerpo a Dios a su antojo y, una vez encerrada la divinidad
quier persona, ley, institución, ideología o poder. Está claro que sus en la forma que él le ha dado, la manipula a su agrado. Pero si Dios
desarrollos previsibles están sobre todo en la línea de la liberación del se ha revelado en Jesús de Nazaret, solamente su cuerpo, su historia
hombre y de la defensa de su dignidad y de su primacía sobre todas humana, lo que él dijo y lo que él hizo, tan sólo eso es lo que se
las cosas mundanas. Aquella frase antigua Gloria Dei vivens homo impone como manifestación concreta de lo divino delante de la con-
indica el camino que ha de seguir la Iglesia dentro de una evidente ciencia del creyente.
presencia de lo absoluto: el hombre, su libertad inviolable, su primacía La Iglesia primitiva recorrió un largo y fatigoso camino para de-
sobre las cosas, su conciencia y dignidad. Por eso Juan Pablo II, como sembarazarse de la gnosis. Uno de los nudos fundamentales que hubo
ya hemos recordado, lo define como el camino principal de la Iglesia. que desatar fue precisamente el de la cuestión de si Cristo había tenido
o no un cuerpo y una historia. Según un texto de Simón citado por
Ireneo, «el Pensamiento del Padre» descendió a las regiones inferiores
3. Carácter narrativo y, habiendo engendrado allí a los ángeles y a las potestades, quedó
prisionero de ellos, «pero finalmente quedó aprisionado en un cuerpo
El kerigma apostólico sufre en el conjunto neotestamentario por humano y a través de todos los tiempos pasó de una envoltura a otra,
lo menos dos tipos de amplificación. Efectivamente, por un lado se de un cuerpo femenino a otro». En este curioso intento de aferrarse a
determina, se articula y se desarrolla como cuerpo doctrinal y como la historia propia y verdadera, se imagina al Pensamiento del Padre
norma ética, mientras que por otro lado se enriquece con muchos encarnándose en un momento determinado en aquella Elena por la que
relatos de los hechos acaecidos. Toda la narración neotestamentaria se había desencadenado la guerra de Troya. Al final, refiriéndose al
tiene la forma del díptico lucano: se narran unos dichos y unos hechos nuevo testamento, se dirá que «él vino a restaurar todas las cosas,
de aquel Jesús que es objeto del kerigma y se narran unos dichos y transformado y hecho semejante a los principados y a las potestades.
unos hechos de aquellos que llevan al mundo el kerigma, principal- Con los hombres parecía hombre, a pesar de no ser hombre; pareció
mente los apóstoles. Esta doble línea narrativa se convierte en elemento que sufría en Judea, a pesar de no sufrir19». «El», que probablemente
característico del anuncio, tanto en la experiencia apostólica original es el mismo Simón, «se apareció entre los judíos como Hijo, bajó a
que atestigua el nuevo testamento, como en la experiencia posterior Samaría como Padre y se presentó a las demás gentes como Espíritu
y finalmente en la experiencia actual de la Iglesia. santo20». Esta eliminación de la historia de Jesús camina a la par de
un modalismo trinitario radical y de una liberación de los fieles de los
a) Narración sobre Jesús vínculos con cualquier tipo de ley. De esta forma, por un lado la gnosis
Tiene sin duda grandes consecuencias el hecho de que el anuncio se desarrolla en una actitud anárquica y libertina que se justifica en
del nuevo testamento haya sido formulado como una proclamación no nombre de la libertad absoluta del gnóstico respecto a los vínculos con
tanto de Dios Señor como más bien de Jesús Señor. Este hecho resulta la materia21. Por otro lado, la gnosis produce una moral rigorista, en
obvio en el contexto histórico de la primera evangelización, que era la idea de Saturnino de que los hombres son buenos y las mujeres
un contexto religioso, no ciertamente secularizado o ateo. A los judíos malas y de que Satanás es el protector del matrimonio que prolonga,
y a los paganos, gente religiosa, sé les anunciaba que Dios se había a través de la generación, la condición miserable de los hombres. El
revelado en Jesucristo y que a él se le había dado, con la resurrección Salvador vino para oponerse a las obras maliciosas de la mujer, para
de entre los muertos, todo poder en el cielo y en la tierra». Pero el salvar a los hombres, para poner fin al.matrimonio y a la reproducción
carácter tan obvio de la fórmula contiene importantes significados y de la especie. Naturalmente, el Salvador no fue engendrado, fue sin
lleva consigo consecuencias decisivas. En efecto, no se anuncia a un
Señor celestial privado de una forma terrena correspondiente. No se 19. Cf. R.M. Grant, Gnosticismo e cristianesimo primitivo, II Mulino, Bologna
1976, 89 s.
afirma una forma de señorío absoluto, cargado de imperatividad y 20. Ibid., 99.
vacío de contenidos determinados. El Señor no es un Dios desconocido; 21. Ibid., 106-109.
198 Interpretación teológica Los caracteres del anuncio 199

cuerpo y sin forma y no tuvo más que apariencia humana22. Grillmeier Si hubiera prevalecido la gnosis, tendríamos hoy un cristianismo
observa que tanto el programa simoniano del libidinose vivere como completamente distinto. Por el contrario, el Señor que es proclamado
el rigorismo ascético y la continencia total de Saturnino se basan en como tal en el cielo tiene en la tierra un solo nombre determinado; de
la misma concepción de las relaciones del mundo con Dios, para la él se cuenta una historia precisa y única, cómo nació, cómo murió,
que «la creación del mundo manifiesta la incompetencia o la ineptitud qué es lo que dijo y lo que hizo. Este hecho se manifiesta cargado de
o el descontento de Dios» y la vida del cuerpo es «una violación consecuencias para todo el planteamiento de la vida de la Iglesia en
permanente de Dios23». En absoluta coherencia con todo esto Marción la historia. Efectivamente, la afirmación de un Señor en el cielo no
rechaza el antiguo testamento como una pretendida revelación ligada supone ningún desprecio por la tierra. Por esto la misión no se muestra
al mundo, a la historia, a la materia. Y es interesante observar que aliada con ninguna forma de espiritualismo exasperado, ni tiende a
precisamente con la exclusión de Marción de la comunidad romana, aislar a los hombres de su contexto social, ni hace de ellos los repre-
que tuvo lugar en el año 144, surge dentro de la Iglesia una reacción sentantes de una aristocracia espiritual de iluminados. Gracias a la
explícita, consciente y aguerrida contra la herejía24. narración de la historia de ese Jesús que se proclama y se cree Señor,
Pues bien, mientras que Pablo y Juan revelan de vez en cuando la el mensaje no puede consignarse a la creatividad mística de éste o de
presencia de algún elemento ligado a la gnosis o que, por lo menos, aquel ni puede convertirse en una creación mitológica surgida de la
les pareció especialmente interesante a los gnósticos, hasta el punto fantasía de algún poeta o de algún espíritu religioso original. Al con-
de utilizarlo en sus especulaciones, los evangelios sinópticos se mues- trario, es recogido y llevado hacia adelante por la comunidad y camina
tran totalmente ajenos a toda referencia a las doctrinas y al espíritu de dentro del cauce de la tradición, de forma que, aunque moviéndose
la gnosis25. No había nada que pudiera ser tan distante y tan contra- en los grandes espacios de. libertad y de fuerte personalización de la
puesto a la gran herejía del cristianismo primitivo como la narración fe que le son propios, tiene necesidad de registrar una escrupulosa
de la historia, de los dichos y hechos de Jesús de Nazaret. De manera fidelidad a todo lo que se narró en los orígenes. En contra de la gnosis,
particular el evangelio de Mateo parece querer insistir en un cristia- la Iglesia se ve obligada a poner en obra criterios de ortodoxia y
nismo de hechos y no de palabras, en donde con las obras concretas condenaciones de la herejía. Pero más acá de ello y antes de la gran
se hace la voluntad del Padre y en donde el criterio de la fidelidad cuestión dogmática, con sus sutilezas, la exigencia primordial de la
supone el cumplimiento, pero no la abolición, de la antigua ley judía. Iglesia es la de conservar como verdadero el relato sobre Jesús, trans-
No es una casualidad el hecho de que en Mateo la comunidad ocupe mitir la noticia de cómo nació en la pobreza, de cómo predicó la
un lugar importante en todo el desarrollo de su catequesis; efectiva- llegada del Reino, de cómo fue perseguido y de cómo murió en la
mente, la comunidad representa el lugar de la tradición, es la casa cruz, etcétera. El que Jesús naciera pobre y no en una corte real, el
construida sobre la piedra de la fe apostólica26. De este modo la que predicase el reino de Dios y no una sublevación contra los romanos,
narración, la historia, la tradición, el cumplimiento de la ley, los el que muriera crucificado y no por enfermedad o por ancianidad, son
hechos concretos, el sentido y la disciplina de la comunidad se con- datos fundamentales sin los cuales no tendría absolutamente ningún
traponen a lo que habría de ser el impulso principal de la gnosis, como sentido todo el desarrollo dogmático posterior. La fidelidad a la tra-
el espiritualismo exasperado, la iluminación individual, la negación dición narrativa le garantizará a la Iglesia poder profesar siempre que
del antiguo testamento, el libertinaje moral, la exaltación de la libertad Jesús vino en la carne y le impedirá alinearse con quien lyéi ton Iesún,
individual. con quien disuelve a Cristo27.
La atribución de un cuerpo concreto y de una historia narrable al
22. Ibid., 116-119. Señor celestial es también el elemento que salva a la proclamación
23. A. Grillmeier, Gesú il Cristo nellafede della chiesa II1, Paideia, Brescia 1982,
256. cristiana de la deformación ideológica. Bajo la declaración de que
24. Ibid., 259 s. Jesús es Señor no está un sistema filosófico, una propuesta política,
25. R.M. Grant, o. c, 161-189. un manifiesto programático que -por el señorío altísimo que repre-
26. Cf. en este sentido W. Trilling, El verdadero Israel. La teología de Mateo, sentaría- se presentase como sistema absoluto de encuadramiento de
FAX, Madrid 1974; Id., Amt und Amtsverstandnis bei Matthaus, en Mélanges bibliques,
Duculot, Gembloux 1970; W. Pesch, Matthaus der Seelsorger. Katholisches Bibelwerk,
Stuttgart 1966; J. Zumstein, Matthaus 28, 16-20: Revue de Théologie et Philosophie 27. Así una tradición manuscrita que ha pasado a la Vulgata («qui solvit Jesum»)
(1972) 14-33. •le I Jn 4, 3.
200 Interpretación teológica Los caracteres del anuncio 201

todo el hombre y de toda la sociedad. Tampoco la fórmula «Jesús e instrumento de la gracia, dentro del marco de la eficacia superior
Señor» puede interpretarse como si fuera una caja vacía dentro de la de los sacramentos. Unas veces más y otras menos, la palabra lleva
cual pudiera meterse en cada ocasión un contenido cualquiera. Si Señor siempre consigo sus contenidos objetivos y arrastra tras de sí algo de
es solamente Jesús con su persona y su historia concreta, el anuncio la condición subjetiva del que habla. Pues bien, en la comunicación
de lo absoluto no puede cubrir con su manto de universalidad, de de la fe, a pesar de que ésta se presenta con fortísimas exigencias de
necesidad, de imperatividad radical, ninguna propuesta política, nin- objetividad, son muy altas las dosis de subjetividad. Tan cierta es la
gún sistema filosófico, ningún régimen tanto civil como eclesiástico. cosa que no basta ni mucho menos la perfecta objetividad, basada en
Más aún, precisamente la historia de Jesús ofrece al cuerpo cristiano el conocimiento seguro y detallado y asegurada por la fidelidad de la
un principio crítico, perennemente vital, a través del cual la Iglesia comunicación, para dar vida a ese fenómeno de la comunicación que
está llamada continuamente a revisarse a sí misma. No es una casua- llamamos la comunicación de la fe. Más aún, se dan casos en que la
lidad el hecho de que el evangelismo, es decir, la apelación pura y comunicación de los datos se sirve de una información basada en un
simple a los modelos de vida concretos que se encuentran en la na- conocimiento mucho más perfecto de la doctrina y de la historia del
rración evangélica, ha sido siempre un principio fecundo de reforma mensaje evangélico que la que posee habitualmente la medida de los
de la Iglesia. Un principio teocrático, como el que se afirmaría en el creyentes, sin que a pesar de ello se dé lugar a una comunicación de
simple enunciado de Dios Señor, no podría tener frente a sí ningún la fe. Esta, por el contrario, puede darse incluso cuando la información
principio crítico que no fuese el principio totalmente subjetivo de la es parcial, defectuosa, y cuando la comunicación se sirve de instru-
conciencia individual. Demasiado poco para una objeción de con- mentos inadecuados. La diferencia es muy sencilla: un creyente anal-
ciencia que pretenda contener significados históricos, sociales y po- fabeto y poco informado sobre la historia y la doctrina del cristianismo,
líticos. Puesto que «a Dios nunca lo ha visto nadie», resultaría fácil en cuanto creyente, puede dar lugar a una comunicación de la fe,
y sería inatacable la pretensión de cualquier sistema de poder empeñado mientras que un profesor de historia del cristianismo, muy bien in-
en situarse dentro de la fórmula vacía y declararse una visibilización formado y perfectamente capaz de una estupenda comunicación, pero
auténtica de lo divino. Por algo el nazismo actuó bajo la bandera del no creyente, no podría realizar la obra de comunicación de la fe.
Gott mit uns. La sustitución en la fórmula eventual «Dios Señor» del Efectivamente, comunicar la fe no significa decir solamente que Jesús
término Jesús por el de Dios impide indebidas sustituciones eventuales es el Señor, sino decir también que yo creo que Jesús es el Señor. El
y ofrece un principio crítico que no es fácil de adulterar, dado que objeto de la comunicación, diría santo Tomás, no es un scitum, sino
está constituido por los dichos y los hechos de una persona concreta, un creditum. Scitum es lo que capta la inteligencia en su evidencia
históricamente aprensible y definible dentro de una narración deter- factual o en su irreductibilidad lógica. El objeto así conocido se impone
minada. desde fuera al asentimiento del hombre, tanto si quiere como si no
quiere. En una comunicación de esas noticias la subjetividad se ve
implicada en el nivel más bajo. Yo puedo conocer una cosa y dártela
b) Narración de la experiencia cristiana a conocer sin que por ello se vean muy afectadas nuestras relaciones
La comunicación de la fe, aunque forma parte del gran mundo de interpersonales; lo que domina es el objeto, no la condición de las
los múltiples fenómenos de comunicación que tienen lugar entre los personas. Pero no sucede lo mismo cuando está en juego un objeto
hombres, manifiesta ciertas singularidades que es preciso considerar creído. Efectivamente, el creditum no es interiorizado por el sujeto en
debidamente. Una palabra puede decirse para producir un conoci- virtud de una evidencia que se imponga por la fuerza del hecho ob-
miento en el oyente o difundir alguna noticia. O bien se comunica servado o a través de la costricción de una lógica de la que es imposible
para mandar o exhortar, cuando la palabra contiene su propia vis escaparse. También en la certeza de la fe es poseído con firmeza el
emotiva que determina a la acción. Está además la palabra dicha objeto creído; la fe no es lo mismo que una opinión dudosa. Pero el
solamente para conmover, en donde la simple emoción estética cons- proceso a través del cual el creditum se impone al hombre es muy
tituye la meta que satisface al comunicante. Está también la palabra distinto; su verdad no se extiende con inmediatez sobre la inteligencia,
productiva de hechos jurídicos, cuya eficacia se sitúa fuera de la sino que más bien se ofrece como bien supremo al amor, a la voluntad
persona del oyente, dentro de la situación social tal como ésta está animada por la gracia del Espíritu. La certeza que se alcanza en el
determinada por la ordenación civil o eclesiástica. Está la palabra signo acto de fe se presenta de este modo bajo una forma paradójica: es una
202 Interpretación teológica Los caracteres del anuncio 203

certeza querida a propósito de una verdad amada. Por eso la comu- Así pues, la comunicación de la fe implica una doble narración,
nicación de un creditum afecta en grado sumo a la subjetividad de los la de la historia de Jesús y la de la historia del creyente. Esta última,
protagonistas del acontecimiento. No se trata de producir en el otro a su vez, se presenta como historia de cada uno de los portadores del
una operación intelectual obvia, llevándolo frente a una evidencia que anuncio y como historia de la comunidad dentro de la cual el anuncio
le determine por su propia fuerza. Lo creído sólo puede ser comunicado ha llegado a este punto de su influencia secular. El que escucha el
en virtud de una certeza querida y se le ofrece al otro como una evangelio se encuentra así en contacto con una historia muy grande y
adquisición escogida libremente y deliberada profundamente por un muy compleja. Lo que se le propone que crea a propósito de Jesús no
sujeto que, arrastrado por el Espíritu, se ha entregado a una verdad es simplemente un conjunto de datos ligados a su persona y a sus
demasiado grande para ser percibida por la inteligencia sin ser amada hechos, presentados de una manera aséptica por unas cuantas personas
con la totalidad de la persona en toda su profundidad28. que no se sienten afectadas por ello y que no los han contaminado
Acudiendo una vez más a la ayuda de santo Tomás, hemos de absolutamente con su subjetividad. Por el contrario, las cosas que hay
que creer son cosas que han sido creídas y que sólo en cuanto tales
recordar que la fe que hay que comunicar no puede concebirse en
pueden seguir proponiéndose a la fe de otros. Toda la historia de cómo
términos de un valor que se sostenga por sí mismo. Se trata de poner
han sido creídas entra por consiguiente en el meollo del discurso. Los
el principio y el fundamento de la vida cristiana y de la Iglesia. Pues mismos textos de las Escrituras no son, como es lógico, puras crónicas
bien, si desde el punto de vista puramente lógico la fe en cuanto o fotografías de lo que aconteció, ni contienen menos aún proposi-
adhesión de la inteligencia a la verdad de Dios es el principio, ya que ciones pronunciadas directamente por Dios o puramente dictadas al
nada puede ser amado si no es previamente conocido, desde un punto hagiógrafo. El antiguo y el nuevo testamento son relatos de dos his-
de vista existencial la fe no es el principio de la vida cristiana más torias de fe, la de los profetas y todo Israel y la de los apóstoles y las
que en cuanto que está formada por la caridad: «Ad rationem funda- primeras comunidades cristianas. Pero, además de esto, aun cuando
menti non solum requiritur quod sit primum, sed etiam quod sit alus la fe y la transmisión de la fe están totalmente normadas por la sagrada
partibus aedificii connexum: non enim esset fundamentum nisi ei aliae Escritura, el acceso del nuevo creyente a la fe no tiene su lugar propio
partes aedificii cohaererent. Connexio autem spiritualis aedificii est en una biblioteca, ni se lleva a cabo sacando los evangelios de un
per charitatem... Et ideo fides sine charitate fundamentum esse non armario u hojeando el Éxodo o compulsando los escritos de los após-
potest29». Santo Tomás no tiene ningún reparo en declarar sic et sim- toles. El lugar propio de este acontecimiento es el encuentro con los
pliciter que «fides informis non est virtus30». creyentes y su experiencia de fe. Efectivamente, dirá el Vaticano II,
Por consiguiente, la comunicación de la fe es comunicación no lo que han transmitido los apóstoles comprende todo lo que ha sido
sólo del objeto conocido, sino de una experiencia personal, dentro de necesario para el desarrollo de la fe, para el nacimiento y el crecimiento
la cual tiene su puesto el objeto conocido en cuanto que la persona se de la Iglesia y para la animación de su vida, por lo que actualmente
ha comprometido radicalmente con él. Uno declara que Jesús es el la Iglesia, al predicar la fe, «transmite a todas las generaciones lo que
Señor como si se tratara de su convicción más profunda, que tiene ella misma es». Por eso su historia entera no puede quedar excluida
para él, no ya el carácter de una adquisición común que pudiera de su discurso. Más aún, la Iglesia cree que en ella «esta tradición de
alcanzar cualquier observador desapasionado, sino más bien el aspecto origen apostólico progresa con la asistencia del Espíritu santo; efec-
de una revelación que lo ha apasionado hasta el punto de arrastrarlo tivamente, va creciendo la comprensión tanto de las cosas como de
al asentimiento, aferrándolo en la raíz de su libertad y de su autode- las palabras transmitidas, bien con la reflexión y el estudio de los
cisión. Está claro, por consiguiente, que no tendría ya el sentido de creyentes que las meditan en su corazón, bien con la experiencia que
una comunicación de fe el mero enunciado de unas cuantas proposi- da una inteligencia más profunda de las cosas espirituales, bien por
ciones que declarasen el señorío de Jesús o que narrasen su vida, a la predicación de aquellos que con la sucesión apostólica han recibido
no ser que estuviera acompañado del relato que hace el creyente de un carisma seguro de verdad» (DV 8). Esta perceptio rerum et ver-
sí mismo y de su propia experiencia de fe. borum traditorum^ tiene en primer lugar una extensión muy amplia.

28. Santo Tomás, STII-II, 1, 4, 5; 2, 1, 9; 4, 5, 7. 31. La traducción corriente que utiliza el término «comprensión» traiciona en parte
29. Ibid., 4, 7, 4. el sentido de perceptio, ya que «comprensión» hace pensar más bien en un acto segundo
30. Ibid., 4, 5, in c. y no en el acto primero del puro percibir.
Los caracteres del anuncio 205
204 Interpretación teológica

y Espíritu santo. En éste, en cambio, variando la fórmula, afirmamos


Cualquier persona que se acerca a la fe percibe en ella los contenidos
cree, no en la santa Iglesia, sino la santa Iglesia católica; y esto para
y los valores con una nueva perceptio, así como una nueva y distinta
distinguir aun con el mismo modo de hablar al Dios creador de las
perceptio de la fe se lleva a cabo en las nuevas y diversas situaciones
realidades creadas32». La situación de la Iglesia anunciante frente al
históricas, determinadas por diversas situaciones culturales, sociales
mundo es, por tanto, en cierto sentido, ambigua; propone y exige fe
y políticas en las que nacen y viven las diversas comunidades cristianas
en Jesús y no en ella misma, pero no puede al mismo tiempo hacerse
y en las que resulta que actúa la gran Iglesia católica. No está en juego
tan trasparente que no se encuentre de algún modo interpuesta, con
solamente la formulación y el desarrollo del dogma. Esto representa
su historia y con su experiencia, entre el hombre y Cristo.
solamente el fruto de una exposición de elementos indispensables para
la autenticidad y la unidad de la professio fidei, que se realiza sobre
el magma de conjunto de una experiencia compuesta de infinitas y
diversas respuestas dadas por la Iglesia en la reflexión, en la palabra, 4. Conclusión
en la oración y en la acción a las muchas solicitaciones que le vienen
de la Palabra de Dios y de los signos de los tiempos. Entonces la Para interpretar la misión de la Iglesia hemos creído que era ante
narración de la propia historia, incluida por la Iglesia en la comuni- todo indispensable captar su punto original y central: el principio
cación de la fe, no contiene solamente los desarrollos dogmáticos que histórico y el principio hermenéutico de todo el proceso histórico que
expresan la toma de posesión de los contenidos esenciales de la re- la Iglesia produce en el mundo. Nos pareció que este primer principio
velación, sino toda la historia de la propia experiencia de fe, con toda podía señalarse en el fenómeno de la comunicación de la fe y, con
la mezcla de la propia búsqueda y de las propias incertidumbres, de una mayor concreción, de la declaración eclesial de que Jesús es el
los propios impulsos y del propio cansancio, de la contemplación Señor.
sublime y del compromiso cotidiano en el quehacer de los hombres. Si este principio, que la historia nos muestra que fue el comienzo
Mientras que en el carácter altísimo del principio supremo «Jesús histórico, el principio de la eclesiogénesis, puede servir también de
Señor» la narración de la historia de Jesús de Nazaret introduce los principio hermenéutico es lo que estamos verificando. Para ello, en
elementos concretos de una vida histórica determinada, pero absolu- este capítulo hemos intentado señalar algunos caracteres del mismo
tamente singular, ya que Jesús es la encarnación de lo absoluto, la que indudablemente ponen de relieve sus virtualidades hermenéuticas.
narración de la historia de la experiencia de la fe introduce en el carácter En efecto, apenas se captan algunas de sus características, se empieza
absoluto e imperativo del anuncio un elemento de contingencia y de a dibujar enseguida un entramado de líneas interesantes; y sobre esta
relatividad. En efecto, la Iglesia propone a Jesús Señor contando su red se manifiesta como posible la empresa de interpretar y de com-
propia fe en él, pero sin poder situarse a sí misma en el plano de su prender.
Señor, su propia historia en el plano de la historia del Señor. Más El carácter doxológico de la proclamación «Jesús Señor» ha puesto
aún, la historia del Señor, como ya hemos dicho, es el principio crítico de manifiesto un fuerte elemento de no integrabilidad que presenta la
de la historia de la Iglesia. Por eso el que recibe el anuncio se encuentra misión de la Iglesia respecto a los procesos históricos mundanos. Y,
en realidad frente a una propuesta en la que se mezclan muchas cosas, por consiguiente, en el plano de los comportamientos eclesiales, la
todas ellas necesariamente relaciondas entre sí y sin poder separarse necesidad de ser conscientes de que el momento litúrgico no representa
del todo, pero dentro de las cuales hay que distinguir también y saber ni mucho menos un puente de unión con el mundo, y por otra parte
discernir el punto central, que es además el punto terminal de todo el la imposibilidad para la Iglesia de renunciar a la actitud de alabanza
dinamismo de la fe y de la misión, los elementos de valor absoluto a Dios, que representa precisamente en su inintegrabilidad una con-
en los que éste se articula y finalmente el flujo vital, móvil y cambiante, testación importante contra las actitudes de autosuficiencia propias de
múltiple y variado, de una historia y de tantas historias y experiencias la mundanidad. También ese momento crucial de la misión que ve
dentro de las cuales se vivió y se sigue viviendo la fe. Ya el Catecismo aflorar en el conflicto la exigencia del martirio se inserta en el espíritu
del concilio de Trento explicaba por qué se dice en el credo «Creo en de la doxología y en aquel esfuerzo característico por dejar sitio a la
Dios», mientras que luego, a propósito de la Iglesia, se dice «Creo la imponencia incalculable de lo absoluto.
santa Iglesia»: «En los artículos anteriores del credo afirmábamos
nuestra fe en las tres personas de la santísima Trinidad: Padre, Hijo 32. Catecismo romano I, IX, 22, Editorial Católica, Madrid 1956, 246.
206 Interpretación teológica

Este carácter de absoluto acompaña al anuncio no solamente en


su momento doxológico, sino también cuando éste, en vez de situarse
como fin de sí mismo, se muestra como el momento primero y más
7
alto de comunicación de la Iglesia con el mundo: propuesta de fe e La misión «de Trinitate»
invitación a creer. En cuanto que se trata de una propuesta que contiene
la alternativa fundamental de la vida y que se dirige esencialmente a
la decisión libre del hombre, el efecto del anuncio es inevitablemente
contradictorio. A pesar de que su intencionalidad más profunda es la
de la comunión universal, de hecho es inevitable que se siga de allí
una discriminación: por un lado la acogida de los creyentes, por otro
el rechazo de los no creyentes; por un lado la Iglesia, por otro el
mundo. Pero la discriminación de que hemos hablado, a pesar de ser
sumamente seria, no rompe hasta el fondo el denso tejido de la co-
munión que el Espíritu crea de manera imprevisible e incalculable
entre los hombres, incluso en donde la comunicación de la Palabra
sufre una dramática interrupción. Así hemos podido señalar una com-
pleta dialéctica que se crea entre la Iglesia y el mundo, en donde la
discriminación y la tensión puede producir conflictos extremos, pero En la conciencia cristiana no se da ningún «yo os envío» sin que
sin poder con ello interrumpir el amor de Cristo y, por tanto, la vaya precedido de un «como el Padre me envió». Pero no puede decirse
responsabilidad de la Iglesia para con todos los hombres, sus nece- que la conciencia de formar parte de una misión más grande haya
sidades y su futuro. caracterizado a la misión de la Iglesia. La Iglesia ha atravesado vastas
zonas de silencio trinitario, dominada por el sentimiento de su propia
Finalmente, hemos estudiado el carácter narrativo del anuncio. investidura divina para ser la guía del mundo en representación de
Este nos ha parecido fundamental en orden al arraigo de la misión en Dios más que por la convicción de ser testigo para el mundo de la
la trama histórica de los hombres. El principio altísimo no es por ello vida de otro, de Cristo enviado por el Padre, muerto y resucitado, que
un principio abstracto ni una forma vacía que sólo pueda utilizarse de envió a su Espíritu para que, por medio de él, todo pudiera volver al
una manera ideológica y perversa, ya que la afirmación del señorío Padre. La predicación se ha transformado no pocas veces en una
único y supremo se refiere al hombre Jesús, con su historia bien teodicea, como si fuera necesario defender a Dios frente al mundo por
determinada y no manipulable. También hemos visto que la narración
medio de alguien que hubiera recibido en el mundo la investidura de
de que se reviste el anuncio no tiene por objeto solamente la historia
ser su legítimo representante. La catequesis ha hecho a veces del
de Jesús de Nazaret, sino también la experiencia de la fe del anunciante
y de la Iglesia entera. Este elemento introduce otro factor de comple- anuncio de la Trinidad una especie de prueba de fuego de la fe, llamada
jidad de la misión eclesial, la cual se presenta entre los hombres con a doblegar la inteligencia hasta el obsequio extremo de la incompren-
un carácter categórico y al mismo tiempo provisional, con pretensiones sible voluntad del Dios uno y trino. La eclesiología se ha despojado
absolutas y contenidos inmersos en la contingencia, exigiendo fe ab- de su referencia trinitaria como de un vestido engorroso, confiando
soluta y proponiéndose al mismo tiempo a la valoración crítica de en su fundamento cristológico como si le importase únicamente la
cualquier inteligencia. legitimación divina que le venía de Christo legato y no el ofrecimiento
que Cristo hacía al Padre de su propia vida, o la misión del Espíritu
Cada vez que la Iglesia en sus diversos momentos de vida vuelve que consagraba a Jesús como Cristo y mandaba a sus apóstoles como
a preguntarse sobre su «quehacer», habrá que esperar que la respuesta embajadores suyos por el mundo.
se amplíe a tantos planos diversos como son las líneas diferentes en
las que ha de transcurrir su misión, como consecuencia de los carac- Sin embargo, el lugar en que la Iglesia conservó siempre con
teres propios de aquel anuncio que constituye su principio y su corazón. fidelidad el dinamismo trinitario que la animaba fue la doxología
litúrgica, con su bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu santo, y con la eucaristía en la que se ofrece al Padre el
20S Interpretación teológica La misión de Trinitate 209

sacrificio de Cristo, presente en el pan y en el vino, gracias a la racterística de poder servir de fundamento a la autoridad política; por
invocación del Espíritu. Ahora nos preguntamos si la doxología tri- consiguiente, no sería posible ninguna teología política a partir de la
nitaria no será, en realidad, la manifestación incondicionada -como fe trinitaria ortodoxa4. Es interesante observar, como señala G. Rug-
es incondicionada la doxología por su propia naturaleza- de una di- gieri en la presentación del ensayo de Peterson, cómo Metz utiliza por
mensión trinitaria profunda que califica a toda la misión, hasta el punto su parte el pensamiento de Peterson precisamente para sostener su
de que sin ella su complejidad resultaría totalmente incomprensible y teología política, que no puede concebirse ya como un sistema teo-
caería en una total incongruencia. lógico para legitimar el sistema político, sino por el contrario como
el lugar de la función crítica respecto al poder constituido5.
También J. Moltmann sigue las pistas de Peterson, no ya para
1. Monoteísmo y misión deducir la ilegitimidad de toda teología política, sino para basar en
ellas una teología política crítica y liberadora, opuesta a la ideológica
En 1935 Erik Peterson publicó en Leipzig un ensayo que daría y legitimadora del sistema, que se derivaría de la concepción puramente
mucho que hablar sobre El monoteísmo como problema político1. Iba monoteísta de Dios. Moltmann prosigue la reflexión de Peterson, que
dirigido contra la tesis de Karl Schmitt que en 1922, en un escrito se detenía en Eusebio de Cesárea, mostrando cómo el monoteísmo
sobre la doctrina de la soberanía, había afirmado que toda la doctrina político desarrolló también sucesivamente, hasta la edad moderna, la
moderna del Estado se basaba en conceptos derivados de la teología misma función, desde la doctrina del estado de los hugonotes hasta
y que sólo la concepción teológica del poder podía dar fundamento y las doctrinas absolutistas del período de la ilustración, desde las teorías
legitimación a la concepción jurídica correspondiente2. Para Erick de la restauración de un De Bonald, un De Maistre, un Donoso Cortés
Peterson, por el contrario, cualquier hipótesis de un sistema teológico hasta las ideologías de las dictaduras contemporáneas que buscan una
que legitimase a un sistema político quedaba inexorablemente des- fundamentación religiosa. Para Moltmann la misma ortodoxia trinitaria
mitificada en el cristianismo por su doctrina trinitaria. Celso había de la Iglesia no ha sido capaz de interpretar trinitariamente la unidad
acusado a los cristianos de comprometer, con sus pretensiones mo- de Dios. El Dios omnipotente, entendido trinitariamente, no será ya
noteístas de imponer a todos un único Dios, la unidad del imperio el arquetipo de los poderosos de este mundo; sólo cuando sea com-
basada en su capacidad de ser la patria de muchos dioses y de muchos prendido como el Padre del Cristo que fue crucificado por nosotros,
pueblos. Eusebio, el teólogo cortesano de Constantino, le dará la vuelta su verdadera omnipotencia será concebida como la omnipotencia del
a este razonamiento, atribuyendo la prosperidad del imperio y la paz, amor. Su señorío se manifiesta exclusivamente en el rostro del cru-
que había inaugurado Augusto, precisamente a la fuerza unificadora cificado y de sus hermanos que, como él, sufren opresión y violencia6.
de los pueblos que se había manifestado en el mundo con el nacimiento
Un soberano absoluto en el cielo no puede ser principio de libertad
de Jesucristo. La llamada de todos los pueblos a la unidad bajo la
para los hombres en al tierra; pero sí que puede serlo un Dios que
adoración de un único Dios y la obediencia de un único emperador se
habría llevado a cabo definitivamente en Constantino. De esta manera sufre por lo hombres y por su liberación7.
el imperio, la paz y el monoteísmo quedaban indisolublemente ligados Me parece pertinente, a este propósito, la observación de G. Rug-
entre sí: el único monarca en la tierra es el signo de la única monarquía gieri, cuando quiere disuadirnos de buscar en la fe trinitaria «la piedra
de Dios, que reina desde el cielo sobre el universo3. Pues bien, el encantada de la teología ideológicamente virginal»8. No hay ninguna
dogma trinitario, según Peterson, aun sin negar la monarquía divina, doctrina que no pueda ser manipulada ideológicamente; más aún, he-
le quitaba la importancia política tan singular que le había atribuido mos de reconocer que incluso la más pura ortodoxia nace y vive dentro
Eusebio; esto explicaría las simpatías imperiales por los arríanos y la de tramas de tipo ideológico. Para evitarlo sería preciso poder simar
fuerte presencia arriana en la corte bizantina. La trinidad de Dios, con toda elaboración de las proposiciones de fe completamente fuera del
el dinamismo que introduce en la monarquía divina, le quita la ca- contexto histórico político en que vive la Iglesia en cada ocasión. IVm

4. Ibid., 69 s.
1. E. Peterson, II monoteísmo come problema político, Queriniana, Brescia 1983. 5. G. Ruggieri, Editoriale, en E. Peterson, o. c, 17 s.
2. C. Schmitt, Teología política. Quattro capitoli sulla dotrina della sovranitá, en 6. J. Moltmann, Trinidad y reino de Dios, Sigúeme, Salamanca l''H/, .'(IH , ' 1 /
Le categorie del político, Bologna 1972, 27-86 (primera edición alemana: München 1922). 7. Ibid., 235.
3. E. Peterson, o. c, 59-61. 8. G. Ruggieri. o. c, 21.
210 Interpretación teológica La misión de Trinitate 211

sigue siendo verdad que la fe trinitaria nos concede un modo distinto De todas formas, para cualquier teología sobre la misión resultaría
de pensar en las relaciones Dios-historia. Dios no puede quedar cautivo demasiado arduo olvidarse de que la Iglesia cree en un Dios en misión,
de ninguna mitología que lo encarne en las «obras de las manos del de que ella tiene que presentarse al mundo de tal manera que el mundo
hombre» y lo haga manipulable por el hombre, si el Hijo encarnado crea que el Padre ha enviado a Jesús (Jn 17, 21), finalmente de que
permanece en la adoración al Padre que está siempre más allá. Pero ella está animada de la misión del Espíritu, que se le ha enviado como
Dios no está sólo en el más allá, desde el momento en que el Hijo defensor y abogado frente al mundo (Jn 16, 8). No es tarea de la
vino «a habitar entre nosotros». Finalmente, tampoco su encarnación Iglesia actuar ella misma de abogado para Dios, como querían hacerlo
produce un único proceso histórico que tuviera como único sujeto al los amigos de Job. Si la historia puede considerarse como un proceso
ser encarnado, ya que su Espíritu invade toda la tierra y anima todos cruel contra el Creador, a quien se le puede acusar de todos los males
los tiempos de la historia. Observa también J. Moltmann que la visión de la tierra, no se puede olvidar que con la muerte y la resurrección
exclusivamente monoteísta de las relaciones Dios-mundo se encontra- de Cristo se han invertido las partes: «El príncipe de este mundo ha
rían inevitablemente frente a una dramática encrucijada: o Dios lo es sido juzgado» (Jn 16, 11). El Espíritu es el abogado de la Iglesia y
todo y el mundo le corresponde por completo, está absolutamente no ya la Iglesia el abogado de Dios. Por eso mismo la misión no puede
concebirse como una gran y perenne teodicea, como si la Iglesia tuviera
determinado por él, depende fatalmente de él, de forma que toda su que demostrar al mundo la grandeza de Dios y llevar a cabo su dominio
masa de sufrimiento debería atribuírsele a él, sin ninguna posibilidad sobre la tierra, olvidándose de que ella misma es el fruto de la presencia
para el hombre de rebelarse y de librarse de el, o bien la creación es de Dios y de que su misión está en donde se manifiesta la misión del
capaz de rebelarse quitándose de encima la capa de fatalismo, poniendo Hijo y del Espíritu, de la que la Iglesia es signo e instrumento, pero
a Dios en el banquillo de los acusados y condenándolo a la inexistencia. no ciertamente causa, garantía o condición de posibilidad.
Stendahl decía: «El teísmo y el ateísmo en el ámbito monoteísta vi-
virían entonces un único esquema lógico, capaz de dos resultados Puede resultar significativo volver a las raíces de Israel y observar
completamente contrapuestos9». Podría surgir la sospecha de que el que el monoteísmo judío no produjo una verdadera y propia misión
entre los demás pueblos. Toda misión que procedía de Dios se vivía
salto a la afirmación del sufrimiento de Dios representaba una fuga ad intra; así sucedió con los profetas y, en perfecta coherencia con
frente al desconcierto provocado en los años 60 por la teología de la su línea, también Jesús de Nazaret se declaró enviado tan sólo a las
«muerte de Dios» y un refugio en los lenguajes de la paradoja donde ovejas perdidas de Israel. Israel es sacerdote para los demás pueblos;
quedasen borradas las grandes y clásicas antinomias de la relación su destino es el de la mediación universal; por eso sitúa su existencia
finito-infinito, bien-mal, Dios-mundo. Pero la sospecha parece ser que en medio de los goyim y frente a ellos hasta el día de su confluencia
ha huido del retorno de la teología reciente a la centralidad de la en Jerusalén. Pero Israel sale al encuentro de ellos solamente com-
pregunta sobre Dios y a un fuerte teocentrismo. El hechizo de la batiendo, con la fuerza de Yahvé, cuando ellos intentan destruirlos;
metafísica está muy lejos de haber muerto, pero ya no conduce hacia en ese caso Dios está obligado a una total fidelidad a su propia promesa
las orillas de la teodicea. Hoy parece haber invadido por completo y no puede menos de combatir a su lado. No lo hace únicamente
este terreno, mezclándose con él de una manera original, de forma cuando intenta castigar a Israel, sino que incluso en ese caso se niega
que la reflexión actual sobre Dios se revela bastante lejos de la pe- a aliarse con los demás pueblos, a los que asume tan sólo como
rentoria afirmación, propia del monoteísmo antiguo, de la inmutabi- instrumento de castigo en sus manos. Partiendo de estas premisas
lidad, la impasibilidad, el carácter absoluto y la unidad inarticulable parece que es obligado decir que una misión eventual de Israel, basada
de Dios10. en la alianza y en el monoteísmo, habría significado una entrada de
Israel en el mundo, bajo el signo del poder de Yahvé, en una imponente
9. J. Moltmann, El Dios crucificado. Sigúeme, Salamanca 21977, 306-320. Esta afirmación de sí mismo por encima de todos los demás pueblos. De
problemática se siente dramáticamente en la reflexión judía sobre el «holocausto»: cf. J. este modo Israel no pensó nunca en difundir entre los pueblos y en
Pawlikowski, El holocausto y la cristología contemporánea: Concilium 195 (1984) 239- comunicar a los demás la observancia de la ley. La ley era para Israel
251. Véase una traducción poética de la misma obra teatral de E. Wiesel, II proceso di y no tenía sentido fuera de Israel".
Shamgorod, La Giuntina, Firenze 1982.
10. Véase a este propósito, además del tan conocido ¿Existe Dios? de H. Küng
(Cristiandad, Madrid 1979), H. Mühlen, La mutabilitá di Dio come orinóme di una 11. Según I. Epstein, el único proselitismo parcial que se sintió fue el de la supe-
cristología futura, Queriniana, Brescia 1974; H. Ott, II Dio persónate, Marietti, Tormo ración del politeísmo y la afirmación del culto al Dios único, función que Israel habría
1983; E. Jiingel, Dios como misterio del mundo, Sigúeme, Salamanca 1984; A. Jáger, delegado por tanto espontáneamente a las otras dos religiones monoteístas, apenas llegaron
Dio. Dieci tesi, Marietti, Tormo 1984. a afirmarse, a saber, el cristianismo y el islam (Judaism, Penguin Books, 1979, 144).
La misión de Trinitate 213
212 Interpretación teológica

Desde este punto de vista los judíos tienen razón cuando atribuyen elemento fecundo de dialectividad, sino más bien el principio de di-
a sus propios méritos y cifran su gloria en haber renunciado al pro- solución de un mundo no divino, privado de su propio significado
autónomo y sometido a la imperatividad de las «cosas» divinas que
selitismo y a la misión. Tener una relación privilegiada con el Dios
existirían en él, un mundo que debería quedar absorbido por completo
único coloca inmediatamente a la comunidad de los creyentes en una
en el surco de la divinidad encarnada operante en la historia.
posición de superioridad frente a los demás, le da la sensación de
La eclesiología católica, en los momentos en que más se vio eclip-
haberse situado en la orilla de Dios frente a los hombres, más bien
sada su fe trinitaria, no se vio libre de un peligro de este género.
que en la orilla de los hombres frente a Dios y de ser en la tierra la
Aparte las deformaciones ultramontanas que, en la insensata exaltación
delegada plenipotenciaria del dominio celestial de Dios en el mundo. de la «divinidad» de la Iglesia, llegaron a transformar el versículo
Respecto a este cuadro la fe en la misión trinitaria complica y desarrolla litúrgico de la tradición: Non eripit mortalia qui regna dat coelestia
los papeles, provocando y permitiendo actitudes diversas. La Iglesia en un Jure eripit mortalia, etc.13, será útil reconsiderar críticamente
podrá ser y será de hecho misionera, porque sus relaciones con el aquel planteamiento global de la eclesiología que dominó en los ma-
mundo no tienen a sus espaldas el único Dios, sino que se desarrolla nuales de la neoescolástica, en los que toda la legitimación de la Iglesia
en un mundo amado por el Padre, cuyo Hijo vino a la historia, animada se basaba en su institución divina. La relación de la Iglesia con Cristo
por el Espíritu que no conoce confines y «sopla donde quiere». es esencialmente una relación con el fundador. Se discutirá ciertamente
sobre el nacimiento de la Iglesia a partir de la cruz o a partir de
Pentecostés. Se emprenderá un estudio sobre el misterio de la Iglesia
2. La hipótesis de una encarnación a-trinitaria como cuerpo místico de Cristo. Pero estos elementos no determinarán
la concepción fundamentalde la Iglesia, entendida como una sociedad
Según E. Peterson, a los ambientes helenistas del cristianismo fundada por Cristo únicamente en virtud de sus poderes divinos. La
primitivo no se les habría escapado ni mucho menos el alcance político fundación divina dará origen a las pretensiones de la Iglesia de ser
de la difusión por el imperio del monoteísmo judío y cristiano. Un aceptada por el mundo como «maestra y guía de todas las demás
testimonio interesante de ello habría sido la polémica del Celso, que sociedades existentes»14. Nos encontramos en presencia de una especie
leía el monoteísmo político en un sentido exactamente contrario a de positivismo sobrenatural, en el que el acto divino hace nacer en la
como lo entendería más tarde Eusebio. Los cristianos, según el po- historia una institución que deberá ser acogida por todos como una
lemista pagano, al negarse a reconocer y adorar a los dioses, hacen institución divina. En este cuadro, el hecho de que Cristo haya muerto
de su Dios el enemigo de los demás dioses y de esta manera introducen en obediencia al Padre, el que haya resucitado y el que haya sido
en Dios el espíritu faccioso y la división, se aislan de la gran oikoumene enviado el Espíritu no tiene prácticamente ninguna importancia para
en donde cohabitan en paz todos los dioses y dan vida a una religión la autoconciencia y la estructura de la Iglesia. Cristo es su divino
revolucionaria y creadora de ghettos12. En cierto sentido Celso tenía fundador y más allá de Cristo parece como si no existiera el Padre,
razón: una fe encarnacionista que no hubiera tenido a sus espaldas la la persona de Dios más allá de Cristo, a la que puede hacer alguna
fe trinitaria habría podido muy bien conducir a este resultado. Efec- referencia y en cuyo horizonte plantear sus propias relaciones con el
tivamente, es muy distinto hablar de la encarnación de Dios que hablar mundo15. Prevalece la figura de una Iglesia delegada plenipotenciaria
de la encarnación del Hijo. La encarnación de Dios absolutiza un de la divinidad, que está entre el cielo y la tierra, y a la que el mundo
fragmento de la historia sin que Dios conserve ya ninguna alteridad debe el mismo obsequio y obediencia que se le deben a Dios. Pues
respecto al mismo. Habría un lugar, una cosa o un hombre divino, bien, el aspecto anómalo de esta eclesiología no consiste en la ape-
del cual partiría un proceso histórico de carácter divino y entre esa
realidad y todas las demás se crearía la misma tensión radical que 13. Citado por H. de Lubac, // volto delta chiesa, Edizioni Paoline, Roma 1955,
existe entre Dios y el mundo, entre lo infinito y lo finito, entre lo 221, nota 108. Sobre el espíritu ultramontano y'sus consecuencias en la concepción de
absoluto y lo relativo. El proceso histórico que brotase del Dios en- las relaciones entre el papa y la Iglesia, la Iglesia y el mundo, cf. J.M.R. Tillard, L'évéque
de Rome, Cerf, París 1982, 15-87.
carnado atribuiría carácter divino a personas, lugares e instituciones 14. Pío XI, Ubi arcano Dei, 19, en Colección de encíclicas y cartas pontificias,
que serían sus protagonistas, introduciendo en la historia no tanto un Madrid 1948, 999 s.
15. Véase, por ejemplo, T. Zapelena, De ecclesia. Christi. Pars apologética. Gre-
goriana, Roma 1950.
12. E. Peterson, o. c, 52-54.
214 Interpretación teológica La misión de Trinitate 215

lación a la fundación divina de la Iglesia, sino en el hecho de que la viene de Jesucristo, y continuamente se pregunta sobre los tiempos y
fundación divina no se coloca en el interior de la riqueza, de la com- sobre la extensión de su obra ¿Por qué Cristo vino entonces y no antes?
plejidad y del dinamismo de la misión trinitaria. ¿por qué vivió en Israel y no en otro rincón del mundo? ¿por qué
Precisamente aquí las relaciones del mundo con la Iglesia encuen- estuvieron sin evangelizar continentes y pueblos enteros? Incluso aun-
tran una de sus encrucijadas más peligrosas. En efecto, cuando se que un día el mundo entero recibiese el anuncio evangélico, seguiría
habla de autonomía de las realidades terrenas, el verdadero problema acuciando a la Iglesia el angustioso interrogante sobre las generaciones
que se plantea no tiene relación con el problema de Dios. Frente a y las gentes que en el pasado no pudieron nunca recibir la «buena
Dios no se plantea ninguna hipótesis plausible de autonomía de ningún noticia». Para santo Tomás, en una visión muy estrecha de la unidad
género. Esto es obvio para el creyente, que considera todo lo real del mundo y de la historia, el Verbo se habría encarnado entonces y
como absolutamente dependiente y relativo a lo absoluto. Pero esto no antes, entre otras razones, ne fervor fidei temporis prolixitate te-
mismo vale también para el no creyente que, si no excluye como pesceret, teniendo en cuenta que el Hijo del hombre duda incluso de
privada de sentido la hipótesis de Dios, no puede menos de relacionar si encontrará todavía fe en la tierra el día de su retorno16. Y Charles
con ella la idea de la dependencia del mundo. Por consiguiente, el de Foucauld sentía en su piel el ardor por los límites de la Iglesia,
único verdadero problema es el de la autonomía de la realidad mundana declarándose «dispuesto a llegar al fin del mundo y a vivir hasta el
respecto a los sistemas de mediación que es posible concebir entre juicio final» por la extensión del santo evangelio'7. Pero la economía
Dios y el mundo. El único verdadero problema, un problema realmente de la encarnación no tiene alternativa: carga con su valor salvífico a
crucial, es si la dependencia del mundo respecto a Dios se trasfiere a un determinado proceso histórico que se desarrolla hoy y no ayer, aquí
las relaciones entre el mundo y cualquier realidad que en cierto modo y no allá. Una concepción, a-trinitaria de la encarnación caería por
sea considerada que encarna a lo divino en la historia, con los pro- consiguiente en antinomias absolutamente insuperables. La misión
blemas consiguientes de cómo, en qué sentido y en qué condiciones eclesial que se derivaría de ella albergaría la presunción de ser el lugar
se lleva a cabo esta trasferencia. Creo que la solución de este problema absolutamente exclusivo de todo posible encuentro del hombre con
tendrá que referirse siempre a dos polos esenciales: por un lado, la Dios, degradando a todo lo demás de la naturaleza y de la historia a
libertad del acto de fe, sin la cual, en la perspectiva cristiana, el sistema ser un lugar de pecado y de condenación.
de mediación no sería verdaderamente tal; por otro lado, la relación
del sistema de mediación con Dios, que encontrará sus criterios fun-
damentales en el cuadro de una encarnación del Hijo, que deja siempre
más allá de la propia historia al Padre que lo ha enviado y al Espíritu 3. Encarnación del Hijo
que sostiene y extiende su misión. De no ser así, la encarnación de
Dios se convierte en un principio de intolerancia: Dios está aquí y no La encarnación de Dios propia de la fe cristiana es, en realidad,
allí; su lugar es éste y no aquel; aquí está su poder, al que tiene que la encarnación del Hijo que «estaba junto a Dios» y que «era Dios»
someterse todo lo que está allí. mismo, pero que fue enviado por el Padre y se hizo hombre en el
La dimensión trinitaria de la encarnación es también la condición seno de la Virgen por obra del Espíritu santo. De vez en cuando
fundamental que permite a la encarnación misma de Dios superar los interviene en la conciencia cristiana una censura más o menos cons-
condicionamientos espacio-temporales en los que, al encarnarse, Dios ciente de la alteridad de Cristo respecto al Padre, sugerida por el temor
mismo parece hacerse prisionero. Desde el momento en que la pre- de ver disminuida su divinidad y, desde el punto de vista eclesiológico,
sencia de Dios en el mundo es «en la carne», tiene un espacio propio de ver descalificada la misión de la Iglesia. También en este caso sería
y un tiempo propio finitos, en los que se desarrolla y actúa. Dios, al interesante repasar los manuales de la neoescolástica para ver cómo
convertirse en sujeto histórico, es principio de un nuevo proceso his- afrontaban en cristología los textos bíblicos sobre la «inferioridad» de
tórico que, a su vez, no puede menos de desarrollarse dentro de ciertas Cristo respecto al Padre. Dicen que esbs textos tienen que entenderse
coordenadas espacio-temporales concretas. La acción de salvación del como referidos a su humanidad. Las dos naturalezas de Cristo le
Dios único que se encarna parece entonces como metida en un corsé
que la oprime, la restringe y la impide un cumplimiento universal. La 16. Santo Tomás, STIII, 1, 5 c.
17. Ch. de Foucauld, Lettera a mons. Guérin (febrero 1903), en Opere spirituali.
Iglesia tiene una misión de salvación para todos los hombres, que le Antología, Edizioni Paoline, Milano 1960, 691.
216 Interpretación teológica La misión de Trinitate 217

permitirían, a pesar de ser una única persona, atribuirse por un lado Reino y su justicia (Mt 6, 33), soportar las persecuciones (Mt 5, 10;
la igualdad con el Padre y por otro la subordinación al Padre. Es la Hech 14, 22; 2 Tes 1, 5), renunciar a lo que se posee (Mt 13, 44 ss),
solución que se prefiere en la neoescolástica más bien que la de los reconocer a Cristo en el pobre y socorrerlo (Mt 25, 34 ss). Todas estas
antiguos, que por el contrario consideraban al Padre como el único cosas componen el acontecimiento de la salvación, que por el contrario
principio y al Hijo, respecto al Padre, en esta perspectiva, como con- no queda ni mucho menos garantizado por la mera pertenencia al
substancial y no inferior, pero principiado y engendrado por él18. pueblo de la ley (Mt 8, 11 ss). Así pues, hay en todo esto una indicación
En realidad toda la misión del Verbo encarnado y, por consiguiente, fundamental de estilo que, a partir del Hijo que cumple la voluntad
la misión de la Iglesia se apoyan, como en una clave de bóveda, en del Padre y escoge para ello la humildad de la carne humana, afecta
la alteridad del Hijo y del Padre. Esta alteridad se presenta, más que a toda la línea de vida del cristianismo y a la misión de la Iglesia. Y
en un cuadro metafísico en el que se dibuje la dualidad personal del no se trata simplemente de una buena filosofía del comportamiento,
Padre y del Hijo en la unidad substancial de Dios, en el dinamismo de la indicación de un camino normal; en efecto, al principio de todo
de la voluntad y de la libertad, de donde surge la acción salvífica de esto está la unidad del Dios que obedece con el Dios que manda, está
Dios respecto al mundo. El Hijo viene al mundo para la salvación del la permanencia del amor en Dios mismo, en virtud de unas observan-
mundo y la carta a los Hebreos atribuye a su venida el dicho progra- cias y de unos mandamientos en Dios mismo. El hombre está llamado
mático del salmo 40: «He aquí que vengo -según está escrito de mí a participar de esta comunión, participando de la lógica interna; re-
en el rollo del libro- para hacer, oh Dios, tu voluntad» (Heb 10, 7). cordemos el texto ya citado: «Si observáis mis mandamientos per-
Entonces, la encarnación no es solamente la condición que hace posible maneceréis en mi amor, como ya he observado los mandamientos del
al Hijo, gracias a la carne asumida, situarse dialécticamente en cuanto Padre y permanezco en su amor». Una encarnación de Dios que no
hombre respecto al Padre, sino que la encarnación es ya el fruto de procediese de la obediencia de Dios no nos habría salvado de la de-
una dialéctica entre el Padre y el Hijo; efectivamente, el Hijo, para sobediencia y no nos habría llevado a la comunión.
hacer la voluntad del Padre, se hace hombre y viene en medio de los El punto culminante de esta continua confrontación obediencial y
hombres. Dios que obedece y Dios que manda se presentan como el comunional de Cristo con el Padre tiene lugar en la cruz. El que no
principio dinámico divino que hace posible la encarnación del Hijo. entienda que es éste el auténtico camino mesiánico, aunque pretenda
Por consiguiente, toda la vida de Jesús de Nazaret es una amplia confesar que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios vivo, es como Satanás
demostración, en el entramado de las cosas de cada día en las que él (Mt 16, 13-23) que desde el principio intentó disuadir a Jesús de la
es realmente «semejante en todo a los hombres» (Flp 2, 7; Heb 2, consumación de su obediencia, invitándole a recorrer el camino del
17), de aquel cumplimiento constante del programa inicial: «Mi comida poder y de la gloria (Mt 4, 1-11). La divina y sublime confrontación
es hacer la voluntad del que me. ha enviado» (Jn 4, 34). Esto se siente entre el Hijo y el Padre se hace dramática en la carne que asumió el
hasta el punto de que constituye un ejemplo para el comportamiento Hijo, hasta el punto de que la carta a los Hebreos no tiene reparos en
moral de los discípulos: «Si observáis mis mandamientos, permane- expresarse en términos bastante desconcertantes: «A pesar de ser Hijo,
ceréis en mi amor, como yo observo los mandamientos del Padre y aprendió sin embargo la obediencia por las cosas que padeció» (Heb
permanezco en su amor» (Jn 15, 8-10). Por otra parte, la observancia 5, 8). Lucas dice lo mismo plásticamente al final de su descripción
de los mandamientos en Cristo no se configura como observancia de del diálogo de Getsemaní: «Presa de la angustia rezaba con mayor
la ley, sino como elemento de comunión y exigencia de amor. Entonces intensidad y su sudor se hizo como gotas de sangre que caían en tierra»
todo se relaciona con el anuncio del Reino que viene: entrar en el (Le 22, 44). En el Hijo hecho hombre la comunión del Padre se
Reino exige que se haga la voluntad del Padre (Mt 7, 21). Por eso se transforma en el cansancio y en la angustia de una obediencia contra
nos ha enseñado a rezar así: «Venga a nosotros tu Reino, hágase tu la que se rebela con todas sus fuerzas la naturaleza humana: «¡Aparta
voluntad» (Mt 6, 10). En esta línea de la acogida del Reino que se de mí este cáliz!». De esta forma el Dios encarnado se encuentra del
lleva a cabo en el cumplimiento de la voluntad del Padre reside todo lado de los hombres frente a Dios y así la encarnación se revela como
el empeño de la conversión: hacerse pobres (Mt 5,3), hacerse como misericordia y gracia más que como juicio, poder y condena. Si el
niños (Mt 18, 1-4; 19, 14), poner en primer lugar la búsqueda del Hijo suda sangre para demostrar su obediencia, el Padre no puede
menos de acoger con misericordia la apertura hacia él de todo corazón
18. Cf. P. Galtier, De incarnatione et redemptione, Beauchesne, Paris 1947, 53. humano, por muy lejano y pecador que sea. Esta colocación del Hijo
218 Interpretación teológica La misión de Trinitate 219

al lado del hombre pecador tiene su final más misterioso y profundo Este caminar de Cristo hacia la muerte y la resurrección no puede
en el grito de Cristo en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me quedar olvidado en el anuncio de que él es el Señor, ya que el Señor
has abandonado?» (Mt 27, 46). La tradición exegética católica ha es y seguirá siendo siempre el Hijo encarnado y crucificado. Sus
subrayado que se trata de la cita del salmo 22 que, en todo su contexto, señales de reconocimiento son y seguirán siendo siempre sus llagas,
expresa la confianza del que sufre en Dios. Pero Moltmann ha ob- que mostró a Tomás (Jn 20, 24-29). Pues bien, la Iglesia que narra
servado atinadamente: «No es acertado por ello interpretar el grito de su fe en un Señor semejante no puede colocar su experiencia en ca-
Jesús en el sentido del salmo 22, sino que mejor sería proceder a la minos distintos y vivir sus relaciones con el mundo en una actitud
inversa e interpretar las palabras del salmo en el sentido de la situación opuesta. De las relaciones de Cristo con el Padre, sobre todo tal como
culminaron en la cruz, se deriva una cualificación fundamental de la
de Jesús»19. Realmente Lucas, a diferencia de los demás sinópticos,
misión. El episodio de las pretensiones de la madre de los hijos de
pone en labios de Jesús expresiones de confianza más que de deso- Zebedeo de ver colocados en posición de poder sus dos hijos en el
lación: «Padre, en tus manos entrego mi espíritu» (Le 23, 46). Pero Reino parecen dar una confirmación explícita a nuestra observación.
la actitud de sereno abandono de Cristo en las manos del Padre, a En lugar de los asientos a su derecha y a su izquierda Jesús propone
quien entrega toda su vida, pone más de relieve todavía lo que nos su cáliz. El puede dar el cáliz del sufrimiento y se lo dará a sus
atestiguan Mateo y Marcos y que tendrá que yuxtaponerse, sin poder discípulos; pero lo de dar un puesto glorioso en el Reino, eso es algo
reducirse ni mucho menos a él, al testimonio de Lucas. «En el texto que corresponde al Padre y no a él (Mt 20, 20-23). Esto significa que
de Marcos y de Mateo el Crucificado se dirige a Dios con el apelativo forma parte de la misión de la Iglesia el compartir los sufrimientos de
de Eli; no es la invocación cálida y afectuosa que se expresaría por Cristo que es, a su vez, compartir el sufrimiento de los pobres y el
el término Abbá, sino el nombre divino, pronunciado con temor y sufrimiento padecido por su redención por parte de los poderes del
temblor. A ese Dios soberano el moribundo le pregunta: ¿por qué? mundo21. Pero además de esta cualificación bastante obvia y que en-
(éis ti? ¿con qué fin?); la pregunta va cargada con todo el tormento cuentra su fundamento en innumerables textos y sugerencias de los
que atraviesa el sufrimiento, con todo el esfuerzo por comprender su evangelios, de la experiencia de la cruz se deriva igualmente cuál ha
sentido. En el interrogante del Hijo resuena la angustia de todos los de ser la colocación correcta de la misión de la Iglesia entre Dios y
que sufren en la historia; ¡también para el Crucificado el sufrimiento el mundo, entre el omnipotente y los pecadores. La cruz, obediencia
es un misterio! El interrogante nace de la experiencia de un abandono de Cristo, el sudor de sangre en Getsemaní, el sentido del abandono
real, de la ausencia y del silencio de aquel de quien el Nazareno habría por parte del Padre, le prohibe a la Iglesia del Crucificado situarse
deseado y esperado más la presencia en la hora de la cruz, como ante el hombre tan sólo como la delegada plenipotenciaria del Padre.
garantía de su testimonio mesiánico»20. Ciertamente no hay ninguna Paradójicamente habría que decir que la Iglesia no puede ni debe
expresión evangélica más fuerte de la alteridad entre el Hijo y el Padre sentirse más divina que el Hijo encarnado, obediente y crucificado.
que este grito de Cristo en la cruz, ni se puede prescindir de relacionar Por eso su puesto está ya señalado: al lado del hombre frente a Dios,
más bien que al lado de Dios frente al hombre. A Cristo se le había
el valor redentor de la cruz con esta experiencia de la separación no
dado todo poder y, en virtud de este poder que había recibido del
sólo del alma y del cuerpo, sino del Hijo y del Padre, que Jesús siente Padre, él daba comienzo al caminar del evangelio en el mundo (Mt
en el momento de morir; no hay nada tan distante de Dios como la 28, 18-20), pero el poder de Cristo fue esencialmente un poder
muerte. Por eso la ley que exigía la obediencia y que presumía de liberador22. Efectivamente, se trata de aquel poder de Dios por el que
poder realizarla y que por ello se había convertido en documento de Dios se acercó al hombre con su misericordia, más bien que con la
nuestra condenación, ha sido quitada de en medio, ha quedado clavada fuerza de la justicia que juzga, rompiendo a través de la solidaridad
en al cruz (Col 2, 14); la esperanza en la observancia de la ley se ve del Hijo con los hombres la capa del miedo que convierte al hombre
sustituida por la esperanza en la resurrección de Cristo, por la cual el en un esclavo delante de Dios. La verdad es que la misión ha de ir
crucificado se convierte en Señor victorioso.

19. J. Moltmann, El Dios crucificado, o. c, 213. 21. GS 38: «El nos enseña con su ejemplo que es necesario también llevar la cruz,
20. B. Forte, Gesú di Nazaret, storia di Dio, Dio della storia, Edizioni Paoline, la que la carne y el mundo carga sobre las espaldas de cuantos buscan la paz y la justicia».
Roma 1981, 28 (ed. cast.: Ediciones Paulinas, Madrid). Véase también la bibliografía 22. Cf. G. Hasenhüttl, Carisma. Principio fundaméntale per l'ordinamento della
correspondiente en la nota 25. chiesa, Dehoniane, Bologna 1973, 9-29.
220 Interpretación teológica
La misión de Trinitate 221

acompañada de signos de la liberación de las enfermedades y de los todo proceso histórico. Pero la historia de la Iglesia y la historia de
demonios. El hombre no estará ya delante de Dios teniendo a Satanás Jesús no son el punto de referencia último del que atiende a las posibles
a su lado, sino que estará delante de Dios con Dios a su lado, parti- perspectivas de salvación del mundo. El punto de referencia último
cipando de sus tentaciones y de sus angustias. La misión de la Iglesia es y sigue siendo siempre el Padre. La historia de la salvación, con
tiene que reproducir la obediencia de Cristo, viviéndola al lado de sus contornos precisos y con sus límites se mueve dentro de un designio
cada hombre como partícipe de la historia de los hombres, al modo mayor: el designio salvífico del Padre. Este designio está inscrito en
de Cristo. La categoría de la «compañía» que ha propuesto G. Ruggieri el mismo acto creador y tiene las dimensiones de la creación entera,
como instrumento hermenéutico capaz de hacer salir al tema de la dentro de la cual se mueven los diversos procesos históricos que la
presencia de la Iglesia en el mundo del dilema propio de la conciencia animan, en el centro de los cuales se encuentra el de la historia de
burguesa, que bifurca la posibilidad del mundo de relacionarse con lo Cristo y de su Iglesia.
divino por el camino de la inmanencia (Rahner) o por el camino de La relación entre el designio salvífico de la creación y el proceso
la dialéctica (Barth), puede ser un buen comienzo para el desarrollo histórico salvífico determinado a partir de unos sujetos históricos de-
del tema. La Iglesia, con su experiencia de la reconciliación recibida terminados, como Jesús de Nazaret y su Iglesia, resulta especialmente
como don de Dios en la muerte de Cristo, se pone al lado del mundo complejo y problemático. Un camino de comprensión dibujado ya por
tanto en sus anhelos de reconciliación (teología de la inmanencia) la tradición y utilizado también por el concilio Vaticano II24 es el que
como en el carácter inesperado de la misma (teología dialéctica). Este involucra a toda la historia de alguna manera en la historia salvífica
ponerse al lado del mundo es el primer paso y presupone la demolición de Cristo y de la Iglesia. Para la carta a los Colosenses existe una
de toda aspiración hegemónica en la Iglesia. Luego, para que la com- relación de Cristo con la historia entera, más aún con la creación
pañía no se limite a ser una forma vacía, el discurso tendrá que hacerse entera, «ya que por medio de él han sido creadas todas las cosas» y
más valiente y decidido, intentando los caminos de la comunión23. él es «el primogénito de los que resucitan de entre los muertos». Por
eso aquel que es «la cabeza del cuerpo, osea, de la Iglesia», aparece
en aquella dimensión mayor que su dimensión de sujeto histórico de
4. En el horizonte del Padre un proceso histórico determinado, que le viene del hecho de ser el
Hijo eterno, «imagen del Dios invisible, engendrado antes de toda
Dios encarnado al lado y frente al Dios no encarnado: la mani- criatura» (Col 1, 15-20). De esta manera adquiere su fundamento la
festación de la posibilidad de una alteridad en Dios, como hemos visión teológica de un Cristo que, aun sin quedar gnósticamente di-
visto, desconcierta todas las formas precedentes de concebir la relación suelto y liberado de sus determinaciones históricas concretas, se mues-
entre Dios y el mundo. El seguimiento de Cristo, el vivir místico en tra no sólo como el contenido principal del cauce en que se desarrolla
él, la identificación de la Iglesia como cuerpo suyo con él no cierran
la historia, sino también como el contenedor inmenso dentro del cual
absolutamente el tema, desde el momento en que siempre hay allí un
se mueven todas las cosas: «Yo soy el primero y el último y el que
Dios al que es posible referirse.
vive» (Ap 1, 17). El misterio revelado y contemplado por la fe no
El Cristo enviado solamente a las ovejas perdidas de Israel no sólo tiene sin embargo una verificabilidad histórica. A nivel de la historia
expresa el punto de llegada de una historia de elección que tiene su actualmente se registra una sola presencia, la de su cuerpo que es la
cumplimiento en él para abrirse luego con él a todo el mundo, sino
Iglesia (Col 1, 18), destinado a caminar hacia «el estado de hombre
que señala además los límites que la economía de la encarnación
perfecto, en la medida que conviene a la plena madurez de Cristo»
encuentra en sí misma. Una vez hecho ya verdaderamente hombre, el
Hijo no podía vivir siempre ni vivir en todas partes; tampoco la Iglesia, (Ef 4, 13). Pero si esta presencia es parte del designio del Padre y
a pesar de toda la fuerza expansiva que le viene del Espíritu, puede tiene la dimensión de la creación entera, no puede concebirse más que
superar los límites espacio-temporales dentro de los cuales se mueve como dotada de raíces profundas que germinan de diversas maneras,
pero por todas partes y en todas las épocas. Por eso el Vaticano II
despliega a la Iglesia a lo largo de la historia, más allá de sus dimen-
23. Además de la obra ya citada La compagnia dellafede, Marietti, Torino 1980,
109-165, véase también las Tesi per una teología del fatto cristiano en A. Colombo (ed.), siones documentales, a través de la idea de su «prefiguración» en la
Religione, Istituzione, Liberazione, Borla, Roma 1983, 269-285. Y en las p. 288 s. mis
observaciones a las tesis de G. Ruggieri.
24. Cf. el cap. III de la II parte de GS 33-39.
222 Interpretación teológica La misión de Trinitate 223

historia primordial, de su «preparación» en la historia de Israel y de tienen un único término: ese reino de Dios que constituye el corazón
su «glorioso cumplimiento» al final de los siglos (LG 55). Con esta del anuncio evangélico (LG 13-16).
idea de fondo puede decir santo Tomás: «Corpus ecclesiae constituitur En el horizonte del Padre la misión de la Iglesia encuentra su
ex hominibus qui fuerunt a principio mundi usque ad finem ipsius»25. auténtica dimensión ecuménica y se hace capaz de vivir su fraternidad,
Ciertamente en estos términos no se puede hablar de la Iglesia como la de aquellos que confiesan que Jesús es el Señor, dentro de la otra
de un sujeto histórico verificable y situable en unas determinadas fraternidad más amplia, la de aquellos que por el mero hecho de ser
coordenadas espacio-temporales. Pero la sugerencia de santo Tomás hombres son y se revelan como hijos del Padre. Solamente si el cris-
a propósito de las relaciones de Israel con la Iglesia podrían extenderse tocentrismo, que ha invadido beneficiosamente al pensamiento teo-
al problema en sus dimensiones generales de conjunto. El se refiere lógico, no se reduce al cristomonismo, la Iglesia podrá superar aquel
a los sacramenta legalia como a imágenes o sombras, para decir que eclesiocentrismo que reduce la misión de la Iglesia tan sólo a la ins-
la referencia a una imagen contiene dentro de sí el mismo movimiento tancia de su propia autorreproducción. Pero la apelación al Padre,
que conduce hacia la cosa figurada, por lo que «antiqui patres, ser- además de abrir las miradas de la Iglesia hacia el hombre y hacia la
vando legalia sacramenta, ferebantur in Christum... Et ita patres anti- historia entera, las abre también hacia el cosmos y hacia la naturaleza.
qui pertinebant ad idem corpus ecclesiae ad quod nos pertinemus»26. Se ha escrito felizmente que es preciso volver al primer artículo del
Se puede decir entonces que en cualquier lugar en donde haya una credo sin inclinarse demasiado hacia el antropocentrismo y devol-
imagen de Cristo (y esa imagen se da realmente en cualquier pobre viéndole al hombre su sentido cósmico27. En efecto, no ha faltado
de la tierra), si existe un movimiento hacia la imagen, éste comprende sobre todo durante los años 60 una difusa atribución de responsabilidad
un movimiento hacia Cristo. La Iglesia sujeto histórico vive en una a la tradición judeo-cristiana por la desdivinización de la creación, que
historia que construye muchos iconos de Iglesia, realidades que no ha conducido a la humanidad de hoy, sobre todo en los lugares en
llevan quizás el nombre de Cristo pero que contienen en imagen todo donde impera el secularismo, al desprecio por la naturaleza y al con-
su dinamismo. Por eso mismo el designio de Dios se lleva a cabo en siguiente sentido insensato de posesión del mundo, que está encami-
su universalidad y no se queda encerrado dentro de la «pequeña» nando a nuestro planeta hacia la catástrofe ecológica28. Pues bien,
historia de Jesús de Nazaret y de la comunidad que le debe su origen. dejando de lado el problema de un juicio histórico de estas dimensiones
Otro camino subraya más aún la singularidad del papel histórico que no nos interesa en este lugar, es preciso destacar que efectivamente
de la Iglesia por medio del concepto de «predestinación». Nos dice la la perspectiva cristiana se ha mostrado más interesada por la historia
carta a los Efesios: «Nos ha elegido en él antes de la creación del que por la naturaleza. La encarnación del Hijo ha llevado naturalmente
mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia en la caridad, a dejar en el fondo la gran idea bíblica de la creación, para concentrar
predestinándonos a ser hijos suyos adoptivos». La predestinación de la atención de la fe en los dicta et jacta Jesu. Como hemos visto, no
los creyentes en Jesucristo consiste en el hecho de que el Padre «nos faltan en el nuevo testamento algunos grandes pasajes, como los de
ha dado a conocer el misterio de su voluntad», es decir «el designio Efesios y Colosenses, que abren la vida de Jesús hacia el escenario
de recapitular todas las cosas en Cristo» (Ef 1, 9 s). Por consiguiente, del cosmos. Y podríamos citar también a Máximo el Confesor29, al
la predestinación de los elegidos guarda una relación esencial entre el propio Tomás de Aquino y finalmente a Teilhard de Chardin con su
conocimiento histórico de Cristo y de su economía de salvación his- intento de mostrar a Cristo como el término de toda la evolución
tóricamente verificable y el misterio del Padre que conduce de forma cósmica, su punto omega"'. Pero la verdad es que el cristocentrismo
escondida a la unidad de todas las cosas. Así pues, el designio del y el antropocentrismo pueden verse reducidos a ser un centro sin
Padre tiene dos perspectivas, ambas esenciales: la de un camino his- periferia, mientras que la apelación continua de Cristo al Padre obliga
tórico bien definido, que el concilio Vaticano II ve concretado en la
llamada de todos los creyentes a constituir un solo pueblo, unido en
27. H. Bürkle, Missionsthcotogie, Kohlhanímer, Stuttgart 1979, 153-155.
la fe y operante en la historia, y la de un designio escondido que afecta 28. S. Spinsanti, Ecología II, en Nuevo diccionario de espiritualidad, Ediciones
a todas las realidades y a todos los hombres. Estas dos perspectivas Paulinas, Madrid 1983, 382-389
29. Cf. H.U. von Balthasur, Liturgia cósmica. L'immagine delVuniverso in Massimo
il Confessore, AVE, Roma 1976.
25. Santo Tomás, ST III, 8,3 c. 30. P. Theilhard de Chardin, U- milieu divin, Seuil, Paris 1957 (trad. cast.: El
26. lbid., ad 3. medio divino, Taurus, Madrid 1967).
224 Interpretación teológica La misión de Trinitate 225

a la Iglesia a mirar a su alrededor y no solamente al corazón de su fe. trabajan por la paz... serán llamados hijos de Dios» (Mt 5, 9). La
La «nueva y eterna alianza» del hombre con Dios se ha llevado a cabo Iglesia es un signo del Reino. De esta forma el proceso histórico de
en Jesucristo. Pero esa alianza tiene como fondo la vieja alianza de la misión se entremezcla con los demás procesos de la historia, quizás
la ley (Moisés), la cual a su vez tiene dentro de sí la alianza de la de la forma más dialéctica que se pretenda, pero siempre como energía
promesa (Abrahán), que finalmente encuentra a sus espaldas la alianza reconciliadora y pacificadora. Por esto el tema bíblico del shalom ha
de la naturaleza (Noé). «De esta alianza la imaginación destaca su podido ser asumido por algún autor como la quintaesencia del con-
signo simbólico, el arco iris. Pero, como todas las alianzas bíblicas, tenido de la misión; ésta debería consistir en una Shalomatisierung
también ella contiene la promesa de otros signos reales. Son las «ben- des ganzen Lebens (una «shalomización de la vida entera»)33.
diciones». Estas presentan un carácter concreto y un alcance cósmico; Hay un detalle en la Lumen gentium que vale la pena subrayar al
consisten en seguridad, felicidad, salud, fertilidad del suelo, armonía final de las reflexiones de este párrafo. Cuando el concilio Vaticano II
con el mundo animal. A la humanidad entera la alianza le promete pone el fundamento de la Iglesia en la Trinidad y expone los motivos
que vivir en la tierra en el orden universal constituirá la bendición del de su apelación al Padre para la debida comprensión de la Iglesia, se
Señor. En el anuncio de esta alianza encuentra el cristianismo la base ve llevado casi espontáneamente a concluir su discurso con la famosa
para proponer una nueva relación con la naturaleza...»31. También en cita patrística de la ecclesia ab Abel (LG 2). El inocente y el justo de
las primeras páginas bíblicas, que más que narrar una historia describen
este camino tropezó el cristianismo con la gnosis: nada de encarnación,
el cuadro de la humanidad de todos los tiempos, es el hombre típico
ya que la carne forma parte de la naturaleza y la naturaleza no puede
de una Iglesia que no cuenta sus estaciones con el calendario de la
tener por principio el único Padre, que es por el contrario principio historia ni mide sus espacios en el mapa geográfico. Es ese corpus
del Espíritu. Todo se mantiene; por el contrario, la encarnación del eclesiae que «constituitur ex hominibus qui fuerunt a principio mundi
Hijo es posible porque el Padre es único y porque el cosmos, la materia, usque ad finem ipsius» del que hablaba santo Tomás. Pues bien, la
la naturaleza y las almas, todas las cosas derivan de él32. Dentro del Iglesia de Cristo, con su historia narrable y sus confines visibles, se
horizonte del Padre cabe perfectamente la posibilidad de pensar en la tiene que colocar en el mundo como parte de una Iglesia del Padre,
reconciliación universal y cósmica de las cosas. la Iglesia de Abel, que es más grande y que está por debajo de ella
Como conclusión habrá que afirmar que el anuncio de Jesús Señor, en las profundidades de las relaciones humanas. La Iglesia de Jesucristo
a pesar de su carga desconcertante, de sus exigencias de radicalismo, le debe a la Iglesia de Abel el empeño de construcción de la paz y de
de sus consecuencias discriminatorias y de su llamada incluso al mar- la fraternidad universal.
tirio, es un anuncio de paz universal. Ese anuncio llama a una decisión
y sirve de fundamento a la creación y a la delimitación de la agregación
humana de la Iglesia. Pero este efecto suyo no puede sentirse más que 5. La misión del Espíritu
como una parte, provocativa y dinámica, de un designio de reconci-
liación universal que, antes de ser de Cristo, es del Padre de todos los La amplitud inmensa de los horizontes que sirven de fondo al
hombres. De ese anuncio nace una Iglesia, pero no nace en nombre anuncio del evangelio, gracias a la apertura de Cristo al Padre, recibe
de Cristo una nueva ley que se contraponga a la ley de Moisés o a una seria confirmación ulterior gracias a la fe en el Espíritu, que «es
otras leyes. Cristo muere por causa de la ley, «anulando por medio Señor y da la vida».
de su carne la ley hecha de prescripciones y de decretos..., para
reconciliar a los dos con Dios en un solo cuerpo». Por eso su anuncio
es anuncio de paz, en virtud del cual todos podemos presentarnos a) «Jesús Señor», gracia del Espíritu
como reconciliados al Padre (cf. Ef 2, 11-18). Vivir dentro del ho-
rizonte del Padre significa para la Iglesia sentir como parte de su propia El texto de la primera carta a los Corintios al que nos hemos referido
continuamente para captar el corazón de la misión de la Iglesia, declara
vocación y de su propia misión la promoción de la paz: «...los que
que es imposible proclamar a «Jesús Señor» sin la fuerza del Espíritu

31. S. Spinsanti, o. c, 386. 33. J. Ch. Hoekendijk. Ktrche muí Volk in der deutschen Missionswissenschaft,
32. F.D'Agostino, Ecología I, en Nuevo diccionario de espiritualidad, o. c, 377- Kaiser, München 1967, 346-349. Sohre el lema de shalom, ef. G. Pattaro, Paz, en Nuevo
382. diccionario de teología II, Cristiandad, Madrid 1308-1315.
226 Interpretación teológica La misión de Trinitate 227

santo (1 Cor 12, 3). Por consiguiente, si uno no puede llegar a la desarrollando el camino de la kénosis del Hijo, se realiza también su
confesión de la fe mientras no haya sido alcanzado por la traditio superación en cuanto que la relación diádica del Hijo con el Espíritu
cristiana, es decir, por la cadena de testigos que ha traído la noticia cambia de carácter, hasta que el Verbo vuelve a estar unido al Espíritu
de Jesús desde los apóstoles hasta él (Rom 10, 14 s), tampoco puede de la misma manera como están eternamente unidos en el seno de la
llegar a la fe más que en la medida en que haya sido alcanzado por Trinidad. Pero cuando esto acontece, ya el Logos se ha unido al mundo
el Espíritu. Más aún, por la confrontación con el anti-kerigma del y en adelante al Hijo enviará, a partir de sí mismo, pero no sobre sí,
anatema pronunciado en contra de Jesús, la profesión Kyrios Iesous sino sobre el mundo, al mismo Espíritu. «En una palabra, si ante-
es precisamente el signo del hombre que habla «en el Espíritu santo». riormente el Espíritu santo había sido enviado al mundo por el Padre
La conclusión, sencilla, pero importante de esta afirmación es que la sobre el Hijo para que tuviera lugar la encarnación, ahora el Espíritu
traditio por sí sola no da la fe. Por tanto, la traditio por sí sola no es enviado al mundo por el Hijo, en virtud de la encarnación realizada.
realiza la misión de la Iglesia; requiere un presupuesto, exige su propio Enviado por el Hijo, el Espíritu santo está ya como tal vuelto hacia
humus, es decir, que la palabra caiga en un terreno removido por el el mundo, por su propia hipóstasis; desciende al mundo él mismo y
Espíritu. La otra consecuencia es que el Espíritu no anima la misión no es enviado a él solamente por causa o con ocasión de la misión
solamente en cuanto que acompaña al anunciante y constituye su in- del Hijo o en virtud de ella35».
vestidura de gracia a la misión, sino también en cuanto que está en El gran teólogo ruso nos abre de este modo un camino para superar
el que acoge la Palabra, hasta el punto de que sin el Espíritu el tanto la peligrosa dialéctica que contrapone la misión del Espíritu santo
destinatario de la Palabra no sería nunca uno que acoge la Palabra. a la del Hijo, como si la novedad del Espíritu pudiera renegar del
Esto significa que la misión en todos sus actos se presenta con un
patrimonio de la encarnación, como aquella prevención tan difusa,
carácter de novedad, ya que el único Señor es anunciado y es creído
pero mortificante, contra el peligro de negar -en un exasperado filio-
en virtud del único Espíritu, el cual adopta, sin embargo, una nueva
quismo- la novedad de la misión del Espíritu. La misión del Espíritu
personalidad en cada ocasión. Así pues, el Espíritu no sólo garantiza
la autenticidad del anuncio, sino también la novedad de su acogida. transforma realmente el sentido de la historia de Jesús: «Si hemos
Si el que acoge el anuncio cree libremente y en fuerza del Espíritu, conocido a Cristo según la carne, ahora no lo conocemos ya así»
su fe no puede ser jamás pura receptividad de un mensaje que viene (2 Cor 5, 6). La misteriosa expresión de Jesús: «Os conviene a vosotros
de fuera, sino que es siempre fruto de un acto creador del Espíritu que yo me vaya» (Jn 16, 7) parece querer señalar la necesidad de
que mueve desde dentro al nuevo creyente para la realización de una quitar la pantalla de la carne, de forma que la carne de Cristo no tenga
nueva experiencia de fe. Efectivamente, crece entonces la perceptio que correr el riesgo de verse transformada en un fetiche, en un mero
tanto «de las palabras como de las cosas transmitidas», sostiene la Dei sustituto de la ley antigua36. El Espíritu que vendrá, dice Jesús, «tomará
verbum (DV 8).
35. lbid.,381.
S. Bulgakov habla del acontecimiento de pentecostés como de un 36. H. Mottu observa que Joaquín de Fiore ignora por completo el concepto de lex
giro entre dos épocas. La misión divina es diádica: el Hijo y el Espíritu nova y no utiliza el término lex más que para la ley mosaica (La manifestazione dello
son enviados por el Padre y la correlación entre ellos determina las Spirito secondo Gioacchimo da Fiore, Marietti, Torino 1983, 279 s.) y cita a H. Grund-
dos épocas, la de la Iglesia del antiguo testamento y la de la Iglesia mann, el cual, a pesar de que no se atreve a afirmar que el concepto de lex gratiae o de
nova lex no tiene sobre sus espaldas una antigua tradición, se pregunta si el mismo no
del nuevo testamento. En la encarnación el Hijo es enviado por el representará quizás un elemento importante en el giro de los siglos XII-XIII hacía una
Padre a través del Espíritu santo, así como hay también una misión concepción jurídica y legalista de la Iglesia (Lex und Sacramentum bei Joachim von Fiore,
del Espíritu, anterior a la encarnación, en el antiguo testamento. El en P. Wilpert, Lex et Sacramentum in Miltelalter, Berlín 1969, 41). Creo que esto cier-
Espíritu conduce al Hijo encarnado a lo largo de toda su misión hasta tamente no puede decirse de Tomás de Aquino, el cual sostiene que «quod est potissimum
in lege novi testamenti, et in quo tota ejus virtus consistit, est gratia Spiritus Sancti, quae
la resurrección y la ascensión al cielo, que son su consagración de- datur per fidem Christi. Et ideo principaliter lex nova est ipsa gratia Spiritus Sancti, quae
finitiva en el Espíritu34. Hasta este punto la manifestación del Espíritu datur Christi fidelibus». Los elementos que provienen de fuera en su determinación material
se funde con la del Logos y casi puede decirse que la encarnación se consideran «sícut dispositiva ad gratiam Spiritus Sancti, et ad usum hujus gratiae
sirve de pantalla a la misión del Espíritu. Pero a medida que se va pertinentia, quae sunt quasi secundaria in lege nova, de quibus oportuit instruí fideles
Christi et verbis et scriptis, tan circa credenda quam circa agenda». Y concluye afirmando
que «principaliter lex nova est lex indita, secundario autem est lex scripta». (/-//, 106,
34. S. Bulgakov, // Paráclito, Dehoniane, Bologna 1971, 368-408. 1). Aquí se niega radicalmente todo intento de reducir a Cristo, el testimonio sobre él y
228 Interpretación teológica La misión de Trinitate 229

de lo mío y os lo anunciará»; y dice al mismo tiempo: «Os guiará a interioridad de la misión del Espíritu corresponde también la ausencia
la verdad entera» (Jn 16, 13 s). La acción del Espíritu quita de en de límites en su acción. «Gracias a esta ausencia de forma concreta,
medio la pantalla de la ley y, con la resurrección y la ascensión, se aunque descienda sobre el mundo y cubra con su sombra a la huma-
deberá decir de la misma carne de Cristo que «el Señor es el Espíritu nidad reunida en Iglesia, el Espíritu santo no conoce ningún límite en
y donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad» (2 Cor 3, 17). su acción. Una vez más se confirma lo que se ha dicho del Espíritu:
Después de la encarnación, dirá también Bulgakov, el Hijo es el único "Sopla donde quiere". No tiene forma concreta, ni humana ni siquiera
camino hacia el mundo y no puede haber ninguna misión del Espíritu natural; por consiguiente, no está condicionado ni por el lugar ni por
independiente de la encarnación del Hijo37. Pero, gracias al Espíritu, el tiempo39». Así pues, la misión de la Iglesia tiene un centro especial
no puede decirse que la ley antigua haya sido sustituida simplemente en la historia en donde en el corazón del mundo (el seno de la Virgen),
por la historia de Cristo, encerrada dentro de sí misma y como fosi- por obra del Espíritu, el Verbo se hizo carne; es lo que dice la Iglesia
lizada, imponiéndose por sí misma a toda la historia del mundo, pre- cuando proclama con las palabras y con los hechos que «Jesús es el
tendiendo también de ella imitaciones repetitivas. Por el contrario, la Señor». Viene luego una periferia absolutamente indeterminada, con
ley ha quedado sustituida por un Señor elevado sobre la historia e una circunferencia completamente recortada. Se trata de una especie
identificado ya con el Espíritu: «El Señor es el Espíritu», a quien de esfera de fuego cuyas llamas movedizas se alargan de la manera
manda a «renovar la faz de la tierra», como se canta en la liturgia. más imprevisible, penetrando en donde nadie se lo espera. El Espíritu
Sigue siendo de importancia fundamental el hecho de que el Hijo se arrastra consigo a la Iglesia en donde él está actuando y se sabe que
ha encarnado, mientras que el Espíritu no se ha encarnado, de manera él es como el viento que sopla donde quiere (Jn 3, 8). Por eso la
que la misión del Hijo compromete a la Iglesia a la memoria histórica, misión de la Iglesia echa el ancla en sus acontecimientos fundadores,
le sirve de punto de referencia en un cuadro espacio-temporal concreto. pero se ve sometida a continuas emigraciones y llamadas a compro-
El Hijo «venido en la carne» es buscado y alcanzado como un hecho misos siempre nuevos. Por eso es imposible definir una vez para
acontecido fuera de mí, al que puedo llegar a través de unos testigos, siempre que la misión de la Iglesia consiste en esto y no en aquello,
caminando hacia atrás en la historia y volviendo a los lugares en donde o bien afirmar que la Iglesia tiene que hacer ciertas cosas en virtud
él vivió y murió. La peregrinación a Tierra santa es el emblema de de su misma naturaleza y otras tan sólo para suplir los vacíos de la
una actitud fundamental de la Iglesia. Pero la misión es diádica: el historia. En realidad, la misión de la Iglesia se sitúa en el lugar a
Hijo se encarnó en el seno de la Virgen, en el cuerpo de la humanidad, donde el Espíritu la llama. El Vaticano II quiso hacer conscientes a
por obra del Espíritu y, una vez realizada su misión, envió al Espíritu los cristianos de que «es un deber permanente de la Iglesia escudriñar
que no tenía necesidad de ninguna encarnación. «Su presencia es los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del evangelio, de
imperceptible y misteriosa, semejante al soplo del viento que viene
manera que en una forma adaptada a cada generación pueda responder
sin que sepamos de dónde para desaparecer a continuación. No es
a los perennes interrogantes de los hombres sobre el sentido de la vida
posible retenerlo ni atraerlo, aunque queramos. Es y no es; presencia
íntima, tierna, personal, auténtica en sumo grado. Se diría que unos presente y futura y sobre sus mutuas relaciones» (GS 4 y 11).
dedos trasparentes y acariciantes rozan a un corazón endurecido...38».
La misión del Espíritu parece más interior al corazón del hombre que
la del Hijo. Pero se dirá mejor afirmando que el Espíritu interioriza, b) El Espíritu y el sujeto de la misión
espiritualizándola, a la misma carne del Hijo que «habita por la fe en
los corazones» (Ef 3, 17). Y la fe es precisamente un don suyo. A la Son muchas las señales de la acción de Espíritu entre todos los
hombres, en todos los continentes y en todas las generaciones. En
cualquier parte en que se busca y se promueve aquella gloria Dei que
la ley que se basa en la palabra, a realidades que se impongan desde fuera sin una total
interiorización de las mismas por obra del Espíritu. Por tanto, para poner un ejemplo
es el vivens homo, allí está ciertamente en acción el Espíritu de Dios.
importante, la lex nova no tiene sentido más que a través de la mediación de la libertad Pero cuando se intenta definir la misión de la Iglesia como un proceso
del acto de la fe. Cf. A. Valsecchi, Lettera e spirito nella lege nuova: linee di teología histórico determinado y se desea ponerlo en comparación con otros
patrística: La Scuola Cattolica 92 (1964) 483-516; Id. Ley nueva, en Diccionario enci- procesos, se siente la necesidad de salir de la indefinibilidad de la
clopédico de teología moral, Ediciones Paulinas, Madrid 3 1978, 576-576.
37. S. Bulgakov, o. c, 381.
38. Ibid., 399. 39. Ibid., 398.
230 Interpretación teológica La misión de Trinitate 231

ecclesia ab Abel, de aferrar unos acontecimientos históricamente va- distribuye de forma diversa a los individuos. Señala Bouyer que ya
lorables y de señalar unos sujetos históricos determinados a los que en el antiguo testamento, en el capítulo 11 del libro de los Números,
haya que atribuir esos acontecimientos. Podemos también partir de la se dice que el Espíritu que llenaba a Moisés se dividió y fue compartido
acción del Espíritu, pero tenemos que captarla en unos signos que por los setenta ancianos. De esta manera el relato de pentecostés que
desde el punto de vista de la verificabilidad histórica estén privados encontramos en los Hechos muestra también el fuego sobrenatural
de ambigüedad. Ahora estamos acostumbrados a considerar los es- dividiéndose y distribuyéndose sobre cada uno de los presentes en el
pacios de la verificabilidad histórica de la Iglesia y de su misión como cenáculo41. San Pablo se verá obligado a enfrentarse expresamente
espacios reductivos respecto a la amplitud de los espacios de Dios, con este problema debido a las divisiones existentes en su comunidad
del Padre del universo, del Verbo de la creación, del Espíritu que de Corinto: su fuerte llamada al único Señor y al único Espíritu no lo
sopla donde quiere. Pero este proceso reductivo está imperado por la llevará nunca a poner en la sombra la multiplicidad y la distinción de
misma kénosis del Verbo, que no está ni en el principio ni en el término los dones diversos que el Espíritu le da a cada uno, para formar
del plan de salvación, pero que tuvo realmente lugar en nuestra historia armoniosamente el cuerpo en la múltiple diversidad de sus funciones
y representa en ella un giro fundamental. Desde la encarnación en (1 Cor 12). Por tanto, no existe ningún fundamento para esa defor-
adelante, en la grande y misteriosa historia del mundo, la historia de mación jerarcológica de la eclesiología, por la cual se tiende a con-
Jesús de Nazaret y de la confesión del mismo como Señor es un signo siderar que el Espíritu se les da solamente a los pastores de la Iglesia
absolutamente no ambiguo del Espíritu que actúa en el mundo. y que la verdad desciende desde ellos sobre cada uno de los fieles.
Pues bien, a nivel de los signos históricamente verificables es De esto se deduciría que el único verdadero sujeto eclesial es el je-
preciso decir que estamos en presencia de la misión del Espíritu en rárquico, o bien el fiel individual por expreso mandato o delegación
donde hay alguien que proclame que «Jesús es el Señor». Sin el Espíritu de la jerarquía. Esta manera de pensar ha quedado definitivamente
no puede pronunciarse esta palabra como palabra de fe por parte de superada por el concilio Vaticano II, sobre todo en el número 12 de
nadie. Por consiguiente, en donde se pronuncia estamos en presencia la Lumen gentium, en donde incluso la característica de la infalibilidad
de un acontecimiento que marca la encrucijada decisiva entre la me- se le atribuye a la universitas fidelium, es decir, a la totalidad de los
moria histórica de la traditio y la acción interior del Espíritu: es un fieles que unctionem habent a Sancto; lo cierto es que sin el Espíritu
acto misionero de la Iglesia. No creemos que haya que postular nada no habría fieles.
más para poder decir que hay un acto eclesial y un sujeto eclesial, Ciertamente, cada uno de los creyentes no coinciden sin más ni
desde el momento en que del pasado de los hechos de Jesús surge el más con el sujeto eclesial colectivo, pero es sujeto eclesial y representa
recuerdo para la proclamación de su señorío y desde lo más profundo a la colectividad, en cuanto que es movido por el Espíritu de Dios en
de la historia no legible surge, de manera legible, la inspiración so- su expresión de la verdad sobre Jesús, que es la proclamación fun-
berana del Espíritu. Si el acontecimiento es lo propio de la misión damental en torno a la cual se constituye la Iglesia. Para hacerlo no
eclesial, el sujeto protagonista del acontecimiento no puede ser más tiene ninguna necesidad de delegaciones, sino tan sólo de conocer
que un sujeto eclesial. Si omne verum a quocumque dicatur a Spiritu quién es Jesús y creer que es Señor en virtud del Espíritu. En efecto,
sancto esf°, tanto más la verdad sobre el señorío de Jesús tendrá que «hay en la Iglesia diversidad de ministerio, pero unidad de misión»
venir del Espíritu. Más tarde nacerán preguntas y se buscarán res- (AA 2). Esta expresión del Vaticano II es muy importante, porque
puestas en una determinación más específica y más sutil de las acciones evita poner la misión en manos de un único ministerio, que sería el
y de los sujetos que se pretendan eclesiales, pero las determinaciones de los pastores ordenados de la Iglesia, y la ve existiendo en su unidad
sucesivas no podrán negar el dato fundamenta] en virtud del cual existe dentro de la acción de los diversos ministerios. Cada uno de los cris-
una misión eclesial en donde se proclama al Señor y hay un sujeto tianos tiene su carisma específico; cada uno tiene su don, por lo que
eclesial en la persona de quien lo proclama. el acto misionero es puesto cada vez de una manera distinta; pues
La complicación de la cuestión tiene lugar por una razón evidente: bien, en esta diversidad de ministerios consiste la unitas missionis.
la Iglesia es sujeto colectivo. Pero hay que tener presente que el don Esto significa que cada individuo, con su don específico, es un portador
del Espíritu, de donde nace el sujeto colectivo, es un don que se adecuado de la missio. La misión es de la Iglesia y esto ha de quedar

40. Es una expresión de san Ambrosio citada por santo Tomás en Dever, q. 1, a.8, se. 41. L. Bouyer, // Consolatore, Edizioni Paoline, Roma 1983, 67.
232 Interpretación teológica La misión de Trinitate 233

bien sentado; pero él la lleva y la actúa cuando se encuentra en él, en corazones por medio del Espíritu santo que se nos ha dado» (Rom
su palabra dicha o en sus palabras vividas, la transmisión del evangelio 5,5)42. Y el Espíritu no es solamente un vehículo del amor de Dios
y la inspiración del Espíritu santo. que viene sobre nosotros, sino el mismo amor con que el Padre ama
En conclusión, en donde un creyente confiesa la fe pronunciándola al Hijo y con el que la Trinidad encuentra su cumplimiento en la
en palabras o viviéndola en los hechos, no hay necesidad de pregun- unidad. La oración sacerdotal de Jesús concluía con la invocación:
tarse si esto viene del Espíritu y si pertenece a la Iglesia. Es lógico «Para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos»
que ha de ser así, ya que no hay fe sin el Espíritu ni hay testimonio (Jn 17, 26): alusión al don del Espíritu que Jesús implora para
de fe que no venga de la Iglesia. Todo lo más, sería preciso demostrar nosotros43. El Espíritu es liberador precisamente por esto: es el Espíritu
lo contrario. O sea, si el gesto del cristiano, por cualquier razón, del Hijo que nos permite gritar hacia Dios, llamándole con el nombre
pareciese ambiguo y no auténtico, entonces habría que demostrar que que sólo pueden darle los hijos: «Abbá». Nuestro rescate de la escla-
el sujeto se arroga una eclesialidad que no tiene. Esta será la tarea del vitud de la ley que nos conducía inexorablemente a la condenación se
discernimiento de espíritus, que es propia del ministerio jerárquico realiza precisamente en el momento en que el Hijo nace y muere bajo
(LG 12). La ortodoxia y el derecho del creyente a actuar en nombre la ley. Entonces el amor del Padre al Hijo hundido en el sufrimiento
de la Iglesia no tienen ninguna necesidad de ser demostrados. Es la se derrama sobre nosotros y nosotros nos convertimos de esclavos en
herejía y la falta de legitimación de un sujeto eclesial lo que habría hijos (Gal 4, 4-7).
que demostrar.
Si el corazón de la misión de la Iglesia es la proclamación de que
Jesús es el Señor, la Iglesia no puede olvidar que ella nace solamente
como obra del Espíritu del amor. El amor de Dios se ha derramado
c) El Espíritu del amor
en los corazones por medio del Espíritu, a partir de la cruz de Jesu-
El punto de inversión y de conjunción de las dos líneas de la misión cristo. El acto misionero funda la Iglesia al compartir la fe en el
del Espíritu en relación con el Hijo, es decir, del Espíritu que conduce anuncio, pero el fenómeno de las nuevas relaciones interpersonales
al Hijo y del Espíritu que es enviado por el Hijo, coincide con el punto que se crea entre unos cuantos es la manifestación en la historia de la
más profundo de la kénosis del Verbo encarnado. Cuando el vacia- comunión trinitaria. Pues bien, en la comunión trinitaria el Espíritu
miento de la divinidad del Hijo en su identificación con el mundo del es el amor que liga al Hijo con el Padre en la entrega total de sí mismo.
pecado y de la muerte alcanza en la cruz su punto más profundo, allí El propio Espíritu se abre al mundo, lo arrastra al drama de la cruz y
comienza también su glorificación y el retorno a la unidad tributaria lo inserta en el don que el Hijo hace de sí mismo al Padre. Por esto,
con el Espíritu. Desde ese momento el Espíritu pasa a ser el anunciante, al enfrentarse con las persecuciones los discípulos de Jesús no tendrán
el maestro que introduce al creyente en el misterio y le revela la que preocuparse de su defensa; simplemente, ni siquiera tendrán ne-
verdadera relación que tiene el Hijo con el Padre (Jn 16, 12-15). La cesidad de defenderse, ya que el Espíritu hablará en su martirio (Mt
Iglesia está llamada a predicar exclusivamente a Cristo crucificado 10, 16-20). Lo mismo que para Cristo, también para la Iglesia el don
(véase el comienzo de la primera carta a los Corintios). Se trata del de amor hecho al Padre es ofrecimiento de salvación y gesto de amor
misterio de la misericordia y del amor de Dios, que se lleva a cabo hacia el mundo mismo. El perdón de Cristo en la cruz, implorado
en el don del Hijo que queda metido y consumado en el corazón del para quienes lo crucificaban, sigue siendo el modelo imprescindible
esfuerzo del mundo, en el sitio en donde se rechaza a Dios y se muere. y el fundamento del carácter típico del amor de los discípulos, que no
Se trata de un misterio insospechable e incognoscible, que Dios le consiste en amar a quienes lo aman o en saludar solamente a los
revela al creyente por medio de su Espíritu, que es el único que conoce hermanos, como hacen también los paganos y los publicanos, sino en
los secretos profundos de Dios (1 Cor 2, 11 s). En la cruz el Espíritu el amor a los enemigos y en la oración por los perseguidores, ver-
aferra a Cristo y lo conduce a su glorificación y desde la cruz parte daderos signos de filiación respecto al Padre que envía el sol y la
el Espíritu para introducirnos dentro del misterio del amor de Dios. lluvia sobre los buenos y sobre los malos (Mt 5, 43-48).
No se trata solamente de una función reveladora de algo que no nos
atañe, pero que el Espíritu quiere que conozcamos. Se trata de algo
42. Cf. ibid., 96-101.
más profundo y más empeñativo: «El amor se ha derramado en nuestros 43. S. Bulgakov, o. c, 448.
234 Interpretación teológica La misión de Trinitate 235

d) El sueño del Espíritu vida44». Todo este modo de sentir es propio del clima y del contexto
apocalíptico en que vivía la Iglesia primitiva. El Apocalipsis de Juan
«Toda la verdad entera» está allí delante, como la meta hacia la «intenta mostrarnos un mundo nuevo, lleno de luz y de vida inco-
que aspira la Iglesia guiada por el Espíritu. Cristo es el principio y el rruptible, inundado de gozo en una incesante acción de gracias, que
fin, el primero y el último, el alfa y la omega (Ap 22, 13): la historia de alguna manera está ya presente invisiblemente bajo una pequeña
está movida por él y se mueve hacia él. El Espíritu y la esposa, que corteza a punto de saltar en pedazos, de un mundo condenado pre-
es la Iglesia, gritan hacia él: ¡Ven! (Ap 22, 17). Por consiguiente, el cisamente por la manera con que trata a los santos del Altísimo45».
Espíritu mueve a la Iglesia hacia su punto omega que es el propio El espíritu apocalíptico, a decir verdad, la mayor parte de las veces
Cristo. No se trata de un movimiento hacia algo tan extraño al mundo está simplemente ligado a un pesimismo profundo sobre el mundo
que no pueda darse en la historia ningún paso en dirección a esa meta; presente, al que hay que renunciar in toto, como imperio de Satanás.
en efecto, el Cristo final es el Verbo de la encarnación y el Jesús de No falta en esa visión un fuerte condicionamiento dualista en donde
Nazaret. Tampoco la revelación del Reino en Jesucristo, su autoba- se contrapone el hoy profano al futuro sagrado, el bien al mal, en el
süeia (Orígenes), es algo tan totalmente cumplido que no permita espacio metacósmico de los ángeles y de los demonios y, en esta tierra,
ningún caminar hacia adelante: el Espíritu «tomará de lo mío» y «guiará entre los elegidos y los condenados, entre los justos y los impíos,
hasta la verdad completa». Esto parece obligarnos a pensar que el entre los oprimidos y los opresores46. Pero dentro de este espacio
Reino no es ni una realidad tan distinta que sólo puedan alimentarse apocalíptico nace y vive igualmente la esperanza milenarista que da
de esperanzas «más allá de este mundo», ni una realidad mundana que forma, aunque sea de manera un tanto discutible, a expectativas te-
tenga necesidad de afirmarse en contra de otras realidades, hasta el rrenas con la esperanza de ver aquí y ahora al Espíritu actuando en la
punto de que haya que alimentar esperanzas que afirmar «contra el historia. Por consiguiente, a pesar de las deformaciones de su dualismo
mundo». Tampoco parece necesario que haya que concebir el Reino y de los riesgos que acompañan a la apocalíptica, que no por casualidad
del mismo modo que la utopía, como si el futuro fuese algo que nunca vuelve a tener sus reviváis siempre que la historia atraviesa sus mo-
habrá de realizarse, sino que indica simplemente la dirección de un mentos más oscuros, esa apocalíptica contribuye a mantener despierto
camino. El Espíritu es el Espíritu de Cristo, es aquel que llevó a cabo el sentido del futuro, a tender el alma de la Iglesia a la escucha de
la encarnación en el seno de la Virgen María y que lo condujo a lo todo lo que se está preparando para el mañana, a sentir todo lo que
largo de su vida hasta la cruz y la resurrección. Pero la «utopía» se mueve de vivo y de desconcertante, como decía Bouyer, bajo la
realizada en la historia, la utopía que ha dejado de ser tal porque ha corteza pequeña de este mundo, que está ya a punto de saltar por los
existido en un lugar determinado, tiene su propio futuro, ya que ha aires. En su estudio sobre Joaquín de Fiore afirma Henry Mottu que
vuelto a entrar en la identidad del Espíritu y en la unidad con el Padre abandonar el sentido cristiano del futuro en manos de la escatología
y de este modo sigue «inculcando» al mundo lo mismo que lo hacía pura, intentando mantenerla libre de las contaminaciones apocalípticas,
al principio con el caos del Génesis (Gen 1,2). Entonces es también equivaldría a aumentar cada vez más el foso que se ha ido abriendo
de la historia y en la historia de donde se aguarda la novedad. En una desde el Renacimiento en adelante entre el pensamiento secular con
brillante descripción san Pablo muestra a los hijos de Dios, que se sus esperanzas sobre el mundo y la dogmática cristiana47. Al contrario,
han convertido en tales por el Espíritu que grita en sus corazones al la esperanza cristiana no es solamente un esperar más allá de este
Padre, inmersos en una creación que sufre y que gime, como por los mundo y no puede reducirse a un esperar contra el mundo, sino que
dolores de parto, en la gran esperanza cósmica de la libertad y de la es siempre un esperar con el mundo. El mundo, en la acepción típica
gloria (Rom 8, 14-27). «No se puede decir -escribe L. Bouyer- que de la pareja Iglesia-mundo parece que podría cualificarse por su pecado
en esta situación límite quede cancelado el mundo creado, sino más contra el Hijo del hombre, en el que no cree. ¿Habrá que recordar
bien que ese mundo se hace de alguna manera trasparente y ya dúctil
bajo la presión inminente y bajo el impulso irresistible del tiempo que
44. L. Bouyer, o. c, 123.
viene... En estas encendidas imaginaciones vuelven a aparecer todos 45. lbid.
los enemigos cósmicos y ultracósmicos propios de los mitos antiguos. 46. G. Ravasi, Apocalittica, en Nuovo dizionario di teología. Supplemento, Edizioni
Pero resurgen únicamente para quedar conjurados para siempre por la Paoline, Roma 1982, 1945-1957.
epifanía salvífica del único Dios creador y dispensador de luz y de 47. H. Mottu, La manifestazione dello Spirito secondo Gioacchino da Fiore, Ma-
rietti, Tormo 1983, 286.
236 Interpretación teológica La misión de Trinitate 237

que este pecado puede perdonarse, mientras que sólo el pecado contra de los Estados Unidos de América con su empeño por crear una
el Espíritu es incapaz de ser perdonado jamás? (Mt 12, 30-32). Mien- sociedad radicalmente nueva («A new Jerusalem sent down from hea-
tras el mundo siga estando abierto a un futuro mejor y la utopía se ven, shall grace our happy land»), y luego todos los movimientos de
siga asomando en el horizonte, su pecado contra el Hijo podrá ser liberación de los oprimidos, desde el de los negros de América (Martin
perdonado. Su condenación definitiva consiste en el rechazo del Es- Luther King comienza su discurso más famoso con las palabras: «Hoy
píritu; cuando el mundo se cierra ante el soplo de la novedad y de la he tenido un sueño») hasta el despertar de las iglesias latinoamericanas
esperanza, está irremisiblemente perdido. La Iglesia espera con el y su gran esperanza de poder conducir a la liberación al pueblo cristiano
mundo cuando siente al Espíritu agitarse bajo la corteza de su propia explotado y oprimido51.
dureza. La esperanza del Reino se traduce entonces en la capacidad El formar parte de la misión del Espíritu, de su imprevisible vi-
de soñar, en el ejercicio de la fantasía creadora, en la esperanza activa talidad, de su dinamismo que actúa aquí y ahora, pero siempre tenso
de que ocurra entre los hombres algo nuevo que conduzca a la vida hacia el futuro, le da a la misión de la Iglesia un poco más y un poco
en vez de conducir a la muerte, que lleve a la luz y no a las tinieblas. menos, pero algo que es ciertamente típico respecto a la tensión es-
Este modo de esperar, esta nueva vestidura apocalíptica de la catológica y al impulso de la utopía: eso que yo llamaría «el sueño».
escatología cristiana, se manifiesta también en una forma nueva y No se trata de la utopía pura y simple, más laica y racional, en la que
distinta de sentir el martirio que es, por excelencia, un carisma del se proyecta aquello que no existe «en ningún lugar», pero que puede
Espíritu48; el padre Kolbe y el arzobispo monseñor Romero no mueren y tiene que convertirse -como si se tratara de una idea límite- en
por la pura doxología de la fe, proclamada como fin en sí misma, llamada hacia una meta que, aunque nunca se alcance, determina al
anticipación en la tierra de una liturgia celestial, en la que el mártir camino presente porque indica su dirección. No se trata solamente de
se siente ya sumergido como en un mundo nuevo. Kolbe muere para la esperanza escatológica del Reino, que tiene sus anticipaciones en
permitirle a un padre de familia seguir viviendo y monseñor Romero la historia pero que solamente se legitiman como prolepsis de lo que
espera después de la muerte volver a vivir en su pueblo que lucha por habrá de llegar algún día. La misión de la Iglesia alcanza del Espíritu,
su liberación. Se busca el fruto del martirio no solamente más allá de en virtud del don del amor, la capacidad de soñar el mañana de los
las esperanzas del mundo, sino también dentro de las esperanzas del pobres y de esperar y proyectar junto con el mundo nuevo las formas
mundo. La espiritualidad martirial de la actual Iglesia latinoamericana de vida que hagan al hermano más hermano y al hombre más hombre.
es vivida por la teología de la liberación con el espíritu de un nuevo Lo que el mundo proyecta y lo que sueña sobre la base de sus nece-
apocalipsis, que no está muy lejos de tantos otros movimientos de sidades y de sus instintos, la Iglesia siente que brota dentro de ella
color milenarista que han recorrido y siguen recorriendo la historia de del agapé que le infunde el Espíritu. Entonces el sueño de que el
la Iglesia49. Acude a nuestra mente Joaquín de Fiore, pero también Espíritu pueda vencer las resistencias del mal y de que pueda mani-
los movimientos de renovación de la Iglesia, tanto los de la edad media festarse en una era nueva o, por lo menos, en muchas pequeñas o
grandes novedades, impregna la misión y le da la fantasía creadora y
como los de la gran reforma, un Tomás Müntzer y todo el anabaptismo,
la energía de la spes contra spem. Quizás por esto resulta casi imposible
y al mismo tiempo el sueño de la unidad de todas las religiones en el
hacer una teología de la misión que atienda al problema de los con-
De pace Fidei del cardenal Cusano, la esperanza de la línea más tenidos, al mito de una posible «lista» de los mismos. Dentro de la
cristiana del humanismo del renacimiento, desde la utopía de Tomás esperanza de que el Espíritu se manifieste y en la atenta observación
Campanella a las de Tomás Moro y Pico della Mirándola50, y luego de sus manifestaciones en el mundo es posible soñar demasiadas cosas.
las formas tan variadas de mesianismo que han agitado a los cristianos Para Joaquín de Fiore «el Espíritu está para transformar el mundo; el
modernos como Dostoyevski, Soloviev, Berdjaev, su mezcla con el Espíritu se convierte en el sujeto de toda su apocalíptica y en el
marxismo utópico de un E. Bloch, o también los «padres fundadores» principio de todas sus esperanzas; la libertad espiritual se dirige a la
liberación total de todo cuanto vinculaba a las personas y a las insti-
48. L. Bouyer, o. c, 124. tuciones con el pasado»52. Las tres etapas de la historia de Joaquín de
49. Es significativo, entre otros muchos el artículo de J. Sobrino, El testimonio de
la Iglesia en América latina. Entre la vida y la muerte, en J. Sobrino, Resurrección de
la verdadera Iglesia, Sal Terrae, Santander 1981, 177-209. 51. Véanse varios, 1 Popoli messianici (Ed. L. Sartori, en Dehoniane, Bologna
50. Cf. H. de Lubac, L'alba incompiuta del Rinascimento, Pico della Mirándola, 1986. Cf. también W. Bühlmann, I popoli eletti, Edizioni Paoline, Roma 1982.
Jaka Book, Milano 1977. 52. H. Mottu, o.c, 282.
238 Interpretación teológica

Fiore no son en realidad simples fases que se suceden claramente la


una a la otra, sino más bien como tres círculos que se entrecruzan.
Por eso después de la ley y la gracia, se espera siempre una gracia
más abundante; después de la ciencia y del poder de la sabiduría, se
espera la plenitud de la inteligencia; después de haber probado la
dependencia de los esclavos y la dependencia de los hijos, llega la
libertad; después de la pasión y de la acción, llega la contemplación;
después del temor y de la fe, llega el amor; de la etapa de siervos se
pasa a la de seres libres y luego a la de amigos; tras la edad de los
viejos viene la de los jóvenes y finalmente la de los niños; tras la luz
de las estrellas irrumpe la aurora y finalmente el medio día... «La
primera etapa es del Padre que hizo todas las cosas, la segunda del
Hijo que se dignó asumir el fango de nuestra naturaleza, la tercera del
Espíritu santo de quien dice el apóstol: Donde hay Espíritu del Señor,
allí hay libertad»53.

III
Para una criteriología
53. G. da Fiore, Líber Concordiae Novi et Veteris Testamenti V, 84, ed. Venetiis
1519.
Comprender la misión no es simplemente penetrar con las intui-
ciones y las deducciones de la inteligencia dentro de una realidad
compacta y ya bien definida, sencillamente para entenderla mejor,
relacionándola dentro de una buena investigación de la analogía fidei
con el patrimonio de conjunto de las cosas que se creen. Es que la
realidad que nos ofrece la experiencia histórica dista mucho de ser
compacta y bien definida. Tampoco la investigación teológica puede
alardear con la presunción de poder definir, desde ahora en adelante,
qué es lo que pertenece y qué es lo que no pertenece a la misión de
la Iglesia conectamente entendida. Igualmente, nos ha parecido poco
correcto e improductivo el camino que se hubiera empeñado en definir
primero la esencia de la Iglesia para deducir luego de allí, por necesidad
lógica, la naturaleza y la consistencia de la misión. En efecto, así es
imposible comprender los procesos históricos y ninguna persona sen-
sata pensaría poder preverlos, programarlos o preindicarlos crítica-
mente de esa manera. Por el contrario, me ha parecido útil -eso sí-
señalar diversos modelos presentes en la historia, analizar esquemas
interpretativos que les daban fundamento y se derivaban al mismo
tiempo de ellos y relacionar este conjunto de elementos con las su-
gerencias sobre la misión procedentes de la sagrada Escritura. Enton-
ces, en este gran panorama he intentado definir un punto original que
fuera en sí mismo bastante indiscutible y pudiera servir de clave de
bóveda para la construcción adecuada de una inteligencia de la misión.
Efectivamente, en torno a la idea de la comunicación de la fe y de su
proposición original y básica, «Jesús Señor», hemos visto crecer un
conjunto de elementos que componen la misión y que pueden ser
interpretados a la luz del punto original mencionado. Ahora el discurso
puede llegar a su término, deduciendo de todo lo dicho hasta ahora
una constelación de criterios utilizables en cualquier intento de valo-
ración teológica de los proyectos de misión que se elaboran en la
Iglesia. Se trata de criterios que no dirán lo que hay que hacer, pero
que permitirán una continua revisión crítica de lo que se está haciendo.
Es una necesidad que viene, por un lado, del deseo ineludible en el
242 Para una criteriología

cristiano de la conversión continua, y por otro lado de las exigencias


de la inteligencia: Credo ut intelligam.
De lo que llevamos dicho hemos de esperar que nuestra costelación
de criterios lleve dentro de sí una cierta dialéctica. El principio del 8
que se deriva para la misión su tensión interna es que el acto misionero Criterio de la universalidad
original, el anuncio de Jesús Señor, se presenta como una doxología
que es fin de sí misma y al mismo tiempo como un anuncio que origina
un amplio proceso histórico. Ya de la observación de esta bipolaridad,
que repercute luego sobre todos los pasos del procedimiento, surge la
sospecha de que el camino de la misión tendrá que ser forzosamente
un camino en zig-zag y no una simple línea recta.

Afirmar que mo de los objetivos de la jnjsióft, es Ja plqntatio


eccle§i<ae,e,sjjn dato Fuera de discusión. Está claro que la buena noticia
que los creyentes llevan dentro de sí tiene que ser dicha y que pide,
anhela, verse acogida: «Para que también vosotros estéis en comunión
con nosotros». Cuando la expansión de la comunión se hace historia,
sale de los territorios escondidos en que actúa el Espíritu, se muestra
en el acceso de nuevos creyentes a la comunidad o en la creación de
nuevas comunidades en otras regiones, entre nuevos pueblos o en
nuevos ambientes de una determinada sociedad. Es que este objetivo
de la misión no es ni mucho menos tranquilizante. Al contrario, es
sumamente inquietante, cuando se considera quiénes han entrado y
quiénes no han querido entrar en la comunidad. La intención de la
salvación universal («el campo es el mundo») produce en este punto
un criterio que juega dialécticamente con la intención de la plantado
ecclesiae. El criterio de la universalidad no anula la búsqueda de la
identidad cristiana del individuo, ni cancela la autoconciencia eclesial,
sino que la agita desde dentro y no les permite que se encierren
exhaustivamente dentro del marco de una realidad ya consumada.

1. Universalidad del destinatario

El «evangelio» se presenta en primer lugar bajo la forma de la


esperanza; es la buena noticia. Lo mismo que la caridad, la esperanza
cristiana no tolera limitaciones. Viene del Padre, sale del corazón de
Cristo muriendo en la cruz por la salvación de todos los hombres, es
Para una criteriología Criterio de la universidad 245
244

alimentada por el soplo del Espíritu. No es la expresión de un pacto Este criterio de la universalidad de la misión hace de la comu-
entre yo y Dios, al que sirva de garantía la ley que yo he de observar, nidad cristiana una comunidad abierta, con la conciencia de que
sino que es la hija de la promesa con la que Dios, antes y por encima ella no tiene consistencia en sí misma, sino sólo en relación con un
mundo, sea cual sea y de cualquier forma con que se comporte, de
de cualquier ley, persigue la salvación de todos sus hijos. Por tanto
cuya salvación es sacramento.
la Iglesia no espera solamente «más allá del mundo», no espera
«contra el mundo», sino que espera «con el mundo». Este «esperar
con» mantiene a la Iglesia dentro del movimiento de la historia,
2. Universalidad del sujeto
participando de todas las esperanzas de un futuro mejor para el
hombre.
La Iglesia se sometería a una especie de automutilación siempre
De esta esperanza de conjunto la misión no puede excluir nunca que dejara de sentirse activa en todos sus miembros. Si el corazón de
a nadie. Si esta convicción no hay nadie que la niegue en lo que se* la misión es la comunicación de la fe y donde está la confesión de la
refiere al anuncio de la fe, destinado sin más a todos los hombres, fe allí actúa el Espíritu, en cada uno de los creyentes que manifieste
ha sido sin embargo menos aceptada a través de la historia en lo con sus palabras o con su actitud que para él Jesús es el Señor allí se
que se refiere a la fase sucesiva al anuncio de la fe. Pero la esperanza realiza la misión de la Iglesia. Y esto acontece tanto si la comunidad
de la salvación, si es capacidad de «esperar con», supera en su lo sabe y lo considera, como si no lo sabe ni lo considera. La exigencia
impulso tanto a los confines de la comunidad como a la mera in- de exaltar al sujeto colectivo no puede pagarse borrando del panorama
tención de la comunidad de ampliarse y de reproducirse. No excluir de la misión al sujeto individual; por el contrario, exige integrar en la
a nadie de la propia esperanza significa tener la capacidad de com- autoconciencia de la Iglesia a cada uno de los sujetos de la misión,
partir su esperanza en el momento en que el otro no comparte la con todas sus obras. No raras veces sucede que personas extrañas a
mía. Por esto resulta muy difícil señalar un momento concreto en la comunidad manifiesten un agudo deseo de la comunión eclesial,
que la Iglesia haya estado más frecuentemente en contradicción con cuando instintivamente atribuyen a la Iglesia méritos o deméritos de
su misión que en el que condenó a muerte y quemó a los herejes. este o de aquel cristiano, mientras que en el interior de la comunidad
La sentencia suprema que abandona a la muerte a un hombre, en- se dan sutiles distinciones que tienden a restringir el sujeto eclesial y
tregándolo al brazo secular, es el fin de la esperanza respecto a él. a hacer a la Iglesia lo menos posible responsable de la actuación de
Explotando un oscuro texto de san Pablo («Entregad a ese individuo sus miembros.
a Satanás para la ruina de su carne, para que su espíritu pueda En verdad que la comunión tiene sus aspectos problemáticos y que
obtener la salvación el día del Señor»: 1 Cor 5, 5), se deseaba es lícito, cuando no necesario, preguntarse por la eclesialidad de la
entregar el cuerpo a Satanás para una misteriosa salvación del es- actuación de este o de aquel cristiano como consecuencia del interro-
píritu, que seguiría estando completamente más allá de las tareas y gante sobre su comunión con la Iglesia entera. Pues bien, la comunión
de los poderes de la Iglesia. se manifiesta dentro de un cierto marco estructural complejo y bien
En realidad, los espacios de la misión son tan vastos que la determinado; comunión en la profesión de la misma fe, en la parti-
Iglesia tiene siempre delante de sí, en cualquier situación y frente cipación válida en los mismos sacramentos, en la adhesión a los le-
a cualquier hombre, algún camino que recorrer. Se dan circunstan- gítimos pastores de la Iglesia. I Vio también es verdad que la comunión
cias en las cuales no es posible el anuncio verbal. En ese caso, no se agota dentro de su marco estructural. En este nivel se podrá
hablar de Jesús y proclamar su señorío consistirá sólo en servir al considerar como no portador de la misión de la Iglesia a aquel creyente
hombre, pero también esto es preparar la venida del Reino mediante que ha roto las relaciones con uno de los elementos constitutivos de
la obra de la justicia y de la caridad. La orilla suprema de la misión la comunión eclesial o que pertenece a ciertas comunidades que han
será la doxología pura; aunque la Iglesia no pudiera hacer ya nada roto históricamente esas relaciones. Pero hay una comunión que vive
más por los hombres, su proclamación de Jesús Señor seguiría sien- simplemente en las cosas que se hacen y que, si no asume un carácter
do en medio de ellos aquella oblación pura que el profeta anunciaba estructural, no por eso es menos verdadera. La proclamación de Jesús
que se elevaría en el nombre de Dios desde todos los lugares de la Señor y todo cuanto dentro de la fidelidad al evangelio se hace derivar
tierra (Mal 1, 11). de él en las acciones concretas no puede menos de proceder del mismo
246 Para una criteriología Criterio de la universidad 247

y único Espíritu, aunque el sujeto de la actuación esté fuera de los no tiene el sentido de una experiencia ocasional, sugerida por unas
cuadros de la comunidad católica. Puede haber una comunión en el necesidades momentáneas, sino que asume eí significado de una re-
Espíritu y una asunción común de responsabilidades eclesiales que se velación de aquel designio del Padre que llama a los hombres a formar
realiza en virtud de las cosas que se hacen y que arrastra consigo a en el seguimiento de Cristo la Iglesia confesante, pero da vida al mismo
los sujetos, aun en contra de su voluntad, a formar en la acción aquel tiempo a la «Iglesia de Abel» y prepara la venida del Reino cada vez
único cuerpo eclesial que ellos no saben o no quieren constituir en la que reúne a los hombres desde el primero hasta el último de los justos
reflexión y en la decisión. No se puede olvidar aquella expresión de (LG 2).
Pablo: «con tal que sea anunciado Cristo» (Flp 1, 18), ni las palabras En este conjunto de consideraciones la cuestión de lo que se llama
de Jesús: «El que no está contra nosotros está en favor nuestro» (Me «la especificidad cristiana», que ha apasionado a muchos en estos
9, 40). Más aun, no cabe duda de que la búsqueda de la unidad entre últimos años, parece constituir en gran parte un falso problema. En
los cristianos separados, tanto cuando la separación está formalizada efecto, específicamente cristiana es la confesión de Jesús Señor. Todo
en denominaciones eclesiásticas diversas, como cuando se trata de lo demás, para aquellos que obran inspirándose en su confesión de fe,
separaciones de ciertos cristianos concretos de la comunidad, puede es compromiso cristiano y misión eclesial, no en cuanto necesaria-
verse muy beneficiada si se parte de la consideración de las cosas que mente distinto de lo que hacen otros hombres que no confiesan a Jesús
se hacen más que de la situación de división en que se encuentran los Señor, sino en cuanto que es para los creyentes la consecución de su
sujetos. Una verdadera eclesiología dinámica, que considere al sujeto seguimiento de Jesús. Si esas mismas cosas las hacen otros que no
eclesial a partir de la misión en vez de juzgar a la misión a partir del intentan vivir en el seguimiento de Jesús, esto quiere decir que el
sujeto eclesial, estaría en disposición de arrostrar el problema ecu- mismo Espíritu actúa también en ellos y que el Padre está realizando
ménico con mucho mayor dinamismo. su intención de convocar a todos los justos en el cumplimiento de su
En la misma línea lógica la Iglesia lleva a cabo su misión cola- proyecto universal de salvación. Sobre todo, no se ve por qué lo
borando, al servicio del hombre, con personas pertenecientes a otras específico cristiano que consiste en un gran proyecto de comunión
religiones o que siguen ideologías distintas, que no comparten pre- tandría que afirmarse a través de un proceso de diversificación, más
cisamente su confesión de Jesús Señor, pero que se encuentran con bien que a través de procesos de identificación en los que la esperanza
los cristianos en algunos de sus ideales y en cosas concretas que hacer. y el amor muevan y determinen a los hombres.
Hay que comprender la exhortación del papa Juan XXIII a buscar con Así pues, permaneciendo fieles a la concepción de la Lumen gen-
los hombres lo que une en vez de bloquearse en lo que divide y a tium y de la Ecclesiam suam de Pablo VI (LG 14-16; ES 54-68), si
distinguir, en las agregaciones sociales o políticas, con las que a veces la comunión eclesial tiene que concebirse no de manera unívoca, sino
se ve llamada a colaborar, entre las ideologías y los movimientos distribuida en círculos concéntricos que van de la comunión entre todos
históricos que de ellas se derivan1. Efectivamente, la acción histórica los que comparten la fe cristiana en la ortodoxia católica hasta la
concreta puede encontrar unidos en la prosecución de los mismos comunión con todos los «hombres de buena voluntad», también el
valores a sujetos determinados por opciones teóricas muy distantes. sujeto de la misión eclesial tiene que ser concebido en formas y di-
La Iglesia se descubre entonces a sí misma bajo una nueva forma, mensiones diversas. Hay un sujeto eclesial de la misión que se reconoce
como un sujeto nuevo y más grande de la historia del mundo. Aquella en la Iglesia confesante, como aparición de la ecclesia ab Abel, en
«Iglesia de Abel», en la que la Iglesia que confiesa su fe en Jesús está toda empresa histórica que ve aunados a los creyentes y a los no
convencida de que vive y se mueve, no puede expresarse por sí misma creyentes en el servicio del hombre. Hay además un sujeto ecclesial
como un sujeto histórico determinado. Pero en la Iglesia confesante de la misión que todavía no está de acuerdo a la hora de compartir la
ella adquiere conciencia de sí misma como «Iglesia de », en el mo- confesión de Jesús Señor, pero que es capaz de entremezclar la praxis
mento en que la comunidad de los creyentes forma un único sujeto histórica y la doxología en la adoración común a Dios reconocido
operante junto con los que revelan por lo que hacen su presencia a la como Padre universal. Hay también un sujeto de la misión eclesial
gran familia de Dios, aun cuando no profesen vivir en el seguimiento que está de acuerdo en torno a la confesión de Jesús Señor, aunque
de Cristo. La cooperación de la Iglesia con otras agregaciones humanas no consiga tener una estructura unitaria,en todas las palabras de la fe,
en todos los gestos sacramentales, en toda la organización del cuerpo
1. Juan XXIII, Pacem in terris, 82-85: DS 3996 s. eclesial. Y hay finalmente un sujeto eclesjal de la misión que se expresa»
248 Para una criteriología

como comunidad unitaria que comparte plenamente la experiencia de


la fe en la Iglesia católica. Este terciarse del sujeto en niveles tan
diversos va estrechamente unido al hecho de que la misión eclesial es 9
ante todo aquella missio Dei que se deriva del Padre y se cumple en
la misión del Hijo encarnado y en la misión del Espíritu. El recorrido Criterio de la laicidad
histórico de la misión puede seguirse con instrumentos historiográfi-
cos, como un recorrido bien determinado, tan sólo en relación con el
sujeto en su última y penúltima acepción. Pero teológicamente no es
lícito limitar así su significado. Hacerlo así no equivaldría, como
pudiera parecer, a salvar la identidad específica de la Iglesia, sino por
el contrario reducirla de manera secularizante tan sólo a sus dimen-
siones históricamente verificables, en las que la misión dejaría de
respirar en el gran espacio de la missio Dei. De manera análoga, dentro
del cuerpo eclesial hay aspectos de la misión que han de reservarse a
algunos ministerios particulares, pero la misión entera no puede verse
reservada a ningún sujeto particular, so pena de perder el sentido del
Espíritu que anima todo acto de fe y toda acción del creyente inspirada
por la fe. Por eso la Iglesia no po^rá ser sujeto de la acción litúrgica Ya se ha dicho que el problema de la misión tiene como trasfondo
más que con la presidencia del sacerdote o del obispo, no podrá ser un problema de relaciones: Iglesia y Dios, Iglesia e Israel, Iglesia y
sujeto de magisterio autoritario o de definición dogmática más que en pueblos, Iglesia y cosas, Iglesia y mundo. Elemento determinante del
el ministerio ordenado. Pero si la misión entera tuviera sólo como carácter original de la misión de la Iglesia es que su mediación no
sujeto a la jerarquía, esto significaría que el cuerpo de los creyentes coincide ni con la mediación de la ley ni con la mediación de la
se consideraría como privado de los dones del Espíritu. ritualidad; la mediación de la ley encierra de hecho a la misión dentro
de la historia de un único pueblo; pero la Iglesia se basa, más allá de
la ley, en la alianza más antigua, la de Abrahán, manifestada en la
promesa de Dios, y más allá todavía en la paz universal prometida a
través de Noé a la humanidad entera en el arco iris y en el arca. Ya
no hay cosas puras y cosas impuras, ni casas en la aldea del mundo
en las que no sea lícito entrar. La superación de la economía de la ley
en virtud de la promesa de salvación por medio de la fe en Jesucristo
pone a la Iglesia fuera del recinto de Israel y la abre al mundo, así
como la superación de la mediación del rito, a través de la pura
mediación de la persona de Jesús, la pone fuera de los confínes de lo
sagrado y la sumerje en las cosas. Pues bien, la ley y el rito postulan
una sumisión del hombre al sistema de mediación. Por el contrario,
la promesa y la mediación de Cristo exigen la comunicación y crean
diálogo.
La doxología, de suyo, no es un momento de comunicación y es
verdad que «Jesús Señor» es una proclamación doxológica. Pero tam-
bién es verdad que de Jesús se narran dichos y hechos y no sólo se
proclama su señorío. Cuando digo: «Jesús Señor», enuncio un mys-
terium fidei que, esencialmente, exige la adoración. En este sentido
el dato se impone al que cree y permanece extraño al que no cree.
250 Para una criteriología Criterio de la laicidad 251

Pero en la proposición «Jesús es Señor», si el predicado no significa «su cuerpo», es decir, toda su historia humana, toda su experiencia
unas cosas que narrar, el sujeto sí, y también en cierto modo la cópula, terrena (Jn 2, 13-22). El lugar del encuentro del hombre con Dios es
ya que el señorío que hay que adorar se afirma a propósito de un sujeto entonces simplemente la vida diaria de Jesús de Nazaret. Y esa vida
histórico y, por tanto, lleva consigo consecuencias históricas perfec- diaria en la tierra de Jesús de Nazaret vuelve a vivirse en la vida
tamente narrables. Por eso la doxología cristiana no se realiza nunca cotidiana de la comunidad cristiana, a la que Pablo llama en repetidas
por el estilo de un mantra incomprensible y el rito cristiano es siempre ocasiones «templo del Espíritu» (1 Cor 3, 16 s.; 6, 19; 2 Cor 6, 16;
conmemorativo en virtud de su contenido. De aquí se sigue que la Ef 2, 21). Lo cierto es que, gracias al Espíritu, se forma el cuerpo
palabra cristiana, incluso en su momento de mayor incomunicabilidad, eclesial; es -dirá san Pedro- como un edificio levantado sobre el
que es el doxológico, contiene elementos que pueden también co- fundamento de Jesús y compuesto de las piedras vivas que son los
municarse a quien no cree, y tiene una capacidad significativa incluso cristianos. En este edificio, llamado «espiritual», se ofrecen víctimas
fuera del vocabulario de la fe. Cuando se aclama: «¡Misterio de la llamadas «espirituales»; se trata de la vida de la comunidad cristiana
fe!» después de las palabras «Esto es mi cuerpo...», se expresa una animada por el Espíritu, que es oblación agradable a Dios por medio
llamada a la pura adoración. Pero también el que no adora capta algo de Jesucristo (1 Pe 2, 1-10)1. Por consiguiente, sacerdocio es la exis^
en ello, el relato de uno que murió en la cruz sacrificándose con una tencia cristiana, basada en Jesús y vivificada por el Espíritu. Volvemos
actitud de amor para con todos los hombres. Pues bien, si la liturgia a encontrarnos con lo que ya hemos dicho: la proclamación de Jesús
no solamente adora, sino que cuenta, tanto más el resto de la vida y Señor comprende la narración de la historia de Jesús y de la historia
de la actividad de la Iglesia se negará a levantar a su alrededor confines de la experiencia cristiana. La Iglesia ejerce su función sacerdotal
sagrados, sino que se abrirá a la comunicación con todos los hombres. cuando anuncia el evangelio y propone la vida de Jesús como una
En esto consiste el principio de laicidad de la Iglesia y de su misión. vida que hay que revivir continuamente para la salvación del mundo.
El problema del sacerdocio en la Iglesia no afecta únicamente a La exposición de la comunidad cristiana ante los hombres, con su
la estructuración interna del cuerpo eclesial, sino que compromete a existencia y su historia, así como el entramado de sus peripecias
las relaciones de la Iglesia con el mundo y al sentido de la misión. Si históricas con las peripecias de los hombres, equivale a hacer de la
el sacerdocio en la Iglesia fuera un carácter exclusivo del ministerio historia humana la oblación que hay que ofrecer al Padre.
ordenado y todo el pueblo de Dios pudiera llamarse pueblo sacerdotal, La extensión del carácter sacerdotal a todos los creyentes y del
la mediación se colocaría no en ese nivel en que se relaciona la Iglesia sentido sacerdotal a toda la existencia cristiana equivale a una supe-
con el mundo, sino en el que une al pueblo creyente con el ministerio ración definitiva de los antiguos límites entre las personas sagradas y.
sagrado. La misión no tendría ella misma un valor salvífico, sino que las personas profanas, entre las cosas sagradas y las cosas profanas.
consistiría exclusivamente en el esfuerzo por conducir a los hombres Este hecho lleva consigo la asunción de toda laicidad dentro de la
dentro del espacio eclesial, en donde el creyente encontraría a su vez, sacralidad de la misión o, lo que es lo mismo, la dispersión de la
a través de la mediación de los sacerdotes, la posibilidad de entrar en sacralidad por todos los espacios de la laicidad. De aquí se sigue que
comunión con Dios. La misión tendría entonces simplemente el sig- la misión de la Iglesia no camina en el mundo por una pista sagrada,
nificado de una introducción a la obra de salvación que se celebraría exclusiva y pura, aislada del camino profaijo del mundo. Tampoco
dentro del recinto de la Iglesia, a través de la mediación sacerdotal. sirve ya de ninguna ayuda, para definir la misión de la Iglesia, pensar
Pero la carta a los Hebreos se esfuerza en decirnos que Jesús, por que ésta tenga que ocuparse de cosas sagradas, mientras que el mundo
pertenecer a la tribu de Judá, no era de casta sacerdotal (Heb 7, 14) se ocupa de las profanas. El lugar de la llamada profanidad es el lugar
y que su mediación sacerdotal no consiste en ningún rito de ninguna de existencia de la Iglesia y, por tanto, el lugar de su sacerdocio y de
especie, sino en aquella obediencia que lo llevó a hacer de su vida su misión. Por consiguiente, los caracteres propios de la laicidad, que
entera, con gran sufrimiento, una oblación al Padre. Podría decirse son la historicidad y la contingencia, determinan de suyo a la misión
que se trata de un sacerdocio laico, en el que los hechos de la vida de la Iglesia. Para cumplir con su misión la Iglesia no tiene ni mucho
constituyen el rito, con su poder de poner en comunicación con Dios,
(Heb 10, 1-14). Efectivamente, el evangelio de Juan abre la narración
1. Sobre el tema del sacerdocio en el nuevo testamento cf. el estudio decisivo de
de la misión de Jesús con la polémica sobre el templo, en donde él A. Vanhoye, Sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo según el nuevo testamento, Sigúeme,
propone la sustitución del antiguo templo por el templo nuevo que es Salamanca 1984.
252 Para una criteriología Criterio de la laicidad 253

menos necesidad de liberarse de ellos. La verdadera profanidad es dentro de las vicisitudes políticas con la intención de servir al hombre,
ahora el pecado, la opresión del hombre y la cancelación de Dios, en nonbre del único Señor Jesús. Además, la misma vocación de los
mientras que cualquier actividad humana puede ser materia de oblación religiosos, herederos de la antigua tradición de la fuga mundi, los
sacerdotal. Incluso aquella famosa distinción entre las obras propias compromete a «atestiguar de modo espléndido y singular que el mundo
de la misión de la Iglesia y las llamadas obras supletorias parece estar no puede ser transfigurado ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las
teológicamente privada de significado. La respuesta a las necesidades bienaventuranzas» (LG 31) y, por tanto, los conduce a practicar con
del hombre no es una especie de operación impropia de la misión, espíritu nuevo y como testimonio singular del Reino (LG 44) los
cuya responsabilidad asumiría la Iglesia sólo en virtud de una situación servicios más variados que hay que rendir a los hermanos en el ámbito
de palpable necesidad, ya que en realidad cualquier servicio hecho a mismo de la vida mundana. Los monjes, los hermanos, los miembros
los hermanos es una acción sacerdotal. Puede hablarse de suplencia de las congregaciones religiosas, aun conservando su típica tensión
solamente en el sentido de que, en virtud del propio espíritu de servicio, escatológica, han asumido siempre responsabilidades concretas en mu-
la Iglesia no hace lo que hacen otros, ya que no tiene que moverse chos campos de la actividad humana, desde la agricultura hasta la
nunca con espíritu competitivo ni transformar el servicio en un ins- literatura, desde la atención a los enfermos hasta la escuela, desde la
trumento de influencia o de poder. Pero la Iglesia no puede sentir asistencia social hasta la investigación científica, de manera que han
como un espacio peculiar suyo el espacio sagrado de la oración, del sido habitualmente exaltados por la apologética católica como una
rito, ni sentirse de algún modo extraña o de paso en el compromiso fuerza social que ha rendido un gran servicio a nuestra civilización.
social, caritativo, cultural o político. Lo peculiar de la Iglesia es la Todo esto significa que el derrumbamiento de los confines de lo sa-
proclamación de Jesús Señor, pero esta proclamación no puede llevarse grado, que ha tenido lugar en virtud del nuevo sacerdocio de Cristo,
a cabo más que narrando con el recuerdo y con la actividad presente compromete en la secularidad a toda la Iglesia, con todos sus minis-
cómo vive Jesús para los demás y cómo se vive también para los demás terios y toda su misión2.
en el seguimiento de Jesús. La distinción entre ministros ordenados y laicos conserva su sig-
Por esto hay que pensar en la misión de la Iglesia como en un nificado sacramental obvio, que denota una relación típica entre quie-
movimiento decididamente vuelto hacia fuera, que se desarrolla en la nes han recibido el carisma de pastores de la comunidad y los miembros
vertiente de la mundanidad y dentro del entramado histórico de la vida de la comunidad misma. La distinción entre religiosos y laicos conserva
de los hombres. Este carácter de la misión no se refiere solamente a su importancia canónica, en la determinación de dos modos de vivir
los laicos, a quienes el Vaticano II atribuye como propia suya «la y de unirse en la Iglesia, y su significado espiritual en las actitudes
índole secular» (LG 31), sino a todo el sujeto eclesial. Si el ministerio interiores típicas de los que se han consagrado a la castidad y a la
ordenado reclama para sí la pura predicación del evangelio y la ad- pobreza en la obediencia. Pero estas distinciones se sitúan en el nivel
ministración de los sacramentos, esto no ha de ser porque estas ac- de la diversitas ministerii y no rompen aquella unitas missionis de que
ciones constituyan la misión propia y verdadera mientras que las demás habla el Vaticano II (AA 2). En efecto, la unitas missionis se basa en
representarían tan sólo su contorno o sus compromisos ocasionales, el único Espíritu que suscita en todos la misma fe en el único Señor,
sino solamente porque la única misión es realizada por diversos mi- haciendo de todos con la consagración bautismal un único cuerpo
nisterios, sobre la base de sus competencias específicas. Pero no hay sacerdotal, que hace de su vida y de su testimonio una oblación agra-
sacramento que no contenga una narración y no represente también dable al Padre. Pues bien, este cuerpo sacerdotal, que es el sujeto de
una comunicación con la vida del mundo. Ni hay magisterio que no la misión eclesial, tiene precisamente un carácter laical, ya que no
se encarne en las situaciones y no responda de manera laica a tantos está destinado a vivir en el templo para realizar unos ritos sagrados,
problemas laicos de la vida. Por consiguiente, la distinción entre laicos
y clérigos no llega nunca hasta el fondo de la misión, la cual sigue 2. La eclesiología más reciente tiende a dejar al margen el problema de los «laicos»
siendo única en su entramado fundamental y luego, más en la super- como categoría específica de cristiano, para centrar su atención en la laicidad como carácter
de toda la Iglesia. Cí. Dipartimento di scienze religiose dell'Universitá Cattolica (ed.),
ficie, se distingue en diversas formas y se realiza con diversos instru- Laicita nella chiesa: Vita e Pensiero, Milano 1977; Id., Laicita. Problemi e prospettive:
mentos. Por lo demás, nuestra época registra un difuso magisterio Vita e Pensiero, Milano 1977; S. Dianich, Laici e laicita della chiesa, en Dossier sui
papal en materia social y política, que lee a la luz de la fe la experiencia laici, Queriniana, Brescia 1987, 103-151; B. Forte, Laicita, en Nuovo dizionario di
histórica y se coloca, aunque con su propia acentuada autonomía, teología. Supplemento, Edizioni Paoline, Roma 3 1982, 2004-2013.
254 Para una criteriología Criterio de la laicidad 255

sino a vivir en el mundo para hacer de la vida diaria el lugar del Esta búsqueda de la autenticidad tendrá que recorrer siempre los
encuentro con Dios y el signo de la llegada de su reino. Y este carácter caminos del discernimiento entre lo que es absoluto y lo que es relativo
laical determina la misión de la Iglesia en su unidad y, por tanto, se en la Iglesia, entre lo necesario y lo contingente, entre lo unitario y
encuentra presente, no sólo en algunos, sino en todos sus ministerios. lo pluralista. En ninguno de sus ministerios puede prescindir la Iglesia
A veces se ha pensado que reservar a los «laicos» el carácter de de llevar a cabo este discernimiento, ya que ninguno de ellos tiene
la laicidad era lo que fundamentaba su identidad específica y, por derecho a permanecer en el santuario bajo la sombra de la sacralidad
consiguiente, salvaguardaba su autonomía en el terreno de las acti- que lo preserve de la provisionalidad mundana. Así pues, la Iglesia
vidades mundanas. Hablar de un carácter de laicidad que compro- tendrá que descubrir en todos sus ministerios, incluso en el de sus
metiera en la responsabilidad mundana a todos ios ministerios parece pastores, la humildad de lo provisional, de lo opinable y de lo con-
ser que es dar paso a una nueva invasión clerical en el terreno social tingente, sin pretensiones divinizantes y autoritarias, tendentes a ab-
y político. Yo creo que el problema y las justas preocupaciones que solutizarlo todo, incluso lo que es relativo y contingente. Este será el
mejor antídoto contra el clericalismo que mortifica las riquezas del
lo rodean pueden encontrar una respuesta satisfactoria sacando todas
pueblo de Dios, más bien que la división artificiosa de funciones de
las conclusiones que se derivan del carácter laical de la misión. Este
lo sagrado y lo profano, de lo absoluto y lo relativo, entre ministros
carácter obliga realmente a la Iglesia a reconocer como propia toda la
ordenados y laicos. La autonomía del laicado en las actividades mun-
historia, a no valorar su actividad mundana a la manera de un vestido danas no tendrá que basarse paradójicamente en la trascendencia in-
con el que se cubriría provisionalmente en ciertas circunstancias par- contaminada de un magisterio que debería ocuparse tan sólo de las
ticulares, pero que no constituye su propio cuerpo y su propio dina- cosas altísimas y divinas, sino en la conciencia de que toda la misión
mismo. Antes de ser una tesis teórica, esta verdad es el simple resultado de la Iglesia, aun conservando el carácter absoluto de la Palabra como,
de la observación histórico-empírica. Más que intentar desmontarla su principio propulsor, vive inmersa en la relatividad de la historia.v
con aparatos especulativos ricos en sutiles distinciones, es necesario
entonces enfrentarse con sus consecuencias: si la laicidad es un carácter
de toda la misión, ésta no puede presumir pasar por la historia indemne
de los riesgos del error, de la provisionalidad y de la parcialidad. La
misión no recoge necesariamente a todos los creyentes dentro de un
camino amurallado y sagrado, seguro y puro de contaminaciones, por
el que caminar hacia el Reino, unidos rigurosamente bajo la guía
infalible del magisterio, en total autonomía respecto al mundo. Hablar
de un criterio de laicidad significa, entonces, buscar la autenticidad
de la misión no sólo en los espacios sagrados del rito y de la Palabra,
sino plantearse continuamente el problema más arduo de su autenti-
cidad en donde la experiencia cristiana no se vea garantizada por nadie
de seguridades trascendentes y en donde cada cristiano, tanto si es
laico como religioso u obispo, se las tenga que ver con su propia
debilidad y con la mutabilidad y provisionalidad de las cosas, como
sucede en la vida familiar, social, política de todos los días y de todos
los hombres3.

3. Véase el interesante intento de A. Rizzi, Messianismo nella vita cotidiana, Ma-


rietti, Torino 1981, de «elaborar el significado de la existencia cristiana (o, fuera de
instancias confesionales, auténticamente humana) como actividad mesiánica en el marco
de la vida diaria», incluso en un espacio cultural como el de nuestra contemporaneidad,
que ha visto caer tantos mesianismos totales y pide esperanzas vividas en el fragmento
(p. 121 s.).
10
Criterio de lo absoluto y de lo relativo

En nombre de la laicidad la Iglesia, en su misión, se siente como


una de tantas fuerzas históricas que, mezclándose, entrelazándose entre
sí, colaborando unas veces y contraponiéndose otras, van trazando el
camino de la humanidad. Al no tener ella un recorrido privilegiado
en la historia, como sucedería si su tarea fuese simplemente la de
guardar y cultivar un espacio sagrado, la Iglesia no tiene que enfren-
tarse con el problema de «hundirse en la historia», como suele decirse;
en realidad no tiene otro lugar en donde pueda existir, como sujeto
de la misión, más que la historia. Y no se compone de más personas
que no sean las de los creyentes, de carne y hueso, protagonistas junto
con todos los demás de la historia de los hombres. Sin embargo, ella,
lee esta presencia y esta participación suya en la historia humana lo»
mismo que la fe lee el misterio, es decir, con la percepción de estar
frente a una realidad compleja en la cual todo lo que se ve contiene
y esconde unas realidades salvíficas divinas e inconmesurables1.

1. El criterio de lo absoluto

Esta convicción de fe tiene su manifestación en la esperanza y en


la caridad con que el cristiano y la comunidad cristiana viven su
andadura en la historia. Pero se revela y se afirma también en unas
palabras y unos gestos que de suyo no se integran en la trama de lo

1. «La compenetración de la ciudad terrena y la ciudad celestial sólo puede percibirse


con la fe»: GS 40.
258 Para una criteriología Criterio de lo absoluto y de lo relativo 259

contigente y que, a pesar de estar inmersos en él, se manifiestan como De este carácter absoluto que determina el corazón del anuncio y
no homogéneos al mismo. Ya hicimos esta observación a propósito que se refleja en varios aspectos de la misión, la Iglesia, dispersa en
de la doxología y hemos de observar además que el mismo anuncio la variedad de pueblos y de culturas y totalmente sumergida en la
de Jesús Señor, por su carácter perentorio, no se presenta ni mucho evolución histórica de la humanidad, deriva la necesidad de una con-
menos como inmerso en la relatividad, sino dotado de un aspecto de centración suya en la unidad y de una seguridad en la continuidad. Al
carácter totalmente absoluto. La afirmación tiene el aspecto de un servicio de esta exigencia se le ofrece a la Iglesia una instrumentación
primer principio que no tolera verse juzgado por otras proposiciones, específica en primer lugar gracias al canon de las Escrituras con la
sino que juzga a todas las demás. Todo lo que se dice no exige, más fijeza inexorable del texto escrito, luego en los siete sacramentos con
aún, no soporta ser demostrado por ninguna argumentación que se su número cerrado y el estereotipo de su ritualidad esencial, y final-
derive de principios diversos; pide simplemente ser creído con un total mente en el ministerio ordenado. Mientras que los dos primeros ins-
abandono y una plena entrega de amor. En el corazón de su misión trumentos pertenecen al orden de las cosas, el tercero tiene un carácter
la Iglesia no busca ninguna legitimación por parte de nadie; dice personalista. La Escritura y el rito son los que son en la estaticidad
simplemente su «visión» y su «sueño» tal como se le apareció en la del objeto. El ministerio ordenado es institución, pero de personas y
experiencia apostólica del Resucitado y tal como se convirtió para ella, no de cosas. Es, por consiguiente, un órgano de servicio vivo y di-
en pentecostés, en un principio de vida y en motivo de su acción. Al námico en el que la «custodia del depósito» (1 Tim 6, 20; 2 Tim 1,
14) está confiada a unas personas que viven en la historia, distintas
pronunciar su anuncio la Iglesia no se puede preguntar si es útil o si
unas de otras y cambiantes en el tiempo, pero llamadas con un carisma
es inútil, si su palabra alcanza o no alcanza unas realizaciones históricas
específico a garantizar a la Iglesia la fidelidad a lo absoluto de su
concretas. A la manera de Juan, en este caso, ella es simplemente «la
mensaje en la continuidad y en la unidad2. En este ámbito de consi-
voz» y no hace más que repetir con el apóstol: «¡Ay de mí si no deraciones el sujeto pluriforme de la misión tiene necesidad de actuar
evangelizare!» (1 Cor 9, 16). La misión tiene de este modo cierta en la comunión y la comunión se condensa de forma experimentable
índole de irreductibilidsid, en la cual se traduce el carácter absoluto en la red de las relaciones eclesiales, que tiene sus mallas vitales en
de la proclamación evangélica. No es que este carácter absoluto afecte las relaciones del individuo con la comunidad, de la comunidad con
a todos los elementos y a todos los momentos de la misión, ni mucho su pastor, del conjunto de las comunidades entre sí y con el conjunto
menos; lo veremos a continuación. Pero no puede faltar cierta índole de los pastores, de éstos finalmente con el papa, que es para el colegio
de irreductibilidad, en cuanto que la afirmación de principio no está episcopal y por tanto para toda la Iglesia el anillo central de su es-
aislada ni es una forma vacía de contenidos. Los dogmas, los sacra- tructura de unidad y de continuidad.
mentos, los imperativos morales participan en la actividad de la Iglesia
Ciertamente, no se da entre los hombres ningún valor absoluto que
del carácter absoluto del primer principio. Se dan entonces en la misión
no esté revestido de ropajes históricos; la misma Escritura es palabra
de la Iglesia, siempre tan pluriforme, tan variable, tan abierta a infinitos
de Dios, texto escrito y fijado, pero sin embargo condicionado por la
contenidos posibles, ciertas exigencias imprescindibles de permanen-
situación en que nació y capaz de sufrir diversas hermenéuticas exi-
cia y de unidad. Se tratará siempre de Jesús y no de otro, será él sólo gidas por el tiempo; los sacramentos son de institución divina y tienen
el Señor, será él siempre el crucificado que ha resucitado y no un su propia ritualidad esencial fijada en el dogma, pero sin embargo son
mesías conquistador, de él vendrá siempre una esperanza sobre el celebrados en unas formas que han evolucionado a lo largo de la
mundo y no una especie de resignación, él seguirá siendo siempre el historia; los pastores de la Iglesia tienen el carisma de alimentar la
enviado del Padre y de él y del Padre nos vendrá siempre el Espíritu, unidad y de garantizar la continuidad, pero cada uno de ellos actúa
etcétera. Ya el mero relato sobre Jesús liga la misión a la objetividad con su propia personalidad y bajo las determinaciones de la propia
de los hechos y la recoge en una rigurosa unidad en torno a sus situación. Pero esto-a» quita que la conciencia eclesial perciba los
acontecimientos fundadores, de los que jamás puede prescindir a lo puntos absolutos de su misióa^y saque de ellos las debidas conse-
largo de la inmensa evolución de su historia. El bautismo y la eucaristía cuencias. La primera de todas ellas es que en la conciencia de la Iglesia
siguen siendo los signos portadores de su misterio y el comportamiento
recibirá imperativos de la afirmación de su señorío que la fe no puede 2. Cí. S. Dianich, Teología del ministero ordinaw, Edízioni Paoline, Roma 1984,
considerar como meramente contingentes. 141-146. (trad. cast.: Ed. Paulinas, Madrid).
260 Para una criteriología Criterio de lo absoluto y de lo relativo 261

los aspectos relativos a lo absoluto de su misión sustraen su expe- escucharla más que como un dato absoluto, por el que son juzgados
riencia, en algunos momentos, de toda valoración y de todo juicio la Iglesia y el mundo. Por consiguiente, esa palabra no es instrumental
histórico. La autoconciencia del sujeto humano, en su actuar, está respecto a tal o cual fin programable e históricamente verificable. Su
ocupada por completo por una concatenación de elementos, por la que fecundidad viene del misterio sin fondo del amor de Dios y se-realiza
un momento es instrumental a otro, y éste a otro sucesivamente, en en las dimensiones escatológicas del hombre y del mundo. La obe-
una jerarquía de fines bastante compleja, pero perfectamente coherente diencia a la palabra de Dios puede aparecer útil o inútil en el plano
en el hombre maduro, por lo que todo depende de la proporción y de de la eficiencia histórica, pero no es en ese plano donde ella exige ser
la adecuación del instrumento respecto al objetivo que con él se quiere valorada. Cuando la Iglesia pone su obediencia como gesto de absoluta
lograr. La proporción y la adecuación pueden y deben ser mensurables necesidad, interpone de suyo un cuerpo extraño en el camino de la
y se miden tomando como base la naturaleza de las cosas y con el historia. Pero es precisamente esta irrupción de un elemento no ho-
criterio de la experiencia ya realizada. Así se habla de eficiencia mologable con el proceso histórico lo que pone saludablemente en
histórica en donde la observación a posteriori está en disposición de cuestión al mundo y a la historia, abriéndolos a perspectivas radical-
realizar la última verificación, postfactum, de la validez de la actuación mente nuevas, procedentes de Dios y destinadas a la Jerusalén celestial,
de los hombres y de las instituciones. Pues bien, la misión eclesial no pero capaces de estimular creativamente a la misma historia. En el
aspira siempre y a toda costa a la plenitud de su eficiencia histórica. fondo es la adoración de Dios y la afirmación del señorío absoluto de
Se dan en ella aspectos y momentos en que los criterios de la eficiencia Cristo lo que fundamenta para la Iglesia la superioridad de la dignidad
histórica se ven tranquilamente orillados. Ya hemos hablado de eso a de la persona humana sobre todas las cosas.
propósito de la doxología y del martirio en su impresionante carácter
de gratuidad. En la conciencia de la Iglesia se insinúa otro criterio,
mucho menos definido y bastante más oscuro, pero fuertemente de- 2. El criterio de lo relativo
terminante, es decir, el criterio de la eficacia mistérica. La fórmula
del ex opere operato fue acuñada por la teología sacramental para Mientras escribía las páginas precedentes, cada una de las afir-
indicar que detrás del signo hay otro sujeto, distinto de la comunidad maciones que plasmaba en el papel me parecía verdadera por un lado
y del ministro celebrante, mientras que por delante del mismo hay e insostenible por otro. En efecto, la «buena noticia» no sería realmente
otra finalidad distinta de la que se ve. De esta forma se cree que el una buena noticia si no fuese capaz de sacarme de la incertidumbre
gesto es portador de una eficacia propia que se escapa de toda medida de lo contingente; la fe no sería acogida de Dios si no me diera certezas
basada en la proporción entre el sujeto histórico del gesto, el gesto absolutas; Jesús no sería Señor si esta afirmación no me pareciera
mismo y su efecto. Pero lo que. la tradición dogmática dijo para los superior a cualquier otra y absolutamente fuera de discusión. Sin em-
siete sacramentos afecta realmente a un aspecto de la actividad eclesial bargo, nadie puede decir estas cosas más que desde dentro de un estado,
que aparece en la conciencia de la Iglesia cada vez que en la misión de contingencia histórica en el que se encuentra metido hasta el cuello.
se tocan los puntos más altos de su actuación, los que se refieren En el famoso discurso de apertura del concilio Vaticano II, el papa
directamente al anuncio del Señor celestial, establecido por encima de Juan XXIII nos invitaba a distinguir entre «la substancia de la antigua
todas las cosas por el Padre y creído y alcanzado por los hombres tan doctrina del depositum fidei» y la «formulación de su revestimiento3».
sólo mediante la ayuda del Espíritu. Así ocurre con la predicación de Pero, para proseguir con la metáfora del cuerpo y del vestido, el
la cruz, necedad y escándalo para el mundo; así ocurre con el sacra- problema es que la formulación es, más que el vestido, la piel del
mento y la alabanza de Dios, con la exigencia dogmática y con los cuerpo de la fe. Pero sigue en pie el hecho de que, aunque la distinción
imperativos éticos fundamentales del evangelio, con la consideración de los dos aspectos es tan difícil que parece imposible de practicar,
de la relación entre la muerte y la vida, con la adoración del nombre
de Dios y con la pronunciación del anuncio, etcétera. 3. Juan XXIII, Discurso de apertura del concilio Vaticano II (11 noviembre 1962),
Así pues, hay elementos y momentos de la misión que se imponen en Concilio Vaticano II, Constituciones. Decretos. Declaraciones, Editorial Católica,
Madrid 6 1968, 1029-1036. Véase un estudio reciente sobre este famoso discurso de G.
a la Iglesia no en virtud de las circunstancias, ni como exigidos por Alberigo-A. Melloni, L'allocuzione «Gaudet mater ecclesia» di Giovanni XXIII, en Istituto
los imperativos de la historia, sino únicamente en virtud de la oboe- per le scienze religiose di Bologna, Fede, tradizione, profezia. Studi su Giovanni XXIII
dientia fidei. Convocada por la palabra de Dios, la Iglesia no puede e sul Vaticano II, Paideia, Brescia 1984, 185-283.
262 Para una criteriología Criterio de lo absoluto y de lo relativo 263

ambos aspectos son juntamente innegables con su contradicción: lo o se hace política, cómo estudiamos y pensamos, con qué ambiciones
absoluto del menaje y lo relativo de la experiencia de pronunciarlo. forjamos proyectos, de qué manera tratamos con los hombres y usamos
La Iglesia proclama a Jesús Señor y cuenta su historia. Al narrarlo las cosas, además de decir cómo rezamos y alabamos a Dios. Pues
a él, decíamos, no puede prescindir ni mucho menos de narrarse bien, todos estos elementos que componen la existencia eclesial que
también a sí misma. Pero el Señor es él, no la Iglesia que lo proclama se narra en el anuncio de Jesús Señor no gozan de una garantía divina
como tal. Yo creo que Jesús es el Señor y puedo comunicar a los exhaustiva, no se visten con el ropaje de lo absoluto, sino que están
demás mi fe solamente si, además de enseñarles una proposición sobre inmersos en la contingencia de la historia, con todo el peso de fali-
Jesús, les muestro cómo creo yo en él. Pero ellos tendrán que creer bilidad, de riesgo, de variedad y de cambio que caracteriza a la historia.
en él y no en mí; realmente, lo que narro de él se les impone como En este sentido la misión de la Iglesia, portadora del mensaje absoluto
un absoluto, pero mi creer en él, del que hablo a los demás, no es un de la salvación universal, se presenta como un proceso histórico mul-
absoluto. La Iglesia tiene la misión de comunicar la salvación absoluta tiforme, determinado por los condicionamientos históricos de sus di-
del mundo que procede de su Señor y no puede hacerlo más que versos sujetos y de los espacios en los que se desarrolla, no preservado
comunicando con los hombres en la relatividad total de su experiencia del error ni guardado milagrosamente en una pureza sobrenatural, sino
histórica de pueblo de creyentes, que intenta vivir bajo su señorío en partícipe de la condición normal de la historia humana: «La Iglesia
medio de los trabajos de la historia. Por consiguiente, sería absurdo camina junto con la humanidad entera y experimenta junto con el
para la Iglesia pretender que puede separar la pureza, el poder absoluto mundo la misma suerte terrena» (GS 40).
y la imponencia del Señor a quien anuncia de la envoltura maciza de Todo este aspecto de la misión, el aspecto de lo relativo, no goza
su propia experiencia histórica. En efecto, en la vida cotidiana de la de legitimaciones dadas ip$o facto, como acontece con la doxología
misión eclesial, es común la experiencia de una dolorosa contradicción que se justifica por sí misma en su absoluta gratuidad. Por el contrario,
entre la exhortación, que siempre se hace al no creyente, de mirar a aquí todo está bajo el dominio del criterio de la eficiencia histórica.
Jesús y no los pecados de su Iglesia y la afirmación inevitable de que Lo que hace la Iglesia en el terreno común con los hombres de buena
ese mismo Jesús es realmente inalcanzable fuera de la Iglesia. voluntad por un futuro mejor del hombre no puede quedar convalidado
Pero el problema no debe plantearse solamente en un nivel mo- por la apelación a los valores de lo absoluto contenidos en el mensaje
ralista. O sea, nosotros comunicamos una fe santa en un Señor al que eclesial. Por poner algún ejemplo muy sencillo, es evidente que si
es preciso abandonarse con confianza total, aunque nosotros no seamos algunos cristianos asumen en la sociedad un compromiso político, no
personalmente santos ni pretendamos de los hombres una confianza harán una buena política en cuanto que actúan en nombre de Cristo
sin reservas. El problema es más articulado y tiene una densidad más o favorecen el papel de la Iglesia en la sociedad, sino solamente si y
profunda. Si la experiencia de la fe no es una operación que tiene en cuanto que lo que hacen realiza efectivamente el bien común de la
lugar en la clausura de unos recintos sagrados, si la misión no tiene sociedad civil. Si algunos cristianos, movidos por la caridad y en
en la historia su propio recorrido privilegiado por donde transcurrir nombre de la fraternidad organizan un hospital, éste no será un buen
incontaminada respecto al flujo de la historia humana y si la palabra hospital porque se rece allí el rosario en las salas o se asegure la unción
de la fe no es únicamente enunciar una proposición, sino narrar la de los enfermos, sino sólo en cuanto que allí se atienda a los pacientes
propia historia de fe, entonces aquel carácter de laicidad del que ha- con éxito y con verdadera humanidad. Por tanto, desde este punto de
blábamos anteriormente afecta a toda la comunicación del mensaje y vista la Iglesia no puede sustraerse del juicio de la historia, dado con
no representa solamente un elemento periférico a la misma. La ex- unos criterios historiográficos puros y simples, en los que no hay
periencia de fe que se narra cuando se comunica la fe no es solamente ningún sobrenaturalismo que pueda interferir con sus trascendencias.
la experiencia de la doxología de la Iglesia o del ex opere operato de» Desde el punto de vista de la eficacia mistérica ningún creyente dudará
los siete sacramentos, sino que es la experiencia de toda la existencia de que el sacramento de salvación que es la Iglesia, por designio del
eclesial. Si «Jesús Señor» es un principio de vida y si la oblación pura Padre y por la gracia del Espíritu seguirá siendo hasta el fin de los
se ofrece en el templo de la realidad de cada día, narrar la propia tiempos un signo en el que se realiza la salvación de Cristo. Pero esto
experiencia de fe significa forzosamente decir cómo se vive en el no quita ninguna legitimidad a la pregunta del historiador, que tendrá
campo o en la fábrica, cómo se compra y se vende, de qué manera siempre el derecho y el deber de preguntar si en determinadas cir-
vestimos y nos divertimos, con qué criterios se trabaja en el sindicato cunstancias la Iglesia obró bien o mal en beneficio del hombre, si fue
264 Para una criteriología Criterio de lo absoluto y de lo relativo 265

un factor de progreso y de libertad o un elemento de opresión y de munidad cristiana se ven elevados necesariamente a confrontar sus
decadencia. En efecto, es necesario extender a todo el espacio de la propias acciones con la Palabra, con toda la comunidad católica, con
actividad eclesial aquel modo de valorar las cosas que nos resulta los imperativos derivados de aquel único Señor a quien todos tienen
habitual en la experiencia más modesta de nuestra liturgia común. que someterse indistintamente. La absolutización de lo relativo, en
Vamos a misa y estamos siempre ciertos de la presencia del cuerpo y conclusión, viene a coincidir con la relativización de lo absoluto,
de la sangre del Señor, sin dudar de la eficacia mistérica del gesto mientras que la libre expansión de la misión, con su gran variedad de
que se realiza. Pero esto no nos impide observar que, si funciona mal contenidos y con su infinita diversidad de formas, de estructuración
el sistema acústico o si la homilía ha estado mal hecha, si la asamblea de sus propios instrumentos, de indicación de los objetivos inmediatos
está distraída o si no se ejecutan bien los cantos, lo absoluto del misterio y la continua creatividad de los servicios que hay que rendir al hombre,
en que creemos no es capaz ni mucho menos de rescatar la celebración produce y exalta la necesidad del retorno continuo a aquel principio
de su evidente fracaso. Pues bien, no se puede negar que se pondrá de que se partió, que es el seguimiento del único Jesús, en obediencia
y se deberá valorar con criterios análogos todo el conjunto de la misión a la única Palabra, para la llegada de aquel Reino en el que Dios será
eclesial. Su eficiencia histórica debe verificarse históricamente y no todo en todos (1 Cor 15, 28). En el fondo, incluso cuando se subraya
asegurarse a priori; su eventual ineficacia histórica no puede verse el carisma de la unidad y de la fidelidad, como carisma propio del
redimida por la apelación a lo absoluto. servicio que la jerarquía debe rendir a la Iglesia, no habría que olvidar
Ahora bien, lo mismo que el criterio de lo absoluto produce unidad que este discurso sólo tiene sentido a partir del presupuesto de que la
y continuidad, también el criterio de lo relativo produce pluralismo y experiencia eclesial y la misión son por su misma naturaleza tan ricas
variabilidad. Jesús es el único Señor de todos; es el alfa y la omega; en diferenciaciones que necesita de quien garantice su unión continua
es ayer, hoy y siempre. La experiencia de la fe, por el contrario, es con el único Señor, el único Dios y Padre, el único Espíritu. Si todo
nueva y diversa en cada sujeto, se vive en situaciones diversas, tiene lo que es unitario no viviera en la pluralidad, habría que concluir de
que responder a interrogantes y a necesidades que cambian de lugar aquí que la Iglesia es una mera envoltura inerte de un contenido divino,
a lugar, de momento a momento. Además, esta diversidad no es que la misión consiste en la continua posición de actos estereotipados
exigida solamente por la mutabilidad de las personas o de las situa- válidos por sí mismos, casi a la manera de los gestos mágicos y que
ciones, como si fuera un signo de la pobreza y de la provisionalidad el mundo y la historia no están afectados en lo más mínimo en el
del hombre, ya que también es el fruto magnífico de la gran riqueza camino hacia el reino de Dios. O bien, por el contrario, se podría
del Espíritu que distribuye sus dones con infinita variedad. Por tanto, concluir que todo lo que hace la Iglesia se deriva de una especie de
el que la misión tenga que presentarse con un rostro distinto en las nueva unión hipostática, por la cual Dios se habría encarnado en ella,
diversas situaciones no es una especie de mal inevitable, sino que es haciendo de ella sola y de su misión sola la presencia única y exclusiva
una riqueza y un ideal que buscar en demostración de la generosidad de Dios en la historia, a cuyo poder debería ceder paso cualquier otra
de Dios y de la fecundidad del entramado entre la proclamación de fuerza humana.
un Señor en el cielo y su respuesta a las necesidades de salvación de
la tierra. Por otra parte, sólo el respeto a las exigencias de pluralidad
y de variabilidad que se derivan para la misión del hecho de ser 3. Tensiones
comunicación de la experiencia de fe garantiza paradójicamente el
respeto en la Iglesia al carácter absoluto de un mensaje. Efectivamente, La conciencia del «tesoro» que llevamos en «vasos de barro» ha
el intento de reducir a la unidad total y a una constante fijeza la acompañado siempre en realidad a la Iglesia y la dialéctica entre lo
actividad eclesial esconde la absurda aspiración a la identificación de absoluto y lo relativo es una fuente ya clásica de tensiones, muchas veces
la palabra de la Iglesia con la palabra de Dios, del cuerpo eclesial con fecundas y otras veces desastrosas, que han agitado su historia. El esfuerzo
el Verbo encarnado, del valor y del prestigio histórico de la misión por distinguir entre la autoridad absoluta de la Palabra y la contingencia
con el señorío de Cristo. Por el contrario, cuando toda experiencia de las palabras humanas, con las que es pronunciada la Palabra, está ya
cristiana se descubre distinta de otras muchas y el compromiso de los presente en el nuevo testamento, en donde Pablo se preocupa de distinguir
creyentes en el mundo se siente partícipe de todos los cambios y el mandamiento que él da a las comunidades de parte del Señor y el que
provisionalidades de la historia, entonces cada individuo y cada co- procede simplemente de él (1 Cor 7, 10-12). Al estar el ministerio
266 Para una criteriología Criterio de lo absoluto y de lo relativo 267

ordinario encargado, por su propio carisma sacramental, de la tutela de pastores de la Iglesia el derecho a vivir también ellos su experiencia
la fidelidad y de la unidad en la Iglesia en torno a su mensaje esencial, personal de fe y a comunicarla con libertad en el interior del cumpli-
no pocas veces la tensión entre lo absoluto y lo relativo se presenta miento de su misión, sin que estén obligados a pronunciar solamente
bajo la forma de una tensión entre institución y carismas, entre jerar- dogmas y a silenciar sus opiniones, con tal que su pronunciamiento
quía y comunidad, entre centro y periferia. Si de hecho en la expe- no se revista de un hábito de autoridad desproporcionado con el objeto
riencia de la Iglesia la tensión se ha manifestado muchas veces así, propuesto. De lo contrario se corre el riesgo de dogmatizar todo lo
esto no significa que el lugar propio de la dialéctica entre lo absoluto que proponen el papa y los obispos y de obligarles a guardar silencio
y lo relativo sea la relación entre los pastores y las comunidades. El sobre todo lo que no pueden proponer dogmáticamente.
límite entre los dos frentes no puede realmente señalarse como el límite Esta especie de vivisección de la misión, que atribuye al ministerio
entre lo sagrado y lo profano, entre lo natural y lo sobrenatural, entre de los pastores la reflexión sobre lo absoluto y a los laicos el com-
lo sacerdotal y lo laical. Creo que ya hemos demostrado suficiente- promiso con lo relativo, nace de la necesidad imperiosa de superar
mente cómo estas parejas clásicas de términos contrapuestos han que- todo tipo de integralismo clerical que podría conducir al pueblo de
dado superadas en el nuevo testamento, fío es ppsjble,,concebir la Dios a convertirse en una masa manipulable para que maniobrase una
tpjsión como una operación que tiene una línea en el centro, sobre la jerarquía politizante. Pero si el camino para evitar este peligro tuviera
cual se proponen y se realizan valores absolutos y eternos y en la cual que ser éste, habría que pagar el resultado con el precio bastante caro
actúan solamente el papa, los obispos, los sacerdotes y los diáconos de un ministerio reducido al puro rango oracular del pronunciamiento
o, todo lo más, algunos laicos dotados de una delegación peculiar en de los sumos principios y de un laicado tan secularizado que no pudiera
la materia, y que hay luego una periferia que no constituye propiamente ya considerarse como un verdadero sujeto eclesial en su compromiso
la misión eclesial, pero que está vinculada a ella y en la cual los laicos, cristiano en el mundo.
bajo su propia responsabilidad exclusivamente personal, con libertad La dirección pastoral de la comunidad tiene un carácter global de
y dentro de una pluralidad de formas, actúan en lo profano de la tal manera que el diácono, el sacerdote y el obispo, así como el papa
historia, intentando llevar a ella el reflejo de su fe en Jesús. Lo mismo para la comunión católica de las iglesias, son siempre y de todas formas
que los ministros ordenados en cualquiera de los niveles, además de un punto de referencia unitario para toda la expansión de la misión
proclamar que Jesús es el Señor, proponen al mundo con sus palabras eclesial, en los diversos campos del obrar histórico de la Iglesia. Pero
y sus obras su propia experiencia de fe que se realiza en la contingencia esta función está diferenciada y articulada en su interioridad. Esque-
de la historia, así también los laicos, al proponer al mundo su actividad matizando de forma un tanto reductiva las cosas, se podrían señalar
mundana como un intento de vivir la fe en la contingencia de su dos niveles diversos de la acción ministerial. Está la actividad cotidiana
situación, anuncian que Jesús es el absoluto y único Señor. Por con- de todo pastor, determinada por su experiencia de fe y por la de su
siguiente, dista mucho de ser verdad que a los pastores de la Iglesia comunidad, que transcurre por dentro de la situación histórica en la
debería preocuparles solamente la «conservación del depósito», con que se entremezcla la fe con las necesidades y los impulsos del mo-
sus valores absolutos, y no la comunicación de la experiencia de la mento, con las opiniones y las ideologías, con las acentuaciones sub-
fe vivida en la contingencia de lo cotidiano. Tampoco es verdad ni jetivas y los elementos temperamentales. Por ejemplo, todos creen y
mucho menos que a los laicos no les importe nada de los valores proclaman en la Iglesia que Jesús es el Señor, que murió y resucitó;
absolutos de la fe, teniendo que interesarse exclusivamente por la todos creen que hay que amar a los pobres y realizar la justicia, que
solución de los problemas mundanos y contingentes. El carácter de la guerra es una abominación y el aborto un delito. Pero luego el modo
absoluto o de contingente de la actividad eclesial no depende, por de hablar de Jesús se ve influido por diversas inclinaciones de la
tanto, en primer lugar, del sujeto que ha de intervenir, sino del objeto, personalidad, por diferentes culturas, por diversas teologías. Los ca-
de la res de qua agitur. No es el magisterio el que caracteriza como minos y los instrumentos para realizar la justicia y la paz y para
valor absoluto y que compromete a la unidad de la Iglesia todo lo que conducir a la sociedad al respeto de la vida se valoran de forma
él propone, sino que es la cosa propuesta la que, conteniendo la diferente según las situaciones, las diversas opciones políticas, las
afirmación o la negación del señorío de Jesús, aunque sea implícita- orientaciones de cada grupo y de cada persona. En este terreno tan
mente, llama al magisterio a ejercer su tarea más alta y llama a la variado no puede quedarse detenida la atención pastoral; eso sería
Iglesia a la obediencia y a la unidad. Por eso nadie puede negar a los mutilar su testimonio, reservándolo para los espacios celestiales y
268 Para una criteriología Criterio de lo absoluto y de lo relativo 269

reduciéndolo a una expresión de fe privada de densidad histórica. Pero es evidente a través de toda la historia que la Iglesia ha ejercido y
en el momento en que el ministerio pastoral entra en este terreno, no sigue ejerciendo una vasta función política, perfectamente integrada
puede hacerlo borrando el necesario carácter pluralista y variado de en la autoconciencia de su misión. Por eso no parece que ande equi-
la experiencia cristiana, que tiene que ser respetada en su variedad y vocado aquel que duda de que sus pretensiones eventuales de neutra-
en su movilidad. Un pastor de la Iglesia ha de intervenir allí con su lidad en las grandes cuestiones de la justicia y de la paz puedan, en
experiencia, actuando, estimulando, comprometiendo a la comunidad contra de todas sus intenciones, transformarse en un apoyo concedido
en esta o en aquella dirección, pero sin apoyar su directiva en los a la parte más fuerte y a los poderes constituidos. Pues bien, es cierto
valores absolutos de la fe, consciente de que, una vez proclamado lo que a la jerarquía se le pide una discreción política especial. Pero eso
absoluto y celebrado el misterio, hay que vivirlo en la contingencia no se debe a que el ministerio ordenado debiera ocuparse de las cosas
de la humilde búsqueda de un camino que se revele como el más justo sagradas y religiosas con las que la política no tendría mucho que ver.
posible en virtud de la eficiencia histórica que se alcance dentro de él En realidad ya el mero anuncio del evangelio tiene un efecto político
y no necesariamente en virtud de una eficacia mistérica que haya que del que la misión no puede menos de hacerse cargo. El problema está
creer de cualquier manera y que actúe en todas partes. en que, a medida que el anuncio se va concretando en la experiencia
Está luego la actuación de los pastores en el sacramento y en el cristiana hasta alcanzar sus implicaciones políticas, su carácter abso-
magisterio que proclama el carácter absoluto de la palabra de Dios y luto y su fuerza de discriminación se van disolviendo en una pluralidad
del señorío de Cristo y que apela simplemente a la adoración común de formas, de actuaciones y de posiciones diversas de tal categoría
de la voluntad del Señor. En este caso el pluralismo de la misión está que tan sólo unas pocas opciones particulares podrán llegar a coincidir
llamado a concentrarse en la doxología, en el sacramento y en el con el anuncio mismo. Entonces la posición política del ministerio
dogma, para descubrir allí el lugar de la unidad y el principio crítico pastoral, de la que las personas de los ministros no pueden liberarse
de sus diferencias. El ministerio pastoral realiza de este modo el ca- por completo, en una especie de kerígmaticidad químicamente pura,
risma que lo compromete a garantizar a la Iglesia la fidelidad al mensaje tendrá que mezclarse con las diversas posiciones presentes en la co-
evangélico en la continuidad y en la unidad. Pero asumiendo una munidad, discriminando no tanto una posición de la otra como más
conciencia concreta del carácter singular de esta tarea suya, no limita bien lo imprescindible de lo facultativo, lo necesario de lo contingente,
la misión múltiple de la Iglesia tan sólo a su propia función dogmática, lo absoluto de lo relativo. Cuando el pastor de la Iglesia da un juicio
sino que, dejándola vivir en el pluralismo y en la libertad, la estimula histórico-político, no puede olvidar que ese juicio se coloca en el plano,
hacia aquella continua revisión crítica de sí misma, de la que no puede de la eficiencia histórica y no en el de la eficacia mistérica. Tampoco
sustraerse aquel que cree que no es él mismo el señor, sino que tiene en caso de conflicto parece que la autoridad pastoral tenga que con-
a su propio señor en la persona de Jesús y en su palabra. traponer con valor de absoluto una opción política a otra, sino más
La vieja cuestión de las relaciones entre compromiso político y bien impedir que sea absolutizada ninguna de esas opciones, some-
misión de la Iglesia puede encontrar en estas consideraciones un poco tiéndolas a todas a la relativización necesaria que padecen por estar
de luz. «La Iglesia no hace política» es un axioma tan difundido como todas ellas sometidas al juicio supremo del evangelio. El terreno de
absurdo. En primer lugar ha sido desmentido por la historia del pasado, la política dentro de la misión de la Iglesia parece ser el terreno más
que ha conocido al papa rey, los Estados pontificios, la diplomacia adecuado para la tentación de la idolatría, a la que se cede cuando se
vaticana e incluso la guerra bajo el signo de la cruz. Tampoco goza hace la propia ideología o de la propia posición operativa el único
de muchas simpatías históricas aquella pretendida distinción entre un camino legítimo para vivir la fe. La tarea de un pastor de la Iglesia
laicado comprometido en política y una jerarquía ocupada exclusi- consiste sobre todo en combatir la idolatría e impedir ese frecuente
vamente en cosas sagradas y religiosas. La edad media, por el con- cortacircuito que se produce entre la actuación política del cristiano y
trario, conoció al pueblo cristiano comprometido en cosas sagradas y las exigencias imprescindibles de la fe.' Esto vale, naturalmente, en
religiosas, mientras que los obispos y los papas entretejían con el primer lugar para los mismos pastores de la Iglesia: no deben sentirse
poder civil toda la trama política de la época. Además, la historia de obligados al silencio en el terreno político, pero tienen que actuar en
nuestros días, nos muestra a un magisterio papal muy empeñado en él con la conciencia de que en este terreno ellos no están dotados de
la cuestión social y perfectamente consciente de su propia responsa- un carisma dogmático, sino que se mueven como los demás cristianos
bilidad política de grandes dimensiones, en el nivel mundial. Por tanto, en el terreno movedizo de los intentos, contingentes y arriesgados, de
270 Para una criteriología Criterio de lo absoluto y de lo relativo 271

vivir el evangelio en la situación, con la intención de rendir a los infalible de los deseos de Dios, sino que se proponen en nombre de
hombres el mejor servicio posible, que más tarde habría de juzgar la Jesucristo para hacer que la historia de los hombres camine hacia la
historia, pero no el dogma. Por eso el concilio Vaticano II concibe el liberación del hombre de todos los falsos señoríos que lo oprimen.
pluralismo político de los cristianos como un fenómeno que «se verifica De esta manera la misión de la Iglesia se presenta como un proceso
muchas veces y legítimamente», recordando que «en ese caso a nadie histórico de un grupo humano, animado de una esperanza que le viene
es lícito reivindicar exclusivamente la autoridad de la Iglesia en favor de la fe en Jesús de Nazaret. Este proceso histórico es la continuación
de la propia opinión» (GS 43). de lo que vivió el mismo Jesús de Nazaret durante su breve historia.
La Iglesia en su misión, como ya hemos dicho, hace una doble na-
rración, la de su propia experiencia histórica y la de la historia de
4. El criterio de los modelos evangélicos Jesús, distinguiendo el sentido de cada una de ellas tanto como se
distingue la vida de los creyentes de la vida del Verbo encarnado.
Debido al carácter imponente de su enunciado central la T'fliflD Pero la proclamación de Jesús Señor exige como absolutamente in-
eclesial se presenta regulada por un criterio absoluto que, en algunos dispensable la vinculación de la historia de la comunidad de Jesús con
de sus momentos y de sus aspectos, la pone en situación gratuita y la historia de Jesús. El recorrido histórico de la Iglesia aunque relativo
autónoma respecto al juicio histórico. El criterio de lo absoluto la y nunca absolutizable, dejaría de ser el depósito legítimo de la pro-
conduce a hacerse juzgar no por los hombres sino por Dios, más aún clamación de Jesús Señor el día en que no fuera posible reconocer en
a proclamar el juicio de Dios sobre los hombres y sobre las cosas, él la forma de la sequela Christi.
como criterio supremo para la salvación del mundo. Así ocurre con Pues bien, la misión de la Iglesia está abierta a infinitos contenidos
la proclamación de Jesús como único y supremo Señor, con la pro- posibles. La tensión a la salvación del hombre la abre a la escucha de
puesta de la fe como camino de salvación, con la posición de los
las necesidades y le hace compartir el camino de la sociedad humana,
valores morales supremos en los que se manifiesta la voluntad absoluta
haciéndola actuar en el nivel histórico, con todas las características de
de Dios. Por el contrario, el criterio de lo relativo domina en el terreno
cualquier operación histórica, capaz de ser juzgada por el criterio de
de la experiencia cristiana que forma también parte de la misión, en
cuanto que lo absoluto no puede ser comunicado más que dentro d.e la eficiencia histórica y de ser valorada con el método de la historio-
la narración de la experiencia eclesial que no es absoluta. Aquí no grafía científica. Desde este punto de vista ninguno de los modelos
hay nada que se sustraiga del juicio de la historia y el criterio dominante históricos, bajo los cuales se va configurando poco a poco y de si-
de la acción es la necesidad de la eficiencia, de manera que lo que se tuación en situación la acción de la Iglesia, puede pretender tener un
hace tiene que valorarse sobre la base de su utilidad efectiva y ser valor absoluto e imponerse en su recorrido sucesivo, haciéndose im-
verificable para el hombre. Él momento de la doxología y el del perativo para el futuro de la misión. No es posible decir esto mismo
martirio constituyen un ejemplo de la gratuidad típica de todo lo que para los modelos de comportamiento que pertenecen a la historia de
está imperado por el criterio de lo absoluto. En la doxología esto se Jesús de Nazaret. En efecto, esta historia representa el único absoluto
pone de manifiesto en la naturaleza misma del gesto y en su carácter histórico que es posible concebir, en el que el creyente ve coincidir
de paréntesis contemplativo que se inserta dentro de la actividad co- la historia y la metahistoria, lo humano y lo divino. También la Iglesia,
tidiana. Por su parte, en el martirio resalta sobre todo su colocación en cuanto sacramento de salvación, ve cómo actúan las virtualidades
en el caso límite, en donde el testimonio supremo de lo absoluto sólo divinas en su misma actividad, ya que cree en la acción del Espíritu
puede ya darse con la muerte del testigo. Entre estos dos puntos de y ve en los siete sacramentos la acción misma de Cristo. Pero el único
referencia la vida de la Iglesia y su misión en el mundo transcurren caso determinado en el que se puede hablar de un sujeto divino,
en el seguimiento de los ideales evangélicos, pero inmersas en la operante en la historia como sujeto histórico, es el del Hijo encarnado,
provisionalidad de la historia y en la búsqueda cotidiana de la mejor ya que ni el Padre ni el Espíritu santo se han encarnado y es incon-
respuesta posible que hay que dar a las necesidades del hombre, que cebible ninguna acción eclesial en la historia que pueda atribuirse sin
se manifiestan en la contingencia de lo cotidiano. El testimonio de más a un sujeto divino. Por consiguiente, los modelos de comporta-
Jesús Señor está de este modo en el interior de unas operaciones y de miento presentes en la historia de Jesús de Nazaret son imperativos
unos programas que no pretenden imponerse al mundo como ejecución para la misión de la Iglesia.
272 Para una criteriología Criterio de lo absoluto y de lo relativo 273

Del hecho de que los modelos de comportamiento de Jesús de impuestos y el ejemplo que dio a este propósito (Mt 17, 24-27; Me
Nazaret se impongan imperativamente a la conciencia eclesial, no se 12, 13-17; Le 20, 20-26). De este examen sumario de algunos modelos
deduce de suyo que sean forzosamente heterogéneos y gratuitos res- de comportamiento de Jesús se deriva ante todo que su misión salvífica
pecto a los procesos históricos normales en los que la Iglesia actúa, no se sitúa bajo el signo del milagro y de lo sobrenatural siempre y
como sucede por el contrario en los dos casos límites de la doxología en cualquier ocasión, ni representa necesariamente una forma de rup-
y del martirio. Efectivamente, Jesús acepta ofrecer un solo «signo», tura radical con todo el camino histórico de la sociedad en la que tuvo
que es el «signo de Jonás», su muerte y su resurrección (Mt 12, 38- que actuar. Una vez constatada esta homogeneidad fundamental del
42). Lo cierto es que gran parte de los modelos evangélicos de com- comportamiento de Jesús respecto a las necesidades de un mundo
portamiento resultan homogéneos a los procesos hitóricos en que viven determinado y a los procesos históricos que son provocados por estas
el hombre y la Iglesia. Decir «homogéneos» no significa que sean necesidades, hemos visto cómo su participación en la acción histórica
conformes con los criterios mundanos de vida. Pueden serlo o no de los hombres puede colocarse en la misma dirección que ésta, o
serlo. Con «homogéneos» intento decir solamente que se trata de bien, aunque quedándose en su mismo plano, recorrer la dirección
acciones que pueden también ser juzgadas con el criterio de la efi- opuesta, adoptando una postura de contestación de los criterios que
ciencia histórica, que pueden ser valorados como «útiles», sobre la dominan en el ambiente en que actúan.
base de un objetivo históricamente definible y de una proporción his- Además de los modelos evangélicos homogéneos a los procesos
tóricamente calculable entre los medios y el fin que alcanzan. Por históricos, no faltan en Jesús de Nazaret otros modelos no homogéneos,
ejemplo, Jesús curando a los enfermos ofrece un modelo de respuesta es decir, actitudes y propuestas de vida que no se insertan ni en una
a las necesidades humanas totalmente eficiente en el nivel histórico. línea de continuidad, ni en una línea de contestación, en ninguna lógica
No es muy importante el hecho de que el instrumento sea milagroso, de la actividad humana en cuanto regulada por los criterios de la
sobre todo si se tiene en cuenta el contexto en el que la curación se eficiencia histórica. Esos modelos parecen acercarse a los modelos de
confiaba entonces habitualmente a instrumentos no científicos, sino la doxología y del martirio, aunque en realidad no formen parte de
religiosos o mágicos. De este modo la predicación y la exhortación ellos. Fundamentalmente se trata de dos propuestas evangélicas im-
tienden a enseñar y a convencer, utilizando los instrumentos de per- perativas para la misión de la Iglesia: la pobreza y el perdón de los
suasión más adecuados a la finalidad que se pretende, sin excluir los enemigos.
esquemas retóricos de la época. En estos ejemplos captamos unos Jesús nace y vive pobremente, compartiendo la suerte de los pobres
modelos de comportamiento homogéneos al proceso histórico en que y actuando en el contexto y con los instrumentos propios de las clases
se colocan, que tampoco chocan con los mismos criterios mundanos sociales más humildes; no es una persona rica, ni un poderoso, ni un
de vida; en efecto, superar la enfermedad y gozar de buena salud hombre culto, ni un político, ni un sacerdote. Dirige su misión a los
pertenece a las aspiraciones mundanas, lo mismo que ocurre hoy con pobres, como si se tratara de una meta que resume toda su amplitud:
la instrucción religiosa y la educación ética en nuestra sociedad. Tam- «Se les anuncia a los pobres la buena noticia» (Le 7, 22). Ensalza la
poco faltan en Jesús ejemplos de actitudes homogéneas, pero fran- pobreza como un título de honor y una bienaventuranza (Mt 5, 3; Le
camente en contraste con los criterios mundanos de vida. En este 6, 20), hasta el punto de invitar a los discípulos a hacerse pobres para
sentido basta recordar todos los episodios de polémica frente a la moral poder serguirle (Mt 19, 21; Le 12, 13 s.). Pues bien, la pobreza no
farisaica. O también otros más detallados, como por ejemplo la pro- es un instrumento de eficiencia histórica; desde este punto de vista
hibición a los discípulos de seguir en la organización de la comunidad representa una negatividad, algo contrario a la eficiencia. Cualquier
los modelos corrientes del poder y la búsqueda del prestigio y de los clase de objetivo se consigue mejor con muchos y poderosos instru-
honores (Mt 20, 20-28; 23, 1-12). La propuesta es la de nadar contra mentos, mientras que no se consigue, o se consigue con mayor lentitud,
corriente, pero el camino que se señala es el de actitudes innovadoras, con medios escasos y pobres. Parece como si el medio, una vez
capaces de sacudir con eficacia los viejos equilibrios y de crear otros asegurada su practicabilidad ética, tuviera que ser considerado exclu-
nuevos dentro de la estructura social. Además, la actitud política de sivamente en orden al fin, mientras que el modelo de vida pobre
Jesús se presenta de manera variada, ya que por un lado manifiesta escogido por el Hijo encarnado impone la preferencia de la pobreza
su condescendencia con las estructuras reinantes y con los compor- por encima de la abundancia, sobre todo cuando se trata de los ins-
tamientos habitualmente aceptados; véanse la invitación a pagar los trumentos de la misión. Efectivamente, en primer lugar la pobreza no
274 Para una criteriología Criterio de lo absoluto y de lo relativo 275

se presenta como un fin, como un ideal concluyeme; incluso la bie- apelan a unos valores y a unas formas de vida radicalmente nuevas.
naventuranza de Mt 5, 3 (Le 6, 20) tiene como finalidad la posesión Por consiguiente, estos dos criterios tienen necesidad de actuar en
del reino de los cielos. Pero para seguir a Jesús, para convertirse a la continua dialéctica entre sí, sin que jamás el uno sucumba por completo
llegada del Reino, para cumplir con la misión de la salvación, se a los abusos del otro. Esto será tanto más posible cuanto más sea
requiere la pobreza. Del mismo modo el carácter central de los pobres considerado el pobre como el destinatario ejemplar de la misión, frente
entre los destinatarios de la misión determina con fuerza la aproxi- al cual se sitúa la Iglesia como frente al juez escatológico personifi-
mación de la misión al hombre que hay que salvar. También en este cado. En efecto, con el ropaje del pobre se revestirá Cristo el día del
caso la centralidad del rico, de la persona docta e influyeijfe, sería-flfc juicio y con el ropaje del pobre socorrido o rechazado juzgará de
rgaJidaji.hjSJSWte,.vm, funcipoal en orden a una rápida extensión,(te manera definitiva lo que hayan hecho sus discípulos (Mt 25, 31-46)5.
lo& f fa^jte,lamwiÓB 4 . Sin embargo, en contra del criterio de T¡i No es que en este punto no surjan nuevos problemas. Efectivamente,
eficiencia se propone imperativamente la principalidad del destino de el servicio a los pobres exige paradójicamente la riqueza; sin un buen
la misión a los pobres. Pues bien, todos estos elementos determinan aparato instrumental resulta difícil conseguir el objetivo de su libe-
la misión de la Iglesia, a la que se impone el modelo de la pobreza ración de la necesidad y de la opresión. Y esto no tanto en el sentido
en toda su acción, provocando un salto cualitativo en su criteriología.
más banal de los que piensan que tienen que proveerle con abundancia
Mientras que la ausencia de homogeneidad de la doxología respecto
de medios para saciar su hambre bajo la forma de limosna, aunque
a la acción históricamente eficiente se presenta, en cierto sentido,
como característica de un área particular y unos momentos específicos sea la que se hace en gran estilo, sino también en el sentido más
de la existencia cristiana y mientras que el martirio constituye su profundo y complejo de su concientización, del planteamiento de una
situación límite, el modelo de la pobreza afecta a toda la línea ope- amplia acción política, de la programación de un proceso de desarrollo
rativa, por así decirlo, laica y secular de la actuación eclesial, intro- o de un proceso revolucionario; también en esta línea se impone la
duciendo en ella un elemento incoherente que desconcierta los equi- utilización de instrumentos complejos, bastante sofisticados, que sólo
librios adquiridos, creando problemas de difícil solución. La misma es posible encontrar en los espacios de la riqueza, cuando no material,
evangelización entendida en sentido estricto busca para ser eficiente ciertamente intelectual. Los procesos operativos de este género no
todo un conjunto de instrumentos «ricos»; por poner un ejemplo, enviar pueden nunca llevarse a cabo con la idea de quemar su substancia, al
un misionero a Indonesia constituye todo un lujo. La organización de final, en el altar de una pura oblación demostrativa, como si dijéramos:
una comunidad parroquial es una gran empresa, incluso desde el punto «Ya hemos hecho todo lo que podíamos hacer; ahora, independien-
de vista financiero. El servicio a los pobres, tanto económico como temente de los resultados, hemos cumplido». Los procesos operativos
social o político o cultural, exige un despliegue de medios que guarda de este género piden eficiencia, pues de lo contrario estarían simple-
más relaciones con la riqueza que con la pobreza. ¿Cómo puede la mente privados de sentido. Por otra parte, detrás del pobre que hay
Iglesia acoger la imperatividad del modelo evangélico y vivirlo en su que liberar está la bienventuranza de la pobreza que hace impracticable
misión? Compaginar la búsqueda de la pobreza con la búsqueda de la este camino. Al pobre de las bienaventuranzas no se le puede proponer
eficiencia parece una empresa irrealizable. Por un lado, no puede la contrabienaventuranza de la riqueza, sino la bienaventuranza de la
concebirse que la misión de la Iglesia camine por encima de las ne- justicia. Ni tampoco la justicia que se puede proponer es la que puede
cesidades y de los objetivos que le propone la historia, exigiéndole concebirse dentro del marco de la opulencia o de una espiritualidad
respuestas históricamente verificables y la consecución de unas metas materialista y ufana, ni en el de un espíritu de revancha o de exaltación
determinadas con medios apropiados. Pero, por otro lado, tampoco de la victoria.
puede concebirse que la Iglesia viva hasta tal punto inmersa en el
Lorenzo Milani, en su famosa carta al amigo comunista, escrita
camino histórico mundano que no se atreva a contradecirle y a ponerlo
en crisis con modelos de comportamiento procedentes de Jesús y que en el clima que se respiraba en Italia después de la victoria demo-
cristiana del 18 de abril de 1948, se declaraba solidario de las luchas
del obrero, pobre, comunista y derrotado. Pero con aguda intuición
4. Véase cómo en la misión de la India en algunas fases se dio la preferencia a la teológica se esforzaba en precisar el sentido de su solidaridad: «Me
evangelización de los brahamanes y otras a las de las castas inferiores, en A. Karokaran,
Evangelisation and diakonia: a study in the Indian perspective, Dharmaran, Bangalore 5. Cf. J. Moltmann, La Iglesia, fuerza del Espíritu, Sigúeme, Salamanca 1978,
1978, 7-82. 157-161.
276 Para una criteriologia Criterio de lo absoluto y de lo relativo 277

inclino a sufrir contigo, Pipetta, por las injusticias. Pero, créeme, me acción histórica, sobre todo en favor de la liberación de los pobres, a
inclino con repugnancia. Déjame que te lo diga sólo a ti. ¿Qué me un camino en cierto modo incoherente. Es un camino en zig zag que
habría importado a mí tu miseria? Si hubieras vencido tú, créeme, conduce, por un lado, hacia términos históricamente programables y
Pipetta, yo no habría estado de tu parte». Y luego, con un golpe de que se imponen a la responsabilidad histórica de la Iglesia y que, por
ingenio asombroso de tipo escatalógico, que maravilla en un hombre otro lado, se desvía misteriosamente de esos términos como llamado
tan comprometido en la vida social: «¿Te falta el pan? ¿qué quieres hacia un horizonte distinto y superior. Pero no está dicho que esta
que me importe eso a mí, cuando tengo la conciencia limpia de que desviación se agote en una mera huida hacia la escatología; es capaz
me ocurre a mí lo mismo? ¿qué quieres que me importe a mí, que de descubrir sin quererlo nuevos senderos de la misma historia, los
querría hablarte tan sólo de ese otro Pan que tú no me has pedido senderos de los derrotados de la historia, por los cuales el hombre
nunca desde aquel día en que volviste prisionero y acudiste con tu tiene que caminar también si ama más la paz que la victoria.
madre a recibirlo? Pipetta, todo pasa. Para el que muere cubierto de El otro modelo evangélico no homogéneo con la actividad mun-
llagas a la puerta de los ricos, el pan de Dios está más allá. Y es sólo dana, pero imperativo para la Iglesia, es el del perdón los enemigos.
esto lo que mi Señor me había ordenado que te dijera». Don Milani Se trata de imperatividad tan fuerte que el amor a los enemigos se
tiene la aguda percepción del gran salto cualitativo que hay que afrontar convierte en el signo distintivo del amor cristiano: «Si amáis a los que
en la batalla que combatir en solidaridad con los pobres, sobre la cual os aman, ¿qué mérito tenéis? ¿no hacen eso mismo los publícanos?
no muestra absolutamente ninguna indecisión, pero a la que sitúa en Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario?
un horizonte más amplio en el que él parece casi extraviado: «Tienes ¿no hacen eso mismo los paganos?» (Mt 5, 46 s). Se insiste en este
razón; sí, tienes toda la razón; entre ti y los ricos serás tú siempre, el
precepto y se le detalla escrupulosamente: amar, bendecir, hacer bien,
pobre, el que tenga razón. Pero qué pequeña es esta palabra que tú
rezar, no oponer resistencia a quien obra mal, no juzgar, no condenar,
me has hecho decir. ¡Qué poco capaz de abrirte las puertas del cielo
es esa frase justa que tú me has hecho decir!» El se siente bloqueado perdonar, dar en abundancia y sin reservas (Le 6, 27-38). El modelo
a la hora de pronunciar la gran palabra de la bienaventuranza tan sólo y la medida de ese amor es la bondad del Padre y el objetivo de este
por el hecho de sentirse, como Iglesia, situado en la parte vencedora. mandamiento es hacerse realmente hijos del Padre (Mt 5, 48; Le 6,
«Cuando por cada desgracia tuya yo sufra dos desgracias, cuando por 35 s.) y vencer el mal con el bien (Rom 12, 17-21). El perdón y el
cada derrota tuya yo sufra dos derrotas, Pipetta, aquel día... podré amor a los enemigos no se insertan ni mucho menos de una forma
finalmente abrir de nuevo la boca para pronunciar el único grito de homogénea en los procesos dirigidos por el criterio de la eficiencia
victoria digno de un sacerdote de Cristo: Pipetta, estás equivocado. histórica. La actividad sindical, política y algunas actividades profe-
¡Bienaventurados los pobres porque suyo es el reino de lo cielos!» sionales encontrarán en este mandamiento evangélico un elemento
Finalmente, la tensión parece resolverse en dirección hacia una línea perturbador de su lógica interna, que no podrá ignorarse. Sobre todo
programática bastante precisa que tiene en el Crucificado un punto de en una sociedad tan competitiva como nuestra sociedad industrial avan-
referencia, que obliga a dar un paso más después de cada meta al- zada, un modelo de comportamiento de este tipo se presenta como
canzada, en busca del que ha sido derrotado después de cada victoria, absolutamente incoherente. El problema no afecta solamente a los
a la solidaridad con el nuevo pobre, apenas ha sido liberado el antiguo individuos creyentes, sino a cada una de las comunidades cristianas
de su opresión: «El día que hayamos derribado juntos la puerta de que se colocan en la sociedad al lado de tantas fuerzas sociales que
algún parque, instalando los dos juntos la casa de los pobres en el pueden presentársele como competitivas o serle hostiles. Y el problema
palacio del rico, recuérdalo, Pipetta, no te fíes de mí; aquel día te afecta finalmente a toda la Iglesia católica en sus relaciones con el
traicioné. Aquel día ya no me quedaré contigo. Yo volveré a tu casucha mundo, con sus centros de poder, con las naciones, las fuerzas cul-
húmeda y maloliente para rezar por tí delante de mi Señor turales, sociales y políticas. En virtud del precepto del amor al ene-
crucificado6». migo, a pesar del carácter absoluto del mensaje y de la fuerte carga
de conflictividad que se deriva del mismo en el plano espiritual, cul-
En conclución, la bienaventuranza de la pobreza parece obligar a tural y político, la misión de la Iglesia no puede amar la conflictividad
la Iglesia, aunque sin librarla del deber de la máxima eficiencia en su, como si le proporcionase la mejor posición para una confrontación
entre el evangelio y el mundo, en la que pudiera encontrar sus mejores
6. M. Gesualdi (ed.), Lettere di don Lorenzo Milanipriore di Barbiana, Mondadori,
Milano 1977, 11-13.
oportunidades. Hay cristianos y comunidades cristianas que parecen
278 Para una criteriología Criterio de lo absoluto y de lo relativo 279

reavivarse apenas entran en conflicto con alguien, con las fuerzas copales que juzgan también inaceptable la lógica de la disuasión8.
políticas, ideológicas, religiosas, o con el Estado, mientras que se Estos aspectos que determinan la misión de la Iglesia en orden a la
entibian cuando viven en relaciones de armonía y de paz con su en- paz se han colocado siempre y se siguen colocando exclusivamente
torno. No es raro que situaciones de este género tiendan a legitimarse en la línea de la eficiencia histórica. No es que la Iglesia no tenga que
a través de la exaltación del martirio y del uso ideológico e impropio ponerse ni mucho menos en esta línea en su actividad cultural, social
de ciertos pasajes evangélicos (por ejemplo, Mt 12, 30; Le 6, 26). y política, ni que no deba calcular sobre la base de la experiencia
Sería interesante recordar entonces la antigua advertencia de Orígenes histórica y del conocimiento de la situación los efectos de tal o cual
para evitar ese falso martirio que tiene lugar cuando los mismos cris- actitud en orden a la posibilidad de evitar la guerra. Pero si los cálculos
tianos ofrecen a los perseguidores «una causa digna para una muerte políticos, aunque fuera por una finalidad indiscutible como la defensa
sin mérito7». El conflicto entre la Iglesia y otras fuerzas sociales no del derecho y de la paz, no se dejasen nunca atravesar por la propuesta
es nunca coherente con el modelo evangélico cuando se trata de un radicalmente nueva de «presentar la otra mejilla» y de «vencer el mal
conflicto de intereses; por eso el Vaticano II promete que la Iglesia con el bien» (Mt 5, 39; Rom 12, 21), no podríamos reconocer en la
«renunciará al ejercicio de ciertos derechos legítimamente adquiridos actitud de la Iglesia los signos del auténtico seguimiento de Cristo. El
cuando constate que su uso pudiera hacer dudar de la sinceridad de precepto del perdón a los enemigos determina realmente no sólo la
su testimonio o cuando nuevas circunstancias exijan otras disposicio- renuncia a la venganza, sino la confianza fundamental en la posibilidad
nes» (GS 76). El conflicto es legítimo y lleva al verdadero martirio de convertir al hombre por medio de la fuerza del amor. Semejante
cuando está enjuego el «evangelio», la proclamación de Jesús Señor, «política» no es fácilmente homologable -quizás no lo es de ningún
o cuando la Iglesia se ve envuelta en conflictos que agitan al mundo modo- con los grandes esquemas mundiales de la política internacio-
y la obligan a alinearse en defensa de la libertad y de los derechos del nal, pero la Iglesia por obediencia a su Señor no puede menos de
hombre, única imagen auténtica de su único Señor. Pero incluso en pensar que precisamente es de ella de lo que más necesita el mundo,
estos casos el modelo del amor al enemigo sigue siendo imperativo y sobre todo en este su peligro más extremo. Lo afirma Juan Pablo II
cuando exhorta a los científicos a la objeción de conciencia respecto
tiene que dirigir los sentimientos, el planteamiento de las relaciones
a la construcción de armas nuevas, recordándoles que «los profetas
y la determinación de los instrumentos con los que la Iglesia se con-
desarmados han sido objeto de burla en todos los tiempos, especial-
trapone a unos en defensa de otros. De todas formas me parece que mente por parte de los sagaces políticos del poder», pero preguntándose
el precepto evangélico obliga a la misión de la Iglesia no ya al nivel si «no deberá quizás hoy nuestra civilización reconocer que la hu-
máximo de conflictividad respecto a las circunstancias de su confron- manidad tiene necesidad de ellos»9. Lo mismo que la doxología, tam-
tación con las fuerzas mundanas, sino al nivel mínimo de resistencia. bién la opción del perdón y de la confianza en el amor se convierte
También habrá que preguntarse por las consecuencias que la sequela en una opción provocativa y capaz de producir nuevos interrogantes
Christi tendrá desde este punto de vista sobre la misión de paz de la por una invención de nuevos caminos en la búsqueda y en la realización
Iglesia; hay una lógica de la eficiencia que también aquí tendrá que de la paz. La Iglesia no puede liberarse de la necesidad de colocarse
ser superada por el modelo evangélico no homogéneo a la misma. El entre las fuerzas mundanas con su inteligencia, sus propuestas y su
derecho-deber de la defensa armada ha intentado siempre basarse éti- actividad en favor de una acción de paz que pretenda la eficiencia más
camente en una intención de paz, calculando que ésta puede verse inmediata, como tampoco de la necesidad de alejarse de ellas a través
asegurada con una resistencia eficiente al agresor o que puede incluso de propuestas que parezcan inaceptables a la astucia de la eficiencia
verse previamente protegida con el poder de la disuasión. Pues bien, histórica así como a la pretendida racionalidad, pero imperadas por el
esta línea lógica no puede ser seguida por la conciencia cristiana sin evangelio y que atestiguan con su novedad la novedad del Reino.
un examen crítico, que por lo demás es totalmente clásico en la ética
cristiana tradicional, sobre la moralidad de los medios adoptados para En este punto podríamos aludir a un tercer modelo evangélico no
lograr el fin. Así el Vaticano II condena la guerra total y la carrera homogéneo: la propuesta de la virginidad por el Reino. Pero la opción
de armamentos (GS 80-81), mientras que no faltan documentos epis-
8. Cf. Conferenza episcopale USA, La sfida della pace. La promessa di Dio e la
riostra risposta: II Regno/Doc. 28 (1983/13), 409-443; Vescovi olandesi, Pace e giustizia:
7. Orígenes, In Rom. 9, 30: PG 14, 1230, citado en H. Rahner, Chiesa e struttura II Regno/Doc. 28 (1983/21) 659-667.
política nel cristianesimo primitivo, Jaka Book, Milano 1970, 35. 9. Giovanni Paoio II, Discorso alia Pontifica Accademia delle scienze (12 noviembre
280 Para una criteriología

virginal no fue presentada por Jesús como imperativa de manera uni-


versal, a diferencia de las otras que acabamos de examinar. Además,
en este caso no parece que esta actitud de renuncia al matrimonio y 11
a la sexualidad tenga algún valor determinante en orden a una crite-
riología de la misión. Podría tenerlo en el caso del celibato de los Conclusión
sacerdotes y de los obispos, cuyo carisma ocupa un lugar central en
la actividad de la Iglesia. En efecto, su celibato se presenta con ca-
racteres bastante distintos del de los monjes, porque es funcional res-
pecto a su misión de servicio a la comunidad. Pero también en este
caso carece de imperatividad el modelo de la opción virginal a no ser
determinante en una criteriología de la misión, ya que se ha hecho
obligatorio debido a una norma eclesiástica de la Iglesia occidental y
no por un precepto evangélico ni por una tradición universal. Esto no
quita que la presencia en el cuerpo cristiano de esta forma de segui-
miento de Cristo tenga un papel importante, tanto en los religiosos
que «con su estado atestiguan espléndidamente y de forma singular
que el mundo no puede transfigurarse ni ofrecerse a Dios sin el espíritu
de las bienaventuranzas» (LG 31), como en el celibato de los sacerdotes Una vez llegados al final del accidentado camino de esta investi-
y de los obispos que se identifican con un espíritu esponsal con su gación, es natural que nos preguntemos cuál es la recompensa que
comunidad sirviéndole con un corazón indiviso en su misión (cf. 1 hemos alcanzado con nuestro esfuerzo.
Cor 7, 33 s.). Ciertamente, si ahora se me acercase un obispo y me preguntase
Como conclusión hemos de observar aún que la misión de la Iglesia («Usted que ha estudiado tanto, dígame...») qué es lo que debería
no tiene un camino lineal y uniforme. Vive en la tensión entre lo hacer su comunidad para cumplir fielmente con su misión, no sabría
absoluto de su mensaje y la contingencia y relatividad de su experiencia responderle mejor que antes a esta pregunta tan crucial e incluso no
de fe, con la cual se inserta de hecho en la historia. Pero además de se me ocurriría ninguna contestación. Hay cosas demasiado obvias
esto, en su participación en la vida laica y secular de los hombres, de para que podamos verlas como objeto de una respuesta plausible. Y
la que forma parte, la misión de la Iglesia responde no sólo a los hay cosas demasiado inéditas que brotan inmediatamente de las situa-
criterios de la eficiencia histórica que han de guiar su acción, sino ciones que sería demasiado necio querer que otros nos las programaran.
también a las necesidades derivadas imperativamente del modelo Jesús Pues bien, el haber caminado juntos por los meandros de la historia,
y que la obligan a saltos cualitativos, que hacen a su acción a veces el haber razonado críticamente sobre tantas diversas experiencias tiene
necesariamente «incoherente» respecto a la lógica de la eficiencia que habernos dado algún aliento. Y sobre todo debe habernos hecho
histórica y atestiguan la novedad y el carácter irreductible del Reino. más astutos a propósito de las muchas insidias que se esconden en los
modelos recibidos y en los esquemas de inteligencia que nos han
transmitido. También los nuevos modelos que nos estamos creando,
así como la nueva instrumentación hermenéutica que estamos adop-
tando, esconden sus propias trampas; no conviene que nos hagamos
demasiadas ilusiones. Pero el haber observado y el haber descubierto
las fuentes y los resultados de tantos procedimientos debería habernos
hecho navegantes más expertos en mantener la ruta debida.
Una vez hecha esta premisa de carácter general, el logro más
evidente de nuestra investigación podría consistir en el descubrimiento
de la irreductibilidad de la misión a una sola^ y unívoca línea de acción
<JMfr s*wdefe¡¿ft£8Jplamente en relación con su contrario: lo sagrado.
282 Para una criteriología Conclusión 283

frente a lo profano, lo sobrenatural contra lo natural, lo escatológico en él el señorío de Jesús, siendo como un fermento de la sociedad y
más allá de lo histórico, y así sucesivamente. O también al revés, de la historia con vistas al Reino, para el cumplimiento de los designios
como es lógico. Por el contrario, nosotros hemos descubierto la misión del Padre. En el acto misionero fundamental se nota el latido vital de
eomo una complejidad dinámica y no pocas veces dialéctica. Y hemos la Iglesia, que tendrá necesidad de verse canalizado y sostenido por
intentado descubrir el principio motor de esta complejidad dinámica: unas formas estructurales y por unos instrumentos específicos. Pero
el anuncio de que Jesús es el Señor. Es la riqueza, la virtualidad son las estructuras y los instrumentos los que encuentran su razón de
multiforme escondida en el acto de pronunciar esta afirmación lo que ser en la comunicación de la fe y no viceversa. Podrá decirse, cier-
da lugar a esa gama tan amplia de tonalidades diversas y a una rosa tamente, que dos o tres personas, por el mero hecho de que tiene lugar
de tantas direcciones distintas por las que la misión tiene la posibilidad entre ellas una comunicación de la fe, no hacen la Iglesia, ya que les
y la necesidad de ir desarrollándose. En esta afirmación la tentación faltan los sacramentos, no existe la jerarquía, no les protege la garantía
de la praxis llevada hasta sus últimas consecuencias puede conjurarse del dogma, etcétera. Pero también es verdad que el aparato dogmático
gracias a la posición de un principio muy alto que es absolutamente más ortodoxo, la estructura jerárquica más correcta, la celebración
vinculante, mientras que al mismo tiempo la asechanza de la posible sacramental más rica no nos darían más que el cadáver y no el cuerpo
reducción de la fe a una ideología puede quedar exorcizada por la vivo de la Iglesia si, paradójicamente, pudieran subsistir sin contener
apelación al seguimiento contenido en la narración de la historia de en ese aparato a dos o tres personas que creyeran en el Señor Jesús y
Jesús Señor que ponga de manifiesto las raíces de la misión en el que comunicaran entre ellas esa fe. El principio vital está, en donde
designio del Padre y su insospechable extensión, más allá de la historia está «el Espíritu que da la vida», impulsando los corazones y las voces
y de la geografía de la institución, por obra del Espíritu santo. Final- a la afirmación de Jesús Señor, poniendo en movimiento un proceso
mente, es el anuncio de Jesús Señor y la necesidad relacionada con de comunión capaz de difundirse hasta el infinito, así como de re-
él mismo de narrar cómo se cree en él y cómo se vive para él lo que conocerse, al estilo de esos ríos subterráneos que vuelven a manar en
hace que la misión se entremezcle con todas las vicisitudes de la historia otras partes, en cualquier otro sitio en que otros signos manifiesten el
de los hombres en medio de las cuales se lleva a cabo el anuncio. De mismo Espíritu en acción, afectando de este modo a toda la historia
esta manera la contemplación y la praxis histórica, la gratuidad de la de los hombres. Si esto es así, entonces no sólo no es posible proyectar
doxología y el eficientismo de la acción exigen que la complejidad una eclesiología que encomiende a otros el tema de la misión, sino
dinámica de la misión se compagine y conviva con todo ese entramado que tampoco se puede hacer de ella un capítulo añadido a un tratado
tan difícil. En conclusión, parece que no debe utilizarse con demasiada ya completo. Hacer de la misión el principio hermenéutico de la ecle-
facilidad el aut-aut, sino más bien el et-et en la búsqueda de la respuesta siología llevará consigo, como es lógico, la complicación de nuevas
sobre lo que hay que hacer en.la Iglesia. Y naturalmente, sin tener problemáticas. Ocurrirá lo mismo que ocurrió con el concilio Vaticano
ningún miedo en este punto de la dialéctica que habrá de mantener en II que, después de haber tratado sobre la naturaleza de la Iglesia, se
agitación el terreno en donde se actúa. vio obligado a tomar de nuevo en sus manos toda la cuestión inventando
Otro beneficio que nos parece que hemos adquirido es el de haber un tema nuevo respecto a toda la tradición magisterial, el de la relación
puesto en movimiento con esta investigación sobre la misión casi toda entre la Iglesia y el mundo, con lo que se descubrió cómo la Iglesia
la eclesiología. Es bien sabida la aspiración a encontrar una categoría y el mundo compartían el gaudium y la spes, así como el luctus et
que pueda servir de clave de interpretación global de la Iglesia: so- angor. Un paso de este género en la eclesiología habrá de ser nece-
ciedad, comunidad, comunión, sacramento, pueblo de Dios, etcétera. sariamente un paso hacia adelante.
O bien, según se dice en otras ocasiones, esta clave podría ser más El tercer logro de nuestra investigación consiste, por consiguiente,
bien una imagen que un concepto: el cuerpo de Cristo o la sponsa en la integración de la teología del mundo y de la historia dentro de
Verbi o alguna otra imagen por el estilo. Pues bien, ¿y si la clave de la reflexión eclesiológica. El mundo es el espejo de la Iglesia, ya que
comprensión del conjunto eclesial fuera precisamente la missiol ¿acaso la Iglesia se refleja en él y toma conciencia de su rostro en su en-
no es ella el punto de origen de la Iglesia y al mismo tiempo su tensión frentamiento vivo de cada día con el mundo. Las necesidades del
esencial hacia el Reino? El acto misionero fundamental, la comuni- mundo van modelando su misión, aun cuando no le proporcionen su
cación de la fe, comprende realmente una relación entre las personas substancia. Sin la confrontación con el mundo la Iglesia se situaría en
que, movidas por el Espíritu santo, actúan en el mundo proclamando un cortocircuito con el Reino y el Reino perdería el esplendor que le
284 Para una criteriología

corresponde de la renovación del cielo y de la tierra con «Dios todo


en todos». Incluso desde el punto de vista psicológico, sería una
tragedia el que la Iglesia viera en el mundo solamente el signo de los
confines que su misión no ha conseguido superar. Ver el mundo como
si fuera una Iglesia fracasada crea en algunos cristianos esa actitud de
desprecio y de intolerancia, de orgullo y de autoexaltación, que supone
un mentís del mensaje de esperanza del que ellos se dicen portadores.
Hay algunos hombres, decía una persona de buen humor, que parecen
haber heredado de Jesucristo tan sólo el látigo con que expulsó a los ÍNDICE GENERAL
mercaderes del templo. Pero ocurre algo peor con esos «profetas de
desventuras» que nos recuerda el cuarto evangelio, para los que cual- Introducción 9
quier distanciamiento de la sociedad respecto a la institución ecle-
siástica sería solamente una fuente de desdichas. Hay demasiados I. REVISIÓN HISTÓRICA 15
cristianos que esperan «contra el mundo» y no saben esperar «con el
mundo»; por eso nunca serán mensajeros creíbles de la buena noticia. 1. Misionología y eclesiología 19
Espero finalmente haber demostrado que la afirmación divulgada 1. El eclipse de un gran tema 20
en el ámbito de ciertas polémicas: «Si todo es misión, nada es misión», 2. «Volkskirche» y «Plantario ecclesiae» 22
es una afirmación falsa. Todo cristiano que tenga vida y toda comu- 3. De las «misiones» a la «misión» 26
nidad eclesial que no esté muerta es Iglesia en misión o no es Iglesia. 4. Misión y misterio 30
5. Conclusión 37
2. Esquemas hermenéuticos 41
1. Sagrado y profano 42
2. Salvación y perdición 46
3. Natural y sobrenatural 52
4. Historia y escatología 59
5. Doxología y praxis 64
6. Conclusión 75
3. Modelos históricos 79
1. La misión realizada 80
2. La misión preterida 89
3. La misión escondida 93
4. La misión «contra gentes» 102
5. La misión «ad gentes» 109
6. La misión histórico-salvífica 117
7. Conclusión 127

n. INTERPRETACIÓN TEOLÓGICA 131

4. Algunos datos bíblicos 135


1. El otro polo: el mundo , 136
2. Misión y autoidentificación de la Iglesia 141
índice general 287
¿«ñ índice general

a) Los salvados 141 III. PARA UNA CRITERIOLOGIA 239


b) Pueblo de Dios 142
c) La misión a los judíos y la misión a los paganos .. 145 8. Criterio de la universalidad 243
3. Misión: un problema de relaciones 149 1. Universalidad del destinatario 243
a) Las relaciones con Dios 150
2. Universalidad del sujeto 245
b) Las relaciones con las cosas 151
c) Las relaciones con la sociedad 154 9. Criterio de la laicidad 249
d) Las relaciones con la historia '"" 10. Criterio de lo absoluto y de lo relativo 257
5. El principio hermenéutico 163 1. El criterio de lo absoluto 257
2. El criterio de lo relativo 261
1. Principio histórico 164 3. Tensiones 265
2. El principio histórico como principio hermenéutico 167 4. El criterio de los modelos evangélicos 270
3. El principio como «buena noticia» 171
4. El principio desde el punto de vista del contenido 172 11. Conclusión 281
5. Conclusión 175

6. Los caracteres del anuncio 177

1. Carácter doxológico 177


a) Doxología litúrgica 178
b) Doxología martirial 181
2. Carácter decisivo 1 g2
a) El efecto discriminante 183
b) Frente a la aceptación jgg
c) Frente al rechazo r 87
d) Frente al mundo 191
e) El efecto político 193
3. Carácter narrativo 196
a) Narración sobre Jesús 196
b) Narración de la experiencia cristiana 200
4. Conclusión 205

7. La misión «de Trinitate» 207

1. Monoteísmo y misión 208


2. La hipótesis de una encarnación a-trinitaria 212
3. Encarnación del Hijo 215
4. En el horizonte del Padre 220
5. La misión del Espíritu 225
a) «Jesús Señor», gracia del Espíritu 225
b) El Espíritu y el sujeto de la misión 229
c) El Espíritu del amor 232
d) El sueño del Espíritu 234

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