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Charles L. Briggs1
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Doctor en Antropología. RESUMEN Este artículo analiza una contradicción enfrentada por los gobiernos de iz-
Profesor, Departamento de
Antropología, University
quierda de América Latina en sus esfuerzos por transformar la salud en un derecho
of California, Berkeley, social fundamental. Las políticas y prácticas que confrontan las desigualdades en salud,
EE.UU. * en general, no llegan a dirigirse a las inequidades en salud y comunicación; las distri-
buciones jerárquicas de los derechos dan forma al conocimiento legítimo en salud. El
artículo presenta un análisis etnográfico sobre la epidemia de una enfermedad misteriosa
–identificada clínicamente como rabia trasmitida por murciélagos– en la selva del Delta
Amacuro en Venezuela, en 2007-2008, centrado en cómo los padres y las madres que
perdieron entre 1 y 3 hijos e hijas lidian con inequidades agudas en salud y comunica-
ción en entornos clínicos, investigaciones epidemiológicas, trabajo con sanadores/as,
la cobertura de las noticias, las políticas de salud y la comunicación en salud. A partir
de demandas por parte de los y las residentes de la selva por una justicia comunicativa
en salud, el análisis utiliza la noción de autoatención propuesta por Menéndez para
explorar cómo la labor en salud y comunicación se coproduce con la labor de cuidado.
PALABRAS CLAVES Desigualdades en Atención de la Salud; Epidemiología; Barreras de
Comunicación; Medios de Comunicación; Venezuela.
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En este texto, profundizo en estas re- en la salud que reprodujo enormes inequida-
flexiones etnográficamente. De la misma des económicas, políticas y de salud a través
manera que el acceso a la atención de la sa- de la medicina clínica, la epidemiología y la
lud y el poder en las interacciones clínicas salud pública(6). Eventualmente, el enojo vin-
están definidos por las inequidades en salud, culado a las noticias periodísticas denigran-
las inequidades en salud y comunicación es- tes y la persistencia de condiciones de salud
tructuran quiénes pueden hablar y escribir, y cotidianas inadmisibles llevó a que el movi-
la voz y la escritura de quienes detenten el miento social indígena del Delta colocara a
capital simbólico en la biomedicina. ¿Cómo la salud como primer ítem de su agenda.
interactúan estos dos ejes en la salud-enfer- En el relato de la epidemia misteriosa
medad-atención? ¿De qué manera podrían que ocurrió en 2007 y 2008, a pedido de
las inequidades en salud y comunicación padres, madres, líderes de la comunidad, sa-
convertirse en factores causales que produ- nadoras y sanadores, y profesionales en en-
cen y estructuran las inequidades en salud? fermería, en el texto se utilizan los nombres
¿Las políticas de salud progresistas necesa- reales y, en particular, los de los niños y las
riamente mitigan las inequidades en salud y niñas que fallecieron; sin embargo, el equipo
comunicación? Sugiero en estas líneas que de investigación decidió utilizar pseudóni-
aquí hay una tarea central para la antropo- mos para los y las profesionales en medicina
logía de la salud en las Américas, una clave y epidemiología.
para lidiar con lo que quizá sea una de las El inicio de la epidemia fue durante la
deficiencias más flagrantes y uno de los obs- revolución socialista bolivariana de Chávez,
táculos más importantes en las políticas de que posicionó a la salud de la población
salud revolucionarias. venezolana y los derechos de los pueblos
originarios como ejes centrales. En julio de
2007, algunas criaturas comenzaron a morir
LA MUERTE Y LAS INEQUIDADES en Mukoboina, un poblado de alrededor de
COMUNICATIVAS EN UNA EPIDEMIA ochenta residentes (Figura 1)(7,8). A la fiebre le
MISTERIOSA seguía un dolor de cabeza que no respondía
a los antipiréticos o los remedios herbales, lo
que daba inicio a una búsqueda desesperada
La historia previa de los eventos de por una cura, generalmente, comenzando
2007-2008 yace en una epidemia de cólera con el curandero wisidatu de Mukoboina,
que mató a alrededor de 500 personas en la Inocencio Torres. Con posterioridad al dolor
selva del Delta Amacuro entre 1992 y 1993. de cabeza aparecía una extraña picazón en
La alta morbilidad y mortalidad debidas a las piernas, después un adormecimiento que
una infección bacteriana prevenible y trata- ascendía hasta la cadera. Al poco tiempo, las
ble reveló fallas graves en las infraestructuras personas enfermas no podían tragar comida
de salud y la falta de preparación para una y luego, ni siquiera líquidos. Experimentaban
epidemia de la Dirección Regional de Salud ansiedad, sueños extraños, alucinaciones
(DRS), que respondió aportando personal y, frecuentemente, convulsiones. El primer
médico, insumos y trasporte, además de la niño murió luego de asistir a diversas formas
coproducción –junto a periodistas regionales de sanación. Los familiares llevaron a los ni-
y nacionales– de una narrativa que adjudi- ños y las niñas a la enfermera local y luego a
caba la culpa de la epidemia a “la cultura del una clínica con un médico residente, donde
grupo étnico indígena Warao”: las personas las enfermeras bilingües y un médico recién
calificadas como indígenas, al parecer, no graduado intentaron con antibióticos, antipi-
podían entender la biomedicina por la persis- réticos, inhaladores y analgésicos. Las criatu-
tencia de creencias “antiguas” sobre espíritus ras salivaron abundantemente y la mayoría
y una dependencia a los “chamanes”. Esta experimentó hidrofobia. Sus familiares se
narrativa generó una étnica binaria basada endeudaron para procurar el uso de canoas
motorizadas, aceite y gasolina, dado que los Conrado y su hermano Enrique comenzaron
derivaron al hospital de la capital del estado su propia investigación, invitando a Clara,
donde, a su vez, los derivaron a unidades de Tirso Gómez, Norbelys Gómez y a mí a for-
terapia intensiva y a especialistas en áreas mar parte. Mientras viajábamos a cada po-
metropolitanas; sin embargo, todas las criatu- blado en donde habían ocurrido estas muertes
ras volvieron en ataúd. poco comunes, convocamos a reuniones que
Una segunda ola de casos comenzó en incluían a los padres y las madres y la pobla-
enero de 2008, y una tercera tuvo lugar en ción en general. Sus testimonios, junto a una
junio de 2008, abarcó una zona aún más ex- revisación clínica de una paciente, le permi-
tendida y causó 16 muertes en dos meses. En tió a Clara llegar al diagnóstico presuntivo de
total, murieron 32 niños y niñas y seis jóvenes rabia. La mayoría de las personas enfermas
en el Bajo Delta. Profesionales en epidemio- habían sufrido, durante la noche, la morde-
logía visitaron Mukoboina en repetidas oca- dura de murciélagos vampiros uno o dos me-
siones, pero no pudieron descifrar la causa. ses antes de haber desarrollado los síntomas,
La población creía que las personas res- indicando la vía probable de trasmisión.
ponsables del sector salud a nivel regional Lo anterior describe la epidemia en tér-
eran indiferentes. Cuando los padres y las minos biomédicos, funcionalistas y lineales.
madres exigieron respuestas, el presidente Sin embargo, mi enfoque en este artículo es
del Comité de Salud, Conrado Moraleda, acerca de cómo las formas de cuidado rea-
presentó las evidencias de la epidemia a lizadas por personas sanadoras, personas
la legislatura estatal y a la prensa y, ante el legas y profesionales de la biomedicina se
descontento por el hecho de que personas entretejían con prácticas de salud y comuni-
clasificadas como indígenas cuestionaran cación complejas e interconectadas, y cómo
su autoridad, desde el sector se dedicaron a algunas fueron autorizadas mientras otras
encubrir la epidemia. Durante la tercera ola, fueron denigradas. Menéndez aboga por una
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epidemiología de los saberes médicos(4), para negaron a escuchar sus relatos. Uno por uno,
documentar todas las perspectivas y prácticas los padres –todos varones salvo una madre–
que se relacionan con la salud, la enferme- se acercaron al centro de la casa y relataron
dad y la atención. De igual manera, es nece- los esfuerzos por salvar a sus criaturas.
saria una epidemiología de las prácticas en Graciano Florín es más fornido que la
salud y comunicación. Adopto la negación mayoría de las personas de Mukoboina, tiene
etnográfica de Menéndez a estructurar y res- el pelo castaño corto y voluminoso, la cara
tringir la indagación de antemano y limitarla ancha y apenas la traza de un bigote. Con
a la examinación de un objeto a priori(9); poco más de 30 años de edad, él y su esposa
cuestiono aquí las definiciones a priori de Matilse Carrasqueño tenían un hijo y dos hi-
“los medios” y “la comunicación”(10), ade- jas en julio de 2007. Ángel Gabriel tenía 11
más de la medicina clínica, la epidemiología años, Adalia 6, y Mary tan solo unos meses.
y el acto de curar. He argumentado en otro Ángel Gabriel fue el tercer niño en desarro-
texto que las nociones hegemónicas respecto llar esta “fiebre extraña”; sus síntomas, ade-
a los “medios” y la “comunicación” están más de fiebre, eran dolor de garganta, dolor
incrustadas en la epidemiología crítica y la de cabeza y dolores corporales seguidos, al
medicina social, limitando su capacidad de tercer día, por salivación profusa. Graciano
ofrecer marcos emancipatorios(11). Al analizar y Matilse consultaron con Inocencio, pero
la epidemia, mi objetivo es extender este ar- como él había intentado tratar a dos niños
gumento etnográficamente, y examinar cómo con síntomas iguales sin éxito, sugirió:
las inequidades en salud y comunicación
pueden estructurar la medicina clínica, la Los wisidatus pensamos que la enfer-
epidemiología, la sanación, la construcción medad es demasiada peligrosa, dema-
de políticas, la comunicación en salud y los siados se enferman y mueren. Cuando
medios de salud, perjudicando los esfuerzos hay enfermedad hebu la extraemos, y
de transformación revolucionaria. los pacientes se recuperan. Pero cuando
tratamos a estos pacientes, no pasa
nada. Los médicos tienen medicamen-
HACIA UNA EPIDEMIOLOGÍA tos, deberíamos llevarles los pacientes.
DE LAS VIOLENCIAS EN SALUD Y [Traducción del warao]
COMUNICACIÓN
Graciano y Matilse llevaron a Ángel Ga-
briel del otro lado del río, al enfermero José
Al acercarnos a Mukoboina en el bote, se Pérez. Como había hecho con una paciente
podía palpitar la emoción y las expectativas. previa de dos años de edad, Yuri Torres, José
Mientras el resto del equipo cruzó el muelle utilizó analgésicos y soluciones de rehidrata-
y entró en la casa de Inocencio Torres, líder ción endovenosa, pero la fiebre permaneció:
comunitario y sanador wisidatu del poblado,
Inocencio se metió conmigo en el bote. Fui- Yo pensé, ¿qué será eso? Aquí llegan
mos casa por casa convocando a una reu- casos de fiebre. Yo les bajo la fiebre con
nión. Por haber hablado con las familias en un analgésico, y a los dos días no les da
clínicas y velatorios, Conrado sabía que las más fiebre. Pero fue una fiebre que con
familias que habían perdido a sus hijos e la medicina, igualito, igualito y hasta
hijas en la epidemia buscaban un foro para más, que se empeoraba más.
poder contar el conocimiento que habían ad-
quirido mientras se trasladaban de lugar en Llevó la familia a la clínica de Naba-
lugar, de experticia en experticia. Se habían sanuka, con la esperanza de que el médico
reunido de manera similar cuando habían y el personal de enfermería podrían salvar a
llegado los profesionales en epidemiología, Ángel Gabriel y enseñarle cómo tratar casos
pero se frustraron cuando estas personas se similares a futuro.
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comunicación. Con cada paso, el conoci- había quedado al cuidado de su abuela, tenía
miento de Graciano y Matilse se fue deva- “la misma fiebre”. A pesar de sus dudas res-
luando, se involucraba a ambos cada vez en pecto al cuidado que había recibido Ángel
menos conversaciones, y se les otorgó cada Gabriel, la llevaron al amable médico joven
vez menos lugar para ofrecer sus observacio- y aceptaron –luego de consultar con varias
nes y hacer preguntas. La forma en que per- personas sanadoras especialistas de alta je-
cibieron el cuidado dado a Ángel Gabriel no rarquía– otro viaje a los hospitales urbanos.
se podía separar de las inequidades en salud Cuando ella murió en la unidad de terapia
y comunicación con las cuales fue coprodu- intensiva en Maturín, profesionales en pe-
cido. Las percepciones de la pareja respecto diatría y toxicología sospecharon envenena-
de la producción de las inequidades en salud miento con mercurio. Enviaron muestras al
y las inequidades en salud y comunicación Instituto Nacional de Higiene en Caracas,
se transformaron en amargura y enojo al abrir las cuales, aparentemente, fueron perdidas.
el ataúd de Ángel Gabriel en Mukoboina: le El epidemiólogo regional, Froilán Godoy, or-
habían realizado una autopsia en el hospital ganizó una comisión y salió inmediatamente
sin pedir consentimiento ni ofrecer explica- para Mukoboina. Se enfocó en intoxicación
ciones o informar los resultados. Entendieron por mercurio, y revisó las casas por posibles
el silencio del personal respecto de la autop- fuentes, desde los techos de paja hasta los
sia como lo que Roman Jakobson llama un desechos. El estatus de Mukoboina como
“signo-cero”: una señal comunicativa que ex- foco epidemiológico incentivó otras visitas.
presa claramente su significado a través de la Un equipo de profesionales de Cuba, relacio-
falta de un significante(12). nado con Misión Barrio Adentro, el sistema
En este y muchos otros testimonios, los de salud paralelo establecido en conjunto
padres y las madres hablaron con elocuencia por los gobiernos de Cuba y Venezuela,
y, con frecuencia, amargura– sobre la manera compiló información particularmente valiosa
en que los actos de cuidado se coproducían sobre los primeros diez casos.
con actos de injusticia en salud y comunica- Las investigaciones epidemiológicas fue-
ción. Este patrón se extendió más allá de las ron estructuradas por las inequidades en salud
clínicas y los hospitales. Personas sanadoras y comunicación. Cuando llegaron visitantes,
de varias especialidades participaron activa- la población esperaba participar en un inter-
mente en nuestra investigación, y entrevisté a cambio de conocimientos. Se reunieron con
muchas de ellas luego de la epidemia, quie- emoción, con intención de compartir sus his-
nes relataron sus esfuerzos por entender por torias y detallar sus propias observaciones, los
qué habían fallado sus intentos de interven- cuidados que habían recibido sus hijos e hijas
ción. Me sorprendió observar que también y la acumulación del trabajo de salud y comu-
menospreciaran las observaciones de los pa- nicación que extendieron de la casa hasta las
dres y las madres, quienes hacían preguntas, casas de las personas enfermas, las clínicas y
y algunas personas sanadoras estaban más los hospitales. Los y las profesionales en epi-
abiertas que otras a escuchar sus relatos. Sin demiología, sin embargo, no se interesaban
embargo, no consideraban a la familia como por sus historias; hicieron preguntas puntuales
pares en la producción de conocimientos, relacionadas con cada niño o niña (nombre,
sino solo como una fuente de detalles relati- edad, sexo, síntomas, fecha de inicio, fecha de
vamente desinformada y poco confiable que muerte), buscaron “datos de interés higiénico-
solo ellas, como personas sanadoras, podían epidemiológicos” y “revisar su entorno”(13). Al
transformar en conocimiento relevante, a ser negado su estatus de productores de cono-
partir de sus criterios diagnósticos. Menén- cimiento, los padres y las madres de Muko-
dez(4) hace observaciones similares. boina se enojaron; entendieron la negativa
Al volver a su casa con el cuerpo de Án- de escuchar sus narrativas por parte de sus
gel Gabriel, Graciano y Matilse se enteraron visitantes como otro signo-cero –una brecha
de que su hermana de seis años, Adalia, que comunicativa profunda– y las visitas como
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FORMA DE CITAR
Briggs CL. Descubriendo una falla trágica en las políticas revolucionarias de salud: desde las inequidades en salud y
comunicación a la justicia comunicativa en salud. Salud Colectiva. 2017;13(3):411-427. doi: 10.18294/sc.2017.1152.
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Traducido del inglés por Vanessa Di Cecco
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