Está en la página 1de 5

Presbiteriano Reformado

El Pacto Nacional

LA CONFESIÓN DE FE DE LA IGLESIA DE ESCOCIA O, EL PACTO NACIONAL

Josué 24:25 – Entonces Josué hizo pacto con el pueblo el mismo día, y púsole ordenanzas y leyes en Sichêm.

2 Reyes 11:17 – Entonces Joiada hizo pacto entre Jehová y el rey y el pueblo, que serían pueblo de Jehová y
asimismo entre el rey y el pueblo. Isaías 44:5 – Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de
Jacob, y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel. LA ASAMBLEA EN
EDIMBURGO, el 30 de agosto de 1639. La sesión 23. ACTO ordenando, por la Autoridad Eclesiástica, la Suscripción de la
CONFESIÓN DE FE y el PACTO, con la Declaración de la ASAMBLEA.

La asamblea general considerando la gran felicidad que puede fluir de una unión repleta y perfecta de esta iglesia y el
reino, en uniendo de todos en uno y en el mismo Pacto con Dios, con la Majestad del Rey, y entre nosotros mismos;
teniendo, por nuestro gran juramento, declarado la rectitud y la lealtad de nuestras intenciones en todos nuestros actos;
y habiendo suplicado además a su Comisario alto de su Majestad y los Señores de su Majestad el Concilio Privado
honorable, para imponer, por el acto del concilio, todos los señores feudales en la venida de tiempo de suscribir la
Confesión de Fe y el Pacto; en que, como un testimonio de nuestra fidelidad a Dios y a la lealtad a nuestro Rey, nosotros
nos hemos abonado: Y viendo que su Comisario alto de su Majestad y a los Señores del Concilio Privado honorable de
su Majestad, han otorgado el deseo de nuestra súplica, ordenando, por la autoridad civil, todos sus señores feudales
de su Majestad, en la venida del tiempo, para que suscriban al Pacto mencionado: que nuestra unión pueda ser el más
repleto y perfecto, nosotros, por nuestro acto y constitución eclesiástico, aprobamos el Pacto mencionado en todas las
secciones y cláusulas del mismo; y ordenamos de nuevo, bajo toda censura eclesiástica, que todos los maestros de
universidades, de los colegios y de las escuelas, todos eruditos en el paso de sus grados, todas personas sospechadas
del Papismo, o de cualquier otro error; y finalmente, a todos los miembros de esta iglesia y reino, que suscriban al
mismo, con estas palabras en el prefacio de su suscripción “El artículo de este Pacto, que estaba en la primera
suscripción que se refirió a la determinación de la asamblea general, siendo determinado; y con lo cual los cinco artículos de
Perth, el gobierno de la iglesia por obispos/prelados, los lugares y el poder civil de laicos, sobre las razones y los
motivos contenidos en los actos de la asamblea general, declaró ser ilegal dentro de esta iglesia; nosotros nos
suscribimos según lo mencionado.” Y ordenamos el Pacto, con esta declaración, de ser insertado en los registros
de las asambleas de esta iglesia, el consistorio, provincial y presbiteral ad perpetuam rei memoriam. Y en toda humildad
suplicamos a Comisario alto de su Majestad y los Estados honorables del Parlamento, por su autoridad, de ratificar e
imponer el mismo, bajo todos penas civiles; que tenderá a la gloria de Dios, la conservación de la religión, el honor del
Majestad del Rey y la paz perfecta de esta iglesia y reino.

CHARLES I. Parlamento 2. Acto 5.

ACTO con respecto a la Ratificación del PACTO, y de la suplicación de la Asamblea, el Acto del Concilio y el Acto de la
Asamblea con respecto al Pacto.

EN EDIMBURGO, el 11 de junio de 1640.

Los Estados del Parlamento actualmente convocado por su autoridad especial del Majestad, acerca de la súplica de la
asamblea general en Edimburgo, el 12 de agosto 1639, a su Comisario alto de su Majestad y los Señores de su
honorable Concilio Privado de la Majestad; y el acto del concilio del 30 de agosto 1639, conteniendo la respuesta del
dicho súplica; y el acto del dicho asamblea general, ordenando, por su constitución eclesiástica, la suscripción de la
Confesión de Fe y el Pacto mencionado en su súplica: y además, suplicando su Majestad para ratificar e imponer el
mismo por su autoridad real, bajo todos dolores civiles, como tendiendo a la gloria de Dios, la conservación de la religión,
el honor de la Majestad del Rey y de la paz perfecta de esta iglesia y reino; ratifica y aprueba el dicho suplicación, el acto
del concilio y el acto de la Asamblea; y, conforme a eso, ordena y manda que el dicho Confesión y Pacto que sea jurado
por todos los sujetos del Majestad de cualquier rango y calidad que sean, bajo todos dolores civiles; y ordena el dicho
suplicación, el acto del concilio, y el acto de la Asamblea, con la Confesión entera y el Pacto, sean añadidos y registrados
en los actos y libros del Parlamento; y ordena también el mismo de ser presentado en la entrada de cada parlamento, y,
antes que ellos avancen a cualquier otro obra, que el mismo sea leído públicamente y jurado por los miembros enteros
del parlamento que tienen la voz en eso; sino los que se niegan a abonarse y jurar al mismo no tendrá lugar ni voz en
el parlamento: Y en lo mismo, ordena a todos los jueces, magistrados, u otros oficiales, de cualquier lugar, rango, o
calidad y los ministros en su entrada al ministerio, de jurar y abonarse al mismo Pacto el cual su curso sigue.
ELPACTO NACIONAL; O, LA CONFESIÓN DE FE: Firmado primeramente por la Majestad del Rey y por su familia, en el
año 1580; luego por toda persona de todo rango en el año 1581, por orden de los Lores del consejo secreto, y por las
http://presbiterianoreformado.org (C) 2007 Presbiteriano ReformadoUn projecto de CovenantEDesign
Presbiteriano Reformado

actas de la Asamblea General; nuevamente firmado por toda clase de personas en el año 1590, por una nueva orden
del concilio, a petición de la Asamblea General: con un contrato general para mantener la verdadera religión cristiana, y la
persona (dignidad) del Rey; y junto con una determinación y promesa – por las causas que se mencionarán
después, para preservar la verdadera religión, y la majestad del Rey, de acuerdo a la Confesión y actas del Parlamento
antes mencionados, firmados por Barones, Nobles, Burgueses, Ministros, y [Cámara de] Comunes, en el año 1638:
aprobada por la Asamblea General de 1638 y de 1639; y nuevamente firmada por personas de toda clase y posición en el
año 1639, por una orden del concilio, a petición de la Asamblea General, y acta de la Asamblea General, ratificada por
un acta del Parlamento de 1640: y firmada por el Rey Carlos II, en Spey, el 23 de Junio de 1650, y en Scoon, el 1 de
Enero de 1651. TODOS y cada uno de nosotros (que hemos firmado este documento) protestamos: Que, después de un
adecuado y extenso examen de nuestras propias conciencias en asuntos de lo que es religión verdadera y religión falsa,
estamos ahora totalmente resueltos en la Verdad por la Palabra y por el Espíritu de Dios. Por tanto, creemos con
nuestros corazones, confesamos con nuestras bocas, firmamos con nuestras manos y afirmamos constantemente, ante
Dios y ante el mundo entero, que ésta es la única fe y religión cristiana verdadera, grata ante Dios, trayendo salvación al
hombre, que ahora – por la misericordia de Dios – es revelada al mundo por la proclamación del bendito
Evangelio. Y el cual es recibido, creído y defendido por muchas y varias iglesias y reinos notables (pero principalmente
por la iglesia de Escocia, por la Majestad del Rey y por los tres estados de este reino), como la Verdad eterna de Dios y
como el único fundamento de nuestra salvación, y que está expresado más detalladamente en la Confesión de nuestra
Fe (establecida y públicamente confirmada por varias Actas del Parlamento); y que ahora (desde mucho tiempo) ha
sido abiertamente profesado por la Majestad del Rey, y por toda esta nación tanto en municipios como en ciudades. A
esta Confesión y Forma de Religión nosotros voluntariamente concordamos en nuestras conciencias con cada punto, en
[afirmar] que ésta es la indudable verdad y realidad de Dios, fundamentada solo en su Palabra escrita. Así pues,
aborrecemos y detestamos toda religión y doctrina contrarías; pero en especial todo tipo de religión del papado [católico-
romana] en puntos generales y en puntos particulares, así como estos se hallan ahora condenados y refutados por la
Palabra de Dios y por la iglesia de Escocia.Pero detestamos y rehusamos, en especial, la autoridad de ese Anticristo
Romano [el Papa] que ha usurpado por encima de las Escrituras de Dios, [imponiéndola] sobre la Iglesia, sobre el
magistrado civil y sobre las conciencias de los hombres. [Detestamos y rehusamos] todas sus leyes tiránicas impuestas
sobre cosas de segunda importancia en contra de nuestra libertad cristiana; su doctrina errónea contra la suficiencia de la
Palabra escrita, contra la perfección de la ley, contra los oficios de Cristo y contra su bendito Evangelio; su perversa
doctrina del pecado original, su posición contra la verdad acerca de nuestra incapacidad natural y rebelión contra la ley de
Dios, nuestra justificación solamente por la fe, nuestra santificación y obediencia a la Ley imperfectas; la naturaleza,
número y uso de los sacramentos santos; sus cinco sacramentos bastardos[ilegítimos], con todos sus ritos, ceremonias
y doctrinas falsas, añadidas al ministerio de los verdaderos sacramentos sin la autorización de la Palabra de Dios; su
juicio cruel contra los bebés muriendo sin el bautismo; su necesidad absoluta del bautismo [para salvación]; su opinión
blasfema de la transubstanciación, o la presencia real del cuerpo de Cristo en los elementos, y el recibirlos por mano de
un hombre impío o grupo de hombres impíos; sus reglamentos con juramentos solemnes y perjurios respecto a
matrimonios consanguíneos prohibidos en la Palabra; su crueldad contra la víctima inocente de un divorcio; su misa
diabólica; su sacerdocio blasfemo; su sacrificio profano para los pecados de los muertos y de los vivos; su canonización de
hombres; invocando y rezando a ángeles o a santos muertos, rindiendo culto a las imágenes, reliquias y cruces;
dedicando iglesias, altares y días; haciendo votos[mandas] a criaturas; su purgatorio, sus oraciones por los muertos;
orando o hablando en lengua extraña, con sus procesiones y letanía blasfema y la multitud de intercesores o
mediadores; sus múltiples órdenes, sus confesiones auriculares; sus arrepentimientos desesperanzados é inseguros; su
fe general y dudosa; su satisfacción [que ofrece] por los pecados de los hombres; su justificación por obras, su opus
operatum, sus obras de supererogación, sus méritos, sus perdones, sus peregrinaciones y sus estaciones [de la cruz]; su
agua bendita, su bautismo de campanas, el conjurar espíritus, sus santiguadas, sus ungimientos, sus conjuraciones, el
santificar supersticiosamente las criaturas buenas de Dios; su monarquía mundana y su jerarquía impía; sus tres votos
solemnes, con todos sus frailes de varios tipos; sus decretos sangrientos y erróneos hechos en el Concilio de Trento (con
toda esa cuadrilla cruel y sangrienta que los firmó o aprobó, y que se conjuró contra la Iglesia de Dios). Y finalmente,
detestamos todas sus vanas alegorías, ritos, cenas y tradiciones traídas dentro de la iglesia, sin o contra la Palabra de
Dios y contra la doctrina de esta iglesia verdaderamente reformada; a la cual nos unimos voluntariamente en doctrina,
en fe, en religión, en disciplina y en el uso de los sacramentos santos, como miembros vivos de dicha iglesia en Cristo
nuestra cabeza. Prometemos y juramos, por el gran nombre de JEHOVÁ nuestro DIOS, que continuaremos en
obediencia a la doctrina y disciplina de esta iglesia y que la defenderemos, de acuerdo a nuestra vocación y fuerzas,
todos los días de nuestra vida; bajo las penas contenidas en la ley, y bajo peligro tanto de cuerpo como de alma en el día
del temible juicio de Dios.Y viendo que muchos son movidos por Satanás y por ése Anticristo Romano, de prometer,
jurar, firmar y por un tiempo usar los santos sacramentos en la iglesia engañosamente, contra sus propias consciencias
(ocupándose por este medio en pervertir y trastornar secretamente la religión verdadera de Dios dentro la Iglesia)
primero, al amparo de religión fingida y después, cuando el tiempo sea conveniente, volverse enemigos abiertamente y
perseguidores de la misma, (bajo la vana esperanza de obtener dispensaciones del Papa, inventadas contra la Palabra
de Dios, para su mayor confusión, y para su doble condenación en el día del Señor Jesús). Así pues (deseando quitar
toda sospecha de hipocresía, y semejante deslealtad contra Dios y contra su Iglesia), protestamos e invocamos Aquél
que escudriña todos los corazones como testigo, que nuestras mentes y corazones están totalmente de acuerdo con
ésta nuestra Confesión, con nuestra promesa, con nuestro juramento y con nuestra suscripción (declaración): de tal manera
que ninguna consideración terrenal nos mueve ni nos persuade, sino solamente nuestra conciencia (por medio del
conocimiento y del amor de la verdadera religión de Dios grabada en nuestros corazones por el Espíritu Santo) así como le
hemos de dar cuenta en el día cuando los secretos de todos los corazones serán revelados. Y porque apercibimos, que
http://presbiterianoreformado.org (C) 2007 Presbiteriano ReformadoUn projecto de CovenantEDesign
Presbiteriano Reformado

la quietud y firmeza de nuestra religión y de nuestra iglesia depende en sí en la seguridad y en el buen comportamiento de
la Majestad del Rey (como un instrumento adecuado de la misericordia de Dios concedida a este país, para conservar su
iglesia, y para administrar justicia entre nosotros), protestamos y prometemos con nuestros corazones (bajo el mismo
juramento, bajo el mismo escrito firmado y bajo las mismas penas) que, al defender la causa de Cristo, su Evangelio, las
libertades de nuestro país, la administración de justicia y el castigo de la iniquidad, defenderemos su persona (dignidad) y
su autoridad con nuestros bienes, con nuestros cuerpos y con nuestras vidas, contra todos los enemigos por dentro o
por fuera de este reino (implorando a nuestro Dios que sea nuestro fuerte y misericordioso defensor en el día de nuestra
muerte, y en la venida de nuestro Señor Jesucristo; a quien, con el Padre, y con el Espíritu Santo, sea toda honra y
gloria eternamente. Amén). ASÍ COMO muchos decretos del Parlamento, no solo en general abrogan, anulan, y
cancelan todas las leyes, estatutos, constituciones, cánones civiles y municipales, con cualquier otra ordenanza y pena
necesaria (hechos para dañar la verdadera religión, y a los que la profesan; o dañar la verdadera iglesia y su disciplina,
jurisdicción y libertad; o para favorecer la idolatría y superstición o para favorecer la iglesia del Papa), tales como: (Acta 3,
Acta 31, Parlamento 1; Acta 23, Parl. 11; Acta 114, Parl.12 del Rey Jacobo VI) que [dicen] que el papado y las
supersticiones sean totalmente suprimidos, de acuerdo al propósito de las Actas del Parlamento, repetidas en la quinta
Acta, Parl.20, Rey Jacobo VI. Y para ese fin ordenan que todos los que son de la religión del Papa y todo sacerdote, sean
castigados con múltiples penas civiles y eclesiásticas (porque son enemigos de la verdadera religión de Dios, predicada
y por ley establecida, dentro de esta nación (Acta 24, Parl. 11, Rey Jacobo VI); porque son enemigos comunes a todo
gobierno cristiano (Acta 18 , Parl.16, Rey Jacobo VI); porque son rebeldes y contradicen la autoridad de nuestro
soberano Señor (Acta 47, Parl.3, Rey Jacobo VI); y porque son idolatras (Acta 104, Parl. 7, Rey Jacobo VI). Pero,
también, en particular (por y sobre la Confesión de Fe) revocan y condenan la autoridad y potestad del Papa fuera de
esta nación y ordenan que los que la mantengan sean castigados (Acta 2, Parl. 1; Acta 51, Parl. 3; Acta 106, Parl. 7; Acta
114, Parl. 12, Rey Jacobo VI); condenan la doctrina errónea del Papa, o cualquier otra doctrina errónea repugnante
[contraria] a cualquiera de los artículos de la verdadera religión cristiana (públicamente predicada y por ley establecida en
este reino) y ordena que los propagadores y fabricantes de libros o de calumnias (o cartas o escritos de esa naturaleza)
sean castigados (Acta 46, Parl. 3; Acta 106, Parl. 7; Acta 24, Parl. 11, Rey Jacobo VI); condenan todos los bautismos
que son conforme a la iglesia del Papa, y condenan la idolatría de la misa; y ordena que todos los que dicen, que oyen
(deliberadamente) y que sostienen en oculto la misa (y los que retienen y vuelven a levantar sacerdotes, jesuitas y
mercenarios de indulgencias de parte del Papa) que sean castigados sin ninguna excepción (Acta 5, Parl. 1; Acta 120,
Parl. 12; Acta 164, Parl. 13; Acta 193, Parl. 14 ; Acta 1, Parl. 19; Acta 5, Parl. 20, Rey JacoboVI); condenan todo libro y
escrito erróneo que contienen doctrinas erróneas contra la religión que se profesa actualmente, o que contienen ritos
supersticiosos y ceremonias papísticas [católico-romanas], por medio de las cuales la gente es grandemente atropellada;
y ordena que los que las introducen a sus hogares sean castigados (Acta 25, Parl. 11, Rey Jacobo VI); condenan los
monumentos y las heces o basura de la idolatría pasada (por ejemplo visitando cruces, observando días festivos de
santos, y otras tales supersticiones y ritos papísticas[católico-romanas]) que son para la deshonra de Dios, para el
menosprecio de la verdadera piedad, y para promover errores enormes entre el pueblo; y ordena que los que se apegan
a tales cosas, por idólatras, sean castigados en la segunda ofensa (Acta 104, Parl. 7, Rey Jacobo VI). Así como muchas
Actas del Parlamento son formuladas para mantener la verdadera religión cristiana de Dios, y su pureza (en doctrina y en
sacramentos de la iglesia verdadera de Dios); de su libertad e independencia (en sus asambleas nacionales y
sinodicales, en sus presbiterios, consistorios, reglamentos, disciplina y jurisdicción); como esa pureza de religión y de
libertad de la iglesia fue usada, profesada, ejercida, predicada y confesada, de acuerdo a la reforma de religión en este
reino (por ejemplo: Acta 99, Parl. 7; Acta 25, Parl. 11; Acta 114, Parl.12; Acta 160, Parl. 13 del Rey Jacobo VI., ratificado
por el Acta 4 del Rey Carlos). De manera que (Acta 6, Parl.1 y Acta 68, Parl. 6 del Rey Jacobo VI), en el año de Dios
1579, declaraba – los ministros del bendito Evangelio (a quienes Dios por su misericordia había levantado, o
después levantaría), concordando con ellos los que entonces viviesen, en doctrina y en la administración de los
sacramentos; y el pueblo que profesaba a Cristo (según Él era entonces ofrecido en el evangelio, y se comunicaba a
través de los santos sacramentos (como en la iglesia reformada de este reino se administra en el presente) de acuerdo
a la Confesión de Fe – ser la verdadera y santa iglesia de Cristo Jesús dentro de este reino. Y decreta y declara a
todos los que contradicen la Palabra del Evangelio recibido y aprobado (así como las secciones principales de la
Confesión de Fe – profesada por el Parlamento en el año de Dios 1560; también estipulada en el primer
Parlamento del Rey Jacobo VI; y ratificada en este Parlamento actual – lo expresan en mayor detalle); o los que
rehúsan la administración de los santos sacramentos (tal como fueron entonces ministrados), que no son miembros de
dicha iglesia dentro en este reino y de la religión verdadera que actualmente se profesa, en tanto que ellos se mantengan
divididos de la sociedad del Cuerpo de Cristo. Y en la subsecuentemente Acta 69, Parl. 6 del Rey Jacobo VI declara,
que no hay otra forma de iglesia, ni otra forma de religión, de la que (por el favor de Dios) fue actualmente en ese tiempo
establecida dentro de este reino [con estas palabras] "La cual siempre se ha llamado la verdadera religión de Dios, la
verdadera religión de Cristo, y la verdadera religión cristiana, y una religión perfecta"; y que (por múltiples Actas del
Parlamento) todos dentro de este reino están obligados a profesar, y que están obligados a firmar sus artículos, la
Confesión de Fe, a retractarse de toda doctrina y todo error contrario a cualquiera de los dichos artículos (Acta 4 y 9, Parl.
1; Acta 45, 46, 47, Parl. 3; Acta 71, Parl. 6; Acta 106, Parl. 7; Acta 24, Parl. 11; Acta 123, Parl. 12; Acta 194 y 197, Parl.
14 del Rey Jacobo VI). Y todo magistrado, alguacil, etc. por una parte, están ordenados en buscar, arrestar y castigar
todos aquellos que se opongan (por ejemplo: Acta 5, Parl. 1; Acta 104, Parl. 7; Acta 25, Parl. 11, Rey Jacobo VI); y [que
se haga]eso sin importar las órdenes de Su Majestad el Rey a lo contrario; que se ejecuten (y que se declaren inválidas)
en tanto que ellas tiendan en manera alguna al daño e impedimento de la ejecutación de las Actas del Parlamento contra
los papistas [de la religión del Papa] y contra los adversarios de la religión verdadera (Acta 106, Parl. 7, Rey Jacobo VI).
Por otra parte, en el Acta 47, Parl. 3 Rey Jacobo VI, se declara y se ordena (viendo que la causa de la religión verdadera
http://presbiterianoreformado.org (C) 2007 Presbiteriano ReformadoUn projecto de CovenantEDesign
Presbiteriano Reformado

de Dios y de la autoridad de su Majestad están muy unidas y como el daño de una es el daño de la otra) que ninguno
sea tenido como sujeto leal y fiel a nuestro soberano Señor, o a su autoridad (sino que será castigado como rebelde y
adversario), quienes ni confesarán ni profesarán la religión verdadera; y que aquellos (después de volverse de su
apostasía) confesarán su fe de nuevo y prometerán continuar en ella en el tiempo venidero, para mantener la autoridad
de nuestro Soberano Señor; para fortalecer, apoyar y mantener a lo máximo de su poder los verdaderos predicadores
y profesantes de la religión de Cristo contra cualquier enemigo y adversario que sea; y especialmente, contra todos los de
cualquier nación, estado, o puesto que tengan, que se han unido u obligado, o han apoyado, o apoyan, para avanzar y
ejecutar los decretos crueles del Concilio de Trento (en oposición a los verdaderos predicadores y profesantes de la
palabra de Dios) que se repite palabra por palabra, en los Artículos de Pacificación en Perth, el 23 de febrero de 1572,
ratificado en el Parlamento el último de abril de 1573, ratificado en el Parlamento 1587, y el Acta relacionada 123, Parl.
12 del Rey Jacobo VI; con esto añadido, "Que ellos están obligados a resistir todo tumulto pérfido o traicionero y toda
agresión contra la religión verdadera, contra la Majestad del Rey, y contra los que profesan la religión verdadera." Así como,
todo súbdito (ciudadano) está obligado a mantener la persona (dignidad) y autoridad de la Majestad del Rey, la
autoridad de los Parlamentos, sin el cual ninguna ley o tribunal legal puede establecerse (Acta 130 y 131, Parl . 8, Rey
Jacobo VI) y las libertades de los súbditos, quienes deberían solamente vivir y ser gobernados por las leyes del Rey, las
únicas leyes comunes de este reino (Acta 48, Parl. 3, Rey Jacobo I; Acta 79, Parl. 6 Rey Jacobo VI; repetido en el Acta
131, Parl. 8 Rey Jacobo VI) las cuales si son cambiadas y juzgadas de antemano, "la comisión sobre la unión de los dos
reinos de Escocia e Inglaterra (siendo la única Acta del 17 Parl. De Rey Jacobo VI) declara que, " resultaría en una
confusión que ya no permitiría en que este reino fuese una monarquía libre. Porque, por leyes fundamentales, por
privilegios de antigüedad, por puestos y libertades de este reino, no tan sólo se ha mantenido la autoridad gobernante del
linaje real de su Majestad todos estos años, pero también se ha preservado la seguridad del pueblo de sus terrenos,
de sus viviendas, de sus derechos, de sus puestos, de sus libertades y dignidades. Y así pues, para la protección de la
dicha religión verdadera, de dichas leyes, y dichas libertades de este reino, es estatuto según el Acta 8, Parl. 1, repetida
en el Acta 99, Parl. 7, ratificada en el Acta 23, Parl. 11 y el Acta 114, Parl. 12, del Rey Jacobo VI y Acta 4, Parl. 1 de Rey
Carlos I. "Que todos los Reyes y Príncipes en su coronaciones y en la recepción de su autoridad, harán fiel promesa por
un juramento solemne, en presencia del Dios eterno, [lo siguiente] que (por toda su vida) servirán este mismo Dios
eterno, a lo máximo de su poder, tal como Él lo ha demandado en su más santísima Palabra, contenida en el Antiguo y
Nuevo Testamento; y en conformidad a esta misma Palabra conservarán la religión verdadera de Cristo Jesús, la
predicación de su santa Palabra, la administración debida y correcta de los sacramentos que ahora se reciben y se
predican en este reino, (de acuerdo a la Confesión de Fe ya mencionada) y resistirán, abrogarán y suprimirán toda
religión falsa y contraria a la religión verdadera; y gobernarán el pueblo puesto bajo su cuidado (de acuerdo a la voluntad
y mandato que Dios ha revelado en su palabra, y de acuerdo a las loables leyes y constituciones recibidas en este reino,
que en ninguna manera son contrarias a la dicha voluntad del Dios eterno) y procurarán, a lo máximo de su poder, paz
verdadera y perfecta para todo tiempo venidero a la iglesia de Dios y al pueblo cristiano: y que ellos tendrán cuidado en
desarraigar de su imperio todo herejes y enemigo de la adoración verdadera de Dios, quienes serán declarados
culpables por la verdadera iglesia de Dios de los crímenes antedichos ". Lo cual también cumplió su Majestad el rey, en
su coronación en Edimburgo año 1633, como se puede ver en el orden de la coronación.En obediencia al mandato de
Dios, conforme a la práctica de los fieles y piadosos en tiempos pasados, y de acuerdo al ejemplo loable de nuestros
respetables y devotos antepasados (muchos de ellos aún viviendo entre nosotros) lo cual también fue autorizado por
un Acta del concilio, ordenando que se constituyese y se subscribiese una compañía general por parte de los súbditos
de todo rango de su Majestad; por dos motivos: uno, para defender la religión verdadera (tal como en ese tiempo fue
reformada, y tal como se expresa en la Confesión de Fe antes escrita y en una larga Confesión anteriormente establecida
por varias Actas de las Asambleas Generales legítimas y Parlamentos, con los cuales tenía ella conexión), establecida en
Catecismos públicos, y la cual por muchos años (con bendición del cielo) ha sido predicada y profesada como la
indudable Verdad de Dios (fundada solamente en su palabra escrita) en esta iglesia y reino. El otro motivo fue, para
conservar la persona (dignidad) y puesto de la Majestad del Rey, la verdadera adoración de Dios y la autoridad del Rey
estando tan estrechamente unidas (puesto que estas tienen los mismos amigos y enemigos comunes) y sosteniéndose
o cayendo juntas. Y finalmente, estamos convencidos en nuestra mente y confesamos con nuestra boca: que las
generaciones presentes y las venideras en esta nación están obligadas en mantener inviolables el juramento nacional y
suscripción (declaración) antedichos. Nosotros, nobles, barones, caballeros, burgueses, ministros y gente común que nos
hemos subscrito a este documento, considerando varias ocasiones antes, y especialmente en este tiempo, el peligro
que confronta la verdadera religión reformada, el honor del Rey y la paz pública del reino, por cambios y males
múltiples, generalmente contenidos, y particularmente mencionados en nuestras recientes súplicas, quejas y
protestas; he aquí, ante Dios, ante sus ángeles, y ante el mundo, solemnemente declaramos: Que de todo corazón
estamos de acuerdo, y nos determinamos todos los días de nuestra vida constantemente apegarnos a y defender la
religión verdadera antedicha, (tolerando pacientemente la práctica de todos los cambios o novedades que ya han sido
introducidos en puntos de la adoración de Dios, o aprobando corrupciones dentro del gobierno público de la iglesia, o
dentro de puestos civiles y potestad del clero, hasta que sean examinadas y admitidas en Asambleas libres y en el
Parlamento) y luchar, por todo medio legítimo, para recuperar la pureza y libertad del Evangelio (tal como fue establecido
y profesado antes que se introdujesen dichos cambios o novedades). Y porque (después de un debido examen)
apercibimos claramente, e indudablemente creemos, que los cambios o novedades y los males mencionados en
nuestras súplicas, quejas y protestas, no tienen apoyo en la palabra de Dios, son contrarias a los artículos de la dicha
Confesión, son contrarias a la intención y sentido de los bienaventurados reformadores de religión de este país, son
contrarias a las Actas antes escritas del Parlamento; y que claramente tienden a restablecer la religión y tiranía del
papado, y que tienden a trastornar y destruir la religión verdadera, nuestras libertades, leyes y posesiones; también
http://presbiterianoreformado.org (C) 2007 Presbiteriano ReformadoUn projecto de CovenantEDesign
Presbiteriano Reformado

declaramos, que las Confesiones antes mencionadas deben ser interpretadas (y también debe entenderse) que se
refiere a dichas novedades y males, tanto como si se hubiera mencionado cada una de ellas en dichas Confesiones;
también declaramos que estamos obligados a detestar y aborrecer, entre estas otras secciones particulares del papado
repudiadas en eso. Por consiguiente, (debido al conocimiento y a la conciencia de nuestra obligación a Dios, a nuestro
Rey y a nuestro país, sin alguna consideración o atracción terrenal – hasta donde nuestra debilidad humana lo
permita – deseando una mayor medida de la gracia de Dios para este fin) prometemos y juramos, por el GRAN
NOMBRE DE JEHOVÁ NUESTRO DIOS, continuar en esta profesión y obediencia de dicha religión; y que la
defenderemos, y que resistiremos todo error y corrupción que le es contraria, de acuerdo a nuestro posición u oficio y
hasta lo máximo de esa potestad que Dios ha puesto en nuestras manos, todos los días de nuestras vidas. Y en la
misma manera, con el mismo sentir, declaramos ante Dios y ante los hombres, que no tenemos deseo alguno de
intentar cualquier cosa que pueda ir contra el honor de Dios, o que vaya a disminuir la grandeza y autoridad del Rey;
sino, al contrario, prometemos y juramos, que haremos hasta lo máximo (con nuestras fuerzas, con nuestros recursos y
con nuestras vidas) en defender nuestro soberano – su Majestad el Rey, tanto su persona (dignidad) como
autoridad, mientras que defendemos y preservamos la religión verdadera, libertades y leyes del reino antes mencionados;
como también prometemos y juramos defender y apoyarnos los unos a los otros, en la misma causa de preservar la
verdadera religión y autoridad de su Majestad (con nuestro mejor parecer, con nuestros cuerpos, recursos y con todas
nuestras fuerzas) contra todo tipo de personas sea quien sea; de manera que cuando se haga algo contra el más
pequeño de nosotros por esta causa, se considerará como hecho contra todos y contra cada uno de nosotros en
general. Y tampoco permitiremos que nos dividan o aíslen directa o indirectamente de este dichoso y noble enlace, por
medio de insinuaciones, confederaciones, seducciones o amenazas; ni tampoco pondremos algún estorbo o
impedimento que pueda detener o impedir cualquier determinación que por un consentimiento común se halle que
conduce a buenos fines; sino por el contrario, procuraremos por todo medio legítimo promover y actuar en beneficio de
esto mismo: y si se nos hace cualquier propuesta peligrosa y que crea desacuerdos (por palabra o por escrito) nosotros,
y cada uno de nosotros, la suprimiremos o si es necesario la daremos a conocer libremente, para que se prevenga a
tiempo. Ni tampoco tememos las calumnias obscenas y sucias de rebelión, confederación, o cualquier cosa que nuestros
adversarios por su invención y malicia, quieran arrojarnos; viendo que lo que hacemos tiene buen fundamento, y que
nace de un deseo sincero en preservar la adoración verdadera de Dios, la Majestad de nuestro Rey, y la paz del reino,
para nuestra común dicha y la de nuestra posteridad. Y porque no podemos esperar alguna bendición de parte de Dios
sobre nuestras acciones y procedimientos, a menos que unamos a nuestra profesión y declaración, tal vida y conducta que
es propia de cristianos que han renovado su pacto con Dios; nosotros así pues, prometemos fielmente para nosotros,
para los que nos han de seguir, y para cuantos están bajo nuestro cargo – tanto en la comunidad como en
nuestras familias individuales y en nuestra conducta individual – de procurar mantenernos dentro de los límites de
la libertad cristiana, y de ser buenos ejemplos a otros de toda devoción sincera, discreción y virtud, y de todo deber y
obligación que debamos a Dios y al hombre. Y para que esta unión y enlace nuestros se cumplan sin ningún impedimento,
llamamos al DIOS VIVIENTE – EL QUE ESCUDRIÑA NUESTROS CORAZONES, que sea testigo (quien sabe que
este es nuestro deseo sincero y resolución abierta y franca, según daremos cuenta a JESUCRISTO en ese gran día) y
bajo pena de la ira eterna de Dios, y de infamia y perdida de todo honor y respeto en este mundo: muy humildemente
imploramos al SEÑOR JEHOVÁ que nos fortalezca por su ESPÍRITU SANTO para este fin, y para que bendiga nuestros
deseos y procedimientos con un éxito dichoso; para que la religión y la justicia puedan florecer en la nación, para la gloria
de DIOS, para la honra de nuestro REY, y para la paz y el consuelo de todos nosotros. De lo cual como testigos, con
nuestras manos hemos firmado todas las bases antecedentes. El artículo de este pacto, que se mencionó en la primera
declaración al consenso y determinación de la Asamblea General, habiéndose ahora resuelto (y debido a eso los cinco
artículos de Perth, el gobierno de la iglesia por obispos, y los lugares públicos y el poder del clero, por las razones y
bases contenidas en las Actas de la Asamblea General, se declararon ser ilegales dentro de está iglesia) convenimos
de acuerdo a la determinación antes mencionada. Traducido por: Edgar A. Ibarra Jr. y Joel Chairez

http://presbiterianoreformado.org (C) 2007 Presbiteriano ReformadoUn projecto de CovenantEDesign

También podría gustarte