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Pontificia Universidad Católica Argentina


Santa María de los Buenos Aires
FACULTAD DE TEOLOGÍA

HISTORIA DE LA IGLESIA Va

Subsidios Documentales

Mons. Dr. Juan Guillermo Durán

CONCILIOS PROVINCIALES
Importancia y Autoridad

I. Carta del P. José de Acosta al Presidente del Consejo Real de las


Indias dedicándole la primera edición del Concilio en latín.1

Ilustrísimo Señor:
1. Los concilios provinciales siempre fueron estimados en mu cho
por la santa Iglesia; pero sobre todo se celebraron con muchí sima
frecuencia, cuando la religión cristiana empezaba a echar raíces en
alguna nueva provincia. Y es que los santos padres, nues tros mayores,
entendieron que para enmendar las costumbres, implantar a fondo la
disciplina eclesiástica, reprimir los rezagos de viejas superstición-es y
refrenar los excesos de la vida demasiado libre, era necesario que se
juntasen muchos prelados para disponer con sabiduría y autoridad la
constitución más adecuada de la nueva provincia. Que esto sea así lo
comprenderá fácilmente quien haya leído los concilios de Francia y
Alemania celebrados en tiempo 4 los emperadores Carlos y Ludovico,
los primeros de Toledo en tiempo de los godos y los anteriores a estos
en Grecia, cuando se ponían los fundamentos de las iglesias en
aquellos pueblos.
2. Pues bien, cuando los consejeros de su Majestad Católica, el
invictísimo rey don Felipe, en el Consejo de Indias trataron de
organizar del modo mejor las cosas de las Indias, una de las primeras
disposiciones que acordaron fue la celebración de concilios pro-
vinciales en aquellas nuevas Iglesias, que legislasen sobre la instruc-
ción de los indios, el mantenimiento de la disciplina eclesiástica, la
enmienda de las costumbres del pueblo, con el mayor cuidado posible según
las circunstancias del tiempo y de las regiones. Lo cual se mandó y urgió
muchas veces por medio de cartas y cédulas reales a los obispos y virreyes,

1
Madrid, 23 de Abril de 1589 (traducción del latín)
2

hasta que se logró finalmente. Por cierto, también en otras iglesias


metropolitanas se celebraron concilios provinciales, y en Lima, que es la
ciudad de los Reyes del reino del Perú, se reunieron ocho obispos con su
metropolitano con no pequeñas fatigas ni leves gastos, siendo sus diócesis
extensas y muy alejadas; pero no se escatimó trabajo ni tiempo en causa tan
justa. Y es que, como los obispos advirtiesen que en tan vastos países raras
veces podrían reunirse, decidieron trabajar empeñosamente durante casi dos
años, con la colaboración de personas sobresalientes en aquella tierra por sus
letras, experiencia y religiosidad. Después de debatirse despacio y a fondo
los diversos asuntos, se hicieron y aprobaron decretos sumamente oportunos
con el voto favorable de casi todos los entendidos, y por último se
promulgaron y publicaron.
3. Sin embargo, como en todas partes desagrada la reforma de
costumbres, se alborotaron algunos del clero y se querellaron contra los
obispos hasta interponer apelaciones. Obtuvieron que los decretos del
concilio pasasen por el examen detenido y cuidadoso del Consejo Real que
presides. Nada se halló contrario a la administración civil o ajeno a la
responsabilidad cristiana y eclesiástica. Lo único que, se vio que debía
moderarse un tanto fue el número excesivo de censuras, algunas rigurosas,
para que el exceso de celo no dañase a la piedad.
Por lo tanto, nuestro piadosísimo Monarca, con el parecer tuyo y del
Consejo, dispuso que se enviase el concilio a Roma pidiendo a nuestro
Santísimo Señor Sixto Quinto que lo confirmara y en parte lo corrigiese. Y
así llegó a la ilustre congregación de Cardenales encargados-de las causas de
los concilios con autoridad del Sumo Pontífice, los cuales leyeron y
estudiaron todos los decretos de este concilio provincial, escucharon también
a los apelantes y trataron con atención todo el asunto. Finalmente, después'
de aclarar o cambiar unas pocas cosas, aquella autorizadísima congregación
aprobó el concilio, lo recomendó en forma muy encarecida y ordenó que se
cumpliese en todo y por todo.
4. Pero, a fin de que constara que lo decretado en Roma por padres tan
graves- y con autoridad, del Sumo Pontífice es lo mismo que nuestro
Católico Monarca había pedido, volvimos a presentar en este Real Consejo
el concilio auténtico, con tanta complacencia de tu parte, dignísimo señor,
y de tus colegas, que a pesar de la insistencia de los apelantes,
determinasteis con nuevo decreto escribir a los obispos peruanos y al
virrey, para que el concilio se cumpliese con exactitud, y para que estuviese
al alcance de todos se imprimiese en seguida.
Quiera Dios que lo que con tanto trabajo se preparó y con tanta
consideración se proveyó, se reciba y se cumpla con la misma diligencia y
empeño. Pues, como bien dice Pablo, nada aprovecha la ley, si no la
cumples; y, lo que es peor, serán reos de juicio más severo todos los que
conociendo lo que deben obrar, no lo hacen. Por lo demás, dada la dignidad
3

del cargo que ocupas, a ti te corresponde esforzarte para que se cumpla con
diligencia y exactitud esto que se ha hecho bien y con madura deliberación
para la salvación de aquellos países. Vale. [José de Acosta, de la Compañía
de Jesús].

II. Real Cédula de aprobación del Concilio Provincial.2

El Rey , Mi Virrey, Presidente y Oydores de las mis Audiencias


Reales de las Provincias del Perú, y mis Governadores y Corregidores de
los districtos de las dichas Audiencias, a cada uno en su juridición. El
Concilio Provincial que se celebró en la ciudad de los Reyes dessas
Provincias, conforme al decreto del Concilio Tridentino los años passados
de mil y quinientos y ochenta y dos y ochenta y tres, en que se ordenaron
diversos decretos tocantes a la reformación del clero y estado : ecclesiástico,
y para la dotrina de los Indios y administración de los Sacramentos en el
Arçobispado de la dicha ciudad de los Reyes- y en los sus Obispados
sufragáneos, se vio en mi Consejo de Indias, y por mi orden se llevó a
presentar ante Su Santidad, para que lo mandasse ver y aprovar, y aviéndose
llevado a Su Santidad, tuvo por bien de dar su aprovación y confirmación,
mandando que los dichos decretos del dicho Concilio se executassen en la
forma y como entenderéys por los originales y los treslados que por mi
orden se han impresso en mi Corte, que todo se ha tornado a ver en el dicho
mi Consejo y se lleva a essas Provincias. Y pues el dicho Concilio y decretos
dél se han hecho y ordenado con tanto acuerdo y examen, y Su Santidad
manda que se cumpla y execute : yo os mando a todos y a cada uno de vos,
según dicho es, que para que se haga assi deys y hagáys dar todo el favor y
ayuda, que convenga y sea necessario, y que contra ello ni parte dello no
vays ni passéys en manera alguna. Y encargo al muy Reverendo in Christo
padre Arçobispo de la dicha ciudad de los Reyes y a los Reverendos in
Christo padres Obispos sus sufragáneos, comprehendidos en el dicho
Concilio Provincial, que de nuevo hagan publicar en sus Yglesias cada uno
en su districto los Decretos del dicho Concilio, y cumplan y hagan cumplir
inviolablemente lo que en ellos está dispuesto y ordenado, como en ellos se
contiene y Su Santidad lo ordena y manda, sin lo alterar ni mudar en cosa
alguna. -Fecha en S. Lorenço, a 18 de Setiembre de mil y quinientos y
noventa y un años. YO EL REY. Por mandado del Rey nuestro Señor. Juan
de Ybarra.

2
San Lorenzo del Escorial, 18 de Setiembre de 1591.

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