Está en la página 1de 146

El caníbal 1.

indd 1 28/10/09 23:51:22


El caníbal 1.indd 2 28/10/09 23:51:22
EL caníbal
colección cruzando el charco

El caníbal 1.indd 3 28/10/09 23:51:22


El caníbal 1.indd 4 28/10/09 23:51:22
El caníbal 1.indd 5 28/10/09 23:51:22
El caníbal
1ª edición: noviembre 2009

© Juan Terranova, 2009


© BALADÍ EDICIONES, S.L., 2009
Avenida de los Poblados · 135
28025 · Madrid
www.edicionesbaladi.com

Consejo editorial: David Vicente e Ignacio Lastra

Diseño de la colección: Julio Reija


Maquetación: www.palabrayforma.net
Compuesto con caracteres Adobe Caslon Pro [William Caslon y Carol
Twombly], Simoncini Garamond [Francesco Simoncini y W. Bilz], Arno Pro
[Robert Slimbach], New Baskerville [George William Jones], Arial [Robin
Nicholas y Patricia Saunders],Times New Roman [William Starling Burgess] y
Traveling Typewriter [Carl Krull]
Fotografía de cubierta: © XXXXXXXXXX

ISBN: XXXXXXXXX
Depósito legal: XXXXXXXXXXX

Fotocomposición: XXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Impresión: XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX

La reproducción total o parcial de esta obra sin el permiso explícito de los


titulares de los derechos supone una vulneración de los mismos. Cualquier
utilización debe ser previamente concertada.

Impreso en España

El caníbal 1.indd 6 28/10/09 23:51:22


Cruzando el charco

Me pregunto por qué los hispanohablantes llamamos


“charco” al Océano Atlántico, ese inmenso conjunto de
agua que separa a España, en definitiva a Europa, del
continente americano.
Supongo que con ironía casi pueril queremos hacer
referencia a sus enormes dimensiones. Aunque puede
que también, usando una metáfora fruto del incons­ciente,
pretendamos afirmarnos en las semejanzas que nos unen,
restando importancia a esa intangible cantidad de millas
náuticas que nos separa.
Los españoles, de algún modo también los iberoameri-
canos, siempre hemos estado debatiéndonos entre una
doble identidad, que quiero pensar que nos convierte,
más que a nadie, en lo que Diógenes llamaba “ciudadanos
del mundo”, o al menos de buena parte de él.
Por un lado, la que nos otorga una lengua común
con todas sus singularidades. Por otro, la que nos otorga
nuestra situación geográfica.
La colección Cruzando el charco nace como afirmación
de esas dos identidades. Creemos que las semejanzas,
que son muchas, siempre son un puente tendido para el
encuentro entre dos culturas. Pero también creemos que
las diferencias, que también son muchas, nos enriquecen
y nos aportan los matices sobre el otro. Y algo que no se
matiza nunca es del todo cierto.

El caníbal 1.indd 7 28/10/09 23:51:22


Al margen, por supuesto, nace de un amor por la lite-
ratura y más concretamente por la literatura en habla
hispana. Nace con el deseo de acercar, de ayudar (en el
uso más instrumental de la palabra) a cruzar el charco a
grandes obras de la narrativa de allá que por una u otra
razón no se les ha dado una oportunidad acá.
Que la iberoamericana es una literatura de alta calidad
desde luego no se lo vamos a descubrir nosotros ahora,
autores hay de sobra que lo corroboran con sus obras más
de lo que podrían hacer­lo todas nuestras palabras en esta
página en blanco. Ahí están los Borges, los Cortázar, los
Rulfo; hoy los Villorio, el malogrado Bolaño; los jóvenes
Patricio Prom, Tryno Maldonado, Andrea Jeftanovic, o el
propio Juan Terranova. En fin, paro aquí y me dejo más en
el tintero de los que cito, pues la lista sería interminable.
Tampoco aspiramos, entre otras cosas por lo preten-
cioso y descabellado, a convertirnos en adalides de la lite­
ratura sudamericana. No se trata de descubrir América,
si se nos da licencia para el chiste fácil. Tan sólo de sumar,
dentro de nuestra modestia, un puente más a todos los
que ya existen, y otros tantos que surgirán, que facilite el
cruce de ese pequeño y grandioso océano, de ese charco
que nos separa más en lo físico que en lo sentimental.
Abrimos por tanto esta colección con la novela El
caníbal, del porteño Juan Terranova. Un digno comienzo
para una serie de obras que esperamos les hagan disfrutar
y reconciliar esas dos identidades que todos los hispa­
nohablantes llevamos dentro.

A todos los lectores, gracias por su acogida.

Ediciones Baladí

El caníbal 1.indd 8 28/10/09 23:51:22


Juan Terranova
El caníbal

El caníbal 1.indd 9 28/10/09 23:51:22


El caníbal 1.indd 10 28/10/09 23:51:22
Por respeto al lector, todas las noticias que aparecen en este
libro son reales y fueron producidas o reproducidas en su mo-
mento por diversos medios de comunicación masiva. No se han
cambiado nombres, ni localidades, ni fechas y se han trascripto
fielmente los textos originales.

El caníbal 1.indd 11 28/10/09 23:51:22


El caníbal 1.indd 12 28/10/09 23:51:22
Un escritor nunca debe escribir sobre lo extraordinario:
eso queda para el periodista.
James Joyce
en una carta
a Djuna Barnes (1919)

La cadena de pensamientos que produce una novela rara vez


interesa a nadie más que a los aspirantes a novelistas.
Stephen King
Apocalipsis (1978)

El caníbal 1.indd 13 28/10/09 23:51:22


El caníbal 1.indd 14 28/10/09 23:51:22
El final de la ficción

—¿Una novela? ¿Y hoy quién lee novelas? En esta


época la literatura es algo accesorio. ¿No? Los novelis-
tas argentinos a gatas si venden libros. La mayoría va a
perdida. La literatura como la conocíamos se fue a la
mierda.
—¿Entonces se acabó la literatura?
—En algún sentido, sí.

AMA DE CASA
APUÑALA
A SU FAMILIA
Una mujer de cincuenta años
apuñaló a su familia durante
la noche. Mientras su espo­
so, sus tres hijos y su suegra
dormían, los fue pasando a
cuchillo uno por uno. Tam­
bién desolló vivo al gato. La
policía encontró los fierros
utilizados en la carnice­ría
enterrados en el fondo de la
casa, escenario de la masacre.

15

El caníbal 1.indd 15 28/10/09 23:51:22


—El horno no está para bollos —me dice Villegas—. No
podés pensar como si vivieras en Francia. Buenos Aires no
es el Primer Mundo, lo lamento mucho, es otra cosa. Ahora,
¿qué es Buenos Aires? Bueno, yo no lo sé...

TERRIBLE
RITUAL CON
VIOLACIÓN
Siguiendo las prescriptivas de
un rito iniciático, un hombre
violó a una deficiente mental.
El hecho formaría parte de su
ingreso a una poderosa secta
que estaría compuesta en su
mayoría por miembros de la
farándula porteña. El acusado
se suicidó en la celda de la
comisaría, donde permane­
cía detenido, inyectándose
aire en las venas. La deficiente
mental, sobrina del victima­
rio, sólo balbucea números
telefónicos. Sus padres temen
por su seguridad.

Sentado enfrente mío está Francisco Villegas. La Giralda,


el viernes a las diez de la noche, está llena de gente, estu-
diantes de teatro y sociología que citan a Burroughs y a
Freud. Entre nosotros, sobre la mesa, mi primera novela.
Villegas, como de costumbre, se va al carajo opinando.
—¿Hablaste alguna vez con un editor? Dan lástima.
La gente en este estado de miseria económica, ya ni
pulsiones tiene. No digo deseos, ya ni pulsiones. Y vos

16

El caníbal 1.indd 16 28/10/09 23:51:23


querés que lean novelas, y encima de un escritor nuevo, y
encima con todas esas pretensiones...

VIOLENTA sus estómagos 170 cápsulas


DETENCIÓN de acrílico que contendrían
aproximadamente un kilo y
DE NARCOS medio de cocaína. Los nar­
Con extraño hallazgo cos, que habrían sido delata­
Dos ciudadanos argentinos dos por un vendedor de pur­
fue­ron detenidos en la fron­ gantes de la zona, murieron
tera con Bolivia y abiertos inmediatamente.
como reses para extraer de

¿Quién es Francisco Villegas? Sé que nació en Córdoba,


vino a hacer la conscripción a Buenos Aires y se quedó.
Fue tipógrafo, imprentero, periodista y profesor. Sé que
le gusta Oscar Wilde porque siempre habla de Oscar
Wilde (el periodismo es ilegible y la literatura no se lee),
y sé que no le gusta Henry James porque siempre habla
mal de Henry James. “Un talento desperdiciado” me
dice. El padre de Villegas era guarda de tren. La madre
de Villegas, dicen, era hija no reconocida de un estanciero
cordobés. Tuvo algunas mujeres, pero siempre vivió
solo en una pensión del Bajo. Tiene una biblioteca mal
cuidada, comida por los piojos y por la humedad, y es la
única persona que conozco que leyó a Soiza Reilly.

FUERTES DECLARACIONES
De un economista norte-americano
“Argentina quiere dinero del ta a vivir sin dinero externo,
exterior... Y cualquiera que puede seguir destruyéndose
quiere dinero y lo ha dilapi­ a sí misma” dijo a La Nación
dado tiene que dar algo como el economista Rudy Dorn­
contraparte... Si está dispues­ busch.

17

El caníbal 1.indd 17 28/10/09 23:51:23


—Pero agarrá antes, agarrá el siglo XIX. El Facundo,
además de todo, es una novela, nunca una novela a secas.
Ese es el centro del canon, no la infelicidad metafísica de
Macedonio Fernández. “La realidad no existe.” Perfec-
to, la realidad no existe. Lo podés repetir mil veces pero
la montonera lo mismo te va a pasar por arriba. Lo de la
autonomía del arte, lo de la vanguardia, se arma en el ‘20,
cuando la Argentina es el décimo país de occidente, el
granero del mundo, y Buenos Aires es París. Entonces sí,
la autonomía del arte, piripipí. Pero ahora no. Ahora no.
Trato de calmarlo dándole la razón.
—Sí, es verdad. Estoy de acuerdo. Gutiérrez exhuma
El Matadero como un artículo de costumbres, un ensayo.
No lo leen como ficción...
—Pero claro... Si hasta Amalia, que parece una de
James Bond, tiene puesto todo el énfasis en el asunto
político. Mármol fue el primer folletinitista político. ¿O
no? Cultura de masas como herramienta política.
Villegas escribió una novela que describe mundos pa­
ralelos. En uno de esos mundos, Elvis mata al Papa Juan
Pablo II.

ENCUENTRAN dos en la localidad de Uruma­


RATÓN co, en el estado venezolano de
PREHISTÓRICO Falcón, hacen suponer que el
QUE SE ratón media unos tres metros
ALIMENTABA de largo y 130 centímetros de
alto y que pesaba unos 500 ki­
DE GENTE los. Los científicos sospechan
Científicos venezolanos halla­ que el gigantesco ratón cazaba
ron el primer esqueleto com­ a los primitivos habitantes de
pleto de un enorme roedor de la zona y los devoraba. Su régi­
unos 2 millones de años de an­ men también incluía diferen­
tigüedad. Los restos encontra­ tes tipos de plantas y aves.

18

El caníbal 1.indd 18 28/10/09 23:51:23


—Pero ahora eso se cortó. No va más. No se puede
seguir escribiendo como en el siglo XIX. Y hay un cam­
bio. Hay un cambio en nuestra manera de leer, acá en
Buenos Aires. Estoy podrido de escuchar quejas del tipo:
“La gente lee cada vez menos”, “Se lee poco”, “No se
lee”. ¡Mentira! ¡Men-ti-ra! ¿Y la tirada del Clarín? ¿Y los
kioscos colmados de libros? Hoy en un kiosco de barrio,
no ya de la calle Corrientes, en un kiosco de barrio, po­
dés encontrar libros de Cicerón y de Montaigne. ¿Y las
revistas? ¿Qué circulación tienen las revistas? Caras,
Gente, hay cualquier cantidad de revistas de chismes.
La gente lee mucho y gasta en material impreso. La
Argentina entra en crisis y la gente sigue comprando
material de lectura. ¿No leen novelas? Eso es otra cosa
muy dife­rente. Muy diferente. Leer, leen.

ENANO PRENDE FUEGO A


LA CARPA DEL CIRCO
DONDE TRABAJA
“Siempre se burlaban de mí —declara—. Dios me
ordenó destruir la impureza, por eso los quemé.”
“Lo volvería a hacer” confie­ hecho, habría prendido fue­
sa sin vergüenza Pipo, el go a la carpa bajo la cual se
enano del circo Roldán. Des­ desempeñaba las noches de
pués de haber sufrido todo viernes, sábados y domingos
tipo de insultos y burlas, el como payaso y enano tira fue­
pequeño hombre se habría go. El siniestro costó la vida
cobrado una ofensa personal de un mago, tres malabaristas
al acuchillar sin piedad a y seis peones. Pipo se define
Starman, el super ídolo del a sí mismo como un hombre
trapecio. Luego, tomando sufrido, que ha tenido contac­
conciencia de tan aberrante to con ángeles. En el último ▶

19

El caníbal 1.indd 19 28/10/09 23:51:23


▶ de estos encuentros místi­
cos, según sus palabras, reci­
bió la orden de dar rienda suel­
ta a sus deseos de venganza.
“Ellos eran impuros. Dios me
or­denó destruirlos, por eso
los que­mé.” Declara sin pudor.

Villegas está embalado. No hay forma de pararlo.


—¿Y las novelas que más se venden cuáles son? Justa-
mente, las novelas que más se recuestan sobre un dis-
curso no ficcional, o de pretendida no-ficción, como es
la historia. El lector argentino compra libros de investi-
gación periodística y novela histórica. ¿No te queda claro
que quiere que le cuenten qué pasó? El lector argentino
quiere que le cuenten qué pasó porque todavía no en-
tiende qué pasó. Y la ficción no le alcanza. No le alcanza
a nadie. Por otro lado, a los que les importa un carajo qué
pasó, leen el diario. Y ahí, sí, ahí está la papa. Crónica,
firme junto al pueblo, eso es literatura, qué joder.

LADRÓN CON
MALA SUERTE
Un ladrón queda atrapado en
un conducto de ventilación
cuando trataba de escapar
de una casa desvalijada. Los
bomberos lo cortan a la mi­
tad para poder salvarlo. El
dueño del inmueble pretende
quedarse con las piernas: “Si
no aparecen las cosas que me
afanaron, no devuelvo nada.”
Asegura.

20

El caníbal 1.indd 20 28/10/09 23:51:23


—Te cuento una anécdota. Me voy al parque Rivada-
via un sábado a la mañana. En un puesto, una mujer cam-
bia revistas usadas. La lógica manda que cambie números
viejos por nuevos, pero era al revés. Cambiaba números
de ahora, ejemplares recientes de Gente o Para ti, por
números de hace tres o cuatro meses. Las revistas de la
semana pasada por las de hace un año. Y esas son revis-
tas de novedades, ¿no? Revistas hechas para ser leídas,
consumidas y desechadas. Nadie guarda la revista Caras
en la biblioteca, ¿no? Entonces, ¿qué buscaba esa mujer?
Lectura. Personajes. Historias de vida. Éxitos. Fracasos.
Traiciones. Literatura. En definitiva, buscaba literatura
pero con una necesidad imperiosa: que nadie se lo diga.
En el momento en que la literatura se llama a sí misma
como tal, pasa a ser un invento, una intelectualidad, una
rareza para iniciados y eruditos. Pero la revista Pronto
nadie necesita autorización para hojearla.

ARGENTINA ESTÁ ECONÓMICA,


POLÍTICA Y SOCIALMENTE
EN QUIEBRA
El economista del Massa­ consideró que la crisis es
chusetts Institute of Tech­ tan grave que “ningún plan
nology, Rudy Dornbusch, de rescate tradicional puede
propuso “intervenir interna­ tener éxito”. El economista
cionalmente” la Argentina afirmó que Argentina “está
como única salida para la económica, política y social­
“gravísima” crisis que enfren­ mente en quiebra”, y por lo
ta el país. En un escrito de tanto más que un programa
tres carillas que también sus­ de recuperación necesita uno
cribe su colega chileno Ri­ de “reconstrucción”.
cardo Caballero, Dornbusch (Sigue en la pág. 22)

21

El caníbal 1.indd 21 28/10/09 23:51:23


¿Qué formación tiene Villegas? ¿Desde dónde lee? No
lo sé. Ni siquiera sé si leyó mi novela. ¿Y yo desde dónde
leo? ¿Cuál es mi formación? Fui a la Universidad. Hice
una carrera. Y también está el Parque Rivadavia, la feria
de libros usados, los puestos abarrotados con El Gráfico
del año ‘78 y revistas Nippur Mágnum (Nippur de Lagash,
guión del maestro Robin Wood y dibujos de Lucho Oli-
vera). A cada hora en las aulas le corresponde su hora en-
tre los puestos desordenados de los libreros del parque.
Y también está el diario Clarín, todas las mañanas de mi
adolescencia y parte de mi juventud. Me acuerdo que si
agarraba La Nación, me perdía. Villegas sabe todo eso de
mí, se lo conté yo casi sin darme cuenta.
(Viene de la pág. 21) Afirmó fiscal, monetaria, re­gu­latoria
que Argentina “no puede y de manejo de activos de­
recuperarse sola, sino desde bería ser por un período pro­
afuera, como única forma longado —por caso— cinco
de recuperar el ‘capital moral años, durante los cuales el
y social’ destruido”. “El país país sería gobernado por
debe recibir ayuda sólo si Comisionados Generales en
antes acepta el activo con­ distintas áreas, designados
trol extranjero de la política por la comunidad interna­
fiscal, la emisión monetaria cional”. Dornbusch propuso
y la administración de im­ también que un comité de
puestos”, aconsejó Dorn­ “experimentados” banqueros
busch en decla­raciones que centrales “debe tomar el con­
recoge un matutino porteño. trol de la política monetaria
El académico propuso que la y que la moneda no debería
“abdicación de la soberanía emitirse en la Argentina”.
Ya estoy mareado. ¿Por qué me habla de esto?
—Pero, entonces toda esa mierda sensacionalista, esa es-
critura frívola, despreocupada, los titulares escandalosos...
—Eso es oro, pibe, oro en polvo.

22

El caníbal 1.indd 22 28/10/09 23:51:23


TAXISTA
EUNUCO
SE MATA EN
UN CHOQUE
Taxista eunuco se mata en
un choque. Su familia dice
que era normal y acusa a la
policía. “Le cortaron las bolas
porque tenía un anillo de oro
en el pito. Era excéntrico pero
no se merecía este ultraje.”

—No hay que decir que es “ficción”. La ficción es una


co­quetería insoportable hoy. ¿En qué ficción me querés
interesar si salgo a la calle y pasa lo imposible, si abro el
diario y encuentro toda la literatura universal resumida y
en un lenguaje con un ritmo que me paraliza el corazón?
La condición de la verdad, el estatuto de la verdad lite­
raria no puede ser el mismo hoy que el de principios de
siglo, atravesados por los mass-media como estamos. Hoy
la verdad es maleable. ¿Quién tiene una verdad hoy? La
verdad es lo más codiciado de todo, lo único codiciado, lo
único que importa. Y encima vos con la palabra “ficción”
ya me estás asegurando que me vas a mentir. El diario la
hace bien, la hace mejor, ellos te aseguran que lo que lees
es la verdad, lo que ocurrió sin vueltas. ¿No es tentador?
No, tentador no es, es fascinante. El lector del diario
sensacionalista se queda hipnotizado, como el pajarito
que no puede dejar de mirar a la serpiente. Quizás la
ficción para poder subsistir hoy en día deba dejar de
rotularse como tal. Es lo que hace el diario. Y esto más
allá de si los sucesos son reales o imaginados. El artificio

23

El caníbal 1.indd 23 28/10/09 23:51:23


al diario le funciona, convence, es efectivo. Cuanto más
amarillo, más interés despierta. Del Clarín la mitad son
noticias, lo demás es pura narración.

MELLIZOS
Y PLANTAS
CARNÍVORAS
Mellizos sádicos regalaban
plan­tas carnívoras africanas a
parejas con recién nacidos. Su
único alegato fue: “El mundo
está superpoblado. La Car-
nivorus africanis es la solu­
ción. Es muy barata y todos
podemos tener una en el hall
de entrada. Criar estas plantas
no es acto criminal, es un acto
de justicia demográfica”.

—Y no me dejés empezar con lo del reality show. El


real­ity show es justamente eso: borrar la idea de ficción,
que de hecho sigue funcionando, para decir que eso es la
realidad, el espectáculo de lo real, el espectáculo de re­
crear con un medio artificial la realidad. La historia de la
literatura, ¿no?
—Indudablemente —contesto. ¿Qué puedo con-
testar?
Argumento de la única novela de Villegas en cinco líneas:
En un mundo irreconocible (se estima, se vislumbra que
es un universo paralelo al nuestro, algo que podría haber
sido y no fue), Karolj Woitila es el Papa Juan Pablo II.
Pero Elvis Presley no es famoso. Canta en Memphis, en
bares de mala muerte. Se viste igual que lo recordamos

24

El caníbal 1.indd 24 28/10/09 23:51:23


todos en esas fotos que circulan por el inconsciente del
siglo XX. Campera de cuero blanca y pantalones ajusta-
dos con flecos, camisas abiertas, anteojos enormes y lla-
mativos. La descripción, según el mismo Villegas, es cien
por ciento real. Pero para mí, que no sé tanto sobre El-
vis, está exa­gerada. El hilo de la trama se desata cuando
Elvis consigue hacer despegar un proyecto como pastor
mediático que le resulta más redituable que la música.
Pero entonces descubre que su competidor más impor-
tante a escala mundial es la Iglesia Católica. Y así, sin
más, decide matar al Papa. Sin atenerse a fechas reales
o al menos verosímiles, Elvis encuentra a Juan Pablo II
descuidado en una de sus giras y lo asesina pegándole
dos tiros en el abdomen. Apenas suenan los disparos, la
prosa es reemplazada por una lista larguísima de todos los
atentados que sufrió Juan Pablo II en su vida y también
algunos perpetrados contra otros Papas. El libro se cierra
con la ejecución de Elvis en la silla eléctrica, mientras sus
seguidores, pocos pero agresivos, causan incidentes en
las calles de Los Ángeles.
Villegas describe su libro como “la única metáfora
importante del siglo XX, el triunfo del desenfreno pa-
gano, orgiástico y ritual sobre el símbolo máximo de los
residuos de la Edad Pre-moderna”.

CONFLICTO ENTRE CRIADOR


DE AVES Y SU VECINO
Un hombre es atacado por ese tipo de aves. “Yo no ten­
un gru­po de cigüeñas den­ go nada que ver, asegura
tadas. Adjudica el supues­ el imputado, mis aves son
to accidente a un enemigo, independientes y hacen lo
cria­d or inescrupuloso de que quieren.”

25

El caníbal 1.indd 25 28/10/09 23:51:23


Villegas se toma un respiro y pide otro café. Mientras es-
pera al mozo, abre mi novela, el inédito que quedó ahí,
testigo infortunado de los delirios literarios de un crítico
de bar. El original está marcado con cuatro colores. Ville­
gas la leyó. ¿Por qué me habla de eso? ¿Por qué no co-
mentamos mis ideas?
La novela de Villegas tiene digresiones arbitrarias
que resultan muy efectivas. Por ejemplo, ajeno a todos
los sucesos, un hombre entra en un museo de arte mo­
derno armado con un fierro y destruye algunas obras.
Las piezas no ofrecen mayor resistencia, son colgantes
de plástico y esculturas amorfas en vinilo y poliuretano.
Los guardias de seguridad lo detienen y no sin un previo
forcejeo, logran reducirlo. La policía lo interroga. Y lo
declara loco. ¿Por qué si no está loco haría lo que hizo?
Tratando de sondear esa locura un policía pregunta:
“¿Por qué hizo eso? ¿Odia el arte moderno?” Y el hom-
bre contesta: “No, al contrario, yo estoy a favor del arte
moderno”.
—¿Vos leíste Elvis, asesino del Papa?
Le contesto que sí, que por eso le llevé mi primera
novela que duerme delante suyo una siesta eterna. Pero
Villegas en seguida me responde, como no podía ser de
otra manera, que se arrepiente de haberla escrito. Habla
de su novela, no de la mía. Hoy esa escritura le parece
liviana, demasiado literaria. Y entonces, una vez más,
incansable, insobornable, cuenta, parsimonioso, la anéc-
dota de Hemingway y el periodista. El periodista hace
una pregunta, el escritor no lo escucha. Y le responde así:
“¿Usted va a las carreras?” Y el periodista asombrado
responde: “Sí, ocasionalmente” Y Hemingway le dice:
“Entonces usted lee el Racing Form —el Racing Form era
la revista hípica que se consultaba para apostar en Chi-

26

El caníbal 1.indd 26 28/10/09 23:51:23


cago—. Bueno, allí tiene usted el verdadero arte de la
ficción.” Se acabó. Pura experiencia. No me jodan.
La anécdota refleja un ideal que Samuel Johnson
definió en una máxima que reza así: “No man but a block-
head ever wrote, except for money”, frase que Ville­gas
traduce: “Solamente un salame escribe si no le garpan
por hacerlo”.
—¿Y entonces? ¿Qué tengo que escribir? —le pre-
gunto.
—Yo empezaría revisando los medios de comuni-
cación.
DALTÓNICO
SE JUSTIFICA
“Pensé que estaba tomando
un baño de espuma.” Un
daltónico descubre a su mu­
jer degollada en la bañera y la
deja sumergida en un infier­
no de sangre por horas. “Era
verano —asegura el protago­
nista de la tragedia que tam­
bién padece miopía—. Me
preocupé cuando comencé a
sentir olor.” La policía sospe­
cha, pero no puede hacer otra
cosa que creer.

—¿Revisando los medios de comunicación?


—Por supuesto.
Ahora me doy cuenta por qué Villegas es un fraca­
sado. ¿Por qué Villegas es un fracasado? Porque le gus-
ta. Le gusta ser un fracasado. Es la mejor posición para

27

El caníbal 1.indd 27 28/10/09 23:51:23


hablar sobre literatura, sobre política, sobre lo que sea.
El fracaso lo habilita a la crítica lúcida. Todo cae bajo sus
garras impiadosas y recompone sus formas en su miseria
material y en su falta de prestigio social. Tiene un aura es-
pecial. Es como si al fracasar, al no avanzar, al entregarse
en cuerpo y alma a la pérdida, no a la ganancia, estuviera
en contacto válido con lo real. Estoy seguro de que Ville-
gas ve en los que consiguen el éxito, en los exitosos en sus
empresas, constructores de ilusiones edulcoradas y cre­
yentes voluntariosos de sí mismos. Por eso en su fracaso,
Villegas hace explícito su éxito de narcisista pretencioso.
Sí señor, Villegas es el típico escritor porteño y fracasado
que deambula por cines y bares con esa aura tan atractiva
y enigmática. Esa es su verdad, su carrera. Como otros se
hicieron médicos a sí mismos, él se construyó un fracaso.
Y, sin embargo, pese a esa artificialidad dudosa, es inte-
resante escucharlo.

INUSUAL
MATRIMONIO
Vegetariana se casa con caníbal
Caníbal se casa con vegetaria­na y la
interna en un neuro­psi­quiátrico con­
tra su voluntad. “Lo hice por ella, la
amo y si la mantenía a mi lado me la
comía. Cuando le daba besos, su gus­
to me hacía agua la boca.”
—El problema —dice Villegas— es que la realidad ar-
gentina es tan efervescente que tiende a volver obsoleto
todo intento de ficción.
¡Ah! Sí. ¡Qué original! Eso sí que no lo había es-
cuchado nunca. Andá a cagar, Villegas...

28

El caníbal 1.indd 28 28/10/09 23:51:23


—Hoy vivimos en forma joyceana, una forma frag-
mentaria, irracional, tartamudeante. La literatura debe
recomponer el panorama de lo real, o resignarse a pasar
desapercibida. Es preciso incorporar las técnicas de los
medios de comunicación, sondearlas y explotarlas en la
lectura recogida. Es necesario que crucemos al terreno
del “enemigo” y le arrebatemos sus armas. Yo, como He-
gel, aspiro a ser contemporáneo de mí mismo.
¿Y este Villegas quién mierda es para hablar con tanta
solvencia? ¿Por qué no se limita a comentar mi novela?
¡Ah!, ya entiendo, no me citó por mi novela, me citó por
sus ideas, para hablar sobre lo que se le había ocurrido y
como no tenía a quién contárselo... ¿O me equivoco?
—Es el poema de Borges. Está clarísimo —dice Vi­lle­
gas, y recita los versos.

Yo que anhelé ser otro, ser un hombre


De sentencias, de libros, de dictámenes,
A cielo abierto yaceré entre ciénagas,
Pero me endiosa el pecho inexplicable
Un júbilo secreto. Al fin me encuentro
Con mi destino sudamericano.

Se hace un silencio. Y recién después Villegas arranca.


—A mí también me gustaría ser un novelista sin más,
así, colgado de la palmera, con la nariz metida en el om-
bligo, pero no se puede.
—Todo ese cambio implicaría el final de la ficción...
—Sí, el final de la ficción tal cual la conocemos —me
corrige Villegas—. Pero el principio de otra cosa, de otra
forma de la narración, de otra forma del lenguaje. Porque
de la ficción, Terranova, de la ficción no se salva nadie.

29

El caníbal 1.indd 29 28/10/09 23:51:23


El caníbal 1.indd 30 28/10/09 23:51:23
Por Corrientes hasta el Bajo

Son como las dos de la mañana. Villegas me convence


de que lo acompañe hasta la pensión donde, dice, tiene
algo que me quiere hacer leer. Llama al mozo, pago yo
y la novela, ahí, sin tocar, huérfana de comentarios. No
es genial, pero es mi primera novela. Salimos a la calle.
Hay niebla. El obelisco apenas se ve. Caminamos por
Corrien­tes. Cuando cruzamos la 9 de julio todo cambia.
Se extinguen las librerías, los teatros están cerrados, en
las puertas de los prostíbulos, luces rojas y tipos con
ca­ras flacas y trajes viejos nos invitan a conocer putas
que se las saben todas. En la puerta de un MacDonald’s,
gente de todas las edades revuelve las bolsas de la basura
buscando algo para comer.
—Los come-mierda —dice Villegas señalándolos—.
Los bastardos del neoliberalismo, paridos por la conver­
tibilidad y los años ‘90.
Más adelante, cerca de Florida, están los que juntan
cartones. Hace frío. En un kiosco, con luces de neón
blancas que lo tiñen de quirófano, se juntan los habi-
tantes nocturnos de la que alguna vez fue la calle de las
vanguardias y los cogotudos. Miran la TV y comen pan-
chos por un peso. En el Bajo se siente el viento del río. A
dos cuadras de Corrientes está la pensión.

31

El caníbal 1.indd 31 28/10/09 23:51:23


El caníbal 1.indd 32 28/10/09 23:51:23
Mientras camina, Villegas fantasea
y hace teoría literaria

—Me gustaría, un día fantástico —dice Villegas—,


juntar a todas las personas que conocí, que conozco y que
cono­ceré en mi vida. A todas. Y después, bajo su super-
visión, escribiría algo que todos ellos aprueben, acepten
y disfruten como buena literatura. Lo fantástico de esta
historia no es la imposibilidad de juntar a esas personas,
desde un kiosquero que vi una sola vez en mi vida hasta
el médico que me sacó del vientre de mi madre, des­de
mi última mujer hasta la chica esa que nos mira des­de
esa esquina, desde una persona con la que comenté el
tiempo en un ascensor hasta mis enemigos más íntimos,
juntar toda esa gente no es lo fantástico, eso es apenas
imposible. Lo fantástico es pensar que alguien alguna vez
pueda escribir algo que reúna el interés y la aprobación
de tan disímiles perso­najes. Nadie puede escribir para to-
dos. Eso es un axioma. Lo demás es mierda.

33

El caníbal 1.indd 33 28/10/09 23:51:23


El caníbal 1.indd 34 28/10/09 23:51:23
Villegas lee revistas

En la pared hay hojas de diarios pinchadas con chinches.


Hay pilas de diarios en el suelo. El escritorio está desor-
denado, la pieza está desordenada. Me acuerdo que una
vez me dijo que tenía cuatro mil libros. Hay pilas hasta en
el baño. Pilas de libros, y apenas uno o dos estantes para
una enciclopedia incompleta. El depósito del inodoro no
funciona. Cuando se frustra mi segundo intento de hacer
correr el agua, me percato de que Villegas no tenía mi
novela cuando entramos a la pensión. Se la olvidó en La
Giralda. Villegas enciende una estufa de gas y me pasa un
recorte en papel ilustración. El recorte es una página de
la revista española ¡Hola! No tiene fecha.
—Eso —me dice, exagerando— es la literatura del
futuro.
Leo detenidamente. Es sorprendente.

35

El caníbal 1.indd 35 28/10/09 23:51:23


Su hijo David, un joven con graves problemas
de identidad, mató —según confesión propia—
a su madre en un momento de enajenación

TRAGEDIA EN LA
VIDA DE KIMBO,
EL POPULAR HUMORISTA DE LA TELEVISION

«Llegué al cuartel donde estaba detenido mi


hijo y me dijo: “Papá, soy David, el rey de Israel;
mamá era el diablo y tenía que matarla para sal-
varla”. Entonces, me di cuenta de que las facul-
tades mentales de mi hijo estaban alteradas.»

K imbo, ese hombre de


sonrisa amplia y gran hu­
manidad, ha “interpretado”
—Nadie se explica cómo
su­ce­dió esta tragedia. Sobre
las seis de la madrugada del
el peor papel de su vida: su pasado trece de septiembre
hijo David, de veintiséis años me llamaron del cuartel de
de edad, es el presunto asesi­ la guardia ci­vil de Illescas
no de su madre, Eveline, pri­ (Toledo). Cuando llegué
mera esposa del humorista. allí encontré a mi hijo Da­
Después de la pesadilla vid esposado y me comentó
que ha vivido toda la familia, textualmente: «Papá, soy
y para que nadie interprete David, el Rey de Israel, el
los hechos de forma errónea, rey de los judíos, y mamá
como ha sucedido —según era el diablo; tenía que
dice el humo­rista— en algu­ matarla para salvarla». Evi­
nos medios de comunicación, dentemente, me di cuenta
Kimbo ha deci­dido contar lo de que las facultades men­
que pasó. tales de mi hijo estaban al­
—No he querido hablar teradas. Posteriormente, en
antes porque tenía la mente el cuartel me aclararon que
aturdida. Necesitaba reposo David había ma­tado, a pu­
y sosiego para poder hablar. ñaladas, a su madre. Tras
Tras unos instantes de si­ el suceso, David se acercó a
lencio, Kimbo clava la mirada un bar y pidió que llamaran
en el vacío y añade: a la Guardia Civil. Al prin­

36

El caníbal 1.indd 36 28/10/09 23:51:23


cipio, el dueño del bar no —Cuando David se inde­
daba crédito a lo que David pendizó se fue a vivir a Bar­
decía, pero al verle insistir celona, y posteriormente
decidió llamar. recorrió media Europa tra­
bajando como modelo pu­
bli­c itario. Hace tres meses
Eveline, una mu- —continúa narrando Kim­
jer comprensiva bo— se instaló en Madrid,
alquiló una buhardilla lu­
minosa y me llamaba por
teléfono con frecuencia. El
—Eveline, holandesa, de día que sucedió la tragedia
ori­­gen judío, y yo —nos dice llamó a su madre y le co­
Kimbo— nos conocimos en mentó que tenía miedo, que
la Costa Brava, y después de un árabe le estaba siguiendo
unos años de noviazgo nos constantemente. Eveline le
casamos. Fruto de ese ma­ fue a recoger a Madrid y se
trimonio nacie­ron tres hijos: lo llevó a su casa en Illescas.
dos chicas que actualmente Ambos se llevaban bien, se
están casadas, y David, que entendían. Por tanto, no en­
tenía problemas con su cuentro explicación para un
identidad de varón. Después hecho así.
de catorce años de matrimo­ —¿Cómo es su hijo David?
nio, nuestro amor se des­ —Es una bellísima perso­
vaneció y de común acuer­ na, muy frágil. Detesta a la
do decidimos separarnos, gente de mala voluntad. Los
aunque siempre seguimos días inmediatos a la trage­
siendo ami­gos. Eveline era dia, mi hijo se encontraba
una mujer muy preparada mal. Ahora, que está más
y ambos nos dimos cuenta consciente, me pudo expli­
de los problemas de nues­tro car lo sucedido. David y un
hijo, con quien hablamos grupo de amigos fueron in­
y quien nos manifestó que vitados a la inauguración de
él se sentía más mujer que una discoteca. Allí bebieron
hombre. Eveline y yo acepta­ unas copas y se tomaron al­
mos la realidad, porque no go que los mantuvo tres no­
queríamos perderle. Sufrí ches enteras sin dormir y
co­m o padre, porque me sin apenas comer. Al cuarto
imaginé que la vida de David día, comenzó a ver alucina­
iba a ser más difícil que la de ciones, pensó que un árabe
cualquier otra persona. le perseguía y por eso llamó
Kimbo vuelve a guardar a su madre, quien, como le
unos instantes de silencio, decía antes le fue a recoger.
su mente se pierde entre los Ya en casa de Eveline se
recuerdos y añade: (SIGUE)

37

El caníbal 1.indd 37 28/10/09 23:51:23


imaginó que su madre era el tos, porque en estos casos,
demonio. cuan­do se dan cuenta de lo
—¿Cómo han vivido la tra­ que han hecho pueden in­
gedia su actual esposa, Cha­ tentar suicidarse.
ro, y el resto de sus hijos? —¿Cómo se encuentra
—Todos nos hemos vol­ usted?
cado con David. Los sába­ —Destrozado, pero inten­
dos y domingos, que son los to llevarlo lo mejor posible.
días de visita en la cárcel de Lo más importante es el
Ocaña, acudimos a verlo y a bienestar psíquico de David.
prestarle nuestro apoyo. Los Algunas ve­ces pienso que es­
médicos nos han comentado toy interpretando un papel
que el afecto fami­liar es muy difícil, dramático e intento
importante en estos momen­ salir del mismo.

—¿Y? ¿Qué me decís?— me increpa Villegas cuando


suspiro al final de la lectura.
—Hay maneras más sutiles de que un puto corte el
Edipo, ¿no?— le respondo.
Villegas me explica el orden imprescindible de la tra-
gedia, el divorcio y la histeria como instituciones bur-
guesas, la irracionalidad y el absurdo moderno, la novela
familiar condensada, la significación cabalística, el erotis-
mo gay, las drogas, la frivolidad, el morbo necesario para
toda narración y más, y todo ahí, en esa página escrita
para ser desechada. Todo ahí, como un subproducto de
la cultura. Todo ahí, en las manos de Doña Rosa y del
empleado municipal. En dos palabras, Villegas se va al
carajo haciendo un ejercicio de crítica literaria. Pero en
algo tiene razón, el artículo es fuerte, atractivo y una vez
empezado no se puede dejar de leer.
—Te desafío a que escribas una historia con el mismo
grado de efectividad —me dice en seguida— que no ex-
ceda esa cantidad de palabras y que pueda ser compren-
dida por el lector medio de nuestra Buenos Aires actual.
Después se ríe. Qué hijo de puta.

38

El caníbal 1.indd 38 28/10/09 23:51:23


Villegas lee el diario

Villegas me pasa otro recorte y pone agua al fuego en


una pava de lata. Este es de diario. Es del Clarín. Lo re-
conozco con facilidad por la diagramación y la tipografía.
Miró la fecha: jueves 15 de octubre de 1998. En el mar-
gen superior de la página Villegas escribió en imprenta y
con rotulador negro El Doctor Muerte. Leo el artículo.

¿El mayor asesino serial de Gran Bretaña?


SOSPECHAN QUE UN MÉDICO
INGLÉS MATÓ A 77 PACIENTES
Es Harold Shipman, de 52 años, y trabaja en
una ciudad cercana a Manchester. La policía
inglesa cree que al médico lo movía la codicia:
apoderarse de las cuentas bancarias y las
herencias de sus pacientes.
Aunque por ahora sólo está en el mayor asesino serial de
acusado formalmente por la historia de Inglaterra.
cua­tro muertes, la policía Al doctor Harold Shipman,
sospecha que en un total ha­ que trabaja en una ciudad de
bría matado a 77 de sus pa­ Manchester llamada Hyde, lo
cientes en los últimos años. empezaron a investigar hace
Es un médico clínico bri­ alrededor de dos meses, cuan­
tánico y podría convertirse do los parientes de una de ▶

39

El caníbal 1.indd 39 28/10/09 23:51:23


▶ sus pacientes lo denuncia­ situación de Shipman —que
ron por falsificar un testa­ lleva 28 años ejerciendo la
mento. medicina— se complicó más
Se trataba de la herencia de y más. Entre el 21 y el 23 de
Kathleen Grundy, una viuda septiembre, la policía exhu­
de 81 años, ex intendente mó los cuerpos de otras tres
de Hyde y paciente de Ship­ pacientes suyas: el de Joan
man. La mujer había muerto Melia (muerta a los 73 años
en junio y le había dejado sus en julio pasado); el de Wini­
£ 600.000 a una sola persona: fried Mellor (muerta a los 78
el doctor Shipman. años en mayo último) y el de
Su hija, una abogada de Bianca Pomfred (muerta a los
Warwick, no dudó en denun­ 49, en diciembre pasado).
ciar al médico ante la policía. Así fue como salió a la luz
En seguida, los investigadores que Pomfret había muerto de
ordenaron la exhumación del gripe, mientras que el médico
cuerpo de Grundy. Y poco le había diagnosticado trom­
después, el 7 de septiembre, bosis coronaria y depresión.
llamaron a declarar a Ship­ Y que Shipman había hecho
man, quien fue acompañado el mismo diagnóstico para la
por su mujer, Primrose, y uno muerte de Mellor.
de sus cuatro hijos, Christo­ Por estas tres muertes,
pher, de 21 años. Ship­man fue acusado el lunes
Ese mismo día, el médico pasado. El médico escuchó
fue formalmente acusado la acusación de la corte de
por el asesinato de Grundy, Tameside, mientras le gui­
por falsificación de docu­ ñaba un ojo a su mujer.
mentos y por intento de Ese día, mientras los jueces
defraudación. Se descubrió ordenaban que permanezca
que el testamento había sido detenido hasta que sea juz­
cambiado 15 días antes de la gado por las cuatro muertes,
muerte de la mujer. en noviembre, la Policía
En las siguientes semanas la exhu­maba otra paciente de

40

El caníbal 1.indd 40 28/10/09 23:51:24


Shipman. Era la jubilada Ivy Según el certificado fir­mado
Lomas, que murió en mayo por Shipman, su muerte se
pasado a los 63 años en el debió a neumonía.
consultorio del médico, apa­ En total, los casos que es­
rentemente de un ataque al tán siendo analizados suman
corazón. 28, aunque se sospecha que
Otra paciente exhumada las víctimas serían 77. Pero
fue Mary Quinn, que murió a la investigación ya se encon­
los 67 años en noviembre del tró con dificultades, porque
año pasado. Y la policía ya le muchos de los cuerpos de los
advirtió a la familia de María pacientes fueron cremados.
Antoniette Fernley, una mu­ Fuentes de la investigación
jer nacida en Malta que vivía aseguran que el móvil de
en Hyde, que ella también Shipman habría sido apode­
podría haber sido asesinada rarse de las cuentas bancarias
por el médico, por lo que de muchas de sus pacientes,
exhu­marán el cuerpo. aunque esto aún no fue
Además, se está investigan­ probado. Se sabe que para
do el caso de la viuda Pat “Cis­ asegurarse de no dejar ras­
sy” Davies, quien murió el 3 tros, él mismo se encargaba
de febrero después de una vis­ de firmar los certificados de
ita al consultorio del médico. defunción.

—¿Terminaste? —me pregunta Villegas.


—Sí —le respondo.
—¿Y? ¿Viste? ¡Qué hijo de puta! Es una novela de
suspenso.
—No veo dónde... Es verdad que es llamativo pero...
—¡Qué llamativo ni qué llamativo! Es una novela de
suspenso en la mejor tradición inglesa. La pregunta es
cómo. ¿Cómo hizo? ¿Cómo hizo para matarlos?
Villegas me dice que entiende que un médico asesino
y sin escrúpulos pueda matar sin problemas a uno de

41

El caníbal 1.indd 41 28/10/09 23:51:24


sus pacientes. Y esto ya es todo un asunto. Pero, ¿el
móvil para justificar semejante crimen puede ser el de
heredar los bienes de los pacientes asesinados? ¿Cuál
es la conexión que no está al alcance del lector? ¿O
los pacientes van a sus consultas y se internan con su
testamento abajo del brazo? Villegas me confiesa que
no termina de entender la relación. Tendría que haber
un cómplice notario o abogado, un tercero que relacio-
nara la parte legal y abstracta con la física. Pese a todo,
parece no ser el único ejemplo. Pese a todo, la historia
es fascinante, dice Villegas.
—Me gustaba más la tragedia de Kimbo —le digo.
—Bueno, sí, esto es mucho más convencional. Pero lo
tenés que ver a la luz de un género. ¿Lo ves? Si no lo ves,
no tenés sentido analítico para este tipo de literatura. El
gran atractivo de esta historia es la paradoja moderna de
un médico que mata al paciente que tiene que curar.
—Sí, es una noticia rara...
—¡Pero no es una noticia! —se exaspera Villegas—
La noticia puede ser el juicio, la acusación reciente, la im-
posibilidad legal de sentenciarlo, pero eso es lo de menos
en el texto. Vos, como todos los jóvenes de hoy, no tienen
la posibilidad de sentir la sutileza de...
—Andate a la mierda, Villegas. ¿De qué sutileza me
hablás? Los jóvenes de hoy todo lo que quieras, pero los
viejos no son precisamente una pinturita, ¿eh?
Villegas me cuenta que hay más, mucho más. Los lla-
mados “ángeles de la muerte”, por ejemplo. En abril
de 1989, tras ser detenidas, cinco enfermeras austría-
cas confesaron haber asesinado a cuarenta y nueve pa-
cientes del Hospital Municipal Lainz en Viena. Parece
que una hizo un comentario algo demasiado cínico a
un médico y en seguida se descubrió que las muertes

42

El caníbal 1.indd 42 28/10/09 23:51:24


eran sospechosamente más altas cuando estas cuatro
enfermeras trabajaban en el turno noche.
Villegas busca un cuaderno Rivadavia donde tiene
anotada una declaración y me lee: “Queríamos ayudar-
los a morir. Estaban viejos y no hacían más que crearnos
problemas. Los que me irritaban estaban listos para ocu-
par una cama gratuita cerca de Dios.” Las mujeres les
daban a los pacientes altas dosis de insulina, barbitúri-
cos o directamente los ahogaban con una almohada.
—Eran todas lindas, rubias, con piel de ángel, ver-
daderas enfermeras vienesas. Y también está el caso de
la enfermera danesa. Tenía treinta y dos años. Nunca se
supo su nombre, se ocultó su identidad por orden judi-
cial. La acusaron en el ‘97 de haber dejado morir a vein-
tidós viejos entre sesenta y cinco y noventa y siete años.
Ella se defendió diciendo que los pacientes le habían
pedido la eutanasia. Pero después se comprobó que les
había sacado unos 5.000 dólares a cada uno.
Enseguida Villegas lee del cuaderno:
“Ohio, Estados Unidos. Médico Buscado. Michael
Swango, un médico de cuarenta y tres años, está acusado
de haber envenenado a por lo menos sesenta pacientes
que estaban bajo su cuidado en diferentes hospitales
de Estados Unidos. La policía empezó a sospechar de
él en 1984, cuando trabajaba en Ohio. Sus compañeros
denunciaron que, cada vez que él les daba comida, los
internos se enfermaban. En su casa encontraron varios
litros de veneno para hormigas. Fue detenido y acusado
de intentar envenenar a sus colegas. En 1987 salió en
li­ber­tad y volvió a trabajar como médico. Pero fue des-
pedido suce­sivamente de cinco lugares diferentes: allí
donde iba, los pacientes morían misteriosamente. Ac-
tualmente está prófugo.”

43

El caníbal 1.indd 43 28/10/09 23:51:24


—Parece Misery —le digo.
Villegas no me responde. Cierra el cuaderno y va a
buscar la pava porque el agua hierve.
—Todos los días leo excelente literatura en las salas
de espera, en los bares de la recova, la mercancía que los
kiosqueros ofrecen y guardan al lado de La Orestíada y
Macbeth. Y si se larga a llover, tapan todo con un plástico
transparente.

44

El caníbal 1.indd 44 28/10/09 23:51:24


Discuto con Villegas

¿Y cómo escribir entonces? ¿Qué escribir? ¿Buscar tra-


bajo en la revista Gente? ¿Hacerse emplear en un sema­
nario para poder redactar pequeñas ficciones, obras
perfeccionadas en el tiempo limitadísimo de una sema­
na o menos, para que finalmente pasen desapercibidas
y se pierdan entre publicidades de agua mineral con
mujeres semi-desnudas y slogans de cinco palabras so-
breimpresos a la foto de un hombre que fuma recostado
sobre un jeep en medio del desierto de Arizona? ¿Bus-
car trabajo en un diario? ¿Transformarme en el reporter
de una afiebrada redacción donde trabajaré lo real sin
consuelo y sin mediación? ¿Resignarme a que los libros
son sopor­tes que sólo pueden contener clásicos?
—No —lo interrumpí—. Todo eso puede ser el prin-
cipio de una literatura, pero en sí mismo no es nada, ape­
nas algo extravagante, un punto extraño en un género
muy controlado, una freakiada que se le escapó al correc­
tor de turno...
—Todavía pensás desde el romanticismo, pibe. Pen-
sás que tiene que haber un autor, una obra “original”, un
objeto bien recortado. Como si la literatura respondiera a
una enciclopedia. Acá termina Balzac, acá empieza Zola.
No es así. La literatura no se inventó para ser cataloga-

45

El caníbal 1.indd 45 28/10/09 23:51:24


da, clasificada, ordenada. La literatura nace ahí donde
está el deseo, crece como yuyo, así, al natural, donde
puede, donde la necesitan, donde la dejan. Se acabó la
discusión.
—¿Y entonces?
—Yo estoy escribiendo. ¿Querés que te muestre?
Sirvió el té que había preparado directamente en la
pava. Tenía gusto a media hervida. Después, se puso a
buscar una carpeta.

46

El caníbal 1.indd 46 28/10/09 23:51:24


El nuevo libro de Villegas

El libro se llamaba Tres Historias Limpias y tenía un sub-


título El mártir, el asceta y el vengador. Cada parte estaba
formada por un recorte de diario. Villegas no había es-
crito nada salvo los títulos.

Patético caso de soledad en Hamburgo


SIN VIDA, FRENTE AL TELEVISOR
Lo encontraron cinco años después.
El esqueleto tenía todavía el programa de TV
en la mano. Vivía solo y rehuía el contacto con
los vecinos. El administrador del departamento
fue quien, finalmente, lo descubrió.
Hamburgo, Alemania calle Dieselstrasse 56. Había
Especial
nacido en 1950. Según in­
Las luces del arbolito de Na­ formó la policía el esqueleto
vidad todavía titilaban en la estaba frente a un televisor
casa. Habían pasado cinco que un día de esos cinco años
años titilando en vano. Sobre sufrió una falla y no anduvo
el sillón seguía sentado el es­ más. En las manos, Wolf­
que­le­to de Wolfgang D., el due­ gang tenía una revista con la
ño de casa, muerto en 1993. programación. Estaba abier­
Wolfgang D. vivía en las ta en el día 5 de diciembre
afue­ras de Hamburgo, en la de 1993. ▶

47

El caníbal 1.indd 47 28/10/09 23:51:24


▶ Es difícil imaginar una de vacaciones. Allí conoció a
escena que hable con más Waltraub. Se ena­moraron.
claridad de la soledad en las Todo parecía andar bien:
grandes ciudades. Los veci­ Wolfgang dejó el ejército, se
nos dijeron que no se habían casaron y se instalaron en el
dado cuenta de nada. “Alguien pueblito austríaco donde ella
dijo que se había trasladado a vivía. Pero él no se acostum­
un asilo y lo olvidé.”, explicó braba. Venía de Hamburgo,
Mónica Majarres, habitante una gran ciudad. Además la
del mismo edificio. mamá lo extrañaba y le pedía
Otros contaron que el que volviera. Volvieron.
hom­bre vivía apartado y re­ En Hamburgo la que no
huía el contacto con la gente. se acostumbraba era ella. En
Muchos de los que vivían ahí 1977, Waltraub decidió que
nomás, en los otros depar­ volvía a Austria sin Wolfgang.
tamentos, no lo habían visto No se hablaron nunca más.
jamás: hace menos de cinco Wolfgang había sido un
años que llegaron al edificio. hombre alto, de un metro
Wolfgang D. Había nacido noventa. Corpulento. Pero
en la misma ciudad donde lo tuvieron que operar de la
murió. Alguna vez vivió otra cadera y estaba obligado a
persona con él: su esposa, usar muletas. Se de­primió.
Waltraub.
Fue ella quien contó algu­
nos detalles: Wolfgang fue el
Detrás de la puerta
hijo de un albañil que cuando
se em­borrachaba se las agarra­ Heinrich F., un primo de
ba con el chico. Cuando Wolf­ Wolfgang, dijo que su primo
gang tenía diez años, el padre tenía problemas con el al­
murió. El chico aprendió ce­ cohol. Que, como su padre,
rrajería. Estuvo cuatro años tomaba y se ponía agresivo.
en el ejército. En 1972, todavía Así, por el alcohol, perdió el
en el ejército, viajó a Austria trabajo. “Los últimos quince

48

El caníbal 1.indd 48 28/10/09 23:51:24


años —dijo Heinrich— se
dejó morir.”
No hubo amigos ni fami­
liares ni conocidos que no­
taran que faltaba Wolfgang.
Lo buscaron por un asunto
de dinero. La madre, que
pagaba silenciosamente to­
das las cuentas, murió. Los
me­ses de alquiler impago
se acumularon. Enojado, el
admi­nistrador se cansó de es­
perarlo y entró por su cuenta
a buscar al moroso.
La policía agrega que nada
permite suponer que el hom­
bre haya sido víctima de una
agresión. Cinco años estuvo
su cuerpo solo, frente al televi­
sor. Nadie sabe cuánto tiempo
pasó solo mientras vivía.

Apenas termino de leer, Villegas arremete. Habla fasci-


nado como si fuera un brujo tirando un gualicho.
—Todos vemos al pobre Wolfgang sentado frente al
televisor con sus ojos vacíos y su cabeza de calavera sin
pelo, teñida por las incandescentes y a la vez titilantes
luces del árbol de Navidad, símbolo inequívoco de la
fraternidad y la familia reunida.
El recorte era bueno. Estaba bien elegido. Pegaba en
el inconsciente colectivo de todos. El televisor y la tele-
visión por cable, sinónimos populares del aislamiento y
la muerte, pero también del incuestionable y aterrador

49

El caníbal 1.indd 49 28/10/09 23:51:24


derecho personal de cada individuo a gastar su vida en
ellos. Símbolo de la “comodidad burguesa”, el universo
al alcance de la mano pero no, negado en su materiali-
dad, sólo para verlo, para ser el voyeur que no copula,
sino que observa. Y eso es la muerte.
—Si Wolfgang se hubiera muerto enfrente del lava­
rropas, la noticia no habría existido y la historia, descar­
table, habría perdido su encanto más avasallador —dice
Villegas—. A la muerte la enfrentamos todas las noches,
en ese momento de parálisis transitoria frente a la película
o el noticiero. Nadie puede molestarnos ni interrumpir-
nos. Wolfgang, pese a su nombre clásico, se volvió barro­
co. Fue hasta el límite. Se murió.
Cuando yo tenía dieciocho años ese hombre ya había
muerto. No podría enumerar todo lo que hice el tiempo
que pasó desde que murió hasta que fue descubierto el
cadáver. Pero en definitiva que su cuerpo se pudriera al
aire, sin sepultura, es lo que menos horroriza. La putre-
facción es ajena a este muerto. No hay registro de los
olores que emanó. La higiene prima en el relato. No hay
explosiones de vientres hinchados o agusanados ni ratas
ni carroña de ningún tipo. La TV, puede decirse, se llevó
todo vestigio de terrenalidad con ella, dejando sólo el
muñeco, el cadáver como símbolo de su poderío.
Y para Villegas eso es una fiesta.
—El final sentimental no hace otra cosa que cerrar la
historia, que ha transitado el género romántico-amoroso,
con una fuerte moraleja.
¿Qué sentimiento nos toca vivir por Wolfgang el muer-
to, el que se autolapidó frente a la televisión? ¿Era un
villano que “se ponía agresivo” cuando tomaba y murió
en su ley? ¿O era un romántico enamorado de las mon-
tañas austríacas, desengañado y herido? Como en toda

50

El caníbal 1.indd 50 28/10/09 23:51:24


construcción del periódico diario, no hay tiempo para
mayores descripciones. La ajustada economía manda.
Villegas me indica que siga. Me pide que lea en
voz alta.

Descubrieron a un
ermitaño en una isla
de Massachusetts
VIVIÓ 10
AÑOS EN UNA
CUEVA, DOS
METROS BAJO
TIERRA
Durante diez años, Thomas
Johnson, un norteameri­
cano de 38 años, vivió re­
cluido, solo, bajo tierra, en la
atractiva y codiciada isla de
Nantucket (Massa­chusetts),
ubicada fren­te a Cabo Cod,
en donde compatriotas su­
yos pagan mucho dinero por
mansiones en la playa y caba­
ñas de tejas grises.
La puerta del frente de
Johnson está tapada por una
maraña de ramas y hojas
caídas, en medio de pinos y
arbustos de baya. Johnson
aparta este camuflaje natural,
abre una puerta de made­ra y
desciende por una escale­ra
hasta el piso de piedra de ▶

51

El caníbal 1.indd 51 28/10/09 23:51:24


▶ su “hogar”, ubicado unos ducha en la cocina usando un
dos metros más abajo. Allí tubo de plástico conectado a
se divisan tres cuar­tos, con un recipiente con agua.
una cama, una despensa y un “Aquí puedo escuchar el
horno. corazón de la isla” dijo John­
Johnson los llama su capu­ son al diario Boston Globe.
llo “de autoayuda”, una suerte “Si nadie se hubiera dado
de retiro espiritual para un cuenta, podría haberse que­
hombre que se siente incó­ dado allí.”, señaló el jefe de
modo dentro de la sociedad. policía de Nantucket, Randy
De todos modos, sus días Norris. “Pero ahora la ciudad
bajo tierra estarían contados. está al tanto de todo y debe
En noviem­bre, un cazador de hacer algo al respecto.”
ciervos se topó con un caño Johnson está siempre afei­
negro de estufa que sobresalía tado y usa camisa y panta­
del suelo. Una investigación lones color caqui. Tuvo
policial posterior y acusa­ novias y se gana la vida como
ciones sobre violaciones al carpintero. Sus amigos lo des­
código sanitario llevaron a los criben como un hombre in­
boys scouts —propieta­r ios teligente, de gustos senci­llos,
de la tierra— a iniciar una ac­ temperamento explosivo y
ción judicial de desalojo. su­ma­mente reservado.
Mientras, el ermitaño se Se crió en un hogar católico
ha convertido en un héroe de clase alta de Binghamp­
popular y considerado un ex­ ton, Nueva Jersey. Su vida dio
céntrico renegado dentro de un giro peligroso cuando sus
esa pequeña comunidad. Su ne­go­cios con droga lo con­
casa no tiene agua, electrici­ dujeron a Italia, en donde
dad o gas. Un baño químico fue arrestado en 1983 por
reemplaza la plomería mo­ venta de heroína. Luego de
derna. Johnson cocina en un pasar dos años y medio en la
pequeño horno de piedra, cárcel, abandonó ese país en
duerme sobre una litera y se octubre de 1985.

52

El caníbal 1.indd 52 28/10/09 23:51:24


“La pregunta más estúpida
que suelen hacerme es si me
siento solo”, dice. Sus ojos
color almendra se humede­
cen y contesta: “Por supuesto
que me siento solo”.

Cuando termino, Villegas larga una risotada.


—¡Ja! Los boys scouts, inquebrantables amigos del
orden, de la fraternidad y “del aprender a convivir en
grupo” le inician juicio al huraño que les usurpa las tie­
rras para estar solo por decisión propia
—Es como la obra de Molière.
—No, no, no —insiste Villegas—. Es mucho más. Es
una perfecta novela condensada en apenas cuatrocien-
tas palabras. Él, misántropo consumado, se convirtió
en héroe popular de una sociedad a la que rechaza por
corrup­ta. Al estilo Simón del desierto, es el asceta que se
sacrifica y denuncia. Los boys-scouts defienden aquello
que él ataca o desdeña. Se enfrentan así el hombre radical
y singular contra los apolíticos plurales que no critican a
nadie, salvo a aquellos que se salgan de sus patrones de
“conducta ejemplar”.
Villegas, que se acaba de embalar, tira con el codo la
taza pero no se da cuenta.
—La ciudad versus la no-ciudad. La sociedad versus
el individuo que se escapa. O lo que es decir, no podemos
dejar que continúe dando ese ejemplo y aumentando su
poder de convocatoria. Su casa puede volverse un san­
tuario. “Sabemos que eso es fácil y factible” dicen las
autoridades. “Si esto continúa, la mistificación puede
volverse muy fuerte, y todos intuimos que la opinión del
asceta vale mucho, la gente va a querer saber qué piensa

53

El caníbal 1.indd 53 28/10/09 23:51:24


sobre aquello que rechaza.” El comisario podría haber
respetado su decisión, pero no la publicidad de la misma.
Para colmo, Johnson no es desagradable y tiene mundo.
Visitó Italia. Consumió drogas y estuvo en la cárcel.
Conoce el mal pero se rehabilitó. Es limpio y trabajador.
Vivió el dolor. La descripción que sus amigos hacen de él
es la descripción de un nuevo Cristo —Villegas se detiene
para tomar aire y mira la taza volcada en el piso sucio. La
mira pero no la ve—. La contradicción también existe en
este texto. El tipo tuvo novias y tiene amigos. Pero eso es
parte del “set” de este ermitaño que triunfa moralmente
sobre una sociedad corrupta y nos ayuda a purgar nues-
tras penas. Todos deberíamos rogar para que se quede
bajo tierra, y de vez en cuando asome la cabeza o lleve de
visita una cámara de noticiero a su cueva. Añorar la edad
bucólica y la ermita parecen ser sentimientos purgantes.
Grandioso, simplemente grandioso. ¿Qué novelista ac-
tual construyó un personaje mejor que éste?
A esta altura Villegas me había convencido de varias
cosas, aunque todavía no entendía bien de qué. Claro que
el diario estaba lleno de historias truculentas o llamativas,
pero ¿recortándolas y pegándolas se armaba una novela?
¿Con eso alcanzaba?
Villegas me sacó la carpeta de las manos y leyó la úl-
tima de las “historias limpias”, El Vengador.

54

El caníbal 1.indd 54 28/10/09 23:51:24


LO ASESINÓ Catalina en la localidad de
PORQUE Pravia, Asturias.
HACE 11 AÑOS El vengador encontró al
MATÓ A SU ase­sino en un aserradero al
HERMANA que había acudido a entre­
vistarse con su cuñado. De
El vengador esperó
que el asesino lo que sucedió después hay
cumpliera una versiones contradictorias.
condena de 6 años. “Discutieron a los gritos”,
Después fue a donde dijo un testigo. La versión
el joven trabajaba, más fiable es la de otro veci­
le disparó con una no que relató: “Oí que habla­
escopeta y se entregó. ban y sonaron dos disparos.
España Pensé: Ya lo mató.”
En el pueblo nadie se olvi­
De dos certeros disparos de da de esa jornada atroz de
escopeta, Federico Bances hace 11 años. Marta Bances
Rodríguez mató a José An­ era empleada en un comer­
tonio García, quien hacía cio. Ella, sus padres y sus
once años había asesinado hermanos eran una familia
a su hermana mayor, Martas respetada y querida en Pra­
Bances Rodríguez, después via, una población situada a
de intentar violarla. 46 kilómetros de Oviedo.
“Federico adoraba a su En aquel momento, José
hermana y se puso furioso Antonio García Paredes
cuando se enteró que su ase­ (18), un muchacho que no
sino había salido de la cárcel trabajaba y se dedicaba “a
después de estar preso seis andar por el monte”, siguió
años. Cuando le dijeron que a Marta hasta una zona soli­
el criminal había vuelto al taria y cuando se aseguró
pueblo, no pudo soportarlo que nadie acudiría en ayuda
y salió a buscarlo.” contó un de la joven, la atacó para
vecino del barrio de Santa violarla.

55

El caníbal 1.indd 55 28/10/09 23:51:24


La chica gritó y se defendió no olvidaban a Marta y su
con valentía. Enfurecido, trágico final. El viernes, al­
José Antonio agarró una pie­ guien se enteró de que José
dra de grandes dimensiones Antonio había llegado a
y la golpeó repetidamente Pravia para conversar con
hasta destrozarle la cabeza. un cuñado que trabajaba en
Casi de inmediato el agre­ un aserradero del barrio de
sor fue detenido y condena­ Santa Catalina.
do. Pero, sólo estuvo seis Federico (30), el herma­
años en la cárcel. Cuando no menor de la asesinada,
salió siguió sin trabajar. Su vive en San Ramón de Can­
padre le pagaba el alquiler damo, un pueblo vecino a
de un departamento humil­ Pravia. Alguien le advirtió
de en Gijón. sobre la presencia del asesi­
Hace unas semanas deci­ no de su hermana. Agarró la
dió volver a su pueblo natal, escopeta, siempre presente
Agonés, situado dentro del en la España rural, y se di­
distrito municipal de Pravia rigió a Pravia. Eran las 12:45
y a poca distancia de la ciu­ cuando llegó enfrente del
dad donde había asesinado criminal que mató brutal­
a Marta Bances Rodríguez. mente a Marta.
Según algunas versiones, El vengador apunto a la
fue su madre, que ya se ca­beza y disparó. Después
había separado de su mari­ apuntó al pecho y volvió a ti­
do, quien lo convenció para rar. Las heridas fueron mor­
que vol­v iera. “Ha pasado tales. José Antonio yacía en
mucho tiem­po y nadie se un charco de sangre cuando
acordará de aquella desgra­ Federico salió sin apuro del
cia”, comentaba la madre del aserradero. Fue caminando
asesino. hasta el cuartel de la guardia
Pero eran muchos los que civil y se entregó. Mañana

56

El caníbal 1.indd 56 28/10/09 23:51:24


lunes prestará declaración
an­te el juez.
“José Antonio no debería
haber vuelto. Más tarde o
más pronto iba a ocurrir
esta otra tragedia” comentó
un vecino.

—Este es mucho más convencional.


—Sí, puede ser —se defiende Villegas—. Pero más
que convencional yo diría que es un clásico... No creo
que hayan discutido. No tenían nada que hablar ni que
decirse. Estaba escrito, hasta un testigo sin nombre lo
sabía. La frase es clara, es literaria: “En el pueblo nadie
se olvida de esa jornada atroz de hace 11 años.” Once
años no alcanzan para olvidar...
—Se repite varias veces “alguien”, es como si se elu­
die­ra todo tipo de fuente corroborable...
—Veo que vas entendiendo... —dijo Villegas, satis-
fecho—. ¿No es una típica frase policial “Eran las 12:45
cuando llegó enfrente del criminal que mató brutalmente
a Marta”?
—El valor del tiempo en las tres historias es funda-
mental. Roza lo increíble. Es increíble. Igual da. Todas
las fantasías megalómanas de los lectores porteños en-
cuentran eco en estos relatos. Cinco años de muerte.
Diez años bajo tierra. Once años de memoria preparan-
do una venganza. Las tres historias se desarrollan en lu-
gares tan lejanos como los que eligió Poe para bañar de
extrañación poética los crímenes resueltos por Dupin.
Es perfecto.
—Sí, pero... ¿quién es el autor? —arriesgué, sin más,
algo cansado.

57

El caníbal 1.indd 57 28/10/09 23:51:24


—Yo, por supuesto, ¿quién más? —respondió Vi­
llegas.
Se habían hecho las seis de la mañana. Le dije que la
seguíamos otro día. Me estaba por angustiar y, aunque
era invierno y amanecía tarde, si la mañana me agarraba
en esa pensión, me iba a deprimir.

58

El caníbal 1.indd 58 28/10/09 23:51:24


Otro encuentro en La Giralda

Al tiempo, ya había pasado una semana, me lo encontré


a Villegas de nuevo en La Giralda. Yo estaba con una
piba que se llamaba Lucía. La había conocido en el cum-
pleaños de un amigo de la Facultad. Ella había leído mi
novela, un nuevo manuscrito casi sin correcciones, y me
veía como a un novel escritor con futuro. Tenía lindas
piernas y linda sonrisa. No nos habíamos acostado to-
davía y yo esperaba que esa noche el negocio prosperara.
Villegas entró acompañado de cinco o seis personas más.
Ocuparon una mesa en el fondo. Ella me preguntó si lo
conocía. Le dije que sí, que le había llevado mi novela.
Ella preguntó cómo había sido su devolución, Villegas
era un tipo con contactos, quizás él podría hablarle a
algún editor... Sí, seguro. Puros mitos. Villegas es un
fra­casado. Le dije que la devolución había sido “muy
conversada”. Con eso se dio por satisfecha. Mientras
tomábamos una cerveza, yo miraba de reojo para ver qué
pasaba en el fondo.
Entonces entraron dos amigas de Lucía y la saludaron
efusivamente, entre risas histéricas. La que hablaba era
tan linda como Lucía, la otra tenía los ojos muy cerrados,
un aro en la nariz y la piel de la cara se le caía afuera de la
cara. Había quedado congelada en el gesto inamovible de

59

El caníbal 1.indd 59 28/10/09 23:51:24


estar pidiendo una dosis extra de Valium en una farmacia
de turno en plaza Once.
Tengo la imagen clavada en la memoria. No habla. Las
otras cuchichean. La mesa de Villegas sale en bloque y
él pasa sin verme. O me da esa sensación. Entonces, la
linda dice que se van a Palermo, al bar ese, con nombre
de escritor famoso, porque la fea va a hacer una lectura
de sus más recientes trabajos.
—Porque vos sabés que Caro escribe poesía ¿no?
¿Por qué no vienen?
Danger. Warning. Pay Attention. Poesía no.
—¡Ay! Estaría buenísimo —responde Lucía, y yo la
odio.
Como un hada madrina, como un super héroe de his-
torieta entrando en cuadro aparece la cabezota de Ville-
gas en la ventana haciéndome señas de que salga. Lucía,
desentendida, habla con la linda. La piel floja está ahí,
zombie. Salgo. En la calle, con Villegas hay otro tipo. Me
lo presenta.
—Este es el pibe del que te hablé, Marconi.
Villegas tiene una carpeta y un libro abajo del brazo y
entre el libro y la carpeta el original de mi novela. ¿Cómo
lo recuperó? Nunca, nunca lo sabré.
—¡Ah, sí! El de la novela de la legión extranjera...
—Entre otras cosas —respondo.
—Venimos de una reunión, pero ya terminamos. ¿Por
qué no te venís a tomar algo con nosotros? —me invita
Villegas.
Miro por la ventana al trío mortal de la poesía en Pa-
lermo. Doy por perdida la noche, y decido acompañar-
los. Qué joder.

60

El caníbal 1.indd 60 28/10/09 23:51:24


En La Academia,
conversación literaria

Ya sé quién es Marconi. ¿Quién es Marconi? Marconi


trabaja en una de las tres o cuatro editoriales importantes
de Buenos Aires. No recuerdo en cuál. Es lo mismo. Es
editor de los viejos, de los que editaban en los setenta,
cuando veían el mercado del libro como una institución
cultural porque había plata y un Estado de bienestar y
la gente compraba y todos eran felices porque se publi-
caba de todo y a todos. Marconi es otro dinosaurio como
Ville­gas. Quizás mejor ubicado, pero no mucho mejor.
Fuimos hasta La Academia, esta vez subiendo por Co­
rrientes hasta Callao. Ya era como la una de la mañana. En
la puerta de la pizzería Güerrín se había formado la cola,
larguísima, de los que piden las sobras de masa. Villegas
y Marconi iban hablando de cualquier cosa, de gente que
conocían ellos, los insultaban, decían que eran unos ino­
perantes, que no sabían nada, de otros decían que eran
unos genios, que no se podía creer que no hubieran hecho
tal cosa o tal otra, o que no estuvieran en tal lugar, sino mu-
cho más abajo. En La Academia nos ubicamos en la zona
que se juega a los dados, entre las mesas de pool y el bar.
—Para poder hablar mejor —dijo Villegas. Después
agregó que ya volvía y me dejó solo con Marconi. Marconi

61

El caníbal 1.indd 61 28/10/09 23:51:24


era pelado y el poco pelo que tenía a los costados de la
cabeza le caía largo, desarreglado y canoso sobre el cue­
llo. Usaba anteojos de graduación alta. Se vestía como si
la ropa fuera algo ajeno al hombre, como si no hubiera
obligación de vestirse. Camisa a cuadros bordó, campera
negra de sindicalista pobre y honrado, un verdadero
dinosaurio.
—¿Qué lees, pibe?— me pregunta.
—¿Cómo?
—Sí, ¿qué lees? ¿Qué te gusta leer?
Era una buena, una excelente pregunta. No le iba a sa-
lir con Shakespeare o con Dante. Habría quedado como
un salame.
—Piglia, me gusta mucho Piglia.
—Ah, sí, ese que siempre pone un par de boludos
como nosotros hablando sobre la vida en un café, símbo-
lo inequívoco del intelectual argentino.
—Sí, por eso me gusta —le digo, sincero y sorprendi-
do de mí mismo. Como no me podía quedar, le retruqué.
—¿Y usted qué lee, Marconi?
—Yo lo que quiero leer es tu novela, pero Villegas me
la amarretea. Le hace mucho bombo, pero después me
dice que no, que él todavía no terminó de releerla, etc. Es
un forro este Villegas.
Miré la mesa. Estaba ahí. Entre la carpeta y un li-
bro de tapas duras. El original que Villegas había deja-
do abandonado en La Giralda hacía una semana o un
poco más.
—¿Y qué hacés, a qué te dedicás?
—Soy profesor, soy profesor en la universidad.
—Ah, qué bien.
Me lo dijo reprimiendo el “sí, sí, claro, vivís de eso
¿no? El profesor universitario, qué maravilla, tu vieja

62

El caníbal 1.indd 62 28/10/09 23:51:24


debe estar chocha”. ¿Y él qué hacía? ¿Seguía como con-
sejero editorial, leyendo originales, diciendo que esto
sí, que esto no, dispensando la gloria momentánea y el
olvido prematuro? Seguro que sí. Seguro. Pero le va a
durar poco. Las editoriales grandes se están achicando
simplemente porque la gente no compra libros. Y están
publicando lo que podríamos llamar “libros de emer-
gencia”, autoayuda, new age, viejos autores eruditos con
trayectoria que ya no escriben, traducciones mal pagas,
cómo ser un genio de los negocios, cómo educar a los hi-
jos, libros de coyuntura política, libros sin datos o llenos
de datos, recopilaciones: los mejores cuentos de terror,
los mejores cuentos policiales, los mejores cuentos gays,
los mejores cuentos de los peores escritores, en defini-
tiva, libros que pueden servir como regalo de cumplea-
ños, en definitiva, libros cargados de expectativas, libros
que en otras circunstancias habrían vendido mucho o
podrían vender mucho pero que hoy día lo único que
hacen es mostrar la poca capacidad regenerativa de esas
editoriales. Autores nuevos no, porque no venden, nada
de correr riesgos, pero los libros que tienen que vender
tampoco venden. Excelente paradoja: ante la crisis, no
innovar. Ir disolviéndose lentamente, agarrado a la espe-
ranza de que vuelva aquello que ya no va a volver. Y ahí,
en el medio, Marconi, sin entender muy bien qué pasó,
pero aferrado todavía a Beckett y al Dieciocho Brumario,
agarrado a esa concepción deficiente de una vanguar-
dia que lo cuestiona todo y no puede nada. ¿Qué pasó,
Marconi? ¿Por qué la Argentina se volvió un país de
mierda? ¿Por qué la París de América se trasformó en
algo parecido a La Paz o a Cuzco? Ahí está Marconi, y
yo lo sé noble en el fondo, entonces debe querer editar
a su amigo, al escritor fracasado de la pensión, porque

63

El caníbal 1.indd 63 28/10/09 23:51:24


sabe que quizás él tenga un original, porque sabe que él
puede descifrar lo que está pasando, o al menos hacerle
frente. Sí, le puede hacer frente, porque Villegas no es
Marconi. Un fracasado sí, un mediocre, nunca. Villegas
en su fracaso te da seguridades, te dice que Flaubert era
un genio, que Quinquela Martín fue pobre toda su vida,
te recuerda que las penurias económicas no condicionan
el talento artístico. Aparte, Villegas debe tener un ma-
nuscrito. Y Villegas pasa por maldito, y como maldito
puede despertar interés en la gente, puede pisar fuerte
en el mercado, vender por lo menos dos mil ejemplares,
cifra sideral hoy día, sobre todo si en una feria del libro
va y lo insulta a Sábato. La gente se acuerda de Elvis,
asesino del Papa. Es una reseña garantizada por diario,
quizás hasta una entrevista. Son varias invitaciones a
programas de cable, puede salir en la radio. Sí, Ville-
gas puede hacerle frente a la situación. Villegas puede
darle ciertas garantías, la principal, que no lo echen a
patadas de la editorial en el próximo ajuste. Entonces
él, Marconi, el editor, depende de Villegas, lo tiene que
seguir. ¿Y por qué Marconi lo sigue a Villegas? Porque
son diferentes. A Villegas, al fin de cuentas, le importa la
literatura y sobre todo la literatura. Tan hijo de puta es.
Y a Marconi, que se le apilan las boletas de luz y teléfono
sin pagar, que seguro tiene uno o dos pibes de su primer
matrimonio en el colegio y no puede dejar de colaborar
con su hermana para el asilo de su vieja, en definitiva la
literatura le interesa poco y lo que más le importa es que
no se lo coman los piojos.
Así estamos. Marconi quiere una novela de Villegas.
Si es escandalosa, mejor. Villegas tiene una novela mía,
mi primera y tímida novela que aparece y desaparece. Y
aparte tiene una carpeta llena de recortes de diarios. Si se

64

El caníbal 1.indd 64 28/10/09 23:51:25


los muestra a Marconi ¿qué pasa, eh? ¿Qué pasa? Ville-
gas vuelve del baño diciendo que hace como cinco años
que no juega al pool.

65

El caníbal 1.indd 65 28/10/09 23:51:25


El caníbal 1.indd 66 28/10/09 23:51:25
Marconi se está mudando

Pedimos café.
—Entonces, ¿le publicás la novela al pibe o no? Dale,
viejo, no podemos esperar toda la vida.
Marconi, que no la veía venir, se queda clavado un
segundo. Pero no es un pichi. La zafa bien.
—Sí, se la publico, cómo no, así por lo menos la pue-
do leer.
Llega el café y Villegas dice que La Academia es un
bar de mierda, muy feo, pero no cierra nunca. Siempre
abierto. Como Buenos Aires de noche. Como el tango
¿no? Todo eso está siempre ahí.
Marconi deduce que la cosa no marcha para donde el
quería y emprende la retirada. Es buitre viejo, sabe que si
no se dio, esa noche ya no se va a dar. Piensa que Villegas
se va a hacer el duro porque estoy yo de público. Tiene
razón. Y se raja.
—Bueno, señores, un placer. Los dejo porque me es-
toy mudando. Mañana a la mañana tengo que empezar
a meter los libros en cajas y mi mujer está de lo más
rompe bolas.
Marconi se está mudando. Un quilombo, la puta
madre. Tanto hacer paquetes y después no encontrás
nada.

67

El caníbal 1.indd 67 28/10/09 23:51:25


—Las mudanzas son siempre un quilombo —dice Vi-
llegas.
Marconi deja un billete de dos en la mesa y se va.

68

El caníbal 1.indd 68 28/10/09 23:51:25


El sensacionalismo de Villegas

—¿Y, pibe? ¿Qué te parece el coso este? —me espeta


enseguida Villegas.
—¿Quién? ¿Marconi?
—Sí, ¿quién va a ser?
—No sé. Parece buen tipo –¿Qué quiere que diga?
—Lo están por rajar. Anda medio desesperado. La
mujer le dijo que si lo echan de la editorial, ella lo deja.
Se mudan a un departamento más chico. Pobre Marconi,
qué boludo que es.
Villegas se pide una ginebra. Me invita. Le digo que
sí. Cuando el mozo la trae se la toma en dos golpes. A mí
me quema un poco.
—Cuando trabajaba en las rotativas, los peones
tomaban ginebra toda la noche. Como no los controlaba
nadie... Y eso que el trabajo de rotativas es delicado, ¿eh?
Le pifiás y se va toda la edición a la mierda en un abrir y
cerrar de ojos. En fin —dice Villegas después de un sus-
piro—, vamos a trabajar. ¿Qué encontraste?
No habíamos quedado en nada. En nada, absoluta-
mente. Pero Villegas es zorro. Se dio cuenta de que yo
lo escucho, y, mal que mal, sabe que no podía quedarme
indiferente a esa propuesta ridícula y tentadora a la vez.
Saqué un papel doblado en cuatro del bolsillo del saco.

69

El caníbal 1.indd 69 28/10/09 23:51:25


Por supuesto, yo no le había puesto título. Villegas me
aconsejo Padre e hijo. Le dije que me daba igual. Me hacía
el indiferente, me quería convencer a mí mismo de que
eso no pasaba de una joda literaria, de esas que se hacen
cuando uno no tiene nada que hacer. Pero la verdad es
que un poco me sentía orgulloso de que le gustara.

QUEBRÓ AL
HIJO PORQUE
LLORABA
El deleznable sujeto
estaba prófugo desde
el día en que golpeó
sin piedad a la criatura
Un execrable padre golpea­
dor, que se mantenía prófugo
desde hace casi un mes, fue
apresado por la policía de la
localidad bonaerense de Ez­
peleta. El bestial individuo
había “desaparecido” el pa­
sado 25 de julio luego de
propinarle una feroz paliza a
su hijito de dos años, a quien
terminó arrojando contra
una pared —lo que le produ­
jo una grave fractura en la
pierna derecha— porque el
inocente lloraba mucho.
El sujeto finalmente apre­
sado tiene 25 años y un carác­
ter propenso a desbordes de

70

El caníbal 1.indd 70 28/10/09 23:51:25


violencia, que casi siempre jor idea que hacerlo callar es­
canalizó con su hijito. trellándolo contra la pared. Al
La vida del pequeño Jona­ ver que el chiquito quedaba
than, de 2 años, desde hace tirado en el piso, sin moverse,
bastante tiempo se había ni siquiera atinó a socorrer­
convertido en un tormento, lo, sino que escapó cobarde­
porque su padre lo sometía a mente.
duras golpizas por cualquier Jonathan sufrió una frac­
motivo. Se trata de una cria­ tura expuesta en una pierna,
tura que debió cargar con la pero afortunadamente ya se
cruz de un progenitor de un está recuperando en lo físico,
carácter más que violento, aunque los daños psicológi­
que cuando tomaba alguna cos de esta conducta paterna
copa de más la emprendía a deshumanizada seguramente
golpes con la criatura. aflorarán con los años.
Así las cosas, el sábado 25 El agresor, luego de man­
de julio el sujeto pareció vol­ tenerse prófugo durante casi
verse loco al escuchar que el un mes, fue detenido a las
pibe lloraba mucho. Sin preo­ 22 horas de la antevíspera,
cuparse por saber la razón cuando se disponía a ingresar
de ese desesperado llan­to, a una casa ubicada en la es­
el descontrolado padre la quina de Otamendi y Mon­
em­prendió a golpes con el roe, de Ezpeleta.
pequeño. Pero Jonathan no Ahora quedó detenido a
se callaba. Aterrado por la disposición de la justicia de
paliza, comenzó a llorar con Quilmes acusado de “lesiones
mayor desesperación... Y el agravadas por vínculo.”
brutal individuo no tuvo me­

—Me llamó la atención que usara la palabra “que-


bró”. Parece el Cantar del mío Cid.
—Sí, sin duda. O La Ilíada. Yo acá tengo algunas citas.
A ver, dejame buscar.

71

El caníbal 1.indd 71 28/10/09 23:51:25


Villegas abre la carpeta. Tiene varios recortes. Ense-
guida encuentra un pedazo de papel suelto donde había
copiado a mano citas enteras del libro.

Sus ojos se llenaron de sombras cuando la lanza desga-


rró sus intestinos. Mientras eso hacía Piroo, Tooante,
el etolio, le lanceó el pecho por encima de la tetilla con
tanta furia que el bronce atravesó el pulmón...

Persiguió Meriones a Pereclo, y, después de alcanzarle,


consiguió hundirle la pica en la nalga derecha, salién-
dole la punta por el otro lado, atravesándolo de lado
a lado, después de pasar debajo del hueso, cerca de la
vejiga...

Le clavó la nuca al hijo de Fileo, habilísimo en el manejo


de esta arma, saliendo la punta entre los dientes después
de haber cortado la lengua, de modo que el héroe se
desplomó en el polvo mordiendo el hierro...

En seguida dio muerte a Astinóo y al príncipe Hipirión,


al uno, metiéndole en el pecho la broncínea lanza, y al
segundo separándole de un tajo con la espada el hom-
bro, la clavícula y la espalda...

Lanzó el arma antes de concluir sus palabras, que se en-


cargó de dirigir Atenea. Se clavó en la nariz de Pándaro,
junto al ojo le cortó la lengua, cortó los blancos dientes
y salió por debajo de la barba...

Eran buenas citas, bien buscadas. Reflejaban eso que


podría llamarse el “estilo quirúrgico de Homero”.
—Pero sabés qué pasa —agrega cuando termina de
leer—, en Crónica es muy fácil. Los tipos que escriben
en Crónica se las saben todas, escriben así a propósito. El
estilo está muy en la superficie. Crónica es un diario de

72

El caníbal 1.indd 72 28/10/09 23:51:25


estilo. En cambio, en los otros diarios, los considerados
más serios, es más difícil y cuando sale, sale con todo,
sale y casi no se dan cuenta. Ahora bien, no es para des-
merecer a Crónica, todo lo contrario. Yo de Crónica soy
fanático, aunque ahora el nivel bajó un poco. En fin, me
estoy volviendo purista. Mirá.
Seleccionó un recorte de Crónica y me lo dio a leer. Lo
había titulado El Error.

LO MATARON A atacado por varios individuos,


GOLPES PORQUE que fuera de sí, lo golpearon
ERRÓ UN PENAL sin piedad hasta matarlo, una
vez que el partido había ter­
Lima, Perú
(EFE) minado en derrota para ellos.
Cuesta creer que un juga­
Una vez más la violencia y la dor profesional, o aficiona­
barbarie se apoderaron del do (como en este caso), sea
fútbol cobrando una nueva agredido en forma salvaje por
víctima. En esta oportuni­ un grupo de forajidos, que lo
dad, un joven delantero de un golpearon hasta causarle la
conjunto de aficionados (de muerte, por haber cometido
la ciudad norteña peruana “el pecado” de malograr un
de Chiclayo), fue asesinado penal que resultó decisivo
a golpes por haber errado un para que su equipo perdiera,
penal, lo que provocó la de­ motivo por el cual los hinchas
rrota de su equipo, y le hizo debieron pagar una apuesta
perder a los simpatizantes de cinco cajas de cerveza.
una apuesta. El fiscal que investiga el
José Eduardo Guevara Vás­ caso determinó que, pre­
quez, de tan sólo 20 años, fa­ viamente al ataque, el de­
lleció por efecto de una frac­ lantero José Vásquez había
tura en el cráneo y múltiples sido agredido verbalmente
hemorragias internas, tras ser por los hinchas, quienes ▶

73

El caníbal 1.indd 73 28/10/09 23:51:25


▶ lo responsabilizaban de la
derrota, ya que no se encon­
traba en su mejor momento
futbolístico y había desperdi­
ciado varias oportunidades
de anotar algún gol, entre ellas
el penal, que por la locura de
unos salvajes le costó la vida.

Este se llamaba El hermano sordo mudo. Según Villegas


es un grotesco. Pero todos son grotescos. ¿O no?

MATAN A JUBILADA Y GOLPEAN


AL HERMANO SORDOMUDO
Mar del Plata Los voceros revelaron que
el bestial hecho se descubrió
Dos delincuentes estrangu­ a las 7:30 de la víspera, cuan­
laron a una jubilada espa­ do las pesquisas policiales de
ñola de 87 años, mientras la comisaría 8ª de General
que tam­bién agredieron al Puey­rredón recibieron un
hermano de la anciana, de lla­mado telefónico anónimo,
85 y sordomudo, que salvó que los alertaba sobre la exis­
su vida apenas por milagro tencia del cuerpo sin vida de
y que apareció atado de pies una mujer dentro de una casa
y manos. Los sujetos perpe­ situada en la diagonal Mar
traron el ataque para asaltar del Plata, entre 35 y 35 bis, en
la vivienda de los octoge­ jurisdicción de Batán.
narios. Los malvivientes se Momentos después los uni­
dieron a la fuga con algunos formados se apersonaron en
elementos de valor y ahora el inmueble y en el lugar en­
son buscados intensamente contraron el cadáver de Argen­
por la policía. tina María Campos, jubilada,

74

El caníbal 1.indd 74 28/10/09 23:51:25


española, de 87 años, que tenía los temibles ladrones pre­
signos de haber sido atada y de tendieron ahorcarlo y que
la que se cree resultó ahorcada, lue­go lo dejaron amarrado.
según consideran los servi­ Los sujetos revisaron las habi­
dores públicos, ya que a simple taciones y en pocos minutos
vista no podían observarse le­ se adueñaron de distintos
siones en su cuerpo. ele­mentos de valor, para de
Junto a la anciana se hallaba inmediato darse a la fuga.
su hermano, José Cándido Los policías desarrollaban
Campos, de 85 años y también anoche diferentes procedi­
nacido en España, que estaba mientos destinados a localizar
fuertemente amarrado de pies a los malvivientes, de entre 25
y manos con un trozo de cinta. y 30 años, que se sospecha re­
El octogenario es sordomudo sidirían en el vecindario y que
y por señas les manifestó a las al cierre de esta edición con­
autoridades policiales que en tinuaban prófugos.
la madrugada de ayer 2 mar­ Intervino en la causa el doc­
ginales había ingresado en la tor Hugo Trogú, magistrado
casa, agre­dién­dolos a golpes. en lo Criminal y Correccional
El individuo sostuvo que de turno de los tribunales.

—No hay que volverse loco —explica Villegas—. No


todo tiene el mismo nivel, ni es igual de atractivo. Como
se verá, las páginas “serias” se superponen muchas veces
con las que pertenecen a publicaciones de las llama-
das “sensacionalistas”. Y viceversa. Todo esto es muy,
¿cómo decirlo?, intercambiable, ¿no? Lo importante es
saber elegir.
Eso era lo importante. Saber elegir. ¿Y escribir?
¿Qué iba a hacer con esos recortes? ¿Los iba a rescri-
bir? Eso podía ser una solución. De ahí podía salir un
libro. ¿O el libro, el próximo de libro de Villegas, va
a ser una sucesión incongruente de artículos de diario

75

El caníbal 1.indd 75 28/10/09 23:51:25


más o menos perturbadores, más o menos lugares co-
munes, más o menos joyas de la prensa amarilla y pa-
satista? Un homosexual alucinado en drogas, asesino
de su madre; un codicioso médico inglés que mataba
a sus pacientes; un lisiado alemán que pacta su muerte
frente a la TV mientras su madre le paga las cuentas;
un misántropo norteamericano que se purifica viviendo
diez años bajo tierra; un memorioso vengador español;
un jubilado sordomudo, testigo del asesinato de su her-
mana; un jugador de fútbol peruano que se convierte
en víctima trágica de los hinchas de su equipo al errar
un penal. ¿Se le puede sacar una historia a todo eso? La
respuesta es sí.
Cambié mi táctica.
—George Simenon no dictó ninguno de sus libros. Y
escribió como trescientos, entre “libros comerciales” y
“libros serios”. Incluso más. ¿Por qué nunca había dicta-
do? El respondía que necesitaba trabajar con las manos.
Trabajar con las manos. Decía que le hubiera gustado ta­
llar sus novelas en madera. Supongo que la literatura es
más vaporosa que cualquier otra cosa, pero aun así tiene
su materialidad. Y hay que respetarla.
Villegas sonrió como si supiera un secreto.
—Claro, por supuesto, sin duda... —hizo un pausa y
agregó—. Querido Terranova, ¿usted me achaca facilis-
mo? ¿Me dice que evado mis responsabilidades?
—No, pero... ¿Dónde está ese esfuerzo en esta prác-
tica...? Yo no lo veo...
—Si mal no recuerdo, el mismo Simenon contó en una
entrevista que, quizás rememorando a Stendhal, seguía
con mucha curiosidad los juicios civiles y penales en los
periódicos, cuando el entrevistador le preguntó si podría
convertir esos casos en una novela, él dijo que sí.

76

El caníbal 1.indd 76 28/10/09 23:51:25


—Pero precisamente —el cambio de táctica había sido
acertado—, la palabra clave allí es “convertir”, transfor-
mar un asunto de la experiencia en una obra literaria.
Después, me callo. Mi intervención no pudo haber
sido más burda.
—Es incoherente reconocer que la sociedad cambia y
empecinarse en seguir escribiendo como en el siglo XIX,
con las mismas ideas de “verdad”, “realidad” y “valor
literario”. ¿O no? Antes, muy antes, importaban los
primeros diez meses de los amantes. Después hay una
segunda historia, más cercana a nosotros cronológica-
mente: los amantes empiezan a aburrirse, y esa es la lite­
ratura de fines del siglo XIX. Y después, se va un poco
más allá. El hombre tiene cincuenta años, trata de tener
otra vida, el proceso es doloroso, lo logra a medias, la
mujer se pone celosa, hay pibes en el medio. Y después se
llega a las páginas del diario. Aparece el suicidio, el asesi-
nato, la noticia policial, el escándalo. ¿Me seguís? Yo no
subestimo el trabajo con el lenguaje. Todo lo contrario.
Los que escriben en los diarios, ellos, y no otros, son los
verdaderos artesanos del lenguaje. Ellos tallan la ma­de­ra.
La tallan como pueden y con otros fines. Después lle-
gamos nosotros y ponemos el migitorio en el pedestal.
¿Me entendés? Porque, al final, es posible que esto sea
un ready-made. Sí, sí —se envalentona Villegas— un
perfecto ready-made. Mucho mejor que el de Duchamp,
porque acá hay sangre, sudor y muerte. ¿Qué tal? ¡Flor
de paradoja! ¿No?

77

El caníbal 1.indd 77 28/10/09 23:51:25


El caníbal 1.indd 78 28/10/09 23:51:25
Hablo por teléfono

La noche en La Academia terminó con Villegas diciendo


que quería verme más seguido, a ver si nos encontrába­
mos en la semana para seguir charlando.
El lunes conseguí el teléfono de Marconi y el martes a
eso de las nueve de la noche lo llamé.
—Hola. Sí, ¿puedo hablar con el señor Marconi?
—No, el señor Marconi no vive más acá.
Me dieron el teléfono nuevo.
—Hola, ¿Marconi?
—Sí, él habla.
—Marconi, le habla Terranova, tomamos un café el
otro día con Villegas.
—Ah, qué hacés, pibe.
—Escucheme, acá tengo una copia de mi novela; si la
quiere leer, se la mando.
—Bueno, si querés, mandámela, a ver...
Me dictó su dirección. Se había mudado a Consti-
tución. Me dijo el número, la calle y el piso, como si me
estuviera haciendo un favor. Me lo imaginaba triste, en
un departamento de dos ambientes, con su segunda o
tercera mujer, histérica, sintiéndose amenazada por el
olor a humedad y las paredes sucias.
—Si quiere se la llevo...

79

El caníbal 1.indd 79 28/10/09 23:51:25


—Bueno, yo hoy... no, espera, a ver... sí, traela cuando
quieras, se la dejás al portero que es un pibe macanudo.
Se la mandé por correo. Me hubiera gustado ir a confir-
mar hasta dónde había descendido Marconi, pero después
sentí pereza. No daba para tanto. Lo llamé a Villegas.
—Hola, sí, ¿puedo hablar con el señor Villegas?
—A ver, espere un segundo. ¡Villegas! ¡Teléfono!
—Diga.
—Villegas, Terranova le habla.
—Ah, qué hacés, pibe, cómo andás.
Villegas me citó en un café de la calle Junin. Le conté
que le había mandado la novela a Marconi. Sacando la
carpeta, Villegas me preguntó de qué novela le hablaba.
Le dije que no importaba. No tenía muchas expectativas.
Marconi jamás me publicaría nada a mí, ingenuo novato,
neófito de la literatura y el chamuyo de los libros. Villegas
revolvía la carpeta. Me caía bien. Era como un chico. El
álbum de figuritas estaba lleno.

80

El caníbal 1.indd 80 28/10/09 23:51:25


La TV no es un animal doméstico

—Hoy vamos a seguir con la televisión. ¿Te acordás


de Wolfang?
Le digo que sí. ¿Cómo no me voy a acordar? Me
acuerdo cada vez que entro a un bar y veo la televisión
encendida, cada vez que me acuesto y agarro el control
remoto.
—Bueno, encontré al doble invertido de nuestro
querido mártir.

Tenía problemas económicos


y reclamaba “un lugar para vivir”
UN HOMBRE SE SUICIDÓ
FRENTE A LAS CÁMARAS DE TV
EN TANDIL
Matías Bello tenía 26 años. Ayer se pegó un tiro
en la boca con una escopeta en el despacho del
intendente. Antes había llamado a la prensa
para anunciar: “Algo grave va a suceder”
Tandil mites cotidianos fue el lugar
El sillón mullido que usa ha­ elegido ayer por Matías Bello
bitualmente el intendente de para destrozarse la cabeza con
Tandil para la firma de los trá­ una escopeta calibre 12. ▶

81

El caníbal 1.indd 81 28/10/09 23:51:25


▶ Bello, de 26 años, se sui­ una parte que es relativamente
cidó pegándose un tiro en normal, pero lo que es distinto
la boca minutos después de es el final. Se va a armar un qui­
hablar con el secretario pri­ lombo bárbaro”, anunció.
vado del municipio, el en­ El joven trabajaba en Viali­
cargado de Vialidad y un par dad Municipal pero su salario
de policías, quienes así se estaba embargado por deu­
convirtieron en la involun­ das. Por esta situación, sólo
taria platea del horroroso podía cobrar los “120 pesos
incidente. Murió frente a las del salario familiar” que debía
cámaras de TV: la escena fue pasar todos los meses a sus
transmitida en directo por la hijos. “No puedo encontrar
prensa a toda la ciudad. un lugar para vivir a pesar
A media mañana, Matías de haber solicitado muchas
Bello, con dos hijos, separa­ veces a las autoridades una
do, convocó a los medios de vivienda, ya que hay muchas
prensa para relatar su drama. casas del municipio para cui­
“Quiero que me acompañen. dar y yo me había ofrecido
Algo grave va a suceder. La his­ para eso”, dijo en los minutos
toria que les voy a contar tiene previos al suicidio.

82

El caníbal 1.indd 82 28/10/09 23:51:25


Mientras hablaba, Bello siempre me molestaba”.
ya se había encañonado con “Es más —agregó—, la úl­
una escopeta calibre 12 en tima vez me detuvieron por el
la zona del mentón. Ante la crimen de Juan Cano (un pro­
angustia y desesperación de ductor de papas asesinado en
los periodistas presentes en un intento de robo) y dieron
el despacho del intendente vuelta mi casa buscando el
Julio Zanatelli. Carlos Capo­ arma, fue uno de los motivos
dicci, a cargo de la Secretaría que determinó que mi mu­
Privada, intentaba persuadir jer me echara de casa, ya que
al hombre para que desistiera para demostrar que no tuve
de tomar la drástica determi­ nada que ver con el crimen
nación de matarse. de Cano tuve que contarle al
El joven, que hace ocho años juez que estaba con otra mu­
estuvo preso en la Unidad jer que no era mi señora.”
Penitenciaria 7 de Azul, ase­ Después de ese incidente
guró: “Cuando salí de la cárcel policial y familiar, Bello
prometí que no iba a caer otra contó que decidió irse de
vez en el delito, pero como Tandil: “Me fui a Usuahia
tenía antecedentes, la policía hasta que mi mujer me ▶

83

El caníbal 1.indd 83 28/10/09 23:51:25


▶ mandó decir que el bebé Matías Bello afirmó: “El
que estábamos esperando intendente le pasó mi caso a
podía nacer con algún pro­ su secretario privado y desde
blema, así que me volví a vi­ ese día a la fecha fui muchísi­
vir a mi ciudad”, detalló. mas veces hasta el municipio
A su regreso encontró tra­ a buscar una respuesta que
bajo en la Municipalidad nunca encontré. Así que si
pero, dijo, “las deudas que el intendente, que es la má­
dejé cuando me fui, más los xima autoridad de gobierno,
intereses acumulados, hicie­ no tiene medios como para
ron que lo que gano no al­ ayudar a una persona en un
cance para nada”. simple caso como es darme
Un conocido del joven, al un techo, entonces es porque
escuchar el relato por la radio, no tiene autoridad”, dijo en
se acercó hasta el municipio su dramático alegato previo
y habló con la prensa. “Desde al suicidio.
hace tres días estaba bus­ Pero, según sus amigos,
cando un arma por el barrio, hubo otra razón, acaso el ver­
pero no nos quería decir para dadero motivo que empujó a
qué. Era un pibe muy reser­ Matías al desánimo absoluto.
vado, nunca contaba sus Tiempo atrás, –dijeron–, en
pro­blemas y quizás si hubie­ el hospital de esta ciudad los
ra tenido a una persona de médicos le habrían diagnos­
confianza cerca, no se habría ticado que era portador del
matado”, dijo. virus del sida.

—¿Qué pensás?
—Y... Suicidarse en la TV es como suicidarse un poco
menos, ¿no? Igual es impresionante. No le falta ni un de-
talle. Está todo. Escrito como el otro, pero está todo.
—Al lado de esto, es Disneylandia. Leé.

84

El caníbal 1.indd 84 28/10/09 23:51:25


El asesino había protagonizado
un documental de la BBC de Londres
A TRAVÉS DE LA TV UBICÓ A
SUS DOS HIJOS Y LOS ASESINÓ
Un hombre dijo que tenía amnesia
y que quería reconstruir su vida. La BBC
empezó a filmar su historia. Le pagó
un viaje a Israel, donde halló a su familia
Londres los intentos de un amnésico
para reconstruir su vida,
La cadena de televisión para un ciclo llamado “In­
bri­tánica BBC está involu­ side Story”.
crada en una trágica historia La cadena de TV se hizo
de violencia familiar que cargo, en principio, de todos
culminó con el asesinato los gastos de viaje y estadía
de dos hermanos, de uno y para que Tivoni viajara a Is­
cuatro años, en manos de su rael a reencontrarse con su
padre: un ciudadano israelí familia. Esos gastos fueron
que había fingido padecer reembolsados por los ser­
amnesia para encontrar a vicios sociales ingleses. La
sus hijos, a quie­nes luego BBC envió un equipo de
quemó vivos. dos personas junto a Tivoni,
Todo comenzó en marzo, que lo filmó durante 6 días.
cuando el israelí Erez Tivo­ Dos semanas antes del as­
ni, de 31 años, se presentó esinato, que ocurrió el 19 de
en una comisaría de Lon­ mayo, la cadena suspendió
dres diciendo que había per­ la filmación en Israel por
dido la memoria. La policía recortes de presupuesto.
británica hizo pública su Para entonces, Tivoni ya
historia y la BBC decidió había localizado a sus hijos,
hacer un documental sobre Jeffrey, de cuatro años, y ▶

85

El caníbal 1.indd 85 28/10/09 23:51:25


▶ Avital, una nena de un año. cos como la vicefiscal de
Su esposa Etti estaba refu­ distrito de Tel Aviv, Liora
giada con ellos en un centro Glatt-Berkovitz, sostuvieron
pa­ra mujeres maltratadas que Tivoni fingió la amnesia
de Tel Aviv, luego de haber y logró engañar a la policía y
huido de su casa por las a la BBC.
agresiones de su marido. “Creí que aquí estaríamos
Tivoni consiguió una au­ seguros”, declaró la esposa
torización judicial de las del asesino a un diario bri­
autoridades israelíes y del tánico, refiriéndose al centro
Tribunal Rabínico de Is­ para víctimas de violencia
rael para visitar a sus hijos, fami­liar en el que se encon­
en un encuentro que sería traban. “Los de la televisión
supervisado por asistentes se dejaron engañar por mi
sociales israelíes. marido. No puedo entender
Cuando finalizaron los 90 que ayudaran a alguien así.”
minutos establecidos para la Tivoni, un ex vendedor
visita, Tivoni logró conven­ de ropa, había abandonado
cer a los supervisores de Israel tres meses después
que lo dejaran unos minu­ de que su esposa huyó de su
tos a solas con sus hijos. casa con sus hijos. Después
Aprovechó ese momento, de viajar por Europa, se ins­
según la denuncia policial, taló en Londres. Desde allí,
para rociarlos con nafta y no sólo logró engañar a la
prenderlos fuego. televisión británica, sino a
Avital, la nena, murió en toda una serie de psiquia­
el acto a causa de las quema­ tras, asistentes sociales y au­
duras. Su hermano murió toridades, tanto de Londres
tres semanas después. Tivo­ como de Israel.
ni fue detenido. La BBC intenta ahora de­
Tanto la madre de los chi­ fender su reputación y des­

86

El caníbal 1.indd 86 28/10/09 23:51:25


lindar su responsabilidad en La BBC agrega en su des­
el doble crimen. En el comu­ cargo que fue la Embajada
nicado que se dio a conocer de Israel en Londres la que
ayer, señala que “la investi­ le permitió a Tivoni regresar
gación para el programa a Israel y emitió su pasaporte
incluyó la estrecha colabo­ después de estudiar sus an­
ración de la policía, los ser­ tecedentes.
vicios sociales, psicólogos La cadena informó tam­
y psiquiatras tanto de Gran bién que no piensa iniciar
Bretaña como de Israel”. Y accio­nes legales contra los
agrega que “en ningún mo­ productores del programa,
mento estos profesionales que no saldrá al aire. Tivoni
mencionaron el tema de que fue someti­do a un examen
Tivoni fuera violento”. psiquiátrico y será exami­
La cadena dice también: nado nuevamente antes de
“Te­nemos una carta escrita septiembre, cuando se rea­
por el doctor Megahed, del lizará el juicio.
hospital psiquiátrico St. Cle­
ments, en la que se asegura
que Tivoni sufría “amnesia
Otro caso trágico
disociativa causada proba­
blemente por una conmo­ Hace dos meses, un jurado
ción o un trauma” y que era condenó a un programa de
“incapaz de causarse daño a televisión estadounidense al
sí mismo o a otros”. que consideró “co-respon­
Aparentemente, los ante­ sable” de un asesinato. Todo
cedentes violentos de Tivo­ ocurrió en 1995, cuando
ni no salieron a relucir hasta Jona­than Schmitz (26) fue
que el equipo de televisión invitado a un popular “talk
llegó a Israel, cuando Tivoni show” con la promesa de
recu­rrió a los tribunales para que iba a ser sorprendi­
ver a sus hijos. do por la declaración de ▶

87

El caníbal 1.indd 87 28/10/09 23:51:25


▶ amor de alguien que lo
admiraba en secreto.
Ya en el estudio se encon­
tró con el testimonio gra­
bado de Scott Amedure,
que confesó ante cámaras
las fantasías sexuales que
tenía con él. Tres días
después, Schmitz compró
una escopeta, fue a la casa
de Amedure y lo mató de
dos tiros. El programa nun­
ca se emitió.
Un jurado de Michigan
condenó al The Jenny Jones
Show, a pagar 25 millones
de dólares. El jurado con­
sideró que creó las condi­
ciones para que el crimen se
cometiera.

—Está bien, está muy bueno— estaba impresionado


en serio.
—La coda me parece lo mejor. TV + homosexualidad
+ asesinato. ¡Qué cóctel!
Villegas se ríe. No le cree al diario. Para él, nadie mató
a nadie, nadie prendió fuego a nadie, nadie hizo nada,
son letras sobre el papel. No hay indignación, no hay re-
flexiones sobre lo miserable que puede ser el ser humano.
Eso no pasó, no hay experiencias, no hay dolor. Es ape­
nas narración, opciones estéticas, literatura.
—No, pará —lo corrijo—, en la noticia central tam-
bién hay algo... El tipo que finge amnesia y utiliza el poder

88

El caníbal 1.indd 88 28/10/09 23:51:26


de la TV para sus fines personales... ¿La TV es psicótica?
Bueno, a psicótico, psicótico y medio. Estremecedor.
—¡Y es la BBC de Londres! Beatiful, darling.
Para terminar, Villegas me alcanzó un pequeño re­
cuadro.
—Esto no es literatura, pero me gustó. Muestran la
hilacha.

PROPONEN
EJECUCIONES
EN VIVO Y EN
DIRECTO
El creador del “Reality Show”, el
norteamericano Phill Donhaue,
inició ayer una campaña a favor
de la transmisión televisiva en
directo de las ejecuciones. “Es
un castigo ordenado por el pue­
blo estadounidense, pagado por
el pueblo estadounidense y con­
cretado por agentes del pueblo
estadounidense. El pueblo
tiene, por lo tanto, el derecho
de verlo y comentarlo” aseguró
Donhaue en un artículo pub­
licado en el diario USA Today.
El presentador más popular
de este género televisivo pro­
puso transmitir la ejecución de
Timothy Mc Veigh, condenado
a muerte por el atentado de la
ciudad de Oklahoma.

89

El caníbal 1.indd 89 28/10/09 23:51:26


Otra vez, ¿existe la realidad? No, la realidad no existe en
sus propios términos. Existe en los términos que le impri-
men los que poseen los medios de comunicación. ¿O no?
¿Y el dolor? ¿Y la muerte?
—Primero que nada —empieza Villegas—, la TV de­
mue­le los postulados románticos de “originalidad”, “na­
ción”, “autoría”, “obra cerrada” y “obra en general”. Pero
al mismo tiempo es la encarnación de la totalidad román-
tica. El lugar esencial donde todo confluye. La estética y la
lógica del barroco es mucho más útil para enfrentar la TV.
Porque si no, ¿cómo construimos el objeto TV?
Villegas prende la máquina. Se suelta. Debe haber es-
tado tomando, aunque en la mesa no hay vasos, apenas
una tasa blanca, manchada de café.
—¿Me seguís? Las categorías románticas no sirven.
Hay que agarrarla por el barroco, me parece, ¿no? Re-
ciclaje, anonimato, reglas inquebrantables, estereotipos,
repetición, trasgresión enjaulada...
¿Trasgresión enjaulada?
—No sé si la gente quiere o gusta de lo que propone
la TV a nivel contenidos. Me importa un carajo, porque
en defintiva, los acepta. Los contenidos influyen apenas
un 20% en el ritual de la TV. Lo del huevo y la gallina, si
se lo dan o lo piden, es al final un asunto de complicidad.
Es la complicidad de los televidentes y los productores
del discurso televisivo: ambos saben que podrían exigirse
más a sí mismos, pero optan por no hacerlo. Prefieren
ser vulgares, obscenos, la risotada, la estupidez, eso los
llena de placer. No hay impostura en la TV. El hombre al
natural, su parte más privada, librado a sus instintos. ¿Y
sabés por qué digo esto? ¿Sabes por qué me preocupo?
Porque hoy el discurso literario es prescindible y el dis-
curso televisivo es vital.

90

El caníbal 1.indd 90 28/10/09 23:51:26


Villegas casi a los gritos y yo, ahí, pintado.
—��������������������������������������������������
La TV es un producto inyectable, pibe. Como la he-
roína, entra con violencia en el torrente sanguíneo y se asi-
mila instantáneamente. Adentro y ¡paf! Ya está —Villegas
hace un pausa imperceptible—. Si se padece una necesi-
dad de algo, si se depende de algo, no se lo puede apreciar
en toda su magnitud ni examinar objetivamente, ¿no es
cierto? Eso es lo que pasa con la TV: la gente la deplora
porque la necesita desesperadamente, como a una droga.
No recuerdo el día en que vi TV por primera vez.
—Yo creo que negar la TV es un acto vano. La TV es
indiferente a todo, hasta a sí misma. La TV no se defiende.
Si un día ya no reditúa más, desaparece, seguro. En eso
se emparienta con la naturaleza. En su infinitud también.
¿Por qué tengo que escuchar a Villegas? ¿Podría no
escucharlo?
—Y está llena de contradicciones. La TV es un ojo de
doble entrada. Una lupa, un microscopio, un largavistas,
un telescopio, una cárcel, la libertad. Aterrador.
Sí, podría no escucharlo. Podría alejarme de esa farán-
dula putrefacta e improductiva que es el campo literario
porteño, me costaría. Tendría que encontrar un trabajo
como la gente, hacer un esfuerzo. Quizás como profe-
sor en un secundario privado, en una oficina legal, como
traductor, o en la parte de prensa.
—Existen los animales televisivos. El león en la es-
tepa, corriendo la gacela rezagada o descansando bajo
la sombra de un árbol, es más televisivo, por ejemplo,
que la codorniz. Muchas más veces de lo que creemos las
imágenes que tenemos de los animales hoy día provienen
de la TV.
Me levantaría temprano, alimentaría una rutina, usaría
traje. No me molesta. No padecería las largas caminatas

91

El caníbal 1.indd 91 28/10/09 23:51:26


trasnochadas por Buenos Aires, los bares que apestan a
humo y a baño de tren, las puertas cerradas y oscuras del
teatro San Martín a las tres de la mañana que me depri-
men tanto.
—El zaping es un placer mundano, banal, erótico,
inú­til, irrepetible, no hay dos zapings iguales.
Podría hacer carrera en la universidad, pero no a la
loca, sino despacio. Podría ligar una beca mensual, ape­
nas suculenta, tendría que soportar la necesaria suspen-
sión de la crítica, volverme un poco más chupamedias.
—Cuando alguien pregunta qué canales se miran, es
muy probable que se mencionen asiduamente los canales
de documentales o los noticieros. Como si esos canales
ligados a la idea de “información”, y por lo tanto “menos
televisivos”, estuvieran eximidos del desprecio general
por la TV. Si la afirmación fuera cierta, tendríamos trein-
ta canales de noticieros y documentales y tres de pelícu-
las, programas de variedades y dibujos animados. Y no al
revés, como en realidad es. ¿No?
Villegas sigue sumido en el delirio. Y yo pienso una
vez más mi futuro. Trabajaría todo el día entonces, y a la
noche escribiría. Leería cada tanto, los fines de semana.
Se puede, claro que se puede. Y zafaría de esta lacra fra-
casada, de estos noctámbulos frustrados, de estos tipos
que ya eran una mierda idealista en los 70, y que todavía
mantienen ese discurso. ¿Podría publicar lo que even-
tualmente escribiera?
—La enorme cuota de irracionalidad de la TV está
en relación directamente proporcional a la irracionalidad
del hombre.
Ah, me acabo de acordar cuándo fue la primera vez
que vi TV. No, no es la primera vez. La primera vez, no
la recuerdo. Esto habla de una convivencia anterior a la

92

El caníbal 1.indd 92 28/10/09 23:51:26


razón, a la conciencia o a la memoria. Lo que recuerdo
es el día que mi padre trajo la primera TV color. Era de
diseño mucho más moderno que la blanco y negro. Está-
bamos viendo Don gato y su pandilla con mi hermano. Mi
padre enchufó el aparato nuevo y sintonizó en el viejo Ca-
nal Once a Piluso y Coquito, un programa clásico que hoy
goza de cierta mística y que nosotros deplorábamos con
la indiferencia. Nos obnubilaron los colores, pero sólo
un momento. En seguida pedimos volver a Don Gato. El
cambio estaba hecho, continuamos viendo, a veces per­
cibiendo alguna novedad, como que el pelo de Benito era
marrón y el chaleco de Don Gato era de color violeta. La
TV está allí y, en mi caso, estuvo allí siempre. Mi abuelo
hablaba de una TV dando sus primeros tambaleantes pa-
sos. Para mí siempre fue sólida como un roca. Una insti-
tución, una referencia, un integrante más de la familia.
Negada o disfrutada, adictiva o instructiva o ambas cosas
a la vez, siempre fue un referente en mi vida.
No soy un experto en TV, pero me avalan algunos
años de experiencia como para comprender el delirio de
Villegas. Sin embargo, ¿por qué tengo que escucharlo?
—La naturaleza no diferencia lo que es bello de lo
que no lo es. Así, un zorro puede devorar con igual in-
diferencia un cervatillo o un topo. Lo mismo sucede
con la TV. La belleza es producida por la mirada y no
por el objeto.
¿Naturaleza y TV? La idea de una TV aséptica que
no puede tocarnos, ni agredirnos, ni modificarnos, la
idea de una TV segura está ligada a los contenidos, no al
medio o a la forma en que nos llegan. Es verdad que el
león o el dinosaurio de la pantalla no pueden mordernos,
pero nadie podría rebatir la afirmación de que cuando
apagamos el televisor, hemos cambiado y ya no somos el

93

El caníbal 1.indd 93 28/10/09 23:51:26


que lo encendió una o unas horas antes. Algunas veces
cuando apago la TV, siento todavía las radiaciones, las
emisiones de onda, atravesándome. Como si las imá-
genes lo hubieran cargado y todo mi cuerpo fuera un
aparato receptor.
Las máximas de Villegas seguían cayendo como llu-
via: “¿Funciona la TV como un exo-cerebro?”, “Nada
se compara a la TV. La TV sólo es comparable a sí mis-
ma.”, “¿Es la TV un panóptico a la inversa donde el
control se ejerce sobre el que mira y no sobre el que es
mirado?”
—Pero decime, Villegas— le pregunto con honesti-
dad—. ¿Vos mirás TV?
—La gente que está “contra la TV” ha mirado prác-
ticamente igual cantidad de tiempo TV que la gente que
no se expresa en forma negativa sobre ella. En mi caso,
yo trato de no mirar. Me roba mucha energía, me roba
más energía que tiempo. Y sin embargo, la TV me aco­
rrala, me persigue, me acompaña en los bares, en el subte,
mi casera la deja prendida, se va a hacer los mandados y
cuando entro a la pensión, ahí está, esperando, como un
vampiro, como un punguista, lista para desplumarme.
Empiezo a comprender que la conversación puede
durar horas si no se encausa hacia algo puntual.
—No veo dónde entra la TV en un proyecto literario
como el suyo, todas estas reflexiones son...
—Nunca, pero nunca, subestimes el poder de la TV
—me corta en seco Villegas—. La TV es una máquina
de picar carne. Para adentro y para afuera. Ahí está el
pibe que se mató en Tandil y ahí, en la esquina, tenés una
cantidad de borrachos drogadictos que alguna vez fue­
ron actores exitosos o conductores de TV. Nunca, pero
nunca, subestimes el poder de la TV.

94

El caníbal 1.indd 94 28/10/09 23:51:26


—¿Por qué habría de hacerlo?
—La TV no es un animal doméstico —me responde
Villegas sin escucharme.

95

El caníbal 1.indd 95 28/10/09 23:51:26


El caníbal 1.indd 96 28/10/09 23:51:26
No sé qué escribir, no sé qué hacer.

Mi novela está ahí, en la mesa. La odio. La detesto. No


puedo volver a leerla una vez más. Para mí ya es vieja,
viejísima. Al mismo tiempo siento que si no se publica,
no voy a poder empezar a escribir otra. Pensar sí voy a
poder. Pensar novelas es algo que hago continuamente.
Todo el tiempo me surgen ideas para novelas, pero lo im-
portante del género novela no es pensar tramas geniales
ni ambientes únicos, sino escribirlos, bajarlos al papel.
Las novelas no se piensan, se escriben. Ese es el desafío
y yo, hasta que no me saque de encima ese fardo que
respira pesadamente en la mesa, no voy a poder volver
a escribir. Me resigno. Quizás la olvide, como ya olvidé
otros intentos. Pero no creo. Este está completo, ahí,
generando angustia. Hay partes buenas pero también
es el primer libro completo, el que carga con el peso de
todas las dudas y todas las marcas de la inexperiencia.
¿Qué hacer? Resignarse a ser leído por amigos y de fa-
vor hasta que lleguen las ganas de escribir otra vez, hasta
que yo y todo mi entorno cambie lo suficiente como para
que mi cabeza se libere de ese peso muerto condensado
en una primera novela. El entorno cambia rápido, sí, es
posible que sea lo mejor. No escribir, dedicarme a leer, a
recorrer los abarrotados anaqueles de las librerías. ¿Por

97

El caníbal 1.indd 97 28/10/09 23:51:26


qué agregar un libro más, y uno no del todo bueno, a
esa masa infinita de libros? Cientos, miles, millones de
libros. Todos los géneros, todos los autores, nadie los ha
leído todos. Allí, esperando. ¿Por qué sumar uno más a
esa manada en permanente crecimiento? Libros, libre­
rías y libreros de la calle Corrientes, en las paradas de
diarios de los barrios, en las bibliotecas públicas, en las
bibliotecas privadas. Aprobaría muchos que nunca leeré.
Otros son malos, o apenas me interesan, y los leo, los
compro, los abandono. Leo una novela. Una novela más.
Y después están los diarios, miles de diarios por día, por
semana, por mes. Millones de palabras y de ideas. Perio­
distas que escriben y después olvidan lo que escriben.
Historias fantásticas, irreales como las de Villegas, o avi-
sos rutinarios donde se publicitan autos usados y se avisa
a la población civil sobre las temperaturas máximas en
Catamarca. Y las revistas de chismes, esas que leería Ma-
dame Bovary, de estar entre nosotros. Se suicidaría por
no poder aparecer mostrando su casa en Caras. Y la TV
por cable, y la Internet infinita.
Sin embargo, yo pienso en mi novela, en mi trabajo,
nadie me lo pidió, nadie lo necesita, y es posible que po-
cos lo quieran. Allí está mi esfuerzo. Es mío. Escrito a la
antigua, como si yo fuera un escritor. Ahora no represen-
ta nada para nadie. Salvo para mí. Es mío. Y yo quiero
darlo, pero nadie lo quiere.

98

El caníbal 1.indd 98 28/10/09 23:51:26


Villegas desaparece

Villegas desapareció. Se fue. Llamo a la pensión y no lo


encuentro. La portera me dice que hace ya una semana
que no lo ve, me dice que le debe el mes. Voy a la pensión.
Arre­glo la deuda. Me dejan pasar. Curioseo en la habi­
tación de Villegas. Está igual que siempre. Faltan algunos
libros. Encuentro en el escritorio la carpeta de recortes.
El escritorio está limpio, no hay un solo papel suelto. El
resto del departamento sigue desordenado, pero en el es-
critorio lo único que hay es la carpeta, como si Villegas
la hubiera dejado para mí. Me la llevo. Me llevo también
unos libros que encuentro por ahí. No es robar, es un
canje por la pensión atrasada. Estoy seguro que no voy a
poder leerlos con tranquilidad, pero me los llevo igual. La
portera me ve salir con el paquete. No dice nada. Me pre-
gunta qué pasa, dónde está Villegas. Le digo que en unos
días la vuelvo a llamar. ¿Qué pasa? No sé qué pasa. La
carpeta es fascinante. La abro en un bar, apurado. Tiene
de todo. La dejo. Necesito tranquilidad. Camino por la
recova. Son las tres de la tarde de un jueves de otoño.
Hace frío pero hay sol. Trato de no pensar en eso, trato
de pensar en la carpeta, en los recortes. ¿Dónde estará Vi­
llegas? Tomo un colectivo en la avenida Córdoba. Cuan-
do llego a mi casa me entero de que Lucía me llamó.

99

El caníbal 1.indd 99 28/10/09 23:51:26


Pasa una semana más. No hay noticias de Villegas.
Me porto bien, me levanto temprano. Estudio mucho,
leo, preparo las clases que tengo que dar en la facultad.
Uno de mis alumnos, que debe tener casi la misma edad
que yo, lee mi original. Le gusta, me dice, pero siento
que no leyó lo que yo escribí. Su análisis no me sirve.
Con sus ideas se podría escribir un ensayo, tal vez un
buen ensayo, pero a mí no me importa. ¿Tendría que
importarme? Igual le agradezco la atención. Me siento
un narcisista insoportable. Después, una vez más, me
doy cuenta de que ya no me interesa esa novela, ya no
produce o produce poco sentido para mí. Todavía no me
animo a revisar a fondo la carpeta de Villegas.
Empieza la Feria del Libro. La gente hace cola para
que los autores le firmen su ejemplar. Hay conferencias,
charlas, debates. Los pasillos alfombrados se llenan de
mugre. La gente camina, va de acá para allá, miran li-
bros, tocan libros, compran libros, algunos se los roban.
La muchedumbre pide cultura, quiere gastar, todos bus-
can ofertas. Hay largas colas para obtener muestras gratis
de bebidas alcohólicas y familias enteras deambulan con
pibes que arrastran globos y bolsas de nylon.
Voy dos veces, la primera con Lucía. Ella se compra
un ejemplar muy bien encuadernado de Moby Dick.
Después vamos a Palermo. En un bar, más tranquilos,
nos hacemos confesiones literarias y existenciales. Esta
vez no hay interrupciones. Caminamos por las calles de-
siertas, siempre románticas. Se crea una tensión hermosa
que nos avergüenza y terminamos haciendo el amor en
su casa.
La segunda vez voy solo. De masoquista no más. Me
gusta la Feria del Libro, es como ir a la cancha. Manoseo
incontables ediciones de incontables libros. Comparo

100

El caníbal 1.indd 100 28/10/09 23:51:26


precios. Algunas veces compro algo. Y finalmente, me lo
cruzo a Marconi. Viene a una charla sobre “Política y li­
teratura”. Va a ser el moderador de una mesa compuesta
por dos o tres escritores del interior. Me reconoce él a mí.
Está peor vestido que nunca.
— Leí tu novela. Es muy buena, che. Villegas me habló
muy bien de ella.
—¿Sí? Y eso que no dejo muy bien parados de los
escritores de su generación —le contesto así nomás, de
patotero.
—Por eso no te tenés que preocupar...
—Sí, es verdad, pero el personaje del viejo erudito me
quedó un poco forzado, ¿no le parece?
En la novela no hay ningún “viejo erudito”.
—No, para nada, para nada. Así está perfecto —me
responde.
No me da para mandarlo lisa y llanamente a la mierda.
No tiene sentido. Le pregunto si sabe algo de Villegas.
Me contesta que recibió una carta desde Asunción. No
puede ocultar su alegría. Me dice que Villegas le cuenta
que tiene una novela terminada, casi lista para ser publi-
cada. Le pregunto si se la mandó. Me dice que no, pero
que la está esperando. Nos despedimos, antes me invita a
la charla. Sí, seguro, esperá sentado.
Pasa una semana. Me decido. Lo llamo a Marconi.
— Hola, ¿Marconi? Sí, ¿qué tal?
Le digo que tengo la novela de Villegas en mis manos.
No me pregunta por qué la tengo yo. Me cree. Me la pide.
Está ansioso. Le digo que Villegas me la mandó a mí para
que yo arregle la publicación con él, con Marconi, el me-
jor y más confiable editor de Buenos Aires. Marconi no
puede esconder su alegría. No me pregunta nada más,
yo le digo que Villegas está bien, que está trabajando en

101

El caníbal 1.indd 101 28/10/09 23:51:26


la casa de unos amigos, y le miento que todavía me pidió
un poco más de tiempo. Las órdenes eran claras. Si no
surgían novedades en quince días, yo me tenía que ocu-
par de arreglar el adelanto con la editorial y pasar el origi-
nal, para una primera lectura. O sea, quince días.
—¿Quince días más? —preguntó Marconi.
—Sí —le respondí—, quince días.
Antes de que cortáramos, se acordó y quiso saber el
título.
—El Caníbal— le dije.
Se quedó entusiasmado. Me dijo que era un título con
mucha fuerza.

102

El caníbal 1.indd 102 28/10/09 23:51:26


La carpeta de Villegas

En la carpeta estaban los recortes que habíamos dis-


cutido y había algunos que yo nunca había visto. Mu-
chos aparecían con anotaciones que los excluían del
proyecto, como si no sirvieran. Había uno separado con
un clip, aparte en un folio de nylon. Lo acompañaba un
papelito que decía: “Interesante, pero demasiado deses­
tabilizador”.

PASARÁN PRESOS EL RESTO


DE SU VIDA POR MATAR AL HIJO
Lo mató el padre porque no lo saludó. Para
esconder el crimen la pareja simuló un secuestro.
Y encabezó marchas para pedir la aparición con
vida del chico. Tienen otros tres hijos
Mendoza ba”. El fallo fue recibido con
aplausos por el público que
Un matrimonio pasará el presen­ciaba el juicio.
resto de sus vidas en la cárcel El chico estuvo agoni­
por el asesinato de su hijo zando nueve horas, lo en­
Ayrton Brian Lionel Godoy, terraron en un descampado
a quien el padre le dio una y simularon un secuestro.
paliza porque “no lo saluda­ Cientos de personas se ▶

103

El caníbal 1.indd 103 28/10/09 23:51:26


▶ movilizaron en marchas y como “Yoryi”. Vivía con sus
protestas, que siempre en­ padres y tres hermanos de
cabezaron los dos padres, 8, 7 y 22 meses de edad, en
hasta que se descubrió la una casa humilde de calle
verdad. Bombal del departamento
La Quinta Cámara del Cri­ Guaymallén, cerca de esta
men de esta Capital produjo capital.
la sentencia luego de cinco A las 11 del 10 de mayo
días de juicio oral: reclusión de 1996, Jorge Godoy se
perpetua a Jorge Godoy, pin­ disponía a salir de su casa.
tor de carteles, de 38 años, y “Yoryi” no lo saludó. Por
prisión perpetua a Gabriela eso comenzó a golpearlo.
Carmango, de 33. El policía Jorge Donoso
La reclusión obliga al hizo una descripción de
trabajo obligatorio en una esos momentos. Dijo que
cárcel nacional. La prisión Godoy mató al chico a
perpetua admite trabajo “patadas y puñetazos”. Le
optativo y en un establec­ provocó frac­tu­ras de tres
imiento provincial. Aunque costillas, hematomas en
no siempre se cumplen estos nuca y mentón y estallidos
requisitos de la Ley Peniten­ del bazo y un testículo.
ciaria Nacional. Las constancias acumu­
El público aplaudió la ladas durante el juicio oral
condena e insultó a Godoy deter­minaron que “Yoryi”
y a su esposa. Los dos fu­ agonizó hasta las 20.30. Du­
eron conducidos luego a la rante la tarde, el padre había
penitenciaría provincial con intentado que tomara un
medidas de seguridad poco po­co de sopa, pero el chico
habituales, frente a un po­ no pudo ingerirla.
sible desborde de la gente. La mujer presenció la
La víctima era conocida paliza y estuvo junto al chi­

104

El caníbal 1.indd 104 28/10/09 23:51:26


co duran­te la agonía. No la playa de estacionamiento
pidió au­x ilio. El tribunal la de un supermercado.
consideró co­rresponsable Durante días, la gente se
de homici­dio agravado. movilizó. Godoy relató una
El médico Aldo Braconi y otra vez ante las cámaras
afirmó que el niño hubiese de televisión que el chico
podido salvarse si se evitaba “se perdió”, aunque dejó en­
la perdida de sangre y se le trever que pudo haber sido
extraía el bazo. secuestrado por un des­
No quedó claro cómo conocido. Godoy se acon­
Go­doy trasladó el cuerpo gojaba, bajaba la voz hasta
hasta el baldío ubicado hacer inaudible y la mujer
cerca de un canal de riego, lloraba sin consuelo.
a 3 kilóme­tros de su casa. Los vecinos y la comunidad
Allí lo enterró. El padre con­ religiosa Testigos de Jeho­vá,
fesó que lo envolvió en unas en la que militan los homi­
mantas y lo cargó en su bi­ cidas, organiza­ron mar­chas
cicleta. La policía siempre públicas en reclamo del
sospe­chó de una tercera esclarecimiento del caso.
persona, que habría presta­ Se produjo una búsqueda
do su automóvil para llevar masiva. Sin embargo, el ma­­
el cuerpo. tri­monio, no tardó en con­
fesar, abrumado por sus
Historia falsa contradicciones.
La primera tumba de
El matrimonio decidió ocul­ “Yor­yi” se convirtió en un
tar el crimen e inventar una sitio de peregrinación. Un
historia que pronto despertó pequeño nicho alberga
adhesión popular: el apa­ flores, juguetes, rosarios y
rente secuestro del niño en leyendas de dolor.

105

El caníbal 1.indd 105 28/10/09 23:51:26


Al final, sobre el mismo papel de diario, aparecían algu-
nas observaciones.

“Síntesis: Los padres de Yoryi organizan falsas marchas.


Saben que la verdad es otra y la ocultan. Son cínicos.
Hipótesis: El victimario es lo suficientemente irracional
para ser brutal y lo suficientemente racional para defen-
derse mintiendo con un grado elevado de cinismo. Pre-
gunta: A estos les salió mal, los agarraron. ¿A cuántos
les salió bien? Respuesta: Imposible saberlo.”

Los de las publicaciones decididamente amarillistas o


los apenas insólitos también habían quedado afuera del
proyecto. Los tres monos más inteligentes del mundo es-
capan del laboratorio, Maniatan y estrangulan a una anci-
ana de 90 años para robarle un anillo, Raptaban perros y
pedían rescate, Falleció en el hospital tras ultimar ladrón
que quiso robarle el auto, Un ovni estuvo 20 minutos sus-
pendido sobre un campo. Todos esos recortes se quedaban
afuera. Algunos estaban tachados o Villegas les había es-
crito en el margen “muy trillado”, “convencional” o di­
rectamente “poco interesante”.
En la carpeta también había pedazos de papel con ci-
tas copiadas en lápiz o en tinta azul. Había una cita de
Ballard que ya es un clásico.

“La ciencia y la tecnología se multiplican a nuestro al-


rededor. Cada vez son más ellas las que nos dictan el
lenguaje en que pensamos y hablamos. Utilizamos ese
lenguaje o enmudecemos.”

Después había otras frases desordenadas.

“Ortega dice que en gran proporción ganó la goberna-


ción de Tucumán por un programa que hizo conmigo,

106

El caníbal 1.indd 106 28/10/09 23:51:26


donde lloró recordando cuando se fue a los Estados
Unidos con su familia.”

“A mí modo, yo también hago política.”

“Me gusta este poder. No soy yo, es la televisión la po-


derosa. La televisión es un arma peligrosísima. También
podés perder una elección o crear una imagen adversa
si lo que estás mostrando es malo. Es un arma de doble
filo. Pero me gusta, es un poder muy agradable, muy
seductor.”

Abajo decía “Mirtha Legrand, La Maga, miércoles 4 de


mayo de 1994”. Finalmente quedaban los recortes que
Villegas agrupaba para su futuro libro. A todos los textos
arriba mencionados, incluido el que yo le había llevado,
se le sumaba un recorte más que, por aparecer en un fo-
lio de plástico aparte de todo lo demás, parecía haber
llamado especialmente la atención de Villegas.

Mató a 8 prostitutas al norte de Nueva York


DETIENEN A UN ASESINO SERIAL
Estranguló a todas sus víctimas y escondió
los cuerpos en su propia casa. A pesar del olor
nauseabundo de los cadáveres, nadie advirtió
la situación. Antes trabajaba como perceptor,
pero ahora está desocupado
Nueva York Lo habían notado los vecinos,
al igual que el cartero. Pero
El olor nauseabundo emana­ ningún miembro de la familia
ba como un viento del in­fier­ pareció molesto por el hedor,
no desde la casa de los Ken­ y así, sin saberlo, vivieron
dall, al norte de Nueva York. durante más de dos años ▶

107

El caníbal 1.indd 107 28/10/09 23:51:26


▶ entre los restos descom­ Apenas comenzaron a in­
puestos de varias prostitu­ terrogarlo, Kendall se quebró
tas, todas ellas estranguladas ante los policías y comenzó
secretamente por François, a relatar, uno por uno, todos
el hijo mayor del hogar, de los asesinatos. Poco después,
27 años. los investigadores llegaron a
El horroroso descubri­ la residencia del número 99
mien­to del asesino serial de de la calle Fulton, una casa de
Poughkeepsie, un pueblo frente de aluminio con pin­
in­dus­trial ubicado a unas tura descascarada, para cons­
cuatro horas de la ciudad de tatar que allí se encontraban
Nueva York, pone fin a la mis­ las espantosas pruebas de la
teriosa desaparición de ocho confesión.
mujeres, cuyas familias estu­ La policía calcula que ne­
vieron buscándolas durante cesitará más de una semana
un largo tiempo, convencidas para desenterrar todos los
de que la policía no quería re­ cuerpos. Algunos podrían
solver sus casos porque eran haber sido descuartizados,
prostitutas y drogadictas. se­g ún indicaron fuentes de la
Hasta ahora, nadie había investigación al diario Daily
sospechado de François news. Hasta ahora fueron
Ken­dall, un tipo corpulento recuperados los restos de
de unos 130 kilos, de raza tres víctimas. Pero sólo una
negra, que había sido per­ de ellas fue identificada: se
ceptor de una escuela secun­ trata de Catrina Newmaster
daria de Poughkeepsie. Pero, de 25 años, que fue vista por
el martes, la policía recibió última vez el 26 de agosto.
un llamado desesperado de
una mujer, diciendo que un Cuerpos esparcidos
hombre la había querido
estrangular. Fue cuando la Kendall no enterró todos los
policía entró en la pista del cuerpos sino que depositó
asesino múltiple. algunos en varias partes de la

108

El caníbal 1.indd 108 28/10/09 23:51:26


casa, según indicó el fiscal de mente el asesino iba a buscar
distrito William Grady. Pero, a sus presas.
a pesar del tremendo hedor, Su primera víctima fue
la policía no cree que los pa­ Wendy Meyers, una mujer de
dres de Kendall hayan sabido 30 años, que desapareció el
de la presencia de los cadá­ 24 de octubre de 1996. Entre
veres en el lugar. “No es el las asesinadas estaba Cathe­
sitio más limpio del mundo” rine Marsh, de 29, que estaba
dijo Grady. emba­razada. Y aunque las
Kendall, que actualmente prostitutas continuaban desa­
estaba desempleado, fue pareciendo misteriosamente,
detenido en febrero, debi­ la policía hasta la semana pa­
do a un incidente con una sada no había investigado en
prostituta, por el que pasó torno de la posibilidad de que
quince días en la cárcel. En fueran víctimas de un asesino
la escuela donde había sido serial. “Si hubiera habido más
preceptor lo consideraban prensa antes, no se habrían
un tipo simpático, porque cometido tantos crímenes” se
siempre estaba haciendo quejó James DeSalvo, el her­
chistes. Tenía pasión por mano de Kathleen Hurley,
la lucha libre, deporte que desaparecida en el ‘97.
practicaba con cierta destre­ Tan frustrada estaba la
za, gracias a sus grandes y familia de Catina Newmas­
robustas manos: las mismas ter, que estaba organizando
que usaba para estrangular. una vigilia para llamar la
Aunque la casa de los Ken­ atención sobre el caso. En el
dall está en un barrio de pro­ medio de los preparativos,
fesionales de clase media, apareció su cadáver. Ahora
no se encuentra tampoco preparan el funeral.
lejos de la calle principal de “Ella quería enderezar su vi­
Poughkeepsie, donde por las da, estar con sus hijos, di­jo su
noches circulan prostitutas: ex novio, Christopher Briggs.
era el lugar donde supuesta­ Aunque no se habían ▶

109

El caníbal 1.indd 109 28/10/09 23:51:26


▶ visto con frecuencia en
los últimos tiempos, Briggs
afirma que quería ayudarla
a reor­denar su vida. “Pero
Catina tenía un grave pro­
blema de drogas. Ella lloraba
mucho por eso en mi hom­
bro. Mucha gente por aquí
dice que la policía ni siquiera
se tendría que haber preocu­
pado por buscar a estas mu­
jeres, porque eran de la calle.
Pero también era gente con
familia y no deben ser olvida­
das”, agregó.

En el mismo folio había una lista recortada del diario.


Villegas le había escrito arriba en tinta: “¡Los únicos hai-
kus que vale la pena leer!”.

Pedro Alonso López


Se cree que este colombiano
es el asesino serial con mayor
número de víctimas de la his­
toria: mató a unas trescientas
personas en su país, en Ecua­
dor y en Perú. Actuó en los
años ‘70. Era conocido como
“El Monstruo de los Andes”.

Andrei Chikatilo
Es considerado el peor delin­
cuente de Rusia por sus 52

110

El caníbal 1.indd 110 28/10/09 23:51:26


ase­sinatos. Antes de que lo
condenaran a muerte, en
febrero de 1994, confesó a
un juez lo que hacía con sus
víctimas: Comenzaba por
arrancarles la lengua con los
dientes hasta destriparlas por
completo.

Albert Fish
La justicia estadounidense le
comprobó cien casos de vio­
lencia sexual contra menores.
El aseguraba que habían sido
400. Hace un siglo asesinó
entre 5 y 15 chicos.

Pogo,
el payaso asesino
John Wayne Gacy anima­
ba fiestitas infantiles. Hasta
que lo detuvieron en 1978:
había matado a 33 niños y
jóvenes. Después los ente­
rraba en su propia casa. Fue
ejecutado en 1994 con una
inyec­ción letal.

Ted Buny
Llegó a asesinar a 24 mu­
jeres en la década del ‘70.
Era abogado. Cuando lo en­
juiciaron en Florida, asumió

111

El caníbal 1.indd 111 28/10/09 23:51:26


su propia defensa, se declaró
inocente e impidió que lo de­
clararan demente. Murió en
la silla eléctrica en 1989.

Jeffrey Dahmer
Sus 17 víctimas tenía en co­
mún dos características: eran
negros y homosexuales. Los
torturaba en su departa­
mento, los mataba, mantenía
relaciones sexuales con sus
cadáveres y se los comía. Ac­
tuó a comienzos de esta dé­
cada en EE.UU. Asesi­na­do
en prisión.

Frederick West
Se lo encontró responsable,
junto a su esposa, de 12 ase­
sinatos (incluyendo los de
sus propios hijos). Pero se
cree que fueron muchos más.
Escondían los cadáveres en
las paredes de su propia casa.
Cuando esperaba la senten­
cias, se ahorcó en la cárcel de
Birmingham, en 1995.

El vampiro
de Dusseldorf
Se llamaba Peter Kurten y era
alemán. Aunque se dijo en

112

El caníbal 1.indd 112 28/10/09 23:51:26


su defensa que estaba loco,
en 1910 fue hallado culpable
de violación, torturas y asesi­
natos de numerosos chicos
y mujeres. La sangre de sus
víctimas, a las que también
se comía, lo excitaba sexual­
mente. Lo ejecutaron.

Albert DeSalvo
En 1964, DeSalvo, de 33
años, fue detenido en Boston,
Estados Unidos, por asalto
y violación. Fue declarado
esquizofrénico e inapto para
afrontar un juicio. Pero se
descubrió que DeSalvo era el
famo­so “estrangulador de Bos­
ton” que entre 1962 y 1963
había matado a 13 mujeres.
Con la ayuda del poderoso
abogado Lee Baily, nunca fue
juzgado ni condenado.

Mi plan era atenerme todo lo posible a la lógica de Villegas.


Una lógica asimétrica que, pese a todo, lentamente y con
esfuerzo empezaba a entrever.
¿Cómo escribir una novela o al menos algo legible con
todo ese material? Lo único que se me ocurrió fue encas-
quetarlo en una trama, meterlo adentro de una narración
simple, incluso mediocre; y tratar de redondearlo todo
en una historia mayor que abarcara tan dispares acciones
y personajes.

113

El caníbal 1.indd 113 28/10/09 23:51:27


¿Implicaba esto una traición a las ideas de Villegas?
Poco importa. Escribí El Caníbal en diez días. No fue
difícil. Una vez armada la trama, los personajes habla-
ban y se movían solos. Los dejé hacer. Me importaba
poco lo que hicieran. A decir verdad, me importaba un
carajo lo que hicieran.

114

El caníbal 1.indd 114 28/10/09 23:51:27


El Caníbal

Cuando terminé me di cuenta de que Villegas tenía


razón. El conjunto de textos que había salido en el dia-
rio era infinitamente superior a lo que yo había escrito.
El resultado era paradójico. Los textos en el diario eran
envidiablemente literarios, poseían un sentido completo
y muchas veces la belleza de la brutalidad conjugada con
el atractivo de lo arbitrario, mientras que en la novela
se deslucían bastante, se volvían horriblemente conven-
cionales, y sobre todo se perdía un gran condimento: al
convertirse en literatura, el halo de la ficción los domes-
ticaba, los volvía débiles, los emparentaba con los chistes
de borrachos mal contados (ya sabemos que no es cierto),
les quitaba de un golpe una buena parte de su atractivo.
Era eso o que yo soy un escritor de mierda. A niveles
diferentes, las dos ideas me angustiaban.
Nos encontramos con Marconi en la editorial. Me
consultó por la tapa.
— En general, para las novelas usamos un cuadro. No
tiene que ser necesariamente abstracto... Si es un ensayo
o investigación periodística, ponemos fotos...
Insistí en que pusieran la foto de una máquina de es-
cribir que tenía Villegas en el escritorio. En la parte de
atrás había escrito. “Te extraño. Soy un ignorante al de-

115

El caníbal 1.indd 115 28/10/09 23:51:27


jarte, pero no puedo hacer otra cosa.” No sé si le hubie­
ra gustado, pero ahora eso ya no importa. Hablamos un
rato, nada más. Marconi se quejó del precio del papel.
Después me dijo que ya le había mandado a Villegas un
adelanto miserable.

116

El caníbal 1.indd 116 28/10/09 23:51:27


Lucía me cuenta
la nueva novela de Villegas

—¿Leíste la nueva novela de Villegas?


Me dijo que se la había prestado una amiga. Le res­
pondí que no la había leído. Le parecía bien, un poco
rara, “muy en la onda Villegas” me dijo. Le pedí que me
contara de qué iba. Me contó. Yo le preguntaba y ella
me contaba. Lucía y yo, tomando una cerveza en La Gi-
ralda. Ya había pasado el sexo con cierto virtuosismo y no
teníamos nada que hacer. Así que dije ¿por qué no?
—Empieza con una tempestad wagneriana. Con vien-
to, con mucho viento. Y agua. Un diluvio bíblico, así,
con todos los detalles, los diques que estallan, el perro
ladrando en el bote, la familia aislada en el techo de su
casa, las bolsas de arena, las frazadas de la defensa civil,
el agua hasta el cuello. En el medio de la inundación,
una ciudad chica, casi un pueblo. A ver... No me acuer­
do cómo seguía... Hay muchos personajes... Sí, porque
la novela está armada con todas las historias de los tipos
que están en esa ciudad, aislados de todo por la inun-
dación. ¿Entendés?
—Sí, seguí, dale.
—Entonces, hay varias historias. Unos pibes que ma-
tan a patadas a un jugador de fútbol porque erró un pe-

117

El caníbal 1.indd 117 28/10/09 23:51:27


nal. Un padre que manda al hospital al hijo de tres años
de tanto pegarle. Unos que asaltan a una vieja de noven-
ta años para robarle la jubilación... Hay un tipo que se
muere mirando la televisión, le agarra un infarto mientras
afuera llueve torrencialmente...
—Parece bastante denso... —Lucía no me escucha y
sigue.
—Y todos hablan de la inundación como algo ajeno,
algo que está por afuera de sus vidas, pero en realidad
los está condicionando permanentemente. ¿Se entiende?
Después hay un tipo que está esperando que otro lo ven-
ga a matar. Se lo cuenta una especie de pulpero que hay
en el pueblo a otro tipo que está ahí de casualidad, que
se quedó varado por la tormenta. Ese tipo articula casi
todas las historias del libro porque circula por la ciudad
escuchando lo que le cuentan y viendo lo que pasa. El
viajante este, porque es viajante de comercio, pregunta
por un hombre oscuro que se sienta siempre en el fondo
y se va sin pagar. El pulpero le dice que hace once años
quiso violar a una piba de ahí y como se resistió, la mató.
Fue preso y al final salió. Pero el hermano, y el tipo lo
sabe muy bien, había jurado que si volvía al pueblo o si
salía libre, lo iba a matar. El problema es que el hermano
de la víctima no puede llegar a la ciudad, que está aislada
por la tormenta, hasta que no baje la inundación. ¿Enten-
dés? Eso está bueno. ¿No?
Hago un gesto de asentimiento y no hablo para que
siga contando.
—En ese mismo lugar, que es como una pulpería donde
se junta la gente a hablar de la inundación, aparece en un
momento un tipo que es inglés. Es inglés, porque habla
en inglés pero como nadie habla inglés, no lo entienden.
Le dan algo de tomar para que se recupere, porque está

118

El caníbal 1.indd 118 28/10/09 23:51:27


empapado y medio muerto de hambre. Y lo llevan a la
comisaría. La comisaría es un quilombo, están todos
amontonados. Esa parte está medio afanada del cuento
La inundación.
—¿Cuál? ¿El de Ezequiel Martínez Estrada?
—Sí, ¿lo leíste?
Me preguntaba si lo había leído con una carita pre-
ciosa. ¿Leído? Había copiado frases enteras. Lucía se
revelaba como una lectora suspicaz. Cuidado.
—Igual está bueno. Es entretenido. El mejor perso­
naje es un predicador prebisteriano que se vuelve loco
y empieza a gritar que su madre es el demonio, y que
la tiene que matar. En la comisaría, te enterás de que el
inglés era una especie de eremita que se había escapado
de la sociedad y se había ido a vivir a una casa que había
construido dos metros bajo tierra a pocos kilómetros del
pueblo. Había pasado diez años ahí, saliendo sólo para
lo necesario. Cuando llega al pueblo, llega escapando
de la inundación. Eso también está bueno. Como el via-
jante de comercio habla un poco de inglés, le cuenta a él
que había estado en Italia, que había traficado heroína,
que había estado preso y que había decidido retirarse
de la sociedad.
—Me resulta muy fragmentario...— opiné para no pa­
recer demasiado entusiasmado.
—Sí, puede ser. En algunas partes se le notan las cos-
turas.
Le debo haber puesto una cara terrible, porque siguió
contando para evitar cualquier desplante.
—Y, aparte de todo ese quilombo, en la ciudad tam-
bién hay un caníbal. Un tipo que rapta gente, la mata y
se la come. Es como un asesino serial que se excita con
la sangre de sus víctimas y que después de matarlas se

119

El caníbal 1.indd 119 28/10/09 23:51:27


las come. Hay una descripción horrible porque en medio
de la tormenta Villegas te describe el freezer donde el
caníbal tiene los cuerpos de sus víctimas. Al final de la
novela, el caníbal este, que es terrible de noche, pero de
día es un empleado más del banco de la zona, se encuen-
tra con el misántropo, que está evacuado en la comisaría.
Se encuentran y se miran, y eso está bien escrito porque
vos te das cuenta de que, en el momento en que se miran,
se dan cuenta de quién es quién. ¿Me entendés? Es como
si se vieran y se sacaran, como si, de repente, cada uno
supiera de la condición secreta del otro. Eso también está
bueno, cierra bien.
—¿Y el tipo no lo denuncia al caníbal? —pregunto yo
haciéndome el tonto.
—No, no dice nada. Aparte nadie le entiende cuando
habla.
—¿Y no te parece que tendría que haber una condena
moral para ese personaje?
Entonces Lucía me miró como si no me conociera,
como si no entendiera lo que le estaba preguntando. Me
estaba engolosinando. Decidí aflojar un poco y pedí otra
cerveza.

120

El caníbal 1.indd 120 28/10/09 23:51:27


El gran catálogo
de los libros que ya no existen

La novela había salido sin problemas y me imagino que


los trescientos ejemplares de rigor se habían vendido. ¿A
quién más le podía interesar? (No faltó la columna lite­
raria, la reseña mortal, la sentencia del impune, diciendo
que el título era engañoso ya que, en definitiva, de cani-
balismo se hablaba poco en el libro.) Así una novela ar-
gentina más empezaba un largo camino en los estantes de
las librerías de Corrientes. Esperaría ahí un poco, quizás
unos tres meses, cuatro con suerte. Después dejaría su
lugar a otra novedad. Deambularía un poco, depósito de
la librería, depósito de la editorial, una nueva librería,
probablemente en el interior, otro depósito, una nueva
rotación. Después, la primera degradación severa, una
mesa de saldos más o menos importante. Y de allí, in-
finitos destinos, infinitas posibilidades desde finalmente
agotar, pasados diez años, la edición hasta el reciclaje,
el tabú, el final trágico, hacerse pulpa de papel, volver
al magma original de todos los libros y las revistas, una
especie de limbo del imprentero, del editor, del escri-
tor, del librero. ¿Dónde van los libros cuando mueren?
Porque los libros mueren, las bibliotecas cambian, no
se hereda todo, se hereda parte. ¿Dónde están todas las

121

El caníbal 1.indd 121 28/10/09 23:51:27


ediciones del siglo XIX? Como todo lo que está hecho
de materia orgánica, los libros son perecederos. El fue­
go no parece ser tan mal destino después de todo, si
te­nemos en cuenta que la putrefacción y la lenta desin-
tegración los acecha. ¿Qué pasa con las ideas y las letras
de un libro que vio la luz y luego conoció la sombra
homogénea e inalterable de no volver a circular ni ser
abierto? No hay paraíso para los libros, pero si las ideas
son extensiones de un todo, en alguna parte debe haber
un gran depósito, una gran biblio­teca de la muerte, y
esos anaqueles también tendrán un gran catálogo, con
infinitos números e infinitos códigos de barras. El gran
catálogo de los libros desechados.

122

El caníbal 1.indd 122 28/10/09 23:51:27


Leo el diario en La Giralda

Marconi no me había vuelto a llamar. ¿Por qué habría de


hacerlo? Caigo en Corrientes porque me gusta. Camino,
reviso las librerías, me dan volantes donde se anuncian
obras de teatro experimental y la compra-venta de ce-
lulares usados. Hace frío. En el Lorca están dando una
película belga. Paso. Si hubiera sido una polaca, les tiraba
una piedra. Me voy a leer a La Giralda. ¿Por qué no?
Tengo media hora antes de que llegué Lucía. Llevo, como
siempre, un libro para que me haga compañía mientras
espero. Leer en los bares, el gran placer del intelectual
porteño. Pero después de una finta psíquica, compro el
diario. Hasta en el kiosco me acosan los libros, pero me
escapo y pido un café.

El FMI PROMETE PLATA SI


ARGENTINA CONCRETA
LAS REFORMAS EXIGIDAS
Horst Köhler dijo que es po­ del organismo financiero. In­
sible y justo volver a darle dicó que será menor el cre­
dinero. Sería una muestra de cimiento en América latina.
ablandamiento en la postura

123

El caníbal 1.indd 123 28/10/09 23:51:27


Thomas Hobbes. En el kiosco vendían el Leviatán a
cinco pesos, encuadernado de colección, tapa dura, le-
tras doradas. El ejemplar que consulté varias veces en la
biblioteca de la facultad era infinitamente inferior al del
kisoco, una verdadera mierda subrayada, a la que le fal-
taba el lomo y un par de páginas.

También desde Washing­


ton hubo señales positivas
para Argentina. El portavoz
del gobierno de Estados
Unidos, Ari Fleischer, ase­
guró que el Tesoro de su país,
junto al Fondo, están “traba­
jando muy duro” para que la
Argentina haga las reformas
que le permitan generar un
“crecimiento sostenido”. Pero
el país, agregó, debe buscar su
camino para concretarlo.

La biblioteca de la facultad es pésima. Hay que buscar


los títulos y los autores en un fichero que ya era viejo
cuando lo hicieron. Después anotás los datos completos,
edición, título y autor, en un papelito donde también
ponés tu número de libreta, tu nombre, tu dirección y tu
teléfono. En el mostrador, si no hay gente, tardan cinco
minutos en darte el libro. Son cinco minutos larguísimos
y expectantes, porque el libro puede no estar. Si está, y
si te lo prestan, es un triunfo. Nadie se junta en la biblio-
teca. Es triste.

124

El caníbal 1.indd 124 28/10/09 23:51:27


El vocero de la Casa Blanca
defendió la labor del FMI:
“Fue de mucha utilidad y
apoyo” para Argentina, in­
cluso “ha habido una línea
de ayuda entregada directa­
mente” y que las naciones
vecinas tienen también in­
terés en que se solucionen los
problemas de ese país y tratan
de colaborar en el esfuerzo.
Otros analistas extranjeros
consideraron ayer el caso ar­
gentino. El ex economista jefe
del BID, Ricardo Hausmann,
opinó que el principal pro­
blema de Argentina “no es
que no ha llegado a un acuer­
do con el Fondo, sino que los
argentinos no han llegado a
un acuerdo entre ellos”.

Sin duda, la Argentina no puede crecer, ni siquiera man-


tenerse en el nivel en el que está, exportando solamente
productos commodity. Y también está claro que la deuda
es un problema político. ¿Por qué no discutimos qué ha­
cer con la deuda? ¿Por qué carajo no está instalado el tema
en los medios de comunicación? Es el viejo consejo del al-
macenero: si te dan plata, pibe, agarrá sin preguntar.

“Si la Argentina no logra un


acuerdo entre argentinos mu­
cho antes de las eleccio­nes,
la hiperinflación va a ser ▶

125

El caníbal 1.indd 125 28/10/09 23:51:27


▶ difícil de evitar”, advirtió
Hausmann, que se encuentra
en París.
Desde la Universidad J.
Hopkins, Riordan Roett dijo:
“Ciertamente la inhabili­dad
pa­ra acordar con el FMI y la
aparente falta de interés del
gobierno estadounidense en
presionar al FMI para que
apoyara a Argentina, han de­
bilitado más al país”

Porque yo tenía ganas de comérmelo a Villegas. Tenía ga-


nas de que nutriera mi cuerpo. Mi cuerpo, mi existencia,
las páginas de todos aquellos libros que sin su ayuda, sin
su sangre en mis venas, ni su carne en mi carne, no habría
podido escribir. Porque Villegas y todos los forros de su
generación, incluyendo a los parasitarios como Marconi,
nos hacen intelectualmente. Están adentro de nuestra
historia, formando y condicionando nuestra manera de
pensar y actuar. Por eso sentí ganas de comérmelo a Vi­
llegas. Comérmelo sin ritual, por el puro placer de que
no existiera, y por la necesidad de que persistiera en mí.
¿Me entendés?

Por su parte, Arturo Valen­


zuela, ex asesor para América
Latina durante la presiden­
cia de Bill Clinton, sostuvo
que Washington “tiene una
res­­p onsabilidad grande”
en la crisis argentina por su

126

El caníbal 1.indd 126 28/10/09 23:51:27


manejo del problema desde
antes de la caída de De la Rúa,
pero también “toda la clase
política (argentina) es hasta
cierto punto responsable de
esto por su canibalismo”.

127

El caníbal 1.indd 127 28/10/09 23:51:27


El caníbal 1.indd 128 28/10/09 23:51:27
Una mala noticia:
la Argentina no existe

Lucía me saluda con suavidad. Lucía me gusta. Nuestra


relación es un poco como el free jazz. Tiene sentido a
pesar nuestro. Cuando llega se desenrolla del cuello una
bufanda larguísima. Se sienta y pide un café con leche.

ALAIN
TOURAINE:
“LA ARGENTINA
ES UN PAÍS QUE
NO EXISTE”
El reconocido politólogo francés
Alain Touraine, en una conferen­
cia brindada anoche en la Casa de
América Latina de París, sostuvo
que “la Argentina es un país que
no existe” a raíz de la falta de pro­
ducción de su población.
Para explicar su teoría, Touraine
argumentó que la Argentina “es
un país de consumo, pero no de
producción y trabajo. El carácter ▶

129

El caníbal 1.indd 129 28/10/09 23:51:27


▶ ejemplar de la Argentina es
que avanza lo más rápido posible
hacia la decadencia y la descom­
posición. Con toda la gloria de su
cultura parece haberse anticipado
a los otros en ese fenómeno de
desintegración a nivel mundial”,
agregó.
Touraine señaló, además, que
los argentinos “entraron en el
túnel (de regresión) en el que Es­
paña estuvo sumida durante dos
siglos”. En el mismo sentido, no
dudó en afirmar que la Argentina
“es un país más subdesarrollado
que la mayor parte de los países
del mundo”, y destacó la “impre­
sionante dife­rencia” que exis­te
en equipamiento tecnológi­c o
con Brasil, por ejemplo. Es más,
afirmó, la crisis argentina ame­
naza en principio a toda América
Latina, con la excepción de Brasil,
Chile y una parte de México, y que
luego se trasladará a Europa.
“Lo que pasa ahora en la Argen­
tina va a pasar en Europa, que está
en vías de argentinizarse, porque
los europeos no se interesan en
la producción. Lo que pasa en
Argentina debería impresionar
aún más porque no es una locura
local”, advirtió.

130

El caníbal 1.indd 130 28/10/09 23:51:27


Por último, y tras afirmar que
el mundo globalizado “no está
preparado para este tipo de situa­
ciones”, Touraine afirmó que la
pregunta que queda pendiente es
“saber si los argentinos son capa­
ces de crear un sociedad de pro­
ducción” para poner fin a la crisis
que están atravesando.

—¿Entendés por qué no me gusta Macedonio Fernán-


dez? —le digo a Lucía, que me mira con una carita an-
gelical, preocupadamente angelical—. “La realidad no
existe” podía ser un postulado de la vanguardia de los
años 20, pero a principios del siglo XXI, la que no existe
es la Argentina y, para colmo de males, es noticia, sale en
los diarios.
Era verdad. Era mentira. La Argentina existe, pero en
los diarios. En el lenguaje, en la idea, en el mito. El mito
Argentino. ¿Dónde está? ¿Qué quedó de ese mito? El
mito de la especulación, el mito del pecado original, el
mito de la pampa, el mito del dorado, el cuento del tío,
el chanta, el negrero, el que se quiere salvar, el reventado,
la plata dulce, la patria viva, viva la patria, viva la pepa,
la patria financiera, la patria capicúa, la tierra de los pa-
dres, Pedro de Mendoza, Mariano Moreno, San Martín,
Sarmiento, Facundo, Martín Fierro, Don Segundo Som-
bra, los inmigrantes, Perón, mil veces Perón, un millón
de veces Perón, el trabajo, el laburo, el yugo, yo no hice
la plata trabajando, hacerse la América, hacerse la Eu-
ropa, hacerse la paja. La muerte. Alfonsín. Menem. De
la Rua. La hiperinflación. La convertibilidad. La deuda.
¿Qué carajo me importa? En la universidad somos todos

131

El caníbal 1.indd 131 28/10/09 23:51:27


investigadores. ¿Qué investigamos? Absolutamente todo
aquello que sea ajeno a la realidad. La realidad. El mito
argentino.
“Esa manera de escribir... —me digo a mí mismo—.
Qué sé yo... Será porque la literatura, en definitiva, se ve
impotente, ajena a todo el quilombo de la experiencia,
por eso es que tiene que recurrir a los firuletes del len-
guaje para llegar al sentido... Así y todo, los juegos de pa-
labras me parecen una idiotez. Prefiero ver un asesinato
en la calle, antes que volver a leer un juego de palabras.”
—¿Me entedés? —le digo a Lucía. Lucía mueve la
cabeza diciendo que sí. La envidio. Es mucho más inteli-
gente que yo, la desgraciada.

132

El caníbal 1.indd 132 28/10/09 23:51:27


Otra mala noticia

—Me voy a España —me dice, impasible.


Cuando tenía alrededor de diez años me agarré muy
feo el dedo índice de la mano derecha con la puerta. Mi
hermano la cerró con fuerza y yo estiré la mano justo
cuando se cerraba. Según recuerdo, la puerta se cerró
completamente. Pero es un recuerdo falso porque mi
dedo estaba justo en el medio. El dolor tiene varias capas
cronológicas. Primero uno lo siente y nada más. Después
llega la conciencia del dolor. Y eso es terrible. Porque
uno comprende que le está doliendo. Y el dolor crece.
Y después llega el porqué. Cuando uno se da cuenta de
por qué le está doliendo, y si uno se agarró el dedo con
la puerta, se siente miserable. Sentimiento que por otra
parte es lo de menos. Sobre todo si el dedo está roto.
Uno piensa que el accidente podría haberse evitado con
la mayor facilidad, pero sin embargo, yo no andaba por
ahí, gritando y jugando, sino que lloraba. Encima del do-
lor, me sentía como un imbécil.
Todas esas capas del accidente del dedo en la puerta
me cayeron encima cuando Lucía me dijo que se iba a
España. Y las fui perforando de a una, comprendiendo
lentamente que Lucía me importaba mucho más de lo
que creía.

133

El caníbal 1.indd 133 28/10/09 23:51:27


—Tengo un tío en Valencia, un hermano de mi vieja.
Me dijo que necesitaba una secretaria. Hablamos el do-
mingo. Me preguntó si no me gustaba la idea de hacer un
viaje. No quiere decir que me vaya a quedar para siem-
pre, pero como están las cosas acá...
¿El dedo había hecho ruido cuando la puerta lo había
partido en dos? No lo sé. Cuando uno siente un dolor
inesperado, las orejas se le cierran y toda la percepción
se aturde.
—Me voy en quince días.
Los escritores son gente débil. No deberían serlo,
pero los son. Por lo menos hoy. Antes Cervantes iba
y se cagaba a cañonazos con los turcos. O Sarmiento
participaba de la batalla de Caseros, pero hoy no. ¿Cuál
es la experiencia de un escritor de hoy, esa experiencia
que lo empuja a escribir? ¿El lenguaje? ¿El universo de
los libros? ¿Sentirse miserable y prescindible? En ese
momento fui impotente. Y la literatura me pareció una
mierda sin sentido.

134

El caníbal 1.indd 134 28/10/09 23:51:27


Villegas escribe
una carta desde Asunción.

Y los días pasaron, y un viernes nos reunimos para


despedirnos. Escrito no deja de sonar bastante boludo.
Ella también estaba nerviosa, y eso me hizo sentir un
poco menos mal, porque significaba que renunciar a
mí también le costaba. Para distenderse, me preguntó
sobre algo intrascendente, sacó un tema que no doliera
tanto.
—¿Estás escribiendo?
La carta estaba manuscrita sobre un papel amarillo. La
copié en word y la imprimí, cuerpo 12, times new roman,
espacio y medio. Cuando Lucía me preguntó, le pasé las
dos páginas. Desde que había llegado, tan bien escrita y
tan sorpresiva, la llevaba siempre en el bolsillo, doblada
en cuatro, como un amuleto.
—Este es el principio de una novela que...
—Ah, sí, una novela epistolar, qué buena idea...
—Sí, nada de mail. El mail es muy poco literario.
¿No?
—Y, desde el momento en que permite las faltas de
ortografía...
—Sí —dije poco convencido.
—Así que una novela epistolar ¿eh? ¡Qué bueno!

135

El caníbal 1.indd 135 28/10/09 23:51:27


Me había llegado hacía algunos días. Venía certificada,
lo cual me pareció un detalle elegante. Decía así.

Querido Terranova:

Paraguay, contra toda imaginación, es bello. Me


levanto temprano, hago gimnasia, desayuno en
forma. Escribo y leo. Y leo más de lo que escri-
bo. ¿Por qué no le avisé de mi retiro espiritual a
Ud.? Bueno, la verdad es que no me dieron ganas.
A propósito, le agradezco la gentileza de haber
liquidado parte de mis cuentas con la señora Ro-
dríguez de la pensión, esa sucia y triste pensión
a la cual nunca más volveré. El exilio, querido
amigo, es tonificante. Existo para mí mismo, y
exclusivamente para mí mismo.
Estuve en Ciudad del Este. Una ciudad del futu-
ro, amigo mío, del futuro y del pasado a la vez.
Los mestizos con sus puestos de yuyos varios y
radios de contrabando, las falsificaciones de los
perfumes importados, los pregoneros de videoca-
seteras y pan con chicharrones funcionan como
catalizadores para lo que he dado en llamar “la
revelación latinoamericana”. No tengo que expli-
carle nada. Imagínese usted lo que no entiende,
confío en sus instintos. Paraguay es todo un país
de frontera, no hay centro, cuando uno piensa que
está alcanzando un lugar central y ve alejarse la
frontera del sur, enseguida penetra en el territo-
rio de la frontera del norte. Todos los paraguayos

136

El caníbal 1.indd 136 28/10/09 23:51:27


odian al Brasil y a los brasileños, y yo creo que
con razón. El calor, por otra parte, se siente.
A veces pienso en Gaugain. El sexo es una gran
tentación, a la cual me entrego en cuerpo, por
supuesto, pero también en alma. Otras veces me
siento Ulrico Schmidel. ¿Volveré algún día a mi
patria para escribir mi odisea? No lo creo. No
descarto, en un futuro, naturalizarme y pasar a
formar parte de la tan sincera Nación Guaraní.
Pero me estoy desviando del tema central de esta
humildísima esquela.
Leí con atención e interés mi último libro, o me-
jor dicho el libro que usted escribió y que yo fir-
mé, por supuesto, sin saberlo. Es un lindo intento.
Siga escribiendo, Terranova. Y no se olvide de
firmar con mi nombre, así cada tanto me llegan
trescientos pesos argentinos que yo utilizaré in-
defectiblemente para vicios de todo tipo. Como
única crítica arriesgaría que faltó desarrollo par-
ticular de la idea. Sobre todo como paraguas (y
tenga en cuenta desde dónde le escribo), por si
los menos avispados, que usted sabe nunca fal-
tan, empiezan a hacer relaciones impropias. El
caníbal no es el antropófago. El antropófago se
come al otro. El caníbal se come a su igual, se
come a sí mismo. Y realiza, sobre todo, no un rito
social, sino un acto particular. Y para comerse
se tiene que ver, se tiene que identificar. Verse a
uno mismo, ese es el horror. Pero usted esto ya lo
sabe. No quiero aburrirlo. Voy a dejarlo con una

137

El caníbal 1.indd 137 28/10/09 23:51:27


sonrisa en los labios. Aquí circula, no sin éxito,
un cuento sobre argentinos. Yo lo he disfrutado
mucho. Confío en que usted hará lo propio. Re-
sulta que un argentino llega a Asunción en viaje
de negocios. Cuando se cierra el arrreglo, uno de
los gerentes de la empresa lo invita a cazar. Un
día, entonces, van los dos a una laguna y se sien-
tan a esperar con las escopetas preparadas. Pero
como no es temporada, no pasa nada. A las dos
horas recién, ven a lo lejos un pato. Esperan que
se acerque un poco y los dos disparan al mismo
tiempo. El pato cae y empieza la discusión sobre
quién fue el que le dio. Entonces el paraguayo
propone decidir la cuestión de la siguiente mane-
ra. Primero él le daría una patada en las pelotas al
argentino y después el argentino haría lo mismo
con el paraguayo. El más hombre, el que mejor
se la aguantara, se quedaba con la pieza. El ar-
gentino acepta y el paraguayo le da una terrible
patada en los genitales. El argentino se revuelca y
se revuelca por el piso, casi treinta minutos le lle-
va restablecerse. Cuando lo logra, el paraguayo
le dice: “Hombre, tanto lío por un pato. No hay
problema. Llévelo usted.” Salud, Villegas.

138

El caníbal 1.indd 138 28/10/09 23:51:27


Una respuesta desde Buenos Aires

Lucía se fue a España y yo sentí la necesidad de respon­


derle a Villegas. Mi carta decía así:

Querido Villegas,

De los dos géneros literarios con pú-


blico cautivo, a saber la monografía
universitaria y la carta personal, pre-
fiero el segundo. Empezando porque he
practicado con efervescencia y cons-
tancia el primero y también porque
creo que el segundo, como muchos otros,
está en vías de extinción.
Me alegra que le haya gustado mi li-
bro, el que usted firmó. Era la única ma-
nera de que Marconi se animara a hacer
algo que valiera la pena. En cuanto a
continuar con este engaño, le propongo
lo inverso. Escriba usted algo que sea
digno de ser leído, tendría que ser un
libro que no aburra a nadie, pero que
divierta más a los inteligentes. Des-
pués me lo manda para que yo lo publi-
que con mi nombre. Pero no... No creo que
funcione. Usted es el de la fama. Ayer,
sin ir más lejos, una anónima y sagaz

139

El caníbal 1.indd 139 28/10/09 23:51:27


reseña devoró su libro. Dijo textual-
mente que se trataba de “un intento no
fallido, pero no del todo válido, de res-
puesta literaria al, por momentos sofo-
cante, aparato mediático”. ¿Qué tal?
Estimo que no me pida noticias sobre
Buenos Aires, no podría proporcionár-
selas.
Le aviso que si piensa responder, lo
piense dos veces y se ponga astuto. Está
saliendo “en vivo y en directo” para ese
pantano insalubre que es la literatura
argentina actual. Como no podría ser de
otra manera, esto es una novela. Y no me
venga con el problema de los géneros,
porque yo sé a ciencia cierta que la
literatura subsiste en la obsesión de
algunos con la forma de la ficción y en
la conciencia de todos, para poder re-
lacionarnos con el mundo, en la forma
que el mecanismo mediático le imprima.
Porque de la ficción, Villegas, de la
ficción no se escapa nadie.

Buenos Aires, julio del 2002

140

El caníbal 1.indd 140 28/10/09 23:51:27


El caníbal 1.indd 141 28/10/09 23:51:27
El caníbal 1.indd 142 28/10/09 23:51:27
índice

El final de la ficción .................................................... 15


Por Corrientes hasta el Bajo ....................................... 31
Mientras camina, Villegas fantasea
y hace teoría literaria .................................................. 33
Villegas lee revistas ..................................................... 35
Villegas lee el diario ................................................... 39
Discuto con Villegas ................................................... 45
El nuevo libro de Villegas .......................................... 47
Otro encuentro en La Giralda ................................... 59
En La Academia, conversación literaria .................... 61
Marconi se está mudando .......................................... 67
El sensacionalismo de Villegas .................................. 69
Hablo por teléfono ..................................................... 79
La TV no es un animal doméstico ............................. 81
No sé qué escribir, no sé qué hacer ............................ 97
Villegas desaparece ..................................................... 99
La carpeta de Villegas ................................................... 103
El Caníbal .................................................................... 115

El caníbal 1.indd 143 28/10/09 23:51:28


Lucía me cuenta
la nueva novela de Villegas ........................................ 117
El gran catálogo de los libros que ya no existen ......... 121
Leo el diario en La Giralda .......................................... 123
Una mala noticia: la Argentina no existe ..................... 129
Otra mala noticia ......................................................... 133
Villegas escribe una carta desde Asunción ................... 135
Una respuesta desde Buenos Aires .............................. 139

El caníbal 1.indd 144 28/10/09 23:51:28


El caníbal 1.indd 145 28/10/09 23:51:28
El caníbal 1.indd 146 28/10/09 23:51:28

También podría gustarte