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Paisaje, Vacío y Vanguardia

Escriben con la sospecha de creer que puedo ser otros tantos individuos, que puedo
devenir en tantos otros lugares y que puedo atravesar otras tantas intimidades.
Escriben con el misterio de lo que está fuera de sí mismo o en algunas otras
ocasiones por encima de sí. Porque se anuncian con la escritura automática sin
saberlo en el último párrafo o, tal vez ya lo habían hecho en la primera línea.
Las palabras demandan (en las vanguardias) una responsabilidad irrecusable que
antecede ante todo pacto o ante todo contrato. Cuando escriben, los acontecimientos
atraviesan sus cuerpos y gesta en él una vibración expandiendo sus efectos hacia
afuera: cuando golpea, funde el tiempo, es por ello que modernidad y vanguardia,
han sido un episodio preciso para la literatura.
Preciso pensar que en la modernidad se escribía para encontrar el fantasma de la
rosa, escribir es el único archivo capaz de registrar el desborde que los
acontecimientos conllevaron para el contexto y solo en ese frágil mecanismo de
enunciación eso que ha pasado podemos sentirlo por segunda vez desde el
aislamiento propio del sujeto.
Sin una escritura meticulosa, sin ánimos de encontrar la palabra exacta. No pocas
veces se deja una a medias
La acumulación de imágenes y símbolos se hacían con el ánimo de poder
comprender y escribir de esa manera hacia parte de ello, dar sentido al caos de
experiencia que se provocaron en ese tiempo. Escritores de la vanguardia están
hechos de pasado y volverlo inteligible es también tratar de conocer mejor su
tiempo.
Silencio, se trata, quizá, de una voz que no sólo golpea hacia adentro, sino también
hacia afuera. El cuerpo padece las horas donde se mira a sí mismo, donde se
pertenece a un yo, porque la escritura duele, padece en las palabras reveladoras de
un silencio que se hace más fuerte. Sienten, entonces, que estamos atentos a lo que
se dice, pero que deben ser responsables de eso que aún no puede ser dicho por el
grosor de los labios. Siente, también, que nos desbordamos sin remedio, ante la
inquietante pregunta de nuestro tiempo. Pero, ante todo, sabemos que existe una
composición poética de la palabra, pero también, existe al mismo tiempo una
composición poética de nuestra existencia. ¿Sentimos temor? ¿Temor de
encontrarnos? ¿Temor de pertenecer a las palabras, a la soledad?
Laura Jimena Benavides

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