La evaluación psicológica en el área clínica ha tenido una
transformación a través de su historia que la ha llevado desde el mero proceso de diagnosticar trastornos basados en un listado de síntomas, con las respectivas etiquetas y consecuencias que estos conllevan, hasta una caracterización amplia de los distintos rasgos, tendencias o conductas típicas asociadas a la manifestación y curso de ciertos trastornos, así como tratamientos y periodos críticos. Como producto de esta transformación se han creado manuales diagnósticos, test de medida e instrumentos de evaluación, distintos métodos de terapia y formas de interpretación, clasificación y selección de la información que es recabada mediante entrevista directa con el consultante o por medio de la interpretación de resultados de los instrumentos de evaluación que se ha considerado pertinente aplicar. Aunque existen una gran variedad de manuales diagnósticos de los trastornos mentales en el mundo, en América el más usado es el DSM. Este manual presenta cada trastorno mental como una serie de síntomas comportamentales, no ponderados, que, al cumplirse en un periodo de tiempo previamente establecido, determinan que el paciente presenta un cierto tipo de trastorno y requiere tratamiento; más no presenta información acerca de cómo se llegan a producir estos síntomas, cuales son los que se deben intervenir primero, ni el proceso inmediato que debe seguir el terapeuta o psicólogo clínico. Por esta razón los psicólogos han desarrollado una seria de convenciones, un lenguaje y unos métodos de organización e interpretación de la información que suministra el paciente, que le permiten decidir de la mejor forma posible, qué instrumentos aplicar, dónde buscar la causa angular del problema y que tipo de tratamiento es el idóneo para tratar el trastorno en general y el tipo de paciente y estado de su problema en particular. De entrada, en la evaluación psicológica, el profesional debe mantener presentes ciertas recomendaciones para evitar que se produzca cualquier tipo de sesgo en la evaluación. Primero que todo debe estar consiente que no siempre el paciente que consulta tiene un problema que requiera tratamiento, de esta forma no se va a dedicar a buscar en la información suministrada por el paciente ideas incompletas o desconectadas que confirme un diagnostico hipotético, sino que va a analizarla de forma imparcial y objetiva que lo lleve a una conclusión más acertada; En segundo lugar, evaluar la validez y confiablidad de las pruebas, test o instrumentos de evaluación que se necesiten aplicar, teniendo en cuenta la validez de estos para medir el constructo que se requiere, la pertinencia para el caso y para la población a la que pertenece el paciente y no caer en el fanatismo de elegir una prueba sólo por su familiaridad o fama; En tercer lugar y a partir de las dos anteriores, determinar el tipo de terapia y enfoque más adecuado para tratar el paciente según su edad y el enfoque de su problema, Intrapersonal o Interpersonal. Es deber del psicólogo determinar factores importantes para el problema entre manos, ponderar estos factores y verificar como cambian los comportamientos que son representación de estos factores a medida que se avanza en el tratamiento. El no enfocarse en unos ciertos factores específicos puede llevar a una mayor amplitud de la visión de la realidad del consultante, pero a su vez conlleva un decremento en la fidelidad o pertinencia de esta información para el tratamiento, tendríamos lo que se llama un océano de conocimiento con un centímetro de profundidad y esta poca profundidad de la información llevaría a una pobre efectividad del tratamiento o una limitación en la evaluación del cambio a partir del tratamiento. Adicional a esto, la información debe ser interpretada de distintas formas que puedan mostrar diferentes facetas de la realidad del sujeto, se interpretan como muestras de un inconveniente, correlatos de un problema intrapsiquico o signos de un problema paralelo o transversal a los problemas o muestras de este, en su comportamiento. En conclusión, el psicólogo clínico a la hora de hacer evaluación, debe ser objetivo, evitar caer en el verificacionismo con respecto a un diagnóstico, echar mano de todas las herramientas posibles que le permitan entender mejor aquello que experimenta el paciente, no sin antes determinar su pertinencia, y mantener un equilibrio entre la interpretación propia y profesional de los resultados del paciente y la información exacta, tal y como se presenta. De esta forma, buscando entre lo que el paciente percibe de su problema y lo que no logra percibir, generar estrategias de tratamiento que lleven a una adaptación exitosa del paciente con respecto a los factores que le generaron incomodidad o sufrimiento al momento de buscar la ayuda de un profesional. * * *